Lunes
11 de mayo de 2020
II
Cuándo
no importan los “otros”
“No
podemos salir a tontas y a locas porque a algún pillo se le ocurre
decir que lo más importante es la economía y abrir todo en desmedro
de la gente”, dijo el presidente. Del “miserable” que dedicó,
sin nombrarlo, a Paolo Rocca, por despedir trabajadores apenas
iniciadas las medidas de aislamiento, a este modesto y casi
condescendiente “pillo” con el que apostrofó el viernes a los
factores de poder que buscan agujerear como sea la cuarentena, el
presidente bajó un cambio en la elección de los calificativos para
aquellos a los que sólo preocupa la salud de sus fortunas. Si les
dijera “asesinos”, la ola de indignación de los medios
corporativos nos taparía a todos y motivaría renovadas marchas
contra el comunismo albertista.
¿Pero qué son? Los
popes que integran la Asociación Empresaria Argentina (AEA) reclaman
al gobierno aplicar “acciones que posibiliten una vuelta ordenada
al trabajo y la producción”, mientras exigen evitar el default. En
un descarado ejercicio metafórico, las autoridades de IDEA comparan
el esfuerzo colectivo del aislamiento social con el pago de la deuda,
pues respetar ese compromiso “también es cuidar a los argentinos”.
El Círculo Rojo en pleno, ex funcionarios como Alfonso Prat Gay
–corresponsable de la debacle financiera que agudiza el desafío
sanitario– y todos sus acólitos periodísticos baten el parche de
sus cacerolas pidiendo el fin de la cuarentena, “cuidar la
economía”. En el colmo de la desvergüenza, el “conocido
matutino” fabrica una opereta tempranamente frustrada –si pasa,
pasa– en la que un anónimo funcionario porteño postula la idea de
“contagiarnos todos”, apelando al concepto de “inmunidad de
rebaño”, ampliamente rechazado por todos los especialistas para
esta etapa de la pandemia.
El gobierno resiste,
hasta donde le da el cuero. Posterga la reapertura progresiva de la
cuarentena en el Área Metropolitana , donde se concentra más del
86% de los casos de Covid-19, y procura mantener más o menos tenso
el tire y afloje por las actividades que habilita y los requisitos
que deben cumplimentar. Pero está claro que no debe lidiar con
pillos nomás, sino con gente más peligrosa.
Brasil, EE UU, el Reino
Unido, hasta Suecia, con diferentes modales pero la misma premisa,
eligieron poner la economía por delante de la salud. Arrastrada por
el colapso de los sistemas de salud, la economía se desplomó igual
en el país de Trump, adalid de la negación de la pandemia. Su PBI
caerá casi un 6%, con más de 20 millones de nuevos desempleados, y
una cifra monstruosa de muertes que no cesan: hasta ayer, casi 80
mil.
¿Son sólo pillos o son,
sin vueltas, asesinos los que piden volver a ese modelo? Y una
pregunta aún más escrupulosa: ¿quién pondría los muertos, si se
abriera la cuarentena como piden? ¿Ellos? No. Serían los
trabajadores de sus fábricas. Y acaso los presos. Y los adultos
mayores en los geriátricos. Y los habitantes de las villas, donde
las condiciones materiales de la vida, en el país que nos dejaron,
tornan imposible el aislamiento. Pero ellos no.
Mientras
en el mundo ya se supero la linea de los 4 millones de infectados y
se esta muy cerca de superar los 300 mil muertos, desde algunos
sectores se sigue minimizando y negando la pandemia …
Ante
lo inédito que nos toca vivir, encontramos en algunos líderes de
potencias mundiales importantes, comportamientos que privilegian sus
intereses o prejuicios sobre la salud de las poblaciones que debieran
proteger. Boris Johnson, que les dijo a los británicos que esperaran
a ver morir amigos y parientes a su alrededor (hasta que le tocó
contagiarse); Trump, que dijo que era "una gripecita", que
"como llega se va", y que ahora hace burdas acusaciones por
los frutos de su propia negligencia a chinos, gobernadores de EE.UU.,
y casi a quien se le ocurra; Bolsonaro, que acumula contagiados y
muertos, y que echa culpa de ello a alcaldes que "decretaron el
encierro". Parece ciencia ficción.
