Lo urgente y lo necesario. Una cuestión de percepción de los tiempos.




Una perspectiva temporal.

Los estudios antropológicos permiten reflexionar con datos que tienen en cuenta una perspectiva temporal mas amplia y menos lineal al considerar los espacios en que determinadas causalidades producen su impacto en cambios de hábitos, modificación en las conductas culturales y en las percepciones y formas de hacer.

Tal el aporte del trabajo realizado por Patricia Aguirre, stituto de Salud Colectiva. Universidad Nacional de Lanús y Diego Diaz Córdova, epartamento de Salud Colectiva. Universidad Nacional de Lanús, quienes escribieron “La inestabilidad como rutina. La precarización de la vida cotidiana y su impacto en la alimentación en Buenos Aires, Argentina, en Revista de Antropología Social 30 (2) 2021.

Argentina es un país con 92% de población urbana donde la autoproducción es mínima y el acceso a los alimentos depende de la industria y mecanismos de mercado (ya sea la capacidad de compra de los hogares, los circuitos de abastecimiento o la publicidad).

Sin embargo, los mercados se han mostrado particularmente inestables, tanto el mercado de trabajo (de donde provienen los ingresos) como el mercado de alimentos, cuyos precios en los últimos cien años presentan una tasa de inflación promedio de 105% anual −con un máximo histórico de 3079% en 1989 y un mínimo de -5,4% en 1944−.

En tanto los patrones alimentarios −y las rutinas domésticas que de ellos dependen− se caracterizan por su estabilidad, en una sociedad totalmente monetizada la inflación permanente del precio de los alimentos, la ruptura de los precios relativos, la caída del ingreso y las sucesivas olas de desocupación hacen que la “normalidad” −al menos estadística− sea la irregularidad en la adquisición y preparación de la comida.

Por definición, rutina es repetición y patrón alimentario: estabilidad. La comida cotidiana recorta, de la multitud de posibilidades del patrón local, un grupo de alimentos, preparaciones y platos convenientes, aceptados, posibles y probados que se repiten. ¿Pero qué sucede con ese patrón alimentario cuando el empleo −y por lo tanto el ingreso− está permanentemente amenazado, y cuando los precios ponen a prueba la accesibilidad de los alimentos y los servicios aumentan tanto que las preparaciones ayer corrientes hoy se vuelven prohibitivas? Por ejemplo, en julio de 2016 el gas pasó de 600$ a 6000$ en un mes, aunque la protesta social logró reducirlo a 3500$; aun así, las preparaciones al horno (que las nutricionistas recomiendan como saludables) sufrieron una caída abrupta. Porque tales inestabilidades siempre configuran pérdidas, se habla de precarización de la vida (aunque este trabajo analizará la alimentación, esta solo analíticamente se aislará de las condiciones de vida).

Postulamos que en Argentina la estabilidad repetitiva de la rutina alimentaria está rota desde hace décadas, por la aplicación de políticas que no han logrado estabilizar las variables económicas, lo que se refleja en inestabilidad político-administrativa, detenimiento del crecimiento, caída de ingresos, empleo y una sensación de imposibilidad de planificar a largo plazo, ya sea una estrategia de consumo alimentario ya sea una trayectoria de vida. En este contexto la seguridad alimentaria entendida como el derecho de todas las personas a una alimentación adecuada queda en entredicho.

In-seguridad alimentaria y precarización

El concepto de “seguridad alimentaria” surge al final de la Segunda Guerra Mundial cuando 44 gobiernos se reunieron en Hot Springs −EE. UU.− y coincidieron en que “la liberación de la miseria implicaba un suministro seguro, suficiente y adecuado de alimentos para cada hombre, mujer y niño”. Esto quedará consolidado con la declaración de la alimentación como derecho humano en la carta fundacional de Naciones Unidas y la creación de la FAO (Oficina de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) como la encargada de operacionalizar este derecho. Durante las décadas siguientes el concepto suma precisión con el PIDESC (Pacto Internacional de los Derechos Económicos Sociales y Culturales) y las sucesivas conferencias mundiales. En 1980 la FAO propuso un concepto revisado y ampliado de seguridad alimentaria, con tres objetivos específicos: suficiencia de los suministros de alimentos, estabilidad en los suministros y mercados, y seguridad del acceso a ellos.

Conscientes del carácter productivista del concepto, la Cumbre Mundial sobre la alimentación de 1996 redefine: “Existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana”.

