Individuos neuróticos en sociedades neuróticas en los días de la peste ...



La derecha proclama que el ministro Martín Guzmán nos conduce a una crisis hiperinflacionaria inevitable, que los días de Alberto Fernández en el gobierno están contados, y que su vicepresidenta le envió una carta en la que le informó  que él está por su cuenta. A izquierda, las filas más intransigentes del Frente de Todos, siempre críticas y en estado de alerta, se preguntan si el gobierno se está derechizando después del violento desalojo de Guernica. Y en medio de tremendas presiones financieras, su acercamiento a los núcleos más dañinos del establishment local, ejemplificado en la escabrosa reunión de Guzmán con los despiadados patrones que integran la Asociación Empresaria Argentina, encabezados por los CEO del Grupo Clarín, Héctor Magnetto, y de Techint, Paolo Rocca.

El gobierno de Alberto Fernández no ha tenido un solo día de tregua desde el comienzo de su gestión. Acosado por la coalición opositora que lo ataca como si se tratara de un régimen revolucionario que pretende socializar los medios de producción. Cristina Fernández de Kirchner acaba de recordarles a varios dirigentes del Frente de Todos que ese fue su calvario a lo largo de su gestión, incluyendo el ensañamiento con toda su familia. Y que no hay paz si no se cumple con el habitual pliego de condiciones que los dueños del capital exigen firmar a todos los gobiernos democráticos en Argentina.

No hay duda de que el Presidente marcha por  un desfiladero propicio para cualquier emboscada: las exigencias del FMI, que ya se vislumbran, las presiones asfixiantes del establishment local, el fantasma de la temida hiperinflación, la persistencia atroz de la pandemia y las urgencias de una situación social desesperante, constituyen lo que el sanitarista Mario Testa definiría como un sistema hipercomplejo. Está  atravesado de conflictos que demandan decisiones difíciles.

Traducido a la coyuntura local, esto implica que una prolongación del presente contexto económico, sanitario y social es insostenible. Es algo que, aunque parezca increíble, es la apuesta de buena parte de una oposición que se define como republicana e institucionalista.

Yendo a lo concreto, el Senado se apresta a aprobar el proyecto de Presupuesto 2021, ya con media sanción de la Cámara de Diputados. Proyecta un crecimiento del 5,5% del PBI, un déficit fiscal primario del 4,5%, una tasa de inflación anual del 29% con un dólar a 102,4 pesos.

En esas cifras está contenida la mayor parte de los conflictos en curso.

Todo el mundo coincide en que el proyecto elaborado por Guzmán y su equipo tiene prolijamente en cuenta el inicio de las negociaciones con el FMI a mediados de este mes, cuando se discutan números y condiciones precisas para el pago de los 44.000 millones de dólares de deuda contraída en la gestión de Mauricio Macri.

Por lo pronto, se sabe que su directora general, Kristalina Georgieva, pidió o exigió (por ahora, la relación Guzmán-Kristalina es de los más gentil) que se mantenga la proyección de un descenso del déficit fiscal del 6% de hoy al prometido 4,5% que postula el Presupuesto. Pero también ha dicho que la pandemia exige que los estados aumenten el gasto social, especialmente donde las poblaciones están más desprotegidas frente al derrumbe mundial de las economías y el aumento exponencial de la miseria.

Para una economía que recién comienza a recuperarse, una reducción del déficit al 4,5%, que Guzmán le promete a todo el mundo, es una prueba de fuego. Para una legión de economistas esa meta solo es alcanzable con una severa restricción del gasto público, que se lograría a partir de que la llegada de la vacuna contra la peste permita disminuir el sideral gasto en salud. Esto, combinado con una reactivación económica que mejore el empleo y aumente significativamente la recaudación, permitiría reducir gradualmente la inversión social.

De hecho, en el proyecto no se incluyen  las erogaciones por el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia), ATP y los programas de ayuda alimentaria, lo que ha sido interpretado de dos maneras. Una el Ejecutivo está planeando un ajuste que dejaría en la intemperie a la mitad de la población argentina, como piensan o desean algunos analistas, y como reclama a coro el establishment. Dos: se trata de una apuesta sumamente audaz al mejoramiento de la situación económica y a la contención de la especulación financiera, quizás combinada con alguna verónica destinada al Fondo, que podría aportar recursos extra.

