LOS PRECIOS COMO EJERCICIO DEL PODER EN TIEMPOS DE PANDEMIA Y GUERRA

Temas del día:

  • FMI,

  • Crisis climática,

  • Pandemia,

  • Guerra,

  • Grieta,

  • soberanía y territorio,

  • identidad nacional y el sentido común como sentido popular o voz de amo de las elites.

A lo largo del texto, si decide honrarme con su tiempo dispensado a la lectura, recorreremos un camino posible en estas bítacoras de viaje, respecto a como pensamos la realidad y como tomamos decisiones que afectan tanto nuestra vida individual como las de las comunidades y pueblos, que querámoslo o no, integramos y afectamos y somos afectados de diversas maneras.

Las relaciones que no pensemos, las pensarán otros y nos impondrán sus relatos dejándonos a expensas de nuestros propios engaños para justificar intereses y haceres que no queremos cuestionar o que se nos cuestionen, haciendo esta realidad, que si la percibimos conflictiva, compleja y problemática, debería interperlarnos ¿Cúal es mi parte?

FMI.

El pasado viernes el Senado aprobó el proyecto de acuerdo con el FMI y lo convirtió en ley. Ahora deberá tratarlo el directorio del FMI: el organismo sostuvo que hará “todo lo posible” para cumplir con los tiempos. La semana que viene hay vencimientos de deuda por 2.800 millones de dólares. Un grupo de senadores oficialistas que no apoyó el proyecto compartió un comunicado donde explicó las razones de su rechazo. El senador Oscar Parrilli publicó la inserción de su discurso, en la que hizo críticas durísimas al acuerdo: “Es el mayor error que está cometiendo nuestro gobierno”, sostuvo.

El FMI es un producto argentino

Por Ricardo Aronskind, conomista y magister en Relaciones Internacionales, investigador docente en la Universidad
Nacional de General Sarmiento, en “La Tecla Ñ


El FMI es indefendible.

Fue creado al final de la segunda guerra mundial, cuando el capitalismo entraba en su período keynesiano, y su función era acotada a ayudar a países que tuvieran transitoriamente problemas de balanza de pagos, dándoles financiamiento de corto plazo para que sus problemas particulares no se transformaran en problemas de todo el sistema económico mundial. Una vez superado el desequilibrio externo, el FMI se iba.

Pero con la mutación del capitalismo global hacia el neoliberalismo, el FMI asumió funciones mucho más importantes y amplias para acelerar el proceso de globalización a favor del capital financiero de los países centrales. Hizo de verdadero “abrelatas” de las economías periféricas, obligándolas a conectarse con el mercado financiero mundial, desregular su sistema bancario interno, abrirlo a la inversión de la gran banca internacional, y transformarse en partes muy rentables del gran casino mundial que estaba promoviendo Estados Unidos y sus países aliados.

Por otra parte, el FMI es básicamente la expresión de los intereses de los Estados Unidos y sus aliados europeos y japoneses, que tienen mayoría para manejar al organismo con comodidad. La fuerza política del FMI deriva de las grandes potencias que están detrás, avalando con su poder diplomático y económico lo que el organismo exige (a los países periféricos solamente).

Si el FMI tuviera el mismo respaldo que Médicos sin Fronteras, a nadie le importaría.

Y desde ya que estas naciones centrales tienen una noción muy precisa sobre cómo desean que esté configurado el orden internacional, y las jerarquías que en ese orden le corresponden a los diversos estados. El FMI, por consiguiente, contribuirá a la configuración de ese orden, utilizando nada más y nada menos que el poder condicionante de las finanzas.

Una vez dicho esto, consideramos una necesidad política entender por qué el FMI se ha transformado en un actor tan importante en la vida Argentina desde 1976 para acá.

FMI ¿causa o consecuencia?

La relación con el FMI es un resultado de la 
historia nacional, no su inicio.

El actual acuerdo con el FMI no es una “refundación” de la Argentina, sino la desembocadura de un largo período de retroceso nacional promovido DESDE ADENTRO de nuestro país. No es el Fondo el que nos llevó a la actual postración, sino que el Fondo ha servido para la realización de estrategias políticas domésticas que subdesarrollan a nuestro país. Y hoy también es así.

El FMI en la Argentina es producto de la política local, no de una invasión externa que nos obligó a someternos. El FMI nunca llegó a la Argentina de la mano de una flota extranjera, o de una intervención forzada por potencias extranjeras. El FMI es sistemáticamente convocado por fuerzas políticas locales, que de una forma u otra llegaron al gobierno y ejercen el poder, tanto vía golpes militares como por estafas electorales: jamás anunciaron que lo van a convocar.

Entender esto es empezar a reorganizar no sólo nuestra comprensión de la trayectoria que ha venido siguiendo nuestro país, sino a pensar formas más efectivas para que pueda concretarse en algún momento un NUNCA MÁS al FMI.

Queremos partir de algunos elementos que nos parecen evidentes:

Es claro que el FMI no ha sido convocado nunca por gobiernos que intentan representar los intereses nacionales.

También sabemos que las políticas del FMI, representan un punto de confluencia entre intereses locales e intereses internacionales. No son exclusivamente intereses “externos” a los de los actores locales.

No es cierto que las políticas del FMI sean rechazadas por todo el arco político social, ni que afecten negativamente a “todos los argentinos”.

¿Cuánto de los acuerdos que se firman con el FMI son producto de las rutinas burocráticas fondomonetaristas y en qué medida recogen también las demandas y ambiciones de grupos de poder local?

¿Acaso los planes del FMI dañan a todo el país por igual, o sólo a los sectores populares, empresarios nacionales y sectores ligados al desarrollo del mercado interno?

 

Hoy, en la Argentina actual, en la que opera una derecha política y económica cada vez más desinhibida y que expresa con bastante brutalidad sus ideas, ya es imposible seguir ignorando una realidad: la derecha local tiene una total coincidencia programática con el FMI. Incluso a veces excede las recomendaciones del organismo en cuanto a primitivismo social.

Todas las políticas fondomonetaristas orientadas a achicar el estado, a debilitar al polo del trabajo, a desbaratar la industrialización y el desarrollo tecnológico nacional, a extranjerizar áreas estratégicas de la economía, a transformar en negocios a los derechos fundamentales, cuentan con el pleno y completo aval de la derecha local.

En el caso del acuerdo anunciado recientemente, hasta hubo sectores locales que se quejaron ¡de la blandura del FMI! Son aspirantes a reemplazar al macrismo “por derecha”, economistas “liberales” financiados e impulsados por sectores del poder económico local.

¿Cómo podrían estos sectores locales estar en contra de las reformas estructurales, si disfrutaron de ellas en los noventa, con las privatizaciones, la apertura importadora, el dólar barato, las jubilaciones privatizadas, la mercantilización de la salud y de la educación, y cuanto negocio se les suministró desde el Estado?

Claro, son políticas tan nocivas que terminan en graves crisis políticas internas y profundos cuestionamientos sociales. En ese momento es cuando hace falta llamar a la “caballería” del exterior.

El FMI como un jugador local más

Pero queremos ir un poco más lejos: estos sectores internos no sólo coinciden con el FMI, sino que el FMI, en términos de la disputa de intereses locales, es un extraordinario refuerzo POLÍTICO en las pujas que se establecen en la arena política local.

El FMI, al presionar a gobiernos que no coinciden con los objetivos de los sectores dominantes locales a hacer las políticas que estos sectores quieren –o a acotar o abandonar sus objetivos transformadores- juega un papel político extraordinario en la política nacional.

Al FMI se lo presenta como un factor “externo”, que “nos obliga” a hacer cosas que “se les ocurrieron a ellos”, cuando en realidad es UN REFUERZO traído de afuera para dar mayor soporte a las ambiciones de fracciones de poder económico local.

El FMI opera como un reaseguro fundamental para que continúen las políticas anti-desarrollo y de negocios privados, aun cuando cambie el signo político de los gobiernos.

