REDES SOCIALES, POLARIZACIÓN POLITICA, CIENCIA E INFORMACIÓN

Políticas, Redes sociales y polarización



Las redes sociales se han convertido en potentes herramientas de transformación de la forma en la que se produce el diálogo político, impulsando una configuración digital de la esfera pública. El artículo que comparto a continuación reproduce el análisis de la deliberación que se genera en las redes sociales, con un especial énfasis en la polarización, Tomando como referencia los comentarios observados en YouTube sobre la COVID-19 durante 2020 en España, Italia y Reino Unido, lo cual arroja una muestra de 111.808 comentarios, se aplicaron una serie de técnicas automáticas de análisis basadas en algoritmos, lo que supone una metodología cuantitativa novedosa en este ámbito de estudio. 

En línea con lo señalado por trabajos previos, la hipótesis que se plantea en este artículo es que el grado de polarización no se da con la misma intensidad en las esferas digitales de distintos casos.

De esta manera, cabe esperar unos mayores registros de polarización en la esfera digital de los países del sur de Europa,adscritos a un modelo de pluralismo polarizado, que en países de otros modelos como el liberal. Los resultados confirman la hipótesis, verificando que no solo se observa mayor polarización en España e Italia que en Reino Unido, sino que, a nivel desagregado, los hallazgos apuntan a que la actividad más polarizante obtiene mayor aprobación en los países mediterráneos de nuestra muestra.

La aparición y el rápido desarrollo de las tecnologías digitales ha supuesto el comienzo de un cambio de paradigma que afecta tanto al ecosistema mediático como a la propia configuración de la esfera pública (López-García, 2005; Arias-Maldonado, 2016). Este concepto se ha definido por los teóricos como el espacio comunicativo en el que asuntos de interés general son considerados para su discusión por aquellos ciudadanos preocupados/afectados, cumpliendo una serie de criterios normativos ciertamente ambiguos (Dahlberg, 2004). 

Este proceso requiere el entendimiento mutuo de los participantes, así como un esfuerzo verdadero y honesto para alcanzar una conclusión consensuada (Serrano-Contreras et al., 2020).
El cambio de modelo, ya identificado por Jay Blumler (2018), fue puesto en relación con el concepto de crisis (Davis, 2019). 

La conexión parece aún más evidente en época de pandemia e incide sustancialmente en la transformación de la esfera pública. En este sentido, la teorización de los espacios públicos plantea una nueva perspectiva analítica basada en el concepto de horizontes públicos (Volkmer, 2014), que destaca la centralidad de unos medios en constante proceso de evolución, en los que se confirma el particular protagonismo de los digitales. El desarrollo de procesos de fragmentación extrema de la esfera pública contemporánea, acelerados por el entorno impuesto por la comunicación digital, han permitido acuñar una definición de transición, como la de «esfera post-pública»(Davis, 2019; Schlesinger, 2020; Sorice, 2020).

Las implicaciones de la expansión definitiva de los «social media»son de una envergadura enorme.
La consolidación de distintos foros como Facebook, Twitter o YouTube, son un buen ejemplo de ello (Dougan & Smith, 2016). Las propias lógicas en la que se sustenta el funcionamiento de las redes sociales también han transformado el modo en que los fenómenos políticos son recibidos, percibidos y discutidos en la esfera pública (Fung et al., 2013), transformada ya en una esfera digital. No obstante, la literatura no da por hecho un efecto positivo en la profundización de los sistemas políticos, y podemos observar visiones y argumentos opuestos sobre la naturaleza, dinámica y perfil de esta alteración (Gozálvez-Pérez, 2011).

Por un lado, se ha señalado sistemáticamente al mundo digital como la esperanza para la promoción del compromiso cívico, al plantear un amplio catálogo de innovaciones democráticas que contribuyen a hacer más plural el discurso político, a facilitar una mayor implicación en lo público, a permitir que los ciudadanos vigilen y controlen al poder, a producir más información y proporcionar nuevos formatos de transmisión de los contenidos políticos y, eventualmente, a participar en la toma de decisiones. El denominado ciberoptimismo (Bruns, 2008) apunta a que las NTIC podrían servir para articular una conversación más distendida entre los ciudadanos, lo que no sucede en foros deliberativos muy formalizados, contribuyendo a aumentar su nodalidad (Margetts, 2009). A través de la conversación, los miembros de la sociedad clarifican sus propios puntos de vista, conocen las opiniones de otros interlocutores, y hallan los problemas a los que se enfrentan los ciudadanos (Stromer-Galley & Wichowski, 2011). De hecho, se considera que hablar de algunos temas de interés general con otros ciudadanos es una condición necesaria para la comprensión integral de la convivencia democrática y, por lo tanto, para darle un significado a la participación en la vida política (Rubio, 2000; Scheufele, 2001). En la medida en que la interacción es un componente vital de las sociedades democráticas, estos procesos podrían conducir hacia una deliberación pública más inclusiva y significativa (Bimber, 1998; Berry et al., 2010). 

En este sentido, las redes sociales muestran un gran potencial en la movilización y el empoderamiento de los ciudadanos, facilitando las opciones para interactuar entre ellos (y con sus representantes), ajenos totalmente a los canales de comunicación «mainstream»más institucionalizados y en manos de las grandes corporaciones mediáticas.


Por otro lado, un grupo de académicos escépticos más críticos (Fuchs, 2017) ha venido sosteniendo que, lejos del optimismo mencionado, las dinámicas que se observan apuntan a la fragmentación de esta esfera digital, y a la consolidación de burbujas de filtrado (filter bubbles) y de cámaras de resonancia (eco chambers), fenómenos cuyo escrutinio plantea una serie de retos metodológicos significativos y los cuales solo comenzamos a comprender recientemente (Pariser, 2011)1 . En la medida en que existen diferentes redes sociales y, dentro de estas, una variedad casi infinita de compartimentos diferenciados, los usuarios habituales acaban eligiendo a sus interlocutores. Se argumenta en este sentido que las redes constituyen
cámaras de resonancia donde solo escuchamos el eco de nuestra propia voz (Sunstein, 2008), por lo que la empatía social puede verse seriamente dañada al identificarse una supresión drástica de la exposición a la diversidad (Prior, 2007) y una clara homogeneidad ideológica (Valera-Orgaz, 2017). 

