Viernes
15 de mayo de 2020
La
pandemia no produce la crisis económica en la Argentina en tanto el
país ya estaba en crisis económica desde antes de el inicio de la
crisis sanitaria en nuestro suelo, producida por el ingreso del
Covid19.
Actualmente,
es mucha la preocupación sobre cuán afectado se verá el panorama
laboral luego de la pandemia, respecto de la cantidad de fábricas
que pueden llegar a cerrar y los trabajadores que perderán su fuente
de ingreso y subsistencia. Sin embargo, los números reflejan que la
problemática no es nada nueva y que esta crisis lleva ya tiempo.
En
los últimos doce meses previos a la cuarentena,
entre marzo de 2019 y marzo de 2020, un total de 14.830 empresas
desaparecieron en todo el país, al mismo tiempo que hubo una
reducción de 116.041 monotributistas y autónomos.
En
efecto, en el tercer mes del año pasado en el país había unas
553.883 empresas, contra unas 539.053 de marzo de este año. En
cuanto a los monotributistas, la caída fue de 1.797.139 a 1.729.145
(67.994 menos) y en los autónomos el descenso es de 908.105 a
860.058 (-48.047), según las cifras informadas por la Administración
Federal de Ingresos Públicos (Afip).
Estos números corresponden a los
aportes de empresas, autónomos y monotributistas de marzo que
ingresaron a la Afip, previo a la declaración del aislamiento
social, preventivo y obligatorio por el coronovirus.
Además,
en la discriminación de datos por sectores, los rubros que más
empresas han perdido son la industria (-2.222), la construcción
(-1.238), el comercio (-3.582), el transporte (-2.585) y el
alojamiento y servicios de comida (-1.075).
Estos números vienen en caída desde
hace cuatro años, con dos momentos principalmente fuertes: durante
2016 y 2017 se redujo la cifra casi en 3.000 empleadores, continuando
la caída durante la recesión de los dos años siguientes. Para
marzo de 2016, la cantidad de empresas con aportes a la Seguridad
Social eran 568.511, mientras que cuatro años después ese número
era de 539.053 (29.458 menos).
En
abril, el rubro Alimentos y Bebidas -que más incidencia tiene en
sectores de menores recursos- tuvo una suba del 3,2% y fue la mayor
variación e incidencia en el mes, según informó el Indec
Se
trata de un dato preocupante si se tiene en cuenta que es el segmento
de consumo impostergable para la gran masa de la sociedad,
en especial para los más postergados en términos de ingresos.
El
promedio
general marcó una suba del 1,5%
con lo cual se verificó una desaceleración respecto a los meses
anteriores y el nivel más bajo desde diciembre 2017.
La
paralización casi total de la economía a raíz de la pandemia
profundizó la recesión y derrumbó el consumo aún más de lo que
estaba, lo que también seguramente influyó en la merma de la media
de los precios.
Los principales aumentos se observaron
en rubros con un alto componente estacional como frutas y verduras,
tubérculos y legumbres.
También
hubo alzas de magnitud alzas en Carnes y derivados; Azúcar, dulces,
chocolate, golosinas, añadió el organismo.
El índice de precios al consumidor
(IPC) registró en abril un avance de 1,5%, 1,8 puntos porcentual por
debajo de la suba de 3,3% registrada en marzo, informó hoy el
Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
El rubro Alimentos y Bebidas fue el que más influyó en el incremento de abril al marcar un aumento de 3,2% respecto al mes precedente.
De esta forma, la inflación minorista acumuló un alza del 9,4% en el primer cuatrimestre del año, y del 45,6% en los últimos 12 meses.
La suba de abril de 1,5% fue la más baja desde noviembre de 2017 a la fecha, cuando se registró una variación de 1,4%.
En abril, el rubro que más se incremento fue Alimentos y Bebidas, con el 3,2%, un incremento que fue compensado en términos estadísticos con las bajas de 4,1% en Comunicación, y de 1,5% en Educación.
