La Maldita Economía


Como se piensa la economía

El próximo Gobierno podrá disminuir la inflación con un plan anti-inflacionario o solucionar transitoriamente el problema de la competitividad mediante una devaluación de la moneda. Sin embargo esto no soluciona los problemas reales de nuestra economía.

La batería de subsidios e impuestos cruzados que distorsionan la asignación de recursos introduce señales incorrectas hacia los mercados, aumentando la ineficiencia y disminuyendo la tasa de crecimiento de largo plazo, condenándonos al atraso y la decadencia.

Sin dudas, desarticular los subsidios a la energía, al transporte, a la educación privada, a la salud, al trabajo, a la compra de autos, a la construcción de casas, es el principal desafío del próximo Gobierno.

Desactivar estos subsidios significa cambiar los precios relativos de la economía y también terminar con situaciones de privilegio de las que hoy gozan no sólo las personas de bajos recursos sino, principalmente, personas de ingresos medios y altos que ya no podrán comprar autos a precios acordados o construir, entre otras cosas, con el dinero de los pocos argentinos que pagan sus impuestos y no pueden acceder a estos beneficios.

Si queremos crecer en forma sostenida y disminuir la pobreza en forma definitiva, no debemos olvidar que la perversidad de nuestro sistema de impuestos y subsidios nos seguirá sumergiendo en la decadencia.

(Mariano Fernández, profesor de Economía e Investigador del Centro de Economía Aplicada, UCEMA.
Revista UCEMA, septiembre de 2015.)”

Los gobiernos en los regímenes democráticos del mundo están intentando congeniar, cada vez más, el desarrollo económico con la protección social. La idea que subyace es el reconocimiento de que hay un piso de derecho sociales para poder ejercer los derechos civiles y políticos. La emergencia de los populismos en las últimas décadas alerta sobre las consecuencias de la desafección que siente una parte de los ciudadanos al no estar incluidos en el proceso de crecimiento económico local y la globalización internacional. La integración económica y social genera sociedades más armónicas y contribuye a la estabilidad económica y política; no obstante, impone desafíos para sostener el proceso de inclusión social. Argentina tiene una extensa historia en el desarrollo de la previsión social e incorporó en este milenio la protección social para brindar cobertura a las personas que han permanecido en el mercado laboral informal por períodos prolongados. Empero, la inflación persistente en los últimos ochenta años y los magros resultados en el crecimiento económico de las últimas décadas -el producto bruto por habitante es similar al registrado a comienzos de la década de 1970- obligan a un esfuerzo mayor en la búsqueda del modelo de crecimiento económico con protección social. En este libro aspiro a contribuir en este proceso a partir de analizar el pasado, el presente y el futuro de la previsión social en Argentina. El pasado siempre es una guía para extraer lecciones sobre las fortalezas, debilidades y las cuestiones abiertas para fortalecer la cobertura previsional de las personas. El presente permite disponer del diagnóstico sobre el funcionamiento de la previsión social en términos de la cobertura previsional, la suficiencia de las prestaciones previsionales, la solvencia en el corto y largo plazo y las consecuencias de un sistema que tiene más de doscientas reglas para jubilar a las personas. El futuro abre la oportunidad de pensar cómo mejorar la previsión social en Argentina, a través de la creación de un régimen previsional único para todos los ciudadanos para fortalecer la equidad, la eficiencia y la sustentabilidad financiera; las mejoras deseables en la tasa de sustitución entre la jubilación y los salarios que ofrecería el régimen único podrían ser financiadas con programas de ahorro voluntario, colectivo e individual, pero sin las garantías del Estado. El camino para transitar este proceso de cambio es el diálogo y la búsqueda de consensos entre los actores de la sociedad civil y los partidos políticos para promover reformas que permitan encontrar un nuevo equilibrio entre crecimiento económico y protección social, advirtiendo que el punto de partida es la deslegitimación de la previsión social que existe entre los ciudadanos, muchos de los cuales hoy no esperan poder “vivir de las jubilaciones”. ( La previsión social en Argentina Pasado, presente y futuro

