Cuestiones urbanas y del neoliberalismo global


Por segura que sea nuestra elección, por racional que sea nuestro cálculo, nunca podremos prever todos los resultados de nuestros actos o la eventual desviación de nuestros planes. Jamás podemos prever con exactitud a qué nos conducirá la elección de una esposa, una profesión o una inversión financiera. La ciencia no tiene base para responder a semejantes conjeturas, anhelos o esperanzas. El conocimiento no sólo nos da saberes, sino que también nos hace tener conciencia de que existen acontecimientos imposibles de predecir.

Mijaíl Málishev (2005)


Existe un debate en curso sobre si los humanos han alcanzado la "inteligencia máxima ", pero hay pocas dudas de que nuestras ciudades se vuelven más inteligentes cada año, impulsadas por la innovación tecnológica.

En cualquier lugar que mires en una ciudad, desde la recolección de basura hasta el transporte y la vigilancia, es probable que encuentres una startup tecnológica trabajando para optimizar la experiencia.

Aquí hay unos ejemplos:

Utilidades

sede en Dinamarca, con Novalume, ofrece una solución de alumbrado público para aplicaciones de ciudades inteligentes que ayuda a los municipios a gestionar su red de alumbrado público y ahorrar energía. Con sede en San Francisco, Carbon Lighthouse, que ofrece un servicio similar para los propietarios de edificios comerciales, ha obtenido una financiación de 36 millones de dólares .

Rubicon, con sede en Atlanta, el primer " unicornio de basura " del mundo se describe a sí mismo como el "Uber de la recolección de basura". La compañía dice que está trabajando con 45 ciudades de EE. UU., Incluida Chattanooga , para mejorar el rendimiento, reducir los costos de mantenimiento y mejorar el servicio de saneamiento residencial y comercial.

Otra startup en el espacio de la basura, , con sede en Compology Boston (que están contratando), recaudó $ 38 millones. La plataforma monitorea la plenitud y el contenido de los contenedores de basura y reciclaje en propiedades multifamiliares. Charlotte, Carolina del Norte, anunció recientemente que había ahorrado $ 1.3 millones en costos de desechos utilizando la tecnología de medición de desechos de la compañía.

Transporte

The Routing Company , surgida del Laboratorio de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial (CSAIL) del MIT, recientemente obtuvo $ 5 millones en fondos iniciales para construir su plataforma que ayuda a las ciudades a administrar los autobuses públicos y otros medios de transporte. La compañía dice que su sistema puede ayudar a las ciudades a mejorar el alcance, la eficiencia y la sostenibilidad del transporte público.

Carmera, una startup de análisis de datos y mapeo con sede en Nueva York, recaudó $ 26,5 millones para desarrollar mapas de alta definición para clientes de vehículos autónomos como fabricantes de automóviles, proveedores y robotaxis para encontrar las rutas más seguras y eficientes. Los mapas de colaboración colectiva de la empresa se encuentran en Nueva York, San Francisco, Seúl y Tokio.

Y hablando de robotaxis, la subsidiaria de Amazon, Zoox, acaba de presentar su diseño inicial .

Vigilancia

Más controvertido, las ciudades también están trabajando con nuevas empresas para desplegar mejor sus fuerzas policiales donde más se necesitan.

Una de esas emergentes, sede en Santa Cruz, empresas PredPol, con ofrece un programa de software de “vigilancia policial predictiva” que analiza datos históricos de delitos y recomienda áreas de la ciudad que tienen más probabilidades de ver delitos en el próximo turno.

Azavea, con sede en Filadelfia, ofrece un servicio similar, Hunchlab, que analiza los delitos pasados ​​y analiza factores como la densidad de población, los datos del censo e incluso las fases lunares para señalar las áreas que requieren atención policial.

Si bien nuestras ciudades, sin duda, se están volviendo más inteligentes, cómo implementan esa inteligencia sigue siendo una pregunta relevante. 

Aquí una lista de las 10 cosas buenas que le sucedieron al medio ambiente este año:

1. La elección de Joe Biden y Kamala Harris. El equipo Joe ha logrado hacer del cambio climático y la nueva economía energética un tema pilar de la campaña que resonó en el público por primera vez en la historia de Estados Unidos. Su ambicioso plan de acción, si se implementa, avanzará significativamente en la lucha contra las causas y consecuencias del cambio climático.

2. Objetivos climáticos de China. China ha luchado históricamente contra objetivos de emisiones que no estaban vinculados a la actividad económica. Esto ha cambiado. China se ha embarcado en un camino serio hacia la neutralidad de carbono. Esta. Es. Un gran. Acuerdo.

3. Las energías renovables y el almacenamiento son cada vez más baratos. La energía solar y eólica continúan su camino para convertirse en la fuente de electricidad más barata disponible. En todo el mundo estamos viendo una caída récord tras otra. Eso hace que el almacenamiento a escala de red sea la última frontera, y las cosas también parecen prometedoras allí.

4. El carbón está a punto de desaparecer. Cantarlo. El canto del cisne. Enciéndelo. El puro. Se acabó. Lo que le sucedió al carbón el año pasado superó incluso las expectativas más descabelladas del Lorax. Y recordemos, el carbón estadounidense todavía se beneficia de un campo de juego desigual. Hay subsidios en abundancia y no hay precio para el carbono donde se quema este material. Y todavía el carbón ya no puede competir.

5. Los fabricantes de vehículos están a bordo con una mayor economía de combustible. La administración Obama implementó estándares agresivos de economía de combustible, que la administración Trump torpedeó. Resulta que los fabricantes de vehículos no quieren la relajación de los estándares tanto como les gustaría un conjunto único de estándares en todo el país y cierta certeza regulatoria.

6. Avances en el costo social del carbono. La administración Trump revirtió los esfuerzos de la era de Obama para contabilizar adecuadamente los daños del cambio climático en las regulaciones federales al cambiar el costo social del carbono de $ 42 a $ 1 a $ 7 por tonelada de dióxido de carbono y detener todas las investigaciones. La gente de Resources for the Future y el Climate Impact Lab de Cal han impulsado la investigación necesaria para que la nueva administración pueda comenzar a trabajar.

7. ¡Satélites! ¡Metano! No sabemos de dónde proviene una gran parte de las emisiones de metano, super-gas de efecto invernadero. La nueva tecnología satelital nos permitirá detectar incluso pequeñas fugas de metano en pozos de petróleo y gas y en la infraestructura de oleoductos. Saber dónde tiene un problema es un primer paso importante para una regulación exitosa.

8. El canto del cisne del motor de combustión. Amo los coches. Nunca pensé que diría esto, pero cualquier día tomaría una bestia eléctrica de motor dual sobre el músculo estadounidense. Simplemente haga que los vehículos eléctricos sean más competitivos y bonitos (¡vamos, Nissan!). California y Europa básicamente establecieron la ley: las compañías de automóviles, deben descubrir cómo fabricar vehículos eléctricos que tengan alcance y que la gente pueda pagar y querer para 2035.

. Camiones. Crecí en una familia de camiones. He enviado, cargado y conducido grandes camiones. Amo los camiones grandes. Pero me doy cuenta de que son muy perjudiciales para el medio ambiente y causan daños masivos a la salud, que a menudo afectan a las comunidades de color más pobres. La California regla avanzada de camiones de es un primer paso para solucionar esta falla del mercado.

10. Justicia ambiental. 2020 puede ser el año en que incluso los economistas finalmente entendieron que la eficiencia no es la única “e” en la que vale la pena pensar. Las preocupaciones por la equidad finalmente han entrado, posiblemente demasiado tarde, en el escenario principal de la disciplina económica y en la forma en que evaluaremos los impactos económicos de las políticas ambientales.

Entonces, sí, 2020 apesta. Pero consolámonos con el hecho de que este año sucedieron algunas cosas realmente maravillosas que nos permitirán construir un futuro mejor para todos en este planeta.

Maximilian Auffhammer es profesor de desarrollo sostenible y decano asociado de ciencias sociales en la Universidad de California, Berkeley.The Mercury News

El 5 de diciembre tuvo lugar en Argentina un nuevo Día del Ciclista. Aunque acá y en el mundo hay por lo menos otros dos días que conmemoran esta noble forma de transportarse (el Día de la Bicicleta es en junio según la ONU y en abril según muchas otras personas que prefieren darle un tono más lisérgico a la cuestión), en nuestro país se recuerda este día porque Remigio Saavedra hizo Mendoza-Buenos Aires en bicicleta por segunda vez y con 70 años. Fue el 5 de diciembre de 1981, 38 años después de haberlo logrado por primera vez. Tardó 18 horas con 45 minutos. 

