Relatos, historia y dimensiones de lo humano.


De la pena a la alegría en los días de la peste

Noé Jitrik, Crítico literario y escritor, autor de numerosos cuentos, novelas y ensayos críticos, literarios e históricos. Escribe en Página 12 hoy

Pido perdón a economistas, políticos, funcionarios, informadores, científicos (algunos), industriales, narcotraficantes, estrellas de la televisión, millonarios del deporte, inversores, bancos, derechistas piliformes y calvos irredentos, prepotentes y advenedizos, por recordar algunos poemas cuando la pandemia se resiste a desaparecer, el mundo tiembla, el petróleo sigue decidiendo qué vamos a poder comer y si se podrá comer y se adultera la cocaína y algunos profetizan que vuelve Macri con los pendones en alto decidido a concluir su empresa de destrucción y un hombre acuchilla a su mujer, y muchas mujeres son acuchilladas, y la naturaleza clama por un perdón que el capitalismo no le concede, y la inteligencia se repliega, sus gritos resuenan en el desierto y muchos duermen en las calles y nosotros, nosotros...

Irresponsabilidad mía la de refugiarme en la poesía, ingenuidad, fuga, a quién le importa que yo recuerde a Góngora o a Hernández o a Cadícamo, salvo a contadas personas que pertenecen a mi familia (de opción). Pero es así y me resigno o, más valientemente, no me importa y, como compensación, me estremezco cuando recupero algunos versos que, obstinadamente, me despiertan y me proyectan a un mundo inexistente, tan hermoso como significativo, que se me precipita con la ilusión de que hay más verdad en eso que en todo el ruido que parece ser la materia del consumo que circula a mi alrededor y, me temo, no sólo a mí.

Ahora es un poema de Apollinaire, apenas unos pocos versos, simples como el agua clara y que transcribo tal como son, en francés y que luego traduciré: “Sous le Pont Mirabeau/ coule la Seine/ et nos amours/ faut-il qu’il m’en souvienne/ la joie venait toujours après la peine”, o sea “Bajo el puente Mirabeau/ fluye el Sena/ y nuestros amores/ necesitaré recordar/ que la alegría/ sucede a la pena/”. Me quedo con el final: “la alegría sucede a la pena”. ¿Será así?

Lo es sin duda en los niños: lloran desconsoladamente cuando pierden algo o no consiguen lo que quieren y, en seguida, se alegran, del rostro compungido pasan muy pronto a la cara luminosa y todos somos felices. Pero no es así en los adultos: cuando algo les produce un dolor, la pena o la tristeza no se doblegan, es preciso que el duelo, en el mejor de los casos, se transforme en recuerdo con su punzada agridulce de dolor: duelo y dolor hacen una pareja inarmónica, el duelo no elimina el dolor, hay dolor que no reclama duelo, y ahí andan, cada uno por separado, a veces encontrándose, a veces separándose.

Pero ¿qué pasa si la pena tiene su origen en una desgracia de dimensión desmesurada, tan grande como la pandemia, incomprensible y no atribuida a ningún factor individual?

Supongamos que cese, supongamos que hacemos la cuenta de todos los que cayeron mientras duró y nos dejaron solos y apenados, no ya los millones sino algunos en particular, Horacio González, Juan Forn, Zelmar Acevedo Díaz, Rodolfo Alonso, Rodolfo Rabanal, Jorge Lafforgue, Quino, Angélica Gorodischer, Carlos Brück, José Pablo Feinmann: ¿puedo esperar que la alegría regrese? Hablo de mí y registro la pena que me causa que todos ellos no estén más y, por el momento, no veo que apunte la alegría.

No es sólo eso, personal y temeroso, sino lo que está afuera y que ha hecho de esta experiencia de la peste algo raro y único, solapado, de un día a día estadístico y diría que casi aritmético, los tantos de ayer y los de hoy como limando la sensibilidad y, por lo tanto, dándole a la pena un carácter único pero, ciertamente, no creo que cuando concluya la pandemia aparecerá la alegría, tal como después de la ocupación nazi se manifestó en Francia o en Italia, las calles llenas de abrazos y besos.

Y otra vez Apollinaire y el mismo poema: “Passent les jours et passent les semaines/ Ni temps passé/ Ni les amours reviennent” o sea “Pasan los días/ y pasan las semanas/ ni el tiempo pasado ni los amores regresan”. Y otra vez la pregunta: ¿Será así? En otras palabras, ¿regresará lo que antes era fuente de inquietud y de sentido, la certeza imaginaria y preciosa del fugitivo presente, los amores que mientras duraban, como decía Macedonio Fernández, “de todo hacían placer”? Parece difícil, todo ha sido precaución y encierro, todo ha sido un “nunca más” y un neurótico “nada que decir”. O quizás esa “nada” sea sólo lo que ya nunca diremos porque hemos perdido la práctica del decir y todavía no recuperamos el impulso a decir cosas que nunca habíamos dicho antes pero, porque somos optimistas, el “nunca más” puede ser que sea olvidado.

No creo que esta experiencia –más de dos años mirando hacia arriba y a los costados-, no querida ni deseada, sin ver amigos, sin cercanía de ninguna clase, nos hayan enriquecido como sociedad: la prueba es la obstinación de ladrones y asesinos que siguen a sus anchas, la prueba es el despotismo del comercio y su avidez por sacarnos lo que se pueda de los bolsillos, y ni hablar de la dramaturgia política de esos personajes grotescos que pretenden que dicen algo porque denigran pero que suena a viejo y caduco. ¿Habrá afinado sus lanzas la imaginación? ¿Nos espera a la vuelta de la esquina ya no el virus sino la falta de imaginación? Me resisto a pensarlo.

Baja

La cantidad de contagios de coronavirus seguía esta semana en descenso, según reportes sanitarios de las distintas provincias, donde las autoridades instaron a la población a mantener los cuidados higiénicos y la vacunación anticovid ante el inminente inicio del ciclo lectivo, previsto para el 2 de marzo.

En Buenos Aires, el ministro de Salud, Nicolás Kreplak, aseguró que la cantidad de contagios "está cayendo fuertemente por quinta semana consecutiva, ha caído más rápido incluso de lo que subió".

Kreplak apuntó que la ola de covid19 "viene bajando bien pero ahora hay un par de desafíos por delante" como el inicio del ciclo lectivo ya que "en todo el mundo se vio que, cuando vuelven las clases, aumentan los contagios, así que estamos trabajando fuertemente para que haya el menor riesgo posible" y advirtió que además "se viene el otoño, que puede generar un aumento de los contagios".

"Hay que prepararse, para ver si efectivamente estamos dejando atrás esta pandemia o tenemos alguna ola más por delante", dijo el funcionario y médico sanitarista recientemente a radio Del Plata.

Por otra parte, señaló que si bien "todas las vacunas, como cualquier procedimiento médico, tienen alguna consecuencia que podría llegar a ser negativa", en general "han mostrado ser seguras, salvaron millones de vidas, no hay contraindicaciones generalizadas ni grandes diferencias entre las marcas".

El gobernador Axel Kicillof afirmó que su administración está "acercando la vacuna a los barrios para que el comienzo del ciclo lectivo sea con todos y todas vacunadas", al sostener que ello permitirá "evitar brotes de contagios en las escuelas".