Asimismo, se entiende que el alto nivel de anonimato que se esconde en la red podría constituirse como un medio para exacerbar comportamientos comunicativos desinhibidos, avanzando en la dirección de un incremento de la discusión política maleducada, irrespetuosa, incívica o agresiva (Rowe, 2014). En este sentido, más que una deliberación racional e informada, las redes funcionan amplificando y modulando una atmósfera o estado de ánimo público a veces irreflexivo, manipulado y lleno de decibelios, que dificultan la reflexión serena, subrayándose la noción de resonancia afectiva (Fleig & von-Scheve, 2020). En consecuencia, uno de los riesgos más denunciados es el de la radicalización, la fragmentación y la polarización. Como apunta Sunstein (2008), dado que la fragmentación de la opinión pública puede producir un efecto reductor de la cohesión social, en las redes se podría dificultar el contacto entre distintos grupos de opinión y, de esa forma, profundizarse trazos de radicalización de las opiniones propias al no enfrentarse nunca a sus contrarias (Reese et al., 2007).


Al mismo tiempo, y quizá relacionado con lo anterior, la polarización, o polarización afectiva (Iyengar et al., 2019), se ha incorporado como uno de los principales rasgos de los fenómenos sociales y políticos de los últimos años, constituyéndose como un objeto de estudio de enorme importancia en el campo de la comunicación política. La polarización puede definirse como la distancia relativa entre dos puntos de vista políticos enfrentados. Sin embargo, se trata de un concepto en constante reajuste, aunque su acepción principal tiene que ver con el crecimiento del espacio entre polos provocado fundamentalmente por la influencia de las emociones y las creencias, más que por la razón y la evidencia (Mason, 2014; Olsson, 2013). Estas distinciones pueden conducir a posiciones extremas (Fletcher & Jenkins, 2019; Gidron et al., 2019).

DISCUSIÓN Y ALGUNAS CONCLUSIONES

(…) La investigación sobre la forma en la que se desarrolla la deliberación en la esfera digital se ha consolidado con firmeza como una prioridad en disciplinas como la ciencia política, las ciencias de la comunicación, la sociología o, incluso, las ciencias de la computación. Esta investigación propone una metodología innovadora para analizar la deliberación política en las redes sociales (YouTube), basada en el empleo de algoritmos para alcanzar una medida estandarizada de polarización.

Analizados los hallazgos, podemos confirmar que la hipótesis que vertebra esta propuesta queda verificada. En los países adscritos a los modelos de pluralismo polarizado (España e Italia), tratados como variable independiente, se observa una polarización mayor en la deliberación política en la esfera digital en comparación con los países del modelo liberal (Reino Unido). De igual forma, la evidencia mostrada especifica que en los países del sur de Europa se premian los comportamientos polarizantes en la esfera digital, lo cual no solo no se produce en Reino Unido, sino que ocurre en sentido contrario. 

Siguiendo a Hallin y Mancini (2004), el primer grupo de países se caracteriza, entre otras cosas, por el denominado paralelismo político (militancia política de los medios). Por ello, interpretamos que este hallazgo se produce como consecuencia de la extrapolación del comportamiento de los medios de comunicación tradicionales a los espacios comunicativos digitales que se conforman en las redes sociales. Existiría pues un proceso de retroalimentación que contagiaría también las dinámicas comunicativas en la esfera digital, que podría consolidarse como una característica definitoria y confirmatoria de los perfiles que plantean los modelos referidos sobre los sistemas políticos y mediáticos, funcionando como elemento de extensión del paralelismo político, muy influenciado por la cultura política y mediática de cada uno de los sistemas, y presente de forma más intensa en los modelos del sur de Europa. Esto ocurre, además, con un tema que puede considerarse como lugar común, en el que a priori se prevé menos polarización, aunque el papel de algunos actores muy activos en las redes, como los denominados negacionistas, convierten este punto en un tema muy interesante de discusión.

Uno de los resultados más llamativos de la presente investigación puede ayudar a dilucidar las diferencias entre los estudios teóricos y empíricos sobre la polarización y las redes sociales. Así, análisis como los de Spohr (2017), Parisier (2011) o Sunstein (2018) parecen indicar que la polarización podría ser un efecto sistémico del funcionamiento de la información en Internet y, más específicamente, de las redes sociales. Sin embargo, los análisis empíricos han cuestionado estos resultados (Bakhsy et al., 2015; Dougan & Smith, 2016; Boxell et al., 2017; Allcott & Gentzkow, 2017). 


 

Nuestro análisis puede aportar algo de información a este debate al encontrar diferencias regionales en el comportamiento de la polarización afectiva en redes sociales, aunque no sería la primera aportación en este sentido: Lee et al., (2014) ya apuntaron a que la polarización podría estar vinculada a las redes sociales, pero no con respecto a todos los temas. Algo similar muestra el estudio de Serrano-Contreras et al. (2020) al analizar la polarización con respecto a tres temas muy diferentes (elecciones en España, independencia de Cataluña y cambio climático). Y, sobre todo, parece apuntalar las tesis de Boxell et al. (2020), que han encontrado comportamientos muy diferentes entre países al analizar la polarización afectiva de 1980 a 2015 en 9 democracias avanzadas.

Las dinámicas de polarización descritas provocan un proceso de progresiva fragmentación de la esfera pública digital. La ruptura de la unidad de esta, por lo tanto, no es reemplazada por una segmentación plural de esferas públicas interconectadas (como parecía producirse en la fase inicial de las redes sociales, entre 1997 y 2002) sino por espacios públicos a menudo sin vínculos recíprocos o, en el mejor de los casos, con eslabones débiles y siempre bajo el condicionante de un fuerte proceso de polarización.
La fragmentación de la esfera pública, acelerada por los ecosistemas de comunicación digital, produce una pulverización de experiencias y facilita la aparición de cámaras de resonancia, donde la acción de orientación operada por los algoritmos juega un papel no secundario en los mecanismos de información.

Las conclusiones de nuestro trabajo están en consonancia con los resultados de investigaciones previas, que apuntan al crecimiento de las burbujas de filtrado, que juegan un papel de legitimación ideológica de las propias redes sociales y, más en general, de lo que recientemente se ha definido como «sociedad plataforma»(van-Dijck et al., 2018), y a los procesos de despolitización, desde las tendencias post-representativas de las democracias occidentales, agudizadas por las redes sociales, hasta la transformación sustancial de la esfera pública (Schlesinger, 2020; Sorice, 2020). Cabe señalar también que las redes sociales ayudan a formar islas de información que constituyen una caja de resonancia para generar vinculación comunicacional y saturación (Morlino & Sorice, 2021).

