De éticas y ejemplicidades en tiempos neoliberales

 

De eticidad y representaciones democráticas

 


Es dudoso que lo sucedido con los políticos en los últimos tiempos esté llevando a reflexionar a los profesionales. A pesar de que debieran hacerlo, y pronto. Los políticos, como los monarcas, los jueces, los sacerdotes o los médicos, han venido detentando tradicionalmente roles de excepción, socialmente privilegiados. Se preguntará que dónde está ese privilegio. Y la respuesta no puede ser otra que en el gran poder social que gestionan. Esto es obvio en roles tales como el de político o el de juez. Pero lo es también en el del médico. Gestionar un valor socialmente muy apreciado, como la justicia, o la vida, sobre todo cuando además se detenta la capacidad de normativizar la conducta de los demás diciéndoles qué deben y qué no, es por definición un gran poder social, lo que a la vez sitúa a quien lo posee en un lugar de excepción en la dinámica social. Las profesiones son roles sociales positivamente privilegiados. Es decir, privilegios.

Hasta aquí, pura obviedad. Como también lo es que tal privilegio social lleva a disfrutar, a quienes lo detentan, de signos externos, distinciones y prebendas que les están vetados a los demás agentes sociales. En el fondo, la sociedad mima a quienes gestionan sus bienes y valores más preciados, la economía, la salud, la vida, la justicia, etc. Cree que debe compensarles por lo que aportan al bien común, a costa, incluso, de su propio bien individual.

Privilegio es término que suscita en todos una cierta reacción negativa. ¡Abajo los privilegios! fue uno de los lemas de las revoluciones liberales. Aun así, es razonable que quienes gestionan asuntos muy importantes para la colectividad, aquellos que detentan mucho poder, gocen de ciertos privilegios. No tiene por qué darse sentido negativo a ese término, a pesar de lo difícil que resulta no recordar el modo como se ha venido usando y abusando de él a lo largo de siglos y milenios de historia.

Los privilegios no son de por sí malos, ni perversos. Pero cuando el río suena, agua lleva. Y no es todo historia pasada. ¿Qué es un privilegio? Algo excepcional, no generalizable al común de los agentes sociales, pero lícito e incluso necesario. El privilegio no es un crimen, ni tampoco un delito. Es un privilegio que los parlamentarios tengan inmunidad, o que el presidente del gobierno habite una vivienda del patrimonio nacional.

Pero el disfrute de los privilegios tiene su contrapartida. Esto es lo que nunca ha estado del todo claro. A quien disfruta de privilegios, o quizá mejor, quien detenta gran poder social, debe ser una persona intachable, ejemplar, modélica. El gozar de privilegios conlleva una ética, que es la de la ejemplaridad. También este término conviene definirlo. Es obvio, a pesar de que tantas veces los hechos digan lo contrario, que quienes detentan cargos públicos, así como

también las personas a cargo de bienes sociales primarios, han de cumplir escrupulosamente con la ley. Esto va de suyo. No se puede ser persona ejemplar y a la vez corrupta. La ley común se aplica a todos, y va de suyo que también a quienes detentan roles sociales de excepción.

La ejemplaridad no consiste en cumplir la ley. Haciendo eso nos convertimos en ciudadanos honestos, decentes, pero nada más. La ejemplaridad exige dar un paso más, subir otro peldaño. Tales personas no solo tienen que ser legalmente íntegras, sino además moralmente ejemplares. Este es el nuevo peldaño. Quizá alguien sospeche que esto es demasiado sutil. Por eso conviene, pienso, ilustrarlo con varios ejemplos.

Uno primero es lo que está sucediendo con los políticos. No, ciertamente, con los nuestros, sino con los de algunos países más al norte. Alguien recordará el “caso Toblerone”, el político que dimitió porque pagó con una tarjeta de crédito pública un capricho privado. O el de aquel otro que cometió una infracción de tráfico, y que para no perder los puntos mintió diciendo que quien conducía era su esposa. Va de suyo que ambos dimitieron. Simplemente, porque no actuaron como personas ejemplares. 

 

El reproche que se les hizo no fue legal sino ético. De ellos no se esperaban conductas de ese tipo.

Pero dejemos a los políticos en paz. De hecho, nos han dado una estupenda lección. 

Porque personas ejemplares no sólo tienen que ser ellos. Es el caso de todos los llamados “profesionales”. ¿Se ha preguntado el lector por qué los profesionales forman parte de unas instituciones de derecho público llamados “colegios profesionales”, y por qué todos ellos hacen gala de sus respectivos códigos de ética”?

Huelga decir que cuando un profesional incumple la ley civil o penal, debe aplicársele el derecho común, aquel que es igual para todos. Ahí no hay privilegios, o al menos no debe haberlos. Sería injusto. Los Colegios profesionales y los Códigos de ética no están para sustituir a los tribunales ordinarios, sino para exigir a sus miembros una calidad superior, habida cuenta de la importancia individual y social que tienen los valores que gestionan. Del profesional se espera más y al profesional se le exige también más. Necesita ser una persona ejemplar. Cualquier cosa menor que la excelencia es, en ellos, inaceptable, incorrecta, mala. ¿Qué pensar de un juez que no dicte la mejor sentencia posible? ¿O de un cirujano que no haga la mejor operación?

Aquí cualquier cosa menor que la excelencia es mala. Del profesional se espera que sea una persona ejemplar. Y la función de los Colegios profesionales es promoverlo y controlarlo.

