Intereses financieros, delirios subjetivos y desarrollo Nacional

 

Miércoles 14 de Octubre de 2020

El domingo 11 de octubre la primera misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) terminó su visita a la Argentina, luego de reunirse con diversos actores de la política y economía del país, en vistas de negociar un acuerdo que permita refinanciar cerca de US$ 45.500 millones de deuda que vencen en los próximos dos años. Durante los cinco días que duró la misión, los enviados del FMI analizaron las cuentas públicas, las demandas del sector privado y el dañado entramado social tras varios años de caída de la actividad económica y el efecto de la actual pandemia; y escucharon a miembros del gobierno nacional, la oposición, sectores empresarios, sindicales y la sociedad civil. Encabezada por la directora adjunta del departamento del Hemisferio Occidental, Julie Kozack; y el jefe de misión para Argentina, Luis Cubeddu, la misión finalizó un día antes del inicio del encuentro anual del FMI y el Banco Mundial. La Asamblea Anual se realizará en esta oportunidad de forma virtual, y su foco estará puesto en la recuperación de la economía ante la pandemia, marco en el que dará a conocer sus estimaciones de PBI para la economía global y la Argentina para 2020 y 2021.

El plan contempla una nueva visita en noviembre próximo, aún sin fecha precisa, que tendría un carácter más profundo para avanzar en las negociaciones, a diferencia de la actual que buscó una primera impresión de la realidad argentina. Durante la semana, el presidente Alberto Fernández y la titular del Fondo, Kristalina Georgieva, marcaron la tónica de las negociaciones para alcanzar un acuerdo sin un pedido explícito de ajuste de gasto, que le permita a la Argentina una recuperación económica con más empleo y disminución de la pobreza. Durante su estadía, Kozack, Cubeddu y Alleyne mantuvieron encuentros técnicos con el ministro de Economía, Martín Guzmán; el presidente del Banco Central, Miguel Pesce; el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo; y el secretario de Energía, Darío Martínez. También hicieron lo propio con la conducción de la Unión Industrial Argentina, la Confederación General del Trabajo y dirigentes del Movimiento Evita, y de la Economía Social de Desarrollo Social; legisladores y representantes de la sociedad civil. J.D. / (Fuente www.perfil.com).


Los analistas del mercado mejoraron levemente las proyecciones de las variables económicas para fines de 2020, al estimar una inflación del 36,9%; una caída del PBI del 11,8%; y un dólar a $83,88; según se desprende del Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM), realizado por el Banco Central (BCRA) en septiembre.

De esta manera, la proyección de inflación se ubicó 0,9 puntos por debajo de la que había arrojado el REM de agosto. A diferencia de los meses anteriores, cuando el mercado pensaba que las subas de precios iban a llegar al 4% mensual en el último trimestre, ahora se espera que recién en diciembre, mes en el cual suele subir el índice, el nivel de inflación mensual alcance esa cifra. Para septiembre se estimó un aumento general del 3%, a la espera del dato oficial que el INDEC dará a conocer la semana que viene.

Si se cumplen las expectativas de las 42 consultoras y entidades financieras que participaron del relevamiento, la inflación culminaría el año con una contracción de casi 17 puntos respecto del 53,8% registrado en 2019.

En cuanto al PBI, la estimación mejoró 0,2 puntos en comparación con el REM anterior, cuando los participantes habían anticipado una caída del 12%.

Según el informe del BCRA, el repunte de casi 10% que sugirieron quienes analizaron la evolución de la actividad económica en Argentina para el tercer trimestre, en comparación con el segundo, "sugiere que el período de mayor impacto de la pandemia de coronavirus ha quedado atrás y que ya en el tercer trimestre habría comenzado la recuperación de la actividad económica".

Sin embargo, aclaró, "la expectativa de crecimiento para el último trimestre de 2020 y el primero de 2021 evidencia una desaceleración del mismo: se espera para el cuarto una expansión del 4,0% del nivel de actividad (1,2 puntos porcentuales menor a la esperada en el relevamiento previo) y se proyecta un incremento del 1,3% para el primer trimestre de 2021".

Mientras tanto, las expectativas de devaluación para lo que queda del año exhibieron una merma, ya que las entidades participantes prevén que, en diciembre, el tipo de cambio mayorista estará 50 centavos por debajo del que se preveía en agosto. Con estos datos, la variación del dólar oficial durante 2020 alcanzaría el 39,9% y se ubicaría por encima de la inflación esperada para el mismo período

 Paralelamente, la proyección para fines del año 2021 arrojó un valor de $121,5 por dólar, lo cual implicaría una depreciación del peso del orden del 45%, por debajo del 47,5% de inflación que se espera para ese año, pero por encima del 28% que proyectó el Gobierno en la Ley de Presupuesto enviada al Congreso.