Bertín, Hugo Darío 2022 Facultad de Ciencias Económicas- Universidad Nacional de la Plata)”

A medida que las economías continúan recuperándose del shock del COVID-19, los gobiernos se están encontrando con la necesidad de realizar ajustes fiscales importantes para reestablecer la sostenibilidad de la deuda. En este contexto, el gran desafío consiste en diseñar planes fiscales que además de contribuir a sanear las finanzas públicas, puedan ser amigables al crecimiento económico inclusivo, y así promover el bienestar ciudadano.  Si bien muchas veces las discusiones de política suelen enfocarse en el tamaño de la consolidación fiscal, el diseño o composición del ajuste puede ser aún más relevante para entender su impacto macroeconómico.

Existe mucha discusión en la literatura sobre las ventajas y desventajas de diferentes enfoques hacia la consolidación fiscal, como por ejemplo, la contribución de los impuestos vis-à-vis el gasto público durante estos episodios y sus efectos en la economía tanto en el corto como mediano plazo.

Sin embargo, la evidencia empírica sobre el papel que juegan diferentes componentes del gasto en los ajustes, tal como el consumo público y la inversión pública, es más limitada. Muchas veces recortar ciertos tipos de gasto puede no generar los beneficios esperados.

Dado que el multiplicador del gasto de capital suele ser bajo ciertas circunstancias, mayor que el del consumo público, puede que sea conveniente proteger, o incluso aumentar la inversión pública productiva durante los ajustes fiscales para reducir los costos en términos del producto. Por lo tanto, analizar el rol de la composición del gasto público durante los ajustes fiscales es clave para evaluar cómo los cambios de política fiscal influyen en los resultados macroeconómicos, y para contribuir a los debates de política pública sobre el diseño óptimo de la consolidación fiscal.

Nueva investigación


En un documento de trabajo reciente[Éste es un proyecto conjunto de investigación entre la División de Gestión Fiscal y el Departamento de Investigación del BID, en colaboración con investigadores del Departamento de Economía de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina.], nos preguntamos si los efectos macroeconómicos de la consolidación fiscal dependen del comportamiento de dos componentes clave del gasto público: el consumo y la inversión pública; o más específicamente, de la mezcla entre recortes de la inversión pública y del consumo público durante las consolidaciones fiscales. El estudio utiliza una muestra de 70 países (incluyendo 17 países de América Latina y el Caribe) durante el periodo 1980-2019.

Identificamos a los episodios de consolidación a través de cambios importantes en el balance fiscal cíclicamente ajustado. Si bien, en promedio, los recortes en la inversión pública tienden a ser más del doble de los recortes en el consumo público durante un ajuste fiscal típico, existe una gran variación en el comportamiento de ambas categorías de gasto durante estos episodios entre países. El análisis empírico explota esta heterogeneidad en el comportamiento de ambos componentes del gasto e identifica episodios de ajuste fiscal donde se resguarda o penaliza la inversión pública con el fin de estimar sus impactos sobre la actividad económica

Implicaciones para la política fiscal

Incluso antes de la pandemia de la COVID-19, había una preocupación creciente en círculos políticos y académicos a propósito del declive secular en los niveles de inversión pública en los países industrializados y en vías de desarrollo. La pandemia ha tenido como resultado un mayor y marcado deterioro de las cuentas fiscales en todo el mundo, a medida que los países respondieron a los retos sin precedentes de esa pandemia con políticas fiscales expansivas.

Sin embargo, a medida que la pandemia se repliega, numerosos países tendrán que diseñar planes de consolidación fiscal ambiciosos para restaurar la sostenibilidad de la deuda. Si bien puede que los ajustes fiscales sean inevitables, la política de gasto puede atenuar los efectos económicos negativos de los planes de consolidación fiscal protegiendo partidas específicas del gasto.