Los resultados de esta investigación plantean cuestiones adicionales, que podrían ser vetas de investigación futura. Por un lado, podrían incluirse más países en el análisis para comprobar si esta conexión entre polarización y fragmentación también es reconocible en otros países con sistemas político-institucionales diferentes. Por otro lado, la incorporación de otras plataformas como Twitter, Facebook o Instagram a esta misma lógica de análisis podría verificar si la estructura de polarización se da de la misma forma que en YouTube. En esta línea, comprobar el comportamiento de la deliberación sobre otros temas sería un interesante anclaje de comparación y contribuiría a una discusión más precisa de este objeto de estudio. Finalmente, la inclusión del control de otros aspectos como la estructura de las audiencias de los diferentes países, que podrían funcionar como variables intervinientes, podría suponer también un avance futuro.

COVID-19 en YouTube: Debates y polarización en la esfera digital”

Dr. Óscar Luengo. Profesor Titular, Departamento de Ciencia Política y de la Administración, Universidad de Granada (España)

Dr. Javier García-Marín. Profesor Titular, Departamento de Ciencia Política y de la Administración, Universidad de Granada (España)

Dra. Emiliana de-Blasio. Profesora Titular, Departamento de Ciencias Políticas, Universidad LUISS, Roma (Italia)

Comunicar, nº 69, v. XXIX, 2021 |Revista Científica de Educomunicación |ISSN: 1134-3478; e-ISSN: 1988-3293 www.revistacomunicar.com |www.comunicarjournal.com

EN AMÉRICA LATINA

La polarización política, como alineamiento extremo de posiciones contrapuestas en función de una identificación ideológica o partidaria, es un fenómeno cada vez más marcado en algunos países del mundo, con varias décadas de desarrollo en Estados Unidos (Mason, 2015) y más corta vida en América Latina (Singer, 2016). La literatura debate aún si se trata de una polarización circunscripta a las élites —políticas, intelectuales, mediáticas— (Fiorina et al, 2005) o si, en cambio, ésta atraviesa también a la sociedad en general (Abramowitz y Saunders, 2008). En la primera hipótesis, se trataría de un fenómeno aplicable a los actores políticos y a una minoría movilizada de activistas. En cambio, según la hipótesis opuesta se trata de una división que produce efectos profundos en la sociedad, al organizar el modo en que ésta se relaciona con el debate público. Esta controversia está relacionada con la manera en que se mide la polarización, así como con el tipo de objetos a los que atañe.


Quienes estudian la polarización en relación a temas de agenda, o a la correlación entre opiniones y características socio-culturales del público (raza, etnia, género, religión), identifican una débil o al menos desigual polarización en la sociedad. Por caso, desde el estudio seminal de DiMaggio, Evans y Bryson (1996) se sostiene que las diferencias entre el público norteamericano decrecieron desde los años 1970 en temas asociados con género, raza y justicia y que las diferencias de opiniones entre grupos en términos de educación, edad, género y raza también decrecieron. Se identifican dos excepciones: por un lado, los tópicos relacionados con derechos reproductivos (aborto) continúan polarizando posiciones; por otro lado, la división de grupos que más polarización evidencia es la que separa a los demócratas de los republicanos.

Quienes identifican una mayor polarización en el público, al contrario, interpretan estos datos de otro modo y agregan nuevas evidencias en ese sentido: por un lado, se sostiene que cuando los temas más polarizados devienen estructurantes del debate público, estos logran configurar posiciones e identificaciones de un modo más eficaz que los temas no polarizantes (Baldasarri y Bearman, 2007). Es decir, la sociedad tiende a dividirse en función de esos temas polarizantes a pesar de que existan acuerdos en otros temas. Por otro lado, y en relación con lo anterior, trabajos recientes ven en la identificación partidaria un vector que, por una parte, crea profundas identificaciones sociales en sus adherentes y, por otra parte, organiza crecientemente las visiones de los miembros de cada grupo, en especial en relación a las características de los miembros del grupo adversario (Iyengar et al, 2012; Iyengar et al, 2019). Así, aunque haya cercanía entre los participantes de los campos antagonistas en relación a diferentes tópicos del debate público y a políticas públicas, los miembros del “endogrupo” perciben una máxima distancia respecto del “exogrupo” (Mason, 2015). De este modo, lo que prevalece es la polarización afectiva antes que una basada en alineamientos programáticos. La percepción de una distancia acentuada del propio grupo respecto del exogrupo se basa, en definitiva, en el reforzamiento de la propia identidad en base a autogratificaciones.

La determinación de los efectos de la polarización tampoco crea consenso entre los estudiosos del tema. Algunos autores sostienen que la polarización crea apatía y retraimiento (Fiorina et al, 2005), mientras otros sostienen que energiza al electorado y estimula la participación política (Abramowitz y Saunders, 2008; Lupu, 2015), al tiempo que puede generar mayor consistencia en las posiciones de los votantes al clarificar las posiciones en juego (Levendusky, 2010; Singer, 2016). Entre los estudiosos de los efectos de la polarización afectiva basada en identidades partidarias, en tanto, reina más bien una posición pesimista. Para algunos, genera incentivos en las élites para privilegiar el conflicto antes que la cooperación con sus oponentes (Iyengar y Westwood, 2015). Para otros, inclusive, el hecho de que la polarización no se base en posiciones frente a temas sino en percepciones del “nosotros” y de los “otros” aumenta las probabilidades de que los ciudadanos se vuelvan “cada vez más rencorosos y descorteces políticamente en sus interacciones, incluso en presencia de posiciones sobre temas comparativamente moderadas” (Mason, 2015: p. 129).

