Es la Economía ...

A medida que la pandemia de COVID-19 entra en un segundo año, aumentan las preocupaciones sobre qué tan bien les irá a los mercados emergentes. Hasta ahora, han respondido con agilidad a las consecuencias económicas de la pandemia con paquetes de rescate sin precedentes para sus sectores y hogares más afectados. Después de un breve período de tensión financiera en marzo de 2020, la mayoría de los mercados emergentes pudieron regresar a los mercados financieros globales y emitir nueva deuda para satisfacer sus necesidades financieras. Sin embargo, en una recuperación mundial en la que algunos países se están recuperando más rápido que otros y la incertidumbre es alta con respecto a la pandemia, es probable que haya más volatilidad en el mercado. Esto pondrá a prueba la capacidad de los responsables de la formulación de políticas en los mercados emergentes para navegar en un panorama cambiante, gestionar sus compensaciones políticas y lograr una recuperación duradera.

El universo de los mercados emergentes es diverso y desafía una narrativa uniforme. Aunque no existe una definición formal, los mercados emergentes generalmente se identifican con base en atributos como el acceso sostenido al mercado, el progreso para alcanzar niveles de ingresos medios y una mayor relevancia económica global (ver recuadro). Aun así, estas economías son diferentes y la distinción entre mercados emergentes y otras economías en desarrollo también es imprecisa.

Los mercados emergentes han logrado avances notables en el fortalecimiento de sus políticas macroeconómicas desde el cambio de siglo, lo que les ayudó a duplicar en promedio los ingresos per cápita. Las políticas monetarias en el 65 por ciento de los países que hemos identificado como mercados emergentes siguen regímenes de metas de inflación prospectivas, y la inflación ha caído y se ha estabilizado en la mayoría. Las finanzas públicas en varios se rigen por reglas fiscales. Muchos adoptaron importantes reformas del sector bancario después de la crisis financiera de la década de 1990. El progreso se vio atenuado por la crisis financiera mundial de 2008-2009, pero no se descarriló.

Buen historial económico

Este historial económico ayudó a los responsables de la formulación de políticas en los mercados emergentes a implementar medidas audaces durante la pandemia sin quebrar la confianza del mercado. Las medidas de alivio económico incluyeron aumentos en el gasto público, respaldo de liquidez a empresas y bancos, liberación de reservas de capital bancario con la intención de respaldar los préstamos y programas de compra de activos por parte de los bancos centrales para estabilizar los mercados internos. La baja inflación interna y la flexibilización monetaria de las economías avanzadas también dieron a los bancos centrales de los mercados emergentes espacio para recortar sustancialmente las tasas de política interna. El ahorro de los hogares aumentó en la mayoría de los mercados emergentes tras el inicio de la pandemia. Gran parte del ahorro interno se destinó a financiar al gobierno, lo que redujo la necesidad de endeudamiento externo, lo que, junto con una menor inversión privada, mantuvo bajo control los déficits en cuenta corriente.

Sin embargo, algunas medidas, como la financiación monetaria directa de los déficits presupuestarios o la congelación temporal de los reembolsos de préstamos, plantean nuevos riesgos. Los legisladores los defendieron como herramientas temporales para aliviar enormes tensiones en toda la economía. Los mayores déficits fiscales también se han sumado a la ya elevada deuda soberana en algunos países. En otros, la elevada deuda del sector empresarial, incluidas las empresas de propiedad estatal, y la exposición al tipo de cambio no cubierto en la deuda empresarial plantean riesgos fiscales contingentes en caso de dificultades empresariales. El aumento de la deuda pública en poder de los bancos nacionales también intensifica el vínculo entre la salud del gobierno y la del sistema bancario.

La pandemia está lejos de terminar, por lo que es demasiado pronto para determinar qué medidas han funcionado. La actividad económica se contrajo drásticamente en la mayoría de los mercados emergentes en 2020. Sin embargo, las de abril de 2021 del FMI Perspectivas de la economía mundial estimaciones de sugieren que sin las medidas de política implementadas en todo el mundo, incluidas las economías avanzadas y los mercados emergentes, la contracción del PIB mundial se habría triplicado. peor.