En Bahía Blanca, el director asociado de Región Sanitaria I, Laureano Alimenti, señaló que con miras al inicio de las clases con la campaña de vacunación "venimos muy bien, sobre todo en docentes y no docentes, con casi 90% de cobertura del esquema primario (dos dosis), y avanzando con los refuerzos".

En Córdoba, la ocupación de camas críticas para tratamiento de coronavirus se mantiene en baja en el sistema de la salud pública y privada, con 95 personas internadas, lo que representa el 2,71% de las aproximadamente 3.800 disponibles en la provincia, detalló el Ministerio de Salud.

Del total de 95 internados, 44 corresponden a pacientes que se encuentran en las Unidades de Terapias Intensivas (UTI), de los cuales 16 permanecen con asistencia respiratoria mecánica, y 51 son casos leves ubicados en sala común.

A mediados de enero, la ocupación de camas críticas había alcanzado el 25% y luego comenzó el descenso, mientras que una semana atrás había 128 personas internadas, lo que implicaba el 3,65% de ocupación sobre el total de camas disponibles.

Los casos positivos también se mantienen en baja, dado que ayer fueron notificados 935, cerca de un 10% menos de los registros de hace un mes, añadieron fuentes de Salud y apuntaron que lo mismo ocurre con los fallecimientos, que se redujeron más del 50% en el mismo período.

Santa Fe reportó 1.420 nuevos casos de coronavirus, de los cuales 885 son de Rosario, mientras que se registraron seis fallecidos en el último informe del Ministerio de Salud, por lo que la ministra Sonia Martorano pidió "seguir utilizando barbijo".

Martorano solicitó mantener los cuidados al advertir que "la covid no terminó, aún debemos pasar el invierno" y señaló que en la campaña de vacunación "lo que más ha entrado en los últimos meses es la vacuna Pfizer" a la vez que aguardan por la inminente llegada de "Pfizer pediátrica, para el grupo de cinco a 11 años".

Respecto al informe anterior, cuando notificó 1.503 casos el viernes y 909 de ellos en Rosario, los últimos resultados fueron cercanos por lo que la curva permanecía estancada, mientras la ocupación de Unidades de Terapia Intensiva (UTI) en la provincia por casos de covid era del siete por ciento.

Entre Ríos también registró un leve descenso en la ocupación de sus camas de terapia intensiva, al tener el 57,5% de las unidades ocupadas (153 de las 267 disponibles), por lo que logró salir del estado de alerta. Los ingresos a las UTI también disminuyeron desde principios de febrero, al pasar de más de 10 nuevos por día a menos de 4 en la actualidad.

Fuentes del Ministerio de Salud entrerriano indicaron que continúa la campaña de vacunación a niños, niñas y adolescentes de cara al inicio del ciclo lectivo del miércoles 2 de marzo y detallaron que las vacunas anticovid "pueden administrarse de forma simultánea con el resto del calendario".


En Chubut los casos de covid-19 tienden claramente a la baja, según la última curva epidemiológica difundida por el Ministerio de Salud.

"Los casos están bajando claramente a punto tal que en los últimos testeos directamente no se reportaron nuevos", explicó el director del área sanitaria Trelew, Eduardo Ramírez, y sostuvo que "ahora tenemos que concentrarnos en las escuelas para volver a la práctica que se hacía antes de vacunar en cada establecimiento y aplicar las dosis de calendario".

En Santiago del Estero, "hay una baja de casos que nos da mucha tranquilidad y la vacunación tiene mucho que ver" ya que "repercute en las camas de internación", dijo a la prensa el subsecretario de Salud, César Monti.

"Con esta baja de contagios seguramente nos reorganizaremos para poder llevar inmunidad a todas las edades", remarcó y resaltó que "las vacunas hacen efecto" por lo que, afirmó, "podemos tener un rebrote pero al estar vacunados las cosas irán más lentas, esperemos que la Ómicron sea la última variante y sea el final de la pandemia en este 2022". Monti señaló que "las vacunas son buenas y son efectivas, lo podemos afirmar, ya que durante mucho tiempo esto se ponía en duda".

En San Luis, la curva de contagios durante febrero continúa en descenso,según los reportes epidemiológicos provinciales, por lo que la ministra de Salud, Rosa Dávila, señaló que "el trabajo de la vacunación para niños y adolescentes continúa de manera sostenida durante todo el verano, afianzándose aún más en estas últimas semanas para que los chicos puedan regresar al aula de manera segura y recomendamos iniciar o completar los esquemas para aquellos que no lo han hecho".

En Río Negro actualmente hay 2.485 casos activos de coronavirus, según el último parte sanitario provincial, que también evidenció un deceso de casos respecto del último mes. En tanto, fuentes del hospital zonal de San Carlos de Bariloche afirmaron que allí "son dos las camas UTI las que en estos momentos están ocupadas con pacientes con Covid".

Jujuy también reportó que mantiene un paulatino descenso en la cantidad de casos por coronavirus desde hace tres semanas y en la actualidad el promedio de infectados diarios es de 50 a 100, lo que se refleja también en una merma en la atenciones médicas y en las internaciones hospitalarias, dijeron fuentes del ministerio de Salud provincial.

"Hasta la semana anterior el promedio que se tenía era superior a los 100 casos, por lo que se advierte un marcado descenso en parte por las medidas de prevención que se siguen tomando y el acceso a las vacunas de gran parte de la población", agregaron.

El ministro de Salud jujeño, Antonio Buljubasich, resaltó que habían "elaborado los lineamientos adecuados a nuestra situación epidemiológica" de cara al ciclo lectivo escolar que se inicia el 2 de marzo y apuntó que eso "requiere del compromiso compartido, del cumplimiento de medidas sencillas y que se refuerza mientras seamos más las personas vacunadas".

En Mendoza, el Ministerio de Salud informó 214 casos positivos en las últimas 24 horas, en tanto la ocupación de camas UTI fue de 40,29 por ciento en todo el territorio en la última semana del 11 al 17 de febrero, en tanto el registro semanal anterior --del 4 al 10 de febrero-- que fue del 57,53 %, por lo que marca una tendencia a la baja.

Santa Cruz registró 23 nuevos casos positivos, mientras 45 pacientes recibieron el alta y hubo 2 fallecimientos, lo que representa un total de 267 activos, según el reporte del Ministerio de Salud, En relación al porcentaje de la ocupación de camas en UTI adultos en la provincia era del 38% por ciento, encabezado por las ciudades de Pico Truncado (75%), Río Turbio (50%) y Río Gallegos (42%).

El ministro de Salud, Claudio García, apuntó que ante ello "estamos avanzando firmemente lo que es vacunación en personas que aún deben completar el esquema o que tiene que aplicar su dosis de refuerzo y estamos trabajando en la descentralización para vacunar a nuestros niños de entre 3 y 11 años como así también, a los jóvenes de 11 a 17 años en los establecimientos educativos". Cumplir con la vacunación dará "una mayor tranquilidad para que menos personas se contagien y podamos iniciar con el ciclo lectivo sin preocupación alguna", acotó.

Corrientes registró hoy 191 nuevos casos positivos de coronavirus y, según el Ministerio de Salud Pública, en el Hospital de Campaña permanecen internadas 101 personas, de las cuales 24 permanecen en la Unidad de Terapia Intensiva.

