La Realidad como producto de Streaming ...

 



En el medio digital de información Cenital. Com, encontramos un suscinto resumen de las principales noticias … La realidad ofrece material de sobra para ficciones y relatos basados en hechos reales que pudieren ampliar, en tiempos de restricciones y confinamientos, la cartelera de ofertas de los sitios de Streaming mas afamados del planeta, acá vamos ...

La mayoría de las provincias no exigirá PCR a turistas durante el verano. La OMS recomienda mantener abiertas las escuelas en Europa. Hoy termina la misión del Fondo Monetario internacional en el país. El aporte solidario de las grandes fortunas llega al Senado. Campaña por un millón de firmas para que se trate la ley de humedales. El fin de semana hay cumbre del G20 de manera virtual. Facebook asegura que eliminó el 95% de los mensajes de odio. El recuento en Georgia da ganador a Biden. 

Noticias del coronavirus

En el mundo: 55.928.327 casos confirmados y 1.344.003 muertes. Ayer se confirmaron 594.542 casos nuevos (OMS).

En Argentina: 1.349.434 casos confirmados y 36.532 muertes. Ayer se confirmaron 10.097 casos nuevos y 186 fallecimientos (Ministerio de Salud de la Nación y Sala de Situación).

El lunes se pone en marcha el Comité de Vacunación que encabezará el presidente. La Corte le ordenó a Formosa que permita la entrada de 7.500 varados en los próximos 15 días.

¿Cómo vivimos?

Hace casi un año, un ser querido estuvo cerca de morir. Para poder acompañarlo mientras se recuperaba, debíamos cubrirnos con guantes, bata estéril y cubrebocas. Comprábamos mascarillas por cajas (eran baratas y fáciles de conseguir) y no se nos ocurría traspasar la puerta de su habitación sin la nariz y la boca cubiertas.

 

Meses después, pasado el peligro, el mundo empezó a lavarse las manos con obsesión y a vaciar los estantes de cubrebocas.

Ahora la mascarilla (cubrebocas, barbijo, nasobuco) es al mismo tiempo símbolo del capitalismo y un caso de estudio de las cadenas de suministro global. Es una señal de cortesía entre vecinos, un objeto fotografiado mil veces —en el rostro abatido de enfermeras, o descartado e inservible en la calle—, una bandera política para quienes, como el presidente Trump, consideran que no es necesario llevarla. Es, también, una mercancía falsificada y traficada por mafias y, para algunos, puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

A pesar de que a estas alturas todos tenemos una a la mano seguimos aprendiendo sobre ellas.

Tal vez, en un futuro lejano, estos objetos que han ingresado abruptamente a nuestra cotidianidad, sean tan solo objetos de interés arqueológico o antropológico …

También hay una extensa y fascinante crónica sobre un médico en Massachusetts que, en busca de equipo de protección personal en plena pandemia, terminó involucrado en un operativo del FBI. La historia es al mismo tiempo un ensayo sobre la economía global, el rol del gobierno en una emergencia mundial y la historia del intento desesperado por abastecer un producto cuyo precio se disparó, según un cálculo, en 724 por ciento. Historias de este capitalismo neoliberal en estos días de la peste …

En sus 30 años como médico, Andrew Artenstein nunca se había preocupado por los respiradores N95. Como gerente general médico de Baystate Health, dirigía sus cuatro hospitales en el oeste de Massachusetts con exactitud, y era inconcebible que una cobertura facial esencial se agotara. Sus médicos, enfermeras y otros profesionales de la salud usaban unos 4000 al mes, generalmente para tratar a pacientes con enfermedades transmitidas por el aire. Siempre había más en el almacén, a las afueras de la ciudad de Springfield, donde está la sede de Baystate. Pero el 6 de abril, cuando el nuevo coronavirus se propagaba por el noreste de Estados Unidos, Artenstein se levantó en la oscuridad, antes del amanecer, con la misión de conseguir un millón de mascarillas para sus miles de empleados. Baystate Health estaba a pocos días de que se le terminaran.

Durante las cinco horas siguientes, Artenstein fue conducido por autopistas sin tráfico normal, mientras que por encima de él, un avión privado con cuatro especialistas, que iban a comprobar la autenticidad de la entrega, se dirigía al mismo destino: un almacén en el Atlántico Medio donde un intermediario almacenaba las mascarillas. Se había contratado a un conductor por separado para Artenstein, porque sus frecuentes interacciones con pacientes de covid significaban que podría exponer al resto del equipo al virus. Dos semirremolques también se dirigían a transportar la entrega de vuelta a Massachusetts.