Esta efeméride me sirvió como excusa para hablarte de un tema que vengo posponiendo hace algunas entregas. ¿Qué está pasando con el sistema de bicicletas compartidas en Buenos Aires? ¿Por qué cuando parecía que más lo necesitábamos empezó a funcionar cada vez peor? ¿Cómo funciona en otras ciudades?

Quizás te enteraste, hace unas semanas el gobierno de la Ciudad aprobó en la Legislatura empezar a cobrar las bicicletas del sistema EcoBici los fines de semana, los feriados, y a las personas no residentes. Lo recaudado iría a un fondo para el desarrollo de la movilidad sustentable para mejorar el sistema y volver a cumplir con el compromiso de las 400 estaciones y 4000 bicicletas que sólo se cumplió durante tres meses de 2019.

También se prevé que ese dinero vaya a financiar otras obras de infraestructura relacionadas con el uso de la bicicleta. Sin embargo, la Ciudad anunció esta semana un recorte de recursos a raíz de la quita de un punto de la coparticipación, que el gobierno nacional considera que fue innecesariamente otorgado durante la gestión de Macri. Entre esas obras recortadas hay 95 kilómetros de ciclovías.

Para pensar el tema les mandé algunas preguntas a dos personas que saben mucho y que a veces tienen miradas no tan parecidas. Se trata de Felipe González, sociólogo y científico de datos urbanos, y de Martín Lemma, arquitecto y doctor en Estudios Urbanos.

¿Por qué creés que después de tantos años de gratuidad el GCBA decide empezar a cobrar el sistema de EcoBicis? ¿Es un primer paso para empezar a cobrar también los días de semana?

Martín: Me parece que hay que hacer una evaluación histórica. Siempre estuvo latente la posibilidad de que empiece el arancelamiento aunque al mismo tiempo había un eje discursivo en que el sistema después de la concesión iba a seguir siendo gratuito. Me parece que desde un principio estuvo planificado para que sea un sistema pago y que este es un primer paso para empezar a cobrar también los días de semana. El GCBA maneja esto con mucha cautela y van tanteando y avanzando de a poco. Primero fue la concesión, después el cobro a partir de los 30 minutos, y ahora esto que es un momento de avance hacia un sistema que es pago. No creo que sea el único camino. 

Tal vez en términos económicos no es sustentable que sea gratuito, pero evaluarlo sólo en esos términos es un error gravísimo. El sistema gratuito es un incentivo para que muchas personas se vuelquen a la bicicleta y eso está verificado. Y ahí se vuelve sustentable como política contracíclica porque estás impulsando algo que tiene impactos positivos en otros aspectos y yendo en contra de la movilidad en auto. Entonces la pregunta es si queremos cambiar el rumbo de la movilidad en la ciudad. Yo creo que el gobierno tiene contradicciones internas en ese sentido. Para mí por eso es importante que el sistema siga siendo gratuito al menos para un grupo de personas. Por ejemplo, para aquellas que tienen tarifa social. Es una interesante manera de empezar a abordarlo.

Felipe: Creo que empieza a cobrar porque es necesario. Hubo mucha reacción de diferentes actores a que sea tarifado por eso en el comienzo no se tarifó. Se hablaba de privatización y no es correcto. AYSA luego de pasar al Estado siguió cobrando por el agua. Pero se vio que la necesidad de la tarifa es real para una operación sustentable en el tiempo del servicio. Seguramente empiecen a cobrar en la semana. Por el mismo motivo. Porque es necesario.

¿Por qué pensás que hoy el nivel de cobertura y bicicletas no es el prometido?

Martín: Creo que se llegó al pico en julio y después sólo se redujo la cantidad de bicicletas y estaciones. Hoy la excusa es que se robaban muchas bicicletas. Nunca se les incorporó el GPS que por contrato debían tener. Cuando mejor funcionó el sistema no había cobertura en todos los barrios. Entonces había vecinos que estaban pagando por el sistema pero que no lo podían usar. 

La pregunta de fondo es por qué el GCBA quiere desincentivar el uso del sistema público de bicicletas. No se llegó a un nivel tal donde no haga falta incentivar el uso, falta muchísimo. Y que no haya llegado a todos los barrios es un indicador de eso. 

Felipe: Se llegó a ese volumen prometido durante junio, julio y agosto. Después la oferta de bicicletas empezó a declinar. Acá lo analizo más en detalle.

Se suele decir que es muy difícil que sea sustentable el sistema de manera gratuita, ¿por qué? ¿No es el mismo argumento que la universidad pública no puede funcionar siendo gratuita?

Martín: El paralelismo con la educación pública me parece interesante porque de la misma manera que nos preguntamos si queremos tener una población más educada nos podemos preguntar si queremos tener una población que se mueva de manera sustentable. Hay que invertir en las cosas que queremos fomentar. 

Felipe: Te invierto el argumento. AYSA es estatal. ¿Por qué te cobra por el agua? ¿Es justo que pague lo mismo alguien que usa 2 mil litros por día por persona que alguien que consume 8 mil litros por persona? ¿Por qué tiene que pagar lo mismo alguien que puede pagar por Ecobici que alguien que no? Por más que eso sea 0$, es inequitativo. La educación no es un servicio comparable, por varios motivos, pero aun así las universidades públicas, muchas al menos, tienen cupos. Dicen "yo puedo dar un servicio en condiciones a determinada cantidad de personas" e impone un criterio para ese acceso, como puede ser el ingreso. 

Ecobici hoy no tiene modo de ajustar esa demanda a su oferta. La tarifa en Ecobici puede funcionar como incentivo a que el prestador del servicio quiera captar más usuarios y, de ese modo, ampliar la oferta. Pero fundamentalmente, y este es el verdadero motivo por el que tiene que haber una tarifa, es porque es una herramienta fundamental de política pública y planificación del transporte. La tarifa expresa, por ejemplo, que la bici es el modo más económico de transportarse a distancias cortas. Por lo tanto debería ser más barato que el colectivo. 

También puede servir para desincentivar determinados usos (recreacionales, de períodos muy largos, etc.) e incentivar otros como premiar a los que usan el sistema en sentido contracíclico, llevándose bicicletas de donde sobran hacia donde faltan para ayudar a equilibrar el sistema, o a quienes combinen la bici con el tren, y estimular cambios en el modo de transporte.

¿Puede haber una merma en el uso? ¿Se llegó a un nivel donde ya no hace falta incentivar el uso de la bicicleta o todavía falta?

Martín: En los sistemas que pasaron de gratuitos a pagos se avanzó con el pago una vez que el sistema se había vuelto equitativo y de igual acceso para todos los ciudadanos, cosa que hoy no sucede en Buenos Aires. Por ejemplo en Amsterdam antes del boom de la bicicleta hubo un primer sistema de bicicletas blancas gratuitas que estaban por toda la ciudad y las podías usar sin problema. En la ciudad de Hangzhou, China, sigue siendo gratis para la primera hora de uso y es el sistema de bicis compartidas más grande del mundo.

Felipe: Puede haber una merma del uso al tarifar pero no porque la tarifa imponga una barrera de acceso a los que menos tienen. La existencia de tarifa no quita que esté subsidiada como el colectivo o el tren. No es por barrera de acceso, sino por utilidad. Si hay alguna tarifa, quizás personas que usaban la bici pero no la necesitaban realmente, no la usen más. Eso es cierto. Pero eso garantiza que esté disponible para los que realmente la necesitan. Obvio que para que eso pase tiene que estar subvencionado de modo que la tarifa no limite el acceso, pero eso es una cosa y que no haya tarifa es otra. Porque eso además significa no tener información, instrumental, herramientas, estímulos y penalidades.

Sin lugar a dudas se llegó a un nivel donde no es necesario fomentar el uso de bicicleta. Antes de la pandemia, la cantidad de viajes era consistentemente más de 10 viajes en bici por día. Incluso con picos de 16 o 20. Para que sea sustentable y la probabilidad de que cuando vayas a una estación a buscar una bici efectivamente encuentres una, tiene que estar entre 4 u 8. Es un rotundo éxito. Llegó a mover 30 mil personas por día. Es comparable con algunas líneas de colectivo o taxi. El objetivo de Ecobici no debería ser fomentar la bici, eso ya lo pasamos, debería ser un modo de transporte de la ciudad.