Rahim Kanani - Editor digital, F&D ( Finances and Development) Fondo Monetario Internacional

Lo esencial es invisible a los ojos, pero cabe en un cierre de listas

La duda fue casi imperceptible. María Eugenia Vidal respondía a una pregunta sobre su vínculo con Máximo Kirchner. “En cualquier país del mundo debería ser lo normal. Eso no hace que cuando termina nuestra conversación, con quien sea que yo lo haga, yo me vuelva kirchnerista y ellos se vuelvan... de Juntos por el Cambio”. La pausa recuerda algo curiosamente poco comentado: ¿por qué ningún dirigente opositor se reconoce como macrista ? La vacilación de Vidal recuerda a algo que se contó en este espacio y tiene que ver con las encuestas que miraban los inquilinos de la Casa Rosada en el 2017. En aquel momento, Marcos Peña advertía que lo único que aglutinaba a los votantes de Cambiemos era el rechazo a Cristina Kirchner y que, al ser consultados por los motivos de apoyo a Mauricio Macri -excluyendo el malestar con la expresidenta-, esa identificación se volvía más brumosa. Es decir: hace cuatro años, los votantes del entonces oficialismo no se sentían macristas. Y ahora ese fenómeno se trasladó a dirigentes como Vidal. Toda una novedad. 

Macri, como se refería Borges al personaje del guapo de las orillas de Buenos Aires, es, con los suyos, “en el mejor de los casos un estoico; en el peor, un profesional del barullo, un especialista de la intimidación”. Allí radica la principal preocupación de Vidal y Horacio Rodríguez Larreta: el expresidente puede detentar una impopularidad muy alta, pero tiene una enorme capacidad de daño. La única que no parece temerle es Elisa Carrió que, algunos dicen, es la que fuerza el camino que debe(ría) recorrer Larreta. La empresa de demolición en la que se transformó Lilita se explica también en su enfrentamiento con Patricia Bullrich. Hay que mirar a ellas dos para saber lo que ni Macri ni Larreta pueden decir. En las últimas horas esta deliberación interna tomó velocidad: en el entorno del jefe de Gobierno aseguran que crece la posibilidad de ir con lista propia a las elecciones de este año. El objetivo de Larreta, se ha dicho, es competir con Vidal en Ciudad y Diego Santilli en Provincia de Buenos Aires. “Jorge se ganó el derecho a jugar”, le dijo Macri sobre su primo en la reunión que mantuvieron el jueves en las oficinas que el expresidente tiene en el edificio Vacaciones donde también acordaron apoyar a Gustavo Santos en Córdoba, Alfredo Cornejo en Mendoza y Federico Angelini en Santa Fe. En CABA, Macri va a reconocer a “los que bancaron en estos dos años”, según dijeron en su entorno. No sería de extrañar, entonces, la presencia de Fernando Iglesias, Pablo Avelluto o Hernán Lombardi en una potencial lista encabezada por la titular del PRO y ya es un hecho que Darío Nieto será candidato a legislador. Larreta tiene una idea diferente: piensa en una propuesta donde se vean representados todos los sectores que integran JxC. “Disputar la interna en el ‘23 es un riesgo demasiado alto, parece que Horacio se decidió a adelantarla a este año”, reflexionó con este medio un dirigente que quiere ver para creer.

Mientras tanto, desde la Ciudad colaboran de varias maneras diferentes con la candidatura de un Florencio Randazzo que eligió el aumento del 40% para los trabajadores del Congreso de la Nación como un nuevo episodio para manifestar su distancia con el Frente de Todos: “Con más de un 70% de pobreza infantil en el conurbano, comercios y pymes que cierran y millones de trabajadores que no llegan a fin de mes y ahora pagarán retroactivos. Con esa realidad, la política se aumentó un 40% sus sueldos. ¿Perdieron el sentido común o el corazón?”. Le podría preguntar a Graciela Camaño y Alejandro Rodríguez, los diputados randazzistas que acompañaron junto a Cristian Ritondo, Juan Manuel López y Mario Negri el pedido de descongelamiento a las autoridades de la Cámara de Diputados. Antes que Randazzo, la presidenta del PRO había expuesto el aumento legislativo y fue acompañada por Florencia Arietto. En el grupo de WhatsApp de los diputados de PRO no se lo tomaron bien: comenzaron a enviar los tuits en los que Arietto le pedía a Bullrich explicaciones sobre el paradero de Santiago Maldonado.

