Grietas, polarizaciones y la brecha de la concentración ...

 


A las noticias (Los datos y la información), a algunos eventos de la semana, que ya ocurrieron o que están por venir, intento darle algún “zurcido invisible” que permita la lectura como un relato único. Pero si los hilos sugieren la linealidad de los asuntos en alguna especie de “linea temporal” sugiero otro modelo de interpretación y de organización de los elementos y conceptos para comprender la trama de modos complejos e incompletos, como entiendo se deben pensar las realidades presentes, en tanto y en cuanto transitamos tiempos de encrucijadas de sentidos, relatos, propuestas de direcciones y transformación sistémica de la formas e instituciones humanas en sus organizaciones sociales, institucionales y comunitarias que les confieren identidades universales y particulares a cada habitante del planeta.

Pensar la realidad como un ovillo de hilos anudados. Una metáfora que intenta idear conceptos en torno a una realidad compleja y enredada, que no tiene sus orígenes y finales bien definidos y que se entrecruzan de diversas maneras entre si. La temporalidad y espacialidad adquieren forma de dimensiones múltiples y lo psíquico, simbólico, imaginario, real, como entrelazamiento de lo individual tiene sus replicas no exactas en el mundo de relaciones que tales subjetividades individuales producen en sus entrelazamientos interpersonales y sociales, en relación con sus geografías y sus espacios vitales. Un mundo de múltiples mundos con características universales que se ven modificadas por los entramados locales e identidades situadas, deformadas y moldeadas por una globalización irrespetuosa de las diferencias y abrumadoramente alienante.

En este sentido que le pretendo impregnar a los análisis y las reflexiones, ciertas categorías provenientes ya del Marxismo, ya del liberalismo capitalista clásico y neoclásico, no alcanzan, como categorías del pensamiento, a nombrar este ovillado complejo que se nos presente necesitando categorías nuevas para ser pensadas de estos modos mas complejos y menos lineales.

Las polarizaciones y conflictos en el mundo, no pueden ni deben reducirse a esta polarización, en tanto y en cuanto, las tecnologías de la comunicación y la información (TIC) y la digitalización ha generado un nuevo ámbito dónde los antiguos conflictos y tensiones, se entrecruzan en otros nuevos. Las nuevas sexualidades, las re-descubiertas diversidades culturales, religiosas, folclóricas, de prácticas comunitarias y cosmovisiones diferentes de la vida individual y colectiva de las personas sobre la tierra. No reducirlas, no significa que no se encuentren allí elementos de lo que colisiona o entra en conflicto en las sociedades actuales, sino mas bien en comprender que esos viejos conceptos de izquierda y derecha, que surgen de las disputas del Capitalismo en Europa, y que se mundializan y globalizan en los tiempos de guerras (Precisamente llamadas mundiales aunque hayan sido eminentemente europeas), se ven transversalmente anudados en un ovillo de encrucijadas múltiples que produce una realidad diferente a aquella que se interpreta como conflicto entre polos que se oponen y gradaciones o terceras posiciones que se definen en una idea de pensamiento lineal, sino y mas bien, en esos anudamientos que la teoría psicoanalítica plasma en un modelo tópico, donde los lenguajes múltiples y diversos, tensiónan entre sí.

La idea, además, de un orden “inventado” de los elementos que se descubren y describen en torno a una “Falta” o “agujero irreductible”, que como imposibilidad, somete toda realidad a la posibilidad de “inventarle” un orden que equilibre minimizando sufrimientos y conflictos, todo lo que de humano somos capaces de humanizar.

Vamos a iniciar con algunos textos para interpretar de estos modos la información y los datos que nos proponen para pensar estos días de la peste…

I

Esta semana el tema que dominará la agenda es la visita del papa Francisco a Irak. Un viaje que reactivará la agenda internacional de Bergoglio después de más de un año de aislamiento por la pandemia.

Francisco en Irak

Bergoglio llega a Bagdad el viernes. Estará en Irak hasta el lunes. Ni el avance de la peste, ni el recrudecimiento de la guerra lo obligan a cambiar de idea.

Contexto. Francisco llega a Bagdad en un incremento del voltaje militar en la zona y de una nueva ola del virus. 

En la noche de ayer, Siria sufrió un nuevo ataque con misiles de Israel que iban dirigidos a instalaciones militares cerca de Damasco. Siria comparte con Irak 600 kilómetros de frontera. El ataque llega unos días después de que el Departamento de Defensa de Estados Unidos confirmase que ordenó un ataque aéreo en un punto de control fronterizo entre Siria e Irak que terminó en la destrucción de varias instalaciones y más de veinte personas muertas. Todos ellos pertenecían a la fuerza de Hashed al-Shaabi vinculada a Irak. 


