Comics, multiversos, realidades y fantasías.


Todavía no me acostumbro al 22 y sigo escribiendo 21

A medida que uno vive mas años, se torna un poco mas rutinario, apegado a formas y prácticas. La posibilidad de cambiar es la misma que en los años de juventud, la fuerza física no siempre, la fuerza mental es mejor en tanto como los buenos vinos, se piensa mejor con los años, si uno cultiva y sostiene la voluntad y las ganas de la escucha y la lectura que le aporten dato y conocimiento. Uno elige mejor y “a pesar de si mismo” es mas sabio e inteligente que fuerte. Sin embargo, si hay “algo” rutinario, como escribir una fecha, cambiar se torna algo dificultoso … todavía sigo escribiendo 2021.

En cerca de 7mil años de historia humana en el planeta y un poco menos en cuanto a poder registrar eventos y conocimientos y legarlos a las generaciones futuras, el conocimiento nunca alcanzó tanto desarrollo como en estos últimos tres siglos de historia.

El primer ferrocarril que circuló en el mundo fue el de Stockton a Darlington (Gran Bretaña) en 1825 y las primeras locomotoras de vapor que circularon por nuestras líneas fueron británicas. A la Península Ibérica el primer ferrocarril llegó en 1848, cubriendo la línea Barcelona-Mataró.

El primer tren se fabricó en Inglaterra hace casi 200 años, y empleaba caballos para arrastrar unos carros sobre unos rieles en el suelo. El primer intento de máquina locomotora fue inventada en 1804 por Richard Trevithich.

Unos años antes, se inició, hacia finales del siglo XVIII, lo que en la historia quedó registrada como la “primera Revolución Industrial”. Se produjo en Inglaterra, en la industria textil, así como en lo relacionado con la extracción y utilización de carbón. La expansión del comercio fue posible gracias al desarrollo de las comunicaciones, con la construcción de vías férreas, canales, y carreteras. El paso de una economía fundamentalmente agrícola a una economía industrial influyó sobremanera en la población, que experimentó un rápido crecimiento sobre todo en el ámbito urbano. La introducción de la máquina de vapor de James Watt (patentada en 1769) en las distintas industrias, fue el paso definitivo en el éxito de esta revolución, pues su uso significó un aumento espectacular de la capacidad de producción. Más tarde, el desarrollo de los barcos y de los ferrocarriles a vapor, así como el desarrollo en la segunda mitad del XIX del motor de combustión interna y la energía eléctrica, supusieron un progreso tecnológico sin precedentes.

El primer ferrocarril de Latinoamérica unió desde 1837 La Habana con Güines, en Cuba, y aunque diversas publicaciones indican que la línea Lima-Callao fue la primera de Suramérica, ya en 1848 había entrado en operaciones otro tren entre Georgetown y Plaisance, en la entonces Guyana Británica.

En el Cono Sur, El 14 de junio de 1861 se hizo el primer paseo en el ramal urbano desde la estación hasta el puerto, por lo que puede considerarse al tren paraguayo como uno de los primeros en funcionar en el continente de Sudamérica. El 21 de octubre de 1861 se inauguró el ferrocarril del Paraguay.

Cuba y Paraguay. No es casualidad. Lo que hoy vivimos es resultado del devenir histórico de aquellos cambios.

En Argentina 29 DE AGOSTO DE 1857 - LA LOCOMOTORA "LA PORTEÑA" HACE SU VIAJE INAUGURAL. El progreso llegó por las vías del ferrocarril. En 1857 se realizó el primer viaje entre la estación del Parque y la localidad de Floresta, en Buenos Aires. "La Porteña" fue la locomotora que condujo el convoy.

Estos cambios han modificado formas y procesos de producción y satisfacción de deseos y necesidades, pero no ha modificado sustancialmente a las personas humanas. Hacemos cosas de modos diferentes a aquellos que vivieron antes de la aparición de la máquina a vapor o del Ferrocarril, pero la evolución de nuestros pensamientos va siempre a la zaga de los acontecimientos y en definitiva, cambian muy poco en tanto y en cuanto, los cambios, parecieran seguir un derrotero que no depende de decisiones humanas en tanto son pocos los que influyen de maneras relevantes.

Los nombres propios son pocos respecto a la magnitud de los cambios producidos y a la cantidad de personas que vieron modificadas sus vidas de forma abrupta y sin la posibilidad de participar en los rumbos.

Hoy, las posibilidades son otras. Los conocimientos están allí, mas cerca de todos y la posibilidad de participar de modos mas activos solo depende de un par de cuestiones que, como conductas, deberíamos modificar … nada fácil. Reconocer que en tanto individuos, no somos mejores o mas que otros individuos en tanto y en cuanto no especifiquemos “En que” y obviamente, será muy poco respecto de aquello en lo cual “otros” aparecerán mejores a uno. El conocimiento es asunto social y colectivo. Asunto de orden público, pertenece a esas dinámicas que producimos los humanos en las asociaciones que tejemos y en el orden común que nos damos para hacer funcionar cualquier civilización, cualquier comunidad, cualquier grupo, institución o Estado/Nación.

Hay personas que destacan por diferentes razones. Pero esas razones solo pueden surgir en un orden social que lo posibilita y en el reconocimiento de los “otros” a esa, su “especificidad” y al aporte que produce a partir de allí, en la vida de otros.

Fly me to the Moon

José Edelstein es físico teórico, IGFAE, Universidad de Santiago de Compostela. Escribió la contratapa del diario Página 12 de ayer

Stephen Hawking estaría cumpliendo hoy 80 años en un mundo que tantas veces anticipó: acorralado por una pandemia. Celebremos haber compartido una efímera porción del espacio-tiempo con este coloso de la ciencia, divulgador extraordinario y luchador infatigable.

Hay voces que al apagarse nos dejan huérfanos. En el coro polifónico que inunda la esfera pública internacional, una multiplicidad de cascotes de ruido y furia, las voces singulares y originales son trágicamente insustituibles. El 14 de marzo de 2018 dejó de escucharse la de Stephen William Hawking y el silencio sigue siendo ensordecedor.

