Martes 12 de mayo de 2020

Esteban Montenegro, formado en filosofía y diseño, integra el grupo académico Nomos, dedicado a estudios sobre intervención en problemas de filosofía, pensamiento estratégico y geopolítica desde un enfoque situado y multipolar. En diálogo con AGENCIA PACO URONDO profundizó sobre el escenario global geopolitico que deja la pandemia, la revitalización de la comunidad organizada, la tercera posición y el camino de la militancia, entre otros temas.




APU: Recientemente, entrevistamos al ex secretario de comercio Guillermo Moreno y él consideraba que la situación de la pandemia no iba a cambiar el mapa geopolítico global, ni que tampoco iba a producirse una transformación de los sistemas económicos. ¿Qué garantiza que al pasar la pandemia, el neoliberalismo no vuelva a “empoderarse”?



Esteban Montenegro: Mi posición es que no vamos en lo inmediato hacia un “nuevo mundo” sino hacia la profundización de una crisis existente con anterioridad, la del orden liberal internacional y sus coordenadas ideológicas y existenciales. Contra lo que éste pretendía, la expansión de la economía global y los mercados emergentes no han unificado política y culturalmente al mundo bajo el modelo occidental.


Pero, además, las privatizaciones y ajustes han dejado al “primer mundo” sin posibilidad de traccionar su propia economía y su propio destino, enfeudado como está al sector financiero. Digamos más, materialmente depende de los “autoritarios” países de Oriente. Además, el multiculturalismo, ese ensayo a pequeña escala de “aldea global”, está volando por los aires en Francia y en el resto de la (des)Unión Europea.


Frente a ello, la tendencia general de la crisis venía siendo “el retorno de los límites” y la pandemia confirma todo esto y lo acelera. Que hoy se nacionalicen empresas y se reconozca la existencia y eficacia de la administración de fronteras es un signo de que el sistema está estructuralmente en crisis y ninguna de sus dos alas, ni la “progresista” ni la “neoliberal”, puede resolverlo sin negar sus presupuestos ideológicos de base. El verdadero “virus” que corroe este orden es la verdad, “la única realidad”. Podrá ser identificado por ellos con el Covid-19 o con el populismo, con “la extrema derecha”, con Rusia o con China, pero a la corta o a la larga, ningún bienpensante de “costumbres suecas” podrá escapar de él.





APU: Usted integra un grupo de estudios especializados en Tercera Posición. Durante la cuarentena medios argentinos han difundido y revisitado las posiciones filosóficas sobre la pandemia de Byung-Chul Han, Slavoj Zizek, Jean Luc Nancy, Franco “Bifo” Berardi, Judith Butler, Alain Badiou, entre otros. ¿Pero qué aporte diferencial puede realizar una mirada desde la tercera posición a este contexto?




EM: Mi crítica a los autores mencionados se puede encontrar en mi artículo “Intelectuales sin brújula”. Quisiera detenerme en la cuestión de la “Tercera Posición”. Una forma de entenderla es como la histórica posición de neutralidad que asumió nuestro país frente a los conflictos internos de las potencias del hemisferio norte. Aunque esta neutralidad no es valorativamente neutra, entiende que tomar distancia de los conflictos ajenos permite ganar márgenes de soberanía. Si por “Tercera Posición” entendemos ésto, creo que asumirla es una necesidad. Pero también existe una visión “ideológica” de la Tercera Posición que respondía al contexto de la Guerra Fría. Andrés Berazategui, compañero de Nomos, tiene un artículo en nuestra página donde señala su vigencia.


Mi posición personal, por el contrario, es que resulta improcedente desde el punto de vista de que en la actualidad no se vislumbra ningún orden internacional alternativo ni una ideología de pretensiones totalizadoras como era otrora el materialismo dialéctico. China no está intentando imponer su modelo al resto del mundo, sino hacer buenos negocios desde el punto de vista del incremento del poder nacional chino. Ese es su único “crimen”, el resto es propaganda. Por lo tanto, desde un punto de vista ideológico y existencial ni los chinos ni los rusos representan una amenaza. Por el contrario, coincidimos con ellos en la búsqueda de caminos alternativos al orden internacional liberal, que sí nos resulta hostil en lo inmediato.