La oposición enfrenta un problema que ya supo resolver. Así como militó las aperturas en el AMBA que oficiaron de caja de resonancia para el resto del país y luego culpó al gobierno por la escalada de contagiados y muertos, Juntos por el Cambio mutó, en bloque, a acusar a la Casa Rosada de intercambiar las vacunas por votos. Deben ser pocos votos, porque hasta hace diez días el problema era que no había vacunas. No es el único tema que eligió JxC. Como contamos en la última entrega, una filtración de un documento de Cancillería llevó a que se publicara como noticia la salida de Argentina del grupo de países que patrocinaron la investigación por delitos de lesa humanidad sobre el gobierno de Venezuela. La comunicación se realizó el mismo día de la salida argentina del Grupo de Lima y no implicó, en modo alguno, una opinión local sobre el trabajo de la fiscal y el proceso, que dejó expresamente a salvo en el documento. Bensouda se encuentra en un lugar curioso. Mientras el gobierno de Venezuela la acusa de ser títere del imperialismo, la abogada nacida en Gambia tuvo hasta abril prohibida la entrada a los Estados Unidos gracias a sanciones impuestas por el gobierno de Donald Trump que la castigó por intentar investigar el accionar de los militares estadounidenses en el exterior. Es de presumir que las autoridades norteamericanas estuvieran al tanto de la posición argentina desde el día de la comunicación sin necesidad de leer los diarios argentinos. Esto no le impidió al enviado del presidente Biden, Juan González, incluir a Argentina en el marco de su primera gira por la región. 

Con este panorama y si nada extraño sucede en los escritorios de la democracia peruana, Pedro Castillo será consagrado como el próximo presidente de Perú. El maestro cajamarqueño saldará un turbulento mandato en el que cuatro personas ocuparon la presidencia y las causas de corrupción vinculadas a la brasileña Odebrecht empañaron a toda la dirigencia política. Castillo, dirigente sindical docente, aparece fuera de ese sistema cuestionado y también del consenso económico que desde la caída de Alberto Fujimori se mantuvo sin importar el sector político a cargo de la presidencia. Alberto Fernández, con toda seguridad, estará tomando nota desde Argentina. Desde su elección como presidente hasta el momento, dos fenómenos diferentes pero relacionados han caracterizado a la región. Una crisis en la representación política, tratada en otra entrega de este espacio, y un cambio de color en el mapa regional. Donde sólo había derechas, las movilizaciones sociales acompañaron un corrimiento del mapa a posiciones mucho más izquierdistas. Independientemente de lo que vaya a cumplir, Castillo tiene el programa más radical con el que un candidato haya llegado a la presidencia en América del Sur. Sin contar la pervivencia del chavismo en Venezuela, sumará a las victorias de Arce en Bolivia, de la izquierda en la constituyente chilena y al terremoto social que sacude Colombia. Fernández, que asumió como un candidato de tendencia progresista, rodeado de centroderechas y ultraderechas en los países vecinos, de pronto aparece como un moderado que lidera un país políticamente estable en un continente en ebullición. Para los Estados Unidos y las potencias occidentales, la interlocución argentina podría adquirir otro valor. Los esfuerzos de Lula da Silva por construir un agrupamiento democrático contra el bolsonarismo, con acercamientos incluso a sectores de centroderecha, podrían sumar densidad al sitial de Argentina. El respaldo explícito en el que confluyeron Lula y Fernando Henrique Cardoso a la postura del gobierno nacional contra el brasileño en las negociaciones por la flexibilización del Arancel Externo Común del Mercosur tal vez sea una muestra elocuente.

No sólo Perú va a elecciones. Es por eso que en el Gobierno miran con asombro las encuestas que muestran competitivo al Frente de Todos a pesar de sus múltiples esfuerzos. Un interesante trabajo del politólogo Facundo Cruz muestra que la pandemia les pesó menos de lo que se piensa a quienes gobiernan. A nivel global, los oficialismos -en presidenciales o legislativas- se impusieron en 49 elecciones mientras que perdieron 17. Si bien en América los cambios están más repartidos -8 victorias oficialistas vs. 7 derrotas-, se mantiene la tendencia mundial. En el caso del peronismo kirchnerista, la tendencia es de 16 años sin triunfos en elecciones de medio término.

