Las fotos y los relatos del día.

 



De Nuevo se encienden las alarmas

Julieta Roffo, periodista desde 2008. Sus notas se publicaron en Clarín, El Universal (México), Los Andes (Mendoza) y La Agenda Revista. Editó el servicio de noticias en español de Bloomberg News. Es parte del equipo de De acá en más, la primera mañana de Urbana Play.

Escribe en “ elDiarioAr

El graph de los noticieros se tiñe de rojo y dice: "Dos mil casos más que ayer". El reporte diario que emite el Ministerio de Salud de la Nación confirma que en lasúltimas 24 horas se diagnosticaron 11.121 casos positivos deCoVid-19 en la Argentina. Dos días atrás, este lunes, se habían diagnosticado 5.337 casos positivos.En apenas 48 horas los testeos positivos crecieron 108%: se trata de más que una duplicación.

Ese incremento abrupto llega cuando la circulación de la variante Ómicron en la Argentina, que se presume aún más rápidamente transmisible que otras variantes, fue reportada como muy minoritaria en los últimos informes de secuenciación genómica.

El reporte de este miércoles da cuenta también de que en 24 horas se hicieron 67.795 testeos: el 16,4% dio positivo. Es una positividad que duplica la de apenas siete días atrás. El reporte del 16 de diciembre confirmó que 5.301 testeos resultaron positivos sobre un total de 60.675 llevados a cabo: ese día, el índice de positividad fue de 8,7%. La tasa de positividad indica la relación entre los testeos que resultan positivos sobre el total de los que se realizaron, y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), para que el control sanitario del virus sea adecuado esa tasa no debe superar el 10%.

Una positividad superior a ese 10% -tasa que en Argentina se dio en los últimos cuatro días- indica que la posibilidad de "cercar" al virus a través del aislamiento de los contactos estrechos de los casos positivos pierde efectividad. La OMS considera que una tasa que supere ese 10% implica un subregistro de la circulación del virus, y la única forma de contrarrestar el aumento de esa tasa es aumentar el número de testeos.

Este lunes, para atender la mayor demanda de hisopados, la Ciudad habilitó dos nuevos centros de testeos: uno peatonal en La Rural, al que se accede por la avenida Sarmiento, y otro vehicular en Costa Salguero. Fue para duplicar su capacidad de diagnóstico de CoVid-19. Este martes, en total, se testearon en centros porteños a casi 25.000 personas. Tan sólo un día antes habían ido a testearse 17.763 personas, un salto del 43% de la demanda en sólo 24 horas. En los últimos dos días, la espera para testearse en caso de tener síntomas en algunas de las Unidades Febriles de Urgencia (UFU) anexas a los hospitales públicos porteños podía superar las dos horas, y la espera para el hisopado este miércoles en algunos centros de testeos para personas sin síntomas fue de alrededor de media hora.

Este martes, el 35% de los testeos que se hicieron en la Argentina fueron hechos en la Ciudad, donde reside menos del 10% de la población del país. Según estadísticas de la cartera sanitaria porteña, alrededor del 35% de los testeos que se hacen en centros de la Ciudad son de personas que no viven en esa jurisdicción.

"Lo que hay que hacer cuando los casos aumentan es testear, testear y testear. Es la única manera de poder tener lo más claro posible quiénes son contactos estrechos para que se aíslen y así contener el crecimiento de casos", dijo a elDiarioAR el infectólogo Eduardo López, jefe del departamento de Medicina del Hospital "Ricardo Gutiérrez". Las estadísticas dan cuenta de que ahora mismo hay un subregistro. Y esos casos no detectados desencadenan contagios.

El panorama actual

En el mundo: 275.233.892 casos confirmados y 5.364.996 muertes. Ayer se confirmaron 541.319 casos nuevos. Ya se administraron 8.387.658.165 vacunas ( OMS ).

En Argentina: 5.415.501 casos confirmados y 116.964 muertes. Ayer se confirmaron 11.121 casos nuevos y 11 fallecimientos. Ya hay 74.049.613 vacunas aplicadas ( Ministerio de Salud de la Nación y Monitor Público de Vacunación ).

Hoy llegaron las primeras 2,6 millones de dosis de Moderna del acuerdo para 2022. Cinco provincias entraron en riesgo sanitario: Neuquén, Río Negro, Tucumán, Córdoba y CABA. Tucumán podría exigir la tercera dosis para eventos masivos. CABA confirmó que no aplicará el pase sanitario. Los eventos de más de 1.000 personas necesitan de una autorización especial en Salta. Un pueblo de Tucumán sortea $50.000 entre quienes tengan dos dosis de la vacuna. Chubut aplicará el pase sanitario desde el 1° de enero. Rosario registró la cifra más alta de contagios diarios en casi cuatro meses. 

Un estudio en Sudáfrica sugiere un 80% menos de probabilidad de hospitalización con la variante Ómicron. Alemania espera que la Ómicron sea la variante dominante en tres semanas. China confina una ciudad de 13 millones de habitantes. Austria endurece las restricciones. España reimpone barbijo obligatorio en exteriores. Reino Unido superó los 100 mil casos diarios. EEUU autorizó la primera píldora contra el COVID-19. Quito cambia la alerta epidemiológica a naranja. Chile aplicará una cuarta dosis a partir del 15 de febrero. Nigeria tuvo que destruir un millón de dosis de AstraZeneca que se vencieron. Bélgica cierra cines y teatros.

Ventana al virus: las formas que no vemos

¿Quién escribirá la novela de la pandemia?, se pregunta el autor en este ensayo en el que recorre los meses de confinamiento, espera y virus a través de una cantidad de imágenes tomadas de la literatura universal y de sus propias vivencias. Finalmente, como él mismo dice, el género humano no sobrevive en silencio; lo primero que hacemos al sortear un cataclismo es comentarlo. 

