Los hilos invisibles e indestructibles de la trama humana
Entrevista al ministro de Justicia
Felipe Celesia, periodista redactor en Telam, produjo el reportaje al Ministro de Justicia.
El
ministro de Justicia y Derechos Humanos, Martín Soria, confía en
que las reformas del Poder Judicial que postula el Gobierno se
lograrán aprobar en el Congreso Nacional por el desprestigio que
rodea a la oposición ante la evidencia de que se "armaban"
causas contra funcionarios y dirigentes durante la gestión
macrista.
"El 2021 es el año en que se cayeron las
caretas", afirma este patagónico de 46 años que llegó al
cargo en abril del año pasado luego de denunciar las reuniones de
jueces y fiscales afines a gobierno de Cambiemos, tanto en la
residencia presidencial de Olivos como en los despachos de la Casa
Rosada.
Soria
recibe a Télam en el quinto piso del Ministerio, sin colaboradores,
con saco y corbata, un equipo de mate sobre el escritorio y una pila
de apuntes que prueban, según considera, el mal desempeño de la
Corte Suprema y el Ministerio Público Fiscal, dos instituciones
clave y pilares en el sistema de justicia.
El diálogo
forma parte de la serie de entrevistas de esta agencia con los
miembros del Gabinete Nacional para trazar un balance de gestión y
fijar las metas para el 2022.
-Télam:
A menos de un año de haber asumido en el Ministerio de Justicia,
¿qué balance hace de su gestión?
-Martín Soria: Muy
positivo. La verdad es que es muy diferente a todos los lugares en
los que la política me llevó. Muy diferente a ser legislador
provincial, a ser jefe comunal, intendente dos períodos o ser
diputado nacional. Ser ministro de la Nación es toda una
responsabilidad en un momento en que la justicia argentina, como
siempre digo, está en un punto de inflexión. Lo dijo el presidente
Alberto Fernández el día que asumió, cuando hablaba de esa
justicia que actuaba de acuerdo a los vientos políticos de turno o
desde los sótanos de la democracia. Parecía una premonición, en
aquel diciembre de 2019 cuando asumía Alberto Fernández y Cristina
Fernández de Kirchner, de todo aquello que vimos el año pasado. El
2021 fue el año de la comprobación de muchas de las cosas de las
que hablaban Alberto y Cristina durante el período 2015-2019.
-T:
¿Qué agenda tiene el Gobierno para este punto de inflexión en la
Justicia?
-MS: 2021 fue el año de la comprobación, de
las pruebas. Todos sabíamos que existía una mesa judicial que
estaba integrada por la pata mediática, los funcionarios de Mauricio
Macri y una parte de la justicia. Jueces, fiscales y camaristas que
entraban y salían a escondidas de la Casa Rosada y Olivos. Este va a
ser el año de las grandes reformas, lo digo porque en el 2021,
además de ser la continuidad de ese 2020 en el que irrumpió la
pandemia a nivel global y trastocó todos los planes de nuestro
gobierno, se sumó un factor político que fueron las elecciones
legislativas. Todos sabemos que en las elecciones legislativas es muy
difícil alcanzar los consensos y generar debates para lograr
reformas estructurales profundas. En el caso de la justicia argentina
estamos en el punto de inflexión. Nunca antes tuvimos las pruebas de
cómo sumergieron en este desprestigio institucional a la justicia a
partir de 2015, con la llegada de Mauricio Macri al poder. Tenemos
todos los procesos de reforma que los ha anunciado el Presidente y en
los que estamos trabajando: Ministerio Público Fiscal, batimos un
récord con un procurador interino que ha estado tanto tiempo,
estamos hablando del jefe de los fiscales. Además, tenemos la
reforma que ha anunciado el Presidente acerca del funcionamiento de
la Corte Suprema. El Presidente ha sido muy claro, contundente, sobre
la necesidad de darnos el debate del funcionamiento de la
Corte, que tiene una estructura de más de 150 años y siempre
igual.
