Noticias e información para ser pensadas e interpretadas

 


Coronavirus

En el mundo: 270.031.622 casos confirmados y 5.310.502 muertes. Ayer se confirmaron 395.564 casos nuevos. Ya se administraron 8.200.642.671 vacunas (OMS).

En Argentina: 5.366.522 casos confirmados y 116.826 muertes. Ayer se confirmaron 4.555 casos nuevos y 34 fallecimientos. Ya hay 71.799.106 vacunas aplicadas (Ministerio de Salud de la Nación y Monitor Público de Vacunación ).

Se registró la cifra más alta de casos diarios en los últimos 100 días. Córdoba le propone a Nación que los viajeros se aíslen por el avance de Ómicron. Se duplicó la demanda de vacunas en Roca. Regirá en Córdoba el pase sanitario desde el 21 de diciembre. Tucumán superó los 200.000 vacunados desde el anuncio del pase sanitario. Río Negro tuvo la cifra más alta de contagios en los últimos 130 días. Entre Ríos confirmó que adhiere al pase sanitario.

La OMS advierte que el mundo se enfrenta a un tsunami de infecciones por las variantes Delta y Ómicron.

Portugal registra un descenso de los casos activos de coronavirus. Francia alerta sobre una posible sexta ola de la pandemia de Covid-19. El Tribunal Superior de Kenia suspende la orden de vacunación obligatoria contra el Covid. Los jueces no bloquearán la obligatoriedad de la vacunación para los trabajadores de la salud de Nueva York. Chile registra menos de mil casos diarios por primera vez en dos meses. China confina a medio millón de personas por brote de Covid en Zhejiang. Alemania exime de test a personas con dosis de refuerzo. Países Bajos cierra las escuelas primarias ante el avance de la nueva variante. Italia pedirá test negativo para ingresar a vacunados y no vacunados. África podría tardar hasta el 2024 en vacunar al 70% de su población.

Inflación

El Índice de Precios al Consumidor (IPC) aumentó un 2,5% en noviembre y acumula un alza de 51,2% en los últimos doce meses y 45,4% en lo que va del año. Significa una caída respecto al mes anterior, cuando registró 3,5%, y es el menor registro del año junto al IPC de agosto. 

Las dos divisiones con mayores aumentos fueron Restaurantes y hoteles (5%) y Prendas de vestir y calzado (4,1%). Alimentos y bebidas no alcohólicas aumentó 2,1% mensual frente al 2,4% de octubre.

El informe del INDEC se puede consultar aquí.  

Presupuesto

Se oficializó la convocatoria a tratar el Presupuesto 2022 en la Cámara de Diputados: será mañana a partir de las 12 del mediodía. La sesión especial se convoca a pedido del bloque del Frente de Todos que incluyó solo este tema en el pedido. Estiman aprobarlo para el fin de esta semana y poder enviarlo al Senado la semana entrante. 

Para eso, el oficialismo debe conseguir hoy dictamen del proyecto. Comenzarán a ser claves las fuerzas provinciales para conseguir dictamen de mayoría. Juntos por el Cambio daría quórum para el tratamiento aunque se estima que votará en contra. Presentarán un dictamen propio hoy.

(Cenital. Com)

La Masacre de la Calle Corro

Camionetas, tanquetas, militares y civiles: todos se agolparon en las primeras horas de la mañana del 29 de septiembre de 1976 en la calle Corro al 105 del barrio de Villa Luro. Tenían información de que ese día iban a estar reunidos militantes del secretariado político de Montoneros. Cinco de los integrantes de la organización –entre ellos, María Victoria “Vicki” Walsh, hija del periodista Rodolfo Walsh– murieron en ese operativo descomunal comandado por el Ejército con el apoyo de la Policía Federal y de la Gendarmería. Cuatro integrantes de la familia que habitaba esa vivienda fueron secuestrados. Cuarenta y cinco años después, el juez federal Daniel Rafecas logró reconstruir qué militares habían comandado esa represión y ordenó su detención, que se hizo efectiva en la mañana del martes. Este miércoles, los diez militares retirados –entre los que se cuenta a uno de los líderes de las organizaciones de la familia castrense surgidas contra los juicios de lesa humanidad– serán indagados.

El operativo de la calle Corro se coordinó desde el Grupo de Artillería de Defensa Aérea (GADA) 101, que tenía sede en Ciudadela. Según los libros históricos de esa dependencia –analizados por el exPrograma Verdad y Justicia– el despliegue militar fue pocas veces visto: fueron tres jefes, trece oficiales, 61 suboficiales y 134 soldados de la clase 1955. A ellos había que sumarles los hombres que envió la Gendarmería y los que mandó la Federal. Según los militares, el ataque sobre la casa de la esquina duró 45 minutos. Otros testimonios –incluso uno recogido por Walsh en la carta a sus amigos– lo estiman en una hora y media. Hubo bombas y granadas. Una de ellas impactó en una casa de la manzana que se incendió, según surge de material hallado por el Grupo de Relevamiento Documental del Ministerio de Seguridad.

Los diez detenidos prestaban funciones en el GADA 101, según se pudo reconstruir de sus legajos y gracias a los testimonios de los conscriptos que hicieron allí el Servicio Militar Obligatorio. Todas las detenciones se hicieron a partir de las 6 de la mañana de este martes y estuvieron en manos de la sección Fugitivos de Interpol - Policía Federal. Héctor Eduardo Godoy, Gustavo Gilberto Tadeo, Danilo Antonio González, Abel Enrique Re, Carlos Alberto Orihuela, Ricardo Grisolía, Gustavo Antonio Montell, Hugo Eduardo Pochón, Guillermo César Viola y Domingo Armando Giordano serán indagados el este miércoles por Rafecas, quien deberá en un plazo de diez días resolver si los procesa. Mientras tanto estarán detenidos en la Unidad 34 –Campo de Mayo– del Servicio Penitenciario Federal.

La abogada Myriam Bregman, que representa, junto a Matías Aufieri, a Patricia Walsh –hermana de “Vicki”– y a Lucía Coronel –hija de José Carlos–, sostiene que el Batallón de Inteligencia 601 también tuvo intervención ese día en la calle Corro. En la causa sí figuran las fichas que la Dirección de Antecedentes de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) había hecho de los militantes que estaban en la casa de la calle Corro.

"Uno de los aspectos que más nos conmueve de esta causa es que los diez detenidos se encontraban en libertad, en sus casas, sin causas previas", dice Bregman a este diario. "Son diez genocidas impunes durante 45 años, que desde hoy están en prisión. Uno de ellos, Guillermo Viola, fue ascendido a coronel durante la presidencia de Fernando de la Rúa y la Alianza. Tras la nulidad de las leyes de impunidad impulsada por la entonces diputada Patricia Walsh, y la lucha de familiares y organismos, Viola promovió la Unión de Promociones del Ejército y los actos en Plaza San Martín de reivindicación del genocidio", añade la actual diputada nacional.

