Miércoles
6 de mayo de 2020
El PEZ POR LA BOCA MUERE
Las
contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace impregnan la
vida cotidiana
Pasan
los días y se intensifica el revoltijo provocado por la arremetida
de la coronavirus (Covid-19). El tufo del miedo y la desesperanza se
esparce por doquier mientras se multiplican las incógnitas sobre la
evolución de este drama y su destino final. Algunas certezas, sin
embargo, ya golpean con fuerza. Sabemos que millones de persones han
perdido su empleo y cerca de la mitad de la población mundial lo
perderá en breve. También sabemos que el desempleo no atenúa el
brutal peso de un endeudamiento sin límites que con el correr del
tiempo se transforma en algo natural.
El
galope del virus, sin embargo, borra el mito del bienestar en los
países centrales y expone la desigualdad social que se desparrama
por todas partes. Deja así al desnudo las huellas humanas escondidas
en una catástrofe que se piensa caída del cielo: una modernidad que
somete todo lo que encuentra a la música de ganar a cualquier precio
y en el menor lapso. Así la codicia de egos que no admiten límite
alguno a sus ambiciones y la irracionalidad de una organización
social que maximiza ganancias de toda índole y en todo momento,
quedan expuestas a la luz del día. Sin embargo, no es fácil verlas.
Hay que desentrañarlas.
La
irracionalidad y la falta de ética de este mundo nuestro se
trastocan constantemente en su antítesis, embriagando los sentidos y
confundiendo a la inteligencia. Esto es consecuencia de la
manipulación constante de la información, los deseos y las acciones
individuales por medio de un complejo dispositivo constituido por
sofisticadas tecnologías y poderosos medios de comunicación. Sin
embargo, el pez por la boca muere y las contradicciones entre lo que
se dice y lo que se hace impregnan la vida cotidiana. Por ese
resquicio la mirada critica podrá encontrar los subterfugios de un
sentido común que destruye a los valores de la civilización
occidental.
Así,
la pandemia arranca los jirones que ocultan una crisis sistémica y
global, única por su índole y magnitud. La fragilidad de la vida
humana y los pies de barro de la organización social que la alberga
están hoy a la intemperie. La economía ha generado contradicciones
que no puede resolver, degradando en el proceso a las instituciones y
destruyendo recursos energéticos no renovables indispensables para
su propio funcionamiento. Al mismo tiempo, la explotación intensiva
y extensiva de estos recursos ha tenido un impacto brutal sobre la
temperatura, el clima y el medio ambiente amenazando la vida en el
planeta. Hay sin embargo algo más: la pandemia levanta ahora el
telón que oculta el maridaje entre la expansión económica, el
avance tecnológico y la militarización de los conflictos a nivel
mundial.
Petróleo: el oro negro del dólar
En
las últimas décadas, la brecha siempre más amplia entre el
crecimiento de la deuda y el de la producción global ha dado lugar a
un endeudamiento ilimitado e insostenible. Para impedir el default
generalizado, la Reserva Federal ha recurrido a una política de
flexibilidad monetaria con tasas de interés cercanas a cero
incitando así a mayor endeudamiento y especulación financiera. En
este contexto el dólar ha jugado un rol central. Paradójicamente,
la integración creciente de la producción y las finanzas globales
ha aumentado la vulnerabilidad del capitalismo global monopólico a
los vaivenes de la demanda global de dólares. En este baile, el
dólar no ha estado solo. Su sombra, el petróleo, ha sido una pieza
crucial de todo el engranaje.
En
1944, la comunidad internacional acordó la sustitución del oro como
patrón de las transacciones mundiales por el dólar respaldado por
las tenencias de oro de la Reserva Federal, por ese entonces las
mayores del mundo. A principios de los años ’70 la crisis de Medio
Oriente, la disparada de los precios del petróleo y el agotamiento
de las reservas norteamericanas de oro llevaron al gobierno de
ese país a un acuerdo secreto con el rey Faisal, por el cual Arabia
Saudita se comprometió a garantizar toda la producción de petróleo
que Estados Unidos necesitase y a realizar todas las transacciones de
petróleo y derivados en dólares a cambio de protección militar
norteamericana ante cualquier intento de golpe interno y/o invasión.
Este acuerdo se amplió poco después a los países de la OPEP y
derivó en una creciente acumulación de dólares tanto por los
países importadores como por los exportadores de petróleo. Los
primeros ahorraron sus excedentes en dólares a fin de poder
abastecerse de petróleo. Los segundos invirtieron el excedente de
sus exportaciones en Letras del Tesoro norteamericano. Los Estados
Unidos se aseguraron así una creciente demanda internacional de
dólares y de deuda pública norteamericana mientras obtenían
petróleo barato denominado en su propia moneda. El continuo uso del
dólar como medio de pago y la capacidad del Tesoro para imprimirlo
han legitimado el rol del dólar en el mundo como moneda
internacional de reserva.
La
utilización extensiva e intensiva de petróleo barato ha sido un
rasgo inherente a la expansión del capitalismo monopólico global.
Esto, conjuntamente con el rol del petróleo en las finanzas
norteamericanas, explica la estrategia de dominio norteamericano
sobre las reservas mundiales de este recurso natural no renovable y
sobre sus mercados y precio. Esto ha llevado a una situación de
guerras localizadas en las regiones del mundo con mayores reservas
petroleras resultando en un contexto de conflicto permanente y
proliferación de estados inviables. Esta situación ha sido
funcional a las venta masivas de armamento a las élites gobernantes
de la región y al consiguiente desarrollo de la industria de guerra
norteamericana.
Productividad declinante y guerra de precios
La
declinación de la productividad de los pozos de petróleo
convencional, medida por la cantidad de energía que se necesita para
producir nueva energía (EROI,
energy return on invesment)
ha sido constante a lo largo del siglo pasado, llegando actualmente a
límites preocupantes (sciencedaily.com
11 7 2019).
La constatación reciente de una gran declinación de la
productividad del pozo petrolero mas grande del mundo (Ghwar)
que hasta hace poco respondía por el 50% de la producción de crudo
de Arabia Saudita, constituye una nueva alerta sobre la progresiva
depredación de un recurso no renovable de importancia estratégica
(srsroccoreport.com
16 5 2019).
Esta
situación, conjuntamente con las alternativas de la demanda mundial
de petróleo y las acciones colectivas de los países nucleados en la
OPEP restringiendo producción para garantizar buenos precios a sus
exportaciones, han dado lugar a crecientes presiones del gobierno
norteamericano para controlar los precios y el mercado del petróleo.
El descubrimiento de petróleo y gas no convencional en su territorio
y la abundancia de crédito barato dieron enorme impulso en poco
tiempo a la producción de petróleo norteamericano. De acuerdo a
proyecciones recientes, este país iría a convertirse en el
principal exportador de petróleo en el transcurso de este año
(reuters.com
10 12 2020).
Esto se logro al precio de una gran contaminación ambiental y de un
acelerado agotamiento de la productividad de los pozos explotados.
Esta caída de la productividad y el altísimo endeudamiento
contribuyen a explicar la falta de rentabilidad de las empresas del
sector que hoy constituyen el eslabón mas débil de la deuda
corporativa norteamericana.
