Entre identidades comunes, individualidades y comportamientos de manada ...

 

El barbijo dejará de ser obligatorio desde el 1° de octubre.

El Consejo Federal de Salud (Cofesa) acordó ir "casa por casa" para convocar a las personas que no se inscribieron en el plan de vacunación contra el coronavirus puesto en marcha por el Gobierno nacional, anunció la ministra de Salud, Carla Vizzotti, quien también destacó que la semana próxima se superarán los "73 millones" de dosis recibidas.

Encabezado por Vizzotti y los titulares del área de todas las provincias del país y la CABA, el Cofesa comenzó sus deliberaciones en la ciudad de Mar del Plata para analizar la situación epidemiológica y el avance de las principales políticas sanitarias.
En la conferencia de prensa posterior al primer tramo del encuentro, que concluirá el próximo martes, Vizzotti destacó que el país lleva
"casi 17 semanas consecutivas de descenso del número de casos" de Covid-19, con un nivel de internaciones por ese cuadro similar al de "junio del año pasado", lo que resaltó como un "número bajo y muy alentador".

También ponderó que las medidas puestas en marcha por el Estado nacional permitieron "retrasar el ingreso" de la variante Delta y "seguir retrasando la circulación" del virus.
"Ese logro lo hemos conseguido con medidas oportunas del Gobierno nacional y un trabajo muy importante de las jurisdicciones", resaltó.
Junto a su par bonaerense, Nicolás Kreplak, la funcionaria destacó que la semana próxima se superarán los "73 millones" de vacunas recibidas, debido a que se aguarda el arribo al país de "5 millones" de dosis que se sumarán a las más de 67 millones ya disponibles.
"Vendrán donadas por el gobierno de Canadá 550 mil dosis de AstraZeneca, 2,5 millones de dosis del convenio bilateral con AstraZeneca que están llegando durante la semana que viene y nos están quedando 1,1 millón de Sinopharm y otras 160 mil de Pfizer", detalló la funcionaria.
También indicó que el Ministerio de Salud recibió la "buena noticia del laboratorio de Richmond" de la "liberación de 1,6 millones del componente 2 de Sutnik V que están llegando a Anmat para distribuir", añadió.
Vizzotti dijo además que arribarán "provenientes de la Federación Rusa 700 mil dosis, componente 1, y 350 mil dosis, componente 2" de la vacuna Sputnik V, además de "200 mil dosis de CanSino".

La funcionaria remarcó además que
la Argentina tiene una "distribución importante" de dosis para "seguir iniciando y completando esquemas de vacunación".
Asimismo, reseñó que hubo "consenso" en el CoFeSa para ir "casa por casa" y "duda por duda" para buscar a las personas que no se inscribieron en el plan de vacunación.
Los ministros de Salud de todo el país resolvieron también
"pedirle a la población que tiene que recibir la segunda dosis que se acerque, se inscriba y complete el esquema con las dosis que están llegando en esta semana", según consignó la funcionaria.
Así, remarcó Vizzotti, "se va a poder dar un salto muy importante y Argentina, en los próximos días, va a llegar al 50% de cobertura de vacunación con esquema completo".
"Será un hito, por eso pedimos que las personas que reciben el turno de la segunda dosis no lo dejen pasar, porque esta semana se van a completar esquemas con esta intercambiabilidad", explicó la funcionaria.

A lo que agregó que puede implementarse la inmunización con "Sptunik V- AstraZeneca; Sputnik V-Moderna y también puede ser AstraZeneca-Moderna y AstraZeneca-Pfizer, así que con la cantidad de vacunas que están llegando vamos a poder escalar rápidamente a segunda dosis con las personas que tienen los 90 días de la primera dosis", añadió.
Las deliberaciones seguirán el próximo martes en el Hotel Provincial de Mar del Plata, donde se lleva a cabo el encuentro del CoFeSa.
En la reunión de este organismo, que se congregó por segunda vez de manera presencial después del encuentro de agosto último en la provincia de San Luis, se analiza la situación epidemiológica del país, el plan de vacunación y el Plan Nacional de Políticas de Géneros y Diversidad en Salud Pública, orientado a transformar las desigualdades estructurales de género y promover condiciones de igualdad en las instituciones y las políticas públicas.

(TELAM)

Entre la identidad y la razón

Premio Nobel de Economía 1998, el filósofo y economista Amartya Sen, nacido en la India, educado en Cambridge y profesor del Trinity College, es un estudioso a profundidad de las causas de la pobreza y el subdesarrollo. Su libro Pobreza y hambrunas ha sido toda una novedad de acercamiento al problema de la miseria humana. En él, creó un índice de pobreza capaz de medir el bienestar de los individuos de una forma mucho más precisa que a través del ingreso promedio, fórmula convencional hasta entonces.

Para Sen, la democracia no es un elemento más del desarrollo sino su condición primera. Escéptico parcial del mercado libre sin control estatal y de la globalización sin contrapesos educativos y de salud, Sen es también un convencido de que las identidades colectivas no deben estar nunca por arriba de las decisiones individuales y de la libertad personal para delinear una identidad propia. Con este ensayo, en exclusiva para Letras Libres e inédito en español, principia nuestro recorrido por el pensamiento liberal con ensayos inéditos en español de Isaiah Berlin, del israelí Avishai Margalit y del norteamericano Mark Lilla. -

El interés propio, la identidad y el análisis económico

Déjenme empezar con una pregunta muy elemental que se relaciona con la formulación del comportamiento humano en las ciencias sociales: ¿se identifica una persona con alguien más al decidir qué objetivos debe perseguir y qué elecciones debe hacer? ¿Acaso es vacua la idea de la identidad social cuando se trata de explicar las regularidades del comportamiento, ya que ésta no incluye otra identificación salvo la de uno con uno mismo? Buena parte de la teoría económica ha tendido a proceder como si así fuera en realidad, por lo que la hipótesis del individuo con su intereses propios ha cobrado un lugar central en las principales corrientes del pensamiento económico. De hecho, con frecuencia se ha considerado que esta hipótesis es adecuada para explicar tanto el comportamiento humano como la operación eficiente de las economías de mercado.

A veces se ha atribuido el origen de esta hipótesis persistente al padre de la economía moderna, al mismo Adam Smith. Por ejemplo, incluso un economista tan perspicaz como George Stigler ha elogiado a Smith por hacernos entender la verdad, así como las consecuencias excelentes, del hecho de que "el interés propio domina a la mayoría de los hombres." En realidad, esta tesis dista mucho de la visión que tenía Adam Smith de la motivación humana; él analizó ampliamente la prevalencia y la importante función social  de valores tales como la empatía, la generosidad, la civilidad y otros atributos similares. Este error común con respecto a Smith (del cual Stigler es portavoz) surge de los intentos de deducir la teoría general de Smith sobre la motivación humana a partir de su afirmación específica de que no hace falta apelar a ninguna otra causa salvo la del interés propio para explicar por qué la gente busca un intercambio fructífero. De hecho, tal como lo argumentó Smith en un pasaje muy citado, no hace falta apelar a la "benevolencia" para explicar por qué el carnicero, el cervecero o el panadero quieren vender sus productos y por qué los consumidores quieren comprarlos.