Es tiempo de sacar, mejorar, aggiornar la cúpula, la cumbre del Poder Judicial. No olvidemos que la mesa judicial de Mauricio Macri arranca, creo yo, con una de las degradaciones institucionales más graves que tuvo la democracia argentina que fue, nada más ni nada menos al comienzo de su gobierno, cuando por decreto -nunca antes un presidente de la democracia se animó a tanto- designa en comisión dos jueces de la Corte. Nunca antes visto. Esa mancha, que hoy lleva la Corte Suprema, nos merece, como dice el Presidente, un debate profundo acerca de qué justicia queremos. Esta justicia comandada desde Olivos y la Rosada o cruzada por el espionaje ilegal; o una justicia con jueces probos, independientes, imparciales, ese es el debate de fondo: qué Justicia queremos. Y en eso, el Presidente ha sido muy claro.
La
insistencia en la postulación del juez federal Daniel Rafecas como
jefe de los fiscales y la reforma del organismo acusatorio son dos
objetivos centrales de la agenda del ministro de Justicia y Derechos
Humanos, quien considera "completamente irregular" que el
procurador interino, Eduardo Casal, siga en el cargo.
"Vamos
a seguir insistiendo con la necesidad de quitar esta situación
totalmente irregular que es tener como jefe de los fiscales a una
persona que no fue elegida por el Presidente y una persona que, como
todos sabemos, era una de las personas que ingresaba escondida a la
Casa Rosada", definió el funcionario en entrevista exclusiva
con Télam.
Y agregó: "En este año que terminó
hemos logrado, en función no sólo de la necesidad de la postulación
de Daniel Rafecas para la procuración sino también en el
entendimiento de que hay que modificar el funcionamiento del
Ministerio Público Fiscal, avanzar en la ley que tiene media sanción
del Senado" de la Nación.
Soria también recordó
que "a 48 horas de que la comisión mixta de Asuntos
Constitucionales-Justicia lograra el dictamen de mayoría para
modificar la ley del Ministerio Público Fiscal, salió la oposición
a gritar ´traigan el pliego del postulante a la procuración que
nosotros lo aprobamos´".
"Hay que ver qué
hacen ahora. La pelota ahora está del lado de la oposición. Una
oposición que durante el 2020-2021 no sólo siguió obstruyendo sino
que hizo un concurso a ver quién era más opositor. Así es muy
difícil avanzar en un proceso de reforma", lamentó el
funcionario.
-T:
¿Cómo se hacen esas reformas profundas en la Justicia sin mayoría
parlamentaria?
-MS: Pensemos cuál va a ser el discurso de
(María Eugenia) Vidal. El 2021 es el año en que se cayeron las
caretas, se cayeron las máscaras, empezaron a aparecer las pruebas,
los encuentros clandestinos entre camaristas, jueces, fiscales con el
presidente en Olivos y la Rosada. Reuniones que esos jueces, fiscales
y camaristas tenían que anunciar; por eso el Ministerio del Interior
llevó un registro oficial de visitas. No es normal, no es habitual,
como quieren hacer parecer, que un juez que tiene una causa para la
tapa de Clarín o La Nación se junte -48 horas antes de dictar una
prisión preventiva a un dirigente de la oposición- en la Casa
Rosada o en Olivos. No es normal. En un país con las instituciones
funcionando bien eso no debería pasar. En este 2021 aparecieron esas
pruebas. El broche de oro, sin lugar a dudas, es el video, el famoso
video del que todos hablan hoy, en donde el ministro de Trabajo de la
gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, con espías, con
senadores, con intendentes, se junta con empresarios y les explica
cómo iban a avanzar contra empleados públicos, contra los
sindicalistas, contra los opositores y les explica que ellos tienen
que robustecer las causas penales para poder encarcelarlos, para
poder perseguirlos. En otros países esto costó el cargo a un
presidente. ¿Ustedes se imaginan si en un gobierno peronista, en el
de Cristina o Alberto, apareciera un video de esta naturaleza lo que
sería?
Bueno, el video está, se filmó en la época de
Macri-Vidal. Me imagino cuando llevemos al recinto, ya sea en el
Senado o en la Cámara de Diputados, y queramos debatir en serio,
darnos el debate en serio acerca de qué justicia queremos ¿qué va
a decir Vidal? ¿Que la justicia siempre funcionó bárbaro? El 2021
es el año en el que se cayeron las caretas, el año que en el que
terminamos de comprobar lo que sucedió durante el macrismo, de esa
manipulación de sectores de la Justicia, la manipulación de la
opinión pública a través de algunos medios de comunicación.