APU: ¿Considera que este contexto revigoriza el concepto de comunidad organizada?


EM: Por supuesto. Especialmente ahora que redescubrimos por un momento la vida en el hogar, que se había reducido a ser un mero lugar de descanso. La comunidad es el espacio de lazos naturales al hombre cuando no está capturado por la rentabilidad capitalista. Básicamente consiste en la familia y su “mundo circundante”: la escuela, el club, la parroquia, la plaza, el barrio. En la defensa de sus “fronteras”, podríamos decir, se erige el sindicato que defiende precisamente el ámbito y las incumbencias de la comunidad del trabajador. En ese sentido, para el peronismo, tal como nosotros lo entendemos, la comunidad es anterior y fundante de lo político, y tiene una lógica específica, territorial, que obliga a que las soluciones surjan y respondan a su ámbito de emergencia. El pueblo no se “crea”, ni es un relato o una articulación discursiva de demandas heterogéneas, es un dato antropológico real que se distingue de otros pueblos en razón de su historia y del espacio que habita. Más aún, ni el Estado ni los partidos políticos son el “sujeto” de la comunidad, sino meros instrumentos al servicio de la comunidad misma que es la que manda.



APU: A partir de estos postulados filosóficos que usted señala, ¿Cuál debería ser el rol de la militancia en este contexto y devenir?


EM: En primer lugar, querría aclarar que mi militancia actual se centra sobre todo en el terreno de las ideas y la comunicación social, editando libros y artículos en forma independiente con los compañeros de Nomos. Lo interesante es que la proliferación de medios y canales digitales de expresión permiten dar un amplio alcance a contenidos producidos “desde el llano”, sin intermediarios. Esto permite concebir la emergencia de actores políticos con un “saber-hacer” muy distinto al de la vieja lógica territorial, que por supuesto no dejará nunca de existir, por lo que dijimos antes, pero que estará obligada a ser más transparente, dinámica y expeditiva porque los medios técnicos así lo permiten. Y no nos referimos a la “política mediática”, vacía de sustancia, y que simplemente traslada los modos televisivos a los nuevos formatos. Hablamos de la emergencia de una forma de militancia distinta, a mitad de camino entre las ideas, los medios digitales y el territorio, en la que las nuevas generaciones no necesitan pedir permiso ni autorización a nadie para formular críticas o proponer soluciones alternativas a los problemas de siempre. Los medios están, lo único que resta es vencer la inercia, la ignorancia y el miedo a la hora de responder a los desafíos de nuestra vida en común y de nuestras respectivas organizaciones.
( http://www.agenciapacourondo.com.ar/debates/no-vamos-hacia-un-nuevo-mundo-sino-hacia-la-profundizacion-de-una-crisis-preexistente )



La embajada de Suecia en la Argentina sumó su voz a la polémica desatada por la mención que hizo el presidente Alberto Fernández al llamado “modelo sueco” para enfrentar a la pandemia de coronavirus. En un comunicado, evitó el debate abierto y enumeró las medidas adoptadas, “similares a las tomadas en otros países”, y resumió los argumentos sanitarios en los que las autoridades suecas basan el camino elegido.


En realidad, más que buscar contraponer a la Argentina con Suecia, en su presentación Fernández había salido al cruce de los que “con impaciencia hablan de abrir la economía” y ponen al “modelo sueco” como ejemplo. Para ello, usó una comparación con los datos que muestra Noruega.



"Son dos países que están pegados, que tomaron distintos caminos frente a la pandemia, uno mantuvo abierta su economía. El otro hizo lo contrario con una cuarentena. Suecia tuvo 14 veces más muertos que Noruega", apuntó Fernández. "Cuando a mí me dicen que siga el ejemplo de Suecia, que con 10 millones de habitantes cuentan más de 3.000 muertos, lo que me están proponiendo hacer nos hubiese llevado hoy a tener 13.700 muertos", aseguró.


