Viernes 8 de Mayo de 2020

II
Entre Operaciones y las Manipulaciones del Ego …

Convocados en las redes sociales con consignas que iban desde "No nos van a callar" hasta "No queremos comunismo", algunos barrios de Capital y el conurbano bonaerense fueron escenario de escuetos cacerolazos dirigidos contra el gobierno nacional y la extensión de la cuarentena. Originalmente agitado por algunos sectores ultraliberales que militan la violación de la cuarentena como si fuera una lucha por la libertad, el reclamo contra el aislamiento social obligatorio se entremezcló con las críticas de algunos sectores de la oposición por la liberación de presos y las consecuencias del parate económico. Sin embargo, a pesar de las expectativas, la convocatoria fue mucho ruido y pocas nueces.

"Con barbijo y respetando la distancia, volvemos a las calles: no queremos comunismo", rezaban los primeros afiches que empezaron a circular llamando a salir a la calles para reclamar contra la cuarentena, a la que consideraban un invento del "populismo" para ir tomando en sus manos el control total de la economía. Una de las primeras figuras públicas en expandir el llamado fue la senadora bonaerense del PRO Felicitas Beccar Varela, quien se volvió noticia hace una semana tras afirmar que "el coronavirus es una excusa para cerrar la economía, para cerrar las fronteras y para que todos los comercios e industrias fundan y una vez que funden, empiezan a estatizar". En una línea similar a la campaña contra la llegada de médicos cubanos --que especulaba con que los profesionales eran espías del gobierno cubano--, la convocatoria asociaba las políticas nacionales destinadas a enfrentar la pandemia con un "abuso de poder" que atizaba el peligro de la llegada del comunismo.


Inicialmente, la autoproclamada "Revolución de los barbijos" consistió en una iniciativa que convocaba a violar la cuarentena y salir a las calles para protestar. Esta manera de manifestarse le valió una denuncia penal en Rosario de parte de la Asociación de Víctimas de Trolls, quienes acusaron a los organizadores de incitar a violar el decreto nacional que ordena el aislamiento preventivo y obligatorio. Sin embargo, esta cronista recorrió el barrio de Palermo y no encontró gente que hubiera salido a las esquinas a manifestarse.


"Nosotros llamamos a la gente a protestar. Si la gente prefiere expresarse más cómodamente por la ventana con cacerolazos, están en todo su derecho. Lo que tememos es que ese modo de manifestarse sea insuficiente para que el Gobierno nos escuche", indicó a PáginaI12 un estudiante y militante libertario que prefirió no dar su nombre. "Yo protesto porque ya pasaron dos meses de aislamiento y los testeos masivos no llegaron y nuestra libertad civil sigue restringida, mientras se desangra el sector privado. Quiero que el Gobierno entienda que hay que activar ya la producción. El remedio no puede ser peor que la enfermedad", explicó.



El concepto "el remedio no puede ser peor que la enfermedad" se repitió mucho en las redes por parte de personas (y muchos bots) que denunciaban que, de no comenzar a abrir las actividades económicas, "el país se va a hundir". Una de las figuras más importantes que adhirió a esta hipótesis fue la ex ministra de Seguridad Patricia Bullrich, quien criticó al presidente Alberto Fernández por haber dicho que salir de la cuarentena implicaría "la muerte de miles de argentinos": "Sea responsable y no asuste a la sociedad, Presidente. Salir de la cuarentena no es a todo o nada como hicieron con los presos. En vez de señalar a la oposición podríamos debatirlo en una mesa conjunta", lanzó el miércoles. Durante este jueves, muchas personas se sumaron con el hashtag "Cacerolazo Histórico" o "Basta Cuarentena" para reclamar por el reinicio de la actividad económica: "Me sumo a las 20 hs. Tiene que haber un modo razonable de flexibilizar la cuarentena cuanto antes. No se puede extender por siempre", tuiteó el economista Miguel Boggiano.


Además de la batalla contra el fantasma del comunismo y las consecuencias sociales que el parate económico tienen sobre la población, las personas que cacerolearon también reclamaron contra el otorgamiento de prisiones domiciliarias para descomprimir las cárceles y evitar contagios, contra la compra con sobreprecios de alimentos por parte del Ministerio de Desarrollo Social, contra el proyecto de impuesto a las grandes fortunas y la decisión del gobierno nacional de no bajar los sueldos de las y los funcionarios públicos como modo de achicar el gasto público.

Seguir el Fixture ...


Es difícil seguir el fixture de los cacerolazos. Este jueves había anunciados cuatro. La marcha contra el comunismo, La revolución del barbijo, El7MContra el Gobierno y Cacerolazo Histórico. Pero las superposiciones de horario, los dos primeros a las 18 y los otros a las 20, en realidad los transformaron en solo dos. O dicho de otra manera, los hipotéticos caceroleros podían querer repudiar a la momia de Lenin o revolucionar su tapabocas pero los circunstanciales testigos nunca podrían discernirlo.


