Incertidumbres, miedos y esperanzas ...

 

La incertidumbre: entre el miedo y la esperanza

Doctor en Sociología del Derecho por la Universidad de Yale. Profesor y director del Centro de Estudios Sociales de la Facultad de Economía de Coimbra, y profesor visitante de la Universidad de la Wisconsin-Madison, San Pablo, Los Andes y de la London School of Economics, Boaventura de Sousa Santos escribió este texto publicado en el periódico Jornal de Letras de Brasil, en su edición del 14 al 27 de septiembre de 2016. La traducción es de Santiago Basso y forma parte del trabajo de compilación “América Latina: La democracia en la encrucijada” bajo la tutela de Nicolas Trotta y Pablo Gentili, editado ed adaptada. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Editorial La Página S.A., 2016.170 p. ; 14 x 20 cm.
ISBN 978-987-503-688-8

Dijo Spinoza que las dos emociones básicas de los seres humanos son el miedo y la esperanza. La incertidumbre es la vivencia de las posibilidades que emergen de las múltiples relaciones que pueden existir entre el miedo y la esperanza. Siendo diferentes esas relaciones, diferentes son los tipos de incertidumbre. El miedo y la esperanza no están igualmente distribuidos entre todos los grupos sociales o épocas históricas. Existen grupos sociales en los que el miedo desplaza de tal modo a la esperanza que el mundo les sucede sin que ellos puedan hacer suceder al mundo. Viven en espera, pero sin esperanza. Están vivos hoy, pero viven en condiciones tales que pueden estar muertos mañana. Alimentan a sus hijos hoy pero no saben si los podrán alimentar mañana.

La incertidumbre en la que viven es una incertidumbre descendente, porque el mundo les sucede de modo tal que poco depende de ellos. Cuando el miedo es tan grande que la esperanza desaparece del todo, la incertidumbre descendente se torna abismal y se convierte en su opuesto: en la certeza del destino, por más injusto que este sea. Existen, por otro lado, grupos sociales en los que la esperanza desplaza de tal forma al miedo que el mundo se les ofrece como un campo de posibilidades que pueden administrar a su antojo. La incertidumbre en la que viven es una incertidumbre ascendente, en la medida en que tiene lugar entre opciones portadoras de resultados, en general, deseados, aunque no siempre totalmente positivos. Cuando la esperanza es tan excesiva que se pierde la noción de miedo, la incertidumbre ascendente se torna nuevamente abismal y se transforma en su opuesto: en la certeza de la misión de apropiarse del mundo, por más arbitraria que sea.


La mayoría de los grupos sociales viven entre esos dos extremos, con más o menos miedo, con más o menos esperanza, pasando por períodos en los que dominan las incertidumbres descendentes y otros en los que dominan las incertidumbres ascendentes. Las épocas se distinguen por la preponderancia relativa del miedo y de la esperanza, y de las incertidumbres a las que las relaciones entre una y otra dan lugar.


¿Qué tipo de época es la nuestra?


Vivimos en una época en que la relación mutua entre miedo y esperanza parece colapsar frente a la creciente polarización entre el mundo del miedo sin esperanza y el mundo de la esperanza sin miedo, o sea, un mundo en que las incertidumbres, descendentes o ascendentes, se transforman cada vez más en incertidumbres abismales, esto es, en destinos injustos para los pobres y sin poder, y misiones de apropiación del mundo para los ricos y poderosos. Un porcentaje cada vez mayor de la población mundial vive corriendo riesgos inminentes contra los cuales no existen seguros, o si los hay, son financieramente inaccesibles, como el riesgo de muerte en conflictos armados donde no se participa activamente; el riesgo de enfermedades causadas por sustancias peligrosas usadas de modo masivo, legal o ilegalmente; el riesgo de violencia causada por preconceptos raciales, sexistas, religiosos u otros; el riesgo de saqueo de sus magros recursos, sean salarios o pensiones, en nombre de políticas de austeridad sobre las cuales no se tiene control; el riesgo de expulsión de sus tierras o de sus casas por imperativo de políticas de desarrollo de las cuales nunca se beneficiarán; el riesgo de precariedad en el trabajo y de colapso de expectativas suficientemente estables como para planear la vida personal o familiar, ante la propaganda de autonomía y emprendedurismo.

En contrapartida, grupos sociales cada vez más minoritarios en términos demográficos acumulan un poder económico, social y político cada vez mayor, un poder casi siempre basado en el dominio del capital financiero. Esa polarización viene de lejos, pero hoy es más transparente y tal vez más violenta. Consideremos la siguiente cita:

Si una persona no supiese nada acerca de la vida del pueblo de este, nuestro mundo cristiano, y se le preguntase: ‘Existe un cierto pueblo que organiza el modo de vida de tal forma que la abrumadora mayoría de las personas, 99% de ellas, vive del trabajo físico sin descanso y sujetas a necesidades opresivas, mientras el 1% de la población vive en la ociosidad y en la opulencia. Si ese 1% de la población profesara una religión, una ciencia y un arte, ¿qué religión, arte y ciencia serían esas?’. La respuesta no podría dejar de ser: ‘Una religión, una ciencia y un arte perversos’”.


Se diría que se trata de un extracto del movimiento Occupy o de los
movimientos de los indignados de inicios de la presente década. Nada de eso. Se trata de una entrada del diario de Lev Tolstoi del día 17 de marzo de 1910, poco tiempo antes de morir.


¿Cuáles son las incertidumbres?