Por último, de la mano de una menor suba del tipo de cambio, el mercado también proyecta una menor tasa de interés para diciembre. Según bancos y consultoras, el rendimiento de los plazos fijos superiores al $1 millón subirá al 32,5%, 0,4 puntos por debajo de lo que se estimaba en el REM anterior.

Mejores estimadores

Como viene realizando desde febrero, el BCRA volvió a segmentar las expectativas del "TOP 10" de estimadores, que destaca a aquellas entidades que más hayan acertado sus proyecciones en los últimos meses para las diferentes variables.

Según el informe de la autoridad monetaria, los mejores estimadores de inflación prevén un aumento de precios del 35,6% para el acumulado de 2020, mientras que los analistas más precisos para el PBI proyectan una caída del 11,9% y el TOP 10 para el dólar espera un incremento del tipo de cambio hasta los $83,3.  (Diario Ambito Financiero)

Damián Regalini, Presidente del Consejo Productivo Nacional y dirigente de la Mesa Nacional de Unidad Pyme, escribió para Página 12

La irrupción de la pandemia de la covid-19 profundizó el deterioro de los sectores productivos, principalmente de las pequeñas y medianas empresas. Estas ya venían arrastrando retracciones desde 2016, pero con una agudización a partir de la recesión que comenzó en el segundo trimestre del 2018. 

El contexto hasta diciembre del 2019 fue crítico: se cerraron más de 25.000 empresas y se redujeron en más de 160.000 los empleos formales de la industria manufacturera producto de cuatro años de políticas erráticas para el sector.

A partir del cambio de gobierno se abrió una esperanza para las empresas, dadas las intenciones de modificar los ejes de la política económica. En efecto, las medidas adoptadas frenaron el ciclo de la especulación financiera a través de tasas de interés compatibles con la actividad económica y volver a poner al crédito productivo como coordinador de la producción. 

Al mismo tiempo, se llevaban adelante políticas económicas para recomponer el mercado interno. Sin embargo, a los tres meses de gestión irrumpió una pandemia sin precedentes en 100 años que abortó los proyectos iniciales y provocó que toda la gestión se avoque a la lucha sanitaria.

Emergencia 

En este marco de crisis global, como consecuencia de la emergencia epidemiológica, la economía argentina, que previo a la pandemia se encontraba en una recesión debido a las equivocadas políticas económicas llevadas a cabo por la gestión anterior, profundizó su crisis debido al riesgo sanitario. 

Vale destacar que desde el segundo trimestre del 2018 el producto viene retrocediendo. Asimismo, la deuda emergía como condicionante al programa económico. El escenario se agravó de manera notable por la emergencia sanitaria. En este contexto, las pymes fueron las más afectadas. 

Abril será considerado, probablemente, el peor mes de la historia económica nacional (y regional), producto de las medidas de confinamiento estricto en todos los rincones del país. Cabe remarcar en números, que la actividad económica de la industria tuvo la peor caída registrada desde que la mide el Indec a través del Emae, retrayéndose 33,9 pro ciento interanual, el índice de producción industrial (IPI) descendió 33,3 por ciento interanual. 

A su vez, en mayo la AFIP registró casi 21.000 empleadores menos que en febrero. Las ventas minoristas que miden las confederaciones gremiales que representan a las pymes experimentaron una baja de 57,6 por ciento interanual en abril. La tasa de desempleo entonces para el segundo trimestre del año aumentó a 13,1 por ciento (igual periodo de 2019 fue 10,6 por ciento) y el índice de pobreza superó el 40 por ciento en el primer semestre de 2020 (el gobierno anterior lo dejó en 35,5 por ciento.) Estos son los indicadores más relevantes del panorama social y económico.

Red de protección

La reacción del gobierno fue rápida y acertada. A traves de distintos Ministerios implementó sucesivas y crecientes medidas para morigerar el impacto de la crisis global y local heredada, como el IFE, los créditos a tasa cero para monotributistas, los créditos a tasa del 24 por ciento para empresas y el ATP, que implica la reducción casi completa de cargas patronales y, por sobre todo, el pago de parte de los salarios de los trabajadores de empresas que lo soliciten. 