Hace exactamente una década viajé a Cambridge desde Buenos Aires para su 70 cumpleaños. Al igual que hoy, Hawking no fue de la partida: un problema de salud le obligó a celebrarlo en soledad, viendo las imágenes de la fiesta que llegaban desde el imponente Gran Salón delTHoyrinity College. Allí donde alguna vez cenaron Isaac Newton, Lord Byron o Ludwig Wittgenstein, la ausencia del homenajeado era la forma más amarga y poderosa de estar allí. Tal como hoy. La conversación en todas las mesas giraba en torno suyo. No había quien no tuviera alguna anécdota que devolviera retazos de su carácter terco, agudo, brillante y con un sentido del humor muy británico. Todos afirmaban que su amor incondicional por la vida era el de un sobreviviente.

Cuando se desató el azote de la pandemia, muchos recordamos la infinidad de veces que Hawking anunció su llegada inexorable. No fue, por supuesto, el único que lo advirtió, pero sí quien lo hizo de manera más persistente. Su propio cuerpo era para él, imagino, la evidencia más inmediata de nuestra fragilidad biológica. Su extraordinario intelecto, al mismo tiempo, la de la portentosa e inexplicable capacidad humana de albergar el cosmos en el interior del cráneo.

Además de privarse de ver al mundo acorralado por un virus, Stephen Hawking se perdió por unos pocos meses la primera fotografía de un agujero negro. La luz plasmada en una imagen que ya es icónica viajó por el espacio casi 55 millones de años y llegó a los radiotelescopios cuando aún vivía, pero la complejidad de su procesamiento impidió que Hawking pudiera disfrutarla. Nadie merecía más que él tener el privilegio de ver esa imagen. Sus contribuciones a la teoría de la Relatividad General fueron portentosas, iluminando problemas tan importantes como el inicio del espacio y el tiempo, la formación de estructura a gran escala en el Universo y, justamente, el comportamiento de las criaturas más enigmáticas que pueblan nuestros cielos: los agujeros negros.

Tampoco pudo ver el espectacular aterrizaje de Perseverance ni el insólito vuelo del helicóptero explorador Ingenuity en Marte, ni el cinematográfico lanzamiento y despliegue espacial del telescopio James Webb, que pronto nos permitirá ver cómo nacieron las primeras estrellas. En todos estos eventos se habría escuchado a Hawking haciendo declaraciones que acabarían por contagiarnos su desbordante entusiasmo por todo lo que sucede sobre nuestras cabezas.

"Recuerden mirar arriba, a las estrellas, y no abajo, a sus pies", dijo en un pequeño discurso el día de su cumpleaños, hace una década. De modo que no sé qué habría pensado de la cansina película Don’t look up. Creo que nos recordaría que mirar arriba es ver el pasado. Allá en los cielos están las imágenes del nacimiento del cosmos, de otras galaxias que nos permiten dimensionar la nuestra y de otras estrellas que son de la estirpe de nuestro Sol. Mirando arriba contemplamos la tumultuosa coreografía de supernovas, agujeros negros y quásares que sazonaron con carbono, oxígeno y nitrógeno una mezcla fundente de hidrógeno para convertirla en materia viva.

De esa materia puede resultar la alquimia de un ser genial, provocador, divertido, desafiante, tenaz, batallador, juguetón y mordaz como Stephen Hawking. Capaz de conjugar con naturalidad la tradicional flema británica y el humor zafio de la industria del entretenimiento estadounidense. Y si bien, como ocurre con muchos grandes hombres y mujeres de la cultura entregados en cuerpo y alma a su obra, quizás no sobresalían en él los gestos públicos de ternura, compasión, amor o empatía, tuve la fortuna de poder ser testigo de ellos en las distancias cortas

La dignidad de su desigual combate contra la esclerosis lateral amiotrófica fue una de las mayores gestas que el frágil Eros haya protagonizado jamás frente a la perversidad proverbial de Thánatos. Su denodada lucha diaria contra una adversidad imposible de imaginar para quien no la haya visto de cerca o padecido, es la victoria suprema del hedonismo sobre la autocompasión. Sólo se rindió ante la sentencia inapelable de la parca, que significativamente llegó el día de cumpleaños de Einstein. Esperó dignamente el jaque mate sin inclinar jamás, ni siquiera cuando parecía acorralado, su rey sobre el tablero.

A pesar de su desdén por lo divino, Hawking fue un devoto de las grandes instituciones británicas, por lo que dejó estipulada su autorización para ser velado en la Iglesia de Santa María La Grande, como todos los profesores excelsos de Cambridge. Esa fue la última vez que viajé a esta ciudad para visitarlo. Lejos, en el recuerdo, quedaba la cena en su casa en la que aceptó visitar Argentina en mayo de 2010 para los actos del bicentenario. Un sueño que jamás se concretó por motivos que la razón --al menos la mía-- jamás comprenderá.

La austera ceremonia de su funeral transcurrió en un silencio cuya textura era más de unción que de protocolario respeto, tuvo detalles probablemente previstos y planificados por él, pinceladas de sus gustos musicales y de su humor sardónico. Tras recordarnos que Hawking no creía en que hubiera nada más allá de la muerte, Martin Rees leyó con emocionada delicadeza la apología que Platón escribió sobre la muerte de Sócrates, y que tan bien se adecuaba a un espíritu curioso y explorador como el suyo: "Pero si la muerte fuese un viaje hacia otra parte y allí, como dicen los hombres, habitasen todos los muertos, ¿qué bien, oh, mis amigos y jueces, puede ser más preciado que éste? ¿Qué no daría un hombre si pudiese conversar con Orfeo y Museo, Hesíodo y Homero? Si esto es verdad, déjenme morir una y otra vez. Sobre todo porque, entonces, sería capaz de continuar mi procura del conocimiento verdadero y falso; como lo hice en este mundo, así en el próximo".