En algún momento algunas versiones indicaban que Kristalina pediría que el gobierno se corte los brazos y desista del ambicioso plan de obras destinadas a Transporte, Viviendas y Agua Potable, que absorbe el 61,9% de la inversión de capital del año próximo. Por la participación de cooperativas y organizaciones sociales, por la mirada de género que incorpora y, sobre todo, por su papel crucial en la recuperación de puestos de trabajo e inversión, el plan de obra pública es la gran apuesta para dinamizar el mercado interno.

Ahora se sabe que el gobierno pedirá asistencia al Banco Mundial y al Banco Interamericano de Desarrollo para financiar el plan de obras y evitar aumentar la emisión monetaria, otra de las promesas de Guzmán para tranquilizar a propios y ajenos.

Sea como fuere, nada augura tranquilidad para la gestión del Frente de Todos. No hay encuentro con los dueños del capital donde no aparezca el pliego de condiciones: recorte del gasto público, reducción de “la carga impositiva”, libertad de mercado para los precios, los salarios y las transacciones financieras en divisas. Y por si esto fuera poco, en la última reunión con la AEA, Magnetto pidió el apartamiento de CFK del gobierno.

La pelea por quién paga los enormes costos de la crisis no ha menguado en absoluto. Por el contrario adquiere ribetes de ferocidad y violencia que nos acercan a los de otros países de América latina. A esta altura, si alguien de quienes están en el gobierno esperaba alguna sensibilidad de las clases propietarias ante la crisis, se habrá sentido interpelado por la carta de CFK.

Ese es el marco en que se desenvuelven las negociaciones con el establishment que la mismísima Cristina pareció autorizar cuando sugirió o propuso, hablando de los estragos del bimonetarismo argentino, “un acuerdo que abarque al conjunto de los sectores políticos, económicos, mediáticos y sociales de la República Argentina”.

Es improbable que la vicepresidenta olvide, siquiera por un instante, la odiosa capacidad de extorsión de banqueros y financistas, de las celadas que tienden todo el tiempo, de las complicidades del establishment con la burocracia sindical y algún sector del Frente de Todos, que pugnan por otro rumbo en la gestión de gobierno.

Pero no hay caminos rectos hacia la recuperación económica y social en los términos y condiciones que se propone la coalición de gobierno. Su base militante vive en permanente ebullición y exige “una radicalización de la prudencia”. La confrontación con el poder real no admite hoy una batalla final o por lo menos definitoria. Demanda “una estrategia de aproximación indirecta que vaya mejorando el equilibrio de poder aunque en el camino habrá algunas batallas perdidas”, según teorizaba una ilustrada asesora del gobierno citando a Sir Basil Henry Liddell Hart, “el capitán que le enseño estrategia a los generales”.

En verdad, hubo varias. En Guernica, donde todos perdieron salvo los bellacos que fueron los primeros y verdaderos usurpadores, una de las desalojadas se lamentaba: “La policía quemó mi casilla con las dos mascotas de mis hijos. ¿Cómo pueden hacer algo así? ¿Ellos no tienen hijos? Yo me hubiera ido con los demás, pero mi referente nos dijo que si aguantaba y me quedaba me iban a dar el terreno”.

En estos días de rabia y lágrimas vale recordar aquella preocupación que Néstor Kirchner le confió al entonces intendente de La Matanza Alberto Balestrini, cuando se refirió a la policía bonaerense como un grave obstáculo para la gobernabilidad democrática.

( https://www.tiempoar.com.ar/nota/las-encrucijadas-de-un-gobierno-que-no-tuvo-un-solo-dia-de-tregua )

Yamila Papa Pintor es una periodista especializada en deportes (Círculo de periodistas deportivos, 2006-2008). Entre los años 2010 y 2011 trabajó como periodista deportiva en “Argentinos Pasión”. Desde el año 2011 se desempeña en la redacción de artículos sobre distintas temáticas: salud, deportes, viajes, mascotas y recetas de cocina, entre ellas. Además, es locutora de radio y televisión, y una gran entusiasta por la vida natural. Es vegetariana y participante activa de una fundación encargada de plantar árboles en su país de origen, Argentina. En cuanto a idiomas, domina el inglés y el portugués, y tiene un nivel básico de árabe. Recientemente completó su formación con el curso de: ''Introduction to Food and Health'' (Universidad de Stanford, 2019)



La capacidad que tenemos para ver las emociones de los otros es realmente fantástica y lo curioso es que no siempre contamos con esa habilidad para darnos cuenta de lo que nos pasa a nosotros mismos.

