La Imaginación, la realidad, ingredientes de un relato coherente y posible ...

 

Describir, entender y participar en la construcción social de la realidad no puede ni debe fundamentarse exclusivamente en buenas intenciones respecto del "bien común". Muchas veces bajo estas formas, se esconde el ego narcisista provocando mas daño ... 

No escribe como un superviviente:

no toma partido, toma distancia; no subraya

la tragicidad de lo vivido, sino que se

burla de la situación; el personaje no se

compromete”, huye del país y se refugia

en un cinismo que, si bien no lo salva de la

locura, sí le salva la vida. (p. 139)” 

Castellanos Moya es hondureño, hijo de padre salvadoreño y madre hondureña. Trabajó en Guatemala y México. Se exilió en Canadá y, actualmente, radica en Estados Unidos. Su exilio se debió a las amenazas de muerte que tuvo tras la publicación de su libro “El asco“.

Thomas Bernhartd en El Salvador. Tanto él como el protagonista de Insensatez se exilian de El Salvador luego de un hecho literario: la publicación del libro y un artículo acerca del Presidente de El Salvador. No hay que olvidar las referencias históricas de la novela. Celina Manzoni (2015) afirma que la escritura de Castellanos Moya “pasa por una compleja apropiacion y reapropiacion de las frases de los testigos” (p. 117) porque escribe su novela a partir de la lectura del informe REHMI y el asesinato del monseñor Juan José Girardi.

Los hechos violentos suelen ser fuente de inspiración de tramas de ficción y guiones de series, películas y novelas escritas. En America latina estamos llenos de hechos de este tipo como para que la creatividad de los creadores de historias, jamás se extinga.

Todo ejercicio de la imaginación ya resulta seductor y atractivo … la realidad es mas que la escena presente, invita a imaginar lo que la percepción no alcanza a recibir como información de lo que acontece.

La novela “insensatez” (de esta se trata), de Horacio Castellanos Moya, es una muestra cabal de estas afirmaciones.

La memoria de los acontecimientos pasados y presentes es el registro de las percepciones guardadas como información o como vivencia y experiencia propia o de otros. Sus sentidos y secuencias no siempre guardan relación con lo que efectivamente sucedió, sino mas bien con los elementos que de aquello son guardados porque resultan importantes para lo que viene, para lo que, como constitucion del sujeto o información del entorno, se ofrece para la adaptación y toma de posición y decisiones conscientes. Un hilo de referencia entre la autopercepción y las definiciones temporo espaciales que ubicaran a cada quién en relación con su propia historia individual, su constitución como sujeto y su manifestación como resultado de una mentalidad de época y de una expresión contingente y particular de ese tiempo en esa vida. Toda memoria, como toda producción de la imaginación humana tiene una compleja consittución de elementos de la realidad con elementos ficcionados, imaginados o ideales.

La violencia suele ser fuente esencial de cualquier relato humano que se ofrezca al interés y cautive la imaginación de quién lee, mirá o consume la producción de que se trate.


Esos entramados entre fantasía y realidad, imaginación y experiencia, memoria y presente, dibujan las tramas que nos enriedan y las decisiones que van configurando las conductas individuales en las relaciones con otros y las estructuras sociales y psicológicas que en los lenguajes comunican toda posibilidad humana de humanización.

Con el surgimiento de las plataformas digitales, la sociedad encontró nuevos nichos para el depósito de sus recuerdos. El ser humano ha estado orillado a resguardar de distintas maneras sus recuerdos. Sea a través de la imagen, el dibujo o la palabra, el sujeto ha plasmado rasgos de sus vivencias para la activación de la memoria en tiempos diferidos al de la construcción de sus propias imágenes.

La memoria se ha desplazado en varias búsquedas de “eternización” o, mejor dicho, en la construcción de soportes físicos y químicos que han dado cabida a la imagen de todo aquello que ha sido relevante a la experiencia individual y compartida de los sujetos a lo largo de su devenir. Desde las pictografías en las cavernas, las pinturas y retratos en lienzos y telas, hasta daguerrotipos, fotografías y videos en 4K, la imagen se ha plasmado en distintos dispositivos materiales para construir historia, para dar sentido al pasado, pero también para nuestras prácticas cotidianas.

También la ciencia ha tenido la necesidad de aferrarse a la vida de sus descubrimientos, por tanto, se ha servido de cuántos dispositivos y formas de representación se le hayan puesto en frente para no dejar morir su discurso. Lo propio han hecho las religiones y los proyectos políticos en los distintos períodos de la humanidad. Por lo tanto, la memoria ha estado amarrada a la imagen y se ha desplazado con ella como si ésta fuera una condición de posibilidad y existencia de la primera, es decir, que la memoria se ata a las formas, “se objetiva en la morfología” (Nates Cruz, 2011, p 7).

Parece que el impulso de hacer una fotografía se ha impregnado en nuestra genética. Con esto podemos argüir que la construcción social de la imagen, en el sentido planteado por Pierre Bourdieu (2007), ha devenido en un habitus, que bien podríamos llamarlo “ habitus fotográfico”. Este desplazamiento del sujeto hacia la imagen se presenta como una estructura estructurada y estructurante de nuestras formas y prácticas de representación por donde circula y se activa la memoria.

( Los desplazamientos de la memoria: imagen y redes sociales Andrés Sefla El lugar de la memoria o cómo interrogar al archivo “Textos y contextos” publicación semestral de la Facultad de Comunicación Social (FACSO) de la Universidad Central del Ecuador (UCE), que promueve la reflexión acerca de las diversas maneras en que se relacionan la comunicación, la cultura y la política.

Textos y contextos Nº 21 Noviembre 2020 - Abril 2021

Quito - Ecuador

https://revistadigital.uce.edu.ec/index.php/CONTEXTOS/issue/view/227/247 )

Los resgistros de archivo en la memoria dibujan la coherencia con la que se van tomando decisiones y la posibilidad o imposibilidad de que aquello que constituye una identidad, se sostenga en situaciones extremas, difrentes y que aspectos de esta son maleables y adaptables a los diferentes escenarios.

La memoria individual se inscribe en los registros del lenguaje (consciente e inconsciente) tanto en la trama individual como en las relaciones complejas que van articulando las diferntes dimensiones donde estas se constituyen. Grupos, instituciones, relaciones sociales y principios culturales, morales, éticos y religiosos comprenden ese complejo escenario donde la vida de los sujetos se manifiestan en esas tensiones entre la autoimagen y todo aquello que el sostenimiento de eso que decimos ser, se sostenga en escenarios bien diferentes y que producen contradicciones, retrocesos, avances y transformaciones, produciendo las diferentes miradas de “otros” respecto a eso que decimos que “soy”.

El siglo XIX rioplatense está plagado de acontecimientos trascendentes de nuestra historia. Parafraseando a Halperín Donghi, hay revolución y guerra. A lo largo de este siglo también hay una zona de construcción de elementos fundamentales en torno a los cuales se va a ir constituyendo nuestra comunidad política. En vísperas del Día de la Soberanía Nacional, que se celebra el 20 de noviembre en conmemoración de la batalla de la Vuelta de Obligado, es importante pensar qué se entendía por soberanía en esos días, pero también por Nación o incluso por República. Indagar sobre estos elementos permite pensar la historia como problema. De alguna forma, exige aligerar la mochila de preconceptos y viajar cómodos por el camino turbulento del siglo XIX rioplatense, donde los buenos y los malos no existen y los acontecimientos son más complejos de lo que parecen.

Para aprovechar el feriado y crear una hoja de ruta por ese pasado plagado de pasiones presentes, el Suplemento Universidad convocó a Marcela Ternavasio, doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires (UBA), investigadora del CONICET y del Consejo de Investigación de la Universidad de Rosario, y a Hilda Sabato, doctora en Historia por la Universidad de Londres e investigadora superior del CONICET en el programa PEHESA del Instituto Ravignani. Los grupos de investigación que ambas dirigen publicaron recientemente, y de forma conjunta, el libro “Variaciones de la república. La política en la Argentina del siglo XIX” (Prohistoria, 2020).

Ajustar la mirada

Con la multiplicidad de elementos técnicos que permiten el acceso a la información, el rol del historiador se encuentra en permanente tensión sobre cómo divulgar sus trabajos sin perder precisión conceptual. Para ahondar en esa tarea y evitar las interpretaciones maniqueas en términos de buenos y malos, Marcela Ternavasio propone “brindar versiones problematizadas” sobre el pasado que no son condescendiente con los hechos. “No es nuestra tarea hacer las veces de un tribunal de la historia que absuelve o condena a los personajes o a los periodos históricos, entendemos que no es el formato que suele tener mayor llegada al gran público pero es también nuestro compromiso ético y político”, remarca, como una suerte de declaración de principios.

A diferencia de lo que se pretende, la mirada del historiador no busca confirmar prejuicios del presente. Por el contrario, la propuesta de búsqueda tiene que estar basada en una operación de extrañamiento respecto de lo que se pretende indagar, o como afirma Hilda Sabato, “el pasado es otro, no es lo mismo que la actualidad, por lo tanto la aventura del historiador y lo fascinante del oficio es poder aventurarse en el conocimiento”.

