Lo que se dice y lo que no se dice en los medios ...


El negocio, el mercado, las necesidades.

En un mundo como el nuestro, en tiempos como estos, con las mentalidades y formas de pensar con las que enfrentamos cotidianamente la realidad que nos toca vivir, nada se compra o se vende para no ser usado ¿O si?

El comercio de armas, especialmente en estos días de la guerra y en los ¿últimos días de la peste?, es una paradoja irresuelta.

Un informe publicado en marzo de 2021 daba cuenta de este dato: El comercio mundial de armas ha dejado de crecer. Por primera vez desde 2005, en los últimos cinco años se compró menos armamento que en el lustro precedente (-0,5%). La caída de las exportaciones rusas y chinas contrasta con el aumento de las ventas de EE UU, Francia y Alemania, según los datos que publicó el Instituto de Investigación para la Paz Internacional de Estocolmo (Sipri). Las compras crecen en Oriente Próximo, el norte de África, Japón y Corea del Sur.

Alexandra Kuimova, coautora del informe anual del Sipri sobre el comercio mundial de armamento, ve evidente que “la pandemia ha tenido su impacto, tanto en la distribución, como en la firma de nuevos acuerdos”. Sin embargo, la analista apunta que hay otros motivos anteriores que influyen en la leve caída: los diversos programas de producción nacional que se han puesto en marcha, o los cambios drásticos en la relación entre algunos socios tradicionales, como el caso de Ankara y Washington.

El sistema de cálculo utilizado por el Sipri no se refiere a los precios reales de compraventa, sino que se fundamenta en los costes de producción de cada artefacto. El instituto de investigación sueco estima que el valor anual del comercio mundial de armas superó los 75.000 millones de euros en los últimos años. ( https://elpais.com/internacional/2021-03-14/el-comercio-mundial-de-armas-decrece-por-primera-vez-desde-2005.html 14 de Marzo 2021 )

La caída en el comercio mundial de armas no fue más aguda por el repunte de las compras en algunos países. Arabia Saudí se afianzó como el primer importador mundial al elevar sus adquisiciones un 61%. Qatar, bloqueado por sus vecinos hasta el pasado enero, multiplicó casi por cinco sus adquisiciones de material militar.

Uno de los países que suministró armas a Doha fue Turquía. Ankara sigue desarrollando su industria nacional, ampliando su capacidad exportadora (un 30% más) a la vez que reduce su dependencia del exterior. El Ejecutivo de Recep Tayyip Erdogan desafió a sus socios de la OTAN al recibir el sistema de defensa antiaéreo ruso S-400, lo que provocó que Washington suspendiera el suministro de los cazas F-35. Las compras de Turquía a EE UU cayeron más de un 80%. “La presión de los países occidentales está forzando a Ankara a buscar nuevos proveedores. Es imposible predecir en qué acabará esta deriva”, apunta Wezeman.

Además, los roces de Turquía con Grecia y Egipto por los hidrocarburos en el Mediterráneo oriental han provocado que Atenas y El Cairo estén reforzando su capacidad naval. El régimen de Abdelfatá al Sisi, tercer receptor mundial, compró un 136% más de armamento que en los cinco años anteriores. Kuimova apunta que “la falta de transparencia y los huecos sin rellenar de las cuentas oficiales” generan muchas dudas sobre cómo se financia el material adquirido por El Cairo. Las importaciones de Egipto, Argelia y Marruecos sumaron casi el 90% de las de África. Dos potencias tecnológicas, Israel y Corea del Sur, elevaron considerablemente sus ventas (un 59% y un 210%, respectivamente) y se sitúan entre los 10 principales exportadores.

Además, las importaciones de ambos crecieron más de un 50%. Japón, tras años de tensión con China por disputas marítimas, adquirió más del doble de material militar que en el quinquenio anterior.

Estados Unidos amplió su condición de mayor exportador mundial de armas en el último lustro, período en el que Europa registró un acusado aumento de la compra de armamento, señaló este lunes en un informe el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI). Aunque a nivel global se produjo una caída del 4,6 % respecto al gasto del lustro anterior (2012-2016), hubo grandes diferencias regionales, con aumentos importantes en la compra de armas en Europa, este de Asia, Oceanía y Oriente Medio, mientras Sudamérica registró el nivel más bajo en cinco décadas.

Gracias a un aumento del 14% del gasto en los últimos cinco años, Estados Unidos pasó de controlar el 32% al 39% de la venta mundial de armas y amplió la distancia con el segundo máximo exportador, Rusia, duplicando sus cifras en ese período. Las exportaciones estadounidenses fueron recibidas por 103 países, con Arabia Saudita, Australia y Corea del Sur como principales destinatarios, por ese orden, y Medio Oriente y Asia-Oceanía acaparando más del 75% de las ventas de Estados Unidos. Rusia redujo en cambio sus ventas en un 26% y su cuota del total global bajó del 24 al 19%, debido sobre todo al descenso de las exportaciones a India y Vietnam. "Mientras varios contratos de exportación firmados los últimos diez años se completaron a finales de 2021, otras entregas de armas aún están pendientes e incluyen ocho sistemas de defensa aérea, cuatro fragatas y un submarino nuclear a India", señala el estudio.

El mayor crecimiento porcentual en la compra de armas en el último lustro se registró en Europa, con una subida del 19% respecto a 2012-2016 y una cuota global del 13%, con Reino Unido, Noruega y Países Bajos como principales compradores.

Brasil y Chile fueron los principales importadores en la subregión, con el 37% y el 21% del total, respectivamente. Pero mientras las compras chilenas subieron un 15% en el último lustro, las brasileñas bajaron un 17 %. Brasil es no obstante el único país sudamericano que tiene pendientes "entregas substanciales" de armas, que incluyen más de 1.100 vehículos blindados, cinco submarinos, cuatro fragatas y 31 cazas. (Fuente: Emol.com)

¿Quién empezó?

Thierry Meyssan, Intelectual francés, presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe, latinoamericana y rusa.

Indignada ante la guerra en Ucrania, la opinión pública occidental se moviliza para ayudar a ‎los ucranianos que huyen de su país. Los occidentales consideran evidente que el dictador Putin ‎no soporta la nueva democracia ucraniana. ‎

Como en guerras anteriores, otra vez nos dicen que “los otros” son “los malos” y que nosotros ‎‎–en Occidente– somos “los buenos”. ‎

Pero en Occidente la gente se deja engañar por la propaganda de guerra sólo porque ‎olvida lo que ya ha sucedido, lo que ya ha visto antes en los conflictos anteriores y porque de Ucrania no sabe ‎absolutamente nada.‎ Por eso, tenemos que partir de cero. ‎

Como cuando los niños llegan a las manos en el patio de una escuela tendríamos que ‎preguntarnos quién comenzó la riña. Pero de eso no hay fotos. Hace 8 años, Estados Unidos ‎organizó un cambio de régimen en Kiev con la cooperación de grupúsculos armados. ‎

Los miembros de esos grupúsculos dicen ser «nacionalistas», pero no en el sentido que damos ‎a esa palabra en Occidente. Los «nacionalistas» ucranianos dicen ser ucranianos “verdaderos”, de origen escandinavo o ‎protogermánico y no eslavos como los rusos. Enarbolan las ideas de Stepan Bandera (1909-1959)[1], el jefe de los colaboradores ucranianos de los nazis –algunos ‎franceses lo considerarían el Philippe Petain de los ucranianos, pero Bandera es más bien el equivalente de ‎Joseph Darnand, el ministro del Interior del régimen colaboracionista de Vichy, fundador de la ‎Milicia Francesa, que fue posteriormente incorporada a la división Charlemagne de las Waffen SS. ‎Los ucranianos que siempre se han considerado tanto de origen escandinavo y protogermánico ‎como de origen eslavo llaman naturalmente a esos grupúsculos «neonazis».‎

En un país como Francia, la palabra «nazi» es un insulto que suele utilizarse a la ligera. Pero, ‎históricamente, los nazis constituyeron un movimiento que defendía una visión racial de ‎la humanidad para justificar la existencia de los imperios coloniales. Según esa visión del mundo, ‎los hombres pertenecen a «razas» diferentes –hoy se diría más bien a «especies» diferentes. ‎Por consiguiente, los hombres y mujeres de «razas» diferentes no pueden procrear, como los ‎asnos y los caballos, cuyo cruce da como resultado los mulos o mulas, generalmente estériles.