Así se llegó a cubrir a 9,5 millones de personas para los casos de IFE + créditos a monotributistas y a más de 400 mil empresas con el programa ATP y los créditos blandos. Por consiguiente, las medidas adoptadas pudieron contener un aumento mayor de la pobreza, el desempleo y la destrucción de empresas, aunque está claro que no es suficiente. 

Si bien el incremento del desempleo en los sectores formales se contuvo (fue uno de los que menos cayó en la región), el impacto de la pandemia en los sectores informales y en varios comercios fue muy duro.

A partir de junio, producto del paulatino desconfinamiento, las provincias en primer término, y luego en el AMBA, la actividad comenzó a reactivarse y a traccionar a la economía en su conjunto, de manera muy heterogénea. 

De igual modo, la baja en las tasas de interés, sumado al despliegue de créditos productivos para amortiguar el parate de la actividad por la pandemia lograron evitar que el impacto del riesgo sanitario fuera mayor. 

Estado

Por ello, la intervención del Estado resultó fundamental para que las empresas no cierren sus puertas, con sus implicancias en el mercado de trabajo. Asimismo, el Gobierno redujo la tasa de política monetaria de 65 por ciento en diciembre a 38 por ciento en marzo. Esto permitió que, por ejemplo, la tasa para cambiar cheques (crédito tradicional de las empresas) se haya reducido de 55 por ciento en diciembre a 20 por ciento, abaratando el financiamiento de las empresas, lo cual significó una importante bocanada de aire para la rentabilidad de las pymes tan castigada años anteriores.

Por otra parte, la administración cambiaria y el control de precios básicos que viene desplegando el Poder Ejecutivo (con el relanzamiento de programas como Precios Cuidados y Precios Máximos) viene ayudando a frenar la dinámica inflacionaria heredada. 

 

La inflación pasó de 53,8 por ciento interanual en diciembre a un 40,7 por ciento en agosto pasado. Los insumos industriales crecieron 5,5 por ciento por debajo de los precios finales (en donde el congelamiento de los precios de la energía tuvo un papel importantísimo), según las mediciones del IPC y del IPIM. Esto también tuvo una repercusión positiva en la recuperación de la rentabilidad de las pymes industriales. 

En concordancia, la devaluación viene acompañando la evolución general de los precios (3 por ciento por encima) y se estima que, de no mediar más inconvenientes en el frente externo (que se encuentra en una situación compleja, en especial el tema de las reservas), este año el tipo de cambio oficial crecerá aproximadamente 30 por ciento, muy por debajo de los brutales ajustes cambiarios del 2019 (62 por ciento) o del 2018 (115por ciento), con sus severas consecuencias negativas en los salarios, los costos y la actividad.

Recuperación heterogénea

Las políticas económicas ejecutadas entonces permitieron una recuperación de la actividad, que si bien se da de manera heterogénea (por ejemplo, parte de las provincias que se reactivaron primero, ahora son el epicentro de la pandemia, con su consecuente impacto en la actividad), han posibilitado trazar un horizonte positivo. 

En consecuencia, la actividad industrial se encuentra, a nivel general, en niveles de la prepandemia. El Indicador Adelantado de la Producción Industrial del Ministerio de Desarrollo Productivo muestra que a principios de septiembre la actividad está 0,6 por ciento por debajo de principios de marzo. En este sentido, el Índice de Producción de julio mostró una caída de 6,9 por ciento interanual (crecimiento de 2,1 por ciento mensual), una desaceleración considerable mes a mes desde el piso de abril. 

El Estimador Mensual de la Actividad Manufacturera (Emae) de junio muestra un comportamiento similar: una desaceleración de la contracción de la actividad (-7,3 por ciento interanual). El indicador de la construcción (Isac-Indec) pasó de arrojar una caída interanual histórica del 76,2 por ciento en abril a una retracción de 12,9 por ciento en julio. Para el caso de la actividad metalúrgica, que mide Adimra, el índice de producción también viene frenando la caída: pasó de contraerse 38,7 por ciento interanual en abril a 5,2 por ciento en julio. La producción de automóviles (medido por Adefa) en agosto mostró niveles similares a los de febrero.

Otro indicador que muestra la reactivación paulatina y heterogénea de la economía son los datos del consumo. Si bien la pérdida de poder adquisitivo y del empleo se profundizó por la pandemia (a causa de la menor circulación), con su correlato en la reducción de varios patrones de consumo, las ventas vienen creciendo a la par de las aperturas que realizan los municipios y las provincias. 

