Jueves 14 de mayo de 2020

Pandemia, globalizacion y puja distributiva 



La situación global de crisis humanitaria tiene unas proporciones descomunales y supone un auténtico colapso de nuestro sistema de relaciones económicas, laborales y sociales. Sin duda, se trata de una situación que trasciende el ámbito puramente económico. La crisis del Covid-19 está dando lugar a una situación sin precedentes, que va transformar nuestro modelo de convivencia social y las bases de nuestro Estado del Bienestar. Estamos observando cómo las respuestas de los Estados son dispares ante un desafío global, que se traduce en una pandemia histórica, como consecuencia de la rápida e intensa propagación del Covid-19. Estamos ante una pandemia que está provocando importantes efectos en los mercados de trabajo, en el sistema de relaciones laborales y en la aplicación de los instrumentos básicos de Seguridad Social.


La situación actual derivada de la crisis del coronavirus nos obliga a plantearnos cómo hemos llegado hasta aquí. Por ello, conviene referirnos sucintamente al precedente de la primera pandemia del siglo XXI, que fue ocasionada el Sars. Dicha crisis sanitaria se desarrolló durante los años 2002 y 2003. Se trataba efectivamente del primer gran virus impulsado por la globalización. Dicha epidemia duró un año y ocho meses, contagiando
a ocho mil personas infectadas y causando en torno a ochocientas mil muertes. Estas cifras no son comparables con los datos derivados del contagio y del índice de mortalidad del Covid-19. Con todo, conviene indicar que se siguen aplicando los mismos medios rutinarios de evitación del contagio de la enfermedad. Nos referimos a las cuarentenas y a las medidas de aislamiento social, que se están proyectando como recetas básicas en el ámbito laboral.

Como indican los científicos, estas medidas son los instrumentos más eficaces por ahora y a la espera de la ansiada vacuna. No hay otras formas alternativas de combate del virus más efectivas ( Las promesas del diseño de políticas públicas - B. Guy Peters - CUADERNOS DEL CENDES AÑO 36. N° 102 TERCERA ÉPOCA SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2019 CARACAS-VENEZUELA )


Desde que impuso el aislamiento social obligatorio, el Estado lleva invertido a través de la Anses alrededor de 162 mil millones de pesos, equivalente al 0,8% del Producto Bruto Interno (PBI) que tuvo el país el año pasado, monto que le permitió asistir al 62,4% de los hogares de la Argentina.


Esto se desprende de un informe del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav), donde se destaca que la política principal que llevó adelante el gobierno desde que empezó la cuarentena, esto es el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), “implicó un ingreso monetario de 10.000 pesos a más de 8,3 millones de familias, logrando ser la política de mayor cobertura y de mayor poder de compra transferido en la región”.

El documento de la Undav también consigna que “de la comparación del IFE con otras políticas similares de la región, se observa que la política implementada por Argentina resultó, en cuanto al grado cobertura, la de mayor alcance, y en cuanto al monto transferido, la de mayor capacidad de compra”. 

Destaca en ese contexto que “el esfuerzo fiscal que hizo el gobierno, en función del PBI, también es el más importante de la región”.

En la comparación regional con otros países que “también registran complicaciones de formalidad del empleo y población en situación de vulnerabilidad”, los investigadores universitarios verificaron que “Argentina es el país de mayor cobertura de hogares, alcanzando un total de 8,3 millones de familias, que representan el 62,4% del total, mientras que Brasil, el segundo país en cuanto al monto otorgado en dólares, cubre tan solo el 23,5% de los hogares registrados en el país”.

Cuando analizan el universo de los beneficiarios del IFE, desde el Observatorio autor del trabajo explican que el 61%, esto es casi 5 millones de personas, “registran relaciones no formales de empleo”, mientras que un 28,8%, casi 2,4 millones de personas son receptores de Asignación Universal por Hijo (AUH), Asignación Universal por Embarazo (AUE) y Asignación Universal por Hijo por Discapacidad.

Al mismo tiempo, el 8,5%, o sea alrededor de 700.000 personas, están registrados como monotributistas y trabajadores o trabajadoras de casas particulares; y el 1,7% son los beneficiarios de planes sociales incorporados en una segunda instancia.

A través del Ingreso Familiar de Emergencia, “el Estado invirtió más de 80 mil millones de pesos, un 0,38% del PBI, para asistir económicamente a más del 60% de la población”.

