La llama Olimpica ...

 

Probablemente cuando este texto llegue a usted, estará en pleno desarrollo … Un año y cuatro meses después de su postergación por el coronavirus, Tokio 2020 será una realidad. Alrededor de 11.000 atletas competirán en 33 deportes en 42 sedes. El comité organizador se mantendrá en estado de alerta por los casos positivos que hubo en la Villa Olímpica durante esta semana.

Este viernes a las 8 de la mañana, hora de la Argentina (a las 7 arrancará la transmisión por la TV Pública, TyC Sports y DirecTV Sports), se levantará el telón de los Juegos Olímpicos en el Estadio Nacional de Tokio que se reconstruyó para el evento con una capacidad para 68.000 personas. La ceremonia de apertura no tendrá público como ninguno de los 339 eventos que se desarrollarán entre el 23 de julio y el 8 de agosto, ya que la capital japonesa entró en estado de emergencia desde el 12 de julio. Esta medida se tomó semanas atrás por el aumento de casos y la amenaza de la variante delta.

Por primera vez en la historia habrá un abanderado por género en el desfile inaugural de cada delegación. Los campeones olímpicos Santiago Lange y Cecilia Carranza portarán la bandera argentina. Tokio 2020 será la edición con mayor igualdad de género, ya que el 48,3 % de los participantes son mujeres. Esto significa un incremento en relación con Río 2016, donde la presencia femenina fue del 45%.

Protocolos estrictos

En las últimas horas aparecieron más positivos de covid en la Villa Olímpica. En referencia a esta situación, el director general del comité organizador, Toshiro Muto, afirmó que no descarta ningún escenario ante el aumento de los casos de coronavirus pero que es improbable una cancelación de las competencias que se inauguran el próximo viernes. "Hemos acordado que, en base a la situación del coronavirus, volveremos a convocar una reunión para todas las partes. En este punto, los casos de Covid-19 pueden aumentar o disminuir, por lo que pensaremos en qué debemos hacer cuando surja la situación", expresó el japonés.

Los atletas deberán cumplir con estrictos protocolos sanitarios y serán parte de una burbuja en la que no podrán tener contacto con personas del exterior a la Villa Olímpica. En las ceremonias de premiación cada atleta se colgará su medalla a diferencia de las ediciones anteriores y tampoco habrá foto grupal de los integrantes del podio.

De acuerdo con las guías de comportamiento publicadas por la organización, cada delegación tendrá un oficial de enlace relacionado con el covid. Si bien la vacunación no es obligatoria, se estima que el 85% de las personas que estén en la Villa Olímpica estarán inoculadas.

Thomas Bach, el presidente del Comité Olímpico Internacional, admitió días atrás: “Hubo dudas cada día debido a la pandemia. Ni el COI ni los anfitriones nipones se plantearon nunca la cancelación, nunca abandonamos a los atletas".

Los Juegos de la inclusión

Durante esta semana gracias a las publicaciones de Kim Smith Gaucher, jugadora de básquet canadiense, el Comité Olímpico permitió que las madres que estén en período de lactancia llevaran a sus hijos para que no tengan que elegir entre ser mamás o ser deportistas. Pero Oma Carbonell, atleta española en nado sincronizado, se mostró molesta en redes sociales y comentó que las condiciones para que pudiera llevar a su hijo son demasiado estrictas: su marido y su bebé deberían permanecer por más de veinte días aislados y encerrados en un hotel que esté aprobado por la organización. Los traslados desde la Villa Olímpica hasta el lugar de residencia de su familia también imposibilitarían el normal desarrollo para la deportista que desistió de viajar acompañada.

Laurel Hubbard será la primera atleta transgénero en la historia de los Juegos Olímpicos. La levantadora de pesas cumplió con los criterios de elegibilidad del COI que consisten en la toma de medicación para bloquear la testosterona. Actualmente el tope permitido es de 10 nanogramos por mililitro en sangre. Sin embargo, para las mujeres que hagan transición a hombres no hay ningún tipo de exigencia.

La sociedad japonesa

En Tokio hay una ciudad dividida. Según las estadísticas el 70 % de la población está en contra de la realización de los Juegos. "Estamos acorralados en una situación en la que ya no podemos parar. Estamos condenados si lo hacemos y también si no lo hacemos'', afirmó Kaori Yamaguchi, miembro del Comité Olímpico Japonés.