Por tal motivo, las ventas minoristas que mide Came vienen mostrando una recuperación del consumo y de las ventas de los comercios de distinta índole. Los datos de agosto muestran una caída interanual del 17,8 por ciento que, si bien aún es muy fuerte, se redujo bastante en comparación con el piso de abril. Otro indicador positivo en este sentido es el nivel de rentabilidad de las pymes. En agosto, el 35 por ciento de las pymes industriales tuvieron un nivel de rentabilidad positivo, mientras que en marzo y abril este nivel fue de aproximadamente 15 por ciento. 

Finalmente, entre mayo y agosto creció en 3000 la cantidad de empleadores registrados en AFIP, por lo que habrá que seguir de cerca esta dinámica los próximos meses.

Horizonte

En definitiva, si bien existe una crisis que se agravó fuertemente por la pandemia de la covid-19, las empresas vienen recuperando, gradualmente, niveles cercanos a los de la prepandemia en varios sectores, lo que permite trazar un horizonte de salida de la pandemia. 

El Estado, mediante el Presupuesto 2021, propone seguir volcando muchos recursos tanto en inversión y obra pública, como en créditos y subsidios para los sectores productivos. Esto será fundamental para recomponer, por un lado, el tejido productivo perdido durante la pandemia, y por otro, reparar lo perdido durante cuatro años que fueron muy dañinos para los pequeños y medianos empresarios y para proyectos productivos. 

También será fundamental continuar con un manejo de la política monetaria al servicio de la producción, como viene siendo hasta ahora. La economía argentina necesita volver a la senda del crecimiento, y para ello lo tiene que hacer desde el mercado interno y las exportaciones con valor agregado. 

 

El camino para la recomposición del tejido productivo, la generación de trabajo, la recuperación del salario, el crecimiento y desarrollo económico sostenible no son una utopía. La base y las intenciones están firmes, pero aún queda todavía salir del atolladero de la emergencia sanitaria para encarar con firmeza el proceso de reactivación.

Esto es la base de un cambio de rumbo económico, en medio de un contexto complicado para las economías mundiales marcado por la crisis de la covid-19, que necesita ser consolidado a partir del fortalecimiento político de quienes están llevando adelante esta misión de devolver a la Argentina su impronta productiva. 

Objetivos

Esta consolidación no es sólo necesaria con el manejo de las variables económicas y financieras. En esa misión las variables en juego también son políticas y culturales, y los objetivos a lograr son a corto y a largo plazo. 

A corto plazo será fundamental el acompañamiento político de los sectores populares y los agentes económicos beneficiados por este nuevo esquema en las elecciones de medio término de 2021. 

Mientras en el largo plazo, la consolidación del rumbo tomado por la economía a partir de la asunción del nuevo gobierno dependerá del fortalecimiento institucional de agencias, entidades gremiales y organizaciones no gubernamentales que acompañenen el trabajo político y la gestión de quienes lleven adelante estas medidas de transformación. 

En ambos casos, la construcción de un nuevo sentido común del desarrollo y del trabajo en el terreno comunicacional será fundamental. La Argentina de 2020 no solo heredó un desbalance económico, sino y fundamentalmente, un desbalance social y cultural. A partir del cual, la idea de lo que conviene y no conviene al empresariado nacional aparece distorsionada en la opinión pública, y muchas veces distorsionada en modo contrario a su conveniencia real. 

El apoyo político de miles de pequeños y medianos empresarios hacia las posturas liberales en las elecciones de 2015 fue un claro ejemplo de ello. Hoy, luego del fracaso y de la crisis que dejó la derecha liberal en el empresariado local se presenta una nueva oportunidad de resignificar las demandas y las políticas que han sido “vendidas” como la solución a los problemas de la economía local. 

Esta tarea requiere de voluntades políticas acompañando a un nuevo armado gremial empresario que trabaje en el contrapeso del discurso mediático dominante de economistas, empresarios y comunicadores que construyen en el espacio público la idea de una Argentina imaginaria y teórica, que se parece más a la Inglaterra de los siglos XVII y XVIII que a la Argentina que necesitamos para encarar el siglo XXI. 