Hablamos de sectores de la Justicia porque no todos los jueces, no
todos los fiscales ni todos los camaristas se prestaron a este
manoseo, a esta manipulación que se vio en Olivos y la Rosada
durante el macrismo.
Soria
consideró que la decisión de la Corte de declarar inconstitucional
la composición del Consejo de la Magistratura fue una decisión
"política" del alto Tribunal con deficiencias
jurídicas.
"En el fallo uno de los jueces les dice a
los otros que una ley que fue reemplazada por otra no puede volver a
ser puesta en funciones por un juez. Esto se lo dice el juez
Lorenzetti (Ricardo) a sus pares. Ese es el nivel en el que se
encuentra hoy la Corte Suprema", criticó Soria.
La
Corte definió que la composición del Consejo es inconstitucional y
que se debe volver a la conformación de 1999, aún cuando una
reforma parlamentaria sancionó su integración en 2006.
"La
tenían desde el 2017 en un cajón (el pedido de
inconstitucionalidad) y la sacaron ahora para volver a poner en
funcionamiento una estructura del Consejo que fue declarado abstracto
porque el Congreso sancionó una nueva ley. Inédito", dijo el
ministro en diálogo exclusivo con Télam.
Luego amplió
que "tuvieron casi desde el 2016, 2017 hasta fines de 2021 para
resolver y resuelven aplicando una ley de mucho antes de 2006, de
1999, para que la cabeza del Consejo de la Magistratura quede en
manos del actual presidente de la Corte Suprema".
Y
culminó: "Fallo más político que ese creo que no vamos a
encontrar".
-T: ¿Están analizando candidatas a la Corte o todavía no llegaron a esa instancia?
-MS: Obviamente estamos buscando el momento ideal para todos esos anuncios. Esos tiempos exceden incluso a los tiempos de un ministro. Pero tenemos que decirlo. Algunos dicen "se reunió con la Corte y los atacó". No. Hablar de la realidad, mostrar la realidad, analizar la realidad no es atacar. Nuestra Corte también ha sufrido la degradación institucional, ya desde el mismo momento en que asume Mauricio Macri pone dos jueces por decreto. Desde ese momento y de ese tiempo a esta parte, lo que estamos viendo es una Corte Suprema en que, por primera vez en 17 años, no hay una mujer. Una Corte en la que el federalismo es una vaga idea. Hoy tenemos una Corte que sólo está representada por Córdoba, Santa Fe y Capital Federal... Iba a decir Clarín pero es Capital Federal, me refiero al doctor (Carlos) Rosenkrantz. Esta es la realidad. No hay federalismo, no hay una visión de paridad de género dentro del superior tribunal de justicia de todos los argentinos y argentinas.
Los
organismos de Derechos Humanos mantienen vivo el reclamo para que se
dinamicen los juicios a represores por delitos de lesa humanidad que
vienen perdiendo impulso en los últimos años aunque siguen
surgiendo pruebas de responsabilidad criminal de civiles y
militares.
En entrevista exclusiva con Télam, el ministro
de Justicia y Derechos Humanos, Martín Soria, promete "trabajar",
muestra índices y subraya la meta de seguir profundizando el
compromiso del gobierno con los procesos de Memoria, Verdad y
Justicia.
"2021
fue el año en que marcamos récords en materia de causas de lesa
humanidad", señala el ministro, aunque reconoce que "las
leyes reparatorios durante muchos años en la Argentina fue un tema
pendiente".
Soria recordó que Germán Garavano, el
ministro de Justicia de Mauricio Macri, "por resolución intentó
bajar el monto de resarcimientos económicos a los familiares y a las
personas que fueron víctimas de la dictadura".
"Este
año (2021), batimos récords en cantidad de leyes reparatorias,
expedientes que salieron y resarcimientos a víctimas y familiares"
aseguró el ministro y señaló que "esperamos en este 2022
redoblar el esfuerzo para batir el record que batimos en 2021".