Cuando todo parecía haber finalizado y el mutismo sepulcral empezaba a deshilacharse con el salpicado crujir de los bancos de madera, indicando la disposición de los presentes a emprender la salida, se sentó al piano un reverendo ataviado como si saliera de las páginas de El nombre de la rosa. Se acomodó la larga capa ceremonial, respiró hondo y, cuando se esperaba el sonido de algún réquiem, acompañando el vuelo definitivo de Stephen Hawking finalmente liberado de la prisión de su cuerpo, comenzó a tocar con aires festivos Fly me to the Moon. No estaba Frank Sinatra para cantarla, pero su voz muda sonó de memoria en la cabeza de todos.

Ejemplos hay a montones …

A la hora de subrayar nombres propios la lista es enorme. Mas enorme sería si tuviésemos que nombrar, conociendo sus nombres, a tanto anónimo e ignoto que paso por la vida “sin pena ni gloria”, dejando una vaga memoria en aquellos que compartieron sus días, probablemente yo recorra ese camino, quizá salvo que alguna de estas cosas que escribo que ha alguien le pueda aportar algo.

La memoria es selectiva y no siempre recordar resulta un ejercicio placentero.

María Seoane, Felipe Pigna, Ricardo Ragendorfer, Fernando Amato y Gabriel Michi, entre otros, abordan desde distintas perspectivas el llamado "Caso Cabezas", a 25 años del crimen que conmocionó al país. 

José Luis Cabezas era fotógrafo y le encantaba hacer bien su trabajo. Se lucía en sus temporadas en Pinamar. Quedó atrapado por una maraña de corrupción de empresarios mafiosos, intereses políticos y brutalidad policial en el lugar que soñaba ser la capital argentina del jet set. A 25 años de su atroz crimen, Caras y Caretas lo homenajea en su número de enero, que estará en los kioscos este domingo opcional con Página/12.

En su columna editorial, María Seoane recuerda la entrevista que le hizo al empresario Alfredo Yabrán junto con Julio Blanck, Fernando González, Omar Lavieri y el fotógrafo Eduardo Longoni para el diario Clarín en marzo de 1997: “La entrevista duró varias horas, con un notable esfuerzo de Yabrán por ser cordial ante nuestro escrutinio periodístico, hasta que Blanck, luego de una hora y en un momento de distención, definió la partida: ‘¿Qué es para usted tener poder?’. Yabrán contestó a boca de jarro, sin pensar: ‘Tener impunidad’”.

En tanto, Felipe Pigna cuenta los antecedentes del caso: “En 1996 a José Luis le tocó ‘hacer temporada’ en Pinamar, para retratar a ricos y famosos. Le habían pedido la foto imposible, la de un invisible que se jactaba de que ni los servicios de inteligencia tenían una foto suya: Alfredo Yabrán, un magnate que había hecho su fortuna durante la dictadura militar y la había incrementado notablemente durante los años del menemato con sus empresas vinculadas con el correo, el traslado de mercaderías y negocios varios en los aeropuertos. El nombre había saltado a las primeras planas de los diarios cuando el superministro Domingo Cavallo lo denunció en el Parlamento por ser ‘el jefe de la mafia’ y llevar adelante negocios turbios con la complicidad del gobierno del que formaba parte el padre de la convertibilidad. José Luis consiguió aquellas fotos que fueron tapa de la revista Noticias”.


Desde la nota de tapa, Fernando Amato detalla los entretelones del caso, desde el crimen hasta las condenas de los culpables. “En un principio había dos hipótesis que parecían contrapuestas. Una apuntaba a la Maldita Policía y la otra al empresario Alfredo Yabrán. Terminada la investigación se comprobó que Yabrán le dijo a su jefe de seguridad, Gregorio Ríos, que quería tener un verano tranquilo, sin periodistas. También que el empresario se había reunido en diciembre con el policía con el mismo pedido. Se supo que Ríos contrató a Prellezo para sacarse de encima al equipo periodístico de Noticias con la complicidad de sus colegas uniformados Luna (que marcó a los periodistas) y Cammarata (que ofreció la logística para ocultarlos en la costa). El comisario de Pinamar, Alberto ‘la Liebre’ Gómez, liberó la zona. Prellezo contrató a Los Horneros para hacer el trabajo sucio. Finalmente, el poder empresarial y el policial se complotaron para asesinar a Cabezas. Más allá de la información sobre las disputas políticas en torno del crimen, la impunidad favoreció al poder político.” Amato, que integraba el staff de la revista Noticias en el momento del crimen, recuerda el clima lúgubre y el miedo que vivieron los periodistas del medio en los meses posteriores al asesinato, que los selló para siempre.

Gabriel Michi recuerda a su compañero y amigo con una columna en primera persona. Y revela el presente de los herederos de Yabrán. Hugo Ropero, jefe de Cabezas en Noticias, reclama memoria y da su versión de los hechos, que difiere de la oficial.

Cecilia Fumagalli escribe sobre los intereses políticos detrás del crimen. Gustavo González pone de manifiesto el blindaje de la mafia en la Argentina de los años 90. Y Hernán Brienza recuerda, en calidad de testigo, la terrible jornada en la que Yabrán terminó con su vida, acorralado por la Justicia.

Ricardo Ragendorfer hace una radiografía de la Maldita Policía, es decir, la Bonaerense de Eduardo Duhalde, algunos de cuyos integrantes estuvieron involucrados en el crimen. Y cuenta cuál fue el destino de los condenados por el asesinato: ninguno está hoy tras las rejas.

Néstor Espósito hace un perfil de Fernando Burlando. Leo Álvarez reconstruye la trama de encubrimientos que operó la Policía Bonaerense. Juan González escribe la historia política de Pinamar y cómo el caso la afectó negativamente. Leo Torresi intenta responder por qué Cabezas fue víctima. Y Ana Jusid pide memoria.

El número se completa con entrevistas con Eduardo Duhalde (por Melisa Molina), Gladys Cabezas (por María Helena Ripetta), Norma Pepe (por Adrián Melo) y Hugo Ropero (por Juan Funes).

Un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas desde su fundación a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.

Un trabajo altamente recomendable en estos tiempos, dónde el poder busca el anonimato. Los que se exponen son los quedan en el medio de una trama en la que no siempre eligen o desean participar.

