La inocencia es la culpa del ignorante

 

La semana que concluye fue trascendente en la búsqueda de soluciones al proceso económico social en el orden nacional. El gobierno inició una rueda de consultas con el objetivo de equilibrar precios y salarios. Resulta ostensible que la creciente de la primera variable ha impactado sobre el poder adquisitivo de la segunda. Las autoridades señalaron que en base al Presupuesto 2021 intentarán que los sueldos superen a la inflación. Mientras los sindicalistas exigieron paritarias sin techo, el empresariado admitió el criterio pero anticipó que solicitará baja en los impuestos y reformulación de las leyes laborales. Resulta perceptible que en la reunión con el espacio empresarial hubo faltantes decisivas: los representantes de las pequeñas y medianas empresas y de las cooperativas.

El diálogo se inició. Las soluciones todavía no aparecen.

Los textos que siguen fueron publicados en la web de Radio Gráfica www.radiografica.org.ar y narrados al aire en la FM 89.3

  • Entrevista realizada por Lautaro Fernández Elem y Mario Sadras en Desde el Barrio (lunes a viernes de 10 a 12)

  • Redacción por Marcos Maldonado

Empresas concentradas

Respaldo módico, aunque con aplausos. Nadie se comprometió a nada, pero ninguno renegó de las pautas anti inflacionarias sugeridas desde el Estado. Se trató del arranque de un vínculo que tendrá variantes y zigzagueos según la actividad; también, según indicadores externos a los partícipes de la reunión. Fueron 36 los CEOs, más algunos propietarios, que se acercaron a Casa Rosada para escuchar las consideraciones oficiales. Un día antes, habían estado los sindicatos.

La figura del cónclave fue el ministro de Economía Martín Guzmán. Dijo que resulta “muy necesaria” la coordinación para la disminución la inflación y que el pilar central de la política macroeconómica de la gestión de Alberto Fernández es el Presupuesto 2021, sancionado por el Congreso Nacional. Recordó que la ley define un déficit primario del 4,5% del PBI y que en el horizonte asoma un objetivo de fortalecimiento de reservas y de estabilidad cambiaría.

El titular del Palacio de Hacienda destacó que esos dos elementos apuntan a recuperación “real” de los salarios, con política de precios e ingresos, y abogó por construir “expectativas” para una economía que está recuperándose en pandemia. Puntualizó que la apertura al diálogo con los empresarios y los gremios es una tarea colectiva, que pretende avanzar en una dirección coordinada, con “premisas sensatas” y evitando “promesas rimbombantes”. Recibió un cerrado aplauso de los presentes.

El encuentro comenzó pasadas las 11.30 del jueves, y la formación del equipo oficial fue equivalente a la presentada el miércoles con los sindicalistas. El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero estuvo acompañado por los ministros Guzmán; de Producción Matías Kulfas; y de Trabajo Claudio Moroni. Se hicieron presentes el titular del BCRA Miguel Pesce, la jefa de la AFIP Mercedes Marcó del Pont y la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca Bocco.

Cafiero abrió la reunión: “no existe una sociedad que se realice sólo desde el Estado, pero tampoco una que se realice sólo desde el mercado”. También destacó la recuperación económica, y apuntó que “hay que hacer más vigoroso todo el enclave exportador argentino”. “Teniendo en cuenta la pandemia y el estado de situación, lo que queremos es establecer un acuerdo político y social entre los distintos sectores de la sociedad. Por eso esta convocatoria”.

Luego de pedir un diálogo “franco” y de señalar que la actividad económica “se está recuperando”, Cafiero dijo que “lo que queremos es establecer un acuerdo político y social entre los distintos sectores de la sociedad. Por eso esta convocatoria. Si todo el esfuerzo de las empresas y los trabajadores se va por la canaleta de la inflación, no nos va a servir de nada”.

Por su parte, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, explicó que “se va a trabajar en mesas sectoriales con una apertura de los problemas y propuestas de cada sector específico”. También indicó que “Queremos aliviar expectativas, mostrar que el plan económico va a funcionar, el objetivo es que los salarios le ganen a la inflación. Los empresarios han tenido un actitud positiva, alinearse con el objetivo macroeconómico general. Vamos a monitorear los precios de las distintas cadenas y la estructura de costos, cada sector debe asumir un compromiso, el objetivo es coordinar todo esos compromisos”.

Las ausencias fueron importantes. Pero las presencias, también. No se acercaron Paolo Rocca, de Techint, Luis Pagani, de Arcor, Alfredo Coto, de Coto, y Hugo Sigman, de Grupo Insud. Llamó la atención el faltazo de Miguel Acevedo, titular de AGD y presidente de la Unión Industrial Argentina. Es probable que las polémicas internas en la entidad se estén desplegando a todo vapor y no se haya logrado un consenso previo que permitiera a su representante emitir como portavoz general.

Según explicó uno de los empresarios presente, Guzmán hizo una cronología de qué se esperaba de la macro para este año, un ordenamiento y cuáles son los puntales necesarios para tener una macro ordenada, hizo un repaso de los objetivos y en ese repaso, habló de la política de precios y salarios. La idea es que los precios como objetivo no superen lo previsto en el presupuesto (29%) y salarios que le ganen a la inflación en 3 o 4 puntos.

Todos celebraron eso y a disposición para participar y plantear los problemas que tienen y propuestas. Los puntos comunes de los empresarios que hablaron fueron cómo mejorar la competitividad, la productividad en la parte laboral y combatir la informalidad laboral. El diálogo fue bastante protocolar y muy bueno. Cayó muy bien la exposición de Guzmán, con mucha lógica, tiene un norte y lo tiene estudiado”, explicó otro de los presentes.

La Fuente añadió que tras hacer referencia a los números macro, el ministro que arrancó aplausos de los presentes y elogios posteriores, hizo referencia a que la intención de la Casa Rosada es la de “avanzar en el diálogo coordinado teniendo premisas sensatas, que se puedan cumplir y no apelando a promesas incumplibles”. Un ejemplo de estas conversaciones fue expuesta por el sector de la construcción en donde el gobierno, el gremio y los empresarios hoy tendrán media sanción al proyecto de ley con beneficios impositivos para impulsar la actividad.

Al término del encuentro, Iván Sczech expresó que hay un “amplio consenso de trabajar para una macroeconomía sana que es lo que propone el Gobierno y el ministro de Economía muy claramente. Entre todos los objetivos está la estabilidad de precios y que el salario no pierda contra la inflación para que se recupere de lo que viene pasando en los últimos años”. Consultado sobre cuál será el aporte del sector privado, el presidente de la Cámara de la Construcción dijo que “propuestas y abrir los costos, tratar de encontrar dentro de las cadenas de valor los problemas. “Se hizo referencia a la productividad, la informalidad, el clima fue muy bueno. No se trató específicamente la reforma laboral, pero son temas a tratar en las mesas”, sostuvo el empresario anticipando futuros cruces.

                                                       Ana Wandzik

Por su parte, Mario Ravettino, titular del consorcio de exportación de carne ABC, hizo referencia a que se trabaja en una especie de “precios coordinados” para el sector cárnico. “Hoy se hizo una presentación oficial positiva para iniciar un trabajo. Cuando escuchamos conceptos como previsibilidad, estabilidad, presupuesto estable, producción y el empleo, son los puntos que los empresarios quieren escuchar para saber que hay seguridad jurídica, seguridad de producción. Quedaron las bases establecidos y ahora el desafío es llevarlo a la práctica”.

El titular de Toyota, Daniel Herrero dijo que “el objetivo es reconstruir la Argentina sobre la base del consenso”. El empresario apuntó que en la primera etapa implicará “resolver precios y salarios, buscar que el salario real crezca y un factor clave para eso es que pongamos todas nuestras plantas a trabajar a full, que el Gobierno también haga correcciones en Ganancias, e ir un mejor esquema de salario real. En el tema precios, revisar en cada sector la cadena de valor, las estructuras de costos, y ver cómo se puede ayudar a tener ese control de precios y seguir como base esa ley de presupuesto”. No perdió la oportunidad de marcar que “hay impuestos distorsivos que quizás hoy no se puedan corregir por el contexto pero tenemos que trabajar para aumentar los volúmenes de producción de la industria nacional porque eso nos permite exportar más y ser competitivos y crecer”.