Tratar de entender eso que sabemos que es distinto de nosotros. Por supuesto que vamos a indagar ese pasado desde las preguntas que hacemos en el presente, desde nuestra posición ideológica y demás, pero con la idea firme de intentar conocer algo. Esa curiosidad por el pasado sin el prejuicio que los actores o los procesos puedan llegar a generarme”, agrega.

Este ajuste de la mirada es un requisito indispensable para problematizar el conocimiento histórico, en particular el de aquellas fechas o procesos, que a partir de su reactivación política, ganaron agenda pública en la actualidad y buscan ser reinterpretados al calor de las discusiones políticas presentes.

Pensar la soberanía nacional

Establecer y conmemorar un día como representante de la soberanía pareciera ser algo bastante complejo de explicar. Para ello habría que emprender una tarea de indagación sobre lo que implica para los actores sociales y políticos del siglo XIX el concepto de soberanía. Ternavasio plantea empezar con una distinción: “Hay dos dimensiones de la soberanía que en esta conmemoración se mezclan de manera problemática. La soberanía tiene una dimensión externa que surge a partir del derecho internacional frente a otros Estados soberanos, y al mismo tiempo tiene una dimensión interna. En las revoluciones hispanoamericanas el gran dilema frente a la soberanía exterior es justamente que son revoluciones de independencia”. Si partimos de esta delimitación vamos a encontrar que el reconocimiento exterior como Estado soberano es algo muy importante a la hora de pensar la soberanía. La historiadora rosarina propone distinguir ese tipo de reconocimiento del de otros países revolucionarios y señala como ejemplo que “Estados Unidos no lo necesitó” porque la guerra con Inglaterra se cierra con un tratado bilateral. “El problema frente a la obcecación de Fernando VII de no reconocer esas independencias va a generar un clima geopolítico durante décadas hasta que finalmente esas soberanías sean reconocidas por quien había sido la antigua metrópoli. Ahí entonces hay una dimensión que es buscar el reconocimiento de otras potencias en tanto y en cuanto la que tenía que hacerlo no lo hace”, añade.

Ante esta distinción respecto del ámbito interno y del externo de la soberanía es que Marcela Ternavasio afirma que “después de los dos fracasos constituyentes de 1819 y 1826, ambos centralistas, que buscan establecer una República nacional constituida bajo un régimen centralista, lo que Juan Manuel de Rosas hace es dejar esas discusiones en suspenso”.

Este congelamiento de la discusión por la Constitución y la conformación de la Nación es problemático porque es un periodo donde, en todo Hispanoamérica, es complejo distinguir asuntos internos de asuntos externos de las naciones que se están conformando. “La pregunta que se harían los uruguayos frente al Día de la Soberanía nacional en Argentina es qué tendrían que decir ellos frente a la intervención de los ejércitos rosistas en las disputas, que en ese momento hay en Uruguay entre (Fructuoso) Rivera y (Manuel) Oribe”, plantea Ternavasio. En tal sentido, lo que la intervención anglo-francesa está haciendo con ese bloqueo es exigirle a Rosas que no intervenga más en el sitio de Montevideo frente a los conflictos facciosos que suceden dentro de la política uruguaya.

El gran problema que subyace en la conmemoración de este día no es la representación heroica de la batalla de la Vuelta de Obligado. Por el contrario, el conflicto estaría situado en que, como afirma Ternavasio, “la banda oriental muestra el dilema de facciones y partidos que se alían mutuamente entre las dos supuestas naciones que no están claramente configuradas con un estatus soberano definido”. “Más allá de la firma de la independencia y del tratado de paz que dio lugar a la Republica del Uruguay, lo que está en juego es lo que Rosas deja congelado: constituir la Nación implicaba que Buenos Aires perdiera todos sus privilegios en los recursos de la Aduana y el monopolio de la libre navegación de los ríos”, agrega.

Por tanto, sacralizar la soberanía y conmemorarla con referencia a este hecho puntual es un ejercicio más propio de la política que de la historia.

Conformar la Nación

Si hablar de soberanía encierra sus complejidades durante el siglo XIX, pensar la Nación antes de 1853 es aún más difícil. Rosas, como buen heredero de la tradición revolucionaria que se inicia en 1810, representa las gestas de mayo y julio en las fiestas federales. Crea una representación del pasado, lo ritualiza exaltando el valor de la confederación y se ofrece como su más fiel protector. La propaganda política del rosismo es uno de los más destacados elementos del régimen y consagra en el ejercicio del voto la unanimidad política.

Sin embargo, si la pacificación interna creada por el rosismo a través de la eliminación del adversario político, es un activo valioso para la futura organización nacional el Estado nación es aún un anhelo poco explicitado en tiempos del Restaurador. En este sentido es que Hilda Sabato remarca que “el eje del problema en 1853 es conformar una Nación que tenga y que pueda asumir la soberanía en tanto Estado autónomo”.

Para eso lo que instituye la Constitución es la República federal como novedad. Porque lo que habíamos tenido en el pasado era más bien una alternancia o una disputa entre un modelo más bien centralista o unitario, donde se erigía una autoridad central con bastante más poder que las soberanías provinciales, que habían estado desde el origen de todo el conflicto”, destaca.

La República federal será la novedad de la época; se crea una nueva instancia que es el Estado federal. Es este nuevo Estado el que encarna la completa soberanía de la nueva Nación, por lo que Sabato. plantea que “para que esto sea posible, las provincias deben resignar parte de su soberanía en esa instancia de poder centralizado que va a ser el Estado nacional, sin embargo se reservan todo otro poder que no hayan delegado por ese acto constitutivo” y agrega que “ahí surge una República federal que es nueva, una innovación completa, y partir de ahí el problema durante mucho tiempo va a ser la disputa entre cuánto poder se quedan las provincias y cuánto poder tiene el Estado nacional”.

Por lo tanto, el camino de la construcción de ese Estado nacional que hoy reconocemos comienza su consolidación con posterioridad a la sanción de la Constitución de 1853. Es importante destacar que la soberanía popular, entendida como constitución de la comunidad política, está presente con anterioridad de la conformación del Estado nacional. Como remarca la historiadora de la UBA, “Rosas también entiende que el poder radica en el pueblo”. “Tal es así que él realiza elecciones todos los años para ratificar su poder. El problema central acá no es la soberanía, el problema es cuánto poder se quedan las provincias y cuánto poder se delega a la Nación”, sentencia.

En definitiva, reflexionar sobre la historia no solamente supone conocer los acontecimientos y hechos que destacan las efemérides, implica también advertir las grandes líneas que configuraron nuestra vida en comunidad, cuyos sinuosos y complejos recorridos no siempre gozan del tiempo suficiente para ser pensados. Transitar ese camino también nos debe permitir reflexionar sobre qué clase de comunidad política queremos ser y qué elementos de nuestro pasado común no queremos repetir.  

(https://www.pagina12.com.ar/306606-las-vueltas-de-la-soberania )

En la convulsionada Argentina de 1962, ante el secretario general de un sindicato y una asombrada discípula, militante de la juventud peronista, el profesor Rosales comunica un secreto capaz de cambiar el pasado, el presente y el destino mismo de América Latina.
La revelación desata el pánico entre los adalides de la Revolución Libertadora, desde el Capitán Gandhi a Ezequiel Martínez Estrada, los servicios de inteligencia, los grupos nacionalistas y hasta el propio Partido Comunista Argentino, todos empeñados en silenciar al venerable historiador y abortar lo que sospechan un siniestro plan del Tirano Prófugo, mientras un grupo de veteranos activistas de la Resistencia Peronista pretende protegerlo.

 

Una sorda guerra da comienzo y el campo de batalla será el del VI Gran Premio Standard de Turismo de Carretera Supermóvil YPF que, entre otros atractivos, cuenta con la participación de las corredoras suecas Ewy Rosqvist y Úrsula Wirth.

La Juventud Peronista y dos de sus cuadros femeninos, Beba y Porota, intervienen en la extenuante carrera donde tratarán de arruinarle la fiesta a los volantes Charlie Menditeguy, Rolo de Álzaga Unzué, Nacho Viale del Carril, Guillermo Gainza Paz y otros notorios representantes de la oligarquía.
La narración de los hechos, en los que la torpeza y los equívocos parecen gobernarlo todo, es acompañada por “Los cuadernos del Tarta”, en los que el periodista Pedro Leopoldo Barraza va desgranando la historia del primer desparecido argentino.
Aquí, en exclusiva para  los lectores de Pájaro Rojo, el primer capítulo:

La reaparición del profesor Rosales

Esteban hizo crujir la silla apoyando contra el respaldo sus –hasta donde era capaz de confesar– 120 kilos de peso. Dio una larga chupada al mate hasta hacerlo sonar, y se lo devolvió al Polilla.

Todas las suecas son putas –sentenció.

Un murmullo de aprobación recorrió el grupo, mayoritariamente masculino.

Es lo que yo siempre digo –confirmó el Polilla.

La mirada de Porota se cruzó con la de Beba.

Polilla, vos conocerás muchas putas, pero no viste una sueca ni en una película de Bergman.
El Polilla se incorporó de un salto y se plantó ante Beba sin conseguir dominar la indignación.

¡Lo único que falta es que, para poder hablar, ahora uno tenga que andar viendo películas de vergas!

