Política entre vacunas y fin de año

 

Por si no tenés a mano (o en mente) el calendario: el viernes ya es primero de enero. Llega ese día del año en que todo parece detenerse de manera universal, excepto la política.

Como el caso de Brasil cuando, después de una elección general, asume el presidente el primer día del año. En esos casos pienso en la incomodidad de esa fecha para los otros mandatarios: viajar a Brasilia bien temprano, con el pan dulce todavía no digerido, la modorra que deja la noche anterior. “¿No podían haber elegido otro día?”, me los imagino diciendo. Este viernes Jair Bolsonaro cumplirá dos años en el gobierno pero parece un siglo.

En fin, me gusta ese vínculo entre el comienzo del año y la política. 

El mundo esta semana

El próximo viernes comenzará a regir de manera provisoria el acuerdo comercial entre el Reino Unido y la Unión Europea cerrado la semana pasada, Cuba cambia su moneda y el domingo se cumplirá un año del asesinato de Soleimani en Irán mientras Hasan Rohani espera definiciones sobre cuál será la nueva política exterior de los Estados Unidos hacia Medio Oriente.

Además, los imaginarios políticos que despierta la llegada de la vacuna rusa a la Argentina y una película sobre una familia de refugiados angoleños en Nueva York.

Brexit, full of fish

¡Este es el acuerdo!”, dice Boris Johnson mientras muestra el ladrillo de papel de más de 1.200 páginas que dan forma al pacto comercial que regulará el nuevo vínculo con Europa. “Lleno de pescado, por cierto”, remata.

Las cuotas pesqueras era el asunto que se venía trabajando en esta última etapa. Para resolver eso, la Unión Europea aceptó ceder una parte de su capacidad de pesca en las aguas británicas. La decisión enojó tanto a pescadores franceses como británicos. En el acuerdo de libre comercio firmado el jueves pasado se definió que no existirán barreras impositivas sobre los bienes cuando crucen las fronteras. Tampoco habrá límites a la cantidad de productos que se lleguen a intercambiar.

El texto comenzará a regir de manera provisoria el próximo viernes, aunque todavía falta la aprobación del Parlamento británico y el europeo. De esta manera, después de cuatro años y medio de negociación y el paso de tres primeros ministros, Reino Unido concreta el Brexit. Esto no quiere decir que el tema está cerrado.

Me interesa analizar el impacto social y político que ha tenido el tema dentro del Reino Unido.

La situación para los europeos que residen en Reino Unido sigue siendo poco clara. Para olfatear el clima social le escribo a Jessica, una amiga italiana que lleva una década viviendo en el este de Londres. Le pregunto qué le generó el anuncio. “Me siento un poco perdida en general. Es una situación que me da mucha incertidumbre. Sí, llegaron a un acuerdo, pero me parece que todos esos puntos pueden cambiar en cualquier momento”, me cuenta. 

Para muchos de los europeos que viven en Londres la sensación sigue siendo de muchas dudas a pesar del acuerdo. Anne, una amiga francesa que está hace tres años allá, me dice: “Me siento un poco estresada porque no tengo un estatus permanente en el Reino Unido. No sé qué va a pasar conmigo. Ya veremos”.

Pero además del clima social de incertidumbre, estos largos años de negociación han causado su impacto político ¿Cómo afectó el Brexit a los distintos partidos? Para responder esa pregunta, hablé con Daniel Capurro, periodista en The Telegraph que escribe The Front Bench, un newsletter diario sobre política británica. 

Para los conservadores, según cuenta Capurro, este es un momento de triunfo. “A fines de 2019, Boris Johnson corrió del partido conservador a los rebeldes anti-Brexit y las elecciones de diciembre terminaron por completar ese proceso. Los conservadores quedaron casi totalmente unificados en el tema Brexit. Ahora lo que los divide es la respuesta a la pandemia”, explica Daniel.

El tema Brexit también llevó al partido a reacomodar posiciones. “En cuestiones sociales como la inmigración, el tema empujó al partido más hacia la derecha mientras que económicamente el Brexit ha llevado al partido a una posición mucho más de centro-izquierda. Johnson sabe que necesita gastar mucho para retener a sus nuevos votantes en los pueblos económicamente ‘abandonados’ del Norte”.

Para los laboristas, la cuestión del Brexit sigue resultando incómoda. Hace solo un año, Jeremy Corbyn encabezaba la campaña para unas elecciones generales con la promesa de renegociar el acuerdo de salida y someter su propio plan Brexit a una nueva votación. Pero en lugar de ganar las elecciones, los laboristas fueron liquidados en las urnas, alcanzando el peor resultado electoral desde 1935. Eso trajo cambios al interior de un espacio político que continúa desorientado.

El nuevo líder del partido, “Sir Keir Starmer, quiere que su espacio político respalde el trato y salga adelante. Sin embargo, salir de la Unión Europea puso sobre la mesa las contradicciones en el corazón de la coalición política laborista. El partido está apoyado por las clases trabajadoras socialmente conservadoras y las élites urbanas altamente liberales. Encontrar una manera de volver a unir esas piezas es el gran desafío de Sir Keir, además de recuperar Escocia, y parece creer que la forma de hacerlo es ser más patriótico y socialmente conservador, pero muchos de sus parlamentarios y miembros del partido no están de acuerdo”, señala Capurro.

Por último, los demócratas liberales no solo representaron con más claridad la posición del ‘permanecer’ sino que buscaron instalar la posición de revocar el referéndum de 2016. Prometiendo cancelar el Brexit por completo en las generales de 2019. El resultado, en ese momento, tampoco fue bueno. “Para los demócratas liberales se trata de cómo recuperar relevancia. Se arriesgaron enormemente al ser parte de la propuesta de desconocer el Brexit y fracasaron. Los votantes temían que un voto a favor de los demócratas liberales dejaría a Jeremy Corbyn en el poder. Puede que les ayude el hecho de que Sir Keir sea un líder laborista menos radical. También que el nuevo conservadurismo social, tanto del laborismo como de los conservadores. Pero le faltan, al menos, dos elecciones para volver a ser un gran partido”, plantea Capurro. 

Lo cierto es que, a pesar de que esta semana empieza a regir el acuerdo comercial, quedan muchos interrogantes sobre la forma que tomarán las cosas, tanto en el plano social como en el aspecto político.

Irán, Estados Unidos, y el acuerdo nuclear

El próximo domingo se cumple un año del asesinato del general iraní Qasem Soleimani ordenado por Estados Unidos. El aniversario tendrá lugar en un momento crítico de las relaciones entre Estados Unidos e Irán a un mes del asesinato del científico nuclear iraní Mohsen Fajrizadé y a dos semanas de la asunción de Biden como presidente. 

El debate por el acuerdo nuclear, que impulsó Obama pero terminó Trump, es lo que está en el centro de escena a la hora de analizar qué rumbo tomará la nueva política exterior estadounidense.

En los dos años y medio desde que Trump retiró a Estados Unidos del acuerdo, Teherán aumentó su enriquecimiento de uranio. Pero, ¿cómo es el futuro de la política nuclear de Estados Unidos

Igual que Bill Clinton y Barack Obama, Biden fue un defensor del control de armas nucleares. Es muy probable que continúe con el respaldo bipartidista de Estados Unidos sobre las pruebas nucleares que comenzó durante la época de George Bush y fue interrumpido por la administración Trump. El escenario está abierto y la expectativa de Irán es grande. 

Cuba con nueva política monetaria

Cuba ya no tendrá dos monedas distintas. Desde este viernes no existirán más los llamados pesos convertibles cubanos conocidos como CUC. Ese día el gobierno desplegará su política de unificación monetaria del país que puede llegar a impactar también de manera negativa: crecimiento de la inflación. Es ese el motivo por el cual hay tanta atención por parte del gobierno puesta ahí. Ahora, ¿qué efectos inmediatos puede causar esta política en la economía cubana?

  • Devaluación. El nuevo tipo de cambio será de 24 pesos cubanos por dólar, esto produce una devaluación de la moneda nacional frente a la divisa norteamericana que, en términos concretos, es de 2.400% , según explican los especialistas.

  • Aumento de precios. Según anuncia el gobierno cubano, es posible que haya un aumento generalizado de precios que derive en un proceso inflacionario. Es cierto que un gobierno de este tipo cuenta con muchos más recursos legales para evitar que esto suceda. 

  • Eliminación de subsidios. Cuba eliminará una mayoría de los subsidios que podrían disparar los precios.