Esta polarización afecta el modo en que se desarrolla el debate público y contribuye a producir imágenes sesgadas, estereotipadas y hasta falsas de la realidad. Pero aquí tampoco hay acuerdo respecto a la superficie social que abarca el fenómeno (véase en este dossier Kessler et al). Por un lado, los estudios muestran que el consumo de medios partidarios -que adoptan posiciones abiertamente favorables a un grupo político- aumenta las chances de que una persona adopte posiciones polarizadas (Stroud, 2010; Fletcher et al, 2019). Otros estudios, en cambio, limitan los efectos de los medios a los públicos más movilizados (Prior, 2013), aunque admiten que estos pequeños grupos tienen influencia en el resto de la sociedad. Precisamente, el argumento de “pocos, pero influyentes” es utilizado por J. Hunter en su ya clásica tesis sobre las “guerras culturales”: los pequeños públicos movilizados tienen la capacidad de influir en buena parte de la sociedad, limitando sensiblemente el campo de opiniones disponibles y reduciendo el espacio de matices y posiciones intermedias (Hunter, 1992). 

De hecho, un estudio muestra que los medios partidistas polarizan a los ciudadanos con posiciones más extremas al radicalizar esas posiciones, pero que los efectos de esa polarización partidista se extienden a lo largo de la arena política (Levendusky, 2013). En todos los casos, la literatura acuerda en que los actores de los medios, que cumplen un rol central en la definición de la agenda pública (Aruguete, 2015) y, al mismo tiempo, son actores clave en la provisión de encuadres sobre los asuntos comunes (Entman, 1993; Reese, 2007; De Vreese, 2003), juegan un rol fundamental en la configuración de debates públicos polarizados, más allá de que sus efectos en el público masivo sean motivo de debate.


Los debates sobre el rol de los medios en la construcción de la polarización política fueron revolucionados por la emergencia y la centralidad que adquirieron las redes sociales como espacio público y como vehículo de consumo de información a nivel mundial.

Distintos estudios han mostrado que desde hace décadas gran parte de la conversación política de la sociedad suele darse entre quienes comparten ciertos preceptos comunes y se consideran cercanos (Tucker et al, 2018).

Las redes sociales consolidan esta endogamia bajo la forma de burbujas (Pariser, 2017), que llevan a que los usuarios circulen por barrios en los que su pensamiento es dominante (Calvo, 2015): la lógica del algoritmo favorece la baja exposición a argumentos que producen disonancia cognitiva y afectiva con nuestros consumos anteriores (Aruguete, 2019). Esto refuerzala distancia entre el endogrupo y el exogrupo, y favorece la proliferación de visiones estereotipadas del otro que confirman la “superioridad moral” del nosotros. Por esta vía, las redes han devenido un espacio donde se fomenta y se reproduce la polarización, mientras se solidifican ciertas identidades y se consolidan fronteras con los otros (Iyengar y Westwood, 2015).

Esta lógica de circulación segmentada alertó hace tiempo a los estudiosos de las redes, y puso en cuestión la visión encantada según la cual éstas venían a ofrecer un espacio para la horizontalización de la toma de la palabra, el empoderamiento de los ciudadanos en la producción de puntos de vista sobre los asuntos comunes y una democratización de la sociedad. En pocos años, la evidencia llevó a preguntarse si, en estas condiciones de segmentación, homofilia y burbujas informativas, las redes sociales son un riesgo para la democracia.

Introducción: La polarización política, los medios y las redes.
Coordenadas de una agenda en construcción

IVÁN SCHULIAQUER
Universidad Nacional de San Martín, Argentina
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina.

ABRIEL VOMMARO
Universidad Nacional de San Martín, Argentina
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina

Revista SAAP (ISSN 1666-7883) Vol. 14, Nº 2, noviembre 2020, 235-24

https://doi.org/10.46468/rsaap.14.2.I

CALIDAD Y VERACIDAD INFORMATIVA

Fake news, salud pública y el rol de los medios en la confianza de la población en las vacunas; la presidenta de Agencia Télam, Bernarda Llorente, compartió la experiencia de Confiar en un encuentro internacional organizado por la Plataforma de Reguladores del Audiovisual de Iberoamérica (PRAI).

Los medios de comunicación pueden contribuir a aumentar la "confianza vacunal" de la población y hacer frente a la desinformación. Los beneficios de la vacunación para la sociedad en su conjunto están ampliamente probados y los medios de comunicación tienen la función de informar verazmente en relación a la seguridad y eficacia de las vacunas.

Por ello, en un nuevo encuentro virtual organizado la PRAI, organismo internacional que asocia a las principales entidades regulatorias de televisión iberoamericanas, participó la presidenta de Agencia Télam, Bernarda Llorente. En el debate Llorente compartió su experiencia encabezando www.confiar.telam.com.ar, plataforma creada por Télam para el chequeo de información durante la pandemia, y conduciendo la Agencia Nacional de Noticias.

Confiar es un sitio fact-checking que nació en marzo de 2020 con el objetivo de llevar información veraz y chequeada sobre el coronavirus, en la que se trabaja de manera integral entre periodistas de la agencia y científicos de CONICET. Tras un año y medio de pandemia lleva chequeados más de 250 contenidos, acumula más de 1 millón 500 mil visitas y más de 570 mil usuarios recurrentes.

“El vínculo entre la sociedad y la ciencia tiene interferencias de todo tipo, y el acceso a las vacunas no es universal. En América Latina tuvo sus particularidades, en el resto del mundo otras, pero no se puede hablar de terceras dosis cuando hay países que no tienen ni la primera“, dijo Llorente.


El debate hizo hincapié en que la ciudadanía se cuestione si dispone de toda la información, cuál es el canal por el que llega, si tiene credibilidad, así como si las imágenes o los audios fueron manipulados. Entre las propuestas que se hacen están las de informarse en profundidad y no limitarse únicamente a los titulares, apostar por medios reconocidos, valorar la solvencia de la fuente informativa y buscar elementos de contraste para verificar la autenticidad de la información.

El encuentro duró aproximadamente dos horas; Roger Loppacher, Presidente del Consejo Audiovisual de Cataluña; Silvia de Sanjosé, Presidenta del Grupo Colaborativo Multidisciplinar para el seguimiento científico del covid19 y Miquel Angel Calderó, Secretario del Consejo de Colegios de enfermeros de Cataluña, expusieron sus visiones sobre la fuerte corriente antivacunas que existe en Europa, la pseudociencia y las terapias alternativas, fenómenos que se dieron especialmente en España y en otros países de este continente.
También participó Jorge Baruch Díaz Ramírez, Coordinador del Centro de Diagnóstico covid19 de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); su exposición estuvo centrada en la profunda necesidad que hay de profesionalizar el periodismo de ciencia para poder incentivar comportamientos en las sociedades que disminuyan los riesgos de propagación del virus y aumenten la confianza en las vacunas.

