Solidaridad o codicia ...

Pertenece a una generación que nacida en los años 60, estuvo marcada a fuego por el desencanto del pos Mayo Francés, pero también por la lenta declinación del estado de Bienestar en Europa y una tensión cada vez más indisimulable entre cosmopolitismo e identidad nacional. En sus libros, el escritor francés Laurent Mauvignier suele recurrir a una noticia periodística para expandir procedimientos experimentales y una genuina indagación narrativa sobre las posibilidades de la ficción frente a lo real. Aquí se presentan tres de sus libros accesibles en Argentina: Continuar, Lo que yo llamo olvido y Hombres. Representativos, los tres, de una obra consolidada y original.
Un hombre pasa las páginas del diario Le Monde en su departamento de París. No busca nada en particular. Quizás datos y retazos de información para armarse una idea del mundo que hay del otro lado del vidrio, radiante por el fulgor celeste del verano europeo. Siguiendo su ceremonia de interior, se dispone a observar las noticias; a seguir, en sus palabras, “un capítulo más de esa gran serie que vemos a diario todos los ciudadanos del mundo”. El hombre se detiene en un artículo que cuenta la aventura y desgracia de una madre francesa junto a su hijo adolescente en Kirguistán; un territorio montañoso de Asia Central, históricamente disputado por tribus locales y fuerzas extranjeras, que alcanzó la soberanía como país en 1991 luego de la desintegración de la Unión Soviética.
El hombre lee la nota una, dos, tres veces, pero no se conforma con saber qué pasó ni cuándo ni cómo ni dónde ni quiénes son los protagonistas. Diario en mano se demora en imaginar los pasos previos de la madre y el hijo. Se pregunta por qué andaban a caballo en ese lugar hostil, qué fueron a buscar tan lejos adentro suyo, qué fantasmas llevaban de compañía y, sobre todo, cómo ese acontecimiento los iba a transformar a ambos y al lazo que los unía. El hombre es el escritor francés Laurent Mauvignier (Tours, 1967). Y, mirando por la ventana un agosto sin barbijos, en el lejano 2014, sonríe como si en el gesto estuviese parafraseando a Raymond Carver y dijese: “soy un hombre afortunado, tengo un libro por terminar”.

No es la primera vez que Laurent Mauvignier utilizará el método de transformar una noticia periodística en una ficción. Tampoco es el primer escritor en hacerlo y salir laureado del intento. Desde Moll Flanders de Daniel Defoe hasta Operación Shylock de Philip Roth, pasando por Plata Quemada de Ricardo Piglia -siempre dispuesta a un relectura-, la operación de abrir las piezas de una noticia de la crónica policial para ampliarla en una ficción es moneda corriente. Incluso, anotar historias que estiran nuestra percepción de lo real, es una tentación para los escritores que aún mantenemos el vicio de pasar páginas de diarios o de scrollear noticias en portales soportando la indigestión y el odio cotidiano.

En Continuar, la primera novela de Mauvignier que circula en nuestro país sin una traducción que distraiga (gracias al muy buen trabajo de Enrique Schmukler), el escritor francés repite el procedimiento con la historia de la madre y el hijo, perdidos entre las montañas de un país indómito. A la vez, con una prosa abundante, fecunda, que avanza y se va alimentando a sí misma, la novela arma constelación con el resto de sus novelas que desafían al frágil espejo que contrapone a la ficción con lo real. Así Mauvignier, licenciado en Bellas Artes y autor de una decena de libros premiados y animados por la crítica, consolida una obra valiosa y particular que, leída de un tirón, funciona como una declamación de la fuerza y la potencia que aún mantiene la literatura en la actualidad.
 
HÉROES POR UN DÍA
La literatura francesa de los hijos e hijas del Mayo del ´68 no puede centrarse en dos o tres nombres propios que hagan de esponjas y síntesis de una época. La lista larga, ancha y arbitraria, incluye ganadores del Nobel, Le Clézio y Patrick Modiano; feministas inspiradas como Virginie Despentes; escritores documentalistas como Emmanuel Carrere, Annie Ernaux y Delphine de Vigan (se recomienda Nada se opone a la noche); raros y elegantes como Pierre Michon y Jean Echenoz; viejos niños terribles y exitosos como Houellebecq; y, más acá, cruzando la frontera del siglo XXI, revelaciones como Muriel Barbery y el jovencísimo Édouard Louis, que con apenas tres libros viene consolidando una obra basada en la relación tan expuesta pero tan poco señalada entre política e intimidad.
 