Además de esta política, la Anses también pagó un bono extraordinario a más de 8,3 millones de jubilados, pensionados y beneficiarios de AUH, AUH-Discapacidad y AUE, que representó una inversión de casi 27 mil millones de pesos cubriendo al 63% de este universo.

Por el lado del sector productivo, el gobierno decidió entre otras medidas, llevar adelante el programa ATP, también instrumentado por la Anses, que “pagará hasta el 50% del salario de más de 186 mil empresas, alcanzando a 1,3 millones de trabajadores que, junto con la reducción de contribuciones y el aumento del seguro de desempleo implican un esfuerzo fiscal de más de 40 mil millones de pesos”. 

Otros beneficios que destacaron los economistas de la Undav son los subsidios de la Tarjeta Alimentar que recibieron los beneficiarios de AUH, hasta 6 años y AUE; que fue de 4.000 o 6.000 pesos según el caso y “se espera un refuerzo igual a un subsidio extra”.

El peso del macrismo

En el informe, se señala que la crisis generada por el coronavirus se monta sobre el mal “desempeño macroeconómico de los últimos dos años”, periodo del gobierno macrista en el cual “cayeron todas las variables, exceptuadas las exportaciones en 2019”. 

Sumado a la caída del nivel de actividad, el empleo formal también fue mermando: la tasa de desempleo pasó de 7,2% en el 4to trimestre de 2017 a 8,9% en el mismo trimestre de 2019”, precisó el Observatorio de la Universidad de Avellaneda.

Y agregó que en el mismo período “se produjo una proliferación de monotributistas de bajas categorías: los cuentapropistas pasaron de representar el 21,2% del total de ocupados al 22,7%; y la tasa de informalidad aumentó más de 1 punto” sobre el total de la población económicamente activa.

Democracia, Gobierno y Estado ...



Qué pasará con la representatividad política después de la pandemia? ¿Daremos un paso adelante en la recuperación de la política como herramienta de cambio social? Nuestra dirigencia, ¿será capaz de promover las transformaciones que la sociedad reclama?

Son algunos de los interrogantes de una comunidad como la nuestra, que exige mayores niveles de solidaridad, integración social y presencia del Estado.

Con la masiva expansión del coronavirus la política ha vuelto a un primer plano a pesar de que el neoliberalismo la socavó, la negó y la puso al servicio de los grandes intereses económicos.  

¿Podremos poner la política al servicio de los derechos humanos y de los que menos tienen? ¿Lograremos construir políticas de Estado que trasciendan la coyuntura y nos obliguen a sellar acuerdos básicos que perduren en el tiempo?

El diputado nacional del PRO, por Neuquén, Federico Sánchez, hace unos días dijo que “la Ley Micaela era una ley totalitaria, infundada y sin sentido”. Agregó, además, “que formaba parte de un feminismo berreta y que iba a presentar un proyecto para derogarla”. 

Esta declaración, repudiada por el todo el arco feminista, fue muy grave no sólo por lo que dijo, sino porque fue en contra de los consensos sociales que la propia sociedad está construyendo y que un representante del pueblo no puede ignorar. Y mucho más, en un país donde ya hubo más de 100 femicidios en lo que va del año 2020.

Esta desgraciada intervención trajo enseguida a la memoria la mediocridad argumentativa de algunos legisladores nacionales cuando se trató la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. La senadora por San Juan del Frente de Todos, Cristina López Valverde, manifestó que no había leído el proyecto porque no tuvo tiempo pero que igual iba a votar en contra.

Algo parecido al “sincericidio” del entonces presidente de la Legislatura de Neuquén, Ricardo Corradi, quien a fines de los años ’90 manifestó que para él “las leyes y la Constitución eran chino básico”.

El presidente Alberto Fernández ha sabido hasta aquí combinar muy bien la ética de los principios con la ética de las responsabilidades, algo no muy común en los hombres de Estado y en aquellos que ejercen cargos en la función pública. Puso en primer plano el valor de la vida, promovió medidas de igualdad y justicia social, dio marcha atrás cuando fue necesario y pidió la renuncia de sus funcionarios cuando no estuvieron a la altura de las circunstancias.  


Mientras el presidente aparece siempre acompañado por el jefe de gobierno porteño y representantes de la oposición en una clara muestra de colocar por encima de todo la salud de la población, la oposición residual de Cambiemos opera para las corporaciones y se suma a cuanto cacerolazo anticomunista anda dando vueltas por ahí. Casi en la misma línea extravagante de Mauricio Macri cuando dijo que el populismo era peor que el coronavirus. 