Pero el intercambio no es la única actividad dentro de una sociedad o, incluso, dentro de una economía: la distribución es importante y también lo es la producción, incluyendo la necesidad de motivación laboral y disciplina, que influyen profundamente en la productividad. Además, el desempeño eficiente aun de los sistemas de intercambio exige algo más que la motivación básica que impulsa el deseo de comprar y vender: son necesarias la responsabilidad, la confianza y las normas sociales que permiten prosperar a una economía de mercado exitosa. De hecho, como escéptico parcial que soy acerca de los alcances de la economía de mercado, me parece sorprendente que tantos defensores de las glorias del capitalismo se nieguen a ver la cualidad moral del buen comportamiento en los negocios, que ha contribuido de modo tan importante al éxito del capitalismo: éste es tanto un éxito moral como un triunfo de la codicia irrestricta. El elogio de Stigler a Adam Smith por la supuesta sabiduría de establecer la prevalencia y suficiencia del puro interés propio es, por lo tanto, un error en dos sentidos distintos: no es la creencia de Smith y no es sabiduría.

El rechazo al comportamiento basado en el puro interés propio no significa, sin embargo, que el comportamiento debe estar influido por la identificación con los otros. La influencia de la identidad social en el comportamiento puede ser un camino para desviarse de la definición estrecha del interés propio, pero puede haber otras influencias también; por ejemplo, la adhesión a normas de comportamiento aceptable (como la honestidad financiera o la prevención del fraude). El  grado al que estas mismas normas pueden estar ligadas finalmente con el interés por los otros y con ideas de la identidad tiene que examinarse más a fondo. Esta vasta cuestión también se relaciona con otra: a saber, el papel de la selección evolucionista  de normas de comportamiento, en la que las percepciones de la identidad social también pueden desempeñar una función de importancia instrumental. De hecho, tanto en la elección ponderada como en la selección evolucionista de modos de comportamiento, las ideas de la identidad pueden ser importantes, y obviamente cualquier mezcla de las dos también tendrá esta característica.

No quiero ahondar más en estas cuestiones aquí, porque ya he tratado de discutirlas en otra parte. En efecto, no puedo dejar de recordar que una de esas ocasiones fue precisamente aquí en Oxford, en 1976, cuando vine de la London School of Economics para pronunciar la Herbert Spencer Lecture, cuyo título era "Tontos racionales". Todo se debió a una invitación de Isaiah Berlin, quien presidió el acto, y en gran parte la conferencia la escribí para él. Esta es mi primera conferencia en Oxford desde la muerte de Berlin y aprovecho esta oportunidad para mencionar cuánto apreciaban sus amigos y admiradores los consejos, el desafío y la inspiración que él proporcionaba.

Delinear funciones y elecciones por encima de identidades 

Al examinar la necesidad de la elección y del razonamiento en la identidad social resulta útil considerar dos formas diferentes en que la identidad social puede ser importante: su función delineadora y su función perceptiva. Esta última —la función perceptiva— tiene que ver con la manera en que un miembro de una comunidad puede percibir el mundo, entender la realidad, aceptar las normas y discutir acerca de lo que debe hacerse. Este es un gran tema y lo retomaré después de analizar la otra función de la identidad social, la de la delineación.

La función delineadora de la identidad social puede ser una parte fundamental de una formulación adecuada de cualquier idea del bien social e, incluso, de la definición de los alcances y los límites del interés social y de la conducta apropiada. Cualquier formulación de la noción del bien social no puede más que suscitar la pregunta: ¿el bien de cuál grupo de individuos? Este es un requisito de demarcación que atañe al campo de la elección social. En cualquier diagnóstico del bien social, surge la pregunta acerca de quién será incluido en ese ejercicio de agregación, y esta labor no puede separarse de la práctica de la identificación social. Lo contrario también es posible y, como ha observado Charles Taylor en una discusión esclarecedora sobre la función de la identidad política, "la identificación del ciudadano con la república como un proyecto común es esencialmente el reconocimiento de un bien común."

No resulta difícil ver que la delineación deja espacio para la elección y el razonamiento. Insistir en cierta identidad canónica de grupo, sin una base razonada, obligaría a preguntar: ¿por qué concentrarse en este grupo en vez de cualquier otro, del cual la persona también puede ser miembro? Para trazar un mapa particular de la división en grupos, se pueden plantear dos preguntas diferentes.

Primero, una persona podría preguntar si acaso las líneas pueden volver a trazarse en el mismo mapa. ¿Debe una persona considerarse europea y no simplemente italiana o alemana? ¿O irlandesa y no simplemente irlandesa católica o irlandesa protestante? Hay asuntos sustanciales que deben discutirse aquí.

Segundo, hay mapas diferentes y procedimientos diferentes para dividir a la gente. La identidad de una persona puede ser simultáneamente, digamos, la de una italiana, mujer, feminista, vegetariana, novelista, conservadora en asuntos fiscales,fanática del jazz y londinense. La posibilidad de tan múltiples identidades es obvia y su importancia variada según el contexto no es menos evidente. Si esta persona empieza a promover el jazz clásico alrededor del mundo, su identidad como amante del jazz puede ser más importante que su identidad como londinense, que, sin embargo, puede ser más crucial cuando lleva a cabo una crítica de la forma en que está organizado el transporte en Londres. La dependencia contextual de la identidad que cuenta se ilustra elegantemente en una escena de la obra de Tom Stoppard Jumpers, cuando el inspector Bones, que investiga un asesinato, le pregunta, muy suspicazmente, al profesor de filosofía quién es toda esa gente congregada ahí, a lo cual el filósofo responde: "Positivistas lógicos, básicamente".

Con delineaciones plurales, las identidades alternativas pueden competir por la importancia en un contexto dado. Por ejemplo, al considerar un problema del transporte en Londres, las lealtades de la persona en cuanto londinense deseosa de mejorar el transporte en su ciudad pueden entrar en conflicto con sus convicciones como gente conservadora en asuntos fiscales deseosa de que el gasto público se mantenga bajo un control severo. A veces, los conflictos de identidades relativos a actitudes frente a asuntos de más calibre pueden adoptar una forma más extensa. Por ejemplo, el hecho de nacer en un país particular o dentro de una cultura particular no tiene por qué eliminar la posibilidad de adoptar una perspectiva o una lealtad que difiere mucho de la del grueso de la población de ese país o de esa cultura.

¿Descubrimiento o elección?

Las concepciones comunitarias tienden, con frecuencia, a adquirir un poder persuasivo, al hacer de la identidad comunal definitiva un asunto de realización personal y no de elección. Michael Sandel muestra esta vertiente con admirable claridad: "la comunidad describe justo lo que tienen como conciudadanos pero también lo que son; no una relación que eligen (como en una asociación voluntaria), sino un vínculo que descubren; no meramente un atributo, sino un elemento constitutivo de su identidad."  En esta interpretación —lo que Sandel llama la concepción constitutiva de la comunidad— la identidad precede al razonamiento de la elección: "la persona logra sus objetivos," como dice él, "no mediante la elección sino la reflexión, como un sujeto consciente (o inquisitivo) ante un objeto de (auto) entendimiento". En esta visión, la identidad de una persona es algo que ella detecta y no tanto determina. La organización social puede por tanto concebirse, según lo dice Crowley,  como un intento de "crear oportunidades de que las personas expresen lo que han descubierto acerca de sí mismas y del mundo y de que persuadan a los otros de su valía".