Los estilos y enfoques de esta tribu de escritores y escritoras van variando con mayor o menor talento y destreza. Pero, al igual que un periscopio que cambia de lentes pero no su objeto de observación, los temas y el universo que abarcan se repiten y, en ocasiones, chocan entre sí. Las líneas gruesas que atraviesan sus libros suelen trazar un contexto de capitalismo salvaje y financiero, sumado a una tensión cotidiana entre cosmopolitismo e identidad nacional. Además, como si fuese un listado de problemáticas contemporáneas, se enfocan en el derrumbe de la sociedad de bienestar y en el combo internacional de racismo, clasismo y odio del que nuestro país, como quedó en evidencia por estos días, tampoco es ajeno.
Otra semejanza entre estos autores y autoras, se da cuando subrayan ese dilema tan francés -marcado tanto por la izquierda como desde la derecha-, que interroga sobre el envejecimiento de los jóvenes soñadores de los sesenta: la última generación gala que, al parecer por la recurrente melancolía, flameó la bandera de la libertad, la fraternidad y la igualdad. En Continuar, la figura de la soñadora derrotada la va a interpretar Sibylle, una mujer vencida por un matrimonio partido que solo encuentra momentos vitales en los recuerdos de su juventud, cuando militaba por un mundo más justo, era una promesa literaria inédita y hacía el amor en una buhardilla mientras escuchaba a Bowie cantando “podemos derrotarlos, para siempre. Podemos ser héroes, sólo por un día”.

La contracara de Sibylle es su hijo Samuel, un adolescente que tras mudarse a Burdeos solo con su madre, perdido en la construcción de su propia identidad, como gesto de rebeldía incorpora los discursos masticados y rancios de la derecha, conformando una subjetividad misógina, xenófoba, incapaz de reflexionar sobre el vínculo entre el odio y el miedo. Sibylle, angustiada y desesperada por la transformación de su hijo, escéptica del efecto de las palabras, le ofrece una experiencia a modo de salvación: un viaje de tres meses a caballo por los confines de la civilización que, consciente o inconsciente, también será un grito desde el pasado que ella, Sibylle, le dirige a la mujer en la que se convirtió.

NOTICIAS DE AYER

Desde Aprender a terminar (2000) -su segunda y celebrada novela, donde construye una voz femenina que repasa su vida, mientras espera a su marido que regrese del hospital con la esperanza de salvar un amor roto-, Laurent Mauvignier conversa con las problemáticas de su época y con sus colegas, tanto por el universo temático como con las tradiciones literarias que aspiran al riesgo, la denuncia y la distinción. Sin embargo, su caja de herramientas excede las virtudes del país donde nació y vive, y pendula entre dos hombres claves de la literatura del siglo XX: William Faulkner y Thomas Bernhard. Ambas influencias se perciben en la creación de voces narrativas dinámicas, rítmicas, que se suben al tren de monólogos y soliloquios que nos pasean sin frenos por el fluir de la conciencia de mujeres y hombres desesperados por la violencia y la marginalidad que habitan.

El método de Mauvignier consta de intervenir la realidad con recursos narrativos complejos y ambiciosos; mejor dicho, de aplicarlos sobre las noticias que nos presentan fragmentos aleatorios de la realidad. En sus palabras, “la realidad es tan grosera, imbécil y cruel, que la voy a tratar sin ninguna consideración”. Mauvignier lo hace con el bisturí de la exploración literaria y de la ficcionalización. Como si fuese un lector atento del maravilloso Crítica y ficción de Ricardo Piglia, el escritor francés entiende a la realidad como una composición de ficciones. Es en ese territorio donde le interesa trabajar, en la zona indeterminada donde se cruza la verdad y la ficción, donde se reorganizan los hechos fácticos desde diversos planos ficcionales, logrando un relato más profundo y multidimensional que la realidad misma.


 

En su novela En la turba (2006), traducida al castellano pero vacante en las librerías argentinas, Mauvignier narra la “tragedia de Heysel”, tal como se conoció a los hechos ocurridos en Bruselas en 1985 durante la final de la Copa de Europa, donde murieron treinta y nueve personas en la cancha. A lo largo de 400 páginas, desarrolla las historias de varios jóvenes que fueron protagonistas o recibieron coletazos del acontecimiento. Lo hace creando distintas voces narrativas y sociales que se superponen como capas de sentido de un hecho, aumentando así los planos de lecturas de la tragedia, presentando verdades fragmentarias que corresponden a distintos personajes ficticios entramados en lo histórico y real.

Algo similar sucede con la novela breve Lo que yo llamo olvido (2011), editada por Anagrama y de circulación en Argentina. En ese libro pequeño, y recomendable para ingresar a la obra de Mauvignier, se narra en una sola frase que arborece 64 páginas, la historia real de un hombre que entró a un mercado de París, se tomó una lata de cerveza entre medio de las góndolas y, tras ser detectado por las cámaras, cuatro hombres de seguridad con sed de linchamiento se lo llevan al depósito y lo matan a fuerza de golpes, furia y resentimiento.
Como una provocación, Mauvignier toma ambas noticias periodísticas y las inocula con el lenguaje de su literatura. En otras palabras, a la superficie llana de la noticia le aporta ritmo y espasmo, detalles y emociones, historia e intimidad, hasta transformarlas en un hecho independiente, ficticio. Su escritura vigorosa, eléctrica, incluso por momentos moral, parece un ejercicio de sobrevivencia para procesar la realidad, como si él necesitara pasar la violencia cotidiana por el tamiz de la ficción para agujerear, a la vez, la verdad unívoca del lenguaje informativo. A Mauvignier, en sus libros, no le interesa crear otra verdad de los hechos, sino que en cada novela busca armar un mundo paralelo, un mundo autónomo, en donde los sucesos reales puedan expandir toda su complejidad.
 