Juan Villoro, Nació en la Ciudad de México y estudió Sociología, pero se decantó por la literatura y el periodismo. Ha sido profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y profesor visitante en las universidades de Stanford, Princeton, Yale y Pompeu Fabra de Barcelona. Sus libros más recientes son Examen extraordinario. Antología de cuentos (FCE/ Almadía, 2020) y la novela La tierra de la gran promesa (Literatura Random House, Ciudad de México, 2021). Escribe en “Nueva Sociedad (NUSO)” en la edición de Noviembre/Diciembre 2021

Nunca sabremos en qué momento la palabra pasó al arte. De pronto, en torno de una fogata, se concibieron historias. Una de ellas conservó el nombre de Odisea. Su tema no ha sido superado. ¿Hay mayor angustia que la dificultad de volver a casa? Salir al mundo ayuda a entender el peso del retorno; el destino mejora con los esfuerzos para obtenerlo; por ello, en su poema «Ítaca», Constantino Cavafis pide «que el camino sea largo».

La crisis del coronavirus nos replegó a las habitaciones en las que no siempre queremos estar y adquirió la condición de una Odisea inmóvil. Sin mediación alguna, el punto de partida se transformó en punto de llegada. Estábamos donde teníamos que estar, pero eso representaba un tránsito hacia ninguna parte. Ya en el siglo xvii, Pascal había advertido que la tragedia de un hombre comienza cuando no puede estar solo en su cuarto. Nadie había hecho planes para el encierro, y no es fácil que una nación gregaria como la mexicana, donde lo importante ocurre en compañía, acepte que la ayuda consiste en ocultarse. El aislamiento, sinónimo del purgatorio, se transformó en mérito ciudadano.

Un título de Samanta Schweblin adquirió nuevo significado: Distancia de rescate. La escritora argentina se refiere a la proximidad necesaria para salvar a alguien. En la pandemia, la distancia útil fue el alejamiento. En ese ámbito, empezamos a buscar ventanas. Nos asomamos de otro modo a la calle, subimos a las azoteas y vimos el horizonte rayado por antenas de televisión. Esta actividad se complementó con otra para ganar profundidad de campo. Tiempo de pantallas encendidas. Algunos volvimos a un objeto que se abre al modo de una puerta, el libro en papel. Kafka soñaba con ser un chino que vuelve a casa. En esta variante, Ulises es un extraño que regresa a un sitio común. Si Kafka hubiera sido chino, seguramente habría imaginado a un checo que vuelve a casa. Varados en nuestro cuarto, concebimos otros cuartos. A partir de marzo de 2020, el horizonte fueron las paredes. Sin pasar por los predicamentos del rey griego, asumíamos la difícil tarea de regresar.

Leer, abrir ventanas

En 1348 Italia fue devastada por la peste negra. Testigo de la tragedia, Boccaccio señaló que el contagio había golpeado «distintas partes del Oriente, donde hizo perecer a muchísimos habitantes», y se extendió hasta llegar a Florencia, la desdichada ciudad donde él vivía:

Contra ella fracasaron todos los esfuerzos de la previsión humana; ni los oficiales encargados de sanear la ciudad, ni la prohibición de que se permitiera la entrada a ningún apestado, ni las más prudentes precauciones, así como tampoco las más humildes plegarias dirigidas todos los días a Dios por las personas piadosas, fuera en las procesiones organizadas a tal fin o de otra manera cualquiera, pudieron impedir que en los primeros días del año comenzara a hacer los mayores daños.

Boccaccio tenía entonces 35 años. Escritor autodidacta, dominaba la versificación sin ser un auténtico poeta; además, no podía compararse con las inimitables figuras de su siglo: Dante y Petrarca. La mayor parte del tiempo se le iba en conquistas amorosas. Hijo natural, fue enviado por su padre a Nápoles para que no incomodara a su madrastra. Acaso por ello, siguió la ruta de otros célebres donjuanes, buscando en un sinfín de mujeres a la que nunca conoció. Al ver cadáveres en las calles y cerdos que morían por lamer sus vendas, decidió ser fiel a su época. Repudió las rimas eruditas, tuvo urgencia de ser comprendido y acudió a la forma más alta de la expresión vulgar: la prosa. En 1353 concluyó el Decamerón.

La trama se ubica en Florencia durante la peste. Siete mujeres, que oscilan entre los 18 y los 28 años, se reúnen en la iglesia de Santa María Novella. Llevan luto por la pérdida de sus familiares. Una de ellas propone que en vez de sumirse en el dolor o en vanos placeres, recuperen el gusto por la vida en un refugio campestre. Tres jóvenes entran a la iglesia y las chicas los invitan a la más productiva tertulia de la literatura. Durante diez días los convidados cuentan cien historias sobre el triunfo del deseo. El macabro entorno es refutado por tramas de lúbrica comicidad, donde nadie se arrepiente y donde el pecado es una forma del ingenio. Frailes, marqueses, abadesas, presbíteros y mujeres casadas buscan una atrevida felicidad erótica. En una era de cuerpos enfermos, Boccaccio exalta el organismo. No le importa que una boca estornude; le importa que bese. Los personajes pertenecen a una sociedad hipócrita en la que para ser sincero hay que hacer trampa. De acuerdo con Salvador Novo, «pretenden imponer una conciencia moral fundada en la improcedencia de las inhibiciones». Hijo ilegítimo, Boccaccio quiso normalizar estigmas. Novo advirtió su «deseo latente de hacer reconocer a todo el mundo la pureza del adulterio, del que fue producto lato, e instaurar el amor libre como prueba de que su presencia en el mundo no era espuria».

