Martes 5 de mayo de 2020
Los datos de la pandemia

Este lunes se confirmaron 104 casos nuevos de la covid-19 en Argentina, informó el Ministerio de Salud de la Nación, que detalló que, en total, van 4887 positivos registrados en el país desde el comienzo de la pandemia. 

Además, se registraron 11 nuevas muertes, 4 de ellas de mujeres y las restantes, de varones: de las mujeres, dos de 89 y 75 años,residían en la provincia de Buenos Aires; otra, de 94 años, en la Ciudad de Buenos Aires; y otra, de 69 años, en la provincia de Córdoba. Por su parte, 4 de los hombres fallecidos, de 72, 46, 60 y 84 años, vivían en la provincia de Buenos Aires; 2, de 93 y 65 años, en la Ciudad de Buenos Aires; y otro, de 72 años, en la provincia de Chaco. Hasta ahora, la cantidad de personas fallecidas es 260.

El Ministerio de Salud detalló que, del total de casos, el 18,9 por ciento (925) son importados, el 43,7 por ciento (2.137) son contactos estrechos de casos confirmados y el 28,2 por ciento (1.377) son casos de circulación comunitaria. El resto, en tanto, se encuentra en investigación epidemiológica.

De acuerdo con el reporte vespertino del lunes, además, Catamarca y Formosa son las únicas provincias en las que no se registró ningún caso desde el comienzo de la emergencia por coronavirus. En tanto, la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma son las jurisdicciones que más casos acumulan y más cantidad registraron el lunes, con 38 (y 1753 hasta ahora) en provincia de Buenos Aries y 43 (y 1347 acumulados) en territorio porteño. 
 
En el primer día de la semana, no se registraron casos en Chubut (donde hay 4 acumulados), Corrientes (49), Entre Ríos (27), Jujuy (5), La Pampa (5), Mendoza (84), Neuquén (110), Salta (4), San Juan (2), San Luis (11), Santa Cruz (49), Santa Fe (243), Santiago del Estero (15) y Tierra del Fuego (145). 

La OMS, por su parte, que publica un solo balance diario, reportó hoy 3.435.894 contagios (86.108 en las últimas 24 horas) y 239.604 fallecimientos (976 en el último día), mientras la universidad estadounidense Johns Hopkins, que actualiza sus datos en línea, informaba esta tarde 3.559.225 contagios y 249.520 decesos.
 
Los frentes del Frente que vienen de frente

No son pocos, ni livianos, los frentes que debe atender el gobierno nacional.
En primer término, la pandemia, con su alto impacto económico y social. Ya este acontecimiento, por sí mismo, sería una gran carga para la gestión de cualquier gobierno. Pero al mismo tiempo tiene  en marcha una negociación de deuda externa impagable, bien aderezada por las amenazas de los acreedores (que son tanto externos como internos), aludiendo a las calamidades que caerían sobre nuestro país si el gobierno no cede a ciertas demandas empobrecedoras. Actualmente los bonistas están solicitando un fuerte pago en efectivo por parte del Estado para “mejorar” la oferta. O sea, empobrecer más a lxs argentinxs.


Pero además está el poder económico local. Muy ofendido por los límites que intenta poner el gobierno al festival de medidas antisociales que le gustaría protagonizar, y por el proyecto de Impuesto a las Grandes Fortunas, que si bien no haría mella en las enormes riquezas acumuladas por la minoría más rica del país, es un antecedente muy preocupante para el sector.

Ocurre que todo movimiento redistributivo, por más acotado que sea, es visto desde la perspectiva del poder económico como una potencial amenaza política que debe ser conjurada.

Desconocemos si es una fantasía ideologizada, o una exageración interesada, pero reaccionan como si toda concesión impositiva o regulatoria pudiera terminar en un tobogán que lleve al comunismo, al chavismo o a Cuba. Recordemos que figuras como Arturo Frondizi, Héctor Cámpora o Raúl Alfonsín fueron tildados de izquierdistas o comunistas por las fuerzas más retrógradas de sus épocas. Hoy esas acusaciones parecen ridículas, pero fueron enunciadas con la misma seriedad y solemnidad que hoy ponen casi todos los medios de comunicación para oponerse al futuro impuesto.