Extra, extra
No todo la obra de Mauvignier emerge de noticias periodísticas. Su libro más celebrado, Hombres (2009), es una historia que nace de su inventiva y, según declaró en varias entrevistas, puede rastrearse como inquietud desde el suicidio de su padre, a los 46 años, tras participar en la guerra de Argelia. Sin embargo, Mauvignier subestima las motivaciones personales, aunque tampoco las niega; en todo caso, señala intereses generacionales. En una entrevista al portal español M´Sur, dice: “Somos una generación que no conoció la guerra. Lo que vivimos es el gran no-relato de guerra de nuestros padres. Así que, como arqueólogos, nos encontramos con rosas de los vientos, fotos, historias no dichas y un gran vacío por llenar en el relato de la vida de nuestros padres.”
Hombres -distinguida con el Premio Millepages, el Premio de los Libreros y el de las Librerías Initiales- es la historia oculta, silenciada, negada de dos excombatientes que participaron en la guerra que disolvió a la -denominada- IV República Francesa. Ambos se encuentran en el cumpleaños de un familiar y, tras un episodio con tintes racistas, estalla en su cara y en la de sus familiares, una piñata cargada de recuerdos, pólvora, muertes, vejaciones y frustración. Mauvignier, sin abandonar la búsqueda formal -la novela se prolonga a lo largo de veinticuatro horas y se compone con diferentes voces subjetivas, tanto de los protagonistas sesentones como de unos pocos cercanos- toca una llaga colectiva que, pese a ser del siglo pasado, sigue ensombreciendo y destiñendo los valores de un país que ya no se autopercibe como ejemplo etnocéntrico de Estado-Nación.
Un año después de la publicación original de Hombres, el gobierno de su país lo reconoció como Caballero del Orden de las Artes y las Letras de Francia. Al igual que el resto de su obra, Mauvignier publicó Hombres en Editions Du Minuit, la famosa editorial francesa que, además de tener una sólida tradición en reflexionar sobre la independencia de Argelia, a mediados del siglo XX lanzó la «nouveau roman» al tablero literario. Una corriente lejana de la estética que cultiva Mauvignier en sus libros, pero cercana en su valor literario, en las exploraciones de forma y en la capacidad para retratar la contemporaneidad donde se mueven, piensan y actúan sus personajes.

CONTINUAR: UN FRAGMENTO

Sibylle se da cuenta que quedarse quietos equivale a hundirse en el fango. El barro es el riesgo: no, hay que continuar. Hay que avanzar más rápido, lo más rápido posible. Samuel reacciona:
-¡Mamá, mamá! ¡Mierda, nos hundimos! ¡Nos hundimos!
Y los dos se ponen a gritar y a golpear sus talones contra los flancos de los caballos, los espolean con todas sus fuerzas, gritan, se agitan, entonces los caballos se abalanzan para soltarse de esa maleza que los traga , para elevarse, y brincan y despliegan toda su potencia, su energía, los músculos prominentes, rígidos, el cuerpo tenso, pero avanzan intermitentemente, casi nada, de a saltitos, brincos que quedan truncos ni bien han sido efectuados. Y, sin embargo, continúan, se agitan juntos, gritan, los caballos con los ojos exorbitados del miedo; se abalanzan y ganan, picotean, veinte, treinta, cincuenta centímetros, y luego en un esfuerzo inmenso vuelven a caer en la inmovilidad que pretende atraparlos -los charcos negros de lodo bajo la vegetación, ya no más pasto, ya no más piedras, únicamente a su alrededor, como observándolos y acusándolos, preparadas para replegarse hacia esa cúpula que debería ayudarlos a ir más rápido hacia Osh, unos acantilados y unas crestas que, como un canalón de zinc, los condenan a continuar para salir del túnel. Los caballos relinchan y se hunden hasta abajo del cuello -los zapatos y la parte baja del pantalón maniatados por esa sustancia viscosa y fría, y el miedo que aumenta junto a ese ruido horrible, ese cloqueo que todo lo traga y que regurgita como un organismo trabajando, gritan, los animales avanzan, vamos a aguantar, hay que aguantar, pasa una hora, pasan dos horas, avanzan demasiado despacio -¿tendrán fuerza los caballos? Hace frío y, no obstante, los caballos y los humanos transpiran y el calor quema; estaban congelados hasta hace casi nada y ahora los caballos transpiran también y los pedazos de barro vuelan con cada uno de sus brincos, cuando vuelven a caer al suelo y chapotean, asustados, estupefactos, las alforjas que se llenan de agua, placas cenagosas, negras, un montón de barro pegado a los rostros, las manos, los dedos pringosos, las crines de los caballos y el cuerpo en su totalidad, las vestimentas cubiertas de manchas, de un hedor de cuerpos pútridos, -el esfuerzo, siempre el esfuerzo, el esfuerzo hasta el límite, cuatro horas alternando los momentos de combate y distinción.

Recobran el aliento y vuelven a comenzar; las piernas temblorosas, los caballos que se hunden y se arrastran. Y finalmente, más allá, a lo lejos, a unos diez metros, sí, un talud que nos aguarda y avanza hacia nosotros, en dirección de la ciénaga; si llegamos, y tenemos que llegar, hay que llegar, se dicen para sí mismos porque ya no tienen la fuerza para la más mínima palabra, solo sonidos para espetarle a los caballos la orden de continuar, pero, por lo demás, los sonidos son solo gritos que expulsan, dale que llegamos, sí, un talud bastante amplio para recibirnos, y ya miran con ganas las piedras puntiagudas y óseas, demasiado prominentes, sueñan con lastimarse los pies sobre la tierra firme.