Por lo tanto, es probable que el diseño óptimo de los paquetes de ajuste fiscal exija la protección de la inversión pública productiva ante grandes recortes presupuestarios, sobre todo dados los bajos niveles preexistentes en numerosos países en desarrollo. Conservar el ratio del gasto de inversión pública en relación con el consumo público podría ser suficiente para evitar los profundos y prolongados efectos contractivos de la austeridad fiscal, e incluso podría generar beneficios expansivos a mediano plazo. 

Sin embargo, la protección de la inversión pública no es automática. Por ende, los países deben contemplar el fortalecimiento de mecanismos institucionales para proteger la inversión pública ante los recortes presupuestarios, incluyendo la adopción de reglas fiscales con énfasis en la temática de composición del gasto público, y la implementación de marcos fiscales a mediano plazo para asegurar niveles de gasto de capital predecibles a lo largo del tiempo. (Martín Ardanaz - Eduardo Cavallo - Alejandro Izquierdo - Jorge Puig Blog “Recaudando bienestar” del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

Subsidios, Fondos de jubilaciones y pensiones, Impuestos

Tanto desde los teóricos del liberalismo económico adscriptos a las teorías hortodóxas de la economía, como desde los aportes “técnicos” de los organismos transnacionales de crédito, apuntan a tres aspectos de la administración de los Estados Nacionales que le son particularmente clave a la hora de fijar sus direcciones y rumbos para terminar de consolidar el modelo neoliberal en todos los rincones del planeta, dejando a los Estados a una condición mínima de gestión y control de las poblaciones.

A la ya lograda y consolidada “dependencia financiera respecto del dólar”, en la mayoría de los Estados Latinoamericanos, especialmente con los mecanismos userores y tramposos de las Deudas Externas que esos organismos sostienen y alimentan, se le debe contener (A las administraciones públicas) en la posibilidad de subsidiar. Para ello es necesario restringir la recaudación y capacidad de acumulación de los Estados Nacionales de la moneda norteamericana y de las monedas nacionales que puedan transformarse en activos de capital. Los dos aspectos mas fuertes de esa posibilidad se centran en los sistemas de jubilaciones y pensiones (Que son acumulación pura) y en los sistemas impositivos y fiscales (Que son las formas de financiamiento corriente con la que cuentan los Estados para financiar sus políticas y el sostenimiento de su organización). Por tanto no se puede hablar de subsidios sin hablar de fondos de pensiones y jubilaciones y de impuestos y recaudación fiscal.



Las tensiones entre “el mercado” (Hoy dominado por un puñado de Estados Nacionales y unas 600 corporaciones globales que dominan la producción de mas del 60% de lo que se consume en el planeta). Debemos aclarar aquí que Estado no es lo mismo que Gobierno. El gobierno de un Estado es solo, la estructura de “orden” y de “ejecución de decisiones administrativas” de un Estado. Y en sus diferentes formas “orgánicas” según las leyes de los Estados de que se trate, la posibilidad de concentración financiera o de recursos para generar bienes de capital, se ve sometida a las fuertes presiones de la globalización que determina el flujo de dólares y por tanto “toma de rehén” a las economías que necesitan mayores importaciones que las exportaciones que puede producir y/o, como en el caso de la Argentina, cuándo gobiernos anti-populares proponen políticas que logren ese resultado abultando una deuda innnecesaria para alimentar bicicletas, especulaciones, inflación y mayor concentración en esas elite globalizadas.

Dentro de las políticas de subsidios, las mas importantes refieren al transporte y los servicios públicos, especialmente los asociados a la energía.

En el ámbito de la recaudación fiscal, el panorama es mucho mas complejo, ya que el esquema actual es fruto de contradicciones políticas de vieja data, de necesidades coyunturales de recaudación por parte del Estado nacional, en ciertas etapas de gobierno que no podían o no querían atender las implicancias hacia el futuro de sus decisiones, y solo imponían impuestos para solventar esas situaciones contingentes. Y obviamente del resultado de la puja distributiva entre diferentes sectores de la economía, incluido el Estado, que se dá por medio de los costos de importación, las retenciones e impuestos a las exportaciones y las diferentes tasas que graban las ganancias de los diferentes sectores y submercados de la economía nacional.