¿Quiénes serán las figuras?

Sin Michael Phelps ni Usain Bolt, hay varios deportistas que son candidatos para convertirse en la estrella de Tokio 2020. La máxima aspirante es la gimnasta Simone Biles, quien ganó cuatro medallas doradas en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Novak Djokovic intentará ser uno de los principales animadores y de lograr lo que nunca pudo, la medalla dorada. También habrá que estar atentos a Katie Ledecky, nadadora estadounidense, quien obtuvo cuatro oros y una plata en Brasil.

Después de tantas especulaciones, dudas y temores la máxima cita multideportiva se pondrá en marcha. Las autoridades no se cansaron de afirmar que Tokio es el lugar ideal para realizar los Juegos Olímpicos durante la pandemia, aunque en estas semanas los casos aumentaron al nivel que hubo en enero. El desarrollo será una incógnita tanto en lo sanitario como en lo deportivo. ¿Habrá rebrotes, se ganarán medallas gracias al covid, quedarán finales inconclusas? Desde este viernes y durante diecisiete días habrá situaciones de todo tipo. El tiempo dirá si el comité organizador y el COI estuvieron a la altura de las circunstancias.

(Página 12)

El largo camino a la inmunidad de grupo.

La pandemia se alargará más allá del 2023

El final de la lucha contra la pandemia aún está lejos. El escenario más optimista para conseguir la inmunidad de grupo en todos los países del mundo es el 2023, pero nada garantiza que se alcance. La respuesta tardía de los países ricos para facilitar la vacunación de los mas pobres ha dado mucha ventaja al coronavirus, permitiéndole mutar y ser más agresivo.

Faltan vacunas, faltan programas de vacunación y sobran contagios. La alta capacidad de contagio de la variante delta exige que el 90% de la población esté vacunada para que se alcance la inmunidad de grupo. Ya no basta con el 70%, como ocurrían con la anterior variante Wuhan.

Esto supone vacunar a 7.110 millones de personas. Sin embargo, de momento, sólo se ha vacunado al 25% de la población mundial, mayoritariamente en los países de rentas más altas. En África, por el contrario, los vacunados apenas llegan al 1%.

África, que está en la peor fase de la pandemia, ha tenido que destruir 450.000 vacunas

África está en lo peor de la pandemia, con más de 250.000 nuevos casos semanales. Le faltan vacunas y muchas de las que tiene no las puede utilizar. La OMS, por ejemplo, calcula que unas 450.000 vacunas se han tenido que destruir en África porque han caducado antes de que pudieran administrarse. 

De los 1.200 millones de africanos, sólo 8 millones han sido vacunados. Representan el 1%.

Hay países, como la República Democrática del Congo, donde sólo se ha vacunado al 0,1% y eso a pesar de que ha contado con hasta 1,7 millones de dosis de Astra Zeneca. La falta de capacidad para poder suministrarlas ha obligado al gobierno de Kinshasha a reenviarlas a otros países y destruir las que no han encontrado destino. 

Los problemas logísticos a los que se enfrente la campaña de vacunación son, por lo tanto, enormes. El Banco Mundial, por ejemplo, ha descubierto que la mayor parte de los 128 países con rentas medias y bajas –entre ellos todos los africanos– no tienen la capacidad de vacunar masivamente a sus poblaciones. El 85% de estos países tienen planes nacionales de vacunación, pero sólo uno de cada tres es efectivo, es decir, que cuenta con programas para la formación de los sanitarios que han de vacunar, así como para movilizar y concienciar a la población de que es necesario inmunizarse.

(La Vanguardia España)

Las capacidades productivas y tecnológicas son motores importantes de las exportaciones. En este documento se investiga, desde un enfoque empírico, su papel en la dinámica microeconómica de las exportaciones de 40 países en desarrollo. El análisis muestra que, dentro de los distintos sectores económicos,

los países con mayores capacidades productivas cuentan con más exportadores y de mayor tamaño, que además cobran precios más elevados por sus productos.

Los resultados también confirman una relación positiva entre las capacidades tecnológicas y la diversificación: dentro de cada sector, los exportadores de los países con mayores capacidades tienden a exportar una mayor cantidad de productos y a más mercados de destino. Por último, las capacidades tecnológicas

están asociadas positivamente con la diversificación a nivel de productos y de destinos comerciales en los sectores de alta tecnología.

