Globalización vs Comunidad Organizada ... la verdadera tensión disputa que pone de Manifiesto la pandemia.

 


Sibila Camps es una periodista y escritora argentina, docente en periodismo, y especialista en cobertura y comunicación sobre desastres. Se desempeñó en varios medios gráficos, y hasta mayo de 2013 en el diario Clarín, donde trabajó durante 30 años.

Hay más operadores que periodistas”

Publicado en Socompa “periodismo sin Fronteras”

Siempre me gusto escribir. En mi casa había un ambiente de artistas, de amigos y amigas gente que se dedicaba a la pintura, a la escultura, a la música, a la literatura, a la poesía”, dice Sibila Camps. Y habla de una infancia rodeada de libros, de artistas y de música. Periodista y escritora, es autora de varios libros, entre ellos Tucumantes, el último, y La red. La trama oculta del caso Marita Verón, que constituyen dos modelos de investigación periodística. También es autora de Periodismo sobre catástrofes, un manual imprescindible para la cobertura de desastres.

-En tu casa hubo un ambiente muy musical, con tu padre músico y tu madre cantante. Cómo llegas a la escritura.

-Mi padre, Pompeyo Camps, era compositor fundamentalmente, compositor, pianista, tocaba también el bandoneón. El fue maestro mayor de obras y durante un tiempo también pintó, era retratista. Tenía una gran habilidad para las tareas manuales y tenía una formación cultural muy amplia. Mi madre era cantante, había empezado como pianista, pero después se dedicó al canto de cámara y después a la docencia de canto.

-¿También estudiaste danza?

Estudié danza, sí. Hice algo de piano cuando era chica, después lo retomaba cada tanto, pero durante ocho años desde mis siete hasta mis quince, hice danza clásica, los últimos años en la escuela de danza del Colón, hasta que me di cuenta que no tenía vocación y decidí dejar.

-¿Cómo llegas a la escritura?

-Mis padres eran amigos de Javier Villafañe y habían aprendido a hacer títeres de guante con papel maché, con los métodos de Javier, incluso reproducían las obras para adultos. Los personajes eran ellos, papá se encargaba de hacerlos con papel maché y de pintar las cabezas y mamá, que trabajaba en ese entonces con su hermana mayor, que tenía un atelier de sombreros y tocados de novia de alta costura, hacia los vestidos, los trajecitos y las pelucas con hilo macramé. Con mi hermana que es cuatro años menor que yo, heredamos esos títeres, jugábamos con ellos e inventábamos obras.  A los ocho años yo hice la primera obrita, digamos que fue una adaptación de Caperucita roja para títeres. Después seguimos haciendo obras de títeres, esa la representaron en el colegio, incluso armaron el retablo especialmente para eso, fue una participación colectiva muy linda. Obviamente siempre hubo estimulo en casa para eso. Después seguimos con mi hermana haciendo obritas e invitábamos a los chicos de la cuadra. Cobrábamos una entrada, con la cual íbamos a comprar caramelos para el intervalo. Y así me largué a escribir. También en el secundario, tuve una muy buena profesora de castellano en tercer año, que nos daba libertad, para dedicarle una vez por semana diez minutos a la lectura de algo que hubiéramos escrito voluntariamente. Eso no se evaluaba, no era obligatorio hacerlo y yo empecé a ponerme consignas, a hacer lo que después descubrí lo que serían los talleres estructuralistas y cuando tenía dieciséis años ya estaba escribiendo cuentos. Obviamente ya estaba leyendo mucho, libros de grandes, como decía yo, es decir: Salgari, Verne, pero también La Ilíada que me encantaba y El Quijote. Había una biblioteca muy grande, papá compraba libros, usados en general. Cobraba en SADAIC sus puchitos de derechos de autor e inmediatamente iba hasta la feria de libros de Plaza Lavalle a comprarme libros. Así que ese fue mi caldo de cultivo.

-Perteneces a una generación que leía desde chicos.

No todos leían, sí, entre mis compañeras se leían historietas. Siempre fui un bicho raro, en general no compartía ese tipo de lecturas con otras compañeras.

-¿Trabajaste en La Opinión de Timerman?

-No, ya estaba preso Timerman cuando yo entré. Yo entré en septiembre del 77, el ya estaba preso y el diario ya estaba intervenido por los militares y venía barranca a bajo, porque hubo un desbande muy grande de gente que se fue por su cuenta y había también desaparecidos. Estaba Enrique Raab, desaparecido. Yo recuerdo la cara de Enrique Raab, de ir visitar a papá cuando estuvo en el diario como crítico musical, desde el principio hasta el final, desde el primer día hasta el último. Fue uno de los dos o tres  que escribieron durante todo el periodo. Cuando la Opinión estaba en su primera redacción en la calle Reconquista al 500, como yo iba a estudiar… mi carrera fue letras, literatura y lenguas modernas, las bibliotecas de los departamentos quedaban cerca, en 25 de Mayo al 200, en el mismo edificio del rectorado, entonces, iba con frecuencia a estudiar ahí y cuando quería despejarme un poco, paraba y me iba a La Opinión a saludar a papá, sí que recuerdo a Enrique Raab, recuerdo sus ojos claros.

-¿A Miguel Ángel Bustos?

-Lo conocí de nombre, pero si a los compañeros de papá, Osvaldo Soriano y a Carlos Ulanovski que después fue compañero mío en Clarín. A Hugo Monzón, crítico de pintura, Gerardo Fernández, crítico de teatro y a Tomás Eloy Martínez que estaba a cargo de Espectáculos y a Juan Gelman que estaba a cargo del ámbito cultural, pero cuando yo entré de todo eso ya no quedaba casi nada, quedaban Hugo Monzón y Luis Gregorich, como gente notable. Había un muy buen periodista de boxeo, Hernán Lepé. Yo leía sus notas, porque a pesar que tengo un gran rechazo hacia el  boxeo, eran excelentes. La Opinión, la buena, era algo glorioso.

-¿Después trabajaste Clarín, cómo fueron los años ahí?

-En La Opinión estuve hasta el cierre en el año 81, entré para el área bibliográfica, pero después me fueron derivando hacía espectáculos, en especial de música popular y danzas. Estuve también un tiempo muy breve en Convicción, un diario de un sector de la armada que respondía al proyecto político de Massera, pero solo estuve nada más que cuatro meses, mientras tanto yo ya colaboraba en Humor. En Convicción había censura interna, pero, yo tenía dos objetivos, uno, mejorar el currículo de los artistas. Cuando había artistas que valían la pena, trataba de hacer una nota para engrosarles la carpeta, a veces, haciendo exactamente lo contrario a lo que se hace en periodismo, para poder hacer una nota sobre Víctor Heredia, tenía que mandarla en la parte de abajo sin poner su nombre en el titular, pero arriba podía poner a Leo Maslíah, porque no lo conocía nadie. Entonces me explayaba sobre Leo Maslíah que me daba la oportunidad de hablar o sea que hacía exactamente todo al revés. Así y todo cada tanto venía Héctor Grossi, que era el director periodístico y me decía: Mire, disculpe Sibila, pero le voy a tener que sacar esta nota. Y le contestaba: Pienso que nuestros lectores tienen que enterarse de esto, yo hago mi nota, hago mi trabajo, usted haga lo que le parezca. Y el otro objetivo que tenía, era que me leyeran mis colegas, para que alguien me tirara una soga. Había estado haciendo algunas colaboraciones para el suplemento cultural de Clarín, muy pocas, muy espaciadas y para la sección Opinión también que la manejaba Armando Vidal. Entonces, hubo un par de notas que a Marcos Cytrynblum, que era el director periodístico de Clarín, le gustaron mucho y me mando a llamar. Justo en ese momento se había peleado con Jorge Asís, entonces me buscó un poco como reemplazo para notas de color y me ubicaron en información general, con la idea de ver cómo me manejaba y ahí me sentí muy cómoda. Estuve en esa sección llamada Sociedad durante los 30 años de Clarín y fue el lugar que me gustó más, porque me permitió hacer de todo. Tocar temas científicos, temas de salud, cubrir desastres y emergencias, notas sobre medio ambiente, derechos humanos en el sentido de lo cotidiano. Yo misma fui ampliando y ampliando el área, con temas de salud, cubriendo desastres, sobre todo inundaciones, que es lo más común, continúe con comunidades indígenas, temas ambientales, todo de manera natural. Después seguí con discapacidad y a partir del 2008 con conciencia, empecé a trabajar fuerte en los temas de género, hasta que al final dije: A mí lo que me interesa son los derechos humanos. Ese fue mí recorrido en Clarín, durante muchos años estuve también haciendo en simultaneo notas culturales, de espectáculos, como colaboradora y  alguna nota en el suplemento cultural, hasta que dejé de hacerlas porque no me las pagaban extra y dije, basta se acabo, no regalo más nada.

-¿También condujiste un programa de música floklórica?