En tanto, los precios relacionados con Vivienda, agua, electricidad y combustibles se mantuvieron sin cambios, debido a la decisión del Gobierno de congelar las tarifas de los servicios y las naftas.
En el rubro Alimentos y bebidas, los principales aumentos se observaron en productos con un alto componente estacional como Frutas y Verduras, tubérculos y legumbres. También se observaron alzas en Carnes y derivados; Azúcar, dulces, chocolate, golosinas, entre otros.
Por contrapartida, el rubro Educación registró una baja en abril producto de la reducción observada en cuotas de distintos niveles educativos, aunque sigue siendo la división de mayor incremento acumulada en lo que va del corriente año.
Además el rubro Comunicación mostró una baja en abril, producto de la retracción en los precios de planes prepagos de telefonía celular y telefonía fija registrados en marzo.
Este ítem resultó el de mayor incidencia negativa en el mes y fue principal causa de la baja observada en Servicios (-0,2%) y precios Regulados (-0,7%).
Luego de que se difundieran los números de abril, el titular del Indec, Marco Lavagna destacó “la dificultad que presenta realizar estadísticas en medio de la pandemia”, con muchos negocios, de rubros enteros inclusive, que estuvieron cerrados.
El rubro Alimentos y Bebidas fue el que más influyó en el incremento de abril al marcar un aumento de 3,2% respecto al mes precedente.
De esta forma, la inflación minorista acumuló un alza del 9,4% en el primer cuatrimestre del año, y del 45,6% en los últimos 12 meses.
La suba de abril de 1,5% fue la más baja desde noviembre de 2017 a la fecha, cuando se registró una variación de 1,4%.
En abril, el rubro que más se incremento fue Alimentos y Bebidas, con el 3,2%, un incremento que fue compensado en términos estadísticos con las bajas de 4,1% en Comunicación, y de 1,5% en Educación.
En tanto, los precios relacionados con Vivienda, agua, electricidad y combustibles se mantuvieron sin cambios, debido a la decisión del Gobierno de congelar las tarifas de los servicios y las naftas.
En el rubro Alimentos y bebidas, los principales aumentos se observaron en productos con un alto componente estacional como Frutas y Verduras, tubérculos y legumbres. También se observaron alzas en Carnes y derivados; Azúcar, dulces, chocolate, golosinas, entre otros.
Por contrapartida, el rubro Educación registró una baja en abril producto de la reducción observada en cuotas de distintos niveles educativos, aunque sigue siendo la división de mayor incremento acumulada en lo que va del corriente año.
Además el rubro Comunicación mostró una baja en abril, producto de la retracción en los precios de planes prepagos de telefonía celular y telefonía fija registrados en marzo.
Este ítem resultó el de mayor incidencia negativa en el mes y fue principal causa de la baja observada en Servicios (-0,2%) y precios Regulados (-0,7%).
Luego de que se difundieran los números de abril, el titular del Indec, Marco Lavagna destacó “la dificultad que presenta realizar estadísticas en medio de la pandemia”, con muchos negocios, de rubros enteros inclusive, que estuvieron cerrados.
“Por ejemplo, en indumentaria, bares y
restaurantes, y hotelería, que estuvieron cerrados, no pusimos
‘cero’ sino que mantuvimos la variación promedio, para no
afectar, para arriba o para abajó, el cálculo final”, explicó
Lavanga en declaraciones a un medio radial.
El funcionario dijo que las restricciones impuestas por las medidas de aislamiento por el coronavirus “nos obligó a acelerar todos los procesos de mejora de calidad y comunicación", y "así fue como suspendimos los trabajos presenciales y pasamos a impulsar otros mecanismos a distancia, que ya estábamos usando” como la recolección de datos vía telefónica o por internet.
El funcionario dijo que las restricciones impuestas por las medidas de aislamiento por el coronavirus “nos obligó a acelerar todos los procesos de mejora de calidad y comunicación", y "así fue como suspendimos los trabajos presenciales y pasamos a impulsar otros mecanismos a distancia, que ya estábamos usando” como la recolección de datos vía telefónica o por internet.