 

A su vez, los casos de contagiados que afectan al círculo más estrecho del Papa no debería ser un problema, ya que está inmunizado con la segunda dosis de la vacuna Pfizer. El embajador del Vaticano en Irak, Metja Leskovar, encargado de la agenda, dio positivo el fin de semana pasado.

Críticas. Existen expertos en salud que critican la decisión de Francisco de retomar su agenda. Desde su punto de vista, cuestionan el riesgo de visitar el país en un contexto de creciente número de casos y un sistema de salud frágil. Lo cierto es que parece que Francisco lo que busca con esta visita es retomar la agenda política del Vaticano olvidada después de un año de pandemia.

Agenda. Francisco se reunirá con el presidente iraquí, con el primer ministro, tendrá un encuentro inter religioso en la llanura de Ur, visitará al gran Ayatolá Ali Al-Sistani, estará en la región del Kurdistán iraquí y saludará a los fieles.

Propósitos. Algunos de los objetivos que el Vaticano se propone para esta visita son:

  • Visualización de los católicos iraquíes. Estos fieles religiosos integran una minoría religiosa perseguida de menos del 5%. Durante la expansión de la influencia del Estado Islámico, en el norte de Irak, los cristianos iraquíes fueron perseguidos casi hasta su extinción. Es difícil calcular cuántos fieles religiosos habrán tenido que abandonar sus casas en Irak, pero estiman que antes de la invasión estadounidense en 2003 había 1.5 millones de cristianos iraquíes. Hoy hay, como mucho, 500.000.

  • Convivencia entre religiones. Ya en mayo del 2014, durante su visita a Jordania, Francisco mencionó en su discurso el “profundo respeto y consideración a la comunidad musulmana”. Un año después, en noviembre del 2015, viajó a la República Centroafricana, donde dijo: “Cristianos y musulmanes somos hermanos. Tenemos que considerarnos así”. Francisco viene, desde hace años, señalando las diferencias entre el islamismo y el extremismo religioso.

  • Pacificación de la región. "Es necesario lograr que la presencia cristiana, en estas tierras, siga siendo lo que siempre ha sido: un signo de paz, progreso, desarrollo y reconciliación entre las personas y los pueblos", decía Francisco en el último encuentro de solidaridad con Siria, Irak y los países limítrofes.

Te dejo esta entrevista que le hicimos a Fortunato Mallimaci, sociólogo de religiones, sobre el tema.

II

En Brasil, avanza el plan económico de Bolsonaro y los partidos aliados en el Congreso para este 2021: privatizaciones y más privatizaciones.

Una agenda de privatizaciones a todo vapor

No es novedad que el gobierno de Jair Bolsonaro asumió con el objetivo de campaña de avanzar con la venta de empresas estatales antes de llegar al final de su mandato. El tema está en que esta proyección se frenó el año pasado –posiblemente por el desajuste económico que trajo la pandemia– y eso terminó por enojar al ala más liberal que apoya al gobierno. 

De hecho, de los 12 compromisos que estaban previstos en el plan económico de 2018, sólo uno se cumplió. Esta tensión política en el área económica terminó con la renuncia de un hombre fuerte del ministro de Economía, Paulo Guedes: Salim Mattar, responsable de los planes de privatizaciones, que renunció ante el poco avance de sus promesas de campaña. 

La decisión del presidente de cambiar al director de Petrobras por un militar llevó a los inversores a poner en tela de juicio los compromisos de Bolsonaro con su agenda más liberal y volvió a abrir el viejo debate sobre las privatizaciones.

A finales del año pasado el ministro de Economía llegó a decir que estaba "bastante frustrado" por no haber podido vender ninguna empresa estatal en casi dos años de gobierno.

Ahora bien, a un mes de la renovación de los presidentes de ambas cámaras en el Congreso, ambos aliados a Bolsonaro, el Planalto presentó dos proyectos de ley para que sean tratados en el Congreso. Uno busca privatizar la empresa de electricidad más grande de Brasil, Electrobras, y otro el correo. Esas son dos de las nueve empresas estatales que el gobierno y sus aliados legislativos intentarán privatizar en 2021. Bolsonaro lo dijo sin medias tintas la semana pasada: “La agenda de privatizaciones continúa a todo vapor”.

El ministerio de Economía ya había incluido 126 proyectos. Según el ministerio de Economía son en total 115 los proyectos de privatización que están previstos para 2021 mediante los cuales buscan recaudar 367.000 millones de reales.