LO QUE YO LLAMO OLVIDO: UN FRAGMENTO

Todavía no tenía intención de ir al supermercado y antes de entrar había estado casi una hora en el centro comercial, ya aguantar todo ese cristo para llegar a eso, los pasos de peatones amarillos y los números de entrada, pues eso, él llega por donde hay un falso seto vegetal y un césped sintético, letreros como en una ciudad cubierta, con sus cruces y sus calles, pero no se tropieza con mucha gente, algunos jóvenes esperando a su chica ante la entrada de las tiendas o sentados junto a jardineras con plantas, llevan bolsas en las manos y él se queda mirando el tiovivo y ese caballo de plástico con los ojos azules, mira a un tipo que fotografía con el móvil a un chiquillo en uno de los cochecitos del tiovivo, y arranca a andar de nuevo, sin más, no sabe si tiene sed pero se dirige hacia allá, lo sabe, al centro comercial, la gente va con amigos o en familia y estalla un chicle en la boca de una rubia teñida de pelo rizado, delante mismo de la hilera de cajas, donde se oyen los bip de los artículos bajo los lectores de códigos de barras de las cajeras, y dobla por la derecha, hacia la entrada, y una vez dentro del súper camina por las secciones, dejándose llevar por el sonido metálico de las canciones que suenan en la radio y los colores chillones de las ofertas, deja correr sus pasos y sus pensamientos por los pasillos, donde mira las baldosas blancas, las marcas de las ruedas de los carros, las huellas de los pasos, las baldosas rotas y las que han cambiado que son más claras, moviéndose y haciéndose a un lado para esquivar los carros y a la gente, pero no sé si se dirige directamente hacia las cervezas, no lo creo, se las topa casi casualmente, enseguida, a la derecha de la entrada de la tienda y no a la izquierda como creía recordar, se encuentra frente a las latas sin querer, las cervezas que coge están debajo del anaquel, las menos caras, que coge por reflejo porque nunca lleva dinero para pagarlas, ha querido una lata y no sabe por qué la ha abierto y se la ha bebido, sin moverse, sin seguir andando, sin ocultarse tampoco y con ánimo de robar otras latas para tomárselas fuera, porque, a ratos, es verdad, tiene tanta sed, necesita beber mucho, pero en esta ocasión la cosa dura poco y llegan enseguida, a cada extremo del pasillo, de dos en dos, y cuando le agarran del brazo para llevárselo, no tiene palabras para ablandarlos, no, ni siquiera lo intenta, los oye repetir que tiene que acompañarlos sin montar un número, no montes un número, le dicen, sobre todo el de pelo color paja, y de entrada lo tutean como habría hecho él si hubiera hablado con ellos individualmente, olvidando el traje mal cortado y el coco rasurado al cero del más joven de los cuatro, que éste debe de afeitarse a diario para parecer malvado o creíble, o el pelo negrísimo del tercero, que aguanta firme en el cráneo mediante el brillante fijador, y es el que le habla sonriendo casi, los cuatro se han acercado sin decir nada más, sólo habla uno y el otro le ha plantado la mano en el hombro, es un poco regordete y luce una barba muy fina, un trazo que corre a lo largo de la mandíbula, y él hace un movimiento para apartar el hombro, pero otro le agarra el brazo, los dedos muy separados, con firmeza, siente el anillo frío y liso en el brazo desnudo, un desodorante o una colonia que conoce y que le recuerda el olor a pólvora, pero no dice nada, no monta un número, vale, no monta un número porque no tiene palabras para los seguratas ni para nadie, no, ninguna, ni para alegrarse por haber aplacado la sed ni para defenderse de esos fulanos apenas mayores que él a quienes hubiera podido decir, tienen la misma edad que yo, tú eres todavía más joven, y tú, a ver, ¿no sabes lo que es la sed, ni lo que es tener los bolsillos como cosidos, cuando no hay modo de meter un dedo dentro para encontrar en el fondo una moneda, un billete, aunque sea de cinco, doblado en cuatro, descolorido, arrugado, no, no lo sabes?
 La potencia de lo real Damián Huergo  El Cuenco de Plata 

 Adónde irá Bolívar? ¡Al brazo de los hombres
para que defiendan de la nueva codicia,
y del terco espíritu viejo, la tierra
donde será más dichosa y bella la humanidad!
José Martí
Discurso del 28 de octubre de 1893


Quizá y en definitiva se trate de la opción de lo humano por definirse entre la codicia o la solidaridad, entre humanizar las relaciones o continuar el designio de las bestias. Cuba, Haiti, EEUU (Aunque no se igualen las protestas, en Texas se produjeron manifestaciones populares en contra de iniciativas que pretenden restringir el derecho a voto) … En Argentina nos concentramos para festejar el campeonato Sudamericano de Fútbol entre selecciones.