Pero, si tenemos en frente a alguien de confianza, que pueda realizar el trabajo de “informarnos” lo que ve o interpreta de nuestras actitudes, no hay duda de que tendremos mucho que ganar. Por el contrario la falta de habilidad para analizar las expresiones (sobre todo faciales) y las posturas hace muy difícil poder ofrecer un veredicto certero sobre cómo se siente el otro, es decir cómo es su ánimo, su humor o sus sentimientos.

Por ejemplo, si estamos asustados, lo demostramos con nuestro rostro, automáticamente. Además podemos tomar situaciones pasadas para poder ofrecer nuestro punto de vista. Esto quiere decir que si nuestra pareja suele enojarse por tal frase o acción y eso lo demuestra con el rostro o su postura, la próxima vez que se enfade por algo (lo mismo o no), ya deberíamos saber de qué se trata. Y no es sólo una cuestión de conocer durante muchos años a la persona, sino esa complicidad que suelen tener los amigos, los padres con sus hijos, los matrimonios, etc.

¿Para qué nos sirve conocer el humor o el sentimiento del otro? Pues, para todo. O para casi todo. Al saber lo que el otro siente aún sin que lo diga, ya estaremos preparados para actuar, decir las palabras certeras, escuchar sin interrumpir, permitir que se desahogue y llore o que salte de alegría contándonos una excelente noticia.

¿Es posible saber lo que siente el otro todo el tiempo? Esto es bastante relativo, pues las personas no siempre reaccionamos 100% igual, pero si es verdad que ante ciertos estímulos solemos comportarnos de una manera particular. Si estamos tristes, por más de que lo ocultemos, los que realmente nos conocen sabrán que hay algo que nos nos está permitiendo ser felices. Aún cuando las máscaras sean demasiado fuertes o tengamos una gran coraza, los sentimientos no siempre pueden ocultarse, y menos para los que nos conocen y nos quieren.

Entonces, la percepción es muy importante para conocer las emociones y los sentimientos del otro. Hay que ser lo suficientemente perspicaz como para darse cuenta en qué momento quien tenemos enfrente quiere hablar y cuando es preferible callar, cuando la ayuda puede servir, cuando el consejo será aceptado y tenido en cuenta, etc.

Como se decía antes, las emociones no pueden esconderse, y mucho menos para alguien que tiene muy desarrollado el sentido de la percepción. ¿Ese es un don de ciertos “elegidos”?

Podría decirse que si pero también que no, ya que en ciertos casos, una persona aprende a investigar más a fondo lo que le ocurre a los individuos que lo rodean, sobre todo a los que más quiere.

Los demás siempre (o casi siempre) tendrán patrones similares ante cada estímulo (acción-reacción también se llama), por lo cuál si estamos lo suficientemente atentos a las expresiones o posturas, nos daremos cuenta de lo que les ocurre.

Incluso, en aquellos que tengan la capacidad para ocultar eso que sienten. Como dice la canción de Queen “Show Must Go on”: Inside my heart is breaking, my make-up may be flaking, but my smile, still stays on. (Por dentro mi corazón está roto, el maquillaje se descama pero mi sonrisa siempre está encendida), existen personas que siempre evitan mostrar lo que les sucede.

¿Cómo podemos actuar en esos casos? Básicamente, comprendiendo, analizando, captando las señales. A veces serán ínfimas que casi ni las podamos oír o mirar. Pero es preciso aprender a percibir las emociones del otro, para poder ayudarlo en lo que necesita.

Y eso, aunque parezca extraño, también nos puede servir para saber qué es lo que nos pasa a nosotros mismos. Por ejemplo, al ver a la esposa con una expresión particular o al amigo con una postura que nos indica preocupación, y ya saber de que se trata, es tiempo de mirarse en el espejo y captar lo que el cuerpo nos está diciendo. Muchas veces, no nos detenemos a pensar en lo que nos sucede hasta que otro nos afirma que “hay algo extraño en tu mirada”, o “no te ves muy bien” (no referido a la estética). Entonces, el mismo ejercicio que hacemos para con los seres queridos, podemos aplicarlo a nosotros, siempre de manera objetiva y pensando en el bien que eso podrá significar para nuestra vida. ( https://lamenteesmaravillosa.com/la-emocion-y-la-percepcion-van-de-la-mano/)