¿Pura utopía? Sí, en buena, en mucha, en grandísima medida, sí. Para nuestra desgracia. Aún no ha llegado a los profesionales el punto de calvinismo que hemos visto aparecer en la política de otras latitudes. Esto es preocupante, y pienso que también grave. Pero como todo puede empeorar, aún es peor algo que está empezando a surgir, como consecuencia de la mercadería que nos invade. Se trata de negociar con la ejemplaridad, o de vender como ejemplaridad lo que está muy lejos de serlo. Esto sí es la perversión de la ejemplaridad. Algo que cada día resulta más frecuente, a pesar de que ya tiene su historia. Hace ahora casi cien años, Ortega y Gasset escribió un breve texto titulado No ser un hombre ejemplar. De él son estos párrafos:

Cuando un hombre llega a ser ejemplar en algo, alcanza lo más alto que al hombre es permitido. Pero toda potencia del hombre trae consigo un vicio en que aquella se desvirtúa y falsifica. Frente a la auténtica ejemplaridad hay una ejemplaridad ficticia e inane. Una y otra se diferencian, por lo pronto, en que el hombre verdaderamente ejemplar no se propone nunca serlo. Obedeciendo a una profunda exigencia de su organismo, se entrega apasionadamente al ejercicio de una actividad –la caza o la guerra, el amor al prójimo o la ciencia, la religiosidad o el arte. En esta entrega inmediata, directa, espontánea, a una labor consigue cierto grado de

perfección, y entonces, sin que él se lo proponga, como una consecuencia imprevista, resulta ser ejemplar para otros hombres”.

Se puede ser ejemplar, se puede también no serlo, y se puede poner el empeño no en ser ejemplar sino en parecerlo. Esta es, sin duda, la más peligrosa tentación: hacer de la ejemplaridad un puro producto de mercado.

Dr. Diego Gracia Guillen

Revista Eidon (Revista Española de bioética) N.º 55 Junio 2021

La Carta

Me pareció un buen encuadre para leer y releer la carta pública escrita por la actual vice.presidenta y ex- presidenta de la nación Cristina Fernandez de kirchner, el aporte del Dr Gracia Guillan para entender el verdadero foco que debería utilizarse a la hora de evaluar la derrota electoral. No porque el voto precisamente pueda tildarse de “Voto ético” cosa que sería a todas luces engañoso y falso, dado que la sociedad argentina, si hay algo que viene sistemáticamente dejando de lado, es precisamente el valor de lo ético por encima de los intereses propios, del dinero en el bolsillo y de los pequeños “privilegios” que las posiciones sociales brindan a los comerciantes, empresarios, y demás actores cuyos compartamientos develan egoísmos casi suicidas en tiempos de crisis sanitaria y pandemia globalizada.

Obviamente que sus detractores a izquierda y derecha objetarán que coloque la misiva en un cuadro de interpretación dentro de la ética, toda vez que es precisamente uno de los “flancos” que mas se cuestiona de la figura política en cuestión, a pesar de que poco reprochable se le ha podido comprobar en todos estos años de su participación y militancia política y en lugares de gestión de gobierno o representación ciudadana.

La carta completa

Una vez más me dirijo a mis compatriotas como lo he hecho en otras oportunidades. No es la primera vez. Hace ya casi un año, el 26 de octubre de 2020, me dirigía a los argentinos y las argentinas con el documento “27 de octubre. A diez años sin él y a uno del triunfo electoral: sentimientos y certezas”.

Allí desgranaba reflexiones acerca del funcionamiento institucional, y de lo que considero el problema central de la economía argentina y la necesidad de abordarlo desde un acuerdo amplio de las distintas fuerzas políticas.

Hoy, releo aquellas líneas de inusitada actualidad en las que también mencionaba que las decisiones en el Poder Ejecutivo argentino siempre las toma el Presidente de la Nación y en las que decía sin eufemismos ni operaciones de prensa en off, que había funcionarios y funcionarias que no funcionaban.

También recuerdo el acto que se llevó a cabo en el Estadio Único de La Plata el 18 de diciembre de 2020, del cual participamos muchos compañeros y compañeras del Frente de Todos junto al Presidente de la Nación, cuando expresé textualmente: “… pero ojo, yo no quiero que ese crecimiento -el crecimiento económico del año 2021 que acertadamente pronosticara el compañero que me había precedido en el uso de la palabra- se lo queden tres o cuatro vivos nada más. Para esto, me parece que hay que alinear salarios y jubilaciones, obviamente, precios, sobre todo los de los alimentos y tarifas.”. En esa oportunidad también señalé: “por eso le digo a todos aquellos que tengan miedo o que no se animan, por favor… hay otras ocupaciones además de ser ministro, ministra, legislador o legisladora. Vayan a buscar otro laburo, pero necesitamos gente en los sillones que ocupen de ministro, ministra, de legislador o legisladora… sean para defender definitivamente los intereses del pueblo”.

Como no soy mentirosa y mucho menos hipócrita (nunca digo en público lo que no sostengo en privado y viceversa), debo mencionar que durante el año 2021 tuve 19 reuniones de trabajo en Olivos con el Presidente de la Nación. Nos vemos allí y no en la Casa Rosada a propuesta mía y con la intención de evitar cualquier tipo de especulación y operación mediática de desgaste institucional.

En las primeras 18 reuniones, la última de ellas el 07/09/2021, siempre le plantee al Presidente lo que para mí constituía una delicada situación social y que se traducía, entre otras cosas, en atraso salarial, descontrol de precios -especialmente en alimentos y remedios- y falta de trabajo, sin desconocer, obviamente, el impacto de las dos pandemias: la macrista primero y la sanitaria a los 99 días de haber asumido el gobierno. Igualmente siempre remarqué la falta de efectividad en distintas áreas de gobierno.