Pero no lo es:
manifestantes -incluso armas en mano- pululan por el territorio de
EE.UU. apoyando a Trump y pidiendo que no haya cuarentena, y la
popularidad de Bolsonaro está lejos de haberse disipado.
Notoriamente, hay tendencias tanáticas e ignorancias flagrantes en
las poblaciones respectivas, que auspician esos manejos.
Nosotros no estamos
lejos. Así es la apelación de un sector minoritario pero
radicalizado de opositores en Argentina, que buscan arruinar al
gobierno arruinando la cuarentena. Es decir, que juegan con fuego sin
mayor pudor. Un inverosímil cuento acerca de que el gobierno
liberaría presos indiscriminadamente -lo que está fuera de sus
facultades, no sólo de sus propósitos- dio lugar a un poderoso
ruido mediático, más un caceroleo empotrado en confundida
indignación.
Es que las avivadas
vienen de muchos sitios, jugando con el miedo y el cansancio sociales
que se dan en el turbio repetirse del encierro. Así, aparecen los
que prometen virtualidad "para siempre" y abrupto final de
la escolaridad presencial, cuando no incluso del trabajo
territorializado. Es el delirio realizado del gran capital:
des-socializar la existencia social. Otros, apuntan a acostumbrar a
la sociedad al encierro y la vigilancia en gran escala: algo así
como un experimento de control poblacional en dimensión planetaria.
Claro que no cuentan con que no nos acostumbramos. Y están esos
jueces que, en la confusión del momento, liberan criminales de la
dictadura: sobre ellos el caceroleo no estableció rechazo.
Para el gobierno nacional es difícil la situación económica, que es lluvia sobre el agua: recibió un país acosado por la deuda tomada en los últimos años, y ahora tiene que repartir como si los Reyes Magos hubieran pasado por el Banco Central. La cuestión es cuándo se podrá retomar la actividad económica. Paradojalmente cuanto mejor hacemos la cuarentena, más se aleja ese pico que permitiría relajar las medidas, siquiera de modo parcial. Pero habrá que iniciar: lo evidente es que áreas de la producción y la construcción podrán retomarse siquiera en parte, pero no será lo mismo para los servicios: bares, restaurantes, espectáculos, turismo. Todo ello -que mueve flujos económicos importantes- deberá esperar mucho tiempo. Y sus actores vivir de ahorros, de apoyo estatal, o de un súbito y casi imposible recambio de actividad.
Para el gobierno nacional es difícil la situación económica, que es lluvia sobre el agua: recibió un país acosado por la deuda tomada en los últimos años, y ahora tiene que repartir como si los Reyes Magos hubieran pasado por el Banco Central. La cuestión es cuándo se podrá retomar la actividad económica. Paradojalmente cuanto mejor hacemos la cuarentena, más se aleja ese pico que permitiría relajar las medidas, siquiera de modo parcial. Pero habrá que iniciar: lo evidente es que áreas de la producción y la construcción podrán retomarse siquiera en parte, pero no será lo mismo para los servicios: bares, restaurantes, espectáculos, turismo. Todo ello -que mueve flujos económicos importantes- deberá esperar mucho tiempo. Y sus actores vivir de ahorros, de apoyo estatal, o de un súbito y casi imposible recambio de actividad.
También puede ser que
esas actividades se retomen, con costo mayor para los usuarios. Bares
con sillas distanciadas (y por ello menos personas), aviones con
asientos mayoritariamente vacíos para que se usen sólo unos
cuantos. Quizá por allí despunte una salida, para nada fácil de
instrumentar, pero que seguro ha de explorarse.