Hacía
bastante tiempo que no me detenía en la columna de Fernández Díaz
en LN. Leo casi todos los diarios y en general, aún con enormes
disidencias con muchos columnistas, suelo respetar sus pensamientos y
entiendo que escriben para algún sector de la sociedad que valora
sus pareceres.
Su
escrito del 10 de mayo en LN me asustó. Así sin vergüenza lo
confieso. La nota de Fernández Díaz es un muestrario de violencia
próxima auto justificada en virtud de lo que él denuncia como
violencia presente. Aparte es de una enorme mendacidad, muestra una
mirada política con 40 años de atraso y una serie de conclusiones
imposibles de rastrear en la realidad. Le conocí otras virtudes
literarias al cronista y percibo una decadencia intelectual enorme en
su posibilidad, como periodista, de mirar la Argentina.
Veamos que dice: "La
radicalización del kirchnerismo no es un mero capricho personal de
la arquitecta egipcia, sino un dogma que se susurra lúdicamente en
su petit comité. Allí hablan de acabar ya mismo con esta democracia
elitista" y de crear un Estado comunitario.”
Otra parte de su nota convierte en
información una suerte de fábula que habla sobre “Un sector del
cuarto gobierno kirchnerista cree que ha llegado su hora: tiene desde
el origen ansias feudales y un gen estatista y aldeano, pero ahora
directamente considera vetustas las reglas de la Revolución
Francesa, desdeña la división de poderes y los organismos de
control, pretende reformar la Constitución y descree de la libertad
de prensa.”
No estaría mal que el autor utilice
estas referencias como parte de una novela, género en el cual se
desenvuelve bien. Pero está escribiendo una nota en un diario, la
cual se presume contiene información verificada y no argucias e
inspiraciones muy cerca de las fake news y muy lejos de la verdad.
Y sigue “Piensan desde hace años en
una estrategia de gradualismo revolucionario, que consiste en llegar
por los votos, desnaturalizar desde dentro las instituciones, copar
el Estado, generar más dependencia por control, dádivas y
subsidios, castigar con impuestos a los emprendedores y perseguir a
los disidentes como enemigos ideológicos. Para los maximalistas se
trata de un periplo por fases, puesto que las sociedades se resisten
a la medicina y revelar el tratamiento completo asustaría a los
pacientes. Aunque no lo proclamen en público, aunque solo lo
compartan en las peñas o en ciertas cátedras de lunáticos y
esnobs, los maximalistas siguen creyendo, como en el pasado, que la
mejor democracia es una dictadura popular”
Por suerte solo esnobs, lunáticos y
participantes en peñas (folclóricas? futbolistas? cuales?) están
en estas conspiraciones tan peligrosas.
No conforme con lo hasta acá dicho,
Fernández Díaz en un arranque de fiebre que muestra no menos de 40
grados (con menos es imposible escribir esto!) interpreta a los
oníricos y se torna en augur de futuros: “Aunque sin fusiles, ese
sueño es totalitario. Y por lo tanto, para consolidar un régimen de
ese sesgo más temprano que tarde, los fusiles reaparecen.”
Y lo grave, lo vehemente, el llamado a
sus lectores a que se conviertan en férvidos quijotes de sus
hogares, llega con esta poco inocente y muy peligrosa frase final
“Con lucidez política y con herramientas cívicas, no nos queda
otra alternativa que luchar. Mejor que lo hagamos temprano, antes de
que irrumpan por la fuerza en nuestra casa.”