Y no parece casual que se haya activado, en las últimas semanas, el aparato comunicacional de la derecha para –en el contexto de la acentuación de la pandemia por la expansión del virus en las villas— hostigar y debilitar políticamente al gobierno. La derecha local, o al menos su fracción con más respaldo externo, parece no aceptar las apelaciones presidenciales a la unión, al diálogo y a la buena voluntad.

Al mismo tiempo, diversas fracciones empresariales, por el solo hecho de continuar con su prácticas habituales de las últimas décadas –remarcaciones abusivas, desdén por apoyar crediticiamente al sector productivo, acopio de cereales en silobolsas, juegos especulativos con el dólar paralelo, búsqueda de la reducción de salarios—, continúan efectuando un ejercicio de esmerilamiento pasivo del gobierno. Se comportan como si para ellos la pandemia no estuviera ocurriendo. O como si un hecho de esta magnitud no reclamara ningún cambio de actitud atendiendo a la gravedad de lo que vive el resto de la sociedad.

La derecha en camino a la irracionalidad creciente

 

A medida que pasan las semanas, y a nivel internacional se van comprendiendo las complejidades económicas y sociales que trajo la pandemia y la dificultad para compensarlas rápidamente con dos o tres medidas económicas convencionales, el malestar en los círculos económicos concentrados se acelera y el disgusto con las autoridades políticas que pretenden minimizar los muertos se incrementa. Así es como se empiezan a escuchar, increíblemente, expresiones de desdén hacia los virólogos, infectólogos y epidemiólogos. Se ha dicho “la salud es demasiado importante para dejarla en manos de los infectólogos”, apenas ocultando la furia que producen las medidas de “abstención de acumulación” a las que obliga la pandemia para no generar un tendal gigante de víctimas.


Precisamente en esta época, en la que el mito de la tecnología es tan cultivado ya que se le atribuyen propiedades casi mágicas para aportar soluciones en todos los terrenos de la vida, los conocimientos médicos rigurosos, las evaluaciones prudentes y la actitud científica de estudio y observación frente a la pandemia, empiezan a ser detestados desde el mundo de los negocios.

No es que sea fácil, ni que haya una hoja de ruta muy clara para enfrentar económicamente los efectos de la Covid-19, y de hecho es un gran desafío para el gobierno de Alberto Fernández. Pero las alusiones anticientíficas son cada vez más frecuentes en el discurso del mundo de los negocios. Quienes se dedican a la defensa del medio ambiente lo conocen muy bien: hay un gigantesco lobby de las corporaciones, que cuentan con Donald Trump entre sus militantes, para negar toda la evidencia científica sobre el calentamiento global, que el planeta sufre y vive cotidianamente. Las corporaciones vinculadas a las actividades contaminantes niegan el deterioro acelerado de las condiciones climáticas y los crecientes problemas vinculados a la falta de medidas para contrarrestar la depredación. Hoy los nuevos enemigos pasan a ser los infectólogos, por ser un obstáculo a seguir acumulando sobre una pila de cadáveres, lo que confirma una tendencia creciente del capital concentrado a despreciar al conocimiento, en la medida en que se interponga a su cortoplacismo irresponsable.

Pero el malestar de las élites con el manejo de la pandemia no es un tema estrictamente económico. Un tanque de pensamiento norteamericano, el Carnegie Endowment for International Peace, ha emitido recientemente un documento en que el que releva los peligros políticos que está causando la pandemia. Siempre desde el lugar de la defensa de una imaginaria “democracia liberal”, esta institución pasa revista a una serie de cambios políticos en diversos países del mundo. Así, advierte sobre la “centralización del poder y el cierre del espacio democrático”, la “reducción de los mecanismos de control sobre el Poder Ejecutivo”, la “expansión del Estado para vigilar actividades privadas”. Señala que la pandemia “puede exacerbar la polarización política”, y que pueden presentarse desafíos “a la gobernabilidad local” y “cambios en la relación de poder entre civiles y militares”.  Uno de los puntos más interesantes en la serie de advertencias es “el manejo de la pandemia puede afectar la percepción global sobre el valor de la democracia y el autoritarismo”. Aquí aparece expresada, con estilo académico, la preocupación hegemónica norteamericana por el eventual prestigio que pudiera cosechar China en relación al manejo de la crisis versus el defectuoso manejo estadounidense.