Habrá
que agudizar el ingenio y la audacia en este proceso, sin abandonar
las medidas de protección. No es la cuadratura del círculo, pero
algo de ello tiene: no hay punto arquimédico en esta inevitable
tensión entre cuidado del contagio, y gradual reasunción de las
funciones sociales. Pero estamos condenados no "al éxito",
como mal dijera algún dirigente, sino a sostenernos en la incómoda
estrechez de este brete histórico.-
( http://www.unidiversidad.com.ar/negar-la-pandemia?utm_campaign=Columna&utm_term=97 )
( http://www.unidiversidad.com.ar/negar-la-pandemia?utm_campaign=Columna&utm_term=97 )
Cada
día que pasa aumenta la controversia mundial en torno a los tiempos
de la cuarentena, al cuándo y al cómo se abrirán las puertas del
encierro que confina al aislamiento a miles de millones de ciudadanos
del mundo. El avance del coronavirus no se detiene y se multiplican
los interrogantes sobre su origen y su futuro. Muy pocos, sin
embargo, se preguntan por el valor de la vida humana en los tiempos
que corren. Hacerlo implicaría reflexionar sobre el contexto que nos
rodea, las miserias e injusticias que se acumulan a diario, sus
causas estructurales y el sentido de un relato que, de un modo
mágico, detona la violencia del miedo.
El virus ha llegado
envuelto en el tufo de la muerte, esa tragedia que desde los orígenes
del tiempo acosa a la vida humana. Sin embargo, también ha
desgarrado la fragilidad de una vida social que, organizada en torno
a la maximización de ganancias a cualquier precio, conduce a la
muerte colectiva. La pregunta por el valor de la vida desnuda la
falta de racionalidad y de ética del mundo en que vivimos. En otras
notas hemos abordado el análisis del impacto económico del
coronavirus. Este ultimo, sin embargo, afecta a todos los aspectos de
la vida humana. Su estampida también levanta el espeso velo que
oculta la otra cara del capitalismo global monopólico: su industria
de guerra. Contribuye así a descarnar la violencia inherente a la
expansión económica y a los avances tecnológicos de nuestra época.
En los tiempos que corren
la pandemia intensifica los conflictos existentes a lo largo y a lo
ancho del globo. En medio de estas turbulencias resuenan los ecos del
canto del cisne. Se sabe, desde tiempos remotos y mitológicos, que
el cisne solo canta al morir.
El
coronavirus y el rumor de la guerra
Gorbachov,
ultimo Presidente de la Unión Soviética y figura central de los
acuerdos que terminaron con la Guerra Fría, decidió romper un
prolongado silencio para alertar al mundo sobre los peligros que hoy
enfrenta nuestra civilización. La incapacidad de establecer fines
comunes a toda la humanidad y la falta de una estrategia global para
lograrlos ha llevado, según Gorbachov, a una enorme fragilidad del
orden mundial, a la militarización de la seguridad nacional y a la
inminencia del caos. Hoy, un enfrentamiento nuclear, las pandemias,
la miseria, la degradación del clima y del medio ambiente y el
desplazamiento de poblaciones, amenazan la integridad del mundo en su
conjunto. La carrera armamentista y las guerras no son una solución.
En este contexto ningún país podrá salvarse solo. Esto obliga,
según Gorbachov, a redefinir el concepto de seguridad nacional y a
desmilitarizar las relaciones internacionales. Propone dar un primer
paso hacia una nueva civilización convocando a una reunión de
emergencia de la Asamblea de las Naciones Unidas para revisar la
agenda global y recortar inmediatamente el gasto militar (time.com
15 3 2020).
Este
llamado a las potencias mundiales cayó como una gota en el océano
de turbulencias que sacude a la coyuntura internacional cada vez mas
agitada por el descontrol del coronavirus. El conflicto entre los
Estados Unidos y China ha escalado alcanzando su nivel mas alto, y se
esperan mas tensiones a corto plazo (wsj.com
7.
