Civilización o Barbarie





Civilización o Barbarie

El “Facundo” de Sarmiento signa con relativa actualidad y vigencia, pero enorme actualidad y vigencia, la centralidad de las disputas sobre la conciencia universal respecto de la conciencia identataria, local, idiomática, cultural y de pertenencia a una comunidad.

El continente Américano ha sido engendrada con violencia. Nombrada por otros. Pensada por otros. Supuso la confrontación de variadas expresiones autóctonas respecto de otras diversas, invasoras venidas de lejos, pero mucho menos “humanas” en tanto mas violentas y menos dispuestas a las comunicaciones con aquellos que se ven diferentes.

La violencia: El recurso de los Bárbaros

«Bárbaro» es un exónimo que procede del griego (βάρβαρος) y su traducción literal es «el que balbucea». Los romanos utilizaban este término para designar a aquellos pueblos que habitaban fuera de sus fronteras. Lo tomaron de los antiguos griegos quienes lo usaban para referirse a personas extranjeras, que no hablaban el griego ni el latín y cuya lengua extranjera sonaba a sus oídos como un balbuceo incomprensible. En ese sentido, el término es similar al exónimo peyorativo popoluca que los mexicas dieron a otros pueblos vecinos que consideraban inferiores. Más adelante la etnología y antropología tradicionales denominaron «barbarie» a un estadio de evolución cultural de las sociedades humanas, intermedio entre el salvajismo y la civilización.


Si lo que hace distintivo a “lo humano” es la conciencia de su conciencia y la posibilidad de la razón inteligente en las cualidades de la expresión oral y de otras formas que derivan de estas para la comunicación entre pares, esta claro que comunicarse es el instrumento por excelencia que reemplaza a la violencia física o la pelea impositiva.

Las civilizaciones solo alcanzan desarrollos “genuinamente humanos” cuándo se basan en las comunicaciones entre iguales distintos que acuerdan formas de convivencia sin recurrir a la violencia y a la muerte como “armas”. Los conceptos, las ideas, las palabras, los relatos, las formas y contenidos que adquieren estos relatos para comunicar lo que sucede, lo que sucedió y definir el futuro común al que aspiramos, siguen los mismos caminos que las formas y contenidos que cada civilización adquiere para si como distinción respecto de otras épocas y otros tiempos, y en función de aquello que ya no se quiere repetir y aquello que supone mejora respecto del pasado histórico. El término barbarie no escapa a este recorrido. En tanto primero signando de forma despectiva respecto de quién habla diferente (Balbucea), pero luego, identificando a aquellos que no quieren razonar y comunicarse. Que solo se valen de la fuerza de sus armas o de su fuerza física para plantear de modo violento su supremacía respecto al otro, que queda así, derrotado o muerto frente a la fuerza. Siempre existieron ambos escenarios. En todo humano ánida violencia y fuerza, normalmente asociadas al temor al otro y la necesidad de seguridad en el autoconvencimiento de que uno es “más que ese otro”, y si no puede en el razonamiento, lo hará en el uso de las armas o el uso de la violencia física.

Que en el siglo XXI, después de tanta muerte innecesaria y tanta historia, se tenga que seguir discutiendo que el “Far west” no es solución a nada sino y solo aquello que acordamos como ley para todos y todas por igual sin distinción de ningún tipo que confirme la voluntad común de vivir minimizando conflictos y sufrimientos y no creándolos, alimentándolos y haciéndolos crecer, es señal que, por otros aspectos, la civilización humana no se ha desarrollado como pretenden hacernos creer las elites para sostener sus privilegios.

Si todavía no se entendió la necesidad de un Estado y un sistema institucional/legal que ejerza el monopolío de la violencia en torno a un marco legal democrático, amplio, que respete las diferencias y distribuya obligaciones y derechos para el sostenimiento del bien común, con criterios de justicia que minimicen los conflictos y repartan equitativamente esfuerzos y beneficios, los desarrollos y progresos solo serán excusas para que unos pocos sigan viviendo mucho mejor que el resto.

La masacre en la escuela de Texas también impacta en la Argentina

DERECHA DE ARMAS TOMAR

Aunque en el país la cultura en relación con las armas de fuego está en las antípodas de la de Estados Unidos, en los últimos tiempos la derecha dura encabezada por Bullrich, Milei y Espert propone tomar el ejemplo norteamericano y que “el que quiera ir armado que ande armado”. Los riesgos de semejante “iniciativa”

María Daniela Yaccar, Periodista, editora y docente, escribe en página 12

En Argentina se calcula que hay entre 3 millones y medio y 4 millones de armas de fuego en manos de civiles. Si bien estamos lejos de la cultura de Estados Unidos, donde son corrientes episodios como la masacre de Texas, la tenencia de armas genera muertes silenciosas: desde hace una década mueren entre siete y ocho personas por su uso por día. El 51 por ciento de los homicidios dolosos se produce por conflictos interpersonales. ¿Qué peligro entrañan, en este marco, los discursos de la derecha, que, rodeando la cuestión de la inseguridad, desde siempre intentan instalar una cultura de la utilización de armas en el país? Página/12 consultó a un grupo de especialistas en el tema para que analicen sus implicancias.