Como acabo de mencionar, las incertidumbres no están igualmente distribuidas, ni en lo que hace al tipo ni en lo que hace a la intensidad, entre los diferentes grupos y clases sociales que componen nuestras sociedades. Tenemos, pues, que identificar los diferentes campos en los que tales desigualdades tienen mayor impacto en las vidas de las personas y las comunidades.
La incertidumbre del conocimiento. Todas las personas son sujetos de conocimientos y la abrumadora mayoría define y ejercita sus prácticas con referencia a conocimientos que no son científicos. Vivimos, mientras tanto, una época –la época de la modernidad eurocéntrica– que atribuye total prioridad al conocimiento científico y a las prácticas directamente derivadas de este: las tecnologías. Eso significa que la distribución epistemológica y vivencial del miedo y de la esperanza está definida por parámetros que tienden a beneficiar a los grupos sociales que tienen mayor acceso al conocimiento científico y a la tecnología. Para estos grupos, la incertidumbre es siempre ascendente en la medida en que la creencia en el progreso científico es una esperanza suficientemente fuerte para neutralizar cualquier miedo sobre las limitaciones del conocimiento actual. Para esos grupos, el principio de precaución es siempre algo negativo porque traba el progreso infinito de la ciencia.


La injusticia cognitiva que eso crea es vivida por los grupos sociales con menor acceso al conocimiento científico como una inferioridad generadora de incertidumbre en lo que hace al lugar de ellos en un mundo definido y legislado en base a conocimientos simultáneamente poderosos y extraños, que los afectan de modos sobre los que tienen poco o ningún control. Se trata de conocimientos producidos sobre ellos, eventualmente contra ellos y, en todo caso, nunca producidos con ellos.

La incertidumbre tiene otra dimensión: la incertidumbre sobre la validez de los conocimientos propios, a veces ancestrales, por los cuales se tiene pautada la vida. ¿Tendrán estos que ser abandonados y sustituidos por otros? Esos nuevos conocimientos, ¿les son dados, vendidos, impuestos y, en ese caso, a qué precio y a qué costo? ¿Los beneficios traídos por los nuevos conocimientos serán superiores a los perjuicios? ¿Quién recogerá los beneficios, y quién los perjuicios? ¿El abandono de los conocimientos propios involucrará un desperdicio de experiencia? ¿Con qué consecuencias? ¿Quedarán con más o menos capacidad para representar al mundo como propio y transformarlo de acuerdo a sus aspiraciones?

La incertidumbre de la democracia.

La democracia liberal fue concebida como un sistema de gobierno basado en la incertidumbre de los resultados y en la certeza de los procesos. La certeza de los procesos garantiza que la incerteza de los resultados sea igualmente distribuida para todos los ciudadanos. Los procesos correctos permitían que los diferentes intereses vigentes en la sociedad se confrontaran en pie de igualdad y se aceptaran como justos los resultados de esa confrontación. Ese era el principio básico de la convivencia democrática. Esa era la teoría, pero en la práctica las cosas siempre fueron muy diferentes, y hoy la discrepancia entre teoría y práctica alcanza proporciones abrumadoras.
En primer lugar, durante mucho tiempo solo una pequeña parte de la población podía votar, y por eso, por más ciertos y correctos que fueran los procesos, estos nunca podían ser movilizados de modo de tener en cuenta los intereses de las mayorías. Solo en casos excepcionales la incertidumbre de los resultados podía beneficiar a las mayorías: en los casos en los que los resultados fuesen el efecto colateral entre las
élites políticas y los diferentes intereses de las clases dominantes que ellas representaban. No sorprende, pues, que durante mucho tiempo las mayorías hayan visto las democracias “patas para arriba”: un sistema de procesos inciertos cuyos resultados eran ciertos, siempre al servicio de las clases e intereses dominantes. Por eso, durante mucho tiempo, las mayorías estuvieron divididas entre los grupos que querían hacer valer sus intereses por otros medios que no fueran la democracia liberal (por ejemplo, la revolución) y los grupos que luchaban por ser incluidos normalmente en el sistema democrático, para así esperar que la incertidumbre de los resultados llegara en el futuro a defender sus intereses.


A partir de entonces, las clases y los grupos dominantes (esto es, con poder social y económico no sufragado democráticamente) comenzaron a utilizar otra estrategia para hacer funcionar la democracia a su favor. Por un lado, lucharon para que fuera eliminada cualquier alternativa al sistema democrático liberal, lo que consiguieron –simbólicamente– en 1989, el día en que cayó el Muro de Berlín. Por otro lado, comenzaron a utilizar la certeza de los procesos para manipularlos de modo que los resultados los favorecieran sistemáticamente. Sin embargo, al eliminar la incertidumbre de los resultados, acabaron de destruir las certezas de los procesos. Al poder ser manipulados por quienes tuviesen poder social y económico para ello, los procesos democráticos, supuestamente seguros, se tornaron inciertos. Peor aún, quedaron sujetos a una única certeza: a la posibilidad de ser libremente manipulados por quien tuviese poder para ello.
Por esas razones, la incertidumbre de las grandes mayorías es descendente, y corre el riesgo de tornarse abismal. Habiendo perdido la capacidad e incluso la memoria de una alternativa a la democracia liberal, ¿qué esperanza pueden tener en el sistema democrático liberal? ¿Será que el miedo es tan intenso que solo les resta la resignación frente a su destino? ¿O, por el contrario, existe en la democracia un embrión de algo genuino, que pueda todavía ser utilizado contra aquellos que la transformaron en una farsa cruel?

La incertidumbre de la naturaleza.

Fundamentalmente desde la expansión europea, a partir de finales del Siglo XV, la naturaleza pasó a ser considerada por los europeos como un recurso natural desprovisto de valor intrínseco, y por eso disponible sin condiciones ni límites para ser explorada por los humanos. Esta concepción, que era nueva en Europa y no tenía vigencia en ninguna otra cultura del mundo, se tornó gradualmente dominante en la medida en que el capitalismo, o colonialismo, y el patriarcado (este último reconfigurado por los anteriores) se fueron imponiendo en todo el mundo considerado moderno.