En su condición de católico practicante, Boccaccio conoció a la primera de sus musas en la iglesia (también Petrarca vio a Laura ante un altar). Al concluir el Decamerón, hizo algo que sus personajes jamás harían: se arrepintió y pidió consejo al poeta admirado. Petrarca lo instó a publicar los cuentos, aunque años después diría que se trataba de «un libro juvenil, escrito en prosa para uso del pueblo». A diferencia de Dante, Boccaccio hace que el Infierno y el Paraíso estén en la tierra. Juzga que la epidemia pueda ser una maldición divina, pero revela la condición humana en ausencia de Dios. En 1348, diez personajes se reunieron en un jardín de Italia. Al mediodía buscaban la sombra para contar historias: cada palabra alargaba la vida. Esa inspirada reclusión daría otro nombre a los tiempos de la peste: Renacimiento.

Biopolítica

Cuando un Estado entra en crisis, se multiplican las metáforas bélicas, límite y derrota de la imaginación social. En 2020, varios gobiernos cedieron a la tentación de referirse al covid-19 en términos militares, recurso inútil, pues el frente era ilocalizable, el enemigo avanzaba sin ser visto y la defensa consistía en evitar el acontecimiento. Esa narrativa vacía dominaba al grueso de la población. Los sucesos pasaban en islas alejadas: los hospitales. ¿Es posible contar una «épica de la inacción»? El personal sanitario y los infectados vivían un drama concreto mientras la inmensa mayoría respiraba en puntos suspensivos.

Los gobiernos normalizan el estado de excepción apelando al bien común. El filósofo Paul B. Preciado distinguió dos métodos de combate a la epidemia: el aislamiento físico (Francia, Italia, España) y las pruebas para distinguir contagiados (Corea del Sur, Taiwán, Singapur). Ambas estrategias obligaban a recordar el término de «biopolítica» usado por Michel Foucault para señalar que el objetivo último del poder es el cuerpo. La moderna supervisión biopolítica anuncia la llegada de ciudadanos inmateriales, progresivamente desprovistos de la capacidad de elegir e interactuar con los demás. De acuerdo con Preciado, en la pandemia, el ciudadano

no intercambia bienes físicos ni toca monedas, paga con tarjeta de crédito. No tiene labios, no tiene lengua. No habla en directo, deja un mensaje de voz. No se reúne ni se colectiviza. Es radicalmente individuo. No tiene rostro, tiene máscara. Su cuerpo orgánico se oculta para poder existir tras una serie indefinida de mediaciones semio-técnicas, una serie de prótesis cibernéticas que le sirven de máscara: la máscara de la dirección de correo electrónico, la máscara de la cuenta Facebook, la máscara de Instagram. No es un agente físico, sino un consumidor digital, un teleproductor, es un código, un píxel, una cuenta bancaria, una puerta con un nombre, un domicilio al que Amazon puede enviar sus pedidos.

Toda epidemia describe el país donde ocurre. En México la principal peste es el hambre. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), cuatro de cada diez mexicanos viven en la pobreza. Para ellos, las posibilidades de morir por no salir a la calle superan a las de sobrevivir por quedarse en casa. Además, nuestro espacio doméstico es una zona de alto riesgo. En The Washington Post, Laura Castellanos abordó la «dimensión oculta» de la pandemia. Del 28 de febrero al 13 de abril de 2020, cien mujeres murieron por coronavirus y 367 por violencia de género; hubo 40.910 llamadas de emergencia al número 911 (la mayor cantidad desde 2016), y se abrieron 33.645 carpetas de investigación: 23,3 denuncias por hora. Un problema estructural se agudizó con el encierro. Por otra parte, también aumentó la disposición a denunciar. El imprescindible hashtag #QuédateEnCasa parecía reclamar otro igualmente urgente: #¿ConQuién?

El coronavirus mostró un mundo interconectado pero desunido. Preciado señala que «comunidad» comparte una partícula etimológica con «inmunidad»: munus, tributo. La comunidad comparte los tributos; la inmunidad prescinde de ellos. El cuerpo social solo será inmune en comunidad. La paradoja del otro: nuestra salud depende de aliviar su malestar. La biopolítica responde, en última instancia, a un criterio económico. En 2021, la vacunación nos convirtió en portadores de marcas. Del mismo modo en que Coca-Cola se vende en una cadena de cines y Pepsi en otra, Pfizer permite circular por ciertos países y Sputnik por otros. Recibí la primera vacuna y mi esposa la segunda. El mundo nos ofrecía rutas diferentes. Mientras el cuerpo se mercantiliza, los gobiernos anuncian recortes a la cultura en nombre de la economía. Y, sin embargo, el tedio del encierro confirmó que la cultura es un remedio ancestral: desde hace siglos, el esfuerzo de lavar la ropa se supera cantando.

Churchill aseguraba que Gran Bretaña ganó la guerra por no cerrar los teatros. Un pueblo que representa Hamlet durante los bombardeos no puede ser vencido. La contradictoria y carismática figura del legendario bulldog inglés no dejará de inspirar películas y series de televisión. Su afición a la pintura y la literatura fue vista como una extravagancia similar a su ingesta de puros y whisky, y tuvo repercusiones imprevistas (el nombre de la banda de jazz-rock Blood Sweat and Tears [Sangre, Sudor y Lágrimas] surgió del más inflamado de sus discursos y la Academia sueca perfeccionó su lista de errores al concederle el Premio Nobel de Literatura). Más allá de las circunstancias de su vida, conviene rescatar una de sus convicciones: la política carece de sentido al margen del arte. En una carta al ministro de Cultura de España, el director de teatro Lluís Pasqual recordó una frase de Churchill: «Si sacrificamos nuestra cultura… ¿alguien me puede explicar para qué hacemos la guerra?».

En tiempos en que nadie es capaz de una tribuna parlamentaria con el ánimo de Churchill, por no decir con su retórica, el confinamiento se superó con la imaginación ciudadana. Para salir del presidio mental, se compartieron tuits, poemas, canciones, llamadas telefónicas, sesiones en Zoom, sueños y series de televisión. Los artistas regalaron en línea obras de teatro, películas, libros, conciertos. La especie resistió gracias a formas de representación de la realidad eliminadas de los presupuestos públicos como una parte prescindible de la realidad.