Beba sonrió y meneó la cabeza en señal de compasión por la especie humana, género masculino. Era una filósofa estoica. Porota no. Estaba harta. Se puso de pie y caminó a través del cuarto dejando atrás una estela de perfume y una discusión que se iba volviendo a cada instante más abstracta, confusa y acalorada.

Charly Menditeguy es un representante de la oligarquía –escuchó decir a Esteban antes de cerrar la puerta con la suficiente violencia como para provocar el sorprendido silencio de los muchachos, justo cuando el Tarta comenzaba trabajosamente a explicar algo relacionado con Brigitte Bardot.

No quería escuchar más. Revolvió en su cartera, sacó un paquete de Particulares con filtro y un tubito de lápiz labial Rouge Dior tono 28, el favorito de Grace Kelly y Marlene Dietrich.

¿Dónde mierda habré metido la carusita? –murmuró.
No había nadie en el amplio balcón interno a quien pedirle fuego. Caminó hacia la escalera, se inclinó sobre la baranda y miró hacia abajo, a tiempo de ver al profesor Rosales entrar al sindicato.

¡Nada menos que el profesor Rosales!

Requintado sobre el ojo derecho, el sombrero tirolés, con una plumita de caburé asomando de la cinta con los colores de San Lorenzo de Almagro, le cubría parte del rostro. Llevaba alzadas las solapas del sobretodo. Por momentos, no obstante el veranito a destiempo, el aire aun parecía conservar algo del frío del invierno, pero no tanto como para andar de abrigo y solapas alzadas. Era evidente que el profesor se estaba escondiendo, aunque sin gran eficacia: con esas prendas, su larga melena de poeta romántico o director de orquesta sinfónica, la blanca y patriarcal barba, el bastón de caña que revoleaba con elegancia y su metro noventa de estatura, pasaba en las calles porteñas tan desapercibido como una cucaracha en un frasco de yogur.

¿Todavía lo buscará la policía?, pensó Porota mientras corría escaleras abajo. Hacía tiempo que quería hablar con el profesor. Tenía una propuesta para hacerle que le parecía sensacional.

Sen-sa-cio-nal, se dijo.

Con frecuencia, los pensamientos se le mezclaban y yuxtaponían anárquicamente, de manera que al tiempo que iba hacia su encuentro, no dejaba de preguntarse cómo había hecho el profesor para escapar de la prisión militar de Magdalena, donde había sido encerrado tras un juicio sumario en que se lo condenó a siete años de cárcel.

Mientras corría escaleras abajo, el profesor la miró primero con sorpresa y luego dibujó una amplia sonrisa de reconocimiento. Tenía los dientes manchados de nicotina y le faltaban un colmillo y uno de los premolares, observó Porota, una fracción de segundo antes de recordar que, unos meses atrás, el día en que Andrés Framini se presentaba en las escalinatas de la entrada de la calle 6 para asumir el gobierno de la provincia de Buenos Aires, el profesor había sido golpeado por la brigada antimotines de la ciudad de La Plata. Recibió el primer bastonazo en momentos en que, en su condición de escribano público nacional, labraba el acta dejando constancia de que la policía había impedido el ingreso a la Casa de Gobierno del gobernador electo Andrés Framini y del vicegobernador Marcos Anglada.

¿Lo habrán ayudado a escapar los militares nacionalistas?, pensó por un momento, antes de recordar que había comprobado que los militares nacionalistas eran tan inexistentes como los chanchos voladores: el ejército había quedado dividido entre los muy gorilas y los recontragorilas. La única diferencia entre unos y otros era que los primeros pensaban que algunos peronistas podían ser útiles para contribuir a la defensa del modo de vida occidental y cristiano amenazado por el peligro de la subversión roja, atea y apátrida. Entre los peronistas patrióticos sobresalía el profesor Rosales, de origen nacionalista y notorio admirador del brigadier general Juan Manuel de Rosas.

Los recontragorilas, en cambio, estaban convencidos de que todos los peronistas eran chorros y comunistas, empezando justamente por el profesor Rosales. Todo lo rojo –desde el sucio trapo soviético con el que se pretendía reemplazar la bandera celeste y blanca de Belgrano y Lavalle, hasta la divisa punzó del Primer Tirano Prófugo– era sinónimo de totalitarismo, insistían, al parecer inconscientes de que en los enfrentamientos con la otra facción les había tocado en suerte la divisa colorada.

La mente de Porota era una olla a presión en la que resonaban las palabras de Esteban: “De la prisión militar de Magdalena, nunca se escapó nadie”.

El Polilla había dicho que esa era la cárcel de Ushuaia, lo que dio lugar a uno de los largos debates que, aun sin la intervención del Tarta, prolongaban las reuniones hasta bien entrada la noche. Pero en aquella oportunidad, había habido una excepción: una vez que quedó establecido que la cárcel de Ushuaia no estaba ubicada en Magdalena y que todos acordaron en que mientras Magdalena quedaba ahí nomás, a unos pasos de Punta Indio, Ushuaia era tan lejana o más que Córdoba, González –que ahora insistía en que lo llamaran Goyo aunque su nombre fuera Eugenio–, explicó que Ushuaia y Magdalena eran lo mismo.

Ante la afirmación, formulada con la solvente autoridad con que González hablaba de cualquier cosa, Porota no había podido evitar un sobresalto y un grito de sorpresa.

Nada, nada”, se excusó ante la mirada inquisitiva de González, que una vez más insistió en ser Goyo. Se señaló el esternón. “Tuve una puntadita acá –explicó Porota–. Seguí, seguí”.

Seguro que es un golpe de aire”, sentenció González. “Últimamente andás muy despechugada”.

Con el puño crispado, aferrando a la vez el cuello de la blusa y del suéter que más que cubrir, realzaba la forma de sus pechos, Porota alisó sus Far West con la mano libre. “Vos meté la trompa en tu propia mierda, querés”.

González (que ahora era Goyo, volvió a recordar Porota) asintió y le devolvió en parte el alma al cuerpo al decir: “Las dos cárceles son iguales: de ninguna nunca se escapó nadie”.

Esto no era verdad, pero de todos modos, mientras seguía bajando atropelladamente las escaleras del sindicato, ya no se sentía tan tranquila: ¿cómo había hecho el profesor para estar ahí si nunca nadie había escapado de la prisión militar de Magdalena?
Ya no había tiempo de pensar más. Llegaba a la planta baja y, en puntas de pie, alzaba sus brazos hacia el cuello del profesor.

¡Porota! –exclamó el profesor– ¡Mi discípula predilecta!

Porota lo dejó pasar: en ningún momento de los cinco años de escuela Normal, ni en los dos que mal o bien llevaba en la facultad, había sido alumna del profesor, pero lo sentía su maestro. El suyo y el de toda su generación.

Por una fracción de segundo le pareció que la mano del maestro se había deslizado varios centímetros por debajo de su cadera, pero la sensación había durado apenas un instante y se sacó la idea de la cabeza. El profesor Rosales era un historiador serio y un hombre grande y venerable; jamás se atrevería…

La mano del profesor se posó en su cintura.

Venga, Porota. Mientras me acompaña al despacho del secretario general cuénteme cómo le ha ido últimamente. ¿Cuándo fue la última vez que nos vimos?

Porota recordó la alegre reunión en el sindicato de los textiles, en plena campaña electoral de Framini. No bien Frondizi les entornó la puertita de servicio, los peronistas habían entrado en tropel al comedor y ya hacían asados con el parqué de roble de Eslavonia.

Hace ocho meses, cuando cumplí veintidos años”, recordó, pero dijo en cambio:

Profesor, ¿se anima a escribir un libro de texto de historia argentina en base a la currícula del ministerio?

Por supuesto –repuso el profesor Rosales–. Delo por hecho.

¿En serio…?

El profesor la miró con severidad.

¡Porota! ¡Mi palabra es un documento!

Y sin dejar de llevarla por la cintura la hizo pasar al despacho del secretario general.

Porota volvió a tener la sensación de que un dedo del profesor se deslizaba hacia el inicio del hueco entre sus nalgas, pero ya Jorge se había puesto de pie y avanzaba hacia el profesor extendiendo los brazos en señal de bienvenida.

Jorge abrazó al profesor y luego adelantó su mejilla hacia Porota, quien le ofreció la suya haciendo la mímica de un beso. Mientras el secretario general la tomaba del hombro, Porota volvió a sentir los dedos del profesor incursionando más decididamente entre sus nalgas. Se volvió violentamente, decidida a darle vuelta la cara de un cachetazo.

Hubo un destello de alarma en las pálidas pupilas del profesor Rosales al advertir el rostro crispado de Porota, que torcía en una mueca feroz sus labios pintados con el rabioso tono 28 en un gesto que, ni en sus más intensos papeles, la propia Marlene Dietrich hubiera conseguido remedar.

¿Sabía, Jorge –dijo sorpresivamente el profesor, antes de volverse hacia la desconcertada Porota, para agregar–, también a usted, Porota, esto le va a interesar, que don Juan Manuel tuvo una prolongada relación amorosa con una muchacha de la edad de su hija Manuelita?

La verdad que no –respondió, algo confundido, el secretario general.

Porota había enmudecido ante la desfachatez del profesor, que tras tocarle el culo, no tenía mejor idea para desviar la atención que ponerse a contar vaya una a saber qué chismes sobre Rosas.