Pandemia y crisis del petróleo
La
reciente guerra comercial entre China y Estados Unidos afectó
negativamente la economía global, la demanda mundial de petróleo y
sus precios. La negativa de Rusia a participar de un corte
generalizado de la producción para estabilizar los precios del
petróleo propuesto por Arabia Saudita, llevó a esta última a
anunciar un aumento de su producción sin límite alguno a partir de
mayo. Reeditaba así una táctica utilizada entre 2014 y 2016: la
sobreproducción de petróleo para bloquear a la competencia,
especialmente de la industria petrolera norteamericana, que por sus
costos necesita precios altos para sobrevivir. Este anuncio provocó
una inmediata caída de los precios del petróleo que se propagó
como fuego en el mercado financiero donde hay un sin número de
activos complejos que se relacionan con la energía. Varios de estos
fondos de inversión (entre ellos BlackRock, el mas grande del mundo)
fueron seriamente golpeados y cuatro grandes bancos norteamericanos,
con 15% de su capital tangible invertido en el mundo energético, se
vieron amenazados. A esto se sumó la inminente debacle de la deuda
corporativa del sector energético y de bancos de menor envergadura
vinculados a estas empresas. La necesidad de impedir que la crisis
financiera se profundizara llevó a la Reserva Federal a intervenir
fuertemente con programas especiales destinados a salvar a los
sectores más comprometidos. El titular de BlackRock paso a ser el
brazo ejecutor de estos programas.
A
pesar de esta intervención de la Reserva Federal, la situación de
los activos financieros vinculados al petróleo se complicó
seriamente el 20 de abril, cuando los futuros del precio del petróleo
cayeron brutalmente hasta llegar a valores negativos por primera vez
en la historia (WTI-37.63 y Brent -20 dólares por barril). El
continuo crecimiento de la producción petrolera en circunstancias en
que la demanda de petróleo había caído en un 30% como consecuencia
de la pandemia produjo un excedente que amenazó con saturar la
capacidad de almacenamiento existente en los Estados Unidos. En este
contexto, el avance de una flotilla de barcos petroleros cargados con
un mar de petróleo proveniente de Arabia Saudita y equivalente a 7
veces el flujo normal de abastecimiento mensual, puso más presión
sobre el mercado de futuros del petróleo (zerohedge.com
23 4 2020).
Este
contexto desquiciado muestra la brutal erosión de los acuerdos
históricos que convirtieron al petróleo en la sombra del dólar a
principios del los ’70. Desde marzo Rusia y Arabia Saudita han
intentado acordar la reducción de la producción, bajo la premisa de
que esta vez el acuerdo iría a incluir a los productores
norteamericanos. Trump rechazó esta posibilidad, anunció compras
masivas para abastecer el fondo de reserva del país y defender a la
“maravillosa industria petrolera norteamericana”. Al mismo tiempo
anunció la posible imposición de tarifas a la importación de
petróleo saudí y en privado amenazó con el retiro inmediato de
todo el armamento y tropa norteamericano existente en Arabia Saudita
(reuters.com
30 4 2020).
Ahora se discute la posibilidad de una inmediata adopción de
legislación especial (No
oil producing and exporting cartels Act, NOPEC)
que hasta ahora ha dormido en el Congreso. La misma permitiría
levantar la inmunidad diplomática de Arabia Saudita y de los países
de la OPEP, embargar todos sus bienes en territorio norteamericano y
paralizar las transacciones financieras en dólares de Arabia Saudita
en cualquier parte del mundo (zerohedge.com
28 4 2020).
Así
esta pandemia expone la irracionalidad de un sistema social que
depreda un recurso no renovable de importancia estratégica para la
reproducción de su economía, engendra conflictos militares con
países aliados, mina las bases de sustentación del dólar como
moneda de reserva internacional, contamina y destruye el medio
ambiente y coloca a la humanidad ante la posibilidad de una guerra de
consecuencias imprevisibles.
Poco
tiempo atrás el titular de BlackRock admitía la posibilidad de que
el status del dólar como moneda de reserva no estuviese asegurado
por mucho tiempo y reconocía que “el 40% del déficit
norteamericano se financia con factores externos. Ningún otro país
tiene esto” y recomendaba no pelear con los acreedores externos
pues esto precipitaría acontecimientos no deseados (zerohedge.com
7 11 2018).
Hoy gestiona los programas especiales de la Reserva Federal
destinados a salvar al dólar. De paso, aprovecha para multiplicar
sus negocios y los de sus amigos. En las últimas semanas, mientras
treinta millones de personas han quedado desempleadas, un
reducidísimo grupo de billonarios norteamericanos acrecentó su
riqueza en 282.000 millones de dólares (inequality.org
23 4 2020).
La pandemia en la Argentina
En
este mundo desquiciado que se precipita hacia una gran depresión con
crisis financiera y multiplicación de defaults, la pandemia arroja
un haz de luz sobre el caos sembrado en la Argentina por Macri y el
FMI tras años de ajuste estructural, endeudamiento ilimitado y
dolarización creciente de la economía. Al mismo tiempo, descarna a
los grandes intereses que lucran con esta situación y permite buscar
un camino de salida a la actual crisis que vive el país.
El
total de medidas adoptadas para enfrentar a la emergencia sanitaria y
alimentaria y para asistir a los sectores mas vulnerables de la
población perjudicados por la cuarentena representara el 5,6% del
PBI en junio. Esto implica un enorme aumento de la liquidez, y la
posibilidad de desviar buena parte de la misma hacia la especulación
cambiaria y la fuga de capitales. Esto ya está ocurriendo: en el mes
de abril los tipos de cambio que habilitan estas operaciones (ccl y
mep) han crecido un 30%. Recientemente el BCRA adoptó una serie de
medidas para controlar estos movimientos, entre otras: prohibición a
los bancos de operar con cauciones, límites a la tenencia de moneda
extranjera de los Fondos Comunes de Inversión, prohibición de
compra de dólares a las empresas que reciben crédito subsidiado,
aumento de las tasas de interés de los pases de los bancos. Sin
embargo, el actual contexto internacional de crisis financiera y
falta de liquidez en dólares, y la creciente retención de la
liquidación de las divisas de exportación del país, reclaman
medidas drásticas para bloquear esta especulación cambiaria
inmediatamente.
El
Presidente ha reconocido que le preocupa este problema cambiario. Sin
embargo, cree que son movimientos especulativos no demasiado
significativos que obedecen a las alternativas de la reestructuración
de la deuda (infobae.com
27 4 2020).
Desde nuestra perspectiva, más allá de su magnitud relativa, estos
movimientos impiden la desdolarización de la economía y ponen en
jaque a la política económica del gobierno. Crean un clima de
inestabilidad creciente deteriorando la credibilidad oficial ante los
acreedores extranjeros, alimentan la remarcación de precios,
erosionan la protección otorgada a los sectores más vulnerables y
bloquean los intentos de reactivar la economía. Así, a pesar de la
existencia de precios máximos y tarifas y combustible controlados,
el costo de la canasta básica alimentaria ha crecido en marzo un
3,4%. Las remarcaciones de precios ocurren en distintas instancias de
las cadenas de valor de los alimentos, y las demandas de aumentos
inmediatos de precios para “compensar los aumentos de costos del
mes de abril” proliferan entre las organizaciones empresarias del
sector. A esto se suman los reclamos de diversas entidades
agropecuarias por la brecha cambiaria entre los precios de lo que
producen y sus insumos importados (infobae.com 21 4 2020). Hoy el
Ministerio de Desarrollo social enfrenta enormes dificultades para
comprar alimentos con precios máximos (ámbito.com 1 5 2020). Esta
situación pone en riesgo a su capacidad de alimentar a los más
vulnerables y puede detonar una crisis social más profunda.