-No, no era de música folclórica, era música popular argentina y del resto de Latinoamérica, eso fue desde mayo del 84 a julio del 89, el programa se llamaba “Bombos y platillos”, duraba media hora salvo los viernes que, la duración era de una hora y yo aprovechaba para hacer una entrevista con el instrumento, de manera tal que las respuestas fueran mostradas, explicadas, etc. Yo trataba de seguir un hilo conductor a través de la música y tomaba un tema a lo largo de un programa o una serie de programas. Por ejemplo la casa, empezaba por la vereda, seguía con las puertas y ventanas, el patio, la cocina, el dormitorio. Eso me permitía pasar del tango a Chico Buarque, a un candombe y, poder mezclar mucho. Presentaba la temática y el tema, podía empezar con La casita de mis viejos, seguir con Corrientes 348, realmente aprendí mucho haciendo ese programa, porque realmente tenías que escuchar y tener tiempo para buscar y escuchar todas las canciones. Hoy en día que está todo digitalizado es una pavada, los Cd los ponés ya  sabés cuánto dura, pero no sabés lo que era con los vinilos y además cargar la mochila, porque iba a grabar una vez por semana. Pero al programa lo tomaban directo o en diferido las emisoras de radio Nacional de buena parte del país. Para mí era un gran orgullo, porque se sentían representados también ahí. Para que te des una idea, El Bolsón, Esquel, Santa Rosa, Bahía Blanca, Paraná, Rosario, Santa Fe, Puerto Iguazú, se pasaba prácticamente en todo el país. Me daba mucho laburo prepararlo y me pagaban chirolitas realmente. Fue durante el gobierno radical, después vino Julio Marbiz, asumió la conducción e hizo una radio totalmente diferente y me ofreció otra cosa que no tenía nada que ver y me fui.

-¿Tenés una docena de libros escritos, pero hay algunos que sobresalen como el del Malevo Ferreyra y el de Marita Verón, ambos con Tucumán como escenario, cómo fueron esas experiencias?

-Mirá, fueron varias líneas confluyentes, porque tengo tres libros sobre Tucumán, el tercero es Tucumantes. Empecé a fijarme cuando al Malevo Ferreyra lo juzgan en diciembre del 93, eso trasciende los límites de Tucumán y estábamos pendientes, yo recuerdo estar en la redacción del diario viendo televisión, yo estaba en ese momento en pareja con Luis Pazos, que también era compañero mío en el diario y nos preguntábamos: ¿Cómo, recién ahora lo juzgan? Porque sabíamos que había tenido causas por tortura seguida de muerte, algunas causas habían salido publicadas en el diario y ahí empecé a seguirlo de cerca. Cuando a él y a ocho subordinados los condenan a perpetua, por triple homicidio agravado por alevosía, se amotina con el apoyo de la policía –obviamente- en la alcaidía de los tribunales. Él y alguno de los suyos y lo rodean. Se acerca en ese momento su pareja, una chica muy joven que tenía la tercera parte de su edad y le entrega el uniforme, el disfraz de Malevo Ferreira. Tenía toda una multitud vivándolo y acompañándolo. Cómo puede ser que este tipo mató y lo condenaron por asesinar a tres personas, en conjunto con otras ocho o sea que ni siquiera lo hizo solo y lo están aplaudiendo y se fuga abiertamente delante de las cámaras de televisión, con una granada en la mano y del brazo de la chica. Estuvo 85 días prófugo. Además, hay todo un mito detrás de él, se lo ve como a un justiciero, cuando en realidad es un asesino y un torturador. Yo no entiendo nada, yo quiero entender esto me dije. Entonces, en ese momento pensamos con Luis en hacer el libro, en principio habíamos empezado juntos, pero después de eso yo avancé bastante cuando hice el primer viaje. Lo hice en febrero del 95 por mi cuenta y ya había avanzado mucho y seguí sola el camino. Había estado antes algunas veces en Tucumán cubriendo algunas notas. Una vez cuando estaba Bussi como gobernador electo, en ese momento el estaba de viaje y estaba su vice a cargo y me mandaron del diario para participar en una mesa redonda sobre un tema policial. La impresión que tuve las primera veces que fui a Tucumán, era la de estar en Buenos Aires post dictadura y me llamaron la atención la estatuas de una parte del parque 9 de Julio, porque había dos milicos y un cura, dos milicos y un cura y eran muy feas además. Esto debe haberse hecho en la dictadura, no puede ser de otra manera y siempre me intrigó. Por más que preguntaba y preguntaba, nadie me sabía decir nada. Pero esa sensación de estar en la post dictadura, la tuve hasta que me fui acostumbrando y cuando empecé a trabajar con el libro del Malevo, viaje tres veces, gestioné la entrevista con él, en ese momento ya estaba preso, condenado. Estaba en la cárcel de villa Urquiza, en una especie de departamento tipo casa con un patiecito. Estaba muy cómodo realmente. Fue un trabajo duro, muy fuerte, le hice muchas entrevistas, muchísima investigación.

-¿Qué impresión te dio él?

-Yo cuento al principio lo que me pasó. El abogado de él que pretendió cobrarme y un intermediario que trabajaba en La Gaceta, estábamos los tres en un bar del centro, le dice: Si vos querés ayudarla a la chica ayudala, pero le voy a decir una cosa, yo no sé si usted le va a poder sostener la mirada, porque a los delincuentes cuando los miraba se hacían encima. Yo no soy delincuente, le dije y el tipo quedó medio desconcertado. Había leído algunas cosas sobre la mirada de él. Cuando entro a la cárcel de Villa Urquiza, voy a la parte de la dirección, ya estaba todo arreglado previamente, así que seguridad ya había dado la orden y dicen que traigan al interno y yo veo que lo traen por el pasillo y lo veo a unos metros. En ese momento te confieso, el corazón me dio un tumbo y cuando nos sentamos yo empecé con las preguntas blandas, que es lo que tenés que hacer, preguntas sobre la infancia, la adolescencia, obviamente había leído todo lo que había encontrado sobre él y eso lo relajó muchísimo. Ahí me di cuenta que el tipo tenía una mirada como las de las aves rapaces, por ejemplo, la lechuza te mira fijo, así y de repente hace así y mira fijo a otro punto donde no hay nada. Entonces, no es una mirada intencionada, es la mirada de un tipo de tic, me di cuenta de eso y me quedé tranquila. Tuve una buena relación con él, hay preguntas que no le hice porque sabía que me iba a macanear, que iba a mentir. Ordené mucho mis entrevistas, mi primer viaje fue de investigación, buscar documentación, hablar con las personas que podían hablar en contra de él, hacer algunas entrevistas de contexto. El segundo viaje ya fue para entrevistar a personas allegadas a él, que además le pedí a él con quienes hablar y que me ayudara, mientras tanto entreviste a la madre que vivía en Luis Guillón, acá en la provincia de Buenos Aires, fui con una carta de él, porque si no, no la va a atender, me dijo. Una viejita amorosa.

-¿Qué opinión tenía del hijo la madre?

-No decía gran cosa, en un libro de investigación periodística no sé si las opiniones valen tanto como la información. A mí me interesó mucho trabajar la historia familiar, su infancia y adolescencia. El venía de una familia de cañeros, de cañeros independientes, la madre tiraba caña para un ingenio y el padre y los hijos para otro con los cinco varones -después vino la hermana más chica- estaban pelando caña, cortándose los dedos con la escarcha de la caña que les dejaba los dedos a la miseria. Tuve que estudiar mucho la historia del azúcar en Tucumán, que me resultó fascinante además y ahí puse el primer paso para lo que después fue Tucumantes.

-Tenés una ligazón muy fuerte con Tucumán, porque después viene el libro sobre Marita Verón.

-Te cuento, se dio que tuve que viajar otras veces más a Tucumán, tres veces viaje por El Sheriff y a mediados del 96 ya estaba por sentarme a escribir, tenía un boceto sobre el libro, cuando surgió otro proyecto con Luis Pazos, de otro libro y dije, bueno paro cuatro o seis meses y después lo retomo, pero después ya había pasado el momento, estaba cansada y lo abandoné por trece años, pero en el ínterin viaje otras veces por trabajo, cubriendo inundaciones o de vacaciones con Luis, Y cuando él se mató volví para actualizar datos y ahí retomé el libro y me encontré con que era muy poco lo que había cambiado y lo que había que actualizar, cosa muy tremenda porque habían pasado trece años. El libro salió en noviembre del 2009 y me dije, con qué sigo, quería algo multidisciplinario, yo no aguanto el monotematismo, me gustan las cosas que se intercalan, por eso me gusta la cobertura de desastres y emergencias, porque hablas de producción, hablás de cultura, hablás con la gente en directo, hablas de política, de legislación, de investigación. Entonces, pensé en seguir con un tema de trata sexual, pero no voy hacer un tratado sobre la trata, tengo que tomar un caso y pensé en Marita Verón, que en ese momento estaba totalmente impune, sin ninguna posibilidad de juicio, te estoy hablando del 2010 y pensé: Yo tengo que entrevistar a la Chancha Ale, que es el acusado principal, nunca fue juzgado por eso, pero es el tipo que la mandó a secuestrar. En ese momento Ale tenía un gran poder, yo no puedo ir a meter la cabeza en la boca del león, es más, no fui a presentar El Sheriff, porque obviamente, dentro del libro, están La Chancha y El Mono.

-¿Había alguna relación entre La Chancha Ale y Ferreira?

