La ilusión de la independencia Nacional en tiempos neoliberales y transhumanos



Samuel Cabanchik ex- senador de la nación por la Ciudad de Buenos Aires (2007-2013). Obtuvo un doctorado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires, donde ejerce como profesor de Fundamentos de Filosofía y de Filosofía Contemporánea –materia que también dicta en la Universidad Nacional del Litoral–, y se desempeña en los cargos de gestión de subsecretario de Asuntos Académicos de la UBA y consejero directivo en la Facultad de Filosofía y Letras. Es investigador del CONICET. Sebastián Botticelli profesor en Filosofía y doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, donde ejerce como docente en las cátedras de Filosofía Contemporánea y de Filosofía Social. También se desempeña como profesor adjunto de Introducción a la Problemática del Mundo Contemporáneo en la Universidad Nacional de Tres de Febrero y es investigador del Centro de Estudios sobre el Mundo Contemporáneo por esa universidad.  Ambos, compiladores del trabajo recientemente editorializado por Editorial Teseo, “Humanismo y posthumanismo: crisis, restituciones y disputas”

Los metaxu constituyen el territorio del bien y del mal. No quitarle a ningún ser humano sus metaxu, osea, sus bienes relativos e híbridos (familia, patria, tradiciones, cultura, etc.) que alientan y nutren el alma y sin los cuales ninguna vida humana, al margen de la santidad, es posible.”

Weil,S.(1998). “Metaxu. En La gravedad y la gracia (pp.177-179). Madrid: Trotta

¿Qué diría esta lúcida filósofa sobre la contingencia de una vida post o transhumana?¿Cómo reaccionaría frente a un horizonte histórico marcado por emergentes que parecen poner en cuestión loss entidos y la validez de la propia humanidad, la cual, durante siglos, supo ser comprendida como categoría hermenéutica fundamental? ¿Seguiría siendo indefectible, desde su perspectiva, la presencia de esos metaxu que separan y al mismo tiempo conectan a los seres creados por Dios, permitiéndoles unc ontacto práctico con la realidad? ¿O bien el eventual agotamiento de la humanidad se llevaría consigo las formas acostumbradas de la presencia y también de la ausencia, dejando un vacío que debería ser llenado por una ontología completamente nueva?

Las respuestas a estas preguntas solo pueden ser especuativas, pero no por eso sus interrogaciones dejan de interpelarnos y de obligarnos a desarrollar nuevas formas de comprender el mundo y de componer nuestro lugar en él. Teniendo por horizonte esa tarea de elucidación, los diversos recorridos planteados en cada uno de los capítulos que componen este volumen procuran evitar eventuales querellas entre la defensa y la impugnación del humanismo, como si se tratara de una reyerta de orden moral. Encrucijada y no competición, debate y no litigio, pues entre los textos no seperfila una pugna por hegemonizar la interpretación de un concepto particular, como podría ser el de humanismo, así como tampoco se sugiere la posibilidad de establecer predicciones oraculares ni menos aún proféticas respecto de lo que advendría tras la desaparición de la figura de “el hombre”.

Alejandro Boverio, filósofo y sociólogo de la Universidad de Buenos Aires (UBA), docente de las materias Fundamentos de Filosofía y Filosofía Contemporánea en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), y de Teoría Estética y Teoría Política en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), expone en su capítulo “ Sobre la idea de lo Humano”, expresa: “ Vivimos tiempos de disolución. Ninguna de las certidumbres que antaño apuntaban la idea de lo humano hoy se encuentra firme. Acaso sea el contexto de la pandemia lo que ha llevado esta circunstancia a un extremo asombroso. La incertidumbre generalizada consiste, fundamentalmente, en haber perdido toda atadura. Miramos alrededor y no encontramos de dónde agarrarnos. La sensación precisa: Parece que estuviéramos girando en el vacío. ¿Pero es realmente así?