De Rosario a Ciudad de México

Cuando estaba escribiéndote este correo me crucé con una charla que dio Mariel Figueroa hace unos años en el Foro Argentino de la Bicicleta de 2018, cuando esos eventos todavía requerían salir de tu casa. Ahí Mariel, que es ingeniera especializada en movilidad urbana y tiene experiencia en estructuración, planificación, implementación y operación de varios sistemas de bicicletas públicas de América Latina, define qué es y qué no es un sistema de bicis compartidas. 

Son un modo de transporte público más como cualquier otro, y así tienen que ser implementados en las ciudades”, decía en ese momento. Puede parecer una obviedad pero en realidad la idea es relevante porque la diferencia entre darle bicicletas a la población (a través de créditos blandos o entregas directas, como sucede en Avellaneda) y un sistema de bicicletas públicas es que el segundo incluye los elementos de cualquier otro servicios de transporte: “planificación, operación, infraestructura y presupuesto”, entre otros elementos que señala Mariel en esa charla. 

Intercambié con ella algunos WhatsApps porque sabía que me iba a poder decir qué pasa con otros sistemas de bicicletas en ciudades argentinas y de otros países. “Para mí sin contar el de CABA y el de Rosario los sistemas que mejor funcionan en la región son Ecobici de CDMX (el más grande), Bike Rio de Río, Bicicletar de Fortaleza, EnCicla de Medellín y MIBICI de Guadalajara”. 

Tanto el sistema de Guadalajara, en México, como el de Medellín tienen una particularidad destacable: es administrado por sendos entes metropolitanos que coordinan políticas públicas (sobre todo urbanas) en todo el área metropolitana. En Colombia, además, es gratuito. Y el de Fortaleza, Brasil, también es gratuito aunque sólo para quienes tengan el pase único (algo así como una SUBE local), es decir para residentes. Eran los únicos dos sistemas gratuitos que acompañaron a Buenos Aires estos años.

Cuando se habla de cuántos sistemas existen en el mundo, algunas fuentes indican que hay un montón pero dentro de esos hay experiencias piloto o acciones puntuales. “Es un criterio arbitrario como todos pero para mí tienen que ser automáticos, basados en estaciones, tienen que tener un mínimo de 20 estaciones (instaladas en la vía pública) que estén en operación real y no hayan tenido una interrupción prolongada desde el lanzamiento. En 2018 con ese criterio yo conté que había 20 sistemas o menos en América Latina mientras que organismos internacionales contabilizaban más de 50”, me cuenta Mariel. Ese filtro, por ejemplo, no lo pasa el sistema de bicicletas públicas de la ciudad de Mendoza, todavía muy incipiente.

Hay tantos modelos de negocios como sistemas hay, eso pasa también con los colectivos. Medellín y Rosario son sistemas que aunque necesiten algunos ajustes lograron atravesar distintas administraciones funcionando muy bien”, destaca Mariel. 

Un elemento muy común en el mundo es la integración del sistema de bicicletas con el sistema de transporte en general y la intermodalidad. Eso lo tiene Rosario, que cuenta con 53 estaciones, y cuya tarifa está fijada en 1,5 el valor del boleto de los otros modos de transporte público y  si tomás el colectivo o algún otro modo en la hora subsiguiente el uso de la bicicleta es gratuito. Además, los abonos cuestan la mitad para estudiantes y para trabajadores y trabajadoras sub-35.

Richard Sennett, uno de los sociólogos urbanos con mayor renombre en la academia a nivel mundial, habla en esta entrevista del fascismo, de Biden y de Trump.

Richard Sennet (Chicago, 1943), uno de los intelectuales más citados del globo, nació y vivió su infancia en la ciudad del viento en el proyecto urbano público Cabrini Green, conocido por su pobreza y violencia. Pero ha sido neoyorquino gran parte de su vida. Y ahora lo es londinense. Sociólogo y urbanista, es hijo de padres socialistas (su padre, de hecho, luchó en la guerra civil española con la sección Lincoln de las Brigadas Internacionales), ha sido conservador, liberal y hoy es cercano al demócrata de izquierdas Bernie Sanders, y aunque pocos se acuerdan de que empezó su carrera profesional como músico (toca el violonchelo), entona una música de tono grave cuando traza el mundo de la Covid-19 y el papel en éste de EE.UU., sea en la era pre que post Trump.

El mapa del resultado electoral en EE.UU. muestra que Biden tiene mucho apoyo en ciudades como Pittsburgh, Filadelfia, Atlanta, Las Vegas, etc., pero no en sus estados, Pensilvania y los demás. Hay mucha diferencia entre las zonas rurales y las ciudades.


 

Es parte del gran cambio que ha visto la sociedad estadounidense, porque, básicamente, lo que pasa hoy es que hay una lucha de la ciudad contra la nación. En mi infancia, para mi generación, republicanos y demócratas estaban presentes de manera más o menos parecida en el país. No era una cuestión geográfica. Pero ahora todo ha cambiado. La polarización ya no es sólo política sino que también lo es geográfica, de la ciudad contra la no ciudad, de la ciudad contra la nación.

¿Qué significa?

No es populismo, como tampoco sólo una cosa que atañe a la clase obrera, sino que es algo que está extendido en la sociedad. Sin embargo, siempre he creído que los europeos romantizan a EE.UU. Nosotros siempre hemos tenido una apreciable minoría fascista, como se vio en el pasado con el racismo, el Ku Klux Klan y similares. Así que lo que se ve con Trump no es algo que él haya creado, sino algo que explotó, porque en general había un fascismo previo. Es algo no muy lejano a lo que pasa en España, en donde durante mucho tiempo tras la caída de Franco el franquista apenas hablaba sobre sus lealtades, y hoy sí lo hace. Estamos en el mismo tipo de experiencia. Como se suele decir, ahora vemos la lluvia, pero la lluvia siempre ha estado ahí.

¿Esa reacción por parte de la sociedad puede ser una consecuencia de un cierto miedo sobre su futuro, de no saber lo que está por venir, quizá pensando en sus trabajos en un mundo globalizado, etc.?

Sí, creo que así es. No me gustaría simplificar poniendo la palabra globalización, porque en EE.UU. tenemos a esta derecha reaccionaria mucho antes de la globalización. Mira el fenómeno en los años 1950 con el senador Joseph McCarthy, que era más o menos lo mismo: América estaba muy enfocada en lo internacional, pero con la fantasía de los traidores. Lo importante es que este no es un discurso sobre la noción de que EE.UU. está amenazado por otros países, sino sobre que hay una amenaza interior y de que los demócratas o personas como yo debilitan el país. Por eso esta cuestión no puede encararse sólo desde la economía.

Es decir, lo achaca más a la incertidumbre de los tiempos que vivimos y los que están por venir.

Eso es bastante cierto: hay un miedo que condiciona muchas cosas. Muchos obreros en EE.UU., en las ciudades que votaban por los demócratas o que una vez votaron por Biden, lo hacen de forma diferente a como lo hacen en los pueblos o suburbios, con experiencias diferentes y mucho más proteccionistas, pero sienten esta especie de amenaza según la cual el país está en la cuerda floja por personas del interior y tienen posturas más proteccionistas hacia el exterior. El país está, de alguna forma, imbuido por un fenómeno clásico de fascismo y nacionalismo. Algo que, además, estaba dormido. Y la noción de la amenaza interior, del traidor, es muy potente para movilizar.

Son muchos los que señalan que el trumpismo va más allá de Trump y del Partido Republicano.

EE.UU. políticamente es muy encorsetado, y aquí, ahora, es más una cuestión cultural y social que expresa algo más profundo que no quién está liderando el partido. La política moviliza en la sociedad algo muy profundo. Era algo evidente en EE.UU. y durante mucho tiempo la gente en Europa no ha querido verlo.

Quizá algo difícil de entender desde un punto de vista europeo es que, cuando habla de fascismo lo haga para referirse al EE.UU. que enarbola la revolución conservadora y el individualismo, algo diferente al fascismo clásico, por decirlo así. ¿Cómo es posible?

