Disputas de sentido en los dias de la peste

 



En Latinoamérica hacia finales de la década de los noventa, pero con mayor fuerza en el nuevo siglo, partidos o alianzas políticas partidarias reivindicaban la democracia, a la vez que eran muy críticos del neoliberalismo. Mientras que en el mundo el espíritu multicultural convivía con el dogma del libre mercado, en Latinoamérica, las luchas asociadas a los pueblos originarios campesinos, las mujeres, los negros, los desocupados etc. permitieron cuestionar aspectos cruciales del maridaje entre instituciones democráticas y el dogma de la libertad de mercado. Ese gesto parece agotado.

El verdadero romper los huevos no es la violencia física, sino la intervención en relaciones sociales e ideológicas que, sin destruir necesariamente nadie o nada, transforma el campo simbólico por completo”

(Žižek, 2014b: 161).

El péndulo ideológico de gran parte de los gobiernos de América latina parece estar de nuevo del lado derecho. Después de más de una década de presidentes “progresistas” en varios países, pareciera que las políticas de corte “neoliberales” han vuelto a la escena. Algunos autores señalan algunos indicadores de este giro: la reestructuración en materia de distribución de la riqueza y en favor de los sectores concentrados de la economía, el crecimiento del endeudamiento externo, las políticas de apertura de la economía, por la devaluación, la quita de retenciones y la desindustrialización (García Delgado y Gradín, 2017). Pero está en duda el futuro de este retorno. Algunos destacan la profundidad de la crisis del neoliberalismo y los cambios de posiciones en las grandes potencias (Mouffe, 2018). Mientras en Estados Unidos, Trump regresa a la protección de los mercados internos, la China de Xi Chinping impulsa la liberalización de los mercados. Además de que los discursos sobre las soluciones económicas no son homogéneos, tampoco lo son en materia de políticas culturales. El “conservadurismo” convive con los “liberales modernizadores” (Shuttemberg, 2017; Vommaro y Gené, 2017). La historia no tiene forma lineal o circular, va inventando sus propias reglas.( “La tesis fundamental es que la creencia en un destino histórico es pura superstición y que no puede haber predicción del curso de la historia humana por métodos científicos o cualquier otra clase de método racional” (Popper, 2006: 9). 

El posestructuralismo de Laclau y Mouffe (1985) lo habían señalado en la década de los 80; con el concepto de articulación y de estructura abierta se eliminaba la posibilidad de designar un sujeto de la Historia. El giro de los últimos años responde a sociedades con profundos conflictos sociopolíticos e ideológicos novedosos, los cuales hay que leerlos en su contexto. Así como los gobiernos “progresistas”, de “izquierda” o “populares” no pueden ser caracterizados como repeticiones de modelos nacional populares de mitad de siglo XX, tampoco las derechas actuales son reproducciones “neoliberales”. El festejo de la libertad y la diferencia, la identidad y el cuidado de las minorías, la incorporación de aspectos culturales asociados al bienestar personal y la meritocracia (más propios de los presidentes Macri y Macrón), parecieran ser contrarios a discursos conservadores, machistas, elitistas y racistas (más típicos de políticos como Trump y Bolsonaro). Pero hay algo común que se refleja en todos los países, las economías de mercado después de la crisis financiera del año 2008-2009 son cada vez más desiguales y, aún los mejores indicadores en materia de pobreza en algunos países de América latina a principios del siglo XXI, volvieron a ser negativos (CEPAL, 2018)

¿Qué tipo de fuerzas políticas proponen la salida a este atolladero de concentración económica y crecimiento de malestar social?