Al día siguiente, en conversación con Alfredo Zaiat, se amplió la información destacando que al no profundizar el aislamiento Suecia tampoco se había garantizado un futuro económico mejor, como aseguran sus “fans” locales. El propio Riksbank, el banco central sueco, calcula que la caída de la economía de su país en 2020 estará entre el 6,9 y el 9,7%, en línea con lo previsto para el resto de los países europeos, hagan cuarentena o no.





Texto completo del comunicado de la embajada de Suecia


"Durante los últimos días la Embajada de Suecia ha notado interés sobre la forma en la que Suecia está combatiendo el nuevo coronavirus. Por eso acompañamos a continuación un texto explicativo al respecto: El objetivo de las medidas de contención de Suecia del brote del coronavirus es el mismo que en otros países – salvar vidas y proteger la salud pública. Nos enfrentamos con los mismos desafíos y hacemos uso de instrumentos similares a otros países – fomentamos el distanciamiento social, protegemos a los grupos vulnerables y a los de riesgo, realizamos testeos y reforzamos nuestro sistema de salud. El objetivo es aplanar la curva de contagios y evitar que el sistema de salud se sobrecargue.


Las medidas consisten en una combinación de legislación y recomendaciones. El Gobierno de Suecia ha impuesto el cierre de fronteras, suspensión de clases en escuelas secundarias, prohibición de visitas a geriátricos y eventos de más de 50 personas. Instamos a que las personas que presentan síntomas de Covid-19 no vayan a trabajar, lo cual es posible a través de un seguro de salud extendido. Las medidas de Suecia difieren de otros países solamente en tres aspectos: nosotros no hemos impuesto un aislamiento social, preventivo y obligatorio, no hemos impuesto el cese de la actividad comercial a algunas empresas y no hemos cerrado jardines de infantes ni escuelas primarias.


La vida en Suecia no continúa como de costumbre. La economía sueca se vio fuertemente afectada por la pandemia y se espera un ascenso dramático del desempleo.


Una parte importante de las medidas de prevención de Suecia consiste en proporcionar a los ciudadanos información confiable que los ayude a asumir la responsabilidad de su propia salud. La base de esto es la confianza mutua entre las autoridades estatales y los ciudadanos que se ha ido construyendo a través del tiempo. A modo de ejemplo, la administración de las vacunas del calendario infantil sueco es opcional y ha alcanzado una cobertura de vacunación del 97% entre los niños de Suecia.


La decisión de mantener abiertos sectores de la sociedad está basada en consideraciones de salud pública en lugar de intereses económicos. Mantener las escuelas abiertas tiene, por ejemplo, efectos positivos en la salud infantil y permitir que las personas trabajen es positivo para la salud pública. Estas medidas también fortalecen la igualdad de género.


En esta situación, es difícil hacer comparaciones directas entre las medidas de contención que han adoptado diferentes países. Suecia tiene tasas de mortalidad por Covid-19 más altas que algunos otros países que han impuesto la cuarentena, y más bajas que otros que también han impuesto la cuarentena.
Esta es una nueva enfermedad y pasará tiempo antes de que sepamos qué
 modelos funcionan mejor. En Suecia estamos aprendiendo, por ejemplo, que hay una necesidad de proteger los geriátricos de manera más efectiva. Siempre estamos abiertos a dialogar con otros países para que podamos aprender unos de otros."


“Un ejemplo de terror”


Antes de la reacción de la embajada, la televisión y los diarios suecos habían dado a conocer su mirada sobre el tema. Acostumbrados a que el modelo sanitario elegido en su país desate la polémica en el resto del mundo, la mayoría de los diarios se divirtió comentando que Suecia se tomaba como “un ejemplo de terror” en Argentina.


Ese fue también el enfoque de la televisión pública sueca, la más vista del país, que difundió una nota de su corresponsal en América latina, Tigran Feiler. Con ironía, destaca que en Buenos Aires siempre todos le manifestaron su admiración por el modelo social sueco, pero que en los últimos días algo cambió, cuando el presidente argentino usó a su país como ejemplo de lo que no se debe hacer.