Andar armado

"Los discursos políticos que irresponsablemente fomentan la tenencia de armas de fuego desconocen por un lado la normativa argentina, y lo que es más peligroso, le están diciendo a la sociedad que es una buena idea y es deseable resolver los conflictos de manera violenta. Quienes trabajamos en el desarme civil bregamos por la resolución pacífica de los conflictos y apostamos a la convivencia democrática", postula la directora ejecutiva del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (Inecip), Aldana Romano. El organismo integra la Red Argentina para el Desarme (RAD).


A pesar de que, como señalan distintas fuentes, culturalmente la Argentina está lejos de los sucesos de Estados Unidos, la tenencia de armas es un tema recurrente en el discurso de la derecha y se hizo muy presente y de manera muy cruda en los últimos años. En noviembre de 2018, paradójicamente en la Semana Mundial del Desarme, Patricia Bullrich desató un escándalo al defender la posibilidad de que los ciudadanos portaran armas. La frase de la polémica fue "el que quiera estar armado, que ande armado" y, el argumento, "la Argentina es un país libre". Más acá en el tiempo, retomó estas ideas Javier Milei. Luego de condenar el accionar del custodio que amenazó con sacar una pistola durante el acto en su bunker electoral, dijo, entre otras cosas: "Si los honestos las portasen (las armas) habría menos delincuencia". A mediados de este mes, José Luis Espert compartió un video en el que disparaba un rifle en un polígono de Quilmes, acompañado por las palabras: "cárcel... o bala". Antes había propuesto transformar a "un par de delincuentes en un queso gruyere" como metáfora sobre "agujerear" criminales.

"La regulación sobre tenencia y portación en Argentina está claramente reglamentada y la ANMAC (Agencia Nacional de Materiales Controlados) es la autoridad de aplicación. Se aparta bastante de la regulación norteamericana", aporta la exministra de Seguridad Sabina Frederic -quien en su cargo derogó los protocolos represivos de su antecesora, Bullrich-, en sintonía con la mirada de Romano. "Hay que atenerse a las reglas y leyes vigentes en nuestro país. Si el objetivo de Milei o Bullrich es cambiarlos que manden un proyecto al Congreso. Lo que ocurre en USA es consecuencia de procesos políticos e ideológicos absolutamente distintos a los de nuestro país. Me parece importante ordenar el debate; no mezclar realidades", añade. Por fuera de la normativa vigente, considera que los discursos de la derecha "crean mucha confusión" a nivel social. "Habría que analizarlos en contexto, y de acuerdo a la autoridad del que lo enuncie. Son probablemente más peligrosos si se trata de una funcionaria o un funcionario a cargo de la seguridad ciudadana."

Julio Alak -exministro de Justicia de la Nación, actualmente en ese cargo en provincia de Buenos Aires- recordó en Twitter que en 2014 la ONU distinguió al programa de desarme civil argentino como el mejor del mundo y que años más tarde Bullrich afirmó que el pueblo debía armarse. Hubo, entre 2009 y 2015, 800 mil argentinos que se desprendieron de sus armas. "Estos son discursos antiguos, basados en formas de combatir el delito que son absurdas. Está demostrado científicamente que no tienen el menor resultado, que agravan la inseguridad. Cuando un delincuente armado entra a un hogar y ve que una persona toma un arma seguramente dispara. Está comprobado que de diez enfrentamientos en nueve casos muere el vecino. Y se sabe que los delincuentes se rearman. Además, la portación genera innumerables cantidad de homicidios no queridos y es un peligro por el tema del suicidio. No hay elemento en toda la ciencia que determine que es favorable", explica.

"La derecha nuestra es tan burra como colonizada. Incorpora todas las estupideces que generan los norteamericanos, como los de la Asociación del Rifle. Los gobiernos progresistas siempre promovimos el desarme, hicimos muchos congresos y Argentina era un país líder porque daba un incentivo económico por el desarme", añade. Desconfía que los discursos en favor de la portación de armas puedan penetrar en la sociedad argentina, porque "le tiene temor al arma".