(Tomado de la reseña que hace hoy el diario página 12)

Como nos “hacen la cabeza”

Hoy en boga, las franquicias que construyen imperios económicos en torno a historias o personajes de ficción parecen tan naturales como el vaso de agua que tomamos sin ningún reparo abriendo algún grifo o canilla en nuestra casa o en la vivienda que alquilamos. Ninguna historia surge de la nada y tiene sus antecedentes. La memoria es cuidadosamente seleccionada, estudiando los caprichos de nuestro cerebro respecto a que recordar y como.

Agustina Ramos, periodista, redactora de las secciones Actualidad y Género en Filo.news y realiza trabajos particulares, como el armado del newsletter semanal, para Agencia Presentes, un medio digital que cubre noticias LGBT+ de la región. También colabora en otros medios como Feminacida y Somos Beba y realicé una práctica pre-profesional en redacción en la agencia ANCCOM.

Hoy escribe en Telam.

Spider-Man y el multiverso: ¿puede la ciencia explicar los universos paralelos?

Miles Morales, Spider-Gwen, The Superior Spider-Man, Spider-Man 2099, Spider-Girl y Spider-Man Noir son algunas de las caras que cobró el superhéroe en los distintos universos paralelos que conforman el multiverso del cómic de Spider-Man, que actualmente está en boga por el reciente estreno de la película "Spider-man: No Way Home" (Sin camino a casa).

- Hay múltiples realidades, Peter. Esta es la Dimensión Terrestre 616. Soy de la Tierra 833.

- ¿Estás diciendo que hay un multiverso? (universos paralelos) Porque pensé que era teórico. Eso cambia la forma en la que entendemos la singularidad inicial. Estamos hablando de un sistema de inflación eterna. ¿Cómo funciona eso con el quantum? Es una locura.

Ese fue el diálogo entre Mysterio y Peter Parker en "Spider-Man: Far From Home" (Lejos de casa), la segunda película de la trilogía protagonizada por el actor Tom Holland, que abrió el camino para la trama de su sucesora y último estreno de Marvel Studios y Columbia Pictures (Spider-Man: No Way Home), con la distribución de Sony Pictures Entertainment.

¿Es posible que la ficción arroje información sobre el universo que conocemos?, ¿La idea del multiverso puede ser real?, fueron algunas de las preguntas sobre las teorías en torno a la idea de los universos paralelos que Beatriz García, Alberto Rojo y Germán Dima, tres profesionales vinculados a la Física y Astronomía, respondieron a Télam.

"Es preciso hablar de universos paralelos como réplicas de nuestro mundo, los cuales se van generando hipotéticamente en cada proceso de medición cuántica, como sucede en Spider-Man", explicó Rojo, doctor en Física egresado del Instituto Balseiro, de la Universidad Nacional de Cuyo.

"En el Many-Worlds Interpretation (Interpretación de Muchos Mundos) esos mundos son iguales a los nuestros, con las mismas leyes, solo que en uno vos doblás a la izquierda y en el otro, a la derecha. Son los mismos universos que evolucionan en paralelo con un discurrir diferente", completó.

La teoría que nombra Rojo es la planteada por Hugh Everett en 1957 para "solucionar el problema de la física cuántica", que implica que "las predicciones cuánticas de los resultados de experimentos son probabilísticos", es decir, están anclados en el azar.

Esta idea pone incómodos a sus estudiosos dado que
plantea que los objetos del mundo microscópico (lo que estudia la física cuántica) se comportan de manera diferente a los objetos del mundo macro, afirmó Rojo.

"La solución que se propone a este enigma es que en realidad no existe ese azar, sino que, si vos tirás una moneda, en un universo sale cara y en otro distinto, cruz. Eso resuelve el problema del azar a favor de un problema mucho más esotérico, que es que se están creando universos constantemente, cada uno en su propia dimensión y no interactúan el uno con el otro", dijo el físico, y aclaró que "para muchos es una teoría que resulta esotérica, extravagante", aunque para otros "es la única solución" hasta el momento.

La doctora en Astronomía por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Beatriz García, se refirió a otra línea de razonamiento que llevó a pensar en los multiversos, la cual parte de la idea (verificada) del universo inflacionario.

La inflación "es un momento del universo que ocurrió muy cerca de su inicio, aproximadamente 10 elevado a la -38 segundos después de su nacimiento, en el que la expansión del mismo se desarrolló de manera exponencial", sostuvo García.

"Para hablar de universos paralelos, algunas personas dicen que no hubo una inflación, sino que hubo muchas y sigue habiendo. Cada inflación produjo burbujas que son los universos que no son el nuestro y que presentan sus propias reglas (leyes de la física y la matemáticas), diferentes a las nuestras", continuó.
En ese sentido, se preguntó: "¿Cómo hacés para detectar esos otros universos?".

"Es muy poco probable que podamos demostrar si la teoría del multiverso es cierta porque para eso no nos servirían las herramientas que conocemos", dijo.

Además, sugirió que "si existe otro universo lo más probable es que no se verifique lo que conocemos en el nuestro. Por eso lo que muestra Spider-Man, cuando aparecen ellos mismos, es muy poco probable, más bien deberían ser muy distintos".

Tres teorías sobre el multiverso

Germán Dima es doctor en Física de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y organiza el Contraposible, un evento de divulgación donde se combina el pensamiento científico con el mundo del animé, la ciencia ficción, los comics, la fantasía, las películas y los videojuegos.
En una conversación con Télam,
nombró tres teorías más que arrojan luz sobre el multiverso o, como él prefiere llamarlo, "multiuniverso".
Una de ellas es "pensar en universos paralelos con las mismas leyes físicas y matemáticas que rigen al nuestro, pero con constantes de leyes diferentes" y otra puede ser "partiendo de la materia oscura".
"Una de las teorías es que existen distintas burbujas y universos con las mismas leyes o no pero que ciertas propiedades de ese universo se conectan con el nuestro a partir de la materia oscura. En este sentido, hay gente que piensa que es la gravedad lo que nos atrae al otro universo", explicó.