Cuenta que el aislamiento fue muy popular en Argentina desde el principio, pero que ya aparecen síntomas de agotamiento. “Es fácil anunciar una cuarentena pero es muy difícil salir de ella”, asegura para explicar los motivos que desde su punto de vista llevaron a Alberto a poner a su país en el debate.


Para Feiler el gobierno argentino, como la mayoría, enfrentará un futuro económico ruinoso, agravado por el problema de la deuda, por lo que apostar por centrar el debate público en los resultados sanitarios no parece una mala opción. Aunque eso implique que no se pueda dejar atrás la cuarentena.


En línea con el comunicado de la Embajada de Suecia en Argentina, Feiler destaca que el enfoque elegido en su país no se basa tanto en consideraciones económicas sino en una tradición política liberal que aparece reflejada en las decisiones de las autoridades sanitarias. También duda de que el ejemplo elegido por Fernández haya sido el más útil para sus objetivos, teniendo en cuenta esa histórica envidia de los ciudadanos argentinos por cómo viven los suecos. Y cita reacciones en las redes sociales, donde muchos argentinos escribieron “¡Por favor, quiero ser como Suecia, dónde hay que anotarse!”


En una publicación anterior, el mismo Feiler había destacado que en Argentina casi no existía el debate que divide a la propia Suecia, México o Brasil sobre cómo se debe enfrentar al coronavirus. Lo que había llevado a las nubes los índices de aprobación de Alberto Fernández.


“La crisis por el coronavirus puede ser la más profunda de nuestro tiempo, pero también ofrece nuevas oportunidades para los jefes de estado de todo el mundo. En Argentina, el presidente Fernández ha fortalecido su liderazgo y espera construir un nuevo modelo social sobre las ruinas de la crisis económica”, escribió el 13 de abril.



En esa nota explicaba que el Frente de Todos había obtenido una amplia victoria electoral, pero que subsistía un 40 por ciento de la población muy refractaria a todo lo que tuviese que ver con el peronismo. Sin embargo, adoptar políticas tempranas de aislamiento ante el coronavirus le había permitido a Fernández romper esa “grieta” y proponer “una nueva epopeya” basada en el renovado papel del estado, la defensa del mercado interno y la redistribución del ingreso, en línea con la revalorización que estas posiciones adquirieron en todo el mundo a partir de la eclosión de la pandemia.


Después de asegurar que “la recesión económica está con toda seguridad a la vuelta de la esquina”, Feiler concluye que el presidente podrá presentar esas dificultades como “el precio que el país tuvo que pagar para salvar vidas. Un sacrificio nacional que para la oposición será muy difícil cuestionar”.
( https://www.pagina12.com.ar/265197-la-reaccion-de-suecia-ante-el-discurso-de-alberto-fernandez )


Las comparaciones siempre son odiosas, Las generalizaciones y liviandades con que estas se realizan generalmente idealizadas generan visiones distorsionadas respecto no solo a las opciones sino a las distintas realidades de cada sociedad y de como han instituido confianza o desconfianza entre sus ciudadanos y sus autoridades políticas, científicas, de Justicia y organismos de Seguridad, además, por supuesto de los sistemas de Salud y educación.



La controversia en el nivel mas burdo, gira en torno a aquello  de que los “individuos” somos “hijos del rigor” y que por ende, se nos deben imponer normas de conductas porque naturalmente no propendemos a cuidar y cuidarnos.


En los gobiernos liberales surge esa cuestión histórica medianamente resuelta en tanto el pueblo confía en sus instituciones y la sostienen, por tanto hay mas confianza entre autoridades y ciudadanía que permite que el Estado asuma que con la información y la difusión de las necesarias medidas de distanciamiento y cuidado, el ciudadano hará lo que debe hacer y no es necesario mayor medida coercitiva de parte del Estado. Por el contrario, nuestras sociedades hablan de liberalismo pero en realidad tenemos un comportamiento anárquico y egoísta y hay poca confianza en las instituciones del Estado y en los comportamientos sociales en general.