Luego de la muerte de doña Encarnación, naturalmente –aclaraba con énfasis el profesor.

Por supuesto –convino el secretario general, a esa altura más perdido y confundido que Porota. Y eso que el profesor no le había tocado nada.

Pero viejo hijo de puta”, pensaba Porota.

(https://pajarorojo.com.ar/?p=51136 )

Si dos individuos se ponen de acuerdo para unir sus fuerzas,
tienen más poder y, por lo tanto, más derecho juntos del que
tenían, en el seno de la naturaleza, cada uno aisladamente. Cuanto
mayor sea el número de los que se unen, mayor será el derecho
de que gocen todos unidos.

Baruch Spinoza

La pandemia no vino para quedarse. Esto que vivimos, algún día para algunos quedará como una historia llena de anécdotas; para otros, la gran mayoría, tendrán una marca de la catástrofe económica o el trauma devastador de la muerte de algún ser querido. Pero la pandemia tiene una característica fundamental: ha corrido el velo de las inequidades del capitalismo tardío. Desde nuestros medios digitales miramos una realidad que antes estaba, pero no queríamos dar cuenta. La desigualdad social estaba enunciada en artículos y libros, pero hoy es una presencia que se ha vuelto obscena. La violencia de género y familiar fue potenciada por el encierro; el teletrabajo se instaló con una gran fuerza impulsando el sometimiento y la explotación; el desmantelamiento de la salud pública pone en evidencia la falta de recursos de los profesionales que es uno de los sectores más afectados por el virus

Si la pandemia va a pasar, hay otras catástrofes que se hacen evidentes y que están para quedarse. Parece que nadie quiere creer en una guerra nuclear cuando las certezas muestran que está más cerca que en otras épocas. Recibimos múltiples advertencias sobre los peligros que corremos si seguimos nuestras conductas consumistas. También tenemos desafíos mundiales que incluyen los desequilibrios ecológicos, el agotamiento de la población de peces, la seguridad alimentaria y del agua, la desertificación. Debemos agregar que hay por lo menos 18 enfermedades que siguen siendo las principales causas de más de un millón de muertes por año en el planeta.

Estas circunstancias que estamos describiendo nos llevan a plantear que la crisis de la pandemia tiene dimensiones sanitarias, ambientales, políticas, económicas y éticas. No habrá regreso a un estado anterior. La crisis revela condiciones que se han vuelto incompatibles con una reproducción de lo anterior. Es cierto que los sectores del poder van a querer reactivar la economía a cualquier precio. Esto es lo que sostiene la derecha anticuarentena. Muchas de esas tendencias como la importancia del capital financiero, la deuda generalizada, la mercantilización del medio ambiente buscan que se realicen, pero se van a encontrar con obstáculos poderosos. Por lo tanto, no va a aparecer una reproducción ampliada del neoliberalismo. Los sectores que defienden el capitalismo deben reinventar una estrategia de dominación. Esto no se va a dar sin conflictos internos de los sectores hegemónicos y con las luchas de los dominados.

La cuestión del Estado se está convirtiendo en un tema central del debate donde además de pelear por un Estado que se ponga al servicio de los sectores de menos recursos y del sector público se plantea la necesidad de un Estado con un control democrático y participativo. Un Estado que promueva comunidad.

El derecho de los individuos tiene un límite en el derecho de la comunidad

Cómo venimos afirmando en otros artículos, para Freud el concepto de cultura es sinónimo de civilización. Ésta remite al momento en que el ser humano se organiza en comunidad, poniendo la naturaleza al servicio de satisfacer sus necesidades y regulando los vínculos recíprocos entre los sujetos. Es así como este espacio de la comunidad se convierte en soporte de la pulsión de muerte.

Las características de la cultura dependen en cada etapa histórica de los sectores sociales hegemónicos que establecen una organización económica, política y social. Para ello reglamentan normas que se formalizan jurídicamente y que regulan las relaciones entre los miembros de la comunidad cuyo objetivo es reproducir las condiciones de dominación.

Históricamente la comunidad (Gemeinschaft) fue reemplazada por la moderna sociedad (Gesellschaft). Podemos decir que en los ’60 se inició un proceso donde el espacio comunitario fue cediendo al desarrollo de la internacionalización capitalista.

De esta manera el sentimiento de comunidad comienza a ser reemplazado por el de individuos unidos en sociedades anónimas. Esta perspectiva se afianza en los ’90 con la llamada mundialización capitalista donde se genera el predominio de la ruptura del lazo social. Su resultado ha sido una cultura que dejó de constituirse en un espacio-soporte de la pulsión de muerte.En ella la fractura del soporte imaginario, libidinal y simbólico del espacio comunitario refiere a un mundo perdido; a un mundo que no existe más. En este sentido la comunidad como espacio heterogéneo que permite los intercambios libidinales y simbólicos se ha transformado en el capitalismo tardío en un lugar homogéneo al servicio de un sujeto solo y aislado. Es decir, una comunidad entrópica que ha dejado de constituirse en un espacio-soporte cuya consecuencia es una subjetividad atravesada por los efectos de la pulsión de muerte: la sensación de “vacío”, de “no salida”, la violencia contra el otro y la violencia autodestructiva.

De esta manera en el actual proceso de mundialización capitalista el espacio deja de tener sentido para ganar un significado que trasciende las fronteras del estado-nación. La fragmentación mundial se afirma en territorios donde cada uno se atrinchera en sus diferencias. Cada zona, cada ciudad, cada barrio, cada región es un territorio que debe ser defendido de esos bárbaros, que siempre son los otros.

Esta situación nos lleva a la fragmentación de las relaciones sociales que se intenta solucionar invocando la palabra “solidaridad”. Pero ésta tiene las características de una generalización y ambigüedad que la ha transformado en una palabra vacía. Es decir, refiere a un pragmatismo que oculta diferentes formas de asistencialismo. Estas características se han acentuado en la crisis que plantea la pandemia.

Sin embargo, tiene la lógica liberal capitalista que se expresa en la clásica frase: “La libertad de uno termina donde empieza la del otro”. Esto es lo que expresa la derecha anticuarentena al quemar barbijos, negar la existencia de la epidemia y oponerse a la vacuna contra el virus. De allí la necesidad de una política en la que se afirme que el derecho de los individuos tiene un límite en el derecho de la comunidad.

El “poderoso caballero don dinero”

Cómo decíamos en el apartado anterior, para algunos autores los conceptos de “comunidad” y de “sociedad” se consideran dos entidades absolutamente distintas y, en algunas ocasiones, antagónicas. Esto comienza a verse claramente en el período de transición del feudalismo al capitalismo en Europa que llevó a la modificación de las estructuras económicas y las formas de las relaciones sociales previas. La sociedad que empezaba a desarrollarse, una sociedad mundializada, urbana y fundada en los vínculos individuales, se fue estableciendo sobre las bases de las comunidades rurales donde las relaciones sociales entre los sujetos estaban condicionadas por lazos de sangre, tradición y religión.

Sin embargo, no desapareció la relación entre “lo común” y “lo social”.2 Si tomamos algunas ideas de Marx referidas al proceso del trabajo vemos que el trabajador “al operar por medio de ese movimiento sobre la naturaleza exterior a él y transformarla, transforma a la vez su propia naturaleza”. Por ello la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo y, por lo tanto, fijo y a-histórico, sino es el modelo real que adquieren las relaciones sociales en cada etapa histórica. De allí que -continua Marx- “el verdadero ser comunitario es la esencia humana, ya que los hombres, al poner en acción su esencia, crean, producen la comunidad humana, la entidad social, que no es un poder abstracto-universal, enfrentado al individuo singular, sino la esencia de cada individuo, su propia actividad, su propia vida, su propio goce, su propia riqueza”.

En este sentido, la sociedad produce al sujeto como tal, en tanto es un ser social y a su vez la misma sociedad es producida por el sujeto. No hay contradicción entre sujeto y sociedad, tampoco entre sociedad y comunidad; no son entes separados que surgen uno después de otro, sino son al mismo tiempo: el sujeto es con otros, es decir es en el colectivo social. Desde allí se desarrolla su subjetividad donde encontramos la singularidad de cada sujeto. Sujeto que desde el nacimiento se constituye con un otro humano y se desarrolla con otros en el interior de la cultura.

En el capitalismo las relaciones de intercambio surgen a partir de la comunidad y se extienden  sobre ella. En la medida que estas relaciones se centralizan en el intercambio de mercancías, donde el consumismo de la cultura hegemónica hace que predomine el valor de cambio, se reduce la producción de bienes destinados como valor de uso, con la cual se deterioran las relaciones comunitarias. Este efecto disgregador del capitalismo se acentúa en la actualidad del capitalismo tardío donde el mercado aparece como la gran utopía de la felicidad privada. Este carácter mítico reside en que la unidad de los seres humanos no se basa en la relación directa y la satisfacción de necesidades recíprocas, sino en la interacción entre ellos como objetos mercancías: los sujetos son vendedores y compradores de cosas ajenas. En este sentido, podemos decir que, aunque la gente cree que sus actos están en relación con el mundo, en realidad sus actos están en relación con el capital económico y social.