Marcando las cuatro dimensiones de la seguridad alimentaria: disponibilidad, acceso, estabilidad y utilización (FAO, 2020). Debido a las múltiples interpretaciones que profesionales, políticos y poblaciones daban al término, en 2012 el Comité de Seguridad Alimentaria clarificó la definición del concepto y sus componentes −indistintamente llamados: pilares, dimensiones, elementos, factores y/o principios− señalando que “Existe un amplio reconocimiento de las cuatro dimensiones de la seguridad alimentaria: disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad” (FAO, 2012).

A nivel de los hogares la seguridad alimentaria significa que todas las personas tienen acceso (físico, social y económico) a alimentos suficientes, seguros y nutritivos para cubrir sus necesidades nutricionales según sus preferencias culturales para una vida sana y activa (FAO, 2020). Esto significa que disponen de alimentos nutritivamente adecuados y biológicamente inocuos, y tienen la capacidad de disponer de ellos en forma sostenida y de manera socialmente aceptable −esto quiere decir que son autónomos, no dependen de la asistencia social ni de actividades socialmente ilegítimas como hurgar en la basura (Maxwell, 1996) −.

En los 90 y por iniciativa de los perdedores del modelo dominante de producción −los campesinos, sin tierra y pueblos originarios−, se propone el concepto “soberanía alimentaria”, entendida como el derecho de las naciones a definir sus propias políticas de alimentación tomando en cuenta la producción, distribución y consumo, de forma que sean ecológica, social, económica y culturalmente apropiadas para ellos y sus circunstancias únicas (FAO, 2002). En 2012 en la Declaración de Cochabamba de la Organización de Estados Americanos (OEA, 2012) se acepta que el derecho a la alimentación depende de la seguridad con soberanía, y como tal se inscribe en los códigos legales argentinos −ya que, como todos los derechos humanos, el Estado es su garante, y son reclamables−.

Mientras que la soberanía es predica de las naciones −por lo tanto, se extiende a los pueblos originarios considerados naciones prexistentes y su base campesina−, para este estudio situado en el AMBA resulta más fecundo el concepto de seguridad alimentaria que nos permite precisar a través de sus componentes las características de la precarización urbana.

El AMBA es una unidad eco-cultural compuesta por la Ciudad de Buenos Aires y 40 municipios urbanos de la Provincia de Buenos Aires; es el 0,4% del territorio Nacional, donde vive el 37% de la población del país y produce el 48 % del Producto Bruto Interno. Es un área de grandes desigualdades y diferencias de infraestructura, con los extremos más agudos de pobreza y de riqueza, fragmentada en tres niveles administrativos −Nacional, Provincial y Municipal−. También es el principal mercado consumidor de alimentos del país.

Precarización

La categoría “precarización” se construye a partir de la idea de inseguridad; en su etimología, del latín precarius, se refiere a lo que se obtiene por la súplica y el ruego, y, en el derecho romano, precarium eran los contratos donde el arrendador estaba sometido al riesgo del reclamo del bien por parte del propietario. Es decir, asocia el término a la inseguridad, a la carencia de recursos propios, a la falta de autosuficiencia, a la dificultad de planificar un futuro que tiene quien debe pedir, rogar o suplicar.

El trabajo de Standing (2011:16), aunque referido al mundo del trabajo, define la precarización como un proceso en que el sujeto es sometido a presiones que lo conducen a vivir una experiencia frágil en el presente, sometido a incertidumbres acerca del futuro, con una identidad insegura y carente de un sentido de desarrollo posible, por medio del trabajo y el estilo de vida. Nuevamente una relación social asimétrica conduce al sujeto a vivir un presente sometido a incertidumbres.

Precarización e inseguridad remiten, casi necesariamente, a una definición donde el tiempo juega un papel central. Se está en una situación de precariedad en relación a otra que no lo era. Lo mismo puede decirse de la inseguridad: no puede durar, porque, si lo hace, deja de serlo y se transforma en daño. Debemos plantearnos ambos conceptos en forma relacional: hay precarización e inseguridad en relación a un momento en donde aquellas no existían o estaban muy atenuadas. Algunos autores europeos los asocian a la experiencia de pérdida de las políticas del Estado de bienestar y los modelos económicos keynesianos; en cambio, los latinoamericanos (y argentinos en particular) los asocian al peronismo y su política distribuidora (Scaletta, 2017).


Sin embargo, hay que señalar que históricamente la inseguridad económica parece formar parte de la idiosincrasia argentina. Ya desde el siglo XIX se advierten desmanejos de la política económica que, hoy sabemos, no pueden ser atribuidos a la falta de experiencia como República, ya que la mayor parte de estos desmanejos se volvieron recurrentes a lo largo

del tiempo. Devaluaciones, emisión de deuda a tasas más altas que las de la región, inflación, crisis de desempleo, son algunas de las instancias que generaciones de argentinos vienen padeciendo desde hace dos siglos.