La economía de Suecia depende principalmente del comercio internacional para poder mantener una elevada productividad. Las exportaciones suponen aproximadamente el 50 por ciento del producto interior bruto.


Suecia exporta principalmente a Europa Occidental y más de la mitad de los productos que el país vende al exterior van destinados a las naciones del resto de la Unión Europea y Noruega. Especialmente importante es el mercado del resto de países nórdicos.


Las características de las exportaciones suecas han cambiado mucho durante los últimos 50 años. Si anteriormente Suecia se había caracterizado por vender al exterior principalmente materias primas como madera, hierro, acero o pasta de papel, en la actualidad la industria mecánica es la más importante del país con sectores como la telefonía móvil o el automóvil.


Especialmente importante durante los años 90 fue la aportación en este sentido del sector de la telefonía móvil donde Ericsson se convirtió en uno de los principales fabricantes mundiales. Además, en Suecia existe una importante tradición de producción automovilística, con tres marcas conocidas mundialmente como Volvo, Saab y Scania.


Además, ha tomado auge la industria química y, dentro de este sector, la farmaceútica con compañías como Astra y Pharmacia & Upjohn. Los productos farmaceúticos suponen el 5 por ciento de las exportaciones suecas.


Además de una industria que se mantiene fuerte y constante, el sector servicios cada vez aparece con más fuerza dentro de la economía sueca, especialmente desde los años 80. Se trata fundamentalmente de servicios financieros y empresariales y, en los últimos años, las consultoras de tecnologías de la información.

No se puede dejar de lado tampoco la importancia del sector público en un país con un sistema de protección social tan desarrollado. Este sector da empleo a una tercera parte de la población activa del país y gestiona servicios como la educación, la sanidad o la atención domiciliaria.


El gobierno sueco considera una de sus principales prioridades en materia de política económica el control de los precios y la inflación. El Banco Central intenta que el índice anual de inflación esté alrededor del 2 por ciento con un margen de tolerancia de un punto.


La moneda sueca es la corona sueca. Suecia no es uno de los países que se incorporaron al euro desde su puesta en circulación en 2002. La clase política prefirió no participar en la moneda única desde el principio y los ciudadanos rechazaron unirse a él en el referendum organizado en el año 2003.


Suecia se caracteriza por una distribución homogénea de las rentas y el bienestar. Las desigualdades son reducidas. Sin embargo, el eficaz sistema de protección social, conlleva que los ciudadanos soporten una de las mayores presiones fiscales del mundo. Cada sueco paga al fisco anualmente una media de alrededor de un 50 por ciento de sus ingresos.


( https://www.copenhague.info/economia-suecia/ ) En Suecia, mayoristas del sector de la construcción, como Ahlsell y Dahl, obtienen unos márgenes de beneficios excepcionalmente altos. Este es uno de los motivos por los que el país nórdico registra los costes de construcción más elevados de la Unión Europea. Otra razón es el generoso sistema de descuentos (conocido como kickbacks) que los mayoristas aplican a los trabajadores de la construcción (fontaneros, electricistas, etc.).


Según estadísticas de Eurostat, de las que se ha hecho eco la primera cadena de televisión sueca SVT, el país escandinavo tiene los costes de construcción de viviendas más altos de la UE, situándose un 72% por encima de la media. Esto responde a varias razones, pero entre las más comunes se suele mencionar la lenta tramitación de los municipios, la baja productividad de las constructoras y los sueldos relativamente altos de los trabajadores del sector. Por su parte, los representantes de la industria de la construcción señalan que las temperaturas en Suecia son más bajas que en el resto de Europa y, por lo tanto, los costes no son comparables. Si se contrastan los costes suecos con los del resto de países nórdicos, entonces la diferencia no es tan grande.