-Han mantenido sus negocios. El malevo nunca se metió con ellos, nunca le hizo nada, pocas, muy pocas veces. Pero abandoné el proyecto de Marita Verón y la trata sexual y empecé a trabajar en Tucumantes, en el 2011 me voy a Tucumán y hago una gran recorrida con entrevistas por la zona oeste, sudoeste, donde había estado la represión más fuerte del Operativo Independencia, hice muchas entrevistas, yo ya tenía el boceto del libro, tenía las historias, algunas pocas entrevistas las había hecho acá en Buenos Aires, volví en septiembre del 2011, en septiembre yo cumplía los 60 y dije: Bueno ahora me jubilo y me dedico a Tucumantes y en octubre salió la fecha del juicio por Marita Verón, cambié y me dije: Yo no me jubilo nada, yo esto no me lo pierdo. Porque sabía muy bien que había detrás, conocía toda la historia porque la había investigado para El Sheriff y sabía que en el juicio como no estaba imputado La Chancha, desde la querella iban a tratar de meterlo y de que lo investigaran y desde el otro lado iban a tratar de impedirlo. Yo conocía muy bien todo eso, después me encontré con que era la única que lo conocía de mis colegas, porque en Tucumán nadie conocía esa historia, porque obviamente La Gaceta siempre tapó todo.

-¿La Gaceta, pertenece al grupo Clarín?

-No, es independiente. Entonces dije; cuatro o seis meses y después retomo Tucumantes, pero el juicio duró once meses, me terminé jubilando un año y medio después, pero a la segunda semana del juicio, pide declarar una de las acusadas de Tucumán, porque también había acusadas de La Rioja y, ella empieza a contar que ella fue prostituida por sus padres, quienes la entregan a la Chancha Ale, que en un momento la detiene el Malevo Ferreira y la picanea. Y empieza hablar de la matanza de Los Gardelitos hecha por los Ale, todo eso yo lo conocía de memoria, pero esto no viene para mi nota, todo esto queda afuera de la nota, pero tenía un libro. Así que al final terminé escribiendo La Red, la trama oculta del caso Marita Verón, donde tomo el caso y el juicio para hablar de la problemática de la trata sexual, fundamentalmente en la Argentina, pero también sus ramificaciones. Durante ese año viví más en Tucumán que en Buenos Aires, seguí investigando y juntando información para Tucumantes, seguí en contacto con las personas a las que había entrevistado y empecé a formar y gestar amistades, algunas ya eran personas muy amigas mías, pero se fueron intensificando otras amistades, muy, muy fuertes, así que cuando llegó el momento de escribir Tucumantes ya estaba totalmente maduro. Las dos investigaciones la de Tucumantes y la de La Red me sirvieron una para la otra. Porque una de las cosas que descubrí en Tucumán, es que la represión tuvo características que no se dieron en otra parte del país, tomaron fundamentalmente a toda la población que tuviera un activismo, político, social, gremial… de la cantidad de desparecidos que hay en Tucumán, nada más que un 12.5% tenía militancia armada, los demás no. Tucumán tenía características en el gremialismo que no se dieron en otros países, en cuanto a que, la FOTIA  se arma a instancias de Perón y ahí hay dos visiones: Una positiva hacía el peronismo o hacia Perón y otra en contra. Porque las bases eran tan fuertes, que en cada ingenio funcionaba un sindicato, estamos hablando de los años 66, 67 y 68, que es cuando Onganía cierra once de los veintisiete ingenios. Te estoy hablando de bases que por ahí eran analfabetos, pero, que tenían una conciencia social, muy, muy fuerte. Esas bases presionaron siempre para arriba y cuando se arma la FOTIA de alguna manera, era como bajar un poco, que no se le izquierdeé demasiado el sindicalismo. Pero concretamente, a fines de los 60 y principios de los 70 había una situación pre revolucionaria en Tucumán y no estoy hablando de ese núcleo pequeño de 150 guerrilleros que formaban la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez del ERP, que estaban además mal equipados, mal preparados, todo lo que quisieras. Pero al final implantaron una cultura del terror, un espacio del terror muy grande. Imaginate una provincia pequeña, donde todo el mundo se conoce y donde las cosas se hacían abiertamente, se secuestraba, se fusilaba, se mataba a la vista de todo el mundo para sembrar terror, eso quedó y una de las cosas que vi en el 2003, para que veas la cantidad de años que pasaron, cuando secuestran a Marita Verón, hubo testigos que no se animaron a hablar, nunca se animaron a hablar.

-Una sociedad impregnada de terror.

-Sí, impregnada de terror.

-Ahí surge una figura de mítica, como la de El familiar.

-El mito de el familiar, yo lo había investigado para El Sheriff, porque si transformaron en un mito o en un personaje legendario, a un asesino torturador como fue Ferreira, qué caldo de cultivo hay, qué otros mitos hay en Tucumán para que esto ocurra. Entonces, empecé a investigar la mitología que se daba en Tucumán y ahí me encuentro con El Familiar o Familiar del Diablo, que fue creado o al menos lo que pudo investigar Eduardo Rozenbaig, que el mito fue creado en la época de Clodomiro Hileret en su ingenio, como una manera de mantener y sembrar el terror dentro de los obreros. Era un perro grande con ojos como ascuas y a veces también lanzando fuego por las fauces, que estaba en los sótanos de los ingenios y al que había que alimentar, entregándole, el patrón o el capataz, un obrero por campaña, es decir por año de trabajo, para tener una buena zafra y así desaparecían las personas, los trabajadores. Qué casualidad, que los que desaparecían eran siempre los más díscolos, los que se revelaban contra las condiciones de trabajo, eso me llamo mucho la atención. Después empezamos a ver que en algunos casos también –me lo contaba a esto Pablo Gallo que me ayudo mucho con este libro-  que él en el interior de la provincia se encontraba con gente que le decía, un pariente desapareció porque se lo había llevado el familiar.

-Muchas veces un mito nace del imaginario popular, sin embargo acá, el mito es generado desde el poder.

-Sí, pero fue asumido, fue tomado eso, fue aceptado dentro de lo que era el terror y te estoy hablando de antes de la dictadura. Lo que pasa es que Tucumán tuvo una tradición represiva de la policía y también del ejército, desde antes de la última dictadura, desde antes del Operativo Independencia, incluso, en los 50, en los 60 y eso ha sido muy fuerte. Después, lo que me encantó, cuando fui por primera vez a Famaillá en el 2011, recorriendo un poco una ciudad que sería como la capital nacional de lo bizarro, en lo que se llama el Paseo de la Veneración, que está detrás del Cementerio, abierto hacía la ruta. Hay figuras de santos, todos varones, no hay ninguna mujer y está San Jorge. Siempre me interesó San Jorge, más allá que yo soy atea congénita, nací con dos nombres paganos y no me preocupa el tema y siempre dije: podés creer en santos, pero en dragones no. Entonces fui a ver y me encontré con que no era un dragón lo que estaba pisando el caballo blanco de San Jorge, tenía una cabeza grande medio rojiza, un color ladrillo subido, con los dientes en punta y digo: esto parece un lobo y claro, era el perro familiar. El artesano que hizo esa estatua metió ahí a El Perro Familiar, no hizo un dragón.

-Un sincretismo reivindicativo.

-Lo que me llamó la atención, no con esto solamente y se lo he comentado mucho a amigos y amigas de Tucumán, incluso amigos fotógrafos, que siempre ponen el ojo en otro tipo de detalle, pero ninguno se había dado cuenta. Muchas cosas que yo observé en Tucumán, que me llamaban la atención, ninguno las había advertido. Han vivido y siguen viviendo –los que han leído Tucumantes ya tienen otra visón- empezaron a resinificar su propio su propio contexto y su propia historia familiar. Pero esas cosas que a mí llamaban la atención como las estatuas del parque, que finalmente pude descifrar la historia, a nadie le llamaba la atención.

-¿Cómo ves el periodismo actual y qué consejo le darías a un joven periodista?