En cuánto a la capacidad de acumulación de los sistemas de jubilaciones y pensiones, allí también las pujas distributivas y las tensiones que intentan impedir al Estado mayores resortes de “intervencionismo” pugnan por desfinanciar sus arcas o bien presionando para que las administraciones pasen a Bancos y holdings financieros (Jubilación privada) o bien por medio de la inflación (traccionada por los formadores de precios) que licuán así la capacidad de acumulación y reserva del Estado Nacional.

La Lucha es cruel y es mucha

La lucha actual entre Estado y Mercado signa las diferentes visiones de las políticas en un mundo neoliberal dónde las viejas teorías ya no explican mucho de lo que en verdad ocurre.



El logro consumado por el neoliberalismo en esta lucha contra los Estados Nacionales por las herramientas de administración de lo público es precisamente la dilución de las fronteras geográficas y la erosión de las voluntades y capacidades concretas de los gobiernos, de producir acciones en los territorios que gobierna.

Eso lo han conseguido por medio de la globalización financiera. La globalización financiera es el proceso por el cual se reducen las barreras entre los mercados financieros de los distintos países del mundo. De ese modo, el ahorro y la inversión se vuelven transfronterizos. La digitalización se transforma así en su mejor motor y vía de sostenimiento en el tiempo.

Es decir, la globalización financiera es el fenómeno por el cual una persona en América Latina puede invertir, por ejemplo, en acciones de empresas estadounidenses o europeas.

La globalización financiera consiste entonces en una mayor movilidad del capital a nivel mundial. Esto significa que los agentes económicos van buscando entre varios países las mejores alternativas de inversión, en función del riesgo y rendimiento esperado.

La globalización financiera es una parte de la globalización económica, y viene de la mano de la globalización tecnológica. Así, los inversores hoy tienen acceso a herramientas en Internet que les permiten negociar internacionalmente.

Globalización financiera e integración financiera

La globalización financiera podría pensarse que es lo mismo que la integración financiera. Sin embargo, la primera se refiere al proceso, mientras la segunda es el resultado.

Es decir, la globalización financiera permite que los mercados se interconecten entre sí, hasta llegar a un punto en que se integran para formar uno solo.

Para verlo de otro modo, puede ser que mercados financieros cercanos se integren en una única plataforma. Por ejemplo, si se unen las bolsas de Chile, Perú y Colombia. Sin embargo, la globalización se refiere al proceso que apunta a que este tipo de cohesión se de a nivel mundial. Y la moneda patrón es el dólar estadounidense consolidando así la hegemonía del Imperio. En este sentido “integración” es un eufemismo que encubre el poder norteamericano sostenido en su capacidad militar y en que logró imponer al dólar como patrón monetario en detrimento del oro, que no es producido por ningún estado y es pasible de obtenerse por todos.

Dos eventos en las próximas semanas son importantes para seguir en el plano de las informaciones que pudieren trascender

El primero tiene que ver con el inicio de las audiencias públicas convocadas para el 12 de mayo respecto a los precios y subsidios de las empresas que detentan la concesión de los servicios de energía en el país. El texto de la resolución que la convoca puede leerse con los interesantes argumentos que esboza en sus considerandos en este link .

El otro evento es la primera revisión formal que efectuara el equipo técnico del Fondo Monetario Internacional, en el marco del acuerdo alcanzado por la deuda externa con ese organismo.