El humanismo entró en crisis en el siglo pasado y ahora, sin él, no sabemos de qué valernos para hacer frente a este proceso de nihilización que se ha vuelto real. Es urgente repensar el humanismo para ver qué podemos tomar, si es que algo de lo humano puede recuperarse, de aquellos viejos conceptos que acaso se hayan despachado demasiado rápido. Y si me pregunto esto es, justamente, porque si puede entreverse algo de lo que nos sostuvo y nos permitió que continuáramos adelante en medio del aislamiento social generalizado al que fuimos expuestos (aislamiento en el que, en alguna medida, permanecemos), eso tal vez sean las humanidades. Si perdimos algo relativo a lo humano, y acaso eso sea el humanismo, una pérdida, lo que nos falta, podría sin embargo arriesgar que las humanidades sí resistieron, o las hicimos resistir, y tal vez desde hace mucho tiempo las humanidades sean una especie de resistencia.”

Estamos parados sobre los hombros de los gigantes”, dice Newton en una célebre frase, y esto indica que la comunidad humanista no es algo privativo de la filosofía ni de las letras, también involucra a todas las ciencias. Nada sería de nosotros sin todos aquellos capitanes de bronce que, altos en la memoria, se miran unos a otros en un plano que excede a la historia. Tenemos una deuda con ellos. Es el acervo cultural de nuestra civilización que posiblemente sea un minuto altanero y falaz, quién sabe, pero es nuestro. De él participamos leyendo y escribiendo, con nuestros propios gestos, esto es, también, con nuestra autenticidad. El humanismo es más que el ensamble de los textos de toda una tradición, es la aparición inesperada de un gesto que une y desune a su gusto, en el marco de esa tradición a la que, mal o bien, pertenece. Entonces incluso aquellos díscolos que prefieren refutar a toda la tradición son, por eso mismo, parte de ella. Los leemos como a quienes, a contrapelo de la historia, muestran aquí y allá cuáles son los puntos ciegos de la humanitas, para tomar nota de ello y ampliar así la idea de lo humano.”

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"Basura bajo la alfombra", escribe en Iberoamerica Social, Carolina Vazquez Araya, Periodista, editora y columnista, Chilena en Guatemala.

En igual medida como el poder político y económico -consagrado por un sistema neoliberal capaz de arrinconar la voluntad popular- se fortalece, así también se debilita el derecho ciudadano a conocer los entre telones de las decisiones que le afectan y le incumben. En América Latina, nuestro castigado continente, esta manera de administrar las muy variadas formas de secretividad oficial ha sido institucionalizada de tal modo, que los pueblos ya ni siquiera intentan romper los candados. Es por medio del silencio y la mentira como nuestros países han sido despojados, paulatinamente, de riquezas y oportunidades.

El secreto oficial ha transitado desde los ámbitos de la seguridad nacional –algo relativamente sensato- hasta el uso de los fondos públicos, amparando así a quienes tienen la obligación absoluta de rendir cuentas de su administración. Es decir, lo que en un sistema democrático está supuesto a servir como parámetro para medir procedimientos enmarcados en la ética y la transparencia, hoy se encuentra bajo secreto de Estado en muchas de nuestras naciones, en donde campea la corrupción. Esto, sin duda sujeto a severas sanciones administrativas y judiciales cuando el caso lo amerite, se ha convertido en un mecanismo de protección ante las prácticas inconfesables de las sucesivas administraciones de gobierno.

Una de las causas de este descalabro en el seguimiento de las decisiones políticas se debe en gran parte al debilitamiento de los marcos institucionales, para lo cual ha servido de machete la abolición progresiva del servicio civil. Este ente, concebido para registrar y preservar el historial de la administración pública, eximiéndolo de convertirse en botín de deudas electorales, ha sido prácticamente eliminado en nuestros países. De ahí que la destrucción de archivos cada fin de administración y la sistemática eliminación de funcionarios de carrera en cada inicio, asemeje a la pésima idea de quitar las columnas de un edificio porque estorban la vista.

Esos vacíos en el ordenamiento administrativo, especialmente en países supuestos a responder a lineamientos democráticos, representan un retroceso monumental hacia sistemas abiertos al abuso y a la inveterada costumbre de esconder la basura bajo la alfombra para evitar sanciones y auditorías. El libertinaje propiciado por la eliminación de límites a la corrupción ha sido ya parte integral de sistemas que han derivado en el empobrecimiento de los pueblos y el enriquecimiento escandaloso de sus cuadros políticos y sus cúpulas empresariales. A ello es preciso añadir el detalle adicional de fuerzas del orden y ejércitos comprometidos con esos grupos de poder hasta el extremo de amparar y compartir sus delitos.