Sin embargo, es difícil imaginar que realmente no podemos hacer una elección sustancial entre identidades alternativas y que debemos simplemente "descubrir" nuestra identidad. No es fácil descartar la posibilidad de que constantemente hagamos este tipo de elecciones. A menudo tales elecciones son bastante explícitas, como cuando Mohandas Gandhi decide deliberadamente darle prioridad a su identificación con los indios que buscan independizarse del dominio británico por encima de su identidad como abogado profesional que busca la justicia legal inglesa, o como cuando E.M. Forster concluye célebremente: "si tuviera que escoger entre traicionar a mi país y traicionar a mi amigo, espero tener las agallas para traicionar a mi país." Con frecuencia, sin embargo, la elección es implícita y oscura y menos grandiosa en su defensa, pero no por ello deja de ser menos real.

A estas alturas, debería dar unas cuantas explicaciones aclaratorias para prevenir malentendidos sobre lo que estoy afirmando.

Primero, la importancia de la elección no significa que cualquier elección que hagamos debe ser definitiva y permanente. En realidad, nuestras propias lealtades y definiciones a menudo oscilan, en modos que quedan bien ejemplificados por el análisis de Albert Hirschman de los "compromisos cambiantes". Como señala Emma Rothschild, tal oscilación podría ser "una cualidad continua y valiosa de la sociedad civil". La elección puede ser, en gran parte, un proceso reiterado.

Segundo, no es mi propósito afirmar que las posibilidades de elegir con las que contamos son irrestrictas. Hay límites para aquello con lo que elegimos identificarnos y quizá límites aún más marcados para persuadir a los otros de que nos acepten como algo distinto de lo que ya nos consideran. Un judío en la Alemania nazi podría haber deseado que se le considerara como un cristiano a fin de evitar la persecución ola exterminación, y un afroamericano frente a una horda de linchadores podría haber deseado ser de otra raza. Pero estas redefiniciones bien pueden no formar parte de las opciones viables de la persona. De hecho, las personas envueltas en el asunto quizá ni siquiera podrían verse como cristianas o blancas, aun si se sintieran dispuestas a tratar de hacerlo. Las opciones reales que tenemos con respecto a nuestra identidad siempre están limitadas por nuestro aspecto, nuestras circunstancias y nuestro pasado e historia.

Sin embargo, no es novedoso que las posibilidades de elegir siempre tengan ciertas restricciones, y cualquier teórico de la elección sabe que caracterizar las restricciones que enfrenta la persona que elige es el primer paso para entender cualquier elección que se hace. Lo que importa discutir es si las posibilidades de elegir realmente existen y hasta qué grado son sustanciales. Lo que quiero alegar aquí es que pueden ser bastante sustanciales.

Hay una tercera cuestión que debe considerarse. Podemos, obviamente, "descubrir" nuestra identidad, en el sentido de que podemos averiguar que tenemos un lazo o una ascendencia que previamente desconocíamos. Una persona puede descubrir que es judía. En la novela Gora, de Rabindranath Tagore, el problemático héroe, también llamado Gora, que es defensor de las costumbres y tradiciones hindús y un resuelto conservador religioso, se encuentra en una situación confusa cuando su madre le dice que de niño fue adoptado por la familia india luego de que sus padres irlandeses murieron a manos de los amotinados. Descubrimos muchas cosas acerca de nosotros mismos, aun cuando no sean tan fundamentales como aquella que tuvo que enfrentar el nacionalista hindú Gora.

Reconocer esto no equivale a convertir a la identidad sólo en un asunto de descubrimiento, aun cuando la persona descubra algo muy importante acerca de sí misma. De todos modos, hay que enfrentarse a cuestiones de elección.

La persona que descubre que es judía tendría que decidir, de todas formas, qué importancia darle a esa identidad en comparación con otras identidades concurrentes: de nacionalidad, de clase, de creencia política, etcétera. Gora tuvo que preguntarse si debía seguir adelante con su defensa del conservadurismo hindú o concebirse como algo diferente, y la elección que surge en su caso (a saber, concebirse simplemente como indio sin una casta o una secta) es, hasta cierto punto, resultado de una decisión ponderada. Debe elegirse aun cuando ocurran descubrimientos.

La responsabilidad y el comportamiento de manada

En realidad, yo argumentaría que la creencia de que en estos asuntos no tenemos elección no es sólo equivocada, sino que puede tener consecuencias muy perniciosas que se extienden más allá de las críticas comunitarias o, para el caso, de la sensatez de las teorías liberales de la justicia. Si las posibilidades de elegir existen y, no obstante, se asume que no están ahí, el uso del razonamiento bien puede sustituirse por una aceptación acrítica del comportamiento conformista, por más descartable que sea. Previsiblemente, tal conformismo puede tener consecuencias conservadoras, al alejar antiguas costumbres y prácticas de un escrutinio inteligente. De hecho, las desigualdades tradicionales, tales como el trato desigual a las mujeres en sociedades sexistas, con frecuencia sobreviven debido a que las identidades respectivas, que pueden incluir funciones serviles de la víctima tradicional, se convierten en asuntos de aceptación incondicional, y no de análisis reflexivo. Pero una suposición no cuestionada meramente no se ha cuestionado, lo cual no significa que sea incuestionable.

Muchas prácticas antiguas e identidades asumidas se han desmoronado ante el cuestionamiento y el escrutinio. Las tradiciones pueden cambiar incluso dentro de un país y una cultura específicos. Quizá valga la pena recordar que muchos de los lectores ingleses de  The Subjection of Women  de John Stuart Mill, publicado en 1874, vieron el libro como la última prueba de su excentricidad; de hecho, el interés por el tema era tan magro que es el único libro de Mill con el que su editor perdió dinero.

Sin embargo, la aceptación incondicional de una identidad social no siempre tiene consecuencias conservadoras. También puede suponer una cambio radical en la identidad,aceptada como ejemplo de un pretendido "descubrimiento" y no como una elección razonada. Algunos de mis propios recuerdos perturbadores de mi primera adolescencia en la India, a mediados de los años cuarenta, tienen que ver con el cambio general de identidad que vino después de las políticas de división. La identidad de la gente en tanto india, o asiática, o en tanto miembro de la raza humana pareció cederle su puesto —muy de repente— a la identificación sectaria con comunidades hindús, musulmanas o sikhs. El vasto indio de enero se transformó, rápida e incuestionablemente, en el estrecho hindú o el fino musulmán de marzo. La carnicería que se dio después tuvo mucho que ver con el comportamiento irracional de manada, por medio del cual la gente, por decirlo así, "descubrió" su nueva identidad dividida y beligerante y no logró someter este proceso a un examen crítico. La misma gente repentinamente se hizo distinta.