Es una forma diferente de fascismo. El individualismo también puede entenderse por parte de los que están en los lugares más altos de la jerarquía grupal que, desde ahí, guían las opiniones; opiniones que son sólo suyas, lo que lo acerca al fascismo más europeo y en el que todos acaban por pensar lo mismo. Es así que el distintivo estadounidense es el incluir a muchos, pero visto como una selección. Es la forma del trumpismo. Pero mejor hablar de otras cosas porque esto es muy deprimente, y más si hay que sacar la bola de cristal con todo lo que nos rodea, que es una emergencia nacional tras las elecciones.

Usted ha defendido que la ciudad es anonimato junto a comunidad. ¿Quizá de algún modo hemos perdido esa comunidad en las ciudades si bien el mundo es, cada vez más, más urbano y de ahí estas consecuencias?

La ciudad es un lugar para que los desconocidos convivan, y eso es algo muy bueno. Lo que nos lleva de nuevo a EE.UU., porque allí se da algo muy inusual, con vecindarios donde todos son iguales, porque se segrega por raza, clase, etc. Yo tuve un alumno en el MIT que era mexicano e hijo de ilegales que cruzaron la frontera y antes de ir allí nunca había hablado con nadie en inglés en casa. Hablamos de Los Angeles, es decir, sin tener instituciones diferentes. Son de este tipo los problemas que tenemos en EE.UU. No creo que esto sea tan extremo para vosotros.

¿Esta división también es un peligro para la democracia?

Por supuesto. Cómo no.

¿Ante ello cómo de importante puede ser cómo se entiende el espacio público?

Siempre he encontrado apasionante caminar por la Rambla de Barcelona. Al menos antes de la pandemia allí había muy pocos catalanes; es un centro en el que siempre hay un tipo de persona, lo que es muy malo a nivel social. Por eso veo bien la preferencia de la alcaldesa Ada Colau por hacer de Barcelona algo más que el turismo. Y lo mismo en Londres. Cuando voy caminando por el centro es como caminar en cualquier otro lugar, no hay británicos. Lo social es muy importante. Y con las diferencias es como creamos cultura. Por eso la Covid-19, que en las ciudades grandes es horrible, nos reta. Ahora la duda es, ¿dentro de un mes cómo estarán las calles?


 
Las ciudades a veces parecen la unión de diferentes ‘ghettos’, porque podemos hablar de Barcelona o Londres pero, en realidad, tenemos varias Barcelonas o Londres según la clase, origen, etc. ¿Puede ser un problema añadido?

Lo que hace a la ciudad ciudad es la experiencia de la diversidad y el que convivan personas diferentes que viven, y trabajan, en una misma realidad que se reta, donde discuten y compiten diferentes al mismo tiempo. Yo estudié hace ya mucho tiempo Silicon Valley, que es muy urbano en el sentido de que tienes todas estas pequeñas start-ups concentradas una encima de otra, compitiendo y colaborando. Así es como logras dinamismo económico y se cimienta el sector de la alta tecnología. Lo mismo pasa en Nueva York, con la llamada Silicon Alley. En la economía la densidad es muy importante. También en términos de cultura. Y aquí, lo físico, de nuevo, no es cuestión de números sino de cercanía física.

Si hablamos de EE.UU. y dejamos a Nueva York de lado, vemos ciudades muy diferentes a, por ejemplo, las europeas, mucho más densas. Por ejemplo en su expansión urbana. ¿Quizá las decisiones urbanísticas pasadas están de alguna forma condicionando el presente y futuro de EE.UU. también desde el punto de vista político?

Bueno, en Chicago o Los Angeles, que ven esta expansión urbana, todavía votan por Biden… Es complejo.

Uniéndolo a lo que decía de Silicon Valley, están las smart cities y las nuevas tecnologías que todos utilizamos cambiando nuestra vida social, un reto para nuestras sociedades? Trump sólo habla a menudo por Twitter. Y muchos apenas se comunican vía chat, mail…

Sabe que trabajo para la ONU, y durante la pandemia, analizando su efecto en la ciudad, vimos que las tecnologías, más allá de los hospitales, etc., estaban salvando a gente, porque las diferentes redes hacían posible ponerse en contacto con otras personas, lo que realmente cambió mi idea de cómo la tecnología que usamos en Occidente sirve para aislarnos por la falta de contacto físico. En lugares muy pobres, como en Delhi, sirve para poder contactar a los otros, conocer dónde están las farmacias, la comida, etc., de forma que ha sido un revulsivo comprobar cómo impulsa la democracia y la sociedad de las personas que no son privilegiadas. Y es que, cuanto más privilegiados en las ciudades, más aislados. La tecnología no fuerza al aislamiento, ni en lo político, ni lo económico, tampoco lo social. Hay que encontrar la forma para hacer más fácil a las personas con menos recursos darles acceso a la tecnología. Porque para muchos es su último recurso.

¿La distancia social que se está implantando por el virus en nuestra sociedad, es también un reto no sólo para el presente, donde sabemos que tenemos que hacer algunas elecciones, sino para nuestro futuro?

Hay un gran peligro cuando en un momento extremo en el que no se ven alternativas, se escucha decir: ‘Ah, la ciudad está llena de gente y no hay distancia social’. La ciudad ha cambiado mucho, porque nunca fue así. Y no había quejas por ello. Si transformamos en ese sentido nuestras ciudades, realmente nos dañaremos a nosotros mismos. Si nos guiamos en base al pánico, el que todo puede ir a peor, estará el problema del miedo y de la innovación. Para mí la historia detrás de todo ello es que si la gente está encerrada en sus casas, a largo plazo puede ser muy destructivo. Necesitamos más implicación social en las comunidades para encarar cambios como el energético, de producción, etc.

¿Qué consecuencias puede tener?

El pánico es una situación horrible. Se necesitaron 14 años para encontrar un fármaco que pudiera lidiar con el VIH. Para otras enfermedades, generaciones. Esta vez lo hemos hecho en más o menos un año. Así que es increíble. Y por eso no me gusta cuando los periodistas hablan de cómo de aterrorizados deberíamos estar, porque es como decir a un grupo de soldados que tienen miedo que pueden acabar muertos en el frente. Hay gente que está totalmente paranoica. No puedes hacerlo y sin embargo con el coronavirus todos los mensajes han sido: ten miedo. Así es como nos hacemos daño. (La Vanguardia Internacional)

Se retomaron las audiencias públicas sobre la rezonificación de Costa Salguero en la Ciudad de Buenos Aires, donde el gobierno porteño busca permitir la construcción de 10 edificaciones de lujo de hasta 9 de pisos antes del frente costero. Podés seguirlas acá.

La semana pasada se postergó por novena vez (sí, nueve veces) la licitación para hacer los estudios de impacto de la Línea F en la CABA. La primera postergación fue hace un año y medio. La decisión pone en serias dudas que durante 2021 haya alguna noticia respecto de la nueva línea que uniría Barracas con Plaza Italia. Cenital

La tasa de desempleo fue de 11,7% en el 3° trimestre: “corregida”, estuvo en la zona del 20% 

En línea con la flexibilización de los controles a la movilidad y la reapertura progresiva de gran parte de los sectores productivos del país, durante el tercer trimestre del año la tasa de desocupación en el país registró un descenso en comparación con los niveles observados durante el trimestre anterior, cuando regía la cuarentena más estricta. No obstante, la desocupación continúa por encima de la tasa verificada durante el mismo período del año pasado.



Según informó ayer el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), durante el tercer trimestre del año la desocupación se ubicó en 11,7% sobre la Población Económicamente Activa (PEA) del país. De esta manera, entre julio y septiembre se registró un descenso de 1,4 puntos porcentuales respecto al trimestre anterior, cuando la tasa ascendió a 13,1%, y un incremento de 2 puntos porcentuales en relación al mismo período de 2019, cuando era de 9,7%.

Los datos oficiales muestran que durante el tercer trimestre del año la tasa de actividad se ubicó en 42,3% y la tasa de empleo estuvo en 37,4%, lo que muestra una recuperación respecto al segundo trimestre del año, cuando estas tasas descendieron 38,4% y 33,4%, respectivamente, aunque se mantienen muy por debajo de las observadas durante el mismo trimestre del año pasado, cuando eran de 47,2% y 42,6%, respectivamente.