En diversos ámbitos de la literatura económica, se ha hecho hincapié en el papel de las capacidades productivas y tecnológicas como motores importantes de la exportación, el crecimiento y el desarrollo.

En las primeras contribuciones relativas a la teoría del desarrollo, se destacó la transformación de la estructura productiva —de la agricultura y las industrias extractivas a industrias más sofisticadas y basadas en el conocimiento— como un factor decisivo a la hora de configurar los patrones de especialización internacional (Hirschman, 1961; Singer, 1950; Prebisch, 1949). Esto parece implicar un proceso de acumulación del conocimiento en el seno de la economía (Cimoli, Dosi y Stiglitz, 2009). Las ideas schumpeterianas también pusieron de relieve la importancia de las inversiones en investigación y desarrollo (I+D) y las actividades de innovación para configurar las dinámicas de mercado, en especial a través del proceso de destrucción creativa (Schumpeter, 1952).

Más tarde, las teorías modernas sobre el crecimiento hicieron hincapié en el papel del capital humano, las inversiones en I+D y, en términos más generales, el conocimiento, como principales impulsores del crecimiento económico (Romer, 1991; Aghion y Howitt, 1998). Por último, las contribuciones en el área de la tecnología y el comercio pusieron de relieve que las asimetrías tecnológicas determinaban en gran medida los flujos comerciales y los patrones de especialización en los mercados de exportación, de modo que influían en el rendimiento económico a corto y mediano plazo. La idea principal era que los patrones comerciales entre los distintos países se mantendrían mientras persistieran las diferencias en las capacidades tecnológicas para absorber, generar y utilizar los conocimientos (Posner, 1961; Dosi, Pavitt y Soete, 1993).

Desde un punto de vista general, una serie de estudios anteriores han permitido esclarecer las asimetrías existentes entre los países en lo que respecta a los indicadores tecnológicos, de exportación y de crecimiento. Por ejemplo, Cimoli y otros (2005) examinan la situación de los países de América Latina respecto de diferentes indicadores relativos al cambio estructural, el comercio internacional y el crecimiento de la productividad en comparación con los Estados Unidos, los países escandinavos y la República de Corea. El análisis muestra que el desempeño de las economías latinoamericanas es relativamente débil y que la región está rezagada en lo que respecta a varios índices de esfuerzos tecnológicos, acumulación de capacidades y crecimiento de la productividad.

Numerosos estudios han demostrado la conexión entre las capacidades y las exportaciones a nivel de los países. Por ejemplo, Ernst, Ganiatsos y Mytelka (1998) examinan las capacidades tecnológicas y el éxito de las exportaciones en las industrias electrónica y textil de seis países de Asia Oriental (Indonesia, Provincia China de Taiwán, República de Corea, Tailandia y Viet Nam). El análisis muestra que la acumulación de aprendizaje, innovación y capacidades —incluidos el diseño de productos, los procesos de producción, las rutinas de gestión, la comercialización y la organización de la producción— es fundamental para el crecimiento de las exportaciones y la ampliación de la cuota de mercado de los países en desarrollo. Además, existen abundantes datos que evidencian que las empresas exportadoras son más productivas que las no exportadoras, y que las primas de productividad de las exportadoras tienden a aumentar con la proporción de exportaciones en las ventas totales (Banco Mundial, 2007). Asimismo, hay indicios convincentes de la existencia de un fenómeno de autoselección por el que las empresas más productivas son las que acceden a los mercados de exportación. Aun así, en algunos estudios llevados a cabo recientemente también se ha comenzado a hacer hincapié en la hipótesis del aprendizaje mediante la exportación en los países en desarrollo, especialmente donde los exportadores están más alejados de la frontera tecnológica (Brenton, Cadot y Pierola, 2012). En particular, algunas investigaciones recientes también han puesto de relieve que las empresas deciden comenzar o ampliar sus operaciones en los mercados extranjeros al mismo tiempo que toman decisiones en materia de inversión, adopción de tecnologías, combinación de productos, I+D e innovación. Por ejemplo, Aw, Roberts y Yi Xu (2011) indican que el crecimiento de la productividad de los fabricantes de productos electrónicos de la Provincia China de Taiwán evoluciona de manera endógena, en virtud de las decisiones de las empresas de exportar e invertir en I+D. Los resultados muestran también que las decisiones de una empresa en materia de exportación e I+D repercuten unas en otras, y que ambas inciden en el crecimiento de la productividad.

