Energía, Cambio climático y una perspectiva decolonial

 

Una Noche de apagones

Las principales ciudades del país apagaron las luces de monumentos, paseos públicos y plazas para adherir a "La Hora del Planeta" la iniciativa de concientización ambiental más importante del mundo para exigir un futuro "más seguro, más justo y más sostenible".

En la Ciudad de Buenos Aires el Obelisco quedó iluminado con tenues luces diversos colores, mientras que otros lugares emblemáticos como el Puente de la Mujer, en el barrio de Puerto Madero, o el Parque Thays en Palermo, permanecían casi a oscuras.

Además, más de 14 marcas comerciales adhirieron al evento ambiental y apagaron las luces led de sus carteles publicitarios en la vía pública.

En el partido bonaerense de Vicente López se realizó una carrera pedestre en adhesión al evento con las luces de alumbrado público casi apagadas.

La iniciativa a la que adhirieron más de 190 países se realizó entre las 20.30 y las 21.30, hora Argentina, por lo que en diferentes lugares del mundo se cumplió la iniciativa de acuerdo a los husos horarios de cada país.

En las redes sociales la iniciativa fue promocionada con el hashtag #Changeforclimatechange.

La Organización Mundial de Conservación (WWF por sus siglas en inglés) que organiza este evento mundial, destacó que "este año, la Hora del Planeta tendrá lugar en un momento muy difícil debido al conflicto en Ucrania y la crisis humanitaria que está provocando. Nuestros corazones y pensamientos están con todas las personas afectadas"

"La Hora del Planeta se creó precisamente para unir al mundo y apoyar a las personas y el planeta. Para lograr paz y armonía entre los seres humanos y la naturaleza. La Hora del Planeta ofrece este año otro momento para la solidaridad y la oportunidad de unirnos y cuidar el hogar que todos compartimos", añadieron.

Asimismo, sostuvieron que esta nueva edición llega en un contexto en el que numerosos gobiernos y organizaciones piden "una mayor ambición y una acción urgente para detener y revertir la pérdida de la naturaleza para 2030", en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por la Agenda 2030 de la Organización de Naciones Unidas.

La Hora del Planeta nació en Australia en 2007 como "un gesto simbólico" para llamar la atención sobre el problema del cambio climático y se convirtió desde entonces en "uno de los movimientos ambientales más grandes del mundo", al que se suman más de 200 países. (Telam)

Adhesión Empresaria

Empresas se suman con menor consumo de sus pantallas de vía pública

Empresas argentinas se suman este sábado a “La hora del planeta”, iniciativa que se celebra en todo el mundo, disminuyendo el consumo de sus pantallas de vía pública.

En esta ocasión, distintas empresas
reducirán el uso de energía en sus pantallas LED en la vía pública para inspirar el ahorro de energía.

La iniciativa, denominada "Una marca en el planeta", reúne a Andrómaco, Aveno, Buquebus, Claro, Dermaglós, Flybondi, Fundación Vivienda Digna, JVC, Hipoglós, LÓreal, Movistar, Puma, Renault y Tuenti, entre otras.

“Queríamos traer sobre la mesa una reflexión acerca del impacto que podemos generar con menos impacto en el medio ambiente", aseguraron desde Buenos Aires, la agencia creativa que pensó la idea y lleva adelante la acción.

Según la agencia, "una marca en el planeta demuestra que el diseño también puede ser una herramienta que nos ayude a ser más sustentables”.

Por su parte, Ramiro Castillo Marín, CEO de la agencia de medios Havas Argentina, agregó que “el cuidado del medio ambiente es uno de los aspectos que más preocupan a las marcas y a nosotros mismos".

"Esta iniciativa nos permitió
unirnos entre clientes, medios y otros socios, sumados a las agencias de medios y creativa del grupo Havas. Trabajamos juntos, como un gran equipo que somos, con un mismo propósito".

La Hora del Planeta 2022 tiene como objetivo
poner fin a la “vieja normalidad” y aprovechar la oportunidad de restablecer la relación con el mundo natural y crear un futuro en el que las personas y la naturaleza prosperen juntas.

La iniciativa a nivel global, que sucede en más de 190 países y territorios, es realizada por WWF (Organización Mundial de Conservación) y organizada en el país por Fundación Vida Silvestre Argentina desde 2009.
(Telam)

Paradojas

Resulta paradojico que los mismos empresarios que generan la mayor parte de los problemas ambientales por sus formas “megas” de producción y desatendiendo las necesidades reales de vecinos y compatriotas, participen de gestos para pedir que se solucionen los problemas que ellos mismos generan y obviamente no quieren reconocer su responsabilidad (Por más responsabilidad social que arguyan) y mucho menos tomar decisiones en aras de soluciones reales y tangibles.

Juan Antonio Pinilla Rodríguez, de nacionalidad mexicana, Industrial de la construcción, académico, presidente del Colegio de Ingenieros Mecánicos, Electricistas y Electrónicos del estado de Veracruz, vicepresidente del Consejo Coordinador Empresarial, CANACINTRA y CMIC. Director de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Cristóbal Colón. Consejero editorial a nivel nacional de la revista Eficiencia Energética del Fideicomiso para el Ahorro de Energía (FIDE), escribe en “Energy Management Magazine”

La mitad del CO2 emitido tarda un siglo para eliminarse de la atmósfera, mientras que una parte de éste (cerca del 20 %) se mantiene durante muchos milenios

El mundo se encuentra en una difícil situación energética: por una parte, existe cada vez mayor demanda de energía y, por otra, las actuales fuentes tienen en su mayoría recursos limitados y su uso representa repercusiones ambientales indeseables. El crecimiento demográfico y económico en el mundo trae consigo que consumamos más energía, y las formas tradicionales en que la generamos, en su mayoría a través de los combustibles fósiles, nos da como resultado importantes efectos (globalmente negativos) sobre el bienestar humano.

Los recursos naturales de nuestro planeta se usan a un ritmo acelerado, y si no se toman medidas al respecto, las condiciones de vida de los que vengan después que nosotros serán mucho peor a las que tenemos hoy en día.

El principio de sostenibilidad es: satisfacer las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades; esto se dijo hace unos años en Principio 3º de la Declaración de Río (1992), del Informe Brundtland (1987), Comisión Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas, de la Asamblea de las Naciones Unidas.

¿Tenemos un problema?

Desde la llamada Revolución Industrial hasta nuestros días, los procesos industriales se desarrollan quemando combustibles fósiles (petróleo, gas y sus derivados, como la gasolina y el diésel) y aprovechando de manera desmedida los recursos naturales de nuestro planeta. Estas actividades están cambiando la composición de la atmósfera terrestre, emitiendo más gases y compuestos de efecto invernadero que pueden permanecer en la atmósfera hasta por más de 50 años. Si bien en la actualidad más de la mitad del CO2 emitido tarda un siglo para eliminarse de la atmósfera, una parte del CO2 (cerca del 20 por ciento) se mantiene en la atmósfera durante muchos milenios.

 
En los últimos 800 mil años, las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso han aumentado a niveles sin precedente. Las concentraciones de dióxido de carbono se han elevado en un 40 por ciento desde la era preindustrial debido, en primer lugar, a las emisiones derivadas de los combustibles fósiles y, en segundo lugar, a las emisiones netas derivadas del cambio de uso del suelo. Los océanos han absorbido alrededor del 30 por ciento del dióxido de carbono antropogénico, provocando su acidificación.

Implementar acciones urgentes sobre el cambio climático es crítico para reducir su impacto. El Acuerdo de París establece un objetivo para limitar el aumento de la temperatura media global a muy por debajo de 2 °C por encima de los niveles preindustriales e intentar limitar el aumento a 1.5 °C. Implícito en estos objetivos está la necesidad de una transición a un sector energético bajo en carbono, que represente dos tercios de las emisiones globales.

La demanda mundial de energía todavía se satisface esencialmente con combustibles fósiles (30 por ciento de petróleo, 27 por ciento de carbón y 20 por ciento de gas).

Las principales fuentes de producción de electricidad son a través del carbón (38 por ciento), gas (23 por ciento) e hidroeléctrica (16 por ciento). Las emisiones de CO2 en el sector energético, después de permanecer estáticas durante tres años, aumentaron en 2017 y se espera un mayor crecimiento en los próximos años. El principal desafío que enfrenta el sector energético es crear un sistema que combine asequibilidad, confiabilidad y sostenibilidad.