En un capítulo de Los hermanos Karamázov, «El gran inquisidor», Dostoyevski reflexiona sobre el eterno dilema de las prioridades humanas. Iván, el hermano intelectual, cuenta una parábola a Aliosha, el hermano religioso. En el siglo xvi, un viejo inquisidor sevillano encuentra a Cristo y lo arresta porque su regreso pone en entredicho a una Iglesia que se ha apartado de su prédica. El anciano explica al mesías el peor de sus errores. Cuando oyó la voz de Dios en el desierto, pudo haber pedido cualquier cosa. El Padre Eterno le ofreció pan para alimentar a la humanidad entera; eso le hubiera conferido un poder incontestable. La respuesta de Jesús fue desconcertante: «No solo de pan vive el hombre». ¿A qué se refería? Rehusó ser el proveedor de la gente, su autoridad asistencial, y promovió la libertad aun a riesgo de que se usara en su contra. Ya en la cruz, no pidió un milagro para subir al cielo escoltado por los ángeles. La fe no puede ser impuesta con un truco; debe ser atributo del albedrío.

Los milagros y el reparto del pan son coacciones. Iván presenta la historia como un fracaso del cristianismo (un sacrificio inútil en nombre de la decisión individual); Aliosha lo entiende como un triunfo de la fe sin ataduras. Entre ambos, media otra figura: Dostoyevski sugiere que el pan y la libertad son inseparables. Imaginar que el trigo puede ser horneado y compartirlo son actos culturales. Ponerle precio es otra cosa. En 1929, escribió Federico García Lorca: «No solo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos claman a gritos». La mitad de nuestra existencia es imaginaria: el pan sabe mejor en libertad.

La civilización comenzó en torno de una fogata. Los gobiernos olvidan que eso sirvió para tres cosas imprescindibles: calentar las manos, preparar comida y contar historias.

La espera

El problema de disponer de mucho tiempo es que no llega el momento de aprovecharlo. Antes de la pandemia, buscábamos ratos que importaban por contraste, arrebatados a la tiranía del horario. El confinamiento cambió las nociones de descanso y día hábil. Siempre estábamos ahí. El trabajo a distancia nos volvió personas disponibles.

Los presos conocen este drama. En su espléndida antología de textos de Ricardo Garibay, Josefina Estrada incluye la crónica «Cárcel». Después del movimiento estudiantil de 1968, el escritor visita a presos políticos en el «Palacio Negro» de Lecumberri que soportan la reclusión con estoicismo y han convertido sus celdas en cubículos de trabajo. Garibay no conocía a Heberto Castillo, pero sintió que continuaban un diálogo de viejos amigos. Dueño de una sonrisa «fácil», «impensada», el anfitrión había renunciado a sus brillantes desempeños como ingeniero y maestro universitario, y se disponía a fundar un nuevo partido político, deseoso de complicarse la vida. Ante esta figura de entusiasmo crónico, Garibay hizo la pregunta decisiva: «¿Qué es lo peor, ingeniero?». El anfitrión dio una cátedra sobre la ingeniería del tiempo:

Lo peor es la relación entre trabajo y tiempo. Se rompe, ¿comprende? Me explico: «afuera» uno se hace de un método, horas diarias, precisas, donde se va acumulando el material, el trabajo: libros, notas, clases, viajes, investigaciones; el tiempo sirve para eso. Aquí el tiempo sirve para esperar, esperar una audiencia determinada, una visita, una noticia, un rumor, una sentencia: eso da y quita sentido al tiempo de la cárcel, porque la espera paraliza, anula los métodos, corrompe los programas. Hay que luchar con todas las fuerzas, vivir como si no se esperara, y no siempre se puede.

Las palabras de Heberto Castillo resumen el predicamento de vivir entre paréntesis, aguardando una noticia, un rumor que acabe con la pausa. Martín Caparrós escribió con ironía que la tierra volvió a ser plana: solo la vemos en la pantalla. También recordó la renovada pertinencia de la dedicatoria de Zama, novela de Antonio di Benedetto: «A las víctimas de la espera». Fiel a su estética, ese libro aguardó a sus lectores durante años. La historia se ubica en el siglo xviii. Un funcionario de la Corona española es enviado a una lejana frontera rural y anhela ser trasladado a Buenos Aires. No hace otra cosa que esperar: «Me pregunté, no por qué vivía, sino por qué había vivido. Supuse que por la espera, y quise saber si aún esperaba algo. Me pareció que sí. Siempre se espera más».

En 1956, cuando apareció la novela, el destino de Diego de Zama fue visto como el de un existencialista del siglo xviii. Condenado a la posposición, no tiene recompensa cierta, pero mantiene el resistente ejercicio de aguardar. Su desilusionada entereza no es la de un desencantado, sino la de alguien que persiste.

La historia cultural de la paciencia tiene antecedentes que dependen más de la lectura que de la escritura. Quien se adentra en un libro es, necesariamente, un esperanzado. El infinito acervo de la Biblia ofrece anécdotas que los exégetas convierten en parábolas. Erri De Luca, poeta italiano, activista ecológico, montañista y traductor del hebreo, ha dedicado un hermoso libro a un pasaje del Génesis: Vita di Noè/Nòah. Sus reflexiones aprovechan los recursos detectivescos de las etimologías, comenzando por el nombre del protagonista, Nòah, que en hebreo antiguo remite al verbo «reposar». Horrorizado ante la violencia y la corrupción de los seres humanos, Dios no solo elige a un hombre justo para reiniciar la especie humana, sino a alguien que sabe esperar. Las cosmogonías ofrecen estadísticas desaforadas. De acuerdo con el relato bíblico, Noé vive 950 años. Se podría decir que a alguien de tan garantizada longevidad no le queda más remedio que ser paciente, pero no hay que minimizar las pruebas que enfrentó.