Es por eso que los nazis prohibían los matrimonios interraciales. Seguían una lógica según ‎la cual si somos de razas diferentes, ciertas razas son superiores a las otras, lo cual “explica” la ‎dominación occidental sobre los pueblos colonizados. En los años 1930, esa ideología era ‎considerada una «ciencia» y se enseñaba en las universidades, sobre todo en Estados Unidos, ‎en los países escandinavos y en Alemania. Importantes científicos defendían esa «ciencia». ‎Por ejemplo, Konrad Lorenz (Premio Nobel de Medecina en 1973) fue un fervoroso nazi y escribió ‎que, para preservar la raza, había que extirpar de la masa a los homosexuales, como un cirujano ‎que elimina un tumor, para impedir que mezclaran su patrimonio genético con el de otras razas. ‎

Aquellos científicos eran tan serios como los que hace poco nos anunciaban el apocalipsis con la ‎epidemia de Covid-19. Eran considerados “científicos” pero sus conclusiones y objetivos ‎no eran razonables. ‎

La Rusia moderna se construyó en el recuerdo de lo que los rusos llaman «la Gran Guerra ‎Patria», eso que los occidentales llaman la «Segunda Guerra Mundial». Ese conflicto no tiene ‎para los rusos el mismo sentido que para las naciones de Occidente. Veamos por qué. ‎

En un país como Francia, aunque fue ocupado por los nazis, la guerra duró sólo meses y, ‎rápidamente, los franceses creyeron en la victoria nazi y optaron por la colaboración. A partir ‎de 1940, los franceses vieron como los nazis y el régimen de Vichy, encabezado por Philippe ‎Petain, arrestaban a 66.000 personas, generalmente por «terrorismo», o sea por participar en ‎la Resistencia contra la ocupación nazi.

Después, a partir de 1942, los franceses asistieron al ‎arresto de 76.000 judíos y a su deportación hacia el este –en realidad eran enviados a los ‎campos de concentración– porque eran una «raza inferior». ‎

Pero en la Unión Soviética, los nazis no arrestaron a nadie porque su objetivo allí era exterminar ‎o esclavizar a todos los eslavos en un plazo de 30 años para “limpiar” el «espacio vital» donde ‎construirían el nuevo imperio colonial previsto en su Generalplan Ost. Por eso la URSS tuvo que lamentar la ‎muerte de 27 millones de personas.

Conclusión: En la memoria colectiva rusa, los nazis son un peligro existencial. Para ‎los occidentales no. ‎

Los que llegaron al poder en Kiev a raíz del putsch de la Plaza Maidan no se declararon «nazis» ‎sino «nacionalistas»… como Stepan Bandera, quien tampoco se proclamaba «nazi» sino ‎‎«nacionalista» pero participaba en el exterminio de eslavos y judíos. El nuevo régimen de Kiev ‎calificó al presidente derrocado de «prorruso», lo cual de hecho era falso, y prohibieron todo ‎lo relacionado con la cultura eslava, principalmente la lengua rusa. ‎

Los ucranianos son mayoritariamente bilingües, hablan tanto ruso como ucraniano, y el nuevo ‎régimen prohibió a la mitad de la población hablar su lengua en los centros de enseñanza y en la ‎administración. La población del Donbass, con gran cantidad de rusoparlantes, se sublevó. Pero ‎también se sublevó la minoría de lengua húngara, que recibía la enseñanza en su propio idioma y ‎que, por cierto, contó con el apoyo oficial de Hungría. Los ucranianos del Donbass exigieron que ‎los distritos de Donetsk y Lugansk pudieran disponer de un estatus de autonomía que ‎les permitiera hablar y enseñar su idioma (el ruso). Esos espacios administrativos (llamados ‎‎oblast) se proclamaron repúblicas, lo cual no significaba que quisieran la independencia, sólo ‎estaban reclamando autonomía administrativa, como las antiguas repúblicas de la Unión Soviética o... la actual República de California en ‎Estados Unidos. ‎

En 2014, el entonces presidente de Francia, Francois Hollande, y la canciller alemana Angela ‎Merkel sentaron al nuevo régimen de Kiev a la mesa con los representantes del Donbass y ‎negociaron los acuerdos de Minsk. Francia, Alemania y Rusia son garantes de la aplicación de esos ‎acuerdos. ‎

Kiev siempre se negó a aplicar los Acuerdos de Minsk, a pesar de que los había firmado. En vez ‎aplicarlos, Kiev armó milicias «nacionalistas» y las envió a los límites del Donbass ‎para que desahogaran allí su odio contra las poblaciones de origen ruso. Así que todos los extremistas ‎occidentales pasaron por el Donbass para hacer prácticas de «tiro al ruso». Según Kiev, esos ‎paramilitares eran 102.000 el mes pasado, representan la tercera parte del ejército ucraniano y ‎están integrados a la fuerzas de la Defensa Territorial. También según Kiev, otros 66.000 ‎‎«nacionalistas» extranjeros han llegado a Ucrania como refuerzo, de todas partes del mundo, desde el ‎inicio de la operación militar rusa. ‎

En los 8 años transcurridos desde la firma de los Acuerdos de Minsk, los paramilitares ‎‎«nacionalistas» asesinaron 14.000 personas en el Donbass, también según Kiev. Rusia realizó ‎su propia investigación y contabilizó no sólo los muertos sino también los heridos graves. Y ‎encontró 22.000 víctimas. Al abordar el tema, el presidente Putin habló de «genocidio», no en ‎el sentido de la destrucción de un pueblo sino en el sentido jurídico del crimen que se perpetra, ‎por orden de las autoridades, contra un grupo étnico.‎

En este punto las cosas se complican. El gobierno de Kiev no es homogéneo y nadie dio ‎claramente la orden de perpetrar esa masacre. Pero Rusia considera responsables al presidente ‎Petro Porochenko y a su sucesor Volodimir Zelenski. También Francia y Alemania son ‎responsables, como garantes de la aplicación de los Acuerdos de Minsk.

En efecto, así hay que decirlo: Francia y ‎Alemania también son responsables de la masacre. ‎

Pero eso todavía no es todo. El 1º de julio de 2021, el presidente Zelenski –el mismo que ‎armaba a los paramilitares «nacionalistas» y se negaba a aplicar los Acuerdos de Minsk– ‎promulgó la Ley n.º38 sobre los pueblos autóctonos [2]. ‎

Esa ley garantiza a los tártaros y a los judíos caraítas (judíos que no reconocen el Talmud) ‎el ejercicio de sus derechos, como el derecho a hablar su propia lengua, pero no reconoce esos ‎derechos a los eslavos. Los eslavos… no existen, no hay ley que los proteja, son ‎‎Untermenschen, o sea «subhombres» o «subhumanos». ‎

Es la primera vez en 77 años que un país del continente europeo adopta una ley racial. Usted, ‎querido lector, quizás está pensando que hay muchas organizaciones dedicadas a la defensa de ‎los derechos humanos y que esas organizaciones seguramente protestaron. ¡No! Eso no sucedió. ‎Hubo un gran silencio. Bueno, en realidad no todo fue silencio porque el “filósofo” francés ‎Bernard-Henri Levy aplaudió esa ley.‎

¿Por qué recurrir a la guerra?

Los prejuicios deforman la interpretación de los hechos, sobre todo en las repúblicas bálticas y en ‎otros países que vivieron bajo la «doctrina Brezhnev». Esos pueblos ven a los rusos de hoy ‎como herederos de los soviéticos. Pero los principales dirigentes soviéticos no eran rusos: Josef ‎Stalin era georgiano, Nikita Jrushchov era ucraniano… ¡incluso Leonid Brezhnev era ucraniano!‎

Cuando los oblast de Donetsk y Lugansk eran ucranianos, la masacre contra sus habitantes era ‎una cuestión exclusivamente ucraniana. Nadie estaba autorizado a protegerlos. Sin embargo, ‎al firmar los Acuerdos de Minsk y someter esos documentos a la aprobación del Consejo ‎de Seguridad de la ONU, Francia y Alemania asumían la responsabilidad de poner fin a la ‎masacre. Pero no lo hicieron. ‎


La naturaleza del problema cambió cuando, el 21 de febrero de 2022, Rusia reconoció la ‎independencia de las dos repúblicas del Donbass. La masacre contra las poblaciones de esas ‎repúblicas dejó de ser entonces una cuestión interna ucraniana para convertirse en un problema ‎internacional. ‎

El 23 de febrero, el Consejo de Seguridad de la ONU se reunió nuevamente –mientras las fuerzas ‎rusas se preparaban para intervenir. En aquella reunión del Consejo de Seguridad, el secretario ‎general de la ONU, Antonio Guterres, no pudo objetar la legitimidad del reconocimiento de las repúblicas del ‎Donbass por parte de Rusia ni la legitimidad de la intervención militar rusa contra los neonazis y ‎se limitó a pedir a Rusia que diera otra oportunidad a la paz [3].‎

El derecho internacional busca evitar la guerra pero no la prohíbe. Y, como aquella reunión del ‎Consejo de Seguridad no arrojó ningún resultado concreto, Rusia estaba en su derecho de acudir ‎en ayuda de las poblaciones del Donbass masacradas por los neonazis. Y eso hizo al día siguiente, ‎el 24 de febrero. ‎

El presidente Vladimir Putin, que ya había esperado 8 años, no podía seguir posponiendo la ‎cuestión, no sólo porque ya había gente muriendo diariamente sino porque el ejército ucraniano ‎estaba preparando una gran masacre para el 8 de marzo[4]. Y también porque, a la luz del derecho ‎ruso, el presidente de la Federación Rusa es personalmente responsable de la vida de sus ‎conciudadanos. En previsión de un posible éxodo, la gran mayoría de los habitantes del Donbass ‎adquirieron la ciudadanía rusa en los últimos años. 