En la provincia de Neuquén parece que las cosas no han cambiado mucho. Los imprescindibles acuerdos políticos y sociales ante la emergencia sanitaria, brillan por su ausencia. La figura del gobernador Gutiérrez es excluyente en los medios públicos de comunicación como si estos no fueran tiempos de diálogo, generosidad y amplitud política.

¿Cómo es posible que todavía la Legislatura de Neuquén no haya tomado la decisión unánime de derogar las jubilaciones de privilegio de jueces, diputados, intendentes y concejales, a tono con las claras señales que ha dado en ese sentido el gobierno nacional?

¿Cómo se entiende que las organizaciones sociales, que son en gran medida quienes cargan en el hombro gran parte de la tarea social en estos tiempos de pandemias, no integren, en muchos casos, los comités de prevención y emergencia social? 

El poder sigue estando demasiado lejos para muchos ciudadanos. El ejemplo más claro es el de la protesta de los mineros de Andacollo y Huinganco que, en medio de la cuarentena, tuvieron que viajar dos veces a Neuquén capital para reclamar por fuentes de trabajo y salarios caídos. En su segundo viaje Gendarmería Nacional los detuvo en Arroyito y debieron apostarse en la ruta esperando una respuesta. 

Recientemente, el filósofo Boaventura Sousa Santos planteó que ya no hay intelectuales de vanguardia, sino de retaguardia, haciendo alusión al nuevo compromiso que tienen que asumir con la ardua tarea de construir teorías basadas en las necesidades concretas de la gente común. 

Lo mismo podríamos decir de quienes tendrán la enorme responsabilidad política de pensar, liderar y llevar a cabo las aspiraciones de la sociedad. Si no transitamos el camino que señala el escritor portugués, corremos el riesgo de que el oído de los ciudadanos sea tierra fértil del oportunismo político, la prensa hegemónica y el fundamentalismo religioso.   

El presidente del bloque de diputados nacionales del Frente de Todos, Máximo Kirchner, se preguntó retóricamente “¿Cuando el hambre va a matar a la concentración de la riqueza en Argentina?”, tras cuestionar los titulares informativos que señalan “Hambre mata cuarentena”, al realizar su discurso de cierre de debate de la primera sesión virtual de la Cámara baja.


Cuando uno ve lo que sucede hoy en Chile; que la gente se muere y se juega con cosas que no tienen repuesto; ve gente con barbijos con máscaras de plástico por la calle y se pregunta, ¿hasta donde nos van a llevar?”, expresó el legislador.

 
Al rechazar los argumentos de quienes hablan de una “pandemia económica” recordó que “Argentina voló por los aires en diciembre de 2001 sin que hubiera siquiera un pequeño virus”.

En ese sentido cuestionó a quienes “piden que los empelados vayan a producir en bolsas Ziploc” y después “le piden al Estado que les ayude a pagar los salarios”.

Kirchner llamó a replantear “la distribución demográfica del país”, al señalar que “Argentina desperdicia gran parte de su territorio y de sus oportunidades”.

En su discurso, también le envió un mensaje al Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta: “Para aquellos que le dicen que tiene que abrir (la actividad económica) a lo que dé lugar, le decimos que cuenta con nosotros para aguantar esa presión y preservar lo que hay que preservar, que es la vida de la gente”.

También critican diciendo que ‘el presidente (Alberto Fernández) se ha enamorado de la cuarentena’; continuó; para expresar que “sí, es una medida correcta y se tomó a tiempo. Si el Presidente capitaliza una medida política que toma, ¡está bien!”

Los Vivos de siempre …


Mientras en los medios de comunicación masiva nos inundan con las anécdotas e historias mínimos de personas que suponen algún tipo de “muestra” de los efectos de la pandemia para la economía familiar y los negocios y las prestaciones de servicios como jardines de infantes, mueblerías, textiles u otros que aún no ingresaron en las flexibilizaciones a determinadas actividades para la salida gradual de la “cuarentena”, silencian asociados a esos intereses, la especulación y la intención de sostener el sistema de apropiación de riquezas y maximización de ganancias ...los vivos de siempre.

La Secretaria de Comercio denunció a las empresas Musimundo y Falabella; y los supermercados Disco, Vea, Jumbo y Coto por presuntas infracciones a la Ley Defensa del Consumidor, por incumplir con la entrega de sus ventas on line y brindar información engañosa durante la emergencia sanitaria y social por el Covid 19.


