Navidad en los días de la peste ...

 

Es Navidad y, como escribía una lectora ayer, “casi da vergüenza decir felices fiestas”. Así que aquí está tu boletín en español de The New York Times, con algunas de las mejores lecturas para el fin de semana y nuestros mejores deseos para esta temporada.

Al acercarse el fin de año también se agota la presidencia de Donald Trump. ¿Cómo pasa sus últimos días en la Casa Blanca el hombre más poderoso del mundo?

El presidente Trump sigue siendo el hombre más poderoso del mundo, pero no tiene el poder para lograr lo que más quiere: evitar dejar el cargo como un perdedor.

A cuatro semanas del final del mandato del presidente Donald Trump, quizás él está más desatado y, como los acontecimientos de los últimos días han demostrado, en el punto más impredecible de su presidencia.

Sigue siendo la persona más poderosa del mundo, pero se centra en el único ámbito en el que no tiene el poder para conseguir lo que quiere: una forma de evitar dejar el cargo como un perdedor.

Pasa sus días agitándose por cualquier esperanza, si no de revertir el resultado de las elecciones, al menos de construir un caso coherente para argumentar que le robaron un segundo mandato.

Cuando ha salido de su relativo aislamiento en los últimos días, ha sido para sugerir de la nada que intentaría dinamitar el paquete de estímulo bipartidista, abriendo una brecha en su partido en el proceso, y para conceder clemencia a una serie de aliados y partidarios, en su mayoría fuera del proceso normal del Departamento de Justicia. El miércoles, vetó un proyecto de ley de defensa respaldado por la mayoría de su partido.


Por lo demás, se ha encerrado en la Casa Blanca, haciendo de anfitrión de un elenco de teóricos de la conspiración y de partidarios empedernidos que trafican con ideas como desafiar el resultado de las elecciones en el Congreso e incluso invocar la ley marcial, en un intento de dar a algunos de ellos puestos en el gobierno.

Está casi totalmente desvinculado de liderar la nación, incluso cuando los estadounidenses están siendo abatidos por el coronavirus a tasas récord. Frente a un agresivo ataque cibernético casi con toda seguridad llevado a cabo por Rusia, su respuesta, en la medida en que la ha tenido, ha sido restarle importancia al daño y contradecir a sus propios altos funcionarios sugiriendo que el culpable podría haber sido China. Casi no jugó ningún papel en la negociación del proyecto de ley de estímulo que acaba de ser aprobado por el Congreso antes de trabajar para interrumpirlo en el último minuto.

No está claro que el último comportamiento de Trump no sea otra cosa que una rabieta, la búsqueda de atención o una forma de terapia para el hombre que controla un arsenal nuclear; aunque una visión alternativa, aunque caritativa, es que es un trabajo de base estratégico para una postulación llena de quejas en 2024.

Como mínimo, los próximos 27 días en Washington estarán especialmente llenos de ansiedad.

Este artículo está basado en entrevistas con más de una decena de funcionarios del gobierno, actuales y anteriores, republicanos y aliados del presidente.

En su círculo cercano, ven al mandatario infeliz, intentando dejar el cargo sin parecer derrotado; ha tuiteado sobre el supuesto fraude electoral al que se aferra y otorgado perdones presidenciales de último momento.

Entre las decisiones más llamativas de Trump —y sorpresivas incluso para su partido— está su reciente amenaza de descarrilar el paquete de estímulo económico que el Congreso ya aprobó.

Además, el despido de varios líderes en el Pentágono tras las elecciones ha impulsado una serie de decisiones abruptas, como el retiro de tropas del noreste de Siria y el despliegue de un gran buque a Cabo Verde, en un último intento de perjudicar a Nicolás Maduro.

Pero la montaña rusa de la presidencia Trump está perdiendo velocidad y el columnista de Opinión Roger Cohen vaticina que el futuro mandato de Biden significará el regreso de la decencia a la Casa Blanca.

The New York Times

Los grandes eventos suceden en la vida aunque uno no los perciba. Los grandes procesos históricos pueden estar sucediéndose mientras uno se toma un café tranquilamente entre los combatientes intelectuales y guerreros invisibles de las calles. Los eventos que se avecinan bien puede ser que nunca lleguen a ser o son tan lentos que una generación no los percibe.

Todos los días de mi vida conduzco en mi coche grandes cantidades de kilómetros. Por la mañana en un viaje solitario de ida y por la tarde de vuelta, sólo para asistir a mi oficina.