La
poca colaboración de los bancos privados y la resistencia abierta de
todos los sectores económicos más poderosos a la posibilidad de
contribuir a la emergencia económica con un impuesto único a la
riqueza, han dado mayor centralidad a este debate que el país
necesita desde hace tanto tiempo. El miedo a destapar las causas de
la enorme disparidad de ingresos, la evasión de impuestos y la fuga
de capitales ha desatado una campaña destinada a bloquear las
medidas que el gobierno toma, cualquiera sea el ámbito de las
mismas. Esta campaña articulada en torno a la sistemática
dispersión de
fake news
ha llegado a su máxima expresión en los dichos de una senadora
provincial macrista acusando a la coronavirus de ser una “excusa
para cerrar la economía… hacer que se fundan las empresas y
estatizarlas”. En estos delirios, los presos son militantes K, que
una vez liberados “son futuras patrullas que amenazan a jueces y
que los largan para tomar tu capital. Te van amenazando, no es joda!”
(ámbito.com 28 4 2020).
Lo
que no es joda son precisamente estos delirios. Ponen en evidencia la
pobreza intelectual y moral de la dirigente en cuestión y expresan
la esencia de la campaña del miedo y del odio desatada desde tiempo
atrás por Macri y su núcleo mas íntimo, esa “campaña
vietnamita… la pelea cuerpo a cuerpo” donde “cambiar el chip,
cambiar la cabeza es la clave” (Marcos Peña, lpo.com 12 04 2020)
El mensaje de la senadora resume los principios que guiaron a la
propaganda nazi en Alemania: machacar al infinito un relato mentiroso
que rasguña miedos ancestrales.
La
pobreza intelectual y moral no se superan, pero los relatos
mentirosos se desenmascaran transparentando la vigencia de los
destrozos que el macrismo ha provocado en todos los ámbitos,
incluidas las cárceles. Esto no significa contribuir a la grieta.
Implica aclarar quién es quién y hacia dónde nos dirigimos con las
políticas que se adoptan.
Teoría
y práctica divorciadas … los fanáticos a ambos lados de la grieta
El
coronavirus mostró con claridad hasta dónde ha llegado en algunos
casos el divorcio entre la teoría y la práctica de la democracia.
Además, expresó dos tendencias problemáticas: la de los fanáticos
del Estado que terminan defendiendo cualquier forma de control y la
de los detractores del Estado que desprecian cualquier política. El
autoritarismo es peligroso. Ser libertario en una pandemia es
ridículo.
Un
viejo adagio dice que las crisis no hacen a una persona, pero revelan
de qué está hecha. Lo mismo se aplica a los sistemas políticos:
durante los tiempos de crisis, sus fortalezas y debilidades básicas
quedan al desnudo. Cuando comenzó la crisis del coronavirus, hubo
mucha discusión sobre si sacaba a la luz debilidades subyacentes del
autoritarismo chino.
Fallas
en los flujos ascendentes y descendentes de información
obstaculizaron en China una comprensión temprana de la naturaleza y
la profundidad de la crisis. Los funcionarios locales de Wuhan
priorizaron mantener el favor de las elites del Partido antes que
proteger la salud y el bienestar de sus ciudadanos, lo que contribuyó
a encubrimientos que condujeron a que la catástrofe «se precipitase
hacia el exterior». La naturaleza burocrática del régimen de
Beijing y su dependencia de la «legitimidad por el desempeño» –a
cambio de la cesión de su libertad, se le promete a la ciudadanía
un gobierno eficaz– crearon incentivos para que aquel suprimiera,
en lugar de discutir abiertamente, las malas noticias y los arduos
desafíos.
El
hecho de que una toma de decisiones fallida y peleas intraelite
similares convirtieran a Irán en el siguiente epicentro de la
pandemia reforzó el argumento de la debilidad del autoritarismo de
cara a la crisis. Pero mientras se extendía la pandemia, se develaba
mucho más que las flaquezas de los regímenes autoritarios.
En
teoría, las características inherentes a la democracia –libertad
de prensa y de flujos de información, políticos, partidos y
gobiernos que deben dar respuesta a la ciudadanía y en los que esta
confía, funcionarios y burócratas designados sobre la base del
mérito antes que por conexiones– deberían resultar ventajas a la
hora de lidiar con las crisis. Pero el coronavirus mostró con
claridad hasta dónde ha llegado en algunos casos el divorcio entre
la teoría y la práctica de la democracia.
Caminos
divergentes
A
lo largo de los últimos años, los países democráticos siguieron
caminos ampliamente divergentes. En algunos de ellos, la democracia
se mantuvo resiliente. Esos países han sido capaces de explotar las
fortalezas inherentes a la democracia al momento de responder a las
crisis. En otros, las normas e instituciones democráticas se han
degradado a punto tal que no queda evidencia alguna de esas
fortalezas que tiene, en teoría, la democracia.
Por
ejemplo, en la primera categoría se encuentran los países nórdicos.
Los expecialistas califican en forma sistemática sus democracias
como fuertes, mientras que los niveles de satisfacción con la
democracia y confianza social de los ciudadanos permanecen muy altos.
Estas características se reflejan con claridad en las respuestas a
la crisis de los gobiernos y las sociedades de la región.
En
Dinamarca, el gobierno socialdemócrata de minoría negoció
rápidamente un paquete de medidas para paliar la crisis con los
sindicatos, las organizaciones de empleadores y los demás partidos
políticos, que combinó un «cierre nacional» para limitar la
expansión del virus con medidas radicales para proteger a la
ciudadanía y las empresas de los peores efectos de la caída
económica que inevitablemente lo acompaña. Entre las medidas se
encuentran la promesa de cubrir al menos 75% de los salarios de los
empleados en aquellas empresas que de otro modo los despedirían,
además de préstamos, postergación de impuestos y otros tipos de
asistencia para las firmas que mantengan su nómina de empleados.
El
objetivo de esas políticas es facilitar el impulso a la economía
cuando en algunos meses, con suerte, la crisis haya sido superada,
evitando quiebras y haciendo más viable que los negocios reinicien
sus actividades, ya que no deberían invertir esfuerzos en volver a
contratar personal. Cuando se anunció el alcance y el costo sin
precedentes del paquete de crisis danés, el ministro
de Finanzas afirmó «que no había techo» en lo que el Estado
haría para proteger el país. No se cuestionó que fuera la tarea
del Estado proteger a la sociedad y la economía danesas.
Responsabilidad
social
Suecia,
entretanto, respondió inicialmente a la crisis con un cierre
menos severo, confiando más bien en el sentido de solidaridad y
responsabilidad social de la ciudadanía para cumplir con la
restricciones al comportamiento. El primer ministro, Stefan Löfven,
ofreció un discurso
a la nación sin precedentes, en el que convocó a los suecos a
«asumir la responsabilidad de sí mismos, de sus conciudadanos y de
su país», a confiar en que las autoridades tomarían las medidas
que fueran necesarias para protegerlos y a tener fe en la capacidad
de su «vigorosa sociedad» para capear la crisis.
Llamamientos
tales solo tienen sentido en un país donde los ciudadanos tienen un
alto grado de confianza entre sí y en sus instituciones políticas.
Para bien o para mal, los observadores han comentado sobre la
relativa calma con que la ciudadanía y los políticos suecos han
manejado la crisis hasta ahora.
En
cuanto a las políticas, el gobierno sueco también fue rápido en
anunciar medidas para ayudar a los ciudadanos y a las empresas
durante la crisis, incluyendo cubrir los salarios de los trabajadores
para evitar despidos, ofrecer préstamos y exenciones fiscales, entre
otras. Como en Dinamarca, la capacidad del gobierno de minoría
socialdemócrata para lograr la aprobación de esas políticas y en
general su respuesta al desarrollo de la crisis se vieron facilitadas
por la predisposición de los partidos de la oposición a cooperar en
el Parlamento. En Suecia, al igual que en Dinamarca, la idea de que
la tarea del Estado es proteger a la sociedad y la economía no
genera controversias.