El éxodo de 2 millones de ucranianos

Como en todas las guerras de la OTAN, ahora vemos como la población huye del conflicto. Para ‎un país como Francia, eso recuerda el éxodo de 1940 ante el avance de las tropas alemanas. Es ‎un fenómeno de pánico colectivo. En 1940, los franceses creían que la Wehrmacht iba a cometer ‎violaciones en masa, como las que antes se habían atribuido a las tropas alemanas al inicio de la ‎Primera Guerra Mundial. Pero los soldados alemanes que invadieron Francia en 1940 eran ‎disciplinados y no cometieron ese tipo de violencias. Finalmente, la huida de los civiles franceses ‎no tuvo justificación y estuvo motivada sólo por el miedo. ‎

En nuestra época, la OTAN ha desarrollado, desde la guerra en Kosovo, el concepto de ingeniería ‎de los movimientos masivos de población[5]. ‎

Por ejemplo, en 1999, la CIA orquestó el desplazamiento –en sólo 3 días– de más 290.000 kosovares ‎desde Serbia hacia Macedonia. Si usted, estimado lector, tiene más de 30 años posiblemente ‎recuerda los espantosos videos de aquellas largas filas de gente que se desplazaban a pie por ‎decenas de kilómetros a lo largo de las vías férreas. El objetivo era hacernos creer que ‎el gobierno de Slobodan Milosevic había desatado una represión étnica, con lo cual ‎se justificaba la guerra que las potencias occidentales querían iniciar. En realidad, los kosovares ‎no sabían por qué huían pero creían que marchaban hacia un futuro mejor. En Siria, usted ‎recuerda seguramente el éxodo de poblaciones sirias, el objetivo era debilitar el país privándolo ‎de su población. ‎

Ahora, en el caso de Ucrania, lo que se busca es conmoverlo a usted mostrándole mujeres ‎y niños que huyen, pero sin que se vayan los hombres, porque hace falta que luchen contra los ‎rusos. ‎

Siempre se trata de manipular nuestras emociones. Pero el hecho que los kosovares, los sirios o ‎los ucranianos sufran no quiere decir que tengan razón.‎

La Unión Europea acepta todos los refugiados ucranianos. Todos los países de la zona Schengen ‎aceptan a todas las personas que se presentan como fugitivos de la guerra en Ucrania. Según la ‎administración alemana, cerca de un 25% (la cuarta parte) de todos esos “refugiados” que juran ‎que vienen de Ucrania… no tienen pasaportes ucranianos sino argelinos, bielorrusos, indios, ‎marroquíes, nigerianos o uzbekos, personas que evidentemente tratan de aprovechar la puerta ‎abierta para cruzar legalmente las fronteras de la Unión Europea. Nadie verifica que realmente hayan estado antes en Ucrania. Para los patrones de las empresas alemanas se trata de una ‎regularización disimulada de una gran masa de fuerza de trabajo barata.‎

En Occidente tendríamos que preguntarnos por qué el pueblo ucraniano no manifesta ‎masivamente su apoyo al gobierno del presidente Zelenski. Durante la guerra de Kosovo, la ‎población de Belgrado se congregó por días y noches sobre los puentes de su ciudad para evitar ‎que la OTAN los bombardeara. En plena guerra contra Libia millones de personas ‎se congregaron en Trípoli para expresar su respaldo al Guía Muammar el-Kadhafi. Durante la ‎agresión contra Siria, en Damasco se reunió un millón de personas en respaldo al presidente ‎Bachar al-Assad. ‎

Nada de eso se ha visto en Ucrania. Al contrario, nos dicen que patrullas de la Defensa Territorial ‎se dedican a buscar en las calles «saboteadores rusos»… incluso cuando la OSCE reportaba que todavía ‎no había ni un soldado ruso en Ucrania, antes del inicio de la operación militar. ‎

El impacto de las imágenes

De las guerras anteriores tendríamos que haber aprendido que la primera víctima es siempre la verdad.

Desde la guerra de Kosovo, la OTAN se ha especializado en la propaganda de guerra. ‎En aquella época se procedió incluso a cambiar al vocero de la alianza en Bruselas. Y fue ‎sustituido por Jamie Shea, quien llegaba cada día con alguna historia horrorosa sobre los ‎sanguinarios criminales serbios o con algún ejemplo sobre la ejemplar resistencia de los kosovares. ‎En aquel entonces yo publicaba diariamente por fax el Journal de la Guerre en Europe o “Diario ‎de la guerra en Europa”, donde resumía las declaraciones que emitía la OTAN y los despachos de ‎pequeñas agencias de prensa de los Balcanes. Y veía, día tras día, como las dos versiones de la ‎guerra en Kosovo se alejaban cada vez más una de la otra. Pensé entonces que la verdad ‎probablemente estaba en un punto intermedio entre las dos versiones. Pero cuando terminó ‎aquella guerra nos dimos cuenta de que las historias de Jamie Shea eran puros inventos ‎destinados a alimentar las columnas de las publicaciones que las reproducían, mientras que los ‎despachos de las pequeñas y modestas agencias de los Balcanes… sí decían la verdad. Pero aquella verdad no favorecía a la OTAN. ‎

Eso me lleva a ver el consenso mediático occidental con bastante desconfianza. Por ejemplo, ‎cuando nos dicen que Rusia bombardea una central nuclear… recuerdo las mentiras de George W. ‎Bush sobre las armas de destrucción masiva del tirano «Saddam». Cuando nos explican que los ‎rusos acaban de bombardear una maternidad en Mariupol, me vienen al recuerdo los bebés ‎kuwaitíes supuestamente sacados de sus incubadoras por los horribles soldados iraquíes. Y cuando ‎me dicen que el pérfido Putin está demente y que se parece a Hitler, me acuerdo de cómo ‎trataban la prensa y los gobiernos occidentales al líder libio Muammar el-Kadhafi o al presidente ‎sirio Bachar al-Assad. ‎

Eso me impide tomar en serio las alegaciones de Occidente. Ya se sabe, por ejemplo, que los ‎soldados ucranianos que estaban en la Isla de las Serpientes –en el Mar Negro– no fueron ‎masacrados bajo las bombas rusas, como dijo el presidente Zelenski… sólo se rindieron a las ‎tropas rusas –el propio Zelenski acabó reconociendo ese hecho. ‎

También se sabe ya que el memorial judío de Babi Yar nunca fue bombardeado y arrasado por los ‎rusos, quienes respetan a todas las víctimas de la barbarie nazi. Ya se sabe igualmente que la ‎central nuclear de Zaporiyia tampoco fue bombardeada –desde el inicio del conflicto ya estaba ‎protegida por las fuerzas rusas y equipos mixtos de rusos y ucranianos garantizan su ‎funcionamiento. Por cierto, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) confirmó ‎que nunca hubo peligro de contaminación nuclear en Zaporiyia ni en Chernobil, ni en ninguna otra ‎instalación nuclear ucraniana. Tampoco hubo bombardeo contra inocentes mujeres embarazadas ‎en Mariupol. Las pacientes y el personal de la maternidad de Mariupol habían sido expulsados de la instalación, que ‎fue transformada en cuartel del regimiento Azov, 3 días antes del bombardeo, y Rusia así lo había ‎hecho saber a la ONU. ‎

Así que no me convencen los que claman que hay que matar al «tirano» Putin.