También señalé que creía que se estaba llevando a cabo una política de ajuste fiscal equivocada que estaba impactando negativamente en la actividad económica y, por lo tanto, en el conjunto de la sociedad y que, indudablemente, esto iba a tener consecuencias electorales. No lo dije una vez… me cansé de decirlo… y no sólo al Presidente de la Nación. La respuesta siempre fue que no era así, que estaba equivocada y que, de acuerdo a las encuestas, íbamos a ganar “muy bien” las elecciones. Mi respuesta, invariablemente, era “no leo encuestas… leo economía y política y trato de ver la realidad”. Una realidad que me indicaba que en el año 2015 perdimos las elecciones presidenciales en segunda vuelta y por escasa diferencia, con el mayor salario en dólares de Latinoamérica -que representaba más del doble del salario actual-, con una inflación que era menos de la mitad que la actual y con un candidato, Mauricio Macri, que decía que no le iba a sacar a nadie lo que ya tenía, sino que sólo iban a cambiar las cosas que estaban mal.

Fui, soy y seré peronista. Por eso pensaba que no podíamos ganar. Y se lo decía no sólo al Presidente. Muchos compañeros y muchas compañeras escucharon mis temores.

El domingo 12 de septiembre de este año el peronismo sufrió una derrota electoral en elecciones legislativas sin precedentes. Mientras escribo estas líneas tengo el televisor encendido pero muteado y leo un graph: “Alberto jaqueado por Cristina”. No… no soy yo. Por más que intenten ocultarlo, es el resultado de la elección y la realidad. Es más grave aún: en la Provincia de Buenos Aires, termómetro inexcusable de la temperatura social y económica de nuestro país, el domingo pasado nos abandonaron 440.172 votos de aquellos que obtuvo Unidad Ciudadana en el año 2017 con nuestra candidatura al Senado de la Nación… con el peronismo dividido, sin gobierno nacional ni provincial que apoyara y con el gobierno de Mauricio Macri y su mesa judicial persiguiendo y encarcelando a exfuncionarios y dueños de medios opositores a diestra y siniestra.

Recuerdo que, cuando perdimos las elecciones legislativas en la Provincia de Buenos Aires del año 2009, con Néstor como candidato a Diputado Nacional -después de la 125 y de la crisis global del 2008-, quien Alberto considera con justicia el mejor presidente de la democracia, el día lunes siguiente a las elecciones no sólo renunció a la titularidad del Partido Justicialista, sino que yo como Presidenta de la Nación pedí la renuncia de quien fuera mi Jefe de Gabinete, entre otros. Y ¡ojo!… habíamos perdido en la Provincia de Buenos Aires pero habíamos ganado a nivel nacional. A Néstor Kirchner hay que recordarlo en versión completa y no editada.

Sin embargo ahora, al día siguiente de semejante catástrofe política, uno escuchaba a algunos funcionarios y parecía que en este país no había pasado nada, fingiendo normalidad y, sobre todo, atornillándose a los sillones. ¿En serio creen que no es necesario, después de semejante derrota, presentar públicamente las renuncias y que se sepa la actitud de los funcionarios y funcionarias de facilitarle al Presidente la reorganización de su gobierno?

El martes 14 tuvo lugar, otra vez en Olivos, mi última reunión con el Presidente de la Nación. Habían transcurrido 48hs sin que se comunicara conmigo y me pareció prudente llamarlo y decirle que tenía que hablar con él. Deje pasar 48hs deliberadamente, para ver si llamaba (debo decir que de las 19 reuniones, la mayoría fueron a iniciativa mía). Allí le manifesté que era necesario relanzar su Gobierno y le propuse nombres como el del Gobernador Juan Manzur para la Jefatura de Gabinete. Sé que sorprenderá mi propuesta, es de público y notorio las diferencias ya superadas que he tenido con quien fuera mi Ministro de Salud desde el año 2009, cuando debí remover a quien entonces era mi Ministra de Salud por el fracaso en el abordaje de la pandemia de la gripe A (H1N1). Juan permaneció en su cargo hasta que renunció para disputar la candidatura a Gobernador de la Provincia de Tucumán en el 2015, cargo que obtuvo y revalidó por el voto popular no sólo a través de su reelección, sino también en la elección del pasado domingo.

Aunque en realidad, nadie debería sorprenderse por mi propuesta: el 18 de mayo de 2019 le propuse a todos los argentinos y argentinas como candidato a Presidente de la Nación a Alberto Fernández.

¿Por qué cuento esto? Porque no voy a seguir tolerando las operaciones de prensa que desde el propio entorno presidencial a través de su vocero se hacen sobre mí y sobre nuestro espacio político: Alberto Fernández quería que el Dr. Eduardo De Pedro fuera su Jefe de Gabinete y fui yo la que no estuvo de acuerdo. Mal podría ahora promoverlo para ese cargo.

A propósito de la categoría de funcionarios que no funcionan… el vocero presidencial escaparía a aquella clasificación. Es un raro caso: un vocero presidencial al que nadie le conoce la voz. ¿O tiene alguna otra función que desconocemos? ¿La de hacer operaciones en off por ejemplo? Verdadero misterio.

Por la misma razón me comuniqué con el Ministro de Economía cuando se difundió falsamente que en la reunión que mantuve con el Presidente de la Nación, había pedido su renuncia. Las operaciones son permanentes y, finalmente, sólo terminan desgastando al gobierno. Es increíble que no lo adviertan. Es una pena tanto daño autoinfligido.

Confío, sinceramente, que con la misma fuerza y convicción que enfrentó la pandemia, el Presidente no solamente va a relanzar su gobierno, sino que se va a sentar con su Ministro de Economía para mirar los números del presupuesto. El año pasado, con ocasión de presentarse el mismo, se estableció que el déficit fiscal iba a ser del 4,5% del PBI sin pandemia a partir de marzo del 2021 -situación que no se verificó como es de público y notorio-. Cada punto del PBI en la actualidad es alrededor de $420.000 millones. A agosto de este año, a cuatro meses de terminar el año y faltando apenas unos días para las elecciones, el déficit acumulado ejecutado en este año era del 2,1% del PBI. Faltan ejecutar, según la previsión presupuestaria, 2,4% del PBI… más del doble de lo ejecutado y restando sólo cuatro meses para terminar el año… con pandemia y delicadísima situación social. No estoy proponiendo nada alocado ni radicalizado. Al contrario, simplemente estoy recogiendo lo que en este contexto global de pandemia está sucediendo a lo largo y a lo ancho del mundo, desde Estados Unidos, pasando por Europa y en nuestra región también: el Estado atemperando las consecuencias trágicas de la pandemia.