El diluvio es el arrepentimiento de Yahvé ante su creación inicial. Noé recibe instrucciones precisas para construir la embarcación (sin popa, con tres pisos, etc.). De Luca destaca un detalle esencial: la nave carece de timón, «está hecha para flotar, no para navegar». A bordo, no hay mayor recurso náutico que la fe.

El marino accidental se embarca con su esposa, sus tres hijos y sus parejas, y con ejemplares macho y hembra de todos los animales. Durante 40 días y 40 noches llueve sin cesar. Durante esa cuarentena primordial los demás seres vivos son aniquilados. Después del diluvio, el viento sopla de otro modo. Durante 150 días las aguas bajan de nivel. Al mes décimo, las cumbres de los montes vuelven a ser vistas. Pasan otros 40 días y Noé suelta un cuervo que revolotea en torno del barco. Siete días después suelta una paloma que no encuentra dónde posarse y regresa al navío. Noé se comporta como un relojero místico: no conduce la nave, mide el paso de los días. «Se atiene al intervalo temporal de la creación; sabe que está ante el segundo nacimiento del mundo», escribe De Luca.

Noé aguarda otra semana para volver a enviar la paloma, que ahora regresa con una rama de olivo, señal de que la tierra está cerca. Todo parece resuelto, pero el protagonista decide esperar una semana más. Esos últimos siete días confirman su naturaleza. El poeta italiano Paolo Vachino observa que vuelve a la vida «no a través del excitado desenfreno de la supervivencia, sino con la serenidad del hombre en cuyo nombre está inscrito el reposo».

Ya en tierra, Noé sigue atento a la cronología: planta una viña, reloj vegetal. La siembra, la cosecha, la fermentación y el añejamiento son los nuevos plazos de su espera. Hace vino para beber el tiempo. Hombre al fin, se emborracha y sus hijos lo encuentran desnudo. Antes de salir de escena maldice a los herederos de su estirpe. Noé aceptó la difícil espera que le fue impuesta. Lo más importante fue que se asignó a sí mismo una semana adicional para aquilatar la nueva vida desde el reposo: «deja que el mundo respire siete días más, ahorrándole la presencia de las mujeres y los hombres», comenta Vachino. Años después, en su viñedo, descubrirá la maravilla y el peligro de ser dueño del tiempo.En el siglo xviii, Lichtenberg consideró, con irrenunciable optimismo, que toda felicidad comienza con su anticipación (esperarla es parte de la dicha) y en el xx, los personajes de Beckett entendieron en Esperando a Godot que la existencia es una broma donde se aguarda lo que no llega. La pandemia obligó a repasar los contradictorios trabajos de Cronos. El virus no podía ser visto, carecía de lugar, pero marcaba el tiempo. Las ventanas, las páginas y las pantallas perdieron su condición de sitios y se convirtieron en transcursos, alternos devenires, hechos de otros minutos, otras horas.

El trompetista

En marzo de 2020, el cielo provocó declaraciones de un enclave tecnológico que a menudo se consulta con fines esotéricos: la nasa. Para paliar el encierro, la gente salía al balcón con deseos de amplitud. Sin embargo, el pacífico afán de ver nubes deparó una sorpresa. Allá arriba sonaba una trompeta. Como no estábamos para bromas, el ruido parecía anunciar el fin del mundo.

La educación católica ofrece un condensado de malas noticias. Entre las truculencias de esa pedagogía, destacan el Apocalipsis y los siete ángeles trompetistas que prometen calamidades. Ante el rumor en las alturas, numerosas personas consultaron inútilmente al Vaticano y tuvieron que pedir una segunda opinión a la nasa. La institución aeronáutica explicó que el ruido no se debía a seres sobrenaturales. El cielo confirmaba lo que siempre ha sido: un instrumento de viento. El aire caliente había chocado con el frío, produciendo un «cielomoto», lo cual sucede con frecuencia pero es opacado por los motores que vibran en las ciudades. Gracias al silencio, nos acordamos de los ángeles.

El invento de la trompeta se remonta al año 1500 a.C. y se atribuye a un faraón cuyo nombre anticipaba cómo debía sonar: Tut. Durante milenios, sirvió para hacer llamadas de larga distancia. Sus notas limitadas y su timbre poderoso se prestaban para dar órdenes inconfundibles. Ningún otro instrumento ha sido tan informativo.

En las bandas de guerra, el corneta toca música, pero su principal misión es impartir instrucciones para despertar a la tropa, izar una bandera o lanzar una carga de caballería. En el elenco bíblico, el arcángel Gabriel ocupa un cargo semejante, sirviéndose de su trompeta para despertar almas dormidas. Desde que los siete sacerdotes elegidos por Josué soplaron cuernos de carnero para derribar las murallas de Jericó, se espera que las trompetas produzcan sacudidas. Algunas ocurrieron en el jazz gracias a Louis Armstrong, Miles Davis y otros virtuosos que reventaron sus labios en favor de los pulmones. Igor Stravinski y Olivier Messiaen compusieron para la trompeta y mi generación se emocionó con las fanfarrias de Carlos Jiménez Mabarak que anunciaban la entrega de medallas en la Olimpiada de México 68. Aun así, el trompetista goza de rara reputación. Dispone de una herramienta que ha liberado tribus, ganado batallas y prometido el cielo, y al mismo tiempo carece de la sofisticada aura del clarinetista. García Márquez escribió la crónica de un muchacho que se atrevió a decirles a sus padres que deseaba ganarse la vida soplando: «Ahora nacía un descastado. Una especie de Caín parroquial que pretendía deshonrar los ídolos familiares con el estridente cobre de una trompeta».

México encontró el modo de emplear trompetas en el mariachi, que empezó como música de cuerdas y luego se convirtió en el estruendo que altera cualquier reunión. Su repertorio incluye «El niño perdido», pieza en la que el trompetista debe alejarse de sus compañeros. Corre el rumor de que algunos músicos no vuelven al grupo y vagan por las ciudades como arcángeles fugados. Uno de ellos llegó a mi calle. En dos años, sus notas destempladas no han dejado de sonar. Una y otra vez, toca «Historia de un amor». Mientras la epidemia se cierne sobre México la melodía dice: «Ya no estás más a mi lado, corazón / En el alma solo tengo soledad…». Es la historia de un amor como no habrá otro igual. «Ay que vida tan oscura / Sin tu amor no viviré», clama la trompeta, que se inventó en el Egipto de las plagas y se afianzó en un país donde la supervivencia depende del corazón.