Los combates

¿Y cómo es posible no darse cuenta de que las imágenes sobre las «batallas» victoriosas del ‎ejército ucraniano son siempre las mismas? ¿Cómo es posible no darse cuenta de que sólo ‎nos muestran unos pocos vehículos destruidos? ¿Será que los reporteros de guerra de las ‎agencias occidentales no han visto nunca guerras verdaderas? El público no interpreta las ‎imágenes en función de lo que ve sino según los comentarios que las acompañan. ‎

Nos dicen, desde hace una semana, que las fuerzas rusas mantienen cercado Kiev a una distancia ‎de 15 kilómetros, que los rusos avanzan diariamente… pero siguen a 15 kilómetros… y que están ‎a punto de lanzar el asalto final. Cuando nos dicen que el «dictador» Putin quiere el pellejo del ‎simpático y amable presidente Zelenski –quien arma a los neonazis y promulga leyes raciales… pero es un tipo ‎muy agradable– yo trato de ver qué me dicen los hechos. ‎


Y los hechos dicen que las fuerzas rusas nunca se han fijado como objetivo tomar las grandes ‎ciudades. Se mantienen fuera de ellas, exceptuando Mariupol. Están combatiendo a los ‎paramilitares «nacionalistas», que en realidad son neonazis. Siendo yo francés y admirador de la ‎Resistencia francesa contra la ocupación nazi, las fuerzas rusas tienen toda mi admiración. ‎

El ejército ruso está aplicando en Ucrania la misma táctica que en Siria: cercar las ciudades que ‎sirven de refugio al enemigo, abrir después corredores humanitarios para posibilitar la salida de ‎los civiles y finalmente bombardear a las fuerzas enemigas que queden allí. Es por eso que los ‎paramilitares neonazis bloquean esos corredores e impiden la salida de la población para utilizar a ‎los civiles como escudos humanos. ‎

Estamos ante una guerra de movimiento. Las fuerzas rusas se mueven en camiones y en ‎vehículos blindados capaces de desplazarse rápidamente. No hay batallas de tanques, que hoy resultan poco útiles en los teatros de operaciones. En 2006, en Líbano, vimos el Hezbollah convertir ‎en chatarra los tanques Merkava de Israel. Las tropas rusas se desplazan en vehículos ‎motorizados blindados. Como Occidente ha entregado decenas de miles de cohetes antitanques ‎al ejército ucraniano, incluyendo a los paramilitares neonazis, estos tratan de utilizar esas armas para ‎destruir los blindados rusos. En realidad, no hay «batallas», sólo emboscadas.

Tres nuevos problemas

Como si la situación no fuese ya bastante complicada, el presidente Zelenski anunció en Munich, ‎durante la Conferencia de Seguridad y justo antes del inicio del conflicto, su intención de obtener ‎la bomba atómica, lo cual constituye una violación del Tratado de No Proliferación de las armas ‎nucleares, tratado firmado por Ucrania. ‎

Y después de esa declaración, las fuerzas rusas encontraron y publicaron un documento de trabajo ‎del gobierno ucraniano, documento que demuestra que Kiev tenía previsto iniciar un ataque militar ‎a gran escala contra el Donbass y Crimea el 8 de marzo. ‎

Además, el ejército ruso reveló la existencia en Ucrania de unos 15 laboratorios que realizaban ‎investigaciones sobre armas biológicas… para el Pentágono, en otras palabras para el ‎Departamento de Defensa de Estados Unidos. Moscú anunció que va a publicar la ‎documentación hallada por sus fuerzas en Ucrania y que sus tropas especializadas ya destruyeron ‎‎320 contenedores de agentes patógenos. ‎

¿Qué quiere decir lo anterior? Que Estados Unidos, potencia firmante de la Convención de ‎la ONU que prohíbe las armas biológicas, respeta esa Convención en suelo estadounidense pero ‎la viola en el extranjero. Documentos que una periodista búlgara había publicado hace 2 meses ‎ya lo demostraban. ‎

El 8 de marzo, el ministerio de Exteriores de la República Popular China solicitó al Pentágono ‎explicaciones públicas sobre los más de 330 biolaboratorios que mantiene en 30 países. Pero ‎la respuesta vino del Departamento de Estado, que publicó un comunicado donde negaba esas ‎prácticas. Sin embargo, en sólo horas, durante una audiencia ante una comisión del Senado, la ‎subsecretaria de Estado Victoria Nuland reconoció que Estados Unidos estaba “colaborando” ‎con programas sobre armas biológicas en Ucrania e incluso expresó inquietud ante la posibilidad ‎que el material patógeno pudiera caer en manos de las fuerzas rusas[6]. ‎

A pesar de esas declaraciones de la subsecretaria de Estado Nuland, cuando Rusia llevó al Consejo ‎de Seguridad de la ONU la cuestión de los biolaboratorios hallados en Ucrania, las potencias ‎occidentales trataron invertir la situación afirmando que si Rusia emitía esas acusaciones era ‎porque seguramente estaba preparando un ataque biológico bajo falsa bandera. Por su parte, la ‎Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció que había tenido conocimiento del trabajo que ‎se realizaba en Ucrania con agentes patógenos y que había solicitado a ese país que destruyera ‎los agentes patógenos que tenía en su poder porque era necesario evitar todo riesgo de ‎diseminación [7]. ‎

En resumen, el gobierno de Ucrania, que ha conformado una fuerza armada de más de 100.000 ‎‎«nacionalistas» y los ha incorporado a su «Defensa Territorial» y que ha adoptado una ‎ley racial, además realiza ilegalmente investigaciones sobre armas biológicas y proclama su ‎intención de obtener la bomba atómica. ‎Pero en Francia, como en los demás países de Occidente, hemos optado por olvidar los ejemplos ‎de valentía del líder de la Resistencia francesa Jean Moulin, del hombre que dirigió la Francia Libre ‎en el exilio –el general Charles de Gaulle– y el sacrificio de los hombres y mujeres que ‎en toda Europa siguieron el camino de la resistencia frente a la ocupación nazi. ‎

¿Y a quién apoyamos? Al presidente Zelenski, que representa precisamente lo contrario. ‎

[1] Después de haber participado en masacres de judíos junto a las SS, Stepan Bandera fue ‎arrestado por los nazis en 1941 e internado en una prisión para VIP, pero acabaron liberándolo ‎para utilizarlo en la lucha contra los sovieticos. Stepan Bandera nunca fue un adversario ‎ideológico del nazismo y siempre colaboró con los nazis en contra de la URSS. Ver Stepan ‎Bandera: The Life and Afterlife of a Ukrainian Nationalist, Fascism, Genocide, and Cult, Grzegorz ‎Rossoliński-Liebe, Ibidem, 2014.

[2] «Про корінні народи України», Відомості Верховної Ради (ВВР), ‎‎2021, № 38, ст.319.

[3] Consejo de Seguridad, 8974ª sesión, ONU, 23 de febrero ‎de 2022.

[4] Document: «Los planes secretos de ataque ‎contra el Donbass» ‎‎(Fuente: Ministerio de Defensa de la Federación Rusa).

[5] “Strategic Engineered Migration as a Weapon of ‎War”, Kelly M. Greenhill, Civil War Journal, Volume 10, Issue 1, julio de 2008; “Understanding ‎the Coercive Power of Mass Migrations”, in Weapons of Mass Migration: Forced Displacement, ‎Coercion and Foreign Policy, Kelly M. Greenhill, Ithaca, 2010 y “Migration as a Coercive Weapon: ‎New Evidence from the Middle East”, in Coercion: The Power to Hurt in International Politics, ‎Kelly M. Greenhill, Oxford University Press, 2018.

[6] «Subsecretaria de Estado reconoció ‎participación de Estados Unidos en ‎programas biológicos militares en Ucrania», Red Voltaire, 10 de marzo de 2022.

[7] «El Consejo de Seguridad de la ONU y la cuestión ‎de los biolaboratorios en Ucrania», Red Voltaire), 12 de marzo de 2022.

¡Vamos a la guerra!

Entre otras tantas paradojas que nos ofrecen las “fotos” que pretenden explicar lo irracional de una Guerra, a las “sensibles” imagenes de familias enteras huyendo del territorio de conflicto, se les contrapone la de los voluntarios dispuestos a ayudar a Ucranía en contra del nuevo “Hitler ruso”.