III

El Salvador espera el resultado de las elecciones legislativas. El presidente Nayib Bukele aspira a alcanzar una mayoría necesaria en el Congreso que le permita avanzar con una reforma de la Constitución.

Por último, hablando de derechas poco convencionales, habrá que echar un ojo también al resultado de las elecciones legislativas en El Salvador que pueden llegar a dejar con todo el poder al presidente, Nayib Bukele, lo que lo habilitaría a un cambio en la Constitución.

Este perfil se publicó el 26 de febrero, dos días antes de las elecciones que confirmaron la irrupción del partido Nuevas Ideas con un número de diputados inédito que le permitirá el control de importantes instituciones

A Nayib Bukele, el presidente más joven de América, no le gusta la calle, ni los indígenas, ni patear mercados, ni fotografiarse con bebés ajenos. Al mandatario de El Salvador, de 39 años, le gusta su celular, los sondeos de imagen y “ejecutar, ejecutar, ejecutar”. Esto le ha bastado para romper con tres décadas de bipartidismo y transformar drásticamente el escenario político de un país marcado por la herencia de una sangrienta guerra civil (1980-1992) que terminó cuando él tenía apenas 10 años.

Para su asesor y biógrafo Geovani Galeas, Bukele es un líder multifunción capaz de gestionar los destinos del pueblo desde las pantallas de su despacho, con una personalidad política equiparable a la de Fidel Castro o Mao. Para su exabogada y actual opositora Bertha Deleón, Bukele es “un adolescente con poder, incapaz de mantener una conversación sobre los temas más importantes sin mirar permanentemente su teléfono”. Entre una imagen y la otra, están los cubrebocas y las camisetas con su rostro que se venden en el centro de San Salvador a 12 dólares la unidad y que lo pintan como un mesías que inaugura hospitales y se enfrenta a los oscuros poderes de la Asamblea. Todas las encuestas señalan que este domingo su partido Nuevas Ideas, que por primera vez presenta candidatos a unas elecciones, ganará por goleada y obtendrá el control total del legislativo.

En solo dos años en el poder, Bukele ha pasado de ser un joven político a liderar una especie de telecracia moderna, un fenómeno social aplaudido en casa y criticado fuera por la Organización de Estados Americanos (OEA) o Human Rights Watch, que considera que El Salvador va camino de convertirse en “una dictadura”. El nuevo Gobierno de Joe Biden ha marcado distancias con Bukele, pero en su feudo no tiene rival y acumula uno de los índices de popularidad más altos del continente, por encima del 71%. Las cifras revelan una habilidad que va más allá de un buen manejo de Twitter y hasta sus adversarios reconocen algunos logros en su mandato; entre ellos, haber reducido la violencia a niveles rara vez vistos en el país y una gestión de la pandemia que combinó un estricto confinamiento con ayudas directas de 300 dólares a la población.

Hijo de padre musulmán originario de Belén (Palestina), que impulsó la construcción de alguna de las primeras mezquitas en América Latina, Bukele lleva la política tan dentro como la publicidad. Dejó de estudiar Derecho después de cursar el primer año y comenzó a trabajar en la agencia de su padre, que se encargaba de la imagen del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el histórico partido de la izquierda, al mismo tiempo que ejercía como representante de la marca Yamaha en El Salvador.

Comenzó su carrera política en el FMLN, bajo cuyas siglas llegó a ser alcalde de San Salvador (2015-2018). Durante esta etapa se dio a conocer como un eficaz gestor capaz de recuperar el peligroso centro de la capital. Su gestión estaba acompañada de frases y eslóganes como “tenemos que cambiar la historia” o “una obra un día”, hasta que en 2016 tuvo su primer encontronazo con la democracia. Bukele amenazó al fiscal general con que el pueblo lo iba “a sacar de la oficina” por llamarlo a declarar en un caso en su contra: estaba siendo investigado por, supuestamente, liderar a un grupo de informáticos que realizaron ataques al periódico La Prensa Gráfica y acudió a la cita acompañado de un millar de seguidores.

Por aquel entonces era solo un alcalde de 34 años con ínfulas, la estrella emergente de la política salvadoreña que crecía sobre las cenizas del bipartidismo, pero algunos rasgos de su forma de ejercer el poder ya estaban ahí: su repudio al resto de poderes cuando lo contradicen, el manejo de operaciones poco claras para favorecer su imagen y su enfrentamiento con la prensa. En los dos años que lleva al frente del Ejecutivo, sus ataques al periodismo incluyen a medios locales como El Faro, Gatoencerrado y Factum o a la agencia estadounidense Associated Press. Pero no se ha limitado a críticas contra los medios independientes, sino que ha impulsado una investigación por lavado de dinero contra El Faro por las subvenciones recibidas de donantes internacionales.