-Lo que llega abiertamente lo veo mal, lo veo muy mal, porque creo que hay más operaciones mediáticas, más operadores mediáticos que periodistas o hay show de noticias. La televisión me parece lamentable. Es muy poca la información que encuentro, cuando busco información la busco por internet y tengo que rastrear mucho y siendo yo una profesional en esto, digo: Cómo no preguntaron esto, cómo no preguntaron lo otro, cómo no se les ocurrió averiguar tal cosa. Para que te des una idea, la vacuna  que vino de la India, Europa, la descartó para mayores de 60 años porque no la consideraban segura y acá se aceptó, después vi que unos días después que Europa la rechazara, la OMS la aceptó, pero esa pregunta nadie la preguntó, nadie pregunto ese dato. Son cuestiones simples de información. Después está el daño que hizo la televisión y el propio grupo Clarín, eso yo lo vi desde adentro, cómo se iba formando y no me lo contó nadie. Mis últimos años en Clarín fueron bastante difíciles, desde una sección donde se podían hacer cosas, donde hacía piruetas en una baldosa, esa es una cosa que no te había dicho antes, porque sociedad es una sección no tan vinculada con los temas políticos, con política dura, me planteaba la exigencia de notas muy tontas, muy estúpidas, intrascendentes y discutía mucho para bajar notas y no hacerlas porque me parecía que era un disparate, que no tenía sentido o a veces era un información que no estaba suficientemente chequeada o que no tenía relevancia, es decir: que si te encontrás con una información que dice, encontraron el remedio para tal cáncer y empezás a averiguar y fue probada en 24 personas nada más y uno ya sabe cómo operan los laboratorios que le pagan a muchos periodistas. Entonces, no podés dar esta información porque ilusionas a un motón de gente, sin tener una garantía de que esto va a funcionar. Está lleno de opinadores, de un lado y del otro. No se busca información, opinan sin saber, dedican su tiempo a opinar y operar. Y lo peor de todo es que esto repercute en cómo se vota y a quiénes se vota. ¿Para qué sirve el periodismo? Para brindar información. Si  vos conocés nada más que dos opciones, no podés elegir mucho, pero si conocés cinco, podés hacer una elección mejor, o podés decir, primero esto y después esto otro. Para eso es importante la información y en situaciones de desastre como la pandemia, es fundamental la información. Porque además provocan mucha incertidumbre y la información te calma y te dice, por esto no te preocupes, por esto no te preocupes pero ocupate, para eso sirve, fundamentalmente en momentos como este. Entonces, yo que recomendación daría… a veces me pongo escéptica, que se formen, que estudien, que hablen con las personas, que vayan personalmente, que no endiosen a nadie, que no tengan ídolos y que duden de todo, que lean mucho, pero que lean literatura, que lean ensayos, no libros de comunicación solamente, para escribir mejor, lo que más me ayudo fue la literatura. A ver los detalles, me enseño la literatura.

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Noé Jitric es Crítico literario, ensayista, poeta y narrador. Escribe en “La Tecla Ñ” sus “silbidos de un vago” …

Uno de mis más queridos y viejos amigos, años y años de encuentros y respaldos, me llama cada tanto y me pregunta si estoy escribiendo, no sé si con curiosidad o si se burla ligeramente de lo que sería una manía de mi parte, no puedo creer que piense que es una virtud. Si lo hago le respondo afirmativamente, si no, vacilo, no sé muy bien qué decirle, mis preguntas, a mi vez, apuntan a sus lecturas y, sobre todo a su salud: a medida que pasa el tiempo ese tema ocupa bastante tiempo en toda conversación, sobre todo en las actuales condiciones, peste de por medio, nube negra en un cielo que quería ser luminoso. Seguimos conversando, por suerte, el interés recíproco subsiste pero con una modalidad muy particular: si bien me pregunta si escribo jamás alude a lo que publico, en lo cual no se diferencia mucho del conjunto multiforme de lectores que pueblan este interesante mundo. Pero en cuanto a él, en cambio, reacciona como una flecha cuando en el antaño prestigioso La Nación de pronto, e inesperadamente, aparece mi nombre por lo general al acaso de otra cosa; me llama, parece contento por la consideración que se desprendería de tales menciones. En suma, es sorprendente, sigue siendo lector de La Nación, no puedo creer que eso suceda. Tal vez no suscriba, pero no lo declara, y no intento hacerlo declarar, las sesudas consideraciones políticas, por llamarlas de alguna manera, de un Fernández Díaz o un Carlos Pagni pero, en cambio, debe creer en la potencia consagratoria que el diario poseía en un antaño lejanísimo en el campo literario y cultural; debe creer que quien es mencionado por el diario existe y quien no, yo por ejemplo, no existe. ¿Creerá que es el mío un error garrafal, vitalmente anulatorio, y eso le preocupa amistosamente, que no intente ni siquiera entrar en el guetto literario que el diario reconoce, exalta y celebra? Misterio. Quizá el título de una novela de Alberdi, premonitorio, Luz del día. Viaje y aventuras de la verdad en el Nuevo Mundo, lo explique, no a él, debe ser más complejo lo que lo hace ser fiel a ese diario, sino a los que condenan la “grieta” pero no hacen más que profundizarla. ¿No es eso lo que se juega en este país, el destino de la verdad?

La prominente viróloga Andrea Gamarnik fue designada directora o algo semejante de una sección del Instituto Leloir: quienes la conocemos estamos muy contentos, justísimo reconocimiento. Naturalmente, ella lo celebró pero, por modestia, no se refiere a sus aportes, cosa que va de suyo, sino que señala que otras científicas, junto a ella, han sido igualmente reconocidas. Lo curioso es que considera que ese acto de justicia científica se debe al hecho de que son mujeres y no de que se confía en sus talentos y en sus antecedentes, que deben ser todos encomiables. Confieso no comprender del todo; es como si se me concediera el Premio Nóbel no por mi obra literaria y lo que importa sino por mi edad. Y, a propósito, a Marie Curie se lo dieron dos veces, no por ser una polaca que, por casualidad, investigaba, creo, ni por ser la esposa de un tal Pierre, que lo hacía igualmente. Equívocos, cada vez más difíciles de aclarar.

El lunes 22 de marzo Mempo Giardinelli publicó en Página 12 un artículo en forma de carta dirigida al Presidente de la Nación, el “querido Alberto”. El tema era la cuestión de la mal llamada “Hidrovía”, esa especie de apropiación del río Paraná, el “padre río”, por parte de varias grandes empresas exportadoras. Para Giardinelli enajenar el control del río implica perder lastimosamente ”soberanía”, lo mismo que pasa con las Malvinas, que son nuestras pero están secuestradas desde hace años y años. No hacemos más que perder soberanía, por los puertos fluviales se escapan millones de dólares, conceder eso es apuñalarse sostiene. La carta es brillante, los conceptos precisos, los adjetivos justísimos, no se podría ni debería echar en saco roto lo que advierte: el Presidente no debe permitir ese evidente saqueo, no es posible que no conozca el alcance de lo que permitiría que continúe una humillante concesión de entrega. Está todo dicho, con claridad meridiana, y esplendor intelectual. Pero, ¿será tenido en cuenta? Ése es el problema: ¿leerá la carta el Presidente? O, mejor dicho, ¿le harán leer la carta al Presidente quienes están encargados de que esté enterado de lo que se dice, se piensa y se opina, cuando, sobre todo, tiene esa forma, digna, respetuosa y adulta? ¿O sólo le llegan las opiniones de los forjadores de alienación que alimentan las páginas de Clarín, La Nación, Infobae y los repetidores televisivos? Firme en relación con las vacunas frente a los abogados ad-honorem o no tanto de los laboratorios privados, Pfizer y otros, la carta le pide que lo sea igualmente frente a los centros de poder que son las cerealeras. Es claro que tal recuperación de soberanía lleva a otros enfrentamientos, más o menos como enfrentarse con el llamado “campo”, radicaliza, define un perfil de país y para eso se necesita fuerza. ¿La tendrá el destinatario de la carta? Espero que sí y confío, el país que tal cosa dibuja es el de mis propios deseos y sueños, me provocaría un dolor inmenso comprobar que debo renunciar a esa ilusión.

Estos deshilachados apuntes que estoy escribiendo en “Silbidos” no pueden ocultar que es una especie de “diario”. Lo reconozco y me hace volver sobre la palabra “diario”, y la tradición a la que pertenece. Doble tradición: pública, en cuanto designa un tipo de texto que lo caracteriza: se lee, nos informa o nos engaña, ha ido cambiando de forma pero nadie se equivoca sobre lo que es y de qué manera incide en nuestras vidas, qué más se puede decir. Y privada, lo que se escribe para un único lector, el mismo que lo ha escrito y que, en principio, nadie, salvo él, leerá. Registra sus emociones, experiencias, sentimientos, pensamientos, opiniones aunque, en muchos casos, como los de los escritores, previendo que tendrá una circulación pública, que habrá muchos interesados en saber de él lo que él no ha dicho de sí mismo. Pero, y ahí está el punto, éste, que estoy publicando, sin tener la envoltura gráfica, industrial, no tiene ese aspecto íntimo, predomina el registro de las repercusiones o efectos que produce la vida política del país. Se sitúa, por lo tanto, “entre” dos órdenes, uno objetivo, lo que va sucediendo y se puede observar, y otro subjetivo, cómo lo puedo entender. ¿Con qué propósito? No, ciertamente, porque crea que “mi” manera de entender lo que ocurre en la sociedad dará la pauta de lo que en realidad significa eso que está ocurriendo; sí, ciertamente, porque pretendo que detenga por un momento la atención y lleve a repensar lo que se pensaba que no había por qué hacer. En suma, pretendo intranquilizar, pretendo que lo que me perturba a mí y me hace pensar no sea indiferente, que lleve a perturbar e intranquilizar a otros que no sé quiénes pueden ser, ese vasto y desconocido mundo de los llamados “lectores”.

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A poco más de un año de iniciada la pandemia, sus cimbronazos continúan exacerbando los conflictos que sacuden a un mundo en crisis. En su afán por la vida, el coronavirus muta y da origen a nuevas variantes más letales. Multiplica así el caos y lo desparrama por el mundo. En un contexto de incertidumbre creciente, los conflictos geopolíticos se agudizan mientras la economía y las finanzas globales revelan una fragilidad creciente. Detrás de estos fuegos de artificio avanza la concentración del poder. Su otra cara, la enorme pobreza, ocupa paulatinamente el centro de la escena mundial.