A pesar de estas contribuciones de larga data, tanto teóricas como empíricas, aún quedan muchas dudas en lo que respecta a la manera en que las capacidades productivas y tecnológicas repercuten en el rendimiento y la dinámica de las exportaciones, en particular en los países en desarrollo. En el presente documento se pretende contribuir a esclarecer el papel de las capacidades productivas y tecnológicas en la dinámica de las exportaciones a nivel microeconómico, para lo que se utiliza una amplia muestra de países en desarrollo. Por ejemplo, en promedio, el tamaño de un exportador de acero de Turquía es 1,5 veces mayor que el de un exportador de acero en México, y el nivel inicial de las exportaciones de un nuevo exportador de acero en Turquía es aproximadamente 1,6 veces superior al registrado en México. Al mismo tiempo, los exportadores bangladesíes de prendas y accesorios de vestir exportan, en promedio, a más de cuatro destinos, mientras que los exportadores pakistaníes tan solo exportan a dos. El exportador mexicano medio de maquinaria y equipos eléctricos exporta, en promedio, más de seis productos diferentes (a un nivel de desagregación de seis dígitos de la clasificación del Sistema Armonizado de Designación y Codificación de Mercancías (SA) de 2002), mientras que los exportadores tailandeses tan solo exportan cuatro productos. Evidentemente, estas diferencias están relacionadas con el tamaño, el nivel de desarrollo, la estructura del mercado, la política comercial y las ventajas comparativas de cada país. Pero ¿qué pasa con las capacidades productivas y tecnológicas a nivel nacional? ¿Cómo afectan estas a los diferentes márgenes de exportación?

La acumulación de capacidades productivas y tecnológicas es un motor importante del crecimiento económico y del cambio estructural y, por consiguiente, también del desarrollo. En el presente documento se examina el papel de esas capacidades en la dinámica de las exportaciones a nivel microeconómico, para lo que se utiliza una amplia muestra de países en desarrollo. Los resultados indican que las capacidades productivas están positivamente correlacionadas con los márgenes intensivos y extensivos de exportación, así como con la calidad de los productos. Asimismo, los resultados confirman que las capacidades tecnológicas están estrechamente ligadas a la diversificación de las empresas en lo que respecta a los productos y los destinos, sobre todo en los sectores de alta tecnología. En resumen, dentro de los distintos sectores, los países en desarrollo que poseen mayores capacidades productivas y tecnológicas tienen más exportadores; además, los exportadores de esos países son más grandes, están más diversificados y cobran precios unitarios más elevados por sus productos.

Estas constataciones resultan de interés por varias razones. En primer lugar, ponen de manifiesto la importancia de las asimetrías en las capacidades productivas y tecnológicas de los países en desarrollo, una cuestión crucial que se pone de relieve en la tradición estructuralista. Hasta la fecha, la mayor parte de los estudios publicados sobre la cuestión comparan las capacidades tecnológicas de los países en desarrollo con las de los países desarrollados. Como es de esperar, esos análisis demuestran que las capacidades determinan en gran medida la productividad, las exportaciones y el crecimiento. En el presente estudio se demuestra que las capacidades revisten una gran importancia, incluso al comparar la dinámica de las exportaciones solo entre los países en desarrollo. En segundo lugar, los resultados ilustran la forma en que la acumulación de las capacidades productivas y tecnológicas contribuye a la inserción de los países en desarrollo en los mercados internacionales a través de diferentes vías. Esos resultados son coherentes con la teoría kaldoriana de que primero es necesario crear y desarrollar las capacidades productivas para emprender actividades de exportación, a fin de que los “incentivos”, como la reforma de la liberalización del comercio, tengan un efecto en las exportaciones.  