En el año 2014 Fraser, una politóloga feminista, festejaba que se volviera a discutir el capitalismo, concepto que había sido expulsado del pensamiento académico. Según la autora, la falta de articulación de teorías críticas como el feminismo, el pos colonialismo y el pensamiento ecológico se había separado de la crítica al capitalismo durante varias décadas, lo que había debilitado las posibilidades de comprender y dar una salida política a la crisis financiera de los años 2008-2009. Cuatro años después, Fraser (2017a; 2017b) sostenía que las alternativas en el mundo se caracterizan por un populismo conservador (representado por Trump) y un neoliberalismo progresista (con origen en Clinton y su actual expresión francesa en Macron). Estas alternativas se presentan a sí mismas como únicas y antagónicas alternativas en el escenario mundial. ¿Qué es lo que se agota? Las promesas políticas de resolver la vida cotidiana de las personas. Pero ¿Qué hacer entonces? La feminista proponía aprovechar esta oportunidad para construir un populismo progresista hacia un socialismo democrático que sea, a la vez, feminista, ecológico, antirracista y antiimperialista. En sintonía con este análisis, el vicepresidente e intelectual boliviano García Linera (2015) impulsaba que frente a la izquierda “indignada” debía oponerse una izquierda con propuestas, que apele a un activismo molecular (étnico, ecológico, femenino) con voluntad de poder, universalizante y orientada tanto al Estado, pero también a la región latinoamericana y al planeta. La novedad de estas propuestas es que si bien renuevan ciertos aspectos del imaginario asociado a la justicia social, el bienestar colectivo y la articulación popular, no rompen con la institucionalidad democrática, sobre todo asociada a la conquista de los cargos públicos a través del voto. Slavoj Žižek (2011), filósofo esloveno, decía al respecto de las luchas latinoamericanas, que aplaudía el gesto crítico al capitalismo pero que había que tener cuidado con el cierre de las identidades particulares asociadas a la “etnia” y a la “cultura”. Žižek (2016) se opone a reducir el capitalismo a una mera forma económica. Él sostiene que es una forma general de estructuración fantasmática de las sociedades, en la que existen ciertos elementos organizadores como el goce puesto en el consumo y la exacerbación del individualismo hedonista. Para él, la democracia liberal y el multiculturalismo, por un lado, y formas conservadoras nacionalistas, por el otro, se presentan como las ideologías dominantes tras ese fondo capitalista que no se pone en cuestión. El festejo de las “diferencias” como valor en sí mismo sobre el que emerge la individualidad postmoderna es, paradójicamente, la forma de legitimación del capitalismo actual y las banderas agotadas de ciertas estrategias de “izquierda”.

En 1980 un grupo de intelectuales latinoamericanos se reunía en Morelia, México para pensar las alternativas políticas latinoamericanas en un tono anticapitalista. Sostenían que la apertura democrática podía ser el terreno para avanzar hacia el socialismo. Pereyra (1985) proponía que los dos momentos, a saber, tanto la toma del poder político concentrado en el aparato del Estado como la progresiva construcción de un nuevo sistema hegemónico, debía ser combinado con el fin de alcanzar un proyecto histórico socialista. Citando a Gramsci y criticando el reduccionismo vanguardista, decía que la lucha democrática se combinaba con los objetivos revolucionarios. Esa generación latinoamericana, todavía en un lenguaje esencialista, exigía un gesto crítico y universalizaste.Después de ese gesto, y a más de tres décadas, existen tensiones en relación con la democracia. Malestares (o síntomas) asociados a la formación de una “clase política” que se comporta como y, en alianza con los sectores concentrados de la economía. Malestares asociados a la incapacidad de cambiarles la vida laboral y económica a los ciudadanos. Éstos han sido procesados, en algunos casos, a través de discursos conservadores (la culpa es de los migrantes, los pobres, etc.). En otros casos, fueron tramitados por consignas más asociadas con la igualdad y la libertad, sin tocar el núcleo duro de la economía neoliberal. Creemos que no se trata de poner en cuestión sino también generar propuestas políticas que movilicen las pasiones; que recuperar el gesto democrático es intro-ducir la pregunta por la igualdad y la libertad dentro de las instituciones econó-micas; que ese gesto de la revolución democrática debe ser repetido y requiere de la fidelidad, lo cual debe ser parte de la reflexión sobre las estrategias políticas. pp. 137-161

Olvidada después de los 80, bajo el discurso de la razón y el fin de la historia, pero recuperada en el nuevo siglo por gobiernos asociados al giro a la izquierda (“populistas”, “socialdemócratas”, etcétera), la dimensión de la “fe” o la pasión sobre un principio (no líder ni héroe individual), nos permiten proponer que la igualdad y la libertad que están presentes en las democracias latinoamericanas, todavía pueden instituir una comunidad de creyentes que reorganicen radicalmente las relaciones sociales. Volver posible lo imposible.

El fragmento pertenece a “Repetir el gesto. Democracia, capitalismo y Acontecimiento” escrito por María Antonia Muñoz, Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP), Argentina, y publicado en Temas y Debates 37 Año 23 Enero- Junio de 2019.