Por su parte Jeanfreddy Gutierrez, Director de Colombia Check, compartió su experiencia en torno a la desinformación y la información falsa, la verdadera infodemia que sufrimos desde que comenzó la pandemia en marzo de 2020. En el mismo sentido, Marilín Gonzalo, encargada de Políticas públicas en Newtral, se centró en los alcances de esta plataforma, que chequea información asociada a Google.

Tras la mesa virtual, la PRAI elaborará dos documentos con recomendaciones para combatir la desinformación sobre las vacunas. Uno de ellos estará destinado a los medios de comunicación y el segundo, a la ciudadanía.
Las recomendaciones subrayan que existe un consenso científico, demostrable empíricamente, sobre la seguridad y los beneficios de la vacunación. Así, consideran que los medios de comunicación pueden contribuir a incrementar la “confianza vacunal” de la población.

 


Estas recomendaciones piden, además, tener un especial cuidado con las llamadas “historias de vida”, para no elevar a categoría general una anécdota o un caso concreto; también advierten que un acontecimiento adverso tras la vacunación es cualquier hecho médico desfavorable que sigue a la vacunación y que no tiene necesariamente una relación causal con el uso de la vacuna.

“En momentos de crisis es muy peligrosa la circulación de noticias falsas, porque no sólo pueden afectar la salud de la gente, sino que también generan mucho miedo. Lo mejor que puede pasar es que la gente esté bien informada, porque es la mayor protección que tiene. Ese es el trabajo incansable que hicimos en Télam y en Confiar durante toda la pandemia”, indicó Llorente.

UN APORTE DESDE LAS MATEMATICAS

Julian Havil es un matemático inglés. Es reconocido mundialmente por su tarea en la difusión de la matemática. Nació en 1952 y la mayoría de su trabajo lo desarrolla, justamente, en las islas británicas ¿Por qué hablar de él? Es que hace un tiempo lo escuché contar una historia en una charla y pensé inmediatamente:"‘tengo que contar esta historia en castellano". Créame que es la conceptualización de datos muy interesantes y que invitan a la reflexión. Acá voy. Se trata de establecer la diferencia entre el conocimiento mutuo y conocimiento compartido. Ya sé, ya sé: parece todo igual. Téngame un poquito de paciencia y verá a qué me refiero.

Es que me cuesta trabajo decidir si en castellano este tipo de distinción es la misma que uno haría en inglés. Fíjese si lo que sigue le sirve para aclarar las ideas. La capital de Uruguay es Montevideo. Esto es de público conocimiento. Pero el hecho que sea público y gratuitamente accesible a todo el mundo, no lo hace forzoso ni obligatorio. El conocimiento está ahí. Si una persona lo tiene o no, a mí no me afecta.

Sin embargo, también es de público conocimiento, que si en un semáforo la luz encendida es la roja, esto implica que el paso está prohibido. En cambio, si estuviera iluminada la luz verde, el paso está permitido. Bien. Esto también es de público conocimiento, pero como usted advierte hay una enorme diferencia. Ahora, a mí ya no me es lo mismo que usted lo sepa o no lo sepa. A mí me interesa muchísimo, que usted SÍ sepa que esto sucede. E incluso más: yo necesito que usted lo sepa, y -al mismo tiempo- que usted sepa que yo también lo sé. La tranquilidad que me da es que yo presumo que como usted está manejando, debe tener un registro de conductor y para obtenerlo tuvo que haber superado un examen en donde le preguntaron (entre múltiples cosas) si usted sabe que no puede cruzar cuando la luz está roja pero sí puede hacerlo si está verde. Con ese registro usted está confesando que participa del grupo de personas que SÍ sabe y se ha apoderado de ese conocimiento público. Y lo mismo sucede en el caso de ser peatones.

Créame: el último párrafo es determinante para todo lo que sigue, porque contiene la esencia de lo que estoy tratando de proponer. Piense si está de acuerdo en que hay una profunda diferencia entre esos dos saberes, que son iguales en cuanto al acceso, pero representan algo muy diferente en términos del conocimiento.

Ahora bien: ¿cómo hacer para convertir un conocimiento público en un conocimiento compartido? Por ejemplo, podríamos reunir en una habitación a un grupo de personas y uno de nosotros decir: “la capital de Uruguay es Montevideo”. ¡Y listo! A partir de ese momento, todos los que estamos en la habitación pasamos a tener un conocimiento compartido. Ninguno podrá decir que no sabía que eso era cierto. Pero, no solo todos los allí reunidos tendríamos la información, sino que además (y esto es muy importante), a partir de ese momento todos sabemos que todos tenemos esa información: ha pasado a ser un conocimiento público, sí, pero además compartido.

Quiero presentar otro problema de las mismas características y proponerle que lo pensemos juntos. Créame que es un ejercicio extraordinario para pensar. Es entretenido, atractivo, no es trivial pero no requiere que usted sepa nada salvo que esté dispuesta/o a pensar ¿No debería ser suficiente incentivo? Al menos para mí ... lo fue. Espero seducirla/o a usted también. Sígame por acá.

Supongamos que hay dos personas, A y B a quienes yo les voy a decir en el oído un número entero positivo (o sea, elegido entre los números 1, 2, 3, 4, 5, 6....). A escucha su número pero no sabe qué le dije a B, y lo mismo al revés: B escucha su número pero no sabe lo que le dije a A. Pero hay un dato más: no solo les digo un número a cada uno, sino que a A, le digo que el número que le dije a B es consecutivo con el que le dije a él, y al revés, a B le digo que el número que le dije a A, es consecutivo del que le dije a ella. Por ejemplo, si a A le dije el número 7, A sabe que B tiene o bien el número 6 o el 8. Por supuesto, lo mismo vale para el caso de B.

Supongamos que A y B están en una habitación donde hay un reloj –que ambos pueden ver- que hace sonar una breve alarma cada minuto. Por supuesto, ninguno de los dos hace ningún tipo de seña o se comunica con el otro, pero ambos están instruidos de manera tal que si por alguna razón pueden DEDUCIR el número que tiene la otra persona, inmediatamente después de sonar la alarma, se levanta, dice en voz alta el número del otro, y se va.