La nómina de asistentes al Museo del Bicentenario a Sergio Affronti (CEO de YPF), Martín Berardi (presidente de Ternium), Adrián Kaufmann Brea (gerente de Arcor), Everton Negresiolo (CEO de Acindar), Amancio Oneto (vicepresidente de Molinos), Jean Carlo Aubry (CEO de Nestlé), Laura Barnator (gerenta general de Unilever), Marcela Barroso (directora de Ledesma), Juan Garibaldi (CEO de Danone) Daniel Herrero (CEO de Toyota), Lorena Bula (Procter&Gamble), Joaquín De Grazia (Granja Tres Arroyos), Claudio Drescher (Jazmín Chebar), Chistophe Dumont (Bayer), Sergio Faifman (Loma Negra), Pablo Gaynecotche (Vasa), Luis Galli (Newsan), Teodoro Karagozian (TN Platex), Javier Madanes Quintanilla (Aluar) y Juan Martínez (ASU), Diego Ordoñez (Dow Química), Gustavo Pelizzari (Elea), Guillermo Petracci (Unipar Insupa), Diego Pino (Transclor), Javier Quel (Tetrapak), Mario Ravettino (ABC), Pablo Ruival (Arauco), Karla Schlieper (Mondelez), Damián Seltzer (Bridgestone), Iván Szczech (Camarco), Martín Ticinese (Quilmes), Alfredo Weber (Gador) y el presidente de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), Daniel Funes de Rioja.

Movimiento Obrero

Control de precios y mejora salarial. Ese fue el libreto plasmado por los sindicatos durante la reunión efectuada este miércoles en Casa Rosada. El Gobierno nacional, representado, entre otros, por el jefe de Gabinete Santiago Cafiero y el ministro de Economía Martín Guzmán, ratificó a los gremios que las paritarias 2021 se negociarán “sin techo”. Este jueves se concretará una reunión equivalente, con los representantes empresariales.

Los gremialistas evidenciaron un discurso unificado sobre la necesidad de instrumentar controles sobre los formadores de precios para contener la inflación y que los salarios de los trabajadores crezcan durante el año en curso. El cónclave se desplegó después de las 10 y 45 de la mañana en el Museo del Bicentenario.

Héctor Daer, secretario general de la CGT y del sindicato de la Sanidad, dijo a los medios que los gremios anhelan “medidas que vayan reduciendo la inflación” y que los trabajadores tengan “recuperación salarial”. Recordó que “la responsabilidad de los precios es de quienes forman los precios y fijan la cadena de valor”.

Por su parte Hugo Moyano aseguró que “esta experiencia es muy importante” y anticipó que “va a tener éxito por la forma que está teniendo el gobierno, que logra objetivos sin imponernos, sino convenciendo”.

                                                    Tamara Domenech 

Asimismo, Sergio Palazzo, dirigente de la Asociación Bancaria y de la Corriente Federal de Trabajadores, manifestó que “hay discutir como se forman los precios. Algunos oligopolios generan  productos con una tasa de ganancia sideral que repercute en el precio de los alimentos”, a lo cual agregó “que el salario debe ir por arriba de la inflación”

Única mujer presente como representante sindical, la dirigente de CONADU Yamile Socolovsky resaltó en Radio Gráfica que “se planteó la centralidad del trabajo, se reafirmó que el incremento real del poder adquisitivo de los salarios es determinante en un proceso de recuperación y reconfiguración de la matriz productiva y redistribución de la riqueza en nuestro país”.

La confluencia también se percibió desde la CTA Autónoma. Ricardo Peidró afirmó que “los que provocan la inflación son los formadores de precios” y reclamó la urgente necesidad de una convocatoria al consejo que debate el salario mínimo vital y móvil.

Asimismo el titular de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina, Gerardo Martínez, recordó la pauta inflacionaria del 29% y aseveró que esa distorsión es “un impuesto a la pobreza”. Puntualizó que cualquier medida en ese sentido “es muy positiva”.

Finalmente, Andrés Rodríguez, titular de Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), aseveró que el movimiento obrero hará “todo lo que sea para colaborar para reducir la inflación”. Entre los delegados sindicales también estuvieron Hugo Yasky, Víctor Santa Maria, José Luis Lingieri, Antonio Caló y Armando Cavalieri, entre otros.

Se hicieron presentes, desde la zona oficial, los citados Cafiero y Guzmán, los titulares de Producción, Matías Kulfas, y de Trabajo, Claudio Moroni; el presidente del Banco Central, Miguel Pesce; la jefa de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont y la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca Bocco.

Movimientos Sociales

Movimiento Evita, Somos Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa anunciaron que se encargarán de controlar que se respeten los precios en super e hipermercados y boicotear a quienes no cumplan los acuerdos establecidos. Así lo precisó en Radio Gráfica Gildo Onorato, quien aseguró que los operativos se realizarán “con mucho respeto, pero no vamos a permitir estos abusos”.

Vamos a estar en todo el país, en los 1000 hipermercados más importantes, porque son abusivos y los aumentos están carcomiendo el bolsillo. Sabemos que Precios Cuidados no es la resolución a los problemas estructurales pero vamos a hacer valer el poder ciudadano y la organización popular para que se respeten los precios. Que aquellos que no los cumplan sean denunciados y, para quienes sigan sin cumplir, vamos a propiciar boicot para que la gente no consuma en esos lugares que se abusan de la volutad y el trabajo de los argentinas y las argentinas“, detalló el referente del Movimiento Evita y la UTEP.

Resaltó que “no se puede arreglar en una mesa y después hacer caso omiso a esos acuerdos. Los grandes especuladores y formadores de precios fugan dinero hacia el exterior y son parte de la timba financiera que especula en cada crisis a costa de la alimentación de los trabajadores y trabajadoras”.

Encabezado por el presidente Alberto Fernández, este miércoles se realizó virtualmente el primer encuentro del Consejo Federal Argentina Contra el Hambre en el 2021. Gildo Onorato, uno de los participantes, repasó que en esa reunión “Daniel Arroyo y Victoria Tolosa Paz hicieron un balance de lo actuado en 2020 vinculado a las problemáticas alimentarias y se hizo un informe sobre las pártidas presupuestarias y los convenios de cara al 2021”.

Desde los movimientos populares expusieron “la inquietud acerca de la necesidad de generar trabajo, fortalecer cadenas productivas populares para la alimentación y todas las dificultades que estamos teniendo por la formación de precios de los grandes mercados que están dañando el bolsillo y especulando con la desigualdad que se vive en los hogares más humildes de Argentina”, según comentó el dirigente social.

http://laseñalmedios.com.ar/2021/02/12/precios-y-salarios-reuniones/

El proyecto de ley que eleva el mínimo no imponible a 150 mil pesos mensuales del mal llamado Impuesto a las Ganancias a los trabajadores en relación de dependencia y a una parte de los jubilados tuvo un apoyo inmenso.

Es una medida regresiva en términos tributarios que ha tenido un consenso muy amplio, de derecha a izquierda del tablero político.

Cada una de las principales corrientes que integra el Frente de Todos avaló inmediatamente sin ninguna observación.

La alianza opositora macrismo-radicalismo adelantó que acompañará la iniciativa oficial.

Fuerzas de izquierda saludaron el anuncio y, como es esperable, piden más.

Todas las centrales sindicales salieron a festejar la medida.

Casi todos los medios de comunicación aplaudieron porque periodistas y analistas de la escala superior de la pirámide salarial se beneficiarán.

Se requiere de un considerable esfuerzo de contorsión intelectual y político para promover una estructura impositiva progresiva al tiempo de respaldar una medida que, en términos de equidad tributaria, va en dirección opuesta.

Progresivo

Semejante nivel de aprobación a esa medida es uno de los más notables triunfos del pensamiento conservador, como el que asocia la inflación a la emisión monetaria sin ninguna otra consideración sobre las particularidades de la oferta y la demanda de dinero en la economía argentina.

                                                  Cristina Shiavi

La evidencia empírica es contundente respecto a que no existe esa relación lineal de emisión y suba de precios. Del mismo modo, los antecedentes de sistemas tributarios de otros países que tienen sesgos de progresividad muestran que el tributo a los ingresos personales es uno de sus pilares.

En 2018, en Argentina representaba apenas el 2 por ciento del PIB. En Uruguay, 4,3; en México, 3,4 y en Brasil, 2,8. El promedio de los países de la OCDE (desarrollados y algunos emergentes) es 8,3 ciento, con máximo de 24,4 en Dinamarca.

En 2020, alcanzó a 2.303.600 personas, 25,6 por ciento del empleo registrado. Estos contribuyentes tienen un ingreso que supera el doble del salario promedio y forman parte de los deciles 9 y 10, es decir, del 20 por ciento con mayores ingresos según el Indec.