  • Retrospectiva

    Las primeras 300 mil dosis de la vacuna Sputnik V llegaron al país en un vuelo directo desde Rusia y comenzarán a ser aplicadas en todo el país a partir de mañana. El origen de esta vacuna politiza el tema como no pasó con las otras opciones. La falta de confianza en la vacuna rusa, a pesar del visto bueno de la ciencia, plantea la necesidad de entender cuáles son aquellos imaginarios sociales y políticos que despierta en sociedades como las nuestras. 

El presidente Alberto Fernández dijo ayer que Argentina es parte del exclusivo grupo de 10 países que empezarán la campaña de vacunación antes de fin de año. “Creo que somos menos de 10 (países) en el mundo, por eso es tan importante lo que hemos logrado” expresó en declaraciones radiales.

Sin embargo, pese al optimismo presidencial, ya son más de 25 países los que iniciaron con las inoculaciones. Entre ellos, se encuentran Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Costa Rica, México, Israel, Chile, Francia, España, Italia, República Checa, Suecia, China, Rumania, Emiratos Arabes Unidos, Polonia, Rusia, Suiza, Canadá, Hungría, Dinamarca, Grecia, Austria, Eslovaquia y Bahréin.

Respecto a la vacuna de Rusia, el mandatario también pidió cautela a la hora de analizar los orígenes de la misma ya que “detrás de la venta de las vacunas hay un mercado de decenas de miles de millones de dólares y eso tenemos que entenderlo”, y agregó que “hay que tener en cuenta que los laboratorios que llevaron adelante las investigaciones son reconocidos en el mundo, de primer nivel, y esto no puede ser puesto en tela de juicio”.

En esta línea, mostró cierta disconformidad ya que “a la vacuna de Pfizer no le dicen la vacuna norteamericana ni a la de AstraZeneca le dicen la inglesa. A la de Gamaleya se le dice la vacuna rusa de forma despectiva y Gamaleya es un instituto mundialmente reconocido con varios premios Nobel”. Al margen de las ponderaciones políticas, varios expertos han señalado que faltan datos con respecto a la Sputnik V.

Por otra parte, Fernández se mostró muy agradecido con la Federación Rusa por la provisión de 300.000 dosis en un momento que los países centrales acapararon las vacunas y explicó que ya se ha comunicado con el presidente de Bolivia, Luis Arce y con el canciller de Uruguay, Francisco Bustillo, para ayudarlos a conseguir dicha vacuna.

El sábado, el Presidente se reunió de forma virtual con los gobernadores de todas las provincias para coordinar la entrega de los fármacos, los cuales estarán destinados al personal sanitario. Los integrantes de las fuerzas de seguridad, los docentes y los mayores de 60 años son los siguientes en la lista de prioridad.

Según cálculos oficiales, la provincia de Buenos recibirá el 41% del total de estas primeras 300.000 dosis (unas 123.000 de vacunas). El resto será distribuido de la siguiente manera: Santa Fe (24.100), CABA (23.100), Córdoba (21.900), Tucumán (11.500), Mendoza (11.000), Entre Ríos (10.100), Salta (8.300), Chaco (7.700), Corrientes (6.700), Santiago del Estero (5.900), Misiones (5.200), San Juan (4.700), Jujuy (4.600), Río Negro (4.400), Neuquén (3.600), Formosa (3.400), San Luis (3.300), Chubut (3.000), Catamarca (2.800), La Rioja (2.600), Santa Cruz (2.400), La Pampa (2.300) y Tierra del Fuego (1.300).

La campaña de vacunación se iniciará este martes 29 de diciembre, luego de que las dosis terminen de ser entregadas a las provincias en el día de hoy a través de camiones refrigerados, excepto en Santa Cruz y Tierra del Fuego, donde llegarán en avión.

El gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, informó que se realizó un encuesta entre el personal médico de su provincia y que 98% está esperando colocarse la vacuna

El plan de inmunización contará con 116.000 integrantes de los equipos de vacunación, 7.749 establecimientos para aplicar las dosis y 10.000 voluntarios del Programa Activar con el objetivo de tener vacunada a toda la población de riesgo antes de abril. Las vacunas serán provistas por el Estado nacional y su aplicación será gratuita, voluntaria e independiente de haber padecido Covid-19.

Las autoridades esperan recibir aproximadamente 20 millones de dosis entre enero y febrero para vacunar a unos 10 millones de personas y, según lo acordado con Rusia, podrían llegar 5 millones más en marzo.

Actualmente, Argentina cuenta con 1,58 millones de infectados y más de 42.000 muertos. Por ello, el Gobierno ya tiene comprometidas, contando las dosis rusas, más de 50 millones de fármacos gracias a los contratos que se firmaron con AstraZeneca y la Universidad de Oxford por 22 millones y, a través del Mecanismo Covax de la OMS, 9 millones de dosis. Además, se continúa negociando para adquirir las de Pfizer, Moderna y Sinovac.

 


Recientemente, la Sputnik V, que cuenta con una eficacia de 91,4% según los ensayos de fase III, fue aprobada en Rusia para su uso en personas mayores de 60 años. Por ello, según Dmitri Peskov, vocero de Vladimir Putin, el presidente ruso la recibirá en la brevedad.

El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, manifestó el sábado que desde el Gobierno consideran que “sería bueno” que el Fernández se aplique la vacuna “como una imagen para desmitificar cualquier tipo de desacreditación que se le hizo a la vacuna”.

https://eleconomista.com.ar/2020-12-hoy-termina-la-distribucion-a-provincias-y-manana-arranca-la-vacunacion/

1: El nacimiento de un ícono cultural

El 8 de marzo de este año, poco antes de que la Organización Mundial de la Salud declarara que el COVID-19 era una pandemia global, Florencia Tellado —una diseñadora de sombreros y vestuarista de publicidad— se sorprendió al ver a su asistente cubriéndose la boca y la nariz con un barbijo en una motorhome abarrotada de actores.

Cinco días antes, el 3 de marzo, se había confirmado el primer caso de coronavirus en la Argentina (un hombre de 43 años llegado desde Milán) y a fines de febrero ya se habían agotado los barbijos en el 70 por ciento de las farmacias de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano (cada farmacia tenía entonces un stock de entre 200 y 300 barbijos, según el Colegio Oficial de Bioquímicos y Farmacéuticos de la Capital Federal). Pero, a la vez, la gente en la calle todavía no los usaba masivamente. “Los barbijos”, dijo en esos días el secretario general del Colegio a Télam, “fueron comprados por familiares de personas que están en los países europeos y asiáticos que tienen COVID-19 para proveerlos porque en esos países no se consiguen”.

Era un tiempo extraño, de imágenes televisivas llegadas desde muy lejos donde había gente con una mirada aterrada que saltaba por arriba de sus tapabocas, un tiempo de inminencias sin certezas.

Y pensé: yo tengo que hacer barbijos porque es algo que está buenísimo usar, así que se me ocurrió diseñar una máscara copada que se sume a mi línea de sombreros, y descubrí una parte de la cabeza fascinante”, dice Florencia Tellado. Fue la primera diseñadora argentina que vio al barbijo como algo más que una simple barrera sanitaria: lo vio como una prenda llena de posibilidades, quizás como uno de los íconos culturales que —hoy lo sabemos— definirían al año 2020.

Aunque un barbijo de tela puede no detener al coronavirus, sí atrapa las gotitas de saliva que se liberan cuando una persona (la persona que lo usa) habla, tose o estornuda. Y el virus viaja en esa saliva. Como se dijo tantas veces este año, si alguien que tiene COVID-19 usa su máscara, la probabilidad de contagiar a otro se reduce a 5%. Si el otro también está portando un barbijo, a 1,5%. Y, si además de eso, ambas personas están a un metro de distancia, o más, la chance de contagio es nula.


 
Tellado creó primero un barbijo blanco con lentejuelas rematado en un gran moño superior, lo fotografió y lo subió a Instagram. Hasta hoy, esa foto tiene 889 likes (una cifra que las tres publicaciones contiguas no superan). Con la cuarentena instalada, mudó su taller a su casa en Palermo. Fue justo cuando, a mediados de abril, el uso de barbijo se volvía obligatorio en casi todo el país. Desde entonces ella diseñó barbijos negros con moños dorados; barbijos con protección ocular rosa; sombreros de tweed de lana, forrados en satén, con presilla de cuero acharolado y visor de acetato desmontable; barbijos con decoración de manos de plástico; barbijos negros con turbante; y muchos otros barbijos que combinan la alta costura con la audacia del nuevo diseño pandémico.