En las mucho más precarias burguesías latinoamericanas, aparecen otro tipo de miedos vinculados al manejo de sus propios países y a sus limitaciones para ofrecer progreso a sus respectivas poblaciones.

Seguramente copiarán y pegarán párrafos de los norteamericanos, para impostar convicción democrática, pero lo que les preocupa realmente es el empoderamiento regulatorio estatal, el surgimiento de nuevos actores o coaliciones sociales organizadas a partir de la pandemia, y la autonomización de los espacios políticos en relación a las demandas de las corporaciones. El encantamiento de un orden social neoliberal aparentemente inmutable y universal ha sido repentinamente resquebrajado por otras prioridades basadas en otro orden de valores. ¿Cómo recuperarse de esa situación?

Vaticinios pos-pandemia

 

Cada país está realizando su propia trayectoria, pero todos pasan en algún momento por el pico de máxima gravedad de la pandemia, que progresivamente empieza a aliviarse, aunque no a superarse completamente. Las medidas de salida del aislamiento están también en pleno debate mundial, y sujetas a una extraordinaria cantidad de controversias sobre quiénes, cómo y cuándo. Este tipo de situación gris, intermedia, de no estallido sanitario masivo, pero sí de peligro de rebrote potencial que impide asumir normalmente la cotidianeidad, podría prolongarse meses, o quizás más de un año, hasta que aparezca un remedio efectivo. No parece que sea un tiempo demasiado prolongado para que haya vuelcos trascendentales en la vida de la humanidad, en la cultura, en las mentalidades, en la ideología dominante o en la organización económica de la sociedad.


Pero sí pueden proyectarse con absoluta claridad algunas cuestiones: como colectivo, el mundo estará más pobre objetivamente; los Estados, empresas productivas e individuos más endeudados y los mercados más reducidos, tanto por el lado de la demanda como de la producción.

La carencia de instituciones globales para tratar los diversos problemas internacionales en forma sensata y democrática se sentirá con más fuerza, dada la tendencia del núcleo dominante a hacer valer su predominio económico-diplomático-militar y es muy probable que se retome, potenciada, la tendencia al proteccionismo que ya se había manifestado claramente antes de la pandemia. Todos los países necesitarán “ampliar sus mercados”, pero resultará que los demás pensarán exactamente lo mismo.

Hasta ahora el capitalismo resolvió estos problemas inventando consumo y deudores en algún lado, en base a la siempre transitoria magia financiera. Pero ahora el cuadro mostrará límites mucho más estrechos debido a la herencia del endeudamiento incrementado por el paso de la pandemia.

Los Estados ampliados por sus tareas de salvataje y sostén, aunque sea meramente como “bomberos” de la crisis, continuarán en esa situación, porque muchos problemas económicos –quiebras, ruptura de cadena de pagos, inconsistencias macroeconómicas varias— no se esfumarán en el momento en que surja una vacuna contra la Covid-19.

¿Hay espacio para la colaboración internacional, el cambio de patrones de producción y consumo y para reencauzar el crecimiento de una forma más adecuada para el planeta y sus habitantes? Sí. Los conocimientos científicos y las capacidades organizacionales existen. Pero hacen falta cambios importantes en los actores sociales, en el espacio de la política. Si el mundo continúa gobernado por los mismos irresponsables que nos trajeron hasta aquí, no habrá soluciones sino más conflictos.

El loteo de la Patria Grande

 

En días pasados la Argentina tuvo que evidenciar públicamente e institucionalmente su malestar con el rumbo que viene tomando el MERCOSUR en sus negociaciones internacionales.