En los últimos años la ciencia y los principios que la sustentan han modificado la percepción sobre el tiempo y el espacio y las relaciones que se producen entre el sujeto y la información. Las informaciones permiten generar un pasado ampliado de las relaciones sociales de los sujetos teniendo como eje, en este caso, la idea del dinero. La ciencia y la inteligencia artificial cambiaron el imaginario del desarrollo de la humanidad, los comportamientos, el registro de los hechos sociales y la forma de acceder y tratar la información. Y, la sociedad del conocimiento requiere de soluciones transversales y de herramientas distintas desde el tratamiento de la información. Para ello es necesario transitar de unas formas metodológicas y epistemológicas convencionales de la representación del pasado y de la formación en la historia.”

César A. Ordóñez López, “Para una historia social de la economía”, Documentos de Trabajo IELAT, Nº 140, Noviembre 2020

Salí del histórico recinto a tiempo de presenciar el más inaudito de los crepúsculos. He visto crepúsculos de luz verde, de luz diluida y omniprismática como en Venecia; crepúsculos furiosos de nuestros trópicos; crepúsculos suaves, delicados, tenues; crepúsculos taciturnos; crepúsculos africanos de Tánger; crepúsculos vaporizados de costas levantinas, ensueños de color. Mas esta fiesta de sangre y ceniza, este incendio violento de los lejanos horizontes, esta cruel magnificencia solar, triunfos y rompimientos incomparables, púrpuras celestes, gama de todos los oros, supremo imperio de poniente, me impresionaron como en ninguna parte.” Rubén Darío, “En tierras de don Quijote” (en Jorge Eduardo Arellano, Rubén Darío. Don Quijote no debe ni puede morir (Páginas cervantinas), Universidad de Navarra/ Iberoamericana/ Vervuert, 2005, p. 72. Menos le gustaba La Mancha a Galdós que señalaba en Bailén: “triste y solitario país donde el sol está en su reino, y el hombre parece obra exclusiva del sol y del polvo [...]. Es opinión general que La Mancha es la más fea y la menos pintoresca de todas las tierras conocidas” (Benito Pérez Galdós, Bailén, Imp. de José María Pérez, 1876, 2ª ed., pp. 54-55)

En la compleja sociedad contemporánea, que con acierto se ha denominado sociedad del riesgo (Beck, 1992), la elaboración de contenidos fraudulentos no es una actividad ni mucho menos novedosa, pero su distribución masiva en las redes y medios de comunicación está alcanzando categoría de pandemia (Kucharsky, 2016). El uso de las tecnologías digitales facilita la extraordinaria proliferación en la sociedad-red actual de rumores (hoax) y noticias falsas (fakenews), un fenómeno que está poniendo en cuestión los fundamentos de nuestras actuales sociedades (vid. Balmas, 2014; Lazer et al., 2018), para algunos ya plenamente inmersos en una nueva era denominada de la post-verdad (Keyes, 2004; Sismondo, 2017; D'Ancona, 2017).

Igualmente, de manera progresiva aunque todavía insuficiente, se están incrementando los esfuerzos institucionales en la promoción pública de la cultura científica, con el objetivo último de contribuir a que la ciudadanía participe en la implementación responsable del fruto de la actividad científica y los resultados de la investigación permitan mejoras significativas para el conjunto de la sociedad. Sin embargo, aunque en diferentes países de habla hispana se están intensificando las políticas institucionales y promoviendo nuevas estrategias de comunicación del conocimiento científico desde todos los ámbitos su efectividad e impacto social, tal como muestran los últimos informes sobre Percepción de la Ciencia (FECYT, CONACYT, CONICET...), es todavía muy limitada. La escasa alfabetización científica general y la persistencia de creencias pseudocientíficas entre la ciudadanía plantea complejos retos a las sociedades actuales que requieren el impulso de políticas y estrategias comunicativas que permitan aprovechar eficientemente las oportunidades que ofrecen las tecnologías digitales.

Estamos, sin duda, en la mejor época de la historia del conocimiento, con más recursos que nunca y más facilidad de acceso a él que nunca. Se investiga más que nunca. Sin embargo como decimos, esta expansión convive con la expansión de su contrario, el falso conocimiento. Esta paradoja sitúa a la comunicación científica, y al periodismo científico, ante un reto mayúsculo, que, a su vez, es doble. El reto de saber transmitir, en un entorno de hiperespecialización, los avances científicos, contextualizarlos y saber explicar su magnitud.