El Gobierno se comprometió a una reducción de los subsidios energéticos durante 2022. Eso le prometió al Fondo Monetario Internacional para alcanzar un entendimiento. En 2021, el Poder Ejecutivo destinó más de US$ 11.000 millones a subvenciones en el costo del gas y la electricidad. Eso representó un 2,3% del PBI. El ministro de Economía, Martín Guzmán, barajó un recorte del 0,6% del PBI en subsidios, equivalentes al 0,6% del PBI. Son US$ 3.000 millones. Pero la invasión rusa a Ucrania amenaza con desbaratar todos los planes del Gobierno. Los precios de los commodities energéticos subieron a niveles no vistos desde 2008, y la importación de gas y combustibles (para la generación eléctrica) amenaza con llevar los subsidios a US$ 20.000 millones en 2022. Lejos de caer, el peso de los subsidios en el PBI aumentará un 0,7%, rondando un 3% del PBI. Hasta ahora, hay aprobado un aumento de tarifas de luz y gas del 20%. Guzmán anticipó que buscará corregir esos números. Sin embargo, ni aunque lograra una suba tarifaria tres veces superior a la actual podrá modificar demasiado el gasto energético que se viene. Argentina importa gas en invierno, cuando la producción propia no alcanza. Aunque en Vaca Muerta sobra gas, no hay forma de sacarlo, porque no hay caños que lo transporten hacia Buenos Aires y las zonas de mayor consumo. El costo de las importaciones se cuadruplicó en relación a 2021, como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania. A su vez, mientras falta gas, las centrales eléctricas usan más combustibles para funcionar. Ese procedimiento es más onerosos e incurre en sobrecostos, según los especialistas energéticos. El costo total del suministro eléctrico subirá de US$ 13.000 millones en 2021 a US$ 23.000 millones, al tipo de cambio actual. La variación será del 80% en pesos, según la consultora Equilibra. Es lo que sale todo el abastecimiento, a lo que hay que descontarle lo que pagan hogares y empresas. En gas, el abastecimiento demandó US$ 3.600 millones en 2021 y ahora treparía por arriba de los US$ 7.500 millones ($ 775.000 millones, según Equilibra). El Gobierno realizó una corrección del 20% en las tarifas de luz en Buenos Aires -provoca una caída de los subsidios, porque se aplicará a pagar más por el precio de la electricidad- y del 20% en las boletas de gas en todo el país. Esta última no achica subvenciones, porque irá entera a los márgenes de las distribuidoras, las empresas que llevan el gas a los hogares y comercios. Esos incrementos no alcanzan para hacer caer los subsidios, como ya observó Clarín. La fórmula que planeaba Guzmán era tres tipos de aumentos: un 40% del coeficiente de variación salarial para beneficiarios de tarifa social (daría alrededor del 22%), un 80% de ese índice para el grueso de los clientes (daría un 45% de aumento) y “tarifa plena” para los hogares de la “segmentación”, es decir el 10% de los de mayores ingresos según su ubicación geográfica. Un promedio del 59% entre las tres categorías. Equilibra -la consultora encabezada por Martín Rapetti- plantea que aún con un aumento promedio más alto que el conocido -que ronde el 65%-, los subsidios energéticos casi se duplicarán. En la electricidad, el Gobierno subsidió por $ 848.000 millones en 2021, mientras que en 2022 debería dirigir allí cerca de $ 1,6 millón, es decir un 87% más.

El porcentaje de subsidios de luz sobre el total del PBI pasaría del 1,9% en 2021 a 2,3% en 2022. En gas, las subvenciones del Gobierno superaron los $ 200.000 millones en 2021, y este año amenazan con cruzar los $ 500.000 millones. Entre un año y otro, el crecimiento será del 148%. El peso de los subsidios del gas sobre el PBI pasará del 0,4% en 2021 al 0,7% en 2022. En este escenario, los subsidios energéticos pasarán de 2,3% del PBI en 2021 a un 3% en 2022.

Parece como la dirección contraria a la búsqueda. En febrero, el Estado tuvo un déficit fiscal de $ 76.0000 millones en sus cuentas energéticas. Para marzo, Energia había pedido una partida de $ 310.000 millones, pero Economía le había aprobado menos ($ 60.000 millones). Eso provocó una queja a través de un documento del secretario de Energia, Darío Martínez, cargado en el sistema del ministerio de Economía. El funcionario luego dijo que había acordado con Guzmán, pero se negó a especificar. En su paso por el Congreso, el ministro Martín Guzmán no pudo precisar qué nivel de incremento de tarifas se necesita para cumplir las metas fiscales. "Estamos en una situación global muy diferente de aquella en que se estaban realizando estos planes.