Ese dominio fue de tal modo profundo que se convirtió en la base de todas las certezas de la época moderna y contemporánea: el progreso.


Siempre que la naturaleza pareció ofrecer resistencia a la exploración, esto fue visto, cuanto mucho, como una incertidumbre ascendente en la que la esperanza sobrepasaba al miedo. Fue así que el Adamastor de Luis de Camões fue valerosamente vencido y la victoria sobre él se llamó Cabo de Buena Esperanza.


Existieron pueblos que nunca aceptaron esta idea de naturaleza, porque aceptarla equivalía al suicidio. Los pueblos indígenas, por ejemplo, vivían en tan íntima relación con la naturaleza que esta ni siquiera les era exterior; era, por el contrario, la Madre Tierra, un ser viviente que los englobaba a ellos y a todos los seres vivos, presentes, pasados y futuros. Por eso, la tierra no les pertenecía; ellos pertenecían a la tierra.


Esa concepción era tanto más verosímil que la eurocéntrica y tan peligrosamente hostil a los intereses colonialistas de los europeos que el modo más eficaz de combatirla era eliminar a los pueblos que la combatían, transformándolos en un obstáculo natural, entre otros, a la exploración de la naturaleza. La seguridad de esta misión era tal que las tierras de los pueblos indígenas eran consideradas tierras de nadie, libres y desocupadas, aunque en ellas viviera gente de carne y hueso desde tiempos inmemorables.

Esa concepción de la naturaleza fue de tal modo inscripta en el proyecto capitalista, colonialista y patriarcal moderno que naturalizarla se tornó el modo más eficaz de atribuirle un carácter incontrovertible a la certeza. Si algo es natural, es así porque no
puede ser de otro modo, sea eso consecuencia de la holgazanería y lascivia de las poblaciones que viven entre los trópicos, de la incapacidad de las mujeres para ciertas funciones, o de la existencia de razas y la “natural” inferioridad de las poblaciones de color más oscuro.

Esas certezas consideradas naturales nunca fueron absolutas, pero siempre encontraron medios eficaces para hacer creer que lo eran. Sin embargo, en los últimos cien años, estas comenzaron a revelar zonas de incertidumbre y, en tiempos más recientes, las incertidumbres pasaron a ser más verosímiles que las certezas, cuando no conducían a nuevas certezas de sentido opuesto. Muchos factores contribuyeron a esto. Selecciono dos de los más importantes.


Por un lado, los grupos sociales declarados naturalmente inferiores nunca se dejaron vencer enteramente y, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo pasado, consiguieron hacer oír su plena humanidad de un modo suficientemente alto y eficaz, al punto de transformarla en un conjunto de reivindicaciones que entraron en la agenda social, política y cultural. Todo lo que era natural se desvaneció en el aire, lo que creó incertidumbres nuevas y sorprendentes a los grupos sociales considerados naturalmente superiores, y por sobre todo la incertidumbre de no saber cómo mantener sus privilegios sin ser cuestionados por sus víctimas. De aquí nace una de las incertidumbres más tenaces de nuestro tiempo: ¿será posible reconocer simultáneamente el derecho a la igualdad y el derecho al reconocimiento de la diferencia? ¿Por qué continúa siendo tan difícil de aceptar el metaderecho que parece fundar todos los otros y que puede formularse así: tenemos el derecho a ser iguales cuando la diferencia nos disminuye, tenemos el derecho a ser diferentes cuando la igualdad nos descaracteriza?


El segundo factor es la creciente revuelta de la naturaleza frente a tan intensa y prolongada agresión, bajo la forma de alteraciones climáticas que ponen en riesgo la existencia de diversas formas de vida en la Tierra, entre ellas la de los humanos. Algunos grupos humanos ya están definitivamente afectados, sea por ver sus hábitats sumergidos por la elevación de las aguas del mar, o por ser obligados a dejar sus tierras desertificadas de modo irreversible. La Madre Tierra parece elevar la voz sobre las ruinas de la casa que era de ella para que pudiera ser de todos y que los humanos modernos destruyeron movidos por la codicia, la
voracidad, la irresponsabilidad y, al final, por la ingratitud sin límites.


¿Podrán los humanos aprender a compartir lo que resta de la casa que juzgaban que era solo suya y en donde en definitiva habitaban por concesión generosa de la Madre Tierra? ¿O preferirán el exilio dorado de las fortalezas neofeudales, mientras las mayorías rondan los muros y les quitan el sueño por más legiones de perros,
cámaras de videos, kilómetros de cercas de alambres de púas y vidrios a prueba de balas que los protegen de la realidad pero nunca de los fantasmas de la realidad?

Estas son las incertidumbres cada vez más abismales de nuestro tiempo.

La incertidumbre de la dignidad.

Todo ser humano (y, quizás, todo ser vivo) aspira a ser tratado con dignidad, entendiendo por tal el reconocimiento de su valor intrínseco, independientemente del valor que otros le atribuyan en función de fines instrumentales que le son ajenos. La aspiración a la dignidad existe en todas las culturas y se expresa según idiomas y narrativas muy distintas, tan distintas que a veces son incomprensibles para quien no comulgue con la cultura de la que emergen. En las últimas décadas, los derechos humanos se transformaron en un lenguaje y una narrativa hegemónicos para denominar la dignidad de los seres humanos. Todos los Estados y organizaciones internacionales proclaman la exigencia de los derechos humanos y se proponen defenderlos.