La Unión de Promociones se creó en mayo de 2005, en la víspera de lo que sería el fallo Simón de la Corte Suprema de Justicia --que declaró inconstitucionales las leyes de Punto Final y Obediencia Debida--. Su primer documento se publicó en septiembre de ese año y reconocía que su preocupación central pasaba por los presos por lo que ellos denominaban la "GCT" (guerra contra el terrorismo). Durante estos años, Viola se dedicó a informar las detenciones de sus compañeros de armas y las muertes de los represores que cumplían alguna modalidad de arresto. Este martes, sus camaradas de las organizaciones pro-impunidad viralizaban su detención.

El operativo

Vicki” Walsh llegó a la casa de la calle Corro el 28 de septiembre. Ese día cumplía 26 años. Llevaba consigo a su hija que estaba por cumplir un año y tres meses, Victoria María Costa. La beba había nacido después de que su compañero, Emiliano Costa, cayera preso. En la casa también estaban otros cuatro oficiales montoneros: Alberto José Molina Benuzzi, Ignacio José Bertrán, Ismael Salame y José Carlos Coronel.

La noche fue más atípica en el GADA. A los conscriptos el 28 de septiembre no los bailaron como solían hacerlo. Les dieron de comer a las seis y media de la tarde y los mandaron a dormir.

Acostate temprano que mañana salimos a un operativo muy grande– le dijo Viola a su asistente.

A las cuatro o cuatro y media, despertaron a los soldados. Les sirvieron el desayuno y los hicieron formar en el playón. Había camiones, jeeps y ambulancias. Nunca habían visto algo así, según surge de las decenas de declaraciones que recogieron en el juzgado de Rafecas –en la investigación que llevó adelante la secretaria Albertina Caron–.

Los militares rodearon la manzana e hicieron dos anillos para que nadie pudiera escaparse de la casa de la calle Corro. ”El objetivo era una casa. Creo que las personas estaban durmiendo y cuando empezaron los disparos quedaron acorralados”, declaró un exconscripto.

Molina Benuzzi, Bertrán, Salame y Coronel fueron acribillados durante el tiroteo. “Vicki” se quitó la vida --después de combatir con el camisón puesto, según relató su padre– cuando no tenía otra opción más que la muerte ante el brutal operativo de las fuerzas conjuntas. A su hijita se la llevaron y más tarde se la entregaron a la familia.

Me he preguntado si mi hija, si todos los que mueren como ella, tenían otro camino –escribió Rodolfo Walsh en una carta a sus amigos después de enterarse de la muerte de “Vicki”–. La respuesta brota desde lo más profundo de mi corazón y quiero que mis amigos la conozcan. Vicki pudo elegir otros caminos que eran distintos sin ser deshonrosos, pero el que eligió era el más justo, el más generoso, el más razonado. Su lúcida muerte es una síntesis de su corta, hermosa vida. No vivió para ella, vivió para otros, y esos otros son millones. Su muerte sí, su muerte fue gloriosamente suya, y en ese orgullo me afirmo y soy quien renace de ella”.

Los secuestros

En la casa de Corro 105 vivía la familia Mainer, que ya había sido tocada por la represión cuando secuestraron a la hija mayor, Magdalena, en Córdoba. Otra de las hijas, Maricel, vivía en Santa Fe, pero había ido a pasar unos días con su marido, Ramón Alcides Baravalle, a la casa materna. Maricel llegó a divisar –antes de que la secuestraran– cómo los militares habían derribado con una tanqueta el portón del garage y desde allí tiraban. A su madre, Lucy Matilde Gómez de Mainer, también se la llevaron junto con su hijo de dieciséis años, Juan Cristóbal Mainer. 

Los cuatro integrantes de la familia Mainer secuestrados ese día recuperaron la libertad. Ese 29 de septiembre de 1976, la menor de la familia, Milagros –de nueve años–, fue sacada de la escuela por los militares y entregada días después a una tía.

Los diez militares deberán responder por el homicidio agravado de los cuatro militantes, por la tentativa de homicidio de “Vicki” y por los secuestros de los cuatro integrantes de la familia Mainer.

(Luciana Bertoia, Politóloga y periodista especializada en Justicia y DDHH. En Página 12 de hoy)

El Ángel de la bicicleta

Si no cuidamos al otro, no digamos que somos revolucionarios”. La frase es una de las que Claudio “Pocho” Lepratti inculcó en decenas de pibes y pibas del barrio Ludueña, en el noroeste de Rosario. La recuerda Rodrigo “Bichito” Gauna que participó de “Los Gatos”, uno de los grupos que crecían por el impulso del militante social, que formaba parte de las comunidades eclesiales de base en un barrio donde comedores y escuelas llevan el sello del padre Edgardo Montaldo, sacerdote salesiano que ya en los 90 alertaba sobre la distribución de drogas como una forma de control y destrucción de los pibes. Hoy Rodrigo tiene 35 años, la edad que tenía Pocho cuando lo mataron. “Si ustedes quieren ser unos imbéciles toda la vida, no estudien”, es otra de las enseñanzas que le quedaron grabadas a Bichito, que tenía 15 años en 2001. Pocho vivía en el Ludueña y atravesaba la ciudad en su bicicleta hasta Las Flores. Trabajaba en la escuela 756, a pocos metros de Circunvalación. El 19 de diciembre estaba en la escuela, preocupado por las noticias de la represión en las distintas barriadas de la ciudad. Subió al techo y dijo la frase que inmortalizó León Gieco, “Bajen las armas, que aquí sólo hay pibes comiendo”. Pudo haber sido “No tiren, hijos de puta, que hay pibes comiendo”. Lo que recibió fue un certero disparo en la garganta. Murió poco después, en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez.

Pocho es el asesinado más emblemático de la represión estatal del 19 y 20 de diciembre de 2001 en la provincia de Santa Fe. En esos dos días, hubo seis personas asesinadas en Rosario: Lepratti, Yanina García, Ricardo Villalba, Walter Campos, Rubén Pereyra y Juan Delgado. En Villa Gobernador Gálvez, Graciela Acosta fue asesinada y Graciela Machado sufrió un infarto en plena represión. A Marcelo Pacini lo mataron en la ciudad de Santa Fe. La policía tenía órdenes precisas, así se lo hizo saber un efectivo policial al sacerdote de Villa Banana. Y también lo dijo el delegado de gobierno, Osvaldo Turco, lo dijo con todas las letras. El gobernador era Carlos Reutemann y el secretario de Seguridad, Enrique Álvarez. Nunca fueron llamados a declarar por su responsabilidad política en la masacre. El máximo responsable, Reutemann, falleció el 7 de julio de 2021. Era senador nacional.

El camino de la impunidad

El camino de la impunidad empezó apenas se dieron los crímenes. Por un lado, las actas policiales apuntaban a diluir la responsabilidad de los ejecutores. Lo primero que hicieron los jueces que tomaron las causas fue “investigarlas” por separado. Tan solo dos policías fueron condenados. Luis Armando Quiroz como responsable material del crimen de Graciela Acosta y Esteban Eduardo Velázquez por el de Lepratti.