La imposición sobre personas físicas en Argentina es relativamente baja y esa es, de hecho, una de las principales críticas que hacen los organismos internacionales a la estructura tributaria local.

Informes de Cepal y OCDE advierten acerca de este punto, señalando que la recaudación (tanto en Argentina como en el resto de América latina) es muy inferior a la de otros países desarrollados. Esto se debe a un mínimo no imponible relativamente alto para lo que es el mercado de trabajo del país.

En la mayoría de los países esa base para impuestos a los ingresos sobre personas físicas es inferior al ingreso salarial promedio, mientras que para Argentina está bastante por encima.

Que en el debate tributario doméstico sea una batalla perdida en cuanto a la progresividad de su estructura no debe inhibir la reflexión acerca de cuáles son las bases de ese impuesto, como también los aspectos políticos y económicos que motivaron la actual decisión de aliviar la carga a un sector de trabajadores y jubilados.

Argumentos

La coincidencia para apoyar la actual propuesta tiene su motivo: periodistas que definen líneas editoriales pagarán menos y recibirán un sueldo de bolsillo mayor; las empresas podrán mostrar que abonan salarios más elevados; y los sindicalistas, que pelearon y consiguieron ingresos mayores para los trabajadores de su sector.

Los economistas mediáticos se olvidarán, en una repentina amnesia selectiva, de su obsesiva preocupación por las cuentas fiscales porque sus clientes estarán satisfechos con que el Estado haga ese aporte para mejorar la situación relativa de los deciles medios y altos de la pirámide salarial.

Decir que el salario no es ganancia o por qué el trabajador tiene que pagar impuestos ha sido la más efectiva estrategia de confundir el debate. Es obvio que el salario no es ganancia entendida como la de una empresa; es la retribución a la fuerza de trabajo. Lo que se oculta con esa sentencia es que lo que se grava es el ingreso de una persona (no la ganancia), que puede ser bajo, medio o elevado.

Si se transita una línea de impulsar una medida regresiva en términos tributarios, al menos sería un aporte para mejorar el debate público modificar el título para definirlo como impuesto a los ingresos personales. La cuestión semántica no es irrelevante puesto que con la actual denominación se habilita la confusión.

Este tributo tiene el objetivo de alcanzar personas desde ingresos medios y altos en forma progresiva. Que existan sectores que están eximidos, como el Poder Judicial en un obsceno privilegio, o que se requiera actualizar la escala para que sea coherente al interior del tributo, no implica que no haya que pagar nada.

Que exista una inequidad tributaria no significa que se tenga que crear otra en lugar de ocuparse de solucionar la primera.

Debemos tener un sistema tributario más progresivo. Hoy paga más en proporción a su ingreso de Ganancias una enfermera o un barrendero que una empresa minera o un bingo”, afirmó Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados.

Puede ser entonces que las mineras o las empresas de bingo deban pagar mucho más impuestos de lo que hoy lo hacen.

Poder Judicial

El impuesto a las Ganancias sobre Personas Físicas fue, es y será el que le aporta mayor progresividad al sistema tributario. La progresividad se genera por partida doble.

Por un lado, porque excluye a las personas con menores ingresos mediante el mínimo no imponible. En el caso de los asalariados, aunque fluctúa con el tiempo, cerca del 80 por ciento de los trabajadores formales no paga el impuesto, y si se incluye en la base de cálculo a los asalariados informales la proporción llega al 90 por ciento. 

                                                          Ana Sokol
Por otra parte, al interior de quienes quedan alcanzados, la aplicación de tasas marginales crecientes aporta un segundo factor de progresividad, al gravar proporcionalmente más a medida que se obtienen mayores ingresos.

Es cierto también que la cuestión de la equidad tributaria queda en cuestión debido a las debilidades de la actual estructura del Impuesto a las Ganancias. Esta contiene exenciones, como la mencionada a los ingresos de jueces, que distorsionan el cuadro impositivo y, por lo tanto, la discusión sobre justicia tributaria.

En esta instancia, precisado el carácter regresivo de subir en esa magnitud el mínimo no imponible, irrumpe un aspecto coyuntural en referencia al salario real de trabajadores y el poder adquisitivo de las jubilaciones.

Ante esa situación resulta provocador en cuanto a equidad que un asalariado castigado durante cuatro años de gobierno de Macri y en el año de la pandemia del coronavirus, que ahora aspira a recuperar poder adquisitivo, tenga que pagar más de ese impuesto mientras que magistrados no destinan ni un peso a cumplir con ese tributo.

Un documento de la Oficina de Presupuesto del Congreso sobre el Presupuesto 2021 precisa el monto exacto de la exención de Ganancias a los magistrados y funcionarios del Poder Judicial nacional y de las provincias: 41.285 millones de pesos. También están exentos los intereses de los títulos públicos, que suman 85.956 millones de pesos.

El camino adecuado a transitar sería cerrar esas filtraciones y no profundizarlas. Para ello se requiere plantear un debate integral del régimen. Se trata de pensar, en definitiva, un sistema tributario progresivo, sustentable, transparente, simple y equitativo.

Salario neto

En un contexto laboral muy complejo para el universo de trabajadores formales, por la presión a la baja del salario debido al ejército de reserva de un desempleo elevado, la intervención del Gobierno resulta clave para equilibrar un poco la relación desigual con el mundo empresario.

La elevación de la base imponible hasta 150 mil pesos implicará resignar recursos fiscales por unos 40 mil millones de pesos, según estiman los autores del proyecto.

Ese dinero mejorará el salario neto de los trabajadores, al tiempo que aliviará un poco la tensión de las negociaciones paritarias. La inicial orientación del aumento de 29 por ciento, como la acordada por la Bancaria, con cláusula de actualización en septiembre próximo –mes previo a las elecciones de medio término-, constituye la base de las paritarias 2021.

En las salidas de grandes crisis, como en la actual, se requiere de la participación del Estado para impulsar la mejora del salario real. El antecedente último fue luego del estallido de la convertibilidad. El gobierno de transición de Eduardo Duhalde determinó aumentos de salarios por decretos, política que continuó el gobierno de Néstor Kirchner que impulsó además paritarias libres.

De ese modo, el salario real pudo recomponerse hasta alcanzar en el 2007 el nivel que tenía en 1998, cuando comenzó una recesión que se prolongó cuatro años.

Fue ese impulso del Estado que permitió la recuperación del salario real vía decretos y fortaleciendo a la parte sindical en las negociaciones paritarias. Acción que resulta fundamental porque en ese escenario el sector empresario busca también recuperar márgenes de rentabilidad perdidos en la crisis, lo que presiona sobre la tasa de inflación haciendo más complicado avanzar con el aumento del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones.

Ahora, con algunos matices, se repite el mismo escenario de salida de una gran crisis, con un Estado que resigna recursos fiscales para incrementar el ingreso disponible de trabajadores formales y jubilados, al tiempo que orienta el sentido de las paritarias y ha definido una fórmula de movilidad previsional que promete ganarle a la inflación.

Demanda

Este tipo de intervención del Gobierno resulta fundamental para generar las bases para un crecimiento sostenido de la economía. La demanda doméstica (pública y privada) es el principal motor del crecimiento, representando por lo menos el 70 por ciento del Producto Interno Bruto.

El incremento de los ingresos de los sectores populares es clave para comenzar un largo recorrido de recuperación, primero de la devastación neoliberal dejada por la alianza macrismo-radicalismo, y después del impacto fulminante de la pandemia.

Como se apuntó arriba, a fines del año pasado, el Impuesto a las Ganancias involucraba a unas 2,3 millones de personas. Con la propuesta de Sergio Massa, 1.267.000 de trabajadores y jubilados dejarán de pagar, quedando sólo el 10 por ciento del total alcanzados por ese tributo.

                                                   Marcelo Alzetta
"La recuperación del ingreso es clave para el crecimiento de la economía este año. Sacarle el Impuesto a las Ganancias a más de 1 millón 250 mil personas es mejorarles la capacidad de compra y recuperar el ingreso”, afirmó Massa.

En el proyecto de ley se precisa el impacto en los principales sectores económicos de la cantidad de trabajadores que dejarán de pagar:

* Cerca de 179.000 (58 por ciento) de la industria manufacturera.

* 133.000 (65 por ciento) del transporte, logística y almacenamiento.

* Aproximadamente 106.000 (74 por ciento) del comercio mayorista y minorista.

* Alrededor de 48.000 (46 por ciento) del sector financiero.

* Casi 27.000 (54 por ciento) del rubro de la construcción.

