Cuerpos y Almas ...


Maxence Van der Meersch (Roubaix, 1907 - Touquet, 1951) fue uno de los escritores franceses más populares de principios del siglo XX. Su muerte prematura le privó del relieve que tuvieron algunos de sus contemporáneos como Mauriac o Bernanos, que compartían con él su inspiración religiosa.
Abogado, pero por encima de todo activista de lo que podríamos denominar «catolicismo obrero», Van der Meersch compaginó la escritura con el activismo en pos de mejores condiciones para los más desfavorecidos.
Escribió Cuando enmudecen las sirenas (1933), La huella de Dios (Premio Goncourt, 1936), El elegido (1937) y Una esclavitud de nuestro tiempo (1945).

En mi adolescencia, mi deseo frustrado de convertirme en médico, me llevaba por cuanta obra, serie, película describiera de alguna manera la vida abnegada de aquellos capaces de dar su vida por la salud y la vida de sus próximos (prójimos). Una de las primeras obras de lectura fue precisamente Cuerpos y almas (1943) la obra más popular y también la esencial a la hora de entender el universo de Maxence Van der Meersch.

En estos tiempos de pandemia, me vino el recuerdo de aquellas letras que contaban las vivencias de aquellos dedicados a salvar cuerpos y jugarse en las almas el intento ...

Ayer se cumplió un año 

 
Este jueves pasado se cumplió un año exacto desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró pandemia el brote de coronavirus y, desde entonces, más de 2,6 millones de personas fallecieron y 117 millones se contagiaron en un mundo que, frente al implacable avance de contagios, solo encuentra una eventual salida en las campañas de vacunación masiva que -aunque de modo muy asimétrico- ya están en curso en varios países, entre ellos la Argentina.
 
Sólo en el último semestre el total de contagios se cuadruplicó y las muertes prácticamente se triplicaron mientras los países siguieron tanteando diversas estrategias, con resultados variados en medio de crecientes polarizaciones internas que fortalecieron Gobiernos de turno, los hicieron tambalear o directamente incidieron en procesos electorales.

Si bien las cuarentenas y restricciones en general, así como el uso de tapabocas y las medidas sanitarias persisten como la mejor arma para combatir contagios y rebrotes, la profusa circulación de información falsa y el crecimiento de grupos antivacunas, antibarbijos y defensores de sus libertades personales -por lo general vinculados a las ultraderechas locales-, mantienen caliente el debate por las medidas preventivas en las agendas políticas de la mayoría de los países.

Durante los últimos seis meses del brote, una esperada segunda ola golpeó fuerte a Europa que debió regresar a las medidas restrictivas, cierres y confinamientos, mientras crecieron los casos en el continente africano y en Asia, naciones consideradas ejemplares en su gestión -como Japón y Corea del Sur- vivieron peores crisis que en la primera ola.

En paralelo, Estados Unidos, India y Brasil, los países más afectados, reúnen en la actualidad más del 40% de los contagios y más del 35% de las muertes globales, mientras América Latina -empujada por las cifras de Brasil- se mantiene como la región más afectada, donde las condiciones estructurales de sus economías, vivienda y salubridad configuran un lugar propicio para la propagación del virus.

El 2 de diciembre de 2020, cuando la pandemia cumplía 9 meses, Reino Unido se convirtió en el primer país del mundo en aprobar una vacuna contra el coronavirus, la fabricada por las farmacéuticas Pfizer y BioNTech, lo que allanó el camino para la vacunación masiva, un proceso al que después se sumaron otros laboratorios y versiones, como la china Sinovac, la rusa SputniK V y la sueca-británica AstraZeneca-Oxford.
Lo que entonces se percibió como un primer salto hacía una solución global frente a la pandemia dejó paso, sin embargo, a una disputa por la distribución de las dosis que evidenció otra cruel cara de la desigualdad global.

A mediados de enero pasado, la OMS informó que el 95% de las vacunas está concentrado en apenas diez países: Estados Unidos, China, Reino Unido, Israel, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Italia, Rusia, Alemania, España y Canadá.

En un intento por mediar en una cuestión que pone en juego los intereses económicos del poderoso sector de las farmacéuticas, como está demostrando el debate actual en la Organización Mundial del Comercio (OMC), y apenas un mes después de la declaración de pandemia, la OMS y la Alianza Gavi para las vacunas lanzaron el mecanismo Covax, un dispositivo cuyo objetivo es garantizar el acceso equitativo a las vacunas y facilitar que los países más pobres cuenten también con las dosis necesarias, al menos para inocular al 20% de su población.
Desde los primeros meses del 2021, la alta demanda de dosis y la incapacidad de los laboratorios de cumplir con los compromisos asumidos con varios países desataron una pulseada entre varias potencias, por un lado, y las empresas por otro.
 