El asunto aquí tiene sus raíces en como conceptualizamos, pensamos y decimos, es decir articulamos los pensamientos en un orden teórico/filosófico que proponga un orden de las acciones con sentido, orientadas por la razón y la inteligencia humana. Este orden, por supuesto, no puede ser individual o forjado por grupos pequeños que se arroguen para si la representatividad de todo un colectivo, he aquí la base de sustento de las democracias … la participación y los consensos que vayan produciendo síntesis que las representen. Pero esta construcción de orden “representativo” como resultado de un orden “participativo” no puede ser dado sin un orden “coercitivo”. Este orden de base es el Estado. Este orden de base sostenido por el Estado puede ser igualmente ejercido y sostenido por pequeños grupos  que ejercen el poder (Dictaduras o democracias débiles sostenidas por representantes de élites y no de esa “síntesis” de consensos que supone el juego democrático), o por “representantes” de las mayorías obtenidas en el juego democrático de constitución de hegemonías a partir de las síntesis de consensos que se ordenan en los partidos políticos o grupos representativos de las participaciones populares y ciudadanas.
“En la parte de la obra titulada “Conceptos sociológicos fundamentales”, luego de definir lo que entiende por poder, dominación, disciplina, asociación de dominación y asociación política, Weber dice que Por Estado debe entenderse un instituto político de actividad continuada, cuando y en la medida en que su cuadro administrativo mantenga con éxito la pretensión al monopolio legítimo de la coacción física para el mantenimiento del orden vigente. (Weber, 1977, pp. 443-44) 

 


Más adelante, con mayor claridad, sostiene que [...] es conveniente definir el concepto de Estado en correspondencia con el moderno tipo del mismo —ya que en su pleno desarrollo es enteramente moderno—, pero con abstracción de sus fines concretos y variables, tal como aquí y ahora lo vivimos. Caracteriza hoy al Estado el ser un orden jurídico y administrativo —cuyos preceptos pueden variarse— por el que se orienta la actividad —acción de la asociación—- del cuadro administrativo (a su vez regulada por preceptos estatuidos) y cual pretende validez no solo frente a los miembros de la asociación —que pertenecen a ella esencialmente por nacimiento— sino también respecto de toda acción ejecutada en el territorio a que se extiende la dominación. (Weber, 1977, p.45).
 
Y aparece en esta definición weberista del Estado lo que denominó carácter monopólico del poder estatal, puesto que el Estado determina la coacción legítima, es decir, la que permite o prescribe. Resumiendo, el moderno Estado estaría definido en lo emocional por tres características: ser una empresa continuada, un instituto racional y tener el monopolio de la coacción física legítima.

Esta definición para nada parece discordante con la que presentó Kelsen, en su Teoría general (1944): El Estado es una organización política, porque es un orden que
regula, monopolizándolo, el uso de la fuerza [...]. El Estado es una sociedad políticamente organizada, porque es una comunidad constituida por un orden coercitivo, y este orden es el derecho.

El poder estatal es el poder organizado por el derecho positivo, el poder del derecho, es decir, la eficacia del orden positivo. (1983, pp. 226-227)”
Antonio Gramsci y el pensamiento de ruptura Miguel Ángel Herrera Zgaib - Editado por Juan Carlos García Lozano -  Universidad Nacional de Colombia (Sede Bogotá). Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales. Instituto Unidad de Investigaciones Jurídico- Sociales Gerardo Molina (UNIJUS), 2015.

Lo que queda claro es la tensión fundante e irreductible entre el “orden social” y la “libertad individual” en tanto la participación libre en un orden coercitivo es por definición el concepto de “orden democrático” o “Estado de Derecho”. No supone ninguna ilusión de libertad irrestricta o derecho anárquico sino mas bien el sometimiento voluntario a un orden legal consensuado que, con la mayor participación y libertades individuales posibles, sostenga materialmente un orden legal fuera del cúal ninguna libertad es posible (Esto se asegura  coercitivamente teniendo el sistema de representaciones el monopolio del uso legal de la coerción y la violencia para sostener la soberanía territorial respecto de lo nacional en relación a lo no nacional, lo extranjero; y el monopolio legal de la coerción dentro del territorio para asegurar el cumplimiento de ese orden nacional signado en las leyes que garantizan derechos e impone obligaciones).

Todo el debate en torno a la constitución del Estado de derecho y la democracia no se dá en un campo teórico de abstracciones o en el fragmento de la acción política o las administraciones o gestiones de gobierno o de lo público o de la teoría parlamentaria para la elaboración de leyes que luego producirán la sociedad del “orden democrático” que se pretende a priori, sino precisamente como resultado histórico, por ende resultado de tensiones que se producen en otra dimensión de las relaciones humanas … de las que da cuenta la teoría económica y la economía política, en tanto el orden de producción en un territorio y las dimensiones de la economía cultural y productiva que articula un ordenamiento práctico del quehacer de los individuos respecto de sus vecinos y de como intercambien productos resultado de sus esfuerzos y establecen formas y valores en esos intercambios. Como vivimos. Como desarrollamos actividades y esfuerzos en función de algún modelo de “bien o buen vivir” y que minimice los conflictos entre las personas y grupos de personas que se ordenan de diferentes formas y producen cultura, identidad grupal, institucional, nacional y que generan las bases materiales para la constitución de los Estados Nacionales como territorios soberanos que defienden y estimulan esas identidades formadas históricamente de la relación de las personas con sus vecinos en función del orden en un territorio local determinado que les permite conseguir formas y culturas que les identifican propias de ese lugar. Identidades locales que se van complejizando en las interacciones para llegar a establecer las formas globales y ahora virtualizadas del presente. La tensión entre lo universal y lo particular y el orden de los intercambios también generan esa tensión entre la codicia y la solidaridad que define el orden político y de gobernanza de los Estados, en los espacios culturales y económicos. Los sistemas de producción y los sistemas de identificación o identidad (Individual y de pertenencia a una comunidad nacional, estadual, territorial), son los que van definiendo las agrupaciones que, en sus representaciones, darán cuenta de las tensiones y conflictos que deben superarse en el orden del Derecho (Sometimiento y coerción estatal como ejercicio del sistema de representaciones que le sostenga como justo y aceptado por la mayoría, respetando lo máximo que sea posible derechos y garantías de las minorías).