Argentina presenta la particularidad de ser un país que no pudo ser íntegramente colonizado por el neoliberalismo global en sus instituciones, sus partidos políticos y en el pensamiento general de la población.

Por eso es importante que, más allá de quien gane las elecciones y ejerza el poder democráticamente establecido, haya una parte fundamental de las decisiones públicas SUSTRAÍDA de lo que se ha votado. Nada más y nada menos que las políticas económicas, que condicionan las políticas sociales, científicas, industriales, etc.

Esto se vio muy claramente cuando se derrumbó la dictadura cívico-militar de 1976: la dictadura se tuvo que ir, pero los condicionantes de deuda externa, que obligaron a recurrir al FMI como forma de evitar un default, llevaron a que el primer gobierno democrático tuviera que asumir enormes limitaciones de política económica.

Pero además llevó a que el gobierno de Alfonsín debiera tratar con el mismo poder económico que había sostenido la política de ataque a la industrialización y de promoción del endeudamiento del ministro Martínez de Hoz. A ese poder económico, llamado hacia el final de la dictadura “la patria financiera” y la “patria contratista” debió respetarlo y tratar de adaptarse a sus demandas.

Estar bajo las condicionalidades del FMI llevó a no investigar las características de la deuda tomada durante la dictadura, y a consagrar la impunidad del poder económico corresponsable de las políticas de represión y exterminio.

Siempre, subyacente, la amenaza del default, momento a partir del cual se desata el caos económico interno, la conmoción social, y el derrumbe de las autoridades políticas de turno, hasta que pueda llegar alguien con el suficiente poder político (y de fuego) para poner bajo control la situación.

Un caso de estudio: el macrismo

Del reciente período de gobierno macrista, 
contamos con muchos elementos 
históricos para reconstruir cómo ocurrió.

De por sí el macrismo debió parte de su llegada al poder de la lucha de desgaste, sistemática y muy bien organizada a nivel internacional ejecutada por los fondos buitres contra el gobierno de Cristina Kirchner, que precisamente intentó cerrar todos los litigios con las finanzas internacionales que había heredado.

Los buitres no sólo trabaron esa posibilidad, sino que lograron la complicidad de los tribunales norteamericanos, y de la propia presidencia de los Estados Unidos, encabezada por Obama. Fue el gobierno norteamericano el que rechazó la opción disponible de presentarse en el juicio para frenar un fallo aberrante que ponía patas para arriba todo la lógica del salvataje de empresas o países. Los buitres, mostraron su capacidad para condicionar tanto a los jueces, como a la política norteamericana. El efecto para nuestro país fue que se generó artificialmente una asfixia financiera que limitó los últimos años del gobierno de Cristina Kirchner, poniendo esa gestión bajo la amenaza del golpe de mercado interno. Buitres y especuladores locales de la mano, asociados, apostando en contra y dañando a un gobierno popular.

Macri es entonces también hijo de esa circunstancia.

El gobierno macrista abrió las compuertas de par en par a los fondos de inversión internacionales, que vinieron a aprovechar que un gobierno amigo les presentaba servidos en bandeja negocios casi garantizados, para entrar con sus fondos, ganar altos intereses –que no se consiguen en el primer mundo-, y salir cuando quisieran.

Esa fue una POLÍTICA CENTRAL del macrismo, poco visualizada porque hubo muchas otras cosas en juego y muchos actos simbólicamente aberrantes.

A comienzos de 2018, el panorama financiero internacional cambió y la Reserva Federal empezó a abandonar la política de tasa de interés cercana a 0. Los mismos fondos que estaban ganando en Argentina decidieron no seguir poniendo plata en el país, y todo el esquema armado por el gobierno macrista –esquema rentista totalmente desvinculado de la producción de riqueza genuina- se empezó a desmoronar.

En ese momento, Macri convocó al FMI para que suministrara los fondos destinados a facilitar que los grandes inversores privados internacionales abandonaran al país sin sufrir pérdidas cambiarias importantes, y para vender divisas aun baratas a los grupos locales, que también olfatearon la crisis financiera por exceso de timba que promovió el macrismo.

Estados Unidos avaló, porque si alguien tiene poder de lobby sobre cualquier gobierno norteamericano son los financistas internacionales. Pero además porque también se apuntaba a dos objetivos norteamericanos permanentes en relación a la Argentina: ayudar a que un gigantesco descalabro no se produzca bajo la gestión de un gobierno subordinado (en ese caso Macri), pero además, por la magnitud del préstamo, tener capacidad para condicionar a nuestro país ya no en el corto plazo, sino en el mediano plazo, independientemente de quien gobierne.

Aquí es fundamental visualizar la relación estrecha, profunda, que hay entre actores locales e internacionales. Entre capitales locales e internacionales. Entre negocios locales e internacionales. Entre coincidencias políticas e ideológicas locales e internacionales.

En este juego el FMI es un subproducto de otros actores más importantes, que coinciden en hacer negocios con nuestro país, manteniéndolo en una situación de constante dependencia y subdesarrollo.

Como se comprenderá, en este juego la democracia está de adorno, vaciada de contenido sustancial. El voto popular queda devaluado como forma de ordenar las políticas públicas. El poder fáctico toma la pomposa forma institucional de “Acuerdo con el FMI”, avalado por las grandes potencias.

Conclusiones:

Se comprende la furia y frustración que nos genera a numerosxs argentinxs la reiteración de la llegada del FMI.

Pero creemos que se pone un énfasis exagerado en la presencia de un organismo que no es otra cosa que la expresión de un proyecto político interno, de dominación y control de nuestro país, a punta de pistola financiera. El FMI no debe llevar a invisibilizar el problema de fondo.

La incapacidad de la cúpula empresarial local para ofrecer a nuestra sociedad un proyecto económico viable y aceptable, los lleva a reforzar su control coercitivo con la ayuda del FMI que contribuye a maniatar a gobiernos que no les responden plenamente (Alfonsín, Fernández).

Se entiende más aun, en la perspectiva histórica, lo que hizo Néstor Kirchner cuando aprovechó un buen momento exportador argentino para saldar en 2005 la deuda completa con el FMI, que en ese momento no era impagable. Eso le permitió sacar al Fondo de la arena política argentina, debilitando así el bloque de poder local que se le oponía. Esa acción, más que una dimensión económica, tuvo un impacto político notable, porque CAMBIÓ la CORRELACIÓN de FUERZAS a favor de las políticas populares.

Pero entonces, sería mucho más importante empezar a pensar cómo enfrentar a ese proyecto local, empobrecedor y extranjerizante, que es el que tiene vigencia permanente, más allá de la presencia o ausencia del FMI. El FMI es claramente el subproducto de la lucha interna por el proyecto de país. Su presencia es sólo la constatación de quien va ganando en la puja interna, pero también de la incapacidad de esa elite local por asentar su control sobre el país ofreciendo logros concretos.

Bien lo supo Cristina Kirchner que, liberada de las ataduras del Fondo, tuvo que enfrentar un ataque y boicot sistemático contra su gobierno, por el hecho de tener una política económica inclusiva y una política exterior autónoma.

No es el Fondo el problema.

Es el proyecto neoliberal globalizante de la elite argentina.

Crisis climática.

Entre ayer y hoy se lleva a cabo una asamblea nacional sobre crisis climática en Mar del Plata con la participación de más de 100 intendentes de todo el país y representantes de la ONU y la Unión Europea. En el encuentro se realizará un balance de los proyectos en curso enfocados en la mitigación y adaptación y se definirán estrategias futuras. Los temas que se discutirán incluyen la eficiencia energética en edificios municipales, la descarbonización de la economía y la transversalización del enfoque de género en la planificación climática.

Pandemia.

Hoy la OMS tiró una nueva pálida: “Estamos en medio de la pandemia”, afirmó una representante. El organismo remarcó que, después de un mes de descenso de casos, los contagios empezaron a aumentar a nivel global la semana pas da. “Los casos que estamos viendo son solo la punta del iceberg”, había dicho su director esta semana. *Meme del perrito envuelto en fuego*. Hablando de la pandemia, La Plata dispuso que el uso del barbijo será optativo en espacios y transporte públicos y dependencias municipales, medida que fue duramente criticada por el gobierno bonaerense. Además, CABA anunció que dejará de ser obligatorio para alumnos en las escuelas.