La causa por el encubrimiento del crimen de Pocho, que tuvo a once policías procesados, sufrió un largo derrotero. En 2015, la Sala III de la Cámara Penal, con un análisis del juez Otto Crippa García al que adhirieron sus pares Guillermo Llaudet Maza y Georgina Depetris, ratificó las condenas por falsear el acta sobre la muerte de Lepratti, desacreditar a los testigos y balear el patrullero para simular un ataque previo fueron sentenciados el ex jefe de la subcomisaría 20ª y dos policías que iban en la misma patrulla con Esteban Velázquez, el policía que efectuó el disparo letal y que fue condenado a 14 años de cárcel, una pena que en ese momento ya había cumplido.

¿Cuánto tiene que ver aquella violencia institucional con las prácticas represivas habituales de la policía santafesina? En Rosario se desarrolla en este mismo momento el juicio por la desaparición forzada de Franco Casco, en octubre de 2014. Es una causa emblemática, porque desnuda prácticas que se pueden ver en otras víctimas de violencia policial, que se cuentan por decenas. Una serie que llevó a una militancia social que hoy se expresa en la Multisectorial contra la Violencia Institucional.

Entonces, el gobierno provincial cerró filas en la represión que había ordenado. La comisión bicameral para investigar los crímenes de diciembre de 2001 nunca pudo formarse, ya que la Legislatura santafesina tenía mayoría reutemista.

Para esclarecer lo ocurrido, organizaciones de derechos humanos, legisladores y familiares formaron la comisión investigadora no gubernamental, que hizo un trabajo preciso: recogió testimonios en cada lugar, identificó el contexto, produjo informes anuales y llegó a un informe final. “Fuimos uniendo un montón de elementos que nos permiten afirmar que la represión fue planificada, que hubo órdenes, una cadena de mando que la justicia nunca investigó. Las muertes fueron selectivas, la mayoría de los asesinados fueron jóvenes de las barriadas, con algún nivel de compromiso social como era el caso de Pocho”, dice Celeste Lepratti, integrante de la Asamblea del 19 y 20 de diciembre.

Pocho era el mayor de lxs seis hijos de Orlando y Dalis. Celeste es una de ellas. Apenas mataron a su hermano mayor, ella llegó a Rosario. Más tarde se integró a la Comisión, que en 2011 mutó en Asamblea del 19 y 20 de diciembre. “Pocho nos dejó una invitación a mirar alrededor nuestro de otra manera, con una sensibilidad distinta”, dice. En Rosario tuvo a sus tres hijes, fue concejala, es docente y militante social. Orlando, el padre, murió en diciembre de 2004, al volver a Concepción del Uruguay tras participar de los actos en homenaje a Pocho. “Perdimos a mi viejo en el camino. Decimos que es también una muerte que se llevaron las balas invisibles de la impunidad, como sucedió con tantos otros familiares”, dice Celeste. Y suma otras: dos de los siete hijxs de Graciela Acosta se suicidaron. 

Celeste considera que el Estado tuvo una participación activa en la construcción de la impunidad, y también subraya que “hubo tantos heridos y heridas en los que nadie piensa, pero hay muchísima gente a la que le cambió la vida para siempre, a quienes considero sobrevivientes: heridos, heridas, miles de detenidas y detenidos. Toda esa gente tampoco consiguió justicia ni reparación de ningún tipo. Siempre son ninguneados, olvidados y olvidadas. Por eso insistimos en que está faltando justicia, más allá de la justicia formal de la que ya no esperamos nada, claramente”.

A Liliana Leyes, secretaria de Género de ATE Rosario e integrante de la Asamblea del 19 y 20, esas jornadas le cambiaron la vida y la militancia. Construyó con familiares de las víctimas una relación que los hace parte de su familia. Desde hace un mes realizan actividades en distintos barrios por la memoria. “Creemos que la justicia la construimos entre todes, esa justicia fue la construcción que hicimos en estos 20 años en la calle, convencidas de que los familiares merecen tenerla y se transformó en una multiplicación de organizaciones. Para mí hubo un antes y después, sobre todo en las organizaciones que florecieron a partir de 2001. En cuanto a mi vida de militancia en ATE, siempre decimos que Pocho sigue vivo porque su militancia y su práctica pedagógica la seguimos implementando en los delegados y las delegadas de ATE”, dice la dirigente, que recuerda: “Esa familia la construimos. Pocho siempre decía que había que hacer el amor en el barrio, lo decía realmente y lo practicaba. Y eso es lo que tratamos de construir diariamente”.

Carlos Nuñez es el director de la Biblioteca Popular Pocho Lepratti, que se creó en octubre de 2002 y funciona en otra zona popular, Tablada –ni tan al noroeste ni tan al sur como los barrios donde militaba y trabajaba Pocho-. Allí hay, además de libros, talleres para niñes y jóvenes, una radio comunitaria y en la pandemia se abrió un comedor popular. Esta misma semana se presenta la cuarta edición de Pocho Vive, publicado por la Editorial de Universidad Nacional de Rosario, un libro que retoma las luchas y el legado de Pocho. “El poder judicial hizo todo lo posible para generar las condiciones de impunidad, y de alguna forma, familiares de víctimas, colectivos artísticos, han seguido trabajando con esta idea de la justicia la hacemos entre todos, como algo colectivo y sobre todo sosteniendo el trabajo con niños y jóvenes, que son los más golpeados por este sistema. En 20 años, si bien se construyeron distintos espacios colectivos, culturales, hay algo que está a la vista, que es la necesidad de profundizar distintas perspectivas de derecho que cuiden a los que hoy no están cuidados. Cuando tenés una sociedad que tiene la cantidad enorme de niñas y niños bajo la línea de pobreza, no hay mucho más para decir. Ahí hay una necesidad de acompañar, permanecer, estar y sobre todo de escuchar a los chicos y chicas”, dice este psicólogo que retomó el legado de Pocho en esa construcción que distingue la figura de Pocho, en Chacabuco 3085. El jardín de infantes se llama “Las hormiguitas”.

Hormigas y bicicletas, cuando están pintadas en las paredes de la ciudad, remite al Pocho. Forman parte de una memoria que se construyó a pura militancia. Desde el comienzo de la lucha contra la impunidad, Arte por Libertad se encargó de poner los nombres de las víctimas y las fotos en el espacio público.

Para Núñez, “a 38 años de esta democracia, hay algo que está todavía muy pendiente, que es una distribución mucho más equitativa de la riqueza y fundamentalmente, con generar espacios de participación social, que sí fueron parte de un imaginario radical de 2001”.

La rebelión popular de diciembre de 2001 tiene múltiples lecturas, continuidades, efectos actuales. “Hay muchas miradas respecto de lo que fue esa rebelión de un pueblo que salió a decir basta, a decir que se vayan todos y también a generar muchas organizaciones, muchos espacios, una pelea desde abajo que generó formas amorosas de encontrarse, desde los asambleario, con propuestas que iban por otro lado. Que de verdad la política sea una herramienta para transformarlo todo”, considera Celeste Lepratti.

