Vuelta al cole ...


Cuando era maestra de secundaria, hace años, observaba maravillada cómo esos chicos y chicas que aterrizaban en la escuela a inicios de agosto, cinco meses después, al abandonar las aulas con rumbo a las vacaciones de invierno, eran otros: más maduros, más confiados en sí mismos, con las ambiciones más claras y algunos centímetros extra de estatura.
A lo largo de estos meses de pandemia, no he podido evitar preguntarme ¿cómo afectará el aislamiento a todos esos chicos privados del contacto con sus compañeros? ¿Qué pierden sin la camaradería de los deportes en grupo, sin compartir el almuerzo con un amigo, sin discutir y reconciliarse con sus colegas, sin la mirada cercana de un adulto fuera de su órbita familiar?
En algunos países los niños no han ido a la escuela en casi un año y en otros, cada comunidad ha tenido que tomar medidas muy distintas para mantener el aprendizaje de los chicos y cuidar la salud de los adultos a su alrededor.
Ahora, profesores y padres y madres de familia en muchas partes del planeta se preguntan preocupados cuándo volverán las clases a la normalidad.
Desde Argentina, donde muy pronto volverán los chicos a las aulas, un lector de este boletín nos escribía con una inquietud: ¿qué ha pasado con los contagios en los lugares donde las escuelas han abierto?
En Estados Unidos, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) acaban de emitir una serie de lineamientos para la reapertura de las escuelas. Y el gobierno de Biden se ha propuesto impulsar la reapertura de la mayoría de las escuelas en sus primeros 100 días.
Las pautas indican que las primarias pueden abrir si requieren el uso de mascarillas e implementan el distanciamiento físico. También dicen que otros niveles escolares podrían volver a clases presenciales si llevan a cabo pruebas semanales al personal y al alumnado con la condición de cerrar si se detecta un aumento en los niveles de transmisión comunitaria.
Los sindicatos del sector educativo en varias zonas de Estados Unidos —y del mundo— aún exigen que los profesores sean vacunados antes de volver a las aulas. Pero los expertos en salud pública han recibido los lineamientos de los CDC con optimismo, pues dijeron estar profundamente preocupados por los riesgos que corre la infancia al quedarse en casa: depresión, hambre, ansiedad, aislamiento y pérdidas en el aprendizaje.
“La crisis de salud mental causada por el cierre de las escuelas será una pandemia peor que la covid”, comentó Uzma Hasan, jefa de división de enfermedades infecciosas pediátricas en RWJBarnabas Health
Por Elda Cantú The new York Times
 

Vuelta al aula en la Ciudad: La incertidumbre se pone el guardapolvo
Incertidumbre y confusión definen este regreso a clases. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, mañana comienza, en forma escalonada, la vuelta “al cole presencial”. La inquietud de los padres y la falta de certeza en los docentes y equipos directivos sobre la posibilidad de cumplir los protocolos sanitarios, tanto en escuelas públicas como privadas, anuncian dificultades. Aun cuando todos quieren “que vuelvan las clases”, el modo y la confusión justifican el miedo a esta presencialidad. Se pone a prueba la transcición a una nueva vida en pandemia, la de la conviviencia.
“No están dadas las condiciones para el regreso”, sostienen los padres, incluso los que más quieren el retorno presencial. “No sabemos cómo hacer para cumplir el protocolo” confiesan los docentes, ante la indicación del Ministerio de Educación de la ciudad de volver a clases. La falta de espacio y posibilidad de ventilación es el mayor de los problemas. Se suman la falta de insumos sanitarios para todos, y de una planificación pedagógica adecuada.
“Quieren la foto de la escuela abierta, pero las condiciones no están dadas, los chicos no entran en las aulas cumpliendo el protocolo, y en 2020 no solo no se hicieron más aulas, sino que se redujo nuestro presupuesto” reflexiona Lara, docente del Distrito 9. Mas aulas hubieran permitido que cursos de 30 niños funcionen en dos burbujas. Por protocolo puede haber 22 niños en 50 metros cuadrados. Las escuelas públicas más grandes de la ciudad, conocidas como “las Cacciatore” --60 edificios inaugurados por esa administración--, tienen aulas de 49 metros cuadrados. Aun en esas, las más grandes “no entran 30 alumnos, y casi no hay grados de 20 chicos”, detallan.