De todo esto devienen, naturalmente, las acciones de persecución, amedrentamiento y eliminación física de miembros de la prensa no comprometidos con el sistema corrupto imperante. Acciones estas que muchas veces se extienden hacia miembros del sistema judicial cuya integridad se traduce en sentencias contra los agresores. Esta es una de las consecuencias más peligrosas del debilitamiento de las estructuras institucionales de nuestros Estados, al romper parámetros fundamentales de la democracia, como la libertad de pensamiento y el derecho de los pueblos a conocer hasta los más ínfimos detalles de las gestiones de su gobierno. La dificultad reside hoy en la enorme tarea de reconstruir lo perdido y restaurar por lo menos un mínimo de confianza en el sistema por el cual se ha luchado durante más de un siglo.

Un Estado corrupto es como un edificio sin columnas de soporte.

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Pacho O’Donnel, escritor, político, médico especializado en psiquiatría y psicoanálisis e historiador argentino. ... Fue secretario de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y de la Nación, senador nacional y embajador en Bolivia y Panamá, escribe hoy en Página 12

La historia oficial, que a lo largo de los años ha ido cambiando de nombre e incorporando metodologías novedosas pero sigue siendo en esencia la misma que fundaron Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López, es la que escribieron los vencedores de las guerras civiles del siglo XIX y su espíritu no pudo sino reproducir la ideología oligárquica, porteñista, liberal en lo económico y autoritaria en lo político, y anticriolla de aquellos cuyo proyecto de país estaba resumido en el dilema sarmientino entre “civilización”, lo europeísta-porteño, y “barbarie”, lo criollo-provincial.

Estaban convencidos del país que querían y lo llevaron adelante sin reparar en medios. Guiados por abstracciones importadas como “orden y progreso” cuyas acepciones poco y nada tenían que ver con lo nacional, diseñaron una sociedad a imagen y semejanza de las naciones poderosas de la época y copiaron sus instituciones y sus cartas magnas sin reparar que ellas respondían a circunstancias e idiosincrasias ajenas a las raigalmente nuestras.

Para llevar a buen puerto ese proyecto de organización nacional consideraron imprescindible renunciar a lo criollo y a lo hispánico que constituían la identidad medular de lo argentino. Sus ideólogos, en especial Sarmiento y Alberdi, bregaron por la transformación de la Argentina en lo que no era pero que ellos consideraron que debía ser. Debieron enfrentar una dificultad supina: sus habitantes, la plebe, según su concepción, no servían para el proyecto “civilizador”.

El redactor de nuestra Constitución Nacional escribió, en comparación con la raza anglosajona : “Ella está identificada al vapor, al comercio, a la libertad, y nos será imposible radicar estas cosas entre nosotros sin la cooperación activa de esta raza de progreso y de civilización”. Es este concepto la clave de las políticas inmigratorias de nuestra “clase decente’, como se llamaban a sí mismos: sustituir la raza insubordinada y por ende descartable por otra mejor, más maleable a partir de su necesidad de encontrar un lugar al sol lejos de sus hogares.

Es conocida la terrible condena sarmientina sobre los gauchos y el abono de la tierra en su carta a Mitre del 20 de septiembre de 1861después de Pavón. Pero no se trató de un exabrupto pues insistiría en 1866, en un discurso en el Senado: "Cuando decimos “pueblo” entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante. Somos gentes decentes. Patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara ni gauchos, ni negros, ni pobres. Somos la gente decente, es decir, patriota". Eran los unitarios de siempre que ahora se habían rebautizado como “liberales”.

Luego de la tragedia de Navarro, los unitarios se lanzaron al exterminio del gauchaje federal. Dicha matanza se repitió, amplificada, cuando Urquiza entregó a Mitre el triunfo en Pavón. La propuesta fue más allá del aniquilamiento físico y apuntó a la extirpación cultural, también psicológica, de todo aquello que oliera a plebeyo y nacional, identificado con barbarie. Se estableció así una condición esencial de la sujeción argentina a intereses ajenos a los patrióticos en complicidad con su dirigencia política y económica. Sus “socios interiores”.