Estimo que el mismo autor pone una
falaz cuota de moderación cuando habla de “herramientas cívicas”
quizá asustado por el tenor que tomaba su proclama guerrera,
grietosa, fanática e intimidante. Pero bien sabemos que si las
hordas invaden tu hogar no te vas a defender mostrando tu DNI con los
votos electorales ni un ejemplar de la constitución nacional. Lo que
Fernández Díaz propone es otro tipo de armas. Las peligrosas. Las
que los sectores sociales que constituyen el núcleo duro de sus
lectores y seguidores del medio en el cual escribe, han sabido usar
en varios pasajes de nuestra historia. Y lo han hecho con criminales
resultados. (*)Osvaldo Mario Nemirovsci es Diputado Nacional (mc) por
el PJ Rio Negro. Pte. De la Comisión de Comunicaciones e Informática
(2003/07); Coordinador Gral. del Sistema Argentino de Televisión
Digital (TDA) (2009/15). (InfoGEI)
De
monstruos, literatura y coronavirus
Los monstruos aparecen en los momentos
de crisis. En medio de la pandemia del coronavirus, un breve
recorrido narrativo para recordar a los monstruos de ayer y
reflexionar sobre los que nos acechan en la actualidad.
Las
narrativas del terror aparecen inherentemente ligadas a contextos de
crisis social. A lo largo de la historia, estos discursos codificaron
el horror colectivo a través de monstruos como figuras que
personifican y le dan materialidad a los peligros que tanto ayer como
hoy nos acechan.
En estas narrativas, los monstruos son
personajes del orden de lo fantástico que irrumpen en el plano de lo
real, subvirtiendo las leyes del mundo conocido y encarnando lo
ominoso.
Se viven tiempos excepcionales, las
reglas de nuestros mundos aparecen subvertidas, pero el reinado de la
racionalidad y la epidemiología mató a los clásicos monstruos,
dejando de frente a un “enemigo invisible”.
Vampiros
y brujas: un pequeño recorrido sobre narrativas y epidemias
La
existencia de los monstruos tiene su propio tratado: Malleus
Maleficarum,
escrito en 1486 por dos monjes inquisidores dominicos, Heinrich
Kramer y Jacob Sprenger. Este tratado despliega su propio bestiario:
súcubos, íncubos, muertos vivientes, brujas y aparecidos, entre
otros.
El
Malleus
Maleficarum reúne
a todos estos seres sobrenaturales, pone en palabra y confirma, bajo
la autoridad eclesiástica, que las brujas y los demonios conviven
con el resto de los mortales. Estos seres con poderes sobrenaturales
son descritos como una amenaza para la población, por lo cual
resultaba un imperativo cazarlos. Los monstruos poblaban el
imaginario social dentro del paradigma religioso y todo aquel que
ponía en duda la veracidad de estas palabras era declarado hereje y
condenado a muerte.
No
resulta extraño, entonces, que la historia de las epidemias sea
también una historia de monstruos. Lo sobrenatural funcionaba como
la narrativa que permitía explicar la transformación de los cuerpos
y personificar, a través del discurso, al culpable de las muertes
inexplicables.
La
aparición de los vampiros en la Edad Media, previa a la publicación
del Malleus
Maleficarum pero
en sintonía con el mismo, aparece ligada a la irrupción de
epidemias como la peste negra que devastaron a las poblaciones
europeas.
En
las narrativas de la época, plasmadas en algunos textos medievales
canónicos como Historia
rerum Anglicarum (1198),
estos monstruos eran muertos que resurgían de sus tumbas y
aterrorizaban a la población. No eran las pestes sino los vampiros
los responsables de las muertes. Algunos seducían a sus víctimas y
les chupaban la sangre, otros volvían de la muerte para acechar a
sus familiares.
A diferencia de la incontenible peste,
se podía acabar con los vampiros mediante la incineración. En las
narraciones, quemando al vampiro se terminaban las muertes,
ideologema que resolvía los horrores de una realidad material que
resultaba incontenible. En algunas regiones, los vampiros
personificaron las epidemias y fueron responsabilizados por ellas
hasta entrado el siglo XVIII.