Si algunos de nosotros, hoy en día, nos seguimos mostrando suspicaces ante las concepciones comunitarias, a pesar de sus aspectos atractivos —por ejemplo, el enfoque en la solidaridad dentro de un grupo y en el afecto benigno hacia otros dentro del grupo—, hay razones históricas para ello. De hecho, la solidaridad dentro de un grupo puede ir de la mano con la discordia entre los grupos. Creo que cambios irracionales de identidad semejantes han ocurrido y siguen ocurriendo en diferentes partes del mundo —en la antigua Yugoslavia, en Ruanda, en el Congo o en Indonesia— en formas diversas, con efectos devastadores. Hay algo profundamente debilitante en negar la posibilidad de elegir cuando ésta existe, pues equivale a una abdicación de la responsabilidad de considerar y valorar cómo debe uno pensar y con qué debe uno identificarse. Equivale a ser víctima de los cambios irracionales de un supuesto autoconocimiento basado en la falsa creencia de que la identidad es algo que debe descubrirse y aceptarse, en vez de algo que debe examinarse y escrutarse.

Este asunto es importante, asimismo, para prevenir lo que Anthony Appiah ha llamado las "nuevas tiranías", en la forma de identidades recientemente asentadas, que pueden tener funciones políticas importantes, pero que también pueden tiranizar al eliminar las aspiraciones de otras identidades que sería razonable aceptar y respetar. Appiah analizó esto especialmente en el contexto de la identidad de los negros —del afroamericano— que sin duda ha sido un ingrediente político fundamental en la búsqueda de la justicia racial, pero que también puede ser opresiva si se toma como la única identidad que posee una persona negra, sin que quede lugar para otras exigencias. Appiah plantea el asunto así:

Al regular este imperialismo de la identidad —imperialismo tan visible en las identidades raciales como en cualquier otra parte— es crucial recordar siempre que no somos simplemente negros o blancos o amarillos o cafés, homosexuales oheterosexuales o bisexuales, judíos, cristianos, musulmanes, budistas o confucianos; sino también hermanos y hermanas, padres e hijos; liberales, conservadores e izquierdistas;profesores y abogados y fabricantes de carros y jardineros; fanáticos de los Padres y de los Bruins; aficionados a la música grunge y amantes de Wagner; entusiastas del cine;viciosos de MTV; lectores de novelas de misterio; surfeadores y cantantes; poetas y amantes de las mascotas; estudiantes y maestros; amigos y amantes. La identidad racial puede ser la base de la resistencia frente al racismo —y aunque hemos progresado considerablemente, aún queda mucho por hacer—, pero no debemos permitir que nuestras identidades raciales nos sometan a nuevas tiranías.

Negar la pluralidad, la posibilidad de elegir y el razonamiento en la identidad puede llevar a una represión, nueva y vieja, así como también a la violencia y la brutalidad. La necesidad de delinear, por más importante que sea, es perfectamente compatible con el reconocimiento de la pluralidad, de las lealtades conflictivas, de las exigencias de justicia y piedad, así como de afecto y solidaridad. La elección es posible e importante en la conducta individual y en las decisiones sociales, aun si no estamos conscientes de ella.

Percepciones y cultura

Vuelvo ahora a la función perceptiva de la identidad social. No cabe duda de que las comunidades o culturas a las que pertenece una persona pueden ejercer una influencia fundamental en el modo en que ve una situación o en que considera una decisión. En cualquier ejercicio explicativo deben tomarse en cuenta el conocimiento local, las normas racionales y las percepciones y valores particulares que le son comunes a una comunidad específica. El argumento empírico para este reconocimiento es bastante obvio.

¿Acaso este reconocimiento no socava el papel que desempeñan la elección y el razonamiento? ¿Puede ser un argumento a favor de la concepción de la identidad como un "descubrimiento"? ¿Cómo podemos razonar —rezaría este argumento— acerca de nuestra identidad, si el modo en que razonamos debe ser independiente de la identidad que poseemos? No podemos realmente razonar si no establecemos de antemano una identidad.

Considero que este argumento es erróneo, pero vale la pena examinarlo con cuidado. Es perfectamente obvio que uno no puede razonar en un vacío. Pero esto no supone que, sean cuales fueren las previas asociaciones antecedentes de una persona, éstas deban ser inobjetables y permanentes. La alternativa a la concepción del "descubrimiento" no es la elección desde posiciones "incondicionadas" por cualquier identidad(como suelen suponerlo con frecuencia las concepciones comunitarias), sino las posibilidades de elegir que continúan existiendo en cualquier posición condicionada que uno ocupe. La elección no requiere que uno salte de ninguna parte a alguna parte.

Sin duda es cierto que el modo en que razonamos bien puede resultar influido por nuestro conocimiento, nuestras presuposiciones y nuestras actitudes o inclinaciones con respecto a lo que constituye un argumento bueno o malo. Esto no está a discusión. Pero de ahí no se sigue que sólo podamos razonar dentro de una tradición cultural particular, con una identidad específica.

Primero, aun cuando ciertas actitudes y creencias culturales básicas puedan influir en la forma en que razonamos, es improbable que la determinen enteramente. Hay diversas influencias en nuestro razonamiento, y no tenemos por qué perder la habilidad para considerar otros modos de razonar sólo porque nos identifiquemos con un grupo particular y nos hayamos dejado influir por nuestra calidad de miembros de él. La influencia no es lo mismo que la determinación completa, y las posibilidades de elegir subsisten a pesar de la existencia —e importancia— de las influencias culturales.

Segundo, las llamadas "culturas" no tienen por qué incluir una serie única y definida de actitudes y creencias capaces de moldear nuestro razonamiento. De hecho, muchas de estas "culturas" contienen variaciones internas bastante considerables, y pueden sostenerse actitudes y creencias diferentes dentro de una misma cultura, definida en el sentido más amplio. Por ejemplo, a menudo se considera que las tradiciones indias están íntimamente asociadas con la religión, y en muchos sentidos sí lo están, y sin embargo el sánscrito y el pali tienen una literatura sobre ateísmo y agnosticismo más abundante quizá que la de cualquier otro lenguaje clásico: griego, latín, hebreo o árabe.

Una persona adulta y competente tiene la habilidad para cuestionar aquello que se le ha enseñado, incluso día a día. Si bien las circunstancias quizá no fomenten tales cuestionamientos, la aptitud para dudar y cuestionar está al alcance de la capacidad de cualquier persona. De hecho, no es absurdo afirmar que la posibilidad de dudar es una de las cosas que nos hace humanos y no meros animales incapaces de preguntarse. Recuerdo con cierto cariño y diversión un poema bengalí de principios del siglo XIX, de Raja Ram Mohan Ray, que conocí de niño: "Imagina cuán terrible será el día de tu muerte; los otros seguirán hablando y tú no podrás contradecirlos". Hay cierta verosimilitud en esta caracterización del rasgo esencial de la muerte. No voy a caer en la exageración de argumentar a favor del lema: Dubito ergo sum, pero la idea no es del todo ajena a mi argumentación.