Luego de la exitosa reestructuración de la deuda, que acalló la prédica sobre un supuesto inminente default, y casi sin mediar descanso, las críticas se concentraron hacia la necesidad de una devaluación. Sin embargo, no existen factores económicos reales para que ello ocurra.” Explica Carlos Heller, actual diputado nacional y Desde 2005 es Presidente del Banco Credicoop, entidad cooperativa de la cual fue Gerente General desde su fundación en 1979, y es Presidente del Partido Solidario. Integra el Frente de Todos, bloque del actual oficialismo en el país

 

A la hora de ver los “fundamentales” hay que analizar la competitividad cambiaria medida por el Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM) que elabora el Banco Central. El mismo muestra un valor 22 por ciento más elevado que luego de la primera devaluación del gobierno de Mauricio Macri, en diciembre de 2015, y un 35 por ciento más que el promedio del período mayo de 2016-abril de 2018. Es decir, que el argumento típico de que la devaluación corregiría un atraso cambiario no opera en este contexto. Todo lo contrario.

No debe olvidarse la situación generada por la herencia recibida. Un reciente informe de la Cámara de Importadores de la República Argentina (Cira) indica que entre 2016 y 2020 el resultado cambiario acumuló un déficit de 58.807 millones de dólares, a pesar de que en el mismo período el intercambio comercial dejó un saldo positivo de 50.680 millones de dólares. 

Parte de ese excedente se fue en concepto de intereses, utilidades y dividendos por 18.477 millones de dólares, en gasto en turismo por 27.248 millones de dólares y por formación de activos externos (de los sectores privado, público y gobierno) por 66.167 millones de dólares. Si bien Cira identifica a los últimos dos ítems como “situaciones anormales”, también incluiría en esta definición al pago de intereses porque es, en definitiva, el resultado de la insustentable deuda dejada por el macrismo.

Se menciona insistentemente que las expectativas de devaluación obedecen a la denominada brecha entre el dólar oficial y las cotizaciones alternativas (CCL y MEP) e ilegales. Pero se sabe que estas últimas son altamente especulativas y, por lo tanto, no son representativas pues no mueven grandes volúmenes, como sí ocurre con el dólar oficial, que es el que se utiliza para las operaciones de comercio exterior.

Otro de los argumentos es el de la emisión monetaria “fuera de control”. Sin embargo, proyectando el tercer trimestre, la Base Monetaria respecto del PIB se situaría en 8,6 por ciento, no muy distinta a los valores cercanos al 8,0 por ciento para el mismo período de 2016, 2017 y 2018, antes de que desembarcara el FMI y el macrismo aplicara la política de emisión cero, que llevó el indicador al 6,0 por ciento en 2019. 

Una desmonetización abrupta que, así y todo, no impidió la inflación (53,8 por ciento en el último año de Macri) ni la fuga de divisas. Bien típico de la concepción monetarista. Además no hay que perder de vista que, producto de la pandemia, aumentaron las necesidades de emisión en todo el mundo, no sólo en Argentina. Tampoco es correcto comparar la Base Monetaria con las reservas internacionales del BCRA, pues éste era el enfoque de la convertibilidad, una idea que, por los efectos que evidenció sobre la economía y la sociedad, ya debería haber sido abandonada por completo. Pero siempre existen algunos nostálgicos que intentan mantener viva esa idea.

Se trató de generar zozobra financiera en las redes respecto de un supuesto corralito sobre los depósitos bancarios, aunque nada de eso, lógicamente, terminó pasando. Un rumor que cayó por su propio peso. Sin embargo, para que no haya dudas, no existe punto de comparación con la época del “uno a uno”, cuando el sistema financiero estaba en su totalidad virtualmente dolarizado. Hoy casi el 80 por ciento de los depósitos del sistema esta en pesos. Y en cuanto al 20 por ciento restante, el indicador de liquidez en dólares del sistema financiero muestra que hay cobertura suficiente para enfrentar cualquier tipo de retiro de depósitos. La liquidez (dólares disponibles) llegó al 76,5 por ciento de los depósitos, cuando en enero era del 61,6 por ciento, y además hay un monto importante de depósitos institucionales que no se cancelarían.

Por último, no hay que omitir en el análisis los costos inflacionarios de una eventual devaluación, más aún en un contexto en el que la pobreza se encuentra en niveles del 40,9 por ciento de la población. Por eso, resulta clave desarmar la sesgada lógica con la que se trata de incidir en el humor cotidiano y que no repara en las consecuencias que pueda tener sobre el conjunto de la sociedad. (https://www.pagina12.com.ar/298111-dolar-importan-los-fundamentos )

Según un nuevo informe del Observatorio de Políticas públicas, modulo de políticas Económicas dependiente de la UNDAV (Universidad Nacional de Avellaneda), El valor del dólar ilegal no tiene racionalidad macroeconómica:de convalidarse, Argentina pasaría a formar parte del lote de países con ingresos bajos.