De aquellos pibes que formó Pocho, hay muchos diseminados en la tarea social en la ciudad. Bichito Gauna integra la organización social Hormigas de Barrio. Cuando se le pregunta por la situación social, se pone muy serio. “Existe una violencia que en aquellos años no estaba, una violencia de todo tipo, no solamente con el tema del sicariato, del narcomenudeo, sino que las instituciones mismas, las escuelas expulsan, los centros de convivencia barrial, todos estos espacios, en lugar de abrirlos, los están cerrando y van expulsando a las personas. Puedo hablar de Ludueña y de otros barrios. Está muy violento y muy temeroso. Digo por ejemplo, sigue habiendo hambre. No sé si similar a 2001, o más fuerte”, describe. Durante la pandemia, debieron incorporar la asistencia alimentaria. “Cuando lo escuchaba al (ex ministro de Desarrollo Social) Daniel Arroyo, me enamoraba, pero después, los protocolos no lo arma la gente que entiende las necesidades, los arman los técnicos, y queda en solo palabras lindas”, apunta.

Durante estos veinte años, la militancia social se profundizó. “Pienso que antes lo hacía más por inercia que por otra cosa, hoy lo que hago lo hago con mucha conciencia, política, cristiana”, dice Bichito, que está en la Hormigonera, un espacio de talleres, con pibes, que busca consolidar como lo hacía Pocho.

Los grupos de adolescentes, la militancia en ATE. La capacidad infinita de escuchar, sobre todo a niñxs y adolescentes. “Todavía me sorprende cómo se conoció con tanta gente, pudo estar en tantos lugares y compartiendo tantas experiencias. Tenía solo 35 años cuando lo mataron, pero su vida fue muy intensa. Hizo cosas que claramente muchas no haríamos, tomó decisiones que lo hacen diferente”, dice su hermana, que se sorprendió al ver que vivía en la villa. “Hay historias que nos siguen sorprendiendo”, cuenta. Docente en distintas EEMPAS, escuelas secundarias para adultxs, Celeste conoció en agosto a una de sus alumnas de primer año, porque antes habían trabajado en la virtualidad. “Me preguntó si podía hacerme una pregunta personal, y era ‘¿Vos qué sos del Pocho?’. Cuando le dije que era una de las hermanas, me contó que ella vivía en Las Flores cuando estaba por cumplir los 15 años, y su familia no podía hacerle la fiesta de 15. Entonces, Pocho los ayudó para que ella pudiera tener su agasajo en un salón del barrio. Me mostró una foto”, cuenta Celeste, conmovida por seguir encontrando historias 20 años después.

Violeta tiene siete años. Para su fiesta de cumpleaños, pidió que pasaran “El ángel de la bicicleta”. Le llamó la atención, preguntó de qué se trataba. Luz, la mamá, trabaja con Milton Halsouet, otro de los pibes que quedó marcado por la experiencia con Pocho. Participaba de “Los Vaguitos”, uno de los siete grupos de adolescentes que impulsaba Pocho. Violeta quiere conocerlo, lo invitó a merendar. “Pocho tiene ese poder. Para mí tiene ese poder, no es que lo tuvo. Cuando uno dice eso de que lo multiplicaron, es la vida misma. Para nosotros sigue estando vivo, más allá de que lo extrañamos un montón. Está en Violeta, que es una niña de 7 años, que se pregunta qué era lo que hacía Pocho. Él nos preguntaba a nosotros, cuando nos invitaba a una actividad ¿cómo vamos? ¿quiénes vamos? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿De qué manera? Nos invitaba a hacer, eso es Pocho. No fue, sigue siendo”, se emociona Mauro. 

(Sonia Tessa Periodista. Escribe en Las12 y edita Rosario12.)

Lucas González

Procesaron y dictaron prisión preventiva a seis policías por encubrimiento y vejaciones

Otros seis integrantes de la Policía de la Ciudad fueron procesados con prisión preventiva por el crimen de Lucas González, el adolescente perseguido y baleado por una brigada de civil en Barracas en noviembre.

La decisión del juez Martín Del Viso recayó sobre dos comisarios, un subcomisario, un principal y dos oficiales, a quienes se considera coautores del encubrimiento del homicidio de Lucas y de las vejaciones a las que fueron sometidos los tres adolescentes sobrevivientes del ataque, mientras él agonizaba.

La resolución procesó con prisión preventiva a los comisarios Juan Romero y Fabián Alberto Du Santos, al subcomisario Roberto Inca, al inspector Héctor Cuevas y a las oficiales Lorena Miño y Micaela Fariña por los delitos de "falsedad ideológica y encubrimiento agravado en concurso real con privación ilegal de la libertad agravada y vejaciones".

La resolución del juez fue en línea con el pedido presentado ayer por el fiscal Leonel Gómez Barbella, quien consideró que los seis policías se encargaron de encubrir a sus compañeros Gabriel Isassi, Fabián López y José Nieva, los policías que dispararon, con acciones que "no se presentaron solas ni aisladas sino en el seno de un entramado articulado". Además, Gómez Barbella había solicitado a del Viso que procese a los efectivos también por las torturas infligidas tanto sobre Lucas como sobre sus tres amigos detenidos ilegalmente. Lucas tenía una quemadura de cigarrillo en su mano, datada en la autopsia en horas cercanas a la balacera policial.

Peritajes postergados

Por su parte, el abogado Alfredo Oliván, a cargo de la defensa de los tres policías que integraban la brigada de civil que atacó a los adolescentes, pidió la suspensión momentánea de peritajes de ADN y olores ordenados por la fiscalía como parte de la investigación, algo a lo que el juzgado "resolvió no hacer lugar" aunque sí admitió dar pie a la apelación.

Los policías Juan José Nieva, Fabián Andrés López y Gabriel Alejandro Isassi se opusieron "al cotejo de ADN y de las muestras odorológicas que ordenó la Fiscalía", a cargo de Leonel Gómez Barbella. El juez Martín Del Viso "resolvió no hacer lugar" al planteo porque "las diligencias cuestionadas lucían, además de necesarias, razonables y proporcionales, trascendentales para la investigación". De todos modos, concedió el recurso de apelación, para "garantizar de modo amplio el mejor ejercicio del derecho de defensa".

La apelación pasó a la Sala Cuarta de la Cámara del Crimen, por lo que el juzgado aclaró que "hasta tanto medie un pronunciamiento del Superior en los recursos concedidos no será posible avanzar sobre el cotejo". 

El juez Del Viso autorizó también un exhaustivo peritaje sobre los teléfonos de los nueve policías de la Ciudad detenidos por el homicidio de Lucas. La medida, que fue pedida por Gómez Barbella, busca "determinar todas las comunicaciones telefónicas (llamadas, mensajes de texto, Whatsapp y/o similar) desde el 17 de noviembre de 2021 en adelante, en las que se mencionen datos o información sobre el episodio aquí investigado". 