Frente a esta inseguridad histórica, en una sociedad mercantilizada que adquiere sus alimentos a través de mecanismos de mercado, obviamente no hay estabilidad y claramente la disponibilidad, el acceso y la utilización de los alimentos han tenido que sufrir, pero estudiar la precarización de la vida cotidiana y la alimentación la transformaría en causa cuando es efecto. Han sido los efectos de la economía y la política los que condujeron a la inestabilidad en la disponibilidad, el acceso y el consumo, los que −a su vez− han tenido como efectos la precarización de la vida y, por lo tanto, la inseguridad alimentaria macro −de la nación− y micro −de los hogares− con su correlato social y subjetivo de anomia, padecimiento y enfermedad.

Conclusiones

Hemos expuesto algunos de los cambios que sufrió la alimentación en Argentina en los últimos 30 años y cómo impactan en los componentes de la seguridad alimentaria conduciendo a la precarización de los consumos de la población. Postulamos que en Argentina la estabilidad repetitiva de la rutina alimentaria está rota desde hace décadas, por la aplicación de políticas que no han logrado estabilizar las variables económicas, lo que se refleja en inestabilidad política, detenimiento del crecimiento, flexibilización del empleo, caída de los ingresos, lo que trae una sensación de imposibilidad de planificar a largo plazo, ya sea una estrategia de consumo alimentario ya sea una trayectoria de vida. En este contexto, la seguridad alimentaria entendida como el derecho de todas las personas a una alimentación cultural y nutricionalmente adecuada, queda en entredicho.

En este trabajo analizamos de qué manera se han modificado, precarizándose al perder estabilidad, todos y cada uno de sus componentes: disponibilidad, acceso y utilización biológica. Mientras que afirmar que cuanta mayor pobreza, mayor precarización de la vida y la alimentación es la hipótesis del sentido común, no hay que olvidar que ciertos procesos alcanzan a todos los sectores.

Efectivamente, altos niveles de educación o ingreso hacen a algunos sectores menos vulnerables, pero la toxicidad de aire, agua y alimentos que resulta del modelo de producción extractivista y su paquete tecnológico, alcanza a toda la población cualesquiera sean sus ingresos. Si bien el consumo de productos agroecológicos modera la ingesta de pesticidas y se pueden abandonar las áreas contaminadas emplazando la residencia en otros lugares, porque se puede elegir dónde vivir, toda la población comparte el aire.

Lo mismo se puede señalar respecto al acceso.

Sin duda, la inflación es el elemento más evidente de este proceso y la culpable identificada por políticos, académicos y ciudadanos como la fuente de inestabilidad que lleva a inseguridades de todo tipo. Si bien los sectores de mayores ingresos ni dejan de comer

ni modifican sus consumos sustituyendo alimentos caros −y de alta densidad nutricional como carnes, lácteos− por fideos o harinas −menos densos pero muy baratos−, también ellos han sufrido la precarización pero en otra forma, ya que deben elegir entre una oferta homogeneizada de productos estandarizados donde, efectivamente, en los supermercados hay muchas marcas, pero adentro todas tienen lo mismo.

Quince géneros explican el 80% de los consumos, lo que habla de la reducción de la diversidad de especies consumidas, pero también se ha perdido la diversidad intra-específica. El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria-INTA protege las variedades locales en

el banco de semillas de Pergamino, procurando guardarlas para quienes trabajen en la recuperación de la identidad alimentaria, o de los efectos del cambio climático y la redistribución de especies que conlleva.

Aunque exista capacidad de compra, la oferta de alimentos se percibe insegura, sea por el rol menguante del Estado sea por la lógica de la ganancia empresarial que responde a la competencia y al ajuste de precios con más celeridad que a la salud. Por la combinación de alzas en los precios junto a caídas en los ingresos los consumos de los hogares han modificado su composición interna. A medida que decrecen los ingresos decrece también el consumo de frutas y verduras, lácteos y carnes, mientras aumenta el consumo de harinas, panes y fideos, azúcar y gaseosas.

En toda la sociedad la comida casera se reduce en favor de alimentos pre-preparados y comidas hechas, tomadas dentro o fuera del hogar. Y las ciencias de la salud advierten sobre las consecuencias patológicas de este giro del consumo. Las que observamos en las encuestas de nutrición y factores de riesgo que señalan un crecimiento de las enfermedades crónicas no transmisibles: obesidad, diabetes, ACV, etc.