En los meses más duros de la cuarentena, mientras la prensa local la descubría (cuando la primera dama Fabiola Yáñez usó uno de sus barbijos el 25 de mayo y cuando Natalia Oreiro usó otro en Cantando 2020) y hasta Vogue de Italia la presentaba, Tellado se levantaba a trabajar a las 5:30 de la madrugada (su marido y su hija de 2 años aún dormían) y hacía varios barbijos a la vez: “Son un montón de pasos y si quisiera hacer los barbijos de a uno, no lo terminaría ni en doce horas”, dice. Máquina de coser, molde, cortar, coser, terminar a mano, colocar la etiqueta de cuero cortada a láser. “Estaba cansada todos los días”, sigue, “y me quedaba hasta cualquier hora, impactada con la aceptación del público, que de repente dijo: ‘Wow, existía la cabeza y la podíamos vestir’”. Ya hizo más de 700 barbijos. “Empecé a delegar cosas porque si no se me iba a salir un ojo. Nunca pensé que iba a vender tanto”.

2: Máquinas, polipropileno y telas antivirales 

Hoy —¿quién lo hubiera dicho hace un año?— hay barbijos descartables celestes de polipropileno; lavables de neoprene con válvula y clip nasal; hay barbijos de dos capas con bolsillo, 100 por ciento algodón; personalizados para empresas y marcas, con sus logos; de policloruro de vinilo o de PET transparente con cordón elástico. Hay barbijos que son máquinas electrónicas: en agosto, LG presentó en Seúl el suyo (nombre comercial: Puricare Wearable Air Purifier) que en realidad es un purificador de aire portátil con dos ventiladores y un sensor que detecta el ciclo y el volumen de la respiración, y ajusta la velocidad de los ventiladores para respirar mejor. Hay barbijos de silicona transparente de grado médico, que no se empañan y que, con la boca y la nariz visibles, permiten desbloquear celulares: cuestan 126 dólares. 

También hay barbijos autosanitizantes producidos con nanotecnología para matar a los virus, hongos y bacterias que caen en su tela. En la Argentina, una compañía textil llamada Kovi se unió a la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de San Martín y el CONICET para crear uno de estos barbijos. Su tela de algodón poliéster está tratada con antivirales, bactericidas y fungicidas: mata todo, incluido el SARS-CoV-2. En cinco minutos.


La historia empieza poco antes de que el aislamiento obligatorio fuera decretado: algunos químicos y físicos universitarios se enteran de que a los médicos les faltan elementos de protección personal y deciden estudiar el tema y escribir algunas ideas basadas en las posibilidades de los laboratorios y de los institutos donde trabajan. Después los contacta esa empresa textil que fabrica barbijos: quiere estudiar la posibilidad de rociar una tela de algodón con agentes antimicrobianos.

Nos basamos en información bibliográfica”, dice Roberto Candal, doctor en Química, investigador principal del CONICET y miembro del equipo que desarrolló ese barbijo. “Hicimos una búsqueda en la literatura internacional existente sobre el tema, muy abundante después de cada pandemia; por ejemplo, la de la gripe A. En base a esa información, a los materiales con los que contábamos en ese momento, disponibles en el mercado, y a las posibilidades de la empresa y de nuestros laboratorios, desarrollamos el material para confeccionar los barbijos”.

El equipo de investigación se compone con doce personas, contando investigadores formados, juniors y becarios. En poco tiempo gritan eureka: la capa de tela interior del barbijo —la que queda junto a la boca y la nariz— tiene iones de plata y otros compuestos fungicidas y antibacterianos. La capa de tela externa es tratada con iones de cobre —que son los que dan la acción antiviral—, compuestos fungicidas, bactericidas y polímeros. Y sobre esa tela externa se aplica una tercera capa semipermeable que hace más lento el proceso de absorción de la gotitas en las que se transportan las partículas virales. Así, los iones de cobre y los componentes antimicrobianos tienen más tiempo para accionar. El barbijo se vende bajo la marca de Atom Protect. A pesar de su estampado (burocrático y sin imaginación estética) y de sus colores (aburridamente sobrios), es un éxito.

¿Qué siente Candal al ver a la gente en la calle llevando su barbijo? “Por un lado, satisfacción; y por otro la necesidad de seguir aprendiendo y trabajando en el tema”, dice. “Esto no está cerrado. Seguimos explorando alternativas desde la investigación de los materiales, y sobre el comportamiento de los aerosoles y su interacción con las telas”.

En el universo de los barbijos, que ha hecho su big-bang expansivo, además hay mascarillas N95: la “N” significa que no filtra aceites; el “95”, que filtra el 95 por ciento de las partículas aéreas de hasta 0,3 micrones (un micrón equivale a la milésima parte de un milímetro; eso no siempre es suficiente ante el tamaño de una partícula de coronavirus, que puede ser de 0,1 micrones). Estas mascarillas rígidas de cartón, que adquirieron cierto prestigio entre el personal de salud durante la pandemia, fueron inventadas en 1992 por el profesor de origen taiwanés Peter Tsai, quien ahora volvió desde su jubilación e improvisó un laboratorio en su casa en Knoxville, Tennessee (Estados Unidos), para investigar cómo esterilizar y reutilizar la N95 para la gente que en los hospitales lucha contra el coronavirus.

Tsai trabajó quince horas al día con sus mascarillas: las hirvió, las coció al vapor, las puso en un horno, las dejó al sol. Y llegó a un resultado: hay que calentarlas a 71 grados durante una hora. O hay otro método: dejar que el coronavirus muera naturalmente al dejar a la máscara intacta durante siete días, porque si el virus no encuentra un anfitrión se vuelve inactivo en la superficie de la mascarilla. Mientras tanto 3M, el fabricante de las N95 originales, duplicó (desde Estados Unidos, Asia y Europa) la producción global de N95 a 1.100 millones por año, prometió llegar a 2 mil millones en 2021 y lanzó un comunicado en medio de la crisis denunciando productos falsificados.

Por último, hay barbijos hechos en casa con retazos de tela. Sin ninguna ciencia, sin ninguna mística, sin ninguna marca. Son la gran mayoría de los que están deteniendo al virus cada día.

3: #HistoriasDeBarbijo

Es un mundo de barbijos y está repleto de #HistoriasDeBarbijo. En las redes sociales de RED/ACCIÓN y de quien escribe, la comunidad contó algunas:

  • El domingo falleció mi papá de forma inesperada. Tenía pasaje para el lunes y me daba mucha ansiedad no poder ‘comportarme’ en el avión. Volé con barbijo puesto, obvio, y apenas empecé a bajar del avión se me vino toda la angustia encima. Las lágrimas me caían sobre la tela y por debajo y sentía que los mocos dibujaban una aureola alrededor de la nariz. Alguien me vio a lo lejos y se acercó a preguntarme qué pasaba. Me puse en cuclillas a llorar pero no me animaba a pedir algo para limpiarme así que iba sacando barbijos descartables y sonándome la nariz. Pensé que no son mejores o peores para llorar en público. Una hora después ya tenía que estar en el funeral” — Victoria Fabrice.

  • Llega a casa mi novio. Nos ponemos a tomar mates y me doy cuenta de que tiene puestas ambas zapatillas pero solamente una media. Le pregunté si se había olvidado de ponérsela esa mañana. Resulta que se había ido en auto hasta la carnicería, se dio cuenta de que sin barbijo no podía entrar… y tuvo que aguantar su propio olor a pata (pegado a la nariz) hasta que salió del local” — Belén Mirallas.

  • Los primeros barbijos para mis hijos y para mí los hice con tutoriales de YouTube, cosidos a mano, con bolsillo, filtro y blablablá... Ahora usamos cualquier cosa. Y como me gusta ‘cazarpalabras’ (sacar fotos a las pintadas de la calle), me hizo muy feliz encontrar un barbijo con una inscripción…” — Mirtha Care.

  • Compré un barbijo, se veía muy lindo, pero es rígido y con una tela medio impermeable. Sigue siendo lindo pero resulta incómodo. Compré otro, muy bonito el diseño, pero tiene una tela que larga pelitos hacia adentro y me hace cosquillas. Sigo en busca del barbijo ideal” — Anahí Flores.

  • y una respuesta al mensaje anterior: “Usá los tricapa quirúrgicos, se respira súper fácil y son los que funcionan como una barrera real. Los que estás usando serán lindos o con diseño pero no sirven para nada (solo para incomodarte a vos) Ni siquiera el del CONICET sirve tanto” — Cecilia Miljiker.