Las disputas actuales son disputas de sentido. La política aparece como el escenario necesario, pero también parte de esa disputa en tanto único freno real a los intentos transnacionales y a las ideas de un mundo único y sin fronteras dónde las elites que concentran el 60% de las riquezas del planeta, planean esas sus ideas de mundo. La globalización como tal es un proyecto de elites. Esos grupos perfectamente determinados y conocidos que se reunen en Davos e invitan a Jefes de Estados a acompañarles o marcarles el escenario de disputa posible, que no cuestione su hegemonía.

En estas disputas de sentido, la subjetividad, las formas de pensamiento, la inteligencia y la comunicación y en definitiva el dominio del lenguaje y de las ideas que sostienen los gestos colectivos (que aún individuales marcan el común), que producen la realidad tal y como se ofrece a nuestras vidas y como las vivimos, conforman los elementos que entran en tensión.

El mundo de la ciencia, del pensamiento y de las ideas comienza a manifestar de modos mas potentes estas disputas de sentido y de imponer que elementos forman parte de la realidad y cuales de la fantasía, de los deseos, ya de libertad, ya de sentido colectivo, ambas en la constitución de sociedades o grupos humanos, comunidades o Estados organizados bajo valores éticos comunes y formas que produzcan relaciones menos conflictos y mas humanas.

Ahora, estas disputas no son nuevas. Son propias del Capitalismo que desde un comienzo, sostuvo su herencia patriarcal y colonial y la sostiene en su etapa neoliberal actual.

Lo que no se somete a sus lógicas es atacado desde siempre. El movimiento Peronista en Argentina ha sabido mantenerse como una propuesta en los márgenes o la frontera de las disputas de sentido que globalmente surcaron y surcan al capitalismo globalizador y globalizante. Aunque también fue impregnado en los 90 por el triunfo liberal pos caída del muro y la idea del “fin de la historia” y el “fin de las ideologías” que dieron forma al neoliberalismo de Estado en sus formas mas “democráticas” dentro de las cuales se inscriben los gobiernos de Menem, De la Rúa y Macri.

El peronismo es algo distinto en Argentina … Del mismo modo que el Chavismo supuso las misma ruptura desde los márgenes y el MAS en Bolivia, los tres movimientos con diferencias notables.

Estos tres movimientos lograron enraizar simbólicamente y subjetivamente elementos que estaban olvidados o permanecían sometidos en las disputas de los Gobierno y los Sentidos de la democracia. El Peronismo, como el mas antiguo de todos, plantea la cuestión de la organización popular, del orden como condición estratégica para la disputa del poder. De la comunidad organizada, como elemento esencial de cualquier movimiento revolucionario, transformador y emancipatorio.

El Mismo Juan Domingo Perón escribía allá por 1951.

Imagino que cuándo se crearon las facultades de ciencias políticas y Sociales, se pensó en capacitar hombres para el gobierno y la conducción política de los Estados.

En cambio, en nuestras democracias inorgánicas, los gobiernos y la conducción política, han sido mas bien cosas de aficionados y de caudillos.

En este sentido, siempre tendiendo a reparar el estado de cosas al que algunas veces han enfrentado a los pueblos esos “aficionados” y esos caudillos, hasta se ha llegado a proponer la creación de algo así como una Escuela de Estadistas, destinada a formar hombres de gobierno desde la juventud.

Esto sería desvirtuar la base de la democracia, dónde los gobernantes y conductores no pueden ser prefabricados. 

(…) Suprimidos el fraude y las inmoralidades, nos resta ahora terminar con los sistemas que conducen a ellos. En esta escuela han de formarse los hombres que, con capacidad y virtudes, han de enfrentar a nuestros adversarios, que aún usan el insidioso método de la calumnia, la difamación y la infamia.

Intentamos así desterrar de la política argentina el sistema de falsedad y engaño para instaurar el de la sinceridad y la lealtad. Buscamos organizar una fuerza que, intelectual, espiritual y materialmente sea una garantía para el pueblo Argentino. Nos proponemos transformar una masa inórganica en un pueblo organizado, con alto nivel de cultura cívica y una amplia conciencia social.”

Juan Domingo Perón

Mundo Peronista Julio 15 de 1951

http://www.ruinasdigitales.com/revistas/mundoperonista/Mundo%20Peronista%2001.pdf  

El Chavismo aporta las ideas que exponen las fuerzas de los que se oponen al bien común y alientan el capitalismo y le neoliberalismo para sostenerse en sus privilegios, aún cuándo estos sean menores pero alberguen la ilusión de “alcanzar más” la diferencia y la distancia que los separa de los que no tienen, no pueden o no quieren, respecto de quienes, privilegiados, sostienen.

