
Jueves 30 de abril de 2020 Otra pandemia, la del vih-sida, cuya fecha de origen se remonta a 1981, generó una multiplicidad de escrituras, retomando en muchos casos las líneas reflexivas que habían sido trazadas por Susan Sontag en La enfermedad y sus metáforas de 1977. Ella misma le anexaría a ese texto que analizaba los estigmas del cáncer, El sida y sus metáforas , en 1988. Los grandes ejes de los 80 eran el uso de símbolos y metáforas bélicas para escenificar la lucha contra el virus, y las advertencias de cuño foucaultiano acerca de la “medicalización” de la vida de los pacientes, el uso de los dispositivos del sida como una forma de control social de los cuerpos. Entre nosotros, un texto temprano de Néstor Perlongher, El fantasma del sida (1988), es un buen ejemplo de esas líneas de pensamiento. Con el correr de los años prevalecerían otros tonos, otros registros: testimonios, autoficciones y crónicas como las de Harold Brodkey ( Esa salvaje oscur...