Decadencia
significativa
En
el extremo opuesto del espectro político en relación con los países
nórdicos está Estados Unidos. Los especialistas concuerdan en que
en los últimos años la democracia estadounidense ha experimentado
una significativa decadencia, mientras que el nivel de satisfacción
ciudadana con la democracia, así como la confianza mutua entre los
ciudadanos y hacia las instituciones políticas han declinado
enormemente. Las respuestas del gobierno de Estados Unidos a la
crisis reflejan con claridad estas características.
Uno
de los aspectos más llamativos de la respuesta inicial
estadounidense fue la profunda divergencia entre las elites y la
ciudadanía sobre ciertos hechos básicos. Al comienzo, muchos
políticos republicanos y buena parte de los medios de derecha
retrataban la crisis como un «engaño», y la «histeria» que
generaba, como una conspiración de la izquierda para «desestabilizar
el país y destruir» a Donald Trump. El presentador de un programa
de horario central de la cadena Fox dijo a los televidentes que la
inquietud por el coronavirus era «un intento más de iniciar juicio
político al presidente».
Del
mismo modo, los republicanos y otras elites de derecha desestimaron
las advertencias de los expertos científicos acerca de la crisis,
tildándolas de poco confiables e incluso considerándolas parte de
un «complot del Estado profundo» para dañar al presidente. Al
principio, Trump apoyó esencialmente estas opiniones al referirse a
las advertencias de los expertos como un «engaño» pergeñado para
debilitarlo.
Estas
afirmaciones se filtraron hacia los ciudadanos y se reflejaron entre
ellos. Los participantes en las encuestas que eran republicanos
adoptaban una posición muy diferente de la de los simpatizantes
demócratas y se mostraban significativamente menos inclinados a
considerar el coronavirus una amenaza seria.
Esta
divergencia inicial en las opiniones significó que el gobierno de
Trump, así también como los demás políticos republicanos,
enfrentaran menor presión para actuar con rapidez o firmeza. Aunque
con el paso del tiempo los republicanos llegaron a tomar la situación
con más seriedad, como sucedió en China y en otros lugares, la
incapacidad del gobierno para responder con rapidez ha tenido
consecuencias graves.
Desconfianza
generalizada
Lo
que también obstaculizó una respuesta rápida fue la desconfianza
generalizada en el gobierno y, más ampliamente, en las instituciones
políticas, en particular entre los republicanos. Es (tristemente)
conocida la frase del ex-presidente Ronald Reagan según la cual las
palabras más aterradoras del idioma inglés eran «soy parte del
Estado y estoy aquí para ayudar». Como destacó un analista, «esta
frase nunca falla a la hora de generar risa entre los republicanos.
Si el Estado se quitase del medio, todos seríamos más libres y todo
funcionaría mejor».
La
desconfianza frente al Estado planteada por Reagan ha sido asumida
con creciente entusiasmo por sus sucesores. Pero en particular en
medio de una crisis, ese punto de vista parece patentemente ridículo.
Como muchos han notado, es difícil ser libertario durante una
pandemia.
Aun
antes de que se iniciara la crisis, la desconfianza frente al «Estado
grande» (big government) condujo al gobierno de Trump a debilitar la
burocracia federal. Desde su elección en 2016, los presupuestos de
muchas agencias gubernamentales se vieron reducidos y muchos puestos
quedaron vacantes. En los casos en que se ocuparon, un test de
lealtad reemplazó a la experiencia como criterio fundamental para la
designación.
Pero
no es solo la capacidad del Estado para responder a los desafíos lo
que ha decaído. También es insuficiente la disposición de Trump y
los republicanos a siquiera reconocer la necesidad de una acción
gubernamental. Han utilizado la desconfianza frente al «Estado
grande» –y más en general, el rechazo a la idea de que la
principal tarea del Estado es proteger a la sociedad y la economía–
como una excusa para rechazar las políticas que en otros países
incluso los conservadores aceptan como necesarias.
Evitar
la intervención
Apenas
el viernes 28 de marzo, Trump decidió invocar su autoridad
presidencial, de acuerdo con la Ley de Producción de Defensa, para
obligar a las empresas privadas a fabricar productos necesarios para
salvar vidas. Las empresas y los intereses conservadores habían
presionado en contra de una acción como esa, dando prioridad a
evitar la intervención directa del Estado por sobre las necesidades
de la ciudadanía estadounidense.
El
resultado son trabajadores de la salud que carecen de mascarillas y
otro equipo protector básico y una grave escasez de materiales de
testeo, respiradores y equipamiento necesario para enfrentar la
catástrofe creciente. Hace poco en Nueva York, mi ciudad natal, una
de las más ricas del mundo, se nos sorprendió con historias de
personal de enfermería que en los hospitales se veía forzado a usar
bolsas de residuos como protección.
En
pocas palabras, lo que Estados Unidos pone en claro es que se han
debilitado considerablemente muchas de las características de la
democracia que deberían hacer que el país estuviera mejor equipado
para lidiar con crisis. Sin ellas, el país más rico y más
tecnológicamente avanzado del mundo tambalea. Y cuando se trata de
hacer frente a grandes desafíos –y ni hablar en caso de una
crisis–, ni una vibrante sociedad civil ni un sector privado
dinámico pueden sustituir a un Estado que funciona bien y con gran
capacidad de respuesta.
Hay que aislar al virus, no la subjetividad
En
el marco de la crisis global desatada por el coronavirus, el
presidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) propone
poner énfasis en la comunicación: "Frente a la sensación de
catástrofe, debemos hacer un esfuerzo especial, quizá inédito,
para elegir las palabras adecuadas".
El
coronavirus es la primera pandemia de la historia de la humanidad que
se está transmitiendo online, en vivo y en directo. Las pestes
anteriores no tenían esa cualidad, esto es un asunto totalmente
nuevo, de modo que requiere un abordaje diferente. Hay aspectos
técnicos, infectológicos y epidemiológicos, que tienen sus
preguntas y sus respuestas, y eso está relativamente claro. Como
médico tengo la obligación de repetir que la fuente de información
tiene que ser el Ministerio de Salud de la Nación y no otras, como
las redes sociales, donde abundan las «fake news». Es en el
ministerio y los canales oficiales donde hay que ir a buscar la
información. Pero aparte de la técnica epidemiológica y sus
medidas, hay un problema comunicacional.
Una
población muy fragmentada, mal informada y pauperizada; medios de
comunicación que en gran parte han reemplazado la ética editorial
por la lógica comercial; e instituciones devaluadas que le fallaron
a la gente durante mucho tiempo es una combinación complicada en una
situación en la que se vuelve indispensable creer en las
instituciones. Y en este punto es importante revisar el contrato
social vigente en la Argentina.
El
contrato social ha sido dañado tras años de defraudación a la
población. Este contrato social devaluado hace que la palabra de la
autoridad sanitaria nacional no sea necesariamente tan valorada como
se necesita justo cuando, paradójicamente, la pandemia hace reflotar
la importancia del Estado. El Estado surge en el rol del Instituto
Malbrán, surge en el sistema público de hospitales, surge en la
recuperación del concepto de Salud Pública, que es un concepto
político que apunta a que lo que existe para unos, se pretende para
todos.