También Rodrigo Pomares, coordinador del área de justicia y seguridad de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), plantea que las armas, en lugar de favorecer la seguridad, generan más letalidad. "Hace años distintos sectores vienen proponiendo en nuestro país hacer más livianos los mecanismos para el acceso y se viene promoviendo en lo discursivo el uso de las armas entre la población civil", dice. El reemplazo del Registro Nacional de Armas de la República Argentina por la ANMAC fue "un paso importante" porque plasmó "una mirada distinta" en torno al "posicionamiento estatal". "De alguna manera, se promueve el control y la disuasión en el acceso y no una política de desregulación. Sin embargo, los planes de desarme no han tenido la amplitud e intensidad que se requiere para que disminuya la circulación de armas", analiza.

Adrián Marcenac, papá de Alfredo Marcenac -asesinado a tiros en 2006 en plena avenida Cabildo- e integrante de la RAD, sostiene que "a veces son discursos para los medios, que después no se implementan". "Es llamativo que cualquier funcionario o político con responsabilidad o futuras responsabilidades escuchado en los medios tenga una visión tan simplista, porque detrás de cada arma hay una muerte, y muchas veces eso se olvida." También opina la referente de la Correpi, María del Carmen Verdú: "Estos sectores que favorecen mayores libertades para la adquisición de armas y defienden a los mal llamados justicieros que, en realidad, son vigilantes, son los mismos que te dicen que nos tenemos que parecer más a Estados Unidos, una sociedad transversalmente atravesada por todas estas políticas de odio, que no sólo tienen que ver con el racismo sino con todos los 'ismos' que se pasen por la cabeza".

Datos del país

"Si nos comparamos con Estados Unidos y estas tragedias recurrentes estamos en otro mundo. De cualquier manera, la tenencia de armas no es un tema menor, porque en los últimos siete años se ha adormecido el tema. De hecho, el programa de entrega voluntaria de armas está suspendido desde diciembre", indica Marcenac. El programa depende de la ANMAC. Tiene una vigencia de dos años que el Congreso debe renovar. Permite a la ciudadanía desarmarse voluntariamente y otorga por ello un incentivo económico. "Estamos seguros de que el Congreso lo aprobará. Pero parecería que estos problemas no son prioridad porque en la Argentina no hay matanzas masivas. Sí hay muertes silenciosas todos los días", sentencia.

De acuerdo a datos de la Red, el 51 por ciento de los homicidios dolosos en el país se produce por conflictos interpersonales entre civiles que adquirieron armas para sentirse más seguros. Los homicidios en ocasión de robo abarcan el 18 por ciento del total. "La mayoría son situaciones banales que terminan en tragedia, a nivel familiar, una discusión de tránsito, de fútbol, una callejera", describe Marcenac. Los datos sobre tenencia de armas son "complejos de calcular", aunque se estima que entre 3 millones y medio, 4 millones de armas están en manos de civiles. "La ANMAC tiene registradas alrededor de un millón y medio, la mayoría con licencias vencidas. Por cada arma se estima que hay una, una y media más que nunca fue registrada. En la ANMAC sólo un 10 por ciento está con los papeles en regla. Ninguno de los tres últimos gobiernos hizo algo al respecto", completa.

"Uno de cada cuatro femicidios en nuestro país es cometido con un arma de fuego. Aún cuando las mujeres no somos las usuarias ni las fabricantes ni las que comercializamos las armas sufrimos desproporcionadamente sus efectos", suma Romano. "El arma es un elemento simbólico propio de la masculinidad hegemónica, detrás de la idea del macho protector se esconde un sin fin de violencias ejercidas sobre las mujeres. Las armas no solo matan, también son elementos de coacción y amenaza constante."

"Hay todo un negocio en el que tienen intervención las fuerzas de seguridad, que es el tema del alquiler: podés alquilar un arma para usarla, con un precio que varía si está usada o no, la devolvés y se vuelve a alquilar. Es un negocio paralelo al de drogas, prostíbulos y desarmaderos. Una parte importante de las armas de particulares, sobre todo las de más alto calibre, son traficadas por las propias fuerzas", informa Verdú. Según datos de Correpi, el 95 por ciento de los femicidios en manos de fuerzas de seguridad son con el uso de arma reglamentaria. Y el 66 de los de gatillo fácil también, cuando los uniformados están fuera de servicio.


Tras la masacre en la escuela de Texas, el discurso del asombro

Horacio Cecchi, Periodista, editor en la sección Sociedad, en Página|12. Escritor de Mano dura, crónica de la masacre de Villa Ramallo y El ojo crónico, manual para aspirantes a cronista. Docente de la Carrera de Comunicación - UBA y del Master Derecho Penal y Problemas Sociales de la Universitat de Barcelona. Escribe en Página 12

"Luto y estupor", así se describen las reacciones de la sociedad estadounidense después de que 18 niños y 2 maestros fueran acribillados por un adolescente que llevaba un arma de asalto automática, con la que sembró horror y muerte hasta que fue baleado por la policía.