Por la ruta, a no más de cien kilómetros por hora, se puede y de hecho lo hago, disfrutar del paisaje. En esta época del año, en el hemisferio sur, en Argentina, se acerca el verano y se pueden observar las grandes extensiones verdes y amarillas de los cultivos de girasoles, también algo de soja, con ese verde tan profundo. Algunos árboles ocultando cascos de estancias, unos tractores, algunos camiones o autos que circulan en sentido contrario son parte del paisaje que hasta puede sonar bucólico.

Entonces uno se siente tentado a pensar que las cosas en el mundo no van tan mal. Pero es una gran falacia producto del recorte de mi observación, de mi sesgo de información, de mi visión localista, después de todo vivo en una ciudad de no más de setenta mil habitantes y trabajo en una pequeña ciudad de veinte mil almas. Desconozco lo que es vivir en megalópolis de varios millones de habitantes. Donde vivo todos nos conocemos.

Según algunas páginas web que he consultado tan sólo por ir y venir todos los días con mi coche mediano estoy depositando en el ambiente unos ocho mil kilogramos anuales de CO2. No es un dato menor si pienso que esas emisiones de dióxido de carbono pueden ser minimizadas si, por ejemplo, utilizo el servicio público de transporte, o me mudo más cerca de mi trabajo. No sé cómo se verían ocho mil kilos de algo contenidos en un cubo, parece algo así como cinco automóviles uno arriba del otro. Tal vez un elefante macho adulto y su pequeña cría suman casi lo mismo. Suena cuanto menos abismal. Pero qué es lo que puede salir mal si el amarillo de los girasoles hipnotiza.

De inmediato me remonto a Ulrich Beck y su Teoría del Riesgo, o a las consecuencias no deseadas de la modernidad de Giddens. El glifosato y todos los agroquímicos que se vierten en el ambiente generan también consecuencias no deseadas frente a los grandes rindes de producción que se gestan gracias a la ayuda de la modificación genética de las semillas y los avances en la lucha contra las plagas.

Y para colmo de males en el medio uno vive con la pandemia, con el COVID, que no ha hecho otra cosa que dar, de parte de la naturaleza, una cachetada a este ser humano tan hiper-tecnificado.

La naturaleza objeta nuestra estupidez plasmada, quizás, en la idea del progreso continuo, en que algo superador llegará de la mano de las ciencias y el capitalismo, y nos brinda la oportunidad si no es histórica, servida en bandeja, para ya no discutir sobre un modelo económico global super-capitalista sino para poner en marcha un nuevo estilo de vida que se vea reflejado en una mayor conciencia social, ecológica y económica.

La mano invisible del mercado debe ceder paso a algo más cercano a una vida en relación no agresiva con la naturaleza dejando de lado la obsesión paranoica del crecimiento económico de las naciones por el crecimiento económico mismo.

Una de las teorías que van por ese camino, y que viene a servir sobre todo para el debate, es la “Teoría del Decrecimiento”, y uno de sus impulsores es el filósofo francés Serge Latouche, que propone un cambio en los modos de producción y en los hábitos de consumo. Podría decir que hay dos adagios que van bien con esta teoría:

a) “La gente feliz no necesita consumir”,

b)“No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”.

Latouche, en su libro “La apuesta por el Decrecimiento”,  propone un sistema que contiene los ocho pilares del decrecimiento como solución, estos son:

  1. Revaluar y sustituir los valores globales.

  2. Reconceptualizar la naturaleza. La naturaleza no es una mercancía.

  3. Reestructurar el aparato productivo y adaptar las relaciones sociales a la nueva escala de valores.

  4. Relocalizar. Producir localmente.

  5. Redistribuir.

  6. Reducir o disminuir el impacto en el ambiente de nuestros modos de producir y consumir.

  7. Reutilizar

  8. Reciclar

En definitiva, considera Latouche que el consumo excesivo, casi pornográfico en el que estamos inmersos no es natural, es una necesidad impuesta por el sistema económico hegemónico capitalista. El despilfarro de energía y material al que estamos asistiendo, nos ciega en la ruta que nos conduce al desastre inminente.

Algunos lo tildan de anti capitalista, entiendo que es una cuestión de incorporar al concepto del capitalismo las variables ecológicas y sus valores. No es anti capitalismo, sería más bien, capitalismo ajustado por nuevas variables, que haga de este planeta una vida más equitativa y sustentable, para con nosotros y para el ambiente y todos los seres que lo habitan.

Caso contrario seguiremos transitando, ciegos, por una carretera hacia un abismo señalizado pero ignorado, aunque los campos de girasoles sean tan bellos y brinden un hermoso paisaje.