De acuerdo con el registro oficial, el 23 de enero había 16.603 casos activos y 247 pacientes con diagnóstico de covid-19 internados, 25 de los cuales se hallaban en terapia intensiva. (Página 12)

Sociología del conocimiento

Héctor Diómede , Sociólogo. Profesor Emérito de la Universidad del Salvador. Autor de este ensayo que comparto en los párrafos siguientes.

Esta introducción también podría llevar por título: de la ideología a la sociología del conocimiento.

Bien sabido es que en la literatura sociológica, el tema de la ideología es controversial, denso y lleno de diferentes aristas. Vale también para los sociólogos, lo que en una visión más amplia se estigmatizó a través de este paradigma paródico de Geertz: “Yo tengo una filosofía social, usted tiene opiniones políticas, él tiene una ideología”. ( Geertz, C. La Ideología como sistema cultural en El proceso ideológico , Editorial Tiempo contemporáneo, Buenos Aires.)

Varios autores ven la necesidad de introducir el tema por medio de un análisis semántico del concepto de ideología. Este concepto es “vacío”, “difuso y universal” (Horkheimer, M., 1966), “fastidioso y difícil” y al mismo tiempo “tan útil” (Horowitz, L., 1958), de “empleo harto frecuente por sociólogos” y en la “vida cotidiana” (Lefort, 1971), “irónicamente ideologizado” (Geertz, C., 1973), y uno de los conceptos “más difíciles y oscuros” (Lefebvre, H., 1970).

En cada encuentro con el fenómeno ideológico la sociología siente el impacto de la confrontación, siente cierto escozor y parece perder su autodominio. Como escribe Gouldner, A. (1976):

Cuando se habla de ideología, la sociología pierde su voz calma y su lenguaje opaco, su lenguaje técnico repentinamente une sus fuerzas al habla común ruda y vivaz”

Como en la torre de Babel, nadie se entiende y los sociólogos pierden su capacidad de comunicarse, de modo que, la ideología se ha constituido –parafraseando a Bachelard- en un “obstáculo sociológico”.

Esta misma certeza hace escribir a de Ipola de, E.: “En lo que se refiere a la cuestión de la (o de las) ideología(s) todos estamos de acuerdo en que se trata de una cuestión en la que todos estamos en desacuerdo” (De Ípola, E. (C 1971) Análisis de Ideologías , mimeo , “Serie: Ens , Nueva Visión, Buenos Aires.)

La razón por la cual la sociología delimitó como propio el campo de la teoría de la ideología, es porque sobre él desarrolló la sociología del conocimiento y como parte de ella, una sociología de la sociología, y por extensión teórica una sociología de las ciencias sociales.

Esta afirmación puede ser considerada sin miramientos como “panideologismo”, por las corrientes sociológicas que abogan que la ideología sea la frontera de demarcación, cumpliendo con la doble tarea “con un sentido crítico y gnoseológico para medir el grado de objetividad e incluso de cientificidad de una doctrina o teoría social” -posición que no compartimos- ya que sostienen que se utiliza a la ideología “para ocultar y explicar las relaciones las relaciones de determinación social de las conciencias”. ( Hidalgo, Alberto (2003) Metodologías Alfa-Mertonianas y Beta-Childianas en Sociología del Conocimiento y de la Ciencia, Universidad de Oviedo. Enseñanza de las Ciencias Sociales, 2003)

 

Podría decirse que la piedra lanzada por Marx y Engels en la “Ideología Alemana” y en los trabajos posteriores, produjo un alud.

Remmling ( Remmling, Gunter (1973) “Hacia la Sociología del Conocimiento”, F.C.E., México.) sostiene que la expresión “sociología del conocimiento” se desarrollo en una rápida sucesión cuando el sociólogo y filósofo Wilhelm Jerusalem ( Wilhelm Jerusalem (1854-1929) “Las Formas Elementales de Vida Religiosa”), en 1909 fue primero en usar la expresión “Soziologie des Erkennes”, luego en 1912 Durkheim, utilizó en una de sus obras la expresión “teoría sociológica del conocimiento”, más tarde en 1924 Scheler usó el título “Sociologie des Wissens” y por último, Mannheim en 1925 contrajo el término más familiar en alemán de “Wissenssociologie”.

Podemos reconocer tres desarrollos históico-geográficos en la sociología del conocimiento:

1) la escuela alemana,

2) la escuela francesa, y

3) la escuela anglo-estadounidense.

En la literatura especializada se da por sentado que esta disciplina da a luz en Alemania en un momento histórico muy particular, aunque el mismo Mannheim, K (1966) haya sostenido que: “la sociología del conocimiento apareció por primera vez en Marx, cuyos aperçus profundamente sugestivos fueron al corazón del asunto”.

Durante la llamada República del Weimar –entre 1913 y 1933- Alemania vivió en perpetua ebullición y agitación, luchas en las calles, asesinatos, desbordes y enfrentamientos entre “monárquicos, militaristas, veteranos de guerra, comunistas, socialistas, anarquistas y nacionalsocialistas” (Remmling, Gunter (1973) “Hacia la Sociología del Conocimiento”, F.C.E., México. ob.cit) a la crisis política siguió la económica, durante 1923 el marco se devaluó de 2, marcos por dólar a 2.400.000.000 marcos por dólar, una stagflacción insuperable y gigantesca. Durante 1924 comenzó la recuperación económica y en cinco años, para 1929, Alemania era la primer potencia europea. Con la crisis de la Bolsa de New York en octubre de 1929 surge nuevamente la crisis económica y para 1933 el 50% de la población estaba desocupada. Lo que sigue es bien conocido con la llegada a Hitler al poder.

Por otro lado, el contenido semántico del término “conocimiento”, parece haber jugado también su papel, el término alemán “wissen” significa “saber”, y está muy próximo al inglés “knowledge” que denota un “conocimiento positivo” y por extensión “ciencia”; mientras que el francés “connaissance”, indica tanto una aproximación al objeto aunque no se lo comprenda totalmente como su perfecta comprensión.

Maquet J. (1949) escribió:

...’connaissence’ en ‘sociologie de la connaissence’ y ‘knowledge’ en ‘sociology of knowledge’ tienen una significación más amplia que ‘conocimiento’ ( ́wissen ́) que bien considerado, significa ciencia, mientras que ‘knowledge’ incluye tanto el proceso simple mediante el cual un objeto se presenta ante el espíritu...como el proceso conceptual a través del cual se logra completa (Maquet, Jacques (1949) “Sociologie de la Connaissence”, Lovaina, tomado de Wolff, Kurt ( 1968) “Contribuciones a una sociología del conocimiento”, Amorrurtu, Buenos Aires) comprensión de este objeto”

De cualquier modo, como hemos expuesto con anterioridad, el término “conocimiento” para la disciplina que nos ocupa incluye tanto el saber científico como otras formas sociales de conocimiento.

Bottomore, T. (1968) le da al término el conocimiento capaz de ser analizado por la sociología un sentido amplio:

Todo conocimiento es susceptible de estudio de sociológico. Empleo el término ‘conocimiento’ no en le sentido filosófico para denotar ‘una subclase de creencia verdaderas’, sino para denotar cualquier producto de pensamiento reflexivo, distinto de la intuición o de la experiencia inmediata.

