Lo que está en nuestras cabezas ...

Conflicto OTAN – Ucrania – Rusia

Una y otra vez la humanidad asiste expectante a una puja amenazante de conflictos bélicos entre países, por territorios, recursos, poder, entre otras cosas.

Estados Unidos en su afán de expandir y consolidar su imperio, en sociedad con los países que conforman la OTAN, envía tropas y armamento, a Europa del Este, más allá de su propia frontera, a miles de kilómetros, fomentando conflictos y creando una situación beligerante, en este caso, entre Ucrania y Rusia. Ocultando los verdaderos intereses.

Otra vez estamos inmersos en una correntada de violencia y resolución de conflictos a través de guerras, armas y muertes, cómo en una rueda destinada a repetir y repetir sin ver la posibilidad de construir un futuro en donde sea eliminada esa carrera nuclear armamentista cómo resolución de conflictos, acercando la posibilidad de un mundo más humano y no violento.

Desde el Movimiento Humanista del cual el Partido Humanista es parte, se ha venido advirtiendo sobre estas manipulaciones mentirosas y larvadas para promover la guerra y por lo cual se realizó una” Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia”, la primera en su tipo de la historia, comenzando en Nueva Zelanda y finalizando el 2 de enero de 2010 en Argentina, en la cordillera de Los Andes, en Punta de Vacas, al pie del Monte Aconcagua.

Allí se pidió por los desarmes nuclear y convencional, el retiro de tropas invasoras, la firma de tratados de no agresión entre países, la renuncia a las guerras como solución de conflictos y el repudio a todas las formas de violencia.

Muchas otras manifestaciones en contrario de la guerra se han producido en los pueblos, pero en el poder establecido no está contemplado ese clamor, se ponen intereses que van por encima de las pérdidas humanas y la barbarie de acontecimientos que lleva aparejado la arremetida de unos contra otros en el violento apoderamiento de la subjetividad de las personas, en un sistema en donde tiene como valor central el poder económico y se descarta la vida humana, mientras se hacen jugosos negocios bajo la consigna de la libertad y resguardando la paz, como en el caso de la OTAN, no queda más que decir que esto es una acción mentirosa y fraudulenta en la que unos pocos se erigen como triunfadores, mientras muchos quedan postrados en un macabro sufrimiento sin encontrar una salida y aquellas promesas de mejorar las condiciones de vida quedan convertidas en un mal sueño del que se quiere despertar, pero no se sabe cómo hacerlo.

Desde el Partido Humanista Internacional cuya metodología de acción es la No Violencia activa vemos claramente el muro que separa al humanismo del anti-humanismo, levantamos esas exigencias promulgadas en La Marcha Mundial por la Paz y la No violencia y no claudicaremos en este intento, ya que aspiramos a un mundo múltiple, a una Nación Humana Universal y por lo tanto ¡Exigimos la vida humana como máximo valor!

(Declaración Pública del Partido Humanista Internacional, publicado en Pressenza)

Las elecciones en Portugal

Pedro C. Magalhães, Es politólogo e investigador en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa. Escribe en “Nueva Sociedad (NUSO)”

¿Por qué los socialistas lograron una victoria tan arrasadora en Portugal? Quizás porque nadie lo esperaba. Ahora tienen el desafío de gobernar en solitario un país que reclama una mayor cercanía de la política y que posee una fuerte desigualdad en términos de ingresos y riqueza.

En general, son dos las preguntas que los corresponsales extranjeros les plantearon a los politólogos portugueses en vísperas de elecciones: ¿por qué Portugal no tiene un fuerte partido populista radical de extrema derecha? ¿Y por qué el Partido Socialista (PS) ha sobrevivido indemne a la erosión sufrida por los partidos socialdemócratas en casi cualquier otro lugar de Europa?

Después de la elección del domingo 30 de enero, la primera pregunta perdió sentido. Chega! (¡Basta!) incrementó su apoyo de 1,3% a 7,2% de los votantes y pasó de uno a 12 representantes, lo que lo convierte en la tercera fuerza en el Parlamento después del PS, de centroizquierda, y del Partido Popular Democrático/Partido Social Demócrata (PSD), de centroderecha. Fundado en 2019 por un ex-militante del PSD, André Ventura, Chega! ya había dado señales claras de su potencial fortaleza en las elecciones presidenciales del año pasado, cuando su candidato obtuvo casi 12% de los votos.