Si seguimos con Marx, el “poderoso caballero don dinero” extendió su capacidad niveladora igualando a las personas al convertirlas en valor de cambio, es decir en mercancías. Su consecuencia fue la ruptura del lazo social; oponerle la comunidad no implica considerarla un lugar idealizado, sino por lo contrario, una forma de sociabilidad que tiende a la apropiación consciente de sus integrantes de sus medios de existencia, a la deliberación y al consenso de sus propósitos colectivos teniendo en cuenta que está atravesada por antagonismos y contradicciones que lo alejan de un lugar ideal. En definitiva, lo común alude al deseo de una construcción colectiva de un mundo mejor.

Spinoza y su ética materialista para desarrollar el poder del sujeto

Esta es la pregunta que intenta responder Spinoza: “¿Por qué los hombres apoyan a quienes los esclavizan y lo someten?” Por ello su filosofía plantea un proceso de liberación individual y colectivo que permite entender cómo pasar de la servidumbre a la libertad y de la impotencia al poder. De allí que cuanto mayor sea el poder del colectivo social, su capacidad para resistir las limitaciones que le impone la cultura hegemónica, mayor será su capacidad para ver y comprender las causas de su servidumbre. Según el materialismo de Spinoza si el derecho debía ser algo más que una ficción destinado a tranquilizar a los que lo poseen, el derecho debe entenderse como “coextensivo” con el poder; es decir, el poder de hacer realmente aquello a lo que tienen derecho. Por ello los individuos separados de los demás pueden ejercer poco poder, en cambio al unirse en el multitudo se “comportan como una sola mente”.3

Desde esta perspectiva la liberación individual y por lo tanto ética, debe ser colectiva y política: “nada es más útil al hombre que el hombre mismo”. No formula una ética del “deber ser” sino una ética materialista del “poder ser” donde obrar éticamente consiste en desarrollar el poder del sujeto y no en seguir un deber dictado desde el exterior. El ser de Spinoza es poder y potencia, no deber. Éste se realiza a través del conocimiento de las propias pasiones para realizar una utilización de éstas que la conviertan de pasiones tristes (el odio, el egoísmo, la violencia, etc.) en pasiones alegres (el amor, la solidaridad, etc.). De esta manera el objetivo de la liberación ética individual y colectiva es pasar de las pasiones tristes a las pasiones alegres.

En el Tratado político establece que la democracia es el régimen en que la potencia colectiva no está paralizada en un individuo o grupo particular, sino permanece en manos de la comunidad, la cual es sujeto y objeto del poder político. Éste es el único estado absoluto: sólo en él se suprime la escisión entre gobierno y pueblo, entre poderosos e impotentes. Pero esta democracia debe estar basada en los principios de libertad, igualdad y solidaridad. Uno de los aspectos de la política pensada como comunidad de las potencias es la amistad (potentia amiticia) y la solidaridad (auxilium): “Sin solidaridad los hombres apenas si pueden sustentar su vida y cultivar su mente.”

En este sentido la política en Spinoza está conformada por una composición de pasiones y de razones, de conflictos y concordancias que serán el fundamento de la comunidad. Lo que compone la comunidad de singulares no es la potencia sino lo que la abre a una totalidad de mayor complejidad; es decir, es un compuesto de propiedades y actividades del cuerpo que afectan y son afectados por otros cuerpos.

En este sentido Spinoza no habla de alienar derechos sino de componer potencias. Aquí la condición política tendrá por sujeto a la multitudu (que podríamos traducir como el colectivo social) cuya potencia en virtud de una concordancia de derechos es en sí misma constitutiva y conflictiva. Se trata de una comprensión de la política donde se inscribe positivamente la solidaridad entre sus miembros ya que los hombres componen sus potencias para aumentarlas e intervienen solidariamente en las circunstancias desfavorables de sus semejantes. La política es un ámbito natural formado por un juego dinámico de pasiones, de razones, de conflictos y de concordancias. Es decir, una composición de potencias que se despliegan a partir de pasiones y nociones comunes que son la sustancia misma de la comunidad. De allí que afirma: “quien no es movido ni por la razón ni por la conmiseración a ser solidario con otros, merece el nombre de inhumano que se le aplica”.

Rescatar la actualidad del pensamiento de Spinoza nos remite a un mundo donde el neoliberalismo capitalista se disfraza de democracia y el populismo de derecha o progresista aliena las potencias de los sectores sometidos. A él debemos oponerle la cautela de una razón apasionada que encuentra su potencia en la fuerza del colectivo social.

Desde esta perspectiva, es importante recobrar algunos aspectos de la ética de Spinoza y su relación con el gobierno democrático. Su ética es individualizada, no es individualista ni, por lo tanto, liberal. Su propuesta es una democracia en la cual el derecho de los individuos tiene un límite en los derechos de la comunidad.

De esta forma plantea que el individuo transfiere su poder político no por un pacto, por un compromiso que enajene sus intereses. Transfiere su poder político en función de sus necesidades. En una democracia no lo deja en manos de un poder representativo sino en el colectivo social. Su definición de democracia es de una claridad contundente: “Asamblea de todos los hombres que tienen colegiadamente soberano derecho en todas las cosas que pueden.”

El materialismo de Spinoza radica en que el sujeto nunca es dueño de sus pasiones y su razón siempre está en la necesidad de utilizar unas pasiones contra otras, con el objeto de pasar de las pasiones tristes a las alegres para desarrollar el poder del sujeto sobre sí mismo y sobre las cosas. Es decir, su razón es una razón apasionada. De aquí la necesidad de una organización política y social que genere comunidad, que genere una cultura al servicio de la vida, es decir una democracia de la alegría de lo necesario basada en la distribución equitativa de los bienes materiales y no materiales.

( https://www.topia.com.ar/articulos/politica-como-produccion-comunidad-potencias?utm_source=Bolet%C3%ADn+Top%C3%ADa&utm_campaign=3eddafd005-REVISTA_90_TODOS&utm_medium=email&utm_term=0_bf055be65c-3eddafd005-36216917&mc_cid=3eddafd005&mc_eid=43c419e2e7 )

Una de las instancias de pertenencia y construcción del sentido colectivo se dá en la escuela.

La escuela tuvo que ver, desde su origen, con la apertura de otros mundos posibles, que sirvieron para enriquecer el mundo del presente: los de la escritura, los de la ciencia, los de otras lenguas, los del pasado, los del futuro. Hoy también corresponde plantearse qué otros mundos posibles pueden ofrecerse desde la escuela, en diálogo y en relación con el mundo en el que vivimos.

Inés Dussel. 2006

 


Qué es lo que debemos aprender en la escuela, y, en consecuencia, qué es lo que deberíamos enseñar y cómo deberíamos hacerlo no son preguntas nuevas, pero sí preguntas necesarias e importantes. Son, también, preguntas complejas y difíciles.

La discusión sobre la orientación del contenido curricular está siempre inscrita en una discusión más amplia acerca de las funciones de la escuela. Preguntarse por los saberes que debe promover la escuela es preguntarse por el sentido último de la escolarización. Preguntarse por las finalidades de la educación obligatoria es hacerlo sobre aquello que nuestros esfuerzos educativos deberían tratar de conseguir (Biesta, 2014). Es preguntarse por el sentido (o el sinsentido) de la escuela. Preguntarnos por el qué debemos aprender es, en definitiva, preguntarnos por el contenido, el propósito y las relaciones educativas.

La pregunta sobre el qué enseñar, al estar vinculada a los fines, es siempre una pregunta acerca de qué es educativamente deseable (no está de más recordar que no todo aprendizaje es educativamente deseable). Y en ese sentido, preguntarse por qué debemos enseñar en la escuela es situarnos siempre ante una cuestión ética y política. Como sostiene Gert Biesta, “solamente cuando tenemos claridad de lo que queremos lograr a través de nuestros esfuerzos educativos es posible tomar decisiones significativas sobre el qué y el cómo de tales esfuerzos, es decir, decisiones sobre los contenidos y los procesos” (Biesta, 2016, p.123).

En el currículo encontramos siempre una doble aspiración, la de transmitir unos valores, una herencia y una cultura que como sociedad consideramos valiosa, pero también la de equiparnos para transformar esa misma sociedad. El currículo representa o debería representar aquello que valoramos colectivamente, pero también nuestros deseos para el futuro. El currículo es al mismo tiempo conservación y transformación, sujeción a la tradición y promesa de liberación. Es un instrumento de transmisión, pero también de oposición y protesta. El currículo es pasado, pero está orientado hacia el futuro. Recoge el legado de las generaciones anteriores y expresa nuestros sueños para las generaciones futuras. El currículo es la mejor herramienta para la inclusión, pero al mismo tiempo, sabemos bien, es un generador de exclusión. La pregunta, dice Axel Rivas, es cómo podemos rediseñar los sistemas para que puedan contribuir al alcance de la justicia educativa reduciendo las desigualdades y, al mismo tiempo, ampliar el campo del aprendizaje de todos los alumnos (Rivas, 2019b, p.146).

Estableciendo el qué, el por qué, el cuándo y el cómo aprenden las personas, los currículos determinan el destino de las personas, las comunidades y los países. Todos los sistemas educativos establecen, a través de su política curricular, “qué debe saberse, qué es importante para una sociedad, qué formas del habla se consideran legítimas, qué repartición debe hacerse entre saberes, qué comportamientos públicos son adecuados, entre muchas otras cosas. Lo hace por medio del currículum –el prescripto y el vivido en las escuelas–, que implica una selección de la cultura que establece ciertas prioridades y jerarquías, y que señala lo que debe considerarse válido y verdadero y lo que debe excluirse” (Dussel, 2006).