En este sentido, el conocimiento incluye creencias verdaderas y falsas, así como creencias que no son ni verdaderas ni falsas; es a los filósofos y no a los sociólogos, a quienes atañe establecer tales distinciones. Al sociólogo le interesa, por ejemplo, tanto la alquimia como la química, la metafísica de Platón tanto como la teoría darwianiana. La sociología del conocimiento es, pues, el estudio de entre las construcciones de pensamiento reflexivo y la estructura social, esto es, entre tales construcciones y los grupos sociales (ocupaciones, comunidades, etcétera, así como las clases sociales), las instituciones y las sociedades totales” ( Bottomore, Tom (1968) “Marx y Mannheim”, en Historia y Elementos de la Sociología del Conocimiento, Tomo I, Eudeba, Buenos Aires.)

Ahora bien, estas construcciones de pensamiento reflexivo, el conocimiento, pueden dividirse resumidamente en tres enfoques teóricos multicomprensivos: (a) uno al que podríamos llamar “individual o psicológico”, (b) el otro “histórico-cultural o sociológico” y (c) un tercero “mixto o sociopsicológico”.

En el primero, el sujeto produce el conocimiento a partir de la interacción con el entorno físico y social, dependiendo de sus capacidades cognitivas. Un ejemplo de ello es la teoría de Piaget, donde el desarrollo sensoriomotriz se vincula con los esquemas mentales y las operaciones lógicas. Otro enfoque es el de la psicología de la cognición social, que asume que la conducta humana puede especificarse en función del procesamiento de la información social. Existe un proceso activo del sujeto por la selección, categorización e interpretación de la información disponible en el medio para una posterior toma de posición y acción consecuente, así como también de guía o modelo mental para procesar futuras informaciones.

En el segundo enfoque, el histórico-cultural o sociológico, la sociedad impone al individuo el esquema de las representaciones que el adopta como parte de su conocimiento de la realidad. Ya sea visto a partir de las categorías durkheimnianas o de la determinación social de la conciencia en Marx.


El tercer enfoque de la psicología social es el de las representaciones sociales, que expresan el conocimiento como un conjunto de sistemas de conceptos, creencias, valoraciones y actitudes.

Las representaciones sociales guían tanto el comportamiento, como la experiencia de la práctica social promueve nuevas formas de representaciones sociales.

La sociología al tomar en consideración el estudio del conocimiento y su relación con la sociedad, encontró en sus diversas vertientes teóricas un campo de significación que dieron marco a la estructuración de una disciplina especial.

Hay que reconocer con Mannheim que fue Marx que instaló el tema –aunque no la disciplina- y con sus más y con sus menos, todos después, se sienten obligados a dialogar intelectualmente con él, discutiendo, concordando, discordando, aclarando, poniendo reparos, especificando y hasta queriendo superarlo.

Pero los primeros aportes significativos a la naciente disciplina, esto es, la sociología del conocimiento proviene de Durkheim, Scheler y Mannheim.

Como Mannheim es un “deslizamiento” del marxismo nos pareció más interesante tratarlo más adelante.

Hay un punto crucial entre la teoría sociológica y la sociología del conocimiento, y es el tema de la determinación social del pensamiento. Pensamiento no sólo como acto reflexivo sino que incluye ideas, creencias, experiencias, sentimientos, en un sentido, la existencia misma. De modo que, una corriente sociológica, tomemos el caso la fenomenología, no puede sino definirse sobre “el problema de la determinación” sino de una manera coherente con sus postulados teóricos.

Veamos pues, por donde pasan esos núcleos fuertes en Durkheim primero, y luego en Scheler.

La obra de Emile Durkheim (1858-1917) tiene un hilo conductor del cual parecen pender todos los demás temas: el orden moral. La sociología de Durkheim es conservadora y positiva y en muchos sentidos puede ser considerada como la continuadora de Saint Simon y Comte. El concepto de “solidaridad orgánica” de Durkheim tiene antecedentes en la “solidaridad social” tanto sansimoniana como comtiana. En otro sentido, en la sociología de Durkheim está en ciernes el desarrollo teórico del estructural-funcionalismo que se continuará mucho después con Talcott Parsons, como figura paradigmática entre muchos otros.

Durante 1885-86 el sociólogo francés pasó un año de licencia en Alemania estudiando la obra de Kart Marx, para volver más convencido en su posición. Si en Marx el factor de determinación era el económico –para decirlo rápido y esquemáticamente- en Durkheim era la moral.

Aportó a la sociología del conocimiento lo que se dio en llamar “el problema de las categorías” (Izzo, Alberto (1969) “Sociología del Conocimiento”, Estrada, Buenos Aires.) , esto es, visiones parciales y culturales de la realidad, distintas entre sí, pero que no por ello son erróneas ni necesariamente distorsionadas. Durkheim trata de demostrar que aún las categorías fundamentales del pensamiento, por ejemplo las relacionadas con el tiempo, el espacio, el género, etc., se originan en la sociedad y cumplen una función social.

Así escribe Durkheim (1968):

Existe en la raíz de nuestros juicios, un cierto número de nociones esenciales que dominan toda nuestra vida intelectual; son las que los filósofos, desde Aristóteles, llaman las categorías del entendimiento: nociones de tiempo, espacio, de género, de número, de causa, de sustancia, de personalidad, etc. Ellas corresponden a las propiedades más universales de las cosas. Son como los cuadros sólidos que encierran el pensamiento; este no parece liberarse de ellos sin destruirse, pues no parece que podamos pensar objetos que no están en el tiempo o en el espacio, que no sean numerables, etc. Las otras nociones son como contingentes y móviles; concebimos que pueda faltarle a un hombre, a una sociedad, a una época; éstas nos parecen casi inseparables del funcionamiento normal del espíritu. Son como la osatura ( Osatura” significa fuerte. Dícese de la masa muscular compacta y bien distribuida en todo el cuerpo.) de la inteligencia”. (Durkheim, Emilio (1968) “Las Formas Elementales de la Vida Religiosa”, Schapire, Buenos Aires.)

Como vemos aquí se aparta tanto del empirismo -según lo cual derivan de la experiencia y por lo tanto tiene una visión de carácter individualista- como de Kant que las consideraba universales, sosteniendo Durkheim el carácter social de las categorías. Éstas preexisten a los mismos individuos y deben ser aceptadas para vivir y actuar coordinadamente en el mundo social.

Las categorías son para Durkheim -aunque existen las individuales-, “representaciones esencialmente colectivas” y dependen de la constitución y la organización de la sociedad, y de sus “instituciones religiosas, morales, económicas, etc.”

Considera también al racionalismo como “inmanente” a la teoría sociológica del conocimiento – léase sociología del conocimiento- y como una posición intermedia entre el empirismo y el apriorismo.

Para agregar en una nota al pie de página:

Para el primero (empirismo), las categorías son construcciones puramente artificiales; para el segundo (apriorismo) son al contrario datos naturales; para nosotros, son en un sentido, obras de arte, pero de arte que imita a la naturaleza con una perfección susceptible de crecer sin límite”

Las “representaciones colectivas” son para Durkheim el resultado de un proceso que se extendió en el tiempo como en el espacio fruto de “una cooperación inmensa” en crearlas a través de mentes individuales que han combinado esfuerzo, voluntades, ideas y sentimientos, en ellas generación de generaciones han acumulados conocimiento y experiencias, que es “infinitamente más rica y compleja” que la de los individuos aislados.

Las propuestas de Durkheim serán retomadas luego por la corriente del estructural-funcionalismo.