“Tuvimos que medir las aulas nosotras, correr los bancos, imaginar una circulación, nadie nos asistió. Y cuando planteamos dar en días alternados en grupos de 15, porque todos no entran, nos dijeron que no, que tienen que entrar todos”, lamenta Noemí, docente de tercer grado. Nacho, el papá de Pilar, de 5 años, relata el mismo problema: la falta de espacio, en el jardín de sistema público al que también fueron sus otros dos hijos, en el barrio de Caballito. Allí un pasillo comunica 4 salas a un pequeño patio. “Las salitas son chicas –dice Nacho--, 25 metros cuadrados, pero el supervisor del distrito habilitó 30 chicos por aula, porque cuenta los metros totales del edificio, incluye el patio ¡y está mal!”, señala.
La propuesta de este jardín fue dividir los grupos y alternar la presencialidad. “Pero la supervisión no lo aprobó. ‘Los metros dan’, les dicen, y no es real”, se sorprende Nacho. Los directivos deslizan que una solución sería que sean las propias familias las que organicen dos grupos: “unos días va un grupo y otros días no van, faltan”. La responsabilidad, así, "baja" del Ministerio a los directivos, y de los directivos, a las familias.
“Los docentes quedan atados de manos, no les aprueban su propuesta, y tenemos que tomar nosotros la decisión de hacer faltar a los chicos”, se alarma este papá. A Leticia, mamá de Valentín que entra a sexto grado, le preocupa la falta de previsibilidad: “El sexto grado todavía no tiene maestra”. Pero más la atemoriza que “el Ministerio de Educación no firme la habilitación de un espacio, no se hacen responsables, no dan seguridad”.
Lo pedagógico no es administrativo
En este jardín cambió “la conducción”, el equipo directivo, al inicio del ciclo, como en muchos primarios. La adjudicación de cargos fue entre gallos y medianoche: el acto público virtual “convocado para las 3 de la tarde”, estuvo activo “a las 3 de la mañana”. Los docentes no pudieron participar, “no se pudo auditar” afirman. Se dieron situaciones irregulares como cursos asignados a dos docentes. “Y muchos no sabíamos hasta la semana pasada, qué grado nos tocaba”, añade Lara. Frente al proceso pedagógico, esto provoca un problema mayor: “No hubo tiempo de preparar nada, porque en febrero, planificamos”. Le preocupa “que se habla de si los docentes quieren volver o no, pero no hay gente pensando la enseñanza como política pública en serio”.
El déficit pedagógico se suma a la crisis sanitaria. “Se sabe lo que no se puede hacer, por protocolo, pero lo que se puede, lo estamos inventando, es improvisado, no hay plan”, define Lara. En su escuela hay nueva conducción. Y la adaptación fue aceptada: “Será mixto, dos veces por semana, grupos de quince chicos, y seguimiento virtual”. Asumir un sistema mixto, y generar recursos para efectivizarlo, podría sanear el conflicto razonan varios de los entrevistados, que ya ven el invierno como una nueva “escuela en casa”.
Los problemas de espacio
En una “Cacciatore” del barrio de Saavedra --Distrito Escolar 10--, se rechazó la idea de días alternados. “Tienen que ir los 300 alumnos del turno, todos los días, son aulas grandes”, sostuvo la supervisión. Para subsanar la falta de espacio, el diseño de muchas escuelas es dividir los cursos en dos y ubicar uno en clases mientras otro toma clases de las "curriculares": música, educación física. Pero todos deben estar en el edificio. “Y con 300 chicos en la escuela, ¡se arma una fiesta clandestina, habilitada!” se alarma una mamá. Así nació el grupo de padres “autoconvocados” que reclama revisar la consigna. Incluso si logran el cupo a 15 alumnos, dudan: “Si cada grado se divide en dos, pero las maestras rotan, serían burbujas abiertas”, ironiza otra mamá.

 
Salvo los chicos de riesgo o que conviven con personas de riesgo, los demás están obligados a la asistencia a clases. “Muchos papás no quieren mandarlos, pero tienen temor de quedarse sin la vacante”, se preocupa Julieta, mamá de Iván. “Como mi marido es asmático, no estoy obligada a mandar a mi hijo, pero no hay seguimiento en casa, no hay nada pensado para nosotros”, detalla Julieta.