Los patrones alimentarios, y las rutinas domésticas que de ellos dependen, se caracterizan por su estabilidad (Gracia Arnaiz, 2014), pero en una sociedad totalmente monetizada, dependiente de la capacidad de compra como Argentina, la “normalidad”, al menos estadística, es la irregularidad. Vertebrar una estrategia de consumo en medio de la inestabilidad de la oferta, la inflación en los precios y la imprevisibilidad en los ingresos supone un trabajo de stress permanente, alerta continua y desarrollo de capacidades innovadoras, tratando de alejar la incertidumbre que en otros países la rutina garantiza con su repetición acrítica e inadvertido pasar. Y ese estrés y sobre-trabajo lo pagan las mujeres que siguen siendo las principales responsables de la alimentación hogareña.

Cuanto más se deteriora la capacidad de compra de los hogares, aunque el Estado se hace cargo con políticas asistenciales, más se precariza su alimentación porque si bien están materialmente cubiertos por la asistencia, al salir del mercado en una sociedad mercantilizada, pierden autonomía, elección y la posibilidad de vertebrar una estrategia hacia el futuro.

Dijimos que por definición rutina es repetición y patrón alimentario: estabilidad de alimentos y preparaciones. ¿Pero qué sucede cuando el empleo −y por lo tanto el ingreso− está permanentemente amenazado, y cuando los precios ponen a prueba la accesibilidad de los alimentos y los servicios aumentan tanto que las preparaciones ayer corrientes hoy se vuelven prohibitivas? Tales inestabilidades siempre configuran presiones que conducen a que los agregados sociales y los sujetos vivan experiencias frágiles en el presente e inciertas respecto al futuro, con escaso margen para planificar estrategias de abordaje, porque esa misma inestabilidad les quita la posibilidad de prever el desarrollo de las variables que inciden en su alimentación; es ahí cuando podemos hablar de precarización, de la vida social, aunque este trabajo haya aislado analíticamente solo la precarización alimentaria.

Es esta inestabilidad lo que cuestiona la disponibilidad, el acceso y la utilización biológica como componentes de la seguridad alimentaria a nivel macro del país y a nivel micro de los hogares y con ella la precarización de la vida. Es esta inestabilidad la que explica los derechos conculcados, y entre ellos particularmente el derecho a la alimentación adecuada, con su carga oculta de falta de futuro, profundización del sufrimiento y anomia.

(https://revistas.ucm.es/index.php/RASO/article/view/77894/4564456558734 )

La Nueva Ruta de la Seda

Durante los primeros días de febrero, el presidente Alberto Fernández viajará a China, en el marco del 50º aniversario de las relaciones bilaterales entre ambos países.

El primer mandatario será recibido por su par chino, Xi Jinping, en el inicio de los juegos olímpicos de invierno que, por otro lado, Estados Unidos buscó boicotear.


El presidente argentino intenta mostrar una política exterior amplia luego de que el canciller Santiago Cafiero viajara a los Estados Unidos para reunirse con su homólogo estadounidense, Antony Blinken, en el contexto de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional.

El inicio del 2022 también comenzó con la asunción de Argentina como presidente de la CELAC, organismo clave para la unión de Latinoamérica y el Caribe.

Por todos estos motivos, el viaje de Alberto Fernández toma una perspectiva geopolítica y, a la vez, promete inversiones estratégicas en una industria clave para los años futuros en el país y en el mundo: el litio.

YPF ya concretó la conformación de una filial dedicada a este mineral clave para la transición energética, por caso. Argentina se encuentra dentro de las 3 mayores reservas de litio del mundo.

Del viaje a China, se espera que el presidente traiga firmadas inversiones directas de la firma china Chery para la fabricación de autos eléctricos en la provincia de Santa Fe. También se concretarán acuerdos para la producción de baterías en el país, lo que implicaría una fuente de valor agregado al litio, generando trabajo altamente calificado y por cuanto bien remunerado. De esta manera, Argentina busca profundizar las bases para convertirse en referente regional en la materia.

(Agencia Paco Urondo (APU))

Panorama del Corona Virus

Otras 334 personas murieron y 77.729 fueron reportadas con coronavirus en las últimas 24 horas en la Argentina, con lo que suman 120.352 los fallecidos registrados oficialmente a nivel nacional y 8.207.752 los contagiados desde el inicio de la pandemia, informó este jueves el Ministerio de Salud.

La cartera sanitaria indicó que son 2.836 los internados con coronavirus en unidades de terapia intensiva, con un porcentaje de ocupación de camas de adultos en el sector público y privado, para todas las patologías, de 49,7% en el país y de 48,1% en el Área Metropolitana de Buenos Aires.

