El poder de la palabra en los días de la peste


Hay palabras que uno desearía desterrar del diccionario, extirpar del lenguaje, transformarlas en indecibles. Y por raro que parezca no me sucede ni con las “malas palabras” estigmatizadas por la cultura pacata y casi siempre represiva que la utiliza como forma de diferenciar a “los bien educados” de quienes no han recibido o se han acostumbrado a formas incultas o vulgares de expresión (por el contrario, soy de usarlas mucho y seguido …) ni tampoco aquellas que llevan la carga de los horrores y crueldades de que es capaz el “ser” humano, produciendo dolor físico o de cualquier otro tipo a su “otro”, sea cual fuere la causa que esgrima como justificación para sus actos. Tampoco me sucede con las palabras que designan aquello que produce temor o son tabúes o represiones inconscientes o conscientes de conductas vergonzantes o que se consideren como tales. Mi rechazo a ciertas palabra va por otro carril … el de la insignificancia o el de la capacidad de desviar los significados de una frase, de una narración o de un relato. Esas son las palabras que desearía desterrar del vocabulario humano.

“Siempre” “Nunca” “todo” “nada” “ser” (en su sentido ontológico escencialista y materialista, como única condición de aquello que significa una presencia vital o simplemente una presencia).

Estas tienen que ver con el intento imposible que en el lenguaje, las personas ejercen al intentar “amarrar” o “amarrarse” a determinadas características, particularidades y fragmentos, para imponerlos como totalidad cerrando la idea o impidiendo que la referencia pueda sugerir o engendrar otras ideas alternativas y hasta contrapuestas a la expresada. Hay otras que, en este mismo sentido, imponen lo opuesto, como condición que asegura que las existencias de las anteriores sean consideradas correctas. “Tolerancia”, “respeto”, resultados de una perversa forma de expresar que el poder impone estableciendo fáctica pero de modo sutil e imperceptible, hasta dónde otra palabra puede subvertir, refutar y hasta negar la propia de quién creé tener derecho a decir, por encima del decir de cualquier otro ...Y aunque parezca paradoja, porque supuestamente el respeto es a la palabra y las decisiones y creencias del “otro” y la tolerancia supone la aceptación de cualquier decir “otro”, implicitamente introduce el mismo sentido que las anteriores en cuanto a su intención de absolutez. Hay que ser tolerantes con todes y respetuoso con todes (Esto implica la aceptación de reglas incuestionables que no se aclaran en sus sentidos, precisamente porque supone que el poder dirá la última palabra). En sociedades antropocentricas, egocentricas, y materialista … tener poder es tener palabra. Sin poder, la palabra es “n a d a” (por esto debería no existir). Esa “n a d a” significa mucho. Significa excomulgar a otros. Significa impedir, callar, reducir a insignificancia todo decir “otro” que no comulgue con el decir del que tiene y puede … No “todo” es “tolerable” … No “todo” es “respetable” … No “siempre” hay que “tolerar” acciones y decires de otro … No “siempre” hay que “respetar” acciones y decires de “otro”. Si estamos hechos de palabra, de verbo, de un decir creador que actúa en la historia, los absolutos y los respetos y tolerancias no son deberes de un decir individual, sino y en todo caso resultado de una relación de igualdad. Mis palabras merecen el mismo respeto que la de cualquier otro. Pero entonces tengo el derecho a hacer lo que me plazca con mi palabra y decir lo que me venga en gana por mas que lastime, mienta, oculte, engañe, haga sufrir y mate a otro, o a su decir.

El significado solo es humano cuándo refiere a relaciones entre humanes diferentes con iguales posibilidades de decir y escuchar, en una genuina relación de diálogo (dialógica) dónde el “poder” de uno sobre otro no tiene lugar y dónde la referencia obligada es la realidad sobre la cual se platica … las ideas o los sucesos, los datos la información o las opiniones e interpretaciones que en torno a estas se producen.