Los cambios estructurales fundamentales en el sector energético, llamados transiciones de energía, ocurren en todo el mundo. La motivación, los objetivos y las prioridades para implementar las transiciones de energía difieren, pero en su mayoría podrían estar relacionados con el trilema de la energía: asegurar el suministro, aumentar la competitividad mediante el uso de enfoques de menor costo y las preocupaciones ambientales, o una combinación de estos aspectos.

La demanda mundial de energía aumentará al menos en un cuarto entre hoy y 2040, principalmente en los países en vías de desarrollo, con India a la cabeza. Los niveles más altos de consumo se desplazarán en Asia, que será responsable de aproximadamente la mitad del crecimiento del gas, el 60 por ciento de la energía eólica y solar, más del 80 por ciento del petróleo y todo el crecimiento del carbón y la energía nuclear.

La eficiencia energética será crucial para mantener bajos los niveles de consumo, que de otro modo aumentarían para duplicar la cantidad estimada. La revolución del gas de esquisto continúa, liderada por EE.UU., el principal productor de petróleo y gas del mundo.

La demanda de gas natural está creciendo más en la industria y en 2030 superará al carbón para convertirse en el segundo combustible más grande en la combinación energética. La demanda de petróleo continuará creciendo como resultado de su uso en la industria petroquímica. Sin embargo, su empleo en automóviles alcanzará su punto máximo alrededor de 2025. El mercado petrolero está entrando en un periodo de alta incertidumbre y sin nuevos proyectos podría surgir una escasez en el suministro.

Resultados de producir energía con hidrocarburos

Con la invención de la máquina de vapor por James Watt, a finales del siglo XVII, se produjo el despegue tecnológico definitivo en todo el mundo. Con este acontecimiento la vida de las personas empezó a cambiar a un ritmo acelerado, marcado por los continuos avances tecnológicos y la progresiva sustitución de las fuentes de energía primaria. Trayectoria que ha desembocado en una casi absoluta dependencia de los hidrocarburos (carbón, petróleo y gas natural) hasta nuestros días.

La mayoría conoce los resultados de producir energía con hidrocarburos, pero a continuación mencionamos algunos:

  • El deterioro ambiental cada vez más notorio

  • Efecto invernadero debido a la emisión de los gases

  • Aumento de la temperatura en todo el globo terráqueo

  • Acidificación de los océanos

  • Aumento del nivel del mar por la descongelación de los glaciares y los fenómenos meteorológicos extremos

  • Pérdidas de biodiversidad

En estos momentos no existe una fuente de energía capaz de sustituir a todos los hidrocarburos para satisfacer la demanda actual de energía, lo que sí existe es la disponibilidad de diversas combinaciones de fuentes renovables de energía en diferentes ecosistemas que empiezan a suplir a los hidrocarburos.

La energía suficiente y segura es el principal facilitador para el bienestar y el desarrollo económico de una sociedad. Como las actividades relacionadas con la generación de energía tienen impactos ambientales significativos, es indispensable proporcionar un sistema energético que cubra las necesidades de las economías y preserve el medio ambiente.

Trazando el camino hacia la transición energética

La transición energética es un camino hacia la transformación del sector energético mundial de fósiles a cero carbón en la segunda mitad de este siglo. En el fondo está la necesidad de reducir las emisiones de CO2 relacionadas con la energía para limitar el cambio climático. La descarbonización del sector energético requiere una acción urgente a escala mundial, y mientras una transición energética global está en marcha, se necesitan más acciones para reducir las emisiones de carbono y mitigar los efectos del cambio climático. La energía renovable y las medidas de eficiencia energética pueden alcanzar el 90 por ciento de las reducciones de carbono requeridas.

La transición energética es el abandono del petróleo, el carbón, el gas como fuentes de energía y su sustitución por energías renovables. Esto no es una tarea fácil, debido a que estamos obligados a asegurar un abastecimiento energético asequible, de bajo impacto ambiental y confiable.

Las energías renovables más económicas son la eólica y la solar. Gracias al desarrollo industrial y tecnológico de los últimos 20 años, los costos reales de generación se han reducido en forma significativa. Ineludiblemente se necesita el aseguramiento energético que provea electricidad en los momentos en que no haya suficiente viento, ni sol. Por lo tanto, estas funciones serán asumidas por otras fuentes de energía renovables (hidráulica, biomasa, geotermia) y sistemas de almacenamiento de energía.

La transición energética es la respuesta a dos desafíos:

  • Los recursos fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas, son cada vez más escasos

  • El cambio climático amenaza a nuestro planeta

La fuerza invisible

La demanda de electricidad continúa creciendo muy rápidamente. Este incremento proviene principalmente de los países en vías de desarrollo, aunque sigue ascendiendo en las economías más avanzadas. El mayor aumento se produce en las energías renovables, gracias a la caída de los costos y las políticas de apoyo: la generación de energía a partir de las energías renovables en la combinación de electricidad pasará del 25 por ciento actual al 40 por ciento en 2040, reemplazando el carbón.

Con el aumento de las fuentes renovables de electricidad, garantizar la flexibilidad del sistema de energía continúa siendo una prioridad para compensar las grandes fluctuaciones en el suministro. En las fuentes renovables de energía, su régimen de funcionamiento depende exclusivamente de las condiciones meteorológicas existentes en cada emplazamiento, lo que implica incertidumbre en la predicción de la producción. Hasta hoy el sistema eléctrico mundial está diseñado bajo el modelo de grandes centrales de generación de electricidad. Las fuentes renovables ofrecen la posibilidad de la generación de electricidad distribuida con beneficios económicos, sociales y ambientales.

Más tecnología para descarbonizar

En los últimos años el mundo ha logrado avances alentadores en el desarrollo en energías renovables, particularmente para la generación de electricidad. Las tecnologías utilizadas para producir electricidad hoy pueden, en muchos casos, proporcionarla a precios competitivos en comparación con aquellas que recurren a combustibles fósiles. Los sistemas eléctricos en todo el mundo están diseñados bajo el modelo de grandes centrales de generación de electricidad, donde una solución alternativa es a través de la generación distribuida.

Las fuentes renovables ofrecen la posibilidad de la generación de electricidad distribuida con beneficios económicos, sociales y ambientales. El almacenamiento de energía avanza de la mano con el desarrollo de fuentes de energías renovables, tiene una posibilidad de funciones más allá de actuar como fuente de energía de respaldo y es la tecnología clave para permitir altas concentraciones renovables en redes eléctricas de grandes parques eólicos y solares concentrados, o en la generación de energía distribuida a pequeña escala en todo el mundo.

Las tecnologías para la generación de energía a través de fuentes renovables, como se ha analizado anteriormente, requieren de inversiones en investigación y desarrollo que permitan mejorar los procesos actuales. Si se hace correctamente, estas tecnologías podrían llegar a ser más competitivas que en los mercados eléctricos hoy en día.

La energía renovable y la eficiencia energética deben promoverse y acelerarse en conjunto para garantizar que la transición a la energía sostenible no se vea limitada por el crecimiento demográfico y económico en el mundo. Con esto se contribuye en gran medida a la descarbonización requerida para permanecer dentro de los límites que establece el Acuerdo de París.

Las innovaciones en energía renovable abarcan todos los enfoques nuevos que ayudan a superar las barreras y dan como resultado un despliegue acelerado de energías renovables para apoyar la transición energética. Las soluciones innovadoras para descarbonizar el sector energético global requieren la combinación de varios instrumentos de política en todo el ciclo de vida de la tecnología, desde investigación y desarrollo, hasta la ampliación del mercado, así como el avance de nuevas tecnologías inteligentes, tecnologías de la información, nuevos tipos de instrumentos financieros y de mercado, modelos de negocio y la participación de nuevos actores en los sistemas energéticos.

Basta recordar las expectativas y posterior frustración que generó la Cumbre sobre Cambio Climático realizada en Copenhague en diciembre de 2009, donde los países intentaron vanamente alcanzar un acuerdo vinculante que reemplace y supere al también frustrante Protocolo de Kioto firmado en 1997 y que expira el año 2012. En Copenhague, la potencia más rica, desarrollada e industrializada, y también más emisora de CO 2 del planeta, los ee.uu., negoció un principio de acuerdo con cuatro grandes países emergentes y también fuertes emisores de CO2: China, India, Brasil y Sudáfrica. Sin embargo, se trató de una negociación a puertas cerradas y sin la intervención del resto de países que participaban de la Cumbre y que, además, son parte de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima (cop), lo que generó gran malestar
e implicó poner en jaque al espíritu multilateralista y democrático que inspira a la Organización de las Naciones Unidas ¿Si finalmente fue esta conversación a puertas cerradas lo que permitió dejar una vía abierta a las futuras negociaciones para alcanzar un acuerdo global vinculante que supere al protocolo de Kioto, significa entonces que los únicos acuerdos viables serán aquellos alcanzados entre “poderosos”?