De acuerdo al Monitor Público de Vacunación, el total de inoculados asciende a 86.151.950, de los cuales 39.494.515 recibieron una dosis, 34.745.698 las dos, 3.021.152 una adicional y 8.890.585 una de refuerzo, mientras que las vacunas distribuidas a las jurisdicciones llegan a 96.370.321 y las donadas a 5.083.000.   De los 8.130.023 contagiados, 7.162.581 recibieron el alta y 847.423 son casos confirmados activos.   El parte precisó que murieron 174 hombres, 55 en Buenos Aires, 9 en la Ciudad de Buenos Aires, 1 en Catamarca, 28 en Chaco, 1 en Chubut, 9 en Corrientes, 16 en Córdoba, 4 en Formosa, 2 en La Pampa, 5 en Mendoza, 5 en Misiones, 4 en Neuquén, 19 en Río Negro, 2 en San Juan, 4 en San Luis, 4 en Santa Fe, 3 en Santiago del Estero, y 3 en Tucumán.   También fallecieron 157 mujeres: 54 en Buenos Aires, 12 en la Ciudad de Buenos Aires, 1 en Catamarca, 15 en Chaco, 1 en Chubut, 13 en Corrientes, 22 en Córdoba, 2 en Entre Ríos, 1 en La Pampa, 6 en Mendoza, 4 en Misiones, 2 en Río Negro, 15 en Salta, 1 en San Juan, 3 en San Luis, 2 en Santiago del Estero, y 3 en Tucumán.   En tanto, una persona fallecida en Córdoba, una en Salta, y una en Tucumán fueron reportadas sin dato de sexo.   Este jueves se registraron en la provincia de Buenos Aires 34.862 casos; en la Ciudad de Buenos Aires, 8.592; en Catamarca, 654; en Chaco, 1.584; en Chubut, 951; en Corrientes, 475; en Córdoba, 7.643; en Entre Ríos, 1.610; en Formosa, 1.614; en Jujuy, 1.422; en La Pampa, 973; en La Rioja, 379; en Mendoza, 2.091; en Misiones, 372; en Neuquén, 1.119; en Río Negro, 914; en Salta, 885; en San Juan, 1.362; en San Luis, 1.027; en Santa Cruz, 425; en Santa Fe, 5.725; en Santiago del Estero, 360; en Tierra del Fuego, 349; y en Tucumán, 2.341.   El Ministerio indicó además que se realizaron en las últimas 24 horas 131.582 testeos y desde el inicio del brote ascienden a 32.251.712 las pruebas diagnósticas para esta enfermedad.   El total de acumulados por distrito indica para la provincia de Buenos Aires 3.180.615 casos; la Ciudad de Buenos Aires, 923.347; Catamarca, 78.416; Chaco, 154.473; Chubut, 107.493; Corrientes, 118.824; Córdoba, 887.909; Entre Ríos, 184.202; Formosa, 94.983; Jujuy, 99.801; La Pampa, 94.547; La Rioja, 41.926; Mendoza, 251.141; Misiones, 47.244; Neuquén, 158.080; Río Negro, 134.804; Salta, 148.291; San Juan, 135.791; San Luis, 127.760; Santa Cruz, 83.116; Santa Fe, 681.592; Santiago del Estero, 122.154; Tierra del Fuego, 42.323; y Tucumán, 308.920.   Se incluyen casos existentes en las Islas Malvinas según información de prensa (debido a la ocupación ilegal del Reino Unido, Gran Bretaña e Irlanda del Norte no es posible contar con información propia sobre el impacto de la Covid-19 en esa parte del territorio argentino).  

Omicrón

A dos meses de ser identificada por primera vez, la variante Ómicron de coronavirus, impulsora de una nueva ola mundial de la pandemia, ha generado muchas dudas en la población, como, por ejemplo, si todos los casos son leves o si las vacunas sirven, que especialistas se encargaron de responder en esta nota.

Sesenta días pasaron ya desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificara a la variante Ómicron como de preocupación y, desde entonces, provocó una subida abrupta de casos en los países en los que ingresó, pero que no fueron acompañados con el incremento proporcional de hospitalización y muertes debido a las vacunas.

Esto produjo la instalación de algunos mitos como que la Ómicron causa formas leves de enfermedad, que es como un resfrío, y el aumento de casos -pese a la vacunación- creó el falso mito de que "las vacunas no funcionan", cuando su eficacia está ratificada por la reducción de cuadros graves y fallecimientos provocados por la infección.