Aquellos que estábamos construyendo el Movimiento Bolivariano que condujo a la rebelión militar del 4 de febrero, entonces diseñábamos, buscábamos ideas. Fue cuando surgió el árbol de las tres raíces, producto de muchas discusiones, de años de discusiones. Teníamos escuelas pequeñas, pero eran escuelas, y trabajo, especialmente los fines de semana, las madrugadas. Fue cuando salió, después de muchas discusiones, el pensamiento bolivariano, robinsoniano, zamorano, como raíz que hoy debemos tomar con fuerza, que debemos estudiar con mayor profundidad y mayor fortaleza y difundirlo.

¿Dónde iremos a buscar modelos? La América española es original. Originales han de ser sus instituciones y su gobierno. Y originales, los medios de fundar unas y otro. O inventamos o erramos. La América no debe imitar servilmente, sino ser original.

Rodríguez, Simón “[Sociedades Americanas, 1828]

Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que usted me señaló.”

Bolívar, Simón Pativilca, 19 de enero de 1824 Al Señor Simón Rodríguez

¿Cuál es la razón por la que estamos aquí y ahora anunciando y promoviendo cambios profundos al comenzar la última década de este siglo “perdido”?

Pudieran enunciarse infinidad de causas, pequeñas y grandes, pasadas y presentes, estructurales y coyunturales, para exponer a los hombres de esta hora tal razón. Sin embargo, todas las que aquí pudieran señalarse serían tributarias de una misma corriente, cuyo cauce viene de muy lejos y cuyo lecho aparece y desaparece de manera intermitente en los recovecos y vueltas, casi siempre oscuros, de la historia patria. Existe entonces, compatriotas, una sola y poderosa razón: es el proyecto de Simón Rodríguez, El Maestro; Simón Bolívar, El Líder; y Ezequiel Zamora, El General del Pueblo Soberano; referencia verdaderamente válida y pertinente con el carácter socio-histórico del ser venezolano, que clama nuevamente por el espacio para sembrarse en el alma nacional y conducir su marcha hacia la vigésimo primera centuria.

En la historia de la filosofía política venezolana existe un modelo teórico primigenio, al cual vamos a llamar en adelante “robinsoniano”, por haber emergido del pensamiento y de la praxis de aquel compatriota que cambió su nombre original de Simón Rodríguez por el de Samuel Robinson. El Modelo Robinsoniano fue construido en un lapso de poco más de medio siglo, desde la época de las mocedades de Robinson, maestro de los niños caraqueños cuando escribe en 1794 sus reflexiones sobre los defectos que vician la Escuela de Primeras Letras de Caracas y los medios para lograr su transformación en “un nuevo establecimiento, hasta su propia ancianidad, cuando, en 1851, publica sus Consejos de Amigo, dados al Colegio de Latacunga”.El modelo se fundamenta en un sistema de ideas que puede ser perfectamente enmarcado dentro de una profunda disyuntiva existencial, en la cual se deslinda claramente una dicotomía en movimiento arrollador: “inventamos o erramos”.

El Modelo Robinsoniano trasciende, sin embargo, el personaje, el maestro, para generar y servir de base a otro de mayores dimensiones, no en lo filosófico, sino en su proyección histórica y geográfica: El Modelo Bolivariano. Éste se impulsa sobre aquél y se siembra en un extenso territorio con la misma semilla dicotómica: inventar una nueva sociedad en la América Española o errar, tratando de copiar viejos modelos, impertinentes a nuestro escenario. Los elementos conceptuales que forman el Modelo Bolivariano son más complicados, pero, no por ello es imposible identificar una estructura perfectamente homóloga con el modelo robinsoniano. Ambos son producto de una época y resultan de un proceso de observación y praxis sobre una misma situación fenoménica. Simón Bolívar, “El Líder”, escribe su doctrina en la dicotomía robinsoniana de manera reiterativa, desde sus primeros discursos en 1811, cuando señala: “¡Que los grandes proyectos deben prepararse con calma! Trescientos años de calma, ¿no bastan? (...) Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana: vacilar es perdernos”.

En su Discurso ante el Congreso de Angostura, el 15 de febrero de 1819, señala: “Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y América, que una emanación de la Europa”. Más adelante continúa delineando el elemento central de la estructura conceptual del modelo: Nuestras leyes son funestas reliquias de todos los despotismos antiguos y modernos, que este edificio monstruoso se derribe, caiga y, apartando hasta sus ruinas, elevemos el templo a la justicia y, bajo los auspicios de su santa inspiración, dictemos un Código de leyes venezolanas.