 Según la resolución del juez Del Viso, el peritaje deberá establecer "cualquier conducta tendiente a lograr el ocultamiento" de las circunstancias en las que fue asesinado Lucas González. Los peritos de la Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico (DATIP), que depende de la Procuración General de la Nación, deberán "obtener todos los registros de comunicaciones, su ubicación temporal exacta, y los datos de la agenda, debiéndose abarcar a todo otro archivo, foto, audio o documento que obre en los teléfonos en cuestión". 

La medida "luce necesaria, razonable y proporcional a los fines del proceso, pues permitiría dilucidar ciertos aspectos de la imputación vinculada a un hecho de extrema gravedad", indicó Del Viso. Los peritos deberán realizar una "copia forense" de los nueve teléfonos, de manera tal de preservar los originales para evitar cualquier alteración que pudiera dar lugar a un planteo de nulidad de las partes.

(Página 12)

Denuncian persecución

Medio independiente denuncia persecución y violación al Derecho a la información del Gobierno provincial de Gerardo Morales en Jujuy

Este martes el Colectivo Radio Pueblo realizó una conferencia de prensa en la sede del INADI Jujuy para denunciar ante la comunidad la persecución y violación a la libertad de prensa que están viviendo, tras haberse descubierto que sufrieron la infiltración y espionaje ilegal de la Policía de la Provincia de Jujuy.

El texto del parte de prensa

 
 

Comercio ilegal de granos

La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) desarticuló la comercialización ilegal de 1.637 toneladas de cereales en Tres Arroyos y en Coronel Pringles, equivalente a 55 camiones con acoplado. De esta manera, los investigadores del organismo interdictaron en las localidades bonaerenses 622 toneladas de maíz, 488 de trigo, 501 de cebada y 26 de avena, de acuerdo a lo informado hoy por AFIP.

"Las tareas de fiscalización desarrolladas por los inspectores de la DGI permitieron identificar que un operador en Tres Arroyos no tenía inscripta su planta de acopio en el Registro Único de operadores de la Cadena Agroindustrial (RUCA), por lo que los investigadores no pudieron cotejar los registros con las operaciones ni tampoco las que corresponden al libro de movimiento de cereal que exige la actividad", explicaron en un comunicado.

En otra operación realizada en Coronel Pringles, se desarticuló una maniobra de evasión luego de detectar la existencia de granos no declarados en la planta de procesamiento de un contribuyente dedicado a la elaboración de alimento balanceado y complementos proteicos para nutrición animal.

Desde la AFIP aseguraron que "a lo largo de los últimos 4 meses, el trabajo coordinado entre las distintas dependencias del organismo permitió desarticular maniobras de evasión y exportaciones fraudulentas con distintos productos agrícolas por más de 24.500 toneladas de granos en Santa Fe, Mendoza, Buenos Aires y Entre Ríos, mercadería que en total equivale a más de 850 camiones con acoplados, que dispuestos en línea recta en una ruta se extenderían durante 20 kilómetros".

Los diferentes operativos se enmarcan en tareas de fiscalización del comercio y la exportación de granos.

En la última semana también "se desactivó en la provincia de Santa Fe una maniobra de evasión con granos no declarados y se estableció un nuevo récord al evitar el comercio ilegal de unas 9.150 toneladas de maíz y soja". (InfoGEI)

La Derecha por su nombre.

Claudio Veliz, Sociólogo, docente e investigador (UBA, UNDAV), escribió en “LaTeclaÑ

Tras el estrepitoso desplome de los “socialismos reales”, cuyos acontecimientos simbólicos más emblemáticos fueron el derrumbe del muro de Berlín y la posterior implosión de la Unión Soviética, los más fervorosos promotores de las recetas (neo)liberales desplegaron (con el inestimable auxilio de los oligopolios mediáticos) una obstinada batería de fórmulas, eslóganes y sentidos comunes: “nos hallamos frente al fin de la Historia”, “ha triunfado definitivamente la democracia liberal”, “las ideologías se han vuelto obsoletas”, “hemos superado todas las experiencias colectivistas y/o socialistas”, “todos somos ciudadanos de un mundo cosmopolita”, “el mercado será el exclusivo regulador de las transacciones económicas”, “la libertad derrotó al comunismo”. Pero dichas afirmaciones no se presentaban como posicionamientos políticos o miradas (polémicas) del mundo sino como el corolario inevitable de un devenir despolitizado y posideológico. Cualquier propuesta reticente a tamañas obviedades era considerada autoritaria, anacrónica, nostálgica. Los mercados pasaron a ser sinónimo de “el mundo”, las legislaciones aperturistas y flexibilizadoras se convirtieron en la panacea universal y la privatización de lo público devino destino irrenunciable. La ortodoxia monetarista triunfante consagraba el libre fluir de los capitales cuya contrapartida (deseada) era el endeudamiento y la fuga.

En resumen: apertura comercial, flexibilización laboral, privatización y liberalización financiera constituían el único modo de “estar en el mundo”, de insertarse en una geopolítica planetaria unipolar, de “hacer lo que hay que hacer”. Mientras que la defensa de lo público, las políticas igualitarias e inclusivas, las reivindicaciones sociales y laborales, apenas subsistían como resabios dogmáticos, excrecencias anticuadas de una era superada, persistencias de un colectivismo vencido e impotente. Si los socialismos habían perecido, ya no había razones para los conflictos, los desacuerdos, los combates políticos. En el mundo libre de la posmodernidad neoliberal, la escisión entre Izquierda y Derecha habría perdido, definitivamente, su vigencia. Cualquier alusión a dicha dualidad se tornaba absurda, inadecuada, desatenta, desinformada.

Les debemos a los movimientos populares de Nuestra América de principios de siglo su reinvención de la política, su apuesta por la integración regional, su revalorización de las luchas sociales y su reivindicación del protagonismo plebeyo. Pero también, el haber puesto en evidencia los ribetes reaccionarios y conservadores de aquellas “liberalizaciones” asumidas como irreversibles. Al cabo de varias décadas de desamparo aprendimos (entre otras tantas “lecciones”) a llamar a la derecha por su nombre, por ese nombre hábilmente silenciado, disimulado, eludido.

De todas maneras, no podemos negar que, desde hace algunos años, esta obsesión por las máscaras y los disfraces se ha relajado. La derecha nativa ha allanado, pacientemente, el camino para exhibir su rostro más desenfadado, más desinhibido. En estos tiempos aciagos no ha hecho más que alardear de su odio y su hostilidad hacia los sectores más vulnerables (el enemigo elegido a combatir) a los que ha designado de muy variadas maneras: planeros, vagos, negros, populistas, chorros, kukas. Por otra parte, esta modalidad extrema de la violencia política se conjuga, invariablemente, con todos los lugares comunes de la ortodoxia monetarista económica. No debiera sorprendernos en absoluto que, con enorme justicia, muchos politólogos caractericen a esta coyuntura como un neoliberalismo neofascista: explosiva combinación entre extremo liberalismo económico y sádica violencia política. Sus adalides ya no se esmeran en disimular que hablan en nombre del gran capital, que reniegan de los impuestos a las grandes fortunas, que aborrecen de los controles de precios, que se proponen terminar con las indemnizaciones por despido y con todos los derechos laborales, que consideran a los salarios un costo elevado para los empresarios, que prefieren los ostentosos proyectos inmobiliarios a la construcción de viviendas populares, que creen ciegamente en la sagrada mano invisible de los mercados, que volverían a endeudarse una y mil veces más… Y, sin embargo, a pesar de este inédito sinceramiento, se resisten a asumirse “de derecha”: prefieren presentarse como liberales, libertarios o defensores de una “democracia de mercado”. El prefijo liber opera como doble comando: asocia la idea de libertad meramente con la liberación de los mercados, al mismo tiempo que disimula sus violencias clasistas y racistas.