Voluntarios canadienses portando indumentaria de combate se han concentrado en el aeropuerto de ‎Varsovia, la capital de Polonia, en espera de ser trasladados a Ucrania. ‎


La Federación Rusa ha anunciado que los combatientes extranjeros capturados en Ucrania serán ‎considerados mercenarios y estarán por consiguiente expuestos a procedimientos penales. ‎

El gobierno de Kiev dijo haber recibido más de 66.000 proposiciones de voluntarios del mundo ‎entero y agregó que una tercera parte ya han sido incorporados a las fuerzas ucranianas. ‎

Por su parte, el gobierno de Senegal dio una primera reprimenda al embajador de Ucrania, quien ‎emitió en internet una serie de avisos de reclutamiento de yihadistas para enviarlos a luchar contra Rusia. ‎

El gobierno de Senegal ha sido hasta ahora el único en todo el mundo que ha protestado contra el ‎reclutamiento de mercenarios en su territorio. ‎

(Fuente Red Voltaire)

Ucrania y el rol de los medios

Juan Elman, escribe el newsletter “Mundo Propio” en la plataforma Cenital

O algo así. ¿Cómo están cubriendo el conflicto los medios occidentales? Además, plataformas, memes y TikTok.

Lo voy a decir rápido y mal, pero al final uno se acostumbra a casi todo. Va a ser mi próxima charla en el Konex: el hecho de haber procesado la pandemia, ¿no nos hizo más inmunes a los shocks globales, como una guerra en Europa? Quiero decir: van dos semanas, allá se siguen matando, hay novedades gruesas, que se yo, Biden se acerca a Maduro, Europa se baja del gas ruso. Y sin embargo la atención ya no es la misma. Lo dicho: aprendemos a convivir con el volumen alto. ¿Y el papel de las redes sociales en todo esto? Bueno, eso en la próxima charla. Ahora son cinco mil pesos.

Hoy vamos a hablar sobre el rol de los medios. Y no, no es 2012 otra vez, ni esto 678.

1. Por qué es importante

La idea de discutir sobre los medios y el consumo de información durante la guerra puede tener el mismo efecto que una frase de pegatina: algo que se repite tanto que deja de ofrecer sentido y hasta irrita. Creo que se volvió una forma particular de whataboutism, que consiste en desviar un tema abriendo otro (¡hablás de X pero de Y no decis nada!). Acá el equivalente sería esquivar la discusión sobre lo que está pasando hoy en Ucrania –por ejemplo, el bombardeo a zonas civiles– alegando un sesgo en las fuentes de información o haciendo hincapié en la hipocresía de Occidente a la hora de cubrir el conflicto.

 

Lo primero entonces es descartar esta falsa dicotomía y alertar sobre estas maniobras de evasión. Creo, sin embargo, que está pasando algo con la cobertura mediática que es interesante y también alarmante. Tiene que ver con cómo percibimos el conflicto y con los actores involucrados. Desde los medios tradicionales, que han ganado protagonismo en las últimas semanas, a las grandes plataformas. Son apuntes preliminares, tal vez apurados, para empezar a pensar.

2. “Este es un país civilizado”

Lo de la hipocresía es evidente. Hace tiempo que estamos presenciando guerras de consecuencias devastadoras en materia humana y sin embargo ninguna ha tenido el grado de movilización y cobertura que la ucraniana. Pero, además de la “doble vara”, también tenemos que pensar en la cuestión del síntoma. De cómo los efectos más drásticos de la crisis del orden liberal, que ya se veían en otros lugares del mundo, llegaron a Europa, con lo simbólico del caso. Una última daga a Francis Fukuyama y el Fin de la Historia.

La cobertura, en Occidente, no solo tiene más espacios y recursos que la de otros conflictos. Su contenido, en varios casos, se tiñó de racismo. “Es muy emocional para mí porque veo a europeos con ojos azules y cabello rubio siendo asesinados todos los días”, dijo un funcionario ucraniano. En otro video viral, un corresponsal de la cadena CBS aclaró: "Este no es un lugar, con el debido respeto, como Irak o Afganistán, que ha visto un conflicto encarnizado durante décadas. Esta es una ciudad relativamente civilizada (...) donde no esperarías que esto sucediera”.

Pero al margen de estos gaffes, hay un intento permanente de incluir a los ucranianos en un nosotros occidental (vale preguntarse si no es incluso una versión más acotada de Occidente, en la que América Latina queda afuera), ya sea como llamada para despertar simpatía o una alerta para un conflicto futuro. “Se parecen tanto a nosotros. Eso es lo que lo hace tan impactante. La guerra ya no es algo que afecta a las poblaciones empobrecidas y remotas. Le puede pasar a cualquiera”, escribió un columnista en el diario britanico The Telegraph. Y es para enmarcar. 

Natalí Schejtman, periodista especializada en el cruce entre medios y política y autora de Pantalla partida (Planeta, 2021), una investigación sobre la historia de canal 7, lo explica así: “Opera un sentido común sobre la cercanía –en varios planos– de este conflicto, los intereses geopolíticos y el interés de las audiencias de estos medios que llevan a darle espacio a esta guerra, en la que subyace una idea compartida de ‘nosotros’”.

Sin descartar la tesis sobre la doble vara, Natalí pone el foco en las audiencias. Si los medios occidentales están contando así el conflicto es también porque vende. El contexto incluye el protagonismo que ganaron los análisis de métricas en las redacciones. “Esto genera la repetición de determinados estilos de notas, como las historias de vida, o incluso un foco como el de la resistencia civil. No es solamente un encuadre de la noticia vinculada a los sesgos ideológicos: es también lo que engancha a la audiencia, y eso se sabe. Parece haber una fascinación por esos casos de gente ‘como vos y como yo’ que ante un ataque se están armando”.

3. Narrativas

Al parecer este newsletter también es víctima de la tiranía de las métricas y no para de repetir líneas. Acá va de vuelta: en el último correo advertimos –muy al pasar– sobre esta forma de leer el conflicto en clave moral. Las notas que comparan a Putin con Hitler o Stalin o encuadran a la guerra en una lucha de valores entre el bien y el mal ciertamente no ayudan a entenderla.

Hay una narrativa heredada de la guerra fría que es muy poderosa y atractiva para las audiencias que se ve reactivada. Después de la Segunda Guerra Mundial hubo una maquinaria cinematográfica estadounidense destinada a promover su estilo de vida versus un ‘otro’ amenazante e indeseable con características asimilables a la URSS. Rusia hoy sigue siendo asociada a esta tierra gigante, fría y sospechosa”, apunta Schejtman.

Pero los efectos de esta narrativa tiene un efecto particular en la cobertura sobre Ucrania, y especialmente en su resistencia civil. En un completo artículo, publicado en MiddleEastEye, Jonathan Cook acusa a los medios occidentales de estar actuando como “porristas de guerra”. El propio The Guardian publicó un análisis sobre la necesidad de que Occidente envíe armas –muchas de las cuales van a parar a civiles– e historias sobre voluntarios británicos que viajan a pelear contra el ejército ruso (BBC ídem). Pero no se le da espacio a los riesgos de que civiles sin experiencia militar se involucren en un conflicto así. “Uno hubiera esperado que los medios británicos examinaran las implicaciones éticas de tal política y la hipocresía. Pero no hubo nada de eso”, escribe.

La hipocresía a la que refiere Cook es que en otros conflictos, por ejemplo la guerra de Gaza, Palestina, en 2014, la prensa occidental no solo no le daba el mismo lugar a las historias sobre “la resistencia cívica” sino que la condenaba. En esa misma guerra, de hecho, la BBC se negó a transmitir en sus medios solicitudes de ayuda humanitaria a la población de Gaza, justificando su decisión por cuestiones de imparcialidad, “algo de lo que parece completamente despreocupada en Ucrania”, sugiere Cook.

Le pregunté a Natalí si el hecho de que BBC sea un medio público de Reino Unido no dificultaba su cobertura de un conflicto en el que el país britanico manifiesta una clara postura de rechazo a Rusia. “La independencia de la BBC siempre fue problemática”, me respondió. “El gobierno interfiere y busca intervenir más, pero es un medio que vive creando regulaciones y renovándose para luchar por su propia independencia. Sabe que la credibilidad es su mayor activo”. El medio se ha posicionado como una de las fuentes principales de información en el conflicto, con picos de audiencia en la propia Rusia (ahora fue bloqueada y transmite por radio). “BBC tiene una larga trayectoria en la cobertura de conflictos, y aun en un momento de crisis generalizada de credibilidad es un medio más confiado que el resto”.