Desigualdad y poder

Ningún país rico del mundo está dispuesto a disminuir concientemente su actual estándar de vida o retrotraerlo a estándares de décadas pasadas con el propósito de atenuar la emisión global de CO 2 a la atmósfera. Por otro lado, dado que el mundo (y las personas) no consumen energía de manera homogénea y tampoco las fuentes energéticas se distribuyen de manera homogénea en el planeta, sobre todo si hablamos de petróleo y gas, su acceso se ha transformado en un tema en extremo delicado, sobre todo para las grandes economías primer-mundistas y altamente industrializadas que son sus mayores consumidoras con los ee.uu., a la cabeza.

Recordemos que, tras el término de la Segunda Guerra Mundial, el petróleo pasó a sustentar el espectacular crecimiento económico-industrial de Europa Occidental, Estados Unidos, Japón, Australia y Canadá, y algo más tardíamente, de los llamados “tigres asiáticos”. Y es esta misma base energética la que está sustentando el acelerado crecimiento económico de China, Rusia e India, países que junto a Brasil, se proyectan como las nuevas economías gigantes de las próximas décadas.

Este tema de la seguridad energética se complementa con la discusión respecto de si el petróleo se está agotando o no, así como de la demanda de alta tecnología para la explotación de nuevas fuentes de hidrocarburos, dado que en ambos casos la tendencia sería a su encarecimiento progresivo. or ejemplo, está el caso de las nuevas reservas brasileras, descubiertas en el 2007, pero que está a grandes profundidades bajo el lecho oceánico, en la cuenca marítima de Santos del Estado de São Paulo; y, por otra parte, si bien existen otras fuentes conocidas, como las arenas betuminosas, igualmente requieren de un tratamiento de alta tecnología.


De esta forma, la escasez de hidrocarburos, la inseguridad en suabastecimiento, el alza de precios, el aumento sostenido de la demanda energética mundial y aceleramiento del cambio climático son las variables que hace en extremo compleja la ecuación energía y medio ambiente, junto con proyectar un escenario político internacional que se puede tornar muy conflictivo. Como bien plantea el politólogo canadiense Thomas Homer-Dixon, el “stress energético” a raíz de la crisis de producción del petróleo, unido al “stress ambiental”, con problemas como la deforestación, la falta de agua y el crecimiento demográfico, además del “stress del Cambio Climático”, entre otras tensiones globales, se están transformando en una amenaza catastrófica para el orden mundial.

Otras voces

Ignacio Mártil de la Plaza es doctor en Física y Catedrático de Electrónica. Trabaja en la Universidad Complutense de Madrid, donde realiza actividades docentes e investigadoras, de carácter marcadamente experimental, en el campo de la física de los semiconductores. Es especialista en propiedades eléctricas y ópticas de estos materiales, así como en dispositivos electrónicos y opto-electrónicos basados en ellos. En la actualidad, su campo de investigación principal es el estudio de conceptos avanzados en células solares y en fotodetectores de infrarrojo basados en silicio.

Es co-autor de más de 160 artículos científicos publicados en revistas de alto impacto de ámbito internacional; ha presentado más de 100 Ponencias en Congresos Internacionales y es miembro de a Real Sociedad Española de Física. En 2021 el jurado de los Premios de Física Real Sociedad Española de Física-Fundación BBVA lo ha galardonado con el premio a la Enseñanza y Divulgación de la Física (modalidad Enseñanza Universitaria).

Fuera del ámbito académico, es muy activo en tareas de divulgación científica, tiene un blog personal de divulgación científica, que se llama “Un poco de ciencia, por favor”

La crisis del Covid-19 ha ocultado durante todo el año pasado muchos de los grandes problemas que tiene el planeta y uno de los más acuciantes, sin ninguna duda es el Calentamiento Global, provocado, en gran medida, por nuestra forma actual de producir y consumir energía.

Multitud de políticos y de científicos reclaman la puesta en marcha de un Green New Deal como una herramienta más a la que recurrir para salir de esta situación, emulando al célebre New Deal que el Presidente de EEUU Franklin D. Roosevelt impulsó en la década de 1930 para sacar a su país de la Gran Depresión. La puesta en marcha del Plan de Recuperación para Europa plantea entre sus objetivos lograr la descarbonización de la economía del continente. Así mismo, la Administración Biden de los EEUU también parece marcarse metas ambiciosas en cuestiones de energía y medio ambiente.

Si estas y otras iniciativas similares se materializan, las energías renovables van a jugar, sin duda, un papel clave para lograr, no ya solo impulsar políticas que permitan mitigar el terrible impacto del virus sobre la economía, si no también encaminarnos hacia una verdadera transición energética para lograr esa ansiada descarbonización. Pero, para tratar de entender la magnitud de lo que se pretende hacer y para tratar de situar ese enorme reto en un marco histórico más amplio, es conveniente entender (y recordar) que ya ha habido otras transiciones energéticas en el pasado, motivadas por factores diversos. A repasar esa historia está enfocado el contenido de este artículo.

La Energía y las transiciones energéticas en la historia

La Energía está detrás de todos los grandes cambios económicos que han ocurrido a lo largo de la historia y en especial, de los sucedidos en los dos últimos siglos. Las tres grandes revoluciones industriales que han transformado el mundo durante los últimos 250 años han sido alimentadas por diversas fuentes de energía, de manera que cada revolución ha llevado aparejadas, de una parte, modificaciones y diversificaciones del mix energético y de otra la aparición de nuevas fuentes de energía, que han supuesto la seña de identidad de cada una de ellas.

La Primera Revolución Industrial, ocurrida desde finales del siglo XVIII y a lo largo del XIX, se alimentó mediante el carbón que permitió el uso de la máquina de vapor; la Segunda, transcurrida durante la primera mitad del siglo XX lo fue por el petróleo que movió los motores de combustión interna y la Tercera, desde el final del siglo XX hasta hoy en día, que ha traído el auge de la electrónica y las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, está alimentada además del petróleo, por el gas y de manera todavía incipiente por las energías renovables. Esta Tercera revolución parecía destinada a ser impulsada por la energía nuclear, pero debido a los elevados costes de instalación y mantenimiento de las centrales que usan el uranio como combustible, unido a los graves accidentes de Three Mille Island en 1979, Chernobil en 1986 y Fukushima en 2011, han relegado a esta energía a un papel secundario en gran número de países que en su día apostaron por ella. Esta es una de las razones por las que el mix energético no ha cambiado sustancialmente desde los años 1970-1980.

Desde mediados del siglo XX el mix energético se ha ido diversificando, debido entre otras razones a la creciente necesidad de energía por parte de las economías mundiales y en la actualidad esta dominado por los combustibles fósiles, que desde 1970 representan el 80-85% del total, sin cambios sustanciales desde entonces aunque es verdad que en los últimos años se aprecia un ligero descenso. Por ejemplo, en 2019, los combutiblés fósiles representaron el 79.9%..

Desde la década de 1980o, las “nuevas” energías renovables (eólica y solar principalmente) se han ido incorporando gradualmente al mix energético global, sumándose a la hidráulica, presente ya desde comienzos del siglo XX. Estas nuevas fuentes deberán jugar un papel clave en la tendencia a la diversificación del mix energético y deberán ayudar a resolver la encrucijada entre un modelo energético insostenible y una demanda global creciente.

La encrucijada energética

El agotamiento de los combustibles fósiles y el crecimiento demográfico, constituyen hoy una encrucijada de difícil resolución.

Hoy en día nos encontramos ante una verdadera “tormenta perfecta” en el terreno energético que viene dada por una combinación letal entre el agotamiento de los combustibles fósiles y el incremento en la demanda de energía debido al aumento de la población y al incremento en el nivel de vida de una parte muy significativa de la misma (este problema lo he analizado con más detalle en un libro de reciente aparición: “Energía Solar. De la utopía a la esperanza”).


El máximo de consumo de los combustibles fósiles, definido en lo que se refiere al petróleo como el pico de Hubbert, se ha alcanzado o se alcanzará en algún momento situado entre el año 2000 entre el año 2000 y el 2025. Por lo tanto, necesitamos de forma imperativa encontrar fuentes de energía alternativas a los combustibles fósiles en un período de tiempo no superior a 40-60 años, es decir, en el período de vida de nuestros hijos:

Históricamente, el aumento de la población y el crecimiento de los ingresos han sido las fuerzas impulsoras de la demanda de energía. Tal y como también muestra la figura anterior, desde 1900 hasta la actualidad, la población se ha multiplicado por 4 y el consumo de energía, por 10. . La relación parece obvia: más personas con más ingresos significa aumento de la producción y aumento del consumo de energía.