Estas representaciones colectivas serán un antecedente de las representaciones sociales,desarrolladas mucho tiempo después.

En su obra relacionada con “la sociología religiosa y la teoría del conocimiento” según lo expresa Durkheim donde explicita el objeto de su investigación, estudia la religión más primitiva para aislar el efecto de su desarrollo posterior, para llegar a esta conclusión entre otras que:

Estamos de acuerdo de reconocer que el derecho, la moral, el pensamiento científico mismo ha nacido de la religión, que se ha confundido durante largo tiempo con ella y ha quedado penetrados de su espíritu. ¿Cómo una vana fantasmagoría habría podido modelar tan fuertemente y de una manera tan durable las conciencias humanas?”

Max Scheler (1874-1928)15, filósofo de orientación fenomenológica, se puso el traje de sociólogo y escribió una serie de trabajos sobre la “sociología del saber”.

La desdichada república (del Weimar) esta sociedad suspendida entre las llamas infernales de la guerra mundial y de la dictadura total, encontró en Scheler a otro antihéroe; hijo de madre judía y padre protestante, católico ferviente, difamador de la religión, militarista germano, pacifista europeo, demócrata; Scheler se abrió paso a través de tres casamientos, que tenía aventuras amorosas en habitaciones de hotel y relámpagos de intuición en la tierra de nadie de los clubs nocturnos; Scheler, fumador empedernido, exilado de la clase media académica; Scheler, cuyo hijo primogénito paso de la delincuencia de poca monta a las camisas pardas hotlerianas y de ellas a la muerte temprana en la lucha callejera” (“Max Scheler, An Intellectual Portrait” – Gunter W. Remmling- Social Forces, vol. 46, núm. 4).

Desde el vamos afirma que la sociología del saber es una parte de la sociología de la cultura, para sostener luego que la nueva disciplina tiene necesarias relaciones implícitas con:

1) la teoría del conocimiento y la lógica,

2) el estudio genético-evolutivo y psicológico-evolutivo del saber, y

3) con las otras partes constitutivas de la sociología de la cultura, tales como: la sociología de la religión, del arte y del derecho.

Asimismo divide a la sociología en dos campos, la sociología de la cultura (para la cual reserva “una teoría del espíritu humano”) y la sociología real (donde da cabida a “una teoría de los impulsos humanos”).

Y escribe:

Esta última división en sociología cultural y sociología real, en sociología de la superestructura y de la infraestructura del contenido total de la vida humana, es ciertamente una división que establece dos polos extremos, pero en cuya esfera hay, sin embargo, una multitud de transiciones intermedias: por ejemplo, la técnica, cuya forma depende tanto de factores económicos como de jurídicos-políticos, científicos, etc., o en posición de un arte ‘puro’, un arte de fines utilitarios, o un arte condicionado por las valoraciones y los ideales de los poderosos, verbigracia, de una casta religiosa dominante”. ( Scheler, Max (1935) “Sociología del Saber”, Revista de Occidente, Madrid.)

Max Scheler trata de configurar tres tipos o formas puras de conocimiento:

(a) El conocimiento teológico (en relación con la “sabiduría” y la “salvación”)

(b) El conocimiento filosófico (ideas y valores para interpretar el mundo)

(c) El conocimiento científico (el “mundo exterior” de las ciencias exactas)

Estas tres formas puras se vinculan con la sociedad, en una época dada dando lugar a formas mixtas de conocimiento y aunque no tienen ninguna conexión las distintas etapas de Comte, guarda sí cierta reminiscencia.

Scheler propone una “ley del orden de sucesión en la actuación de los factores ideales y reales” donde los factores reales (impulsos relativos como el hambre, el sexo y la ambición de poder) condicionan la elección de los factores ideales (culturales) pero no su contenido que se mantiene inalterable.

La sociología fenomenológica de Scheler tiene su continuación en las corrientes sociológicas subjetivistas, que vislumbran un mayor grado de libertad del sujeto en sociedad.

¿Ahora que había escrito Kart Marx, que agitó sobremanera el avispero?

De todos los escritos de Marx uno debiera usar un aventador para separar “la paja del trigo”, de las obras panfletarias, de los trabajos de economía política, filosofía y sociología, y además considerar que éstos últimos generalmente tratan más una disciplina a la vez.

Sin embargo aquí, nos interesa hacer foco en una afirmación de Marx que nos permite sacar todas las conclusiones, por lo menos provisoriamente, ya que volveremos con mayor detalle sobre el particular más adelante.

Escribe Marx, K.:

El modo de producción de la vida material determina el carácter general de los procesos sociales, políticos y espirituales de la vida. No es la conciencia de los hombres la que determina su existencia, sino, por el contrario, el existencia social es lo que determina su conciencia.... Al cambiar la base económica, la inmensa superestructura se transforma en su totalidad con mayor o menor rapidez” (Marx, Karl (1982) “Prólogo a la Crítica de la Economía Política”, tomado de Remmling G., Hacia la Sociología del Conocimiento.)

Aquí Marx hace tres afirmaciones fuertes:

El modo de producción determinan los procesos sociales, políticos y espirituales de la vida.

La existencia social determina la conciencia.

 


Al cambiar la base económica (modo de producción) cambia la superestructura

En otro trabajo junto con Engels “La ideología Alemana”, pasan revista a un tema no menor, como el de la ideología. Allí va a sostener entre otras cosas que la ideología es la expresión de las ideas de las clases dominantes. Además para cerrar el círculo, la ideología está ubicada en la superestructura.

Mannhein, K.(1966) había afirmado en “Ideología y Utopía”:

Resulta oportuno empezar por explicar qué quiere decir la amplia expresión ‘determinación existencial del conocimiento’ (Seinsverbundenheit des wissens). Como hecho concreto, puede ser abordado mejor por medio de un ejemplo. La determinación existencial del pensamiento puede considerarse como un hecho demostrado en aquellos campos del pensamiento en que podamos demostrar: a) que el proceso de conocer no se desarrolla históricamente en la realidad de acuerdo a leyes inmanentes, que no proviene sólo de la ‘naturaleza de las cosas’ o de ‘puras posibilidades lógicas’ y que no es impulsado por una ‘dialéctica interna’ Por el contrario la aparición y cristalización del pensamiento real están influidas en muchos puntos decisivos por factores extrateóricos de las clases más diversas. Estos últimos factores, en contraposición, con los factores puramente teóricos, factores existenciales. En esta determinación existencial del pensamiento tendrá que ser examinado también como un hecho; b) si la influencia de esos factores existenciales sobre el contenido concreto del conocimiento posee una importancia meramente periférica o es de mayor importancia, si son importantes para la génesis de las ideas o penetran en sus formas y contenidos, y si, además, determinan decisivamente el alcance y la intensidad de nuestra experiencia y de nuestra observación , es decir, aquello que anteriormente denominábamos la ‘perspectiva’ del sujeto” ( Mannheim, K. (1966) “Ideología y Utopía”, FCE, México.)

Este es un pasaje sustantivo de la obra de Mannheim por varias cosas, la primera, el concepto de determinación social o existencial del conocimiento, donde subyace la idea de la no existencia mecánica de una relación causa-efecto, sino una situación de grado. El mismo en el pasaje anterior usa para esa relación la expresión “influidas”. En segundo lugar, separa los factores teóricos de los extrateóricos o existenciales, dejando junto con los primeros a las “leyes inmanentes”, la “naturaleza de las cosas”, las “puras posibilidades lógicas” y las impulsadas por una “dialéctica interna”. Para decirlo rápido, deja de lado las ciencias exactas y naturales. Tercero, muestra el grado de la presencia de los factores existenciales dentro de un conocimiento.