Un apunte y pasamos a otra cosa. Hoy nos estamos centrando en la cobertura occidental. Rusia cuenta con un sistema de medios estatales cuyo poder y alcance es significativamente menor, pero no desdeñable. Y desde ahí se promueve también otra narrativa respecto a la guerra.

4. Kiev

El sesgo occidental siempre está”, apunta desde Kiev Joaquín Sánchez Mariño, que está cubriendo la guerra para Infobae. “Está desde el momento en que las empresas deciden no hacer otras coberturas porque saben que no les va a interesar a Occidente y sí hacer estas”. Joaquín es fundador del medio Underperiodismo e intentó viajar a Siria y Afganistán. Le pregunté por el rol de las emociones a la hora de contar el conflicto, y de si pueden afectar a la ética periodística. “Mi propia subjetividad a la hora de cubrir esta guerra juega tanto como en cualquier otra cobertura. En las entrevistas uno no puede ponerse a discutir porque es peligroso. La gente está armada y nerviosa. Pero la cuestión ética se debe plantear en la escritura, después. A veces se logra, a veces no, porque uno escribe bajo el calor de lo que acaba de vivir. Sobre todo cuando tenés que despachar algo todos los días”. Ahí también pesa el equipo –editores, sobre todo– detrás del corresponsal.

Y agrega: “Lo que se elige contar también es lo se puede contar. A mi me encantaría contar, por ejemplo, cómo es una jornada de un soldado ruso, pero hoy te acercás a un escuadrón y te matan. No estamos en esa instancia del conflicto donde se establecieron ya todos los códigos de la cobertura. Uno cubre lo que puede”.

5. Medios y plataformas

Tal como sucedió con la pandemia, volvimos a acudir a ellos. Los grandes medios tradicionales –la tele, los portales– ganaron visitas y se posicionaron como fuente para saber y entender el conflicto. Pero no están solos. Se dice erróneamente que este es el primer conflicto donde las redes sociales juegan un rol protagónico. Desde la Primavera Arabe (2011) hasta hoy, hay ejemplos de sobra para desmentir la frase (aunque, de vuelta, la atención no es la misma). Pero sí hay una diferencia respecto al rol de las grandes plataformas en el conflicto, el primer superevento después de la avanzada para regular contenido. Jime dedicó su correo de la semana pasada a esto: hay una disputa por el control de lo que se dice sobre la guerra en las redes.

La Unión Europea le pidió a las principales plataformas tecnológicas que bloqueen el contenido de la prensa estatal rusa –RT y Sputnik– en los estados miembros; Reino Unido también se sumó. Las plataformas obedecieron. Twitter no bajó las cuentas, pero como ya les había puesto una etiqueta por su filiación estatal en sus perfiles, comenzó a hacerlo con periodistas. Rusia, por otro lado, también anunció la restricción de redes sociales, aunque dejó funcionando YouTube y Telegram. También aprobó una ley que pena con 15 años de cárcel la difusión de noticias falsas, detonando la salida de BBC, DW y otros medios internacionales del país.

Las preguntas que abren estos movimientos son bien interesantes. Voy con una: ¿Representa esto un punto de inflexión en el alineamiento internacional de las plataformas? Si bien nadie dudaba de su pedigree occidental, existen casos donde estas compañías –como Netflix en Arabia Saudita o Facebook en India– realizaban concesiones a gobiernos de diversos colores. Apple y Google lo hicieron con Rusia después de la invasión de Crimea, cuando redibujaron sus mapas. En la vocación de ciertos estados en contener o modificar relatos, las plataformas fueron cómplices.

¿Marca esto un precedente?, China es acá una excepción porque ya las había dejado fuera. ¿Pero qué puede pasar ante un nuevo conflicto en el que Occidente, enfrentado a un país poco afín, exija que las plataformas vuelvan a tomar posición? Este dilema ataca a la estrategia globalizadora de estas compañías, que buscan situarse por encima de los mandatos de estados, una suerte de soberanía en un nuevo espacio, su espacio: el digital.

6. Memes y TikTok

No me quiero despedir sin comentar algo de esto. No será la primera guerra con redes sociales pero sí es la primera de TikTok. La aplicación de videos se volvió protagónica en la cobertura, posicionándose como la fuente principal para millones de jóvenes y con contenido que desbordó a otras redes y medios. Bucear en los atractivos de la red comparado con otras nos llevaría otro news, pero sí es importante destacar que una clave está en su algoritmo, que te muestra videos de todo el mundo según tu interacción en la red y no únicamente de las cuentas que seguís.

Esto hizo que la red se volviera un campo de batalla, repleta de videos falsos o de videos reales pero con sonidos falsos, que distorsionan la recepción del conflicto y son más difíciles de remover por la misma lógica de la aplicación, donde los usuarios toman imagen y sonido de un video para hacer otro, y así. Es un tipo de escrutinio que TikTok había evitado. Algo similar pasó en el campo de la regulación, donde la aplicación (que, vale recordar, es propiedad de ByteDance, de origen chino aunque con directorio diverso) se plegó al resto de las plataformas en el bloqueo del contenido de la prensa estatal rusa. También limitó su uso en Rusia.

El protagonismo de TikTok tiene efectos en cómo percibimos el conflicto. Es un contenido mucho más atravesado por las emociones, de impacto inmediato y, en parte por la misma lógica del scrolleo y las microdosis, con una resaca más limitada. A veces, la representación del conflicto parece estar más cerca de un videojuego (no es casual, de hecho, que algunos de esos videos fake sean escenas de jueguitos) que de un enfrentamiento bélico real. Pero la intimidad parece mucho mayor. Esto se vincula con algo que explica el éxito de la aplicación en la guerra: es la única donde los usuarios de Ucrania son protagonistas. Desde relatos de cómo es un día cotidiano en un refugio hasta imágenes de tanques rusos entrando a una ciudad. La tragedia en modo full selfie: otra manera de narrar.

Empezando por su presidente, Volodimir Zelenski, ex actor y comediante, comunicador en jefe. Otra tesis para ay, la carrera de comunicación: cómo el rol de Zelenski durante la guerra, con mensajes cotidianos a todo el mundo, alteró la manera de percibirla.


Ahora sí: memes. Hay gente discutiendo sobre sí está bien hacer y compartir
memes sobre la guerra. Eso de base implica reconocer que estos se convirtieron en una fuente de información –y distorsión– en el conflicto. Y eso para no hablar de su rol en nuestra vida cotidiana. Yo estoy con las voces que defienden su proliferación aun en una guerra. Algunos argumentan que se trata de una manera de simplificar y entender mejor lo que está pasando. Otros simplemente dicen que es una forma de lidiar con estas crisis, ni más ni menos reprobable que otra. Insisto: no puedo estar más a favor.

Pero también llegué a este tweet que me dejó pensando: “Necesitamos tener una conversación sobre cómo la abrumadora prevalencia de la cultura de los memes ha hecho que las personas sean insensibles a las tragedias graves y solo las vean como una oportunidad para hacer un chiste antes que como la realidad de la situación y de quienes están en ella”.

Diplomacia cruzada

Ucrania y Rusia acuerdan una "pausa" para seguir negociando entre bombas y EEUU advierte de "consecuencias" a China

Miguel Fernández Molina, periodista licenciado por la Universidad Complutense de Madrid. Trabajó durante ocho años en el medio digital 'Mundotoro' antes de llegar a 'El HuffPost', donde escribe sobre política, sanidad, deportes y diferentes áreas de actualidad

Diario de guerra, día 19: la diplomacia se toma una “pausa técnica”; la guerra no. Ucrania y Rusia siguen con la puerta medio abierta a un acuerdo en sus negociaciones pero el contraste es idéntico a las jornadas previas. Mientras los dos países hablaban se sentían las bombas, que hoy han reventado edificios y vehículos civiles en Kiev y una torre de televisión cerca al oeste, en Rivne, un nuevo reguero de muertos entre la población local.

La diplomacia ha marcado este lunes. No solo en la cuarta cita entre las delegaciones ucraniana y rusa. También en el encuentro que han mantenido EEUU y China en Roma, con el eco de un supuesto ofrecimiento de ayuda militar del gigante asiático a Moscú. Una fake news para los chinos, un peligro para los estadounidenses, que ha advertido de estas intenciones a sus socios. Y, de paso, ha mandado un mensaje a Pekín: cualquier apoyo “militar, económico o incluso retórico” tendrá consecuencias.

De momento, quien no se pronuncia es la OTAN, que emplaza a una reunión este miércoles, días después de la amenaza rusa con ataques a pocos kilómetros de su territorio.