La cuestión sanitaria
Falta alcohol para los docentes. Faltan máscaras y algunos tendrán que compartirlas. Falta la ventilación de doble vía. Los detalles se agregan al problema estructural. No hay aulas con tamaño habilitado para 30 alumnos, en la mayoría de las escuelas.  “Esta escuela tiene tres entradas, pero la Municipalidad solo mandó un termómetro”, cuenta Julieta. En el jardín de Pilar, piden que cada uno lleve alcohol en gel además de los útiles rotulados. Y que llame a un auxiliar para que limpie el baño cada vez que lo utilice. “Yo quiero que vuelvan, pero… ¡va a estar complicado!”, razona su papá.
“En Inglaterra, los médicos están advirtiendo que hay más de 100 chicos internados por semana, luego de atravesar la enfermedad, con síndromes desconocidos, y en Argentina, hay cincuenta mil fallecidos por la pandemia ¡esto es serio!”, se alarma la mamá de Iván. Y apunta a la falta de organización: “En el comienzo de clases más difícil que nos pudo tocar, solo hubo cinco días para adecuar el protocolo, y los están rechazando todos”, lamenta.
La foto de “la escuela abierta” vuelve a escena. “Pero pone en riesgo la salud de los chicos y las familias, y lo hace el Gobierno de la Ciudad. Nuestro reclamo es por ser más inclusivos, y si un chico no puede asistir, que pueda seguir aprendiendo”, advierte Julieta. Pero las respuestas son informales: “que pidan la tarea a un compañerito, o que ‘habrá’ cuadernillos”, cuenta.
“No basta con ser optimista --agrega Julieta— ya tenemos el diario del día siguiente: Inglaterra y Alemania cerraron las escuelas, la cepa británica ya tiene circulación comunitaria en Argentina, es muy contagiosa y ya está aquí, ¿qué más tiene que pasar?” se pregunta, sobre lo que considera una falta de cuidado sobre la sociedad civil. Y sostiene, que “la virtualidad incorporada razonablemente” al sistema educativo subsanaría en gran parte la crisis que se avecina.
Los privados
“Estábamos ansiosos, queríamos empezar” dice Ana, la mamá de un niño que ingresa a primer grado en una privada de Almagro. En ese sistema “el problema no es el espacio”, afirma, si no “la falta de organización”. Para Ana, esto provoca que no puedan ir todos los alumnos, todos los días. “Los cursos se dividen en dos burbujas y va una semana uno, y otra semana el otro, pero no hay un seguimiento pedagógico intermedio”, destaca.
Para un niño que está aprendiendo a leer y escribir, la continuidad es importante. Al tener además opción bilingüe, en este colegio surge el problema de la cantidad de horas: para el modo bilingüe se restringe a turno tarde, tres veces por semana, tres horas. “¡Nada virtual!”, señala Ana. Y agrega: “Algunos sólo van a ir clases ocho días al mes ¡es muy poco!”, se alarma. Como  contraposición, están las escuelas ORT, con cinco días a la semana, cinco horas por día.
“Este es un colegio enorme –describe Ana sobre la escuela bilingüe de jornada completa a la que va su hijo desde jardín– y podría haber otra planificación del espacio para que puedan estar más horas, porque la sociabilización es irremplazable”. Ana es psicóloga y quiere que vuelva lo presencial “porque ya volvió todo, volvieron las fábricas, los bares, y los chicos fueron los más perjudicados en la cuarentena”. Pide “volver con mayor presencialidad, y la virtualidad como complemento”. El sistema mixto vuelve a imponerse en la lógica del regreso.
Las problemáticas surgidas con “los chicos en pandemia” se sintetizan en “estar todo el día con una pantalla en la cabeza”, grafica la psicóloga. Trastornos de ansiedad, déficit de atención impulsiva o hiperactividad, son algunos diagnósticos. “Por eso necesitan socializar, y si las familias pudimos adaptarnos a los protocolos, pueden hacerlo las escuelas”, concluye.
El rol docente
En este "segundo round" de los docentes frente a la pandemia, apunta Lara, hay que evaluar la falta de infraestructura y la falta de personal. Dos pilares fallidos sobre los que tambalea el sistema. De la cantidad de docentes, depende la calidad pedagógica. De la cantidad de auxiliares, el cumplimiento de los protocolos sanitarios por fuera del aula. “Pero éste es el presupuesto más bajo que hemos tenido en los últimos diez años”, detalla Noemí. Los salarios no están actualizados y eso agrega otra variable de conflicto, suma Lara.