Ucrania.

En una videollamada de menos de dos horas, Joe Biden y Xi Jinping conversaron sobre la guerra, por primera vez desde que empezó. El presidente estadounidense advirtió a su homólogo chino sobre las “implicaciones y consecuencias” para su país si ofrece “apoyo material” a Rusia. Xi sostuvo que “el conflicto y la confrontación no le interesan a nadie” y afirmó que los dos países tienen que “encauzar sus relaciones por el camino correcto” y “trabajar por la tranquilidad y estabilidad mundial”. Ya son 6,5 millones los desplazados internos en Ucrania según la ONU.  (Cenital)

Guerra en Ucrania, gas en Argentina

 Juan José Carbajales, Director del Posgrado
 en Energía y Sostenibilidad de la Facultad de Derecho (UBA)
 – Fue Subsecretario de Hidrocarburos de la Nación en 2019/2020. -

Europa consume 500.000 millones m³ al año de gas y el 40% procede de Rusia. Durante décadas hemos ha sido un socio confiable, incluso ahora Gazprom cumple sus compromisos. Pero, tras las acusaciones infundadas contra Rusia, tenemos todo el derecho a tomar represalias”, dijo esta semana el ministro de energía Alexander Novak. La invasión de su país a Ucrania y las reacciones de la Unión Europea pusieron de relieve en la agenda global la cuestión del gas natural. Para entender la implicancia del factor energético en el orden mundial y sus impactos en nuestro país, comencemos por analizar algunos datos sistémicos.

La matriz energética mundial primaria está caracterizada por un consumo de 31,2% de petróleo, 27,2% de carbón, 24,7% de gas y una penetración de solo 5,7% de energías renovables, frente a un aporte hidro de 6,9 % y nuclear de 4,3% (BP 2020). El crecimiento de la producción de gas de Estados Unidos, tras el boom del shale, ubicó a esa potencia como el mayor productor global, desplazando a Rusia. Hoy Estados Unidos explica casi un cuarto de la producción mundial de gas. En cuanto al consumo, Estados Unidos y Rusia también encabezan el ranking, pero el dato destacable es que Alemania ocupa el 8° lugar.

A lo largo de las últimas dos décadas, se ha registrado un importante crecimiento de las exportaciones, asociado al crecimiento del consumo. Por causa (y no a pesar) de la transición energética, la demanda de gas tenderá a crecer. Dentro del gas, la demanda de gas natural licuado (GNL) registró un aumento aún mayor. Las exportaciones a nivel mundial de este fluido se incrementaron de manera significativa y su participación sobre el total de las gasíferas alcanzó 38% en 2019 (IGU 2021). Aunque Asia Pacífico es la principal región exportadora, el fuerte crecimiento de exportaciones estadounidenses posicionó a su región como la 3° exportadora (con 13% del total). Junto con Rusia (8%), son los países que más expandieron la producción de gas. En cuanto a importaciones, Asia Pacífico, Asia y Europa lideran las compras. En capacidad de licuefacción Estados Unidos es el principal y el que más crecerá (1) y dos tercios de sus ventas de gas tienen destino europeo. En capacidad de regasificación llamativamente Alemania está a la zaga europea, lo que le significa un gran desafío, como veremos. Y antes de esta crisis ya se esperaba un aumento en la demanda mundial de gas natural licuado de 90% para 2040 (Shell 2022).

Rusia-Europa

En este marco se inscriben las tensiones entre Rusia y Europa por causa de la provisión de gas a través de gasoductos, algunos de los cuales atraviesan el territorio de Ucrania y son controlados por empresas rusas (Gazprom y Rosneft).

Como se sabe, Europa depende en un 41% del gas ruso, y Alemania en un 55% (por causa, entre otras, de la presión “verde”) (2) Esta dependencia resulta cada vez más apremiante dado que los precios futuros del gas han aumentado 10 veces en Europa en un año (en España, por ejemplo, el costo de generación eléctrica se disparó de manera astronómica). Aunque antes de que se desatara la guerra en Ucrania los países europeos han ido constituyendo tantas reservas como era físicamente posible, y aunque ahora están recurriendo a medios alternativos para atender las necesidades de calefacción y generación eléctrica, lo hacen a costa de validar precios altísimos. Estados Unidos, Qatar, Arabia Saudita, y los vecinos Argelia y Egipto, se preparan para ser los principales proveedores del gas que no llega desde Rusia.

Al comienzo de la guerra, la OTAN evitó aplicar sanciones relativas a transacciones energéticas. Este simple dato refuerza la relevancia de la cuestión para Europa. Pese a ello, grandes petroleras como BP, Exxon, Shell y Wintershall anunciaron el abandono o retiro de nuevas inversiones en Rusia. Y Alemania suspendió el proceso de aprobación del gasoducto NordStream II, que atraviesa el mar Báltico. La construcción de sus 2.640 kilómetros demandó más de 10.000 millones de dólares, financiado por Gazprom y cinco empresas europeas. El volumen que es capaz de transportar (55 MMm3/d) es de vital gravitación para Alemania.

Incluso desde antes de la invasión, Estados Unidos se venía oponiendo al gasoducto, para avanzar en el objetivo que finalmente la invasión parece haberle permitido concretar: convertirse en el gran proveedor de gas de Europa. Pero Washington teme, a la vez, que una prolongación del conflicto instale un barril de petróleo en torno 130 dólares, el nivel más alto desde 2008, y presione la inflación mundial. Recordemos que Joe Biden enfrenta elecciones legislativas en noviembre y que la inflación es una de las principales preocupaciones económicas.

Daleep Singh, asesor adjunto de Seguridad Nacional del presidente estadounidense, lo explicó en estos términos: “Cuando se trata de energía, esta es la única área en la que Rusia tiene una importancia sistémica en la economía global. Sabemos que es el segundo mayor productor de gas y petróleo del mundo. Pero no vamos a hacer nada que cause una interrupción involuntaria en el flujo de energía, ya que la recuperación económica mundial aún está en marcha”. No obstante, al parecer la presión del Congreso pudo más pues Biden acaba de anunciar el corte a las importaciones de petróleo ruso. Antes había liberado 50 mil millones de barriles de reservas estratégicas de crudo y subido la presión a la OPEP+ para que aumente la producción (que no logró más allá de una cautelosa respuesta de solo 400 mil b/d). Hasta ahora, esto no dio resultados en los mercados petroleros, de los cuales Estados Unidos depende fuertemente a pesar de su agenda ambiental y de los llamados a no financiar nuevos proyectos fósiles.

La Agencia Internacional de Energía (AIE) le sugirió a la UE un plan de 10 acciones tendiente a reducir la dependencia del gas ruso ( 3) El programa contiene medidas cuyos impactos pueden ser importantes, como reducir dos tercios de las importaciones en un año. Pero el dato más llamativo es la traducción implícita de estas recomendaciones, que implica poner un impasse a la transición ambiental y recurrir al gas y la energía nuclear por un tiempo más. En este sentido, la primera en asumir la nueva situación fue precisamente Alemania, que anunció compras de gas natural licuado por 1.500 millones de euros para almacenamiento, y que avanzará en la construcción de dos plantas de regasificación. Roberto Habeck, ministro de Economía y Protección Climática, incluso afirmó que la opción por el carbón sigue presente: “A corto plazo, puede ser que, como precaución y para estar preparados para lo peor, tengamos que mantener las plantas que funcionan con carbón en espera, y tal vez incluso dejarlas operar”. El canciller alemán, Olaf Scholz, afirmó que las importaciones de energía fósil procedentes de Rusia son “esenciales para la vida diaria de sus ciudadanos y que el suministro de energía en Europa para la producción de calor, movilidad, electricidad e industria no puede garantizarse de otra manera en este momento”. La seguridad y resiliencia del abastecimiento parecen ser la prioridad, incluso frente a la transición energética.