Algunos
medios de comunicación, sobre todo los que buscan vender, encuentran
que el rating sube con determinadas acciones comunicativas: los
títulos cargados, los adjetivos, las placas rojas. Frente a esta
sensación de catástrofe inminente, cuando parece que la humanidad
va a desaparecer o que nos estamos por caer por la catarata, como en
una película, tenemos que aclarar que no es así. Este es un momento
que reclama de los comunicadores, y también los de agentes de salud,
hacer un esfuerzo especial, quizá inédito, para elegir las palabras
más adecuadas. Tenemos que inventar metáforas nuevas. Cuarentena es
una palabra vieja. Aislamiento social, que es un término técnico
utilizado en infectología, es un sintagma muy poco feliz.
Las
pestes siempre producen angustia y temor. Son contextos sociales en
los cuales la discriminación se pone a la orden del día y estimulan
las conductas individualistas y no solidarias. Desde la Asociación
de Psiquiatras Argentinos (APSA) proponemos pensar con mucho cuidado
la técnica comunicacional. Y no solo la de los medios, también la
del Estado. Pensar cómo comunicamos, cuál es el efecto que queremos
lograr, cómo dejamos a ese receptor cuando le tiramos la información
por la cabeza. Pensar si lo que estamos estimulando son conductas de
cuidado o conductas persecutorias.
Para
el perfeccionamiento de la eficacia de las medidas de control del
virus es muy importante elegir las palabras para comunicar. Tenemos
que aislar el virus, no aislar la subjetividad de las personas.
Tenemos que pensar palabras nuevas, metáforas nuevas, expresiones
nuevas. Sin mentir, claro, porque el asunto no es maquillar, pero sí
tener en cuenta que las palabras crean realidades.
En
este contexto de angustia sería muy útil que se comunicara que esto
que estamos viviendo va a pasar. Que no vino para quedarse para
siempre, que va a tener un pico y luego va a pasar. Si comunicáramos
que las medidas de cuidado son por amor al otro, no por temor al
otro. Que lavarse las manos no es para cuidarme de vos, sino para
cuidarte a vos. La calidad de la comunicación es fundamental, no
solo para no generar caos, sino para propiciar conductas más
efectivas para cuidarse y para cuidar a los demás.
Cuestión de Ganancia y rentabilidad.
La
mercantilización de la salud y demás aspectos regidos por la
maximización de la ganancia atenta contra la vida y el planeta.
Quizás sea un tiempo de replantearse cómo vivir, producir y
vincularse con la naturaleza. En la cuarentena, el funcionamiento de
la sociedad lo sostienen sectores de trabajadores.
La
coyuntura de crisis que padece el planeta no se manifiesta tan solo
en lo económico o en lo ambiental. Muchas de las categorías de
percepción del mundo que tenemos incorporadas de nuestro proceso de
socialización parecieran tornarse obsoletas para comprender el
tiempo histórico que estamos viviendo.
El
sistema de relaciones sociales en el que estamos inmersos, concibe a
la sociedad desde el individuo aislado, y a la libertad en términos
individuales. Ello entra en contradicción con los mecanismos de
regulación de las prácticas que se han impuesto desde los Estados a
raíz de la pandemia.
Existe
la idea acerca de un estado de naturaleza del individuo aislado como
originariamente egoísta. En la filosofía política moderna ese va a
ser el fundamento teórico del surgimiento del Estado moderno ya que
en el estado de naturaleza rige la ley del más fuerte, lo que
llevaría a un conflicto permanente entre todos los individuos en la
lucha por la supervivencia. El surgimiento de estas teorías
históricamente es el reflejo del proceso de consolidación del
capitalismo.
Una
de las máximas del orden social vigente establece que cada uno
buscando su propio beneficio contribuye a maximizar el beneficio
social. El otro se presenta como un obstáculo, un límite a mi
libertad personal. Aquí es central la idea del ascenso individual,
de la meritocracia, como una ficción creencia, amplificada con
relatos de héroes individuales como fundamento del consenso.
Consenso que se torna hegemónico al difundirse desde la temprana
infancia por instituciones fundamentales como la familia, la escuela
y los medios de comunicación. Son construcciones sociales adecuadas
a un contexto histórico. Su uso popular tiene que ver con que son
orgánicas y funcionales a este orden social.
En
este marco es un hecho que los Estados Nación se resignifican frente
a la anarquía del mercado. A la vez que las instituciones
supranacionales -como la Organización de Naciones Unidas (ONU),
Organización Mundial del Comercio (OMC), Organización Mundial de la
Salud (OMS), Unión Europea (UE), entre otras- se han visto
ineficaces para promover acciones coordinadas.
Se
observa la presión del poder económico, los grandes grupos que
pugnan por la apertura de la cuarentena, hecho que entra en
contradicción con la preservación de la vida de la población. En
la parálisis económica no se puede reproducir el ciclo de
acumulación. A su vez, la mercantilización de la salud y de todos
los aspectos de la vida regidos por la lógica de la maximización de
la ganancia atentan contra la vida y el planeta. Quizás este es un
tiempo de replantearse el modo de vivir, de producir y de vincularnos
con la naturaleza.
En
una era en la que estamos sobreinformados y sobreentretenidos, ¿dónde
puede encontrarse un lugar para el pensamiento crítico y una actitud
creadora transformadora? La subjetividad construida en el consumismo
sin sentido automático es una barrera para transformar prácticas
sociales. Desde este contexto, ¿puede la situación que estamos
viviendo despertar cambios en las conciencias que lleven a
transformaciones en el modo de vida o terminará profundizando lo
mismo?
Los
procesos de cambio histórico no están prestablecidos. En las
relaciones sociales no hay ninguna cuestión inmutable, la vida en
sociedad es movimiento y es conflicto. Sin embargo la lentitud de los
cambios tiene que ver con que las estructuras objetivas tienden a
coincidir con las estructuras mentales de pensamiento, formas de ver
el mundo. Pierre Bourdieu lo denomina con el concepto de Habitus,
similar al concepto de sentido común de Antonio Gramsci como “formas
de pensar que devienen actividad práctica”. Es el cemento del
orden social.
El
desarrollo de las fuerzas productivas que puede observarse en la
aplicación de tecnologías al proceso de trabajo, la tendencia a la
robotización, no parece encontrar o canalizar en este marco de
relaciones sociales mejores condiciones de trabajo y libertad para
una gran mayoría, sino que por el contrario, vemos cada vez más
individuos precarizados. La figura del emprendedor empresario de sí
mismo oculta las relaciones de explotación, a la vez que dinamita
los lazos de solidaridad entre pares. Puede verse al respecto una
excelente crónica de esta situación en la era actual en el film
Sorry We Missed You (Ken Loach, 2019).
Hoy
en día los que están sosteniendo el funcionamiento diario de la
sociedad en medio de la pandemia son los trabajadores: personal de la
salud, trabajadores de los servicios públicos esenciales, docentes,
comerciantes, repartidores por nombrar algunos. Sin embargo, las
medidas económicas no reflejan ello. Pareciera ser que los intereses
de las grandes corporaciones tienen mayor peso en la definición de
las prioridades.
Qué
sentido de libertad existe si cada vez hay mayor precarización de
las vidas de una gran mayoría, mientras que el gran poder financiero
tiene plena libertad de movimiento sin reconocer las fronteras. Qué
tipo de subjetividad y de libertad son para el asalariado promedio la
de disponer la mayoría de su tiempo a trabajar para consumir y
entretenerse sin despertar la curiosidad, la serenidad, el
conocimiento o nuevas formas de percepción. La época que nos toca
vivir puede servir para reflexionar sobre situaciones naturalizadas.