Matías Ghidini, Gerente General de la consultora en recursos humanos GhidiniRodil, explicó que la tasa de desemnpleo del tercer trimestre del año “refleja un escenario que tiene un mix entre julio y agosto, que fueron realmente malos, y el de septiembre, donde empieza a verse una recuperación”. “Este valor es entonces una mezcla entre un escenario muy pobre y otro mejor”, afirmó.

Entre julio y septiembre trabajaron 2,3 millones de personas menos que en 2019”, señaló el economista Federico González Rouco, que además resaltó que el dato oficial del tercer trimestre está “subestimado” por la dinámica de la cuarentena. En ese sentido, indicó que con una tasa de actividad “normal”, el desempleo hubiera sido del 20%, luego de que durante el segundo trimestre del año la tasa “corregida” fuera del 29%. En el tercer trimestre de 2019, la tasa de actividad (es decir, la población económicamente activa o PEA sobre la población total) era de 47,2% mientras que en el mismo periodo de 2020 se ubicó en el mencionado 42,3%.

En línea con la flexibilización de los controles a la movilidad y la reapertura progresiva de gran parte de los sectores productivos del país, durante el tercer trimestre del año la tasa de desocupación en el país registró un descenso en comparación con los niveles observados durante el trimestre anterior, cuando regía la cuarentena más estricta. No obstante, la desocupación continúa por encima de la tasa verificada durante el mismo período del año pasado.

Por su parte, LCG estimó que, aun cuando entre julio y septiembre la desocupación se redujo respecto al trimestre anterior, la cantidad de trabajadores sin empleo se mantuvo constante en 1,4 millones de personas. Según el análisis, la baja del desempleo obedece al crecimiento de la PEA a partir de la reincorporación de un millón de trabajadores al mercado, la mitad de los expulsados durante el trimestre anterior, aunque esto no tuvo impacto sobre el desempleo porque los que volvieron encontraron un trabajo.

En un informe, la consultora señaló que durante el tercer trimestre del año, el nivel de ocupación creció en 1,1 millones de trabajadores en comparación con el del trimestre anterior, lo que se tradujo en un aumento de la tasa de empleo de cuatro puntos porcentuales para ubicarse en 37,4%.

No obstante, poco más de la mitad (52%) de la creación de empleo en el trimestre refiere a trabajos de menos de 35 horas semanales. La tasa de subocupación creció 3,8 puntos porcentuales en el trimestre, ubicándose en 13,5%. En términos absolutos, la cantidad de trabajadores subempleados aumentó en 566.000 personas”, destacó.



Bajó la desocupación y con creación de empleo”, ponderó la economista Victoria Giarrizo en Twitter. Pero advirtió que hubo “una suba tremenda en la subocupación”. Así lo describió: “Volvieron los asalariados sin jubilación, cuentapropistas y changarines/as. En otras palabras: fuerte crecimiento en los trabajadores pobres. Sera de los mayores desafíos de la poscuarentena”, señaló.

Desempleo: hacia adelante

LCG señala en su informe que el recorte de la asistencia estatal que se implementó durante los primeros meses de la cuarentena, como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y el programa de Asistencia al Trabajo y a la Producción (ATP), podría tener un doble impacto sobre el mercado de trabajo en el país durante los meses siguientes.

En el primer caso, habría trabajadores volviendo a buscar empleo debido a que el recorte de ingresos traccionaría un aumento de la PEA. En el segundo caso, podría darse una caída del empleo como consecuencia de que algunas empresas no puedan subsistir o mantener el nivel de la planta sin esta ayuda, en un contexto de una demanda que crece lentamente. “La suma de ambos efectos lleva a un mayor desempleo”, advirtió.

Para 2020, la consultora proyecta que la tasa de desocupación cerrará el año entre 12% y 13%. “Aun descontando que no habrá una segunda ola de contagios que obligue a nuevas restricciones, la recuperación anémica de la actividad (en parte explicada por efecto de una baja base de comparación) difícilmente pueda absorber el total de la oferta laboral disponible”, indicó, que a la vez agregó que no espera una reducción marcada del desempleo en 2021.

Asimismo, Ghidini advierte que hacia adelante se puede esperar que, a pesar de que hoy el país está en un “veranito laboral”, donde hay una demanda mayor, si durante los próximos meses llega a aparecer un rebrote del Covid-19 en el país y aún siguen sin resolverse las cuestiones de fondo de la economía local, se seguirá en una situación en la que la demanda de empleo va a estar “bastante complicada”. (Tomado de El Economista)

El Banco Central de la República Argentina publico su Informe de Eficiencia financiera. Aquí reproducimos textual su informe ejecutivo:

Desde la publicación del último IEF en junio, el sistema financiero continuó desarrollando sus actividades con relativa normalidad y sin disrupciones, a pesar de transitar un escenario económico marcado por un suceso extraordinario. La pandemia dio lugara una combinación de shocks externos e internos sin precedentes sobre una economía que, de forma previa, ya atravesaba una recesión de casi dos años, con alta inflación y niveles insostenibles de deuda pública. Ante este contexto desafiante, el conjunto de las entidades financieras continuó mostrando un adecuado grado de resiliencia. Este desempeño se sostuvo tanto por la combinación de coberturas previamente constituidas para abordar situaciones de tensión —altos y crecientes niveles de liquidez, previsionamiento y de capital—, los beneficios de contar con un marco regulatorio y una supervisión en línea con los estándares internacionales, así como por las acciones puntuales impulsadas por el BCRA a fin de mitigar una dinámica procíclica del crédito, proteger a las familias y empresas más necesitadas y preservar las condiciones de estabilidad financiera. Recientemente se fueron plasmando ciertas señales positivas sobre el marco operativo en el que actúa el sistema financiero. Por un lado, diversos sectores económicos comenzaron a recuperar gradualmente su actividad, situación que le está permitiendo al BCRA ajustar el conjunto de medidas tomadas ante el shock, así como avanzar hacia la armonización de las tasas de interés de política. La mejora de la actividad resultó en parte favorecida por las medidas monetarias, de impulso crediticio (con tasas subsidiadas) y fiscales tomadas para evitar que el shock tenga secuelas permanentes sobre el tejido económico, y por la paulatina flexibilización de las restricciones sanitarias. Por otro lado, se avanzó en la normalización de los mercados de deuda pública. A las medidas que se vienen tomando para reconstruir la curva de rendimientos en pesosy potenciar el rol de los mercados de capitales, se le sumó el cierre con éxito de las reestructuraciones de bonos —tanto internacionales como locales—, y los canjes de deuda para mejorar la composición y la sostenibilidad de la deuda pública. 

En este marco, desde la publicación del último IEF la actividad de intermediación financiera en moneda nacional con el sector privado mostró aumentos, reflejados tanto en los saldos reales del crédito como en el de depósitos (con cierta desaceleración en el margen). Este desempeño fue impulsado por el accionar del BCRA, destinado a fomentar el financiamiento, así como a potenciar las alternativas de ahorro en moneda nacional. En este sentido, el BCRA continúa haciendo esfuerzos por desarrollar instrumentos de ahorro e inversión que permitan obtener rendimientos positivos respecto de la inflacióny el tipo de cambio. A pesar del dinamismo reciente, el sistema sigue manteniendo una baja profundidad en la economía (en parte contracara del bajo apalancamiento del sector privado) y una acotada transformación de plazos. Además, una parte considerable de las operaciones se sigue focalizando en productos de baja complejidad, mayormente transaccionales, mientras el conjunto de las entidades muestra un grado reducido de interconexión directa.

En el actual contexto desafiante, estos rasgos acotan las fuentes de vulnerabilidad derivadas de las exposiciones a riesgo habituales de esta actividad, al tiempo que ponen en evidencia el importante potencial de desarrollo futuro del sector.

En este escenario, se espera queel sistema financiero continúe desplegando sus funciones con relativa normalidad en los próximos meses, atravesando sin sobresaltos los desafíos aún originados por la pandemia y así mantener sus condiciones de fortaleza.