¿Qué ha pasado en la cuarta ronda de negociaciones?

Era el primer encuentro por videoconferencia y tras varias horas, ambos bnandos han acordado hacer una “pausa técnica” para proseguir las conversaciones mañana martes. Este parón se debe a que las dos delegaciones han pedido tiempo para hacer trabajos aparte en la elaboración de subgrupos y ciertas especificaciones individuales, como ha confesado el negociador ucraniano Majail Podolyak, sin dar más detalles.

El asesor de Zelenski sí ha dejado claro que la vía diplomática se mantiene. Este martes seguirá la videoconferencia con Rusia, en un punto en el que ambas partes reconocen “progresos”, que podrían dar con una cita al más alto nivel entre Zelenski y Putin.

¿Y en la reunión entre EEUU y China?

Más ingredientes en la mesa geopolítica. La información surgida en los últimos días sobre un potencial apoyo militar de China a Rusia, como habría solicitado Putin, ha puesto en alerta (más) al Gobierno de Joe Biden.

Este lunes, delegaciones americanas y asiáticas se han visto en Roma, con el rechazo de Pekín a esas noticias, que ha tildado de “desinformaciones” para remarcar su compromiso con la diplomacia.

Sin embargo, EEUU no se fía y ha advertido “tanto en privado a Pekín como en público” que si ofrece apoyo “militar, económico o retórico incluso” a Putin “habrá consecuencias”. Las palabras del portavoz del Departamento de Estado por el momento no van más allá del aviso, que va más allá de China: “Cualquier país que intente rescatar a Rusia tendrá que pagar las consecuencias”.

¿Cuáles han sido los nuevos ataques de Rusia?

Los frentes abiertos no se cierran (Kiev, Járkov, Mikolaiv, Mariúpol...) y, a medida que pasan los días, surgen nuevos puntos de conflicto. Tras ampliar su ofensiva a kilómetros de la frontera con la OTAN y la UE, hoy Rusia ha dirigido un misil contra un autobús y otro contra un bloque de viviendas en Kiev, además de destrozar por vía aérea la torre de televisión en Rivne, donde hay al menos nueve muertos y nueve heridos.

La estrategia de desgaste en ciudades como Mariúpol, que lleva semanas asediada como Mikolaiv, se recrudece en Kiev, donde desde hace días la población se prepara para un futuro ataque masivo.

¿Qué ha cambiado en Mariúpol?

Desde que la ciudad costera se encuentra rodeada por Rusia y bajo un asedio que ha dejado sin suministros básicos, todos los intentos de corredores humanitarios habían fracasado. Este lunes, por primera vez, se ha abierto una vía a la urgencia humanitaria, con la salida de un convoy de 160 vehículos privados en dirección a Zaporiyia.

¿Cuántos refugiados deja ya la guerra?

Pese a que ACNUR reconocía cierto ‘freno’ en los datos de los últimos días, la oleada de nuevos ciudadanos obligados a salir de Ucrania sigue colapsando las fronteras de Ucrania con el resto de países europeos.

Este lunes, el responsable de la ONU para los refugiados ha elevado el cálculo a 2,8 millones. De ellos, 1,7 millones han encontrado asilo temporal en Polonia, a la espera de que la UE se organice por completo para la acogida total de los afectados por la guerra.

Medios Y Fuentes De Información
Contrucción De Ideas Complejas En Torno Al Conocimiento De La Realidad

En el campo de las ideas, de como pensamos y comprendemos la realidad para definir las formas en las que actuamos y nos conducimos socialmente y de como participamos en la construcción de esas ideas que explican como funciona el mundo y nos explican a cada uno de nosotros en el, aferrados a esas formas que entienden de modos lineales las distinciones entre opuestos, tendemos a creer y sostener en los pensamientos que si hay algo no hay otra cosa. Que ciertos conceptos que explican aquello que nos sucede lo explican de manera absoluta y que no hay razones combinadas que pueden producir efectos. Es esto lo que hacemos en el plano de la política, la economía, la cultura, cuándo a partir de alguna definición de lo propio, valuamos y valoramos aquello que externo, ajeno, otro, infiere en la causas que impiden que esas identidades construyan sociedades, grupos, instituciones fuertes y positivas para sus individuos. Se suelen anteponer a las ideas “todo es culpa del otro, del afuera, de lo externo” o a la inversa, pensar en la exclusividad de que las decisiones que se toman tienen que ver con lo propio, con el individuo y las relaciones que este es capaz de establecer. 

La realidad. No sabemos como es en realidad. Un cerebro no puede meter dentro del suyo a millones de cerebros en relaciones reciprocas, antagónicas, cooperativas, desinterasadas, interesadas, conscientes e inconscientes, temerosas u amorosas. Por lo tanto es en todo caso una cuestión de como pensamos las relaciones. Desde que lugar, que modo o modelo de pensamiento, que conceptos dentro de que lenguaje, que marco de referencia o que pensamiento o definición en torno a las identidades para poder distinguir adentro y afuera.

Si hablamos de identidades nacionales podemos utilizar diversos criterios excluyendo, integrando, disgregando o completando otros de maneras variadas, a veces inconscientes, y a la hora de los debate intentamos que eso que construimos en nuestra cabeza sea la mejor aproximación posible a la realidad que percibimos, sentimos, nos emociona, pensamos y vivimos. El asunto es que, cada quien elabora su propio modelo y como ningún cerebro puede abarcarlo todo, cada “otro” aporta su particularidad a la mirada común. El conocimiento es entonces una construcción social.

En “lo Nacional” esta el lenguaje que generalmente lo reducimos al idioma, aunque es mucho mas que eso … las tradiciones y el folklore, la historia, la geografía, los símbolos, las experiencias colectivas infantiles o aquellas masivas que de mas grande nos hacen parte de sucesos que definen las conductas y decisiones de conjunto. Como sea, podríamos afirmar entonces que la cuestión no es como cada cerebro construye su modelo, sino como, esas ideas individuales, se relacionan en procesos complejos de comunicación social. Como esa comunicación social construye sentido y formas de administración de objetos y ambientes. Como esos lenguajes, en los procesos de comunicación humana, construyen identidades que se expresan, que le confiere al territorio como espacio y a la comunidad que se mueve (Tiempo), en ese espacio, sentido de identidad. Y como esa identidad nacional que no es uniforme, ni una, ni coherente sino mas bien contradictoria, tensionada, difusa, por tanto variada e inestable construye una síntesis que se manifiesta en eso que llamamos realidad nacional y a partir de la cual establecemos esas mismas comunicaciones con esas mismas características con oras comunidades que definen lo suyo propio.

En este marco general de pensamiento podemos, en lugar de situarnos en el propio cerebro para desde allí producir las ideas, intentar un camino diferente … que sean los otros que nos cuenten como nos piensan.

Hoy Internet nos ofrece esa posibilidad inmensa de conocer de primera mano como un Venezolano a favor y en contra del gobierno de Maduro ven su propio proceso y la injerencia extranjera en el, del mismo modo un europeo o un norteamericano. Sería una interesante primera linea de investigación sino nos abocasemos a la situación en Venezuela. Podríamos recorrer el mismo camino con cualquier asunto que nos ocupe e interese. Pero si hablamos de Nacional, podríamos hacer lo mismo con nuestro país y aquellos extranjeros que intervienen en la realidad nuestra. Allí podemos buscar las referencias directas referidas a la Argentina (Aunque a veces nos confundan y hablen de Río de Janeiro como nuestra capital, aunque esto que fue una anécdota de medios de comunicación en los años 90 hoy con el desarrollo de la informática y el Internet sería imposible frente a profesionales o amateurs medianamente inteligentes.) o referidas en general a latinoamerica en tanto area geopolítica de interés o por la historia colonial común o por la proximidad y debilidades comunes de nuestras conformaciones étnicas y ciudadanas.

De las fuentes de información

En este sentido comparto algunos ejemplos:
https://www.desdeabajo.info/…/36105-manual-del-golpe-de-est…

La fuente es el periódico digital “Desde Abajo, La otra posición para leer” (https://www.desdeabajo.info/quienes-somos.html) Iniciativa de un consorcio de periodistas colombianos, que desde Bogota, comenzaron allá por el año 1991 el camino que antes y después recorrieron muchos otros, de intentar ser voz de “los sin voz”, de aquellos marginado y apartados de la posibilidad de construir esas ideas para ser compartidas en los ámbitos de decisiones de sus comunidades y que las sufren desde esos lugares con muy pocas posibilidades de transformar sus propias realidades.