Al finalizar su gestión como alcalde de San Salvador se enfrentó también con su partido, que no pensaba en él como candidato presidencial. Para materializar sus ambiciones no le importó abandonar la formación y subirse en el último momento a otra formación, Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), partido que acumula un rosario de casos de corrupción, pero que le proporcionó el registro electoral que necesitaba hasta que pudo formalizar legalmente su partido Nuevas Ideas (NI). Durante aquella batalla con su antiguo partido, con la derecha y con la prensa forjó su imagen de rebelde idealista que encandiló a los jóvenes.

Para explicar tan rápido crecimiento es necesario entender la putrefacción de la que surge debido a los escándalos de corrupción que han poblado las últimas décadas de la política salvadoreña y que han terminado con dos presidentes en la cárcel y otro fugado, evidenciando la agonía del sistema de partidos salido de la guerra. El publicista diseñó frases como “Que devuelvan lo robado”, que se han convertido en un eficaz eslogan de campaña que sus seguidores repiten como un mantra en cada mitin.

Durante estos años, las redes sociales han sido su gran aliado y a través de ellas Bukele ha cesado a ministros, ha supervisado obras públicas, ha criticado a la prensa, anunció su boda o mostró la ecografía de su hija. Si la explicación necesita ser más amplia recurre al Facebook Live. El propio Bukele se definió como “el presidente más cool del mundo” en un país donde solo el 10,7% de la población mayor de 18 años tiene Twitter, pero donde casi el 40% sigue por las redes la vida política del país, según la encuestadora LPG Datos encargada por la Universidad Centroamericana (UCA). Al efecto Bukele hay que sumar el relevo generacional de un país, con 29 años de edad de promedio, donde, según el padrón electoral, casi la mitad de los salvadoreños (48%) que podrán votar el domingo tienen una edad media de 38,9 años: la misma que el presidente.

Bertha Deleón fue abogada de Bukele entre 2016 y 2019 en dos procesos judiciales. Durante muchos años fue su persona de confianza en los tribunales hasta que el 9 de febrero del año pasado cortó con él definitivamente a través de un mensaje de WhatsApp: “La cagaste”, le escribió a su teléfono personal cuando el mandatario entró acompañado de los militares en la Asamblea para obligar a los diputados a que aprobaran un préstamo para seguridad. “Pero me dejó en ‘visto’ y nunca más hemos vuelto a hablar”, dice Deleón, hoy distanciada de Bukele y candidata del partido Nuestro Tiempo. Aquel domingo de febrero fue un punto de inflexión de su carrera política y la señal de alarma para la comunidad internacional, que desde entonces sigue con lupa sus pasos. “Me sobreestima en cuanto a mi capacidad de planificar, yo hago lo que creo que tengo que hacer”, dijo a EL PAÍS aquella noche, dando a entender que “el pueblo” lo había llevado hasta allí.

Bukele tiene un discurso de odio en un país violento. Es un hombre brillante en lo publicitario porque no hay que olvidar que viene de ese mundo”, señala Deleón. La abogada describe a Nayib Bukele como “un tipo adicto a las encuestas sobre su imagen y lo que piensa la calle, incapaz de atender una conversación porque está permanentemente mirando el teléfono”. Una de las críticas más duras de su antigua colaboradora tiene que ver con el desprecio del mandatario a los acuerdos de paz, calificados de “farsa” y firmados cuando él tenía diez años, y que pusieron fin a una guerra civil que dejó 100.000 muertos. “Vivió en una cuna de oro con una infancia protegida y nunca sufrió la guerra”, señala.

Gobernar el país con un teléfono

Su origen privilegiado, su discurso beligerante y su pose cool no necesariamente entran en cortocircuito en su imagen pública, sino que son diferentes facetas que ha sabido explotar. Bukele ha montado un modelo de telecracia moderna desposeída de ideología para hablar de eficacia. Piensa que con un teléfono es posible gobernar un país, dicen sus asesores, y sabe que el mejor jefe de prensa es él mismo. Bukele prefiere hablar con la gorra para atrás por Instagram con el rapero René Residente antes que dar una entrevista a la CNN. Su cuenta de Twitter sirve para subir un selfi desde la Asamblea de las Naciones Unidas antes de hablar frente a todos los líderes mundiales o para distribuir fotos del interior de las cárceles con cientos de pandilleros casi desnudos, esposados y hacinados, para mostrar una imagen de mano dura inflexible frente a las maras que tanto rédito le da.