(Cenital)

La segunda ola de la pandemia llegó antes que las vacunas y la “inmunidad de rebaño”, y se llevó puesta la recuperación de la economía. Tras un primer trimestre casi normal y un nivel de actividad que se asemejaba a la prepandemia, la situación empezó a complicarse en abril y más aún en mayo. Si bien las comparaciones con 2020 muestran aún altas tasas de crecimiento, la situación mes a mes muestra una economía cada vez más fría. Lejos, sin embargo, del infarto de abril y mayo de 2020.

Lejos de la normalidad de marzo (y más aún de la prepandemia), junio arrancó en un fino equilibrio. La circulación viral del Covid-19 sigue siendo alta, pero la vacunación avanza y la vocación oficial es apelar a medidas restrictivas más cortas y menos absolutas. Será necesario mantener el ritmo de vacunación varios meses más para ir levantando las restricciones y apuntar a comenzar una primavera con otra cara. Antes, y una vez más, habrá que pasar el invierno.

Lo que vemos más probable es que la economía continúe operando con restricciones relevantes a la movilidad y a ciertas actividades durante los meses de junio y julio, para transitar hacia una rápida flexibilización a partir de agosto”, señalan desde Equilibria, el nuevo centro de investigación, think tank y consultora que lidera el economista Martín Rapetti.

Entre ese mes y septiembre, las restricciones dejarían de ser relevantes para la marcha de la economía. Nuestra mirada recoge que Argentina cuenta con algo menos de 5,5 millones de vacunas sin aplicar. Asumiendo un ritmo de aplicación de 150.000 vacunas por día —algo menor al que se logró a principios de abril— se estaría en condiciones de vacunar a toda la población de riesgo con al menos una dosis para mediados de julio (14,3 millones de personas, que representan el 31% de la población total). Si la llegada de vacunas se ajusta a lo previsto en el calendario oficial, el ritmo de vacunación podría ser mayor y, consecuentemente, también la velocidad de flexibilización de las restricciones que pesan sobre la economía”, señalan.

El otro virus

El fin de la pandemia (o, mejor dicho, de la segunda ola) es más que bienvenido para la economía (y varios otros ámbitos más). Lamentablemente, no es el único problema que atraviesa Argentina. En el horizonte no muy lejano aparece la deuda con los organismos internacionales (FMI y Club de París).

Nuestro escenario base asume que continuará por el carril de ‘conversaciones productivas’ hasta alcanzar un acuerdo con el FMI después de las elecciones legislativas. Tensar la negociación más de la cuerda y satisfacer demandas reivindicativas de los sectores de la coalición gobernante sensibles a acordar con el FMI, seguramente alimentarían expectativas disruptivas y una caída de la demanda de los activos en pesos. Dado que entorpecer las negociaciones parece una estrategia contraproducente para los intereses de un Gobierno que quiere transitar los meses pre-electorales sin sobresaltos cambiarios y sin disparadas del dólar que aceleren la inflación, creemos que terminará primando el pragmatismo por sobre los principios ideológicos”, señalan desde Equilibria.

El nuevo mes-D para sería marzo de 2002, cuando vencen US$ 3.650 millones. “El acuerdo ocurriría en algún momento entre fines de año y comienzos de 2022”, auguran.

Con el Club de París, agregan, “prevemos negociaciones que no gatillen eventos financieros disruptivos”. El 31 de mayo pasado vencieron US$ 2.437 millones de la deuda con el organismo y Argentina no pagó. Existe un margen de tolerancia formal hasta el 31 de julio pero, una vez pasada esa fecha, Argentina podría caer en default técnico si no se hubiera acordado una reprogramación o diferimiento. 

 

Normalmente, el Club de París acepta reprogramar sus préstamos siempre y cuando el país deudor suscriba o haya subscripto un programa con el FMI. Transcendidos vinculados a la negociación hablan de la buena voluntad de los países acreedores. Al tratarse de Estados nacionales, las decisiones son políticas y, por lo tanto, existen ciertos márgenes de flexibilidad. Una comunicación del FMI indicando avances concretos en la negociación con Argentina podría servir de argumento para un diferimiento. Pero, aún en el caso de que tal objetivo no se alcanzase y que por motivos formales Argentina entrara en default técnico con el Club de París, nuestro escenario base asume que las partes hacen pública su intención de seguir buscando un entendimiento y que prima la buena voluntad en las conversaciones. Esas señales servirían para contener fuerzas potencialmente desestabilizantes en el mercado de cambios oficial y en los alternativos”, agregan.