Estamos pues ante un escenario en el que, de una parte los combustibles fósiles están en su fase descendente, mientras que la población y el consumo de energía no paran de crecer. ¿Qué hacer en esta situación? Solo cabe plantearse una transición energética que, de una parte satisfaga la demanda creciente de energía y de otra, evite seguir dañando de modo irreversible el medio ambiente.

Tecnologías para la transición energética

Llegó el tiempo de las energías renovables. A día de hoy, no existen otras fuentes de energía alternativas a las basadas en combustibles fósiles y a nuestro alcance, que las fuentes renovables, entre las que destacan, tanto por su grado creciente de utilización, como por su cada vez mayor desarrollo y maduración tecnológica, las “nuevas” renovables: eólica, solar fotovoltaica y termosolar; a las que debemos unir las renovables clásicas: hidráulica y biomasa.

Todas ellas y en especial las nuevas renovables deben considerarse como tecnologías de recambio, que han pasado de ser una curiosidad científica en los años 70 y 80 del siglo pasado a formar parte necesaria e imprescindible de la solución al problema energéticoi

Las aproximaciones tradicionales a la seguridad energética

Si volvemos la vista atrás, hacia las raíces teóricas de la seguridad energética‒esto es, en torno a la primera crisis del petróleo en 1973, el foco en aquel entonces estaba en asegurar el suministro ininterrumpido de materias primas, particularmente petróleo y después gas natural (así como Gas Natural Licuado, GNL), y la integridad de las infraestructuras energéticas, como los oleoductos, gasoductos y las redes eléctricas. Así pues, el enfoque tradicional tiende a vincular las vulnerabilidades y los riesgos geopolíticos, así como las perturbaciones en el suministro de energía, con los combustibles fósiles.

Más adelante, en el trascurso de las décadas de 1980 y 1990, la seguridad energética fue definida por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) como “la disponibilidad de la energía en todo momento, en diversas formas, en cantidades suficientes y a precios asequibles”. Sin embargo, debido a la creciente importancia y la necesidad de protección medioambiental y climática, la misma AIE varió su definición para incorporar dichos criterios, afirmando en 2001 que seguridad energética era “la disponibilidad física ininterrumpida a un precio asequible y respetando las preocupaciones ambientales”. Los conceptos “en cantidades suficientes” y a precios “razonables” o “asequibles” son términos más bien vagos, y hasta el momento, no contamos con una definición ampliamente aceptada de seguridad energética debido a su naturaleza multidimensional y a que depende de factores propios de cada país, como su ubicación geográfica, sus alianzas, su modelo energético o del marco geopolítico en el que se encuentra. Depende, como no, de su estatus como productor neto (Rusia), como consumidor neto (China, Japón, India, la mayoría de estados de la ASEAN y otros) o como país de tránsito (Ucrania y Turquía). A grandes rasgos, los consumidores netos están básicamente interesadas en la seguridad del suministro, los productores netos en la “seguridad de la demanda” de los mercados extranjeros y los estados de tránsito están a menudo interesados en ambos a la vez, con el fin de poder beneficiarse de unas tarifas de tránsito más elevadas y estables.

Nuevos riesgos para la seguridad energética y sus implicaciones geopolíticas

En las próximas décadas, la transición energética hacia una nueva era de combustibles no fósiles estará determinada por la interacción entre la geopolítica de los combustibles fósiles y las energías renovables. Se trata de un proceso veloz, complejo, arriesgado y vulnerable. A ello debemos sumar también un elevado grado de imprevisibilidad debido a los “tsunamis de innovación” y a los potenciales desarrollos e implicaciones disruptivas imprevistas.

La transición energética depende en gran medida de la modernización de las infraestructuras energéticas (especialmente de las redes eléctricas) y de la reformulación de los marcos reguladores para acomodar la estructura cambiante del suministro de energía, en un momento en que las sociedades son cada vez más dependientes del buen funcionamiento de las infraestructuras energéticas esenciales. Sin embargo, los reguladores y los decisores políticos tienden a ser poco ágiles a la hora de adaptarse a las innovaciones tecnológicas disruptivas, lo que repercute negativamente en la seguridad, accesibilidad, conectividad, productividad, eficiencia y sostenibilidad de la transición energética.

Nuevas ciberamenazas en aumento

La necesidad de proteger las infraestructuras energéticas de nuevas amenazas que surgen de los dispositivos informáticos y digitales que regulan y distribuyen la energía, pasibles de ataques, necesita ser debatido con seriedad. El ejemplo de lo ocurrido en Venezuela en los primeros meses de 2019, son una alerta de como se utiliza esta forma de agresión.

Cuando hablamos de instalaciones energéticas esenciales, nos referimos a instalaciones y redes de generación y distribución de electricidad, así como a las necesarias para la extracción, almacenaje y transporte de gas y petróleo, lo que incluye refinerías, terminales de gas licuado, centrales nucleares o embalses. En las sociedades industriales modernas, todas estas infraestructuras esenciales están cada vez más integradas e interrelacionadas por la concurrencia de dos redes: la eléctrica e Internet. Cualquier disrupción a largo plazo de la electricidad y/o de Internet comportaría que un país se viera privado de servicios tan esenciales como el suministro de agua y de energía. Cuanto más industrializada está una sociedad y más tecnificada en base a Internet, mayor es también su vulnerabilidad y los riesgos potenciales a los que debería hacer frente en caso de un colapso de las redes.

Recientemente, el incremento mundial de ciberataques sofisticados a centros de control industrial ha alarmado a las empresas, a los gobiernos y a los expertos en ciberseguridad. Muchos de los sistemas industriales de computación que controlan las centrales eléctricas (los sistemas SCADA/Supervisory Control and Data Acquisition), así como otras infraestructuras energéticas esenciales han quedado anticuados incluso en los países desarrollados, lo que los hace muy vulnerables a los ciberataques. La energía y en particular los sectores energéticos de los países altamente industrializados son considerados como el talón de Aquiles de su estabilidad política, social y económica. En particular, las instalaciones clave del sector eléctrico y del gas están especialmente expuestos a los ciberataques, debido a su particular dependencia de las redes virtuales y físicas, para la distribución.

Y es de prever que las amenazas vayan a más con la siguiente ola de digitalización del sector de la energía (que afectará a la generación y la distribución de la electricidad), la expansión global de las renovables y la electrificación del transporte, la calefacción y los sectores industriales (industria 4.0). Con la digitalización del sector energético, un acceso estable a Internet será algo tan esencial como la propia red eléctrica. Los contadores inteligentes, las redes inteligentes, la industria 4.0, el Internet de las cosas, la computación en la nube y, en el futuro, los vehículos autónomos y la Inteligencia Artificial, sumarán una multitud de capas interconectadas de infraestructuras en funcionamiento continuo vinculadas a Internet. De este modo, la resiliencia –en particular de un sistema eléctrico estable, será cada vez más importante debido a la electrificación de los sectores como, por ejemplo, el transporte, la industria y la construcción.

Dependencias crecientes en la seguridad del suministro de materias primas esenciales

Un argumento a favor de la expansión de las renovables es que reducirán sustancialmente la dependencia de la importación de combustibles fósiles de Europa y del mundo, y, en consecuencia, mejorará la seguridad energética. Es posible que no solo reduzca la dependencia de proveedores de combustibles fósiles ‒a menudo políticamente inestables, sino también su influencia política y económica en las relaciones internacionales. Por el contrario, la expansión mundial de las renovables y la electrificación del transporte y otros sectores industriales requerirá el desarrollo de una nueva generación de baterías para el almacenaje de la electricidad, lo que aumentará la demanda mundial de materias primas esenciales como tierras raras, litio, cobalto y otros.


En este escenario, la demanda global de Materias Primas Esenciales (MPE) podría aumentar espectacularmente, crear nuevas dependencias de la importación, cuellos de botella, escasez de suministros y disrupciones, así como riesgos geopolíticos aún mayores para el suministro en cada fase del proceso, desde la extracción y el procesamiento hasta la refinación y la manufactura. El reto no es tanto la escasez física de dichos materiales como la concentración de su producción en un número aún más reducido de países y empresas productoras. Comparada con los recursos convencionales de petróleo y gas, la producción de MPE es aún más complicada y problemática geopolíticamente, en especial si se tiene en cuenta el futuro aumento de la demanda global. En la actualidad, el 50% de materias primas esenciales se encuentra en estados frágiles o en regiones políticamente inestables. En este momento, China proporciona el 98% del suministro de elementos de tierras raras a la UE y aproximadamente el 62% de la totalidad de las 30 materias primas esenciales, según la definición de 2020. La baja sustituibilidad y los bajísimos índices de reciclado de muchas MPE también incrementan el potencial de futuros riesgos para su suministro.