(https://iberoamericasocial.com/los-campos-de-girasoles-y-la-teoria-del-decrecimiento/?utm_source=mailpoet&utm_medium=email&utm_campaign=las-publicaciones-de-esta-semana-en-iberoamerica-social₆)


Alberto Fernández: “Se abre un camino de esperanza, pero la pandemia aún no ha terminado”

24 de diciembre, 2020


A partir de la llegada al país de las 300.000 dosis de la vacuna Sputnik V, el presidente Alberto Fernández mostró su optimismo en las redes sociales. Sin embargo, recordó a los ciudadanos que es importante mantener los cuidados. 

El mandatario tomó su cuenta de Twitter y agradeció a Vladimir Putin, el presidente de Rusia, y a los productores de la inoculación “por el compromiso que han demostrado con nuestro país”. Luego escribió: “Se abre un camino de esperanza, pero la pandemia aún no ha terminado. Debemos seguir cuidándonos”. 

También se refirió a la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti; a la asesora presidencial, Cecilia Nicolini, y al personal de Aerolíneas Argentinas que participaron del proceso de traslado. A su vez, le extendió su agradecimiento al ministro de Salud, Ginés González García, “por el trabajo silencioso de cada día y a todo el pueblo argentino por el esfuerzo que hizo este año tan difícil”.

Por último, anunció que empezará la “campaña de vacunación más grande de nuestra historia, en la que el personal de salud volverá a ser fundamental”. “Esta noche, cuando brindemos, hagámoslo por ellos y por los que ya no están. Y cuidémonos, que es lo más importante”, concluyó. 

El inicio del proceso de vacunación

Fernández se reunirá este fin de semana con los gobernadores para definir el inicio de la vacunación. Así lo anunció el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, hoy a la mañana cuando anunció la llegada de la vacuna contra el coronavirus a la Argentina. También destacó “el permanente trabajo articulado” que se lleva adelante entre el nivel nacional y provincial. En principio, las primeras dosis serán destinadas a los trabajadores de la salud

Por su parte, Ginés González García adelantó que habrá otros dos envíos de la Sputnik V. Está estipulado que llegarán 5 millones de dosis en enero y 14.700 millones en febrero. Además, Argentina cuenta con la opción de obtener 5 millones más en el futuro. Estos nuevos envíos vendrán de India y Corea del Sur, donde también se está produciendo la vacuna.

( https://eleconomista.com.ar/2020-12-alberto-fernandez-sobre-llegada-vacuna/ )

Todavía estamos consultando acerca de la eficacia de la vacuna y la información que arriba desde Europa indica: no sólo hay una segunda oleada del virus, sino que ahora se registra una variante aún más contagiosa.

Seguimos hablando de la pospandemia y la posible recuperación tras las aperturas pero  observamos el cierre de Gran Bretaña, cuyo gobierno se presenta al mundo preocupado por evitar una dramática escalada de contagios.

Los científicos que abordan la cuestión señalan que la nueva cepa, que no es malbec, resulta entre un 40 y un 70 por ciento más transmisible. Si los porcentajes son reales, será difícil ingresar a un lugar –comercio, transporte, oficina- sin ser atacado.

Añaden que las vacunas elaboradas hasta ahora podrían servir para la nueva versión del virus. Pero, tras desarrollar las últimas pruebas sobre la enfermedad original, todavía deben explorar esa posibilidad.

En este 22 de diciembre se corrobora el avance del nuevo engendro sobre Italia, Dinamarca, Holanda, Sudáfrica y Australia, además de la citada Inglaterra. Con la experiencia previa es posible suponer que, precaución más o menos, se difundirá por aquí y por allá.

Entonces nos preguntamos –no sin escozor-: ¿otro año de parálisis económica mundial? ¿Otro período de cuidados y distanciamiento? Ya sabemos que el menoscabo de una pandemia no es una salida eficaz.

Con los indicadores humanos y dinerarios a mano, esa perspectiva puede resultar muy perjudicial para la producción integral, para la salud pública en todo el orbe; y sólo beneficiosa para los capitales especulativos que no necesitan de la realización de bienes de producción y consumo.

Será también un problema para muchos Estados. Como se observó durante el año que termina, necesitan afrontar el cuidado de la salud pública y las dificultades sociales con baja capacidad de recaudación. Menor actividad, pero mayor asistencia.

Todos estos interrogantes, que no nos planteamos a fondo durante el génesis mismo de la primera etapa del coronavirus –allá lejos, en Wuhan ¿recuerdan?-, merecen ser esbozados en la actualidad para absorber datos certeros que ofrezcan respuestas.

Con franqueza, sólo tenemos preguntas. Las volcamos así, a la espera de un debate fundamentado.

La señal medios

Mientras se sigue programando la entrega de las vacunas recibidas, la esperanza en estos días sigue demostrando la necesidad de articular caminos y acuerdos colectivos …

    Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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