Mientras tanto, como Alicia en “A través del espejo” –de Lewis Carroll–, atravesando el espejo que esta narrativa consensual propone, o mirando el mundo con los ojos de Blimulda –de la novela de José Saramago, Memorial del convento–, que veían en la oscuridad, nos encontramos con inquietantes constataciones: la gran mayoría de los seres humanos no son sujetos de derechos humanos, son antes objetos de los discursos estatales y no estatales de derechos humanos; existe mucho sufrimiento humano injusto que no es considerado violación de derechos humanos. La defensa de los derechos humanos ha sido muchas veces invocada para invadir países, robar sus riquezas, esparcir la muerte entre víctimas inocentes. En el pasado, muchas luchas de liberación contra la opresión y el colonialismo fueron conducidas en nombre de otros lenguajes y narrativas emancipatorias y sin nunca hacer referencia a los derechos humanos.


Esas inquietantes verificaciones, una vez puestas frente al espejo de las incertidumbres que he venido a mencionar, conducen a una nueva incertidumbre, también ella fundadora de nuestro tiempo. ¿La prima
cía del lenguaje de los derechos humanos es fruto de una victoria histórica o de una derrota histórica? ¿La invocación de los derechos humanos es un instrumento eficaz en la lucha contra la indignidad a la que tantos grupos sociales están sujetos, o es antes un obstáculo que desradicaliza y trivializa la opresión en que se traduce la indignidad, y adopta la mala conciencia de los opresores?


Son tantas las incertidumbres de nuestro tiempo, y asumen un carácter descendente para tanta gente, que el miedo parece triunfar sobre la esperanza. ¿Debe esta situación llevarnos al pesimismo de Albert Camus, quien en 1951 escribió amargamente: “Al final de veinte siglos la suma del mal no disminuyó en el mundo. No hubo ninguna parusía, ni divina ni revolucionaria”? Pienso que no. Debe apenas llevarnos a pensar que, en las condiciones actuales, la revuelta y la lucha contra la injusticia que produce, difunde y profundiza la incertidumbre descendente, y sobre todo, la incertidumbre abismal, tiene que ser desarrollada con una mezcla compleja de mucho miedo y mucha esperanza, contra el destino autoinflingido de los oprimidos y la misión arbitraria de los opresores. La lucha tendrá más éxito, y la revuelta más adeptos, en la medida en que más y más gente se vaya dando cuenta de que el destino sin esperanza de las mayorías sin poder es causado por las esperanzas sin miedo de las minorías con poder

S.O.S, planeta en crisis

Un 2022 repleto de interrogantes, escribe Sergio Ferrari.

Sergio Ferrari. Periodista argentino radicado en Suiza. Acreditado ante la ONU en Ginebra.

Miembro de la redacción del cotidiano independiente Le Courrier  https://lecourrier.ch/, editado en Ginebra. Colaborador de UNITÉ, https://www.unite-ch.org/fr plataforma ONG de voluntariado solidario Norte-Sur y de diversos medios suizos. Escribe en Prensa Ecuménica (PE)


 

La pandemia; la creciente crisis de los alimentos y el calentamiento climático global definieron la agenda de 2021. La 5ta ola del Covid-19, agudizada desde inicios de diciembre por la explosiva variante Ómicron, mantiene en vela a la población mundial. Por otra parte, el drama creciente del hambre en el mundo, denuncia el fracaso del actual sistema económico hegemónico. La falta de una respuesta contundente y viable a la crisis climática anticipa una ruta apocalíptica, sin retorno, para la vida y la Madre Tierra2022 se perfila, nuevamente, como un año desafiante para los movimientos sociales y la humanidad entera.

Ómicron

No había terminado la “ola Delta” en Europa cuando Ómicron irrumpió con una contagiosidad hasta ahora desconocida. El Covid-19, que se instaló a inicios del 2020, multiplica mutaciones y continúa condicionando la “normalidad” cotidiana de todo el planeta.

Junto con su golpeteo sanitario agresivo, la pandemia devela un entramado de contradicciones civilizatorias. Una de ellas, denunciada por las estadísticas más verificables: los más ricos continúan enriqueciéndose sin pausa. La actual crisis ha jugado y continúa jugando como un disparador de las brechas sociales. Hoy, el mundo está aún más polarizado en términos de desigualdad que antes de la aparición de este virus. Mientras que la riqueza de los multimillonarios ha aumentado más de 3.6 billones de euros, otros 100 millones de personas han pasado a engrosar las filas de la pobreza extrema a causa de la crisis sanitaria actual.

La otra contradicción no menos significativa es la que resulta de la mala distribución de las diferentes vacunas, radiografía de un planeta a dos velocidades. Mientras que en el norte “desarrollado” se aplican este fin de año la 3era y 4ta dosis entre la población que quiera inmunizarse, en una buena parte de los países *periféricos* las vacunas disponibles cubren apenas un escaso porcentaje de su población. Poco más del 7 % de las personas en los países de ingreso bajo han recibido una dosis, mientras ese porcentaje se eleva hasta un 75 % en los países de ingreso alto. En África, menos del 10% de la población ha sido vacunada, mientras que en Europa y Estados Unidos más de un 70% ya fue inmunizada. Desigualdad que se acentúa por la decisión de los países ricos y las multinacionales que producen las vacunas de impedir que éstas se produzcan libremente en distintos lugares del mundo, tal como le exigen importantes actores de la sociedad civil mundial que proponen una excepción temporal del derecho de patentes.

El hambre en aumento


El 23 de septiembre del 2021 no fue una jornada esplendorosa. Para el 10% de la población mundial, es decir unos 800 millones de seres humanos que hoy padecen hambre, la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios convocada por las Naciones Unidas en Nueva York ni siquiera existió.

Para los movimientos sociales que buscan soluciones cotidianas a este cataclismo mundial, la cumbre fue un poco más de lo mismo. Es decir, pura retórica sin que exista una real voluntad política para encontrar soluciones estratégicas.

La Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU es despreciable y representa una amenaza para la Soberanía Alimentaria de los pueblos”, señalaba La Vía Campesina al pronunciarse sobre el evento de Nueva York. Esa red mundial — que aglutina a más de 200 millones de campesinos de 81 países– junto con casi 600 movimientos sociales de pequeños productora-es, trabajadora-es, pueblos indígenas y ONG del sector, habían decidido ya en julio boicotear la convocatoria de Nueva York. Los movimientos populares constituyeron un frente unido de denuncia de la ilegitimidad de la Cumbre y de los intentos de parte de las corporaciones transnacionales de apropiarse del debate y de las propuestas futuras.

Para dichos movimientos, la solución a la crisis climática, el hambre, la migración forzada y la pobreza extrema reside en los pueblos, no en el gran poder corporativo multinacional. Debe surgir de los principios de la soberanía alimentaria y de la justicia social y debe considerar a la alimentación como un derecho humano fundamental y no como una mercancía para la especulación comercial. Es innegociable respetar los sistemas alimentarios a pequeña escala, diversos y agroecológicos que existen en nuestros territorios, según los movimientos sociales.

Y concluía afirmando que la Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU de 2021 se encuentra en las antípodas de estos principios. El hambre sigue siendo una realidad dramática, aunque las soluciones, según dichos actores, podrían ser simples: bastaría con priorizar la agroecología sobre el agronegocio y apostar a la soberanía alimentaria para reemplazar el paradigma inaceptable de alimentos=mercancías.

Se incendia el planeta


A los fracasos derivados en 2021 por el hambre creciente y la desigualdad en la lucha contra el Covid-19, se le suma un tercer factor desequilibrante:  el agravamiento de la crisis climática.

La Cumbre Climática Mundial de Glasgow de noviembre pasado no logró avances sustantivos en la meta de asegurar un calentamiento máximo de 1.5 ° hasta 2030, tal como lo exige el mundo científico y la sociedad civil planetaria.

Dicha cumbre desnudó, además, el choque de dos concepciones confrontadas. La de las grandes potencias que controlan, vetan o bloquean a las mismas Naciones Unidas, con propuestas tibias e insuficientes, a pesar de que el mundo científico viene diagnosticando, desde años, la gravedad extrema de la enfermedad. Enfrente, la visión de una buena parte de la sociedad civil planetaria –movimientos ambientalistas, ONG de desarrollo, sindicatos, redes y plataformas–, que se movilizaron críticamente en las calles de Glasgow y de decenas de ciudades del mundo durante la COP26 para enfatizar que la “urgencia climática” debe ser la clave de interpretación de una sociedad humana en carrera acelerada hacia su autodestrucción.

Se acaba de cerrar el 2021 con tres frustraciones civilizatorias superpuestas: la no resuelta lucha contra el hambre; el perdido combate por el clima y la crisis pandémica. Trilogía de un sistema mundial en crisis, expresión de un planeta cada día más fragilizado. Las perspectivas para este año que acaba de comenzar son inciertas. Los múltiples niveles de crisis superpuestas continuarán vigentes. Los actores sociales con su movilización cotidiana pueden ser el factor determinante para revertirlas. Exigiendo justicia climática y social, así como alternativas agroecológicas y soberanas para confrontar el hambre creciente. Y movilizándose para liberar patentes de producción de medicamentos y democratizar universalmente la lucha desigual contra la pandemia.

La Era del Apocalipsis

Douglas Rushkoff, Autor de Team Human, Present Shock, Throwing Rocks at the Google Bus, Program or Be Programmed y presentador del podcast Team Human http://teamhuman.fm

Traté de advertirnos sobre lo que se avecinaba: la psicopatología colectiva de una sociedad tan adicta a sus narrativas que preferiríamos que todo terminara antes que continuar sin resolver. 

Cuando escribí Present Shock , estaba principalmente preocupado por la forma en que la tecnología digital... había cambiado nuestra relación con el tiempo. A diferencia de los relojes analógicos con segundero de barrido que dan vueltas en círculo, los relojes digitales simplemente pulsan. No viajamos de 12:10 a 12:11. Simplemente cambia. Ahora estas aqui; ahora estás ahí. Como todo lo digital, el tiempo se volvió discreto. Uno o cero, antes o después, sí o no.

La narratividad que había caracterizado nuestra experiencia de vida hasta entonces se desmoronaba, para bien y para mal. Por un lado, podríamos usar controles remotos para navegar por el dial de la televisión, liberándonos del cautiverio de un narrador (o anunciante) poco confiable o manipulador. Ya no nos sentimos obligados a seguir a líderes carismáticos en viajes en los que el fin justifica los medios. Nos volvimos más ágiles y flexibles sobre nuestras creencias, nuestras carreras e incluso nuestras personalidades, capaces de "reinventarnos" a nosotros mismos sin necesidad de pasar por una crisis existencial. Incluso obtuvimos Occupy Wall Street, el primer movimiento que buscaba menos lograr un objetivo específico que adoptar una nueva forma de participación. El proceso llegó a ser tan importante porque la forma en que hacemos las cosas es, en última instancia, quiénes somos y responsables del verdadero resultado.

Pero perder nuestras metas e historias sobre nosotros mismos también fue desorientador para muchos de nosotros. Esto es lo que llamé Shock Presente. Sí, tiene mucho que ver con la naturaleza siempre activa de la vida en el entorno digital. Todo está sucediendo ahora mismo y parece exigir nuestra atención inmediata. Y ese es el aspecto de mi libro que más le importaba a la mayoría de la gente.

Pero en otro nivel, esta experiencia de inmediatez perpetua rompe todos los relatos que veníamos utilizando para ubicarnos en la historia, y motivar la actividad colectiva. Atrás quedaron los días en que un presidente puede motivar a Estados Unidos al declarar que llevaremos a un hombre a la luna. No podemos declarar la victoria sobre el cambio climático, el racismo o la pobreza clavando una bandera en la arena. Estos son problemas crónicos que no se terminan sino que se manejan de manera continua. Al igual que la civilización misma, el objetivo no es tanto ganar como sostenernos a nosotros mismos.