Impactos en Argentina

La matriz primaria argentina está dominada en un 87% por combustibles fósiles. El gas representa 59%, proveniente de varias cuencas productivas con una creciente participación de las reservas no convencionales de Vaca Muerta. ¿Qué potencialidad tiene esa roca madre? Se estiman recursos de shale gas por 308 Tcf, lo que constituye la segunda reserva mundial y alcanzaría para 200 años de demanda interna. Según la consultora Rystad (4) Vaca Muerta es el yacimiento no convencional que más está creciendo en el mundo. Más de 60% de la energía argentina se genera con gas y menos de 1% con carbón.

En este marco se inscribe nuestra realidad productiva, caracterizada por programas federales de estímulo al gas. El más reciente es el “Plan Gas.Ar 2020-2024” (Decreto 892/2020), herramienta de gestión surgida en plena pandemia como resultado de una decisión política que respaldó un proceso de negociación multinivel con la industria y las provincias productoras. Su objetivo fue generar un marco de fijación de precios de largo plazo que se tradujera en compromisos de inyección para abastecer la demanda de hogares y usinas durante los próximos cuatro años, considerando la infraestructura existente. La clave radicó en un trípode virtuoso: diagnóstico técnico certero, articulación sinérgica con el sector privado y decisión política.

El diagnóstico detectó dos problemas: la necesidad de revertir el creciente declino y la imposibilidad de trasladar los costos del gas en la población, golpeada por la crisis económica y empobrecida por la pandemia. La baja en la producción era una gran preocupación. La oferta de gas barato y la falta de ajuste semestral de tarifas, profundizada por el congelamiento pos-PASO, habían provocado una marcada caída de la producción. El resultado fue que en 2020 la producción total de gas cayó 12% y, para los meses de invierno, 15%. De persistir esa situación, dadas las características geológicas de los yacimientos no convencionales, se preveían mermas del 15% acumulativas.

La Secretaría de Energía estimó que el plan permitiría ahorrar, a lo largo de cuatro años, recursos fiscales y, decisivamente, divisas por 8.664 millones de dólares (cifras equivalentes a la ayuda económica que el Estado destinó para paliar los efectos de la pandemia en todo 2020). Un ahorro calculado con un GNL a 4,50 dólares, hoy una quimera. El precio de estímulo no consistió en una fijación unilateral y única, sino que cada productor ofertó un valor determinado por cuatro años, con competencia por cuenca. Mientras que en los planes anteriores (como la Resolución 46 del 2017) el precio oscilaba entre 6 y 7,50 USD/MMBTu, el Plan Gas.Ar validó un precio promedio de 3,53 dólares. Dado el aumento de los precios internacionales disparado por la guerra en Ucrania, se trata de un valor muy conveniente.



El programa no exigió niveles crecientes de producción, dado que no existía capacidad de transporte desde Cuenca Neuquina. La demora en la construcción de un nuevo gasoducto (luego del fracaso de los PPP en 2018) ponía un freno a las posibilidades de expansión. Otra novedad fueron los permisos de exportación en condición firme estival, que tomaron en cuenta que en el mercado local la demanda está fuertemente marcada por la estacionalidad. En invierno, la demanda de gas de los hogares llega a triplicarse. El pico de consumo durante el frío genera excedentes en verano que desafían la viabilidad económica de los proyectos e induce a desarrollar otros mercados en los meses cálidos (5)

¿Qué impacto tuvo el Plan Gas.Ar? Los resultados muestran un sobrecumplimiento de los compromisos de inyección y hasta niveles récord de producción: los 100 MMm3/d que era el objetivo principal, y hasta adicionales de invierno y excedentes para el sistema eléctrico. Además, la diferenciación por estación permitió el desarrollo del mercado de exportación en firme a Chile y un dato singular: YPF logró aumentar su producción de shale gas en Vaca Muerta de manera asombrosa, más de 225% en 9 meses. En 2021 la producción local de gas aportó a la generación eléctrica 9,3 MMm3/d de gas equivalente, hasta un tercio más económico que los líquidos importados.

A pesar de estos avances, en un contexto de menor importación de gas desde Bolivia (que, en paralelo, firmó contratos con Brasil bajo una fórmula móvil para aprovechar los altos precios internacionales) y ante una crisis hídrica sin precedentes en las cuencas del Comahue y Paraná, la producción gasífera es solo un paliativo. No alcanzará a evitar, debido a la condición de estacionalidad de nuestra demanda prioritaria, que las compras de gas para este invierno sean significativas. Lo cual es una pésima noticia ante la escalada global de precios y la desesperación de Alemania por procurarse cada barco de GNL como sea posible. El lanzamiento de la construcción del gasoducto troncal Pte. Kirchner es una respuesta a esta coyuntura.

La pregunta clave: ¿a cuánto importaremos? Aunque en 2020 el gas natural licuado fue importado a 3,5 USD/MMBTu y a 8,33 en 2021, para el invierno de 2022 los futuros rondan hoy los 40 dólares. Según la consultora E&E 6 Argentina necesitará entre 3.200 y 4.800 millones de dólares según el escenario se estabilice en 20 o en 30 USD/MMBTu. A esto se suma un aumento del 10% en la cantidad de buques metaneros: serán 62 este año y ya se está en tiempo de descuento para conseguirlos. Esto eleva la necesidad de subsidios energéticos, según el consultor Daniel Gerold, a la friolera de entre 10.000 y 14.000 millones de dólares, lo que probablemente haga necesario en el invierno cortar el suministro a industrias y, de escasear el gas licuado, también al sistema eléctrico. Otra tormenta que se suma al panorama de las tarifas.

Y una apostilla final sobre el debate producción vs. ambiente. La transición energética nos interpela a través de tres metas de desarrollo sostenible: garantizar el acceso universal a energía asequible y confiable, aumentar las energías renovables y mejorar la eficiencia. Hoy el discurso global se enfoca en la reducción de emisiones, pero ante las deudas sociales de un país de ingresos medios como Argentina, se impone otra prioridad: centrarnos en la meta de tener energía accesible para la población a precios económicos y de manera confiable (que no se corte)7 El mundo hoy nos está recordando una lección: sin seguridad de suministro a precios afrontables por los consumidores –y las cuentas del Estado– la transición ambiental tiende a demorarse. Seguir apostando al gas argentino es una respuesta virtuosa ante la crisis europea.

Serguéi Lavrov, el mensajero de Putin

Martín Baña, doctor en Historia 
por la Universidad de Buenos Aires (UBA). 
Actualmente se desempeña como profesor adjunto 
a cargo de la cátedra de Historia de Rusia 
en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, 
como docente en la Licenciatura en Historia 
de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) 
y como investigador adjunto 
en el Consejo Nacional de Investigaciones Cientí cas y Técnicas (Conicet).
 Es autor de Una intelligentsia musical. 
Modernidad, política e historia de Rusia 
en las óperas de Musorgsky y Rimsky-Korsakov (1856-1883)
 (Gourmet Musical, Buenos Aires, 2017) 
y coautor de Todo lo que necesitás saber sobre la Revolución Rusa
 (Paidós, Buenos Aires, 2017). Escribe en Nueva Sociedad (NUSO)

Hace casi dos décadas que la política exterior rusa tiene el mismo rostro: el de Serguéi Viktorovich Lavrov. Su corporeidad robusta y estética old style quedaron asociados a los años en los que Rusia amplió su capacidad militar, se probó en la guerra de Siria y finalmente, se lanzó a la invasión de Ucrania. Su propia vida sintetiza la transición entre la antigua potencia del «socialismo real» y el país actual, gobernado con mano de hierro por Vladímir Putin.