La «demanda» social por un partido de estas características ha crecido en Portugal desde hace un tiempo. Las encuestas que captan «actitudes populistas» –la convicción de que existe una división profunda entre «elites» y «pueblo», concebidas como entidades homogéneas, y la percepción de que las primeras son esencialmente corruptas– han encontrado que tales actitudes son bastante frecuentes en Portugal, incluso en comparación con países donde partidos que satisfacen esa demanda llevan algún tiempo establecidos.

Por otra parte, Chega! logró atraer a esos votantes al tiempo que en alguna medida evitó evadir el estigma asociado a los «viejos» partidos de extrema derecha, quizás debido a que surgió como una escisión del PSD en lugar de ser una rama directa de organizaciones extremistas. Contrariamente, el mismo Chega! y su líder se beneficiaron de los estigmas asociados no solo a la clase política sino también a la población gitana, contra la cual existen en Portugal prejuicios muy extendidos. Ventura obtuvo resultados excepcionalmente buenos en 2021 en aquellos municipios donde las minorías gitanas son más numerosas, así como en contextos donde la proporción de beneficiarios de asistencia social –ligado al tamaño de la población gitana– es más alta, lo que sugiere que el mensaje del partido sobre una «dependencia asistencial» tenía al menos un blanco que sus votantes identificaron.

La visibilidad previa de Ventura como comentarista televisivo de fútbol y la irresistible atracción de los medios portugueses por lo «rimbombante» hicieron el resto. Las encuestas poselectorales dirán más sobre los seguidores de Chega!, pero lo que se sabe no habla de un partido con un apoyo desproporcionado por parte de quienes sufren necesidades económicas, ni más en general de clase trabajadora: motivos culturales, más que económicos, parecen haber sido los más relevantes.

Un triunfo inesperado

En cambio, la segunda pregunta –sobre el éxito sostenido del PS– todavía requiere respuestas. El domingo, los socialistas ganaron cerca de 42% de los votos, cinco puntos más que en 2019. Esto fue bastante inesperado.

En los dos últimos meses, la brecha entre el PS y el PSD venía achicándose en los sondeos, al punto de mostrar un empate técnico una semana antes de la elección. En la noche de los comicios, sin embargo, los socialistas aumentaron su ventaja sobre el PSD de nueve a más de 12 puntos porcentuales y obtuvieron la mayoría absoluta en el Parlamento por segunda vez en su historia. Si completa este mandato, un gobierno socialista habrá regido los destinos del país durante cerca de dos tercios de este siglo. 

Como siempre, hay explicaciones potenciales de corto y largo plazo para este resultado. Las de corto plazo conducirán a un considerable examen de conciencia. ¿Estaban genuinamente tan reñidas las elecciones como lo mostraban las encuestas hasta la semana anterior al 30 de enero, o esto era algo fabricado por métodos potencialmente defectuosos y/o su amplificación por los medios? Quizás nunca lo sepamos.

Pero las consecuencias previsibles de esa aparente cercanía han dado sus frutos. En primer lugar, aumentó la movilización: en un país donde la afluencia electoral viene experimentando un descenso secular, llegando a menos del promedio europeo, las elecciones de 2022 mostraron un repunte, el primero desde 2005, cuando quizás no casualmente los socialistas obtuvieron su mayoría absoluta previa.

En segundo lugar, hubo un voto estratégico: desde 2002, en promedio casi uno de cinco votantes tomó su decisión durante la semana anterior a la elección, y esta vez quienes se decidieron a último momento pueden haber optado por el PS para impedir un triunfo de la derecha. Como era de esperar, esto daña a los dos partidos principales a su izquierda: el Bloque de Izquierda (que cayó de 9,7% en 2019 a 4,5%) y el Partido Comunista (que pasó de 6,5% a 4,4%). Una vez más, solo los estudios poselectorales podrán confirmar las causas de este declive.

Portugal semi-aislado.