En realidad el conflicto no es nuevo. Ya en la gestión de Cristina Kirchner, era el país que más decididamente defendía la protección del espacio regional, y en especial de nuestras capacidades industriales. El Brasil de Dilma ya era muy tibio en ese sentido, y Paraguay y Uruguay parecían más interesados en exportar productos primarios que en sostener un proyecto complejo de integración. Todo se aceleró con el desplazamiento del PT del poder, ya que los liberales brasileños desdeñan el MERCOSUR y creen que al Brasil, o al menos a su clase dominante, le conviene un futuro de mayor internacionalización, dejando de lado una estrategia de autonomía regional. Ni qué hablar de la etapa Bolsonaro, donde se ha llegado a discutir en el gabinete un tratado de libre comercio unilateral con Estados Unidos. Con Venezuela suspendida, la situación argentina es muy minoritaria, aunque los grandes acuerdos externos del ente regional deben ser obligatoriamente refrendados por todos sus miembros.

Macri y Bolsonaro congeniaban, en el mismo espíritu de liquidar la integración regional y ofrecer sus países como meros espacios de negocios a las grandes corporaciones locales y extranjeras. De esa lamentable conjunción salió el proyecto de tratado con la Unión Europea, llamado a profundizar el subdesarrollo y la dependencia de nuestros países, a cambio de negocios para un puñado de empresarios privilegiados en cada país.

El nuevo gobierno argentino se ha encontrado, en ese sentido, con una dinámica institucional hostil a nuestras necesidades de protección del tejido productivo, del empleo y del mercado regional. Claro, en la Argentina volvió al poder una coalición social que refleja los intereses de la mayoría de la población, mientras que los gobiernos conservadores del Mercosur atienden intereses de las fracciones corporativas locales y extranjeras. Por ahora, y hasta tanto no haya cambios políticos populares en nuestros socios, el proyecto integrador ha entrado en un cono de sombra. Lo que agrega una presión adicional sobre la calidad y eficacia de las políticas productivas y distributivas en nuestro país.

El miedo a los delincuentes

 

Por si todo el cuadro estructural no fuera suficientemente importante para que la sociedad se organice y debata en relación al mismo, surgen otros problemas que se vienen arrastrando  sin una solución aceptable desde el comienzo mismo del período democrático.

Por supuesto, el tema siempre presente de la seguridad ciudadana. Es un problema real,  muy afligente, y no se ha encontrado la forma de resolverlo seriamente en casi 37 años de democracia. Por un lado no hubo continuidad de largo plazo en políticas sociales vigorosas que eliminen la pobreza y la indigencia, pero tampoco ha habido eficacia en remover los vínculos entre delito-policía-sectores políticos y Poder Judicial. Allí hay un entramado que está presente y que hace muy difícil la vida de millones de ciudadanxs.

Ese es el telón de fondo sobre el que se monta otro problema irresuelto de la democracia: la farsa de los medios de comunicación independientes. En realidad, la población está sometida a un oligopolio mediático comunicacional sumamente aceitado, que es capaz no ya de distorsionar la información con fines políticos, sino de inventar directamente “realidades”, instalar temas ficticios, silenciar la voz de las autoridades y direccionar los estados de ánimo de una parte no desdeñable de la “opinión pública”.

Es un problema democrático de fondo, porque los principales medios se han transformado en voceros partidarios del poder económico, operando políticamente en forma abierta sobre la cabeza de la población. Se dirá que no es un problema local, sino mundial. Lo es, pero en otras regiones el poder económico ha mostrado ser un poco más eficiente en ofrecer respuestas a sus sociedades. En nuestra región, los oligopolios mediáticos están a servicio de élites fallidas, que sólo pueden apelar a la alienación colectiva para seguir controlando el devenir político.

El cacerolazo del jueves de “los vecinos asustados por algo que no ocurrió” encierra todos esos problemas, y devela, al mismo tiempo, las características absolutamente irracionales del poder corporativo opositor en nuestro país.

Recordemos que hace pocas semanas, la cartera de Desarrollo Social, que está atendiendo a 11 millones de personas que se alimentan en comedores populares y merenderos, se encontró con que los proveedores del Estado “se le plantaron” y amenazaron con no suministrar productos de primera necesidad, porque los precios que demandaban –por arriba de los precios de mercado— no eran aceptados por los funcionarios.