 

Ejemplos a raudales podemos tomar de tanto comentario “a favor” o “en contra” de una de las figuras mas emblemáticas de nuestro tiempo que nos dejó sin su presencia física … la del futbolista mas grande de la historia… En su figura se resume buena parte de lo que expreso respecto a estas palabras que deberíamos borrar de nuestro lenguaje … “Maradona es o fue tal o cual cosa …” Los “todo” o “nada” de su legado deportivo o de su ejemplo como personaje público. Su procedencia y su historia de vida, y aunque no se puede negar el peso específico de su individualidad, su vida no puede describirse correctamente sin comprender su mundo de relaciones y sus espacios vitales. Como construyó su andar entre nosotros y de que forma, cada frase o cada palabra del Diego, trascendía sin siquiera percatarse el mismo de la capacidad de su influencia …

Rescato al respecto este escrito publicado ayer por Facundo Martínez
en Página 12: Desde hace varios años utilizo una frase de Diego Maradona para iniciar una clase sobre el ideal trágico en Nietzsche y sus aportes hacia una teoría estética, por cierto inexistente como tal. La escribo en el pizarrón mientras los alumnos se acomodan y no revelo el autor hasta ya comenzado el encuentro. La frase pertenece a ese rico universo de sentencias, podríamos decir fragmentos finamente dilatados de una vida plena de desbordes y embriagueces.

Disfruto del misterio silenciosamente, de las risas que provoca su lectura. Y hasta me atrevo a decir que esa frase pertenece a Diego Maradona, el segundo filósofo argentino más importante –el primero fue Macedonio Fernández, me gusta aclararlo. En tren de reflexiones y especulaciones nietzscheanas, digo que esa frase apuntala la idea de la necesidad del arte para hacer tolerable la existencia.

Lo volví a hacer este mismo miércoles, en un encuentro virtual de la materia Teoría Estética y Teoría Política de la UBA, apenas unas horas antes de que nos enteráramos de su muerte. Y burlándome un poco de las antipatiquísimas declaraciones de la ministra de educación porteña, Soledad Acuña, anuncié que lo que iba decir tenía una enorme “carga ideológica”: a Maradona bien podría caberle la poderosa idea del futbolista-filósofo-artista, aquel que está obligado a dar cuenta de esta necesidad que tenemos del arte.

El arte es siempre apertura a las profundidades del ser. La maravilla nos conecta por oposición con lo terrible y problemático de la existencia, con nuestro caos y absurdo. La fuerza o voluntad, en su imitación de la naturaleza creadora, contribuye así a la negación de la verdad a través del incesante devenir de apariencias.

Basta también con pensar la intensa vida de Maradona para dar cuenta de aquella antigua sentencia heraclitea: “no veo más que devinir” y que luego Nietzsche completó en su Geneología de la Moral: “no hay ser detrás del hacer, del actuar, del devenir”. Porque Maradona fue ese niño eterno que, por el mero placer de la existencia, construye para inmediatamente destruir castillos en la arena. Fue, como diría Heidegger, voluntad de poder, y un maestro en esto de emplear la fuerza como instinto creador. Maradona opuso así su arte, pagano sí, embriagado, como no podría haber sido de otra manera, frente a otras tantas formas de la existencia que deprimen fisiológicamente: la moral, la ciencia, la religión, la política.

A su modo, acaso como pudo, a los empellones, Maradona fue plenamente consciente de esa necesidad del arte para el común de los mortales. Y nos dio lo mejor de sí, de sus bondades y de sus manías. Y por eso fue artista, sobre todas las cosas: creador de jugadas indelebles, de alegrías dionisíacas, de frases y sentencias tan vigorosas y explosivas como su propia gambeta. Genio del fútbol y del engaño, Maradona nos regaló todo tipo de ilusiones, ficciones que fueron, son y serán, condición fundamental de nuestras vidas. Lo agradecemos profundamente. 