5. 2020). En un principio, Trump acusó a China de ocultar la
gravedad de la pandemia y la responsabilizo por la rápida
propagación mundial del virus. Luego, ante el descontrol de la
pandemia en Estados Unidos y el consiguiente deterioro de su imagen
política, Trump ha endurecido su posición, advirtiendo sobre la
aplicación de medidas punitivas en lo comercial y amenazando con la
imposición de una enorme penalidad económica por las muertes y
desastres ocasionados por el coronavirus. Mas recientemente, Trump ha
acusado a China de “recurrir a cualquier método” para
desestabilizar al gobierno norteamericano y ha ordenado a los
organismos de inteligencia la realización de una investigación
sobre los orígenes de la pandemia. La conclusión preliminar de esta
investigación, sostiene que el virus, habría escapado en “estado
natural “de un laboratorio de alta seguridad en Wuhan
(thenation.com
6 3 2020). Este
laboratorio coopera con otros laboratorios del mundo, entre ellos
algunos norteamericanos, y ha recibido en el pasado financiamiento
norteamericano, así como también de otros países.
Estas acusaciones se dan
en el contexto de una creciente controversia respecto a una posible
modificación genética del coronavirus que explicaría su
agresividad. Teorías radicalmente opuestas fluyen tanto en occidente
como en China y países aliados. Esta controversia, alentada por la
falta de contundencia de la información disponible, contribuye a
naturalizar una práctica frecuente que carece de un efectivo control
internacional. La manipulación genética de organismos letales en
laboratorios de alta seguridad (nivel 3 y 4) tiene motivos legítimos
vinculados al avance de la investigación científica y a la
producción de vacunas. Sin embargo, esta legitimidad puede ser
contaminada por la utilización de estas investigaciones con fines
militares. La escasa transparencia y control centralizado tanto
local como internacional y la rápida multiplicación de estos
laboratorios en el mundo facilita esta posibilidad.
Una
investigación realizada en 2007 por un órgano del Congreso
norteamericano (Government Accountability Office, GAO) registro la
existencia de 15 laboratorios de alta seguridad (nivel 3 y 4) en los
Estados Unidos, sugiriendo que podrían existir muchos más y
alertando sobre la inexistencia de un control central sobre su
funcionamiento. Hacia 2017 otro informe de GAO contabilizaba la
existencia de 276 laboratorios de alta seguridad alertando nuevamente
que su número podría ser superior y que su control “era
fragmentario y descansa principalmente en las políticas de los
propios laboratorios”. Estas circunstancias se asocian a una serie
de graves accidentes de seguridad ocurridos en los últimos años en
el manejo del material patógeno en estos laboratorios
(thebulletin.org
19 3 2020).
Coronavirus
y pensamiento mágico
El discurso del gobierno
norteamericano sobre la pandemia, y su adecuación a los fines
políticos del Presidente Trump muestra el intento de construir un
relato que impone una agenda política global a través de la
manipulación del miedo. En esta construcción, la veracidad de los
hechos no tiene importancia alguna. Lo que importa es desatar el
miedo, fenómeno que por arte de magia convierte al relato en
realidad objetiva.
Algo semejante ocurrió
con la invasión norteamericana a Irak, justificada oportunamente
ante la ONU por la necesidad de proteger al conjunto de la humanidad
ante la posesión de armas nucleares por parte de un gobierno
inescrupuloso. Estas armas nunca existieron, y tiempo después el
Secretario de Estado norteamericano reconoció que fue “mal
informado” por la CIA. Sin embargo, la veracidad de los hechos ya
no importa y la continua presencia norteamericana en este país
continúa justificándose en la necesidad de proteger a la comunidad
internacional, esta vez ante el avance del terrorismo internacional.
La pandemia ha
intensificado el sonido y la furia de un posible enfrentamiento
militar entre las principales potencias del mundo. Los ciudadanos de
a pie encerrados en sus pequeños mundos reciben a diario el
bombardeo de un discurso que alienta al miedo y obstaculiza el
análisis de los hechos. Esta táctica destructiva de toda
racionalidad, predomina hoy en todos los ordenes de la vida social.