Las primeras exigieron el cumplimento del calendario de entregas y hasta amenazaron con sanciones, lo que forzó un cambio en los planes de las farmacéuticas, que impactó de lleno en Covax.

El mecanismo debió reducir los envíos programados inicialmente para más de un centenar de países subdesarrollados, lo que en América Latina se tradujo en una disminución del 21% (desde 32 a 25,5 millones) de las dosis que estaban acordadas para mayo 2021.

Hoy, el mundo no logra aún dejar atrás la segunda ola y tras un descenso gradual de casos y muertes a nivel global, esta tendencia pareció detenerse y varios países del mundo, como Alemania o Chile, decidieron continuar las restricciones o extender su estado de emergencia, mientras nuevas cepas como la británica, la sudafricana y la amazónica de Brasil continúan esparciéndose y profundizando la crisis epidemiológica.

Menos África y el Pacífico occidental, todas las regiones registraron la última semana de febrero un incremento de los contagios de Covid-19, debido a "la relajación de las medidas de salud pública, la circulación continua de variantes y la gente, que baja la guardia", según la OMS.

https://www.telam.com.ar/notas/202103/546951-tras-un-ano-de-pandemia-el-reparto-de-las-vacunas-y-la-segunda-ola-marcan-la-agenda.html

Cuando era muchacho y estaba en los primeros años de la adolescencia allá lejos en Tacuarembó, mi padre nos ponía a mi hermano y a mí a repartir remedios en una bicicleta por toda la ciudad. En las vacaciones en Colonia, el abuelo Ursino Albernaz nos ponía a ordeñar las vacas a las cinco de la mañana, a juntar frutas y frutillas y a plantar papas cuando el sol del verano se las agarraba con los campesinos descalzos. Hoy algunos llamarían a eso “abuso infantil”, pero yo discrepo. Nos sobraba energía y, cuando nos aburríamos, molestábamos como la peste. Probablemente ni la Teoría de la evolución ni toda la ciencia alcancen nunca a explicar la naturaleza psicológica de los muchachos a los trece y catorce años, pero tal vez no es un tiempo perdido del todo. En el trabajo descubrimos una de las formas de la felicidad que disimulábamos con alguna protesta. Sospecho que algo de eso responde cuando mis colegas de la universidad en la que trabajo actualmente me preguntan por qué no descanso un poco.

 

Entre los tantos comercios que inventó mi padre, la farmacia fue el último que más tiempo lo ocupó, hasta que cerró por un cúmulo de cuentas incobrables.

Un día, una mujer puso una mesita a pocos metros de la entrada de la farmacia y se puso a vender pomadas y aspirinas. Yo casi no noté la existencia de aquella mujer delgada y de mirada esquiva. Más bien me pareció una parte más del paisaje urbano, como una nueva maceta o un nuevo banco.

Al poco tiempo, vi entrar en la farmacia a un señor muy conocido, dueño de uno de los comercios más populares del barrio. Estaba molesto.

Pero, Majfud”, le dijo a mi padre, “cómo permite que esa mujer le ponga en la puerta un puesto de venta clandestino y venda los mismos productos que vende usted. Ni siquiera paga impuestos”.

De repente, descubrí que pagar impuestos era un argumento por lo menos sagrado.

Pero no, Don”, le respondió mi padre. “Deje tranquila a esa pobre mujer. Deje que cada uno se rasque con las uñas que tiene”.

¿Por qué nunca olvidé esas palabras tan torpes, si yo estaba más preocupado con un partido de fútbol que Peñarol iba a jugar esa noche por la Copa Libertadores, el que se televisaba en vivo? La vida está hecha de estos trozos de memorias, aparentemente insignificantes que, por alguna razón, no se van nunca de nuestra memoria. Con mi padre tenía profundas diferencias políticas, pero yo lo respetaba por esos detalles que el tiempo ha cambiado de nombre.

Desde entonces, aquella mujer comenzó a existir para mí. Aprendí a saludarla y a respetarla como el ser humano que era. Y mucho más por su modestia, por su valor, y por ser otra víctima de esa eterna injusticia que rodea a los de abajo. Injusticia social, injusticia económica, injusticia moral.

https://www.pagina12.com.ar/328741-el-peligro-de-los-pobres

La violencia y las corpos

Por Mempo Giardinelli

Resistencia Chaco

La brutalidad policial es ya endémica en la Argentina, y es quizás la peor herencia de la gestión policial de la señora Patricia Bullrich.