Esta tarea, bien compleja por sí misma, se ve alterada de manera muy evidente en la actualidad, por la expasión e irreconciliable convivencia entre el conocimiento científico con la falsa ciencia, un témino preferible al de pseudociencia, ya que resulta más claro para todos. Dentro de la falsa ciencia conviven un dispar grupo de actores con perfiles e intereses muy dispares.

En efecto, encontramos en este grupo a científicos que hacen malas investigaciones o que están deliberadamente sesgadas (mala ciencia), y también verdaderos farsantes, vendedores de humo, charlatanes de feria u otros sujetos que utilizan la ciencia y su método para dar rienda suelta a teorías no desmostradas o vender productos inocuos, en el mejor de los casos, o dañinos (pseudociencia).

Además, los/as líderes/esas de opinión del falso conocimiento han entendido el papel central de los medios de comunicación y están dispuestos a ocuparlo. Saben disfrazar muy bien sus discursos y emplear una jerga de apariencia científica que puede calar –y cala– en el tejido social, muy particularmente en momentos de crisis como el actual, en el que todo parece inestable y confuso.

Este momento de auge del falso conocimiento hace que las sociedades avanzadas y democráticas debamos aunar los esfuerzos para reforzar los mecanismos de defensa de los valores de la ciencia y del método científico.

Francisco López-Cantos, Sergi Cortiñas-Rovira y María Itatí Rodríguez firman este fragmento de su editorial “COMUNICACIÓN DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO EN LA ERA DE LA POSTVERDAD. RETOS Y OPORTUNIDADES Revista Prisma Social No 31 | 4o trimestre octubre 2020 | ISSN : 1989-3469

El Collage de textos precedentes tomados de artículos de divulgación cientifica o de artículos publicados en revistas arbitradas de universidades publicas y privadas forman parte de lo que hoy conocemos como BIG DATA … La gran biblioteca universal, digital, virtual y asequible a cualquiera que con un dispositivo puede acceder a trabajos científicos, universitarios de investigación, al mismo tiempo que de divulgación, lecturas varias, comentarios de cualquiera que se anime a escribir y publicar y encuentre del otro lado quienes atiendan su esfuerzo, que, poco o mucho, aparece allí en cada búsqueda de internet, en algún posteo compartido en redes sociales, en algún video subido a la nube o en algún esfuerzo institucional o no por dar a conocer sus trabajos. No importa si son investigaciones y estudios que, con mas o menos esfuerzo, investigadores, estudiantes e ignotos seres con algo que decir, publican. Importa lo que “eso” “me dice”. O peor aún en muchos casos, lo que “eso” confirma que “sé”.

¿Como distinguir en estas complejidades lo que es conocimiento, información veraz, prueba irrefutable de la certeza de un decir o de alguna idea expresada en el parrafo de algún texto, de aquello que es mera especulación, imaginación creativa, poesia o historias de fantasías puestas allí para confundir ilusión con realidad?

Lo absurdo de pretender abarcar y entender, creer saber que es un crepúsculo, como en los textos de Darío o Benito Perez Galdoz, que claramente no coincidan en lo que “eso” era en La Mancha del Quijote … esa tierra de Molinos de Vientos y Caballeros rescatando a princesas en peligro …

La ciencia parece hoy expuesta frente a su propio espejo. Las sociedades de la que surge y a la que supuestamente vuelca sus esfuerzos y descubrimientos le devuelve una imagen distorsionada … ¿Falsa?.

En todo tiempo y lugar la capacidad de razonamiento humano ha seguido los lineamientos de las aproximaciones en torno a aquello que “efectivamente es” o esta allí, expuesto a nuestras sensaciones y emociones y a la posibilidad del lenguaje para que se transformen en mensajes capaz de ser comunicados. Pero hemos descubierto que las mismas herramientas que utilizamos para producir conocimientos, son las mismas que lo deforman y lo impiden, en tanto sensaciones y emociones que racionalmente distorsionan la realidad, en tanto imperfectos, incapaz de percibir con absoluta certeza la esencia misma de las cosas … del mundo … de lo humano … de “mi” y por ende de todo aquello que es percibido, sentido, emocionado y razonado por “mi”.