(
https://vaconfirma.com.ar/?articulos_seccion_719/id_11186/subjetividad-y-libertad-en-la-pandemia
)
La
deuda de la vergüenza ...
El
observatorio de Políticas Públicas de la UNDAV, nos vuelve a
compartir un trabajo con datos e información de calidad respecto al
problema recurrente del endeudamiento externo en dólares, que
favorece especuladores, bancos y financistas, y jamás aporta al
desarrollo de nuestra gente y de infraestructura, Tecnología o bases
de desarrollo para el trabajo Nacional y la generación de riquezas
que beneficie al conjunto de nuestra población.
La
administración anterior utilizó de manera primordial el mecanismo
del endeudamiento externo para la financiación de las necesidades de
la balanza de pagos. Durante 2016 y 2017 los mercados de crédito
voluntarios, es decir, el sector privado, prestaron más de 100 mil
millones de dólares que ingresaron al
país
vía endeudamiento público.
A
principios del 2018 se cerró el grifo, ya que se evidenció que el
nivel de endeudamiento externo entraba en parámetros de
insostenibilidad. Es así que en abril del 2018 se volvió a recurrir
al FMI. Se dio así el préstamo más grande que haya hecho el Fondo
alguna vez, siendo hoy la Argentina la acaparadora del 60% de los
préstamos de su cartera. En total, desembolsó 44 mil millones de
dólares (quedando 11 mil millones restantes suspendidos) en el marco
de un acuerdo Stand-By.
Tal
fue la magnitud del endeudamiento externo, que el peso de la deuda
pública bruta total sobre el producto bruto interno pasó de
representar el 52,56% en 2015 a casi el 90% en 2019.
A
raíz de lo anterior, la composición de la deuda cambió en estos
cinco años. La deuda con el sector público pasó de representar el
57,2% del total en 2015 al 37% en 2019, mientras que la deuda
con
organismos bilaterales y multilaterales (entre ellos el FMI) pasó
del 12% al 23,4% y la deuda con los sectores privados (entre ellos
los grandes fondos que acaparan la mayoría de la deuda privada) pasó
de 30,7% a 38,7% en este último año.
Según
el informe de la Secretaria de Finanzas, a marzo del 2020 el 44% de
la deuda total se encuentra protegida por legislación extranjera.
Además, la deuda del gobierno en moneda extranjera representó en
2019 el 69% de PIB, mientras que en 2015 representaba el 35%.
El
gobierno nacional actual, en su propuesta de reestructuración de la
deuda externa en ley extranjera del 16 de abril, plantea
reestructurar 21 bonos de Títulos Públicos, de los cuales 17 fueron
emitidos por la administración anterior entre 2016 y 2017, mientras
que los 4 restantes son parte de la reestructuración de la deuda
externa del 2005. El stock total a renegociar es de 66.238 millones
de dólares, de los cuales 41.548 millones corresponden a los bonos
emitidos por la administración
anterior.
La
propuesta presentada, plantea una quita del 62% sobre los intereses y
5,4% sobre el capital, además de un periodo de gracia de 3 años,
con lo cual a partir de 2023 se iniciaría el pago de intereses. Esto
equivale a un recorte de 37.900 millones de dólares en intereses y
3.600 millones en capital, mientras se propone alargar los plazos de
pagos a través de los nuevos bonos que ofrece el gobierno. Los
primeros nuevos bonos para canjear con los acreedores vencen en 2030,
tanto para dólares como para euros, luego se ofrecen a 2036, 2039,
2043 y 2047, siendo en total 10 bonos, 5 para deuda en dólares y 5
para deuda en euros.
El
horizonte actual de vencimientos de los bonos a canjear, entre 2020 y
2030, implica 73.400 millones de dólares, mientras que, en el corto
plazo, hasta 2023, el horizonte de vencimiento es de 27.500 millones
de dólares. En los próximos cuatro años (que abarcan la gestión
actual), y solo de los bonos a reestructurar, habría que destinar el
7,6% del PIB actual para continuar con el cronograma de pagos sin
alteraciones.
Por
el contrario, en el hipotético escenario de aceptación del 100% de
la propuesta (y una exit yield de 10%), se proyecta que recién en el
último año de gobierno se destinarían 334 millones de dólares en
intereses (0,1% del PIB), mientras que si sumamos un periodo de
gobierno más (hasta 2027), se destinarían al pago de intereses y
amortizaciones 11.111 millones de dólares, representando 3,1% del
PIB actual. Por otra parte, si agregamosel periodo de mediano plazo
de 10 años, hasta 2030, con la
propuesta
de reestructuración se pasaría de tener que pagar 73.400 millones a
29.929 millones de dólares (el 40%).
La
primera reacción del mercado fue positiva en algunos bonos, mientras
que otros cayeron, producto del constante lobby de los bonistas para
instalar que no hay arreglo posible por una “mala oferta del
gobierno”. En promedio, la variación de los principales bonos
durante los 14 días posteriores a la presentación de la propuesta
de reestructuración fue de una caída del 1,4%. El DICA (Bono
Discount) incrementó su valor 3,3% mientras que el AY24 creció
5,2%. Por parte de los que reaccionaron mal, el bono a cienaños
(AC17) cayó 6,5%, mientras que el DICY se contrajo 4,6%.
El
equipo económico actual tiene la firme convicción de no abdicar
ante el pedido de los acreedores de llevar adelante un brutal ajuste
en el gasto público que implique un padecimiento para la sociedad
argentina. Se suma a esto el apoyo del FMI, declarando insostenible a
la deuda externa actual y
promoviendo
quitas cuantiosas con los privados, y más recientemente de la ONU, a
través de un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre
Comercio y Desarrollo (UNCTAD), donde se subrayó que la propuesta
argentina busca una sostenibilidad de la deuda en su relación con el
Producto Bruto Interno, “con una estrategia a largo plazo de poner
a la economía en un camino virtuoso que priorice la producción
interna y la inclusión social".
Curas
Villeros
El Equipo de Curas de
Villas y Barrios Populares de Capital y Provincia, conocidos
habitualmente como “Curas villeros”, dio a conocer un comunicado
en el que afirman que “la covid-19 está pegando fuerte en
nuestros barrios”, advierten que va “creciendo mucho el contagio
en los barrios vulnerables” y piden que la comunicación y las
políticas de gobierno hagan “foco en los barrios populares” porque
“la pandemia hace que se visibilicen problemas estructurales de
nuestros barrios”.
Agregan los curas que “la
realidad se nos vino encima” y que “hay temas en los que no
podemos seguir esperando su solución”, porque “hay lugares con
serios problemas de falta de agua, como la Villa 31”.
Al demostrar su
preocupación por el aumento del contagio en medios pobres, los
religiosos dicen también que “esperamos que (frente al hecho)
no resurjan actitudes discriminatorias”.
El documento plantea en
general un preocupante diagnóstico de la situación en los barrios
populares y villas de emergencia frente al avance de la pandemia.
En alusión a los
“caceroleos” de protesta que se escucharon en los últimos días,
los sacerdotes refieren a la “solidaridad natural” de los vecinos
de barrios populares, afirmando que “nos hace bien ver cacerolas
que con amor alimentan y dan esperanza y no cacerolazos que dividen e
infunden miedo al otro”.
Agregan que “las
cacerolas de los pobres, como todo lo que surge de ellos, son para
cuidar y sostener la vida” dado que “los pobres nos enseñan que
los tiempos difíciles son para unir y no para que nos sigamos
dividiendo”.