4: Llega el fuego

Por extraño que parezca, algunos odian los barbijos como se puede odiar una insignia, un símbolo, una bandera enemiga. El 5 de septiembre —cuando se registraban unos 10.000 casos diarios en la Argentina—, un grupo de personas se reunió en el Obelisco para quemar barbijos en una latita. Su performance llegó a ser trending topic en Twitter. ¿Quiénes eran? Según AFP, uno de los incendiarios se llamaba Christian Osman y había publicado varios videos negando la existencia del coronavirus y la efectividad de las vacunas, y asegurando que la Tierra era plana. De los demás, se supo poco o nada.

En Estados Unidos, las quemas de barbijos son repetidas y, por lo general, los protagonistas llevan pancartas de Donald Trump: en junio se planteó en Carolina del Norte un desafío con ánimos de viralización que proponía grabar un video del fuego y subirlo a las redes; el 24 de octubre un grupo de personas se reunió a incendiar tapabocas en Palm Beach, Florida, quejándose de la “tiranía médica” y poniendo como música de fondo “We’re Not Gonna Take It”, el hit de Twisted Sister; el 21 de noviembre fue en San Clemente, California, en la playa; el 15 de diciembre la escena se repitió en Fort Lauderdale, también Florida.

Trump, que nunca quiso llevar un barbijo, recién usó uno en público en julio (a tres meses de que los Centros de Control y Prevención de Enfermedades los recomendaran); y luego tweeteó, con cinismo: “Estamos unidos en nuestro esfuerzo por derrotar al invisible virus chino, y mucha gente dice que es patriótico usar una mascarilla cuando no se puede tomar distancia social. ¡No hay nadie más patriota que yo, tu presidente favorito!”. 

En octubre, cuando el presidente se contagió y aún así no se puso un barbijo, el Washington Post lo criticó: “Entre los líderes mundiales, el presidente Trump está cada vez más aislado en el tema de las máscaras faciales”. Y como el barbijo terminó por volverse un tema político, Joe Biden acaba de pedir 100 días de uso masivo para bajar las dramáticas estadísticas estadounidenses.

Otro país, historia similar: en Brasil, un juez federal ordenó al presidente Jair Bolsonaro usar un barbijo en público. Fue el 23 de junio. “El presidente tiene la obligación constitucional de observar las leyes vigentes y de promover el bien general de la población, lo cual implica adoptar las medidas necesarias para proteger los derechos sanitarios y ambientales de los ciudadanos”, se lee en el fallo. Bolsonaro no lo acató. En julio se contagió. En agosto dijo: “La efectividad del barbijo es casi nula”.

Algunos presidentes a lo largo del mundo han tomado decisiones un poco raras respecto del barbijo. No les enseñaron nada sobre tapabocas en la escuela de poder y tuvieron que improvisar. En México, Andrés Manuel López Obrador desestimó su uso, justificándose en una política antiautoritaria: “Todos son libres”, dijo. “Quien quiera usar una mascarilla y sentirse más seguro puede hacerlo”. Por su parte, el presidente chileno Sebastián Piñera deberá pagar una multa de 2.000 dólares por no llevar barbijo. Luego de haber paseado por la playa de Zapallar a cara descubierta y de haberse tomado fotos con la gente —y luego del escándalo que siguió—, Piñera terminó admitiendo su error y denunciándose a sí mismo.

En África, el presidente de Malawi, Lazarus Chakwera, visitó a su par de Tanzania y el encuentro fue a cara limpia. “La razón por la que no me lo puse”, explicó después, “fue para demostrar mi confianza en mi par [de Tanzania], el presidente [John] Magufuli. Y una de las formas de probar confianza el uno en el otro es ponerse en una situación de riesgo para demostrar que hay confianza en que el amigo protegerá”.

5: En busca de certezas

Quizás algunas de esas posiciones erráticas de los poderosos se deban a la propia incerteza que la Organización Mundial de la Salud (OMS) mostró en los primeros meses respecto a los barbijos. En un comunicado de enero se lee: “Cuando no está indicada, la utilización de mascarillas médicas da lugar a gastos innecesarios, obliga adquirir material y crea una falsa sensación de seguridad que puede hacer que se descuiden otras medidas esenciales, como la higiene de las manos. Además, si no se utiliza correctamente, la mascarilla no reduce el riesgo de transmisión”.

Pero en junio, el director general del organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus, recomendó a los gobiernos que “deberían alentar al público en general a usar máscaras donde hay una transmisión generalizada” y donde “es difícil el distanciamiento físico, como en el transporte público, en tiendas o en otros entornos confinados o abarrotados”.

Estos son los consejos de la OMS sobre lo que no hay que hacer:

  • No usar mascarillas que quedan sueltas o están dañadas.

  • No ponerse el barbijo por debajo de la nariz.

  • No quitare el barbijo cuando se esté con personas a menos de un metro de distancia.

  • Nunca utilizar barbijos sucios o mojados.

  • No compartir barbijos con otras personas.

Y lo que :

  • Lavarse las manos antes de tocar el barbijo.

  • Comprobar que el barbijo no esté mojado, roto o sucio.

  • Ajustar el barbijo a la cara de modo que no queden espacios abiertos a los costados.

  • Evitar tocar el barbijo cuando se lo esté utilizando.

  • Lavarse las manos antes de quitarse el barbijo.

  • Quitarse el barbijo siempre por las tiras que ajustan contra las orejas.

Lo que pasa es que una cosa es el barbijo quirúrgico y otra cosa es el tapabocas común, y al principio [cuando hubo contradicciones] lo empezábamos a conocer”, dice ahora Lautaro de Vedia, expresidente de la Sociedad Argentina de Infectología y jefe de la Unidad de cuidados intensivos respiratorios del Hospital Francisco J. Muñiz. “Tal vez [las autoridades de la OMS] no tuvieron en cuenta que si bien el tapabocas no tiene la eficacia del barbijo quirúrgico, tampoco la gente en la calle está en una exposición al virus similar a la de un médico tratando pacientes con COVID. Entonces reservamos el barbijo quirúrgico para el hospital y nos quedamos con esta alternativa intermedia, que alcanza y sobra para la calle, para ir de compras”.

Droguería del Sud es la distribuidora farmacéutica argentina más importante (abastece a 9.000 farmacias) y en la pandemia elevó su venta de barbijos en un 40.000%. “El barbijo forma parte del arsenal que nos ha quedado”, dice De Vedia, “pero no creo que después de la pandemia debamos seguir usándolo en la calle. Habrá que mejorar otras cosas, por ejemplo cómo viajamos, muy especialmente en el conurbano”.


 En cambio, en el Lejano Oriente el uso del barbijo en la calle es masivo y común desde antes de la pandemia. Cubrirse la boca con papel o con hojas del árbol de
sakaki para evitar que el aliento contamine rituales es común desde la antigüedad en Japón, y es una costumbre que todavía se ve en algunos santuarios shintoístas. Durante el Período Edo (1603-1868), la práctica parece haber penetrado en una parte grande de la población. Y en 1919 la propagación de la gripe española terminó por hacer masivo su uso.

Más allá de este hecho puntual”, dice Cecilia Onaha, del Archivo Histórico de la Colectividad Japonesa en Argentina, “los japoneses son muy sensibles a temas de higiene y limpieza, por eso si alguien está con gripe, cubre su boca para no esparcir microorganismos que afecten a otras personas”. Onaha dice que No Causar Molestias (en su email a RED/ACCIÓN lo escribe con mayúsculas) es el principio que rige a las relaciones interpersonales, en particular en la vía pública. “Es un principio cultural de la sociedad japonesa”, explica.

Además de usarse durante las temporadas de gripe, los barbijos en Japón fueron adoptados por las industria de la moda, según un artículo de The Japan Times. Algunos barbijos hacen que el rostro se vea más delgado e incluso hay un término para las mujeres que se ven bien llevándolos: masuku bijin (“belleza enmascarada”). “En Japón, a veces se dice que los ojos hablan tanto como la boca”, se lee en el artículo.

6: Lo que va a quedar

Después de que la diseñadora Florencia Tellado lanzó sus barbijos fashion, algunas grandes marcas argentinas (como Kosiuko, La Dolfina y otras) hicieron lo mismo. “Veo barbijos en la calle”, dice ahora Tellado, “y me encanta pensar cómo cada persona fue a buscar el que coincide con ella, el que la representa. Tenés que dejar que el barbijo, como todo lo que vestís, hable por vos: es lo que vos sentís y usás”.

Hace poco, su ídolo desde la adolescencia, Marilyn Manson, recibió un correo de sombreros y barbijos de parte de ella. Y los usó. En un video reciente en el que se lo ve grabando en el estudio con la estrella de hip hop A$AP Ferg, Manson llega al sitio luciendo un tapabocas negro, mullido, sin moño. Es una creación de Tellado, que Manson ­—uno de los íconos más impactantes del espectáculo de las últimas décadas— acaba de sumar a su look con total naturalidad.