Puesto en estos términos, podrían estar sentados en la habitación el resto de sus vidas sin poder inferir qué número tiene la otra persona. La alarma sonará una vez por minuto, y ninguno de los dos puede decir nada. Si uno de ellos tuviera –por ejemplo- el número 7, ¿cómo haría para deducir que el otro tiene 6 u 8? Parece imposible … ¿no es así?

Sin embargo, no es tan así ¿Por qué? Le propongo lo siguiente: un caso muy fácil. Supongamos que yo le dije a A que tiene el número uno. Si ese fuera el caso, usted se da cuenta que ni bien suene la alarma, A sabe que B tiene que tener el número 2. Esto sucede porque los números de los que yo habría de elegir empezaban en el número 1. Este es el único caso en donde hay un solo consecutivo. Como no puede ser cero, TIENE que ser dos ¡Listo! A espera que suene la alarma, dice que él sabe que B tiene el número 2, se levanta y se va.

Ya sé: este es un caso muy muy particular, por supuesto. Pero permítame avanzar un paso más y verá todo lo que se puede avanzar a partir de este instante.

¿Y si yo le hubiera dicho el número dos a A?¿Entonces? ¿Qué pasaría en ese momento? Sin avanzar mucho, si A escuchó el número 2, no sabe si B tiene el uno o el tres, pero ... (¿quiere seguir usted?) ¿No habrá algo más para decir? Es decir, A escuchó el número 2 y de momento, cuando el reloj suene por primera vez, no sabe si B tiene el uno o el tres, pero si cuando la alarma suena y B no se levanta y anuncia que A tiene el dos y se va, es porque B ... ¡no tiene el número uno! Por lo tanto, si no se fue, es porque B tiene el tres y no puede saber! Pero esta es justamente la señal que necesitaba A para poder deducir que él tiene el número dos... Esa es la información que necesita saber A. Cuando suene la alarma por segunda vez, en ese momento A dice: B tiene el número 3, se levanta y se va.

Moraleja: si A escuchó el número 1 o el número 2, podrá levantarse luego del primer sonido de la campana (si tiene el uno) o luego de la segunda alarma si A escuchó dos combinado con que B no se fue.

¿Y ahora? ¿Qué pasaría si yo le digo a A el número 3? Una vez más, a esta altura, A no puede saber si B tiene el 2 o el 4. A no puede avanzar, pero -como antes- sí puede observar la conducta de B. Pero para eso, necesita que pase un poco de tiempo.

Mientras ese tiempo pasa, A sigue pensando: “Yo tengo el tres. B podría tener el dos o el cuatro. Me voy a poner en el lugar de B y voy a ver lo que haría ella. En el caso que B tuviera el dos, B esperaría mi reacción (la de A) cuando se escuche la alarma por primera vez. Si ella tiene el dos y yo tuviera el uno, al sonido de la primera alarma, yo me tendría que haber levantado, decir que B tiene el dos, y se tendría que haber ido.

Sin embargo, B advierte que no me fui. Luego, deduce que yo ¡no puedo tener el uno! Y acá importa elaborar un poquito más. Si B tuviera el dos, como A no se levantó y se fue, B debió haber deducido que A tenía el tres. En ese caso, al sonido de la alarma la siguiente vez, B debió haber dicho que ella sabía que A tenía el tres, levantarse e irse. Pero ¡B no se fue! Luego, se deduce que B ¡no tiene el dos! A partir de acá, el caso está virtualmente concluido. A sabe que tiene el tres, dedujo que B no tiene el dos, y ni bien pueda, dirá: B tiene el cuatro, se levanta y se va.

Como se ve, este es un juego que requiere de mucha paciencia y de razonamientos hilvanados, pero al mismo tiempo, una vez hecha las deducciones de más arriba, es inexorable que en algún momento, uno de los dos podrá deducir qué número tiene el otro. Con paciencia y tiempo, este camino conduce a la solución, sean cuales fueren los números que escucharon ambos. Por supuesto, hay que contar con que ambos son lógicos perfectos y anotan todo lo que va sucediendo, pero al final, uno de los dos podrá concluir el número del otro.

Todo lo que pretendí con este artículo es mostrar cómo se puede pensar en forma lógica, construyendo argumentos y sacando conclusiones en función de lo que uno advierte. Ah, y esto es hacer matemática también. 

(Adrian Paenza en Página 12)

LAS CUATRO ARGENTINAS

Martín Burgos, Coordinador del Departamento de Economía Política del Centro Cultural de la Cooperación, escribió para página 12

Luego del resultado electoral de las PASO es importante volver a plantear algunas estrategias económicas que permitan favorecer el desarrollo y la distribución en la Argentina. Si bien hay discusiones que pasan por la macroeconomía del corto plazo, la estrategia general se ha visto reconfigurada por la pandemia, la cual dio a los sectores de plataformas y comunicación un lugar destacado que puede abrir otro perfil de inserción internacional para Argentina. Pero lo más importante es pensar una mejor articulación del sector de servicios en general con los rubros más tradiciones y superar las dicotomías entre la industria y el agro. 

La rearticulación debe enmarcarse en un rol mayor del Estado, que revalidó con la pandemia su papel como organizador de la sociedad ante sucesos de gravedad. Si bien los discursos políticos siguen un clivaje mercado versus Estado, la pandemia hizo aparecer un tercer término de la discusión que resulta clave en el presente contexto: la planificación, tanto al interior de las organizaciones públicas o privadas en un entorno de mercado como la de carácter macrosectorial orientada por el poder público.

La planificación, que tuvo gran auge en la posguerra a favor de un discurso estatista legitimado por el conflicto armado, debería volver a tener un repunte teórico en la pospandemia, aunque seguramente apuntando a otras ramas de la economía. La definición de algunos sectores como "claves" para el abastecimiento, como salud, limpieza y alimentos, seguramente redundará en una mayor regulación de los mismos, tendencia a nivel global que incluso los gobiernos más liberales no podrán eludir.

Cuatro argentinas

El desarrollo pensado a mediano plazo es la articulación de los sectores existentes que permiten mejorar la productividad sistémica y las exportaciones, de forma a lograr un crecimiento sin cuello de botella. Esta lectura se desprende, por ejemplo, de la visión de Jorge Katz, que visualiza a cuatro argentinas divididas que hay que articular. 