He sido Presidenta durante dos períodos consecutivos. En el 2008 nos tocó atravesar la crisis global más grande después de la Gran Depresión del año ‘30. Soportamos corridas cambiarias permanentes -con muchas menos reservas en el Banco Central que en la actualidad- y el asedio de los Fondos Buitre. Sé que gobernar no es fácil, y la Argentina menos todavía. Hasta he sufrido un vicepresidente declaradamente opositor a nuestro gobierno. Duerman tranquilos los argentinos y las argentinas… eso nunca va a suceder conmigo.

También estoy convencida que será imposible solucionar los problemas que dejó el macrismo de bajos salarios, altísima inflación, endeudamiento vertiginoso con acreedores privados y la vuelta del FMI con un préstamo de 44 mil millones de dólares, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc… votando al macrismo o votando sus ideas.

Cuando tomé la decisión, y lo hago en la primera persona del singular porque fue realmente así, de proponer a Alberto Fernández como candidato a Presidente de todos los argentinos y las argentinas, lo hice con la convicción de que era lo mejor para mi Patria. Sólo le pido al Presidente que honre aquella decisión… pero por sobre todas las cosas, tomando sus palabras y convicciones también, lo que es más importante que nada: que honre la voluntad del pueblo argentino.

(Tomado del diario “La Nación” )

Industria

El uso de la capacidad instalada de la industria fue de 64,1% en julio, ubicándose un 7,3% por encima del mismo mes del año pasado (con restricciones por la pandemia) y un 5,4% por encima del mismo mes de 2019. 11 de los 12 bloques sectoriales de la industria mostraron un aumento interanual de la utilización de la capacidad instalada.

El informe de INDEC señaló que las principales incidencias positivas se observan en las industrias metálicas básicas y en la metalmecánica excepto automotores.

Ley de Promoción de Inversiones Hidrocarburíferas

El presidente Alberto Fernández presentó ayer el proyecto que enviará al Congreso, con el objetivo de otorgar incentivos para incrementar la producción e industrialización de hidrocarburos.

El proyecto establece un esquema de incentivo a partir de mayores autorizaciones de exportación garantizadas y de disponibilidad de divisas para iniciativas de explotación en cuentas que aseguren un incremento en la producción de gas y petróleo. 

Se creará un régimen general de promoción de inversiones hidrocarburíferas que tendrá vigencia por 20 años. Contendrá regímenes particulares para la promoción de las diversas actividades relacionadas

Memoria, Justicia

Luciana Bertoia, Politóloga y periodista especializada en Justicia y DDHH.escribe ...

Sobrevivientes, funcionarios y referentes de los derechos humanos recordaron a las víctimas 

A 45 años de la Noche de los Lápices: memoria y homenaje en el Pozo de Banfield


 

Pasaron 45 años de la Noche de los Lápices, pero Pablo Díaz está de nuevo parado parado en el playón del centro clandestino del Pozo de Banfield, donde estuvo secuestrado con sus compañeros de militancia estudiantil secundaria. “En este maldito lugar los asesinaron”, dice mientras levanta la vista hacia el edificio, sacudiéndose los anteojos. “Y en este bendito lugar los traemos con vida”, completa. Lo escuchan, entre otros, los hermanos de Horacio Ungaro y Francisco “Panchito” López Muntaner, dos de los pibes secuestrados el 16 septiembre de 1976 en La Plata. En el acto, los acompañan el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla Corti, el subsecretario de Derechos Humanos bonaerense, Matías Moreno, y el ministro de Justicia provincial, Julio Alak. Con ellos, están la Abuela Delia Giovanola y su nieto Diego Martín Ogando, nacido en ese centro clandestino de detención, tortura y exterminio (CCDTyE).

Antes de concentrarse en el playón, Díaz volvió a recorrer la exbrigada de la policía bonaerense ubicada en el partido de Lomas de Zamora que funcionó como campo de concentración desde antes del golpe del 24 de marzo y sirvió como base del Plan Cóndor y maternidad clandestina del llamado Circuito Camps. Subió las escaleras rojas, compartió recuerdos y habló de los nacimientos que allí presenció. Delia fue hasta los calabozos del primer piso. Diego Martín, en cambio, recorrió todo el lugar. Era la primera vez que entraba al sitio donde su mamá, Stella Maris Montesano, había dado a luz, mientras ella y su papá, Jorge Oscar Ogando, estaban secuestrados. Martín nació allí el 5 de diciembre de 1976 y restituyó su identidad en noviembre de 2015. En ese momento, se acercó hasta el Pozo para conocer desde afuera su lugar de nacimiento, pero hasta ahora nunca había recorrido el sitio que tanto horror alberga.

Delia, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, buscó una silla para sentarse después de la recorrida. “Es muy fuerte lo que estoy viviendo como madre, como abuela y como argentina”, comenzó. “De cualquier punto que lo miremos es doloroso. Como madre, aquí perdí a mi único hijo y a mi nuera, que era casi una hija. Siguen siendo desaparecidos”, agregó. Habló de su nieta mayor, Virginia, que falleció, y del encuentro con Diego Martín que “cubre todas las pérdidas”. Desde atrás, Marta Ungaro le apoyaba la mano en la espalda, muy cerquita del nieto de Delia. “Es un lugar muy triste para recorrer, pero han sido tantos los golpes de la vida que esto no es nada con aquello que nos tocó vivir”.