En el específico caso de las 18, en Belgrano, el barrio donde aún en las elecciones de 2019 el macrismo consiguió casi el 60 por ciento de los votos, nadie se dio por enterado. Los comunistas respiraron aliviados.
A las 20, la situación cambió un poquito.

Real MaliCIA




La CIA sabía lo que hacía cuando, para acorralar al gobierno de Salvador Allende, inventó, o copió, los cacerolazos.


Las cacerolas suenan fuerte. Se escuchan desde lejos. Amedrentan. Aún si son pocas.


Aún si son muy pocas.


En los tiempos de la Unidad Popular chilena la CIA enfrentaba un problema. Los o las que golpeaban las cacerolas estaban en la calle. Se podía contarlos. En general eran muchos. Pero había que juntarlos.


En los cacerolazos contra el gobierno de Cristina Kirchner también estaban en las calles. Se podía contarlos. A veces eran muchos. A veces eran pocos. Pero siempre había que juntarlos.


La gran ventaja de los actuales cacerolazos es que no están en las calles. No es fácil contarlos.


Pero el invento de la CIA funciona. Las cacerolas suenan fuerte. Y engañan.

Todos los ruidos, el ruido



A las 8 de la noche, en el corazón más macrista de Belgrano, empezaron los segundos dos cacerolazos. A las 8:02 se escuchaban ruidos aislados y a eso de las 8:05 el golpeteo parecía generalizado.


Pero, sorpresa. Una recorrida por la zona mostraba que casi no había gente golpeando en los balcones. Que en una zona con edificios de entre 10 y 25 pisos, con mucha suerte había dos balcones participando cada cien metros. Que la mayoría de las cuadras no mostraban ni uno.


Pero el ruido estaba.


Si uno agudiza el oído descubre que no son tantas las fuentes del sonido y en un barrio donde viven miles de personas unas pocas logran la diferencia.


Los contados transeúntes no mostraban mayor reacción ante el evento.


Un camión recolector de basura pasó con una cumbia a todo volumen. ¿El conductor quería eclipsar a las cacerolas? No parecía. Seguramente era su costumbre.


A los pocos minutos el golpeteo se fue distanciando hasta desaparecer. El 7M Contra ElGobierno o el Cacerolazo Histórico ya eran eso, historia.
Pero a pesar del ruido, no muy histórica.

Las inconsciencias del ser


Esa necesidad/deseo/compulsión de que se tenga registro de que “estoy”/”soy”, base de todo proceso identatario, produce, mas allá de las subrepticias voluntades e intenciones que las alimentan para otras cuestiones, un “meollo” de lo humano difícil de manejar o traer a la conciencia para que no moleste. Es que la experiencia individual se resiste a reconocerse parte de una “manada”, de “grupos” de “otros”. Lo “gregario” se torna carga para quién intenta “ser uno mismo”, pero en el intento se reconoce incapaz de soledad alguna y necesita que ese intento sea “reconocido” “alabado” e “imitado” por otros, para que al menos, en esos actos individuales de “separación/repetición”, “yo” este en el “otro” y el “otro” en mi reconociendo mi individualidad, autonomía, existencia yoíca. 

 

El neoliberalismo juega al máximo las tensiones para alimentar la disgregación y el poco espíritu de solidaridad y cooperación en un sistema depredador, competitivo, dónde el bienestar de unos es a base de privilegios que someten a otros a condiciones indignas de vida, pobreza extrema y el engaño de hacerles creer que en tanto individuos, dicha condición es su propio fracaso como persona, como “ser” humano y no el resultado de las formas que instituimos para que la realidad sea la que es y no de otros modos …

Procesos psíquicos

Comprender los entramados íntimos que juegan en los procesos de constitución de las personalidades de los humanes nos lleva a esos caminos intrincados entre el saber y el saber que no deseamos saber, pues es el saber que molesta y engaña. Es el saber del ego que no acepta la necesidad del “otro” que, en tanto “otro” tiene la posibilidad de elegirnos o no, del mismo modo que elegimos y desechamos a cualquier “otro” en nuestras vidas … incapaces de incluir lo diferente y de aceptar que formamos parte de comunidades y no podemos prescindir de esos “otros”.

Lo individual y lo comunitario o social juegan siempre esas tensiones de “lo humano” que en el inconsciente libran una batalla infinita entre el deseo y el placer del “ego” o la comodidad de subsumirme en la “manada” y encontrar en el “no ser” el mismo placer y deseo … o en el difícil emprendimiento de intentar lo imposible, ser uno en relación con “otros”, igualmente unos, viviendo, sin miedos, la libertad de “vivir como humanes” eligiendo y siendo responsables por uno y por cada uno de los que habitamos esta tierra. Nutriéndonos individual y colectivamente del ejercicio de nuestra libertad puesta para el beneficio de la humanidad toda. Claro que para ello hay que despojarse del ego y constituirnos “yo” en ese constante ir y venir de separación/diferenciación, entre lo que elijo ser y lo que “otros” desean que sea, y lo que ese “otro” decide “ser” y ese “otro” como yo deseo que sea.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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