Pero aún no estaba claro cuántos respiradores N95 habría para recoger, la noche anterior, el distribuidor había confesado que solo podría entregar un cuarto de lo prometido, después de haber cancelado otra recogida la semana anterior. (Debido a un acuerdo entre Baystate Health y el distribuidor, el Times ha acordado no identificarlo). Baystate Health se había visto obligada a recurrir a empresarios no probados como éste después de que el distribuidor corporativo del que dependía se quedó sin N95, cuando las cadenas de suministro nacionales e internacionales colapsaron al principio de la pandemia. Su situación no era única. Muchos hospitales, estados e incluso agencias federales también estaban desesperados, transformando el mercado normalmente estable de productos de atención médica en una competencia darwiniana de todos contra todos.

Artenstein y su equipo no tenían otra opción que seguir esta tenue pista. En las últimas dos semanas, el número de casos de covid en todo el país se había multiplicado por siete. Las enfermeras se quejaban de tener que improvisar coberturas para la cara, incluso usando gafas de esquí modificadas. En pocas semanas, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) calcularían que al menos 9282 trabajadores de la salud habían dado positivo para el nuevo coronavirus, y 27 habían muerto, una cifra que pasaría de 1700 fatalidades a mediados de septiembre. Artenstein sabía que su propia seguridad, y la de sus médicos y otros trabajadores de la salud, podría depender del éxito de su misión.

Finalmente llegó al almacén poco después de las 10 a.m. Los especialistas en equipamiento sanitario de Baystate Health eligieron varias cajas al azar y las abrieron para verificar que la carga era auténtica. Artenstein se inundó de alivio; las máscaras se ajustaban de tal forma que quedaban selladas en la cara de una persona. Los respiradores podían ser cargados en los semirremolques. El equipo de Baystate había contratado camiones normalmente usados por la industria de servicios de comida para que su carga pareciera ser nada más que carnes y vegetales refrigerados. Se tomó esta precaución para ayudar a mantener los respiradores seguros; circulaban historias de que algunas agencias federales, que también intentaban conseguir respiradores, se apropiaban de los cargamentos.

Artenstein estaba a punto de ordenar a la sede central de Baystate que hiciera la transferencia de pago cuando el intermediario le tocó el hombro y le dijo que el FBI quería hablar. Artenstein pensó que se trataba de una broma. Pero entonces, dice, fue llevado a una sala de conferencias acristalada más profunda en el almacén, donde un par de agentes se levantaron de sus ordenadores portátiles y le mostraron sus placas. Explicaron que formaban parte de un nuevo esfuerzo nacional para asegurarse de que el equipo médico llegara a los trabajadores de la salud y no fuera acaparado por intermediarios explotadores. Artenstein proporcionó pruebas de que los respiradores estaban destinados a sus hospitales. Se le dejó ir sin una respuesta clara de lo que estaba pasando. Horas pasaron mientras paseaba por el vasto almacén, elaborando planes de contingencia y comunicándose con los agentes hasta que quedó claro que no querían volver a saber de él. Finalmente, se le informó que el gobierno federal estaba considerando reasignar el cargamento a otro lugar.

Artenstein tuvo que preguntarse: ¿Cómo había llegado a esto el sistema médico de Estados Unidos? El equipo de Baystate Health estaba por iniciar una batalla de meses para conseguir equipo de protección personal en un mercado fuera de control que el gobierno de Donald Trump se rehusaría a administrar de cerca, a pesar de que se lo pidieron, desde ambos partidos, los alcaldes, gobernadores, representantes del Congreso y los líderes de algunos de los más grandes sindicatos de trabajadores de la salud y asociaciones de la industria de Estados Unidos. De hecho, durante el brote inicial, el gobierno federal sería a veces el actor más temido en ese mercado, actuando no en calidad de supervisor, sino como el comprador más poderoso y agente perturbador. Aunque el gobierno de Trump tomaría posteriormente medidas para mejorar el suministro de equipo de protección personal , el resultado se convirtió en un experimento característicamente estadounidense sobre la ideología del libre mercado durante una pandemia mortal, un experimento que puede haber dejado al país desprevenido para lidiar con una “tercera ola” de infecciones este invierno.


 
El respirador N95 es emblemático del capitalismo globalizado: está hecho de combustibles fósiles, fabricado a enorme escala, a menudo en los países en desarrollo con mano de obra barata y distribuido en las rutas marítimas que unen los rincones más alejados del mundo; lo utilizan los urbanitas para mantener lejos de sus pulmones la contaminación expulsada por sus propias fábricas, los trabajadores de la construcción que levantan nubes de polvo de hormigón al construir ciudades cada vez más grandes y los médicos que tratan a los pacientes que tosen a causa de las enfermedades que se multiplican entre las poblaciones cada vez más urbanizadas. Se supone que se descarta después de un solo uso.