Los curas, encabezados
por el obispo auxiliar de Buenos Aires, Gustavo Carrara, realizaron
un acto en el Villa 31 de Retiro, para recordar el “46°
aniversario del asesinato y martirio de nuestro querido Padre Carlos
Mugica”, “renovar y actualizar nuestro compromiso con los vecinos
y vecinas” y dar cuenta de los problemas que enfrentan los
habitantes de los barrios populares frente al avance la covid-19.
Del acto, además del
obispo, participaron los sacerdotes Agustín López Solari, Nicolás
Angelotti, Guillermo Torre, Adrián Bennardis, Gastón Colombres,
Franco Punturo, Pedro Baya Casal, Lorenzo de Vedia, José María Di
Paola y Basilicio Britez, junto a un grupo de fieles y vecinos de la
Villa 31.
En el documento que
lleva la firma de más de treinta curas, también se
expresa preocupación por “la situación del hacinamiento y
abandono en las cárceles, las limitaciones del sistema de salud, la
asistencia alimentaria sostenida y muchas necesidades concretas que
surgen por la pérdida de las changas y trabajos informales de muchos
de nuestros vecinos”, sin dejar de lado la “preocupante
realidad de despidos arbitrarios”.
Y anticipándose los
religiosos dicen también que “se vienen momentos muy duros en
lo social” , por lo que “es urgente que se favorezca el
acceso a los subsidios habitacionales”.
Advierten que “cada vez
más gente se queda sin dinero para pagar el alquiler” y que “en
la línea del I.F.E es necesario que se aumenten determinados
beneficios sociales en cuanto al acceso a la compra de alimentos y
medicamentos”.
Reconociendo que hoy hay
más presencia del Estado que en el momento que Carlos Mugica, hace
50 años, organizó la “pastoral villera”, dicen no obstante que
dicha presencia “es insuficiente todavía” y por eso “seguimos
necesitando una presencia inteligente del Estado”.
Subrayan, sin embargo,
que los pobres, “ellos y ellas, aceptan la buena decisión del
Gobierno Nacional de hacer cuarentena y valoran las decisiones en
favor de los que más sufren las consecuencias que van apareciendo”.
En otro párrafo de la
declaración se retoman palabras del papa Francisco quien, con motivo
de la pandemia y en una carta enviada a los movimientos y
organizaciones populares, sostuvo que “tal vez sea (ahora)
tiempo de pensar en un salario universal… para que ningún
trabajador se quede sin derechos”.
Solicitan además los
sacerdotes “que el Estado actualice su presencia en los barrios
vulnerables de acuerdo a las diferentes cuestiones y las
dificultades que se presentan, la seguridad, la salud, la educación
y las limitaciones de conectividad en estos lugares” y advierten
que “muchos chicos no pueden hacer la tarea de la escuela, a pesar
del esfuerzo de los docentes”.
Al mismo tiempo ponen de
manifiesto la preocupación por la realidad de los adultos
mayores y de los que tienen determinados problemas de salud, dada “la
insuficiente capacidad de espacios de aislamiento”.
Agregan los curas que
siguiendo las enseñanzas de Carlos Mugica comprenden que deben estar
“ahora más que nunca junto al pueblo” y aseguran que “seguimos
aprendiendo de nuestra gente sencilla, tan acostumbrada a tener que
adaptarse siempre a nuevas y difíciles situaciones”.
Por eso, dicen, “estos
son tiempos de hablar con hechos” motivo por el cual “ausentarnos
de los barrios populares sería colaborar para que crezca la
injusticia existente”.
Y argumentan que “en
nuestros barrios no cerramos las Capillas y todas las actividades
habituales se reconfiguran en función de lo que vamos viendo que
necesita la comunidad”.
La
pandemia que trajeron en avión, mata en los barrios humildes ...
La
tasa de contagio de coronavirus en los barrios populares de la Ciudad
se disparó, tal como venían alertando las organizaciones sociales
que hacen pie en estos territorios vulnerables. Si hasta el 30 de
abril los datos oficiales registraban entre la población más
emprobrecida del distrito más rico del país 124 casos, ahora, en
tan solo cuatro días, esa cifra se duplicó. De acuerdo a los
últimos números que dio el gobierno porteño, se registraron 249
casos de covid-19 y ya son seis las personas fallecidas en las
villas. Las más afectadas son la villa 31 de Retiro, con 151 casos,
en un asentamiento donde una gran mayoría de vecinos están sin agua
desde hace diez días, y la villa 1-11-14 del Bajo Flores, con otros
71 contagiados. Ante esta situación y como venían reclamando los
vecinos y las organizaciones populares que sostienen a los barrios,
este martes comenzó un operativo conjunto entre Nación y Ciudad
para detectar puerta a puerta el coronavirus en la 31.
La
preocupación por el aumento de la curva de contagios se confirmó
con los datos oficiales que publicó el Ministerio de Salud porteño
y la puesta en marcha del operativo conjunto Detectar (Dispositivo
Estratégico de Testeo para Coronavirus en Terreno de Argentina) en
la villa 31 de Retiro.
De
acuerdo a los datos publicados por el gobierno porteño, además de
los mencionados de la 31 y la 1-11-14, los casos de contagio de
covid-19 en los barrios populares se distribuyen de la siguiente
forma: “tres en el Barrio Ramón Carrillo; tres en Barrio 21-24;
dos en Ciudad Oculta; dos en Barrio 20; uno en Barrio Fátima; uno en
Rodrigo Bueno; uno en Piletones; otro en el Barrio Mitre y trece de
vecinos que viven en barrios vulnerables pero eligen no dar a conocer
su paradero”. Al mismo tiempo, informaron que el equipo de
epidemiología de la cartera sanitaria trabaja con 75 casos
sospechosos de haber contraído el virus por contactos estrechos con
los casos positivos.
Por
su parte, el ministro de Salud de la Ciudad, Fernan Quirós, aseguró
que en los barrios vulnerables la letalidad por coronavirus es de 2,4
por ciento. "Hay que poner toda la potencia del Estado en las
villas", dijo el funcionario al brindar información sobre la
evolución de la pandemia en el territorio porteño, que registró
hasta ahora 1811 casos positivos y 101 fallecidos.
En
cuanto a las medidas, sostuvo que "la estrategia que más
funciona es diagnosticar rápidamente a los enfermos y golpear puerta
por puerta para hablar con las personas y comunicarles los síntomas
para que los adviertan, y cuando se identifica un caso, ver los
convivientes, los contactos estrechos para aislarlos”, que es lo se
busca hacer a través del operativo Detectar.
En
la misma línea, desde el Ministerio de Desarrollo Humano y Habitat
porteño informaron que pusieron en marcha cuatro líneas de acción
para mitigar la expansión del virus en las villas: una campaña de
concientización (a través de folletos, redes sociales y grupos de
Whatsapp a cargo de los referentes barriales, sms, radios
comunitarias, recorridas territoriales con megáfonos por las calles
internas de los barrios, entre otras); un refuerzo de las raciones
alimentarias para comedores, merenderos y centros de primera
infancia; operativos de limpieza y asistencia a adultos mayores.
Las voces desde la villa
Sin
embargo, aunque las medidas y el hecho de que se transparenten los
números de casos en las villas fueron celebradas por la mayoría de
las organizaciones sociales que trabajan en los barrios consultadas
por este diario, remarcaron que lo que quedó en evidencia “es que
el gobierno porteño demoró y burocratizó la asistencia en los
barrios".