De padre georgiano con ancestros armenios y madre rusa, Lavrov nació en Moscú en 1950. En la biografía oficial que aparece en la página de internet del Ministerio de Asuntos Externos de Rusia se lo define como russky8, lo cual resalta su origen étnico y cultural y no tanto su pertenencia legal, que es lo que expresaría el término rossianin, matiz que en castellano se pierde ya que ambas palabras se traducen como «ruso». Lavrov forma parte de lo que Alexei Yurchak bautizó como la «última generación soviética», aquella que creció convencida de que la Unión Soviética duraría para siempre y que, sin embargo, no se sorprendió cuando se disolvió casi de un día para otro (Alexei Yurchak: Everything was Forever, Until It Was No More. The Last Soviet Generation,  Princeton University Press, Princeton, 2005.). La entrada de Lavrov a la carrera diplomática comenzó, de hecho, en los días en los que Leonid Brezhnev se afirmaba en el poder y el petrificado socialismo tardío parecía navegar en las aguas del estancamiento. Luego de cumplir diversos roles diplomáticos, Vladímir Putin lo nombró, en 2004, Ministro de Asuntos Externos de la Federación Rusa. Desde entonces, permaneció en el cargo y se acercó lentamente al récord que ostenta el patriarca de las relaciones internacionales soviéticas, Andrey Gromiko, quien se mantuvo en su puesto durante más de 25 años.

Lavrov es un producto natural de la formación de burócratas soviéticos. Se graduó en el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú en 1972 e inmediatamente comenzó a trabajar en el servicio diplomático. Su primera misión importante lo encontró en la embajada soviética en Sri Lanka, donde perfeccionó su manejo del cingalés, uno de los idiomas que domina además del ruso, el inglés y el francés. Allí operó como asesor y fue también intérprete del entonces embajador Rafiq Nishonov, quien más tarde sería primer secretario del Partido Comunista de Uzbekistán. De regreso en Moscú en 1976, ocupó diversos cargos en el ministerio hasta que en 1981 fue enviado como miembro de la delegación soviética ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, donde permaneció durante siete años.

La disolución de la Unión Soviética encontró a Lavrov trabajando en Moscú, en lo que ahora se conoce como Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa. En 1994 regresó a Nueva York para desempeñarse como representante de su país ante la ONU, y presidió en diversas ocasiones el Consejo de Seguridad. A pesar de ser un posible candidato para reemplazar a Evgueny Primakov para el cargo de ministro de asuntos exteriores en 1998, su nombramiento tuvo que esperar hasta 2004, cuando fue convocado por Putin para que reemplazara a Ígor Ivanov, sucesor de Primakov y un gran opositor tanto a la intervención de la OTAN en Yugoslavia como a la invasión estadounidense en Irak. Desde entonces, Lavrov se ha desempeñado como canciller.

La llegada de Evgueny Primakov a la Cancillería marcó un quiebre con la política exterior rusa de los primeros años post-soviéticos, que se había subordinado a las resoluciones de Estados Unidos y Europa. La amenaza que conllevaba la expansión de la OTAN hacia los territorios del antiguo bloque socialista y el objetivo de reponerse de la humillación que significó la pérdida del lugar de superpotencia luego de la disolución de la Unión Soviética en 1991, junto con el declive de Boris Yeltsin y sus consejeros más occidentalistas, condujo una nueva política exterior. La meta de Putin fue lograr la independencia de las potencias occidentales en la toma de decisiones a partir del fortalecimiento del rol del Estado. Así lo expresó Lavrov en 2006: «Para nosotros, esta autonomía es una cuestión clave y vamos a continuar actuando sobre esa base tanto en el país como en la arena internacional» (Jeffrey Mankoff: Russian Foreign Policy. The Return of Great Power Politics, Rowman & Littlefield Publishers, Lanham, 2009, p. 16.).

La intervención de la OTAN en Yugoslavia en 1999 fue la gota que rebalsó el vaso y la nueva dirigencia a cargo de la Cancillería se puso como objetivo recuperar el control de un área de influencia que históricamente se había considerado reservada a Rusia. Las llamadas «revoluciones de colores», así como las invasiones estadounidenses de Irak y Afganistán, reforzaron la idea de que Rusia debía jugar un rol de importancia en el mundo y romper con la unipolaridad que pretendía ejercer Estados Unidos, haciendo valer rasgos heredados de la vieja Unión Soviética. Putin sabe, y lo recuerda cada vez que puede, que Rusia es una potencia que cuenta con armas nucleares. Pero el presidente ruso también apela a elementos sacados del pasado imperial. No se puede entender la conducta de Lavrov si no se comprende primero la necesidad del putinismo de reponer el lugar de Rusia el el concierto global o incluso la idea de restaurar un mundo ruso –russky mir –que unifique y proteja a todos aquellos que forman parte de esa comunidad lingüística y cultural. Gran parte de la política exterior rusa está guiada por esta idea de una civilización dividida y amenazada por fuerzas foráneas, especialmente las que provienen de Occidente, que relativiza las fronteras y sueña con una integración entre quienes viven en el territorio ruso y los rusoparlantes desperdigados por el planeta.

 

A diferencia de otros funcionarios del gobierno de Putin, que provienen de su grupo de amistades forjado en su ciudad natal de San Petersburgo (como el mencionado Medvedev), Lavrov no forma parte del círculo rojo del presidente y, en ese sentido, no parece tener el mismo peso a la hora de decidir la política exterior, como sí pueden haberlo tenido Serguéi Ivanov o Serguéi Prijodko. Eso no impidió, sin embargo, que le regalara a Putin una estatua de bronce tamaño natural de Mahatma Gandhi para su cumpleaños número 63, recordando una entrevista de 2005 en la que el presidente respondió a los medios occidentales que le cuestionaban su falta de democracia que «luego de la muerte de Gandhi no hay nadie más a la izquierda con quien hablar»(Mikhal Zygar: All the Kremlin’s Men. Inside the Court of Vladimir Putin, Public Affairs, Nueva York, 2016, p. 432.).

De carácter apacible pero también severo, su estilo está más cerca del funcionario estatal que se subordina a las directivas del jefe que de un miembro del club de los amigos del presidente. Lavrov no es un político ni un militante, sino más bien un funcionario que heredó de la Unión Soviética –y particularmente de un ámbito como las relaciones internacionales– el imperativo de la defensa de los intereses del país por encima de cualquier otra cosa. Nunca juega solo, sino que es la voz cantante del equipo dirigente. Cuenta para ello con la compañía de la hábil María Zajárova, quien desde 2015 se desempeña como directora del Departamento de Información y Prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores y quien además de presentarse semanalmente frente a la prensa para sintetizar las actividades de su jefe, no tiene problemas en reunirse con docentes de las escuelas moscovitas para recordarles que tienen que reservarse su opinión personal sobre la guerra en Ucrania, ya que trabajan para el Estado y deben proteger sus intereses.

Al igual que el presidente ruso, Lavrov suele practicar deportes y el esquí y el fútbol están entre sus favoritos. Fanático del Spartak, uno de los equipos más populares de Moscú, Lavrov es, además, de aprovechar sus ratos libres y sus vacaciones, que suele pasar en el interior de Rusia más que fuera del país. Es entonces cuando se arremanga su camisa para cortar leña, rutina que explica en parte su conservada línea que ronda ya los 70 años. Como muchas personas de su generación, es aficionado a la poesía y, de modo similar a muchos líderes soviéticos –el secretario general del Partido Comunista Iury Andrópov, sin ir más lejos– le gusta escribir versos, emulando tal vez a Evgueny Evtushenko o Bulat Okudzhava. Pero Lavrov es también un gran admirador de la literatura y entre sus autores favoritos se encuentra Mijaíl Bulgákov y su clásico El Maestro y Margarita una crítica exquisita y contundente a la vida soviética y sus contradicciones. En sus años como canciller, Lavrov ha logrado varias condecoraciones, como la Orden al Mérito por la Patria (en 2015), más elevada que el Estado ruso puede otorgar a un civil. En 2020 fue nombrado, además, como Héroe del Trabajo de la Federación Rusa, título que también fue otorgado al afamado director de orquesta Valery Gergiev y al director de cine Nikita Mijalkov –ambos de notable cercanía con el Kremlin– por sus aportes «a la prosperidad de Rusia».