Ese diseño es el que se prolonga hasta nuestros días, con las variaciones impuestas por épocas y circunstancias, y a su calor se desarrolló la historiografía que le era funcional, sustentada por ceremonias escolares, marchas patrióticas, libros de texto, cátedras universitarias, academias y el dominio de los mecanismos de prestigio y de financiación.

Contra esa versión tendenciosa surgió en el pasado el “revisionismo histórico”, la historia nacional, popular y federal cuyo primer antecedente puede encontrarse en el Juan B. Alberdi que había regresado del elitismo: “En nombre de la libertad y con pretensiones de servirla, nuestros liberales Mitre, Sarmiento o Cía, han establecido un despotismo turco en la historia, en la política abstracta, en la leyenda, en la biografía de los argentinos”.

Luego vendrían Saldías, los representantes del revisionismo católico conservador como Ibarguren y los hermanos Irazusta, luego sería el turno del progresismo de Pepe Rosa, Jauretche, Scalabrini Ortiz, Fermín Chávez incorporados al peronismo, y los de la izquierda nacional, Ramos, Hernández Arregui, Cooke.

La diferencia entre las historiografías es la interpretación que se da de los hechos y personajes. La historia nacional, popular y federal, como prefiero llamar al revisionismo, los observa desde los sectores populares, mientras que la liberal u oficial lo hace desde la óptica de los sectores dominantes. Ya Dalmacio Vélez Sarsfield criticaba a Mitre que el verdadero protagonista del Éxodo Jujeño fue la “plebe” y no Belgrano. La verdad histórica impone que el éxito de las jornadas de Mayo se debió a la activa participación popular encolumnada en los “infernales” de French y Beruti que decidieron con patriótica prepotencia quiénes participarían del decisivo cabildo del 22 de mayo. Otro ejemplo es que mientras para el conservadurismo historiográfico el Centenario es una fecha para celebrar, el revisionismo denuncia las pésimas condiciones en que el pueblo vivía, explotado, reprimido y sin leyes sociales.

El dominio político económico del liberalismo criollo hizo inevitable que los jefes populares como Rosas, los caudillos provinciales y altoperuanos, Dorrego, Artigas, Güemes, Juana Azurduy, también el Alberdi final, el Pellegrini industrialista, las sufragistas o el Sáenz Peña americanista, asimismo el populismo antiimperialista de Irigoyen y la revolución social de Evita y de Perón queden postergados o jibarizados en la historia oficial a expensas de la exaltación de las muchas y muchos funcionales al proyecto desnacionalizador, porteñista y autoritario.

Es cierto y loable que la historia oficial haya ido incorporando de buen o mal grado aspectos cuya ausencia u opacidad le fueron señalados por el revisionismo, como el decisivo papel de los gauchos, de los pueblos originarios, de los afrodescendientes. También poner en superficie el papel de la mujer, aunque mucho queda por hacer en este sentido, como lo demuestra el callejero de la ciudad de Buenos Aires, espejo de los honores de nuestra historia: sólo el 3 por ciento de sus calles lleva nombre de mujer. Pero su esencia es inmutable: la historia social, revela Halperín Donghi, “se propone ilustrar y enriquecer, pero cuidando de no ponerla en crisis, a la línea tradicional”.

Se pretende la descalificación de los cuestionadores de la historia consagrada por “hacer política”, como justificase Macri la clausura del Instituto Dorrego. Ello es negar, por ingenuidad o malevolencia, la fuerte pregnancia ideologizante de la historia oficial oculta detrás de su naturalización, porque, por ejemplo, si honramos al Rivadavia de la entrega de la Banda Oriental, del préstamo Baring, de la Famatina Mining y del Banco de Descuentos con la avenida más larga del mundo, ¿qué castigo pueden temer quienes nos endeudaron corruptamente a lo largo de gobiernos militares y constitucionales?

 “La falsificación (de la historia) ha perseguido a través de la desfiguración del pasado que los argentinos no poseamos la técnica, la aptitud para concebir y realizar una política nacional” (A. Jauretche).