Amplificada por la utilización de una tecnología que permite
controlar deseos, ideas, acciones y movimientos, la manipulación de
opiniones y acciones a través del miedo busca instalarse como algo
natural. En este baile los hechos desaparecen por la ventana y el
relato se convierte mágicamente en la propia realidad. Sin embargo,
los objetivos y límites de este pensamiento mágico quedan al
desnudo cuando se trasciende los miedos atávicos que azotan a los
individuos y se analiza la realidad objetiva desde la perspectiva de
los intereses sectoriales en juego y de la realización del bien
común al conjunto de la sociedad.
Financiamiento
militar en la pandemia
Desde
el atentado a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, la
industria militar norteamericana ha prosperado al amparo de miles de
millones de dólares en concepto de contratos del gobierno con las
principales corporaciones del sector. La capacidad del complejo
industrial militar para mantener el presupuesto de defensa
artificialmente alto ha sobresalido en los últimos 9 años en que
estuvo perpetuamente amenazado por recortes impuestos por la ley de
Control del Presupuesto de 2011 (Budget
Control Act).
Desde la aprobación de esta ley el presupuesto militar se ha
incrementado anualmente en cerca de 750.000 millones de dólares
(billions)
muy por encima de lo gastado durante las guerras de Vietnam y de
Corea. Durante este periodo centenares de funcionarios del área de
Defensa (645 solo en el 2018) han pasado por la “puerta giratoria”
y ocupado posiciones en las corporaciones, como lobistas, ejecutivos,
contratistas y miembros de sus directorios. Los tres últimos
Secretarios de Defensa han sido ejecutivos o miembros del directorio
de tres grandes corporaciones: General Dynamics, Boeing y Raytheon
(thenation.com
17 3 2020).
Durante
el gobierno de Trump las corporaciones del complejo industrial
militar se beneficiaron con aumentos del presupuesto militar mientras
en paralelo se producían drásticos recortes del presupuesto
destinado a la salud. En el ultimo presupuesto se propuso un aumento
de 7.000 millones de dólares (billions)
para el gasto en armamento nuclear y se destinaron cuantiosos fondos
para la creación de la Fuerza del Espacio. Al mismo tiempo, se
recortaron 1.200 millones de dólares del presupuesto para el CDC,
(Center for Disease Control) hoy el órgano central en la lucha
contra la pandemia. Este año la inversión en salud (National
Institute of Health,
NIH,
y FDA, Food and Drug Administration) representó menos del 1% de lo
gastado por el gobierno norteamericano en las guerras de Irak y
Afghanistan desde el atentado a las torres gemelas (thehill.com
28 3 2020).
Esta pérdida de importancia relativa del financiamiento del sector
salud explica su falta de preparación ante el avance de la pandemia.
Entre
2005 y 2017 las corporaciones del complejo militar y de defensa
hicieron lo mismo que el resto de las corporaciones norteamericanas:
sustituyeron la inversión productiva por la recompra de sus propias
acciones, gastando 114.000 millones (billions)
de dólares por este concepto con el objetivo de elevar los precios
de sus acciones. Esto ha colocado a algunas de ellas, y especialmente
a Boeing, en una situación de endeudamiento extremadamente
comprometido. Hacia principios de marzo de este año la situación de
Boeing era muy precaria. Luego de la intervención directa de la
Reserva Federal en el mercado de bonos y del despliegue de ayuda
financiera, Boeing recibió miles de millones de dólares de
asistencia y hoy es uno de los principales beneficiarios del estímulo
fiscal (CARES ACT) recientemente aprobado por el Congreso para
combatir a la pandemia (wsj.com
27 3 2020).
Asimismo, las corporaciones del complejo industrial militar han sido
designadas como “empresas esenciales” durante el periodo de la
pandemia y son pasibles de recibir ayuda financiera de diversa índole
(thenation.com
27 3 2020).
Al mismo tiempo, el Pentágono está articulando medidas para
proteger al sector ante el posible avance de capitales extranjeros
que, aprovechando la complicada situación económica y financiera
desatada por la pandemia, pretendan acceder a tecnología comprando a
pequeñas y medianas empresas del complejo industrial militar
(defensenews.com
25 3 2020).