Télam recogió los mitos y preguntas más frecuentes publicados recientemente por las Naciones Unidas (https://news.un.org/es/story/2022/01/1503042) que fueron respondidos por especialistas a partir de la experiencia local y la bibliografía científica internacional.

-¿Todos los casos de Ómicron son leves?

"Si bien se ha visto que la severidad o la virulencia es inferior a la de las variantes anteriores -se ha estimado un 25% menos en el riesgo de hospitalización y mortalidad-, la realidad es que hay pacientes que presentan formas graves y esto se puede observar con el incremento en hospitalizaciones que están sucediendo tanto en Argentina como en el resto del mundo", dijo a Télam la médica Leda Guzzi, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología.

-¿Es un mito que como Ómicron es menos grave, habrá menos hospitalizaciones?

Guzzi explicó que "al tratarse de un virus que es sumamente contagioso, probablemente tanto como el sarampión, la rápida expansión y escalada de contagios termina generando muchos contagios y esto termina impactando en las personas más vulnerables o no vacunadas que tienen un mayor riesgo de presentar formas severas y hospitalización".

De hecho, la tasa de hospitalizaciones se incrementó en todos los países donde impactó Ómicron aunque en una proporción inferior al aumento de casos.

En el mismo sentido, el médico infectólogo Martín Hojman, quien trabaja en el Hospital Rivadavia, señaló que "hay casos graves que requieren terapia intensiva en esta ola; en el hospital no los estamos tratando porque no se abrió una unidad de terapia intensiva para Covid pero los estamos derivando".

Y continuó: "Por supuesto que hay casos graves y severos, pero son mucho menores en proporción al aumento del contagio".

-¿Ómicron es igual que un resfriado común?

"Ómicron puede parecerse a un resfrío común en algunas personas, pero en otras puede provocar cuadros graves que pueden evolucionar hacia la hospitalización y la muerte", señaló Guzzi.

Además, alertó que "también puede asociarse a cuadros de pos-Covid con una serie de síntomas que alteran la calidad de vida futura de las personas, incluso tras haber padecido cuadros leves o moderados de la infección".

- ¿Las vacunas no funcionan frente a Ómicron?

"Las vacunas mantienen su eficacia para la prevención de cuadros graves y muertes que es el objetivo principal para el cual fueron desarrolladas", reiteró Guzzi.

Esto puede observarse tanto es estudios de neutralización en laboratorios con suero de personas vacunadas como en las poblaciones, con el desacople entre el aumento de la curva de casos y el incremento mucho menor de las hospitalizaciones y muertes.

- ¿Las personas no vacunadas no enfermarán gravemente por Ómicron?

"Las personas no vacunadas son las más vulnerables frente a Covid, tienen mayor riesgo de presentar formas graves, hospitalización y muerte. Se estima que tienen 20 veces más riesgo de morir y 17 veces más riesgo de hospitalización. Algunos estiman más, otros menos", aseguró Guzzi.

-¿Si ya he pasado el Covid, tengo inmunidad frente a Ómicron?

Guzzi explicó que "Ómicron es la variante que ha demostrado tener más riesgo de reinfección desde que comenzó la pandemia, esto significa que una persona que tuvo Covid-19 puede volver a contagiarse".

Guzzi describió que "se estima que con Ómicron está aumentado entre 6 y 20 veces el riesgo de sufrir una reinfección e incluso en las últimas semanas surgieron reportes de algunas presuntas reinfecciones antes de los 90 días de haber sufrido una infección anterior".

- ¿Las dosis de refuerzo son efectivas para evitar enfermar de gravedad con Ómicron?

"Las dosis de refuerzo son fundamentales para recuperar porcentualmente los anticuerpos neutralizantes frente al virus y también para fortalecer la inmunidad celular o de memoria. Esto sirve para la prevención de formas graves contra Ómicron y contra cualquier variante hasta el momento, por lo que es importante aplicársela", sostuvo Guzzi.

- ¿Los barbijos son inútiles contra Ómicron?

"Ningún barbijo es una barrera perfecta, pero a la variante Ómicron necesitamos ponerle barreras más fuertes. Para eso necesitamos mejorar la calidad y el ajuste de los barbijos", indicó Andrea Pineda Rojas, investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) y del Conicet.

Pineda Rojas recordó que una de las principales vías de contagio del coronavirus son los aerosoles, "esas pequeñas gotitas (invisibles) que emitimos cuando exhalamos, y que por su pequeño tamaño quedan suspendidas en el aire".

"Un barbijo con material y ajuste adecuado permitiría filtrar ese aire que inhalamos y exhalamos protegiéndonos tanto del contagio en proximidad como a distancia, también con Ómicron", detalló.