Mientras tanto, en Buenos Aires ella usa sus tapabocas con moños cada día. Lleva uno rosa, uno negro, uno estampado, uno elástico. “Tengo miles”, dice. Y cree que van a seguir en nuestras caras una vez que el virus haya sido derrotado. “Van a quedar en mucha gente obsesiva como yo. No puedo creer que con esto te protegías de un montón de otras cosas y no lo usábamos. Es un barbijo mental lo que nos va a quedar”.

https://www.redaccion.com.ar/el-barbijo-el-gran-objeto-del-2020/

La corte de Nueva York respaldó el pedido de los nuevos abogados que  representan a Argentina en la demanda que inició el fondo buitre Burford Capital en 2015 por la reestatización de la petrolera tres años antes. El guiño lo dio el martes pasado durante una llamada pública la jueza Loretta Preska, al solicitar que los demandantes (nominalmente el Grupo Petersen fundado por los Eszkenazi, en la práctica el fondo buitre Burford) logren que Enrique, Sebastián, Matías y Ezequiel Eszkenazi den testimonio en el proceso de discovery que supervisa Preska a fin de determinar su grado de implicancia en los derechos del juicio que le vendieron a Burford luego de que sus empresas quebraran. La defensa argentina sostiene la hipótesis de que los Eszkenazi se hayan quedado con el derecho de un 30 por ciento en el caso de que se gane el litigio multimillonario. 

Durante la llamada, que duró alrededor de 40 minutos, la jueza que reemplaza desde 2017 a un personaje que se hizo muy conocido en Argentina en temporadas anteriores de esta serie de largo aliento con los fondos buitre, Thomas Griesa, tampoco dio lugar al pedido de los demandantes para que el testimonio Eszkenazi se lleve adelante en tribunales argentinos. Es que desde la presentación de la demanda en la corte neoyorkina allá por 2015, la primera discusión entre las partes hizo foco en qué jurisdicción correspondía que se lleve adelante el juicio. Desde Nueva York entienden que, como la discusión no tiene que ver directamente con la expropiación (que, en ese caso sí debía tratarse bajo leyes argentinas por ser un acto soberano no judicializable en Nueva York) y se trata de un resarcimiento por las acciones de una empresa privada que también cotiza en la bolsa de Wall Street, el caso debe tratarse allí. 

El interés de los demandantes porque el proceso se lleve adelante en tribunales neoyorquinos se perdió repentinamente al momento de decidir el país dónde interrogar a los Eszkenazi (en este caso, se invirtieron los roles y Petersen solicitaba que fuera en Argentina); y la jueza no dio lugar a este pedido. Los Eszkenazi tienen plazo hasta el 15 de febrero para coordinar una llamada. Si esto no sucede, la misma jueza aseguró que "habrá consecuencias", que aún no están determinadas pero las evaluará en el caso de que así suceda. Robert J. Giuffra, Jr., uno de los abogados que representan a Argentina fue más determinante: "si no se presentan, la demanda debería ser desestimada". 

Es que este hecho suma una nueva irregularidad en la compra del juicio (o sea, de la posibilidad de litigar contra YPF) con la expectativa de hacerlo en Nueva York: de acuerdo a la ley estadounidense, no se puede comprar un juicio sin los documentos necesarios para enfrentarse a un discovery (proceso que permite que cada una las partes pueda obtener, antes del juicio, información de la otra; debe aportar la prueba documental y suministrar la información requerida por la contraria) a modo de anticiparse a un eventual litigio. 

Justicia divina

La victoria del martes 22 fue probablemente más importante en términos simbólicos que jurídicos. El litigio contra YPF es clave en la situación financiera de Burford y, entre las 90 personas que asistieron a la llamada pública, estaban también los posibles inversores y accionistas de la flamante empresa cotizante en bolsa estadounidense.  

Burford Capital se constituyó el 11 de septiembre de 2009 en el paraíso fiscal de Guernsey, isla del Canal de la Mancha, y comenzó a cotizar en la bolsa de Nueva York el 19 de octubre de este año. En los informes y balances reglamentarios que tiene que presentar a los accionistas quedó expuesto el peso que tiene el juicio contra YPF en su cartera de negocios: si gana el juicio, sus beneficios aumentarían exponencialmente y si le va mal queda en una situación frágil financieramente, lo que puede impactar en su cotización en la bolsa y el valor de la empresa. El juicio multimillonario, que reclama un resarcimiento económico alegando que durante el proceso de expropiación se incumplieron las normas del Estatuto de la petrolera argentina, pide el doble del valor real de YPF. "Pero están expuestos de una forma peligrosa" informan analistas del caso. 

La causa se reactivó a mediados de diciembre cuando Argentina cambió el estudio de abogados que lo representaba. Los nuevos letrados realizaron requerimientos a los demandantes, uno de los cuales fue aclarar la relación del fondo con los Eszkenazi, miembros del directorio de la YPF privada junto con Repsol, y propietarios del 25 por ciento del capital accionario con la titularidad de las empresas españolas Petersen Energía Inversora y Petersen Energía, que quebraron luego de la estatización del 51 por ciento de las acciones en 2012. La llamada de esta semana se produjo porque la jueza dio lugar al pedido de los nuevos abogados.

A diferencia del tradicional accionar carroñero, Burford Capital no compró bonos en default para reclamar luego el cobro del ciento por ciento más intereses y punitorios, sino que se hizo con los derechos de un inversor quebrado de YPF  (el grupo Petersen) para litigar por la expropiación de la mayoría de acciones de la compañía. Tampoco cuenta con la espalda financiera que tienen los fondos buitres más tradicionales (como es el caso de NML Capital de Elliott Management del financista Paul Singer, personaje conocido en otro capítulo de la lucha contra los fondos buitre en el país) para perder esta acción judicial. La realidad es que el juicio cuenta con muchas irregularidades que pueden llegar a bajar el valor de Burford de forma considerada. El fondo buitre se puede llegar a ver atragantado por su propia presa.

Descargo

El Grupo Petersen se desvincula del juicio que se desarrolla en el exterior contra YPF. En un descargo presentado ante PáginaI12, el Grupo Petersen  declara que "es totalmente ajeno a cualquier demanda contra YPF y/o el Estado Nacional en la Argentina o en el exterior. Renunció expresamente a ese derecho a litigar contra el Estado argentino. No inició el juicio ni tampoco le vendió los derechos al fondo Burford, con el que el Grupo Petersen no tiene ninguna relación, ni comercial ni de ningún otro tipo". Explican que la demanda contra la Argentina está impulsada por el fondo Burford, al que la justicia española le vendió los derechos para litigar contra el país en el marco del proceso concursal de Petersen Energía y Petersen Energía Inversora iniciado tras la expropiación de YPF. Al momento del inicio de la demanda, esas dos empresas ya no tenían relación con el Grupo Petersen y fue la justicia española que administra el proceso concursal de las Petersen la que subastó esos derechos a litigar, los que fueron adquiridos por Burford, el mismo fondo que ganó el juicio contra la Argentina por la expropiación de Aerolíneas.

https://www.pagina12.com.ar/313761-reves-para-el-fondo-buitre-que-demanda-a-ypf

Después de trece meses de pandemia, con 22.000.000 de contagiados detectados y 1.770.000 muertos, en el mundo ya hay casi 5.000.000 de vacunados. La aplicación del remedio contra el Covid-19 será lenta y está arrancando obviamente en los países con sistemas de salud más avanzados. Sobre el total de fallecidos, el 19,3% se dio hasta ahora en EE.UU., el 14,4% en Italia, Gran Bretaña, Francia y España, el 10,8% en Brasil, el 8,4% en India, el 6,9% en México y el 40,2% en el resto del mundo.

A partir de esta foto, la población mundial irá viendo, semana a semana, cuál es la vacuna más efectiva, cuál es la que tiene más contraindicaciones y con esos datos podrá empezar a verle la cara a la nueva normalidad. Se terminarán los adivinos que pronosticaban con formas de letras “V”, “U”, “L”, “J invertida”, “K” o lo que fuera. Y podrá empezar a entenderse con más precisión cuál es la velocidad de la recuperación económica, cuántas fueron las empresas que sobrevivieron, cuáles podrán volver a la vida y, sobre todo, qué chances hay de que millones de desempleados vuelvan a conseguir un lugar dónde trabajar.