“Que nos pongamos al hombro la vuelta como si fuéramos héroes, si queremos volver, o demonios si planteamos recaudos, no es real –sentencia Lara--, porque hacemos todo por cumplir el protocolo, pero desde el gobierno de ciudad, todo lo que podían haber facilitado, no está”.


Las propuestas tomarán forma en los próximos días. Las ideas pueden sumar soluciones, aunque improvisadas, efectivas. Entre ellas, que los docentes de riesgo hagan el seguimiento de los alumnos de riesgo. Una respuesta posible a la gran cantidad de interrogantes que abre este inicio de clases. Se estima que las mayores dificultades se verán luego del lunes próximo, cuando todos los cursos estén activos.
Los contagios
“A nosotros lo que más miedo nos da es que arranquen sabiendo que no se pueden cumplir los protocolos” señala Nacho. El miedo es al contagio. El dato oficial es, en lo público, no cerrar cursos si hay contagios. En el privado cierran. “El problema sigue siendo estructural y la desigualdad entre los chicos que van a la pública y a la privada es cada vez mayor”, se inquieta Lara. “Estoy dispuesta a hacer todo por cumplir el protocolo –se explaya--, pero desde el gobierno no me dan herramientas para que se cumpla efectivamente lo que prometen mediáticamente”.
La vuelta a clases con modalidades diversas acarrea otro problema, la falta de lógica en la que ven envueltas las familias y la dificultad para cumplir la asistencia a sus trabajos cuando los niños estén en casa. “Las familias quieren la vuelta a clases, los docentes también”, puntualiza Noemí. “¿Pero estamos preparados para hacerlo?”, se pregunta. En el margen de riesgo los peligros son muchos y las certezas pocas, pero la rueda comienza a girar. La docente espera “que el experimento no salga demasiado caro”.
Las diferencias
“Nos encontramos en una situación compleja, hay un protocolo para adaptar a las escuelas, pero hay tantas realidades como escuelas”, explica Alejandra Villamor, directora de una primaria pública de Villa Ortúzar. Habla de diferencias en cuanto a infraestructura, situación edilicia, espacios. “Nosotros somos una escuela chica y pudimos reacondicionar todo para el primer ciclo. Para el segundo ciclo han prometido extractores de aire para un patio con tinglado, pero todavía no se cumplió. También vamos a usar el comedor. Todos los grupos serán en dos burbujas para que todos puedan ir, mañana y tarde”, detalla.
“Hay situaciones de las que no se habla –continúa--, se tapan, y es bueno que se conozca la realidad desde quien vive la escuela a diario. Se plantea en esta gestión una realidad única, como si todo estuviera solucionado y en la práctica no es así, hay escuelas complicadas, con muchos alumnos y todo es a resolver a diario. Para las familias otro problema es el traslado, y al día de hoy muchos no tienen vacante asignada o les tocan en escuelas distantes como Parque Patricios y Villa Ortúzar”, describe Alejandra, quien hace 34 años trabaja en gestión pública. “Tengo en claro que el mejor lugar para enseñar es la escuela –concluye--, pero hoy no hay condiciones para todos por igual”.
(Página 12)
La Provincia de Buenos Aires definió el esquema con el que se regresará a clases el 1 de marzo próximo: en 12.000 de las 16.000 escuelas bonaerenses, los cursos se dividirán en dos grupos, para respetar la distancia dentro del aula. Y cada grupo alternará una semana de clases presenciales y la siguiente el alumno estudiará en su hogar. Hay 4.000 escuelas que tienen espacio suficiente o baja cantidad de alumnos --escuelas rurales, en algunas ciudades chicas-- lo que les permitirá dictar clases todos los días, todos los alumnos.
El esquema de semanas alternativas es el mismo que se aplicará en Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos. Hasta ahora, el distrito bonaerense barajaba que la mitad de un curso concurriría los lunes y martes; el miércoles se higienizaría el establecimiento; mientras que la otra mitad concurriría jueves y viernes. Pero este domingo, la Directora General de Cultura y Educación, Agustina Vila, confirmó en Radio 10 la decisión de utilizar el esquema de semanas alternativas. “Desde el punto de vista epidemiológico es mejor. Permite detectar casos sospechosos, chicos con síntomas. y aislarlos de inmediato, algo que se hace más difícil cuando los días de concurrencia son sólo dos”, explicó Vila.