A la gente no le gusta esa sensación de incompletitud. La falta de resolución. Prefieren creer que alguien o algo está a cargo, con un plan. Que nos dirigimos a alguna parte. Y es esta necesidad, más que nada, lo que ha obligado a las personas a establecer conexiones entre cosas en sus pantallas o feeds de Twitter que realmente no tienen nada que ver entre sí. No directamente, de todos modos.

Pero sin una narrativa convincente y organizadora, el abuso infantil en Florida también puede estar relacionado con un político en DC y una tienda de delicatessen en Reno. Por horrible que sea en un nivel, es reconfortante creer que el tráfico sexual global está organizado por una sola red de multimillonarios que miles de operadores malvados independientes. Del mismo modo, en cierto nivel es más fácil pensar en el cambio climático o el covid como un complot orquestado por las Naciones Unidas o el Foro Económico Mundial, que se revelará de una sola vez el día del Gran Despertar, el tan esperado clímax del historia. Muchos de nosotros somos tan adictos a los finales que preferimos ver el fin del mundo que una continuación abierta e inconclusa. ¿Quien ganó? ¿Qué sucedió? Realmente nunca lo sabríamos.

La salida no es tratar de desengañar a las personas de sus narrativas fabricadas, sino tratar de ayudarlas a que se sientan más cómodas con la duda y la ambigüedad. Esto no es fácil, y es parte de lo que ha llevado a siglos de persecución contra judíos, budistas y otras tradiciones intelectuales que se niegan a dar respuestas absolutas. Entonces, en lugar de socavar los falsos dioses a los que la gente se aferra por una sensación de seguridad, debemos ayudar a las personas a sentirse intrínsecamente seguras, incluso sin descubrir la verdad última, el chivo expiatorio o el final.

Les ayudamos a pasar de la conmoción presente a la alegría del momento presente.

Douglas Rushkoff escribe una columna semanal para Medium. Puedes seguirlo aquí .

«Con presos políticos no hay democracia plena» 

Reclamo de liberación a seis años de su detención

Referentes de DD.HH., miembros del Gabinete, gobernadores, dirigentes sociales y gremiales y artistas exigieron la libertad de Milagro Sala y repudiaron la persecución política durante el macrismo.

Al cumplirse seis años de la detención de la líder de Tupac Amaru, Milagro Sala, referentes de derechos humanos, miembros del gabinete nacional, legisladores, dirigentes sindicales y sociales, artistas y periodistas pidieron su libertad y expresaron que «con presos y presas políticas no hay democracia plena«.

A través de una solicitada publicada en Página/12, manifestaron su «total repudio ante la persecución y el hostigamiento que viene sufriendo Milagro Sala» y remarcaron que su detención es «arbitraria e ilegal». «El caso de la líder de la Tupac Amaru se constituyó en el laboratorio de lo que fue el lawfare en Argentina y que implicó una verdadera asociación ilícita promovida con recursos del Estado para perseguir y encarcelar dirigentes políticos, sociales y sindicales, como se evidencia cada día con mayor fuerza en nuestro país, con los hechos que salen a la luz pública», agregaron los firmantes en referencia al armado de causas judiciales durante el gobierno de Mauricio Macri.

En el documento, que lleva entre otras firmas las de Estela de Carlotto, Taty Almeyda, Adolfo Pérez Esquivel, Vera Jarach, Lita Boitano y Nora Cortiñas, señalaron que el caso de Milagro Sala «es el que mayor visibilidad tiene en Jujuy» y resaltan que aún hay otros siete presas y presos políticos de la Tupac Amaru, la organización social que «más ha hecho para garantizar los derechos de los vulnerables».

«La criminalización de la protesta y el encarcelamiento de dirigentes políticos, sociales y sindicales como práctica durante el macrismo fue una constante que en el caso de Milagro y sus compañeras y compañeros pone de manifiesto la malicia de sus mentores, ejecutores y cómplices. Debe cesar cuanto antes porque lesiona gravemente la democracia», concluyó la solicitada

(Prensa Ecuménica P.E.)

Vuelve Conectar Igualdad

El Gobierno oficializó el regreso del programa Conectar Igualdad, de distribución de netbooks a estudiantes y docentes de escuelas públicas. El plan será retomado con la modalidad “de entrega de una computadora portátil a cada alumno y docente de las escuelas secundarias y de educación especial”. Su relanzamiento fue publicado este miércoles en el Boletín Oficial.

El decreto 11/2022 fue firmado por del presidente Alberto Fernández, el jefe de Gabinete, Juan Manzur, y el ministro de Educación, Jaime Perczyk. En su texto señala que el Conectar se financiará con las partidas que anualmente asigne la Ley de Presupuesto General de la Administración Nacional a Educación, con fondos provenientes del Tesoro Nacional. 

El plan busca aportar "recursos tecnológicos" a la comunidad educativa, puntualmente a estudiantes y docentes de secundarias públicas, escuelas de educación especial de gestión estatal e institutos de Formación Docente. El resto de los niveles educativos está previsto que reciban los beneficios del programa de acuerdo a criterios elaborados por el Ministerio de Educación.

¿Cuándo empezó el programa Conectar Igualdad?

El programa fue creado originalmente en 2010, por la entonces presidenta Cristina Kirchner, y se llegaron a entregar 5,3 millones de computadoras hasta el final de su mandato. Además, se ofrecían capacitaciones para el uso de la herramienta y cursos para elaborar propuestas educativas.