 


Como la rosa nietzcheana, Maradona no sólo nos mostró el esplendor de su gloria, sino que también dio cuenta de que para que ésta fuera posible había que atravesar un tallo espinoso. “No hay superficie bella que no esconda una profundidad horrible”, decía el filósofo de Basilea. Maradona fue también un hombre trágico, y como él todos y todas los somos a nuestro modo, en nuestra propia medida.
"A veces me agarran bajones, pero pongo El Chavo y se me pasa todo”. Esa es la frase de Maradona que elijo, que vuelvo a elegir cada año. Esa es la frase con la que Maradona, el nuestro, el Pelusa, nos advirtió sobre su propia necesidad de arte, de ficción, de ilusión, para convertir la nausea en un estimulante para la vida.
(https://www.pagina12.com.ar/308227-maradona-y-la-filosofia)

Carolina Vásquez Araya es Periodista, editora y columnista. Chilena en Guatemala.
El miedo y sus consecuencias


Cuando se alcanza el límite de tolerancia, cualquier cosa puede suceder.
Guatemala es un país en plena destrucción: sus instituciones, cooptadas por las mafias; su infraestructura, abandonada con fines de privatización; su patrimonio natural, entregado a la agroindustria, la minería y las hidroeléctricas sin respeto por las consultas a las poblaciones afectadas; sus niñas, niños y adolescentes condenados a una vida de hambre y privaciones; sus fronteras, administradas por el narcotráfico; y sus instancias jurídicas, políticas y empresariales, hundidas en la corrupción más abyecta. Pocos países han caído tan profundo en tan breve tiempo.
Cuando por fin la tolerancia ciudadana terminó por colapsar impulsando a los guatemaltecos a salir a las calles para manifestar su repudio por las aberraciones cometidas por sus representantes en el Congreso -orquestadas estas por el presidente y su círculo inmediato- todo el aparato represivo se puso en marcha para aplastar este primer intento de ejercicio ciudadano. Premunidos de toda clase de recursos para dejar bien clara su intención de llegar hasta las últimas consecuencias, la policía y los agentes antimotines no tuvieron el menor reparo en agredir a manifestantes pacíficos con una violencia excesiva y totalmente injustificada.
Tal como ha sucedido en otros países, el gobierno guatemalteco utilizó las estratagemas ya conocidas de infiltrar a sus miembros de fuerzas de seguridad para cometer actos de vandalismo y adjudicárselos a los manifestantes. Aun cuando es innegable la posibilidad de que algunos grupos se excedieran en su manera de actuar, resulta más que obvio que hechos mayores –como la quema del edificio del Congreso- ya habían sido planificados desde los despachos oficiales. Todo esto acompañado del coro obediente de algunos adeptos, quienes comenzaron de inmediato a condenar en redes sociales la vandalización del patrimonio como si la destrucción de un edificio tuviera mayor relevancia que la de su institucionalidad y la vida de sus habitantes.
El presidente de Guatemala ya había enfrentado un proceso por ejecución extrajudicial. Se salvó por voluntad de un sistema judicial corrupto, así como se han salvado de condenas otros actores políticos y empresariales capaces de financiar generosamente su impunidad. Sin embargo, su débil naturaleza y su deuda con sus financistas en la cúpula empresarial, lo inducen a actuar como un pequeño dictador, sin reparo alguno en violar el marco constitucional con el único objetivo de disfrutar de un poder que no le corresponde, ya que el pueblo le ha manifestado su rechazo de manera explícita

Este presidente sufre de un miedo patológico. No hay otra explicación a su conducta irracional. Es tal su incapacidad que ha evitado toda forma de diálogo y consenso, continuando de manera descarada una ruta de decisiones erráticas y el aprovechamiento de su poder para enriquecerse personalmente y permitir a su círculo más cercano utilizar al Estado como una caja de caudales a su disposición. Ante esta realidad, era lógico que la ciudadanía actuara para exigir el veto a un presupuesto de la Nación orientado hacia la quiebra económica y moral. Esa exigencia fue respondida con un despliegue de violencia policíaca pocas veces vista en los centros urbanos.

Ahora le toca a la ciudadanía poner las cosas en su lugar y recuperar los espacios perdidos durante muchos años de pasividad y tolerancia. Los señalamientos de algunos interesados en deslegitimar las protestas no deben detener el flujo de la historia, porque esa puerta recién abierta no debe cerrarse hasta recuperar la democracia perdida.

Solo el miedo de perder provoca acciones tan desesperadas.

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Literatura y violencia en la historia

En este artículo, adelanto, sólo pretendo encontrar algunas relaciones entre el arte, la literatura en este caso, y las ciencias sociales, intentando reflejar la cuestión de la violencia de género o familiar en la literatura.
Gastón Caglia Bochatay Abogado graduado en la Universidad Nacional del Litoral de Santa Fe, Argentina y Mediador de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, Argentina.
Magistrando en Ciencias Sociales y Bioética.