De este lado del mundo, en las
tolderías de nuestra pampa, las enfermedades también aparecen
ligadas al orden de lo sobrenatural. El gualicho, en mapudungun,
representa a un espíritu o ser maligno que aparece como figura clave
en las mitologías ranqueles, tehuelches, pampas y mapuches.
El
general Lucio V. Mansilla, militar y autor de Una
excursión a los indios ranqueles,
narra que los ranqueles explicaban sus enfermedades como producto de
que se les haya “metido” el gualicho. La “virgüela”, cuenta
Martín Fierro, es la causa de la muerte de su fiel compañero Cruz
durante su estadía en las tolderías pampeanas y es causada por el
gualicho. La viruela, importada por los españoles desde los tiempos
de la “Conquista”, causó estragos en los pueblos originarios
americanos, debilitando sus defensas frente a los conquistadores y
volvió a irrumpir dentro de esta población durante las campañas
del “desierto”.
Los textos decimonónicos narran que
las brujas, principalmente mujeres mayores eran más proclives a ser
poseídas por los espíritus malignos, corporizándolo. Se las
responsabilizaba por estas epidemias y debían salvar a los enfermos.
En caso de no hacerlo resultaba común que paguen sus culpas siendo
sacrificadas.
Lo
fantástico y la contemporaneidad
Por otra parte, lo fantástico como
género literario surge a fines del siglo XVIII como modo de
configurar los traumas del desencantamiento del mundo, la
descomposición de la tradición (todo lo sólido que se desvanece en
el aire) y la ausencia de amparo en un discurso orientador. En esta
narrativa, la civilización moderna y el mundo de lo conocido
aparecen irrumpidos por un acontecimiento sobrenatural cuya
codificación responde a los avances tecnológicos y científicos de
la época.
El
elemento fantástico encarna la otredad, lo oculto, aquello que la
racionalidad no puede controlar y retorna. Los monstruos representan
lo siniestro, lo que en la sociedad racionalizada aparece velado.
Ejemplos populares de esta literatura son Frankenstein
de Mary Shelley, y Dr.
Jekyll y Mr. Hyde
de Robert Louis Stevenson.
***
En la actualidad, en una nueva fase del
capitalismo, el neoliberalismo desdibuja la materialidad y nos arroja
al régimen del capital ficticio, de las apariencias, las
fantasmagorías, lo espectral. No es casual que, ante otro
desvanecimiento de todo lo sólido, los fantasmas, vampiros y brujas
vuelvan a poblar las narrativas contemporáneas. Los monstruos como
personificación y causa de las enfermedades en las manifestaciones
del pasado son ideologemas que develaban y volvían material al
belicoso y oculto enemigo del que tanto habla nuestro presidente. Ya
no tenemos monstruos, pero sí espectros.
Hay que valorar la fuerza de la
metáfora. “Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo”,
sentenció Karl Marx en 1848, y la imagen sigue pulsionando y
aterrorizando el imaginario de la derecha argentina, que busca
revivir la narrativa del monstruo para dotar de materialidad a ese
“enemigo invisible” -mientras, el gobierno norteamericano calma
la sed de lo sobrenatural en un plano más propio de la ciencia
ficción, publicando grabaciones de OVNIS registrados por el
Pentágono-.
En ese sentido, hay otro uso de la
monstruosidad. Las representaciones vampíricas aparecen ancladas en
figuras aristocráticas: basta con pensar en el conde Drácula o la
duquesa Erzbet Bathory. Durante la Revolución Francesa, se llamaba
“vampiros” a aquella aristocracia opresora, “parásitos” que
chupaban la sangre de las clases más pobres para mantenerse en el
poder.
Muches de les pensadores que están
analizando la crisis abierta por el coronavirus sostienen que la
epidemia pone en evidencia problemas estructurales que ya se venían
desarrollando, y ven este momento como la posibilidad de pensar en
nuevas formas de organización. Cabe en este sentido preguntarse
¿quiénes son los nuevos vampiros?