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El golpe de Estado contra Evo Morales, en noviembre de 2019, no fue realizado solo por integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad de Bolivia. También participaron las fuerzas políticas de derecha y ahora se puede afirmar que tuvo el respaldo de al menos tres países latinoamericanos. Uno de ellos fue el gobierno de Mauricio Macri. Un hecho que quedó confirmado a través de una carta enviada por el entonces comandante general de la Fuerza Aérea boliviana, Jorge Gonzalo Terceros Lara, donde le agradece al embajador argentino "la colaboración prestada" en el marco del respaldo internacional "debido a la situación conflictiva que vive Bolivia". Anoche, Alberto Fernández se comunicó con su par boliviano, Luis Arce, le pidió disculpas en nombre del Estado y le manifestó que la conducta de Macri bien puede ajustarse a la figura del "partícipe necesario de una sedición".

La misiva, cuyo original consta en los archivos de la embajada en La Paz, agradece además el "material bélico de agentes químicos" que el gobierno de Macri les había remitido. Se trata de 40 mil cartuchos Anti Tumultos, gases lacrimógenos en spray MK-9 y MK-4; 50 granadas de gas CN; otras 19 CS y 52 granadas de gas HC. Este material descrito e incluso efectivos de la Gendamería Nacional argentina ingresaron el 12 de noviembre de 2019 a la sede de la embajada que por entonces era conducida por Normando Álvarez García, a la sazón actual ministro de Trabajo del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales.

La carta de agradecimiento tiene para la justicia boliviana una importancia trascendental porque es una prueba que demuestra la responsabilidad de Terceros Lara en el golpe de estado contra Evo Morales. Hace una semana el militar boliviano fue detenido, junto a otros comandantes, en el marco de la causa que se investiga el golpe. Terceros Lara juraba ser inocente. Los delitos que se investigan son considerados de lesa humanidad. Un dato que debería preocupar a los abogados de Macri.

Hay otro dato llamativo. La negociación para que Evo Morales saliera con vida de Bolivia en los días posteriores al golpe la realizaron Alberto Fernández y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. El militar que demoró horas la autorización del ingreso del avión mexicano --poniendo en riesgo la vida de Morales y Álvaro García Linera-- fue justamente Terceros Lara.

La investigación

Desde que asumió el gobierno, Luis Arce promovió la investigación de los crímenes cometidos durante el golpe de Estado. Ya en ese momento existían versiones sobre "la colaboración argentina" en la represión. En ese sentido, el canciller Rogelio Mayta le pidió ayuda al nuevo embajador argentino, Ariel Basteiro, quien se ocupó personalmente de la búsqueda de una prueba de esa colaboración. La nota de Terceros Lara apareció mal archivada, pero además dicha nota no figura entre los cables oficiales de la embada que por esos días envió a la Cancillería argentina. Por eso la nota estaba escondida.

El escrito del mililtar golpista boliviano tiene fecha 13 de noviembre de 2019 y sello de ingreso a la embajada el 15. Sin embargo, los gendarmes argentinos con sus pertrechos llegaron a la sede diplomática el 12 de noviembre. Los empleados de la embajada recuerdan que los efectivos de la fuerza de seguridad viajaron "para proteger la embajada". También recuerdan que arribaron acompañados de varias cajas donde venían las armas y pertrechos, pero sobre todo recuerdan que esas cajas salieron al día siguiente y una de ellas no volvió.

Las masacres de Sacaba y Senkata

Pocos días después Bolivia vivió dos hechos gravísimos. El primero fue el 15 de noviembre: la Masacre de Sacaba donde por lo menos 11 personas murieron y 120 fueron heridas. El 19 se produjo otra masacre, esta vez en Senkata, donde murieron 11 personas y hubo 78 heridos. Las fuerzas de seguridad boliviana, protagonistas de estas masacres, no sufrieron ningún tipo de bajas.

Es más, el 16 de noviembre ingresó otra tanda de armamentos. En esa oportunidad llegaron desde el Ecuador que era gobernada por Lenin Moreno. En mayo de 2020 un funcionario de la embajada boliviana en Ecuador recibió del jefe de la Policía ecuatoriana una nota donde detallaba el material bélico entregado al gobierno de facto de Añez "en calidad de préstamo". También se trató de armamento anti tumultos.