La entrevista completa: https://youtu.be/-fP-D_QacX4
de París VIII y Limoges, Francia. Escribe: “La institución argentina” Una primera versión de este texto fue publicada como “Organización formal e institución invisible”, Anal yses, 33, Université de Paris VIII, 1997, ACTUALIZADA PARA LA REVISTA margen N° 103 – diciembre de 2021
Enigma
Cuando
Sarmiento escribe el Facundo lo hace con la intención de construir
una respuesta para lo que considera el “enigma de la organización
política argentina”. En un párrafo de particular interés para la
teoría de la institución explica el problema mediante el auxilio de
la dialéctica: “cuando un pueblo entra en revolución –dice–,
dos intereses opuestos luchan en principio: el revolucionario y el
conservador...”. Identifica a estas dos fuerzas presentes en el
origen de la República con los bandos realista, por un lado, y
patriota por el otro. Considera luego que “natural es que después
del triunfo el partido vencedor se subdivida en facciones de
moderados y exaltados; los unos que querrían llevar la
revolución en todas sus consecuencias; los otros que querrían
mantenerla en ciertos límites” . En el caso argentino, la forma
que adquiere esta segunda contradicción se corresponde con la
división entre las posiciones que encabezan Saavedra y Moreno
respectivamente, el primero liderando las fuerzas que tienden a una
institucionalización más o menos inmediata, el segundo
representando aquellas que resisten caer en el molde de una forma
instituida.
Estas alternativas se corresponden con la distinción entre los modos de acción institucional y contra institucional, respectivamente.
La
acción institucional se define por su tendencia a la estasis, la
cual se intenta lograr mediante la materialización de una forma
organizada que se quiere permanente. En este sentido, el propósito
de la acción institucional es dar por finalizado el movimiento
revolucionario para pasar a la constitución de una nueva legalidad
(“ciertos límites”).
Por oposición, la acción contra
institucional pretende la continuación del movimiento, prolongando
la crítica del antiguo orden e impidiendo que la historia se
detenga. Si la anterior acción, la institucional, tiende al retorno
de lo instituido bajo la forma de una nueva institución, la acción
contra institucional significa la prolongación del momento
instituyente. Por esta razón no debe entenderse al término contra
como una negación lisa y llana de la institución en tanto forma de
sociabilidad. Significa sí la resistencia a abandonar la situación
de experimentación social que suponen los momentos de crisis y
cambio. Con el término contra institución, la corriente del
Análisis Institucional busca denominar aquellas formas de
organización que suponen en sí mismas una crítica en acto,
precisamente a las formas de organización vigentes; como por ejemplo
los clubes que tuvieron lugar durante la revolución Francesa.
Indexado al movimiento contracultural norteamericano de fines de
nuestros años 60 (siglo XX), así como al “mayo francés” de la
misma época, el término contra institución se carga de
connotaciones opositivas que lo desvían de su sentido propositivo.
Resulta mejor denominar a este aspecto del proceso institucional con
el nombre de acción instituyente, pues es esto lo que viene a
significar.
Una tercera entidad
Hasta
este punto del análisis que hace Sarmiento con la identificación de
la dimensión de lo instituido, de la acción instituyente y de la
acción institucional, las cosas parecieran seguir el curso de un
devenir conocido según una lectura hegeliana de la historia. Tras
abundar sobre las posibilidades que plantea la dialéctica de las
revoluciones, Sarmiento pasa a descubrir lo que a su entender es la
particularidad del caso argentino. El hecho insospechado lo
constituye el surgimiento de una fuerza distinta que “se desprende
de inmediato, forma una tercera entidad, se muestra indiferentemente
hostil a unos y a otros combatientes...”; continúa explicando que
“esta fuerza que se separa es heterogénea, la sociedad que la
encierra no ha conocido hasta ahora su existencia y la revolución ha
servido para que se muestre y se desenvuelva” (58). Ya no se trata
de la oposición entre fuerzas antagónicas, del posterior triunfo de
una de las partes y su consecuente subdivisión en un nuevo juego de
oposiciones. Ese hubiera sido el devenir natural (dialéctico) de la
historia. El problema para Sarmiento lo constituye aquello que según
Castoriadis “irrumpe y se pone al trabajo con las manos desnudas en
los momentos de revolución” . Se trata de la emergencia de
lo desconocido, de lo inesperado y a la vez indeseado, que viene
a estropear la escena.