Estas ligeras medias esferas de plástico respirable —cuya forma se inspiró en la copa de un sostén moldeado de los años 50— son fáciles de usar. Una persona coloca un respirador sobre su nariz y boca, y una cinta tensada lo sella contra las mejillas. Al inhalar, el aire pasa a través de una malla fuertemente tejida y con carga electrostática que atrapa la gran mayoría de las partículas microscópicas en el aire: 95 por ciento, de ahí el nombre. Las mascarillas se fabrican fundiendo enormes cantidades de bolitas de plástico especializado y luego soplando el líquido fundido a través de metal perforado para producir una maraña de filamentos que se enfría y se fusiona en una densa alfombra de fibras: el filtro más importante. Se añade una carga electrostática para ayudar a capturar las partículas microscópicas. Luego el filtro se cose entre dos capas protectoras, y se suelda o se grapa una cinta para la cabeza. Millones de mascarillas salen de las cintas transportadoras de una fábrica en un mes.

No estaba previsto que hubiera escasez en Estados Unidos. En 1998, el presidente Bill Clinton leyó una novela de Richard Preston, Operación Cobra, sobre un arma biológica que causaba estragos en todo el país. Horrorizado, estableció lo que se convertiría en la Reserva Estratégica Nacional (SNS, por su sigla en inglés), que desde entonces ha almacenado enormes cantidades de equipos de protección personal, ventiladores, vacunas y medicinas. Con el tiempo, la Reserva Estratégica Nacional se convirtió en una cadena de almacenes estratégicamente situados cerca de los centros de transporte, preabastecidos con palés de 50 toneladas de suministros que podían ser entregados en cualquier lugar de la nación en 12 horas.

El gobierno de George W. Bush creó un plan para la pandemia que exigía al gobierno federal supervisar la distribución inicial de equipos de protección personal de la Reserva Estratégica Nacional, y posteriormente coordinar los esfuerzos públicos y privados para proporcionar a Estados Unidos más equipos de protección personal En 2009, el gobierno de Barack Obama retiró 85 millones de respiradores de la Reserva Estratégica Nacional durante el combate a la pandemia de H1N1, y luego no los reemplazó, a pesar de que se le advirtió que lo hiciera. El gobierno de Trump tampoco rellenó las reservas, ignorando las advertencias de los funcionarios de salud pública y una prueba de simulación de pandemia que demostró que Estados Unidos se quedaría desastrosamente escaso de equipos de protección personal si la situación se produjera en verdad.

A finales de 2019 y durante los dos primeros meses de 2020, el gobierno de Trump se vio inundado de alertas rojas sobre la pandemia entrante tanto de entidades internas como el Consejo de Seguridad Nacional, como de fuentes externas, entre ellas las mayores corporaciones de suministros médicos de la nación. Algunas de esas advertencias —incluyendo memorandos dirigidos directamente al presidente— resaltaban que el suministro de equipos de protección personal de Estados Unidos se vería desbordado,. Como revelaría más tarde un informe de denuncia, en enero, los funcionarios del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por su sigla en inglés) rechazaron una oferta de Prestige Ameritech, uno de los pocos fabricantes de N95 que quedaban en Estados Unidos, para ampliar sus líneas de producción. Y cuando el jefe de una agencia del HHS responsable de preparar a Estados Unidos para las pandemias intentó ampliar su presupuesto para aumentar la producción nacional de respiradores, fue desautorizado por un alto funcionario del departamento, Robert Kadlec. (HHS dice que Kadlec se vio obligado a tomar esa decisión debido a las regulaciones de asignación de recursos públicos).

El 3 de marzo, Kadlec fue cuestionado por el comité de salud del Senado sobre el suministro de N95 de la nación. Reconoció que en una pandemia, Estados Unidos necesitaría 3500 millones de N95 para sus trabajadores de cuidados de salud y trabajadores médicos de emergencia pero, admitió, en las reservas del gobierno sólo había el 10 por ciento de esa cantidad. Poco después, el departamento de Salud y Servicios Humanos aclaró que Kadlec se había expresado mal: la Reserva Estratégica Nacional tenía una décima parte de la cifra que había citado, o una centésima parte de lo que el país necesitaría.

( https://www.nytimes.com/es/2020/11/17/magazine/mascarilla-n95-escasez.html?campaign_id=42&emc=edit_bn_20201120&instance_id=24291&nl=el-times&regi_id=60837825&segment_id=45017&te=1&user_id=4dc85dc9a59f095fe47f10de1504097e )

En otros paises las historias pueden ser similares o distintas, pero el factor común es el de un sistema diseñado y preparado para pocos y sostenido y producido por muchos que son los que quedan fuera de sus usos y de la posibilidad de accesos. La Pandemia puso de relieve y evidencia la realidad del sistema … Unos pocos con acceso a todo y unos muchos sujetos que les proveen y que carecen de esos “objetos” y “servicios” que producen para esas pequeñas elites.