Al menos desde la crisis del marxismo coincidente con el apogeo del neoliberalismo –tal como hemos afirmado–, las categorías de izquierda y derecha han sido subestimadas, revisadas, cuestionadas. Ya por los defensores de una pretendida “tercera vía”, ya por el liberalismo triunfante, ya por ciertas expresiones del campo nacional-popular que se negaban a reconocerse en dicha herencia europeísta de la Francia revolucionaria. Si bien admitimos como válido este último cuestionamiento, también creemos “estratégicamente” conveniente reafirmar dicha distinción. No nos parece oportuno renunciar a una oposición que en términos políticos, sociales y culturales, resulta tan clara y contundente como aún esquiva para sus partidarios. Desde siempre, los sectores populares hemos asociado a la derecha con el elitismo oligárquico, la defensa de los privilegios de clase y el odio hacia todas las expresiones del mundo plebeyo. No creemos que existan razones de peso para repensar dicha nominación en estos tiempos de furia desencajada. Precisamente por ello, les proponemos el siguiente decálogo de las más trilladas expresiones, prácticas y exigencias de sus atildados representantes:

1. La centralidad del mercado: ellos aseguran que todas las transacciones económicas deben quedar libradas al arbitrio de los mercaderes. Por consiguiente, consideran que cualquier control y/o regulación estatal contribuye a distorsionar/tergiversar/alterar la libre circulación de los capitales. Identifican al mundo con “el humor de los mercados” y a la liberalización de los flujos mercantiles como la única forma de “estar en el mundo”. Aborrecen de todo lo público en nombre de una pretendida superioridad de lo privado. Promueven la privatización, el endeudamiento, la flexibilización y precarización laborales, la rebaja de los impuestos a las patronales y el ajuste perpetuo del gasto social (es decir, del presupuesto destinado a salarios, jubilaciones, asignaciones sociales, salud, educación, obra pública, vivienda, ciencia y tecnología, etc.).

2. Primero los negocios: desde sus tempranas reuniones secretas de los años 30, y de un modo ininterrumpido hasta la actualidad, los partidarios de la ortodoxia (neo)liberal vienen batallando sin tregua contra cualquier modalidad de “intervención” estatal en sus negocios privados. Consideran que los aportes tributarios son confiscatorios, lanzan sus encendidas diatribas contra dicho sistema “socializante”, esgrimen que toda política impositiva ahuyenta las inversiones, convocan a no pagar los impuestos por considerarlos “distorsivos”. Sin embargo, cada vez que les toca dirigir los asuntos del Estado no dudan ni un minuto en valerse de toda la parafernalia institucional para favorecer, promover o facilitar sus negociados. Fue en este sentido que se orientó la reforma estatal del menemato, las privatizaciones de empresas públicas, la venta ilegal de armas, la liberalización del ingreso y egreso de capitales, las políticas “aperturistas”, el endeudamiento descontrolado con sus sucesivos megacanjes. Por esta misma senda, el primer gobierno de los CEOs de nuestra historia diseñó su política económica para enriquecer (aún más) al 1 % de los más ricos, mediante medidas tales como: la devaluación, los tarifazos, la liberación de precios, la rebaja impositiva para patrones y rentistas, el endeudamiento o el blanqueo de capitales; pero también, en virtud de la fuga, la evasión, la elusión o las guaridas fiscales. Y todo ello sin contar las maniobras fraudulentas con que dicho gobierno benefició a empresas propias o “amigas”: Shell, Autopistas del Sol, Parques Eólicos, Macair-Avianca, Iecsa, Isolux, Pampa Energía, Cablevisión, Techint, Tecpetrol, los bancos, los medios concentrados o las distribuidoras energéticas.

3. Argentina es un país de mierda: al menos cuando gobiernan sus “enemigos”, la derecha argentina se obsesiona por descalificar todos y cada uno de sus aciertos. Para ello suele apelar a ciertos clichés siempre “a la mano”: “somos un país de mierda”, “todos roban”, “estamos fuera del mundo”, “la presión tributaria es insoportable”, “con mis hijos, no”, “van por todo”, y un sinfín de etcéteras. E inmediatamente, contratacan con los ejemplos que sí deberíamos seguir –según ellos– para ser un país serio. Así, repiten como un karma que deberíamos seguir el ejemplo de Chile o el de los países del norte europeo (valga nuestra sorpresa). En el primer caso, suena comprensible ya que se trata de uno de los países más desiguales del continente, donde las jubilaciones son privadas, la universidad está arancelada y los resabios de la violencia pinochetista resultan ostensibles. En cambio, la mención de las sociedades nórdicas exhibe una ignorancia suprema ya que dichos países se hallan en las antípodas de sus aspiraciones conservadoras: allí, los controles y las regulaciones estatales resultan centrales, el gasto público tiene buena prensa, las asignaciones sociales son elevadas y variadas, la presión impositiva es altísima, y las grandes fortunas aportan más de un 50 % de sus ingresos. Huelga decir que, en las antípodas del conservadurismo ilustrado de los siglos XIX y XX, la derecha actual no cesa de cultivar la ignorancia y la sinrazón.

4. Contra la política, el Estado y los sindicatos: la retórica autoritaria y conservadora se halla atravesada por sesgos antipolíticos, antiestatalistas y antisindicales. Las siguientes expresiones, repetidas hasta el hartazgo, dan cuenta de dicha orientación: “yo no me meto en política”; “los políticos son todos chorros y conforman una casta privilegiada”; “el Estado es opresivo, nos controla, nos confisca, interfiere en nuestra libertad”; “los sindicalistas son corruptos”, “los sindicatos alimentan la vagancia”, etc., etc. Esta prédica, que ha calado muy hondo en el sentido común de nuestras sociedades, se amplifica y multiplica en momentos de crisis (de alguna forma, el “que se vayan todos” de 2001 responde a un peligroso direccionamiento del hartazgo). Ahora bien, si todos los representantes del pueblo son privilegiados, chorros y corruptos, mientras que la democracia directa asamblearia ha demostrado ser una experiencia que, aunque potente y enriquecedora, resultó efímera, ¿cuál sería nuestra alternativa de gobierno?, ¿qué sería de nuestras sociedades sin política, ni Estado ni sindicatos? La respuesta es en extremo sencilla: nos hallaríamos inmersos en una jungla gobernada directamente por las corporaciones (financieras, económicas, mediáticas) sin la mediación indispensable del juego político democrático, de las regulaciones estatales y de la defensa de nuestros derechos laborales. Si la política es sucia y corrupta solo nos queda entregarnos, atados de pies y manos, al arbitrio absoluto de buitres, banqueros, acreedores, financistas y grandes grupos económicos. Si algo añora esta verdadera “casta” hereditaria es la completa aniquilación del sufragio universal, de los sindicatos y de los controles estatales que obstaculizan sus fabulosos negocios.