El acceso a –y el suministro estable de– estas materias primas esenciales, así como las correspondientes cadenas de suministro son condiciones previas para que cualquier nueva tecnología entre en el mercado y pueda implementarse de manera efectiva. Asimismo, los objetivos estratégicos del Pacto Verde Europeo de la UE, y la expansión aún mayor de las renovables solo podrá llevarse a cabo si se consigue un suministro suficiente y estable de MPE. Ello requerirá de la introducción generalizada de una economía circular, una reducción de las importaciones poco seguras, y una expansión de la extracción doméstica de MPE en la propia Europa.

Perspectivas estratégicas

La expansión de las energías renovables permitirá al conjunto de las economías reducir su dependencia de la importación de combustibles fósiles, así como también mitigar los riesgos geopolíticos que se derivan de ello, diversificando su cesta energética y fortaleciendo la seguridad del suministro. No obstante, al mismo tiempo, muchos países son cada vez más dependientes de nuevos proveedores y de cadenas de valor globales, ya sea de exportadores de renovables y de hidrógeno, o de países productores y refinadores de materias primas esenciales con las que el país en cuestión produce sus renovables. En una perspectiva a medio y largo plazo, un sistema energético electrificado (incluido el sector del transporte y las industrias manufactureras) puede basarse exclusivamente en una única modalidad de transporte y en un sistema energético menos diversificado, con varios subsistemas dependientes todos ellos de un suministro estable de electricidad, Internet y un entorno de ciberseguridad resiliente. Además, los planes europeos y mundiales para una economía del hidrógeno, así como los objetivos estratégicos del Pacto Verde Europeo también tendrán unas implicaciones geopolíticas amplias, en cuanto exigen también nuevos suministros y cadenas de valor, intercambio y rutas de suministro, y debido además a que crearán nuevas rivalidades y también nuevas alianzas geopolíticas.



El caos climático, la desigualdad económica brutal y la desintegración social están empujando conjuntamente comunidades humanas al borde. Podemos dejar que el proceso de destrucción, la desintegración y el exterminio continúan sin oposición o podemos dar rienda suelta a nuestra creatividad energías para hacer un cambio sistémico y reclamar nuestro futuro como especie, como parte de la tierra familia. Podemos seguir sonámbulos hasta la extinción o despertar al potencial de la planeta y nosotros mismos”.

(Vandana Shiva, Soil Not Oil, 2008, págs. 144)


Fallos de gobernanza


La presente tesis doctoral tiene su germen en una preocupación que se enmarca dentro de los fallos de gobernanza del sistema-mundo capitalista, esto es, la de la estructura institucional del metabolismo social global, en el contexto de la crisis ambiental planetaria. En particular, el análisis se origina como consecuencia de la constatación de las “externalidades” que presenta el modelo energético, en el contexto de un marco normativo internacional, que, aparentemente,
pretende responder de manera efectiva a la crisis ambiental. Con el objeto de comprender esta paradoja, este trabajo pretende proporcionar un discurso crítico de dicha estructura, tomando como referencia la justicia energética.


Para ello, he considerado relevante diagnosticar cuáles son las raíces del fallo del sistema, con el objeto de diseñar alternativas a la retórica hegemónica que nos ha llevado al actual escenario de degradación ambiental. Para lo cual, utilizo la transición energética como punto de apoyo para explorar algunos de los aspectos fundamentales de la fractura de la gobernanza global en el contexto de la crisis ambiental, en particular, la limitación del lenguaje de los derechos, así como la necesidad latente de introducir una narrativa de cambio profundo, basada en la justicia ambiental, misma que presento como marco normativo alternativo. Así, parto de la idea de que la crisis ambiental se puede interpretar a partir del relato del Antropoceno, lo que supone un cuestionamiento de los presupuestos utópicos de la visión hegemónica del Derecho público, lo que invita al cuestionamiento del modelo patriarcal y colonial propio de la economía-mundo capitalista, actualmente legitimada a través del concepto fundamental de desarrollo sostenible.


Con ello, pretendo avanzar en la construcción de nueva gobernanza global responsable, precautoria, solidaria, cooperativa y sostenible.
Así, desde una perspectiva holística, la tesis se ha estructurado en tres partes. En la primera, correspondiente a la “Crítica al patrón del desarrollo sostenible como matriz fundamental del Derecho (internacional) del medio ambiente”, establezco los elementos críticos del sistema, a saber, sostenibilidad y equidad. En este sentido, valoro el estado de la degradación ambiental actual desde la perspectiva de la historia y del desarrollo de la racionalidad del Derecho internacional ambiental, considerándolo como aparato normativo del metabolismo social global, para explicar la injusticia ambiental imperante. Este análisis se ilustra mediante un estudio de caso sobre la obsolescencia programada y los residuos electrónicos (e-waste).


En la segunda parte, denominada “La justicia energética en el Antropoceno: fundamentos para la transformación de la disciplina jurídica del metabolismo social global”, abordo la ética ambiental, prestando atención a la pobreza energética y estableciendo conexiones con las relaciones metabólicas básicas y las externalidades ambientales, ante la necesidad de repensar el modelo (neo) extractivista para superar la willful blindness. Ello me lleva a plantear la necesidad de decantarse por una perspectiva que se base más en la responsabilidad que en el lenguaje de los derechos, que contemple además la revisión de algunos principios, y que permita integrar estrategias de descentralización, ,y de manera particular, la justicia energética.


En la tercera parte, a la cual he titulado “Hacia una gobernanza global equitativa y sostenible: intuiciones y exploraciones en el pensamiento crítico”, avanzo hacia el desarrollo de un modelo conceptual, a partir de cinco teorías articuladas por dos ejes críticos: el del patriarcado y el del
capitalismo/colonialidad. La idea es verificar en qué medida dichas teorías contribuyen a repensar la estructura institucional del metabolismo social global, para, posteriormente, trazar líneas propositivas hacia una gobernanza global comprometida con la justicia energética, lo que implica, no sólo superar el sistema de acumulación de capital, sino cuestionar las lógicas de dominación. Las teorías contempladas, desafían la narrativa hegemónica, señalando que
problemas estructurales tales como el ambiental, no pueden se pueden resolver dentro del marco de la misma racionalidad que los ha originado. Finalmente, se presentan las conclusiones más relevantes obtenidas mediante la elaboración del presente trabajo de investigación.” ii

Las verdaderas razones que no se nombran

La realidad ofrece un panorama sombrío en tanto las posiciones de los Estados mas beligerantes y potencias en la guerra, sostienen sus desarrollos en base a la depredación ambiental y sus modelos energéticos son causa de tensiones y contradicciones constantes especialmente en EEUU y Europa, en tanto ven desgastadas sus posibilidades naturales, frente al potencial que exhiben naciones emergentes que comienzan a alejarse de la hegemonía Europea.

Al mismo tiempo sostienen sus propios conflictos internos. La Guerra entre Rusia y Ucrania ha puesto de manifiesto lo que ya se sabía, la dependencia energética de Europa.

Por su lado EEUU ve como riesgoso que precisamente Europa se asiente en las dependencias de gas, respecto de Rusia y de otro tipo de energías, respecto de china, toda vez que han desistido de la posibilidad de la energía nuclear debido a que no han logrado consenso social al respecto y las consecuencias negativas en sus poblaciones se ha visto de manifiesto en los 80, dónde la sociedad europea comienza a degradarse frente a la posibilidad que creen real de una catástrofe nuclear que destruiría la civilización tal y como la conocemos, la realidad que pese a algunos eventos graves producto de errores humanos, la industria de la energía nuclear es mucho mas limpia que cualquiera de las que utilizan otras fuentes y si se sostienen los estrictos protocolos de seguridad, son tan seguras como cualquier empresa humana.

¿Y que de America Latina?

En el resumen de un trabajo producido por La comisión Económica para América Latina (CEPAL), se expresa:

En 2010, la matriz energética de los países de la región debería mostrar una participación mínima de 10% de fuentes renovables en la Oferta Total de Energía Primaria (OTEP). Así lo estipula la Iniciativa Latinoamericana y Caribeña para el Desarrollo Sostenible, presentada y aprobada en la Primera Reunión Extraordinaria del Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, Johannesburgo, agosto de 2002.