Con inspiración en ese análisis se puede definir: 

1) Argentina de los recursos naturales, como sectores de commodities agropecuarios, minería, hidrocarburos, energías renovables y litio, que sean compatible con una perspectiva ambientalista y contemple procesos de producción sustentables; 

2) Argentina tecnológica con potencialidad global, donde se encuentran los unicornios como Mercado Libre y Despegar.com, entre otros, la industria farmacéutica, el sistema universitario y el sistema científico y cultural, el diseño, las consultorías, el sector aeroespacial, radar y nuclear, la biotecnología, la economía del conocimiento y la agroindustria, entre otros; 

3) Argentina de la Producción y el Trabajo, que abarca a la gran mayoría del PIB, incluyendo las pymes, los sectores industriales rezagados respecto de la frontera tecnológica internacional o en posición desfavorable en las cadenas de valor global, como automotriz y electrónica, pero con mucho peso en la estructura económica y social. En esa Argentina se encuentra también el sector de salud, educación, seguridad social y administración pública. 

4) En la Argentina de la Economía Popular se encuentran los trabajadores informales, con un piso elevado de 35 por ciento del empleo total, ligados a la problemática de la vivienda y la infraestructura de servicios públicos, pero también las economías barriales y cooperativas con dificultad para lograr una mínima acumulación de capital.

Articular

Esta visión permite reinterpretar las tradiciones estructuralistas, donde la relación entre la industria y los recursos naturales es clave, asimilando también los debates sobre la informalidad laboral y el mundo popular. Incorpora la novedad de las tecnologías digitales y los servicios asociados, cuyo potencial exportador requiere generar políticas adecuadas.

El desarrollo no debe visualizarse como una Argentina de dos velocidades, en la cual un sector “moderno” debería tener toda la atención de las inversiones públicas y privadas, mientras un sector “atrasado” debería contentarse de ingresos mínimos para su supervivencia. 

El desarrollo debe entenderse como la articulación de esos distintos sectores, en donde los más atrasados tecnológicamente o rezagados en las cadenas de valor global pueden articular con sectores de alta tecnología para potenciar sus capacidades productivas. O bien se pueda entablar mayores eslabonamientos entre los sectores de materias primas competitivas a nivel internacional y los segmentos de mayor valor agregado, potenciando las exportaciones y la generación de empleo.

Para lograr este objetivo, el camino es potenciar las conexiones entre la Argentina de los recursos naturales, la Argentina de la tecnología, la Argentina de la Economía Popular y la Argentina del Trabajo y la Producción. 

Cuatro ejes

El primer eje de políticas públicas debe orientarse hacia una potenciación y una mayor extensión de los sectores que trabajan en la frontera tecnológica internacional. Proyectos como la plataforma nacional de pensamientos computacionales, la ley de promoción de industria audiovisual y la ley de fomento a la economía del conocimiento son avances en ese sentido. 

Un segundo eje de políticas es agregar valor a los recursos naturales, articulando cada vez más los recursos naturales con la industria y los servicios. Para eso son necesarias políticas para potenciar las inversiones en hidrocarburos que permitan sustituir nuestras importaciones de energía y exportar gas y petróleo, algo que es posible en el mediano plazo con las reservas disponibles en Argentina. 

También las exportaciones agropecuarias deben escalar en las cadenas de valor global y pasar a una exportación agroindustrial cada vez mayor, que no se frene en las exportaciones de harina de soja sino que avance en la exportación de carnes acompañando el crecimiento de la demanda de los países emergentes. El cuidado del medio ambiente se ha vuelto una cuestión sensible en tiempo de pandemia, y merece tener un lugar más apropiado en la agenda de políticas públicas en Argentina.

El tercer eje es el incentivo a la innovación y la transferencia tecnológica para los sectores industriales rezagados y creadores de empleos. La profundización de las relaciones entre las tecnologías de punta y la industria y los servicios en Argentina posibilita que una mayor cantidad de sectores trabajen a niveles de la frontera tecnológica internacional. Para eso es necesario la articulación entre la ciencia y tecnología y la industria argentina existente, incentivando la investigación y la innovación.

El cuarto eje es el de la promoción para la inserción productiva y social de los sectores informales, en la cual el trabajo debe ser el ordenador de la sociedad. Eso implica una mejora en las condiciones productivas y en las condiciones de trabajo, a través de una creciente formalización del empleo y apoyo a la inserción laboral de las mujeres y los jóvenes que son los principales afectados por el desempleo.

Si alguna lección ha dejado esta pandemia es la importancia de la planificación económica como instrumento del desarrollo, aprovechando al Estado como estructurador económico y social, con fuerte presencia como oferente y demandante en numerosas ramas de la economía.

El desarrollo se debe entender como la mejor articulación posible entre los sectores existentes, de modo a generar las simbiosis necesarias para elevar la productividad general y crear nuevas empresas en la intersección de esos sectores. En ese sentido, gran parte de la tarea consiste en generar puentes entre las empresas que se encuentran en la frontera tecnológica, la disponibilidad de recursos naturales, las pymes que conocen cierto rezago tecnológico y la economía popular, aprovechando el escenario que en numerosas ramas ofrecen las nuevas formas de trabajo.

NUEVAS UNIVERSIDADES Y EL RETO DE PONER EN PIE A LA ARGENTINA

Alberto Fernández: "Cumpliré con mi compromiso de poner a la Argentina de pie"

El Presidente se refirió a la actitud de la oposición ante las nuevas medidas anunciadas el martes al encabezar el acto de inauguración de las instalaciones de la nueva sede de la Universidad Nacional de José C. Paz, con espacio para 21.600 alumnos. 

El presidente Alberto Fernández reiteró que el gobierno nacional ha oído "el mensaje" de las urnas y que por ese motivo "redoblará los esfuerzos" para recuperar los puestos de trabajo y acercar las universidades a la gente con un sentido federal y pidió a los empresarios que inviertan y produzcan para ayudarlo a volver a "poner a la Argentina de pie".

El mandatario dio este mensaje al encabezar este miércoles la inauguración de la Facultad de Medicina de la Universidad de José C. Paz, el primer acto tras la jura de los nuevos ministros del Gabinete nacional, con gran concurrencia de militantes.
Acompañado por el intendente local Mario Ishii, Alberto Fernández remarcó la necesidad de seguir construyendo casas de altos estudios “cercanas, para que todos los argentinos encuentren la posibilidad de desarrollarse” en su lugar de origen.