Las explicaciones estructurales y de largo plazo son quizás de mayor interés. En muchos países europeos, los partidos socialdemócratas experimentaron un desgaste dramático en las últimas dos décadas, impulsado por la reducción de su núcleo de votantes de clase obrera industrial, el incremento de una clase media educada y la aumento de la importancia de un eje autoritario-libertario de conflicto político. Como esbozó en forma profética Herbert Kitschelt en su clásico de 1994, The Transformation of European Social Democracy [La transformación de la socialdemocracia europea], esto creó complejos dilemas para los partidos socialdemócratas acerca respecto de cómo posicionarse, así como oportunidades para los partidos verdes, de nueva izquierda y de derecha radical.

Portugal, no obstante, permanece semiaislado de ese mundo. Los votantes de clase trabajadora todavía constituyen una enorme porción del electorado, aun para los estándares de por sí altos del sur de Europa. Solo cerca de 55% de la fuerza laboral portuguesa ha completado al menos su educación secundaria, el nivel más bajo de los 31 países europeos relevados. La dimensión socioeconómica de la competencia política –la redistribución y el papel del Estado– continúa siendo la más importante, algo que la Gran Recesión, la crisis de la eurozona, el salvataje de 2011-2013 y las políticas de austeridad asociadas pueden haber reforzado.

Los dilemas más significativos se han experimentado en cambio en el flanco derecho del sistema partidario. Durante la etapa anterior de la centroderecha en el gobierno (2011-2015), el liderazgo neoliberal de Pedro Passos Coelho y las medidas de austeridad impuestas por la troika (el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea) parecen haber llevado a los votantes a percibir cada vez más al PSD como ubicado demasiado a la derecha. El partido perdió parte de su habilidad para atraer a votantes mayores, menos educados y más pobres.

En consecuencia, el sucesor de Coelho, Rui Rio, pasó los últimos años tratando de reposicionar al PSD en un eje moderado y de centro, incluso como «socialdemócrata» (su nombre oficial refleja el clima en el momento de su formación, a comienzos de la revolución de 1974). Frente a la actual circunstancia, pareció una perspectiva sabia. Como suele suceder con los verdaderos dilemas, sin embargo, esto fue casi permanentemente resistido dentro del partido por el ala más neoliberal, al tiempo que hacia afuera se creaban oportunidades de competencia para la derecha.

El nuevo partido Iniciativa Liberal incrementó su presencia en el Parlamento en estas elecciones de uno a ocho parlamentarios con una plataforma de impuestos más bajos y menor intervención estatal. Esto, junto con el crecimiento de Chega!, resultó en una fragmentación de la derecha fragmentada, y de ahí la imposibilidad del PSD de avanzar electoralmente en 2022.

La cuadratura del círculo

El futuro presenta otros tipos de dilemas, pero esta vez para los socialistas en el gobierno (o para cualquier otro partido en el poder en un futuro cercano). Portugal continúa siendo un país con una desigualdad comparativamente alta en términos de ingresos y (en particular) de riqueza, que todavía sufre las consecuencias –socialmente asimétricas– de la pandemia. Su fuerza laboral muestra un desfase en la calificación laboral, la productividad está 25% por debajo del promedio de los 27 Estados de la Unión Europea (y continúa cayendo), y la inversión en educación,investigacióny desarrollo y cuidado infantil y educación temprana se han estancado, en el mejor de los casos, durante la última década. 

Si un gobierno socialista agobiado por la deuda (más de 130% del PIB) y la baja capacidad tributaria será capaz de cuadrar el círculo satisfaciendo las necesidades sociales inmediatas de su electorado y, al mismo tiempo, de invertir en el futuro, es algo que sigue siendo, en el mejor de los casos, incierto, y en el peor escenario, algo improbable.

 Fuente: Social Europe Traducción: María Alejandra Cucchi

La prioridad es profundizar la integración y la defensa de la democracia

Los diputados del Parlasur del Frente de Todos se reunieron para establecer las prioridades en la agenda de actividades en el Parlamento del Mercosur. El encuentro se realizó en la sede de la UMET y se establecieron como prioritarios los proyectos sobre integración y defensa de la democracia en la región, previendo la participación del Observatorio de la Democracia en las elecciones que se desarrollarán este año. Además, se informó que en la primera sesión plenaria de marzo participará el canciller Santiago Cafiero. En el marco de la "Agenda Malvinas 40 años", el FdT también se comprometió a realizar actividades en el Parlamento y otros ámbitos internacionales para conmemorar los 189 años de la ocupación ilegítima de las Islas Malvinas por el Reino Unido. Participaron el presidente del bloque Víctor Santa María, Oscar Laborde, vicepresidente del Parlasur y Cecilia Britto, jefa de la delegación argentina, entre otros.