Por consiguiente, en este trabajo se subraya el papel de las capacidades no solo en la resiliencia macroeconómica de los países en desarrollo frente a las perturbaciones comerciales, sino también en sus perspectivas de desarrollo a medio plazo. En efecto, la acumulación de capacidades se refleja en la diversificación de los productos y los mercados de destino, que son factores clave para lidiar con las perturbaciones del comercio internacional. Además, las capacidades productivas y tecnológicas se reflejan en los márgenes extensivos e intensivos de comercio y en la calidad de los productos, que son aspectos fundamentales de la competitividad internacional y de la forma en que los países se ajustan dinámicamente a los cambios en los patrones de demanda. Estos vínculos ponen de manifiesto las diversas maneras en que las interacciones micro-macro orientan las trayectorias de desarrollo en función de las distintas configuraciones de la capacidad. Esto parece indicar que las capacidades productivas y tecnológicas desempeñarán un papel esencial en la forma en que los países en desarrollo se ajusten a las reconfiguraciones significativas y permanentes de las cadenas de valor globales y regionales a raíz de la pandemia de COVID-19.

Artículo “El papel de las capacidades productivas y tecnológicas en la dinámica de las exportaciones de los países en desarrollo”

Sebastián Vergara es Oficial de Asuntos Económicos y Sociales en el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DAES) de las Naciones Unidas.

Revista de la CEPAL N° 133 • abril de 2021

https://www.cepal.org/es/publicaciones/47085-revista-cepal-133?utm_source=CiviCRM&utm_medium=email&utm_campaign=20210722_Revista_cepal_133

Metodij Hadzi-Vaskov, representante residente regional del Fondo Monetario Internacional para Centroamérica, Panamá y la República Dominicana. Anteriormente, se desempeñó como economista principal en el Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, más recientemente a cargo de Chile, y como asesor en el Directorio Ejecutivo del FMI. Tiene un Doctorado en economía de la Universidad de Utrecht en los Países Bajos.

Samuel Pienknagura, Economista de la División de Estudios Regionales del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario internacional (FMI). Antes de incorporarse al FMI, fue Economista principal en el Banco Mundial. Tiene un doctorado en Economía del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

Luca Antonio Ricci Jefe de División en el Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI). Ha sido jefe de misión para Chile, Ecuador, Panamá y Omán. Ha publicado numerosos estudios sobre finanzas internacionales, política monetaria y fiscal, comercio, crecimiento y cuestiones de desarrollo. En 2010 trabajó un año en Barclays como Director de Estudios Económicos Internacionales. Es investigador del Centro de Investigación de Política Económica (CEPR).

Los tres son autores del siguiente texto aparecido en la versión digital de “Diálogo a Fondo” Blog del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre temas económicos de América Latina

Las secuelas económicas de la pandemia están provocando un aumento de las protestas, cuyas consecuencias económicas podrían ser duraderas.

Las protestas pueden ser detonantes de reformas políticas y cambios sociales. Pero, ¿qué impacto tienen sobre la economía?

De acuerdo con el último Índice de Paz Global, el número de disturbios, huelgas generales y manifestaciones antigubernamentales en todo el mundo ha aumentado en un alarmante 244% en la última década. Los confinamientos y el miedo a los contagios forzaron una pausa temporal. Pero prácticamente en todas las regiones del mundo han reaparecido los manifestantes. Las causas varían entre la frustración por la gestión de la crisis por parte de los gobiernos y el aumento de la desigualdad y la corrupción, factores que suelen incrementar las tensiones y disparidades existentes, y que en los períodos posteriores a pandemias anteriores han dado lugar a tensiones sociales.   

Utilizamos el Índice de Tensión Social Reportada (RSUI, por sus siglas en inglés) —un índice elaborado por el personal técnico del FMI sobre la base de la cobertura mediática— y hallamos que los costos económicos a corto y mediano plazo de la tensión social pueden ser de hecho bastante pronunciados, sobre todo en las economías de mercados emergentes y en desarrollo (no estudiamos los posibles impactos a largo plazo).

Una nueva ola de tensión podría afectar a la recuperación

En nuestro documento de trabajo, estimamos el impacto macroeconómico de la tensión social durante el período 1990–2019. Además, identificamos eventos de tensión social —eventos que generan un aumento inusualmente alto del RSUI— y los clasificamos en tres categorías, según la causa subyacente del factor desencadenante: políticos, socioeconómicos y mixtos.