El proyecto de ley cierra con la siguiente sentencia: "Esto representa un esquema altamente progresivo donde el esfuerzo fiscal de 40 mil millones de pesos en el año se va a destinar al "bolsillo" del trabajador y trabajadora, jubilado y jubilada que destina la mayor parte de su ingreso al consumo, generando una política virtuosa de mayor consumo y demanda".

Elecciones

A las mencionadas cuestiones de la equidad tributaria y de la necesidad de mejorar el ingreso de trabajadorxs y jubiladxs para fortalecer la salida de la crisis se le suma un aspecto político-electoral.

No es secreto que una parte de los trabajadores alcanzados por este tributo votó en 2015 a Cambiemos por la promesa –que resultó finalmente falsa- de eliminar el Impuesto a las Ganancias.

La resistencia del gobierno de CFK a subir el mínimo no imponible estaba concentrada en que ese mayor ingreso disponible se destinaba a comprar dólares, presionando sobre las reservas e incrementando de ese modo la inestabilidad financiera. El saldo de esa decisión en las urnas para el entonces oficialismo, aunque no fue el único factor, fue negativo.

Ahora la posibilidad de adquirir billetes verdes está todavía mucho más limitada. En un evidente aprendizaje de esa experiencia desfavorable, con las cruciales elecciones de medio término en octubre próximo, la alianza de gobierno viene a dar respuesta a una demanda de una parte importante de su base electoral.

https://www.pagina12.com.ar/323662-ganancias-equidad-fortalecer-la-demanda-y-elecciones

Lo coyuntural pasa inevitablemente por las vacunas y la vuelta a clases. Lo estructural excede a ese factor y, como acaba de ratificarse cual si hiciera falta, es atravesado por la puja distributiva.

Según fuentes propias y otras publicadas por diversos medios, al cabo de la reunión entre el Gobierno y (una parte de) la crema empresarial, con más gerentes que jerarcas, se destacaron dos cosas.

La primera, considerablemente difundida, es la buena impresión causada por Martín Guzmán entre esos hombres de grandes negocios que tantas veces son límpidamente turbios. Es sencillo inferir que, al margen del modo shaolin del ministro, les resultara endulzante que éste aludiera a los componentes macro de la economía como determinantes para su marcha.

Lógico. Por mucho que el ministro tenga razón en cuanto a la incidencia del tipo de cambio y su estabilidad, el déficit fiscal, el orden presupuestario, hablar de eso --como debe hacerse, sin dudas-- implica que se relativice hacerlo en primer lugar sobre los formadores de precios, las cadenas de especulación, los agujeros de fuga de divisas y sus etcéteras.

Recordatorio importante: Santiago Cafiero sí habló de que debe recomponerse el poder adquisitivo de los salarios, y Matías Kulfas sí lo hizo acerca de las distorsiones de precios generadas por el entramado sectorial. 

Pero, claro, lo que sobresalió mediáticamente fue el recorte de lo dicho por Guzmán, porque es aquello que el establishment quiere escuchar.

El segundo aspecto de lo sabido al cabo del encuentro con el Gobierno, pero en este caso sin mayores trascendidos periodísticos, es el fondo y la forma en que quienes representaron a varios de los grupos oligopólicos más emblemáticos del país se tiraron responsabilidades inflacionarias por la cabeza.

En estricto off the record y aunque siempre coincidiendo contra el estigma de la carga impositiva estatal, salidos de la reunión los productores trasladaron culpas a los acopiadores, los acopiadores a los supermercados, los supermercadistas a los fabricantes de alimentos procesados y así sucesivamente.

Como perfecta imagen agregada de cuánto de desprendido y patriótico tienen, entre otros, la Mesa de Enlace agropecuaria o sus presuntos representados, está en las redes el fílmico de la cola de cinco kilómetros de camiones, entre las localidades santafesinas de Roldán y San Lorenzo, para entregar en puerto sus acopios antes de que al Gobierno pudiera ocurrírsele subirles las cargas retencionistas.

Por cierto, a esta altura también vale citar que hubo cónclave gubernamental con dirigentes de la CGT y de las dos CTA. Pero no sería allí donde se dirime la resolución de contradicciones principales, porque la torta del poder está en el partido frente a las corporaciones de la economía. Los sindicatos juegan en la reserva de la resistencia, a través del tira y afloje en los cálculos paritarios y bien que, desde ya, con un gobierno enormemente más amigable que en la pesadilla macrista.

En la coyuntura habrá de verse cómo incide --en un año electoral, nada menos-- la pericia que tenga Casa Rosada en la administración vacunatoria. El manejo de los tiempos; las negociaciones externas sujetas a imprevistos de provisión y distribución ya sucedidos; el empalme --o no-- entre la cantidad de vacunados y el casi seguro rebrote invernal; la --casi-- lotería de qué ocurrirá con el retorno a clases en el AMBA, donde junto a la mayor densidad poblacional se concentra la vidriera política.

 

                                        Mónica Mortola 

Esos datos, muy complicados para prever, no sólo son fundamentales por razones sanitarias. Hay una relación directa entre la confianza que se pueda tener para ganar la calle, auto-reprimida desde comienzos del año pasado, y la movilización social de que debe disponer el Gobierno para respaldar(se) las decisiones que tome.

En lo personal y de vuelta a lo estructural, se coincide con lo expresado por Mario Wainfeld en su columna del vienes pasado en Página/12: uno es menos optimista que el oficialismo respecto del presente y futuro de las conversaciones con quienes cortan el postre.

Sobre todo, respecto de un desenlace que contenga un acuerdo estabilizador y redistributivo a la vez (...) La convocatoria del Gobierno apunta a atenuar la inflación e intervenir en la puja distributiva a favor de los asalariados. Dos metas de difícil compatibilización a la luz de la experiencia histórica. El oficialismo conoce y padece al establishment económico. Sabe que la burguesía nacional es más mito que realidad. ¿En dónde afinca, entonces, su optimismo de la voluntad?”.

Ese interrogante no significa que sea incorrecto haber convocado a un gran acuerdo social, o empresarial, o multisectorial, o policlasista, o como quiera denominarse.

¿Por qué habría que oponerse a priori, como si las buenas intenciones y sus eventuales resultados fuesen lo mismo?

Todo lo contrario y más todavía: el gobierno de los Fernández revela una generosidad dialoguista que el de Macri ni siquiera atisbó iniciar.

¿O acaso hay algún antecedente de que durante los años amarillos se convocase a parlamentar con sectores enfrentados?

Uno solo: el 14 de mayo de 2018, el hoy lugarteniente de la FIFA llamó a acordar con “todos” el Presupuesto del año siguiente, con la precondición de aceptar las pautas que se estipularían mediante la ayuda del Fondo Monetario reclamada cinco días antes y concretada al mes siguiente por la cifra más espeluznante de la historia del organismo.

El autoritarismo K; el Albertítere; los chorros y vagos choriplaneros; un Congreso Nacional en el que a distancia se trabajó más que en las sesiones presenciales prepandémicas, y que hasta sacó entre retóricas encendidas pero respetuosas la legalización del aborto con un Papa argentino, demuestran ser extraordinariamente más democráticos, tolerantes y consensuales que esa falsaria bestia liberal capaz de haber querido introducir por decreto a dos jueces de la Corte Suprema; de haber armado una red de espionaje para-estatal; de haber promovido un capitalismo de amigotes personales; de haberse rendido a los fondos buitre a cambio de nada que no fuera volver a endeudar al país en cifras monstruosas que, para variar, ahora tiene que resolver el execrable populismo.

No hay ninguna medida de este Gobierno que pueda ser imputada de haber violado límites “institucionales”, como gusta decir la derecha. Ninguna. Todas las acusaciones que recibe son objetivamente interpretativas, no fundadas, no susceptibles de solidez técnica.

En cambio, sí es veraz que, mientras se convoca a dialogar, la suba inflacionaria de enero, con alimentos y bebidas en primer término, resulta demasiado perturbadora hacia futuro de corto y mediano plazo.

¿Qué pasó en enero? ¿Hubo algún tembladeral del dólar? ¿Algún factor estacional? ¿Algún hecho impensable, como no ser el aumento del precio internacional de los productos exportables, que justificase incrementos en la canasta básica, en un cuadro recesivo a pesar de índices favorables de la industria y la construcción? ¿Algún otro, infartante, además de la incidencia de las tarifas de cable, telefonía móvil, telecomunicaciones, con el pavoroso desparpajo de Clarín desobedeciendo las resoluciones oficiales? ¿Qué diablos hubo como no sea la angurria de una clase dominante que ni hoy ni nunca manifiesta interés en ser dirigente?