No pasa semana sin que tengamos que ver, armado o no, fogoneada como ahora en Formosa o no, la bestialidad de policías o gendarmes que resultan ya insoportables.

Ninguna concepción periodística, hoy, en la Argentina, puede -–ni debe–- dejar de lado la condena absoluta e irrestricta a la represión policial generalizada, hoy para colmo constituida en un instrumento político repugnante.

 Pero sobre todo, con el debido ejercicio de memoria, hay que condenar toda represión, pero haciendo responsable en primer lugar a esta mujer, el ser más reprochable de este país, superando incluso a su jefe Macri y la banda de endeudadores, porque ella fue quien abrió la puerta a la violencia policial.

Siguiéndola, como cuando la semana pasada jóvenes de vanguardias neofascistas plantaron muertos de utilería -–pero cadáveres simbólicos al fin– , ahora ya es evidente que actuarán su criminalidad potencial en cada conflicto político-social que viva nuestro zarandeado país, alentados por locutores estridentes y ex periodistas ahora degradados a meros tinterillos a sueldos gordos. La ciudadanía demócrata y pacífica debe ir sabiendo que el panorama con esta gente pinta fulero, y de acá a las elecciones de medio término podemos esperar cualquier barbaridad, cualquier ataque violento de parte de estos energúmenos.

Esta vez le tocó a Formosa, como antes en la Capital Federal y en pagos bonaerenes, y así continuará y conviene estar alertas. Porque estos grupos de ricachones fanatizados, como los hay en toda la república, aunque ahora pretendan llamarse “libertarios” e incluso “republicanos”, en realidad son la cepa más violenta de las burguesías urbanas y agrarias y están en toda la geografía nacional, como estuvieron siempre; pero ahora potenciados por la telebasura, la mentira comunicacional, el engaño masivo contumaz, la provocación belicista y el odio de clases (el odio de la clase de ellos, precisemos) que en su afán desestabilizador ahora actuaron en Formosa llamando a “quemar todo” después de que el gobierno local –jurisdicción con la menor cantidad de contagios y apenas 20 muertos en todo un año– decidió el retorno a fase 1 debido a un súbito crecimiento de los contagios.

En esa provincia, ciertamente, la mayor debilidad política ha sido la prolongación de los mandatos al gobernador Gildo Insfrán, un peronista de cepa clásica que puede gustar o no, pero que una mayoría de los formoseños vota reiteradamente desde hace 20 años. Una permanencia que espanta a quienes nunca pueden ganar elecciones pero que, guste o no, es constitucional. Y además emparda a otros gobernantes del mundo, mucho más poderosos, que también llevan más de 15 años en el poder, como Netanyahu en Israel o Angela Merkel en Alemania.

Tras la decisión de regresar a fase 1, la clase media de la capital provincial, antiperonista y tradicionalmente radical de derecha, se escandalizó y sobreactuó por el cierre de comercios para preservar los bajísimos índices de contagios de la peste. La respuesta oficial fue violenta y desmesurada, y facilitó un súbito escenario desestabilizador aprovechado por la oposición local y con la complicidad de los grupos de comunicación hegemónica.

Recuérdese que la burguesía formoseña se compone de macristas con muchísimo poder económico. Apellidos al canto: Buryaile, Naidenoff, Maglietti, a quienes con Insfrán no les ha ido nada mal, pero ya se sabe que el odio de clases produce contradicciones. Y máxime si hace sólo un mes se instaló en esa provincia la insidiosa señal TN con su estilo provocador.

Esa muy pequeña clase alta se lanzó ahora, y con audacia, a una maniobra conspirativa, transmitida en directo por esa señal. No es la primera vez, si se recuerda que Jorge Lanata en pleno macrismo inventó conflictos en una escuela Wichí del oeste formoseño. Y el macrismo utilizó sistemáticamente a un cacique desprestigiado como Alexis Díaz.

Podría creerse que lo que los desespera es la continuidad de Gildo Insfrán -–de quien sin dudas se pueden cuestionar muchas cosas, y entre ellas su manejo autoritario, como cuando “desinvitó” de las Ferias del Libro provinciales a intelectuales y escritores, incluido este columnista–-.