Según las denuncias que recibió la Subsecretaria de Acciones para la Defensa de las y los Consumidores (SSADC), estas empresas no cumplieron con las fechas pactadas para la entrega de los productos y operaron sin previo aviso o información al consumidor. En el caso de repactar el envío, se denunció que volvieron a incumplir, o terminaron pidiendo al comprador que retirase los productos en la sucursal.


También, informaron fuentes oficiales, incurrieron en supuesta información engañosa al advertir a los consumidores, a través de avisos en sus webs, que debido a las restricciones de circulación podían sufrir demoras en las entregas. Sin embargo, las empresas poseen autorización para circular y realizar las entregas a domicilio, y son las que establecen los plazos y formas de distribución, ya que el consumidor solo se limita a elegir entre las opciones informadas.n un comunicado, la secretaría que depende del ministerio de Desarrollo Productivo de Matías Kulfas, se señaló que “según la Ley de Defensa del Consumidor (Ley 24.240 ), informar un plazo de entrega cierto es una obligación para todos los proveedores, incluso durante la cuarentena, y las leyendas o cláusulas que adviertan sobre posibles incumplimientos son abusivas y no están permitidas.


Las denuncias fueron ingresadas a través de la Ventanilla Única de Reclamos de Defensa de Consumidor y el COPREC donde los usuarios refieren a la falta de obtención de respuestas por parte de las firmas.


En el marco de la emergencia sanitaria y el aislamiento social preventivo y obligatorio, estas conductas colocan a las y los consumidores en situaciones de mayor vulnerabilidad y los deja a merced de plazos de entrega indefinidos. Además, inducen a error a los consumidores acerca de cuáles son sus derechos y, por ende, pretenden desalentar los reclamos para que ellos puedan ejercerlo”, señalaron.


 

¿Qué puede una vida? ¿Cuáles son las condiciones bajo las cuales es posible exigir o luchar por una mejor forma de vida? La expansión a escala planetaria de la covid-19 nos enfrenta ante una serie de problemas éticos, políticos e institucionales. La situación de aislamiento y de peligro a la que hemos sido conducidos afecta nuestras condiciones de vida humana en la tierra: nuestras maneras de trabajar y de educar, nuestros hábitos de consumo y nuestras maneras de comer, nuestras formas de amar y de construir lazos de amistad. Nos encontramos ante una modificación sustancial de nuestros modos de vivir en el mundo, pero también de nuestras formas de morir en él. Sabemos del carácter excepcional de lo que acontece: la pandemia pasará, pero muchas de las medidas o dispositivos que se hallan montado resultarán difíciles de desarmar. Ya se puede observar, no sin cierta preocupación, las transformaciones que está produciendo el uso de la virtualidad en distintos ámbitos de la vida cotidiana. Otro tanto ocurrirá con determinadas prácticas que con el tiempo podrían quedar sedimentadas. No dejo de asombrarme cómo se ha interiorizado en mí, cada vez que he salido a la calle en estos días, esa especie de “temor a ser tocado”. Temor que, al decir de Canetti, solo se redime en la masa. 
 
En las actuales condiciones está en juego nuestra vida y nuestra libertad, pero ¿a qué llamamos libertad? Tenemos la oportunidad de pensar el aislamiento colectivo ya no simplemente como una pérdida de libertad sino más bien como una forma novedosa -en la cual las palabras “cuidado”, “responsabilidad” y “solidaridad” ya están adquiriendo un importante sentido- donde el otro no sea un límite sino la posibilidad de expansión de mi propia libertad y mi propio poder. Cuidado de sí como cuidado de otros, cuidado de otros como cuidado de sí. Spinoza esbozó en el siglo XVII los fundamentos de una “nueva” sociabilidad democrática donde la posibilidad de mejorar la propia vida depende de la mejora de la vida de todos.


En su carácter acontecimental, la situación actual dice algo sobre “nosotros”. Ha mostrado de la manera más cruda nuestra igualdad radical. Es que hay algo de la fragilidad de la existencia y de nuestra vulnerabilidad ante la pérdida que es eminentemente común. Todos hemos perdido -y perderemos alguna vez- a alguien o algo. Esta sensación de fragilidad y vulnerabilidad adquiere materialidad en nuestros cuerpos y nos constituye políticamente como sujetos expuestos a otros. Pero también la pandemia ha puesto de manifiesto las desiguales condiciones de existencia que tenemos como seres humanos. Nos encontramos en medio de una especie de geopolítica de la vulnerabilidad corporal donde pareciera que hay vidas -y formas de vida- que valen más que otras. Hoy la política ha devenido cosmopolítica y el nuevo cuerpo biopolítico coincide con la totalidad del mundo, con sus diferencias, asimetrías y desigualdades. 
 