En la entrevista publicada el domingo pasado en este diario, y justamente acerca de la suba en el precio de los alimentos, el Presidente dejó un concepto que va o debería ir más allá de ese rubro, tras afirmar que no se puede especular en un contexto de pandemia.

Dijo que el Estado tiene como únicas herramientas subir las retenciones a los agroexportadores o fijar cupos para abastecer en forma suficiente al mercado interno. Que prefiere no usar ninguna de esas atribuciones, pero que a él lo votaron para que ejerza el poder.

O se resuelve con diálogo o lo resuelve el Estado”, remató Alberto Fernández.

Se supone que él, el frente político que integra, los sectores dinámicos que lo apoyan, son conscientes de que deben estar más listos que nunca para activar lo segundo.

P/D: Mientras escribía esta opinión, llegó la noticia del deceso de Carlos Menem. Ni la muerte cambia a las personas ni se trata de regodearse en el mal gusto de, con la muerte tan fresca, cargar las tintas sobre el líder político/personaje a quien uno combatió desde un primer momento. “El hombre que nació para una cosa, pero hizo lo opuesto”, como sintetiza Luis Bruschtein en su artículo, es una buena síntesis de lo que, además, resulta una llamada de atención sobre el presente. Porque la cosa opuesta que hizo Menem, en los nefastos ’90, fue, primero, traicionar el mandato popular. Sin embargo, después siguió adelante con el apoyo de una parte significativa de nuestro pueblo. De eso también hay que sacar conclusiones, a propósito de que la necesidad de tener claro al enemigo esté, siempre, muy presente.

https://www.pagina12.com.ar/323809-la-decision-casi-inevitable

El Congreso norteamericano acaba de no poder condenar a Donald Trump en su segundo juicio político. Digo “no poder condenar” porque los votos dicen lo contrario: 57 senadores votaron por la condena, 43 por la absolución. Pero hacían falta 60 votos para la condena. Sí, juicio político, a pesar de que ya no es más presidente en ejercicio. La constitución norteamericana no restringe la institución del impeachment sólo a personas que están ocupando un cargo. Las razones esgrimidas para avanzar en el juicio político eran dos: primero, que Trump puede volver a presentarse como candidato en 2024, y este juicio habría podido prohibirle volver a ocupar cargos públicos; la segunda, que como los hechos por los cuales se lo acusan ocurrieron en los últimos días de su mandato, si no se lo pudiera someter a proceso político esto resultaría de hecho en una especie de certificado de impunidad para que los presidentes hagan cualquier cosa en los momentos finales de su gobierno. Finalmente, nada va a pasar y Trump podrá ser candidato en 2024, si lo desea.

Hay que recordar que el proceso de impeachment no es un procedimiento penal, sino político, con lo cual existen diferentes reglas y cargas de la prueba. Lo que se juzga es si una persona puede o debe ocupar un cargo público, no su responsabilidad frente a la ley. En este caso, a Donald Trump se lo juzgó por haber incitado al intento de copamiento del Congreso norteamericano, en el cual murieron cuatro personas y estuvo en riesgo la integridad física del vicepresidente de la nación, la presidenta de la cámara baja y el líder de la mayoría demócrata en la cámara alta, entre otros. 

Lo que me interesa señalar son dos cosas. La primera es que el testimonio de las responsabilidades políticas de Trump ha sido incontrastable. Las imágenes, videos y líneas temporales dejan pocas dudas acerca de la violencia y planificación de las sediciones y de la articulación entre ellos y el discurso de Trump. Un detalle es significativo: sabemos ahora que Mike Pence, el vicepresidente, tuvo que refugiarse en un túnel mientras quienes lo buscaban gritaban “colguemos a Mike Pence”. Pence es republicano, vice de Trump y un ideólogo fiel. Sin embargo, como se negó a objetar públicamente la certificación de Biden como presidente electo, fue denunciado como traidor por Trump.

La segunda es que nada de esto importó. El bloque republicano votó para absolver a Trump. Sólo 7 senadores votaron para condenarlo. El bloque republicano se divide en tres: aquellos que votaron por la condena (siete), aquellos que son entusiastamente trumpistas, y los que no son ideológicamente terraplanistas pero tienen miedo a que la base trumpista se vuelque contra ellos y los eche de sus cargos, o, por qué no, los linche.

Mike Pence estuvo en peligro. Hoy se supo que Kevin McCarthy, el jefe de la bancada republicana en diputados, lo llamó a Trump a los gritos diciéndole que sus seguidores estaban intentando entrar por la ventana, que se escuchaban disparos, y que él tenía que pedirles públicamente que se fueran. Nada de esto importó.

El partido republicano es, hoy, el partido de Donald Trump. 

Ya he escrito sobre este fenómeno, pero es que me parece una dinámica central de nuestra época. Trump es el corolario lógico y el punto final de los procesos por los cuales los partidos establecidos les abren las puertas y abrazan a actores políticos de ultraderecha, pensando que pueden usarlos, que le aportan energía, movilización, “carisma”. 

La política acuñó la frase “cordón sanitario” para nombrar la estrategia de los partidos establecidos europeos hacia la ultraderecha durante gran parte del siglo veinte. No es causal que el original sea cordon sanitaire, en francés, porque fue la estrategia de los partidos para con el Frente Nacional de Jean Marie Le Pen por medio siglo. Los partidos tanto de izquierda como de derecha se negaban a aliarse o considerar interlocutores a los ultras, a pesar de que tal rechazo pudiera costar una mayoría parlamentaria.  El cálculo detrás del cordón sanitario no era necesariamente idealista, sino pragmático: invitar a los grupos de ultraderecha (o ultraizquierda) a una coalición era abrirse a terminar siendo socios menores de ellos.

Sudamérica mira naturalmente a los Estados Unidos, y tal parece que los partidos mainstream de derecha de Chile y Argentina han optado por la estrategia opuesta. Más que “cordón sanitario”, habría que hablar de “alfombra roja”: se los corteja, se los invita a reuniones, la presidenta del principal partido de oposición se saca fotos con un “influencer” que tiene mensajes públicos saludando a Videla, se firman cartas con sus referentes internacionales. Puede ser que esto tenga sentido en un corto plazo, pero el ejemplo de Mike Pence debería recordarles que la probabilidad de terminar corriendo por un pasillo mientras sus ex aliados los buscan para lincharte es siempre mayor a cero.

Populistas somos todos Maria Esperanza Casullo Cenital. Com

Nancy Giampaolo, Periodista, guionista y docente, produjo esta entrevista con Nancy Fraser, publicada en “Le Monde Diplomatique” . La célebre filósofa de izquierda estadounidense habla de sus expectativas en torno al gobierno de Biden, de la posibilidad de construir un populismo progresista, de los desafíos del feminismo y el movimiento anti racista y de la esperanza en la reconstrucción de la izquierda que sembró Bernie Sanders.

Concluida la era Trump, ¿qué expectativas tiene respecto de Joe Biden?

Nunca apoyé a Biden. Sí a Bernie Sanders, porque él representa una suerte de alternativa populista de izquierda al neoliberalismo progresista. Creo que un movimiento político al estilo de Sanders tendría la chance de volver a ganar la atención de los sectores de clase trabajadora que apoyaron a Trump. No estoy hablando de los hardcore white supremacists o de la ultra derecha, sino de la gente de clase trabajadora común. Hubo ocho millones de personas que votaron dos veces a Obama y después votaron a Trump. Eso prueba que no son racistas totalmente comprometidos, o no habrían votado por Obama en primer lugar. Puede que sean racistas oportunistas, pero no totalmente racistas. Entonces, en teoría, se los puede recuperar. Quizás para ello necesitemos una coalición. Hay muchas preguntas en cuanto a Biden: ¿Estamos ante un regreso del neoliberalismo progresista? ¿Es eso lo que la presidencia de Biden hará? ¿Intentará reconstituir esa mezcla de políticas neoliberales con discursos de minorías? Y en ese caso, ¿no continuaría, por añadidura, este círculo vicioso de reacción del populismo de derecha? Es interesante aplicar este tipo de análisis a otros países. A mí me parece que sirve para entender la situación hace un tiempo en el Reino Unido, pues creo que Tony Blair es un perfecto neoliberal progresista, como François Hollande en Francia. Creo que en muchos países los gobiernos que han promovido la financiarización no eran los gobiernos de derecha; más bien eran estos gobiernos neoliberales progresistas, personas que se autoproclamaban socialistas o socialdemócratas, pero en realidad eran neoliberales. Por otro lado, obviamente es cierto que hay muchos gobiernos alrededor del mundo que practican políticas neoliberales sin ser para nada progresistas; podemos hablar de Narendra Modi en India, Erdoğan en Turquía, Bolsonaro en Brasil, etc. El punto es que hay más de un tipo de neoliberalismo: hay variantes regresivas y progresivas, pero creo que todas son muy malas para la clase trabajadora de cualquier color, género y orientación sexual.