En la síntesis, el informe precisa:

Se han vivido semanas álgidas en materia cambiaria. Si bien en lo que va de este gobierno no se han perdido reservas (neto del pago de deuda), la dinámica de las últimas semanasparece preocupar. En este contexto, se vive una suerte de publicidad permanente por las cotizaciones alternativas que no ayudan a disminuir la brecha y tranquilizar las variables macroeconómicas. No obstante, el tipo de cambio oficial está en niveles sumamente competitivos. Medido a pesos constante tiene el nivel más elevado de los últimos 10 años. Además, las cotizaciones alternativas superan cualquier nivel alcanzado desde 2003.

En este informe, se realiza el ejercicio de medir las principales variables con el supuesto de quela economía se rigiera con las cotizaciones alternativas. De este modo se obtienen resultados que evidencian lo absurdo de dicha cotización.

Si la economía actual se rigiese a un tipo de cambio de$150, el PBI medido en dólares seríade US$ 165.899 millones, mientras que el PBI per-cápita daría cuenta de un ingreso promedio de US$ 3.656. De este modo, la Argentina pasaría de ser un país de ingresos medios a un país de ingresos bajos.

Lo mismo ocurre cuando utilizamos diferentes variables comparativas, como el salario promedio, la jubilación mínima o las transferencias de emergencia realizadas por la pandemia a las familias: en todos los indicadores, al medir lo que otorga Argentina al tipo de cambio oficial, se ubica en lo más alto de la región latinoamericana, mientras que,si se mide sus prestaciones al dólar blue, pasa a ser de lo más bajo.

Por ejemplo, pasaría de un salario mensual promedio (RIPTE) de 785 dólares a un salario de 403 dólares, quedando por debajo de países con salarios históricamente bajos como Brasil y Perú y cercano al nivel salarial medio de muchos países africanos.

Por otro lado, si la economía rigiese al tipo de cambio del blue, un automóvil como la Ecosport pasaría de equivaler 118 salarios mínimos a 230 salarios mínimos. Tomando un salario más elevado, como el promedio de los trabajadores estables, serían necesarios 64 salarios en lugar de 33. Por otra parte, un departamento promedio de dos ambientes pasaría a representar 800 salarios mínimos (hoy 411) y 238 salarios promedio (hoy 115).

Finalmente, la evidencia de los últimos años en relación a las devaluaciones e inflación también grafican el absurdo de pensar que la economía hoy se rige por un tipo de cambio 95% más alto que el oficial. Cuando se aceleran los niveles de devaluación, la inflación, de manera rezagada, le corre detrás. Argentina es un país bi-monetario, donde el dólar es un precio relativo que incide fuertemente en la evolución de los precios. El pass-through(traslado del tipo de cambio a precios) es un canal muy relevante en nuestra estructura económica, por lo cual, creer que hoy rige un tipo de cambio 95% más elevado que el oficial es no leer la coyuntura: sería imposible tener una inflación acumulada a agosto de 18,5% (se estima que en septiembre aumentará entre 2,5% y 2,7%), con una inflación interanual a la baja (de 53,8% en diciembre 2019 a 40,7% en agosto 2020)


Una secta recorre la Argentina y es la del terraplanismo económico: los libertarios. Un grupo que ha proliferado y ganado visibilidad en los últimos años pero que hasta ahora poco se ha investigado y que parece funcionar como el grupo de choque más agresivo y reaccionario del neoliberalismo.


Con una imagen cercana a las vanguardias y que parece cuestionar al status quo vigente, que suma una pose rebelde y anti política, cercana al espíritu punk, vociferan para reivindicar lo que llaman el anarcocapitalismo: un mercado total, que nadie lo pueda regir y en el que el Estado se desvanezca. Pero que en los hechos terminan por representar la doctrina del liberalismo autoritario.

Lejos de la rebeldía, lo que suelen reclamar es disciplina, orden y que el empresariado lo rija todo, deviniendo en los hechos la vanguardia patotera del capital concentrado, a los cuales son totalmente funcionales. Ya que el gran empresariado y los multimillonarios nunca se ven cuestionados en sus discursos, sino incluso reivindicados.