Según el mandatario, el descenso de la violencia, que ha pasado de 50 homicidios por cada 100.000 habitantes cuando llegó al poder a casi 19, se debe a los efectos de su Plan de Control Territorial que ha desplegado al Ejército en todas las esquinas del país y a la mano dura exhibida tanto en la calle como en las prisiones, autorizando incluso a disparar a matar si es necesario. Según las revelaciones de El Faro, esta pacificación se debe a un pacto con las pandillas que el mandatario ha negado.

Casado con Gabriela Rodríguez, una psicóloga infantil con quien comenzó a salir hace una década, casi todas las fuentes consultadas coinciden, sin embargo, en señalar a sus hermanos como las únicas personas en quienes confía. Karim, Ibrajim y Yusef Bukele Ortez componen el anillo de poder más influyente alrededor del presidente salvadoreño. Son sus hermanos, hijos como él de la pareja formada por Armando Bukele Kattán y Olga Ortez, cuatro de los 10 hijos de Bukele Kattán. Aunque no tienen cargos públicos oficiales, numerosas fuentes confirman que son los principales estrategas y los hombres que hablan al oído del presidente.

No hay ideología, ese es un planteamiento del siglo XX y Bukele es un presidente del siglo XXI”, defiende Geovani Galeas, uno de sus asesores, durante una entrevista en la capital del país. “El eje ideológico de Bukele dejó de ser izquierda/derecha para ser ‘ellos’, el 2% de la población que concentra la riqueza, o ‘nosotros’, el 98% de la población agraviada por 200 años de corrupción”, responde.

Galeas, autor de dos libros sobre Nayib Bukele, sostiene que para el mandatario es suficiente con su teléfono para gobernar sin necesidad de perder horas y horas en desplazamientos. Según Galeas, que describe el despacho de Bukele como una mesa con varias pantallas delante, la principal virtud de Bukele es que es multitask —o sea, es capaz de hacer varias cosas a la vez— y el principal problema “será encontrarle un reemplazo”, dice. El autor compara al joven mandatario con Fidel Castro o Mao en la línea de la teoría de la personalidad relevante, apuntada en los viejos manuales comunistas.

Su discurso ha calado en la población salvadoreña, que históricamente alimentó el flujo migratorio hacia Estados Unidos con un éxodo de ciudadanos que huyen de la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades en su país. En el último año, el porcentaje de salvadoreños en las caravanas ha disminuido debido, entre otras cosas, a los nuevos aires que corren en el país y las medidas de Bukele para impedir la salida de migrantes como la creación de una patrulla fronteriza, la detención de los supuestos convocantes de caravanas o las 16.000 personas que han terminado en centros de internamiento por saltarse el confinamiento obligatorio.

Cuando en junio de 2019 Nayib Bukele formó su nuevo Gobierno, cambió a todos los ministros excepto a uno, Nelson Fuentes, ministro de Hacienda. Fuentes describe a Bukele como un hombre enfocado en “ejecutar, ejecutar y ejecutar el presupuesto para cumplir cuanto antes y lo mejor posible a los ciudadanos”. Un año después de incorporarse al Gobierno, en junio de 2020, Fuentes dejó el cargo por supuestas presiones del mandatario para utilizar la Hacienda Pública en contra de sus enemigos políticos. “Un ministro siempre recibe presiones”, dice. “A mediados del año pensé que teníamos visiones distintas de cómo lograr la estabilidad del país y creí que lo mejor era irme”, aclara sobre su salida y el complicado estado de las cuentas públicas resultado del disparado gasto público en medio de una caída del 8% del PIB a causa de la pandemia. “Mis preocupaciones son distintas de las del presidente. Fueron momentos difíciles”, señala en la única entrevista concedida desde entonces a un medio de comunicación.

Hace dos años, el telegénico Bukele logró una abrumadora victoria, que no necesitó de segunda vuelta, al derrotar al histórico FMLN, heredero de la guerrilla, que gobernó el país los últimos ocho años. Desde entonces ha gobernado enfrentado a una Asamblea controlada por la oposición, una situación que está a punto de dar la vuelta si su partido Nuevas Ideas logra la victoria por goleada que prevén las encuestas. Con ello tendría el control de la Asamblea y, por tanto, la posibilidad cambiar la Constitución, la Fiscalía o la justicia… poderes que por el momento se escapan a su control.