Por poner un ejemplo real, pensemos en las manifestaciones que siguieron a la elección del expresidente de México, Enrique Peña Nieto, en 2012, o en las elecciones presidenciales de Chile de 2013. Se trata de shocks menos significativos equivalentes a una desviación estándar, lo que puede reducir el PIB en aproximadamente 0,2 puntos porcentuales seis meses después del shock. 

En comparación, las protestas de julio de 2019 en la RAE de Hong Kong y las protestas de los chalecos amarillos de 2018 en Francia —que alcanzan el umbral de eventos de tensión social, definido anteriormente— resultaron en un aumento de 4 desviaciones estándar en el RSUI, provocando una reducción del PIB de aproximadamente 1 punto porcentual.   

Estos efectos en el PIB parecen estar impulsados por contracciones pronunciadas en las manufacturas y los servicios (dimensión sectorial), así como en el consumo (dimensión de la demanda). Nuestros resultados también sugieren que la tensión social afecta a la actividad debido a la disminución de la confianza y al aumento de la incertidumbre.

No todos los países y los eventos son iguales

También hallamos que el impacto adverso de la tensión suele ser mayor en países con instituciones débiles y margen de maniobra de la política económica limitado. Por tanto, se espera que los países cuyos fundamentos económicos antes de la pandemia eran débiles sean los que más sufran si el descontento social se convierte en tensión.

El impacto económico de la tensión también varía según el tipo de evento: las protestas motivadas por inquietudes socioeconómicas dan como resultado contracciones más profundas del PIB, en comparación con las asociadas principalmente con la política o las elecciones. Los impactos más importantes los generan las manifestaciones desencadenadas por una combinación tanto de factores socioeconómicos como políticos, similar a lo que sucedió en Túnez y en Tailandia a principios de este año.

Las políticas importan

Las protestas públicas pueden expresar la necesidad de un cambio de políticas. Los gobiernos deben escuchar y responder, pero también, intentar anticipar las necesidades de la gente con políticas dirigidas a proporcionar una oportunidad justa de prosperidad para todos. Impulsar el empleo, frenar el impacto a largo plazo de la crisis y proteger a quienes se han quedado atrás deben seguir siendo prioridades. Un reciente estudio del personal técnico del FMI señala que, para tener éxito y evitar conflictos, las reformas deben realizarse con un amplio diálogo social sobre el papel del Estado y sobre cómo financiar de forma sostenible la presión sobre el presupuesto. De otro modo, los costos económicos de la pandemia se verán agravados por los costos de la tensión resultante.


El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula Da Silva volvió a reclamar la unidad de la región "para actuar como bloque, como una alianza sin hegemonías" e insistió en calificar al mandatario de su país,
Jair Bolsonaro, como "un genocida, un asesino".

"Si actuamos separados seremos más débiles. Si actuamos como bloque y establecemos una regla de alianzas sin hegemonías, podemos crear un bloque extraordinario de más de 400 millones de personas", remarcó Lula, quien dejó en claro que no quiere "transformar a EEUU en enemigo".

Subrayó que
lo que pretende son "alternativas para no terminar el siglo XXI igual que el XX, y para eso hay que cambiar algo en las relaciones".

En una extensa entrevista al ciclo "Largo aliento", de la TV mexicana, Lula se preguntó "por qué no tenemos un banco en Latinoamérica con el que podamos negociar la moneda sin necesitar del dólar".

Juzgó necesario que "México piense hacia América del Sur y que América del Sur mire más a México", y lamentó que en varios países de la región "la elite empresarial y política es subalterna del imperialismo".


Lula consideró "importante" que haya cambios en Nicaragua y ratificó su postura en favor de la alternancia en los gobiernos.

"Todas las veces que un gobernante empieza a pensar que es irremplazable, ahí empieza a haber algo de dictadura en ese país. (Daniel) Ortega fue un gran presidente. Pero las cosas no están bien. Sí le puedo dar un consejo: no se olviden de la democracia, no dejen de defender la libertad de prensa", expresó.


Lula: "Son alternativas para no terminar el siglo XXI igual que el XX, y para eso hay que cambiar algo en las relaciones".

Lula puso como ejemplo que cuando dejó el Gobierno de Brasil, aunque su imagen positiva estaba en el 87 por ciento, rechazó la posibilidad de buscar un tercer mandato.