El currículo constituye el elemento central en los esfuerzos educativos de los países y, para muchos, es su elemento más importante. No hay reformador educativo que no quiera intervenir en el currículo. No hay legislador que no sueñe con resolver los problemas económicos o sociales mediante cambios en el currículo. No hay agravio, carencia o aspiración social que no parezca solucionable añadiendo una nueva asignatura. Pero el currículo es literalmente tiempo (Rivas, 2019a). “Es totalmente imposible que el alumnado pueda aprender y el profesorado pueda enseñar todos los contenidos ya incluidos en los currículos actualmente vigentes. (Coll, 2006, p.6)” No se puede enseñar todo lo que nos gustaría o pensamos que es fundamental. Es necesario seleccionar y priorizar. Es necesario preguntarnos, en línea con lo que proponía hace unos años César Coll, sobre qué constituye lo básico en educación básica.

También es necesario comprender qué tan importante es lo que establezcamos en el currículo como las pedagogías que movilicemos. Y que la solución a muchos de los desafíos educativos actuales no pasa tanto por reformar una y otra vez los currículos, como por dotarnos de más y mejores pedagogías. Reconocer que en la escuela los medios y fines están interna e intrínsecamente conectados y que los estudiantes no solo toman cosas de lo que decimos sino de cómo lo decimos y cómo lo hacemos. Y tener muy claro, también, que la escuela enseña muchas cosas, no solo las que aparecen en el currículo. Que no vamos a la escuela solo para adquirir los aprendizajes establecidos en el currículo. La instrucción es solo una pequeña parte, o al menos eso debiera ser, de todo lo que sucede en los centros escolares.

Solemos pensar en el currículo como el documento público (e idealmente consensuado) que determina lo que se debe aprender en las escuelas, pero ¿es así verdaderamente? ¿Es el currículo oficial lo que determina lo que se aprende en la escuela? ¿Cuál es la relación real entre currículo y aprendizajes escolares? ¿Cuál es la relación entre el currículum prescrito y el currículum real, el formal y el informal, el ofrecido y el asimilado? ¿Cómo podemos abordar la tensión entre un currículo transmisor y un currículo transformador?

¿Y hasta qué punto es algo consensuado? ¿Quién decide lo que debemos enseñar? ¿Hasta qué punto somos conscientes del carácter histórico, contingente y resultante de un conjunto de disputas y conflictos sociales de todo currículo? ¿Cómo podemos producir una articulación más democrática de los saberes en la escuela? ¿Es el currículo algo cerrado e inalterable o podemos verlo como algo abierto, flexible y capaz de responder a los contextos de cada escuela? ¿Es un mapa orientador o una camisa de fuerza?

¿Cuál es el bagaje de conocimientos, habilidades, actitudes y valores necesarios para incorporarse a la sociedad? ¿Debe el currículo estar articulado en disciplinas o en ámbitos multidisciplinares?¿Debe diseñarse la escuela desde las competencias cuya adquisición y desarrollo exige el mundo laboral o, por el contrario, desde las capacidades que las personas necesitan para llevar adelante una vida plena y satisfactoria tanto para sí mismos como para aquellos con los que conviven? (Coll y Martín, 2006) ¿Cómo podemos garantizar al mismo tiempo una enseñanza que aporte a la construcción de lo común y lo público, pero que también sea sensible a la pluralidad y diversidad de nuestras sociedades? ¿Cómo podemos garantizar que sea respetuoso y atienda a las expectativas y necesidades de todas las personas que habitan la escuela? ¿Cómo debemos hacer para dotarnos de un currículo más comprensivo, más inclusivo y más representativo? ¿Cómo podemos pensar y definir los saberes que debemos fomentar durante la escolarización obligatoria desde la mirada de la justicia curricular? ¿Cómo podemos poner en valor los saberes tradicionalmente suprimidos, silenciados y marginados? Es decir, ¿cómo podemos hacer que la escuela tenga sentido para todos y todas?

El campo del currículo es históricamente un campo caracterizado por tensiones y contradicciones. Tres son las principales tendencias que caracterizan las reformas curriculares en los últimos años (Biesta y Priestley, 2013) : 1. una vuelta hacia enfoques centrados en el niño y el estudiante, impulsados a su vez por teorías constructivistas del aprendizaje; 2. un énfasis en el docente como agente central en la elaboración del currículo; y, 3. una tendencia a formular los currículos en términos de habilidades y competencias. Pero al mismo tiempo, como han señalado Biesta y Priestley, observamos cómo la política y la práctica curricular están fuertemente influenciadas por argumentos económicos; por un aumento del control político a nivel nacional y supranacional sobre los sistemas educativos; y por un énfasis continuo y creciente en los resultados medibles y la rendición de cuentas. Según en qué dirección miremos encontramos foco y agencia en las personas (estudiantes y docentes), u objetivos cada vez más estrechos, control centralizado y resultados mensurables. Vemos un doble discurso entre el fomento de la autonomía, la confianza y el profesionalismo, por un lado, y la vigilancia, la desconfianza y el control, por el otro.

Tienen razón quienes insisten en la importancia de dotar de sentido a los saberes escolares y en la necesidad de su movilización y aplicación, quienes reclaman unos saberes más globalizados y vinculados con las vidas de los estudiantes, pero también quienes consideran que la escuela necesita operar precisamente suspendiendo las materias escolares de su uso habitual, liberándolas de la lógica de la producción y sacándolas de su contexto. Tienen razón quienes piden más continuidad entre el tiempo escolar y los tiempos vitales de los estudiantes, pero también quienes entienden el tiempo escolar como un tiempo liberado y no productivo (Masschelein y Simons, 2014). Tienen razón quienes reclaman más vinculación con la vida y califican a las materias escolares como artificiales e insuficientemente mundanas. Pero también los que insisten en la importancia precisamente de hacer de la escuela un lugar separado y protegido de las demandas de la sociedad. Quienes sostienen que “la escuela debe suspender o cortar ciertos vínculos tanto con la familia y el entorno social de los alumnos como con la sociedad, y eso con el fin de presentar el mundo a los estudiantes de un modo interesante y comprometedor” (Masschelein y Simons, 2014, p. 5).

Tienen razón los que piden que la escuela no se quede solo en la acumulación inerte de conocimientos y se oriente también a dotarnos de habilidades, valores y actitudes para la vida. Pero también quienes ven en muchas de estas habilidades una intolerable intromisión del lenguaje y los intereses corporativos y las necesidades del mercado en el ámbito educativo. Tienen razón quienes reclaman un currículo más globalizado y centrado en competencias que permita a los estudiantes una comprensión más global de los fenómenos del mundo, pero también quienes defienden que la única manera de dotarnos de la capacidad de comprender el mundo es manteniendo un currículo centrado en materias y disciplinas (Young, 2010). Tienen razón los que piden diluir las fronteras entre la escuela y la vida, pero también quienes sostienen que para que la escuela funcione, para que nos dote de los conocimientos, habilidades y competencias necesarias para vivir plenamente en la sociedad, debe establecer una especie de frontera con esa misma sociedad. Tienen razón quienes afirman que debemos responder a los intereses de los alumnos, pero que tampoco podemos abandonar la pretensión de interesarles.

Hablar del currículo escolar es asumir que se entra en arenas movedizas. Es, sin duda, uno de los territorios tradicionales de la disputa educativa. Y es para muchos un arcano reservado solo a unos pocos especialistas. Sin embargo, “el debate público sobre el currículum puede enriquecer la vida democrática de nuestras sociedades y asegurar transiciones al cambio que acomoden mejor las expectativas y tradiciones culturales de diferentes grupos” (Dussel, 2006). Si algo necesitamos es más conversación y más plural sobre el currículo escolar. Como dice Axel Rivas, “lo que se enseña y lo que se aprende no puede ser decidido por unos pocos ni de una sola vez: requiere diversas conversaciones abiertas, sinceras y desafiantes. Requiere adultos y jóvenes – porque en estas conversaciones también deberían estar presentes los estudiantes– que se hacen buenas preguntas y tienen el coraje de indagar sus respuestas.” (Rivas, 2019a, p.75)

(https://carlosmagro.wordpress.com/2020/11/21/curriculo-escolar-mapa-que-orienta-o-carril-de-via-estrecha/ )

La soberanía, la historia, la violencia como herramienta, la imaginación y la realidad complementando los relatos que explican la vida de ayer, de hoy y la que vendrá en las formas colectivas e individuales en las que en cada época, lo universal adquiere sus manifestaciones particulares. Identificar esos hilos que trascienden la historia ayuda de detectar dónde la imaginación suple lo que falta y dónde oculta rasgos de la realidad que han estado presentes y que desvelan las razones y los porque de las formas que en el presente colocan a algunos con mas poder y privilegios que otros.

El presidente Alberto Fernández sostuvo hoy que, “detrás de la argumentación del libre comercio, se esconde un sistema de sometimiento donde algunos elaboran lo producido y los otros parecemos condenados a seguir viviendo de la producción primaria”.