En su larga trayectoria, Lavrov ha sumado más logros que reveses en el desarrollo de una «diplomacia en red» que busca evitar, por un lado, la consolidación de alianzas formales y, por el otro, la ideologización de las relaciones internacionales. La «diplomacia en red» favorece un enfoque pragmático y flexible que tiene en cuenta los intereses de los actores involucrados para maximizar la influencia rusa (J. Mankoff, cit., p. 104.). Por ejemplo, su llegada a Siria en 2012, luego de que Rusia votara en contra de una resolución de las Naciones Unidas que pretendía aplicar sanciones al gobierno de Bashar al-Assad, fue recibida con júbilo por miles de sirios que padecían las miserias de la guerra civil. Al año siguiente la tarea del Lavrov resultaría decisiva para acordar la destrucción de las armas químicas que poseía el gobierno sirio.

Durante la crisis ucraniana durante 2014, u desempeño resultaría fundamental para legitimar la anexión de Crimea y para dejar en claro que Ucrania debía ser el límite de la expansión de la OTAN. De hecho, Lavrov siempre manifesto que la alianza euroatlántica debía limitar su expansión, cuando no revisar su existencia en un mundo donde la Guerra Fría ya es historia. Si bien hubo sanciones por parte de Estados Unidos, su efecto sobre la economía y la diplomacia apenas fue percibido. Cada vez que pudo, Lavrov dejó en claro su oposición a las sanciones que el país del norte aplicó no solo a su país, sino a otros como Turquía, pero también a otras formas de presión internacional, como que se considerara a Irán como un «estado canalla». En los círculos diplomáticos todavía se recuerda cuando, en plena crisis de Corea en 2017, caracterizó al enfrentamiento verbal entre Donald Trump y Kim Jong-un como «una pelea de niños en un jardín de infantes».

El actual conflicto con Ucrania lo encuentra tan atareado como incómodo. Lavrov se ve forzado a hacer malabares para justificar, tanto ante sus compatriotas como ante la opinión pública internacional, los eufemismos que su gobierno utiliza para definir lo que es una lisa y llana invasión. Lavrov llama «operación militar especial» al ataque ruso sobre Ucrania y afirma que su gobierno no está enfrentando a los ucranianos, sino a los «nacionalistas». Se trata, por supuesto, de ejercicios retóricos difíciles, sobre todo luego de que el pasado 10 de marzo, el Ejército ruso descargara sus misiles contra un hospital de niños de la ciudad de Mariupol y desde que el gobierno ucraniano comenzara a reportar la muerte de civiles. Si bien su trabajo supone el ejercicio diplomático de evitar frases comprometedoras y fuera de lugar, hace unos días sostuvo en una conferencia de prensa, luego de reunirse con su colega ucraniano, que Rusia no pretende atacar a otros países porque de hecho, «no atacó a Ucrania» sino que «la está liberando».

Su rostro incólume no sirvió para matizar el eufemismo ni disimular el enorme daño que la actual política exterior rusa está generando en el territorio de Ucrania. Todavía está por verse hasta dónde es capaz de llegar.

Un territorio ancho y ajeno

La voracidad corporativa sobre naciones dependientes con gobiernos corruptos.

La Tierra que habitamos

Carolina Vásquez Araya, Periodista, editora y columnista 
chilena en Guatemala. Escribe en “Iberoamerica Social”

Usted haga lo que quiera con las aguas de mis ríos, con el paisaje de mi tierra, con el aire que respiro, con la salud de mis compatriotas, con el honor de mi patria”. Este mensaje va implícito en la ceremonia de la firma de las concesiones para proyectos extractivos y de explotación de recursos en los países del quinto mundo -a los cuales pertenecemos en este castigado continente- al establecer el soborno e impedir, con solo una orden presidencial, la opinión de expertos en impacto ambiental, las protestas de las comunidades afectadas o los reclamos de la sociedad civil. Es el momento preciso cuando se rompen los límites de la soberanía y el sentido humanitario.

La ruina de los países subdesarrollados -porque hablar de países en desarrollo es otra gran mentira- es la corrupción. La toma de decisiones a partir de la conveniencia personal, el cálculo de comisiones, el enriquecimiento propio de los funcionarios y las empresas involucradas, llevan a una nación a agotar sus recursos de manera irracional, sin ninguna consideración de carácter social y mucho menos con una planificación de desarrollo de largo plazo. Es el aquí y el ahora, pero sobre todo es el “para mí”.


No importa la cantidad de documentos reveladores de contaminación, destrucción del entorno o regalías ridículas obtenidas de las grandes corporaciones que se apoderan de los ríos, de los minerales o de los mega proyectos agroindustriales que asesinan fauna y flora, pero también oportunidades de desarrollo. En el cinismo de los gobernantes al intentar justificar el ecocidio, se observa hasta qué punto las autoridades ceden ante las presiones de las compañías respaldadas por gobiernos de primer mundo para finalmente entregarlo todo a cambio de nada.

Al destaparse los escándalos de esas negociaciones, los entes involucrados pretenden tapar sus delitos con la promesa de revisar contratos y aumentar regalías, pero jamás se abre la puerta a la participación de la sociedad civil en la toma de decisiones, como si el país fuera tierra de nadie. Todo lo contrario: se persigue, secuestra y asesina a líderes comunitarios por el solo hecho de defender su entorno y sus medios de subsistencia. La consulta popular, que debería ser una norma inquebrantable de la política local, se tipifica como delito.

La explotación minera es una vertiente atractiva de inversión extranjera. Pero resulta mucho más onerosa que rentable por los gravísimos daños en pérdida de integridad social y ambiental ocasionados al territorio en donde se realiza la explotación. No se trata solo de contaminación del ambiente, sino también de la degradación provocada por las estrategias divisionistas de las compañías, al armar un escudo protector introduciendo elementos de discordia entre los pobladores afectados y blindarse por medio de verdaderos ejércitos independientes con el propósito de alejar de sus instalaciones a los visitantes, incluso con investidura oficial.

Las operaciones de este tipo se ejecutan en territorios liberados. La soberanía se transfiere a una compañía extranjera que puede hacer lo que desee, exenta de la fiscalización de la población y protegida por el Estado. El tema, controversial como todo lo relacionado con el dinero, es de una importancia vital para el futuro de nuestras naciones. Ya es hora de escoger mejor a quienes nos representan.

La integridad del territorio es esencial en una verdadera democracia.

Inflación y Poder: Una cuestión de precio.

Las Otras causas de la inflación que no dependen
 de la emisión monetaria del Estado 
y que son negadas sistemáticamente 
por los teóricos mediáticos de la economía 
y los economistas de manual que no comprenden 
el juego de poder dentro de las relaciones de “mercado”, 
Tienen varios ejemplos perfectamente comprobables en la realidad.

Warren Buffett , CEO multimillonario de Berkshire Hathaway (9), dijo una vez: “La decisión más importante al evaluar un negocio es el poder de fijación de precios. Si tiene el poder de subir los precios sin perder negocios con un competidor, tiene un muy buen negocio”. Buffett, por supuesto, está hablando de sus tipos favoritos de empresas, aquellas con marcas y modelos comerciales lo suficientemente fuertes como para tener un "foso" a su alrededor, lo que les permite controlar mejor los precios de los productos.

Sin embargo, según la Professional Pricing Society, menos del 5% de las empresas Fortune 500 tienen una función de tiempo completo dedicada a la fijación de precios. Si este es el caso, la mayoría de las empresas tienen poca o ninguna idea de si pueden aumentar sus precios sin perder negocios frente a un competidor.


Pricing Society, menos del 5% de las empresas Fortune 500 tienen una función de tiempo completo dedicada a la fijación de precios. Si este es el caso, la mayoría de las empresas tienen poca o ninguna idea de si pueden aumentar sus precios sin perder negocios frente a un competidor.