Otro de los motivos de los que apenas se habla es el siguiente: En uno de los eslabones más bajos de la cadena de construcción se encuentran los mayoristas, es decir, actores como Ahlsell y Dahl que suministran material a las empresas de construcción. Aquí no hay tanta competencia. Además, las constructoras no utilizan su poder de compra, según expertos del sector consultados por la revista de negocios ‘Affärsvärlden’. Por ejemplo, es muy habitual que cada proyecto se responsabilice de sus propias compras, ya que si no fuera así sería complicado romper las estructuras establecidas para coordinarlas. Esto no es ninguna novedad para Mats Norberg, jefe de Compras de NCC Sverige, quien señala que “más de dos terceras partes de nuestros costes proceden de las compras y por ello, en los últimos años, NCC se ha esforzado mucho por efectivizar los procesos de adquisición”. NCC Supply tiene el cometido de hacer que el proceso sea más fácil y eficaz. Por ejemplo, en lugar de comprar planchas de yeso para una obra en concreto, se podrían hacer en cuantías más grandes y suministrarlas a varios proyectos.
( https://www.icex.es/icex/es/navegacion-principal/todos-nuestros-servicios/informacion-de-mercados/paises/navegacion-principal/noticias/4689518.html?idPais=SE )


La recesión inmobiliaria destruyó 100.000 empleos netos de forma directa; el shock de riqueza negativo que produjo el colapso en el precio de los activos profundizó aún más la caída en el nivel de actividad. La devaluación de la moneda agravó la situación de los bancos, que no estaban cubiertos frente al riesgo cambiario. Ante las malas perspectivas y el exceso de inventarios, además, las empresas redujeron la inversión.


Así llegaba el final abrupto de la letanía sueca. Con la crisis, el desempleo se disparó desde el 2% en 1990 al 11% en 1992. En 1993, el PBI per cápita era un 6% más bajo que en 1990. Mientras en 1970 el ingreso per cápita sueco era casi 10% más alto que el de una muestra de países ricos, para 1993 se había vuelto un 10% más bajo. Con esta crisis económica se allanaba el terreno para una serie de importantes reformas.


La socialdemocracia sueca se encuentra en un momento de repliegue. Pese a que ha logrado, con dificultades, mantener el poder en las elecciones de fines de 2018, en alianza con partidos de centro, el modelo de Estado de Bienestar igualitario ha venido retrocediendo, se ha afianzado la contrarreforma económica, las desigualdades se han incrementado y la extrema derecha nacionalista y xenófoba ha capitalizado parte del descontento social. Con todo, la izquierda sigue siendo una fuerza significativa, aunque necesitada de nueva energía, ideas novedosas y una renovada dosis de radicalismo en sus venas.


Las elecciones celebradas el 9 de septiembre de 2018 se saldaron con el peor resultado obtenido por los socialdemócratas suecos desde que en 1911 se introdujera el sufragio masculino cuasi universal. Entonces, el partido recibió 28,5% de los votos; esta vez, consiguió 28,3%. Se perdió todo un siglo de avance electoral. Aun así, la cúpula del partido saludó el resultado como una semivictoria y el líder partidario, Stefan Löfven –un respetable hombre de familia de mediana edad–, se fue de fiesta (con su esposa) hasta bien entrada la noche. Las ambiciones de los socialdemócratas suecos se han vuelto bastante modestas. Históricamente, el Partido Socialdemócrata de los Trabajadores (Socialdemokratiska Arbetareparti, SAP ) fue, con creces, el más exitoso de los partidos socialdemócratas y laboristas del mundo. Durante más de medio siglo, entre 1932 y 1988, obtuvo en todas las elecciones más de 40% de los votos, en un sistema caracterizado por la representación proporcional, las circunscripciones de varios escaños y múltiples partidos. Ningún otro partido sueco ha superado desde la Primera Guerra Mundial 30%. Todavía en 1994, el SAP obtuvo más de 45%. Gobernó el país sin interrupciones desde 1932 hasta 1976, excepto durante el gobierno de las «vacaciones de verano» de 1936, y nuevamente en 1982-1991, 1994-2006, 2014-2018 y hasta la actualidad.