En este sentido, el "agujero de gusano" es una hipotética formación en el espacio que consiste en un "pliegue" o atajo espacio temporal que se encuentra descripto por las ecuaciones de la relatividad general de Albert Einstein, al cual solo se accedió de forma teórica, pero no desde la observación.

"La gente pregunta si el paso a otro universo sería por un agujero de gusano y la respuesta es no porque el agujero de gusano es un pliegue en el espacio-tiempo de nuestro universo; es decir, es un pasaje a otro lugar, pero dentro de nuestro propio universo. Matemáticamente puede existir, pero no sabemos dónde están, no los podemos detectar", indicó, por su parte, García.

Una tercera teoría, finalmente, es la que está asociada a la "antimateria", es decir, la versión opuesta a lo que se conoce como materia en nuestro universo.

"Cuando se formó el universo había igual cantidad de materia que de antimateria. En algún momento, por procesos desconocidos, hubo un mínimo desbalance que hizo que ganara la materia ante la antimateria y eso fue lo que hizo que el universo que ahora conocemos esté rodeado de materia y no de antimateria. ¿Qué pasaría si el balance hubiera sido al revés? Esa es otra idea que plantea la posibilidad de otro universo de antimateria", apuntó Dima.

Para García, a la hora de hablar de una teoría científica es necesario tener en cuenta "el marco de referencia, que es el método científico".
"En este hay cuatro ejes fundamentales. Vos podés plantear una teoría y elaborar predicciones, pero el método científico pide que las verifiques y para eso es necesario hacer observaciones", aseguró, por lo que concluyó que la idea de un multiverso es, por el momento, una conjetura.

Los universos paralelos,

una teoría que había anticipado Jorge Luis Borges

"En la obra de Ts'ui Pên, todos los desenlaces ocurren; cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones", dice Jorge Luis Borges en "El jardín de senderos que se bifurcan", el cuento que se adelantó 15 años a la teoría de los universos paralelos o la interpretación de los muchos mundos, elaborada por Hugh Everett en 1957, y que retoma la reciente película "Spider-Man: No Way Home" (Sin camino a casa).

La relación entre ambas ficciones se vuelve evidente en la saga del superhéroe protagonizada por Andrew Garfield, donde si se observa su cuarto con detenimiento se puede llegar a identificar un póster pegado en la pared, detrás de una lámpara roja, donde detalla: "Labyrinths. Selected Stories and other Writings. By Jorge Luis Borges". Es decir, la portada del libro de Borges conocido en habla hispana como Ficciones.
Alberto Rojo, artista, doctor en Física especializado en mecánica cuántica y autor del libro Borges y la Física cuántica (2013), considera que el escritor ya había nombrado de forma adelantada la teoría que luego sería nominada como "Interpretación de Muchos Mundos", de Everett.

"Pude hablar con mucha gente que participó del desarrollo de la teoría y de cómo Borges entra en el canon. Cuando Everett la formuló en 1957 se cree que no sabía de Borges. En ese momento todavía no era muy conocido en el mundo anglo, pero ya estaba traducido y, de hecho, 'El jardín de senderos que se bifurcan' es el primer cuento de Borges traducido al inglés", detalló en diálogo con Télam.

Luego, cuando se difundió la teoría de muchos mundos -que en un principio tuvo escasa repercusión-, el físico Lane Hughston le comentó a los autores que Borges ya lo había dicho antes.

"En el segundo trabajo de los mundos paralelos, de León N. Cooper, al final del paper el hombre dice que esta idea es la misma que la de Borges, y que una vez más la poesía se adelanta a la ciencia. Además, diez años después se hace una edición de todos los trabajos de los muchos mundos y en el epígrafe está el cuento de Borges", apuntó Rojo.

"Entre el trabajo de Everett y Borges hay ciertos paralelos muy llamativos, al punto que me llevó a mí a pensar si no había leído el cuento. Murió en los '70. Es muy probable que no lo haya leído: muchas veces las ideas llegan simultáneamente a la ciencia. En este caso, Borges se adelanta 15 años", concluyó.

"El multiverso tuvo como función ordenar los cómics",

según doctor en Física

El multiverso o “multiuniverso” que se desarrolla en los cómics de superhéroes, tanto de Marvel como de DC, fue creado, en parte, para organizar las distintas y múltiples tramas que habían sido escritas, según Germán Dima, doctor en Física de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

“En los cómics pasó que los escritores creaban historias sobre un superhéroe y luego no había una continuidad o se contradecían. Esto sucedía porque los editores no se hablaban entre sí”, explicó a Télam Dima, organizador del Contraposible, un evento de divulgación que reúne ciencia y animé, cómics y fantasía.
En este sentido, aseguró que
DC fue “el primero en buscar hacer un lineamiento, una historia, y no que cada uno escriba lo que quiera y sean historias auto conclusivas y las historias de unos no repercutan en otros”.

“La manera de resolverlo fue decir que hay muchos universos. Así, DC planteó un cómic clave que es ‘Crisis en tierras infinitas’ (1985). En él se unieron todos los superhéroes de todos los universos para derrotar a un único mal y al final se genera una sola tierra, un solo universo, y se toma a este como el nuevo inicio, a modo de ‘reset’”, explicó el doctor en Física.

En tanto, Marvel “no tuvo botones de ‘reset’ salvo en el año 2000, cuando abrió otro universo que es el de los Ultimates y contó historias paralelas”.

En lo que atañe al cómic de Spider-Man, en 2014 hubo “una gran saga que es el ‘Spider-verse’, donde había diferentes universos y un malo que se dedicaba a cazar a los Spider-Man de los distintos universos”, contó Dima.

En ese sentido, evocó que “hay un universo en el cual la araña pica a Gwen Stacey y el que muere es Peter Parker. En el Spider-verse se cruzan en un momento el Peter Parker que nosotros conocemos y la Gwen Stacey con poderes arácnidos y es una viñeta muy linda porque reconocen que parte del estar ahí es porque consideran que le fallaron al otro y les alegra verse”.