Sin dudas, nuestra capacidad para actuar es aquello que nos constituye como seres políticos pero esa capacidad está anclada en la dependencia que los seres humanos tenemos de los demás seres, de las cosas y de los procesos de la vida. Por eso la oposición entre la economía o la vida es falsa: la economía es el lugar donde se realiza nuestra existencia material, nuestra vida corporal, sin la cual no solo ninguna vida es deseable sino siquiera posible. Quizás de aquí pueda surgir una “nueva economía política”: una bioeconomía social -una economía de la vida y no sobre la vida- que necesariamente tendrá que ser una economía poscapitalista o una economía de lo común.

La política es irreductible a la mera supervivencia, tiene que ver fundamentalmente con el con-vivir, con la vida en común o con el vivir bien. Pero la pregunta por cómo vivir y cómo vivir con otros está condicionada por los modos de organización de la vida. Podría decirse que este es el grado cero de la política que buena parte de la “gran tradición” de filosofía occidental no ha querido o sabido ver. Por muy paradójico que parezca, la situación de aislamiento colectivo es síntoma de nuestra condición de interdependencia. 
 
Nos guste o no, todos sabemos que la deriva actual del mundo nos está llevando a una situación de catástrofe. Nuestros modos de producción y consumo son insostenibles. Ya no se trata de la puesta en cuestión de un modo de vida dominante, lo que está en juego es nuestra existencia y el mundo que habitamos. Ahora: ¿podemos ya captar la forma que adoptarán las luchas en este contexto? Necesitamos nuevos lenguajes y nuevas prácticas que recuperen las mejores tradiciones y luchas emancipatorias y que puedan constituir lo que quisiera nombrar con la expresión “humanismo crítico”, tal como viene insistiendo en los últimos años el sociólogo Horacio González (si acaso ese no es el gran tema de toda su obra). Humanismo crítico como reflexión sobre sí mismo y sobre la relación de lo humano con lo no humano, sean éstos, animales, plantas, máquinas, dioses o virus. Ese humanismo crítico que se encuentra en nuestras mejores tradiciones culturales vinculadas al pensamiento y al arte y que se entrelaza en una cantidad de experiencias actuales de luchas colectivas: las de los movimientos feministas, las del indigenismo, las de los trabajadores desocupados y de la economía popular, las de los movimientos sociales y campesinos, las de las experiencias anticoloniales del tercer mundo y las disidencias sexuales, las de las fuerzas democráticas que se expresan también en instituciones más clásicas como sindicatos y partidos. Precisamos una nueva praxis del Sur -composición de teoría y práctica política- que pueda dialogar con las fuerzas emancipatorias que se expresan en las distintas lenguas del mundo.


No sabemos la forma que tomarán nuestras sociedades. El reconocimiento de nuestra interdependencia y de la necesidad de cuidado del mundo pueden ser el punto de partida para impulsar una serie de luchas por lo común de la cual surjan un conjunto de tareas democráticas para el tiempo que viene. Sin dudas, la situación actual es objeto de temor o de esperanza para muchos. Pero no se trata de inmunizarnos ante estos afectos que nos constituyen, sino de dejarnos atravesar por ellos y de convertir las pasiones tristes que gobiernan el mundo en fuerza colectiva de transformación social.
* Diego Conno es politólogo (UNAJ, UNPaz, UBA).

Las situaciones inéditas que se suceden tanto en lo individual como en lo colectivo son  evidencia de las tensiones que ya existían en las relaciones humanas producidas y sostenidas por la globalización, patriarcal,colonial, capitalista, neoliberal. Estas relaciones, de impacto mundial,  ahora resultan en las confrontaciones entre una sociedad tecnocrática que se pretende continuadora automática de las formas sistémicas de concentración de riquezas, privilegios y ejercicio del poder para imponer colectivamente esas formas o las que proponen comenzar a pensar un nuevo diseño de comunidad, un nuevo orden mas justo, democrático, solidario que coloque la vida, la salud, el poder democratizado de las decisiones que nos afectan a todos y la igualdad de oportunidades, de derechos, garantías de esos derechos y de los deberes que deben estar al servicio de la cooperación y no de la competencia, entendiendo y dando forma a las diferencias y diversidades de modos de lograr una mejor humanidad.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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