Cuando las artes transmiten enseñanzas.

El tema es mucho más complejo y requiere mayor atención. Acá solo observo lo que en un momento dado, histórico, un artista percibió de la realidad a través de una novela costumbrista.
Las artes y la observación de la realidad usualmente van de la mano. Toda expresión artística termina siendo, o teniendo referencias, de lo que ocurre alrededor, dado que el artista es una persona de su tiempo, transmite sus miedos, sus idearios y lo que percibe de la sociedad.
La obra de Amado.
A veces de manera velada, a veces de una manera descarnada, otras como al pasar, el artista pone en el lienzo o en el papel lo que percibe y la literatura tiene suficientes ejemplos al respecto. Hoy me quiero dedicar a la obra del escritor brasileño Jorge Amado, teniéndolo como excusa para comentar un tema preocupante.

Sobre la obra de Amado se ha escrito mucho. Es uno de los mejores exponentes de la literatura brasilera. Ha sido un lector de la sociedad brasileña como pocos, un gran conocedor de las entrañas de lo más profundo de su país, y comprometido con su sociedad al punto de tener que sufrir el exilio por su participación política y su compromiso social.
Ello no le ha prohibido cruzar su visión con un estilo denominado “realismo mágico” (estilo o forma que sólo se piensa para la literatura de habla hispana de los ’60) para lograr una novela como “Doña Flor y sus dos maridos”, publicada en el año 1966.
En ella, ya todos lo deben saber, se cuenta la vida de una mujer que sufre por su marido que ha fallecido, un juerguista empedernido y de baja calaña pero excelente amante que usa sus dotes para dominar a su Flor. Por otro lado al enviudar, y luego de un lapso prudencial, se vuelve a casar con un hombre que es la antítesis del primero.

La percepción precisa de la realidad.

El párrafo que transcribo a continuación relata los consejos que una mujer mayor, Doña Agnela, le da a Flor, respecto a la relación con su joven marido justificando la vida disipada y violenta que lleva y cómo sobrellevar esa situación:
“… un perdido por el juego, tiraba con todo. … Lo perdía todo y se ponía furioso y cuando venía me gritaba, me pegaba…
-¿Le pegaba? –preguntó con voz tensa Doña Flor.
-Cuando bebía demasiado, ya lo creo… Pero sólo cuando bebía demasiado…
-¿Y usted lo soportaba? Yo no se lo permitiría… a ningún hombre… -Doña Flor se estremecía de indignación con solo pensarlo-. Nunca lo permitiré.
Doña Agnela sonrió, comprensiva y experimentada. ¡Doña Flor era todavía tan jovencita, ni siquiera había comenzado a vivir!
–¿Qué iba a hacer, si lo quería, si ese era mi destino? ¿Iba a dejarlo solito, con esa vida angustiosa, sin nadie que lo cuidara? Era chofer, como Cígano, sólo que trabajaba para otros, a porcentaje. Nunca juntó dinero para poder comprar un coche, el manirroto. Todo cuanto yo podía guardar él lo perdía, me lo sacaba aunque fuese por las malas. Murió en pleno desastre. … Pero le voy a decir una cosa, hija mía… Si él se me apareciese, de nuevo volvería a juntarme con él otra vez… Era mi sino, lo quería…
… ¿Qué puedo hacer?, dime Normita, si él es mi destino… ¿Dejarlo solito, sin nadie que lo cuide? ¿Qué puedo hacer, dime, si estoy loca por él, si no podría vivir sin él?”
El mensaje que transmite Amado, como al pasar, es la lectura filosa de la sociedad de la época en la que la mujer debe sólo soportar o aguantar, inclusive la violencia física, para sostener un matrimonio y el trato despótico del hombre “jefe de familia”.

Violencia familiar y Belém do Pará.