5. Lawfare: desde principios de este siglo una parte considerable de Nuestra América vivió una verdadera “primavera democrática” signada por un conjunto de líderes populares que decidieron hacer justicia con las más acuciantes demandas de sus respectivos pueblos. Así, se impusieron políticas con orientación igualitaria, distributiva, democratizadora e inclusiva. En todos estos países se asistió a un descenso inédito de los índices de pobreza, indigencia y desigualdad, a una notable ampliación de derechos para las mayorías silenciadas y a una sostenida movilización popular que consolidó dichas conquistas. Como no podía ser de otro modo, los grupos dominantes que vieron amenazados sus privilegios, se encargaron de instrumentar su venganza: demonizaron a los líderes y a sus movimientos, estigmatizaron a sus seguidores, los acusaron de violentos y autoritarios, crearon una “mesa judicial”, les abrieron cientos de causas, los obligaron a exiliarse, los encarcelaron, los destituyeron mediante golpes parlamentarios, lanzaron falsas noticias, intervinieron las redes sociales, espiaron ilegalmente a propios y a extraños, judicializaron las políticas públicas (incluso aquellas que recibieron el apoyo mayoritario en el Congreso). Resultaba indispensable instalar que se trataba de políticos corruptos que habían abusado de su poder y/o traicionado a su patria. Los casos de Lula, Correa y CFK son paradigmáticos al respecto, aunque también los de Zelaya, Lugo o Dilma Rousseff. La guerra jurídica continúa y se impone más allá de los cambios en los elencos gubernamentales.

6. Identificación con el fuerte: Tal como lo han demostrado numerosas investigaciones psico-sociológicas (muy especialmente, las dirigidas por el filósofo alemán Theodor Adorno y sus colegas de Berkeley, hacia mediados del siglo pasado), uno de los tantos síndromes de la personalidad autoritaria es la identificación con el fuerte y su consecuente hostilidad hacia los débiles. Cuando se internaliza el control social opresivo, muchos sujetos se adaptan a dicho ordenamiento asumiendo, de un modo irracional, la obediencia y la subordinación a la autoridad (e identificándose con quienes se hallan en el vértice de la pirámide). Así, la estructura pulsional sadomasoquista opera, a la vez, como la condición y el resultado de dicha adaptación. Esta constitución tan particular del superyó permite que la hostilidad hacia el padre represor se convierta en amor por su autoridad. De esta manera, una parte de la agresividad resultante de las represiones y los tabúes, es absorbida y transformada en masoquismo (autocastigo, autoimposición de un sacrificio necesario), mientras que la otra parte sobrante se canaliza como violencia sádica hacia aquellos con quienes el sujeto no se identifica: los grupos débiles y marginales (que vendrían a sustituir al padre-autoridad odiado). Aquí, los estereotipos cumplen una función central ya que logran re-dirigir la energía libidinal de acuerdo con las demandas de un superyó muy estricto. No debiera extrañarnos, entonces, que muchos sectores de las clases medias (y no solo) se identifiquen con sus amos o patrones, al mismo tiempo que destilan todo su odio hacia los sectores menos favorecidos (quienes representan ese lugar al que nunca querrían llegar). Así, resulta en cierta forma comprensible (aunque nunca justificable) que muchos se hayan sentido identificados con los terratenientes agroexportadores, o con la empresa Vicentin, o con la “libertad” de Paolo Rocca para despedir decenas de trabajadores, o con los ricos “que no vienen a robar”, o con los CEOs, o con los dueños de grandes fortunas. Y también podemos entender que la contracara de dicha sumisión sea la repugnancia hacia quienes se hallan en la base (o directamente afuera) de la pirámide: los pobres, los que viven de un subsidio, los inmigrantes ilegales, etc.

7. Marketing, fascismo y posverdad: Al menos desde los años 90, la práctica política, el discurso propositivo y la discusión ideológica comenzaron a ceder frente a la denominada videopolítica: publicidad de lo privado, centralidad de la imagen, campañas diseñadas en torno del marketing y el focus group, espectacularización de la gestión pública y estetización de la política. La irrupción de las tecnologías digitales y la concentración mediática resultaron decisivas para semejante transformación que ultrajó la palabra política y el debate público para convertirlos en espectáculo, y disimuló el espesor conflictivo de las relaciones sociales, condenando por anacrónico y nostálgico cualquier reclamo y/o reivindicación sectorial. Todas las prácticas y los discursos se tiñeron de un matiz exhibicionista, obsceno, cínico (una modalidad de la ideología que superaba en efectividad al ocultamiento hipócrita de las violencias del poder). Tanto en las revistas de moda como en la TV se exhibían las mansiones de los famosos, los banquetes de las elites, las ferraris del poder, los romances del establishment, los encuentros de funcionarios con estrellas del jet set. Por consiguiente, la emergencia de un gobierno popular que venía a reivindicar la militancia y a recuperar la palabra política no hizo más que enardecer la reacción mediática de quienes solo temían perder prerrogativas. Se imponía, así, una resistente burbuja cognitiva que se retroalimentaba de miedos, virulencias, falsas noticias, estigmatizaciones, eslóganes repetidos, sadismo extremo. Un inédito deseo de no saber (novedosa peculiaridad de la ideología neofascista-neoliberal) se imponía por sobre cualquier discurso racional/argumentación rigurosa. La fórmula vacía (aunque incansablemente repetida) reemplazaba al dato, al indicador, al cotejo empírico. El hedonismo de los ricos devenía siniestro, la desinhibición sustituía a la cautela, las prácticas fascistas descreían de las máscaras democráticas, el cinismo adquiría el rostro de la posverdad. En el marco de esta confusión organizada y administrada fue posible que esta derecha conservadora, violenta y antidemocrática pudiera enarbolar estandartes que históricamente habían inspirado las luchas populares: libertad, cambio, república, democracia.