Esa incertidumbre hay que tenerla en cuenta", según Guzmán. "El precio del GNL está ahora un valor mucho mayor que cuando estábamos negociando esto", subrayó. Argentina importó gas por US$ 1.000 millones en 2021. Si requiere la misma cantidad de energía extranjera, ahora debería destinar entre US$ 5.000 millones y US$ 7.000 millones, dados los actuales precios internacionales del GNL. (Cesla)

En su Newsletter, en la plataforma Cenital, Juan Telechea informa:

En los próximos días se llevará a cabo la primera revisión del acuerdo con el FMI. Allí, funcionarios del organismo y del gobierno revisarán los resultados del primer trimestre para ver si se cumplieron todas las metas acordadas. De lograrse, el FMI desembolsará unos USD 4.150 millones, necesarios para el pago de los USD 3.800 millones que vencen en los próximos meses.

Como analizamos en su momento, las principales metas del acuerdo están vinculadas a la reducción del déficit fiscal, su financiamiento monetario y la acumulación de reservas internacionales.

Según se desprende de los datos oficiales, se cumplió el objetivo fiscal del primer trimestre, cuyo déficit terminó siendo de unos $193.000 millones (0,3% del PBI), por debajo de la meta fijada, que era de $222.000 millones. Al comparar respecto del año anterior se observa que el resultado fiscal se incrementó 0,2 puntos porcentuales (había sido del 0,1% del PBI), aunque esto está vinculado con el estallido de la guerra y el incremento de los precios internacionales de los alimentos y la energía.

En este sentido, la partida que más se incrementó fue el gasto en subsidios energéticos. En lo que va del año, ya se gastó prácticamente la mitad de lo presupuestado para todo el 2022, aunque en parte esto se explica por la falta de un presupuesto actualizado en línea con la mayor inflación (recordemos que se tuvo que prorrogar el de 2021, al no ser aprobado en el Congreso el de este año). Si bien la única meta exigible era la del resultado fiscal, otro de los pedidos del FMI era el de reducir 0,6% del PBI el gasto en subsidios energéticos, algo que casi con total seguridad no se va a cumplir y que seguramente sea incluido en la revisión actual.

El punto más crítico de la revisión fiscal seguramente se centrará en la contabilidad de una parte de las rentas de la propiedad, que el gobierno tomó como parte de los ingresos, pero que en realidad estaría asociado a la actualización por inflación de las emisiones netas de la deuda pública (ver acá para una explicación detallada). Este recurso contable aportó 0,1% del PBI, con lo cual, de no ser tenido en cuenta, no se hubiera logrado la meta fiscal. Habrá que ver qué dice el FMI al respecto.

Por el lado del financiamiento del déficit, el techo fijado para el primer trimestre era de casi $237.000 millones, el cual según datos oficiales también se habría cumplido, dado que el uso de adelantos transitorios fue de $122.000, mientras que no hubo transferencias de utilidades por parte del BCRA.

Respecto de la acumulación de reservas, la meta fijada para el primer trimestre era de USD 1.200 millones, la cual se cumplió con holgura (se incrementaron casi USD 3.500 millones), aunque esto estuvo explicado por el hecho de que el primer desembolso del FMI realizado en marzo (por USD 9.700 millones) fue muy superior a los vencimientos de la deuda con dicho organismo (USD 3.200 millones).

En cambio, si miramos las intervenciones del BCRA en el mercado cambiario, vemos que terminó el trimestre con un saldo negativo por USD 48 millones, cuando el año anterior había registrado compras netas por USD 2.300 millones.