Los inversores que han dedicado algún tiempo a profundizar en los precios minoristas saben que existen numerosos enfoques. Según MIT Sloan, los enfoques de fijación de precios en todas las industrias, países y empresas generalmente se dividen en uno de tres grupos:

  • Precios basados ​​en costos

  • Precios basados ​​en la competencia

  • Precios basados ​​en el valor del cliente

El objetivo final de cualquier empresa es lograr un precio minorista unitario promedio (AUR) lo más cercano posible al precio inicial que establecieron para el producto.

De las tres estrategias de fijación de precios mencionadas, la que ofrece el mejor camino para realizar un AUR más cercano al precio establecido es la fijación de precios basada en el valor del cliente. (10)

En Argentina se agregan varios elementos propios de la economía nacional que alientan conductas especulativas y ejercicios de poder que no tienen controles sociales y/o políticos adecuados, lo que permite que la “inflación” no sea un fenómeno estrictamente monetario y técnico como lo sostienen los economistas de manual.

El juego del hambre

Pese a que en los últimos años se avanzo en la información y el “blanqueo” de posiciones respecto de, por ejemplo, las empresas consesionarias de servicios públicos (Agua, luz, Servicios sanitario, etc,) que deben presentarse eb audiencias públicas para que les sea aturoizada la posibilidad de aumentar las tarifas (Sabiendo que estos aumentos son efectivamente aumento de costos para el resto de las cadenas de valor y que, por lo tanto van a producir aumento de precios), cuesta mucho que las empresas advengan a divulgar sus balances y exhiban sus níveles de rentabilidad y ganancia en los períodos, ya que solo justifican el aumento de precios por los aumentos de costos que, en general, son inflados por expectativas de inflación y temores frente a la “incertidumbre” que alimenta el poder para obtener mayores márgenes de renta en la posibilidad de perder en el futuro frente a los costos, cosa que excepcionalmente ocurre. Esto es posible debido a que, al mismo tiempo, para la ciudadanía es mas fácil y cómodo no participar (El nivel de participación de las audiencias publicas por los precios de los servicios es exageradamente baja teniendo en cuenta el mercado de clientes cautivos que sostienen) y echarle la culpa a la política y a los gobiernos (Del signo o ideología que fueren), por las decisiones de las empresas.

En la última semana intentos de aplicar subas de precios de hasta 30 por ciento en alimentos, mediante el envío de listados de nuevos valores al sector de los comercios, pudieron ser verificados por distintos medios de comunicación.

Lo expresa de buena manera Leandro Renou, Periodista especializado en economía, que escribió el siguiente artículo para Página 12

No es novedad para los que caminan hace años el mercado, pero el fenómeno volvió a ocurrir en los últimos días. Ante la señal del Gobierno Nacional de nuevas negociaciones y medidas para intentar frenar una inflación descarrilada, una parte importante del sector privado salió a cubrirse con aumentos muy fuertes que no tienen anclaje en ningún impacto de costos y, mucho menos, en una afectación del conflicto bélico en Europa.

Esto tiene un doble efecto: si bien los grandes supermercados están obligados a rechazar las listas porque trabajan con el esquema de Precios Cuidados; los comercios barriales, almacenes y supermercados chinos debieron salir a convalidar esas alzas, lo cual incrementó el problema de precios mucho más altos en ese sector del retail (que abastece algo más del 70 por ciento de la demanda total del país) por sobre lo que se conoce como el canal moderno, el rubro hipermercados.

En el mercado se manejan nombres y porcentajes de alza preventiva muy fuertes. Algunos casos de los que mandaron listas con subas: las empresas Molinos Río de la Plata (farináceos y aceites), Mastellone (lácteos), AdecoAgro (arroz y aceites), Molino Cañuelas (el dueño del 35 por ciento de la góndola de harinas y galletas) y firmas de bebidas como Coca Cola, reportaron incrementos promedio del 9 por ciento, con algunas pasando listas con el 15, el 20 y otras con más de 30 puntos de alza.

Estos listado se enviaron a fines de la semana pasada, cuando ya en el Gobierno se especulaba con anuncios vinculados a la necesidad de contener precios. Según supo este diario, buena parte de esas empresas ya habían mandado en febrero listas con aumentos también muy importantes. La curiosidad de esta tanda de incrementos es que, a diferencia de otras oportunidades, las empresas vinculadas a la limpieza e higiene personal no pasaron subas.

Este lunes, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, junto al secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, se sentarán a la primera mesa de articulación de medidas contra la inflación con buena parte de estos actores. Estarán allí, a las 10 de la mañana, los dirigentes de la Coordinadora de Productores de Alimentos (Copal) y ceos de empresas líderes, las mismas que remarcaron; además de los popes de la Asociación de Supermercados Unidos (ASU), que reúne a los grandes jugadores como Carrefour, Coto, Súper Chango Más (Ex Walmart), La Anónima y Disco, entre otros.

Con los fabricantes habrá una pulseada ardua en medio de un contexto en el que el Gobierno buscará negociar de manera más dura y con la Ley de Abastecimiento sobre la mesa. En paralelo, se negociará la renovación de Precios Cuidados, que vence el 7 de abril próximo.

No es esta la única contienda con los ceos que están en rebeldía: el antecedente más cercano es la negativa de los exportadores de ABC de seguir vendiendo los 7 cortes populares de carne en los híper. Hay que seguir la resolución de ese conflicto para ver cuál es la idea oficial con el resto de los sectores: el ministro Julián Domínguez jugó fuerte y avisó que si no volvían los cortes a la góndola, no habría más permisos para exportar. Unos minutos después, la decisión de ABC se retrotrajo.

Naturalmente, esta dinámica de remarcación no tiene anclaje alguno en fenómenos reales. En febrero, la inflación del INDEC fue del 4,7 por ciento y del 7,5 en alimentos. Ergo, sin impacto de paritarias, combustibles, tarifas congeladas y sin guerra en Europa, hubo duplicación de los precios de los alimentos. Tampoco hubo, en ese período, inestabilidad cambiaria, que es la excusa habitual para la remarcación.

 

Ese problema de remarcaciones sin justificación tiene otro efecto lateral. El acuerdo que rige entre el Gobierno Nacional y los grandes supermercados por Precios Cuidados, les impide a los híper recibir y aplicar listas de precios con aumentos. ¿Qué pasa entonces? Los proveedores colocan esos productos con aumentos fuera del "canal moderno", en los pequeños comercios, que no tienen posibilidad de no comprar y, además, no están controlados por el ojo del Estado. Esto hace, por caso, que haya diferencias muy grandes entre los híper y los comercios chicos: un ejemplo, la leche, que vale entre 85 y 90 pesos en los grandes y 120 pesos en el resto. 

Como los pequeños están siendo rehenes de los proveedores, que de algún modo los obligan a vender más caro, compensan para no perder yendo a comprar a los híper, como si allí vendieran a precio mayorista. Esto genera una situación atípica: a la demanda creciente que ya tenían las grandes superficies, se suma la compra de los comercios minoristas, impactando en el volúmen de abastecimiento.

En breve, de hecho, empezarán a verse en los comercios topes de venta de algunos productos por persona: los apuntados serán harina, aceite, azúcar y yerba. De esa manera, se evitará alimentar un circuito especulador. Asimismo, se vienen haciendo a razón de 100 inspecciones diarias de la secretaría de Comercio en todo el país, controlando góndolas, depósitos y centros de distribución para garantizar que no haya especulación de guarda de productos como aceite y harinas, dos de los golpeados por el la guerra entre Rusia y Ucrania.(11)

El Acuerdo con el FMI, y las divisiones que provoca al interior de la coalición de gobierno, sumado a la posición de los exportadores frente al complejo panorama que la guerra entre Rusia y Ucranía desatan en el mercado internaciónal de alimentos, son otra variable de las causas no monetarias de la inflación, ya que de por si, los precios de los comodities internacionales de alimentos subieron esta semana por efecto del mencionado conflicto bélico.