- ¿Podemos afirmar que la pandemia ya se terminó?

"Por ahora no se avizora el final de la pandemia porque este virus nos está mostrando nuevos desafíos, y en algunos países y regiones se sigue tensionando el sistema de salud. Si bien es un anhelo que la pandemia se transforme en endemia, no es lo que pasa ahora, y es clave fortalecer los cuidados (uso de barbijos, ventilación y distancia) y la vacunación, sobre todo llegar a los países donde la tasa es muy baja", concluyó Guzzi.

(TELAM)

FMI

La previa del vencimiento de deuda de 731 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI) transcurre en un clima de incertidumbre y tensión en la política y los mercados. Este viernes podría haber novedades en relación a un principio de acuerdo entre el Gobierno y el organismo. Hasta última hora del jueves, el presidente Alberto Fernández, seguía reunido en Casa Rosada junto al titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, mientras que el ministro Martín Guzmán recibía al representante argentino ante el Fondo, de usual estancia en Washington, Sergio Chodos. "Se está laburando y se está más cerca", decían en Economía.

Hasta ahora, la administración de Alberto Fernández cumplió todos sus compromisos con el Fondo a pesar de la negociación vigente y de haber calificado, infinidad de veces tanto el Gobierno como el propio FMI, como insostenible e impagable para el país el acuerdo de 2018. Fuentes oficiales detallaron que la ingeniería para realizar el pago está armada y la espera de la decisión política.

El tiempo para mostrar algún avance en el acuerdo apremia porque el Gobierno debe definir si hace frente al vencimiento o si no lo paga y entonces ingresa en una zona de "atraso", lo cual agregaría tensión a la negociación que está en marcha para obtener un nuevo crédito que permita afrontar el megapaquete de 44 mil millones de dólares que recibió en 2018 el ex presidente Mauricio Macri. En efecto, la decisión de pagar o no también tiene que ver con la propia estrategia de negociación.

La posibilidad del no pago en las puertas de un acuerdo tiene como último antecedente la situación de septiembre de 2003, con Néstor Kirchner en la presidencia y Roberto Lavagna como ministro de Economía. En esa oportunidad, el país postergó 72 horas el pago de 2900 millones hasta que se cerró un nuevo acuerdo con el organismo, por el cual luego se reintegró esa suma a las reservas.

Horas decisivas

La definición sobre el pago del vencimiento está atada a las señales que ofrezca la negociación, que corre horas decisivas porque encima el martes próximo hay otro vencimiento con el FMI por 368 millones de dólares en concepto de intereses del crédito. Guzmán tiene diálogo constante con la norteamericana Julie Kozack y el venezolano Luis Cubeddu, a cargo de la relación técnica del Fondo con el Gobierno. 

El viernes por la mañana podría haber anuncios tanto de Casa Rosada como del Fondo. La agencia Bloomberg informó sobre una reunión de directorio del organismo en Washington.

Lo cierto es que si el pago no se realiza no se gatilla un default inmediato sino que se abre una instancia administrativa al interior del organismo que demora varias semanas. A medida que pasen los meses, se caerían todas las herramientas financieras de otros organismos internacionales como el Banco Mundial y el BID, y además se afectaría la relación con otros socios del Fondo, por caso hasta China. Mucho antes, la economía local ingresaría en una fase de tensión de otro calibre al visto hasta ahora.   

El principal escollo para alcanzar un acuerdo con el FMI, que resolvería el calendario de vencimientos al menos en el corto plazo, sigue siendo la velocidad del ajuste fiscal. El ministro Guzmán expuso en su momento que el Gobierno quería que el equilibrio fiscal se alcance recién en 2027, desde el déficit del 3 por ciento registrado en 2021. Eso evitaría frenar la recuperación en 2022 y 2023, años claves para el oficialismo de cara a las próximas elecciones presidenciales.

Sin embargo, trascendió que el Fondo quería que el equilibrio se alcance en 2024, lo cual obligaría a aplicar fuertes recortes en el gasto y eliminación de subsidios de forma inmediata. Las últimas versiones marcan que el Gobierno se estira a 2026 para la fecha límite del equilibrio, aunque el Fondo no cedería más allá de 2025. También hay discusiones en torno a los objetivos fiscales parciales de cada año hasta llegar a ese momento. En medio de una negociación, el no pago del vencimiento del viernes no implica patear el tablero y se supone que esa situación se podría digerir mientras se llega al acuerdo, que sigue siendo la idea mayoritaria (aunque no unánime) en el Frente de Todos.