Al comparar el resultado del primer trimestre del 2022 en relación al del 2021 para los principales componentes de la balanza comercial de bienes y servicios, se puede apreciar que esto se explicó fundamentalmente por el deterioro en los rubros vinculados a la energía, la logística y el turismo, que más que compensaron el aporte neto de divisas que generó el sector agropecuario. Con lo cual, podríamos decir que el impacto que tuvo la salida de la pandemia y la guerra hasta ahora fue negativo para el sector externo.

De cara a las próximas revisiones, el ministro Guzmán ya adelantó que las metas no se modificarán. Lo que sí podría reverse son las proyecciones, más que nada la de la inflación, el gasto en subsidios o las importaciones en energía. En función de eso, será importante seguir de cerca la dinámica que adquiera el déficit fiscal, variable que además está atada a otra de las metas, el financiamiento monetario. Como muestra en este análisis la consultora Ecolatina, las revisiones más complicadas serán las del segundo semestre, en particular la del último trimestre, donde el déficit objetivo del 2,5% (acumulado) del PBI es menor al resultado fiscal del 2021 (que a su vez, se ubicó por debajo del resultado del 2022 en este primer trimestre).

¿Por qué la obsesión con el déficit fiscal?


Aprovechamos que retomamos el tema para responder esta pregunta que venimos esquivando desde las ediciones anteriores. Como recordarás, hace unos meses, cuando analizamos el acuerdo, dijimos que la meta más restrictiva que puso el FMI fue la de recortar el financiamiento monetario que realiza el BCRA a través del déficit fiscal y, a partir de eso, explicamos el rol central que tiene el dinero en la economía, utilizando la analogía de la cisterna. Eso nos llevó a analizar el rol que tienen los bancos en la creación de dinero. Pero nos quedó picando la pregunta principal: ¿por qué tanta relevancia al financiamiento monetario del déficit fiscal? Volviendo a la analogía de la cisterna, esto se debe a que, si el gobierno recurre al BCRA, entonces lo que está haciendo es inyectar agua constantemente en el tanque.

Es decir, el financiamiento monetario del déficit fiscal implica la creación de dinero. Cuando el Estado gasta más de lo que recauda, tiene que obtener ese financiamiento adicional de algún lado. Una de las maneras que tiene de hacer esto es recurrir al BCRA, que entonces lo que hace es emitir el dinero y dárselo (en realidad se lo presta sin cobrarle un interés por medio de lo que se conoce como adelantos transitorios o se lo transfiere como parte de las utilidades que generó el BCRA por sus operaciones).

Veamos cómo sería el proceso. Para hacer el ejemplo sencillo, supongamos que hay un solo banco y que todas las personas de la economía trabajan para el Estado. Además, supongamos que el único gasto que realiza el Estado es el pago de los salarios de los empleados públicos, por un total de $500.000 por mes, y que les cobra impuestos por la misma suma.

Fíjense que, en este caso, donde el gasto es igual a los ingresos tributarios, la cantidad dinero en esta economía (representada por el total de depósitos en el banco) es la misma, con lo cual no hay creación de dinero: al momento del cobro de los impuestos, lo que se observa es que se reduce el saldo de las cuentas bancarias de los trabajadores y que se incrementa por la misma cantidad el saldo de la cuenta del gobierno (con lo cual, el monto total de los depósitos bancarios es el mismo); mientras que, posteriormente, cuando el gobierno paga los sueldos, sucede exactamente lo contrario (se reduce el saldo de su cuenta y se incrementa el de la cuenta de los trabajadores, sin que haya creación de dinero).

¿Pero, qué pasa si, en lugar de $500.000, recaudara $300.000? En este caso, el saldo de la cuenta bancaria del gobierno quedaría con esa cantidad de dinero, mientras que el saldo de las cuentas de los trabajadores ahora no bajaría a cero, sino que quedaría en $200.000.

Frente a eso, al momento del pago de los salarios por $500.000 se encontraría con que no tiene el dinero suficiente y por ende recurre al BCRA, que emite ese dinero, depositándoselo en su cuenta del banco. Al comparar con el caso anterior, queda claro que acá sí hubo un incremento en la cantidad total de los depósitos. Por ende, se creó dinero: el saldo de la cuenta del gobierno nuevamente terminó siendo nulo, pero ahora el total de los depósitos en las cuentas bancarias de los trabajadores pasó de $500.000 a $700.000.