Los números base

Con estos elementos en mente, vemos que la actividad económica se contraería durante el segundo trimestre y empezaría una recuperación sostenida a partir del tercer trimestre. El PIB se situaría a fin de año en torno a los niveles prepandemia (primer bimestre de 2020) y experimentaría una suba promedio del 7% respecto al año pasado. Esa recuperación se daría a la par de la mejora de la demanda doméstica gracias a la inyección de fondos públicos y a que salarios y jubilaciones le ganan en la segunda mitad del año la carrera a los precios, gracias a una inflación enlentecida por las anclas cambiaria y tarifarias”, agregan en Equilibria.

Además, el déficit primario del Gobierno sería del orden del 4% del PIB y el BCRA aportaría asistencia monetaria por 3,7 puntos del PIB para cubrir las necesidades financieras del Tesoro. El escenario presupone que la posición en pesos del sector privado terminaría a fin de año en un nivel semejante -en términos del PIB- al de fines de 2020, en un contexto de brecha cambiaria y tasas apenas superiores a los niveles actuales.

Otros escenarios (MEJORES Y PEORES)

Los escenarios alternativos son, lógicamente, de una probabilidad de ocurrencia considerablemente inferior al ya comentado. Una trayectoria más positiva se daría si la velocidad con la que se levantan las restricciones sanitarias fuera más rápida que en el base y, sobre todo, si el acuerdo con el FMI se concretara antes de las elecciones y se evitara un default con el Club de París. “Un entendimiento anticipado con los acreedores fortalecería la demanda de pesos por parte del sector privado y aliviaría la tendencia dolarizadora durante los meses pre-electorales. En este contexto, cabría esperar una inflación más baja y una mejora más marcada del poder de compra de salarios y jubilaciones. Ese mayor vigor de la demanda permitiría una expansión algo mayor del PIB, que crecería 8% contra el año pasado”, señalan.

Lo que hace a ese escenario “optimista” no es tanto su efecto durante 2021 sino que sirve para sentar bases más sólidas para el 2022 porque “terminaría con la deuda con organismos financieros internacionales reestructurada, una mayor acumulación de reservas internacionales (brutas y netas), un menor déficit primario y, consecuentemente, con una menor asistencia monetaria al Tesoro”. La política, sin embargo, parece tener otros planes. ¿Alguien habrá dicho que el FMI es piantavotos?

El escenario pesimista, en cambio, asume, por un lado, una reducción más lenta de los contagios, el uso de las camas del sistema sanitario y las muertes vinculadas al Covid-19. Ya sea porque aparecen nuevas cepas, porque la población se desapega de los protocolos sanitarios o porque la llegada de vacunas y el ritmo vacunación son más lentos a lo previsto, el mantenimiento de las restricciones sanitarias se prolonga en el tiempo. Ese escenario asume que recién con la llegada de la primavera —en vez de agosto, como en el base— las restricciones a la movilidad dejarían de ser la principal traba para la recuperación económica. “Una cuarentena más prolongada no sólo tendría un mayor efecto contractivo directo sobre la capacidad de producción de la economía, sino que también forzaría al gobierno a aumentar el gasto público destinado a la población vulnerable y a las empresas más afectadas. Dado el limitado acceso al financiamiento voluntario, estas medidas implicarían una emisión monetaria por parte del BCRA mayor a la deseada, tensionando la estabilidad del mercado de cambios y las cotizaciones alternativas del dólar”, agregan.

En ese escenario pesimista, además, la negociación de la deuda se sale de la vía de las “conversaciones constructivas”, con una retórica (y una acción) más combativa contra los acreedores. Es decir, menos Ministerio de Economía y más Instituto Patria. En ese contexto, proyecta Equilibria, habría un default “no controlado” con el Club de París y mayor incertidumbre respecto al formato y timming del acuerdo con el FMI. Eso redundaría, además, en una caída de la demanda de activos en pesos, una suba de los tipos de cambio y del riesgo país.

Un escenario de ese tipo es tierra fértil para los feedback negativos vinculados a la dinámica política, es decir, “podrían debilitar la cohesión de la coalición gobernante”. Si se acrecentaran las fricciones internas y, como consecuencia, se deterioraran la capacidad de gestión y la imagen positiva de la coalición gobernante, dice el informe, “seguramente veríamos una intensificación de la tendencia a la dolarización de los portafolios durante el proceso electoral”.