(Servicio de Información del Sistema Económico para America Latina (SELA))

Angustia y desconfianza

Si hablamos de percepciones, sensaciones y emociones valdría preguntarse ¿Como vivimos?

La ONU advierte de que la humanidad se siente angustiada

Seis de cada siete personas en el mundo presentaban ansiedad e incertidumbre antes de la covid-19, pese a los progresos existentes en desarrollo humano, según informa hoy el PNUD. Con la pandemia, los conflictos crecientes y la crisis climática todo es ahora peor: una vida acomodada ya no es garantía de tranquilidad.

En un artículo publicado en el diario “El País de España”, escrito por Alejandra Agudo, Reportera del mencionado diario Ibérico, especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Tiene experiencia en radio (RNE y SER). Es licenciada en periodismo por la Universidad Complutense, afirma que “ En 2021, a pesar de alcanzarse el PIB más alto de la historia y de la creciente disponibilidad de vacunas contra la covid-19, la esperanza de vida se redujo 1,5 años a nivel global. Hoy, una sexta parte de la humanidad, 1.200 millones de personas, vive en territorios afectados por conflictos. El número de refugiados y desplazados por guerras y violencias alcanzó en 2020 una cifra récord (otro año más) de 82,4 millones. Una mujer o niña es asesinada cada 11 minutos en el mundo por su pareja o algún pariente. Cada día, 2.400 millones de almas se levantan sin saber si comerán antes de acabar la jornada, 800 millones pasan hambre. El calentamiento global amenaza la vida de 40 millones, que podrían fallecer por las altas temperaturas, la mayoría en países en vías de desarrollo.”

La humanidad tenía motivos suficientes para sentirse angustiada incluso antes de que la covid-19 irrumpiese en nuestras vidas. También para lo contrario. Pero el progreso experimentado en el siglo XXI no fue suficiente para mitigar la sensación de incertidumbre e injusticia desencadenada por la creciente desigualdad y el cambio climático. Estos son los factores que destaca el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para explicar que seis de cada siete ciudadanos del planeta experimentaron sentimientos de inseguridad, según un estudio publicado este martes. Y la pandemia, estiman, ha empeorado esa sensación.

Los ciudadanos ya no confían en el futuro aunque, según los indicadores de desarrollo tradicionales, somos la generación más rica en la historia de la humanidad, disponemos de tecnologías extraordinarias y nuestros niveles de educación son más altos que nunca”, explica por videollamada desde Nueva York el administrador del PNUD, Achim Steiner. Los datos que arroja el informe Nuevas amenazas a la seguridad en la era del Antropoceno, cuestionan la idea de que el desarrollo reduce la inseguridad. “El sentimiento es subjetivo, pero el dato de cuánta gente lo experimenta es empírico”, defiende el experto. Una vida acomodada ya no es garantía de tranquilidad. “Países con algunos de los niveles más elevados de buena salud, riqueza y enseñanza muestran mayor grado de ansiedad incluso que hace diez años”, apunta el documento. La desigualdad, la injusticia, los conflictos y el cambio climático eran los grandes generadores de incertidumbre, según el organismo de la ONU. A esa lista se ha sumado la pandemia.

En este sentido, el PNUD subraya que la elevada sensación de inseguridad humana apunta a las limitaciones de evaluar políticas y medir el progreso observando únicamente indicadores económicos. “La seguridad humana consiste en vivir libre de necesidades, del miedo y de la indignidad. Se trata de proteger lo que más nos importa a los humanos en nuestras vidas”, recuerdan los autores del documento sobre la definición de la ONU, de 2012.

El Programa de la ONU para el Desarrollo subraya de nuevo en este informe que estamos en la era del Antropoceno, lo que significa que el ser humano es responsable de lo que sucede en el planeta, para mal –el cambio climático, las guerras, la desigualdad– o para bien. “Todo depende de las decisiones que se tomen”, anota. “Enfrentar los desafíos y riesgos globales compitiendo unos con otros no tiene posibilidades de éxito. La solidaridad tiene que estar en el centro, porque somos interdependientes. El reto es poder traducir los riesgos en algo que fortalezca nuestra capacidad para abordarlos juntos”.