A partir de las dos concepciones de ideología enunciadas por Mannheim, la particular y la total, va a fundamentar las bases de la sociología del conocimiento.

La concepción particular de ideología guarda para sí el hecho del escepticismo y la reticencia a aceptar las ideas y representaciones de nuestros adversarios, pues se las considera deformaciones más o menos conscientes de la “naturaleza real de una situación, cuyo reconocimiento verdadero no estaría de acuerdo con sus intereses”

La concepción total de ideología, está fundada sobre el plano noológico-epistemológico, aunque Mannhein reconozca la dificultad de separar ambas concepciones. El modo por el cual el sujeto se apropia de la conciencia de mundo, va acompañando por el desarrollo de nuevos estilos de pensamiento, desplazando “los modos de interpretar y de explicar el mundo”.

De la concepción total de ideología –sostiene Mannheim- tenemos dos tipos de formulaciones: especial y general. En la especial procedemos a realizar un análisis sociológico de nuestros adversarios. En la formulación general de la concepción total de ideología, todas las ideas y creencias, incluso las nuestras entran en el análisis.

Escribe Mannheim:

Con el nacimiento de la formulación general de la concepción total de ideología, su teoría simple se convierte en Sociología del Conocimiento. Lo que en un tiempo fue el arma intelectual de un partido, se ha transformado, generalmente, en un método de investigación de la historia social e intelectual. Al comienzo un determinado grupo descubre la “determinación posicional” (Seinsgebundenbeit) de las ideas de sus adversarios.

Inmediatamente el reconocimiento de este hecho es elaborado en un principio omnicomprensivo de acuerdo con el pensamiento de cada grupo es considerado como si surgiera de sus condiciones vitales. De esta manera, se convierte en tarea de la historia sociológica del pensamiento analizar, sin consideración a las inclinaciones partidistas, todos los factores, en la actual existente situación, que puedan influir en el pensamiento”

Para fundamentar la Sociología del Conocimiento en un campo de análisis no partidista, dirá Mannhein, se necesita partir de una investigación no valorativa. Para ello hay dos soluciones distintas y divergentes, una el relativismo y la otra, que él llama relacionismo.

El relativismo para Mannheim es la discrepancia entre visiones intelectuales del proceso real de pensamiento y la teoría del conocimiento, mientras que relacionismo es una moderna teoría del conocimiento, que explique el carácter relacional (pero diferenciándolo del relativo) a partir del presupuesto “de que hay esferas de pensamiento en que es imposible concebir la verdad absoluta como si existiera independiente de los valores, de la posición del sujeto y del contexto social”.( Mannheim, K. (1966) “Ideología y Utopía”, FCE, México.) Siguiendo a Kuhn, T. (1962) (Kuhn, Thomas (1962) “La Estructura de las Revoluciones Científicas”, México, Fondo de Cultura Económica.) podríamos decir que así como Scheler y Mainheim instalan un nuevo paradigma sobre la determinación social de las ideas respecto de Marx, así, lo mismo hará Bloor al intentar instalar el paradigma del “programa fuerte” en la sociología del conocimiento, respecto de sus predecesores, aunque por ahora se trata de una pica en Flandes.

Otra tipología bipolar está dada por la visión “macro” y “micro” sociología del conocimiento, donde se entrecruzan problemas de nivel de análisis, del tipo relación como metodológicos.

Por lo tanto, son posibles dos clase bien diferentes de sociología del conocimiento. Con el objeto de distinguirlas con claridad puede ser útil para esta coyuntura llamar a una macrosociología del conocimiento, porque fija su atención en la sociedad total y su influencia, por así decirlo, sobre el macrocosmos social, y, la otra, la microsociología del conocimiento, porque se ocupa del mundo del saber y el arte, como si dijéramos, el mundo domestico de hombre de saber y de la creación artística” (Stark. W., 1963)

Digamos que Stark, produce una reducción muy grande en el texto precedente, al restringir los campos de la microsociología al mundo del saber y de la creación artística, que más adelante queda a salvo, aunque parcialmente, cuando sostiene que debería investigarse en otros campos de la realidad la relación existente entre la “superestructura mental y la subestructura organizacional”.



Por otra parte, es cierto que el foco de interés principal de la sociología del conocimiento está centrado en los temas macrosociales. Sin embargo, sería injusto no señalar especialmente en la escuela francesa con Gurvitch a la cabeza, el interés en un programa que incluya los elementos y factores micro de la sociedad, y también en la escuela americana por el desarrollo de una sociología de la ciencia, un campo especializado de la sociología del conocimiento.

Recordemos que por regla general nos parece tan imposible hacer microsociología sin tener en cuenta los grupos y sociedades globales, como hacer macrosociología descuidando la microsociología. Si el análisis está bien hecho, se debe, mediante la microsociología, encontrar la macrosociología y viceversa, lo mismo que partiendo de la sociología de los grupos se llega, necesariamente, a la microsociología y, por otro, a la sociología global y a las clases sociales.” (Gurvitch, G., 1969)

Con el tipo de relación que vincula existencia con la realidad se pueden dar los mismos tipos a que hicimos referencia antes (determinación, condicionamiento, influencia, etc.) y además para relacionar lo macro con lo micro, usando la metáfora marxista poder decir: la infraestructura determina la superestructura y ésta última una forma particular de existencia (jurídica, religiosa, política, etc.).

Esto se acerca tanto a la posición de Engels como a la “sobredeterminación” de Althuser. Por último, habría que agregar, que metodológicamente el enfoque microsociológico desemboca, tiende casi siempre en investigaciones empíricas, mientras que el enfoque macro en estudios histórico-culturales.

Especialmente habría que hablar también como parte de la microsociología, de un grupo de autores que podría englobarse bajo la denominación de “sociología de la vida cotidiana”, aunque sea éste un paraguas demasiado amplio y comprensivo. Está aquí la etnometodología de Harold Garfinkel y su interaccionismo simbólico con su acento en lo subjetivo de la vida social, y la relación entre conductas individuales y formas de organización social. Incluiríamos también aquí a Erving Goffman con su particular visión de la máscara social usada en las interacciones sociales.

Otra exponente de este grupo es Agnes Heller, desde otra perspectiva ya que se declara de la escuela marxista.

Pero es precisamente el tipo de conexión especial por el cual las ideas, el conocimiento y las mentalidades están fuertemente relacionadas con las grupos socioeconómicos y las comunidades

de pertenencia, que las distintas corrientes llaman: “determinación” (marxismo clásico), codetermiminación (Scheler), sobredeterminación (Althusser), u otras formas de implicancia como condicionamiento ‘existencialmente condicionados’, (Merton), “interrelación” (Gurvitch), etc., lo que da razón de ser a la sociología del conocimiento.

Serán pues, dos temas fuertemente imbricados que configurarán el campo de la sociología del conocimiento: la determinación social de las ideas y la teoría de las ideologías.