La pandemia como construcción social

Entre ficciones y realidades se construyen los relatos que cargan de significados y significantes los momentos y las acciones, los pensamientos y las comunicaciones, las experiencias y sus implicaciones para uno y para los otros.

Poder distinguir entre estas: ¿Que es ficción? ¿Que es realidad? ¿Donde el dato y la información y dónde surge la interpretación siempre situada, casi siempre interesada? ¿Dónde la Fekes o la mentira?

En estos tiempos hiperconectados y dónde la ciencia y su divulgación adquieren una relevancia que, para bien o para mal, nunca antes había ocupado, el peor riesgo que corre es quedar entrampada en las redes del financierismo y que el saber dependa casi exclusivamente de quién paga.

Laura Nuño de la Rosa es Licenciada en Humanidades (Universidad de Alicante), Máster en Biofísica (Universidad Autónoma de Madrid) y Doctora en filosofía de la biología (Universidad Complutense de Madrid e Institut d’Histoire et de la Philosophie des Sciences et des Techniques, Paris 1-Sorbonne). Actualmente se desempeña como editora científica de un estudio mayor sobre Evo-devo, en colaboración con Springer.

Es autora de la voz Evo-devo - Biología evolutiva del desarrollo.

Filósofa de la biología que trabaja en la historia y filosofía de la biología del desarrollo y la biología del desarrollo evolutivo (evo-devo). Licenciada en Humanidades, en 2010 obtuvo un Máster en Biofísica por la Universidad Autónoma de Madrid. En 2012 obtuvo un doctorado sobre el problema de la forma orgánica en la biología contemporánea, en la Universidad Complutense de Madrid y en la Universidad Paris 1-Sorbonne. Luego se unió al Instituto KLI (Kloserneuburg, Austria) como becaria postdoctoral. Entre 2015 y 2018 fue becada Juan de la Cierva en el grupo IAS-Research de la Universidad del País Vasco. En 2018 se incorporó al Departamento de Lógica y Filosofía Teórica de la Universidad Complutense de Madrid, primero como becaria postdoctoral de la UCM, y desde abril de 2019 como becaria Juan de la Cierva-Incorporación. Sus intereses actuales combinan la investigación sobre la historia reciente de la biología evolutiva con el estudio de problemas epistemológicos y ontológicos en la biología contemporánea, así como las implicaciones sociales de las biociencias, incluida la biología sintética, las teorías de la reproducción y la ciencia actual de la pandemia COVID-19. .

Escribe en “Viento Sur”

Ciencia y capitalismo en tiempos de covid

La pandemia de la Covid19 ha puesto de manifiesto la intrincada relación entre naturaleza y sociedad, así como entre ciencia, tecnología y política. Este artículo no pretende ofrecer una reflexión en profundidad, sino más bien una introducción, más o menos sistematizada, a algunas de las muchas cuestiones éticas, morales y políticas que, de manera acelerada y magnificada ha puesto sobre la mesa la pandemia.

Presentaré estas cuestiones agrupadas en tres grandes secciones. En la primera reflexionare sobre la naturaleza socialmente construida de la pandemia en el contexto de la globalización capitalista y la destrucción del habitat. En la segunda sección analizaré como se ha configurado la relación entre ciencia y capitalismo en las distintas fases de producción de las ciencias de la covid. Por último, esbozaré algunas consideraciones en torno a la reacción social a la ciencia de la pandemia, que incluirán de los movimientos anticiencia como una reflexión en torno al modo en el que Conocimiento científico y la acción política se articulan y deberían articularse en un horizonte emancipatorio..

1. La naturaleza socialmente construida de la pandemia

¿En qué sentido la pandemia puede considerarse una realidad natural y a la vez socialmente construida? En esta sección abordaremos la necesidad de pensar críticamente la dimensión social de la pandemia en lo que afecta tanto a su génesis y evolución como al modo en el que la enfermedad, atravesada por la desigualdad, se expresa en los cuerpos individuales (para un análisis más en profundidad de estas cuestiones, véase Nuño de la Rosa, 2021).

1.1. El origen social de la pandemia

Hoy sabemos qué plantas y animales se originaron a partir de la fusión de diferentes especies microbianas y qué virus y bacterias juegan un rol esencial en la regulación de la salud y de los ecosistemas (véase la entrevista a Máximo Sandín en Lomeña, 2020). Las epidemias, sin embargo, no son consustanciales a la especie humana. Su aparición es un fenómeno relativamente reciente en nuestra historia evolutiva, asociado al crecimiento y a la concentración de las poblaciones humanas que acompañó a la sedentarización de las primeras sociedades agrícolas y ganaderas en el Neolítico. De hecho, la disciplina de la epidemiología no nace hasta el siglo XIX, cuando se desata la guerra contra los microbios que aparece, a su vez, inextricablemente ligada a las condiciones de hacinamiento que acompañaron a la industrialización (Latour, 1984). La pandemia de la covid-19 es, en el mismo sentido, producto de una época, la nuestra, caracterizada por la globalización acelerada de las relaciones sociales y económicas y la destrucción del planeta derivada de la lógica productivista del capitalismo. Sin la destrucción de las fronteras de los hábitats salvajes, sin las dimensiones ingentes de las concentraciones humanas en espacios de ocio y transacción económica, sin la frecuencia acelerada de los viajes transoceánicos..., la génesis de la pandemia no habría sido explosiva ni su propagación global y exponencial.

 

 
En las últimas décadas se había asumido que el progreso tecno-científico había generado “transiciones epidemiológicas” que habían liberado a las sociedades desarrolladas de a amenaza de las enfermedades infecciosas (Etxeberría, 2021).

Consideradas males producidos por las condiciones de insalubridad de los países pobres, la industria farmacéutica hace tiempo que había dejado de invertir en el desarrollo de vacunas para concentrarse en las enfermedades intrínsecas asociadas al aumento de la esperanza de vida, como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares o el alzhéimer.
La pandemia de la covid-19 ha desenmascarado la ilusoria pretensión de circunscribir geopolíticamente las enfermedades, revelándose como el
síntoma mas palpable del antropoceno. La primera época geológica denida por el efecto estructural de las actividades de una sola especie, la nuestra. Como hace tiempo se viene denunciando desde el ecosocialismo, la pandemia de la covid ha mostrado de manera dramática la falsedad de la dicotomía entre naturaleza y sociedad, una cuestión que, lejos de ser meramente ontológica, revela dimensiones prácticas inmediatas, y es que el hecho de que seamos productores de la naturaleza, señala también a las víctimas y responsables de esas acciones.