Si dejamos de lado el ejemplo y pensamos en un caso más real (es decir, si tenemos en cuenta que hay muchos bancos y la mayoría de la gente no trabaja en el gobierno), las conclusiones no se alteran. Siempre que el gobierno incurra en un déficit fiscal -y lo financie de esta manera- estaría incrementando la cantidad de dinero en la economía.



Lo otro interesante a destacar es que el proceso análogo, donde el gobierno recauda más de lo que gasta, no implica una reducción de la cantidad de dinero. Volvamos al ejemplo anterior y veamos ahora qué sucede si el Estado recauda $500.000, pero aplica una reducción de sueldos y gasta en total $400.000. En este caso, la cantidad total de depósitos no se reduce, se mantiene en $500.000, la diferencia es que ahora el saldo de la cuenta del gobierno quedó con $100.000 y la de los empleados con $400.000. Para que haya una reducción del dinero, el gobierno debería quitarlo de circulación, cosa que sucedería, por ejemplo, si utilizara dicho “superávit” para pagar parte de su deuda pública.

Al igual que vimos con el caso de los préstamos bancarios, el hecho de que el gobierno inyecte dinero en la economía no implica automáticamente un problema. Recordemos que la mayoría de esos gastos terminan en los bolsillos de las personas, entonces esto por lo general tiene un impacto positivo en la actividad económica a través del aumento del consumo. Por lo tanto, si se observa que el aumento de la cantidad de dinero provocado por el financiamiento del déficit fiscal viene acompañado de una expansión de la actividad económica, esto no sería un problema.

Ahora bien, a diferencia de los préstamos (cuyo destino principal suele ser el financiamiento del aumento de la producción), en este caso el aumento del déficit fiscal puede no tener un impacto directo en el PBI. En realidad, en muchos casos no es que no lo tenga, sino que se utiliza como mecanismo para compensar la caída de los ingresos en momentos donde la actividad económica está en caída. Por ejemplo, si por algún motivo la economía entrara en recesión, eso llevaría a que el gobierno incurriera en un déficit fiscal mayor, precisamente para tratar de compensar la caída del sector privado. Asimismo, el aumento del déficit no solo obedece a la decisión de incrementar el gasto público, sino también a la menor recaudación que sufre el gobierno (por la caída de las ventas de las empresas y los ingresos de las personas).

En este caso el incremento del déficit fiscal tampoco sería un problema, siempre que luego, cuando la actividad económica mejore, el gobierno reduzca el gasto para llevarlo al mismo nivel anterior, que combinado con el incremento de la recaudación llevarían a la mejora del resultado fiscal.

El problema surge cuando el déficit fiscal financiado a través de la emisión monetaria crece constantemente con relación al PBI. Esto significaría que, año tras año, el gobierno está inyectando una mayor cantidad de dinero con relación al tamaño de la economía. Volviendo a nuestra analogía, eso implicaría que el agua aumenta a una velocidad mayor a la que crece el tanque, lo que tarde o temprano llevaría a que rebalse.

¿Y por qué esto sería un problema para la economía? Como vimos en esta otra edición, el riesgo principal es que (parte de) ese excedente de pesos se vuelca a la compra de dólares, cuya capacidad de generarlos no va a la misma velocidad que la expansión en la cantidad de dinero y por ende eso genera una presión que, tarde o temprano, termina desencadenando una devaluación del tipo de cambio. (Cenital)

En un mundo inequitativo y desigual, las pujas por una sociedad nacional mas justa, libre y soberana se ven impedidas por estas nefastas dinámicas que los poderes concentrados del planeta imponen con la participación como socios de los sectores de concentración económica de los países a quienes obviamente les importa poco su país de nacimiento, crianza y que les ha permitido alcanzar lo que obtuvieron. Nadie se salva solo. Que cada quién haga su parte.


Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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