(“Introducción a la Sociología del Conocimiento” Héctor Diómede)

Mirá que te como

Ana Laura Nuñez Rueda, Comunicadora social y docente. Con Maestría en Comunicación y Cultura Contemporánea. Diseñó y coordinó distintas políticas públicas vinculadas a la igualdad de género y la educación. Escribe para Panamá Revista, junto a Manuela Hoya, Socióloga, docente y consultora. Investigadora sobre opiniones, humores y controversias públicas.


En medio de las negociaciones con el FMI, la tecnología neoliberal se vuelve grotesca y descarnada en el plano económico, pero no es menos potente en otras esferas. Se trata de una forma civilizatoria con pretensiones hegemónicas que se ha filtrado en nuestras subjetividades con narrativas tan atractivas como petrificantes y que dan lugar al desacople. Los feminismos, y no sólo ellos, se postulan como un dique de contención frente a su fuerza abrasiva. Sin embargo, está a la vista que se nos escapa la perdiz. ¿Por dónde mete la cola el diablo? ¿Por dónde nos come?

Desde que Argentina fue reinsertada, bajo la gestión cambiemita, en el circuito de endeudamiento con el FMI, buena parte del esfuerzo gubernamental se orienta a extenuantes negociaciones que incluyen aplazamientos de los pagos, revisiones de programas económicos y recomendaciones de la entidad. Se trata del compromiso financiero más importante de la historia del país y del organismo internacional, siendo su definitiva resolución determinante para el futuro de ambas partes. Estas deliberaciones ocurren con la urgencia como trasfondo nacional y con una coalición de Gobierno que se plebiscita cotidianamente entre sus miembros. En el año del loco, el primer mes terminó mostrando la magnitud de una tensión que no es nueva, ni de un tenor diferente a la post-PASO. Tampoco es unicausal, ni es responsabilidad de un solo socio, sino que vino a indicar que todos los accionistas del Frente de Todos están implicados.

En medio de estas tiranteces, cualquiera advierte que las dificultades para el entendimiento no giran, exclusivamente, en torno a cuestiones técnicas, sino más bien a la posibilidad de construir un acuerdo político con los acreedores de afuera y de adentro. Eso supone desarrollar una destreza que mitigue el daño recetado al tiempo que concilie los intereses internos. Si en Washington proliferan los eufemismos para exigir austeridad y control trimestral de las cuentas argentinas, en Balcarce 50 se mezclan las apelaciones a una reminiscencia nestorista,  a que “los muertos no pagan” y al optimismo del “milagro argentino” con las denuncias a la ominosidad del crédito y las dificultades para compatibilizar el pago con el desarrollo. Ahora, la expectativa está en el tratamiento que le de el Congreso Nacional y el poroteo palaciego entre apoyos, abstenciones y detracciones.

Evidentemente, la acechanza neoliberal es palpable en esta controversia económica, pero no por eso menos perceptible en otros planos de lo social. Se trata de una tecnología con aspiraciones hegemónicas, de una alternativa civilizatoria que pretende ser única y unívoca. Con una narrativa tan atractiva como petrificante, fundamentada en las nociones de individuo, consumo, libertad, racionalidad y mérito, se ha filtrado en el yo. No hay nada en esa fórmula que cueste ¿quién puede estar en desacuerdo?, ¿quién puede ser detractor de estas formas de ser? Este programa hace mutar al Estado para vaciarlo e imponer la abstinencia, para socializar el riesgo mientras garantiza la concentración del capital alcanzando niveles siderales, mortíferos, de desigualdad. Una parte de los feminismos -así como los movimientos sociales y el movimiento ecologista, entre otros- se ofrecieron como diques de contención frente a la fuerza abrasiva del neoliberalismo: la pulseada feminista ha venido a dinamizar lo comunitario y lo político construyendo redes que dejan atrás la lógica individualista; a corromper la apatía, la quietud y la anestesia que impone la mercantilización y el consumo; a polemizar sobre cada desacuerdo hasta idear nuevas formas de vivir juntes. En definitiva, a pelear por construir un orden nuevo con justicia. Está a la vista el tamaño del desafío. Y en este devenir, se nos escapa la perdiz. ¿Por dónde mete la cola el diablo? ¿Por dónde nos come?

Como escuela de pensamiento económico, el neoliberalismo comenzó a organizarse después de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la época dorada del capitalismo de bienestar, que se extendió en la última mitad del Siglo XX, aplacó estas voces. Fue recién con la crisis del petróleo en 1973 que estos análisis se empezaron a extender, hasta tener representantes en diferentes administraciones. El primer caso fue Chile donde, tras el golpe de Estado a Salvador Allende y con el respaldo de Henry Kissinger, desembarcó la Escuela de Chicago. También en Argentina, cuando militares y civiles interrumpieron la democracia para iniciar un ciclo represivo orientado a la desindustrialización y la valorización financiera. El avance neoliberal continuó su expansión con otras dictaduras militares de América Latina durante la década del setenta. En el siguiente decenio se concretó en Inglaterra y Estados Unidos bajo formas democráticas. Tiempo después, mientras caía el Muro de Berlín, mostró sus límites en el centro del sistema mundo pero se reinició en nuestra región, extendiéndose hasta principios del nuevo milenio.

Lejos de intentar historizar puntillosamente el devenir global de esta corriente económica, sí se advierte que no resulta novedosa y que desde su irrupción se ha ido configurando como un tecnología que intenta gobernarlo todo -las instituciones y lo íntimo-, aunque en esta pretensión hegemónica también encuentra resistencias. ¿Cómo funciona? Verónica Gago (2014) postula que en el presente, el neoliberalismo debe ser pensado como operando desde arriba y desde abajo. Para la autora, el primer sentido se refiere a la estatalidad neoliberal, al desarme de las estructuras del bienestar para garantizar la expansión de la acumulación de capital. El segundo término apunta a las prácticas y saberes de la comunidad que se desarrollan más allá del signo del gobierno y que implican entronizar “el cálculo como matriz subjetiva primordial”. En otros términos, formas de ser mercantilizadas hasta los huesos, donde todo es consumible y descartable.

Primera alerta: el enemigo también está en nosotres.

No se trata solamente de ellos los neoliberales, sino de revisar qué de esto se nos filtró y por dónde, qué de esto anida en nuestras subjetividades en forma de cosmovisiones, prácticas, discursos, valoraciones y conocimientos con los que nos conducimos, con los que pretendemos vivir juntes. ¿Cómo es esa estructura yoica neoliberal? Como primera aproximación, se trata de un individuo solitario y ahistórico. En ese sentido, Fredric Jamenson (2012) argumenta que “ninguna sociedad previa ha tenido tan poca memoria funcional, tan poco sentido del pasado histórico como ésta y resulta evidente que la desaparición del pasado conlleva también, a la larga, la desaparición del futuro”. Es un sujeto voraz, ansioso y ocupado en lo inmediato. No hay tiempo y en la urgencia no hay goce. Además, es autosuficiente, racional, voluntarioso, meritocrático, consumidor e insaciable en una tierra que siempre es fértil, que siempre se presta para él. Así, el éxito está asegurado, depende de cada quien. Este es el homo economicus y, como señala Constanza Michelson (2021), es hablado con el lenguaje empresarial -valor propio, gestionar el talento, debilidades y fortalezas- obviando nuestra interdependencia, así como la necesidad de brindar y recibir cuidados.