Traigo esta obra como excusa para exponer las doctrinas jurídicas o la sociología que se pueden leer en el consejo de Doña Agnela a Flor, propios de la época que parece lejana allá a mediados del siglo XX, que llevaron a la negación de su yo y consiguientemente a su destrucción, teniendo como resultado el aceptar las cosas como son obedeciendo y sometiéndose a su pareja.
Así la violencia familiar o de género se ha observado desde distintos puntos de vista tratando de explicarla. En este caso los consejos de Doña Agnela, amiga mayor que Flor, se pueden enmarcar en dos modelos clásicos.
Desde una perspectiva como el “modelo psiquiátrico”: las causas de la violencia están relacionadas con la persona del agresor, siendo la conducta violenta sólo una situación patológica propia de una persona psíquicamente desequilibrada y como un problema individual ajeno a cuestiones sociales y/o culturales.

El “modelo psicosocial”: en donde se analizan variables personales y algunos factores sociales como determinante de las conductas violentas. Así, la culpa de la agresión está dada por la interacción de los cónyuges y el maltrato es un síntoma de una dinámica distorsionada en la pareja.
Quedarse con esos modelos implica soslayar la realidad que a diario se observa en la sociedad y que debe ser abordado multidisciplinariamente para una cabal indagación de la etiología de la violencia familiar como tal.
Uno cierra los ojos al leer estos párrafos de Amado y puede ver hasta los golpes, el hurto, la vejación del marido hacia la esposa. Uno piensa en todo lo que la legislación ha progresado merced a la muerte de tantas mujeres de nuestra sociedad, de trata de personas, de explotación y de procesos judiciales truncos contra los que ejercen violencia.
A pesar de los más de 25 años que tiene vigente en la región la “Convención de Belém do Pará”, que marca un hito en la protección internacional de los derechos de la mujer, se sigue luchando al respecto en el reconocimiento de los derechos y la asunción de obligaciones por parte de los Estados signatarios para lograr una vida libre de violencias contra las mujeres.
Sirve la literatura para recordarnos los avances que hemos hecho y todo lo que nos falta caminar.
https://iberoamericasocial.com/literatura-y-violencia-en-la-historia/?utm_source=mailpoet&utm_medium=email&utm_campaign=las-publicaciones-de-esta-semana-en-iberoamerica-social


 

El Patriarcado, colonialista, Capitalista y neoliberal subsume las mentalidades del presente a esos lenguajes totalizantes que emergen de las voces con poder. En la medida que comencemos a deconstruir esos lenguajes, a dar sentido y quitarlo allí dónde las palabras imponen y no dialogan, iremos encontrando nuevos sentidos a la existencia colectiva e individual y desechando sufrimientos innecesarios en la vida que como sociedades resolvamos compartir.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack 

Imágenes:  Xul Solar (San Fernando, 1887 - 1963) Pintor argentino. Tras asimilar las innovaciones de las vanguardias en el transcurso de una larga estancia en Europa, Xul Solar desarrolló un estilo personalísimo que destacó por su originalidad y por la fusión de elementos característicos de diversas corrientes, resultando en una obra de signo fantástico y visionario. Personaje excéntrico y curioso, poseyó una gran cultura, que exhibía con sencillez y gracia poco común. 

 En 1912, tras haber cursado estudios de arquitectura en la facultad de ingeniería, viajó a Hong Kong y recorrió luego países europeos como Inglaterra, Francia e Italia. En Milán conoció a un compatriota suyo, el pintor modernista Emilio Pettoruti, a quien le mostró sus dibujos realizados a partir de 1914. Durante su estancia en Berlín entró en contacto con el dadaísmo; recibió asimismo la influencia del pintor suizo Paul Klee.

Interesado por la filosofía, las ciencias ocultas y las creencias de las distintas culturas, desde 1919 sus obras reflejaron esta inquietud espiritual, con la aplicación de colores vivos, formas y símbolos geométricos, figuras sencillas y, a menudo, palabras, letras y otros signos gráficos. Los signos lingüísticos siempre llamaron poderosamente la atención de Xul Solar, que llegó dominar diez idiomas e incluso a crear alguno: se le atribuye la invención de un lenguaje universal denominado panlingua, y también del neocriollo, que combinaba elementos del español y del portugués.

( https://www.biografiasyvidas.com/biografia/x/xul_solar.htm)





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