Respecto de
Cuba, juzgó que el pueblo "tiene derecho de ir a la calle a pedir más libertad, más comida o más energía", pero dijo no entender por qué Estados Unidos no propicia un diálogo y cuestionó los más de casi 60 años de bloqueo contra la isla.

"(Joe) Biden debería convocar a (Miguel) Díaz-Canel para una conversación, para encontrar una solución negociada y ver qué se puede hacer. Lo que no puede permitirse es la injerencia. Cada pueblo tiene el derecho de discutir su destino", manifestó Lula, que se declaró "hincha de la Revolución".

Para el expresidente, "si Cuba no tuviera el bloqueo sería Noruega, Suiza, Holanda". "Ahora hay un gobierno que recién asume, que hizo cambios tratando de mejorar la economía", repasó.

Por otro lado, consideró que de 2002 al 2013 Sudamérica vivió una suerte de "periodo dorado" por el "fuerte proceso de inclusión social" y reivindicó las gestiones de Hugo Chávez en Venezuela, Néstor Kirchner en Argentina, Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia.

"La fórmula para cambiar las cosas no es difícil si cualquier gobernante tuviera el compromiso. El problema es que la mayor parte tiene poco compromiso con los más pobres. Normalmente se interesan por las clases altas", advirtió, y evaluó que "por eso hay países en los que la economía va bien, pero los pobres siguen siendo pobres".
Reseñó que en campaña, antes de llegar a la jefatura del Estado, dijo que si lograba que "todos tuvieran desayuno, almuerzo y cena cada día, eso significaría que habría logrado la realización" de su vida, porque muchas veces le tocó no tener qué comer y por eso "sabía lo que significaba tener hambre". "Muchas veces a los más ricos no les importa quienes duermen en las calles", lamentó.

(Telam)

El Dr. Jaime Antonio Preciado Coronado, Profesor Investigador y jefe del Departamento de Estudios Políticos del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de 2010 a 2016, actualmente, Coordinador del Doctorado en Ciencia Política, Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, CUCSH, Universidad de Guadalajara.  Colaborador externo. Cursó el Doctorado en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Paris III, Instituto de Altos Estudios de América Latina. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel III. Y coordinó el trabajo “ Anuario de la Integración Latinoamericana y Caribeña 2015”, trabajo de compilación del cual extraemos los párrafos que siguen.

El papel ejercido por la integración regional supranacional se viene analizando desde una perspectiva que sitúa su mirada en las potencialidades y obstáculos del carácter autónomo de dicho proceso. La apuesta de investigación que hacemos en la publicación de los Anuarios sobre la integración latinoamericana y caribeña se orienta al trabajo interdisciplinario desde los fundamentos teóricos y metodológicos que ofrecen las ciencias sociales. El enfoque multidimensional en el que agrupamos temas estratégicos para la comprensión del presente y de una coyuntura particular, como es la del año 2015, también supone un horizonte multiescalar que pueda ser capaz de abordar la situación de América Latina y el Caribe respecto de su propia integración, sus relaciones interamericanas y respecto al resto del mundo con el que se vincula la integración regional.
La Red de Investigación sobre la Integración de América Latina y el Caribe (Redialc) presenta en esta edición del Anuario de la integración latinoamericana y caribeña 2015, una nueva aportación a los análisis ya expuestos e integrados en los Anuarios previos a
esta edición, que son producto de la enriquecedora investigación de quienes integran y dan cuerpo a este proyecto. En esta nueva entrega se extiende la preocupación por dar continuidad a los procesos que buscan la autonomía de la región a través de una integración no sólo económica, sino también política, social y cultural; una integración multidimensional.

La integración de América Latina que busca potencializar las virtudes y ventajas con las que cuentan los países de la región, sigue su curso, y su incipiente autonomía sirve para frenar a las grandes potencias económicas que pretenden expandir sus hegemonías sobre el subcontinente; es un camino que indudablemente se muestra en ocasiones abrumador, pero los esfuerzos hechos sobre todo a partir de la llegada del nuevo milenio siguen constantes, y el camino hacia la autonomía avanza con pasos cada vez más firmes y visibles en estos últimos años. Pero, simultáneamente crecen fuerzas centrípetas que se ven amenazadas por los ideales y por las prácticas autonómicas que se gestan en algunas instituciones dedicadas a la integración regional.