Así mientras el
coronavirus continúa cobrándose vidas, más de 30 millones de
norteamericanos han perdido su empleo y miles de pequeñas empresas
están al borde del colapso, el complejo industrial militar se ha
asegurado un lugar de privilegio para recibir ayuda del gobierno y
expandir sus actividades durante la pandemia.
Presiones
empresariales y pensamiento mágico
Esta semana se
intensificaron los intentos de erosionar al gobierno a través de
presiones de distinta índole para provocar un rápido levantamiento
de la cuarentena. Promocionando a través de las redes una
“revolución de los barbijos” para expresar el repudio al
gobierno y al supuesto “retorno del comunismo” se pretendió
reeditar otro cacerolazo en todo el país, esta vez en la calle. La
batahola propuesta, sin embargo, no concretó mucho ruido. Expuso,
sin embargo, la decisión de usar intensivamente tácticas destinadas
a movilizar a la opinión publica a través del miedo a un enemigo:
comunista, populista o peronista, según la ocasión, detonando el
miedo a “los de abajo” y a sus demandas. Esta embestida por
levantar prontamente la cuarentena coincide con la rápida
propagación de la pandemia en los barrios mas pobres de la capital y
del conurbano.
Esta ofensiva, impulsada
por dirigentes del PRO, coincidió con la fuerte presión ejercida
por las organizaciones empresariales que nuclean a los sectores
económicos más poderosos del país. En una solicitada, la AEA
reclamó al gobierno “acciones que posibiliten una vuelta ordenada
al trabajo y la producción… dando especial prioridad a mantener
vivo el aparato productivo apoyando la red de empresas pequeñas,
medianas y grandes”. Al mismo tiempo, solicitó “evitar el
default de la deuda externa” (ámbito.com 6 5 2020). El Presidente
contestó rápidamente que “entre todos los argentinos se están
pagando los sueldos de sus empleados para mantener en pie el sistema
productivo, así que no se abusen” (infobae.com 6 5 2020). Aludía
al pago por parte del Estado de la mitad del salario mas las
contribuciones patronales a todas las empresas afectadas por la
cuarentena. Al día siguiente IDEA, cuyos socios concentran al 50% de
la producción del país, advertía sobre la necesidad de “poner en
marcha a nuestro país en general y en particular a la economía”,
recordando que lograr “un acuerdo que evite el default también es
cuidar a los argentinos”. Ante esto, Alberto Fernández respondió
“sepan que salir ya en los términos que ellos reclaman es llevar
la muerte a miles de argentinos” (pag12.com 8 5 2020).
La presión de los
sectores económicamente mas poderosos se da al mismo tiempo que se
profundizan las distorsiones en las cadenas de pago agravadas por la
demora de los bancos en hacer llegar a destino las líneas de crédito
especiales dispuestos por el gobierno para incentivar a la
producción. Más de 80 entidades representativas del sector pyme
denunciaron que en abril los bancos rechazaron el 50% de los cheques
diferidos. Esto afectó en primera instancia al comercio minorista
para repercutir luego en las industrias pymes y distribuidores
mayoristas y terminará afectando a las medianas y grandes empresas
(bae.com 4 5 2020). Otra encuesta realizada por la Unión Industrial
Argentina (UIA) entre 1.329 empresas de diversas actividades,
regiones y tamaños reveló que ocho de cada diez no pudieron acceder
a los créditos bancarios al 24% y que el 81% de las firmas no pudo
cobrar cheques en abril (infobae.com 5 2 2020).
Otro problema preocupante
es la inflación. Hoy el 70% del PBI nacional está afectado por las
restricciones derivadas de la cuarentena. Ello implica, según el
titular del INDEC, que los precios “deberían de haberse
desacelerado, pero no fue así”. A esto contribuyó la existencia
de “muchas distorsiones en los canales de comercialización”
(infobae.com 6 5 2020). Así, poco a poco se configura un contexto de
descontrol progresivo por parte del gobierno sobre el impacto que
tienen las medidas tomadas para paliar la cuarentena. Esta situación
también afecta, a los sectores sociales más vulnerables. Según un
dirigente de la CTEP, las trabas burocráticas existentes en el
Estado, que vienen de muy lejos, dificultan la llegada de asistencia
alimentaria a los 10.000 comedores comunitarios que en muchos casos
registran demoras en recibir alimentos “desde hace un mes y pico”
(infobae.com 5 5 2020).