La mermelada del profeta

Así como la metafísica no tiene sentido sin la física, los perfumes incluyen ingredientes apestosos. El inasible Miguel de Nostradamus nació en 1503, en Provenza. Un acontecimiento definió su sino: la peste. Ante un mago de tal calibre hay más conjeturas que certezas. Alberto Savinio procuró interpretarlo sin acudir al ocultismo. Hermano de Giorgio de Chirico, Savinio fue escritor, músico, comediógrafo y pintor. Artista minoritario, casi secreto, apreciaba la erudición de los iniciados. No es casual que se interesara en el «Doctor Nuestraseñora».Nacido en el seno de una familia de ascendencia judía e italiana, Nostradamus se aficionó desde niño a las preguntas sin respuesta. En su juventud practicó la astrología y la astronomía, entonces inseparables. Concibió ideas sobre la redondez de la Tierra hasta que su padre le advirtió que eso podía llevarlo a la hoguera. Aceptó que la Tierra era plana y profesó la fe católica. Estudió Medicina en Montpellier, donde los estudiantes podían desalojar a los vecinos ruidosos que impedían leer. En las clases de Anatomía conoció una superficie más interesante que el cielo: la piel de las mujeres. Casto hasta el prejuicio, idealizó la epidermis femenina y preparó sublimados para protegerla. «La iridiscente gama de los maquillajes nace de sus manos», escribe Savinio: «como un arco iris capturado y puesto al servicio de la cosmética. Su cráneo es el lecho del Instituto de Belleza. ¿Qué sería de Elizabeth Arden, de Helena Rubinstein, del mismísimo gran Antoine, sin las enseñanzas de Miguel de Nostradamus?».

Su habilidad para la farmacopea lo llevó a confeccionar mermeladas y gelatinas para que la fragancia de los frutos tonificara el cuerpo. El gran cambio llegó con un flagelo que era representado como una «bestia selvática», una criatura con alas de murciélago que sostenía una antorcha de la que salía humo amarillo. La peste se había apoderado de Europa. No se trataba de un nuevo adversario; entre el año 1000 y 1400 se habían registrado 32 epidemias de ese tipo. Nostradamus se interesó tanto en el mal que decidió seguirlo a las ciudades donde actuaba con cruel capricho. Quienes no morían eran víctimas de otro virus: el frenesí erótico. Los médicos usaban la «escafandra de la peste», con lentes protectores y esponjas en la nariz. Además masticaban ajo. Autor de un Tratado de los afeites, Nostradamus concibió otro remedio, una receta aromática con clavel, aloe, cañas doradas y rosas recogidas antes del rocío. De acuerdo con la leyenda, quienes tomaron ese específico sobrevivieron al mal. La fama del doctor aumentó en forma desmedida. Fue agasajado en banquetes hasta que conoció la más paralizante de las amenazas: la Felicidad, encarnada en una mujer que respondía a sus sueños de cosmetólogo. El misántropo que hacía el bien se encontró ante la posibilidad de disfrutar la vida sin tener que solucionarla. Había ayudado a erradicar la peste, tenía celebridad, amor y fortuna. Pronto llegarían dos hijos hermosos. ¿Qué hace alguien que lo tiene todo pero no deja de pensar? La parte diurna del doctor cedió espacio a su parte nocturna. El taller de las compotas se convirtió en el santuario de un mago.

Abrumado por la dicha, comenzó a tener «crisis de clarividencia». Vio a un joven fraile en la calle y se arrodilló, llamándolo «Santidad». Tiempo después, ese religioso sería Sixto v. A partir de entonces, se convirtió en profeta. Su mujer y sus hijos murieron sin que él pudiera hacer nada al respecto. «¿Era para este resultado, oh Felicidad, para lo que insististe tanto en ofrecerle tus gracias?», se pregunta Savinio. Nostradamus dejó numerosas profecías para el futuro, la mayoría terribles, ninguna tan enigmática como su vida. Antes de la peste, ofrecía ungüentos, remedios y sabores; sorteó con entereza la epidemia, pero no pudo con el adversario secreto de una mente inquieta: la Felicidad. Rebelde ante la enfermedad, fue vencido por la plenitud. Una enseñanza amarga, digna del contradictorio profeta que preparaba mermeladas.

La novela del virus

Después de dos años de pandemia una pregunta se reitera: ¿quién escribirá la novela de esta época? El género humano no sobrevive en silencio; lo primero que hacemos al sortear un cataclismo es comentarlo. La pregunta sobre la novela del virus se plantea como una urgencia. Todas las épocas tienen ansiedad de presente y piden testimonios. Sin embargo, los testigos más singulares suelen estar en los márgenes, registran los hechos con la distancia de quienes los ven en forma única y tardan en dar respuesta. Lo más importante en la vida de un escritor ocurre antes de los 12 años. La infancia es el laboratorio de la escritura. Los novelistas de la pandemia serán quienes dejaron de ver a sus amigos y recibieron lecciones en una pantalla. Desconocemos sus sentimientos y seguramente ellos no han podido formularlos. Pero los largos meses de vida negada, sin respirar el olor del pasto, sin sentir en los dedos la pegajosa sorpresa de un dulce desconocido, sin padecer la angustia del escarnio o la repentina complicidad de una mirada en el salón de clases, ya gravitan en quienes contarán el porvenir. Por suerte, para todo hay un ejemplo histórico. En 1665, Londres sucumbió a la peste. La mejor crónica de ese tiempo sería escrita por alguien que entonces tenía cinco años. No fue mucho lo que pudo recordar, pero algunas cosas se le grabaron con la retentiva que solo ocurre en la infancia, cuando todas las oportunidades son únicas. El nombre del testigo era Daniel Defoe, y su principal desafío, conseguir golosinas. No es casual que atesorara un detalle en la tienda donde le compraban caramelos: en el mostrador, las monedas se desinfectaban con vinagre. El olfato es un poderoso auxiliar de la memoria. A partir de entonces, todas las ensaladas harían que Defoe recordara el año de la peste.