“Esto
llega casi un mes después de que se registró la primera muerte por
coronvirus en la villa 1-11-14. Después de dos semanas del primer
caso acá en la 31, y tres días después de la primera muerte en el
barrio, que fue el de la mamá de la primera contagiada, y tras
numerosos reclamos que hicimos ante la Secretaría de Integración
Social y Urbana”, advirtió Héctor Huanco, del Comité de Crisis
de la 31, integrado por representantes de diversas organizaciones
sociales del barrio.
“Hubo
falta de Estado a pesar de los reclamos. Nos preocupa. Recién este
lunes el Comité de Crisis se pudo reunir con los funcionarios, y
quedó claro en ese encuentro que había muchas demandas atrasadas.
Es falso que vienen trabajando con nosotros y el barrio desde el
primer momento. Venimos reclamando por los problemas de agua que hay
en el barrio desde el verano, y ahora hace diez días que falta agua,
cuando es esencial en medio de la pandemia para mantener la higiene.
Mientras llevaban a muchas personas a hoteles para hacer la
cuarentena, acá nos dejaron a la deriva, pese a que está claro que
no se puede mantener el aislamiento con el nivel de hacinamiento que
tienen las familias en el barrio. Hasta ahora, con los que tuvieron
contacto estrecho con gente contagiada no hicieron nada”, advirtió.
De
todos modos, el representante barrial dijo que “celebramos el
operativo y estamos comprometidos para controlar que no se expanda el
contagio. De hecho, nos repartieron planillas a los referentes y las
organizaciones para que aportemos los datos de personas que tengan
síntomas para que las testeen”, agregó, al mismo tiempo que
remarcó que “lo deberían haber hecho antes”.
Reunión con funcionarios
En
la reunión que mencionó Huanco estuvieron representantes del Comité
de Crisis con autoridades del gobierno de la Ciudad y de la Nación.
Se encontraban la secretaria nacional de Acceso a la Salud, Carla
Vizzotti; el asesor de la Presidencia Alejandro Grimson, y el
subsecretario de Atención Primaria Ambulatoria de la Ciudad, Gabriel
Battistella, entre otros funcionarios.
En
el encuentro, donde les informaron del operativo conjunto para
testear a personas que hayan tenido contacto estrecho con casos de
coronavirus, el Comité dejó planteados cuatro reclamos básicos,
que son los mismos que vienen sosteniendo desde que comenzó la
pandemia en algunos casos (alimentos y artículos de limpieza), y
otros, como el agua, más necesaria que nunca, que arrastran desde
hace mucho tiempo y que dejan a la vista los grandes problemas que
tienen los procesos de urbanización de las villas porteñas, donde
falta agua y sobra hacinamiento.
En
primer lugar, reclamaron la conexión de agua potable para poder
cumplir con las medidas básicas de higiene y prevención;
solicitaron la posibilidad de realizar el aislamiento preventivo en
hoteles u otros lugares para contactos estrechos; asistencia a todos
y cada uno de los comedores del barrio con alimentos, elementos de
limpieza, higiene y bioseguridad y la desinfección, limpieza y
descacharreo de todo el barrio porque, además del coronavirus, hay
numerosos casos de dengue.
Desde
la organización villera La Poderosa, que venía alertando sobre la
falta de reacción del gobierno porteño, remarcaron que el aumento
de casos "era previsible por el hacinamiento que hay y la fata
de recursos. Nada de esto es nuevo pero la pandemia potencia todo",
advirtieron. "Falta agua y lo están supliendo con camiones
cisterna que no alcanzan a cubrir las necesidades del barrio, y donde
no falta agua, falta luz. En el barrio San Martín de la 31, cuando
se habían detectado varios casos, estuvieron tres días sin luz, lo
que complica cualquier medida de prevención y aislamiento",
ejemplificaron, y remarcaron que hubo "desidia, en el caso de
Alba, la primer mujer que se contagió en el barrio y estuvo
intenrada, tenía a su padre de 85 y su madre de 84 en la casa, muy
achacados, y el gobierno porteño, por más que dijeron que se
pusieron en contacto con la familia para darles soporte, no lo
hicieron. Nos pidieron a nosotros los datos varios días después, y
no sabemos qué hubiera cambiado pero tardaron en asistirlos y la
mamá de Alba está muerta".
En
tanto, el diputado nacional por el Frente de Todos Itai Hagman dijo a
este diario que "lo que están viviendo en las villas porteñas
es un reflejo de la gestión del PRO en la Ciudad, que a pesar de ser
la más rica del país cada vez es más excluyente. Gracias a la
organización de los vecinos y el comité de crisis se consiguió un
operativo coordinado entre la nación y la ciudad con la intervención
del Ministerio de Salud nacional y de AYSA, para avanzar en las obras
de conexión intradomiciliaria. Esperemos que esto mejore
urgentemente la situación de los vecinos y que siente un precedente
para trabajar en el futuro con una perspectiva que ponga a los
derechos humanos y la participación vecinal como prioridad".
En
este sentido, la presidenta de Agua y Saneamientos Argentinos (AySA),
Malena Galmarini, se reunió con el equipo de obras públicas del
gobierno de Horacio Rodríguez Larreta para colaborar en una solución
a la situación de los vecinos del Barrio 31. En tanto los
funcionarios locales se comprometieron a comenzar este miércoles las
obras pendientes para brindar agua potable al barrio.
A la búsqueda de casos
En
medio de las críticas y los apoyos todavía tibios por la inercia
estatal porteña, a media mañana, en la 31 se largó el operativo en
el que personal sanitario recorrió casa por casa para detectar
nuevos casos de contagio. "La idea es encontrar personas con
síntomas referidos al Covid y trasladarlos" a un centro móvil
instalado en el barrio "donde se le hace el hisopado",
explicó Gabriel Battistella, encargado del operativo Detectar.
Según
detalló, pasado el mediodía, se les había realizado el test de PCR
a 24 personas, provenientes de los más de 120 hogares en los que se
había efectuado entrevistas, que fueron trasladadas en micros a una
Unidad de Aislamiento Transitorio (UTA), que integran las Unidades
Febriles de Urgencia (UFU), para esperar los resultados.
De
acuerdo al funcionario, si el test da negativo la persona puede
regresar a su hogar, y “si da positivo se lo traslada a los hoteles
dispuestos por la Ciudad" para que transite allí la
enfermedad”. En aquellos casos en que el paciente presente alguna
complicación, se lo trasladará a un centro de salud.
Además,
explicó que "una vez que se detecta un caso positivo, se hace
una investigación de todas las personas que tuvieron en contacto con
la misma y se activa el protocolo con contactos estrechos para ver si
esas personas manifiestan sintomatología", con un seguimiento
que, entre otras cosas, establece "dos llamados por día".
Entre
la deuda y la vida quienes acomodados a una media mezquina y tuerta
que mira desviado con un ojo deseante para arriba y el otro culpable
del despojo y la indignidad a la que es sometido mucho “otro”
llamado pobre … y que crea la ilusión del “mérito” propio <Yo
me lo gané”, “Es mi esfuerzo” “Son pobres porque son vagos o
no quieren trabajar”>, como sucede casi siempre, el virus que
trajeron aquello que viajan en aviones … matan a los que viven en
la villa.
Tal
vez los muertos nos devuelvan la conciencia que bajo el mismo cielo
estamos todos y tarde o temprano a todos la vida se nos termina … y
comencemos a entender que la cooperación vale mas que el dinero y la
solidaridad que la avaricia. Solo entonces podremos llamarnos
verdaderamente humanos.
Daniel
Roberto Távora Mac Cormack
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