Todos los esquemas tienen dificultades para los padres que necesitan organizarse para llevar a los chicos al colegio algunos días sí y otros no. Pero también es cierto que las clases remotas significaron un tremendo esfuerzo para los padres y los docentes: no fue para nada fácil lograr que los chicos se concentren y cumplan con las exigencias educativas.
En paralelo, en la provincia de Buenos Aires está la decisión de empezar a vacunar a los docentes al mismo tiempo que a los mayores de edad. Según fuentes del Ministerio de Salud bonaerense, se arrancará con los maestros que tienen comorbilidades, es decir riesgos por enfermedades preexistentes. La idea es avanzar rápido en la vacunación de maestros, pero todo dependerá de la dotación de dosis.
Vila admitió que puede haber problemas de infraestructura porque el gobierno de Axel Kicillof heredó una situación de deterioro en muchísimos colegios. La prueba más palpable fue la explosión en la escuela de Moreno con la muerte de Sandra y Rubén. “Trabajamos durante todo el año pasado en un enorme plan de infraestructura. No obstante, no descarto que haya problemas en algunas escuelas. Lo iremos viendo caso por caso y les daremos solución”, adelantó Vila.
Finalmente, la responsable de Educación en el territorio bonaerense señaló que los protocolos se fueron conversando con los gremios docentes y que, en principio, hay acompañamiento de los sectores sindicales en el regreso a clases. En este terreno también se verifica que puede haber discrepancias según las seccionales. Hay algunos distritos en que los maestros sostienen que no están dadas las condiciones edilicias o de higiene y arrancó una negociación en la que también participan cada uno de los intendentes.
Las primeras evidencias se darán este mismo miércoles 17. Hay una convocatoria para que concurran a las escuelas los alumnos que tuvieron dificultades en 2020. Se les darán clases de apoyo y se evaluará si esa asistencia continúa a lo largo de todo 2021, fuera del horario habitual.
( https://www.pagina12.com.ar/323900-definen-como-sera-el-regreso-a-las-aulas-en-la-provincia-de-)
Otras 91 personas murieron y 3.259 fueron reportadas con coronavirus en las últimas 24 horas en la Argentina, con lo que suman 50.327 los fallecidos y 2.029.057 los contagiados desde el inicio de la pandemia, informó hoy el Ministerio de Salud.
La cartera sanitaria indicó que son 3.538 los internados en unidades de terapia intensiva, con un porcentaje de ocupación de camas de adultos de 54,2% en el país y del 58,8% en la Área Metropolitana Buenos Aires.
Un 57,07% (1.860 personas) de los infectados de hoy (3.259) corresponden a la Ciudad y a la provincia de Buenos Aires.
De los 2.029.057 contagiados, el 90,35% (1.833.442) recibió el alta y 145.288 son casos confirmados activos.
El reporte consignó que murieron 53 hombres, 35 en la provincia de Buenos Aires; 4 en la Ciudad de Buenos Aires; 1 en Chaco; 1 en Córdoba; 1 en La Rioja; 1 en Mendoza; 6 en Neuquén; 1 en Río Negro; 1 en San Luis; y 2 en Santiago del Estero.
También fallecieron 37 mujeres: 27 en Buenos Aires; 5 en la Ciudad de Buenos Aires; 3 en Neuquén; 1 en Salta; y 1 en Santa Cruz. Precisaron que una persona residente de la provincia de Buenos Aires fue registrada sin dato de sexo.
https://www.tiempoar.com.ar/nota/otras-91-personas-murieron-y-3259-fueron-reportadas-con-coronavirus
Todos estamos de acuerdo: es imperioso volver a las aulas, la presencialidad ordena el sistema educativo, el regreso a la escuela debe ser seguro. El consenso es monolítico: los ministros de Educación de todas las jurisdicciones suscribieron junto al titular de la cartera educativa nacional su compromiso de retornar a una dizque normalidad que presentará no pocos obstáculos.
Por motivos difíciles de fundamentar si no es en un cálculo electoral, la Ciudad había picado en punta, fijando una fecha temprana y temeraria para el inicio de clases, este miércoles 17, de la que no se movió ni con el rebrote de fin de año. Desde Nación habrán hecho también sus números, y las críticas a la improvisación porteña, que arreciaban en noviembre o diciembre, fueron cediendo hasta condensarse en un discurso común, y hasta en una foto, la de Nicolás Trotta con su par Soledad Acuña y Horacio Rodríguez Larreta. Las divergencias quedaron reducidas a una fecha –un dato nada menor, atado al ritmo del plan de vacunación– y a los malos modales del gobierno de la Ciudad en su relación conflictiva con los gremios docentes, con las cooperadoras y con el concepto de escuela pública en general. Pero todos estamos de acuerdo.