En muy poco tiempo, el gobierno de Joe Biden ha expuesto su voluntad de imponer a cualquier precio la hegemonía mundial norteamericana. Los intentos de Trump de “Recuperar la Grandeza Norteamericana” (Make America Great Again) son hoy llevados adelante bajo una nueva consigna: “America ha Vuelto” (America is Back). En la práctica, esto ha derivado en un enfrentamiento explícito entre China y Rusia, por un lado, y los Estados Unidos, la OTAN y países aliados por el otro. Las recientes sanciones aplicadas por todos estos países contra China y Rusia por supuestas violaciones de los derechos humanos han encontrado esta vez una respuesta nueva. El 23 de marzo pasado los cancilleres de ambos países han denunciado conjuntamente a los Estados Unidos por desestabilizar al orden internacional para imponer sus intereses y su “forma de democracia”, y han advertido que enfrentarán juntos las sanciones que les impongan respondiendo con medidas similares, estrechando los lazos de cooperación y disminuyendo su dependencia del dólar en las transacciones comerciales y financieras (Rusia Insight 18 3 21, Reuters.com 19 3 2021; afr.com 23 3 2021; apnews.com 23 3 2021; theconversation.com 25 3 2021).

Las relaciones internacionales parecen haber entrado en el callejón de una nueva guerra fría. El avance geoeconómico de Rusia y China y la conjunción de sus intereses estratégicos desafía al liderazgo norteamericano. Desarrollando tecnologías de avanzada, industrias estratégicas, instrumentos financieros y corredores comerciales, China y Rusia avanzan conjuntamente en la integración de enormes masas terrestres con gran potencial de recursos naturales y humanos. Si bien no se habla todavía de acciones militares conjuntas, la creciente tensión geopolítica en distintas regiones –especialmente en Ucrania, el Mar Negro, Siria y el mar de la China– abre la posibilidad de que un enfrentamiento localizado se desparrame a nivel global y tenga consecuencias imprevisibles.

Este ruido geopolítico es la música de fondo de otra turbulencia explosiva: el rápido crecimiento de la pobreza en los países del centro y de la periferia. La dinámica actual del capitalismo multiplica la pobreza y la convierte en un desafío a la estabilidad política mundial. Las elites intentan contener las demandas insatisfechas de vastos sectores de la población acudiendo progresivamente a un fascismo aggiornado que, erosionando la legitimidad de las instituciones democráticas, radicaliza los conflictos existentes. Así, la intolerancia norteamericana en las relaciones internacionales crece al calor de los conflictos sociales y raciales que sacuden a este país.

En ese contexto, el aumento de la pobreza a nivel global obliga a bucear en sus causas más recónditas y a analizar la coherencia existente entre las políticas que se toman en el corto plazo para enfrentar a la pandemia y una estructura de poder que siembra la tempestad de un futuro incierto.

Estados Unidos: pobreza y crisis financiera

Uno de los motivos principales de la desigualdad económica y social que impera en Estados Unidos radica en la brecha creciente entre el incremento de la deuda y el de la producción. Las políticas implementadas desde la crisis financiera del 2008 han profundizado esta tendencia: cada dólar de aumento del PBI requiere hoy de 4 dólares de endeudamiento y de 12 dólares de emisión monetaria.

Esta situación se agravó a principios de 2020: el impacto del cierre de la economía global como consecuencia de la pandemia llevó a la Reserva Federal a inyectar billones de dólares al mercado financiero a bajas tasa de interés. Buscaba así impedir el colapso de grandes corporaciones altamente endeudadas. Esto derivó en un frenesí especulativo que benefició a un sector muy reducido de la población: el 10% que posee el 88.5% de los activos financieros del país. Así, hacia diciembre del 2020 este 10% había aumentado su riqueza en 8 billones (trillions) de dólares. La mitad de ese total (4.2 billones o trillions) fue a parar a los bolsillos del 1% más rico de la población (wolfstreet.com 19 3 2021).

El crecimiento letárgico ha sido acompañado por salarios bajos y estancados y empleo precario. Hoy más del 20% de la población percibe salarios semejantes a los que tenían en el 2009 y registra un alto endeudamiento para cubrir sus necesidades básicas. Más aún, un tercio de la población recibe ayuda estatal para sobrevivir (zerohedge.com 11, 27 3 2021). En paralelo, la inversión de las corporaciones ha sido sustituida por la recompra de sus acciones a partir de un endeudamiento creciente. En un ir y venir: el endeudamiento corporativo alentó a la especulación financiera y creció a la par de este fenómeno.

El gobierno de Biden ha anunciado recientemente un plan de estímulos de 1,9 billones (trillions) de dólares para enfrentar los estragos de la pandemia y un plan de 2,25 billones (trillions) de dólares para proyectos de inversión en infraestructura y de otro tipo, ejecutados a lo largo de ocho años. Estos proyectos son empujados por los sectores progresistas del partido demócrata y responden a promesas hechas durante la campaña electoral. Buscan dar respuesta a las necesidades inmediatas de la población, agudizadas por la pandemia, y reactivar a la economía con inversiones de largo aliento. Sin embargo, han sido paridos al mismo tiempo que la Reserva Federal se comprometía a mantener la actual política de facilitación monetaria con bajas tasas de interés (wsj.com 19 3 2021; zerohedge.com 23 3 2021). Así, desde el vamos, la posibilidad de generar un crecimiento sostenible de la economía real aparece limitada por el chaleco de fuerza de una política monetaria que ha encerrado a la economía en la trampa del endeudamiento ilimitado. Esta paradoja ya impacta sobre la realidad inmediata.

En efecto, el compromiso de la Reserva de inyectar mensualmente 120.000 millones (billions) de dólares al sistema financiero durante los próximos dos años ha fogoneado el endeudamiento corporativo para la especulación financiera. Según el análisis del Bank of America, la recompra de acciones por parte de grandes corporaciones tecnológicas, bancos y corporaciones farmacéuticas ha alcanzado en los últimos tiempos la intensidad que tenía en el 2009 (zerohedge.com 28 y 29 3 2021). Esto expone la dinámica autodestructiva del endeudamiento ilimitado. Otros fenómenos ocurridos esta semana también apuntan en la misma dirección.

La debacle de un poderoso fondo de inversión, Archegos Capital Management, expuso a la luz del día la persistencia y profundidad del sobre-endeudamiento en las maniobras especulativas con derivados (activos complejos que derivan su valor de otros activos). Las acciones de Archegos no tenían respaldo de cobertura y la rápida caída de su valor obligó a un conjunto de poderosos bancos internacionales que operaban como sus brokers a desprenderse de sus tenencias para cubrir las posiciones del fondo. En la vorágine, algunos bancos pudieron vender rápidamente pero otros no lo lograron, agravando sus pérdidas. El episodio fue finalmente contenido y sirvió para iluminar por un instante la magnitud y profundidad de las operaciones con derivados y el desconocimiento por parte de todos los involucrados en estas operaciones de los enormes riesgos corridos. Asimismo, muestra cómo un incidente de esta índole puede propagarse rápidamente y, afectando a múltiples actores y a activos de distinta índole, derivar en una crisis de liquidez con implicancias para el conjunto del sistema financiero (zerohedge.com 29, 30 y 32/3; 1 4 2021).

La especulación con criptomonedas y especialmente con el bitcoin tuvo esta semana un nuevo capítulo: la presentación ante el ente regulatorio norteamericano SEC (Security and Exchange Commission) del primer ETF (exchanged traded fund, artefacto financiero que incluye a múltiples activos y sigue la performance de una determinada variable) emitido por Fidelity y basado en el comportamiento de un índice bitcoin creado por esta corporación. Con esto, Fidelity busca “facilitar el acceso del inversor al mercado de bitcoins a través de un broker tradicional… evitando así los riesgos implicados en la tenencia y compra de bitcoins físicos, minados o adquiridos en el mercado” (sec.gov 24 3 2021; zerohedge.com 2 3 2021). Se inicia así una nueva fase de especulación, esta vez con papeles derivados del bitcoin, que seguramente contribuirá a opacar el valor de referencia de esta criptomoneda y a aumentar su volatilidad.

Así, la lógica del endeudamiento ilimitado fogonea una especulación que puja por desbordar la capacidad de control ejercida por la Reserva Federal sobre el sistema financiero. Al mismo tiempo, esta dinámica parece ser un obstáculo al desarrollo de un crecimiento sostenible capaz de dar respuesta a la pobreza.

Matriz productiva, pobreza y soberanía alimentaria

Esta semana se conocieron algunas cifras que interpelan el camino elegido para concretar un crecimiento con inclusión social. En teoría, en el sistema capitalista tan elogiado por los grandes empresarios argentinos, una verdad de Perogrullo establece que sin inversión privada no hay producción posible. Esto, sin embargo, estalla ante nuestra realidad inmediata.

Datos recientes del INDEC muestran que “los argentinos” tienen hoy una montaña de dólares, equivalente a seis veces las reservas internacionales del BCRA, guardadas fuera del sistema financiero local. Esta situación contrasta con una estimación del crecimiento anual de la inversión del orden del 12% en febrero de este año (ámbito.com 29 3 2021). Si bien esto último apunta a un inicio de recuperación económica después de la brutal recesión del año pasado, también indica que la misma no se hace en base a nuevas inversiones. La reciente evolución del mercado de trabajo, centrada en la expansión del empleo informal y cuentapropista, corrobora que esta recuperación es endeble y puede ser insostenible a corto plazo.