Por el momento, toda esa información es desconocida y, en consecuencia, hasta ahora se sigue con lo que se venía dando: los bancos centrales principales emiten moneda sin parar, para estimular a sus zonas económicas. Las empresas lanzan inventos, fusiones, adquisiciones o lo que sea para que los inversores sigan creyendo en ellas. Y, por si todo eso fuera poco, dentro de cuatro días, tras casi cincuenta de lazos, Gran Bretaña abandona oficialmente la Unión Europea. Y dentro de 23 días Joe Biden pondrá sus pies en la Casa Blanca como presidente de EE.UU.

En medio de semejante cataclismo, China -que venía como el país más sólido en crecimiento durante 2020- empieza a mostrar indicios de que algo cruje. Dos empresas estatales chinas entraron en default. El mandamás Xi Jinping decidió ampliar la participación del Estado en las empresas privadas. Y, como contrajugada, Jack Ma, el dueño de Alibaba -el mayor consorcio privado oriental dedicado al comercio electrónico- resolvió regalarle al Estado chino sin ninguna restricción el segmento financiero de su empresa, por lo que el valor de “BABA” en Wall Street acaba de desplomarse de US$ 317 a US$ 255 entre fines de octubre y el miércoles pasado, con una caída adicional de US$ 255 a US$ 222 dólares al cierre de la semana pasada.


 
La nueva cepa del virus y la efectividad de las vacunas están jugando una pulseada con el dinero en efectivo y con la confianza que cada uno de los inversores va teniendo en las monedas de su zona de pertenencia. Tal como pasó en marzo y abril, el rebrote intenso volvió a darle algún sustento al dólar, evitando que siguiera retrocediendo contra todo, tal como ocurrió entre mayo y noviembre. Por eso la semana pasada el dólar subió en Brasil, contra el franco suizo, contra el euro y contra el yen. Pero lo más notorio del movimiento es que todas las monedas, sin excepción, están perdiendo valor frente a las cosas, en algo que se llama inflación o exceso de emisión.

Así, huyendo del dinero en efectivo, los inversores del mundo optaron por aprovisionarse de cosas o, directamente, buscar refugio en posiciones que suponen más solidez que el dinero en efectivo. El fenómeno que más expone este movimiento es la cotización de las criptomonedas, con el bitcoin como emergente de ese sector: acaba de tener un salto adicional en las últimos días, se acerca a los US$ 28.000, por lo que sube 42% en diciembre y 285% en lo que va de este durísimo año de pandemia.

Pero el bitcoin es apenas un emergente de lo que pasa con casi todos los valores. La onza de plata salta 14% en el mes y el oro sube casi 6%. Los granos suben entre 3% y 11% en diciembre. El petróleo resucita casi 7%. Y a la cola de todos estos aumentos están quedando los metales básicos, con un avance promedio del 3% (el aluminio incluso baja en el mes), ya que este tipo de insumos dependerá de la demanda de las industrias, que reaccionarán, o no, de acuerdo a como vaya la reactivación y los niveles de consumo.

Y una señal que puede mostrar mucho de lo que puede llegar a venir, además de lo sucedido con Alibaba, fue un elemento muy claro: no hubo rally navideño en las Bolsas del mundo. La Fed, el BCE, el BoJ, el BoE, todos arrojaron dólares, euro, yenes y libras desde helicópteros, comprando papeles en las Bolsas, pero los índices bursátiles acaban de tener una semana corta insípida: Wall Street mejoró 0,2%, con San Pablo, Frankfurt y Tokio mostrando bajas del 0,2 al 0,4%.

Por supuesto, el tango argentino siempre baila otra música. El ministro Guzmán terminó de usar las utilidades del Banco Central y requiere de más fondos para seguir evitando una baja en el gasto público, ya que según le dijo en su cara a Paolo Rocca “bajar impuestos y tocar el gasto no está disponible”. Así, desde hoy enfrenta dos test: uno, realizará una nueva licitación de deuda, y dos, decidirá si sigue quemando bonos, tomando reservas prestadas de depósitos privados, o si empezará a darle nuevamente a la maquinita de la emisión de pesos.

Hoy Guzmán sale a realizar su licitación número 38, intentará colocar cuatro bonos en pesos (dos atados al CER y dos atados a tasa de interés) por un total de 125.000 millones de pesos. Como buen jugador de pesos, cree convencer a los inversores para que lo financien, como logró hacer con los acreedores en los canjes de deuda. Pero hay una diferencia: con los acreedores era dinero pasado. Lo que sale a tomar hoy es dinero futuro. Y, en medio de un año electoral que se avecina, el Presidente acaba de decir que “los acreedores son los que van a pagar el ajuste”.

Con ese escenario, a pesar de tener una situación internacional inmejorable, con la soja y otros granos en valores máximos de seis años y medio, y con el dólar anotando en el año una caída del 7% contra las monedas principales, el mercado argentino mostró la semana pasada un pulso que puede ser un anticipo del final de la “pax cambiaria” de dos meses.

En la corta semana pasada, mientras el dólar estuvo dispar contra las monedas internacionales y las las bolsas estuvieron mixtas, con movimientos muy reducidos, el dólar del mercado argentino estuvo dual, los bonos argentinos subieron y la Bolsa de Buenos Aires estuvo ligeramente a la baja en pesos y muy a la baja medida en dólares.

¿Qué fue lo que pasó? Los grandes inversores movieron tenencias para posicionarse en activos que les permitan pagar lo menos posible en bienes personales. Por eso trajeron algunos dólares, compraron bonos y, con eso, el contado con liquidación bajó de $144 a $140. Y, en paralelo, los bonos sumaron un nuevo aumento, que les acumula un repunte del 10% en las últimas tres semanas. Pero el dólar blue, que depende más de los ahorristas más terrenales, pegó un rebote: saltó de $146 a $159 pesos, con un rebote de casi 9% amparado en los fondos que sobraron de los que tuvieron la suerte de cobrar el aguinaldo.

Así, la Bolsa porteña bajo la semana pasada 1,4% en pesos, pero su caída en dólares fue profunda: de casi 7%. Y los ADR argentinos que cotizan en New York atestiguan esa caída. Solo por nombrar cuatro desplomes destacados puede detallarse que Telecom cayó 26% en dólares, Francés bajó 12%, YPF achicó 10% y Banco Macro descendió 9%.

¿Qué se juega a partir de ahora? Retado por Cristina Kirchner primero por carta y luego en su propia cara, Alberto Fernández fue advertido que sus ministros no están funcionando, cuando lo que no funciona es justamente la política promovida desde el núcleo del kirchnerismo. Guzmán, en plena negociación con el FMI, busca sanear las cuentas haciendo que los privados lleven toda la mochila, subiendo impuestos y tarifas. Pero la Presidenta le dijo: “no está disponible, vos sos ministro porque yo gano elecciones y si subimos tarifas las perdemos”.

¿Qué malabar hará Martín Guzmán para que el tablero no salte por los aires? Sin dudas, puede seguir vendiendo deuda carísima a un costo tremendo, hipotecando futuro, o mejor: llevando al país a un irremediable default. Su idea será aguantar con los dientes apretados, esperando que un acuerdo con el FMI baje presiones y que el campo liquide sus granos. Pero en un mundo que está comprando cosas ¿quién va a vender cosas para recibir pesos, y encima con un valor de $55 por dólar por un bien renovable como son los granos, cuando el Gobierno le paga $84 por dólar a las mineras por un bien no renovable?

https://eleconomista.com.ar/2020-12-tendran-que-esforzarse-mas-para-mantener-la-pax-cambiaria/

En este año tienen la excusa de la pandemia. Los pronósticos económicos de fines de 2019 para el 2020 no pueden ser referencias para realizar el ejercicio que, de repetirlo desde hace bastante en cada fin de diciembre, puede ser evaluado por los protagonistas como acoso. No lo es.

Esta tarea higiénica no ingresa en esa categoría; en realidad se trata de retirar el velo del inmenso dispositivo de engaño deliberado y de construcción de expectativas sociales con inconfundibles objetivos de legitimar medidas regresivas y políticas conservadoras. Los economistas pronosticadores gozan de tal impunidad que muy pocos observadores o consumidores de sus informes se toman el trabajo de comparar lo que decían y lo que en la práctica sucedió. Si ese estudio básico de cotejar se realizara, se diluiría ese espacio privilegiado que ocupan en la interpretación de la cuestión económica.

Eso no va a pasar. Esa comunidad de mercaderes de información económica tiene una amplia red de cómplices para ocultar sus desaciertos. Tiene la desconcertante fortuna de que sus miembros siguen siendo contratados por empresas y bancos para sentenciar qué pasará en la economía, cuando la realidad los desmiente una y otra vez.