Pero quizás lo que más los motiva, ya que son casi todos sojeros, es el negocio de la llamada Hidrovía, ese nombre avieso con el que han reemplazado los ríos tradicionales del litoral argentino: Paraná, Pilcomayo, Bermejo, Salado y tantos más.

En este punto lo que los enerva es que precisamente Insfrán es el único gobernador que se opone a la nueva concesión del río Paraná, que implicará la reprivatización de los puertos y obras de infraestructura. Negociado fenomenal que se dirige a consolidar la entrega de la soberanía nacional sobre nuestro Padre Río, cuya absoluta ausencia de controles fiscales (AFIP y de las 7 provincias ribereñas) en el caso de Formosa es clave por ser la provincia cabecera del contrabando de cereales, hoy principal negocio de la corpo mentimediática porteña.

Por los ríos Paraná y Pilcomayo suben las barcazas llenas de granos de soja de contrabando que van a Paraguay para no pagar impuestos en la Argentina. Y es Insfrán, guste o no, el principal enemigo de estas maniobras.

En innumerables oportunidades ha expresado su desacuerdo con la licitación de puertos, la entrega del Paraná y la continuidad de la compañía belga Jan de Nul, que draga las aguas para asegurar la navegación de millones de toneladas de granos de producción argentina sin ningún control estatal y para colmo con dragas que compran con subsidios estatales argentinos.

Lo cierto es que los radicales formoseños y sus aliados macristas se prestan ahora a esta aventura de violencia de la señora Bullrich, al frente de las jaurías belicosas de LN+, TN, A24 y similares, que aprovechan, feroces, la impunidad que les aseguran -–todo hay que decirlo, aunque duela–- el gobierno nacional, nuestro gobierno, con su pésima política de comunicación.

Como sea, tenemos que hacer que las elecciones de medio término cambien la composición de la Cámara de Diputados, donde JxC puede perder más bancas porque pone más en juego que el FdT. Y como esto es tarea urgente y militante, también por eso importa tanto Formosa.

Es en estos contextos -–­Formosa, Chubut amenazada de arrasamiento ambiental, la megaminería en toda la cordillera de los Andres, el río Paraná falleciendo su soberanía– donde se ven claros los horrores de la oposición.

Entusiasmados con retornar al saqueo macrista, parece excitarlos la sola posibilidad de producir caos institucional, violencia mediante. En una de ésas, sólo les faltará la calavera con dos fémures cruzados. Vade retro.(PE/Página 12)

Pasaron muchos años hasta que supe que ese hombre no muy corpulento y amable que aparecía en nuestras vidas las medianoches para salvarnos del frío en una larga espera era Astor Pantaleón Piazzolla. Los recuerdos son como destellos desteñidos de la infancia, pero tienen el valor de haber persistido en la memoria y fueron el trampolín para resignificar una convicción: cuando cumplí apenas cinco años, en ese hombre que aparecía frecuentemente a esa hora en la parada del colectivo 109, en la esquina de Asamblea y Hortiguera, se iba a resumir la fractura musical de mi generación con la de mis padres respecto del tango. El tango, la música de mi identidad porteña. La música de nuestros amores, de nuestra literatura. De nuestras emociones rebeldes. De nuestra vida. La memoria viaja al invierno de 1953. Es medianoche. El olor a flan de vainilla de la fábrica Royal, justo en esa esquina, frente al increíblemente bello parque Chacabuco, persiste en el barrio. Lo endulza. El olor a vainilla era tan intenso como el verde del parque, la obra más perfecta que el genial paisajista Carlos Thays había desarrollado en los bosques de Palermo llevada al suburbio de la ciudad. 

En la noche también parecía rugir el puma de bronce de Emilio Sarniguet, que custodiaba también las estatuas de mármol de Carrara gigantescas que rodeaban los rosedales del parque y vigilaba las casas bajas, y ese rugido imaginario rodaba por la ancha avenida Asamblea que hacia el centro desembocaba en Boedo –con el 109–, primera estación de los tangueros, y más tarde hacia Avenida de Mayo o Corrientes. Astor y su esposa Odette Maria Wolff, “Dedé”, vivían en Asamblea 1276, con sus hijos Daniel y Diana. Mis padres, ambos, eran del barrio. En sus años mozos, papá solía ser repartidor de frutas y verduras en el barrio, y contaba con la confianza de Dedé y de la familia del genial Alberto Ginastera –luego maestro y mentor de Astor–, que vivía en el pasaje Faraday, a pocos metros de la geografía de esta historia. 