La socialdemocracia llegó a Suecia a través de Alemania y Dinamarca, y los camaradas daneses sirvieron de modelo original para la primera generación de reformadores suecos. Pero desde mediados de la década de 1930, los suecos fueron universalmente reconocidos como los maestros de su clase. Entre 1932 y 1976, los socialdemócratas fueron eminentemente exitosos como impulsores de la reforma social desde el gobierno: cautos, graduales, bien preparados. Podían apuntar al pleno empleo, una economía próspera y abierta que fuese competitiva en los mercados mundiales, un generoso Estado de Bienestar y una sociedad igualitaria, que en 1980 tenía las tasas de desigualdad por renta y por género más bajas del mundo. La propuesta planteada por los sindicatos liderados por el SAP de crear «fondos de inversión de los asalariados» en 1976 fue quizá la medida de mayor alcance hacia una economía socialista jamás avanzada por los socialdemócratas convencionales. La socialdemocratización del país fue suficientemente profunda como para mantener a los partidos «burgueses» –como se los conoce oficialmente en Suecia– de la coalición de centroderecha que gobernó en 1976-1982 en la senda del pleno empleo y los derechos sociales.


En 2002, el 1% más rico de Suecia era propietario de 18% de la riqueza de los hogares; en 2017, ese porcentaje había subido a 42%.


Partes de Suecia podrían lograr la “inmunidad de grupo” al coronavirus tan pronto como el próximo mes, dijo el epidemiólogo que dirige la respuesta del país al brote en un momento en que aumenta el número de muertos y crecen los cuestionamientos a la controvertida estrategia del gobierno.


El doctor Anders Tegnell afirmó que la población de Estocolmo, epicentro del brote del país, podría lograr la “inmunidad colectiva” tan pronto como el próximo mes.


“Según nuestros modelos [en la Agencia de Salud Pública de Suecia], estamos comenzando a ver a tantas personas inmunes en la población de Estocolmo que está comenzando a tener un efecto en la propagación de la infección”, aseguró Tegnell, al indicar que la inmunidad en la capital podría alcanzarse en "algún momento en mayo”.


"Estos son modelos matemáticos, solo son tan buenos como los datos que ponemos en ellos. Ya veremos si tienen razón”, explicó en declaraciones a medios locales.


Estrategia controvertida 


Suecia mantiene una estrategia contra el brote de COVID-19 más suave que la de la mayoría de países. El Gobierno no ha cerrado ni guarderías ni escuelas (sí institutos y universidades) y mantiene abiertos con restricciones bares y restaurantes, aunque ha prohibido concentraciones de más de 50 personas.


La estrategia del Ejecutivo es informar de algunas recomendaciones generales para proteger sobre todo a los grupos de riesgo y apelar a la responsabilidad individual, si bien se han ido introduciendo de forma progresiva algunas medidas restrictivas.


La tradición de autonomía de las agencias públicas y de que sean los expertos quienes tracen la estrategia general es la principal razón para explicar una línea que ha recibido más críticas fuera que dentro de Suecia, donde el Partido Socialdemócrata y el primer ministro Stefan Löfven han experimentado un respaldo creciente en los sondeos.





Con algo más de 10 millones de habitantes, Suecia ha registrado 13.216 contagiados y 1.400 muertos, con 132 fallecidos por millón de personas, más del doble que Dinamarca y cuatro veces que Noruega, que han adoptado medidas mucho más restrictivas, aunque no confinamiento, y ya han iniciado la fase de reapertura.
( https://www.infobae.com/america/mundo/2020/04/19/el-experto-que-lidera-la-respuesta-de-suecia-al-coronavirus-aseguro-que-estocolmo-podria-lograr-la-inmunidad-de-grupo-el-proximo-mes/)


Los fríos datos no alcanzan a dimensionar como se vive en aquel país nórdico. No todo lo que trasciende es color de rosas, ni pintan un paraíso perfecto, y el problema de fondo es que seguimos intentando como argentinos, buscar y justificar intereses de minorías y grupos en modelos que desde fuera nos dicten lo que deberíamos construir entre todos y por nosotros mismos.


El pensamiento mágico, anti-social y anti-político no surge ni es efecto de la pandemia. Esta solamente los coloca mas trágicamente en evidencia.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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