Es habitual que los medios de comunicación tradicionales los consulten para conocer sus chapucerías. La costumbre de este diario, en cambio, es revisar las estimaciones que hacen de las principales variables económicas y, pasados tantos años, se ha convertido en un potente estímulo de curiosidad periodística. Y, valga la confesión, también es un incentivo para interpelar esa absurda convención de pretender conocer el futuro guiados por economistas.

Pesimistas

La pandemia puede ser utilizada como pretexto para archivar las estimaciones realizadas a fines de 2019. Por ese motivo, en esta ocasión, no se tomarán en cuenta las primeras proyecciones, presentadas el 3 de enero por el Banco Central cuando difundió los pronósticos 2020 de 24 consultoras y centros de investigación locales, 14 entidades financieras argentinas y analistas extranjeros. Esos datos constituyen el reporte conocido como Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) publicado por el Banco Central, donde se indica cuál sería el recorrido de la economía según esos supuestos expertos.

Una de esas proyecciones, antes del coronavirus, decía que la evolución promedio del Producto Interno Bruto sería una caída de 1,6 por ciento. Era una cifra que mostraba el sesgo pesimista con el gobierno de Alberto Fernández. Tendencia opuesta a la demostrada durante el gobierno de Mauricio Macri.

Un revelador informe del economista Emmanuel Álvarez Agis, de septiembre pasado, deja al descubierto ese comportamiento. Menciona que el pesimismo observado en el REM para el gobierno de Fernández contrasta con los registros 2016-2019 durante el macrismo. Muestra que, en dicho período, las expectativas de inflación y de evolución del tipo de cambio se ubicaron en forma persistente por debajo de las variaciones observadas de esas variables.

Precisa que durante 2017 el promedio de la variación esperada de los precios para los siguientes doce meses fue +17,7 por ciento, y la evolución esperada del tipo de cambio nominal para el mismo período osciló en torno a +16,0 por ciento.

En 2018, la crisis cambiaria llevó a un aumento del tipo de cambio y aceleración de la evolución de los precios. Sin embargo, las proyecciones del REM anticipaban una desaceleración en la nominalidad. Nuevamente en 2019 la variación observada del tipo de cambio nominal y el IPC superó a las expectativas.

Este análisis del REM es otra prueba contundente de que los pronósticos económicos dominantes tienen escasa rigurosidad científica y casi nada de seriedad analítica, y que sólo son instrumentos de intervención política para promover medidas económicas de preservación de privilegios de poderosos y para apoyar fuerzas conservadoras.

No se escapan

Si los pronósticos de diciembre de 2019 para este año quedan invalidados por la pandemia, en cambio los realizados cuando el coronavirus ya estaba presente adquieren valor para emprender la tarea de comparar. Entonces el cotejo será con los pronósticos entregados en abril. La crisis global ya estaba desatada y los impactos en la economía local eran fulminantes.

Sin importar el incremento de la incertidumbre general y sin considerar la rápida reacción del Gobierno para atender la emergencia sanitaria y para diseñar una red de protección de empresas y trabajadores, la secta de economistas pronosticadores siguió con su tradicional trabajo. Y el saldo no fue distinto: una sucesión de errores en cada uno de los recorridos de las variables estimadas.

En la tarea de evaluar el comportamiento de los denominados gurúes de la city se consideraron las siguientes variables principales: inflación, dólar y reservas con fuente FocusEconomics, REM-BCRA, Indec y BCRA. Pero también se analizaron los datos de la balanza comercial, exportaciones, Producto Interno Bruto, producción industrial, desempleo.

Pocos se acercaron al dato real y muchos exhibieron que la elaboración de estimaciones está guiada por el deseo y las anteojeras ideológicas más que por una evaluación seria.

Una variable sensible para la población es la tasa de inflación. No es un dato menor en la definición de las expectativas sociales y también políticas. Las equivocaciones fueron groseras. Sin tener en cuenta la impresionante recesión con caída de la demanda, la política oficial de administración de precios y la estrategia cambiaria, Econométrica y el estudio de Orlando Ferreres estimaron una inflación superior a la del último año de Macri (53,8 por ciento), la más alta desde el estallido de la convertibilidad.

Uno de los economistas del establishment más cotizados, Miguel Ángel Broda, no se inhibió en vaticinar que "vamos a tasas de inflación en el último trimestre de este año como las que tuvimos en los '80. El año dará 50-55 por ciento, pero el último trimestre será muy alto".

Broda es consecuente con su trayectoria: se equivocó, pero este año ingresó en un estadio superior de desatinos analíticos al comparar la situación argentina con la de Irak, Venezuela y el Líbano.

Sacachispas los goleó

No sólo han errado en las proyecciones de variables macroeconómicas, sino que también han tenido una manifiesta debilidad analítica cuando tuvieron que opinar acerca de la marcha de las negociaciones con los acreedores externos privados.

Mientras el ministro de Economía, Martín Guzmán, se enfrentaba a los más poderosos fondos de inversión del mundo, la mayoría de los economistas mediáticos descalificaba la labor del representante de los intereses de Argentina.

En una actitud infrecuente, este año el consultor Carlos Melconian tuvo declaraciones agresivas hacia un titular del Palacio de Hacienda. Eligió como blanco a Guzmán hasta decirle que era mentiroso. No le fue bien entre sus afirmaciones destempladas y la implacable realidad.

En relación a la negociación de la deuda había sentenciado: “Si la visión presidencial está 100 por ciento alineada ideológicamente con la del ministro de Economía, el default parece inevitable. El ministro Martín Guzmán está en las antípodas de los mercados de capitales. Estamos entre el pragmatismo y la ideología”.

No hubo default y el acuerdo de la deuda recibió la aprobación del 99 por ciento de los acreedores en los tramos externo y local.

El otro frente en que esos economistas quedaron descolocados fue en el cambiario. Apostaron a una devaluación brusca y aconsejaron a sus clientes realizar coberturas por un salto fuerte del tipo de cambio. Les hicieron perder mucho dinero. Algunos decían con una seguridad pasmosa de que el dólar superaría los 200 pesos. Guzmán ganó esa compleja batalla con gran parte de los economistas mediáticos en contra.



"Virus, cuarentena y vacunas"

En un año terrible en varios aspectos hubo economistas mediáticos que, no satisfechos con hacer papelones con el análisis económico, también se atribuyeron capacidad de opinar sobre curvas epidemiológicas, estrategias sanitarias y cuarentenas.

Del mismo modo en que confunden a sus interlocutores en la interpretación de los fenómenos económicos, en la pandemia pasaron a la categoría de charlatanes del coronavirus.

Si con pronósticos sesgados van construyendo expectativas sociales negativas, en este caso, con ignorancia y relativizando la crisis sanitaria, fueron una pieza importante para debilitar la estrategia oficial de salud pública.

La secta de economistas mediáticos completó de ese modo un combo perfecto: como si hubieran cursado la materia optativa en la Facultad "Virus, cuarentena y vacunas", opinaron con la misma soberbia de la ignorancia sobre el coronavirus como lo hacen con la economía.

No pasó

Un agudo observador de la acción de estos charlatanes que desprestigian una carrera y profesión fabulosa señaló que no es soberbia, sino que no se dejan engañar por las evidencias.

Como en años anteriores, en éste fueron varias las evidencias que desmoronaron sus sentencias, entre las principales se destacan:

* La economía se encaminaba a la hiperinflación; no pasó.

* La tasa de inflación se desbordaría; no pasó.

* Las cuentas fiscales tendrían un déficit descontrolado; no pasó.

* El dólar blue superaría los 200 pesos y el Gobierno estaría obligado a aplicar una devaluación brusca; no pasó

* El Producto Interno Bruto se derrumbaría más del 12 por ciento; no pasó.

* La fuerte expansión monetaria provocaría un shock inflacionario; no pasó.

* El default de la deuda sería inevitable; no pasó. 

 

"Supongamos..."

Estos economistas tienen un atajo para eludir las críticas a sus persistentes equivocaciones. La historia que construye el engaño es la siguiente: cuentan que un granjero acude a un economista para pedirle consejos sobre cómo aumentar la producción de leche de sus vacas. 

Después de analizar con modelos y complejas ecuaciones la inquietud, el economista convoca al granjero para decirle que ha encontrado la respuesta. Le dice: “¿puede venir a mi oficina para escuchar la presentación de mi solución a su problema?”. 

En el día acordado, el granjero concurre al moderno edificio donde el experto trabaja, quien delante de un enorme pizarrón comienza la exposición que sorprenderá al granjero. En el inicio de la explicación el economista dibuja un gran círculo y dice: "Para empezar supongamos una vaca esférica".