A Bukele no le interesa esconder sus ambiciones de poder, ni busca mostrarse simpático. Las pocas veces que lo ha intentado deja una extraña sensación de frivolidad más propia de un milenial que de un jefe de Estado. Como el día en que se grabó en un Ferrari a gran velocidad en uno de los países más pobres del continente. O el día que envió decenas de órdenes a sus subordinados y terminó ordenando también a la población que se fuera a dormir. O, más recientemente, cuando cambió su foto de perfil y puso la foto de un pájaro para contrarrestar los memes que se burlaban de sus delgadas piernas. En confianza, cuando está cómodo, le gusta demostrar que antes de ser presidente tuvo una discoteca. Así que cuando quiere agradar a su interlocutor, toma la botella y vierte el ron dando pequeños golpes en la boca de la botella calculando el número de onzas que debe servir como el viejo barman que fue. Es uno de los pocos gestos afables que le reconocen quienes están cerca de él.

Aficionado a los videojuegos, amante de los lujos y los coches caros, Bukele ha logrado sortear su vida pública sin necesidad de aclarar si es católico, musulmán o evangélico diciendo, simplemente, que “cree en Dios”. Precisamente Dios fue el recurso utilizado por Bukele para resolver el momento más crítico de su vida política, cuando aquel el 9 de febrero de 2020 miles de sus seguidores le exigían frente a la Asamblea que tomara por la fuerza el recinto legislativo. Bukele había recibido previamente una llamada de la Embajada de Estados Unidos que le pedía prudencia pero, ante los suyos, no dijo nada. Solo guardó silencio durante unos segundos, levantó el dedo y señaló al cielo como el lugar de donde venía la orden de retirarse. Después de unos minutos, la enardecida masa se fue calmando hasta que se retiraron pacíficamente del lugar. El publicista había vuelto a ganar y juró cobrarse la venganza este domingo.

https://elpais.com/internacional/2021-02-27/nayib-bukele-y-el-poder-absoluto-en-el-salvador.html

IV

Una recomendación: el nuevo libro de Pablo Stefanoni, ¿La rebeldía se volvió de derecha?, editado por Siglo XXI, para pensar la expansión de las nuevas derechas en el mundo, pero también en Argentina.

Todo ocio es político 

La incorrección política es la bandera de la extrema derecha global, plantea Pablo Stefanoni, doctor en Historia y periodista, autor de ¿La rebeldía se volvió de derecha?, que acaba de ser publicado por la editorial Siglo XXI. 

El nuevo libro de Pablo invita a pensar qué forma están tomando las expresiones de extrema derecha en el mundo y, por qué no, en Argentina. ¿Qué pueden estar diciéndonos estos fenómenos, que se presentan como marginales, sobre el futuro próximo? ¿Qué pasa cuándo esas expresiones pasan a ser representadas por los principales referentes de la derecha con alcance nacional? ¿En qué momento la idea de futuro entró en crisis, se desprendió del horizonte de progreso y pasó a convertirse en amenaza? ¿Por qué la izquierda perdió su capacidad de capitalizar esta indignación social y son ahora estas nuevas derechas radicales las que se muestran más eficaces a la hora de cuestionar el sistema?

Pablo explica en su libro que, “aunque las diferencias son numerosas en la galaxia alternativa, hay un elemento común: en sus diferentes versiones, estas derechas odian a los conservadores convencionales, que habrían capitulado ante el progresismo”. Y no descarta líneas de tensión entre las diferentes sensibilidades, como es la del estatismo versus antiestatismo, en una gama que va desde los libertarios a los neo reaccionarios. 

¿Qué hacer frente a este nuevo contexto? ¿Qué entidad política debemos darle? Por lo menos, empezar a mirarlas y pensarlas con seriedad. Este libro es una buena guía para eso. 

Cenital

Brecha económica

En 2020 aumentó la desigualdad en Argentina

Según un relevamiento de la Oficina de Presupuesto del Congreso, el 20% más rico de la población obtuvo un ingreso 13 veces mayor al 20% más pobre, exhibiendo un crecimiento significativo durante el último año.

Un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso de la Nación (OPC) reveló que la brecha de ingresos entre los más ricos y los más pobres aumentó significativamente en 2020, lo que pone a Argentina más lejos de cumplir uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. 