Estas colaboraciones de los gobiernos de la Argentina y Ecuador con el golpe es lo que llevó al canciller Mayta a comparar los acontecimientos vividos en Bolivia, salvando las diferencias históricas, con el Plan Cóndor que aplicaron las dictaduras latinoamericanas en los años setenta. "Hubo alineamiento y cooperación de determinados Estados para poder ayudar a que un proyecto que rompía con el orden constitucional se hiciera con el gobierno de nuestgro país, para luego consolidarse en base a la represión, inclusive con uso de armanento letal", afirmó.

Mayta no lo dijo pero Evo Morales se lo aseguró a este diario en junio del año pasado, durante una entrevista, cuando afirmó que el embajador de Brasil participó en reuniones con la derecha boliviana que se realizaron en los días previos al golpe. Al igual que Macri y Moreno, Bolsonaro también desconoció la existencia del golpe de Estado.

Dolor y vergüenza

Tanto el presidente Fernández como el canciller Felipe Solá estuvieron al tanto de la búsqueda de la nota por parte del embajador Basteiro. Una vez confirmado todo, Fernández le envió una nota donde le afirmó a Arce sentir "dolor y vergüenza" al haber tomado conocimiento de la existencia de esa nota. Para el Presidente esa misiva muestra la colaboración del gobierno de Macri. En ese sentido le pidió "disculpas a su gobierno y a su pueblo" y afirmó que "se trató de una colaboración decidida por el gobierno del entonces presidente Mauricio Macri con la represión militar y policial que sufrieron quienes defendían el orden constitucional en su país". Esto es lo que llevó a Fernández a decirle a Arce que Macri "es partícipe necesario de sedición".

El presidente Arce respondió con un tuit donde repudió "el apoyo" de Macri al golpe con "el envío de material bélico para reprimir al pueblo boliviano contraviene las normas internacionales”. Al mismo tiempo, el presidente argentino encomendó a la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, una investigación y en ese sentido le ordenó a los jefes de las Fuerzas Federales que "informen, en las próximas 72 hs, las responsabilidades en el envío de material policial antitumulto u otro" a Bolivia.

Esta investigación deberá determinar si hay una orden emitida por la entonces ministra del área, Patricia Bullrich. Pero además, como se trata de material bélico, debería constar en el Ministerio los detalles del armamento enviado, si fueron usados, y cuáles regresaron, en caso de que eso haya sucedido. El envío de los gendarmes existió a pesar de que el gobierno de Arce haya dicho que no hay registro del vuelo desde la Argentina. Desde la embajada argentina en Bolivia afirman que por esos días el control era casi nulo y por eso no debe haber registros.

La dirigencia de Juntos por el Cambio mantuvo un estricto silencio. El único que habló fue el excanciller Jorge Faurie y lo hizo con el canal de noticias IP. Faurie buscó despegarse del conflicto y se defendió diciendo que “a través de la Cancillería argentina no se envió material de ningún tipo, ni de papeles, ni de gases lacrimógenos”. 

(Página 12)

El actual titular del Ministerio de Relaciones Exteriores apuntó contra su antecesor, Jorge Faurie. Dijo que la carta en la que los militares bolivianos agradecen el envío del armamento "fue hallada por el gobierno de Bolivia y encontrada también en los archivos de la embajada argentina", pero "no aparece en la Cancillería".

"¿El canciller no sabía nada? Imposible", señaló Solá en un mensaje a través del cual sugirió no soslayar la participación de Faurie en las tareas de colaboracionismo de la administración de Mauricio Macri a favor del gobierno inconstitucional de Jeanine Añez.
A través de un hilo de Twitter, Solá destacó el rol de la diplomacia macrista en lo que fue un envío de municiones para reforzar la persecución y ataques contra los partidarios del gobierno socialista derrocado en noviembre de 2019.