¿Cuál es su naturaleza?
En 1845
Sarmiento vive en el exilio en Chile. Cinco años atrás cruzó la
cordillera vía al destierro. En la Argentina, tras treinta y cinco
años de vida política independiente, continúan las luchas por la
organización nacional. Rosas gobierna Buenos Aires con mano dura y
Sarmiento lo ataca desde su trinchera en la prensa transandina donde
escribe regularmente. Ese año, el diario El Progreso publica en
tiradas periódicas la primer aparición de Civilización y Barbarie
- vida de Juan Facundo Quiroga. Ya se sabe que no se trata de una
biografía: “¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que
sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes
a
explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que
desangran las entrañas de un noble pueblo!”. Desde la teatral
apertura con la que se inicia la Introducción del texto, queda
explícito que el Facundo no es la biografía del caudillo montonero
sino una sombra convocada, una imagen construida por Sarmiento para
atacar a Rosas. La intención que mueve su pluma es la de explicar y
dar cuenta ante el mundo civilizado –Europa, Francia– la
naturaleza de esa extraña fuerza heterogénea, “exceso de vida”
que se ha apoderado del país, con lo cual espera sumar consenso
internacional contra el régimen.
Sarmiento no oculta sus
implicaciones, las expone en exergo: al conocido comienzo del libro
lo precede una cita de Villemain donde se reclama el compromiso del
historiador cuya “justicia imparcial no debe ser impasible”.
A
esta exposición de la implicación ideológica el autor agrega el
enunciado de su implicación política: en carta dirigida a Valentín
Alsina y agregada a la segunda edición, explica que escribió la
obra con “propósitos de acción inmediata y militante” (16).
Facundo entonces no es Facundo sino Juan Manuel de Rosas y, por
detrás de éste, es la condensación de la barbarie nativa que a su
entender impide la realización de la idea republicana. En la lógica
de Sarmiento, en el caudillo se condensa el carácter del pueblo que
lo sigue, Quiroga (Rosas) es expresión fiel de la manera de ser de
un pueblo, de sus “instintos”. A su vez, el carácter de ese
pueblo está sobredeterminado por el medio en que vive y por los
medios con que vive. Con esta lógica se organiza la estructura del
libro, de modo que para responder sobre la naturaleza social de esa
fuerza extraña que se condensa en el caudillo, hay que conocer el
medio en la que se gesta: el campo.
Fluido
Libros,
trajes europeos, espíritu municipal, juzgados, talleres de arte,
tiendas del comercio...
Matemáticas, Idiomas Vivos, Derecho
Público, Física, Dibujo, Música...; la silla inglesa, grandes
empresas comerciales, magníficos templos y oradores de nota; las
comodidades del lujo, la elegancia en los modales, el refinamiento de
las costumbres, la vida civilizada y la poesía culta… "tanta
civilización" –escribe Sarmiento– es la que encierran las
ciudades. También hay escuelas y colegios, educación y progreso y
bibliotecas particulares; hay compañías permanentes de actores,
además de las semillas de la igualdad de clases junto al frac y la
levita y el cultivo de las letras...; torres, cúpulas, la capa, el
teatro... Educación moral y religiosa pero reformista,
abogados, gente decente, médicos, literatos, priores y talentos
diplomáticos. Sacerdotes pero ilustres, militares y generales pero
serenos, letrados, clero secular, obispos aunque sabios así como
deanes ilustrados y liberales.
La ciudad –así la resalta
Sarmiento– es el orden civil, la civilización. Y cita los elogios
de la prensa londinense por aquellas ciudades argentinas “que
manifiestan las mejores disposiciones
para hacer progresos en la civilización (...) en la marcha de la
reforma social (donde) se han adoptado varias de las nuevas
instituciones”. Si la ciudad es las instituciones, por ellas se la
conocerá; pues las hay conservadoras, monacales, ensimismadas y
estacionarias como la docta Córdoba, cuyo habitante desdeña
pasearse a lo largo de la cañada que fluye para preferir girar en
torno del agua estanca de un lago artificial que concentra un cenador
majestuoso pero inmóvil.