Es por esto que desde siempre se hacen esfuerzos por distinguir lo verdadero de lo falso, la realidad de la ilusión, Los hechos objetivos de las interpretaciones subjetivas. El asunto es que comprobamos a regañadientes, que tal tarea solo es posible de forma comunitaria, colectiva, grupal. Solo en la suma de subjetividades, la objetividad aparece como posible en tanto aquello que efectivamente es percibido y emocionado, sentido y razonado de modos similares por todos. He allí el conocimiento.

El conocimiento es la acción y efecto de conocer, es decir, de adquirir información valiosa para comprender la realidad por medio de la razón, el entendimiento y la inteligencia. Se trata, pues, de aprender … Grabar en la memoria, adquirir conocimiento o experiencia. Aprender es una palabra que priviene del latín, apprehendĕre compuesta por el prefijo ad- (hacia), el prefijo prae- (antes) y el verbo hendere (atrapar, asir, agarrar). Henedere parece venir de la misma raíz -ghend que hedera (hiedra), que transmite la idea de enredar o atrapar. Por su parte, Prehendere se vulgarizó prendere.

Aprendizaje, el acto de aprender, se forma con el sufijo -aje, que aporta el significado de acción y efecto.

Aprendizaje en otros idiomas: Apprendimento (italiano), apprentissage (francés), aprendizagem (portugués), aprenentatge (catalán), aprendizaxe (gallego), vasco (ikaskuntza), learning (inglés), aprann (criollo haitiano).

Se puede hacer referencia al conocimiento en varios sentidos. En su sentido más general, la palabra conocimiento alude a la información acumulada sobre un determinado tema o asunto. En un sentido más específico, el conocimiento es definido como el conjunto de habilidades, destrezas, procesos mentales e información adquiridos por el individuo, cuya función es ayudarle a interpretar la realidad, resolver problemas y dirigir su comportamiento.

La palabra conocimiento proviene del latín cognoscere, formada por el prefijo con, que significa 'todo' o 'junto', y la palabra gnoscere y «gnosis»; a su vez en el latín cognoscĕre, que significan conocimiento. En sánscrito existe el término «jná», que significa conocer y que pudo derivar en el «gno» griego y latino. En los siglos II y III de nuestra era, surgió un grupo de cristianos heterogéneos que decían tener el conocimiento; la iglesia católica les llamaba gnósticos como una forma de ridiculizarles (porque objetaban tener el conocimiento).

Sin adentrarnos en complejidades que refieren a los orígenes del lenguaje, a la humana posibilidad de ser conscientes de una conciencia, etc. cuestiones que, como fenómeno, se estudia desde la Antigüedad Clásica, y es un área importante dentro de los estudios filosóficos, psicológicos y científicos en general, importa para estas reflexiones entender que se trata de un proceso que comienza a producirse desde antes del nacimiento y que tiene que ver con como, lo humano, adquiere en cada individuo, su conformación y constitución. Y como, en la posibilidad del lenguaje, es decir de articular fonemas (lengua) o interpretar signos y símbolos (lenguaje memético) se conforman los diferentes idiomas como expresiones últimas de las formas comunitarias de entender la realidad que se vive y la individualidad y singularidad en tensión con la universalidad y la sociedad, en esa realidad. Un idioma no es solo un conjunto de palabras que se utilizan para comunicarnos sino que esto resulta de una forma comunitaria de situarse en una geografía como comunidad humana … como pueblo … como agrupación territorialmente situada. Y en esa realidad se genera el conocimiento necesario para preservar y continuar en el tiempo la vida de los individuos y de la comunidad toda.