En este punto del desarrollo reflexivo es paradójica la constatación que el “orden liberal” en economía, rara vez es posible dentro de un orden democrático con ampliación de derechos a minorías y pleno ejercicio de las instancias de negociación y consenso que se producen con participaciones mayoritarias y síntesis que surgen del pleno ejercicio de la ciudadanía y de la participación popular organizada en un  genuino sistema de representación.

 

Las concentraciones económicas son fruto de la codicia … el orden democrático es plural y participativo, respetuoso de las diferencias, abierto y consensuado en la discusión inteligente que resuelve en leyes los conflictos que evita violencias pero que acepta la violencia legitima de la ley, fundada en la solidaridad y un sistema de síntesis y representación de las demandas colectivas.  

Las  élites codiciosas no pueden convivir con un régimen democrático del mismo modo que las democracias no pueden sostener un liberalismo económico que produzca brechas gigantezcas en las distribución de los resultados materiales de los esfuerzos de esas comunidades en un orden productivo y económico que distribuya actividades y esfuerzos y defina solidariamente el reparto del resultado de esos esfuerzos.
Varias de las noticias del día pueden ser mejor interpretadas dentro de este marco de conceptos, y en el recorrido por pensar lo cotidiano, lo que se vive a diario en nuestras relaciones con nuestros vecinos, amigos, familia …

"Que se haya colaborado para reprimir una protesta contra un golpe me parece de una gravedad enorme", aseguró el presidente Alberto Fernández poco después de que su gobierno presentara la denuncia contra el expresidente Mauricio Macri y varios de sus exministros, entre ellos Patricia Bullrich y Oscar Aguad, por haber respaldado con hechos el golpe contra Evo Morales en noviembre de 2019. Para concretar ese objetivo, dice la demanda, los entonces funcionarios llevaron adelante "una maniobra engañosa y premeditada" para disimular el envío de material bélico a los golpistas bolivianos que luego utilizaron en las masacres conocidas como Sacaba y Senkata. En ese contexto, la denuncia afirma que el gobierno de Cambiemos "contrabandeó armamento y municiones para reprimir civiles en apoyo a un gobierno de facto" y por eso, en principio, los acusan de contrabando agravado, que incluye armas y municiones de guerra, malversación de caudales públicos, abuso de autoridad y los delitos que comprometen la paz y la dignidad de la Nación.

La demanda describe de manera puntillosa la sucesión de hechos que derivaron en el envío del material bélico que se justificó con una misión de protección del embajador, su familia y la embajada argentina en Bolivia que protagonizaron 10 gendarmes integrantes del grupo Alacrán. Pero los denunciantes afirman que esto tenía como objetivo el "ocultar una maniobra que convertía a sus autores en partícipes necesarios de delitos contra el orden constitucional en el país de Bolivia y de graves vulneraciones a los derechos humanos del pueblo boliviano". Así lo dice el escrito que lleva la firma de la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, el ministro de Justicia, Martín Soria y la titular de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont.


Los exfuncionarios macristas son acusados de eludir la participación del Congreso como entidad responsable de autorizar la salida de efectivos de la Gendarmería y del material bélico enviado con ellos, tal como lo establece la Constitución. Pero de haberse seguido este procedimiento hubiese salido a la luz la colaboración con el golpe. Al mismo tiempo, los denunciantes afirman que la maniobra de ocultamiento implicó violar tratados internacionales como el de comercio de armas, que prohíbe el envío de armas a un Estado que viva una situación de conflictividad como que por esos días atravesaba Bolivia y, por lo tanto, lo que hizo Macri fue intervenir en asuntos internos de otro país.

Además de Macri, Bullrich y Aguad, deberán responder ante la justicia el excanciller Jorge Faurie, el entonces embajador en Bolivia, Normando Álvarez García, el exdirector General de Aduanas, Diego Jorge Dávila, el exdirector de la Agencia Nacional de Materiales Controlados (Anmac), Eugenio Cozzi; el entonces jefe de la Gendarmería Nacional, Gerardo Otero, Rubén Carlos Yavorski, Comandante Mayor Director de Logística y Carlos Miguel Recalde, Director de la Dirección de Operaciones de la Gendarmería.
Todos éstos participaron, según la denuncia, de "un hecho delictivo consistió en el envío irregular de armamento y municiones a Bolivia, a través de una adulteración en las cantidades y destinaciones declarados en las distintas instancias de control y, en particular, ante el servicio aduanero".