La emoción se fue apoderando de quienes estaban ahí. Pietragalla Corti no fue ajeno. Recordó que había estado en la Casa de las Abuelas cuando Diego Martín recuperó su identidad. “Fui uno de los privilegiados”, dijo. “Gracias a la lucha de nuestras queridas Abuelas muchos estamos donde estamos y sabemos quiénes fueron nuestros viejos”, completó. Durante la recorrida, confesó, sólo pudo pensar en la mamá de Diego Martín.

-- En el horror de estar viviendo acá, la alegría que le trajiste a tu vieja, loco. Y la fuerza que puso tu vieja para hacer el acto de vida y de amor que fue parirte a vos. Fue lo primero que se me vino a la cabeza --dijo Pietragalla Corti mirando al nieto de Delia.

La Policía bonaerense fue desafectada del Pozo de Banfield hace ya quince años, gracias a la movilización de vecinos, organizaciones de derechos humanos y militantes nucleados en Chau Pozo. Por primera vez abrió sus puertas el 16 de septiembre de 2006, al cumplirse los 30 años de la Noche de los Lápices. En ese momento fue Adriana Calvo quien se paró en el playón para contar sus días allí con su beba, Teresa, y la resistencia de sus compañeras cuando los represores quisieron sacarle a su hija. El lugar alberga esas memorias y es prueba en los juicios.

Durante el acto, Moreno anunció que comenzó a funcionar en parte del predio --que no estaba afectada al uso como CCDTyE-- una sede del Plan Fines para terminar la secundaria y que se implementarán talleres del Instituto Provincial de Formación Laboral (IPFL) y Centro de Acceso a la Justicia (CAJ). “Es una forma de llevar esta idea de que los lápices siguen escribiendo a actos concretos”, le explicó el subsecretario de Derechos Humanos de la provincia a este diario.

Antes de emprender la vuelta, Marta Ungaro pidió el micrófono para recordar que se está llevando adelante el juicio por los crímenes en las brigadas de Banfield, Quilmes y Lanús, donde se analiza lo sucedido con los y las chicas de la Noche de los Lápices, y pidió que el máximo responsable de ese lugar, Juan Miguel Wolk --más conocido como el “Nazi”-- deje la comodidad de su casa marplatense y vaya a cárcel común. Después, junto con Pablo Díaz, siguieron hacia La Plata, pasaron por las dos marchas que estaban convocadas en la ciudad de las diagonales y siguieron hacia Berisso para participar de la inauguración de un mural en una escuela. “Siempre es muy fuerte entrar al Pozo”, reflexionó Ungaro mientras regresaba.

(pagina 12)

Desaparecidos y juicios

Adriana Meyer, periodista y docente, escribe

Hace 7 años desde la querella de Justicia Ya La Plata llevó la causa por la desaparición forzada de Jorge Julio López ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y sigue sin dar una respuesta. Sus integrantes informaron que en estas horas se reunieron de manera informal con integrantes de la CIDH para pedir el pase del caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos en busca de una sanción al Estado argentino por la falta de respuesta estatal a lo largo de los años. "Solicitamos a la CIDH que de por cerrada instancia de solución amistosa, que es una especie de mediación, y que pase a tratar el caso como contencioso con el objetivo de llegar a la Corte; planteamos que los organismos que somos parte de la querella tenemos interés legítimo en el esclarecimiento del caso por las implicancias sociales que tiene", dijo a Página12 la abogada Luz Santos Morón, de Justicia Ya La Plata.

"Este 18 de septiembre se cumplen 15 años de la segunda desaparición forzada de Jorge Julio López, militante social en los ’70, vecino de Los Hornos, sobreviviente del genocidio de la última dictadura y testigo en los juicios contra los genocidas, con cuyo caso se inauguró la figura del ex detenido desaparecido vuelto a desaparecer. Son 15 años de impunidad y encubrimiento", expresaron desde ese colectivo platense.

En mayo de 2014, por el estancamiento de la investigación del caso López en la justicia federal argentina, desde el colectivo Justicia Ya La Plata presentaron una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, por el secuestro y la segunda desaparición forzada del testigo. La denuncia solicitó se investigue la responsabilidad y aquiescencia del Estado argentino en el caso Jorge Julio López, desaparecido por segunda vez, en las vísperas de los alegatos del primer juicio oral, en el que fue condenado (con sentencia firme) por primera vez el genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz, director general de Investigaciones de la policía bonaerense durante la dictadura. López fue un testigo fundamental para probar los crímenes cometidos por Etchecolatz y otros represores de la bonaerense en los campos de Arana, las Comisaría 5ta y 8va y la Unidad 9. 

Durante estos 15 años de impunidad en el caso los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández, con sus gobernadores Felipe Solá y Daniel Scioli, el de Mauricio Macri con María Eugenia Vidal y el de Alberto Fernández con Axel Kicillof, nunca impulsaron políticas concretas que permitieran el avance en la investigación. Ellos, junto a los distintos jueces que pasearon la causa, primero en la justicia provincial y luego la federal, construyeron un verdadero monumento nacional a la impunidad", dijeron desde esa organización de derechos humanos que es querellante en la causa. Presentaron un comunicado con la síntesis de lo actuado.

La síntesis de la causa Jorge Julio López

  • "Durante los tres primeros meses la Jueza de Garantías Marcela Garmendia y los fiscales Marcelo Martini y Javier Berlingieri investigaron la causa como si se tratase de un extravío o una ausencia voluntaria, desconociendo el planteo de los organismos, que señalamos que se trataba de un secuestro político. Cuando por fin logramos que se reconozca que hubo una desaparición forzada, la causa, pasó en distintas etapas a manos de los jueces federales Manuel Humberto Blanco, Arnaldo Corazza y ahora Kreplak". 