Estos temas son tan elementales que sería vergonzoso plantearlos si no fuera porque con frecuencia se asume lo contrario, ya sea explícitamente o por implicación. En el contexto de los debates culturales que atañen al propio Occidente, es de hecho muy poco común que se disputen estas afirmaciones bastante obvias. Casi nunca se presupone que, sólo porque una persona nace inglesa o proviene de un medio anglicano o de una familia conservadora o ha sido educada en una escuela religiosa,tiene que pensar y razonar inevitablemente según las actitudes y creencias generales de los grupos respectivos. Sin embargo, cuando se contemplan otras culturas, digamos en África o Asia, los límites impuestos por las respectivas culturas se conciben como si fueran más obligatorios o restrictivos. Dado que la presuposición de los límites surgidos de la tradición con frecuencia es el argumento de los defensores del pluralismo cultural y de los exponentes de la importancia de un mundo multicultural (ideal que, por muy buenas razones, goza de un atractivo y una credibilidad universales), los presuntos límites se conciben, a menudo, no como algo que acotaría y restringiría la libertad del individuo para elegir cómo quiere vivir, sino como una declaración positiva de la importancia de la autenticidad y la legitimidad culturales. Por consiguiente, a los individuos limitados se les ve como héroes que se resisten a la occidentalización y como defensores de la tradición nativa.

Este tipo de interpretación conduce al menos a dos preguntas diferentes. Primero, si la presuposición acerca de la falta de posibilidades de elegir con respecto a la identidad fuera enteramente correcta, ¿por qué sería apropiado ver en el tradicionalismo de la gente implicada una defensa deliberada de la cultura local? Si la gente tiene una posibilidad real de elegir y elige no separarse de su tradición local, entonces en su tradicionalismo —así elegido— podemos descifrar una defensa deliberada y quizá, incluso, una resistencia heroica. Pero, ¿cómo puede sostenerse esta conclusión si, como se supone habitualmente, la gente no tenía, de todas formas, la posibilidad de elegir? La conformidad sin razonamiento no se puede elevar al rango de elección razonada. Vincular la elección y el razonamiento es importante no sólo para los reformadores,sino también para los tradicionalistas que resisten la reforma.

Segundo, ¿qué pruebas existen de que la gente nacida en una tradición no occidental carece de la aptitud para desarrollar otra forma de identidad? Evidentemente, la oportunidad para considerar cualquier alternativa bien puede no presentarse, y luego la ignorancia y el desconocimiento pueden obstruir cualquier acto real de elección. Una niña afgana en la actualidad, separada de la escuela y del conocimiento del mundo externo, posiblemente no consiga razonar libremente. Pero eso no establece una incapacidad para razonar, sino sólo una carencia de oportunidades para hacerlo.

Yo argumentaría que, por más importante que sea la percepción de la comunidad y de la identidad, no puede suponerse que la posibilidad de elección razonada queda descartada por su influencia. Esto no equivale a negar que las influencias que actúan en una persona puedan ser, en la práctica, muy restrictivas. Sin duda pueden restringir y limitar. Pero concebirlas como una defensa heroica del tradicionalismo, en vez de una esclavitud irracional, sería un error.

De hecho, aun en circunstancias muy difíciles, las cosas sí cambian. Maimónides, el gran sabio judío del siglo XII, tenía razón en mirar con recelo la posibilidad de reforma en una Europa intolerante y dogmática, y tenía buenas razones para huir de su tierra natal europea y de las persecuciones religiosas hacia la seguridad de un Cairo urbano y tolerante y del patronazgo del sultán Saladino. Las cosas han progresado desde esa Europa dominada por la Inquisición (aunque la historia de mediados del siglo XX dio lugar a titubeos), pero no debemos ahora llegar a la suposición contraria de que, si bien la elección razonada puede ser bastante fácil en Europa, las culturas no occidentales —del Cairo y más allá— están inevitablemente encerradas en la tiranía del fundamentalismo irracional. La posibilidad de elegir sí existe; la de razonar también; y nada encarcela más al espíritu que una falsa creencia en la privación inalterable del albedrío y en la imposibilidad del razonamiento.

 — Traducción de Tedi López Mills
Romanes Lecture, pronunciada en la Universidad de Oxford el 17 de noviembre de 1998.

(Letras Libres)

Se abren las Fronteras

La Argentina recibió este lunes a los primeros turistas brasileños y chilenos que ingresaron al país a través de Misiones y Mendoza, en el marco de una prueba piloto de "fronteras seguras" que puso en marcha la Dirección Nacional de Migraciones, tras algo más de un año y medio con los accesos al país cerrados para evitar la propagación de nuevas variantes del coronavirus.

"¡Bienvenido el turismo! Ellxs son los primerxs turistas Brasileros que ingresan por el paso Tancredo Neves que une Puerto Iguazú con Foz de Iguazú. Después de 560 días y gracias al avance de la campaña de vacunación empezamos a abrir las fronteras de forma segura. Una alegria!", escribió en su cuenta de  Twitter la directora nacional de Migraciones, Florencia Carignano.

El Gobierno publicó en el Boletín Oficial la Decisión Administrativa 935, con la que autorizó -desde hoy y hasta el 30 de septiembre próximo- el ingreso de turistas desde Chile y Brasil a través de dos corredores seguros: uno en Misiones (en el puente binacional Tancredo Neves y en el aeropuerto de Puerto Iguazú) y otro en Mendoza en el paso internacional Los Libertadores (Cristo Redentor).

Se trata de una "prueba piloto de turismo limítrofe", que en ambos casos (Brasil y Chile) también contempla a los argentinos o residentes que hayan permanecido en ese país en los últimos 14 días. A partir del 1º de octubre, la prueba piloto se extenderá a los vuelos comerciales en el aeropuerto de Iguazú. 

Como parte de la expectativa que genera esta nueva etapa, tras haber superado la etapa más riesgosa de la pandemia de covid-19, el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, viajó a Misiones junto a Carignano, y en compañía del gobernador Oscar Herrera Ahuad oficializaron la apertura del corredor seguro en el puente Tancredo Neves, que une las ciudades de Puerto Iguazú (Argentina) y Foz de Iguazú (Brasil).

Agradecemos a Iguazú y a Misiones porque fueron la puerta de ingreso al país con un plan sanitario, en un gesto sanitario y de hermandad. Son gestos de valores que quedan para siempre”, aseguró De Pedro en conferencia de prensa.

Y agregó: “La reactivación va a ser total, estamos viendo que actividades como el turismo vienen repuntando muy bien, así como los planes de facilidades para viajar”.

Hoy, en el día mundial del turismo, empezar la prueba piloto con los vecinos es esencial”, concluyó.

En el acto también estuvieron presentes el titular de las carteras de Turismo y Deportes de la Nación, Matías Lammens y el director nacional de Asuntos Técnicos de Fronteras, Adrián Lopez, entre otras autoridades.

Qué condiciones deberán cumplir

La nueva regulación habilita a ingresar al país a los ciudadanos brasileños y chilenos, a los residentes en ambos países o a quienes hayan permanecido allí en los últimos 14 días previos al ingreso a la Argentina.

De acuerdo a la resolución las condiciones para que la Dirección de Migraciones autorice el paso en calidad de turistas serán: 

  • Haber completado el esquema de vacunación, por lo menos, 14 días antes del ingreso a la Argentina. Algo que deberán probar con la documentación expedida en el país del que provienen y acentar en una declaración jurada. 

  • Prueba PCR negativa en origen realizada dentro de las 72 horas previas al ingreso y test de antígenos al ingresar al país.

  • Quienes estén vacunados con esquema completo y con resultados negativos en los testeos quedarán eximidos de realizar la cuarentena preventiva 

  • Los menores de edad sin esquema de vacunación, además de la prueba PCR y el test de antígenos, deberán realizar el aislamiento previsto en las anteriores disposiciones sanitarias.