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El expresidente Donald Trump anunció el miércoles una demanda colectiva contra Facebook, Twitter y Google, “pidiendo al Tribunal de Distrito de los EE. UU. Para el Distrito Sur de Florida que ordene el cese inmediato de la censura ilegal y vergonzosa del pueblo estadounidense por parte de las empresas de medios sociales . "

Sé de esta demanda porque la leí en Facebook y Twitter y vi un extracto de la conferencia de prensa de Trump en YouTube. También leí y escuché informes al respecto de "medios falsos" que, según Trump, suprimen información suya y de otros conservadores. Si estas empresas estuvieran haciendo un trabajo tan bueno al filtrar la información de Trump y sus partidarios, ni siquiera sabría sobre sus acusaciones contra esas mismas empresas.

Numerosos juristas han dicho que es muy poco probable que Trump gane en los tribunales. La Primera Enmienda se aplica a la censura del gobierno, no a los estándares comunitarios de las empresas privadas.

La demanda de Trump, que cuenta con el apoyo del America First Policy Institute, una organización sin fines de lucro formada por partidarios de Trump y exfuncionarios de Trump, también alega que estas empresas “participaron en una censura inadmisible como resultado de la amenaza de una acción legislativa, una confianza equivocada en la Sección 230 de la Ley de Comunicaciones ". Pero el nombre real de la ley es "Communications Decency Act de 1996", que fue rechazada en su mayoría por la Corte Suprema de los Estados Unidos porque habría censurado todo Internet para proteger a los niños de contenido dañino. Lo que queda es la Sección 230, que establece que los servicios interactivos no son responsables de lo que publiquen sus usuarios, pero tienen derecho a moderar sus plataformas, incluyendo “cualquier acción tomada voluntariamente de buena fe para restringir el acceso o la disponibilidad del material que el proveedor o usuario considere ser, ”entre otras cosas,“ excesivamente violento, acosador o de otra forma objetable, esté o no protegido constitucionalmente dicho material ”.

La demanda se basa en la acusación de que estas empresas han apuntado injustamente a Trump y a otros conservadores debido a su discurso, pero cualquier examen de las redes sociales mostrará que hay millones de publicaciones todos los días de conservadores, incluidos miembros de la familia de Trump. De hecho, al propio Trump se le permitió usar estas plataformas durante y mucho antes de sus dos campañas presidenciales y solo fue prohibido después de los eventos del 6 de enero, cuando los insurrectos atacaron violentamente el Capitolio de los Estados Unidos en un intento de derrocar los resultados de las elecciones presidenciales después de Trump. publicó y retuiteó repetidamente publicaciones que posiblemente alentaron la violencia. De hecho, hubo llamados para la eliminación de Trump de las redes sociales mucho antes del 6 de enero, debido a su repetida violación de las pautas de la comunidad publicadas de estas plataformas. En 2017, tuve conversaciones con altos funcionarios de Twitter sobre la violación de las reglas por parte de Trump y me dijeron que le estaban permitiendo permanecer en la plataforma porque era presidente de los Estados Unidos y lo que tenía que decir tenía valor informativo.

En otras palabras, Trump no ha sido discriminado por estas empresas; fue mimado por estos servicios durante años hasta que sus palabras estuvieron claramente relacionadas con el derramamiento de sangre. Estas empresas de redes sociales, que también han sido acusadas de prohibir injustamente a las organizaciones de izquierda, enfatizan que sus acciones no se basan en la ideología, sino en un discurso que está claramente prohibido por sus términos de servicio, incluido el discurso de odio, el acoso, la intimidación y el discurso que puede provocar o celebrar la violencia. 

Y la ironía sobre el vínculo con la Sección 230 es que esa disposición puede ser la única razón por la que estas empresas tardaron tanto tiempo en prohibir a Trump en sus plataformas. La Sección 230 quita el palo que prácticamente habría obligado a estas empresas a censurar cualquier contenido legal que pudiera hacer que las demandaran. Si no fuera por 230, Twitter podría haber sido demandado por muchas personas a las que Trump intimidó o difamó en su servicio. Si esos pleitos hubieran tenido éxito es otro asunto, pero habría sido costoso y molesto de defender. Trump usó Twitter para casi acusar a Joe Scarborough de MSNBC de asesinato, a pesar de que no hay evidencia. Si alguien más hubiera hecho eso, probablemente habría sido expulsado del servicio de inmediato.