  • "La `investigación´ federal sólo agregó miles de fojas inconducentes en la causa: realizaron allanamientos pre avisados y con el tiempo suficiente para hacer desaparecer cualquier pista útil para hallar a López, o dar con los instigadores y autores materiales de su desaparición, promovieron búsquedas alocadas inducidas por videntes, apuntaron al entorno de la víctima y a los organismos que habíamos acompañado al testigo. Pero esencialmente jamás profundizaron las pistas que iban hacia la propia Policía Bonaerense o el Servicio Penitenciario y mucho menos indagaron a los policías de la bonaerense, retirados y en actividad, del entorno de Etchecolatz".

  • "Llevado el caso al sistema interamericano, el 5 de septiembre de 2017 se nos informó que la CIDH corría traslado de nuestra denuncia al Estado Argentino. El 16 de febrero de 2018 nos notificó su respuesta: “iniciar una mesa de diálogo tendiente a explorar la posibilidad de alcanzar una solución amistosa en el presente caso conforme lo establecido por el artículo 48(1) (f) de la Convención. Durante la gestión de Macri aceptamos ese ámbito pero sólo para denunciar frente a frente a los funcionarios del ministerio de Justicia que ellos eran los responsables por la impunidad del caso López. El macrismo jamás se presentó a dar la cara. Llegado ya el gobierno de Alberto Fernández la Comisión insistió con el mecanismo de la `solución amistosa´ a lo que respondimos que no vamos a negociar con ningún funcionario la vida del compañero y vamos a seguir interpelando al Estado argentino para que dé una respuesta a tantos años de impunidad y retardo de justicia. 

  • Justicia Ya La Plata llegó a la conclusión de que "no puede haber solución amistosa cuando no sabemos qué pasó con López y cuando sus verdugos de ayer y de hoy siguen libres e impunes". Así, en una reciente entrevista con integrantes de la Comisión Interamericana expresaron su exigencia de que el caso sea elevado a la Corte Interamericana en busca de una sanción al Estado argentino por la falta de respuesta.

"La experiencia vivida recientemente en el debate por la causa residual de los CCD de Arana, donde se proyectó el testimonio de López de 2006 y el de Nilda Eloy de 2012, nos llena de indignación. Porque es el propio Estado argentino el que tardó casi medio siglo en juzgar el Genocidio de la última dictadura y sigue sin dar respuesta cuando nuestros compañeros y compañeras mueren sin llegar a un mínimo de lo que nos prometen como Justicia, como sucedió con las compañeras Adriana Calvo, Nilda Eloy y Cristina Gioglio, o bien son nuevamente desaparecidos como en el caso de López", reza el comunicado. "Ese juicio por 7 casos de Arana, incluido el del propio López (en ausencia por desaparición forzada en democracia), llega justo a 18 años de anuladas las leyes de impunidad, a 15 años de la segunda desaparición de López y con el represor Julio César Garachico con una cómoda prisión domiciliaria", agrega. 

Garachico había sido mencionado por López en el juicio de 2006, tras lo cual se mudó de Puerto Madryn, donde administraba un casino. Fue detenido 6 años después, pero al ser procesado logró la domiciliaria en calle Nápoles 3626 de Mar del Plata en noviembre de 2017. En aquella oportunidad López mencionó a otros 19 represores de la Brigada de Investigaciones, de los campos de Arana, de Comisaría 5ta, de Comisaría 8va y de Unidad 9 como Manuel Aguiar, Carlos Urcola, Ramón Gomez, Luis Ponce, Raúl Muñoz, Héctor Herrera, Tránsito Gigena, Oscar Acosta, Antonio Vargas, José Alfredo Orellana, Julio César Pasquale y Ángel Trotta. Ninguno de ellos tuvo ninguna consecuencia legal.

En su conclusión Justicia Ya La Plata expresó que "a López le llevó nada menos que 30 años llegar a juicio con su caso. Pero está nuevamente desaparecido. Ya pasaron más de 45 años de que ocurrió el Genocidio en nuestro país y aún hay miles de compañeros y compañeras que no han accedido a un mínimo de reparación por justicia. Por esto, a 15 años de la segunda desaparición forzada de López, continuamos denunciando la política de impunidad expresada en el estiramiento indefinido de los juicios, la apelación a la impunidad biológica, las domiciliarias y los juicios a cuentagotas. La desaparición de López, no fue la primera luego de caída la dictadura, ejemplo de eso son las de Andrés Nuñez y Miguel Bru en La Plata, y otras como las de Iván Torres, Luciano Arruga, Santiago Maldonado, Facundo Astudillo Castro, Luis Espinoza y Ariel Valerián. El Estado argentino tardó 28 años de concluida la dictadura, y por una sanción en 2011 de la Corte Interamericana por el caso Iván Torres, en incluir en su código penal la figura de la desaparición forzada de personas. A pesar de esa formalidad el Estado argentino sigue sin reconocer plenamente las desapariciones forzadas que él mismo comete".

(Pagina 12)

Bardear

No bardeen. Son un bardo. Dejen de bardear. Barderos. Barderas. Qué bardo es este. Bardearon. No hagan bardo. Están bardeando. Paren de bardear.

Hasta Wikipedia sabe que “en la historia antigua, el bardo era la persona encargada de transmitir las historias, las leyendas, de forma oral y poética, y de cantar la historia de sus pueblos en largos poemas recitativos”. Hacer bardo es hacer historia mediante la poesía y el bardo era y es el transmisor de la identidad.

No hagan bardo” nos dijo la dictadura, deformando el “bardo” en mala palabra. Una palabra desnaturalizada, que fue vaciada de todo su sentido social y político. Una palabra cambiada de signo, vuelta lo contrario de lo que significaba en realidad. Una palabra, que es un rol, estigmatizada y convertida en estigmatizante. Un bardo ya no es quien contextualiza, o quien “ubica” a los demás en el mapa de la historia, sino aquel desbordado que “se desubica” disruptivamente en cualquier escena y por lo tanto no tiene lugar. Convertido en algo malo, ajeno, pasa a ser un marginal. Homo Sacer. Una cosa objetable. Reprimible. Una voz peligrosa, que incomoda, contamina y se debe anular.