Para los próximos meses, se considera que hay al menos tres factores de riesgo exógenos para el sistema financiero, dadas las exposiciones derivadas de su operatoria, que resultan necesario monitorear. Primero, el riesgo de una recuperación económica local más débil que la esperada. La eventual materialización de esta situación dependerá del desenvolvimiento de un abanico de factores, entre los que se encuentran la evolución de la pandemia, así como determinantes externos asociados al crecimiento de la economía mundial, la evolución del comercio internacional y el derrotero de los precios de las materias primas. En segundo lugar, no se podría descartar completamente el riesgo de evidenciar nuevos episodios de volatilidad en los mercados financieros, si bien menor en un marco en donde se configuran las negociaciones con el FMI y continúa encauzándose el desacople transitorio entre los factores de oferta y demanda en el mercado de divisas. En tercer lugar, el sistema financiero está expuesto aun factor de riesgo operacional que crece en el margen (por cuestiones estructurales como coyunturales), a partir de una mayor dependencia a recursos tecnológicos, que continuará abordándose con acciones prudenciales adecuadas a la nueva realidad.

Ante una eventual materialización de los factores de riesgo mencionados, se destaca que el sistema muestra fuentes acotadas de vulnerabilidad e importantes elementos de cobertura, los cuales le deberían otorgar un significativo grado de resiliencia. En este sentido, un aspecto a monitorear en el sector sería el desenvolvimiento de la calidad de la cartera crediticia. Si bien en el marco de las medidas de alivio financiero impulsadas por el BCRA el ratio de irregularidad se mantuvo en niveles bajos, debe considerarse que el actual shockes de características inéditas, y que en el corto o mediano plazo podría tener cierto impacto sobre la capacidad de pago de las personas deudoras. Esto eventualmente se podría reflejar en la rentabilidad de las entidades, influyendo así, al menos en cierta medida, sobre el dinamismo del crédito. En este contexto, el agregado de entidades ha incrementado en meses recientes sus niveles relativos de previsionamiento, desempeño que, sumado a los holgados y crecientes niveles de solvencia, han reducido la exposición patrimonial frente al riesgo de crédito a niveles mínimos en una comparación histórica.

Otra potencial fuente vulnerabilidad para el sistema frente a los riesgos aludidos está asociada a un deterioro en la dinámica de la actividad de intermediación. La eventual materialización de un escenario de crecimiento económico menor al esperado podría llegar a afectar la oferta y la demanda de crédito, así como la provisión de otros servicios, lo cual podría tener un impacto sobre las fuentes de ingresos netos del sector, con posible efecto sobre la dinámica de generación interna de capital. Nuevamente, cabe considerar que los indicadores de solvencia del sistema se encuentran en niveles elevados, tanto en términos de la historia reciente como en una comparación internacional. Aquí resulta relevante destacar el conjunto de acciones de política del BCRA que viene apuntando a sostener el flujo de financiamiento al sector privado. Finalmente, se destaca que el fondeo en pesos a través de depósitos creció significativamente desde el último IEF, incrementando así su participación en los pasivos del sistema. Los depósitos en moneda extranjera evidenciaron un desempeño dispar a lo largo del semestre, con leve crecimiento hasta mediados de septiembre, para luego presentar una disminución transitoria. De materializarse nuevos episodios de volatilidad en los próximos meses, el fondeo de las entidades en su conjunto podría recibir cierto impacto, tanto en términos de nivel como de composición, aunque el agregado mantiene coberturas de liquidez superiores al promedio de los últimos 10 años, dando cuenta del margen de capacidad que se dispone para sobrellevar estas eventualidades.

La coordinación de las acciones del BCRA con el Gobierno Nacional seguirá propiciando que la economía recobre su normal funcionamiento en los próximos meses, en un contexto que no deja de ser desafiante. En paralelo el BCRA continuará monitoreando posibles desvíos sobre el sendero esperado y, eventualmente, podrá implementar las medidas que sean necesarias para mantener las condiciones de estabilidad financiera, protegiendo así a las familias y a las empresas y buscando evitar potenciales efectos adversos que sean duraderos, mientras se establecen bases para un proceso sustentable de crecimiento y mayor inclusión del sistema financiero argentino. http://www.bcra.gov.ar/Pdfs/PublicacionesEstadisticas/ief0220.pdf

La Carta de la Oligarquía. Capitalismo y democracia” es el título del artículo escrito por Timothy Kuhner Tribuna global - NUSO Nº 290 / Noviembre - Diciembre 2020, que reproduzco a continuación:


Con la desaparición del régimen censitario y la introducción del sufragio universal, la participación política en nuestras sociedades democráticas ya no debería estar condicionada por la propiedad. Sin embargo, la política sigue estando subordinada al capital. La democracia está en gran medida secuestrada por las grandes corporaciones, hasta el punto de poner en juego la supervivencia misma del planeta

Toda sociedad tiene sus reglas sobre la toma de decisiones colectiva y el régimen de propiedad; y en el curso de la mayor parte de la historia, esas reglas han estado entrelazadas. La aristocracia, el esclavismo, el feudalismo y la servidumbre asalariada han mostrado cómo la posición de las personas en el régimen político puede verse afectada, si no determinada, por su posición en el régimen de propiedad. Lamentablemente, la política ha seguido a la propiedad.

Una forma de opresión de este tipo parece ser parte del pasado, pero no es el caso. En Estados Unidos, Reino Unido y algunos países de la Commonwealth, la participación política estuvo condicionada por la propiedad (o la capacidad para pagar un impuesto electoral) hasta bien entrado el siglo xx. Y a pesar del logro del sufragio universal, los traumas políticos, económicos y medioambientales del siglo xxi demuestran que los gobiernos siguen estando al servicio del capital. ¿Cómo se ha transformado la democracia electoral en otro régimen de desigualdad, en el que la propiedad privada lleva nuevamente la ventaja (Ver Thomas Piketty: Capital e ideología, Deusto, Barcelona, 2019.)?

Nadie estaría más perplejo ante este resultado que quienes lucharon a favor y en contra del sufragio universal masculino en Inglaterra hace casi 200 años. La inexactitud de sus afirmaciones sobre la democracia ayuda a responder algunas de las cuestiones más acuciantes de nuestro momento histórico: ¿qué promueve el bien público, el reparto igual o desigual de la influencia política? ¿Qué condiciones constitucionales es preciso establecer para empoderar a la ciudadanía independientemente de su posición socioeconómica? Y si la democracia no ha logrado separar el poder político de la condición socioeconómica, ¿significa que la democracia ha fracasado o que está incompleta?

En los tiempos en que los hombres blancos carentes de patrimonio no podían votar ni ser candidatos en las elecciones, James O’Brien batalló por corregir este contrasentido: «Los granujas te dirán que no estás representado porque no tienes patrimonio. Yo te digo, por el contrario, que no tienes patrimonio porque no estás representado»(Citado en Edward Royle: Revolutionary Britannia? Reflections on the Threat of Revolution in Britain, 1789-1848, Manchester UP, Mánchester, 2000, p. 93.). A diferencia de movimientos como los levellers (niveladores) ingleses y los jacobinos franceses, que propugnaban directamente cambios económicos, O’Brien y el movimiento cartista que dirigía priorizaban la representación política de la gente corriente. Sostenían que una democracia real podía implementar políticas económicas acordes con el bien común, y que podía hacerlo sin necesidad de una revolución violenta.La Carta del Pueblo de 1838 reivindicaba:
-circunscripciones electorales iguales,
-sufragio universal masculino,
-elección anual del parlamento,
-abolición del requisito de tener propiedades para ser diputado,
-voto secreto,
-salarios para los diputados (.Edward Beasley:
The Chartist General: Charles James Napier, The Conquest of Sind, and Imperial Liberalism, Routledge, Londres-Nueva York, 2016, p. 131.)

Mientras que estas demandas requerirían sin duda cambios constitucionales de diversa índole jurídica, el ministro de Interior, lord John Russell, quien se oponía a los cartistas, las calificó de «quejas contra la constitución de la sociedad». Russell tenía razón. Esto se daba en el marco de un orden social más amplio. La participación y representación política se limitaba desde hacía tiempo no solo a las aristocracias de raza y género, sino incluso a un subconjunto todavía más selecto: la aristocracia de riqueza.