El objetivo de la Iniciativa no se orienta a penalizar a los países que tie nen condiciones naturales menos favorables en términos de sostenibilidad energética, sino más bien a promover una mayor participación de las fuentes renovables en el ámbito regional y global.
Para ello, además de los esfuerzos propios de cada país, podrían alcanzarse resultados de tipo regional y subregional, prom oviendo actividades conjuntas en ciertos campos como:

i) el intercambio tecnológico;

ii) la cooperación para la asistencia a comunidades aisladas;

iii) el entrenamiento y capacitación;

iv) el agrupamiento de matrices energéticas para alcanzar las
metas mínimas; y

v) el desarrollo de métodos de contabilización y mecanismos de intercambio de certificados de energías renovables.


La discusión conceptual sobre la “renovabilidad ” y la “sostenibilidad” de la energía es un tema de amplio debate. La posición adoptada en el presen te documento identifica la renovabilidad como atributo de la fuente, mientras que la sostenibilidad es un atributo de la forma en que se la utiliza. Por ello, para determinar el es tado al año 2000 del aporte de las fuentes renovables a la OTEP, fue necesario establecer criterios comunes a los países estudiados, tratando de sustraer de la categ oría de fuentes renovables a aque lla fracción no sostenible de la
energía proveniente de recursos forestales cuya tasa de extracción supera la de regeneración natural, dando lugar a procesos de deforestación.

Los resultados alcanzados en este trabajo muestran que el aporte de las energías renovables varía ampliamente de país en país, de manera casi independiente de su desarrollo relativo y en menor medida de su dotación en recursos energéticos no renovables. La realidad de
la OTEP y de las problemáticas energéticas en países como Argentina, país autoabastecido y exportador marginal de hidrocarburos, es muy similar a la de los grandes exportadores como México y Venezuela. A su vez, resulta obvio que estas situaciones sean diametralmente opuestas
a las de países importadores, pero aun en el caso de estos últimos es sorprendente la diferencia entre Haití, Honduras y Guatemala con respecto a Uruguay y Costa Rica, por ejemplo.

El Índice de Renovabilidad de la OTEP calculado señala que ya en 2000 había países por debajo de la línea del 10% —como es el caso de Argentina y el conjunto de pa íses del Caribe que aquí se agrupó como subregión 1 (Barbados, Suriname, Guyana, Grenada, Trinidad y
Tabago). Mientras que otros tiene n que realizar un importante esfu erzo si quieren mantener la meta de la Iniciativa. Así, aquellos países que se presentan dentro de la banda del 10% a 20%, como son los casos de Chile, Ecuador, México y Venezuela, deberían actuar en forma decidida
para mantener la fracción actual de participación de renovables en la OTEP. Un tercer grupo de países que presentan un riesgo menor está constituido por Bolivia, Colombia, Guatemala y Panamá.

Además, en El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras y Nicaragua el papel de la dendroenergía en la OTEP es trascendental y si, por una part e, en términos de desarrollo sostenible, resulta sin duda positivo, ya que indica una débil utilización de combustibles fósiles, por otra es claramente negativo, a causa del fuerte impacto sobre los recursos forestales nacionales y la calidad de vida de los usuarios.
Por el contrario, en los países donde la utilización de la biomasa para fines energéticos,como en Argentina, Ecuador, México y Venezuela, es casi marginal, podrían existir problemas de sostenibilidad debido a la fuerte utilización de combustibles fósiles a nivel del consumo final
industrial y residencial, y el consumo intermedio en la generación eléctrica. En estos países se observa que los hidrocarburos representan entre 80% y 90% de la OTEP.

Existe finalmente una categoría de países con problemáticas mixtas, como es el caso de Cuba que utiliza muchas fuentes renovables pero en procesos de combustión poco eficientes; República Dominicana y Panamá, que registran una baja eficiencia en la transformación térmica
de los combustibles fósiles importados; Chile y Uruguay, países dependientes casi exclusivamente del petróleo y la hidroenergía.
Fuera de toda categorización se ubican sólo dos países que en la OTEP presentan más del 90% renovable no ligado a la leña y menos del 2% de de pendencia petrolera: son los casos de Paraguay, basado en su recurso hidroenergético, y Costa Rica, país que demuestra tener la más
completa y equilibrada composición de renovables de toda la región.
De hecho, en la OTEP de Costa Rica se encuentra una importante participación de geotermia, hidroelectricidad, produc tos de caña, dendroenergía y energía eólica. Un elemento básico para entender los resultados de Costa Rica es que la de pendencia de hi drocarburos se
manifiesta a partir de la importación de derivados, debido al cierre temporario de la refinería, y no se mide por medio de la OTEP.

Aparte de esta apreciación y posicionamiento general de los países con relación a la Iniciativa, que no es más que una fotografía de la situación al año 2000, surgen otros ejes de análisis que interesa indagar, ya sea por las implicancias a mediano plazo de ese posicionamiento
como debido a la composición y estructura de la sostenibilidad de la OTEP.

El Índice de Sostenibilidad Residencial (ISR) informa sobre la importancia de la leña en el abastecimiento de los requerimientos calóricos básicos de las familias, principalmente para cocción, calefacción y agua caliente. Un alto ISR si gnifica no sólo que el país es fuertemente dependiente de la leña para satisfacer las necesidades de la población, sino que debería profundizarse el análisis por medio de un estudio específico sobre la “por ción sostenible” de la
leña utilizada, por cuanto en la región se presentan situaciones muy diversas desde el punto de vista de la tecnología de co mbustión de la leña y sus condiciones de uso, que afectan a su eficiencia energética y a sus efectos negativos en la salud.

El ISR también ofrece una lectura de los matices sociales, con respecto al nivel de pobreza de la población en general, y el acceso de la población en áreas urbanas marginales y rurales a fuentes de mayor calidad, asociadas por lo general a un costo monetario superior, pero
también a un mayor rendimiento y eficiencia, un menor tiempo dedicado al acopio de combustible y niveles más bajos de contaminación intradomiciliaria. Los países que presentan un ISR inferior a la línea del 40% son grandes c onsumidores de hidrocarburos secundarios y podrían presentar un consumo de energía útil per cápita superior —por tanto, un mayor nivel de satisfacción de los requerimie ntos básicos para uso calórico— al del resto de los países. Por otra parte, países con índices supe riores al 60%, como es el caso de Honduras, Guatemala, El
Salvador y Nicaragua en Centroamérica; Chile, Brasil, Colombia, Paraguay y Perú en Sudamérica; y Haití en el Caribe, generalmente muestran no sólo una excesiva dependencia de la leña, sino una falta de acceso a energías más eficientes y de mayor calidad.

Otro indicador que mide en cierta forma grados de sostenibilidad de los sistemas energéticos es el de Generación Eléctrica Contaminante (IGC), medido por la cantidad de CO2 emitida en relación con la producci ón total de electricidad (Tn CO 2 /GWh). Si se cuantificara económicamente este indicador, me diría el costo ambiental de producir una unidad de energía eléctrica. Costa Rica, Brasil, Paraguay y Uruguay son países relativamente más limpios en su proceso de generación de electricidad; en el caso de los últimos tres países, el bajo índice obedece únicamente a la fuerte dependencia hidroenergética. México, Nicaragua, Bolivia,
Guatemala y República Dominicana demuestran poseer una generación particularmente contaminante en términos de emisiones de CO2 . En el caso de México y Bolivia, esto se debe al rol predominante de los hidrocarburos en la OTEP; en los otros países, ese rol es menor
—aunque siempre superior al 20%— y se asocia evidentemente a un proceso menos eficiente de la generación térmica y por lo tanto también más contaminante.

Como se expresó anteriormente, el objetivo específico del presente documento fue realizar un análisis sobre la sostenibilidad de la energía primaria al año 2000. Es decir, se intentó retratar la situación a dicho año, obteniéndos e conclusiones positivas en algunos casos e
interrogantes en otros.

Queda pendiente tratar esta problemática en un análisis no estático, sino dinámico. Esto es, proponer un conjunto de escenarios posibles por el que transita rían los países de América Latina y el Caribe y observar los condicionantes nacionales, subregionales y regionales para que
aquellos países o subregiones que no cumplen la meta de la Iniciativa Latinoamericana implementen políticas que los acerquen a ella. Y que aquellos que la cumplen, pero que corren el riesgo de incumplirla, redirecci onen sus tendencias y políticas hacia un desarrollo sostenible del sector energético.