 
Días atrás, el sociólogo Daniel Feierstein procuró explicar por qué fracasamos en la lucha contra la pandemia. Describió una sociedad impaciente que no accede a resignar algo del presente y aplazar el momento de la gratificación, comprometiendo el futuro. Y planteó dos tipos distintos de sacrificio posible: mantener la virtualidad hasta tanto no haya una vacunación masiva o bajar significativamente los contagios, mediante nuevas restricciones y por un lapso acotado, antes de abrir las escuelas.
No es lo que ocurrirá. Es un hecho que los chicos necesitan aprender, que el aula y la interacción con sus pares y con el docente son factores clave de ese aprendizaje, y que las dificultades que impuso la pandemia los hicieron retroceder varios casilleros. También es una necesidad inocultable para muchos padres tener a sus hijos en la escuela mientras retoman una actividad laboral de la que la economía del país, saliendo de la recesión, no puede privarse.
El retorno seguro, entonces, que era una necesidad, se ha convertido en un mandato. Sin embargo, una recorrida de este diario por la realidad concreta de las escuelas porteñas, las primeras en arrancar, permite observar que uno de los postulados del retorno seguro ya hace agua antes de empezar. Con condiciones edilicias deficientes, sin aulas con las dimensiones necesarias para recibir con distanciamiento a todos los chicos y sin la ventilación adecuada, en la gran mayoría de las escuelas la presencialidad será una quimera. Desoír esa realidad, forzarla, podría desembocar, como ocurrió en otros países, en un aumento de los contagios. Entonces, ¿estamos todos de acuerdo?
https://www.tiempoar.com.ar/nota/vuelta-a-clases-estamos-todos-de-acuerdo
El problema no es el virus, el problema es lo que el virus desnuda. Tanto en las cuestiones de salud publica y privada, como en el de la educación pública y privada, el virus pone en evidencia decenios de una degradación social creciente. Ya en lo político, ya en lo que refiere a las políticas públicas de los servicios hoy reconocidos como esenciales, el asunto es la compleja trama de formas de pensar y actuar de la política, de la sociedad en general en torno a la política y del creciente imperio de lo financiero sobre cualquier asunto … esto es neoliberalismo.
Casi siempre los argumentos se sostienen y sostenían en “cuestiones de presupuesto”. La Educación Nacional y centralizada fue cediendo lugar a la educación provincializada y hasta los intentos por entregársela a los municipios, ávida cuenta de las diferentes estructuras presupuestarias de los niveles de gobernanza, era obvio que los recursos se reducían y se siguen reduciendo en esas áreas sensibles. Las disputas políticas partidarias y los egos en sus afanes por sacar rédito a sus candidaturas fueron haciendo el resto, La demagogia, la improvisación y las crisis sociales fueron completando el combo de los entramados decadentes que hoy desnuda la pandemia.

Lejos de atribuirle a la política la condición de responsable de todos los males, y alentar la falsedad del discurso neoliberal que insiste en que lo privado es mejor, en ambas áreas la pandemia revela lo contrario. Al menos por necesidad de “votos” y de sostener imágenes positivas para conseguir cargos electorales o que los que acceden a ellos les nombren en algún puesto, la política debe exhibir gestos a favor de mejores administraciones y gestiones y de priorizar el cuidado y las inversiones en estas áreas sensibles, aunque los discursos siempre queden años luz de lo que efectivamente sucede. Pero por el contrario, en el ámbito privado, el servicio deja de ser “servicio” para convertirse en una actividad lucrativa. Para sostener ambas intenciones, el Estado en general subsidia buena parte de la actividad privada en la prestación de los Servicios esenciales, por tanto resulta falaz cualquier intento por adjudicar a la administración pública mayores culpas o responsabilidades a la hora de las conclusiones y los juicios de valor. Con el agregado nefasto que lo privado solo atiende a la búsqueda de rentabilidad y ganancia de los capitales que aportan a la concreción del proyecto o actividad. Las ideas de eficiencia y rentabilidad predominan sobre las de calidad respecto al servicio que se presta, independientemente de que, en algunos aspectos, la actividad privada muestre cierta características que la hagan aparecer como “superiores” a la que prestan los servicios públicos cosa que los datos y las estadísticas desmienten, mas allá de alguna característica puntual que pueda esgrimirse, como por ejemplo que las escuelas privadas, porque atienden a un menor número de estudiantes, tienen una mejor relación entre docentes por alumno lo que hace que los docentes puedan tener mas y mejor acercamiento respecto a las necesidades particulares de cada alumno. Casi todo lo demás tiene que ver con la capacidad económica financiera, ya de la institución privada, ya de las familias que envían a esas escuelas a sus aprendices.