¿Cuál es tu lectura del desplazamiento de Sanders?

Me sentí devastada por la forma en que el establishment demócrata clausuró la campaña de Sanders después de que obtuviera una importante victoria en Nevada con la población latina. Básicamente se unieron en contra de él después de que ganara en Carolina del Sur. Hubo un repentino “suficiente, Biden va a ser el candidato demócrata”, y fue algo brutal. Difícil tener grandes expectativas entonces con Biden. Me preocupa que esto culmine en una nueva versión de neoliberalismo. Algo que nos afectará muy negativamente… De suceder, no será un nuevo Trump, pero será una reiteración del trumpismo, y eso me preocupa mucho. Sin embargo, dejame decir algunas cosas buenas de Biden. Me pareció que manejó la bizarra situación anterior a la inauguración de su gobierno con dignidad, con mucha calma. Hizo un buen trabajo de aplacador, estuvo maduro, no cayó en la trampa. Y algunas de las cosas que hizo hasta ahora me parecen bien. Me alegra que acepte el acuerdo climático de París, que esté retirando a las tropas estadounidenses de Yemen, que quiera revivir el acuerdo nuclear con Irán, ese tipo de cosas son buenas. Y también me alienta que esté promoviendo un gran proyecto de ley para la emergencia de la Covid, en vez de comprometerse con los republicanos por una legislación mezquina. Decidió hacerlo en grande y hacerlo solo, y si los republicanos no lo apoyan, que así sea. Me parece que aprendió algunas lecciones de la presidencia de Obama, durante la cual él fue vicepresidente. Obama empezó comprometiendo todo y queriendo que todo fuese bipartidismo, lo que terminó siendo un desastre. Entonces puede que Biden sea mejor de lo que yo esperaba, quizás… Espero que ese sea el caso.

¿Y qué hacer frente a la dicotomía neoliberalismo progresista-populismo reaccionario?

La clave es encontrar el modo de desarrollar lo que yo llamaría una alternativa progresista populista. No populismo de derecha, sino progresista. Y eso significa, también, desarrollar un feminismo diferente, un anti racismo diferente, una agenda LGBTIQ que no esté orientada a la representación de grupos poco representados en las partes más altas de la jerarquía corporativa, sino a mejorar las vidas de la masa sobrecogedora de mujeres, gente de color y minorías sexuales pobres, de clase baja y de clase media baja. Esa es la idea general de mi análisis. Yo quiero una coalición entre la clase trabajadora blanca y los blancos sureños que votaron a Trump, junto a la gran porción de la clase trabajadora compuesta por gente de color y mujeres que no están trabajando ni en la industria manufacturera ni en la construcción, pero sí en el sector público, en hospitales, en escuelas, en oficinas, en servicios. Esa es la base para una coalición.

¿Sirvió de algo en este sentido la pandemia?

Sí, al menos sí entre la gente común de Estados Unidos. Con una depresión económica que visibilizó a una masa tan grande de gente sin trabajo, muchos ya no pueden pensar “son vagos que no quieren trabajar”. Mientras la pobreza se veía como algo más marginal y anclado en grupos racialmente estigmatizados –afro americanos, lo que sea– podían decir que era su culpa. Pero en medio de una pandemia, no se puede decir eso. Entonces existe la posibilidad de que este sea el comienzo de una nueva fase de construcción de políticas de bienestar o de reforma económica.

¿Ocurre algo similar con las falacias discursivas de los feminismos?

Me parece que hay mucha más conciencia, sí. Más y más gente, no todos, pero más y más gente entiende que algo fue muy mal en la presidencia de Obama, que no podés poner a Goldman Sachs a cargo de la economía y después decir que sos feminista por ejemplo. Hillary Clinton representaba esa versión del feminismo, y creo que más y más gente dentro del movimiento feminista entiende que ese fue un giro erróneo y que necesitamos un estilo diferente. En general es un período en el que se está reconstruyendo la izquierda por primera vez en décadas. La izquierda fue destruida en los 60 y en los 70, y Sanders logró que toda una generación de jóvenes intente entender qué significa realmente estar en la izquierda. Que decir que estás a favor de tener caras negras en posiciones altas no es una idea de izquierda, que no ayuda a la masa de gente pobre de color. Se aprendió a sospechar de aquellos que hacen esfuerzos por reconstruir el neoliberalismo progresista. Por otro lado, –siempre hay otro lado– la presidencia de Trump, sobre todo los últimos 6 meses, ha sido tan traumatizante que hay un entendible sentimiento de­: “por Dios, tengamos un presidente normal”. Y Biden representa al tipo normal. Pero normal no es suficientemente bueno. Con el trasfondo de la historia estadounidense reciente, sabemos que “normal” no es suficientemente bueno. Entonces creo que hay dos fuerzas opuestas. Una es el deseo de la vuelta a la normalidad, lo que podría convertirse en un regreso al neoliberalismo progresista, que sería muy malo. Y la otra es este proceso, en especial entre los jóvenes, de aprender a sospechar de los discursos que son una pátina para encubrir las peores políticas. Ya veremos que sucede, no puedo predecirlo…

¿Qué piensa del movimiento Black lives matter?

Tener a Obama en la Casa Blanca por ocho años enfrió la militancia anti racista. La idea que primaba era: “no podemos, es nuestro presidente, no podemos gritar”. Entonces había mucha ira y frustración acumuladas. Los terribles asesinatos a hombres y mujeres negros que todo el mundo podía ver gracias a las grabaciones de celulares hicieron explotar sentimientos reprimidos de militancia. Y por supuesto el hecho de que ocurriera durante una pandemia fue también muy interesante por la idea de salir a la calle. En lo personal, me preocupaba que aumentaran las infecciones, pero la gente usó barbijo y no ocurrió. En los lugares donde se dieron las grandes protestas Black lives matter no aumentaron los contagios. En contraste, sí aumentaron en los lugares donde Trump estaba haciendo grandes reuniones, porque ahí la gente no usaba barbijo ni tomaba recaudos.


                                           Andrés Muller                                             

Creo que hay un tremendo deseo y una gran voluntad de tomarse en serio la ubicuidad del racismo, porque es una parte profundamente arraigada de la historia y la sociedad americanas. Creo que la pregunta que el movimiento tiene que enfrentar es la misma pregunta que debe hacerse el feminismo: ¿se va a enfocar en temas simbólicos, como las estatuas y ese tipo de cosas, o se va a meter en el meollo de la cuestión y va a abordar cómo funciona nuestra economía y cómo funcionan la propiedad de vivienda y el sistema de impuestos? Un montón de gente dentro de Black lives matter está atravesando este proceso de estudiar, leer, aprender sobre la historia y el antirracismo de izquierda. Tenemos una larga historia de eso en Estados Unidos, pero tenemos también el antirracismo liberal. Entonces a mí me parece que el movimiento va a tener que decidir si va a ser otra versión de antirracismo liberal o una versión de antirracismo de izquierda. Y de nuevo, el liberalismo es muy fuerte en este país, siempre es una gran batalla, es muy cuesta arriba llegar a algo distinto. Es posible que este movimiento se divida precisamente por ello.

Para nosotros los periodistas, en Argentina, se hace un poco difícil publicar opiniones que no se inscriban en la dinámica oficialismo-oposición. No hay demasiada permeabilidad a tercera o cuartas opiniones. ¿Cómo es el esquema estadounidense?

No es tan fácil conseguir que un medio como The New York Times publique fuera de ese esquema. Pero la gente sí escribe y publica, no es correcto hablar de censura. Creo que el mayor problema en Estados Unidos puede ser la amnesia más que la censura. La amnesia social acerca de qué es la izquierda en verdad y qué significa tener un análisis de izquierda. Por suerte creo que esta amnesia está empezando a disiparse. La otra cosa alentadora es que tenemos un complejo panorama mediático, con una enorme blogósfera y gran variedad de plataformas genuinamente independientes. La audiencia puede ser pequeña, pero no estás completamente aislado. Hubo una gran proliferación de plataformas alternativas, seguramente también existan en Argentina.

¿Cuál es su relación con las redes sociales?