  • Tanto los turistas con permiso para circular como los menores de edad que deben cumplir el aislamiento preventivo deberán realizarse un test PCR entre el día quinto y séptimo, en caso de continuar en el país.

Qué pasará con los casos positivos

De acuerdo a los dispuesto por el Gobierno, las muestras de laboratorio de los casos positivos serán enviadas a secuenciar al Laboratorio de referencia del Instituto Malbrán, debiendo los turistas que resulten positivos permanecer aislados en los dispositivos provinciales previstos por, al menos 10 días, o el que resulte mayor según lo defina la provincia en su protocolo.

Y agregra la resolución: "Sin perjuicio de las actualizaciones normativas que a partir del 1° de octubre resulten aplicables al testeo en la normativa nacional que se emita para la actividad turística en razón de la situación de los progresos del plan de vacunación en curso".

Rodrigo Fresán, Escritor, traductor y periodista, escribe en la contratapa de página 12Homo Normalizado”

UNO

Tres titulares de diario que lee Rodríguez. El primero es España se asoma a la normalidad; el segundo es ¿Cuándo acabará la pandemia?; y el tercero es Coronavirus: la distancia de 2 metros puede no ser suficiente para evitar la transmisión. Y ahí está todo, piensa Rodríguez: el futuro incierto, el presente inseguro y el pasado que nunca acaba de asentarse. Nada pasa del todo y todo transcurre de a poco. Todos los tiempos al mismo tiempo. Los destemplados tiempos de la nueva normalidad que no es la vieja rutina. Porque lo normalizado que asoma no es lo mismo que lo normal porque viene luego de lo anormal. Donde y cuando no se sabe bien del todo cuándo acabará lo malo. Ni cuál es la distancia (aunque se intuye más bien breve y corta) que separa a la salud de ese "salud" con el que todos ahora vuelven a brindar en bares. Pero Rodríguez no se engaña y ni se deja engañar por discursos de recuperaciones de lo de antes. Rodríguez siente --Rodríguez sabe-- que no terminó nada sino que empezó algo diferente. Y se acuerda de aquello de Groucho Marx en Duck Soup en lo que hacía a sus principios. Así, ahora Rodríguez parafrasea y siente que no dejan de repetirle que "Estas son mis normalidades. Si no le gustan, tengo otras".

DOS

¿Le gusta a Rodríguez lo que viene ofertando la nuevo normalidad? ¿Me repite la pregunta?, contesta Rodríguez. Y pide tiempo y repasa y recuenta: poco uso de mascarillas, menos vacunas por poner, horarios más amplios, cupos ampliados, decrecientes contagios y porcentaje de incidencia (que sigue sin entender qué es) y, en voz baja, menor número de fallecidos pero... Todo eso que no es parte del ayer sino del todavía hoy pero ya un poco como desde siempre y hasta quién sabe cuándo. Y --con "limitaciones"-- regreso de las fiestas barriales, procesiones religiosas, festejos futbolísticos y 007. Y, ah, los turistas retornando como claras golondrinas aleteando pasaportes covid y cagando euros desde sus norteñas alturas. Y, por encima de todo, reanudación del Ocio Nocturno: eso que a Rodríguez, ya lo pensó, le suena a personaje de la Marvel o de la DC pero que no se sabe muy si es súper-héroe o mega-villano. Y ahí están ahora (como parte de la nueva normalidad) esos inflamables campus-macro-botellones juveniles y universitarios convocados por WhatsApp que poco tienen de los cónclaves místicos de los fremen en Dune o de las reuniones de estudio de los psicohistoriadores de Fundación. Y sí parecen mucho más cercanos a aquella rave-orgía en la Zion de Matrix mientras se declara a noticieros con dicción arrastrada que es "el fin de la dictadura" (Rodríguez, en cambio, se acuerda otra vez de Groucho Marx sonriendo un "Bebo para así volver interesantes a los demás"). De igual manera, ¿normal?, parecen haber aumentado comportamientos extremos: violencia de género, ataques lgtb-fóbicos, suicidios adolescentes, autos y patinetes eléctricos subiéndose a aceras para atropellar peatones, profusión de diatribas negacionistas y delirios conspiranoides, aumento en el consumo de alcohol y drogas, peleas callejeras de jóvenes cada vez más en banda o exhibiéndose en Twitch o moliendo a patadas a algún compañerito para grabarlo en su iPhone y subirlo a YouTube lo más rápido que se pueda (porque escasean los chips y se puede estar en side-off en cualquier momento), y arrebatos de violencia criminal en personas hasta entonces tan "normales". Y anormal incremento de diluvios bíblicos, incendios forestales, terremotos, estallidos volcánicos, nevadas siberianas y olas de calor sahariano. Ylast but not least, fracturas internas en el Partido Popular de Madrid y entre las facciones independentistas en Cataluña (con nueva erupción del petardo Puigdemont desde su cráter) y recambio en Alemania: donde todo lo que allí sucede no se queda en Alemania sino que se contagia al resto de Europa.

Mientras tanto los epidemiólogos insisten a un rebaño cada vez más inmune a todo sentido común con que no hay que bajar la guardia y subir las defensas. Y recuerdan que aún hay mucha población sin vacunar. Y que U.K. está de nuevo K.O. Y que poco y nada se sabe aún del Covid de larga duración. Y que ahora los jóvenes vuelven a las aulas y llega el otoño y la gripe. Y que si aparece una nueva cepa/variante XXL y...

Rodríguez lee un cuarto titular: Una empresa española diseña una innovadora vacuna para la pandemia que viene y para las próximas superbacterias que serán resistentes a los antibióticos. Y, sí, no es un titular muy normal: es un titular muy largo.

Y así la normalidad se parece cada vez más a un episodio de Columbo: desde el vamos se sabe quién es el culpable; pero la cuestión es cómo lo descubre el detective casi torturándolo psicológicamente hasta la confesión con tal de ser dejado en paz y en cárcel y sin puertas por las que Columbo siempre se va para volver con un "Just one more thing...". El problema es que (a diferencia de lo que ocurría en aquella serie ya cincuentenaria que, por algún extraño y jamás explicado motivo ha sido rebautizada como Colombo en España) de este lado de las pantallas el asesino tiene demasiados cómplices conscientes e inconscientes.

Y suelen ser sus propias víctimas.