Como Miller, Sarmiento ama lo que
fluye, desde la cañada y la acequia hasta el río navegable y el
libre cambio de ideas y mercancías. Por el contrario, las
instituciones cordobesas son claustros medioevales y jesuíticos
donde reina un espíritu “monacal y escolástico” que en la
Universidad lleva a despreciar al utilitarista Bentham y preferir al
vaticano cardenal de Luca. Esa Córdoba es la ciudad del orden
instituido, del “quietismo secular de la España”.
Estanco
El campo es la contradicción de la ciudad. El campo inculto es el mal y en la Argentina ese mal es extenso, “el desierto la rodea por todas partes y se le insinúa en las entrañas” . El problema de nuestras ciudades -dice- es que tienen por límite natural al desierto, distinto sería si cultivaran sus alrededores para atenuar el soplo de barbarie que les llega de las pampas. Sarmiento remarca la costumbre del colono europeo que en otras latitudes rodea su cabaña de un jardín y circunda su pueblo de sembradíos. Por el contrario, el rancho argentino tiene la pampa por patio y a la ciudad la asedia el desierto. El desierto como límite es el problema del desierto de límites. Esta ausencia determina lo inconmensurable “donde no se sabe el punto en que el mundo acaba y principia el cielo”, y lo ilimitado como el río “sin ribera opuesta” donde se baña Buenos Aires. Esta presencia de la ausencia es la madre de casi todos nuestros males, lo propio de la naturaleza argentina. Aunque habitado por hombres, ese campo está desierto de instituciones, en su defecto hay instinto y a él quedan abandonados quienes lo habitan. Las pocas instituciones que puedan haber traído de España o las ciudades, en este medio se corrompen, se degradan, desaparecen o se reducen a su mínima expresión. El desierto es refractario a la institución. Como consecuencia, la naturaleza argentina se vuelve naturaleza del argentino, el medio se hace modo. La naturaleza trabaja al hombre y no el hombre a la naturaleza, como es el caso cuando hay Progreso. Así, el gaucho resulta más cercano al caballo que al caballero, más afecto a su montura que a su mujer. Si posee alguna organización o sociedad es para nada, carente de otro objetivo que no sea intercambiar noticias, destrezas y vituallas, siquiera mujeres.
Modo de acción no institucional
Sarmiento
carga las tintas y dibuja un gaucho bárbaro en máximo contraste con
la institución. Lo que se delinea con este gesto no representa sin
embargo a la contra institución, no se trata de aquella instancia
revolucionaria donde se intenta mantener la experiencia instituyente.
Continuando con la diferenciación que plantea Lourau, se trata aquí
de la acción no institucional. Se trata, ahora sí, del rechazo a la
prescripción de la ley, de la negación de la dimensión
institucional como campo de posibilidad de lo social. Es el fuera de
la ley, o la vida a sus orillas, pronta a resbalar hacia la otra
orilla que no es. A esta acción no institucional, tercer modo de
relación con la institución, Sarmiento la denomina “tercer
entidad”, “fuerza heterogénea”, hostil a todo proyecto, pues
el gaucho que él dibuja no acumula nada, salvo prestigio de gaucho.
Su núcleo social son los almacenes de campo (pulperías), donde se
juega, canta y bebe y se arriesga la vida sin sentido en competencias
de cuchillos y caballos. De este círculo emerge el gaucho malo, que
no es malo por maldad, sino por estar fuera de la ley por haber
tenido la desgracia de matar. Pues el gaucho no mata, marca; ése es
el signo de su poder. En su devenir podrá llegar a ser caudillo, no
sin antes pasar por las funciones oficiales de juez y de comandante
de campaña, títulos con los que la ciudad habrá intentado
cooptarlo, pero que en definitiva resultan lo inverso: la
barbarización de las instituciones de la civilidad.
La
estancia es el otro tipo de organización que existe en el campo, es
también la forma regresiva que va a adquirir la ciudad cuando la
barbarie logre penetrarla. Estacionaria y encerrada en sí misma, se
asemeja más a un feudo que a la factoría que Sarmiento quisiera.