Ésta es la segunda raíz, por cuyo ápice libertario se alimenta de los siglos el Sistema EBR: la B de la vertiente bolivariana.

Es el modelo que completa la trilogía ideológica del proyecto político que ahora resurge de las entrañas de la historia patria. Está conformado por una síntesis filosófica orientadora, aquella que estremeció a la oligarquía conservadora, cuando Ezequiel Zamora, “El General del Pueblo Soberano”, lanzó sus tremendas consignas federales:“Tierras y hombres libres.” “Elección popular.” “Horror a la oligarquía.” He aquí la tercera vertiente ideológica que nutre nuestro proyecto político: La Raíz Zamorana, ubicada en un tiempo histórico más cercano al presente e incorporada

simbólicamente al componente sistemático, con la E de aquel nombre terrible: Ezequiel. La inspiración del general Zamora viene de las mismas raíces: robinsoniana y bolivariana. Su discurso lleva el mismo sello de la gran disyuntiva existencial. Inventó los mecanismos de la insurrección campesina de 1846, para errar y volver a inventar la forma de conducir la Revolución de 1858.

"El Libro Azul" Hugo Chavez Frías

Por último, el aporte del MAS es recuperar el sentido de la Plurinacionalidad. Incorporar a los movimientos emancipatorios a una lucha anterior a la constitución de los Estados. Hacerlos parte. Los movimientos indigenas y de comunidades originarias ofrecen mucho a esa idea de "originalidad" que plantea como necesaria para cualquier orden genuinamente lationamericano, el proyecto Chavista y el proyecto Nacional y Popular del peronismo.

Desde el punto de vista colonial, los Estados fueron creados para "dominar". De lo que se trata entonces es de transformarlo en herramienta de revolución.

México y Bolivia: rebelión y poder indígenas

En el recorrido que vamos a realizar sobre el desarrollo del movimiento indígena en Latinoamérica en estos dos países, México y Bolivia, destacan dos fechas: 1994, cuando el EZLN se alza en armas contra el gobierno mexicano y 2005, al ser elegido Evo Morales como primer presidente indígena en Bolivia. Estos acontecimientos muestran la diversidad de posiciones desde la que los sujetos indígenas promueven sus reivindicaciones y, al mismo tiempo, la relevancia que el discurso indígena ha adquirido en el plano internacional. El 1 de enero de 1994 el EZLN ocupa siete cabeceras municipales en México y declara la guerra al gobierno mexicano en un conflicto que durará once días hasta que se declara el alto el fuego y se inicia un complejo proceso de diálogo entre las fuerzas enfrentadas. El zapatismo justifica la guerra acudiendo a la propia constitución mexicana, en especial al artículo 39, según el cual el pueblo tiene derecho a modificar su forma de gobierno, e introduce «un nuevo sujeto de la argumentación política: el pueblo indio, junto con su memoria, su cosmovisión cultural, su cosmovisión cultural, su poética y sus metáforas, sus narraciones y sus lenguas» (REYGADAS, 2005: 28). El proceso de diálogo con el gobierno es acompañado por un impacto considerable en la opinión pública y por la multiplicación de simpatías y apoyos al zapatismo. El EZLN se desmarca del discurso belicista y de los postulados basados en el concepto de clase campesina y se centra en reivindicaciones étnicas y de derechos de minorías. En 1996 se alcanzan los acuerdos de San Andrés entre zapatistas, la Cocopa, en representación del gobierno, y la Conai, como parte de la sociedad civil. Los acuerdos se apoyan en la definición de pueblos indígenas establecida por el convenio 169 de la OIT y constan de tres documentos, político, legal y local. Entre las consecuencias políticas más importantes de estos acuerdos, destaca que hacen que «el indígena, de objeto venga a ser sujeto (hasta de derecho público), actor de las transformaciones necesarias, instaurando así un nuevo pacto social, un nuevo federalismo» (AUBRY, 2005). 