A
veces me despierto y creo que tuve un mal sueño, una pesadilla de
ésas que permanecen al acecho aún en la vigilia. Y enseguida me doy
cuenta de que no soñé con que el mundo era un purgatorio, y que lo
es. Que en el panóptico global hay algo que reventó, y que es el
mundo en el que vivíamos el que mutó.
Ya quedaron imprecisas y un poco
inútiles todas las asociaciones al pasado, porque este nuevo
laberinto sólo encontrará su explicación mirando hacia adelante.
He mencionado hace poco el discurso de aceptación del Nobel de la
escritora polaca Olga Tokarczuk, porque junto con el ensayo que
escribió hace unos días Ignacio Ramonet, son las dos lecturas de la
época que más me han interpelado últimamente. Ramonet hablaba de
un “hecho social total”, que convulsiona todas las esferas
sociales, económicas y políticas. Así es lo que transcurre
atravesado por fosas comunes, escupidores de médicos, conteos
diarios, asimilación de esos números, el lento acostumbramiento al
horror, la admisión cada menos escalofriante de que en un país han
muerto ese solo día mil o dos mil personas, o quinientas, o festejos
porque fueron cuatrocientas. Y esa inercia de la que es imposible
librarse porque viene de una dimensión del efecto del tiempo que no
controlamos, es la que permite y habilita a la ultraderecha, que
antes era sólo derecha, a dar por hecho que habrá miles de muertes
más pero que “no hay que parar”.
¿Qué es la economía sin la sangre,
la saliva, el sudor, el hueso roto, la piel despellejada, el ruido en
las vísceras, sin todos esos millones de cuerpos de hombres y
mujeres que las elites pretenden volver a poner en sus lugares de
trabajo? Son números. De cuentas bancarias o de muertos. Les da
igual. No son anticuarentena, son antivida. Nunca nada fue tan
evidente. La mutación ha hecho que esos villanos y todos los idiotas
útiles que les creen sus folletines de alambre –los presos iban a
ser fuerza de choque del comunismo, con esto están tapando el
dengue, la estrategia sanitaria es una intromisión intolerable del
Estado en las vidas privadas, y bla bla –, hayan dejado atrás la
simulación. No disimulan. Morirá más gente y la economía
fracasará: ya hay fábricas en Estados Unidos con cientos de obreros
contagiados, y siempre está el ejército de desocupados, pero esta
vez, que es diferente a todas, esos condenados también están
muriendo como moscas. Muy pronto no habrá reposición de mano de
obra.
Este proyecto elitista es en realidad
una reacción a un fracaso absoluto, pero de un absoluto ontológico.
Somos Abeles y Caínes al principio de otra historia que quizá sea
larga, o no. Nadie puede prever hasta dónde querrá Trump abordar su
plan B, que es derrocar a Maduro e iniciar una guerra con China
¿Suena distópico? Nada es distópico hoy. Porque hay muchos
desequilibrados y nadie está controlando nada. Se salió de madre el
mundo. Por eso lo recomendable es ir en cámara lenta, día por día,
haciendo de la lentitud, y de su pausa el primer atributo necesario
para soportar estos días.
También recordé, cuando leía a
Ramonet, que él fue el primero en conceptualizar al Pensamiento
Unico que caracterizó al neoliberalismo de los ´90. Eso cambió. Es
un concepto desdibujado porque ya no hay pensamiento único, y esa
herida narcisista es la que nos vienen cobrando hace mucho tiempo a
los que nos desmarcamos de la interpretación corporativa de la
realidad. Hoy Trump y Bolsonaro y otros muchos que integran el equipo
antivida, pueden profesar abiertamente, como gargajos repugnantes, su
desprecio por la vida humana, pero son los excéntricos del mundo. No
ganan la discusión. Porque el mundo ya es multipolar, y el
pensamiento también, y a los desequilibrados se los ve como son.
Esta politización de la pandemia por parte de la ultraderecha la
ubica ahí: en un extremo inimaginable hace tres meses.