8. De odios y violencias: cada vez que debe ceder el poder político a gobiernos populares (han sido muy poco frecuentes estos casos a lo largo de nuestra historia), la derecha comienza a preparar su campaña de desestabilización. Durante los gobiernos kirchneristas, las reacciones de violencia, agresividad y descalificación del “enemigo” alcanzaron niveles asombrosos que superaron con creces a las registradas durante el primer peronismo. Apenas sintieron amenazados sus privilegios, los dueños del capital concentrado lograron que todos los dispositivos mediáticos se alinearan para constituir un monstruo temible; un demonio espantoso al que era posible aludir con la sola mención de una letra. Así, consiguieron que las políticas distributivas e inclusivas y la ampliación de derechos en beneficio de los sectores más vulnerables fueran percibidas como un ataque contra “los que progresan gracias a su esfuerzo individual”, contra quienes “no le deben nada a nadie”, contra los que “hicieron méritos suficientes como para alcanzar su posición”, etc., etc. Una vez instalada esta grieta mediática (absolutamente incompatible con los motivos de la conflictividad social), la tarea consistía en disparar contra el chivo expiatorio amenazante, corrupto y autoritario, hasta ponerlo fuera de combate. Las estrategias fueron muy diversas: agitar temores, instigar un rechazo ciego y visceral, incitar a la violencia y al escrache de funcionarios y legisladores, agredir, insultar, provocar, difamar hasta a los más tibios simpatizantes K, e incluso a los neutrales. Al mismo tiempo, lograban crear el clima propicio para manipular los casos de inseguridad callejera y, así, vomitar su persistente reclamo: “meter bala”, pena de muerte, linchamientos y reducción de la edad de imputabilidad. Claro que este cóctel explosivo no podía privarse de la cuota indispensable (en toda derecha) de racismo y odio de clase, dirigida, especialmente contra populistas, mapuches o planeros.

9. La indignación perpetua: otra de las tantas estratagemas de la derecha para debilitar o derrocar a los gobiernos populares consiste en la activación permanente de la indignación. Poco importa si dicho objetivo se logra a partir de una noticia falsa, de la tergiversación de un acontecimiento o de la exaltación hiperbólica de algún atributo capaz de generar malestar. De lo que se trata es de instaurar la sensación de que todo está mal, de que no vale la pena respetar las normativas vigentes, de que cualquier esfuerzo es inútil, de que el gobierno protege a los vagos y a los chorros. Nos basta con sintonizar (prácticamente) cualquier canal de noticias para advertir dicha obstinada producción de malestar: las vacunas no sirven, los hisopados están adulterados, nos tienen encerrados para que no salgamos a protestar, no me permiten ser libre, no nos dejan comprar dólares, somos Venezuela, nos apartamos del mundo, no tenemos crédito, etc., etc. También las “corridas cambiarias” (promovidas por un puñado de especuladores) y sus maliciosas “lecturas” mediáticas contribuyen con dicha escena apocalíptica de crisis, confusión e inminente estallido. Las pantallas se tiñen de rojo, suenan las alarmas, el ruido es ensordecedor, el fastidio no tardará en devenir violencia. En absoluta sintonía con estas operaciones de desgaste, la única propuesta de campaña de esta derecha ultraderechizada es la exhibición de un cartel que dice: ¡Basta!

10. Somos Derechos y Humanos: la derecha (en cualesquiera de sus expresiones) nunca se arrepintió ni se autocriticó por su activa participación en tiempos del genocidio planificado; incluso, continúa reivindicando lo actuado ante un “enemigo” que, por entonces, era considerado subversivo mientras que hoy se lo suele sindicar, directamente, como montonero (con el objeto, no solo de justificar el terror de Estado, sino también de trazar una línea de continuidad entre aquella juventud guerrillera de raíces peronistas y el kirchnerismo). Dicha reivindicación, sin embargo, no suele tornarse explícita mediante consignas taxativas, “claras y distintas” (salvo en algunos casos en que se afirma que “los militares se quedaron cortos”, o que “debieron haberlos matado a todos”), sino a través de una diversidad de expresiones tendientes o bien a criticar el accionar guerrillero, o bien a denostar a las organizaciones de DD.HH: “queremos una memoria completa”, “no fueron treinta mil”, “el número lo arreglaron en una mesa de negociación”, “a los familiares, lo único que les interesaba era cobrar un subsidio del Estado”, “el curro de los derechos humanos”, “son madres de guerrilleros”, “defienden el comunismo con financiamiento estatal”. Recordemos que durante el gobierno de Macri, no solo volvieron a repetirse muchas de estas fórmulas (en boca del propio expresidente y de varios de sus funcionarios), sino que también se intentó consagrar la impunidad de los asesinos (mediante el 2 x 1), se demoraron los juicios por crímenes de lesa humanidad, se habilitaron los desfiles militares con motivo de las celebraciones patrias, se inició una persecución judicial contra Hebe de Bonafini y se le negó financiamiento a las actividades sociales y culturales que venían desarrollando las organizaciones humanitarias.

Un simple recorrido por los portales de noticias, por los laberintos cloacales de las redes sociales o por los discursos y expresiones del arco opositor, resultará suficiente para comprobar la veracidad de cada una de las anteriores afirmaciones. Será muy sencillo advertir, con absoluta claridad, que la derecha les exige a los gobiernos de turno y nos propone, con excesiva vehemencia, a las víctimas de sus requerimientos, opciones como las que siguen: entregarnos a la voracidad de los mercados; anular las indemnizaciones por despido; liberar el dólar y las tarifas; acordar con el FMI “a como dé lugar”; rebajar aportes patronales; eliminar retenciones a las exportaciones; achicar el gasto público; defender a los formadores de precios y a los propietarios de grandes fortunas; estigmatizar a los que viven de la ayuda social; demonizar a políticos y sindicalistas; cultivar el odio; estimular las conductas masoquistas y sacrificiales; incentivar la hostilidad y la violencia hacia los más desamparados; amenazar con el caos; propiciar el uso de armas de fuego; alentar el asesinato por la espalda; defender incondicionalmente a la mafia judicial; negar el genocidio; desprestigiar a la ciencia y a la política; promover una burbuja emotiva y cognitiva resistente a cualquier embate de la crítica, la reflexión y la rigurosidad; indignarse, encender alarmas, hacer ruido, confundir, convencer de que nada vale la pena y de que solo los fuertes podrán guiarnos para salir del laberinto.

Frente a tamaña virulencia contra quienes habitan la base de la pirámide social, y en virtud de este colosal poderío sustentado en los dispositivos mediáticos, financieros, judiciales e institucionales (además de sus inquebrantables relaciones con la embajada norteamericana), las vías para resistir los embates de esta derecha neofascista resultan cada vez más acotadas. Cualquier alternativa que favorezca la dispersión en nombre de una pretendida pureza política no hace más que hundirnos en la impotencia. Cualquier exceso de pulcritud ideológica que solo integre a los militantes inmaculados (a las “almas bellas”) se torna imperdonable. Si lejos de intentar conectar/articular/componer las diferencias nos limitamos a celebrar su diseminación, habremos contribuido a una derrota segura. Si esta derecha criminal recupera el poder político, podría sentirse tentada a cumplir con su explícita promesa genocida (una Argentina sin kirchneristas/peronistas/populistas/zurdos). Aún estamos a tiempo de evitarlo.

Un Día como hoy

En argentina de 1983, el presidente Raúl Alfonsín creaba la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep).

Y se Celebra “El día del camionero”. El origen de esta fecha hace referencia al Primer Convenio Colectivo de Trabajo, llevado a cabo en el año 1967.

La información y los datos, alguna interpretación, que cada quién piense y decida como humanamente pueda y quiera. La realidad la hacemos todos.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack






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