La formación de docentes y profesores es mayoritariamente pública, por tanto los docentes en cualquiera de las dos formas salen y reciben preparación pública.
Subyace en el fondo un debate aún no saldado, aunque Argentina en las formas lo haya instalado, que es el de la gratuidad, la obligatoriedad y la laicicidad de la educación en Argentina, en sus Cuatro niveles de instrucción Pre-escolar, primaria, Secundaria, Universitaria (Seis si contamos las escuelas terciarias y los institutos de formación docente).
Las consiguientes disputas en dirimir estos asuntos, ha llevado a una degradación también en los contenidos que se imparten y en las formas didácticas y pedagógicas que se instruyen en las aulas y en las cátedras.
Los Sistemas educativos son parte de un Sistema social mas amplio. Por tanto y por la índole de sus actividades, es una fenomenal caja de resonancia de los conflictos sociales y siempre tendiente a socializar y conservar, sus crisis propias responden mas a las tensiones que las confusiones producen cuándo la sociedad  cambia y las escuelas , institutos y universidades no fueron preparadas para ajustarse a los cambios. Ya en las crisis sociales, dónde los docentes dejan en segundo lugar su rol pedagógico y formativo de las nuevas generaciones para abocarse a acciones de contención social, en comedores y actividades de mitigación de los impactos de las crisis económicas y de sus repercusiones materiales y psíquicas.
La demanda en torno a que tipo de instrucción y preparación deben recibir los alumnos, también es un asunto de cambio. Las sociedades de consumo y los Estados de bienestar van modificando sus perfiles de demanda y por tanto las escuelas siempre rezagadas, van transformándose de formas y con métodos y programas de modos muchos mas lentos  a los cambios, haciendo que el cumplimiento de sus funciones sea imperfecto e inadecuado.
Aún hoy la digitalización en las escuelas, universidades e institutos de formación es un “algo” a alcanzar. La sociedad siempre va varios años delante que las escuelas que deben formar ciudadanos aptos para desenvolverse y desarrollar sus vidas con los conocimientos y capacidades necesarias, en una sociedad que ha cambiado, cuándo egresan o superan un nivel y acceden al siguiente, tornando sus formaciones anticuadas e inútiles frente a las demandas. Para colmo de estos males, Argentina no ha logrado y mas bien disputa y tensa sobre los modelos de desarrollo que impiden formalizar una síntesis o planificación de ¿Que educación para que ciudadanía?, en tanto y en cuanto la economía primarizada puja y tensiona con aquella que se nutre de los avances y la innovación científica, y las industrias quedan en el medio de una reconversión global de características inusitadas a las que se ven impedidos de responder por la falta de formación adecuada y de las expertises estimuladas al respecto.
Así las cosas y mas allá de que la presencialidad aumente el riesgo de dispersión y contagio del virus, pero a la vez que no se puede seguir impidiendo a las nuevas generaciones, la interacción social con sus pares y todo lo que la escolaridad aporta como agente de producción, administración y transmisión de conocimientos y como experiencia de vinculación social y de trabajo en equipo, quedan al descubierto las falencias que el sistema neoliberal que imperó en Argentina desde los años 70 y que se afianzo a partir de la dictadura militar, nos encuentra frente al resultado explicito de sus ideas y sus políticas, con mas deudas y dudas que posibilidades de hacer las cosas bien. Solo el esfuerzo y abnegación de los docentes y actores  podrán mitigar los efectos negativos, que se seguirán profundizando, hasta que de una vez por todas los argentinos comprendamos que ninguna solución se alcanza con las disputas en la que nos enfrascamos, cuándo la realidad requiere que todos los esfuerzos acuerden una dirección y trabajemos en pos de objetivos que decidamos de formas democráticas para todes … Nadie se salva solo.



Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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