Un Informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sostiene que “nueve de cada diez personas desconfían de los demás” , en América Latina.

La confianza es el problema más acuciante y, sin embargo, el menos abordado al que se enfrenta América Latina y el Caribe. Ya se trate de los demás, del gobierno o de las empresas, la confianza en la región es menor que en cualquier otra parte del mundo. Las consecuencias económicas y políticas de la desconfianza se propagan a toda la sociedad. La desconfianza reduce el crecimiento y la innovación: la inversión, la iniciativa empresarial y el empleo florecen cuando las empresas y el gobierno, los trabajadores y los empleadores, los bancos y prestatarios, así como los consumidores y productores confían unos en otros. Por otro lado, la confianza dentro de las organizaciones del sector privado y público es esencial para la colaboración y la innovación. La desconfianza distorsiona la toma de decisiones democrática. Impide que los ciudadanos exijan mejores servicios públicos e infraestructura, y que se unan entre sí para controlar la corrupción; asimismo, reduce sus incentivos para hacer sacrificios colectivos que benefician a todos. La buena noticia es que los gobiernos pueden aumentar la confianza ciudadana con promesas más claras sobre lo que los ciudadanos pueden esperar de ellos, con reformas del sector público que les permitan cumplir sus promesas y con reformas institucionales que refuercen los compromisos que los ciudadanos contraigan unos con otros. Este libro orienta a los responsables de la toma de decisiones en su esfuerzo para incorporar la confianza y la cohesión social en las reformas integrales necesarias para abordar los retos más difíciles de la región.

La política más que la comunicación

El experimentado periodista Washington Uranga, especialista en temas religiosos, éticos y comunicacionales, escribe en página 12 (Tomado de Prensa Ecuménica (PE))


Una encuesta de la consultora Analogías realizada en enero pasado revela que, en medio del debate por las negociaciones de la Argentina con FMI, más de la mitad de quienes respondieron (56,8%) o no saben quién contrajo la deuda (30,8%) o, aún más grave, le adjudican esa responsabilidad al gobierno del presidente Alberto Fernández (26,0%). Menos de la mitad (43,3%) respondieron que fue el gobierno de Mauricio Macri quien tomó la deuda con el FMI.

Un análisis primario del dato puede atribuir ese resultado al manejo de la información que hacen los grupos y los medios corporativos en alianza con los grupos de poder y la oposición política. La desinformación y las fake news constituyen una práctica habitual, un estilo de comunicación y una manera de hacer política siempre bajo la tan falsa como pretendida objetividad y enarbolando la bandera de la libertad de expresión.

Pero, por cierta, la consideración anterior no es sino parte de la verdad. Porque para que más de la mitad de la ciudadanía de nuestro país no pueda atribuir a Mauricio Macri y a los suyos la responsabilidad del mayor flagelo que hoy tiene la economía –y por ende la vida cotidiana de los argentinos y las argentinas- tienen que confluir varios factores no limitados apenas a la información falsa, fragmentada o mal intencionada. Dicho esto sin minimizar la incidencia de un discurso machacón de la oposición empeñado en negar toda responsabilidad sobre la deuda para alimentar a los medios “independientes” que multiplican esos argumentos.

No obstante nada de esto puede dejar de lado la responsabilidad política de las agrupaciones y dirigentes que integran el Frente de Todos. Si la ciudadanía no ha incorporado de manera mayoritaria y contundente que el macrismo y sus aliados son los únicos responsables de contraer la deuda externa argentina es porque la cuestión no se ha planteado con claridad, porque no se instrumentaron los mecanismos y los dispositivos para hacerlo.

Una vez más se puede volver sobre la crítica a la comunicación del gobierno. No es desacertado hacerlo, porque el oficialismo –que ha ensayado estrategias cambiantes- sigue sin atinar en la materia. Una y otra vez se reincide en los mismos errores: la oportunidad, la forma, el estilo, las vocerías y los interlocutores que se seleccionan.