En 2015 podemos observar también cierto grado de resistencias ante la implementación de sistemas político-sociales o político-económicos que no favorecen a la integración latinoamericana, y simultáneamente la acción de algunos países que no quitan el
dedo del renglón en torno de la búsqueda autonómica de América Latina y el Caribe, al hacer esfuerzos porque la integración regional de Latinoamérica sea posible y se siga incrementando.
La lucha nacional y regional contra la pobreza y la desigualdad muestra que: Ha habido una creciente búsqueda de políticas públicas que se escapan a la ortodoxia neoliberal y han reconocido la necesidad de entender la agenda social para combatir con éxito la desigualdad desde la agenda nacional y la construcción de acuerdos regionales desde las ventajas cooperativas (Villamar, 2015).
Hay que insistir sobre estos aspectos de la pobreza y la desigualdad social, que demandan una mayor coordinación intergubernamental para avanzar tanto en la esfera nacional como en el espacio de la integración regional. Es indudable aquí el papel políticoorganizativo de facilitador que conlleva uno de los grandes actores de este 2015: la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (celac), cuyas experiencias diplomáticas e institucionales tuvieron un alcance regional por excelencia, al constituirse como el organismo latinoamericano y caribeño más importante que abandera la autonomía, y que sigue consolidándose a pesar de los pocos años que han pasado desde su creación en 2010 en Cancún, México. Esto se debe en buena medida, al papel que se la ha concedido a la celac como un espacio de diálogo político y de concertación diplomática.

Algunos gobiernos de la región están sufriendo de una falta de legitimidad que ha ocasionado expresiones de inconformidad y manifestaciones sociales que exigen mejores condiciones de vida; en Venezuela, la crisis económica y de inseguridad se ha acentuado, colmando la paciencia de los venezolanos, que optaron por darle su confianza a los partidos de oposición en las elecciones para renovar la Asamblea Nacional en diciembre, en las que la oposición ganó el control del Poder Legislativo. En Ecuador y Bolivia, las intenciones de los gobernantes actuales por reelegirse han generado manifestaciones sociales en contra, y por otro lado, los escándalos de corrupción en países como Brasil han afectado su imagen y su credibilidad, al grado de que en 2015 se inician las propuestas de juicio político contra Dilma Rousseff, pidiendo su destitución.

A lo largo de la región se han abierto investigaciones judiciales que han puesto en duda la credibilidad y la confianza de los ciudadanos hacia los gobiernos en los temas de la corrupción y de la impunidad, aunque desde perspectivas que judicializan la política
en cada país concernido. Esta situación se muestra con mayor claridad en países como Brasil, Venezuela o Argentina. En Haití, por otro lado, se han vivido serios conflictos de inestabilidad política debido a la polarización y poca profesionalización de los mecanis-
mos electorales. Los conflictos fronterizos también están presentes, y en países como Bolivia y Ecuador las pretensiones de reelección en los cargos, por parte de los presidentes de esos países, han provocado algunas olas de descontento. Todo esto ha generado una vuelta de rueda, un giro de una brújula que ahora apunta hacia la derecha, y la amenaza de demoler los esfuerzos cimentados por años por los gobiernos progresistas se vuelve latente.”

Anuario de la Integración Latinoamericana y Caribeña 2015 Introducción de Jaime Antonio Preciado Coronado Una publicación de la Red de Investigación sobre la Integración de América Latina y el Caribe (Redialc) - Primera edición, 2018

Ha 6 años de los sucesos y procesos descritos en el trabajo citado, y en medio de una pandemia global sin precedentes en los últimos tiempos de la historia humana y que pone en evidencia la precariedad de los sistemas de estas formas de globalización y de los mecanismos que constituyen al neoliberlismo como etapa de los procesos Capitalistas, frente a una posible nueva ola de gobiernos populares, dada la clara necesidad de Estados que reconfiguren sus relaciones con las ciudadanías y revaliden los espacios de políticas públicas como escenarios donde es posible transformar y mejorar la realidad, aportar a la memoria reciente y a la memoria histórica resulta de relevancia toda vez que es necesario reconocerse en algún hilo para entender los porque de los procesos que constituyen el presente e imaginar transformaciones que mejoren la vida de las gentes y pueblos que habitamos este planeta. Nadie se salva solo. Que cada quien haga su parte.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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