Quieta, estanca, conservadora, es al mismo tiempo el lugar de refugio
para el gaucho malo. Las estancias se hallan
diseminadas por
toda la llanura, de modo que por falta de concentración “no tienen
necesidades públicas que satisfacer: en una palabra, no hay res
pública”; no hay República. Por oposición, el modo de gobierno
consustancial con la llanura y el desierto es el despotismo (así
“muchos filósofos lo han creído”) donde la autoridad de estilo
“asiático” –según Sarmiento– se adquiere por prestigio, y
el prestigio por destreza, sobre todo, en duelo de cuchillo. Si
contra este modo natural se alzare en el propio campo algún otro
poder social, será “momentáneo, democrático; ni se hereda ni
puede conservarse” por carecer de molde donde establecerse. Toda
organización posible se diluye en ese mar sin navegar que es la
pampa sin surcos, inculta. “Así pues –concluye– la
civilización es del todo irrealizable, la barbarie es normal”.
Sería necesario que “otro espíritu” habitara estas pampas. A
falta de ello, se impone una solución como la iniciada por
Rivadavia: “vaciar de golpe la Europa en la América y realizar en
diez años la obra que antes necesitaría el transcurso de siglos”
. Con esta fórmula se origina la institucionalidad argentina.
Sobre el vacío el vaciado.
La institución argentina Cristián Varela Margen: revista de trabajo social y ciencias sociales Año 2021, Número 103. https://www.margen.org/suscri/numero103.html
EL ALTERADO INFUSO
Verdugueador –jamás verdugo— imbatible, máxime cultor de ese unipersonal arte retórica, disparaba proyectiles explosivos desde su metralleta de palabras instalada sobre la perinola de la vida y en paralelo era capaz de hacer pie firme tanto en las superficies acuosas de la novela (que fueron once), en el ripio del cuento (otros tantos libros) o en las arenas movedizas de la poesía (siete libros). Nominado, por sí mismo, Fogwill (Quilmes 1941-Buenos Aires 2010) hizo de su apellido un shifter que lo señala capaz de generar y degenerar cualquier predicado. Propiedad del habla que, sin embargo, en la escritura adquiría una precisión milimétrica, sin lugar para florituras. Menos conocidos, más escasos que los textos narrativos y los versos, sin encuadrarse del todo en el género periodístico de la crónica, los escritos destinados a los medios gráficos podrían aproximarse a lo que se conoce como ensayo, sin terminar de serlo en términos convencionales.
Literarios sólo por provenir de quien los realizaba, aquellas notas fueron más que nada verdugueos, blindados dentro de una coraza de ironía, humor y ponzoña. Buena parte de las mismas fueron publicadas en una revista que tuvo su cuarto de hora entre 1982 y 1993, con una furtiva resurrección de nueve meses en 2000. Ambas aventuras periodísticas fundadas por un mercader de arte que hace un par de años debió indemnizar con una ponchada de dólares a los descendientes de León Ferrari por haberle afanado al artista una docena de obras. Más recientemente, al susodicho se lo vio como partiquino del show catódico propalado por Baby Etchecopar.
Con el nuevo siglo, Fogwill reconsidera el contenido de aquellas publicaciones post-dictatoriales como habiendo hecho “la tarea sucia de Bárbaro y Menem” (por Julio, el secretario de Cultura de Carlos Saúl, Presidente en aquel entonces). En 2000, sin embargo, el escritor acepta la propuesta del mercader de volver a escribir en sus páginas. Recargado, no se priva de nada, a punto tal que inaugura la serie con un frondoso verdugueo al mismísimo director de la empresa. Tal vez por ello sea plausible conjeturar que aquella haya sido la causa por la que nunca vieran la luz. Hasta ahora, cuando una valerosa, pequeña editorial las trae bajo el original título de Estados alterados.