Fernández había llegado al lugar minutos después de las 12 y caminó varios metros rodeado de funcionarios y escoltado por la fanfarria de la Escuela de Suboficiales del Ejército Sargento Cabral.

En una postal que no tiene registro en los últimos meses, el Presidente realizó el trayecto hasta el escenario acercándose reiteradamente a las vallas para saludar a la militancia que llegó hasta el nuevo edificio de la Facultad, ubicado en Héctor Arregui 689 de esa localidad del noroeste bonaerense.

Ya en el escenario, el Presidente elogió a intendente Ishii, a quien le destacó “un tesón inquebrantable por darle educación a su pueblo”, en referencia a la UNPaz, la universidad que es el corolario de ese trabajo y cuyas obras se realizan con impulso municipal.

La casa de estudios cuenta actualmente con 35 mil alumnos: 67 por ciento mujeres y 85% primera generación de universitarios.
“Mario tuvo en Néstor, en Cristina y tiene en mí, un socio decidido para que la educación llegue a cada argentino, a cada argentina, en todo el país”, señaló el Presidente, al tiempo que destacó que hay “que construir universidades cercanas para todos los argentinos, donde encuentren la posibilidad de desarrollarse”.

Por otra parte,Fernández calificó al domingo en el que se desarrollaron las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) como “aciago”, pero destacó la capacidad del Gobierno para “escuchar” lo que se le reclamó.
"Cumpliré con mi compromiso de poner a la Argentina de pie", dijo tras afirmar: "Hemos oído el mensaje".
Allí fue cuando sostuvo que, a diferencia de lo que hizo el macrismo cuando perdió elecciones, que “cerró” el “Ministerio de Salud, el de Trabajo y el de Ciencia y Técnica”, el suyo se dedica a abrir universidades.

Todos nosotros estamos convencidos, otros no, que definitivamente hay un país donde todos tenemos que tener un lugar de desarrollo”, sostuvo y pidió “empresarios comprometidos que no especulan y que inviertan” para “que los argentinos recuperen el trabajo”.

“A la semana del resultado electoral yo no cerré el Ministerio de Trabajo.Lo que hice fue promover el aumento del salario mínimo para que todos los salarios crezcan y le ganen a la inflación”, dijo y afirmó que se deben “cambiar planes sociales por trabajo”.

La oposición y las medidas sanitarias


Respecto a la oposición, el Presidente también hizo un contrapunto entre lo que decían cuando eran los días de aislamiento y lo que dicen ahora, cuando comienzan a mesurarse las restricciones.
"Ahora, nos acusan de libertinos los que nos acusaban de encerradores", dijo Fernández en relación a las críticas de las medidas respecto a la flexibilización sanitaria, y
recordó cuando en el peor momento de la pandemia cuestionaban hasta con marchas las medidas.


Inauguración


Fernández inauguró 20.370 metros cuadrados cubiertos para la Universidad, pensados para unos 21.600 alumnos, con 94 aulas en la planta baja de gran tamaño y sector de morgue o aula de técnica con conexión propia al exterior y baños.

En la planta alta, se distribuyen siete laboratorios que se utilizarán para Investigación Micro, Química Orgánica, Enfermería, Fisiología, Nutrición, Terapia Intermedia, Paro cardíaco y Medicina Complementaria, Simulación y Microbiología.

Antes que el Presidente, hizo uso de la palabra el gobernador Axel Kicillof, quien afirmó que la inauguración de hoy viene “a desmentir esa visión prejuiciosa” que quieren hacer creer los opositores cuando sostienen “que las universidad no son para todos”.

“Los sectores vulnerables van a la universidad, la universidad tiene que ir a los sectores vulnerables. Tiene que estar cerca, tiene que ser gratis y tiene que ser para todos y todas”, afirmó.
Ishii, por su parte, sostuvo que, con esta inauguración “ya no hay excusas” ya que los vecinos “pueden llegar caminando” hasta la facultad.

El jefe comunal se refirió al trabajo realizado por la Nación, la Provincia y por el municipio durante la pandemia luego de que la actual oposición “dejara un país hecho hilachas”.
También criticó a los medios de comunicación por suministrarle “tanto veneno a la población” y pidió que “dejen gobernar” al Presidente.


Finalmente, el rector Darío Kusinsky agradeció el trabajo de Ishii, quién “siempre tuvo claro que la educación y la salud son fundamentales para el progreso de su pueblo”; hizo lo propio con el Presidente y con el gobernador, por el “ importante crecimiento fruto de la confianza que tienen en las instituciones” de altos estudios; y dedicó un párrafo a “Cristina y Néstor” Kirchner, quienes “impulsaron la creación” de la universidad “de José C. Paz "y tantas otras".
En el escenario también estuvieron presentes el jefe de Gabinete, Juan Manzur; el ministro de Educación, Jaime Perczyk; el gobernador bonaerense, Axel Kicillof; y el diputado Máximo Kirchner, entre otros.

Asistieron además la vicegobernadora bonaerense Verónica Magario, el Jefe de gabinete de la provincia, Martín Insaurralde; ministro de Infraestructura y Servicios Públicos provincial, Leonardo Nardini; los candidatos a diputada Victoria Tolosa Paz y a diputado Daniel Gollan, y los intendentes bonaerenses Fernando Moreira (San Martín), Lucas Ghi (Morón), Federico Achaval (Pilar); Gustavo Menéndez (Merlo); Mariel Fernández (Moreno); Andrés Watson (Florencio Varela); Fernando Espinoza (La Matanza); Mariano Cascallares (Almirante Brown); Leo Boto (Luján), Mauro García (General Rodríguez); Damián Selci (Hurlingham), Julio Zamora (Tigre), Juan Ignacio Ustarroz (Mercedes) y Facundo Diz (Navarro).
También formaron parte de la actividad los ministros de Obras Públicas, Gabriel Katopodis; de Trabajo, Claudio Moroni, y de Transporte, Alexis Guerrera; el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, y las titulares de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont, y de Aysa, Malena Galmarini.

(Telam)

Sin conocimiento y sin esfuerzo individual y social, no hay ninguna posibilidad de ningún tipo de desarrollo y vida digna de las comunidades humanas. Nadie se salva solo. Que cada quién haga su parte.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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