No uso absolutamente nada. Ni Facebook, ni Twitter, ni Instagram, nada. Nunca tuve. No es por un tema de principios, es simplemente que mi situación no me lo permite. Recibo demasiados mails, no quiero más vías para que la gente llegue a mí. Quizás podría, si tuviera redes sociales, diseminar mis ideas más ampliamente, pero me parece que consumen demasiado tiempo. Soy inusual, la mayoría de la gente que conozco sí tiene redes sociales.

Giorgio Agamben (sobre quien usted ha trabajado en el pasado) y Diego Fusaro, otro filósofo italiano, insisten en advertir sobre los mecanismos de control que propició la pandemia, ¿cuál es su opinión sobre esto?

Estoy familiarizada con el notorio análisis de Agamben, sí. A mi modo de ver, bajo esta situación de pandemia, estoy a favor de medidas de salud pública, siempre y cuando sean respuestas racionales para tratar de mantener la situación bajo control y prevenir una completa catástrofe. En Estados Unidos nunca tuvimos apps de rastreo de contacto y entiendo que esto podría ser mal utilizado en el futuro, pero aun así me hubiera gustado tener algo, porque no hubo ninguna habilidad para controlar las infecciones. Lo que estoy dispuesta a aceptar bajo condiciones de extrema emergencia son medidas que, de otra forma, no aceptaría. Y me doy cuenta de que tendríamos que enfrentar la posibilidad de que estos mecanismos de vigilancia sean usados para fines represivos. Pero este no es el momento para dar esa batalla. En un sentido similar, no relacionado con la pandemia, después del asalto al Capitolio el 6 de enero por los partidarios de Trump, vimos a los servicios de seguridad usar las capacidades de rastreo que tienen. No es que fuera algo muy difícil con gente subiendo a Internet sus selfies dentro del Capitolio rompiendo ventanas. Esa fue una situación donde quise ver a esa gente, pero por supuesto que no quiero que se pueda sentar un precedente para ir, en el futuro, en contra de movimientos sociales pacíficos y legítimos.

Bruno Susani, Doctor en Ciencias Económicas de la Université de Paris, Autor de La economía oligárquica de Macri, Ediciones CICCUS Buenos Aires 2019.Escribió para Página 12

La regulación del precio de los alimentos es una práctica histórica de la humanidad, desde Roma hasta la actualidad

La especulación con el plato de comida

El control de precios y el abastecimiento de alimentos para la población son el resultado de la experiencia de los países para impedir chantajes y limitar las fluctuaciones en precios y cantidades. Para ello se han creado organismos reguladores que administran stocks para evitar situaciones indeseables que crean incertidumbre en productores y consumidores. 

La historia económica muestra que los precios y las cantidades de la moneda y la comida siempre han sido siempre regulados por el Estado. Desde el antiguo Egipto hasta nuestros días se han desarrollado diversos mecanismos de aprovisionamiento y distribución de alimentos. 

El más documentado es el de Roma donde, desde poco tiempo antes a Julio Cesar, se distribuían gratuitamente raciones de trigo público, propiedad del Estado, a 300 mil personas, y la pena de muerte era aplicada a los acaparadores. Los romanos ya habían intuido que el alza de los precios del trigo era el resultado de una acción desleal a la república y que la debilitaba.                                              
                           

 En la actualidad los países avanzados subvencionan la producción de alimentos de tal suerte que la disponibilidad global sea superior a las necesidades y exportan una pequeña parte del excedente. Los Estados de los países con déficit de alimentos subvencionan esas importaciones.

La mayor parte de los países poseen o aspiran a la autosuficiencia alimentaria y el comercio exterior del trigo por ejemplo, si se excluyen los intercambios intra-europeos, representan menos de 10 por ciento de la producción mundial. 

Regulación

La regulación de la provisión de alimentos es el resultado de la experiencia de los países para impedir ser objeto de chantajes y limitar las fluctuaciones en los precios y las cantidades, en virtud de lo cual se han creado organismos reguladores que administran stocks para evitar situaciones indeseables que crean incertidumbre en los productores y en los consumidores. 

Estos organismos limitan la amplitud de eventuales desequilibrios que pueden crear inquietudes en los consumidores que deben imperativamente comprar alimentos para poder satisfacer sus necesidades. Existe por lo tanto en los países avanzados un "pacto de caballeros", de tal suerte que a partir del siglo XIX es excepcional, salvo la hambruna en Irlanda provocada por Inglaterra, encontrar carencias de alimentos debido a acciones dolosas. 

Pero suele suceder acuerdos entre productores para controlar la oferta que obliga a los Estados a imponer multas considerables, que se miden en millones de euros, para evitar fraudes. Es por esto, dado que existen oligopolios en la oferta de alimentos, que el precio debe ser objeto de una regulación enérgica y minuciosa acompañada de sanciones muy severas y convincentes.

Pocos economistas se han atrevido a postular que el sector agrícola deba ser autorregulado por la oferta y la demanda privadas y que no sea regulado por el Estado. El análisis de la necesidad de regular o influenciar el precio de los alimentos por parte del Estado está en el nacimiento de la economía política con Adam Smith y David Ricardo. 

León Walras fundador de la teoría ortodoxa moderna y que estableció la llamada “Teoría del equilibrio general” excluyó específicamente de la autorregulación del mercado la moneda, la agricultura y los servicios públicos. Los argumentos de FIEL y de Domingo Cavallo, como de otros de la secta argentina de la ortodoxia, sobre la regulación de los precios agrícolas, son necedades impropias del siglo XXI producto de su indolencia intelectual.

Mercados

Medios dominantes y economistas ortodoxos, defensores de los intereses de las cerealeras y los acopiadores, han difundido la siguiente creencia: puesto que “el país exporta lo que come” los precios internos de los alimentos están acoplados al llamado mercado mundial, y que la regulación del mercado interno puede perturbar el volumen de las exportaciones y acrecentar las dificultades económicas. Esto sería así porque el sector de los granos provee el 70 por ciento de las exportaciones y, por lo tanto, satisface la avidez bien conocida de dólares. 

La debilidad de ese argumento estriba en que el “mercado internacional” no existe. Hay múltiples mercados, más o menos protegidos por la presencia de oligopolios de exportadores, con precios diversos y la cotización de los denominados mercados a futuro, ya sea el de Chicago o Rofex en Argentina

Esos mercados pertenecen a empresas privadas que en sus computadoras relevan los diferentes contratos que se establecen entre los supuestos compradores y los supuestos vendedores, que son en realidad algunas empresas pero sobre todo bancos y especuladores. 

La manipulación de las cotizaciones es habitual y son imaginarias, ya que los verdaderos valores que dan lugar a las compras y ventas en la realidad son pactados por contratos a largo plazo entre empresas productoras de alimentos con los acopiadores o cooperativas y los productores. 

Maldición

Existen numerosos estudios económicos realizados a pedido de los gobiernos que muestran, como el de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, que el 80 por ciento de los contratos son ficticios y no dan lugar a transacciones y son simplemente apuestas especulativas.

Esos resultados algunos medios utilizan para justificar la remarcación de los alimentos y las ganancias excesivas del sector de la distribución más concentrado. Como se ve, cuando la diputada Fernanda Vallejos (FdT) alertaba sobre la existencia de una maldición argentina no se refería la existencia de una calamidad divina sino a un chantaje político y social.

La manipulación de los precios de los alimentos en los mercados a futuro crea dificultades económicas para los trabajadores porque absorben una parte significativa de sus ingresos y, a la vez, es un freno al crecimiento económico. El impacto negativo en el nivel de vida de los trabajadores por el aumento del precio de los alimentos es tanto mayor cuanto menor es su ingreso. 

La llamada ley de Engel explica que primero se satisfacen las necesidades primarias, los llamados bienes inferiores (alimentos) y luego, si queda algo del ingreso, las familias compran otros bienes. Entonces si los alimentos absorben una parte importante del ingreso, quedan menos recursos para comprar otros bienes. Esto hace que en los países de menor ingreso per capita la satisfacción de las necesidades de alimentos absorbe el 80 por ciento del presupuesto de los hogares, como pasaba en los países europeos al momento de la Revolución francesa .

En cambio, ahora, en los países más avanzados la parte destinada a los alimentos representa, en promedio, de 10 a 15 por ciento del gasto de las familias. El incremento de los precios de los alimentos provoca no sólo malnutrición y diversas enfermedades en el núcleo familiar, sino que es un factor determinante del estancamiento económico.

Renta agrícola

La Vulgata liberal de la oferta y la demanda que inspira los análisis de los medios de comunicación dominantes oculta que los precios de los alimentos están sesgados por la renta agrícola. 