La escasez de inversión privada no es algo nuevo. En las últimas décadas, este indicador llegó a su punto más alto: 24% después de la crisis del 2002. A partir de entonces fluctuó por debajo del 20% del PBI, con una marcada tendencia a la baja. Esta insuficiencia se asocia a una industrialización centrada en la sustitución de inversión productiva por todo tipo de subsidios del Estado incluyendo, a medida que crecía el endeudamiento externo, una sistemática fuga de capitales. Se fue así conformando una matriz productiva industrial con control monopólico (de capitales locales y extranjeros) en áreas estratégicas; con fuerte dependencia de importación de tecnología incorporada en bienes intermedios y de capital; con sobrefacturación de importaciones y subfacturación de exportaciones, fogoneada por la estrategia de acumulación de las multinacionales que dominan las cadenas valor en las que estas ramas se encuentran insertadas. Esta matriz productiva generó endeudamiento crónico y una sistemática carencia de divisas para enfrentar el crecimiento de las importaciones, fenómeno que en años recientes se ha agudizado al ritmo del volumen de la fuga de capitales y del enorme peso de la deuda externa.

La contrapartida de esta acumulación ha sido un mercado de trabajo cada vez más restrictivo y el crecimiento de bolsones de pobreza estructural. Esta semana, nuevos datos del INDEC muestran que la pobreza abarca al 42% de la población, cifra que llega al 57,7% de los niñxs menores de 14 años. La indigencia, a su vez, llega al 10.5% de la población.

Este drama humano habría sido mucho mayor si el gobierno no hubiese adoptado el año pasado medidas de contención específicas. Sin embargo, estas medidas no fueron suficientes y la eliminación del IFE en el cuarto trimestre del 2020, junto con la inflación, ha empeorado la situación de los más carenciados. Esto coloca a la falta de soberanía alimentaria en el centro de la escena política. Su solución exige transformaciones radicales de la matriz productiva. Si bien este proceso llevará tiempo, no se puede postergar su inicio ni tomar medidas que en el corto plazo lo refuerzan y complican su reestructuración futura.

En este contexto, las medidas recientes adoptadas por el gobierno para facilitar la inversión directa extranjera, básicamente la libre aplicación del 20% de las divisas obtenidas de ventas externas vinculadas a nuevos proyectos de inversión; y la flexibilización de la norma que rige el acceso al Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) permitiendo a las empresas el pago anticipado de importaciones siempre y cuando se trate de bienes de capital, encienden una alerta sobre la dirección que toman las políticas de corto y mediano plazo. En una economía como la nuestra, estos incentivos pueden derivar, como ya ocurriera el año pasado, en fuga de capitales, sobrefacturación de importaciones y subfacturación de exportaciones. Esto ocurrió a pesar del control de cambios vigente.

Por otra parte, las demandas de exenciones impositivas de todo tipo formuladas por las organizaciones empresarias, el Foro de la Convergencia y el Consejo Agroindustrial; su cuestionamiento al control de precios en las cadenas de valor; su impugnación de las sanciones a la remarcación de precios, muestran que el control de precios involucra una pelea que no se puede dar a medias. Concierne al corazón de la estructura de poder que multiplica la pobreza y condena al hambre. El inicio de una campaña de la CTA para denunciar públicamente las remarcaciones de precios con el fin de aumentar ganancias es un gran paso en la dirección correcta, pues permite visibilizar la causa de los problemas que nos aquejan, y se empieza a cambiar el escenario de la disputa y las reglas del juego que se utilizan para la desestabilización política.

Artículo publicado el domingo en “El Cohete a la Luna”, cuya autora es la periodista Mónica Peralta Ramos.

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Maristella Svampa es socióloga y escritora. Sus libros más recientes son Chacra 51. Regreso a la Patagonia en los tiempos del fracking (Sudamericana, Buenos Aires, 2018) y Las fronteras del neoextractivismo en América Latina. Conflictos socioambientales, giro ecoterritorial y nuevas dependencia (CALAS / Universidad de Guadalajara, Zapopan, 2018). Escribe en “Nueva Sociedad” NUSO Nº 291 / Enero - Febrero 2021 , “La pandemia desde América Latina Nueve tesis para un balance provisorio”. He aquí algunos recortes de su nota. 

 

2020 no será un año para el olvido. Disruptivo y devastador como pocos, deja enormes heridas sin restañar en nuestros cuerpos, en nuestras subjetividades y memorias. Y aunque algunos esperan un 2021 más tranquilizador, nadie puede en rigor asegurar que lo que se abrió en este inicio de década con la pandemia de covid-19 vaya a cerrarse con una o más vacunas milagrosas. La dinámica desencadenada nos advierte sobre los contornos de una configuración civilizatoria cuyas características globales, regionales y nacionales todavía no están del todo definidas, pero cuyos ejes y puntos de referencia pueden vislumbrarse. Sobre algunos de ellos me gustaría reflexionar en este artículo, dividido en nueve «tesis».

1. La pandemia colocó en el centro aquello que estaba en la periferia: visibilizó el vínculo entre desigualdades sociales y dueñidad, así como la relación entre zoonosis, pandemia y crisis socioecológica.

La pandemia de covid-19 colocó en el centro de la escena problemáticas que antes estaban en la periferia, minimizadas o invisibilizadas. Por un lado, puso al desnudo las desigualdades sociales, económicas, étnicas y regionales y los altos niveles de concentración de la riqueza, haciéndolos más insoportables que nunca. Tras varias décadas de neoliberalismo, evidenció el retroceso de los servicios básicos, en relación no solo con la salud sino también con la educación (la brecha digital), en el acceso a la vivienda y la degradación del hábitat. La diseminación del virus mostró el fracaso de un modelo de globalización neoliberal consolidado en los últimos 30 años al calor de la Organización Mundial del Comercio (omc), lo cual no quiere decir que el neoliberalismo esté muerto o agónico; lejos de ello. La crisis desatada por la pandemia exacerbó las desigualdades extremas en todos los niveles. A escala latinoamericana, según un informe de Oxfam, las elites económicas y los superricos ampliaron su patrimonio en 48.200 millones de dólares, 17% más que antes de la aparición del covid- 19, mientras que la recesión económica provocaría que 52 millones de personas caigan en la pobreza y más de 40 millones pierdan sus empleos, impulsando un retroceso de 15 años para la región (Mar Centenera: «La pandemia agranda la brecha en América Latina: ocho nuevos multimillonarios y 50 millones más de pobres» en El País, 29/7/2020.). El virus mostró hasta qué punto estamos frente a un mundo de dueños, pues como sostenía la antropóloga Rita Segato ya antes de la pandemia, la palabra desigualdad no alcanza para graficar tamaña obscenidad: «Este es un mundo marcado por la dueñidad o el señorío» (.«Rita Segato: ‘El mundo de hoy es un mundo marcado por la dueñidad o el señorío’», comunicado de prensa, Universidad Internacional Menéndez Pelayo, 26/8/2019.)

En segundo lugar, la pandemia visibilizó el vínculo estrecho entre crisis socioecológica, modelos de mal desarrollo y salud humana. Hasta marzo de 2020, el término «zoonosis» no formaba parte de nuestro lenguaje y quizá para algunos todavía sea un concepto algo técnico o lejano, pero es la clave para entender el detrás de escena de la pandemia. Detrás del covid-19 se halla la problemática de la deforestación, esto es, la destrucción de ecosistemas que expulsa a animales silvestres de sus entornos naturales y libera virus zoonóticos que estuvieron aislados durante milenios, poniéndolos en contacto con otros animales y humanos en entornos urbanizados y posibilitando así el salto interespecie. Claro que el covid-19 no es el primer virus zoonótico que conocemos; ya hubo otros, incluso más letales (el ébola, el sars, la gripe porcina y aviar, el hiv) (François Moutou: «Las zoonosis, entre humanos y animales» en Nueva Sociedad No 288, 7-8/2020, disponible en www.nuso.org.). Y aunque el virus se manifestó primero en China, esto podría haber sucedido en cualquier otra región del planeta, porque lo que está en su base es un modelo productivo global enfocado en la alta productividad y en la maximización del beneficio económico, construido por las grandes firmas corporativas, que se acompaña con una degradación de todos los ecosistemas: expansión de monocultivos que conllevan la aniquilación de la biodiversidad, sobreexplotación de bienes naturales, contaminación por fertilizantes y pesticidas, desmonte y deforestación; acaparamiento de tierras, expansión de modelos alimentarios basados en la cría de animales a gran escala, entre otros.

Así, el elemento revelador es que el avance del capitalismo sobre los territorios tiene la capacidad de liberar una gran cantidad de virus zoonóticos, altamente contagiosos, que mutan con rapidez y para los cuales no tenemos cura. En suma, la pandemia mostró hasta qué punto hablar de «Antropoceno» o «Capitaloceno» no es solo una cuestión de cambio climático y calentamiento global, sino también de globalización y modelos de maldesarrollo. Resaltan así otros aspectos de la emergencia climática, no vinculados exclusivamente con el incremento en el uso de combustibles fósiles, sino también con los cambios en el uso de la tierra, la deforestación y la expansión de la ganadería intensiva, todas ellas fuentes de potenciales pandemias.