Una vez que se establece el sendero fiscal, junto al de acumulación de reservas y a la evolución de la emisión monetaria, la economía entra en un esquema de monitoreo periódico de parte del FMI como requisito para la liberación del dinero del nuevo crédito. De esa forma se implementan las medidas económicas "acordadas" con el Fondo, un nuevo orden que implica la reducción de grados de libertad de la política. De hecho, la periodicidad del monitoreo, que suele ser trimestral, es otro punto de tensión.

(Página 12)

Entre las urgencias y lo necesario

Una de las cuestiones que permite comprender porque Argentina no termina de solucionar ciertas dificultades que de modos recurrente reproducen los mismos escenarios negativos (Deuda, inflación, estancamiento de las actividades productivas y condiciones desfavorables para cualquier negociación entre los intereses soberanos nacionales y los intereses corporativos privados o de otras naciones asociados a estos.), es que los problemas “urgentes”, que tienen plazos y límites, impiden pensar en soluciones estructurales a largo plazo. Pero esto no es solo asunto de “mala política”, en tanto y en cuánto es parte de una estrategia impuesta por los países que transfieren sus problemas nacionales y sostienen sus desarrollos en prácticas imperiales, neocoloniales y de abuso de posición dominante, por medio de instituciones internacionales que juegan para sus intereses y por supuesto, de las intimidantes presencias militares o las mas sutiles operaciones de lawfare o de “fomento de disidencias internas” para fortalecer sus posiciones, y de los sectores locales nacionales y regionales que reciben una parte de “la torta” en estos juegos de poder, que dejan de lado cualquier planificación a futuro que suponga desarrollo sostenido, reparto equitativo de esfuerzos y premios, distribución mas justa de la riqueza y cuidado del territorio y de los habitantes que compartimos este pedacito de suelo.

No se trata de pensar que “todo” el problema es el poder de los de “fuera”. Tampoco “todo el problema” es de los socios de esos negocios para pocos alentado por los de fuera, que copta argentinos que solo priorizan “sus dólares” en lugar de su territorio y sus vecinos y compatriotas. La mentalidad neoliberal ha impregnado a todos y limita el pensamiento de todos. Las necesidades urgentes, que son “urgentes” es decir que no pueden esperar … como explicamos en el trabajo al principio de este texto respecto a la seguridad alimentaria … no puede solo ser enfocado desde una perspectiva de lo inmediato y de la urgencia. La gente necesita comer hoy, en el presente, pero tambien debe involucrarse en las acciones que asegure el alimento para si y sus familias, mañana y el resto del mes, del año, de la vida. De los mismos modos cualquier urgencia debe ser pensada desde otra forma de concebir la acción común, de definir las políticas de Estado.

Lo necesario debe considerarse como marco, alrededor del cual las medidas urgentes son solo “circunstanciales” y “contingentes” pero que deben apuntar a políticas mas de fondo, estructurales, que enfoquen los problemas en dimensiones mas sostenibles, perdurables y de beneficios común al pueblo que habita el territorio y a la sostenibilidad del territorio en el tiempo para garantizar ya no solo que la “urgencia” deje de ser “urgencia”, sino de que el desarrollo llegue equitativamente a mejorar la vida de todos y que la acción individual se sostenga en el convencimiento que se constata en la realidad, que es la contribución al país, al común, a que todo Argentino de bien mejore sus condiciones de vida y asegure toda necesidad de urgencia, en función de un programa de Nación, que proponga mejoras mas sostenibles en el tiempo.

El Corto placismo fomentado y alimentado por las élites y los intereses extranjeros no debería impedir pensar el país y en políticas públicas que generen desarrollos nacionales y beneficien al pueblo en su territorio, El ejemplo de la deuda es repetitivo y claro. Si se acepta cualquier condicionamiento, para pagar en los plazos de ellos, una deuda que hasta el mismo organismo internacional de crédito reconoce fraudulenta, sin pensar en el impacto que ese acuerdo y desvió de fondos supone al no destinarse a políticas públicas que fomenten una genuina recuperación del trabajo y los ingresos de los Argentinos, seguiremos, neocoloniales y neoliberales, dependiente de cada golpe de mercado y de cada operación extranjera o de las élites nacionales que solo piensan en sus beneficios corporativos e individuales y les importa un comino las “urgencias” del Argentino medio y del Argentino que no tiene empleo o depende de las posibilidades que genera el Estado o esos mismos capitales que prefieren llevar fuera en lugar de invertir en el territorio en el que nacieron y se criáron y con los compatriotas que de diversas formas permitieron que ocupen el lugar que ocupan.

Nadie se salva solo. Que cada quién haga su parte.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack








Comentarios

Entradas populares de este blog