Mauricio Macri discontinuó el programa tras su asunción, reduciendo drásticamente la cantidad de computadoras entregadas por año. La decisión del gobierno de Cambiemos de dejar de proveer de computadoras a los estudiantes no fue sólo un tema de ajuste fiscal: el expresidente desvalorizaba la iniciativa, de la que llegó decir que era como “repartir asado y no tener parrilla”. Y de hecho, cuando terminó su gestión fueron encontradas abandonadas en un depósito 100 mil netbooks que tendrían que haber sido entregadas, pero que el macrismo nunca distribuyó. Apiladas en largas estanterías del Correo, habían quedado obsoletas por el paso del tiempo. 

Tras ese hallazgo -que ocurrió en 2020, cuando ya estaba en la Casa Rosada el Frente de Todos- el Ministerio de Educación mandó a actualizarlas y las fue entregando entre las escuelas con mayores carencias. 

La decisión de activar nuevamente el Conectar Igualdad había sido anunciada al comienzo de la gestión de Alberto Fernández, pero quedó afectada por los gastos que impuso la emergencia sanitaria en la pandemia.

Así, después de distribuir las netbooks del depósito, el Ministerio de Educación licitó durante 2021 la compra de computadoras, aunque no en las mismas cantidades que las del período 2010-2015. Como parte del Plan Federal Juana Manso, en el último año se distribuyeron equipos en algunos distritos. 

Quiénes recibirán la netbook del Conectar Igualdad

La pandemia puso al descubierto la brecha tecnológica entre los estudiantes a lo largo del territorio y sus gravísimas consecuencias. Suspendida la presencialidad escolar, fue evidente que muchos no tenían los recursos necesarios para desarrollar su escolarización de modo virtual.

"La situación excepcional producida por la pandemia demostró que resulta necesario repensar y revertir la entrega de equipamiento tecnológico centrada únicamente en las instituciones educativas", destacan las autoridades en el Decreto 11/2022. En él señalan la necesidad de "proporcionar a las y los estudiantes de todo el país estos recursos indispensables para el desarrollo de su escolarización".

El decreto habla puntualmente de estudiantes y docentes de secundarias públicas, escuelas de educación especial de gestión estatal como destinatarios de una computadora por alumno. El resto de los niveles educativos está previsto que reciban los beneficios del programa de acuerdo a criterios elaborados por el Ministerio de Educación.

Según agrega el decreto, la entrega de computadoras se llevará a cabo a partir de los acuerdos que el Ministerio de Educación concrete con las provincias y la Ciudad de Buenos Aires.

La norma derogó los decretos 1239/16 y 386/18, firmados por el ex presidente Mauricio Macri, que rebautizó el programa como "Plan Aprender Conectados" y lo sacó  de la órbita de la ANSES para ponerlo bajo el control de Educ.ar, la sociedad del Estado del Ministerio de Educación de la Nación. (Página 12)

Uno busca lleno de esperanzas ...

Mas de 70 mil usuarios siguen sin Luz en CABA Los barrios más afectos son Caballito, Villa Crespo, Villa General Mitre, Almagro, Parque Avellaneda, Recoleta y Villa Urquiza. Hasta el momentos, las empresas no informaron cuándo se restablecería el servicio. 

El Paraná sigue experimentando la peor sequía de su historia, los incendios forestales y la sequía que hace peligrar las expectativas de buenas cosechas para la Argentina, sumado a la ola de calor que recién hoy parece tomarse un respiro después de la tormenta de anoche, la búsqueda de buenas noticias se torna un tanto dificultosa, pero alguna hay.

A las ya mencionadas, en el ámbito de los Derechos Humanos en Argentina, debemos sumarle:

En febrero comenzarán cuatro juicios de lesa humanidad

Mariana Menzulio, prosecretaria de redacción en Agencia Nacional de Noticias Télam SE 

Los procesos orales y públicos se desarrollarán en Bahía Blanca, San Juan, Santiago del Estero y Mar del Plata.

Megacausa de la Zona 5


El 17 de febrero, comenzará en Bahía Blanca el juicio de la Megacausa de la Zona 5 que involucra a 40 imputados, exintegrantes de varias fuerzas armadas y de seguridad, acusados de cometer delitos de lesa humanidad contra 270 víctimas y que incluirá la declaración de más de 300 testigos.

Con estas cifras, este juicio
será el debate más grande en la historia de Bahía Blanca y en el cual deberán responder por primera vez dos profesionales de la salud acusados de contribuir a mantener con vida a los secuestrados en el centro clandestino de detención "La Escuelita", donde nacieron dos niños en cautiverio que aún no recuperaron su identidad.

Estos acusados se trata del entonces capitán médico Luis Fortunato Adalberti y del enfermero Adalberto Osvaldo Bonini, que era sargento primero en la División Sanidad.

Otra particularidad del juicio
será que por primera vez se juzgará a doce oficiales y suboficiales del Ejército por un caso de abuso deshonesto contra una mujer cautiva en la "compañía de combate My. Keller" del Batallón de Comunicaciones 181, donde operaba un grupo de tareas.

Por este caso, la Cámara Federal bahiense dispuso meses atrás una serie de detenciones, entre las que se encuentran la del coronel retirado Enrique Stel, quien se desempeñó como funcionario público en Tucumán.

La elevación a juicio formulada por que formuló el fiscal Pablo Fermento abarca además a tres ex miembros del Departamento II Inteligencia del Cuerpo V de Ejército.

Se trata de Walter Bartolomé Tejada, Guillermo Julio González Chipont y Norberto Eduardo Condal; y a otros tres del Destacamento de Inteligencia 181: Jorge Horacio Granada, Carlos Alberto Taffarel y Víctor Raúl Aguirre.

En esta megacausa, los abogados defensores rechazaron incorporar registros audiovisuales de declaraciones de testigos que participaron en juicios anteriores.

La causa está en manos del Tribunal Oral Federal (TOF) de Bahía Blanca, compuesto por los magistrados Ernesto Sebastián, Sebastián Foglia y Marcos Aguerrido.