Ese “escenario pesimista” supone una caída más prolongada de la economía durante los próximos meses producto de mayores restricciones a la movilidad, que se extenderían al tercer trimestre del año. Además, la recuperación en el cuarto trimestre sería más acotada. En promedio, el PIB se recuperaría 5,5% respecto del 2020. Asimismo, la inflación se acercaría al 53% impulsada por una corrección discreta del dólar oficial poselecciones.

El mundo ha sido un gran aliado de Argentina en estos meses. Los graves problemas presentes quizás no ayudan a dimensionar eso, pero un escenario peor sería muy palpable. ¿Cómo estaría Argentina hoy si la soja valiera US$ 300 por tonelada, la tasa de la Fed fuera más de 5% y un mundo no hubiera empezado a dejar atrás la pandemia?

El contexto internacional jugará a favor de la economía argentina en 2021, tanto por el lado de la demanda mundial como por el lado financiero. Es cierto que no podremos aprovechar las bajas tasas de interés globales por tener un acceso restringido al crédito externo, pero nos beneficiaremos de la fuerte recuperación del precio de las commodities (sobre todo agrícolas) y de la inyección de Derechos Especiales de Giros (DEGs) por parte del FMI para apuntalar la salida de la pandemia. Los altos precios internacionales de los commodities de exportación —en particular, la tonelada de soja rondando un promedio de US$ 550— implicarán un flujo adicional de dólares a la economía en torno a US$ 10.000 millones. Sobre eso, se monta la asignación de unos US$ 4.350 millones, que corresponden a la porción argentina de la nueva emisión de DEGs por US$ 650.000 millones que el FMI aprobaría a fines de julio y distribuiría durante agosto entre los países miembro. Ambos factores combinados involucran casi US$ 15.000 millones. Para tomar noción de la magnitud, estos fondos equivalen a casi 4 puntos del PBI de 2020. Con este inesperado ‘plus’, se amplía la disponibilidad de divisas de la economía, que suele ser la restricción primaria para su expansión. Es por este motivo que proyectamos una recuperación económica significativa en 2021”, dice Equilibria.

Somos un equipo de economistas que formó un centro de investigación, un think tank y una consultora. Todo, en el mismo espacio”. Así se definen en Equilibria. “Nuestro centro de análisis económico está integrado por profesionales de diversas procedencias y saberes complementarios. Tenemos un equipo con amplia experiencia en gestión pública, consultoría privada, investigación académica y diseño de políticas públicas. Nos impulsa una ambición transformadora. Nos guía el rigor profesional”, señalan sobre el la nueva criatura, que integra tres dimensiones: el seguimiento de la coyuntura; el análisis estratégico y diseño de políticas públicas y, también, la investigación y formación académica.

El equipo será liderado por Martín Rapetti en el rol de Director Ejecutivo. Además, estará integrado por Diego Bossio y Gabriel Delgado (ambos, con paso por funciones públicas) y por Lorena Giorgio y Lorenzo Sigaut Gravina, que provienen de la consultoría económica.

Uno de los objetivos de Equilibria será “ofrecer una visión de desarrollo económico que concilie dos objetivos clave, pero muchas veces en tensión: la inversión productiva y la equidad social”. Si logran desanudar ese nudo, el futuro de Argentina puede ser otro. Por eso, vale el intento. 

https://eleconomista.com.ar/2021-06-vacunas-y-acreedores-segundo-semestre/

Aunque durante muchos meses insistieron en instalar el debate entre Salud vs Economía, la realidad es que siempre se trato de Economía y de política en tanto administración de los recursos sanitarios y acceso a los desarrollos que limite o mitiguen los efectos de la pandemia, mas allá de las especulaciones en torno al origen del virus y su aprovechamiento por parte de las élites globales para instalar la idea del reseteo de las dinámicas que la excesiva mercantilización de las megaproducciones que están llevando al planeta a un colapso y de las distribuciones extremadamente desiguales que justifican sus privilegios.

Siempre se trato y se trata de economía. Se trato y se trata de política. Se trata de como construimos una globalización mas humanizada, menos riquezas concentradas en pocas manos y mejores distribuciones para asegurar mínimas condiciones de acceso a los recursos para una vida medianamente digna de todos y cada uno de las personas que habitamos este bendito planeta. Nadie se salva solo. Que cada quién haga su parte.


Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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