TRES

Ahora, Rodríguez no puede evitar el recuerdo. Eran los albores de la flamante anormalidad cuando, confinados, se profetizabael que todo esto mejoraría al "espíritu humano" y que se saldría mejor de esta situación. Más piadosos y hermanados y conscientes del prójimo y solidarios sin límites. Y con gobiernos súbitamente recordando que su principal tarea es la de velar por quienes gobiernan y no la de seguir rumbos marcados por mercados. ¿O acaso la gente no se arrojaba a aplaudir a balcones y a recitar Shakespeare a vecinos y hasta a hablar con pájaros como aquel ajeno a toda cuestión material San Francisco de Asís? ¿Y no descendían los niveles de polución porque estaba prohibida la libre circulación de vehículos? ¿No se ofrecían todos a pasear perros ajenos y a hacerle la compra a ancianos para así poder caminar un rato al virulento aire libre? ¿No se intercambiaban consejos on line para entretener a hijos con fiebre de cabaña y a padres con calentura de depto que incluía a abuelos? ¿No se prometía dinero a pequeñas empresas y a autónomos para que pudiesen remontar su caída? ¿No se vendieron muchos libros y hasta se leyó un poco? ¿No se "evolucionó" hacia el teletrabajo y se soñó con una España como paraíso para nómades digitales de todo el mundo? ¿No se jugó mucho más al ajedrez gracias a Gambito de dama? O.K., de acuerdo: estuvo eso de subir el precio de mascarillas y gel hidroalcohólico; pero eran detalles aislados en un mundo en el que súbitamente todo era bondad y amor al prójimo. Entonces --Groucho Marx de nuevo-- la comprobación de que "El secreto del éxito se encuentra en la sinceridad y la honestidad: si eres capaz de simular eso, lo tienes hecho". Un mundo anormal, claro. Ahora ya no. Ahora de nuevo lo mismo de siempre, pero con cara medio cubierta y a la espera de próximas dosis de lo que salga y el próximo titular de lo que entre con un, sí, just one more thing. Ahora todo es más o menos igual que antes, pero con la diferencia de que lo es después de algo muy diferente.

Nada como volver a la normalidad --piensa Rodríguez-- para comprobar lo ida que siempre estuvo, lo anormal que siempre fue y lo anormal que ahora vuelve a ser.

La difícil tarea de comunicar

Raúl Kollmann, Periodista, presentador y escritor, escribe en Página 12

Campaña mediática contra la AFIP: Las fake news actuales para proteger las fake news publicadas durante el macrismo

Para intentar tapar las irregularidades con las que el ente recaudador persiguió a opositores durante el macrismo, ahora se montó una campaña mediática que pretende desviar la atención de los delitos cometidos. Los detalles de la embestida.

La persecución de opositores durante el macrismo produce durísimas polémicas y reformas en todos los organismos que fueron instrumentos del hostigamiento: uno de los principales, la Agencia Federal de Ingreso Públicos (AFIP). El diario La Nación salió este lunes a defender incluso que bajo el gobierno de Mauricio Macri se hayan armado grupos de tareas --el mismo nombre que usaban las patotas que secuestraban durante la dictadura militar- para investigar a un puñado de contribuyentes a quienes se adjudicaban vínculos con Cristina Fernández de Kirchner. 

Se intenta convalidar también que la AFIP haya contratado, por millones de pesos, a abogados que no eran del organismo para impulsar causas específicas contra esos contribuyentes o que se accediera de forma irregular al sistema informático del ente recaudador, violando el secreto fiscal. Mercedes Marcó del Pont, en diálogo con PáginaI12 señaló que “las irregularidades detectadas a partir de las auditorías realizadas evidencian las maniobras de persecución y hostigamiento contra la vicepresidenta Cristina Fernández y su familia. Por eso, hoy son parte de una investigación judicial”. Es que, en base a las auditorías internas, la AFIP denunció a las anteriores autoridades.

"El diario La Nación hace una intervención política en su tapa"

El argumento de la oposición política y mediática consiste en esconder lo hecho de 2016 a 2019 señalando que lo que se está haciendo en la actualidad es favorecer a empresarios y a exfuncionarios de Cristina. Por ejemplo, sostienen que se benefició a los dueños del Grupo Indalo y Oil Combustibles permitiéndoles entrar a una moratoria y, de esa manera, regularizar los pagos. “Lo que hace hoy el diario La Nación en su portada es una intervención política en defensa de la gestión del macrismo. Para ellos, la implementación de una ley como la moratoria, que fue votada por el Congreso y benefició a más de 600 mil empresas son `maniobras para beneficiar a determinados empresarios’".

Uno de los puntos centrales de la polémica es que la AFIP desistió de acusar o de presentar apelaciones en las causas judiciales armadas por el macrismo y que se están cayendo a pedazos ni bien los tribunales orales concretan la realización de pericias que debieron hacerse durante la instrucción. 

En esos expedientes funcionó la alianza política-mediática: los legisladores alineados con Cambiemos y los funcionarios de la AFIP le pasaban informes a periodistas y éstos publicaban los datos como si fueran información propia. Luego, esos mismos legisladores realizaban la denuncia y el resto de la tarea la hacía el aparato judicial del macrismo con sede operativa en Comodoro Py y con la bendición de la Corte Suprema.

Cuando se investiga, se caen las causas

Ese esquema funconó aceitadamente hasta que se llevaron a cabo los procedimientos más elementales. Una pericia destrozó la causa dólar-futuro; otra pericia terminó con el expediente por el Plan Qunita; otro estudio demolió la acusación por los gastos portuarios en la compra de Gas Natural Licuado y así sucedió también con el caso de Oil Combustibles. 

Los especialistas de la Corte Suprema determinaron que la empresa se había acogido a planes que beneficiaron a miles de contribuyentes, que el impuesto a la transferencia de combustibles nunca fue excluido de esos planes o moratorias y que, al momento de la denuncia de la AFIP, no había deuda exigible de Oil Combustibles, que además había pagado ya 7.000 millones de pesos. Eso dejó sin sustento la figura utilizada para acusar: fraude en perjuicio del estado. Pero lo que llevó a la AFIP a desistir de la acusación fue el resultado de las auditorías internas que demostraron los métodos de persecución, incluyendo la participación de funcionarios que no tenían jurisdicción ni estaban habilitados para presentar escritos en la justicia.

Dentro del organismo hasta se produjo un verdadero escándalo. Porque para otorgar planes de pago la decisión no la toma a solas el titular de la AFIP --en aquel momento Ricardo Echegaray--, sino que requiere de una cantidad de firmas de los directores y funcionarios del ente recaudador. El macrismo imputó a todos ellos, que fueron procesados y embargados. Tras la pericia, la AFIP también desistió de acusar a su personal por aquellos planes que, según los profesionales de la Corte Suprema, no significaron ninguna irregularidad. 

La persecusión del macrismo

Otro de los cuestionamientos es por los ascensos y desplazamientos de funcionarios dentro de la AFIP. Del Pont respondió: “desde que comenzó nuestra gestión debimos desandar no solo el desastre económico del macrismo con herramientas como la ley de moratoria sino que también debimos revisar, reparar y sacar a luz las severas irregularidades cometidas por las máximas autoridades del organismo con el objetivo de perseguir y hostigar”.

Un elemento no menor es que, durante el macrismo, la AFIP no sólo persiguió opositores, sino que fue un instrumento clave para quitarle las empresas y encarcelar a quienes no estaban del lado de Cambiemos. Al mismo tiempo, la misma AFIP cerró los ojos ante hechos groseros como la aparición de la familia Macri en los Panamá Papers, el blanqueo de 35 millones de dólares de Gianfranco Macri y la existencia de sociedades misteriosas, algunas incluso en Luxemburgo, desde las cuales la familia del expresidente manejó, por ejemplo, el negocio de los parques eólicos o el de los peajes.

La campaña electoral y la concentración de la propiedad de los medios

Texto escrito por Washington Uranga y tomado de Prensa Ecuménica (PE)

No hay diversidad de voces en el sistema de comunicación, no hay reflejo de la pluralidad de miradas y aportes que requiere la democracia. Esta realidad restringe la posibilidad efectiva del debate para el intercambio de ideas y la construcción política colectiva. Se trata de un asunto que también le compete abordar al oficialismo. 