Estupor, "asombro o sorpresa exagerada que impide a una persona hablar o reaccionar." El de Texas fue el último de 213 tiroteos masivos desatados en EE.UU. en los 145 días que pasaron de este 2022, según la organización Gun Violence Archive. O sea, más de uno por día. Saldo: en ese período murieron baleadas 17.196 personas. No llegamos a mitad de año todavía. En 2021 los estadounidenses se sorprendieron 692 veces por la muerte a tiros de 20.920 personas. Con esos números, difícil creer que haya sorpresa y estupor. Mas bien parece que sorpresa, estupor, bandera a media asta forman parte del mismo discurso que establece como lógica que el chico que entró con un arma de asalto a la escuela era un "inadaptado".


La policía definió al autor de la última masacre como un "tirador solitario". ¿Qué soledad se puede suponer de alguien que imitó a 212 tiradores "solitarios" que lo anticiparon en menos de medio año? Difícil creer en la marginalidad de un joven, por más problemas de adaptación que pudiera tener, cuando el espacio social, la cultura a la que supuestamente no se puede adaptar confirma su plena adaptación: compró las armas lícitamente como las puede comprar cualquiera. Las anunció en las redes. Era uno más de los 213 que decidieron usar lo que la cultura fomentada por políticas específicas les provee como solución a sus problemas, pese a que la solución armada haya provocado más de 17 mil muertes. ¿Cuántas de esas muertes, incluso, habrán formado parte de familias que sostienen el uso de armas en la sociedad civil?

Mientras la sociedad estadounidense se debate con sus propios fantasmas, su presidente, Joe Biden, se pregunta "¿cuándo, por Dios, podremos enfrentar al lobby de las armas?". Enfrentar, una palabra complicada por los sentidos que literalmente dispara en el país del norte. Enfrentar al lobby mientras envía armas a Ucrania. El discurso del lobby de las armas llega a todas partes, y trasciende las fronteras de lo que se supone derecha rancia y extrema.

La promoción del uso de armas, en el nivel que sea, civil, fuerzas de seguridad, ejércitos, siempre va de la mano de los discursos de Estado, que funcionan alimentados por intereses en los que resulta prácticamente imposible deslindar lo político del negocio. Pero impacta en la sociedad, en su cultura. En lo que es posible para resolver problemas. Desde este Sur, no estamos ajenos.

Hace pocos días culminó el juicio por la Masacre de Napalpí. Durante las audiencias, historiadorxs e investigadorxs señalaron la participación de civiles armados y recordaron el clamor de los productores rurales del Chaco reclamando policías o en su defecto "armas" para defenderse de los malones.

Malones que solamente existían en el discurso estatal de extensión "patriótica" de fronteras y liberación de las tierras ocupadas secularmente por las poblaciones indígenas para la explotación latifundista. Claro, los malones resultaban amenazantes para justificar su exterminio. Buena parte de la sociedad creyó el discurso. De otra manera no habrían pasado casi 100 años para recién ahora desarticularlo públicamente.

Estamos a un Milei, a una Bullrich, de la cultura de Estados Unidos.

La fragilidad humana

“Lo humano” es tremendamente frágil. La vida en general es tremendamente débil respecto de su propia muerte. Temporalmente limitada. Socialmente impedida. Violentamente o no, todo individuo muere, pero la vida tiene su fortaleza en su capacidad de “comunicación”. En su posibilidad de replicarse a perpetuidad. Por eso en su debilidad individual radica la fortaleza común, en tanto que hace que las muertes pasadas nutran el aprendizaje para que haya menos muerte futura. Esta es la posibilidad que la razón humana adiciona a su propia identidad “humana” como distingo respecto al de otras expresiones vitales.

La comunicación consciente y racional permite a lo humano su perpetuación como especie. En tiempos donde la irracionalidad, el temor, la violencia, las pestes, las guerras, las armas, adquieren tanta relevancia, es claro que lejos de ser momentos de crecimiento civilizatorio, son tiempos de retroceso a barbaries que creímos superadas y aprendidas. Pero al parecer, también en las capacidades que nos hace “humanos” elegimos la barbarie a la sabiduría, la violencia a la razón, lo individual temeroso y frágil a lo común cuya fortaleza es mucho mas robusta y si fundada en el conocimiento y la comunicación, alcanza esos objetivos civilizatorios de reducir los conflictos y los sufrimientos a expresiones mínimas y vivir la mejor vida que nos sea posible.

Nadie se salva solo. Que cada quién haga su parte.


Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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