Relacionado con esto, los formadores de precio no dejan de tironear, alimentando además el alza de cotización del dólar desde el mercado ilegal y los mercados internacionales de bonos … Así el combo de presiones para someter al Estado nacional a las politicas de “ajuste” y “concentración especulativa financiera”, para sostener la maquinaría que transfiere ingresos de los sectores productivos medios y bajos a los sectores concentrados que dominan los capitales transnacionales y la megaproducción que rige los precios de los comidities internacionales alimentando esta máquina globalizada de concentración en un puñado de empresas transnacionales que direccionan por sobre el poder de los Estados, la economía del planeta.

Mayoristas confirman aceleración de la Inflación

Tras la suba de 3,8% del IPC; el 6,6% de la Canasta Básica Alimentaria y el 5,7% de la Canasta Básica Total (CBT), ayer llegó el turno del Indice de Precios Internos al por Mayor (IPIM), que se ubicó en 4,7% el mes pasado. Los productos im-portados registraron la mayor va-riación, con un incremento del 5,6% mensual; en segundo lugar, se ubicaron los productos prima-rios (+5%) y, en tercer lugar, los productos manufacturados (+4,5%), aunque registraron la menor variación entre las catego-rías, fueron los de mayor inciden-cia en la variación mensual de los precios mayoristas. Asimismo, el Indice del Costo de la Construc-ción (ICC) avanzó 3,7% (+0,8 punto respecto a septiembre). Por rubro, “materiales” se aceleró 2,2 puntos y fue el de mayor incremento (na-da menos que 7,8% mensual). “En un contexto de endurecimiento del cepo cambiario y pocos instru-mentos de ahorro, parte de los dó-lares atesorados se canalizan ha-cia remodelaciones y mejoras de vivienda, traccionando hacia arri-ba el precio de los materiales en el sector de la construcción”, señaló LCG. Muy por detrás quedaron los gastos generales (+2,4%) y la ma-no de obra (+0,1%)

( https://eleconomista.com.ar/digital/eleconomistahoy.pdf )


Pese a esto, el dólar ilegal volvió a bajar: Bajo un entorno de mayor estabilidad, el dólar blue bajó $1 este jueves a $163, luego de dos leves subas consecutivas, de acuerdo a un relevamiento de Ámbito en cuevas de la city porteña.

En consecuencia, brecha cambiaria con el dólar oficial mayorista, que subió a $80,28, se achicó hasta el 103%.

El billete paralelo, que repuntó $2 entre martes y miércoles, se había hundido $10 el lunes, por lo que en el acumulado semanal registra una merma de $9.

Recordemos que la cotización marginal había subido con fuerza entre el miércoles y el viernes de la semana pasada ante la reaparición de la demanda, que no encontró respaldo en la oferta genuina.

La brecha cambiaria entre el paralelo y el oficial había caído hasta el 87% la semana pasada, mientras que a fines de octubre llegó a rozar el 150%.

Mercado oficial

Según estimaciones del mercado, el Banco Central concretó ventas en torno a los u$s 50 millones para abastecer la demanda en una plaza cambiaria en la que se mantiene limitada la oferta del sector privado.

Operadores destacaron que a lo largo de la jornada se dio una marcada presencia por parte de la autoridad monetaria.

Ello se suma a las ventas oficiales de unos u$s 30 millones durante el miércoles y a los u$s 44 millones desembolsados el martes.

En ese escenario, el presidente Alberto Fernández se refirió a la inestabilidad cambiaria y confió: "Va a terminar cuando presentemos nuestro plan trianual, que es lo que estamos discutiendo con el FMI".

La divisa para ahorro, según los promedios informados por el Banco Central, fue ofrecida a $79,44 para la punta compradora y a $85,74 para la vendedora.

Con esos valores, sumados el recargo del impuesto PAIS y el nuevo tributo que puede ser deducible a futuro de Ganancias y Bienes Personales, el dólar "solidario" quedó en $141,46.

En cuanto a las cotizaciones bursátiles, el Contado con Liquidación (CCL) subió poco más de 1 por ciento, a $150,91. En tanto, el dólar MEP o Bolsa, también escaló posiciones y se negoció a $147,25.

Además de seguir de cerca las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el mercado se mantuvo atento a la licitación en la que el Ministerio de Economía buscó financiarse por $180.000 millones.

https://www.ambito.com/finanzas/blue/dolar-hoy-cuanto-cerro-este-jueves-19-noviembre-n5149321


Con el impuesto a las grandes fortunas en el Senado, ya con media sanción de diputados, la puja de poder seguirá alimentando los próximos capítulos de una saga que ha venido produciendose desde los origenes mismos del Capitalismo, allá en la Londres de los primeros telares automatizados … La de los trabajadores contra los dueños (hoy dueños de Bancos y capital financiero) … Está historia continuará …

Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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