 

Así lo afirmó al encabezar el acto del Dia de la Soberanía Nacional al cumplirse 175 años de la batalla de Vuelta de Obligado, en el monumento ubicado en la ciudad bonaerense de San Pedro.

Fernández sostuvo que “ser soberanos hoy es ser capaces de plantarnos frente a una urgencia” como la pandemia de coronavirus y “seguir un camino en conjunto”.

Y agregó que “en memoria de aquellos luchadores tenemos que saber que está pendiente la construcción de la Argentina que nos merecemos” y que “el desafío es que, de una vez por todas, en unidad construyamos el país que nos merecemos”.

En este sentido dijo que “la soberanía hoy no es solo la territorial, que obviamente la seguimos revindicando”, sino que también “está ligada al desarrollo y la posibilidad de que seamos dueños de nuestro propio destino”.

Tampoco podemos olvidarnos hoy de nuestros derechos soberanos sobre las islas Malvinas“, sostuvo.

(https://eleconomista.com.ar/2020-11-fernandez-parecemos-condenados-a-seguir-viviendo-de-la-produccion-primaria/ )

El presidente Alberto Fernández sostuvo al hablar en la cumbre de líderes del G20, que la pandemia del coronavirus “es una gran oportunidad para que cambiemos el modo en que este mundo funciona”, advirtió sobre la “desigualdad global” y ratificó su intención de “impulsar la economía y mantener la estabilidad financiera”.

En marzo propusimos generar un pacto de solidaridad global y crear un fondo mundial de emergencia humanitaria”, destacó el mandatario en un discurso de nueve minutos, al participar de la Cumbre del Grupo de los 20 que se desarrolla en forma virtual, bajo la presidencia de Arabia Saudita.

El Presidente expuso desde la residencia oficial de Chapadmalal, acompañado por el ministro de Economía, Martín Guzmán y el director ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) por la Argentina y el Cono Sur, Sergio Chodos, en tanto que el embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Argüello, participó en forma remota del encuentro, según informaron fuentes oficiales

En su mensaje ante los líderes del mundo, Fernández ratificó además la “firme decisión” del Gobierno argentino de “implementar políticas públicas activas para contener, apoyar e impulsar la economía” así como “mantener la estabilidad financiera”.

Nosotros tenemos la firme decisión de implementar políticas públicas activas para contener, para apoyar, para impulsar la economía y mantener la estabilidad financiera. Y para eso vamos a utilizar todas las herramientas, fiscales, monetarias y regulatorias que estén a nuestro alcance”, dijo el Presidente.

En ese marco, señaló además que “estamos seguros que el mundo transita hacia niveles alarmantes de desigualdad” y diferenció dos niveles concurrentes: “Desigualdad interna, hacia el interior de nuestros países, y desigualdad global”.

Para el mandatario, la pandemia “dejó en evidencia esa desigualdad global y es esa desigualdad la que debemos atacar para vivir en un mundo más equilibrado” y puso de relieve que “la Argentina ha atendido la situación de todos y cada uno que necesitaban el apoyo del Estado”.

Lo que necesitamos para adelante es que financieramente el mundo se expanda y esa expansión financiera llegue a países como la Argentina para poder de ese modo ordenar los desequilibrios que la pandemia ha generado”, subrayó Alberto Fernández en su mensaje.

Las deliberaciones, que continúan mañana, tenían hoy como eje el tema “Superando la pandemia y recuperando el crecimiento y los empleos” , en tanto que la del domingo será “Construyendo un futuro inclusivo, sostenible y resiliente”.

El G20 es un foro intergubernamental de coordinación económico financiera, creado en 1999, con el fin de considerar cuestiones globales en esa materia. En 2008, se jerarquizó a nivel de líderes para garantizar la elaboración de respuestas coordinadas a la crisis económica mundial que se desató durante ese año.

Está compuesto por 19 países: Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Francia, Alemania, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Arabia Saudita, Sudáfrica, Corea del Sur, Turquía, Reino Unido, Estados Unidos; y la Unión Europea.

Este año está encabezado por Arabia Saudita, que asumió la presidencia en diciembre de 2019, e invitó en esta ocasión a España, Jordania, Singapur y Suiza.

(https://www.tiempoar.com.ar/nota/alberto-fernandez-en-g20-el-mundo-transita-hacia-niveles-alarmantes-de-desigualdad )

Hay allí la contradicción inherente a los tiempos dónde se confunden la realidad con las razones de su diseño y las argumentaciones para producir transformaciones y sentidos de dirección y orden diferente al que la produ ce. Lo financiero transnacional y especulativo es contrario a todo proceso de soberanía productiva e intercambio de bienes y servicios justos entre pueblos, naciones y económías. No entender esto es no entender esas sutiles distancias y diferenciaciones entre el diseño de la realidad y su resultado concreto en la vida de las personas y los pueblos y en como estas concepciones e idearios entrelazan deseos, aspiraciones y utopías con lo que realmente sucede y con los poderes que lo sostienen y limitan la imaginación, la posibilidad de pensar lo que es de modos diferentes.

La muerte tambien es un elemento de esos que no pueden faltar en ninguna trama que se precie de atrapante y seductora …

Las pericias sobre los restos del helicóptero que se accidentó y provocó la muerte del banquero Jorge Brito comenzaron este sábado tras el arribo a Salta de personal de la Junta de Seguridad en el Transporte (JST) desde la provincia de Córdoba. Los restos de ambas víctimas ya estaban siendo trasladados a Buenos Aires esta mañana.

Cuatro personas, incluido un investigador a cargo de la sede de Córdoba, arribaron por la mañana a la zona de Cabra Corral para coordinar las tareas del Equipo de Trabajo de Investigación de Campo (ETIC) en lo que serán las pericias técnicas de los restos del helicóptero en el que viajaban Brito y el piloto Santiago Beaudean, ambos fallecidos como consecuencia del accidente.

"Se dispusieron todos los mecanismos necesarios para garantizar el acceso a la documentación e información requerida para la investigación", remarcó la JST, que precisó que "el próximo comunicado oficial se confeccionará en base al trabajo realizado en el campo por el ETIC y estará disponible aproximadamente en las 12 horas posteriores al arribo de los investigadores al lugar del suceso".

Asimismo, el organismo público señaló que "el informe Informe Básico se publicará luego de las 48 horas de iniciada la investigación".

Lo último que se conoce del fallido vuelo son las comunicaciones con la torre de control del aeropuerto Miguel Martín de Güemes de la ciudad de Salta antes del accidente, en las que no se registró ningún tipo de alerta. Hubo dos contactos desde la torre, para consultar sobre la visual, y en los dos casos la respuesta fue normal. En la última comunicación, desde la nave calcularon en una hora el tiempo restante del vuelo.

La tercera llamada ya no fue respondida.

El traslado de los cuerpos

Los cuerpos de Jorge Brito y el piloto Santiago Belauden fueron entregados este mediodía por la Justicia a las respectivas familias y ya viajaban hacia la Ciudad de Buenos Aires.

La medida fue adoptada por la jueza de Garantías 7 de Salta, María Edith Rodríguez, en el marco de la causa que investiga el accidente aéreo que sufrió el helicóptero en el que viajaban Brito y Belauden el pasado viernes.

Los restos de ambas víctimas ya estaban siendo trasladados en "una aeronave destinada al efecto", se informó.

El accidente aéreo número 26 del año

La caída del helicóptero en el que viajaba el banquero Jorge Brito se convirtió en el accidente aéreo número 26 en lo que va del año en la Argentina, en donde también se registraron 12 incidentes y 2 incidentes graves. 

Según datos de la Junta de Seguridad en el Transporte (JST), de los 40 hechos 16 se produjeron en la provincia de Buenos Aires; 6 en Santa Fe; 4 en Córdoba; 2 en Chaco, Chubut y Misiones; y uno en Corrientes, Entre Ríos, Neuquén, Salta y Santiago del Estero.

El 85 por ciento de este tipo de sucesos tuvieron a aviones como protagonistas (34), mientras que el resto de los hechos registrados corresponden a helicópteros (3), planeadores (2) y aeronaves experimentales (1).

En seis casos las aeronaves terminaron "destruidas", en 17 sufrieron daños "de importancia", en seis registraron repercusiones "leves", mientras que en once casos no hubo consecuencias materiales.

Además, 25 de los 40 hechos que investiga la Junta de Seguridad en el Transporte se produjeron en aeropuertos o aeródromos, mientras que el resto se dio en zonas despobladas.

¿Cómo era el helicóptero?

El helicóptero en el que se precipitó a tierra en Salta y murió Brito,  fue producido por la compañía franco- alemana "Airbus Helicopters". El AS350 Ecureuil ("ardilla" en francés) es una nave ligera que cuenta con un solo motor y seis plazas de pasajeros.

Su comercialización comenzó en 1975, cuando la empresa francesa Aérospatiale (hoy Airbus Helicopters) lo lanzó en reemplazo del modelo Alouette II. También se produce en Brasil, bajo el nombre "Eskilu" (ardilla en portugués) bajo licencia de la empresa "Helibraz".

Dentro de sus características, se destacan la longitud (12,94 metros); la altura (3,14m); el peso en vacío (1175kg) y la velocidad máxima (259km/h).

El banquero Jorge Brito se había reunido en Salta con el gobernador local, Gustavo Sáenz, y se dirigía en el helicóptero hacia el departamento de Anta para supervisar sus inversiones agroindustriales en la provincia norteña.