Alfred Marshall, inventor del modelo oferta-demanda, explicó que el precio de un bien permite remunerar a los factores que entran en su producción, por lo que la demanda determina el precio en el corto periodo y la oferta lo determina en el largo. 

Dicho de otra manera, sea cual fuere la demanda, el precio no puede ser inferior al costo, pero a largo plazo tampoco puede ser muy superior ya que de otra manera ingresarían al mercado nuevos productores que impondrían una baja del precio. Pero este modelo no se aplica en la agricultura porque existe un factor limitante que es la tierra. 

Esto demuestra que cuando se provoca un incrementa repentino de los precios de los alimentos, como en la actualidad, la diferencia no remunera ningún factor de la producción sino que es una renta adicional. Es por eso que esta renta ha sido cuestionada, no sólo en el tiempo de Julio Cesar sino hasta nuestros días, dado que es un ingreso extraordinario. 

Esto hace necesario e indispensable limitar dicha renta vía control de los precios, ya que provoca distorsiones: cuando aumenta el pan significa que un asalariado deberá destinar una parte mayor del salario para pagar el mismo pan y gastar menos en otros bienes. 

En la medida que los mercados a futuro indican un incremento de las cotizaciones, los proveedores van a tratar de aumentar el valor del producto sin que medie un alza de los costos reales, lo cual perjudica no solo a los compradores sino que además afecta a otros sectores productivos. Esta situación es lo que justifica no sólo la necesidad regular el abastecimiento de alimentos pero también sus precios, ya que éstos pueden y son, en la realidad, manipulados.

El incremento indebido de los precios de los alimentos no es una cuestión novedosa en el país que tiene una larga experiencia en la materia. En su discurso del 15 abril de 1953 el General Perón refiriéndose a la práctica de remarcar los precios y de desabastecimiento de alimentos señaló: “Ellos tienen derecho a ganar, pero no tienen derecho a robar”.

No hay que saber más de lo que hay que saber”

La cultura occidental neoliberal de estos tiempos invita a no ser “tan racionales”. Deforma las prácticas de meditación oriental y las transforman en prácticas que adoctrinan a “Vaciar la mente” “despojarla de preocupaciones” “No asumir mas pensamiento que el de hoy y ahora”. Invita a que olvidemos la historia, las identidades, la realidad desigual, las injusticias y el ejercicio del poder de unos pocos que las producen. La invitación no es inocente del mismo modo que tampoco son inocentes estas palabras. ¿Sino son inocentes son culpables? ¿Culpables de que?

                                                María Guerrieri 
Según las acepciones comunes, en Derecho se entiende por inocencia la exención de culpa en un delito. En el lenguaje coloquial se utiliza para describir el estado y actitud del que no tiene mala intención, malicia o picardía, suele utilizarse como sinónimo de candor o ingenuidad. En la teología Cristiana se aplica al Estado del humano antes del pecado Original. El estado original donde no había conocimiento respecto del bien y del mal.

Por culpa se define la responsabilidad de la persona respecto al daño que ha causado voluntaria o involuntariamente y en derecho, es el atributo de una persona que ha transgredido o faltado a la ley.

En estricto sentido, podríamos afirmar que no son significados antagónicos en tanto se puede ser culpable de algo e inocente de esa culpa. Es decir soy responsable de algún daño producido pero soy inocente en tanto no hubo intención de mi parte de producir el daño. La distinción la marca el conocimiento. Por tanto podríamos afirmar sin temor a error que el inocente es culpable de su inocencia, es decir, de no ser consciente del daño que ocasiona y he aquí el nexo conductual con todo eso a lo que nos invitan desde la retórica del poder neoliberal. A no pensar, a no hacernos responsables y conscientes del daño que producimos con esas actitudes que reniegan de la historia, que no aprenden del pasado, que pierden la identidad y la consciencia de su cultura y de su saber situado.

Todo planteo ético respecto del bien y del mal pierde referencias cuándo se plantea como absoluto general y universal en tanto y en cuanto la conciencia y la intención que juega en el acto mismo que se juzga y/o se describe, desaparece las relaciones causales que la producen y el grado de intención y conocimiento de las personas respecto de la consecuencia de sus acciones.

Hace tiempo se solía repetir respecto de los actos de generosidad o solidaridad “Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”, aludiendo a que esos gestos perdían valor ético si se hacía público y se exhibía como “autoadulación” o “gesto narcisista”. El deseo de ser visto y aclamado como “buena persona”. Un ejemplo de como una actitud de generosidad puede tener una intención no tan loable o “buena”. Respecto de las leyes ocurren las mismas dificultades, ampliadas por el hecho de que los culpables no quieren pagar las culpas que impone la ley si se les comprueba la intencionalidad de los actos contra las leyes que se les imputan.

No hay que saber mas de lo que hay que saber” “Vacía tu mente” “Que no sepa tu manor izquierda lo que hace la derecha” “vive el hoy” … algunas de las frases con que el discurso neoliberal impregna las mentalidades de época.

Sin Historia no hay presente y mucho menos futuro. Sin conciencia de los resultados de nuestras acciones la civilización humana se degrada en sus propias incoherencias, perversiones e ignorancias.

Usted piensa demasiado” suelen decirme. Todo es cuestión de medidas, pero lo que yo no pienso con mi propio cerebro, inteligencia y capacidades, lo mas probable es que, en mi inocencia sea culpable porque los daños que produzca serán realizados por mi y por los pensamientos que otros pensaron allí dónde yo deje de hacerlo.

Este blog y este cotidiano intento de alimentar los propios pensamientos con notas y pensamientos de otros, no es mas que mi humilde intento y propuesta para que volvamos a la razón consciente y nunca más permitamos que el neoliberalismo nos imponga sus pensamientos. Si cambiamos el “No hay que saber…” con un “quiero saber mas ...de lo que hay que saber”, probablemente la realidad me sea mejor y mas conocida y por ende sea menos inconsciente de mis decisiones y de los daños y beneficios que produzco con mis actos, decires y pensamientos.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

Imagenes:

En el terreno del arte, la escultura, la pintura y la fotografía nos regalan imágenes de ninfas. El movimiento las rodea, las anima, las habita. Sutiles, con pies descalzos, flores en la cabeza, pelo suelto rizado, sus túnicas hablan y sonríen en una complicidad inefable: las palabras no logran describir ese halo que sugiere inocencia. Y algo más. Ellas nos miran, nos inquietan, desde los cuadros del siglo XV de nuestra cultura occidental, signada antes y ahora por el sentimiento de culpa y el pecado del que Freud hizo lo imposible para liberarnos, el mismo que nos haceafirmar que nadie es inocente. Les dejo esta incerteza, con el mayor de los respetos, siempre. Telfusa engatuzó al dios Apolo, patrón y medida de todas las cosas.

El club de los artistas ingenuos y otros socios

La muestra “El Club de los Artistas Ingenuos y Otros Socios” combina artistas ingenuos, junto a otros de la colección del Museo y algunos creadores contemporáneos.

Segal defendió que la obra de arte es como el trabajo de duelo: un proceso de reelaboración de la culpa melancólica y de las ansiedades asociadas a la perdida, real o fantaseada, mediante esfuerzos encaminados a reparar, restablecer o recrear objetos de amor perdido.
Imagino esta muestra para ser visitada de noche, con linternas e ir develando, como espectador, tesoros; que es la manera en la cual se me presentó el trabajo para la curaduría que realizaron en conjunto Paola Vega y Gustavo Piñero. La muestra fué inaugurada el jueves 13 de junio de 2019 a las 19:30hs en Museo Genaro Pérez (Córdoba) Av. General Paz 33 - Córdoba

Los artistas que exhibieron sus obras: 
Amalia Amoedo, Marcelo Alzetta, Diego de Aduriz, Líbero Badii, Héctor Basaldúa, Oscar Benedectti, Ines Beninca, Max Cachimba, Cecilia Candia, Estela Capdevila, Carlos Crespo, Oscar Curtino, Tamara Domenech, Leónidas Gambartes, Enrique Gandolfo, Mariana Guerrieri, Fernanda Laguna, Enrique de Larrañaga, Jorge Gumier Maier, Jose Luis Menghi, Monica Mórtola, Manuel Mujica Lainez, Andres Müller, Alita Olivari, Juan Otero, Dignora Pastorello, Marcelo Pombo, Claudia del Río, Fabío Risso Pino, Cristina Schiavi, Augusto Schiavoni, Ana Sokol, Leonor Vassena, Ramiro Vazquez, Ana Wandzik.


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