2. Las metáforas y conceptos que fuimos utilizando para tratar de captar y analizar la pandemia deben ser entendidos en un sentido dinámico. Hemos pasado de la metáfora del «portal» a la del «colapso», conservando en el centro del lenguaje político la metáfora bélica.

La activación del freno de emergencia como producto de la crítica situación sanitaria generó una crisis extraordinaria, de enormes consecuencias sociales, económicas y políticas. Desde el comienzo, la metáfora bélica, esto es, la alusión a la guerra contra el virus, recorrió el lenguaje político hegemónico. Desde mi perspectiva, su uso tiende a concentrarse en el síntoma y a desdibujar y ocultar las causas estructurales, más allá de que apunta a lograr la cohesión social frente al daño, de cara a un enemigo «invisible» y «desconocido». No voy a abundar en esto, pero vale la pena poner de relieve la persistencia de esta metáfora, pese a la información que circula sobre las causas de la pandemia (M. Svampa: «Reflexiones para un mundo post-coronavirus» en Nueva Sociedad edición digital, 4/2020, www.nuso.org.).

En realidad, me interesa volver sobre otras dos metáforas utilizadas: la del portal y la del colapso. Efectivamente, la crisis extraordinaria producida por el covid-19 abrió a demandas ambivalentes y contradictorias entre sí. Por un lado, demandas de transformación, de solidaridad y de cambio; por otro, demandas de orden y de retorno a la «normalidad». Así, la crisis extraordinaria nos instaló en un «portal», entendido como un umbral de pasaje, que produjo la desnaturalización de aquello que teníamos naturalizado. Como subrayó la poeta india Arundhati Roy en un notable artículo, nos invade el sentimiento de que dejamos un mundo atrás, la sensación de abrirnos a un mundo otro, diferente e incierto (A. Roy: «The Pandemic is a Portal» en Financial Times, 3/4/2020.) . Pero la metáfora del portal también aludía a una encrucijada: o bien la crisis abría a la posibilidad de abordar todos aquellos debates civilizatorios que hasta ayer estaban en la periferia, tales como la dueñidad y la crisis socioecológica; o bien la humanidad consolidaba la ruta del capitalismo del caos, acelerando el colapso sistémico, con más autoritarismo, más xenofobia, más desigualdades, más devastación ecológica. 

En suma, la metáfora del portal no tenía nada que ver con la posibilidad de un mundo reseteado, tarea imposible y descabellada. Más bien conllevaba una doble dimensión, pues si bien en un primer momento abría a un proceso de liberación cognitiva, que impulsaba la necesidad de concebir transformaciones mayores (la crisis como una oportunidad), también nos advertía sobre el peligro de clausura cognitiva, a través del repliegue insolidario y el afianzamiento de las desigualdades. Como recordaba la periodista y escritora Naomi Klein, la crisis podía ser una nueva oportunidad para repetir la fórmula del capitalismo del desastre o la «doctrina del shock», que define como

la estrategia política de utilizar las crisis a gran escala para impulsar políticas que sistemáticamente profundizan la desigualdad, enriquecen a las elites y debilitan a todos los demás. En momentos de crisis, la gente tiende a centrarse en las emergencias diarias de sobrevivir a esa crisis, sea cual fuere, y tiende a confiar demasiado en quienes están en el poder.( Marie Solis: «Naomi Klein: Coronavirus Is the Perfect Disaster for Disaster Capitalism», entrevista en Vice, 13/3/2020.) …

El balance aún provisorio de lo ocurrido en América Latina en tiempos de covid-19 deja un gusto amargo y una sensación ambivalente. Por un lado, los impactos económicos, sanitarios y sociales son tan extensos que todavía resulta difícil avizorar un horizonte de recuperación. Pero es claro que los gobiernos no se proponen avanzar en la transformación de la matriz productiva y apuestan, una vez más, a reactivar la economía de la mano de las falsas soluciones, profundizando el extractivismo. Tampoco se avanzó en reformas tributarias significativas que apunten a financiar políticas públicas de recuperación económica. Por otro lado, son cada vez más las personas que se suman a diferentes movimientos y colectivos de la sociedad civil en pos de un llamado a la transición ecosocial, desmontando con ello la falsa oposición entre lo económico y lo ecológico. 

Nadie dice que la deconstrucción en clave ecológica y la transición ecosocial sean algo simple o lineal, mucho menos en un contexto de potenciación de la dueñidad, de destrucción de los ecosistemas y de peligrosa expansión de las extremas derechas. Pero no nos queda otra alternativa que navegar estas aguas turbulentas, pues es muy probable que en 2021 los tiempos no sean mejores. Los gobiernos latinoamericanos deben abrir cuanto antes la discusión sobre todos estos temas, pues el riesgo es que, en un contexto de aceleración del colapso, y en lo referido a la hoja de ruta de la transición ecosocial, sigamos siendo hablados por y desde los gobiernos del Norte, por y desde una transición corporativa, en detrimento de nuestras poblaciones y territorios.

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Con epicentro en el AMBA, los casos explotan en todo el país y representan un 50% más respecto de la semana anterior. Además, el turismo por Semana Santa podría complicar las cosas y acelerar la curva de contagios que ya crece de manera exponencial. Según los especialistas consultados por este diario, el incremento recién se advertirá durante martes y miércoles, cuando las cargas se actualizan en el sistema de registro. En este marco, ante la imposibilidad de un confinamiento como el impuesto en marzo de 2020, emerge la propuesta de medidas “intermedias” para lograr, al menos, detener la escalada de esta nueva ola. Alberto Fernández, Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta acordaron trazar una estrategia coordinada para el Área Metropolitana. ¿La diferencia con los picos de octubre y diciembre? En el presente, Argentina cuenta con vacunas: con la llegada del vuelo de este domingo proveniente desde Moscú, el país contabiliza más de 7 millones de dosis recibidas.

Me preocupa muchísimo el turismo de este fin de semana largo por Semana Santa. En Carnaval, ya vimos un incremento notable de casos. Luego se estabilizaron las infecciones porque estábamos en un contexto estacional favorable, con contagios a la baja. Pero ahora es diferente porque estamos en un escenario social de casos en aumento y el grueso de la gente viaja desde el AMBA, donde hay una circulación comunitaria de la variante de Reino Unido”, dice Rodrigo Quiroga bioinformático, docente en la Universidad Nacional de Córdoba e Investigador del Conicet. Luego continúa con su planteo: “Es un problema porque son personas que viajan por el país y esparcen una variante que, según se ha comprobado, es mucho más contagiosa. Puede ser muy peligroso porque todos esos contagios se podrían multiplicar en forma exponencial. El impacto lo vamos a ver en los números de la semana que viene. Es clave que los turistas se cuiden mucho y quiénes los reciben en la costa también”, advierte.

Lo que plantea Quiroga va en consonancia con el pedido que el viceministro de salud bonaerense, Nicolás Kreplak, realizó en redes sociales al compartir la extensa fila de autos que se agolpaba en Ruta 2, camino hacia las ciudades balnearias. “Ver los videos de la Ruta Artigas, que conecta Buenos Aires y Entre Ríos, también estremece. Había colas infernales de ambas manos. El martes o miércoles vamos a ver, de seguro, cifras muy preocupantes. En esta ocasión, tenemos un fin de semana largo, con lo cual, se suman los registros atrasados del jueves y viernes que hubo baja carga”, destaca Soledad Retamar, docente investigadora de la UTN Regional Concepción del Uruguay.

Aumento sostenido y exponencial

Lo que se ve es un aumento sostenido y exponencial del número de casos. Estamos duplicando el número de infecciones cada 20 días, con lo cual, para la segunda quincena de abril CABA tendrá unos 2600 casos diarios de promedio, mientras que Buenos Aires, unos 10 mil”, proyecta Quiroga. Después sostiene: “Los días de mayor carga de datos, como son los martes y miércoles, podríamos estar hablando de unos 3 mil casos para la Ciudad y 12 o 14 mil para la Provincia. Este sería el panorama si seguimos igual que hasta ahora”. El epicentro, como ya se observó en otras ocasiones, es el AMBA; sin embargo, hay provincias que tienen un número menor de casos, pero con una velocidad de aumento muy similar. En ese grupo ingresan Córdoba, Mendoza, Santa Fe y, sobre todo, Tucumán que suma un 76% más de casos durante las últimas dos semanas respecto de las dos anteriores (es decir, en relación a la primera quincena de marzo).

La mejor palabra que define a la dinámica actual de casos es una explosión, están explotando por todos lados. Tuvimos un crecimiento abrupto en diciembre, pero no había sido tan importante teniendo en cuenta la pendiente que hoy toma la curva. El promedio de casos diarios subió un 50% en relación a la semana anterior; es muchísimo, estamos en una situación muy complicada”, destaca Retamar. Durante el pico de octubre, Argentina reportó 18.326 infectados, una cifra que el país podría  superar dentro de poco. El miércoles pasado el total de casos detectados alcanzó los 16 mil y el jueves 14 mil. “A diferencia de octubre, la cantidad de testeos es mayor pero la positividad es menor. En el presente se realizan unos 59 mil testeos por día y meses atrás se realizaban 23 mil aproximadamente”, aclara la especialista. La positividad actual ronda el 28%, mientras que en octubre era de 50% y, en efecto, cinco de cada diez personas que se realizaban su test daban positivo de Covid-19.