Pero más allá de lo anterior si lo que Analogías constata en su estudio refleja de manera certera lo que anida en la conciencia de la ciudadanía, es evidente que más allá de lo comunicacional las fallas radican en la manera de hacer política.

Porque en definitiva lo que no se logra es que las mayorías se apropien de un sentido colectivo, que es político y cultural, que permita discernir de manera autónoma para tener en claro quiénes son los que perjudican sus intereses o están en contra de ellos. Esa es en definitiva la cuestión.

El problema es de contenido político y de la manera de ejercer la política. Esa es la explicación que está detrás de lo comunicacional y que justifica por qué –a pesar de lo sufrido durante el gobierno de Mauricio Macri- una parte demasiado importante de quienes votan –también los más pobres y perjudicados- reincide todavía hoy en sufragar por la oposición. No se trata del “síndrome de Estocolmo” o de alguna otra figura a la que se recurre para explicar algo que resulta más sencillo.

La Argentina atraviesa una importante crisis política y de construcción de sentidos colectivos que impide crecer en capacidad de análisis sobre lo que nos sucede. Solo una renovación de la política, de sus propósitos y de sus métodos, puede permitir un salto cualitativo en la materia. Y de ello dependen también los resultados electorales. No sirve echarle entonces toda la culpa a la comunicación si la política no reacciona y se hace cargo de su cuota parte.

Como se piensa

El asunto radical esta en nuestras cabezas. En los modelos que escogemos para interpretar las experiencias. En los deseos, muchas veces caóticos, contradictorios, incoherentes que movilizan nuestros intereses y decisiones. En las emociones cambiantes y contradictorias. En los pre-juicios y los miedos que se manifiestan hacia otros en desconfianza, violencia, odio, actitudes de sobrevaloración de lo propio e infravaloración del otro. En aquellos mas débiles, precisamente las actitudes de contra frente, los pre-juicios y miedos autodestructivos, histéricos, depresivos, confusos, que nos producen sensaciones e ideas de infravaloración individual. Como siempre, las tensiones nunca se definen del todo en sus extremos, propenden a algún tipo de equilibrio que no siempre se logra en un punto que produzca un balance positivo sino y por el contrario, colocarnos con algunos como débiles y con otros empoderados, sin reconocer que ambas bases, el origen de ambas actitudes son nuestros temores.


Todo está en nuestras cabezas. Hay fuera de ella una realidad que nos “invade” de mensajes. Esos mensajes se mezclan con todo eso que tensiona dentro. ¿Como encontrar una “luz”, una “Señal” que guie a nuestros pensamientos para equilibrar de formas mas positivas y generosas, solidarias y equitativas en el amor que equilibra lo propio con el otro, que busca no hacer daño y reparar y ofrecer ayuda donde es necesario?

En tiempo de angustias, depresiones y desconfianza, una de las herramientas mas efectivas para orientarnos es el conocimiento que permite, en el uso de la razón lógica y las inteligencias humanas, distinguir lo propio de lo ajeno. No solo en reflexiones que nos ayuden a diferenciar lo propio de los de los demás, de la sociedad de la que formamos parte, del mundo en el que vivimos, de esa realidad imposible que se manifiesta al conocimiento siempre en fragmentos, sino que ademas nos confiera una consciencia de “Si mismo” que descubra esos temores que no nos permiten identificar en la realidad, lo cierto, sino mas bien acomodarlo a nuestras emociones e intereses, a nuestros miedos para aplacarlos en seguridades ilusorias, para no ver que no hay posibilidad de buena vida en el egocentrismo y el “yo mismo”. “Lo humano” solo se manifiesta en realciones entre humanos, en comunidad, en un orden social que nos damos donde prime la confianza y el espíritu de solidaridad y encuentro con el otro. Mientras individualmente no despeguemos de toda invitación a superponer el ego a cualquier otra construcción mas humana del “yo”, las guerras y los conflictos que producen desconfianza y temor, seguirán primando en nuestras relaciones haciendo de la vida algo cada vez mas insoportable. Solo en una comunidad que priorice el bien común, el amor se manifiesta en un orden positivo, y los supuestos desarrollos se traducen en un bien para todos.

Nadie se salva solo. Que cada quién haga su parte,

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

Comentarios

Entradas populares de este blog