A ese episodio, el oligopolio comunicacional lo presentó como un hecho de presunta corrupción oficial. No se puede esperar otra cosa ni de ellos, ni de los proveedores del Estado. Repiten, como muñecos a cuerda, el libreto subdesarrollado que se asentó en tantos años de neoliberalismo local.

De quien sí cabe esperar el esfuerzo de romper con los comportamientos irracionales, antisociales, es del Estado, acompañado por las organizaciones sociales y políticas que comprendan su rol en este momento histórico.

En la pandemia, y en la pos-pandemia, lo mejor que nos puede pasar es que el Estado descubra que es capaz de “plantarse” frente a los intereses facciosos, y movilizar el respaldo de la gran mayoría para defender lo público, lo colectivo, el interés general.
 
Entiendo por hipótesis paranoica, después de Freud y Lacan, más que una realidad clínica, una posición del sujeto, pero también una posición colectiva donde todo es interpretable bajo un mismo signo amenazante. La paranoia es una normalidad que se caracteriza por unificar la realidad bajo el signo de una amenaza que se infiltra, tiene conexiones secretas, quiere quedarse con el tesoro de la nación que es su identidad, que está amenazada como totalidad integra por seres bizarros, a medio hacer, infrahumanos: Castro, comunistas bolivarianos y sus diferentes variantes.


Esta ultraderecha no es un fenómeno marginal ni residual. Le ha intervenido la agenda a las derechas clásicas, conservadoras y generalmente católicas. Para apreciar una paradoja de los tiempos, recientemente el ultraderechista líder de Vox en España se refirió al Papa Francisco cómo el "ciudadano Bergoglio" para denigrar su jerarquía, mientras que el líder de Unidas Podemos de la coalición de izquierdas, se ampara en el discurso del "Papa Francisco".


La ventaja de la tonalidad paranoica es construir toda su narrativa política en una permanente imputación al Otro, que es finalmente un extranjero que quiere nuestro Mal.

La gran novedad que se puede señalar con respecto a la hipótesis paranoica es que por distintas razones históricas se ha vuelto perfectamente combinable, estructuralmente compatible con el espíritu neoliberal del capitalismo actual. Razón por la cual es un grave error, como he venido insistiendo, designar como populistas a estos nuevos neofascismos que se extienden por distintas geografías como garantes del curso neoliberal del mundo. 

El neoliberalismo ha sido permisivo pero a partir de la pospandemia, donde habrá muchísimos sectores que sólo demandarán gasto público, cuidados y protección, en definitiva gastos del Estado, lo que no es útil para la competencia de la vida neoliberal. Aquí es donde la hipótesis paranoica se vuelve una posibilidad a tomar en serio. Por este sesgo la locura puede demostrarse como una realidad efectiva social, que demanda también combinar una dosis de paranoia con la lectura política.

Las distintas ultraderechas que se preparan en el mundo, provistas en general por jefes y jefas alucinadas no están por fuera de la racionalidad neoliberal sino que son su último reaseguro, si el simulacro democrático no funciona para organizar el caos económico, sanitario y político social después de la pandemia. Que se puede, y muchos calculan, que se está preparando.
 
El Gobierno de la Ciudad tiene decidido solicitarle a la Casa Rosada la habilitación de varias actividades, tanto económicas como de esparcimiento, para empezar a liberar de forma progresiva la cuarentena a partir del 10 de mayo, cuando está previsto que finalice la tercera etapa del aislamiento social, preventivo y obligatorio. 

El encargado de armar el listado será el ministro de Desarrollo Económico, José Luis Giusti, junto con los diferentes subsecretarios de la cartera. Desde que comenzó la pandemia del coronavirus (Covid-19) comenzaron a delinear un plan de acción para las Pymes en general. No sólo cuestiones vinculadas a subsidios y baja de impuestos (parte que corrió por cuenta del ministerio de Hacienda y Finanzas, a cargo de Martín Mura), sino también la forma de volver a plantear la salida de la cuarentena.