¿Por qué no sabíamos el significado de Bardo? Porque se encargaron de eso. De dar vuelta el lenguaje, de deformarlo hasta volverlo loco, hasta convertirlo en un lenguaje orate, que de antemano ha perdido el juicio, la capacidad oratoria como defensa, es decir la palabra como verdad.

Revolución Libertadora” fue el nombre que le pusieron al bombardeo sobre la gente en la Plaza de Mayo. Se condenó al exterminio la capacidad “subversiva” de la gente, como si cambiar las cosas no fuese una herramienta evolutiva. Se creó el eufemismo ‘desaparecidos” para quitarle entidad y relativizar la existencia de los muertos, asesinados. Y bajo la misma lógica se llamó “padres del corazón” a los apropiadores de niños y “viejas locas” a quienes salieron a buscarlos.

Parece un chiste irónico, pero es acción psicológica llevada a cabo a través del lenguaje, desde lo primario, con palabras que se vuelven trampas inidentitarias, en las que es imposible reflejarse, o palabras improcedentes, que no se sabe de dónde vienen, de dónde salieron, palabras impuestas, desnaturalizadas, impertinentes.

Es imposible establecer acuerdos cuando las palabras pierden toda lógica. Cuando se niega el lenguaje, no hay más disputa del sentido, no hay convenciones, reglas, ni acuerdos, se acaban las mesas de negociación. No hay confusión, no hay errores, ni desacuerdos, no hay malentendidos, no hay sinsentido: es la perversión del lenguaje, que lo anula como herramienta. Fractura la comunicación e impone un sentido arbitrario a la palabra, como un modo inmediato de dominio y opresión. Hacer bardo es también descubrir el significado del lenguaje y develar a través del lenguaje la historia, el contexto, la realidad. Es expresar la identidad de un pueblo que se narra a sí mismo. Es decir lo que corresponde, en voz alta. Es indagar, reponer, restituir, reivindicar, liberar el verdadero significado de cada palabra, hasta la última letra.

Hacer bardo es hacer hablar a los cuerpos negados, desaparecidos, silenciados, enterrados. Ordenados bajo el imperio ciego de las formas puras, y esto llega al lenguaje jurídico. La teoría pura del Derecho y el avance imparable de la lógica formal en el Derecho (los cursos de argumentación) constituyen los pilares antipoéticos sobre los que se cimienta hoy la vida académica. Pero ese derecho puro, heredero del Círculo de Viena, del que Kelsen fue parte, contrasta con el derecho real. Con el derecho hecho pedazos, roto, informal, pero con mucha memoria, que hace hablar a los cuerpos. Es este derecho precario (y no el magno edificio del “sistema jurídico”) el que se acerca a la poesía. A la palabra poética “incompleta” (criticaría Todorov).

Los jueces “imparciales” del positivismo son incapaces de sentir ninguna emoción que los desvíe del camino correcto. Los formalistas y analíticos no manchan nunca su pureza “imparcial”: la política les parecía y parece algo sucio y ajeno al Derecho. A merced de esta paradoja, se podían dar clases imparciales de derecho constitucional durante el Proceso.

Dice Camus que una cosa es la moral formal, que devora a sus hijos y otra la moral concreta, subjetiva: que sí se emociona. Una cosa es la moral del sistema abstracto, que percibe a la política como una corrupción del pensamiento. Otra cosa es la moral personal de cada uno. La memoria. La voz literaria. La poesía (que es cuerpo, es HIJO) en el Derecho es pensada por muchos como una contaminación del razonamiento puro, se la considera (a la parresía) una corrupción del pensamiento jurídico abstracto, que niega los cuerpos (que hacen bardo con su sola presencia desnuda y “baja”: una teta “subvierte”). Hacer política es hacer bardo. La connotación negativa de esta expresión no es ningún accidente. Es una rémora del genocidio, que también negaba los cuerpos, negando la “poesía”: no los dejaba hablar, los desaparecía si molestaban, si alteraban el orden. Si hablaban.

Hacer bardo es decir que la política no es “puro verso”. Que la memoria (como si fuera malo que fuera, dirían Benjamin y Piglia) no es un mero “relato”.

Se exige al pueblo que no haga bardo, que no hable, que no cause problemas, que no milite, que no se contamine. Que no se involucre. Que no se meta. Que no ponga el cuerpo, ni la palabra (comprometida). Que no rompa el cerco del silencio. Que no haga poesía con su cuerpo subversivo. Que no tenga identidad.

El Derecho parte de este presupuesto sencillo: de que hay cosas que no se dicen. Pero lo que queda de la justicia sin la poesía es un derecho formalizado: un apéndice puro de la burocracia. Un Derecho administrativo. Ningún compromiso concreto con la justicia. Se cumple con las “formas”, pero no se logra nada. Crece por doquier la injusticia. Y el derecho no tiene respuestas. No tiene ya nada para decir. Nos contentamos con la formalidad. Tanto en el Palacio, como en la Academia, se busca el solo cumplimiento de las “formas” jurídicas. Se cumple solo con la “formalidad”. Un derecho vacío de contenido y de ideas, sin emociones, mutilado e incapaz. Un derecho formalizado (analítico y “puro”) que parece ya no tener Palabra.

Los silencios pactados son muchos: no es uno solo. La poesía (y acaso solo ella) sirve para romperlos de a poco. Nombrar lo que incomoda, decir lo que no hay que decir, eso es en definitiva hacer bardo: conmover el silencio. Para hacer justicia. 