La maniobra

Los denunciantes afirman que todo el operativo para llevar adelante ese respaldo a los golpistas comenzó el 7 de noviembre de 2019 cuando el entonces director de Anmac, Cozzi, modificó la regulación de la salida definitiva o temporaria del país de materiales controlados. Esa decisión administrativa que flexibiliza los requisitos para las salidas temporarias de armamentos termina por eliminar las exigencias de informar a la aduana.
El 11 de noviembre Gendarmería pide la autorización de exportación temporaria del armamento que iban a usar los gendarmes. Allí mismo, dice la denuncia, se hizo una ampliación del cupo de municiones a llevar. Al día siguiente, el 11 de noviembre, la Gendarmería pidió otra ampliación del material a trasladar. Ahí figuran los 70.000 cartuchos anti-tumultos y 100 spray de gas pimienta y 661 granadas de mano de gas hostigamiento. Un listado que coincide con la nota de agradecimiento que el 13 de noviembre enviará el entonces jefe de la Fuerza Aérea boliviana, Jorge Terceros Lara.
Un dato curioso es que en los archivos de la Anmac no existe una autorización de salida de las granadas de gas pero que existen en los listados de la Gendarmería y en el agradecimiento de Terceros Lara. Sin embargo, cuando los gendarmes regresaron en junio de 2020, tuvieron que informar y justificar el reingreso del material sobrante, nada se dijo de la exclusión de las granadas lo que para los demandantes implica un reconociminto de la salida irregular. Es necesario destacar que el Hércules en el que se trasladaron los gendarmes incluyó el transporte de 177 bultos. Ese avión de la Fuerza Aérea Argentina aterrizó en Bolivia durante la madrugada del 13 de noviembre. Jeanine Añez ya llevaba dos dias usurpando la presidencia de ese país.

Hay otro dato a destacar. El 15 de noviembre la entonces ministra Bullrich firmó y emitió la resolución que autorizaba la salida de esos efectivos. Ese mismo día, a las 20.05, la Gendarmería envió un sobre al Ministerio con la nómina de los gendarmes. Dos horas más tarde se publicó la resolución de Bullrich, pero los gendarmes estaban en la Paz hacía ya dos días. Bullrich firmó la autorización sin esperar un dictamen del departamento jurídico de la Gendarmería y mucho menos el del ministerio que conducía.

El contrabando

Todo este material transportado junto con los gendarmes representan lo que se denomina "exportación temporaria", en este caso se trató de armas de fuego y otros materiales controlados. Esto implica la autorización para sacar esos elementos del país durante un determinado período de tiempo que, cumplido ese plazo, deben ser reintegrados al país.
Ahora bien, lo que ha detectado la Aduana son discrepancias entre el objetivo por el cual se sacaron del país y el uso que tuvieron después. Porque una exportación temporaria impide de manera taxativa la entrega de ese material bélico a fuerzas militares bolivianas tal como consta en la nota de agradecimiento de Terceros Lara y las autorizaciones del ingreso de ese materia que hizo la Policía de Bolivia y que consta en la investigación realizada por el ministerio que conduce Frederic.

 

Es más, en julio de 2020, cuando regresaron los gendarmes y el entonces titular de la Dirección de Operación de Gendarmería, Carlos Recalde justificó el “consumo” total de los 70.000 cartuchos “anti tumulto” con el ejercicio de entrenamiento y práctica de los uniformados. 

Esta discrepancia y las otras evidencias que incluye la denuncia, le permite a los demandantes sostener la hipótesis del contrabanado y el desvío de armamento para un fin no declarado. En ese sentido, la demanda es contundente al sostener "que entre el 11 y el 12 de noviembre de 2019, Mauricio Macri y funcionarios de su gobierno de todos los niveles, tomaron la decisión de utilizar el traslado de personal de custodia para ni más ni menos, contrabandear material represivo para nutrir y mejorar las capacidades del gobierno de facto que ese día asumía el poder ilegítimamente en Bolivia".

La paz de la región

Entre los delitos que incluye la demanda está la violación de los artículos 219 y 220 del Código Penal. El primero se refiere a las penas de uno a seis años por realizar "actos materiales hostiles no aprobados por el gobierno" y que pongan en peligro la paz de la Argentina. Estas penas pueden ser de 3 a 15 años si esos actos provocan una guerra.
En el caso del artículo 220, se determina pesas de seis meses a 2 años para el que viole tratados internacionaes, treguas y armisticios. Las penas se incrementan si estos actos son cometidos por militares.
(Página 12)

Juan Ignacio Issa se desempeña como docente y politólogo y nos ayuda a reflexionar sobre Juventud y poĺítica ...
 