Tras despacharse con insistente, entretenida vehemencia contra el mercader, Fogwill se dedica a lo que se le canta. Con una pormenorizada introducción académica de Silvia Schwarzbôck, certera a fin de encuadrar el sinuoso derrotero estético e ideológico del autor, se van desgranando artículos breves, ligados a las contingencias culturales atravesadas por el cedazo político del nuevo siglo. Provocador irrespetuoso de las convenciones, bosqueja teorías individuales alejadas del sentido común hegemónico de toda razón y justicia, no obstante impregnadas de un ribete de verdad escamoteada. Muestra de ello es cuando se refiere a Raúl Ricardo Alfonsín, ganador de “cierta notoriedad por su idea de mudar la Capital Federal a Viedma, su convocatoria a celebrar Pascuas a la manera que le recomendaba Aldo Rico, y por suscribir en Olivos el pacto que le amargó la vida al escribano Duhalde habilitando al abogado Menem a proseguir cuatro años más su carrera en pro de las metas de esa tercera etapa del proceso de Reorganización Nacional que piloteó el más ilustre de los riojanos del siglo que acaba de terminar”.
No abundan los personajes, obras o instituciones incólumes ante Fogwill. En el mejor de los casos aplica su íntimo materialismo neorrealista para elevar aspectos meritorios con todo respeto hasta las más altas cumbres, sin prejuicio de arrojar desde las alturas algún guijarro hacia lo que halla disonante. Ese verdugueo sin condescendencia adquiere ribetes arrasadores cuando se trata de la tradición académica anquilosada, de “los asfixiados por el éxito”, del caretismo de todo menta, el status quo. Edifica neologismos: Gabriel García Marketing, Merdosur, y diatribas: “Página/12 es progresista, como Sábato –un escritor— y que el MODIN –una peña foklórico-militar, cuyo paso por la política no dejó más huella que una venta de votos para la reelección de Duhalde— es más reaccionario que el Partido Socialista Obrero español, que tantos casos de tortura y negociados amparó en tiempos de Felipe González”. Desde la misma santabárbara embate contra la celebrada canción de Ferrer y Piazzolla: “¿Por qué si es ‘para un loco’ la canta un loco? Será loco pero boludo no, porque va bajo la luna de Callao como si supiera que por Crovara, o por las callecitas de Soldati nadie le iba a festejar el chiste ni los ripios del verso”. Viñetas sociológicas, análisis de mercados (mancias que en su momento le sirvieron para abastecerse de morlacos) se cuelan poco camufladas, adrede, entre el despliegue de trivialidades cotidianas y oscuras hondonadas históricas.
Bajo la cínica –al estilo Diógenes, casi— cobertura de “son notas de literatura” o la increíble “esto no es un trabajo de crítica”, Fogwill fuma la pipa de Duchamp. Entre esos vahos confluyen “disgresiones de las prácticas religiosas, el arte militar, la músicas, la pintura, y la política, se permite las suyas —confiesa— y se dispersa para desalentar y dispersar lectores ajenos a lo que un tarado de la prensa no vacilaría en llamar el target imaginado por su autor”. Orgulloso, hace ostentación de la trampa advertido que, de este modo, queda en la decisión del lector, cualquiera sea, admitir, rechazar, nunca ignorar. Textos raros, coloquiales, paralelos a su producción narrativa y poética, los reunidos en Estados alterados extreman una estética perforando las fronteras de lo ideológicamente correcto. Una lengua infusa de párrafos y temas saltimbanquis se hace delicia irritable, interpela la inteligencia.
El invisible hilo de hierro
Justicia, leyes, instituciones … La sutil trama de hilos invisibles de “hierro” indestructible que une las conciencias de los individuos en una conciencia común.
Su fortaleza radica en no ser vista claramente. Se presume. Se insinúa, sabemos que está ahí tan frágil e indestructible. Los hilos de la trama común que nos enreda a sabiendas de que, desenredados, la muerte es más posible y está mas cerca. Peor aún que la muerte, la desmemoria. Que se pierda el registro de que alguna vez hemos respirado y caminado por esta tierra. Pasar la vida “sin pena ni olvido”, sin otra conciencia que te nombre y de testimonio de que has vivido.
El como y el para que son otros asuntos. Allí, los hilos que no se ven dan lugar a lo perceptible. La semilla oculta en el sembradío, emerge planta y da su fruto. La vida adquiere sentido en la conciencia que le asigna un rumbo a sus decisiones. De igual modo, nadie es recordado sino hay “otro” que registra algo de tu paso. Nadie se salva solo. Nadie vive para “si mismo”. Que cada quién haga su parte.
Daniel Roberto Távora Mac Cormack
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