En este marco, más allá del ejercicio prospectivo que se pueda realizar para reflexionar sobre lo que deparará el futuro epidemiológico inmediato, Quiroga comparte cierta chance de que la curva pueda frenar su pendiente. “En general, cuando el panorama se pone más difícil, hay una reacción por parte de la sociedad, vuelven un poco los cuidados y el Gobierno también toma algunas medidas para disminuir la circulación y controlar la velocidad de crecimiento de la curva. Tenemos que evitar que ocurra un desastre sanitario como sucedió en Paraguay, Chile y Brasil”, expresa.

Los efectos de la vacunación

Lo fundamental, desde la perspectiva del bioinformático y analista de datos, es planificar acciones que contengan la situación de la mejor manera posible y, en paralelo, continuar con el proceso de vacunación. Desde aquí, asegurar el flujo de dosis que arriban al país es una de las actividades en la que está enfocado el Gobierno durante estos tiempos. El Monitor de Vacunación indica que a la fecha 4.251.516 personas han sido inmunizadas, 3.567.150 con la primera y 684.366 con ambas. Argentina recibió más de 7 millones de dosis, de las cuales ya se distribuyeron 5.8 millones.

El caso paradigmático es Chile que, aunque tiene al 36% de la población inmunizada, continúa experimentando un incremento de casos que pone en riesgo el sistema sanitario. “Para ver los resultados de la vacunación hay que esperar un tiempo. Hasta que los individuos desarrollan una cantidad de anticuerpos razonable son 21 días como mínimo y, a partir de ahí, habría que ver cómo responden frente al contagio, que llevaría una semana más. Es aproximadamente un mes lo que se necesita como para poder ver el éxito del proceso de vacunación sobre contagios. Para ver cómo los inoculados evitan la terapia intensiva, se necesita una o dos semanas más”, explica Quiroga. Hay que recordar que los primeros resultados positivos de Israel y Reino Unido (otras dos naciones que vacunaron mucho, el 61% y el 46% de sus poblaciones respectivamente) se vieron reflejados luego de dos meses y que escalaron su proceso de vacunación mucho antes que el vecino trasandino.

Argentina está muy lejos de conseguir la inmunidad de rebaño (con el 70% de la población inmunizada) y también de alcanzar los porcentajes de protección de las naciones recién mencionadas. No obstante, pueden percibirse algunos efectos positivos en suelo doméstico. Martín Barrionuevo, senador provincial (Partido Justicialista- Corrientes), contador público y analista de datos, compartió en sus redes sociales un gráfico muy ilustrativo que permite advertir el modo en que el porcentaje relativo de casos detectados en adultos mayores disminuye, en parte, como producto del avance de la inoculación en estos sectores. En la franja que va de 70 a 79 se observa una caída del 1.2% respecto del 1° de marzo (pasó de 4.8% a 3.6%), mientras que los adultos mayores con más de 80 años disminuyó un 1% (de 2.5% a 1.5%).

Restricciones para frenar la curva

No es sencillo pensar sobre aquellas acciones que el Gobierno podría poner en marcha en un escenario social que, a priori, no estaría de acuerdo con un confinamiento tal y como sucedió en marzo de 2020. “Los países vecinos eligieron no tomar medidas restrictivas y priorizar la actividad económica. Seguro que son decisiones difíciles de tomar para cualquier Gobierno, además la pobreza es un tema fundamental, pero lo que termina ocurriendo por experiencias pasadas es que si no se cuida la salud de la población, la economía termina perjudicada igual”, dice Quiroga. En esta línea se ubica la falsa dicotomía que, desde que se inició la pandemia, fue instalada por los medios opositores: priorizar la salud o la economía. Durante los últimos días, Carla Vizzotti anunció que desde la cartera de Salud no tenían pensado plantear la posibilidad de una nueva cuarentena, sino que anunciarían la puesta en marcha de medidas intermedias y, en simultáneo, apelarían al compromiso social.

No iremos a una situación similar a la de marzo-abril, porque es muy difícil asegurar su cumplimiento y control. Lo más efectivo es que se dicten medidas que la población esté en condiciones de cumplir con éxito. Restringir la movilidad nocturna, por ejemplo, es una medida que sí se puede controlar y que, tal vez, evita la realización de eventos sociales masivos”, apunta Retamar. Luego completa: “No veo el problema tanto en los bares y pubs, donde existe cierta conciencia, sino en los eventos que se realizan en casas o quintas particulares. Fiestas clandestinas que son difíciles de desarticular. Medidas habrá que tomar, porque esto no puede seguir de esta forma”. Medidas habrá que tomar porque es la única manera de controlar la curva. Desde aquí, hay ejemplos para todos los gustos: desde los tradicionales toques de queda (Alemania lo dispuso en Berlín, Canadá dictó el confinamiento en ciudades como Quebec, Levis y Gatineau) y limitación de la circulación (Italia estableció la prohibición de circulación en el país, con foco en las visitas a familiares y amigos en las "zonas rojas"); a cierres anticipados de bares y restaurants (en las ciudades japonesas Osaka, Hyogo y Miyagi), de escuelas (tal y como fue dispuesto por el Gobierno francés) y fronteras (limitación de viajes al extranjero y la prohibición de ingreso para los no-residentes como en Chile).

Creo que es el momento de proponer medidas más livianas y ver cómo impactan en el número de casos. Con livianas me refiero a limitar la circulación nocturna, reducir el tamaño de las reuniones sociales, así como también, que las actividades de alto riesgo vuelvan a funcionar exclusivamente al aire libre y con barbijos. Boliches, bares y restaurants no pueden seguir operando puertas adentro y sin ningún tipo de protocolo. En Córdoba, por lo menos, están como si fuera febrero de 2020”, relata Quiroga. En Buenos Aires restringieron la movilidad nocturna a partir de las 2 de la mañana, mientras que en otras jurisdicciones, bares y locales gastronómicos funcionan hasta la medianoche. “También es posible pensar en cuarentenas cortas, de 10 o 14 días. Frenar la explosión y asegurar que las personas en riesgo se sigan vacunando. Allí está el desafío, necesitamos parar esta curva para proteger a la población de riesgo, de lo contrario la cantidad de muertes puede crecer muchísimo”, remata.

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La tan remanida como falaz tensión entre salud y economía, ya en las decisiones oficiales u opositoras, en las esferas de gobernanza, como en las institucionales, grupales. Sociales o meras conductas individuales, pone de relevancia las desigualdades y la precariedad del sistema de globalización y de sus incapacidades para enfrentar problemas de magnitudes mundiales que ellos mismos propician, en tanto “mercado mundial único”, “ciudadanías mundiales”, “Un planeta, una humanidad” y tanta retórica tan falsa como sus postulados de reseteo y sus repetidas pero falsas intenciones de buscar mayores consensos y mejores repartos de esfuerzos y beneficios en un mundo altamente cartelizado y con fortunas concentradas en un pequeño puñado que decide vida y muerte de pueblos y Naciones. Absolutamente todo lo que circunda a la pandemia que afecta al planeta es un asunto económico. Puramente económico y sólo económico en tanto resultado de las intenciones por sostener un Sistema Imposible. La crisis no es Sanitaria sino de como la economía reparte los recursos sanitarios. La crisis no es sanitaria sino resultado de una globalización irracional sostenida por avaros ignorantes que no comprenden ni les interesa conocer la historia, la biología, los sentidos de la vida y los equilibrios necesarios para que se desarrolle.

Desde siempre la inmunología, en sus diversos modelos de interpretación, advirtió sobre la tensión entre las categorías que supongan identidades concretas, territoriales, propias de la cotidianeidad … de aquellas otras impuestas por las formas de producción y de propiedad y por las maneras de intercambiar los esfuerzos y las creaciones. Las razas imponen criterios de riesgos (Tanto el sistema “propio” inmunitario, como las barreras comunes, que protegen a los “nuestros” se ven alteradas en las interacciones con los “otros” que son “ellos”), Las geografías son barreras inmunológicas para sus “dentros” y “riesgos” para la interacción con sus “Fueras”. Lo individual siempre es riesgo, pero necesario e imprescindible para la construcción social. Uno solo infecta a muchos pero no hay sociedad de uno. La ilusión de la igualdad sin distinciones ni comprensión respecto de las diferencias, de la diversidad, de lo propio respecto de lo “propio del otro”, produce desequilibrios, más cuando un puñado de ignorantes con mucho poder inventan imaginarios relatos de un planeta único, con individuos libres e independientes capaces de hacer los que les plazca. Los virus son información. En este caso una información que nos devuelve las contradicciones de nuestras humanas decisiones. Ir de aquí para allá, aunque deseable, nos expone a lo distinto como realidad y a las desigualdades que imponen como construcción el sistema de globalización. Si lo humano es la capacidad de distinguir, conocer y nombrar en el lenguaje … estas distinciones y estos conceptos resultan fundamentales para comprender el presente e imaginar un futuro menos pandémico y mas humano.


Daniel Roberto Távora Mac Cormack












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