1.2. La vulnerabilidad diferencial ante la pandemia:

género, raza y clase

Como sucede con todas las enfermedades, el modo en que nos afecta la covid en cada una de sus etapas (a saber, la probabilidad misma de enfermar, de presentar un curso grave y de tener acceso a unos cuidados de calidad) también depende del contexto social (Barea, 2021). Esta cuestión no es ajena a la epidemiología misma, donde existe un gran debate al respecto. Desde la década de los ochenta, la llamada epidemiología de los factores de riesgo, centrada en los factores biológicos y conductuales que explican la enfermedad, ha venido siendo cuestionada desde enfoques críticos que tratan de comprender la salud atendiendo al contexto social, económico, cultural, histórico y político de las poblaciones (Arrizabalaga, 2021).
Explorar las múltiples dimensiones en las que cada una de las fases de la enfermedad de la covid-19 y su propagación se ha visto afectada por estos contextos exigiría varios artículos. Aquí nos limitaremos a explorar de manera muy sucinta cómo la vulnerabilidad diferencial ante la enfermedad depende no solo de factores supuestamente naturales como la edad o el sexo, sino también de cómo se construyen socialmente esas diferencias. Y es que, a pesar del mantra, repetido hasta la extenuación, sobre la naturaleza democrática y no discriminatoria del virus, la variabilidad de la incidencia y las tasas de letalidad de la covid por países, ciudades y distritos, e incluso la huida de grandes fortunas a regiones
despobladas en Jets privados (Helmore, 2020 ) ha puesto de manifiesto la intrincada relación entre salud y clase social, tecnología y política.

El modo en que la salud y la enfermedad traducen las posiciones múltiples y entrecruzadas de subordinación social se ha revelado con particular dramatismo en el caso de la raza y el sexo/género. Como ha documentado la agencia de salud pública estadounidense (https://www.cdc.gov/), la raza, entendida como una realidad socialmente construida que, sin embargo, tiene efectos materiales en los hábitos, comorbilidades y acceso a los
sistemas de salud, ha tenido un efecto devastador en la vulnerabilidad diferencial ante el riesgo de infección y muerte por covid. Del mismo
modo la amplitud de la variación geográfica y temporal de los índices de mortalidad por sexo indica que esta disparidad no puede comprenderse como el resultado predeterminado de la dotación cromosómica o genital de hombres y mujeres, sino que ha de tener en cuenta las distintas ocupaciones laborales, estilos de vida y comorbilidades asociadas a tales hábitos (Richardson y Shattuck-Heidorn, 2020).

2. Ciencia y capitalismo en tiempos de pandemia

Si la pandemia es global y se manifiesta de un modo diferencial que traduce las desigualdades sociales, la ciencia que se hace cargo de ella reproduce también las relaciones económicas del capitalismo actual. En el siglo pasado, la ciencia se consolidó como empresa global que trasciende las fronteras de los laboratorios y de los propios Estados, dando lugar a redes científicas transnacionales que, bajo un proyecto común, implican a un gran número de investigadores de distintas especialidades. El proyecto Manhattan, destinado al desarrollo de armas nucleares durante la II Guerra Mundial, o el más reciente Proyecto Genoma Humano, ambos liderados por EE UU, son los grandes ejemplos de los proyectos bigscience que han caracterizado a la ciencia del siglo XX. En este sentido, hace ya décadas que la imagen ilustrada de la ciencia como una labor desinteresada, practicada por mentes incorpóreas que someten a prueba sus hipótesis aplicando el método científico, ha sido abandonada.

Las comunidades científicas se conciben mas bien como redes extensas que desbordan los confines del laboratorio e incluyen también a agentes políticos y empresariales (Latour, 2005). Las ciencias de la pandemia, y en particular la empresa internacional que ha puesto en marcha el desarrollo de las vacunas contra el Covid dibujan una nueva configuración de ciencia transestatal gobernada no ya por gobiernos, sino por oligopolios empresariales y ante los cuales los acuerdos supranacionales como Covax se han demostrado incapaces (Phillips, 2021a).

En los últimos años, la creciente dependencia de la ciencia, no solo de agencias de investigación, sino, sobre todo, de empresas y fundaciones privadas, ha desatado la reflexión crítica sobre la supuesta independencia del conocimiento científico (Longino, 2019). Y es que los intereses privados no solo condicionan la propia elección de los hechos que se investigan.

Cuándo la investigación científica se orienta a la comercialización de sus productos, la propia maquinaria de producción del conocimiento científico (en particular la precarización de la mano de obra investigadora) se ve profundamente afectada (Caro Maldonado, 2021). Por otro lado, en las últimas décadas el conocimiento científico ha sido objeto de un creciente proceso de privatización, tanto de su propia expresión en forma de artículos académicos como de su aplicación en productos tecno-científicos. La industria editorial se lucra con la administración de la publicación y el acceso a los resultados de una ciencia financiada mayoritariamente con fondos públicos, del mismo modo que la industria farmacéutica gobierna el desarrollo y la distribución de vacunas y medicamentos. En el caso de las vacunas, si bien el código ético está bien establecido para la fase de desarrollo en lo que refiere a ensayos clínicos, existe un total vacío en relación a su distribución, como hemos tenido ocasión de comprobar al presenciar la guerra de las vacunas desatada por la competición entre los países ricos por su adquisición anticipada. El acelerado proceso de apropiación del conocimiento científico se traduce en la creciente patentización de los productos de la ciencia en todos los procesos que se utilizan para su desarrollo (sobre la apropiación intelectual de la vida misma por parte de las empresas de la llamada biología sintética, véase Nuño de la Rosa, 2013). La evolución de la legislación internacional sobre patentes, como la del mercado editorial, ha dado lugar a un escenario de precios desorbitados, oligopolio empresarial y acceso sangrantemente desigual (Díaz y Arador, 2020).