¿Cómo votaron estos aristócratas políticos –o sea, un Parlamento compuesto exclusivamente por personas de clase alta– sobre la Carta del Pueblo? En el momento en que la petición cartista llegó a la Cámara de los Comunes, en julio de 1839, había conseguido el respaldo de 1.280.959 firmas de ciudadanos. Sin embargo, la votación dio un resultado desastroso: 235 en contra y 46 a favor. El discurso de Russell en la Cámara explicó el peligro que se había evitado ese día. Una sociedad en la que estuvieran representados hombres del común y estos pudieran adquirir propiedades destruiría «las propiedades y los medios de los ricos (…) [y] tendría consecuencias todavía más fatales para los recursos y el bienestar de la población».

La desigualdad es política

Así que dieron carpetazo a las demandas cartistas. De hecho, el Parlamento británico se negó a conceder el sufragio universal masculino por otros 79 años. Si los cartistas hubieran vivido hasta ese momento, en 1918, y sobrevivido luego otro siglo, habrían visto algo sorprendente. No me refiero a la implementación de la mayoría de sus demandas en toda Gran Bretaña y eeuu, cosa que ocurrió efectivamente. Tampoco a la generalización de esta receta democrática a la mayoría de los países de todo el mundo, cosa que también ocurrió. No, el aspecto realmente sorprendente es incluso más reciente, cuando los estudios demuestran que lord Russell y sus colegas de la aristocracia fueron, de todos modos, los últimos en reír.

De acuerdo con el análisis de Guy Shrubsole de 2019, menos de 1% de la población británica posee aún más de la mitad del territorio del país. ¿Qué cambios produjeron 100 años de sufragio universal? Los datos de Shrubsole indican que «empresas, oligarcas y banqueros» poseen actualmente tantas tierras como «la aristocracia y la nobleza»(G. Shrubsole: Who Owns England?: How We Lost Our Green and Pleasant Land, and How to Take It Back, Harper Collins, Glasgow, 2019. Para datos relativos a la propiedad de la tierra, v. Rob Evans: «Half of England is Owned by Less than 1% of the Population» en The Guardian, 17/4/2019.) . Más allá de Inglaterra y la propiedad de tierras, el informe de 2018 del World Inequality Lab revela que entre 1980 y 2016 el 1% más rico del mundo vio crecer su economía el doble que la del 50% más pobre. El informe constata la transferencia masiva de bienes públicos a manos privadas, lo que da lugar de forma generalizada al endeudamiento de los Estados y la inoperancia de los gobiernos. Las variaciones nacionales de la creciente desigualdad de rentas demuestran que las decisiones políticas tienen no pocos efectos en este sentido (.Facundo Alvaredo, Lucas Chancel, T. Piketty, Emmanuel Saez y Gabriel Zucman: «World Inequality Report 2018: Executive Summary», World Inequality Lab, 2017, pp. 5-7.)

El libro El capital en el siglo xxi, de Thomas Piketty, llega a la misma conclusión con respecto a la desigualdad económica. Comentando la extrema concentración del capital que se produjo entre 1970 y 2010, el autor francés ve un abandono intencionado del igualitarismo de posguerra. Las variaciones entre países llevan a Piketty a concluir que «las diferencias institucionales y políticas desempeñaron un papel crucial»(T. Piketty: El capital del siglo XXI, FCE, Buenos Aires, 2013.) . Después, en Capital e ideología, Piketty descubre una verdad todavía más categórica: «La desigualdad no es económica ni tecnológica; es ideológica y política»(.T. Piketty: «Introducción» en Capital e ideología, cit.)
 

En suma, el retorno a niveles de desigualdad inconcebibles no es un fenómeno inevitable. Es fruto de ideologías y decisiones políticas; más concretamente, de las decisiones de legisladores que no están sujetos a requisitos patrimoniales, cobran del Estado y son elegidos por sufragio universal en elecciones periódicas.

El renacer de la aristocracia

¿Cómo es posible que tanto O’Brien como Russell se equivocaran hasta tal punto con respecto al poder del voto? Aunque ambos sabían de política económica, se centraron en el potencial del reparto del poder político para afectar el reparto del poder económico. No contemplaron el vector contrario, que ya se había constatado con anterioridad. Sirva de ejemplo el libro de Adam Smith, de 1776, La riqueza de las naciones. «Nuestros comerciantes e industriales se quejan amargamente de los efectos nefastos de los salarios altos», escribió Smith, «pero no dicen nada de los efectos perniciosos de sus propias ganancias». Acusó a quienes «emplean los capitales más cuantiosos» y los «tratantes de cualquier sector particular del comercio o la industria» de formar «una clase de hombres cuyos intereses nunca coinciden exactamente con los de la sociedad, que tienen generalmente un interés en engañar e incluso oprimir a la comunidad, y que de hecho la han engañado y oprimido en numerosas oportunidades». Teniendo en cuenta que estas clases utilizan su riqueza para «[atraer] la mayor parte de la atención pública» y que aspiran a restringir la competencia e incrementar sus beneficios a expensas del público, Smith recomendó que los proyectos de ley se «examinen detenida y minuciosamente, no solo con la atención más escrupulosa, sino también con la máxima suspicacia».

También podemos citar el temor de Thomas Jefferson a que el capital concentrado influyera indebidamente en la composición del Estado. «Espero –escribió Jefferson– que nunca se trasladen todos los organismos a Washington, alejándolos todavía más de la mirada de la gente, donde pueden ser comprados y vendidos en secreto como si fuera en el mercado». También señaló la existencia de una «aristocracia de los dueños de la riqueza que ya se atreven a retar a nuestro Estado a una prueba de fuerza y a desafiar las leyes de su país».

A pesar de estas advertencias, los cartistas y sus contrincantes todavía parecían creer que el sufragio universal otorgaría «el poder supremo del Estado a una clase». Así es como lo calificó en 1842 lord Thomas Macaulay, aliado de Russell en el Parlamento, cuando se volvió a someter a votación (y a tumbar) la Carta del Pueblo. Macauley predijo que, dotada del poder supremo del Estado, la clase socioeconómica baja destruiría la institución de la propiedad privada: «adiós al comercio; adiós a la industria; adiós al crédito». Al final, sin embargo, la realización de las demandas de los cartistas en todo el mundo coincidió con la concentración del capital y el resurgimiento de la aristocracia. Tal como sostuvieron Smith y Jefferson, las elites económicas nunca se desprenderían tan fácilmente del poder supremo.

La Carta del Pueblo contra la Carta de la Oligarquía

Entre la caída del Muro de Berlín y comienzos de la década de 2000, la proporción de países que celebran elecciones libres pasó de apenas 33% a un robusto 66%. Sin embargo, como ha señalado una encuesta académica, «aportaciones económicas increíblemente cuantiosas (…) han inundado el mundo de la política en la mayoría de los continentes»( Herbert E. Alexander y Rei Shiratori (ed.): Comparative Political Finance among the Democracies, Westview Press, Nashville, 1994, p. 4. ). Incluso la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos (usaid) lanzó sus propias objeciones, concluyendo en 2003 que «la devolución de las deudas de campaña en forma de favores políticos genera un tipo de corrupción que solemos observar en el mundo entero»(.Office of Democracy and Governance, us Agency for International Development: «Money in Politics Handbook: A Guide to Increasing Transparency in Emerging Democracies», 2003, p. 7.) De las 118 democracias que examinó, 65% presentaba una transparencia política débil o casi inexistente. El caso es que el comercio, la industria y el capital financiero no han sido destruidos por la democracia, sino que se han infiltrado en ella.

El análisis estadístico de 2014 de Martin Gilens y Benjamin Page muestra qué sucede cuando la democracia se convierte en otra pasarela para la exhibición de riqueza: «Los grupos de interés de masas y la ciudadanía corriente tienen poca o ninguna influencia», mientras que «las elites económicas y grupos organizados que representan los intereses de las empresas ejercen una influencia autónoma sustancial en la política del gobierno estadounidense». Señalan varias causas de semejante desigualdad política extrema, incluidos los sesgos a favor de los ricos en la financiación de campañas, los grupos de presión y las puertas giratorias entre el empleo público y el privado.