Así van construyendo las proyecciones los economistas pronosticadores. Parten de una premisa desvariada que terminará con resultados fallidos.

Pero no son sólo errores en las proyecciones de las cifras de variables clave y de análisis económicos errados. También le suman previsiones político-sociales desacertadas por un sesgo ideológico conservador.

Está terminando diciembre, mes que se caracteriza por fuertes tensiones, y no hubo turbulencias económicas ni desbordes sociales pese a los impactos devastadores de la pandemia.

El 2020 ha sido otro fiasco para los economistas pronosticadores. Pero como se trata de un negocio extraño donde el consumidor de esas proyecciones paga muy bien y con gusto para ser engañado, las cifras para el 2021 ya están siendo anotadas para seguir este juego de comparar dentro de doce meses. En versión libre de la frase disruptiva de CFK en La Plata, se podría decir a estos economistas: "vayan a buscar otro trabajo".

https://www.pagina12.com.ar/313792-economistas-pronosticadores-vayan-a-buscar-otro-trabajo

El tema se hace tan reiterativo que uno llega a aburrirse al citarlo tantas veces, además de correr el temor de que a quienes leen o escuchan les pase lo mismo.

Sin embargo, ¿podría ignorárselo o, más precisamente, debe hacérselo?

La militancia del odio --denominada “la grieta” por economía expresiva, vagancia intelectual, pudor ideológico o las razones que fueren-- ni siquiera puede ser superada en torno de que la lucha contra el virus en general, y “la vacuna rusa” en particular, den resultados positivos.

Si se supone (y en general se supone bien) que los receptores de lo que uno opina ya están prevenidos o convencidos de una línea editorial predeterminada, más allá de disidencias coyunturales y de algunas acentuadas, ¿para qué insistir tanto sobre lo que piensan y dicen desde una vereda enfrentadísima antes histórica que coyunturalmente?

Hay, por lo menos, tres respuestas.

Una, con seguridad la más emocional, es que desde el polo opuesto se (des)informa, miente y agrede con un desparpajo al que debe contestársele en forma simétrica, porque no sería natural desconocerlo.

La segunda es que esto se trata de la batalla política y cultural de siempre; que quien se equivoque o ceda un tranco de pollo en esa disputa llevará las de perder, como ya sucedió y continuará ocurriendo, y que en todo caso es cuestión no de ignorar, sino de ser más inteligentes, dinámicos, creativos, en las argumentaciones propias.

Y la tercera respuesta consiste en que, cualquiera sea el razonamiento, lo que produce la oposición en este fin de año ya atravesó ¿todo límite?

No cabría perder la expectativa de que se superen a sí mismos, sea en su pata “partidaria” o en la mediática si, acaso, esos factores pudieran diferenciarse.

La virulencia con que se ataca al Gobierno, por cómo encara la batalla contra la pandemia, su programa y logística para vacunar, sus alertas, tiene una relación inversamente directa no ya con la ausencia de alternativas a todo nivel sino, más aún, con lo obsesivo de que las cosas salgan mal.

La oposición no aprovecha, ni tan sólo, los flancos del oficialismo en asuntos en los que a éste le es complicado defenderse. O contraatacar.

El año termina con una sensible cantidad de interrogantes que el Gobierno no termina de despejar, en partes donde queda entremezclado lo que querría pero no puede, lo que sabe pero no querría y lo que de ninguna manera puede saberse por más que quiera.

En orden inverso al enunciado y apenas como ejemplos, absolutamente nadie tiene claro por completo e inclusive ni de cerca, ni acá ni en ningún lugar del mundo, lo que sucederá con la pandemia. Rebrotes, segundas y terceras olas, cepas imprevistas y más contagiosas, cierto desconcierto en la comunidad científica, sociedades que ya no aguantan volver a restricciones duras.

¿A quién puede ocurrírsele que en ese escenario es probable planificar qué con total certeza?

Sin ir más lejos, piénsese en el saque que supone la pérdida de ingresos por la actividad turística, a raíz del avance y mutación del bicho, que hasta hace unos días no podía contemplarse.

De ahí para arriba, ¿cómo podría saber el Gobierno a qué deberá recurrir presupuestariamente, con cuáles fondos o montos de emisión monetaria que, encima, también penden de aspectos con intervención de terceros, como el FMI (a menos que se caiga en el infantilismo testimonial de hacer un pagadiós, mientras tampoco se puede apelar a la movilización popular si fuera cosa de animarse y punto)?

Luego, la inflación amenaza proyectarse consolidada y, de la mano con eso, intimida la presión hacia el dólar de los actores de poder -con formadores de precios no a la cabeza, sino a la par- que el Gobierno conoce de sobra pero con los que, todavía, pretende articular en vez de imponer condiciones (aunque hay segmentos en los que algo se hizo con eficacia, por ahora, justamente como en el mercado financiero).

Y entre lo que el oficialismo y su frente político querría, pero no puede, está desligarse del espanto de la herencia.

Como fuera, y aun contemplando que hubo y hay errores autoinfligidos, resulta que en reemplazo de debates como ésos, u otros de profundidad similar, lo único que a la oposición se le pasa por la cabeza y por lo ejecutivo es una ofensiva desorbitada contra la vacunación; contra la estructura prevista y cumplida en lo que es y será su primera fase; contra cómo se elegirá en modo preciso a quienes recibirán la dosis inicial.

Contra todo, en síntesis inobjetable.

Venimos, estamos, en medio de que el Gobierno es un estafador político y científico porque eso es la inoculación del Gamaleya; por los tapabocas propagandísticos de la tripulación del vuelo de Aerolíneas a Moscú; por el contraste con los chilenos, que sí cerraron con Pfizer (¡¡¡una provisión de menos de 10 mil dosis para casi 19 millones de habitantes!!!); porque Argentina es la primera nación fuera de la Unión Soviética en aprobar la Sputnik V; porque se ratifican los negocios ideológicos de Cristina con Putin; los pecuniarios de Ginés con Hugo Sigman; los atolondrados de Carla Vizzotti a la que Ginés le tiene celos; los irresponsables de caer en que habría una vacuna “light” de los rusos para enchufarle a los subdesarrollados como nosotros; los que son producto de que Alberto Fernández es un arrebatado; los que merecen que Fernández y Ginés y cualquier funcionario, interviniente en las gestiones, liguen una denuncia de la tan estable doctora Carrió por “atentado contra la salud pública” y “envenenamiento de la población”; los surgidos de que aprobaron la/s vacunas/s en carácter de emergencia, como si el mundo de las “naciones civilizadas” lo hubiesen hecho respetando los tiempos de certificación tradicionales.

La semana pasada, aquí mismo, hablamos del odio antiperonista visceral como vector supremo de esa andanada que no se detiene.

Se ratifica el concepto, desde ya, pero tal vez deba incluírselo, ampliado, en un marco más universal.

En un artículo de julio último publicado eneste diario, el ensayista Jorge Alemán observa que estamos ante un puro ejercicio sádico de identificación narcisista, que no sólo apela a las apariencias democráticas sino que, incluso, se victimiza mientras hace daño.

Algún día el mundo deberá considerar el nudo entre patología, subjetividad y política, para que las megalomanías payasescas de Trump, Bolsonaro, Macri, Áñez, etc. hayan sido posibles y sostenidas por un consenso, que en ocasiones ha confinado con la locura social en sus aspectos más paranoicos”.

Pero, advierte, no es cuestión de psicología, ni de psiquiatría, ni de patologías mentales. Es una necesidad estructural del neoliberalismo que cada vez más exige, para su sostenibilidad, a dirigentes con la suficiente impunidad, irresponsabilidad y "superficialidad", que encarnen con su carácter insustancial y paródico la dimensión acéfala y descabezada a la que tiende el capitalismo contemporáneo, bajo el nombre de neoliberalismo.

El mando neoliberal dictamina: la marcha económica para las Corporaciones; la política para narcisistas al servicio de la pura conspiración. Los tiempos en que personajes banales han generado odio hacia el propio pueblo del cual procedían parecen dar la señal de un verdadero final de época, donde lo viejo no termina de morir y lo nuevo recién está naciendo". Aún no ha nacido, hubiera dicho Gramsci como bien dice Alemán.

Felicidades a esa gran y, quizá, decisiva porción de nuestra sociedad que no compra lo que el odio designa como “grieta”.

A los demás también, porque nos gusta y aceptamos seguir convenciéndonos entre los convencidos, aunque con esfuerzos para agrandar el arco.

Pero el odio no es lo nuestro. No debe serlo. No se construye desde ahí.

Eduardo Aliverti (PE/Página 12)


Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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