Raúl Dellatorre, Licenciado en economía, periodista y conductor, escribe en el mencionado medio gráfico:

La instrumentación de las medidas para combatir la inflación empezaron a tomar forma este fin de semana, con el anuncio de la creación de un Fondo Estabilizador Temporario del trigo argentino, que intentará compensar a la molinería para evitar el traslado a los precios internos de la suba del grano en los mercados internacionales. Por otro lado, se dispuso que tal Fondo se financiará con la suba temporal de dos puntos en las retenciones a la exportación de dos derivados de la soja: la harina y el aceite.

Estos subproductos representan más del 90% de las exportaciones del complejo sojero, que en 2021 totalizó ventas al exterior por más de u$s 23.800 milllones. Es un sector altamente concentrado compuesto por apenas once empresas, de las cuales ocho representan el 95% de su facturación total. La cámara que las agrupa, CIARA, ya rechazó la medida y amenaza con accionar judicialmente contra la resolución oficial.

El gobierno nacional dispuso, mediante el decreto 131/2022, restablecer hasta fin de año el 33% los derechos de exportación (retenciones) que recaen sobre el aceite y la harina de soja, niveles que estaban vigentes hasta el 4 de marzo de 2020. Ello supone un aumento de dos puntos sobre su nivel actual (31%). La recaudación resultante (estimada entre 350 y 400 millones de dólares durante el año) se destinará a la creación de un Fondo Estabilizador del valor del trigo para el mercado local.

Según señaló Julián Dominguez, ministro de Agricultura y Ganadería, en conferencia de prensa, "a los productores de soja no los afectará esta medida, porque el exportador ya le descuenta el 33% del precio del poroto por retenciones; pero sí alcanzará a los exportadores de subproductos de la soja (aceite y harina), rubro en el cual 8 empresas representan el 95% de las ventas al exterior".

Este impacto sobre los grandes exportadores, ocho de los cuales en consecuencia aportarían una cifra superior a los u$s 350 millones para constituir el fondo compensador del trigo, provocó la reacción en contra de la entidad que los representa. CIARA, la cámara de la industria aceitera, rechazó la suba de las retenciones a la harina y el aceite de soja y acusó a la medida de "atentar contra la industrialización de la soja en el país".

El aceite y la harina de soja no son bienes vinculados a la alimentación argentina, sino que se exportan casi en la totalidad de su producción. La suba en las retenciones no es para bajar su precio interno, sino para recaudar y poder constituir el Fondo Estabilizador para el trigo. El pan, los fideos y la harina para uso doméstico, que derivan del trigo, sí son productos de consumo social y su afectación por el alza de los precios internacionales preocupa, y mucho.

"La instrumentación y administración de este Fondo quedará exclusivamente a cargo de la Secretaria de Comercio Interior", subrayó este sábado Domínguez al reunir a la prensa en su ministerio. Es decir, será Roberto Feletti quien ejecute la distribución de ese fondo para que la harina llegue a las panaderías y a la industria alimenticia a los valores vigentes al inicio del conflicto bélico en Europa del Este.

Así lo transmitió el ministro de Agricultura y Ganadería: "El Presidente me encomendó instrumentar las medidas necesarias para estabilizar el precio interno del trigo a niveles pre-bélicos, desacoplándolos de los internacionales con el objetivo fundamental de defender a los consumidores sin perjudicar a los productores".

Domínguez remarcó en varios pasajes de su alocución esa intención de "no perjudicar a los productores". "Haremos todos los esfuerzos en este sentido, de no matar a la gallina de los huevos de oro en este negocio, que es el productor", dijo, subrayando que no es la producción la beneficiaria de este salto en el precio internacional de los granos.

"El productor argentino no captó el precio bélico de los granos", dijo Domínguez, sugiriendo que la trepada en el precio de la harina de trigo (hubo molinos que duplicaron el precio de la bolsa de calidad 0000 en treinta días) quedó en manos del complejo industrial exportador, que ya había comprado el grano al productor cuando comenzó el ciclo alcista.

"También hemos decidido, con el propósito que el productor pueda captar los precios internacionales, abrir los registros de exportación de la cosecha 2022/23 de trigo por 8 millones de toneladas, que se suman a las 2 millones de toneladas ya autorizadas", anunció el ministro.

 

De este modo, los productores podrían vender granos con compromiso de entrega en fecha futura, fijando el precio hoy y en relación a los valores actuales del mercado. Con lo cual se beneficiarían de un precio elevado por su producción de la futura cosecha, que pagarían los exportadores. A su vez, los exportadores quedarían obligados a lqiuidar las retenciones a los cinco días de registrada la exportación, con lo cual beneficiarían al fisco con un ingreso anticipado del tributo.

La industria aceitera exportadora respondió con acidez a la medida que le impondrá un aporte a la formación del fideicomiso del trigo con dinero de su propio bolsillo. "La suba de derechos de exportación no tiene legalidad dado que el Poder Ejecutivo perdió las facultades delegadas del Congreso Nacional y el Decreto debe ser refrendado por la Comisión Bicameral", sostuvo CIARA en su comunicado. "Las empresas agroexportadoras están analizando todas las acciones judiciales para cuestionar dicho Decreto. Atender la crisis de precios internacionales que impacta sobre la población argentina es una obligación del Estado y de las empresas, pero atacar la industria nacional ajena a esta situación es el peor de los caminos", define.

Es la segunda vez en una semana que el Ministerio de Agricultura y Ganadería confronta con los sectores más concentrados del negocio agropexportador. A mediados de semana fue con el Consorcio ABC de frigoríficos exportadores, que amagó bajarse de la venta al mercado interno de los cortes vacunos populares a precio reducido, porque el gobierno no cedió a restringirle las ventas al exterior al resto de la industria, como habían solicitado. Ahora, con las cerealeras. La colisión con los sectores más concentrados del negocio es inevitable si el Estado pretende conservar algún resorte, al menos, en materia de la formación de precios de los alimentos.” 12

En definitiva, y mas allá de que la emisión monetaria para compensar las inequidades del “mercado” obviamente tensiona en la meddia en que los actores con poder, para no perder esa capacidad frente al Estado, utilizan los medios a su disposición para licuar mediante la remarcación de los precios, no solo la diferencia que pierden de ganar (No que pierden), si para sostener precios en el mercado interno deben derivar parte de la producción destinada a exportación con la considerable diferencia de precios y márgenes de ganancia que ello implica, por lo cual intentan que los precios locales se acerquen a los internacionales, del mismo modo que, para sostener esa capacidad de definir precios, intentan por otros medios, absorver los pesos que ellos consideran excedentes, pero que en realidad limitan su capacidad de imponer precios internacionales en el mercado interno, en tanto la pérdida real de productos para la exportación debido a que la efectiva demanda se sostiene por la inyección de moneda en el mercado interno.


Daniel Roberto Távora Mac Cormack


Imagenes: Roberto Sebastián Antonio Matta Echaurren, más conocido como Roberto Matta, fue un arquitecto, pintor y poeta chileno, considerado el último representante del surrealismo.

Referencias:

8Sitio Web oficial del Ministerio de Relaciones Exterior de la Federación Rusa: https://www.mid.ru/ru/about/structure/minister/ Biografía de Serguéi Lavrov, actual Ministro de Relaciones Exteriores de la Federación Rusa.

9Berkshire Hathaway, Inc. ofrece seguros y reaseguros de propiedad y accidentes, servicios públicos y energía, transporte ferroviario de carga, finanzas, fabricación, venta minorista y servicios. Opera a través de los siguientes segmentos: GEICO, Berkshire Hathaway Reinsurance Group, Berkshire Hathaway Primary Group, Burlington Northern Santa Fe, LLC (BNSF), Berkshire Hathaway Energy, McLane Company, fabricación y servicio y venta minorista.

10Artículo escrito por Greg Petro, experto en desarrollo de productos, marketing, finanzas y liderazgo dentro de las industrias minorista y tecnológica, “Why Pricing Power Is The Real Secret To Value Investing” Revista Forbes Aug 6, 2014

11 “Sentados a la mesa con los que especulan” Leandro Renou, Página 12, 20 de marzo de 2022

12 Quiénes tendrán que poner la plata para estabilizar el precio del trigo – Raúl Dellatorre - 20 de marzo de 2022


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