La campaña electoral, pero también la derrota del Frente de Todos (FdT) en las PASO, volvió a replantear el papel del sistema corporativo de medios en el escenario político. Y ni siquiera porque quienes fueron candidatos en el oficialismo hayan denunciado abiertamente la situación, sino lisa y llanamente por la evidencia de que la comunicación, en todas sus aristas, es una arena en la que se dirimen muchas disputas vinculadas con la política.

Tan cierto como que el escenario de la comunicación hoy es abiertamente contrario a lo que requiere el sistema democrático, aún más allá de posiciones partidarias. Porque cambiaron las formas de participación en la sociedad y porque se modificaron también los modos tradicionales de entender y practicar la política.

Aquí y en el mundo está reiteradamente visto y advertido lo pernicioso que resulta la concentración de la propiedad de medios en manos de grupos corporativos que solo reparan en sus propios intereses. Cada día más advertimos sobre la existencia de ecosistemas cerrados de comunicación que funcionan inspirados en visiones y estrategias estrictamente comerciales, al margen de cualquier interés ciudadano, que restringen el acceso de voces y personas que no coinciden con sus perspectivas.

Aunque resulte redundante decirlo no hay diversidad de voces en el sistema de comunicación y, como consecuencia directa, no hay reflejo de la pluralidad de miradas y aportes que requiere la democracia.

Para salir al cruce de las objeciones a la afirmación anterior, es preciso señalar que no alcanza con enarbolar la bandera de la libertad de expresión en términos liberales, porque esa categoría se apoya en el principio de los derechos políticos individuales que parte de una supuesta igualdad de derechos y deberes de ciudadanos y ciudadanas en una sociedad que hoy tiene una constitución esencialmente desigual en casi todos los sentidos.

También porque los Estados –aquí y en buena parte del mundo- ya no están en condiciones de actuar en representación legítima de las diversas manifestaciones ciudadanas debido a la influencia, la presión y el protagonismo que tienen los actores privados. Más allá de los mecanismos legales y formales que se instalen, los modelos mediáticos presentes son incapaces de garantizar plenamente el acceso de la ciudadanía al sistema de medios de comunicación y los gobiernos resultan inhábiles para revertir esta situación.

Sin perder de vista que este es uno de los resultados lógicos y previsibles del largo proceso de la privatización de los servicios públicos, también los atinentes a la comunicación. Los servicios –que son públicos- se convirtieron en mercancías y de esta manera se profundiza el déficit democrático en relación a la producción y circulación de mensajes y de la información en la sociedad.

Hace ya muchos años, en 1976, la UNESCO sostuvo en la llamada Declaración de San José de Costa Rica que “es un derecho humano el acceso a todos los bienes de la cultura y la participación libre y democrática en las varias manifestaciones del espíritu”. Poco y nada hizo el sistema internacional y la legislación de nuestros países para garantizar esa perspectiva.

Por el contrario los gobiernos que no son afines a los grupos corporativos de poder quedan muchas veces prisioneros de los discursos mediáticos. Es más. Es frecuente que las críticas de los gobiernos sobre los medios y su forma de actuar sea denunciada como supuestos avances sobre la libertad de expresión, cuando al mismo tiempo las corporaciones mediáticas tienen la libertad de determinar las agendas públicas escondiendo los intereses que defienden y que subyacen en sus estrategias y en sus mensajes. 

Pero a diferencia de las autoridades políticas, que surgen de procesos electorales y deben reunir detrás de sí consensos democráticos, los medios de comunicación parecen sólo sometidos a las leyes del mercado y, en la mayoría de los casos, pregonan actuar con “objetividad”.

El sistema político democrático debería encontrar uno de sus principales soportes en la existencia de una sólida interlocución entre gobierno y sociedad, apoyada en una estructura de comunicación basada en principios de derecho a la comunicación y acceso a la información y en el compromiso de quienes ejercen el gobierno para actuar en consonancia con el deber de informar.

Vale decir que en el caso argentino y al margen de una protesta aislada, todo esto ocurre sin que haya una advertencia sistemática y una denuncia de esta situación. Mucho menos una estrategia política destinada a cambiar este escenario, garantizando la democratización de la palabra.

Las críticas que hasta el momento se escucharon sobre la comunicación gubernamental estuvieron más referidas a las formas que a las estrategias y a la adopción de medidas de fondo destinadas a modificar el sistema. Algo imprescindible si se tiene en cuenta que el debate y la problematización de la cuestión de la ciudadanía no es, hoy por hoy, meramente un problema teórico, sino un desafío concreto y tangible para todos aquellos que están comprometidos en la construcción de la vida social y política.

Se trata de asumir que la comunicación democrática es un reaseguro para la democracia. No hay política sin comunicación y no hay democracia política en sociedades que no sean comunicacionalmente democráticas.

Así como se advirtieron otros cambios de rumbo en la política oficial este debería ser un aspecto para prestar atención. Ello incluye trabajar también en la construcción de una ciudadanía comunicacional en los términos que ya se ha venido señalando en distintos foros. Es importante advertirlo ya no solo por la comunicación, sino por la democracia misma.

Mas que votar

La democracia no es exclusivamente participar de votaciones cada un tiempo. El sistema de representaciones de voluntades comunes, es su intento, plasmando formas de participación y organización ciudadana y popular que no se extinguen aunque incluyen el voto popular. Los medios de comunicación masivos cumplen un rol clave a la hora de “informar al ciudadano”. Si bien todos convenimos en que no hay objetividad absoluta referido a hechos y datos, es parte de la función del comunicador social intentar sesgar y parcializar lo menos posible la divulgación de la información y la comunicación de los datos, separando aquello que tiene que ver con la opinión y análisis en el ejercicio del periodismo o de la comunicación pública. Lamentablemente, los intereses corporativos de las empresas que tienen a su cargo la actividad de la comunicación publica, rara vez cumplen estas expectativas y por el contrario, sn extremadamente susceptibles a la hora de defender los intereses de la empresa y los poderes que sostienen los medios pagando publicidad. Entre poder y conocimiento, los medios suelen elegir el poder, dejando a los ciudadanos expuestos a las miradas e interpretaciones que, en general, van en contra de lo común para sostener los privilegios de unos pocos. A la ciudadanía en general solo le queda la posibilidad del esfuerzo racional por distinguir “mentiras” y “fakes News” de las noticias e informaciones que reciben de los medios de comunicación, con el menor de los sesgos posible. El mío, un humilde intento por transmitir lo que sucede para que el ciudadano común, elija con conocimiento. Nadie se salva solo. Que cada quién haga su parte.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

Imágenes: Josefina Robirosa, muralista argentina de los años 60. Robirosa pertenecía a la argentina aristócrata, vivió en un palacio y formo parte del Instituto Di Tella. Este grupo consiguió revolucionar el arte argentino de los años 60 gracias a sus nuevos materiales y su intención por superar la concepción objetual de las obras de arte.

Por su polémica, el grupo puso fin en 1970, aunque para entonces Robirosa ya era una famosa pintora argentina gracias a sus murales que hoy pueden verse en los subterráneos de Buenos Aires y en la estación Argentina del metro de París.

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