En tanto,
habrá una querella tripartita compuesta por representantes legales de la agrupación Hijos, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y la Subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires.

Será así el
octavo juicio consecutivo por delitos de lesa humanidad que se realizará en la ciudad, desde sus inicios en el año 2011.

Juicio al exjuez Juan Carlos Caballero Vidal


El exjuez Juan Carlos Caballero Vidal, acusado de no promover la investigación penal para esclarecer el secuestro y las torturas que sufrió Héctor Cevinelli y la muerte de Alberto Carvajal, comenzará a ser juzgado por delitos de lesa humanidad el 21 de febrero en San Juan.

El Tribunal Oral Federal de San Juan, integrado por los jueces Daniel Doffo, Eliana Rattá y Carolina Pereira, estará a cargo del debate de esta causa que se iniciará el próximo 21 de febrero.

El exministro del máximo tribunal sanjuanino
está acusado por no promover la investigación este último, torturado salvajemente en el Penal de Chimbas, ambos casos, durante la última dictadura.

En 1977, cuando ocurrieron los hechos que son investigados Caballero Vidal era juez penal de primera instancia y por su "inacción" se configuró una "omisión" al momento de promover la investigación que se considera como un crimen contra la humanidad.


Las absoluciones en la Megacausa III


El mismo día, pero en Santiago del Estero, se realiza un nuevo juicio para
revisar las absoluciones en la Megacausa III en Santiago del Estero en base a un pedido formulado por la querella de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.



Cuatro años después del juicio oral por la Megacausa III, la justicia federal de Santiago del Estero llevará a cabo un debate para revisar las absoluciones de siete acusados, entre ellos el ex fiscal federal Santiago Olmedo de Arzuaga y el exmilitar Jorge Alberto D'Amico.

El juicio oral de la Megacausa III en Santiago del Estero terminó en diciembre de 2017 y tras el veredicto, las querellas y el Ministerio Público Fiscal recurrieron las absoluciones a la Cámara Federal de Casación Penal.

La Sala IV finalmente las revocó en julio de 2019 y ordenó el reenvío de la causa para una nueva sentencia.


El nuevo debate se realizará dos años y medio después del fallo de Casación y a más de 45 años de los hechos.

La Megacausa III fue el primer debate por crímenes de lesa humanidad en Santiago del Estero en tener entre sus acusados a funcionarios judiciales de la última dictadura cívico militar.

Junto a Olmedo de Arzuaga también estaba imputado el ex juez federal Arturo Liendo Roca, quien falleció durante el debate.

Ambos ex magistrados fueron acusados por abuso de autoridad e incumplimiento de deberes de funcionario público, y sobrevivientes del terrorismo de Estado declararon que los vieron cuando visitaban el centro clandestino de detención D2 y desoían las denuncias sobre las torturas que se aplicaban en ese lugar.

"La Huerta"


En Mar del Plata, el 25 de febrero, los magistrados federales Nicolás Tosseli, Luis Imaz y Machado Pelloni, del Tribunal Oral Federal número 1 de esa ciudad, estarán a cargo del proceso oral y público en el que ventilarán los hechos ocurridos en el centro clandestino de detención ilegal denominado como "La Huerta", que funcionó en Tandil durante la última dictadura militar.

Además
se investigarán crímenes contra la humanidad cometidos en el circuito represivo de la Sub Zona 12 que comprendió el centro de la provincia de Buenos Aires, y entre ellos los crímenes que se perpetraron en la Quinta de los Hermanos Méndez.

Se analizaran los hechos que ocurrieron en el campo General Mariano Necochea, que estuvo a cargo del Comando de la Brigada de Caballería Blindada y que se encuentra situado a unos metros de la ruta provincial 226, camino a la Base Aérea Militar de Tandil, donde funcionó "La Huerta".

Entre 1976 y 1978, operó en ese lugar un centro de detención ilegal que estuvo a cargo de del Ejército y la Policía Bonaerense.

En este juicio
habrá 18 imputados, entre ellos los hermanos Julio y Emilio Méndez, los primeros civiles condenados por delitos de lesa humanidad, y se analizarán delitos contra 70 víctimas.

Uno no se cansa de buscar …

La erupción del Volcán submarino en Toga que puso en alerta a las costas de Japón, Chile y EEUU, y aunque tanto desacople climático pudiere parecer “normal” o un accionar típico del funcionamiento del planeta (cosa que puede verificarse en tanto siempre hubieron crisis climáticas mas o menos severas registradas en la historia de la humanidad), tampoco puede soslayarse el hecho de las actividades humanas y las búsquedas y generación y construcción de conocimiento no tienen en cuenta con demasiada voluntad e intensidad, el tema de los impactos que lo que hacemos produce en la geografía, el clima y los cíclos vitales de la tierra.

Más allá de que, como siempre se determina la intencionalidad, por las formas en que se financian acciones y relatos, solo aquellos que se pueden “autofinanciar” o son “financiados” y “mecenados” por los “grandes capitales” torna a todo asunto por demás sospechoso y sesgado.

La Esperanza es lo último que se pierde.

Mientras haya vida humana sobre el planeta, uno no se resigna. Como bien reza el dicho popular: “La esperanza es lo último que se pierde”. Mientras aún queden algunas señales que nos devuelvan la percepción, idea y motivación de creer que aún estamos a tiempo para recuperar rasgos de humanización, que vuelvan a cohesionar a los asentamientos humanos dentro de un orden mas humanizado y mas justo y que permita la diversidad en el cuidado del derecho, como lo expresa Sousa Santo: “...tenemos el derecho a ser iguales cuando la diferencia nos disminuye, tenemos el derecho a ser diferentes cuando la igualdad nos descaracteriza.”

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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