Preocupaciones legítimas y preguntas importantes

No estoy sugiriendo que la Sección 230 no deba examinarse para asegurarse de que no protege a las empresas de todas las responsabilidades. Hay algunas preocupaciones legítimas planteadas por personas de ambas partes, así como por funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y de seguridad pública. Hubo un apoyo abrumador del Congreso para la Ley para detener la habilitación de traficantes sexuales (SESTA) y la Ley para permitir que los estados y las víctimas luchen contra la trata sexual en línea (FOSTA), que limitó el uso de 230 en ciertas situaciones.

También creo que las quejas de Trump sobre las redes sociales, aunque se basan en acusaciones falsas, plantean algunas preguntas importantes sobre el poder de la gran tecnología y la necesidad de algún tipo de regulación. Una vez más, no creo que sean culpables de sofocar a los conservadores, pero sí creo que estas empresas han desempeñado un papel en la difusión de información errónea y en ayudar a sembrar las semillas de la desconfianza. Si bien sería muy cauteloso acerca de cualquier acción que pudiera usarse para reprimir la libertad de expresión en línea, me pregunto si el gobierno podría hacer más para al menos alentar a estas plataformas a vigilar mejor a sus miembros. Lo digo con gran vacilación porque siempre existe el riesgo de sofocar opiniones impopulares. Incluso me preocupa la aplicación demasiado entusiasta de las políticas que prohíben los comentarios anti-vax o anti-máscara. Si bien estoy completamente vacunado y (todavía) uso una máscara en el interior cuando estoy cerca de personas con un estado de vacunación desconocido, no quiero vivir en un mundo donde la gente nunca pueda cuestionar a las autoridades médicas.

Descubrir una manera de utilizar las redes sociales para fomentar debates animados mientras se minimiza la toxicidad y el daño es difícil y requiere mucha reflexión. Demandas como la que presentó Trump no resolverán los problemas, pero una conversación nacional sobre el papel y el poder de las redes sociales es definitivamente apropiada.

El autor de esta nota, Larry Magid se desempeña como director ejecutivo de ConnectSafely.org, una organización de seguridad en Internet sin fines de lucro que recibe apoyo de Facebook, Google, Twitter y otras empresas de tecnología. Esta nota fue publicada en “The Mercury News”

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La verdadera amenaza para el humanismo no es el transhumano, sino la dificultad de la evolución moral. En términos históricos, dicha evolución ha permitido superar, en el discurso y las prácticas reales, la esclavitud del cuerpo y la explotación desaforada en Occidente, pero no un orden que impone la manipulación de las voluntades como exigencia de la propia subsistencia del sistema. Y esto no cambiará, seguramente, en un mundo futuro y postpandémico. La estructura del consumo en general, y del consumo de entretenimiento, aun en la sociedad teóricamente democrática, apela a estrategias de condicionamiento de las personas a través de la sobre oferta del consumo, consignas repetidas, publicidades e intentos de conquistar su tiempo y atención. La manipulación que invade la privacidad y los deseos retarda la aparición de la consolidación de una sociedad de individuos realmente autónomos. Este proceso, más que el transhumanismo, es lo que, en definitiva, amenaza y disuelve las bases del humanismo de la autodeterminación como autotransformación. Si la sociedad globalizada evolucionará moralmente para pasar del condicionamiento hacia una mayor libertad real, esto es tan incierto como el futuro del posthumano. Lo más seguro es que lo ya conocido, como la amenaza a las libertades,se sostenga y se perfeccione. Solo en la distancia de lo muy lejano del hiperfuturo la relación entre el individuo y la estructura de control que lo condiciona y amenaza será distinta. Pero esto es tan conjetural como el porvenir del posthumano.

"Transhumanismo, incertidumbre y futuro"  ESTEBAN IERARDO, licenciado en Filosofía por la UBA. Ha dictado numerosos cursos en el país y en el extranjero sobre cuestiones de filosofía, literatura, historia cultural, arte y mitología. Autor de El agua y el trueno, en el capitulo final de la compilación mencionada y citada al principio de esta bitácora en este “día de la independencia nacional” en los tiempos de la peste, en pleno siglo XXI.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack





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