El proceso del conocimiento es a grandes rasgos sencillo. Todo individuo nace inmerso en una forma de nombrarse el mundo y la ubicación de su entorno y de su “yo” en ese mundo o entorno. Su conciencia va adquiriendo en el lenguaje la posibilidad de asumirse como tal (consciencia de la consciencia) en un complejo proceso psíquico que comienza desde su formación intrauterina y se completa en los primeros años de vida (En realidad no se completa nunca pero adquiere una forma capaz de comenzar a establecer registros en la memoria y constituir el “yo” o “personalidad” a partir de esa estructura inconsciente, anterior a los registros en la memoria consciente. En este sentido podemos concluir que lo que se completa es esa estructura inconsciente que será la base sobre la cual la consciencia constituirá al individuo que creo “ser”). En esa “inmisión de otredad” (En el lenguaje lacaniano), cada individuo comienza su proceso identitario … primero advierte su separación de aquello de lo que era parte … el vientre de la madre. Sus necesidades y deseos se convierten en falta. Lo que antes se obtenía sin necesidad de hacer nada, ahora requiere un trabajo o esfuerzo. El bebe debe llorar, reír o mostrar a sus padres sus necesidades para que estos procedan a satisfacerlas. La separación es entonces seguida de aquellas actitudes en las reconoce la satisfacción de sus deseos o la decepción por no conseguir ser interpretado … hecho que produce el segundo elemento del proceso … la distinción. Hay un “otro” que a veces entiende y satisface mis demandas y deseos, y a veces no.

La consciencia del “otro” genera la posibilidad de identificación … tercer elemento del proceso, de que hay algo que soy, que me constituye separado de ese “otro” que tengo necesidades que satisfacer, demandas para suplir mi falta. Así los elementos entran en tensión constitutiva y así, en general, la voz de la madre mas asociada a la satisfacción y la contención es disrumpida por la voz del padre como limite y autoridad. Mis demandas y deseos respecto de la madre no son ilimitadas y permanentes. Hay un tiempo de la madre que no me pertenece y hay un tiempo del padre que me ordena y me limita. Obviamente no estamos hablando, aunque pudiere coincidir con esos roles, a las acciones concretas del padre y de la madre sino mas bien al rol de la palabra (de padre o de madre) como funciones en una estructuración del lenguaje que permitirá a la conciencia el proceso de aprendizaje y constitución de la identidad como base de la cognisción del individuo en sociedad. El proceso de “autoconstitución” (El bebe que se mira al espejo y comienza a “reconocerse” o que se ve en como lo ven, que comienza a distinguirse a si mismo en como lo distinguen en su entorno afectivo primero y con el afuera después), solo es posible porque antes existió una separación y una distinción del “otro”.

He aquí entonces que la constitución de la identidad individual es un proceso de conocimiento y autoconocimiento imposible en el individuo aislado. Hay una estructura heredada a través del lenguaje, que impone un continente dentro del cúal el contenido que constituye al individuo emerge imbuido. Un serie de significantes que se constituyen durante el proceso de identificación o de constitución de la identidad que, inconsciente y ambiental, permiten la separación, identificación del “otro” y constitución del “yo”. Este proceso tiene elementos propios y cadenas significantes propias a cada individualidad que hace a cada individuo una experiencia de relación única y propia, pero al mismo tiempo universal y social en tanto imbuida en un lenguaje común y en una estructura significante propia de su entorno de relaciones.

En estos sentidos es que la realidad no es mera “externalidad”. No es exclusivamente “el afuera”. Más bien es un continente en el cual estoy imbuido e indiferenciado y voy tomando elementos para distinguirme … obviamente no en consciencia o en plena consciencia sino mas bien resultado de las tensiones entre los deseos, necesidades y temores que las relaciones me producen y las emociones y sensaciones van generando como información y como tensiones/dificultades que, en la medida que voy resolviendo, van definiendo el “yo”. Soy la realidad en mi, del mismo modo que la realidad son “otros” en mi y “yo” en la realidad y en los “otros”. Se trata de procesos interactivos, sociales, grupales, gregarios.

Lo humano es colectivo y comunitario. No hay “yo” sino hay “otros”.

 


La ciencia y el conocimiento humano accede a los datos y la información de la realidad, de los mismos modos en que ha constituido su individualidad, pero un proceso que invierte o subvierte el orden temporal y la situación espacial. En tanto en los primeros años de la inconsciencia … tiempo y espacio se miden en términos de necesidades, deseos y faltas y sus correspondientes satisfacciones o insatisfacciones, el orden material del entorno, ira dando aspecto físico y material a esa temporoespacialidad que es mero juego de fuerzas internas y externas que chocan todo el tiempo. El caos universal del que nos hablan las ciencias astronómicas no es mas que replicar el modelo interno del caos que vivimos en escenarios sin tiempo ni espacio físico al cual referenciar nuestras experiencias pero cuya carencia se torna imprescindible para el proceso de identidad. Si hubiere efectivamente tiempo y espacio físico … no podríamos constituirnos individuos conscientes o semiconscientes … en tanto estructurados por el entorno de modos mas “rígidos” y “autoritarios” por esas fuerzas “rígidas” y “autoritarias”. El tiempo y el espacio físico, es entonces construcción cultural, civilizatoria, conocimiento de época. Tanto mas sujetos a las tradiciones cuanto mas rígida la cultura … tanto mas libre a la voluntad del individuo cuánto menos social sus definiciones … por la inversa, a mayor control social del tiempo y del espacio, menores serán los espacios de libertad individual y mas sujetos a la historia … a menor control social, mas caótico, incierto y propenso a “imaginar” el futuro como realidad, en una libertad que torna igualmente imposible su “yo”, “hoy” y “ahora” en tanto es solo ilusión o construcción material de un orden impuesto.