Para este ser en el mundo la escena que tiene valor es la pública. Es allí donde, precisamente, se valoriza el capital. Más allá de su descomposición, todavía persiste la segmentación sexual del trabajo que determina mayor presencia de varones en la arena de la potencia, la producción y lo político. Tras bambalinas, en las casas, las mujeres sostienen las condiciones de posibilidad de las vidas, así como el bienestar físico y emocional, con múltiples tareas de cuidado. Algunas se cargan full time con estos quehaceres propios de una ama de casa. Otras también trabajan por fuera del hogar, sin por ello desentenderse de lo doméstico. Una doble tarea que implica renunciar al tiempo para sí por el ser para otros. Naturalmente, entre ellas hay diferencias. La mayoría debe enfrentar esta hazaña en soledad, mientras las más pudientes delegan estas actividades en otras mujeres -generalmente, precarizadas-. Sin embargo, ninguna logra renunciar a la conducción de la gestión hogareña: de la carga mental no se salva ninguna. Estas ocupaciones se han visto abultadas como efecto del neoliberalismo que corrió al Estado de actividades de cuidado, sobrecargando a los hogares. Está a la vista que el bienestar se rompe fácil. Lo arduo es reconstruirlo y en este sendero nos encontrábamos cuando estalló la pandemia. El aislamiento -que concentró en las casas a todos sus miembros, con todas sus actividades, todo el tiempo- mostró con crudeza la infinidad y desagradabilidad de las acciones necesarias para garantizar la vida. Entonces, se hicieron visibles las tareas y quienes las ejecutaban en soledad, en silencio y sin nada a cambio. La ausencia de una responsabilidad es estatal, pero también colectiva y esa doble vacancia se expresa en la falta de políticas y en la desvalorización del problema.

Frente a la opacidad de los hogares, cuando se trata de polemizar sobre estos asuntos, los feminismos progresistas y liberales se emparentan. Ambos proponen que las mujeres dejen sus casas – por tratarse de lugares retrógrados de los que hay que prescindir, de obstáculos para la autonomía- y se inserten en el mercado laboral. Si se mira con detenimiento, este llamamiento al empoderamiento femenino no zafa de la atractiva narrativa neoliberal para ser en el mundo, de esa subjetividad individualista, consumista y meritocrática. Es precisamente por acá por donde se puede meter el diablo. ¿Cómo ocurre? En primer lugar, estos discursos omiten que alguien se queda en los hogares mientras las emancipadas se ausentan: se trata de otras mujeres, generalmente empobrecidas o que forman parte de la población económicamente inactiva (hijas adolescentes o abuelas). Asimismo, estas posturas condenan a quienes no cumplan con este nuevo mandato, un mandato feminista. Se las señala como parias: la que elige quedarse o no pudo salir, hizo algo mal, falló, es detractora o víctima. La libertad nos carga una nueva exigencia. Además, se pretende que todas elijamos lo mismo -salir de casa- con una vocación totalizante. Y, más aún, presupone que siempre se puede elegir libremente cuando a veces la hostilidad puertas adentro es tan sofocante que inmoviliza o cuando el afuera se presenta más peligroso que el adentro. Finalmente, se omite que la inserción en el mundo laboral se produce bajo el doble condicionamiento de la segmentación y la precariedad. Hoy, mientras crecen los derechos individuales, los derechos laborales colectivos consagrados en el siglo pasado están siendo severamente atacados. Así, se reclama ser iguales, sin advertir que se trata de un sistema que ataca/descarta la vida.


Segunda alerta: universalizar el mundo de los varones es perpetuar la lógica del capital por sobre la vida.


Este programa de algunos feminismos es, en definitiva, persistir en la idea de que lo productivo/masculino es superior y, por tanto, hacia lo que hay que aspirar, mientras que lo reproductivo/femenino es de lo que hay que emanciparse. En el trasfondo figura que el mundo por el que hay que pelear es el de los hombres, cuando en realidad se trata de hacer uno nuevo. Lo problemático es que desde los feminismos entronicemos esas mismas ideas. Si el neoliberalismo propone un individuo que se deglute al otro, el grito de emancipación no puede ser “mirá que te como”.

Las conquistas de las mujeres en el plano comunitario y político son un hecho trascendental. Argentina es, definitivamente, un faro para las mujeres de la región y el mundo. Sin embargo, aborrecer las casas y lo doméstico es desconocer que allí anida una ética del cuidado, una forma de ser para otro, una subjetividad que en medio de la brutal acechanza neoliberal se torna tan necesaria como revolucionaria. De lo que se trata es, justamente, de volverla común, colectiva y así apostar a que lo político no sea bajo una lógica que exalta el yo mercantilizado, consumista, productivo, desacoplado de lo social y fan del descarte.

Mientras el FMI insiste en viejas y fallidas recetas que atentan contra la vida, reafirmar que “los muertos no pagan” se vuelve tan central como definir a qué señor servir. En tiempos adversos y hostiles, donde nos debatimos entre Guatemala y Guatepeor, los feminismos se ofrecen como dique de contención frente al neoliberalismo voraz. La apuesta es poner en el centro una ética de ser para el otro -y no sólo para sí-. Más que intentar renunciar a las tareas que son ineludibles, por ser fundantes de la existencia, se trata de darle la jerarquía que tienen y de volverlas comunes, recíprocas.

Justo cuando el blanco de ataque de los buitres es la vida misma, cuando la desigualdad tiene forma de muerte, cuando la concentración de la riqueza es alarmante, el llamamiento es a politizar el cuidado. No hacerlo es neoliberal.

La constitución de la historia

El pasado, el presente y el futuro se enredan en toda constitución de la historia. Ideología, conocimiento, creencias, suelen entreverarse allí. Es extremadamente raro que las ideas confronten con los propios intereses individuales, grupales o de clase de quién las profesa. El Patriarcado, colonialista, capitalista, neoliberal, es el signo de “la bestia” en estos tiempos, en tanto y en cuanto configura las mentalidades de época, definen las formas de producir conocimiento y de pensar la realidad, la historia y el devenir. Sin embargo hay constantes que permanecen y aunque no se reducen a lo individual de las relaciones inter-personales, convergen allí con sus matices formalizadores y disruptivos en tanto y en cuanto es en ese nivel de experiencia entre personas donde las categorías ideológicas, los intereses grupales o de clase, las imagenes propias y del otro, producen lo real en las cabezas y por ende las interpretaciones con los simbólico y lo imaginario que sujetan a la persona a su decir, y lo exponen en sus incoherencias o coherencias, en sus apegos y sus desapegos, en sus acciones o en sus especulaciones … En definitiva en esas manifestaciones que emergen del único poder real del individuo que es el de definirse a si mismo frente a quien tiene frente a él, a su lado, detrás, con quién decide relacionarse ya como “amo”, “subdito” o “igual”.

En estos tiempos de “aislamiento”, dónde el otro emerge cual sospechoso que es, esa conciencia paradójica nos enfrenta con la realidad. El ser humano es un “ser” social. No puede desarrollar su humanidad sin “otros” y de las formas en que se relaciona con esos “otros” devienen las formas sociales, comunes, que definen las estructuras de poder y los “ordenes” con los que establecemos diferencias y posibilidades distintas para cada quién.

Nadie se salva solo. Que cada uno haga su parte. (pocos se animaran a transformarse en tanto confirmarán que lo que hacen es lo correcto. Así estamos.)


Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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