Para esto quizá resulte importante realizar en el futuro inmediato estudios queprofundicen en:

i) las fracciones de renovabilidad de las diferentes aplicaciones de la leña (sobre la base de la metodología propuesta por Brasil) en países seleccionados. Se debería focalizar en aquellos países que presentan una fuerte dependencia de la leña en su abastecimiento energético y pueden mostrar altas participaciones de dendroenergía no sostenible;

ii) los problemas y obstáculos existentes en la aplicación de políticas de promoción y en el fomento de iniciativas que promuevan las energías renovables en países seleccionados; y

iii) las condiciones de entor no, de tipo regulatorio y económico necesarias para la penetración de las tecnologías modernas de energía eólica, fotovoltaica, geotérmica y combustión de residuosiii

Una perspectiva desde América Latina

Particularmente, este es un tema complejo y no menor para América Latina. En primer lugar es un continente en vías de desarrollo y la superación de sus urgencias sociales, aún dependen de la explotación primaria de sus recursos naturales. La no explotación primaria de sus ecosistemas naturales y/o la explotación cada vez más sustentable de los mismos requiere contar con tecnología de punta (entre otros aspectos), tema en el cual manifestamos evidentes retrasos y su adquisición es cara. Y lo mismo ocurre con la satisfacción de la creciente demanda energética ¿Cómo producir y asegurar una demanda
energética, al más bajo costo posible, tanto económico como ambiental?

En segundo lugar, y frente a un tema en el cual se ha reflexionado menos, se debe considerar las particularidades biogeográficas de esta parte del mundo en el contexto del la crisis ambiental global.

Por ejemplo, frente temas como la mitigación del cambio climático y la protección de la biodiversidad, América Latina presenta un espacio geográfico relativamente poco intervenido por la acción del ser humano y relativamente poco poblado si se compara con el espacio geográfico del norte del mundo, lo que entre otros aspectos implica una mayor existencia de biodiversidad de sus ecosistemas. Además, en este espacio radican ecosistemas fundamentales para la “salud” planetaria, debido a que absorben de manera natural el CO2 como es el caso arquetípico de la Amazonía (y la presión primer mundista para incidir en su destino y gestión está aumentando).

¿Cómo negocia y saca beneficios de esta situación América Latina, de manera libre e independiente y sin caer en las tradicionales relaciones de subordinación centro-periferia que la han caracterizado?

Cada año, la demanda de energía eléctrica es mayor. Incluso se ve incrementada en aquellos países, emergentes, donde este tipo de recursos no venía siendo habitual.

Las fuentes de energía fósiles supusieron para la Humanidad el impulso necesario para construir las sociedades modernas. No obstante el precio medio ambiental ha sido considerable. Actualmente sus reservas se inclinan más hacia su ocaso.

Las energías alternativas renovables, suponen una ayuda a la ingente demanda de energía actual. Pero no alcanzan aún a sustituir a las fuentes fósiles. Se ha avanzado mucho con ellas pero siguen siendo variables y, mayoritariamente, necesitan grandes superficies para obtener potencias energéticas importantes.

La energía nuclear de fisión, la que utilizan las centrales nucleares actuales, al margen de los graves y puntuales accidentes ocurridos en su corta historia, sigue no siendo renovable y, en el mismo nivel problemático, genera residuos radiactivos de considerable peligro para la vida y que perdurarán muchos cientos o miles de años.

La Energía en Argentina

El Centro de Asuntos Globales, espacio que intenta atraer a la investigación, docencia y difusión en la Universidad Nacional de Cuyo, y a través de ella en la Provincia de Mendoza, la Región Oeste y el País, los principales temas globales que influyen en los procesos del Desarrollo Humano de nuestra Comunidad local, nacional y regional, realizó el el Jueves 1 y Viernes 2 de Octubre de 2015, el primer “Foro de Cambio Climático”, organizado por la Universidad Nacional de Cuyo y las Naciones Unidas en Argentina. 

Dos excelentes presentaciones sobre el panorama en argentina fueron obras, en ese evento, de Alieto Guadagni, Miembro de la Academia Nacional de Ciencias del Ambiente. Dos veces Secretario de Energía de la Nación. Doctor por la Universidad de California en Berkeley Fellow en las Universidades de Chicago, Yale y el Massachussets Institute of Technology (MIT). Ex Embajador Argentino en Brasil.

https://www.uncuyo.edu.ar/centroasuntosglobales/upload/foro-de-cambio-climatico-presentacion-alieto-guadagni.pdf

Y este otro trabajo realizado por Ricardo Villalba, Investigador Superior del CONICET, Director del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA). Doctor en Geografía por la Universidad de Colorado. Autor invitado del Cuarto Documento del Panel
Intergubernamental del Cambio Climático, Premio Nobel de la Paz 2007.

https://www.uncuyo.edu.ar/centroasuntosglobales/upload/foro-de-cambio-climatico-presentaciones-ricardo-villalba.pdf

OCDE y tratado sobre energía

El ministro de Economía, Martín Guzmán, firmó este jueves en la ciudad de París la adhesión de la Argentina a la Agencia Internacional de la Energía (IEA por sus siglas en inglés) como nuevo país miembro asociado.

El anuncio del ingreso de la Argentina a IEA corrió por cuenta de la secretaria de Energía de EE.UU., Jennifer Granholm, y del director de la Agencia, Fatih Birol quienes felicitaron a la Argentina por este paso.

Durante el anuncio, Guzmán aseguró: “Nos complace unirnos a la IEA como miembro asociado. Esperamos trabajar de manera conjunta y articulada”. Asimismo, agregó: “Es un buen momento para que la Argentina ingrese a la IEA, porque la aceleración del desarrollo del sector energético es una prioridad para nuestro Gobierno, tanto por razones productivas como macroeconómicas”.

La Agencia Internacional de la Energía es una organización internacional, creada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) tras la crisis del petróleo de 1973. Busca coordinar las políticas energéticas de sus países miembros con la finalidad de asegurar energía confiable, asequible y limpia a sus habitantes. Su misión ha ido evolucionando a medida que las tecnologías y mercados energéticos experimentaron cambios, haciendo foco actual en tres aspectos relevantes de las políticas energéticas: seguridad energética, desarrollo económico y protección del medio ambiente. Tiene 30 países miembros.

Sus reportes temáticos, estadísticas mundiales energéticas y publicaciones insignia son reconocidas mundialmente y sirven de referencia analítica.

Desarrollo, teoría decolonial y el tema energético

Laura Mota Díaz.
Políticas públicas, desigualdad social y movimietos socio-ambientales.
Universidad Autónoma del Estado de México, Ciudad de México, México.

Y Eduardo Andrés Sandoval Forero.
Interculturalidad, Migración y Procesos de Paz.
Universidad Autónoma del Estado de México, Ciudad de México, México.

Ya nos advertían, en un trabajo publicado en 2016 iv que “ La actual crisis socio-ambiental que se vive en el mundo es fiel reflejo de lo insustentable que ha sido el modelo económico dominante cuyo discurso, en los últimos treinta años, se ha centrado en una supuesta preocupación entre el crecimiento económico y el deterioro ambiental, razón por la que en los primeros años de la década de los ochenta se dio lugar al desarrollo sustentable ya todo el andamiaje institucional para su puesta en práctica mediante acciones de política pública en el ámbito internacional. Pero esta estrategia delineada e impuesta por los organismos internacionales no ha sido otra cosa más que la prolongación de un modelo colonizador, concentrado ahora en la mercantilización de la naturaleza para dar rienda suelta a la explotación de los bienes naturales que se encuentran en distintos territorios. Considerando lo anterior, el objetivo del presente documento consiste en analizar de modo crítico el paradigma del desarrollo sustentable, partiendo de que su origen se ubica en los discursos de la colonialidad del poder, específicamente en lo que corresponde al dominio que se ejerce sobre la naturaleza y los territorios. La propuesta teórica para tal análisis se ubica en la teoría de la decolonialidad, pues ésta nos permite hacer una deconstrucción del concepto sobre el cual se funda nuestra crítica.”

Aludir al desarrollo sustentable (DS) precisa de una consideración sobre el término desarrollo, en su versión más general, de tal modo que sea posible comprender el contexto de origen, su institucionalización y evolución, para luego, más adelante, ubicarlo como una expresión de la decolonialidad del poder.