Varias organizaciones han abundado en el carácter generalizado de estos hallazgos. El Proyecto de Integridad Electoral (eip, por sus siglas en inglés) observa que «las elecciones son necesarias para las democracias liberales, pero no son ni mucho menos suficientes [para] facilitar la rendición de cuentas genuina y la posibilidad de que el público decida»(EIP: «Electoral Integrity Worldwide», 5/2019, p. 8.) . Los informes de 2019 y 2016 del eip destacan el periodo de las campañas electorales como el más vulnerable, ya que «la financiación de las campañas no cumple las normas internacionales en dos tercios de todas las elecciones»( EIP: «Year in Elections Report», 6/3/2016, p. 5.). Asimismo, el informe de 2019 de Transparencia Internacional denuncia una crisis internacional de la «integridad política», recordando a los gobiernos de todo el mundo que «las políticas gubernamentales y los recursos públicos no deben estar condicionados por el poder económico»(Transparencia Internacional: Índice de Percepción de la Corrupción 2019, disponible en <www.transparency.org/es/news/cpi-2019-global-highlights>.) .

En todas partes dicen a la ciudadanía que sus derechos están garantizados. No obstante, en realidad la Carta del Pueblo ha sido destripada por la Carta de la Oligarquía.

Desigualdad y despotismo

Las disposiciones de la Carta de la Oligarquía varían de un país a otro, pero suelen mostrar el siguiente contenido:- partidos políticos y campañas financiadas mediante donaciones privadas, que en muchos casos incluyen donaciones de empresas y préstamos de acreedores privados, o subvenciones públicas que desfavorecen a los partidos y grupos opositores minoritarios;
- propaganda política y grupos de interés financiados por donantes privados, empresas y grupos de interés;
- ausencia de normas éticas y de toda regulación de los conflictos de intereses para los cargos políticos, o en todo caso, normas no vinculantes o que no se aplican;
- las normas éticas y de conflicto de intereses son inexistentes, no son vinculantes o no se aplican;
- leyes débiles o que no se aplican sobre la financiación política y la lucha contra la corrupción;
- construcción y prominencia de cuestiones políticas distorsionadas por la privatización de los medios de comunicación, los conglomerados empresariales, el robo de datos personales y los algoritmos de las redes sociales, además de los mercenarios de la desinformación al servicio del mejor postor:
bots, fábricas de trolls, piratas informáticos, artistas de la ultrafalsificación y empresarios de noticias falsas.

La mayoría de estas exigencias se formularon como receta procedimental para el neoliberalismo, que consiguió la desindicalización, la desregulación, la mercantilización, la privatización, los paraísos fiscales, el apoyo público y las exenciones tributarias a las empresas y la austeridad (recortes en educación, sanidad, vivienda, mitigación de la pobreza y pensiones). En este panorama debilitado, la Carta de la Oligarquía sigue operando con consecuencias desastrosas.

El informe de 2019 de Freedom House, «Democracy in Retreat» [Democracia en retirada], documenta el decimotercer año consecutivo de declive democrático global( Freedom in the World 2019: «Democracy in Retreat», <href="https://freedomhouse.org/report/freedom-world/2019/democracy-retreat">https://freedomhouse.org/report/freedom-world/2019...>.> ). La creciente desigualdad, la corrupción y la precariedad han sentado las bases de un contragolpe cultural en todo el mundo, provocado por populistas intolerantes y autoritarios. Para describir las actuales violaciones del Estado de derecho y de los derechos humanos con palabras del periodo cartista: en medio de la confusión puede surgir un fuerte despotismo, y alguna mano dura puede ofrecer protección a los miserables despojos de toda esa prosperidad y gloria. Pero esta fue la previsión más optimista de Macaulay de lo que comportaría la destrucción de la propiedad privada.


 El efecto más grave de la Carta de la Oligarquía lo expuso muy bien Greta Thunberg en su discurso en la Cumbre del Clima de Naciones Unidas en 2019: «Mueren personas. Ecosistemas enteros colapsan. Nos hallamos en el comienzo de una extinción masiva, y ustedes no hacen más que hablar de dinero y contar cuentos de hadas sobre el eterno crecimiento económico». Y para calificar la catástrofe en ciernes de temperaturas inestables, escasez de alimentos, guerras por los recursos y migraciones masivas con palabras del periodo cartista: «¡Un vasto expolio! (…) la mayor calamidad (…) millones de seres humanos (…) luchan por la mera subsistencia (…) destrozándose unos a otros hasta que la hambruna y la pestilencia (…) conviertan la terrible conmoción en una quietud aún más terrible». Pero esta fue la predicción de Macaulay de las consecuencias que tendría un reparto equitativo de la propiedad. No podía imaginar que, al final, el reparto desigual de la propiedad que él tanto ensalzaba pudiera conducir al despotismo y el saqueo del mundo natural.

¿Es posible perfeccionar la democracia?

La relación entre la Carta de la Oligarquía y el cambio climático nos lleva al meollo de la cuestión. Por mucho que la ciencia lleve diciéndolo con toda claridad desde hace más de 30 años, Thunberg supone que los gobiernos no son conscientes de la gravedad de la catástrofe climática: «Si de veras comprendieran la situación y a pesar de ello no actuaran, entonces serían ustedes malvados. Y esto me niego a pensarlo». Pero tendrá que pensarlo, como todos nosotros. Las compañías petroleras y de gas se han gastado cientos de millones de dólares en presionar «para controlar, aplazar o bloquear toda política vinculante de defensa del clima»(Niall McCarthy: «Oil and Gas Giants Spend Millions Lobbying to Block Climate Change Policies» en Forbes Magazine, 25/3/2019. ) . Transparencia Internacional ha asociado la deforestación ilegal y los fondos dedicados a desbaratar las medidas climáticas con múltiples formas de corrupción (.Transparencia Internacional: Informe global de la corrupción. Cambio climático, Transparencia Internacional / Earthscan, Londres, 2011.

) Y los intereses asociados a los combustibles fósiles han financiado generosamente el movimiento negacionista del cambio climático, a pesar de conocer la verdad. Una avaricia tan extrema que prefiere el apocalipsis a una disminución de los beneficios: este es el punto crítico al que hemos llegado como civilización, es decir, no hemos alcanzado la civilización, sino la barbarie. Y a su manera retrógrada, Macaulay también predijo esto: «Cuando la propiedad está en entredicho, ningún clima, por benigno que sea, ninguna tierra, por fértil que sea (…) podrán evitar que una nación se hunda en la barbarie». Este pensamiento todavía se aplica a algunas revoluciones violentas, intentos de socialismo puro y Estados fallidos, pero ninguno de estos son la fuerza motriz de nuestro momento histórico.

Cuando la propiedad privada se ha acumulado en manos de unos pocos y se ha permitido que ejerza una influencia indebida en los sistemas políticos, la codicia determina la evolución de la economía, la política e incluso el clima. Esta codicia no es accidental ni inevitable, sino el resultado de amplias fallas generalizadas y sistemáticas de la forma democrática. A pesar del sufragio universal, se ha permitido que la aristocracia de la riqueza domine a la humanidad.

Los niveles extremos de desigualdad económica, desigualdad política y destrucción medioambiental ya han determinado la configuración del siglo xxi. Estas son las consecuencias de no haber perfeccionado la democracia. Los numerosos países del mundo tendrán que rescindir la Carta de la Oligarquía y crear una democracia real, o enviar a la tumba el orden liberal y el mundo natural.

Nota: la versión original en inglés de este artículo fue publicada con el título «The Oligarchs’ Charter» en Books and Ideas, 20/10/2020, Viento Sur con leves modificaciones.

El neoliberalismo del siglo XXI siguiendo un derrotero tecno-cientifico que evita todo debate serio y participativo que defina rumbos conscientes y permita ejercicios democráticos de selección entre diferentes opciones posibles, sostiene un falso discurso donde intenta imponer criterios cerrados en defensa de los privilegios de las elites. Aún y cuándo, con escasa consciencia y pensamiento superficial solo se trate de defender la mediocre existencia de las clases medias y medias bajas, de trabajadores precarizados que se han cubierto de una autocreída meritocracia en torno al “empresariado de si mismo” “la innovación y el emprendedurismo” actúan como sosten inferior de un sector cada vez mas concentrado y monoritario que conservan para si las mayores concentraciones de riquezas y aumentan ostensiblemente las brechas de accesos a recursos y disfrute de biene sin relaciones coherente con los esfuerzos.

La pandemia ha puesto de manifiesto que las actividades escenciales y la “sustracción” de las urbes del esfuerzo rural tienen sus costos ecológicos, sociales y psicológicos y pone patas para arriba toda el entramado social que ha logrado instalar durante casi 50 años. Como vengo afirmando a diario, nadie se salva solo.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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