3. La reacción social a la ciencia de la pandemia

Otra de las cuestiones que ha acelerado la crisis de la covid tiene que ver con la transformación de las fuentes de autoridad científica que tradicionalmente han emanado de mecanismos e instituciones como la revisión por pares o el reconocimiento otorgado por academias científicas. Por un lado, el vaciamiento de autoridad de estos mecanismos e instituciones heredados se está produciendo como resultado de la tendencia creciente interna a la ciencia misma, a acudir directamente al público para promocionar distintos programas de investigación en liza para conseguir financiación (Daston 2021:28). A su vez la accesibilidad a los resultados de la ciencia, sumada a la crisis de los mecanismos de legitimación tradicionales, ha ampliado las fuentes consideradas legítimas al sumar a nuevos actores generadores de opinión científica en las redes sociales. Por otro lado, la legitimidad del conocimiento atesorada por los mecanismos de autoridad tradicionales se tambalea también por los ataques externos por parte del movimiento anticiencia, que ha vivido una nueva reencarnación en las teorías conspiranoicas y negacionistas de la pandemia. El movimiento anticiencia condensa la dimensión sociopolítica de la ciencia
en agentes políticos o empresariales concretos (Bill Gates, la tecnología 5G), cuando nadie más parece querer denunciar públicamente los efectos devastadores de la mercantilización de la ciencia y la tecnología.

En este escenario, la derecha ha logrado imponer una narrativa, a la que también ha contribuido la izquierda institucional, en la que economía y salud se oponen como polos de una disyuntiva donde el término salud se vincula a la salud pública y las medidas de restricción social, mientras la economía se asocia al aperturismo. La ciencia aparece aquí como fuente neutral, reguladora de las medidas destinadas a proteger la salud pública, y la política como el árbitro que ha de decidir entre los consejos de la ciencia y las demandas de la economía. Desde nuestra perspectiva, es urgente construir una narrativa distinta de la articulación entre economía y salud, ciencia y política, que huya del relativismo conspiranoico a la vez que abandone el endiosamiento de la ciencia como fuente neutral explicativa y legitimadora de medidas de acción política.

La necesidad de subrayar los componentes políticos de las decisiones públicas en torno a la salud pública no es solo, por tanto, una cuestión de transparencia, sino que exige una reflexión crítica sobre la propia naturaleza, la ciencia y sus productos. Por un lado, ante la crisis ambiental y política de la que esta pandemia parece tan solo un síntoma precoz, la lucha social y medioambiental solo pueden concebirse como inseparables. Como demuestra el modo en el que la vulnerabilidad diferencial ante la enfermedad está atravesada por la vulnerabilidad social en todos sus ejes, así como la responsabilidad ecológica del ser humano en el origen y los efectos de la pandemia, la compleja naturaleza de la pandemia revela que no existen los expertos totales para las crisis transcientíficas y que la dejación de la política en manos de comités de expertos es sencillamente falaz. Por otro lado, dado el modo en que los intereses industriales afectan a la empresa científica en todas sus fases de producción y distribución, el control público de la ciencia y sus productos se nos impone como la única alternativa.

En la era precovid pocos imaginaban que una crisis sanitaria podría desatar la paralización casi total de la maquinaria productiva del capitalismo global; sobre todo, si la comparamos con la práctica ausencia de acción política que ha acompañado a la amenaza, largamente documentada, del cambio climático. La explicación más obvia de esta paradoja refiere a la escala transgeneracional del cambio climático en contraposición a la pandemia, pero la más interesante políticamente apunta a que los cambios necesarios para combatir el cambio climático son de una naturaleza estructural “de tal magnitud, alcance y duración que es normal que encuentre resistencias bien financiadas (Daston, 2021: 91). Y, sin embargo, hubiera podido suceder, y es desde luego muy plausible en futuros escenarios pandémicos, que no se hubiera desarrollado, o al menos no en este tiempo récord, una vacuna efectiva contra el coronavirus. Es más: cabe todavía el escenario de que aparezcan variantes resistentes, un escenario favorecido por la codicia de los países ricos que pretenden invertir las vacunas acumuladas en dosis de refuerzo en lugar de donarlas a los países pobres (Phillips, 2021b). La solución política a esta pandemia y a las que vendrán no puede depositarse en un optimismo tecnológico cortoplacista que cifre en las vacunas la panacea exclusiva, sino que exige una reflexión radical sobre las condiciones de vida y la ciencia que se produce en un mundo profundamente desigual y ecológicamente devastado.

(Laura Nuño de la Rosa es profesora de Filosofía de la Ciencia en la Universidad Complutense de Madrid).-

El conocimiento político

La tensión entre lo público y lo privado, geopolíticamente instalado como pugna entre los Estados/Nación y el capital transnacional concentrado (Que divide el mundo entre los gobiernos de Estados serviles al financierismo transnacional y aquellos que resisten desde alguna identidad o intención de constituirla, de modos soberanos y propios), afecta los modos en que generamos y producimos conocimiento y en las decisiones que tomamos para traducir esos conocimientos en procesos, productos y formas de relacionarnos entre los individuos dentro de un orden social. Estos también se ven afectado por esta “grieta” mas cierta que las que inventan los medios de comunicación para reducirla a una compulsa de intereses por posiciones mezquinas de cargos o dineros de la administración pública (Que aunque existen como condición de las individualidades que se dejan dominar por el poder -En el supuesto beneficio de recibir dinero y/o bienes materiales que suponen aseguran el bien vivir para uno y los cercanos-), distrae la atención respecto al conflicto mas determinante. El capital transnacional intenta imponer sus términos a las democracias y estas, endebles e incapaces de articular convergencias en aras de algún proyecto alternativo, nacional, popular, democrático, soberano y que proponga mayores y mejores participaciones ciudadanas y resultados concretos en la vida cotidiana de los individuos.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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