En Bolivia, los movimientos indígenas tienen una doble actitud: quienes desarrollan el marco de su lucha dentro de los márgenes del Estado nación, reconociendo su legitimidad, y exigen la autonomía regional y la inclusión de los derechos indígenas, y aquellos que niegan la legitimidad del Estado nación y exigen la devolución de sus territorios originarios para elaborar sus propias estructuras estatales (CANCINO, 2005). Dentro del primer grupo, podríamos añadir una distinción entre los grupos que aspiran a la toma del poder para promover un cambio y aquellos que no cuestionan al gobierno y se acogen a un sistema de subvenciones para el desarrollo autonómico. El rechazo al Estado nación supone un rechazo a la civilización occidental y un anhelo de regreso a las comunidades originarias. Es el caso del discurso katarista, liderado por Felipe Quispe, que es «el fundamento ideológico del MIP [Movimiento Indígena Pachakuti] se convoca al retorno al orden Incásico basado en el Ayllu» (CANCINO, 2005). Por otro lado, el discurso del movimiento ayllu, familias ampliadas, basadas en patrones de liderazgo y la ocupación de espacios territoriales específicos (ANDOLINA et al., 2005: 133), es compartido por los discursos del Estado y del desarrollo internacional. De hecho, la concepción de la etnicidad como principio estructural-organizativo ha servido para que diversos grupos sean beneficiarios de las políticas estatales y de ayuda internacional, que se han basado en criterios de territorialidad, costumbres, historia e idioma (ANDOLINA, 2005: 137). Las fuertes movilizaciones populares que llegaron a derrocar a los presidentes en 2003 y en 2005 crean un ambiente favorable para que el MAS gane las elecciones en diciembre de 2005. El MAS confía en la posibilidad de cambiar el Estado desde el poder y combina la tradición histórica y la memoria indígena de los quechuas y aymaras con la propuesta de «un proyecto de democracia multiétnica y comunitaria, donde los pueblos originarios asuman el protagonismo de un mandar obedeciendo» (ROITMAN, 2005). El triunfo electoral de Evo Morales muestra la lógica expansiva de las exigencias locales, agrícolas e indígenas, hacia el marco estatal, presentando tres puntos claves en su programa: «nacionalización de los principales recursos, defensa del cultivo de la coca y Asamblea Constituyente para un estado que reconozca jurídica y políticamente la diversidad cultural del país y dé voz a los indígenas sin voz durante siglos» (FERNÁNDEZ BUEY, 2005).

Indígenas y globalización. Los discursos de Evo Morales y el sucomandante Marcos” GARCÍA AGUSTÍN, Óscar, “

El gobierno de Evo Morales ganó las elecciones en diciembre de 2005 superando el 50% de los votos, cosa inédita en Bolivia. Planteó una Asamblea Constituyente que llevó adelante una propuesta constitucional novedosa, plagada de garantías para los ciudadanos, cargos revocables, reconocimiento de las autonomías de los pueblos originarios, reconociendo derechos y libertades que en Bolivia el poder político ignoró durante décadas.
Cuando los tradicionales sectores de poder, simbolizados en los prefectos (gobernadores) de los departamentos (provincias) más ricos, empezaron a percibir que el triunfo de Morales y su partido MAS (Movimiento al Socialismo) parecía una bisagra electoral en la historia del país comenzaron a plantear su “autonomía”.
Traducción: se dieron cuenta de que no hay mucha chance de que vuelvan a la presidencia con elecciones, y empezaron a promover movimientos separatistas de las provincias ricas.
Morales propuso un referéndum que en agosto lo ratificó con más votos aún, el 64%. Eso hizo crecer el conflicto, los prefectos entraron en crisis con el gobierno, que devolvió las gentilezas auspiciando movilizaciones sociales que bloquearon a las provincias ricas. Finalmente llegaron las negociaciones, acuerdos y cesiones mutuas con respecto a la Constitución, la posibilidad de Morales de ser reelecto una vez (y gobernar hasta el 2014) y la puesta en marcha del referéndum que determinará la entrada en vigencia de la nueva Constitución en 2009.

(https://www.lavaca.org/notas/evo-y-la-nueva-constitucion-como-fabricar-un-estado/)

Los cuatro movimientos sociales y políticos mencionados, tres que alcanzaron el gobierno de sus Estados, y el Movimiento zapatista mexicano que adquierio cierta independencia y tolerancia de parte del Estado Mexicano, conforman un importante avance en la construcción de "la originalidad latinoamericana" de cara a las nuevas tensiones geopolíticas y globales que el neoliberalismo impone. La disputa de sentido en estos escenarios dependerá de como sigamos tensionando la realidad en esas tensiones irresolubles entre libertad individual y comunidad organizada, entre el Yo y el Otro en tanto necesario pero al mismo tiempo limitante de lo propio.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack



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