Algunos datos que comenzaron a preocupar a la Ciudad es que la caída de la recaudación para todo el año se calculó, sin tener en cuenta mayo, en $80.000 millones. Un ejemplo: sólo en marzo, la morosidad del ABL saltó del 22 por ciento al 44 por ciento. Es decir que 10 días de cuarentena hicieron que se duplique la falta de pago de esa tasa municipal.

Un informe que terminó por inclinar la balanza fue el de CAME de abril en que se difundió durante el fin de semana. Allí se destacó que las cantidades vendidas por los comercios minoristas cayeron 57,6 por ciento en abril frente a igual mes de 2019, medidas en cantidades. Mientras los rubros esenciales (Alimentos y Bebidas, Farmacias, y Ferreterías) disminuyeron 31 por ciento interanual, los que permanecieron en cuarentena tuvieron una baja promedio de 75 por ciento. Incluso si al resto se le quita Neumáticos y repuestos (-63,1%) y Librerías y Jugueterías (-67,6%) donde se observaron más locales abiertos, el desplome de los demás fue de 80 por ciento interanual.

El sondeo se hizo sobre la base de 1.100 comercios de todo el país relevados entre el miércoles 29 de abril y el sábado 2 de mayo por un equipo de 30 encuestadores localizados en las capitales del país, GBA y CABA.

Estamos armando el listado. Vamos a ir viendo bien sector por sector de acá al 10 de mayo”, explicó una alta fuente oficial. Hoy comenzarán las reuniones de mayor peso para empezar a armar una hoja de ruta. El primero en adelantar que se empezarían a tomar estas medidas fue el vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, que en declaraciones a radio La Red blanqueó el pedido que harán al Gobierno nacional.

Después del 10 de mayo, lo que haremos es presentarle al presidente Alberto Fernández las diferentes alternativas para ver cuáles sectores sociales y económicos podemos ir abriendo en función de generar una cierta movilidad controlada de la economía", dijo.

¿Ahora bien qué actividades empezaran a permitirse? Una de las principales tiene que ver con el transporte de pasajeros. Como aumentó el caudal de tránsito - este lunes la circulación era cercana al 70 por ciento del tránsito habitual en autopistas - una de las claves es mantener la distancia social en colectivos y trenes. Por eso, el Ministerio de Transporte nacional aplicó una restricción para que la cantidad de pasajeros no supere el 60 por ciento de lo permitido y todos viajen sentados. También se impulsaron combis y microbuses. 

Otra clave del pedido que hará Ciudad a Nación será comenzar a “regular” el rubro gastronómico para que todos cuenten con take away. Hoy en día esa modalidad solamente funciona para pequeños comercios zonales, lo que se conoce como “negocios de cercanía”. Si bien están todos habilitados, la idea central es empezar a permitir un mayor movimiento para ir a buscar un producto. Por ejemplo, supongamos que tu restaurant favorito queda a 20 cuadras de donde vivís, podrías ir a retirar un pedido pero con algunas limitaciones de tiempo y espacio para que no se convierta en un paseo.

La preocupación de que varias personas circulen sin respetar la cuarentena es algo que manifiestan cerca de Alberto Fernández. Por eso en los próximos días se verá cómo se concreta.

Además de ese rubro, Santilli deslizó la chance de que la construcción sea otro de las actividades que buscarán retomar. "El 75 por ciento de los obreros de la construcción vive en la provincia de Buenos Aires y su medio de transporte es el tren, el colectivo o el subte, por eso se podría diferenciar horarios de transporte. Por ejemplo que la construcción comience de 6 a 14, o de 7 a 15, y eso evitaría horarios pico", agregó sobre un sector que genera, en el AMBA, un movimiento diario de 270.000 personas.
 
El valor que tiene el trabajo en nuestra sociedad es indiscutible. Ya lo dijo alguna vez Juan Domingo Perón que “gobernar es crear trabajo”, y diversas corrientes sociales, sindicales y políticas lo reconocen como el ordenador social principal para el buen desarrollo.

Partimos de la concepción peronista de que sin la acción del trabajo es imposible que un país se desarrolle. El trabajo es el factor que permite el crecimiento tanto de la riqueza material como espiritual de la Nación.