Denle a un genio de cinco años una moneda que huele a vinagre; denle una vida desesperada y suficiente tiempo y surgirá una obra maestra. En 1722 Daniel Defoe publicó Diario del año de la peste. A mediados de 2021, las monedas comenzaron a escasear en Estados Unidos porque la gente dejó de usarlas para prevenir contagios. Ahora contamos con el gel antibacterial que no existía en tiempos de Defoe, pero también con transacciones digitales que evitan todo contacto. ¿Qué recuerdos traerán esas monedas fugitivas? Los mejores temas literarios suelen venir de una pérdida. La gran novela de la pandemia será escrita por una niña o un niño capaz de recordar lo que ahora le hace falta, alguien que hoy no entiende nada, está harto, dispone de sensaciones que no sabe acomodar. Esas carencias alimentarán los días futuros en que superará todo lo que se dijo en el lejano año de 2021.

La corrupción de guante blanco

Tribunal francés confirma condena contra el banco suizo UBS

Por Sergio Ferrari, desde Berna, Suiza.

El Norte desarrollado no se cansa de repetir que la corrupción es el problema principal que frena el crecimiento del Sur. Sin embargo, son exponentes del gran capital financiero mundial con sede en Europa o Estados Unidos, los que, a menudo, deben sentarse en el banquillo de los acusados. Es entonces cuando esa construcción retórica cae como castillo de naipes ante la evidencia irrefutable: la corrupción y la impunidad son cimientos de un sistema hegemónico mundial y no de un continente determinado

Un Tribunal de Apelación francés acaba de ratificar la condena contra el banco suizo UBS (Unión de Bancos Suizos), por haber incitado activamente a miles de inversores franceses a abrir cuentas en la Confederación Helvética para evadir el pago de impuestos en su país de origen. Según el veredicto del pasado 13 de diciembre, esta gigante corporación financiera con sede en Zúrich incitó sistemáticamente, entre 2004 y 2012, a clientes galos a esconder su dinero en Suiza.

El fallo obliga al banco helvético más grande del país y uno de los más poderosos del mundo — con unas 300 sucursales en 50 países– a pagar una multa de 1.800 millones de euros. La cifra más imponente para este tipo de condena, a pesar de que la misma representa menos de la mitad de los 4.500 millones que un tribunal francés en primera instancia le impuso inicialmente. Junto con la multa inicial, cinco de los seis dirigentes del banco que fueron acusados por los hechos recibieron penas de prisión en suspenso de seis a 18 meses, y multas de 50.000 a 300.000 euros.

 Según la primera sentencia del Tribunal de Gran Instancia de París, en febrero de 2019 y en conformidad con el pedido de la Fiscalía Financiera nacional, la condena se elevaba a 3.700 millones de euros a pagar a la administración de impuestos, así como otros 800.000, pagaderos al Estado francés en concepto de daños civiles.

El banco apeló esa condena, con el argumento de que la misma estaba viciada de “motivaciones políticas”. Esta segunda semana de diciembre, el Tribunal de Apelación fundamentó su decisión de reducir la multa considerando como referencia la cantidad de los impuestos evadidos y no la cifra total de activos del UBS.

El banco suizo, que se ubica en el top 30 de los mayores bancos del mundo — y a la cabeza de los denominados *bancos privados* que se dedican a la gestión de fortunas–, sufrió así una nueva cachetada legal, aunque la sacó barata en términos contables

El proceso jurídico

El juicio comenzó en octubre de 2018 como resultado de una larga investigación de siete años, la cual dio legitimidad a los testimonios de ex empleados franceses de la gran banca suiza que denunciaron los hechos. Se la acusó formalmente de haber instalado un sistema de evasión fiscal masivo. En términos legales, se caratuló «captación bancaria ilegal» y «blanqueo agravado de los ingresos procedentes del fraude fiscal».  Según la Unidad Nacional francesa de delitos financieros, de esta manera se ocultaron al fisco francés por lo menos 9.760 millones de euros (casi 11.000 millones de dólares). Para esconder los movimientos de capitales ilícitos entre los dos países, el banco suizo habría implementado una doble contabilidad.

Diversas fuentes informativas recuerdan que el día que se inició el proceso, Bradley Birkenfeld, un ex banquero estadounidense ligado en un momento a la UBS, repartía gratuitamente afuera de la sala del tribunal, ejemplares de su libro «Lucifer’s Banker». (El Banquero de Lucifer). Birkenfeld denunció un gigantesco fraude del banco suizo entre 2002 y 2007 con el objetivo de ayudar a unos 20.000 clientes a ocultar del fisco estadounidense miles de millones de dólares. Práctica ilegal que le significó al banco una multa de 780 millones de dólares. Por hechos semejantes, UBS había sido condenado en Alemania, en 2014, a pagar una multa de 300 millones de euros.

Años más tarde, según la Agencia Francesa de Prensa (AFP), las autoridades alemanas entregaron a sus pares francesas documentos que probaban que unos 38.000 clientes galos habían depositado fondos en este mismo banco. El monto de las operaciones habría representado unos 12.000 millones de euros (más de 13.000 millones de dólares).

Comentando sobre los argumentos de dicha acusación, la Radio Francia Internacional informó en octubre de 2018 que UBS habría ofrecido «servicios, procesos o dispositivos destinados a disimular, invertir o convertir deliberadamente fondos no declarados», vía «sociedades offshore, monopolios o fundaciones». El banco identificaba su potencial clientela en recepciones, cacerías, o acontecimientos deportivos de alta sociedad, como partidos de golf.