Brito, de 68 años y con seis hijos, había fundado el Banco Macro en la década del 80 y además fue presidente de la Asociación de Bancos Privados de Capital Argentino (ADEBA).

La tirolesa

El ministro de Seguridad de Salta, Juan Manuel Pulleiro, subrayó además que "se está investigando si estaban bien señalizados los cables de la tirolesa" contra los que chocó el helicóptero en el que viajaba el banquero Jorge Brito, a la vez que destacó que el reconocido empresario hacía ese viaje "habitualmente".

"Se está investigando si estaban bien señalizados los cables de la tirolesa", sostuvo el funcionario provincial, quien confirmó que eso fue lo que produjo el accidente al "partir la cola" del Eurocopter AS 350 Ecureuil matrícula LV-FQN color gris.

(https://www.pagina12.com.ar/307248-la-muerte-de-brito-las-ultimas-comunicaciones-y-los-cables-d )

Banqueros delincuentes

Extrañamente, los banqueros no aparecen casi en fotografias publicadas. Aquí lo único que se encontró en Google vinculado a Jose Rafael Trozzo, conversando en un escenario con Nelly Raymond y con la retaguardia de sus "amigos" altos rangos de las fuerzas armadas y de la jerarquia eclesiastica.
(Por Álvaro C. Otero)


 

 

La palabra “banquero” evoca una persona cuya fortuna se expresa en una vestimenta sobria, realizada por manos expertas con los mejores materiales posibles, una palabra medida, gran minuciosidad en la ponderación de riesgos de inversión, mucha experiencia en el manejo del dinero y sobre todo confiabilidad. Es decir, gente fronteriza con el aburrimiento.

Lejos de todo este prejuicio favorable esta la imagen del delito, siempre ejecutado por quienes están un peldaño debajo del promedio de la sociedad. Unir los conceptos de “banquero” y “delincuente” es muy difícil. Y sin embargo han estado juntos muchas mas veces de lo que seria de desear.

José Rafael Trozzo

En 1976 hubo un cataclismo en , no uno telúrico, sino uno político y humano: el comienzo de la feroz dictadura de Videla – Massera – Agosti. Todo tembló, y la sociedad fue dividida entre “nuestros”, “neutrales” y “enemigos”. Los “neutrales” y los “enemigos” eran sujetos a la privación ilegitima de la libertad, a la tortura, al saqueo. Los “nuestros” debían ser protegidos, mimados. Se daba la bienvenida a los neutrales o enemigos que se pasaban a las filas de la dictadura, tanto empresas como individuos.

Los bancos no estuvieron ajenos a esa situación. Mientras que algunos bancos locales que venían desde los tiempos previos pasaron problemas serios, los bancos extranjeros y otros nuevos gozaron de privilegios. El Banco de Intercambio Regional (BIR) fue creado por un ciudadano desconocido de las finanzas hasta ese momento, José Rafael Trozzo. Se lo suponía apoyado por una parte del clero, específicamente vinculada con el Opus Dei que había tenido primacía en de Franco.

La única foto disponible de Trozzo lo muestra rodeado de su escenario habitual: uniformes militares y sotanas en partes iguales. Lo cierto es que Trozzo vacío su banco y huyo al exterior antes de que le pudieran echar mano. El Estado debió asumir la devolución de los depósitos; los créditos otorgados a amigos de Trozzo y de los centuriones de la dictadura  nunca fueron recuperados. En su huida, Trozzo se refugio como si se tratase de un perseguido político y no de un delincuente común en el generoso México. Paradoja de las paradojas, lo pusieron a cargo de la cátedra de ética y moral de de Cuernavaca.

Christian Zimmermann

Dentro del mismo tsunami de corrupción figuró Christian Zimmermann, proveniente del Banco de Galicia y vicepresidente del Banco Central de en tiempos en que lo presidía el monetarista Adolfo Diz, bajo el ministro Martínez de Hoz.  Zimmermann fue uno de los encargados de endeudar a en forma extraordinaria, a través de avales que otorgaban forzadamente las empresas del Estado, preparando su futura privatización por monedas.

Sus manejos fueron tan poco prolijos que bajo la propia dictadura fue procesado. Escapó al Paraguay, gobernado por la muy larga dictadura de Alfredo Stroessner. Siguió con sus mañas, y fue descubierto y procesado por un manejo irregular en una entidad llamada BancoPar. La cárcel fue eludida por segunda vez por este banquero. Ha pasado mucho tiempo, pero su nombre emergió en avisos fúnebres al momento de morir su protector y amigo Albano Harguindeguy y también en ocasión de la muerte de Emilio Massera.

Rubén Beraja

A veces uno es un gil… Cuando se reformo en 1994 y se derogó la exigencia de profesar el catolicismo para ser Presidente, creí que Rubén Beraja, dirigente de la comunidad judía y banquero del Banco Mayo era una posibilidad muy interesante.

Con el andar del tiempo Beraja y el Banco Mayo demostraron ser tan capaces de defraudar al público y al Estado como los miembros de cualquier otra colectividad. Beraja engaño a sus clientes con la promesa de intereses altos en dólares con seguridad de recuperar sus capitales. Dejo un tendal y fue el único banquero de esta saga que paso algún tiempo en una celda. Claro que no de una cárcel común, sino una celda en dependencias policiales, mucho menos ardua que la de un edificio penitenciario como a los que van los poligrillos que roban gallinas o autos.

Los hermanos Rohm

Los hermanos Rohm eran prácticamente los dueños del Banco General de Negocios. Su sede funcionaba en un elegante edificio del centro porteño, en cuyo frente una fuente de tres picos lanzaba al aire chorros de agua refrescante en el bochorno del verano de 2001/2002 cuando todo ardía en

Pese a contar entre sus socios a importantísimos bancos internacionales, como en otros casos de bancos extranjeros en aquel tiempo el General de Negocios fue beneficiado con la exención de devolver depósitos concedida generosamente por Cavallo y de Las masacres producidas aquel día comenzaron cuando la guardia de un banco cercano al General de Negocios repelió a manifestantes que no reclamaban contra las entidades sino contra el gobierno que funcionaba como su pantalla. 

Los Rohm escaparon urgentemente de Buenos Aires. Uno de ellos, seguramente el mas precavido, siguió viaje a EE UU, en la trayectoria inversa a la que las películas sobre la mafia le atribuyen a los delincuentes en Hollywood: los delincuentes de película siempre escapan a Argentina u otro país sudamericano, los delincuentes de verdad de nuestros países muchas veces se refugian en territorio estadounidense. Pero las películas las escriben ellos, claro…

El Rohm menos precavido fue detenido y juzgado en Uruguay, afectado también por el rebote del corralito argentino. Los capitales huidos de siempre han encontrado refugio en la otra orilla, aunque provinieran de actividades tan poco licitas como la evasión impositiva.  Lo que el gobierno de Jorge Batlle (el que pensaba que todos los argentinos, desde el primero al último, somos chorros) no toleró fue que hubiera damnificados uruguayos. Rohm dio con sus huesos en una cárcel uruguaya.

Escasany y Sacerdote

Hay que ser muy, pero muy ingenuo para suponer que el corralito no significó ganancias para los bancos. El gobierno los eximio de devolver los depósitos, a los que luego asumió mediante la emisión de títulos de deuda. Los préstamos en divisas – que era la modalidad preferida por los bancos para prestar y explica en parte todo el escándalo del 2001 -  recibieron un tratamiento especial, por los que devolvieron menos dinero local del que valían sus deudas en dólares.

Para mantener el estado de cosas Eduardo Escasany había presionado con sus discursos públicos al gobierno para reprimir a los que se venían quejando desde antes del descalabro final. Si protestaban e interrumpían el transito no había que tener contemplaciones, había que reprimir.  El Estado inerme ante los manejos de los bancos (que además alentaron la huida de los depósitos y de los dólares con sus consejos a los inversores) debía ejercer todo su potencial en contra de los perjudicados que protestaban. Curiosa lógica.

Escasany, Manuel Sacerdote (quien estuvo a cargo del timón del Banco de Boston en el hundimiento de la entidad) y otros de otras entidades como el Citibank y el Bank of Nova Scotia fueron procesados. Un juez los sobreseyó por “prueba insuficiente”, pero ahora de Casación dispuso que se los vuelva a investigar y a procesar.  Es posible que hayan cometido fechorías y que deban pagar por ella. Todavía hay esperanza de una investigación imparcial y una penalidad justa.

Estos ejemplos argentinos tienen réplicas en casi todo el mundo. Rodrigo Rato en Bankia esta bajo investigación. También hubo agrios reproches a Josef Ackerman por lo actuado al frente del Deutsche Bank. Lo mismo que muchos otros bancos en el mundo. Con estos antecedentes argentinos e internacionales, cuesta creer que todavía se abogue por la desregulación en el sector financiero y por la reducción del papel del Estado.

(Nuevo Microcosmos Blog)

En todo caso casi de modos recurrentes se trata de conservar la foto del presente o aceptar las dinámicas de lo absurdo en las tensiones siempre contradictorias entre una memoria no siempre perfecta y la aceptación de su injerencia o la negación de sus efectos en la construcción social de la realidad.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack



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