Mis padres se habían mudado a Boedo después de casados, pero cada noche mi padre, luego de salir de su trabajo, pasaba a buscar a mi madre y mí a la casa de mi abuela, en Santander y Hortiguera. Casi siempre a medianoche debíamos esperar por mucho tiempo, muy largo a veces, el colectivo para volver a Boedo. La imagen que aún persiste en mi memoria, como apenas una película de pocos cuadros, es la de Astor librándonos de la espera del 109 esas medianoches frías –una y otra vez–, invitándonos a subir al taxi que lo llevaba, por entonces, hacia el centro. Y no pocas veces alzarme a upa en auxilio de mi padre. Años más tarde, por su buena memoria, supe que esos viajes tuvieron que ocurrir durante el invierno del 53, y que Astor, por entonces, acababa de causar revuelo en la Facultad de Derecho al presentar la obra sinfónica en tres movimientos “Buenos Aires Opus 15”. “Parece –me contó– que no les gustó que el tango se tocara con una lija –una caja de resonancia de tres cuerdas–. ¡Este Astor! Dedé me dijo que lo consideraban peor que un hereje”. 

Papá también creía que el tango había nacido para ser bailado. Y no pasaron muchos años hasta que mi amor por “Verano porteño” o “Adiós Nonino” me fanatizara hasta los límites de no aprender, como muchos de mi generación, a bailar el tango. La discusión con mi padre tenía dos etapas: en una, criticaba ácidamente que no lo bailáramos: “Son todos pataduras vos y tus amigos, no saben lo que se pierden”; en la otra, divertido, recordaba esas medianoches de encuentros fortuitos con Astor y su talento, o también el afecto que sentía por Dedé, y sentenciaba: “Te perdono porque Astor es un músico del carajo”. Habían pasado treinta años, en agosto de 1983, cuando en México me encontré con Diana Piazzolla, también exiliada. Juntas escuchamos a Astor y a Raúl Lavié en su concierto inicialmente previsto en el bellísimo Palacio de Bellas Artes de la avenida Reforma pero luego realizado en un estadio para garantizar que entrara la multitud que ya lo seguía. Entonces le conté también a ella esta historia: “Tu viejo, de medianoche, nos salvaba del frío”. Era una anécdota inútil quizá, entre tantas cosas que hablamos sobre el destino de nuestras vidas militantes y de la Argentina, donde estaba por terminar la dictadura más sangrienta de la historia. Pero como dijo Alejandra Pizarnik alguna vez en su poesía: ciertas cosas del amor, a veces, son más necesarias que la historia de las revoluciones. + (PE/Caras y Caretas)

Caras y Caretas, en su edición del 11 de marzo, le dedicó su contenido a Astor Piazzolla, El editorial estuvo a cargo de María Seoane que publicamos en esta oportunidad. Subrayamos el toque de intimidad y afectividad que ilustra a Piazzolla en medio de todo aquello que editan los medios en estos días. Respetamos el estilo literario de la autora.

https://ecupres.wordpress.com/2021/03/11/astor-de-medianoche/

Hace un tiempo escuché decir a una militante pionera “soy feminista porque me gusta” y algo de eso encajó las piezas de mis propias razones. No es la incomodidad que genera, ni la mala fama general, ni el chirrido de las ruedas atmosféricas cuando una asiste a ese momento dramático que es la propia vida convertida en escena patriarcal rancia; es algo muy anterior, casi una identidad inescindible.
Con más dudas sobre “ser mujer” que sobre “ser feminista”, cargar las tintas en esa militancia diaria es tan urgente como insoportable, porque en cada vida que se roba la violencia machista hay un fracaso, un futuro que se desvanece, unos hijxs a los que una piensa una y otra vez (en lo que va del año 55 niños, niñas y adolescentes se quedaron sin madre) y que no son una cifra: tantxs hijxs a quienes su padre mató a su madre, tantxs que van a crecer con ese dolor que no tiene consuelo.

Un gran desafío feminista es explicar por qué no alcanza con que el aborto sea legal -aunque dejamos el cuerpo entero en ese grito,- por qué lo que queremos es atacar las bases sobre las que se pone cada ladrillito de poder macho. Ser feminista es un modo de habitar el mundo y tiene cierta complejidad, un borde afilado por el que se transita en las relaciones sexo afectivas, familiares, sociales, laborales e institucionales que nos hacen “ser feministas” al tiempo que nos desmienten con la práctica, porque de tan repetido el comportamiento se vuelve hábito y de allí a la naturalización hay un paso muy corto. Porque cada comentario que podríamos no dejar pasar vuelve como un boomerang y como ese golpe que, ya escuchamos, ya leímos hasta la anestesia, le rompió el cráneo a una víctima. No es que las mujeres no seamos violentas, es que el modo en que las personas tiramos del carro de la fuerza para doblegar una voluntad está revestido de capacitismo, burla, desprecio, posesión y celos. Eso es patriarcado.