Desde 1991 cuando circuló el primer número de esta propuesta comunicativa no solo tinta ha corrido por sus páginas, también, muchas propuestas y esfuerzos se han concretado en distintos sectores sociales, y otras tantas están por hacerse realidad. Todas ellas tras el objetivo central de auspiciar el protagonismo de los sectores populares. Según se presentan en el sitio publicado.

Allí, como queda claro, se destaca la realidad de un dentro y fuera al interior de la nacionalidad. En el recorrido se descubrieron igualados en realidades en los países latinoamericanos, por eso que comentamos antes: Una historia colonial común, y las mismas injerencias y poderes que desde fuera coptan los canales de comunicación dentro e impiden que las decisiones sean genuinamente nacionales, pensadas con y por los de abajo y construyan democracias reales y no mascaradas que disfracen de democrático los intereses de unos pocos nacionales asociados a esos intereses derivados del coloniaje y socios de los imperialismos globales actuales.

El artículo compartido es un análisis de contenido tomado de Wikileaks (https://wikileaks.org/)

WikiLeaks es una organización de medios multinacional y una biblioteca asociada. Fue fundada por su editor Julian Assange en 2006.

WikiLeaks se especializa en el análisis y publicación de grandes conjuntos de datos de materiales oficiales censurados o restringidos que involucran la guerra, el espionaje y la corrupción. Hasta ahora ha publicado más de 10 millones de documentos y análisis asociados.

“WikiLeaks es una biblioteca gigante de los documentos más perseguidos del mundo. Le damos asilo a estos documentos, los analizamos, los promocionamos y obtenemos más ”. fue como se presento el proyecto en la voz de Assange en un reportaje de hace años.

WikiLeaks tiene relaciones contractuales y rutas de comunicación seguras a más de 100 organizaciones de medios de todo el mundo. Esto le da a las fuentes de WikiLeaks poder de negociación, impacto y protecciones técnicas que de otro modo serían difíciles o imposibles de lograr.

Aunque ninguna organización puede esperar tener un registro perfecto para siempre, hasta ahora, WikiLeaks tiene un perfecto en autenticación de documentos y resistencia a todos los intentos de censura. Su sede figura en Cánada pero obviamente es una organización global, fiel expresión de las realidades virtuales y ubicuas del presente.

En el artículo, y he aquí lo que define el valioso aporte que a esas construcciones de conocimiento colectivo desde abajo y en esos intentos de no mirar de modos lineales y excluyentes y entender ese conocimiento como construcción colectiva y social, da algunas pautas de como construir certezas mas cercanas a esa realidad de tantos cerebros que nos resulta inaccesible pero cada ves mas cerca en ciertas certezas que se construyen de estos modos … la de documentos secretos y filtraciones de comunicaciones privadas de esos grupos de poder que dirimen las tensiones y los ejercicios de fuerza a favor de aquellos grupos minoritarios que toman decisiones que afectan a mayorias alejadas de esas capacidades y posibilidades alejando la construcción de democracias genuinas y participativas construidas a la inversa, no desde las elites y sus intereses sino desde los pueblos y las comunidades que resuelven solidariamente y en organizaciones libres desde abajo, como administrar sus territorios y relacionarse con los “otros”.

En Argentina, las referencias a este tipo de fuentes de información es realmente escasa. Mas por desinterés y desconocimiento que por cualquier otra forma, constituyendo al ciudadano medio en un sujeto “universalizado” funcional a los intereses de esa globalización que manejan muy pocos. Y he aquí la cuestión de porque se intenta sobre toda otra forma, minimizar los impactos globales y las influencias extranjeras en sociedades muy jóvenes carentes de experiencias históricas traumáticas que los ubiquen en la conciencia de ese sitial que desconocen de si mismo en un mundo hiperconectado y en la relaciones de poder que las signa.

Cuándo los movimientos sociales sin organización, espontáneos, convocados por las redes sociales, explotaron en los países árabes, el movimiento conocido como “primavera árabe” fue vendido como el de la “democratización” de las sociedades musulmanas, en el contexto del mundo único y la globalización neoliberal. Las realidades locales bien diferentes e innegablemente poco adaptadas a generalizaciones tan superficiales (En el que uno mismo en algún momento, mas por la ignorancia de realidades culturales tan ajenas, que por comprensión, ha caído en alguna interpretación que rápidamente la realidad se encargo de corregir), develó la profunda falacia de las democracias occidentales en sociedades fuertemente tribalizadas y con conflictos étnicos, sectoriales, raciales y religiosos de antigua data. El resultado, sin embargo, produjo las escusas “humanitarias” con las que el neoliberalismo suele intentar solucionar los propios desastres que propicia y alienta.

Tal ves, y solo como intuición, como cierta molestia que me sigue produciendo toda protesta anarquizada, sin referentes ni propuestas definidas, que resultan de malestares generales y poco pensados y explicitados, que me sugieren mas una expresión precisamente de la falta de liderazgos y organizaciones que se nutran y surjan de las mismas bases populares que le confiere ese sentido del que parecen carecer, y que pese a que se detonan por causas legitimas y claras de defensa a derechos humanos universales y fundamentales, sin embargo, se terminan convirtiendo en movimientos que legitiman el orden vigente y lo radicalizan.

El neoliberalismo no solo diluye las fronteras sociales y políticas en las mentes de las personas pero lo sostiene en el poder que dinero y su posesión confiere a relaciones que, “normalizadas” y no cuestionadas, sino que las fortalece frente a estas confusiones en que el exceso de información y la incapacidad para procesarlas adecuadamente y serenamente, nos llevan en una vorágine que poco tiene que ver con el buen vivir y el mejoramiento real de las condiciones de existencia y de sus relaciones pacificas y que intenten, en la organización social, reducir conflictos y superarlos en formas mejores de convivencia y de humanidad.

Las posiciones críticas respecto a las actuales tendencias de la globalización neoliberal, financiarizada y de poderes concentrados crecientes de carácter corporativos y transnacionales, supone una red laxa de “otros medios” y otras formas de concebir las relaciones humanas y las tensiones y conflictos que de ellas se producen. Que RT, el medio público del gobierno de Rusía, censurado durante este conflicto con Ucranía por Occidente, se haga eco de la decisión del gobierno británico de no permitir la apelación de su extradición, por parte de los abogados defensores de Julian Assange, uno de los fundadores de Wikilikies, no es casualidad. Forma parte de esta otra mirada

El Tribunal Supremo del Reino Unido rechazó el lunes la petición de Julian Assange para apelar contra la decisión de extraditarle a Estados Unidos, donde el cofundador de WikiLeaks se enfrenta a cargos de espionaje. Ahora le corresponde a la ministra del Interior, Priti Patel, autorizar la extradición.

El Tribunal Supremo aún no ha hecho público su razonamiento sobre el asunto. La decisión fue anunciada por WikiLeaks y por la pareja de Assange, Stella Moris, en las redes sociales.

Assange presentó una petición de apelación en diciembre de 2021, argumentando que las garantías de EE.UU. de no mantenerlo en aislamiento ni someterlo a tortura psicológica no eran fiables, y que fundamentó citando a Amnistía Internacional. El Tribunal Superior de Londres aceptó su petición en enero pero le denegó el permiso para una apelación directa, lo que significa que el Tribunal Supremo debía decidir si examinar su caso o no.

El pasado 10 de diciembre, el Tribunal Superior de Londres dio luz verde a la extradición del fundador de WikiLeaks, señalando que está satisfecho con las garantías de la parte estadounidense de que no será sometido a un régimen duro, conocido como medidas administrativas especiales, cuando se encuentre bajo custodia en el país norteamericano.

Assange, de 50 años, está acusado en EE.UU. por la publicación de cientos de miles de páginas de documentos militares secretos y de cables diplomáticos confidenciales sobre las actividades del país norteamericano en las guerras de Irak y en Afganistán, que fueron difundidos por su portal de filtraciones WikiLeaks. Los cargos que allí se le imputan conllevan una sentencia máxima de 175 años de prisión.

(Fuente: RT)

La verdad no se halla en ninguna sencillez superficial como muchas veces pretenden hacernos creer quienes nos creen ingenuos. Y aunque pudiere haber ingenuos, la posibilidad que nos ofrece Internet es infinita por tanto se tratará de una decisión individual navegar esas superficies o buscar mas profundamente datos y elementos que nos ayuden a pensar mejor nuestras realidades diarias en un contexto globalizado, para tomar mejores decisiones y participar como ciudadanos conscientes en al historia de nuestros pueblos.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack




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