Este panorama cada vez
más complicado internamente se suma a la incertidumbre y a las
presiones derivadas de la reestructuración de la deuda externa. Así,
es posible que en un futuro inmediato esta confluencia de factores
aumente el voltaje del conflicto social y político. De ahí la
necesidad de una comunicación más clara y continua de los objetivos
que se persiguen y una mayor rapidez y eficiencia en la
implementación de las políticas. En este contexto, la participación
en la toma de decisiones y en la ejecución de políticas por parte
de los organismos que representan a los sectores mas vulnerables de
la población y de las pequeñas empresas contribuirá a poner
límites al poder destructivo del pensamiento mágico sobre el
conjunto de la población
En
su editorial del día sábado, el reflexivo periodista argentino
Eduardo Aliverti, en su acostumbrado editorial con el que inicia su
programa “Marca de Radio” por la emisora “la RED” de la
ciudad Autónoma de Buenos Aires, señalaba “ Nadie informado en
dosis elementales pudo sorprenderse por la prolongación
flexibilizada del aislamiento social, ni por la aceptación
¿transitoriamente? escasa de los acreedores internacionales ante la
oferta argentina.
Sí se ratificó que el
Gobierno está al frente y no detrás del comando de situación.
Al
cabo de admitirlo habrá acuerdo o no, parcial o total, respecto de
cómo está haciéndolo. De qué le alcanza y cuánto le falta. Pero
no es legítimo poner en duda que hay gobernando una imagen de
autoridad. Una gran mayoría de los argentinos se muestra de acuerdo,
inclusive en las encuestas opositoras.”
Para
confirmar tales afirmaciones, en el día de ayer el presidente
Alberto Fernandez publicó una carta que compartió desde sus redes
sociales en la que llama a "cuidar lo conseguido" tras casi
dos meses de cuarentena por la pandemia de coronavirus. "Es
tiempo de cuidados, no de temores infundados. Es tiempo de evidencia
científica, no de rumores. Es tiempo de solidaridad, no de
estigmas", aseguró.
El
mandatario planteó que hay un acuerdo "que hemos construido los
argentinos: cuidar a todos, a todas y a todes". "Un día,
cuando esta situación haya pasado y recuperemos todos los aspectos
de nuestra vida, podremos celebrar los logros que hayamos alcanzado
como sociedad", En su carta, Fernández apuntó contra los
"voceros de la apertura económica", a quienes acusó de
presionar "con cualquier argumento para ponerle fin a la
cuarentena". Dijo que esa decisión en otros países del mundo
"en realidad, solo ha servido a aumentar el contagio y las
muertes, sin evitar el deterioro económico".
"No hay país capaz
de impedir la entrada y la expansión del virus. Ya los contagiados
se cuentan en millones y los fallecidos en cientos de miles. Además,
se están produciendo consecuencias gigantescas en la economía
global.
Nadie
quería vivir este tiempo doloroso, pero no nos queda más remedio
que convivir con el virus. Por eso, lo que iniciamos es un proceso
dinámico donde habrá que reducir y a veces incrementar las medidas
de cuarentena.
Este es el nuevo desafío
que nos pone a prueba como sociedad.
Es tiempo de cuidados, no
de temores infundados. Es tiempo de evidencia científica, no de
rumores. Es tiempo de solidaridad, no de estigmas.
Este es un acuerdo que
hemos construido los argentinos: cuidar a todos, a todas y a todes.
Nadie se salva solo. De
esta situación saldremos juntos.
Cuento con ustedes.
Ustedes cuenten conmigo.”
Daniel
Roberto Távora Mac Cormack
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