Ángela Urondo Raboy es poeta. Guido Leonardo Croxatto es abogado y poeta, director Nacional de la Escuela del Cuerpo de Abogados del Estado-PTN. Ambos suscriben el texto que acabo de compartir.

(Página 12)

En tiempos de tanta confusión y mediocridad ética, falta de honestidad intelectual y desprecio por el conocimiento, es imprescindible devolverles “valor” a las palabras. No “precio”.

Aún y cuándo como nunca en la historia de la humanidad, el conocimiento, sus herramientas y accesibilidad resultan elementos al alcance de quien quiera incursionar, averiguar, aprender, indagar e investigar de que se trata cualquier objeto o funcionamiento de la realidad, en especial de la historia y de las conductas humanas referidas a esos procesos de conformación común y colectiva de lo que llamamos humanidad, la desvalorización de la palabra, la deshonestidad intelectual y el hablar por hablar que hace que una mentira, en el enredo, pueda parecer cierta, hacen que ese impresionante avance que significa la socialización del conocmiento, se vea sumergido en una interminable babel de desprecio a la verdad, a la información verificada, al conocimiento cientifico y esforzado.

Parte de la eticidad perdida responde al efecto del neoliberalismo que reduce casi todo “lo humano” a mercancia capaz de adquirir un precio monetizado y que puede ser objeto de comercio. Los procesos económicos que constituyen subjetividad alrededor del fetiche dinero, dominan la capacidad y posibilidad humana de tomar decisiones y reduce la eticidad de estas y de las conductas que de allí se desprenden.

El “valor” de las palabras radica en la potencia de su concepto como concepción común, lenguaje común, una cosmivisión de la vida y un marco de referencia en el que, aún con conflictos, disputas y diferencias nos entendemos y podemos debatir e incluso disentir, intentado acuerdos y síntesis que expresen una genuina convivencia democrática, tolerante y respetuosa del otro como otro y no de un otro sometido a su capacidad de generar, apropiarse o concentrar dinero como si este diere todas las seguridades y a su amparo toda conducta es correcta, ética, deseable … 

En una institucionalidad y democracia como la nuestra, la argentina y la de América Latina en general y buena parte de las otras, toda vez que el neoliberalismo se constituyo, como etapa del capitalismo y de la globalización, en hegemónico por definición e Imperialista como resultado de las conductas de sus actores y del resultado de los comportamientos, decisiones y ejercicios de poder que ellos generan al someterlo todo a la posibilidad de financiación y al reducir de hecho toda financiación al dólar estadounidense y no a un mas equilibrado sistema donde todas las monedas Nacionales tienen un respaldo común, el oro, como sucedía hasta principio de los 70, la idea de poder fuera de la democracia, es decir fuera de la voluntad del pueblo expresada por medio de las instituciones y los caminos y procesos de institucionalización que permiten conformar el sistema de representaciones ya por el voto popular, ya por las diferentes posibilidades de participación ciudadana en organizaciones que vayan expresando representaciones legitimas y conciencia pública, es un hecho consumado y cierto, que mina la credibilidad en el sistema, pero que pocos están dispuestos a nombrar y explicar porque ponen en exposición su posición de privilegio respecto a quienes poseen o producen menos dinero o capacidad de concentrarlo. Si de democracia se trata, el problema en si no es el dinero sino la subjetividad que lo coloca en la centralidad de nuestras conductas, decisiones y formas de pensar las relaciones humanas. No es posible pensar los privilegios sin la contraprestación en el servicio y en la genuina representatividad que los actores que encarnan esas representaciones, los dirigentes, líderes, políticos de cualquier índole, sino por el voto, por su función pública o su rol como dirigente o en el ejercicio de su liderazgo o representación, representen esa voluntad.

El acto de renuncia de los funcionarios nombrados políticamente (No los elegidos por el pueblo que tienen mandato por dos o cuatro años mas según el caso), es un gesto político ético frente a la voluntad del pueblo expresada en las Urnas, que debería considerarse normal y no como sucede, como gesto de peleas internas, o un acto impuesto por alguien que quiere en la derrota conservar poder. Aunque pueda parecerlo, la falta de ética está en quienes no reaccionan frente a un voto que expreso su descontento frente a como se está administrando lo público. No renunciar o al menos no estar dispuesto a hacerlo y expresar esa voluntad de manera publica es expresión de que esa misma confusión y carencia propiciada por la invasión neoliberal de subjetividad no escapa a los funcionarios del gobierno actual ni es patrimonio exclusivo de la adhesión explicita al modelo hegemónico, Y aún si fuere como sostiene la prensa opositora y los medios de comunicación contrarios al gobierno, mero intento de un sector por acumular mas poder o fijar posiciones en las diferencias, aunque algo o mucho de todas y cada una de estas cuestiones pueda influir en las decisiones individuales de los actores o en el gesto que como organización política se realiza, destaca la acción común y el carácter sollidario, honesto, dónde se le dá a la representatividad valor mas que cualquier acción egoísta que justifique aferrarse a puesto o posición alguna.

Parte de la decadencia y de la falta de eticidad en la sociedad toda, se pone de manifieto en que precisamente resulte mas importante debatir en términos de me gusta o no me gusta, la conducta ética de funcionarios y de su líder, cuándo precisamente la mayor intencionalidad en la crítica hacia su persona gira en torno a la falta de esa ética, lo que traslada esa supuesta crítica a sus verdaderas intencionalidades, alimentando la deshonestidad que anida en la oposición política, los medios de comunicación y en muchos de los que componen el frente gobernante. Para la mayoría se trata de poder, de dinero, de prestigio, de visibilidad publica, para unos pocos se trata de responsabilidad de las conductas individuales, de ética, de respeto a la palabra y de respeto a la democracia y sus instituciones y a la voluntad del pueblo al que se supone representar.

Nadie se salva solo. Que cada quién haga su parte.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

Comentarios

Entradas populares de este blog