(…) Un aprendizaje en esta pandemia es la importancia del rol activo del Estado para tomar medidas para prevenir los contagios, trabajar en la organización de la comunidad (medidas de aislamiento, distanciamiento, etc), y la preparación de los sistemas sanitarios para atravesar esta coyuntura.

Se han definido tareas esenciales y exceptuadas de la cuarentena que se expresan en las actividades que trabajadoras y trabajadores llevan adelante en servicios de salud, seguridad o la producción y comercialización de alimentos, para dar algunos ejemplos.

También las trabajadoras y los trabajadores de la Economía Popular están tomando un protagonismo invisible en los medios masivos de comunicación, pero bien visible y esencial en cada barrio popular de la provincia de Buenos Aires dando asistencia alimentaria, realizando tareas de infraestructura barrial, produciendo y comercializando productos cooperativos, trabajando en talleres textiles para proveer de barbijos y otros insumos sanitarios, organizando los barrios para fortalecer la prevención.

Cuando leemos que se calcula que por esta pandemia tendremos en Nuestra América al menos 35 millones más de personas bajo línea de pobreza y otras tantas en la indigencia o que se perderán más de 14 millones de empleos en todo el mundo, surge una sola certeza:
vamos a salir más pobres de esta cuarentena, necesitaremos más Estado y más comunidad.


Está fuera de discusión que la tarea principal del Gobierno es prevenir y contener el contagio y, en simultáneo, contener económicamente a una sociedad que “se queda en casa”. Pero conmemorar el trabajo también nos dispara pensar el próximo desafío pos cuarentena: reactivar la economía para volver a impulsar el desarrollo productivo y fortalecer los derechos y dignidades que se van deteriorando en este proceso.

No podemos esperar que el mercado genere las condiciones de empleabilidad de los trabajadores y las trabajadoras, sino que es el Estado quien deberá promover dichas condiciones, conduciendo el proceso y articulando con los distintos actores de la economía.

Así como en la cuarentena la Economía Popular tiene un rol importantísimo, también en la salida y la recuperación deberá ser protagonista donde se encuentren propuestas superadoras para los más de cuatro millones de trabajadoras y trabajadores que pertenecen al sector.

Desde el Estado, como parte de un Gobierno que pone al trabajo en un lugar de relevancia, debemos construir junto con los movimientos populares un plan estratégico que permita el desarrollo pleno de este sector invisible pero esencial, que aporta millones de puestos de trabajo y generación de riqueza no solo material sino también social y espiritual.

La construcción de ese plan se debe dar en un proceso participativo que impulse obras de infraestructura social e integración urbana en los barrios, el loteo y regularización de tierra para lxs pequeñxs productorxs del campo, la compra estatal de productos de la Economía Popular, el fortalecimiento de espacios productivos y fábricas recuperadas y el reconocimiento laboral de la inmensa cantidad de trabajadoras del cuidado, entre otros ejes.

También deberemos trabajar en la registración de cada trabajador y trabajadora y de cada unidad productiva existente para reconocer al sector de manera integral. Y será un debate próximo futuro cómo generar las condiciones para asegurar un salario complementario universal que permita un piso de dignidad para cada argentina y argentino.

Mientras siguen cayendo los paradigmas de los actuales modelos económicos, debemos seguir aportando y construyendo proyectos que aseguren mecanismos de distribución de riqueza, plenos derechos de igualdad y acciones de participación popular para fortalecer nuestra democracia y dignificarnos como Pueblo trabajador.
 
El tiempo y el sentido que parece “estar logrando” el objetivo de que los contagios no se den de forma masiva y que impidan al Sistema de Salud responder con calidad y eficiencia y de que la famosa curva de contagios se siga sosteniendo en ese crecimiento lento y expandido a lo largo de los dias, comienzan a chocar con la realidad de los bolsillos y las economías que se recienten y deterioran. El difícil equilibrio entre salud y economía, alentado por quienes solo les interesa sus ganancias, comienzan a meter presión y al parecer con relativo éxito. Veremos como sostiene la pulseada cuándo aún no se ha vivido lo peor.
Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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