El problema se plantea en las fragmentaciones a la consciencia humana, a las que somete esta realidad neoliberal y posverdadera. En tanto la dilución y liquidez, la incertidumbre y perdida de consistencia material de las formas y los contenidos de las que esas formas toman su sentido, producen individualidades “neuróticas” en relaciones de poder que se establecen de modos subjetivos o engañosos, en tanto simulados en una libertad individual imposible , que nunca se manifiesto en modo alguno, en tanto imposibilidad de lo “humano” , de sostenerse individualmente. El individuo aislado, fragmentado, socialmente distanciado, colectivamente individualista, pierde consciencia y queda preso de su propia existencia inconsciente donde su temporoespacialidad es definida por otros, en la idea falsa de ser dueños del propio tiempo y espacio. 


 
El término
neurosis fue introducido por el médico escocés Willian Cullen en año 1769. La palabra, como tal, proviene del latín νεῦρον (neûron), que significa ‘nervio’, y -σις (-sis), prefijo usado en medicina para indicar ‘enfermedad’.

En psicología, se usaba el término neurosis en referencia a una enfermedad de índole nerviosa, caracterizada por las dificultades de adaptación presentada por el individuo ante diferentes situaciones.

Así, recibían el nombre de neurosis los trastornos mentales caracterizados por la presencia de un alto nivel de angustia y ansiedad, con diferentes manifestaciones no psicóticas.

En estos trastornos, tanto el pensamiento racional como el funcionamiento del individuo se encontraban distorsionados, pero sin evidencia de daño orgánico.

El individuo, por lo tanto, mantenía la capacidad de trabajar, estudiar, y envolverse emocionalmente con la realidad.

El sintoma neurótico individual ha devenido en un rasgo cultural de nuestras sociedades y de las formas de interpretar el mundo y entendernos en él.

En tanto enfermedad … nacemos y nos desarrollamos en sociedades enfermas … neuróticas. El padecimiento es social y sus manifestaciones contingentes afectan a los individuos y puede describirse en ellos, pero su fundamento es social.

Uno de los rasgos es perder las referencias comunes que en el lenguaje nos permiten distinguir certezas de mentiras, realidad de ilusiones y navegar las faltas en un mar de faltas aún mayores toda vez que en cada momento o en cada respuesta que creemos encontrar, surge la falsación como evidencia en otros, que viven y piensan de otros modos y que al igual que uno, necesitan que el “otro” les devuelva la imagen de lo que creen “ser” cosa que no ocurre.

Los grados de irracionalidad, violencia, extremismos y fanatismos de todo tipo se explican allí. No hay certezas dónde poder fijar la propia constitución de “yo” al no haber “otros” que igualmente situados me confirmen, u “otros” fijos en algún contrario que me permita afirmarme y que, como no existe en tanto “otros diferentes y diversos” que me confrontan con lo insoportable de la cantidad de posibilidades que no elijo ser … diluyen mi elección a un “mi mismo” neurótico, que pierde capacidad consciente para situarse y conocer la realidad, de modos humanos, sociales, comunitarios, y que además, necesita “ordenar” a los “otros” en categorías o bandos con los cuales confrontar para poder dar sustento a la individualidad que así construye … la idea del enemigo o del otro como objeto de confrontación es parte del comportamiento neurótico, en tanto yo construyo a mi enemigo. Necesito de un contrario para sostener mi autopercepción y el sentido que asigno a mi “individualidad” y que justifica mi comportamiento, conducta y actitudes frente a los otros.

En un mundo neurotizado … nadie se salva solo.


Daniel Roberto Távora Mac Cormack



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