El ODS 10 busca reducir las desigualdades dentro y entre países. En 2016, Argentina adoptó cuatro metas para su cumplimiento, a conseguir hasta el año 2030: lograr el crecimiento de los ingresos del 40% más pobre de la población, promover la inclusión social, económica y política de todas las personas, garantizar la igualdad de oportunidades, y reducir la desigualdad de resultados. Lejos de estas metas, mientras que en 2016 el 20% de los hogares más ricos tenía ingresos que representaban casi 10 veces el del 20% de los hogares más pobres, en 2020 la distancia se amplió, ascendiendo a 13

Para realizar la medición el organismo tomó cuatro variables: la brecha de ingresos, la proporción de personas que viven por debajo del 50% de la mediana, un indicador de discriminación y el coeficiente de Gini, habitualmente utilizado para medir el ingreso per cápita familiar de manera que permita la comparación entre países. 

El informe muestra que la desigualdad de ingresos presentó una leve mejora hasta el año 2018 y un cambio de tendencia a partir de 2019, con un aumento significativo en el año 2020. Según el mismo, esto se debe principalmente a los efectos de la pandemia por COVID-19 y a un contexto económico inestable previo. Además, la OPC calcula que en Argentina, entre los años 2016 y 2020, dos de cada diez personas tuvieron ingresos inferiores a la mitad de la mediana. En este sentido, la cantidad de dinero que obtuvieron mostró una constante disminución, especialmente entre 2017 y 2018. 

Por otro lado, el organismo advierte que la variable necesaria para medir el índice de percepción de la discriminación no es posible de ser actualizada dado que la encuesta de opinión realizada por el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) data de 2013.

Además, el informe de la OPC releva las políticas llevadas a cabo por el Estado nacional que repercuten directa o indirectamente en la concreción del ODS, dado que contribuyen en la redistribución de ingresos, garantizan la igualdad de oportunidades, reducen prácticas discriminatorias, y promocionan medidas orientadas a grupos vulnerados. Entre ellas destaca las realizadas por la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), siendo las de mayor relevancia, las prestaciones previsionales del régimen de reparto y por Moratoria Previsional, las asignaciones familiares y la Asignación Universal para Protección Social y el Ingreso Familiar de Emergencia, implementado durante la pandemia. Además, destaca el Programa Potenciar Trabajo, de Inclusión Socio-Productiva y Desarrollo Local, bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Social.

Según el informe, el gasto directo del Estado en el cumplimiento del ODS 10 totalizó $2.846.445 millones y el gasto indirecto $353.762 millones al mes de noviembre de 2020, registrando un aumento en comparación a 2019.

El Auditor Info

Los dos artículos son parte de una publicación mas amplia de la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP) , que en su número 2 volumen 14 de su publicación, aparecida en Noviembre de 2020, dedica una buena cantidad de artículos al tema de la “polarización política”.

Introducción: La polarización política, los medios y las redes. Coordenadas de una agenda en construcción

IVÁN SCHULIAQUERUniversidad Nacional de San Martín, ArgentinaConsejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina.

GABRIEL VOMMAROUniversidad Nacional de San Martín, ArgentinaConsejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina 

(https://revista.saap.org.ar/contenido/revista-v14-n2/rsaap.14.2.I1.pdf)

La polarización política, como alineamiento extremo de posiciones contrapuestas en función de una identificación ideológica o partidaria, es un fenómeno cada vez más marcado en algunos países del mundo, con varias décadas de desarrollo en Estados Unidos (Mason, 2015) y más corta vida en América Latina (Singer, 2016). La literatura debate aún si se trata de una polarización circunscripta a las élites —políticas, intelectuales, mediáticas—(Fiorina et al, 2005) o si, en cambio, ésta atraviesa también a la sociedad en general (Abramowitz y Saunders, 2008). 

 