En ese tenor, se reitera lo que ya autores como Gilbert Rist (1966), Gustavo Esteva (1998), Aníbal Quijano (2000b), Arturo Escobar (1996), entre otros, han señalado con respecto a que la concepción del desarrollo se gestó paralelamente a las nociones de modernidad y progreso emanadas de los procesos de transformación de la sociedad europea, ocurridos a partir del siglo dieciséis —con la conquista y colonización de Europa hacia otros continentes— y afianzados durante el siglo diecinueve con la Revolución Industrial. No obstante, la institucionalización del desarrollo en el ámbito de gobiernov se dio en 1949 con el discurso de Harry Truman, cuando éste tomó posesión como presidente de Estados Unidos e instauró, al mismo tiempo, la noción de subdesarrollo vi — como forma de recolonización—, dejando atrás lo que él mismo denominó “viejo imperialismo” para emprender una nueva etapa de expansión capitalista, en la que esa Nación buscaba consolidar su hegemonía.

Cabe mencionar que, en esa fase de institucionalización, la idea de desarrollo se inspiró en los postulados teóricos de Keynes, particularmente en aquellos que provenían de la macroeconomía del crecimiento, donde se daba un papel preponderante al Estado; aunado a eso, se trataba de una época en la que los fundamentos de la racionalidad -técnica e instrumental- predominaban en la visión del mundo moderno, con lo cual la planificación económica cobraba importancia. Fue por eso que el desarrollo se restringió a dimensiones de carácter económico, aunque en el discurso estaba presente el argumento del bienestar social. Lo que se intenta destacar es que, en su discurso, Truman refirió a la configuración de un programa de desarrollo que pusiera a disposición de los países subdesarrollados los avances científicos y el progreso industrial, pero que además pudiera enfocarse en la mejora de las condiciones de vida de la población de esos países. No obstante, en el entendimiento de los agentes involucrados en la promoción e implementación de ese programa, el desarrollo fue equiparado con el crecimiento económico, de tal forma que en los discursos y en la práctica (tanto de organismos financieros como de gobiernos nacionales) llegaron a ser considerados sinónimos.

Como se ha venido argumentado, una de las determinantes del capitalismo es la acumulación permanente de capital para lo cual requiere explotar al máximo la naturaleza y la fuerza de trabajo, desarrollar las fuerzas productivas, incrementar la producción, bajar costos de inversión e incentivar también al máximo el consumo. Veamos una de las grandes contradicciones que se presentan en el modelo: el sistema capitalista tiene como uno de sus objetivos el crecimiento constante y sin límite, explotando los recursos finitos de la naturaleza, agotando recursos limitados, como por ejemplo el petróleo, el gas y el carbón. Esta política y esta práctica entran en total contradicción con los postulados teóricos del desarrollo sostenible /sustentable en lo que refiere a salvaguardar el medio ambiente para las generaciones futuras.

La lógica de un desarrollo sustentable real debería ser la de controlar y disminuir al máximo el uso de las fuentes energéticas generadoras de contaminantes y del cambio climático, proponiendo alternativas para ello. Sin embargo, los capitalistas se resisten a dejar de producir aquello que saben que es fuente generadora de contaminación; por tanto, sus ganancias seguirán creciendo con la venta de sus productos. Un ejemplo es el de las empresas de automóviles, pues aun cuando son conscientes de las afectaciones ambientales que se generan en las grandes ciudades por la excesiva cantidad de autos, ellas seguirán produciendo en serie e incentivando el consumo.

En otras palabras, como afirma Renán Vega (2009:89-90), con esta pretensión del desarrollo sustentable se están tratando de eludir cosas evidentemente antagónicas, tales como: aumentar el número de automóviles y evitar el efecto invernadero; ampliar la producción de mercancías contaminantes sin incrementar la masa de desechos tóxicos; destruir las selvas tropicales y preservar la diversidad biológica, y así, una serie de contradicciones en las que lo único claro es que el desarrollo sustentable es sólo una moda retórica, que en la práctica no ha implicado ninguna modificación significativa en el sistema capitalista. Lo que se ha pretendido es conciliar el crecimiento económico con la idea de sustentabilidad, cuando en sentido estricto los dos conceptos se mueven en planos de abstracción y formas de razonamiento distintos.

Ahora bien, son innegables los avances científicos y tecnológicos que se han presentado en el mismo tiempo en que se ha venido hablando de desarrollo sostenible /sustentable. Los beneficios han sido solo para una minoría, mientras que la pobreza se ha globalizado, lo que demuestra de manera fehaciente que el desarrollo con cualquiera de sus apellidos no ha cumplido con su cometido de transformar las condiciones de desigualdad, pobreza, injusticia y deterioro ambiental. Puede concluirse con Augusto Ángel que:

De persistir las condiciones de mercado actual, los flujos internacionales de capital económico del Sur hacia el Norte, las desigualdades en los niveles de desarrollo en materia de ciencia y tecnología, etc., nos alejará aún más de este tipo de desarrollo al que ahora hemos denominado sustentable; porque seguirá fomentando la desigualdad social, política y económica entre las naciones y acrecentando la distancia entre unas y otras; limitando el acceso a oportunidades de mercado más igualitarias y equitativas; fomentará la depredación de la base de los recursos naturales de las naciones en desarrollo, debido a sus lacerantes obligaciones económicas; incrementará la migración de científicos de las naciones en desarrollo hacía los países industrializados(Ángel, 1995, p.17).

Queda subrayar aquí la importancia de generar conocimiento a partir de un cambio de paradigma epistemológico que se sostenga en una posición mas territorial, soberana, integradora de América Latina como heredera de esa tradición de imposiciones y colonialidades que nos fueron impuestas pero también que hemos terminado asimilando con docilidad y sin ningún tipo de conciencia crítica genuina, porque aún las valiosas criticas al capitalismo que surgen del marxismo, no dejan de ser miradas de los conflictos transportadas de Europa. América latina tiene una valiosa experiencia histórica por recuperar para aportar como novedad a los debates globales y potenciar aún mas un nuevo orden pluripotencial y mas humano que el presente.

Nadie se salva solo. Que cada quién haga su parte.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack






i Frank Umbach Director de investigación, European Cluster for Climate, Energy and Resource Security, University of Bonn https://www.bbvaopenmind.com/ciencia/medioambiente/el-reto-de-la-energia-la-transicion-hacia-un-nuevo-modelo-energetico/ Open Mind BBVA


ii"La Transición Energética Como Matriz Para El Diseño De Una Nueva Gobernanza Global"
Thays Ricarte Lopes
Universitat Rovira I Virgili
(Https://Www.Tesisenred.Net/Bitstream/Handle/10803/462194/Tesi.Pdf?Sequence=1&Isallowed=N)

Thays Ricarte Lopes - Tesis Doctoral 2017 -

iiiDocumento preparado por Manlio Coviello, experto y Hugo Altomonte, Jefe de la Unidad de Recursos Naturales y Energía de la División de Recursos Naturales e Infraestructura, bajo la supervisión de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva Adjunta y Fernando Sánchez-Albavera, Director de la Divi sión de Recursos Naturales e
Infraestructura, y con la participación de José Javier Gómez,Oficial de Asuntos Económicos de la Di visión de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos.

CEPAL - 8 de octubre de 2003 - ORIGINAL: ESPAÑOL

https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/2764/1/S2003717_es.pdf

vLa institucionalización del desarrollo se dio una vez que éste quedó situado como eje central, alrededor del cual se definirían una serie de políticas y estrategias económicas que conducirían al “progreso de las naciones”, especialmente de aquellas ubicadas en situación de “subdesarrollo”, para lo cual se crearon una serie de organismos de ayuda financiera: Fondo Monetario (FM), Banco Mundial (BM), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entre otros. A partir de entonces el concepto se incorporó al discurso político y a la agenda gubernamental de los países del mundo.

viLa configuración del concepto de subdesarrollo, más allá de lo que expresaba en el discurso con respecto a la pobreza y el atraso de los países pobres, se sustentaba en la idea de la unidad, homogeneidad y evolución lineal del mundo (Esteva, 1998), por lo cual su introducción, paralela a la institucionalización del desarrollo, marcaba otra etapa de colonización ya no desde Europa, sino ahora desde Estados Unidos, dando inicio a otra etapa de dominación, explotación y despojo. (Op. Cit)

(Las últimas tres citas pertenecen al trabajo: Mota, L., Sandoval, E. (2016). La falacia del desarrollo sustentable, un análisis desde la teoría decolonial. Iberoamérica Social: revista-red de estudios sociales, VI, pp. 89 – 104. Recuperado en: https://iberoamericasocial.com/la-falacia-del-desarrollo-sustentable-analisis-desde-la-teoria-decolonial/ ya mencionado).


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