Volviendo a Tokarczuk, en su discurso
de 2019 decía que las noticias falsas nos habían sumergido en la
ficción. Que la gente vive inmersa en un mundo ficticio que se
cuenta a sí misma porque se lo repiten permanentemente, y que nunca
hubo en la historia de la humanidad tanta gente hablando de sí
misma, tantas primeras personas, intercambiando mensajes con otras
primeras personas. Decía también que un efecto de las noticias
falsas es que no permite que exista una realidad que pueda ser
explicada. “Nos faltan explicaciones sobre el mundo”. Hoy esa
idea es potenciada por la pandemia y por el desemascaramiento de lo
aberrante.
Esta semana el fotógrafo brasileño
Sebastiao Salgado subió un video de una belleza extraordinaria, en
blanco y negro, con apoyos en la pantalla de gente como Susan
Sarandon, Almodóvar, Brad Pitt, Sting, y muchos otros, en el que
pedía que no permitamos que mueran todas las tribus aisladas de la
Amazonía. Lo decía mientras se iban viendo los retratos de esas
etnias que él registró durante años. La belleza, el valor, lo
indescriptible, lo fascinante, lo sano, lo inocente, lo bueno estaba
ahí. Y en Manaos están las fosas comunes ya cavadas, las visibles,
porque los muertos de la Amazonía profunda no tendrán tumba.
Todo
está claro y es límite. Lo que pasó en las villas porteñas se
pudo haber evitado si los villeros fueran considerados personas,
simplemente. Hubo dos meses para prever qué hacer. Y no hubo nada y
menos que nada: no hubo ni agua ni luz. Los medios diluyen el tema,
están esperando al conurbano. Ahí sí los noteros llegarían en
manada. Porque el dispositivo es amoral, igual que todos los que lo
integran.
Así que sólo queda tomarlo con calma,
hablar y decir todo lo que se piense, leer, tratar de entender más,
y defender la vida como lo hicimos siempre. Esta vez es literal.
Estamos defendiendo nuestras vidas y las de nuestros seres queridos y
las de todos los demás. Los villanos están dispuestos a todo, y se
pasaron de rayas.
Los
monstruos le escapan a los espejos, donde es imposible no reconocerse
monstruo. Los monstruos intuyen su monstruosidad y por ello escapan a
todo aquello que les devuelve esa monstruosidad que les anima por
tanto jamás pueden autoreferenciarse y necesitan siempre al “otro”
monstruo mas monstruoso en quién desviar todas las miradas.
La
pandemia nos devuelve a la consciencia esa necesidad no resuelta,
practicada o ejercida, sino es porque se nos obliga, a detener la
marcha irracional que nos moviliza en tiempos de falsa “normalidad”,
a no pensar en lo que hacemos, como lo hacemos, los porque y para
que de nuestras actitudes formas y prácticas y los efectos concretos
que estas producen en los otros. El resultado de vernos a nosotros
mismos frente al espejo y de reconocer en la razón y el uso de la
inteligencia nuestra parte en el desmadre en el que ejercemos las
actividades diarias sin percibir los daños y los efectos, nos
devuelve esa condición de monstruosidad con la que solemos tildar a
“otros” para que no se nos preste atención en esa
“monstruosidad” que nos es inconscientemente propia.
El
mero hecho de plantear como genuina la oposición entre salud y
economía, debería ser suficiente para demostrarnos la monstruosidad
que nos han impuesto y que no cuestionamos en el ritmo “normalizado”
que solo aparece conscientemente enfermo en la obligación de
aquietar el ritmo y la posibilidad de pensar la realidad desde otra
velocidad y otro tiempo mas introspectivo.
Tal
vez estos malos tiempos de pandemia nos devuelvan algo de la
humanidad perdida en tanta deformación monstruosa que nos lleva a
ver monstruos en la dignidad de quienes intentan mostrarnos la
posibilidad de otra realidad mas humana.
Daniel
Roberto Távora Mac Cormack
Comentarios
Publicar un comentario