En la primera hipótesis, se trataría de un fenómeno aplicable a los actores políticos y a una minoría movilizada de activistas. En cambio, según la hipótesis opuesta se trata de una división que produce efectos profundos en la sociedad, al organizar el modo en que ésta se relaciona con el debate público. Esta controversia está relacionada con la manera en que se mide la polarización, así como con el tipo de objetos a los que atañe. Quienes estudian la polarización en relación a temas de agenda, o a la correlación entre opiniones y características socio-culturales del público (raza,etnia, género, religión), identifican una débil o al menos desigual polarización en la sociedad. Por caso, desde el estudio seminal de DiMaggio, Evansy Bryson (1996) se sostiene que las diferencias entre el público norteamericano decrecieron desde los años 1970 en temas asociados con género, raza y justicia y que las diferencias de opiniones entre grupos en términos de educación, edad, género y raza también decrecieron. Se identifican dos excepciones: por un lado, los tópicos relacionados con derechos reproductivos(aborto) continúan polarizando posiciones; por otro lado, la división de grupos que más polarización evidencia es la que separa a los demócratas de los republicanos. Quienes identifican una mayor polarización en el público, al contrario, interpretan estos datos de otro modo y agregan nuevas evidencias en ese sentido: por un lado, se sostiene que cuando los temas más polarizados devienen estructurantes del debate público, estos logran configurar posiciones e identificaciones de un modo más eficaz que los temas no polarizantes (Baldasarri y Bearman, 2007). Es decir, la sociedad tiende a dividirse en función de esos temas polarizantes a pesar de que existan acuerdos en otros temas. Por otro lado, y en relación con lo anterior, trabajos recientes ven en la identificación partidaria un vector que, por una parte, crea profundas identificaciones sociales en sus adherentes y, por otra parte, organiza crecientemente las visiones de los miembros de cada grupo, en especial en relación a las características de los miembros del grupo adversario (Iyengar et al, 2012; Iyengar et al, 2019). Así, aunque haya cercanía entre los participantes de los campos antagonistas en relación a diferentes tópicos del debate público y a políticas públicas, los miembros del “endogrupo” perciben una máxima distancia respecto del “exogrupo” (Mason, 2015). De este modo, lo que prevalece es la polarización afectiva antes que una basada en alineamientos programáticos. La percepción de una distancia acentuada del propio grupo respecto del exogrupo se basa, en definitiva, en el reforzamiento de la propia identidad en base a autogratificaciones. La determinación de los efectos de la polarización tampoco crea consenso entre los estudiosos del tema. Algunos autores sostienen que la polarización crea apatía y retraimiento (Fiorina et al, 2005), mientras otros sostienen que energiza al electorado y estimula la participación política(Abramowitz y Saunders, 2008; Lupu, 2015), al tiempo que puede generar mayor consistencia en las posiciones de los votantes al clarificar las posiciones en juego (Levendusky, 2010; Singer, 2016). Entre los estudiosos de los efectos de la polarización afectiva basada en identidades partidarias, en tanto, reina más bien una posición pesimista. Para algunos, genera incentivos en las élites para privilegiar el conflicto antes que la cooperación con sus oponentes (Iyengar y Westwood, 2015). Para otros, inclusive, el hecho de que la polarización no se base en posiciones frente a temas sino en percepciones del “nosotros” y de los “otros” aumenta las probabilidades de que los ciudadanos se vuelvan “cada vez más rencorosos y descorteces políticamente en sus interacciones, incluso en presencia de posiciones sobre temas comparativamente moderadas” (Mason, 2015: p. 129). 

Esta polarización afecta el modo en que se desarrolla el debate público y contribuye a producir imágenes sesgadas, estereotipadas y hasta falsas dela realidad. Pero aquí tampoco hay acuerdo respecto a la superficie social que abarca el fenómeno (véase en este dossier Kessler et al). Por un lado, los estudios muestran que el consumo de medios partidarios -que adoptan posiciones abiertamente favorables a un grupo político- aumenta las chances de que una persona adopte posiciones polarizadas (Stroud, 2010; Fletcheret al, 2019). Otros estudios, en cambio, limitan los efectos de los medios a los públicos más movilizados (Prior, 2013), aunque admiten que estos pequeños grupos tienen influencia en el resto de la sociedad. 

Precisamente, el argumento de “pocos, pero influyentes” es utilizado por J. Hunter en su ya clásica tesis sobre las “guerras culturales”: los pequeños públicos moviliza-dos tienen la capacidad de influir en buena parte de la sociedad, limitandosensiblemente el campo de opiniones disponibles y reduciendo el espacio de matices y posiciones intermedias (Hunter, 1992). De hecho, un estudio muestra que los medios partidistas polarizan a los ciudadanos con posiciones más extremas al radicalizar esas posiciones, pero que los efectos de esa polarización partidista se extienden a lo largo de la arena política (Levendusky,2013). En todos los casos, la literatura acuerda en que los actores de los medios, que cumplen un rol central en la definición de la agenda pública(Aruguete, 2015) y, al mismo tiempo, son actores clave en la provisión de encuadres sobre los asuntos comunes (Entman, 1993; Reese, 2007; De Vreese,2003), juegan un rol fundamental en la configuración de debates públicos polarizados, más allá de que sus efectos en el público masivo sean motivo de debate.

Esta claro que la verdadera polarización ocurre entre los sectores privilegiados que concentran para si la mayor parte de las riquezas, y que toda otra “grieta” o “división binaria” es solo útil a los efectos de disgregar las conciencias e impedir la organización de las voluntades mayoritarias en el ejercicio de acciones que transformen los repartos y los desequilibrios en un orden social mas justo.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack



Comentarios

Entradas populares de este blog