Como la clásica derecha tiene un fuerte olor a rancio y está desprestigiada, por su identificación con los programas antipopulares, los ajustes y el endeudamiento, ahora aparece revestida de nuevas formas y, sobre todo, expresada por sectores de la juventud.

Enemigo

Si el marxismo históricamente promovió la dictadura del proletariado, los libertarios en cambio militan por la dictadura del empresariado, en la cual se pueda despedir y explotar trabajadores sin límite alguno y en la que todo esté privatizado.

Su enemigo principal es el Estado, al que consideran opresor por fijar normas y regulaciones o garantizar derechos, y detestan los impuestos, especialmente los progresivos, como Bienes Personales, Ganancias y a la herencia, a los que consideran confiscatorios.

Han proliferado en los últimos años gracias a Internet y las redes sociales, donde el anonimato y la lógica de odio que a veces existe allí, les permite plantear consignas e ideas que antes no era posibles, corriendo el sentido común y extremando los reclamos, diciendo lo que antes no estaba políticamente permitido decir.

Su alta intensidad en redes sociales contrasta con el bajo volumen político que representan, ya que en las últimas elecciones su principal candidato quedó atrás del voto en blanco. Una señal de que se manifiestan mucho, alentados por el odio interno que los mueve, pero también que sus economistas están sobrerrepresentados en los medios e Internet.

La composición sociológica que tienen parece estar definida. En su gran mayoría son jóvenes sub-30, casi todos hombres. Las mujeres son muy pocas y no suelen tener rol alguno. Salvo las mamás de muchos de ellos cuando los acompañan a algunos eventos.

El discurso económico además de violento es sumamente simplista, ya que en él nunca aparecen problemáticas como el subdesarrollo, la restricción externa, las mejoras sociales, los desequilibrios productivos típicos de un país sudamericano o qué hacer con respecto a la deuda externa. Suponen que mágicamente estas cuestiones se resuelven achicando el Estado o dejando de emitir.

Intolerancia 

En el discurso libertario ya no se observan ni siquiera los restos del viejo sujeto liberal progresista, sino un individuo reaccionario, en el cual el microfascismo, la prepotencia y el narcisismo devienen centrales. Y en toda desviación a sus premisas pasa a ser identificada como estatismo, una dictadura y “un camino a ser Venezuela”.

Su propio lema “no me pises” (dont treat on me) y su símbolo (una víbora atacando) lo dice todo: se sienten oprimidos por el Estado (que supuestamente los pisotea) y por eso sienten que deban atacar, justificando su agresividad.

Cuestionan y les molestan los avances de los derechos sociales y políticos de otros grupos, lo cual es llamativo porque se oponen flagrantemente a la idea de ampliar las libertades y derechos individuales que tanto reclaman.

En el fondo les molesta cualquier forma de colectivismo (el feminismo, los movimientos sociales, los sindicatos, los derechos humanos) pues sienten que los subyugan y les “roban su libertad”. Con lo que queda claro que, a diferencia de otros movimientos autoritarios, no reivindican un sujeto colectivo detrás de sí (como la nación, la etnia, una religión o una cultura) sino simplemente la potestad irrestricta del individuo por sobre todo.

De esta manera nociones como la igualdad, la solidaridad o la preocupación por el prójimo están totalmente ausentes en sus lógicas, considerando que toda forma de integración social debe hacerse únicamente por medio del mercado. Así, suponen que alguien es pobre porque no le gusta trabajar o porque es oprimido por el Estado que lo coarta.

Agresión

De corte antiintelectual, no les interesa el debate o enriquecerse con otras perspectivas teóricas, sino simplemente agredir. Incluso, el rechazo al debate intelectual los termina de acercar al más duro terraplanismo, los movimientos antivacunas o protestar contra el 5G. Por eso no sorprende que algunos de sus enemigos centrales sean el Conicet o las universidades públicas, pero pretendiendo, a la vez, que sus ideas reaccionarias se enmascaren en un aire academicista.

Detestan lo que llaman “ideología de género”, al Che Guevara, y su planteo se entremezcla culturalmente con el negacionismo del genocidio de la última dictadura militar. Cualquier práctica que se desvíe de sus premisas es caracterizada como “comunismo”. El insulto preferido es “zurdo empobrecedor” o “liberprogres” aunque algunas veces pueden gritar “keynesiano de mierda”.