Muchas personas, muchas de ellas mis referentas, ya esgrimieron en este suplemento la urgencia de un 8M transformador. Muchas cosas ya cambiaron, es cierto, pero cuántas otras revuelven el pensamiento sobre el mantra de época, “vinimos a cambiarlo todo”. Casi seis años después de la marea de NiUnaMenos, todavía hay que explicar ese pilar sobre el que se funda el edificio que nos articula todos los días, porque el patriarcado sigue en pie y en muchos casos ni siquiera tambalea. Hace mucho que esperamos que los comunicadores, referentes, deportistas o figuras rándom de la hegemonía pública masculina se expresen sobre los femicidios. O tal vez, en mi humilde deseo, que los varones cis en general se expresen sobre sus relaciones, sobre sus modos tóxicos de moverse por la calle, de ejercer la medicina, las leyes, el control de tránsito o la política exterior: que se expresen sobre sus privilegios, que dejen de pararse de manos cada vez que se habla de violencias para decir “yo no fui”, “yo nunca vi nada”, “a mí no me mires”, “yo acompaño”, “yo comprendo”, “yo también crío y soy responsable”, “yo también quiero marchar ¿por qué no me dejan?”.

Si circulan tantas violencias, hay muchas personas que las impulsan, y muchas más que las dejan pasar, lo cual las convierte en cómplices. No es tan sencillo desarmar ese engranaje, está cuidadosamente diseñado y tiene años de mantenimiento: las feministas vinimos a denunciar que anda muy mal y esperamos una interlocución a la altura del sismo. Detenerse a observar cómo se traman los vínculos interpersonales es parte de la tarea que lo cambiará todo y tiene la ventaja de que incluso se puede encarar en silencio: me pregunto cuántos varones leerán estas notas sobre el 8 de marzo, y cuántos sentirán, otra vez, que sólo los están señalando con el dedo.

Aunque personalmente no conozco otra forma de estar en el mundo que observando con lente amplificada todo lo que resta potencia y deseo para mujeres, lesbianas, trans y travestis, entiendo que muchas veces la eficacia de nuestras voces se relaciona directamente con su grado de aceptación social, y el feminismo no es la misma palabra para todas, aunque las violencias sean transversales. 

Esperamos encontrarnos en la calle porque ahí es donde hacemos nido, rancho y espejo -y cada acierto o golpe se supura en ese ritual colectivo- pero no perdemos de vista que la captación del feminismo como moda nos puede poner de nuevo en el lugar revulsivo de ser quienes señalamos que, si tenemos un asesino que se siente libre de matar cada día, el trabajo por delante todavía es enorme. La escritora y política brasilera Manuela D´Ávila dijo recientemente en una nota a Las12, suplemento de este mismo diario: “criamos niñas en la libertad pero seguimos educando a los varones en el machismo”. El ejército de pañuelo verde ya ha demostrado su potencia, ahora será el tiempo de encontrar la forma de que nuevos debates se corporicen en la sociedad y otros cuerpos se comprometan con el fin de las desigualdades.

https://www.pagina12.com.ar/328038-vinimos-a-cambiarlo-todo

Cuerpos y almas de este siglo XXI que nos devuelven a la conciencia la fragilidad de la vida y las tensiones de esas pulsiones que entre el nacimiento y la muerte, pugnan entre lo individual y lo colectivo, lo egoísta y la solidaridad, la avaricia, el narcisismo y el ego que concentra para si, incapaces de comprenderse en relaciones libres entre diferentes con los mismos derechos y a los que debe asegurárseles las mismas oportunidades.

La pandemia viene a poner de manifiesto, por si lo estaba antes, una realidad que aparecía fragmentada … Cuerpos y almas, dos en uno y uno en dos … No hay cuerpo sano en alma enferma del mismo modo que es imposible que un cuerpo enfermo no dañe el alma. En las manifestaciones corporales y las decisiones del cuerpo, el humano manifiesta el alma de la cual esta hecho … Las causas se manifiestan como excusas para desnudar esas almas en esos cuerpos … “para si” o capaces de entender que nadie se salva solo.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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