El discurso sobre los jóvenes durante la pandemia muestra distintos planos siendo que cada uno toma visibilidad según la coyuntura. El primero se refiere a los jóvenes como víctimas de la pandemia, por el encierro, por no poder ir a la escuela, por no poder juntarse con sus amigos. El segundo hace foco en el pasaje de víctimas a victimarios. Los adolescentes son irresponsables, casi los únicos culpables de las olas del coronavirus, por las fiestas clandestinas, por las salidas, por los bares abarrotados. La estigmatización convivió con una victimización extrema. Ambos representan parte de una verdad deformada, atravesada por la simplificación y absolutización discursiva.Estas dos narrativas convivieron este año y medio. Durante el verano tuvo más fuerza la segunda, y desde septiembre a diciembre del año pasado y a partir de febrero de este año, por el inicio del ciclo escolar, la primera. El tercer plano de este discurso es el más reciente, y se enmarca en el año electoral. Tiene que ver con cómo la política interpela a los jóvenes, cómo puede lograr que se sientan representados, cómo puede lograr que se sientan parte y protagonistas de la sociedad. El discurso de Cristina Kirchner en el anuncio sobre el programa Conectar igualdad, puso en agenda esta dimensión del discurso. Como no podría ser de otra forma, la estrategia defensiva de la lógica mediática redujo esta problemática, poniendo el foco en las características de los referentes artísticos, si sus letras son machistas, si la computadoras fueron o no entregadas por el gobierno. El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, también abordó esta problemática en el lanzamiento del Consejo Multisectorial de la Juventud. 
 
Señaló que “la Argentina no es ese país de mierda que nos quieren retratar. No lo es, es mentira. Esa idea destruye cualquier puente hacia el futuro. El destino para nuestras juventudes no puede ser Ezeiza”. Los medios de comunicación y algunos sectores políticos han generado una campaña para instalar esta idea. Esto plantea desafíos estructurales para el sistema democrático. La pandemia es el último paso, hasta el momento, de un proceso que lleva años de derrota cultural de la política como elemento transformador de la sociedad, donde la desigualdad y el egoísmo son valores centrales. Frente a esto, algunas organizaciones políticas han generado espacios interesantes de organización y militancia que intentan tejer lazos sociales, fortalecer la participación y el compromiso con el todo.

Vivimos momentos donde sectores sociales, y sobre todo una parte de los adolescentes manifiestan preferencias antidemocráticas. Como demuestra el proceso histórico, durante las crisis las derechas, la nueva, la populista, la libertaria, la liberal, ponganle el nombre que quiera, buscan, a través de un posicionamiento simplificador, salidas mágicas a los momentos complejos y críticos. La pandemia y la crisis económica que esta produce, es una oportunidad donde estos sectores encuentran una nueva construcción de legitimidad frente al fracaso neoliberal. Con un discurso anti sistema, anti vacuna, anti gobierno, muestran rasgos de rebeldía. Y puede ser muy efectivo, porque los jóvenes son los más afectados. El 57% de los niños, entre 0 y 14, son pobres. El desempleo de las mujeres jóvenes (entre 14 y 29 años) es de 24,9%, mientras que para los varones es del 17%. Esto es un fenómeno mundial, no solo pasa en Argentina. El “estudio sobre los efectos en la salud mental de niños, niñas y adolescentes por covid-19” de UNICEF , indica que el 50% de los y las adolescentes refirió sentirse triste y un tercio manifestó sentimientos de soledad. También la mayoría sienten incertidumbre frente a sus proyectos futuros, manifiestan que desean recuperar su cotidianeidad sin distanciamiento, en este sentido la autonomía y la libertades son dos valores que destacan. Frente a esto, el sistema político. Las políticas públicas de crecimiento económico, empleo, inclusión, integración y educación, son centrales para que nuevas generaciones no tomen la salida autoritaria y facilista. Mientras estas políticas se desarrollan, la puja simbólica es central.


 

La comunicación política (comunicación en redes, los discursos, la militancia en el
territorio) deben ser parte de un todo coherente, con una tónica muy fuerte en los valores democráticos, la inclusión, el diálogo, el trabajo y cierta certidumbre para poder deslegitimar al discurso derrotista de las derechas y que los jóvenes se sientan parte de esta sociedad.
(Página 12)

El presidente Alberto Fernández sostuvo este lunes que "la libertad mejor entendida es la que se conjuga con solidaridad, respetando y cuidando al otro", y pronosticó que en breve los argentinos podrán "recuperar la vida" social que la pandemia de coronavirus interrumpió.

"Muchos promovieron un falso juego de libertad, pero estoy cuidando al otro, porque querer al otro es cuidarlo también", señaló Fernández, al encabezar el acto lanzamiento del Programa Conectar Igualdad Ushuaia desde el Museo del Bicentenario de la Casa Rosada.
Además, anunció la construcción en esa ciudad de una residencia para adultos mayores, en el marco del Plan Federal Juana Manso, y remarcó que "la mayor libertad es cuidar al otro".

"Para hacer la Argentina que soñamos y que nos debemos ahí voy a necesitar a cada uno de ustedes porque no voy a poder hacerlo solo; entre todos vamos a hacer de una vez y para siempre la Argentina que nos merecemos", expresó el Presidente.
(Telam)

Que estas expresiones no queden en meras intenciones reducidas al discurso político depende de cuanto estemos decididos a participar responsablemente en las resoluciones de modos racionales y menos violentos posibles de todo conflicto. En cuanto sostengamos la solidaridad y venzamos la codicia. Nadie se salva solo, que cada quién haga su parte.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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