La apuesta libertaria por augurar el desastre, vender apocalipsis y meter miedo permanentemente termina por fragilizar las subjetividades y volverlas más vulnerables. Y así, al sentirse indefensas, hace que muchos sectores de la población sean propensas a salidas autoritarias al estilo Bolsonaro o Trump, ya que el miedo es un gran disciplinador social. Además, termina convirtiendo a la clásica derecha liberal como la de Larreta o Macri en simples moderados frente a este extremismo.

El espíritu reaccionario en términos económicos se traduce no sólo en recuperar ideas monetaristas y que han terminado en fracasos catastróficos en la historia del país bajo gobiernos liberales (tales como la experiencia de Martínez de Hoz, la convertibilidad o las Lebacs de Sturzenegger), sino que suelen abogar por destruir al Banco Central, e incluso por volver a un régimen monetario del siglo XIX como el patrón-oro.

Doble vara

Dicen que se oponen a todo estatismo pues militan el ajuste y detestan las regulaciones. Pero a la vez dicen que deben garantizarse los derechos de propiedad, las reglas de juego, que se pague la deuda externa y reclaman castigo y punitivismo. Es decir, en el fondo quieren un Estado fuerte pero solo al servicio de garantizar los derechos al gran empresariado.

Suelen amenazar con que van a dejar el país, paradójicamente, convirtiéndose en lo que más detestan: en inmigrantes y extranjeros, que van a “robar” trabajo a otros países. 

Cuando compran divisas por un canal no autorizado hablan de “dólar libre” pero si los sectores vulnerables ofrecen productos en la calle dicen “venta ilegal”. Plantean que en los “países serios no es joda evadir”, pero si aquí la AFIP ejerce controles hablan de “persecución” y “ahogo”. Reclaman contra la toma de tierras en los barrios humildes pero si el Estado reclama por las tierras usurpadas por countries y barrios privados, hablan de “guerra contra los ricos”.

En línea con el macrismo, reivindican la meritocracia, la cual increíblemente es propiciada por herederos millonarios, mientras que a la par se aponen a la educación estatal y a las universidades públicas, precisamente, que son herramientas excelentes para el progreso social y la movilidad ascendente vía el esfuerzo. 

Personajes

Las fuentes intelectuales de los libertarios los pinta de cuerpo entero. Recuperan a los padres de la escuela austríaca de economía, como Von Mises y Von Hayek, dos personas que se la pasaron hablando contra la improductividad pero que eran dos aristócratas que vivían de rentas.  Otra referencia intelectual es el monetarismo de la escuela de Chicago, en la cual sobresalía Milton Friedman, que fue asesor del dictador Pinochet.

Aunque sus representantes locales no se quedan atrás en hipocresía. José Luis Espert, el candidato a presidente por los libertarios en las elecciones pasadas, increíblemente financió casi el 100 por ciento de su campaña con fondos estatales. Diego Giacomini cobra un sueldo como empleado público en la UBA, donde dicta un curso.

O inlcuso Javier Milei, su representante más conocido, no sólo cobró su sueldo gracias al ATP del Estado, sino que fue postulado por el exdiputado salteño Alfredo Olmedo, un reconocido homofóbico, que reivindica la dictadura y que incluso fue encontrado con trabajadores esclavos en sus campos, para ser su ministro de Economía.

Una de las pocas mujeres libertarias que tiene visibilidad, Lilia Lemoine, fue la responsable de agredir al móvil de C5N mientras cubría una marcha anticuarentena. O incluso el periodista cordobés conocido como El Presto, que fue detenido unas horas hace algunas semanas por amenazar de muerte a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, y que se presenta también como otro mártir de la libertad y los derechos individuales, por que quedó expuesto cuando se conocieron sus fotos junto a Videla.

Así son los libertarios, supuestos defensores de la libertad, de la productividad, y combatientes contra el Estado pero que, en realidad, no practican lo que dicen, sino que solo proclaman ilusiones reaccionarias.

Julián Zícari Economista. Doctor en Ciencias Sociales (UBA/UNDAV/Conicet). Autor del libro Las crisis económicas argentinas. De Mitre a Macri.

La realidad muestra sus claroscuros en los relatos que interpretan sentidos, respecto de los hechos y las ideas que inundan el variopinto escenario de la globalidad. Las decisiones de los poderosos se valen de todo lo que este a su alcance para que no toda interpretación acceda a esos lugares de privilegios y decisiones colectivas. De como desde abajo instrumentos conciencia y organización popular será la posibilidad de gestar alternativas …


Daniel Távora Mac Cormack

 

Imágenes: Obras del pintor argentino Adolfo Nigro 

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