 Los portavoces de la institución bancaria, desde un primer momento, negaron los cargos, y alegaron que la UBS siempre actuó en conformidad con la ley suiza. Y que no podía saber si sus clientes estaban en regla con el fisco de sus respectivos países.

Escándalo tras escándalo

Apenas una semana antes de la condena del tribunal de apelaciones francés, el 13 de diciembre, Unión de Bancos Suizos quedó involucrado en otro escándalo público. En este caso, destapado por la investigación Congo Hold-up en la que participaron diversos medios internacionales de prensa, así como Organizaciones No Gubernamentales, entre ellas la suiza Public Eye.

Según el cotidiano helvético Le Temps, UBS habría recibido sumas sospechosas de dinero utilizadas para comprar maquinaria agrícola para las tierras de Joseph Kabila, ex presidente de la República Democrática del Congo (RDC), quien detentó el poder entre 2001 y 2019. De acuerdo con esta fuente, Kabila habría malversado al menos 138 millones de dólares durante los últimos años de su gestión.

El banco suizo no verificó el origen de los fondos utilizados para comprar dicha maquinaria. El contrato sospechoso representaba unos 7 millones de dólares, suma que, supuestamente, se transfirió el 25 de septiembre de 2012 a una cuenta del banco UBS en Zúrich. El motivo de la transacción — «compra de equipo agrícola»–parece inofensivo. Pero, según Public Eye, el origen de los fondos, –la RDC tiene una mala reputación entre los países más corruptos del mundo–, así como el beneficiario de la transacción, deberían haber alertado al banco.

Según la red investigativa Congo Hold-up, dicho monto se acreditó luego a una empresa domiciliada en el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes Británicas, propiedad del empresario belga Philippe de Moerloose, un estrecho colaborador del ex presidente Joseph Kabila. Es de conocimiento público que las empresas belgas obtuvieron contratos por más de 742 millones de dólares durante la presidencia de Kabila. A fines de noviembre pasado, Public Eye ya había señalado a UBS por haber recibido, también de la RDC, unos 12 millones de dólares, a través de su filial de Ginebra, en beneficio del empresario belga.

Philippe de Moerloose niega estar en la lista de Personas Políticamente Expuestas (PEP), es decir, aquellos que debido a su posición política de prominencia e influencia son más susceptibles de participar en alguna forma de corrupción a gran escala.  Pero su estrecha relación con el clan Kabila debería haber alertado al UBS, especialmente porque el empresario belga no tiene actividades conocidas en Suiza. De acuerdo con la normativa contra el blanqueo de capitales, no está prohibido hacer negocios con las PEP, pero se requiere una precaución adicional en cuanto al origen de los fondos. Por otra parte, debe comunicarse a las autoridades los movimientos financieros sospechosos en los que estén implicadas estas personalidades. De ser necesario, los fondos podrían ser bloqueados.

En el caso congoleño, los aproximadamente 7 millones de dólares utilizados para comprar tractores procedían de Grands Elevages du Congo (GEL), una empresa que pasó a manos de la familia Kabila poco después de la supuesta transferencia a la cuenta de UBS. A la pregunta de Public Eye al respecto, Philippe de Moerloose respondió que GEL era un «cliente histórico de [su] grupo», pero dijo desconocer si la familia del ex presidente ahora controlaba o no dicha empresa.

El 24 de noviembre, tras las primeras revelaciones de Congo Hold-up, la justicia congoleña anunció la apertura de un proceso judicial.

En la mala, el Estado salvador

La condena reciente de los tribunales franceses contra Unión de Bancos Suizos constituye un nuevo golpe a la credibilidad de estos mastodontes de las finanzas internacionales. Paradójicamente, aun si UBS pagara la multa de 1.800 millones de euros, este monto representa menos del 20% del supuesto beneficio total que el primer banco suizo — y primer banco mundial en cuanto a gestión de fortunas–, obtuvo gracias al monumental blanqueo masivo por el que fue condenado.

Un affaire escandaloso que no fue ni el primero, ni será, posiblemente, el último. En Suiza, donde los bancos son señores y amos, el capital financiero juega un rol esencial. Y la identificación nacional con sus entidades financieras parece estar en los propios genes helvéticos.

En octubre de 2008, en el peor momento de la anterior crisis financiera mundial, resultado del colapso de la burbuja inmobiliaria estadounidense (la crisis de las hipotecas subprime) UBS y Credit Suisse, segundo banco del país, protagonizaron su propia bancarrota. Víctimas de su estrategia de alto riesgo en el mercado estadounidense, ambas instituciones parecían destinadas a una muerte irreversible.

Sin embargo, y sin consulta parlamentaria previa, el 16 de octubre de ese mismo año, el Gobierno suizo y el Banco Nacional Suizo anunciaron un plan para salvar a UBS del naufragio: el Estado destinó 6.000 millones de francos — unos 6.600 millones de dólares — para restablecer los fondos del propio banco y el Banco Central aprobó 54.000 millones de dólares para que pudiera transferir los títulos ilíquidos (es decir caídos en desgracia) a un fondo especial a la espera de tiempos mejores para poder revenderlos.

Esos escándalos bancarios que protagonizan en el plano internacional y de los cuales parecieran salir siempre bien parados, no mellan, sin embargo, la férrea institucionalidad de UBS y sus pares helvéticos, como Credit Suisse.

Estas corporaciones arriesgan porque se sienten fuertes y protegidas, casi impunes. Son parte del gran engranaje del poder cotidiano suizo, europeo y mundial. Y saben que, cuando las papas queman, podrán contar con el Estado, el cual movilizará los fondos necesarios — provenientes de los impuestos que contribuyen sus propios ciudadanos– para poner cuantas cataplasmas hagan falta para calmar las molestias causadas por sus fraudulentas, ilegales o especulativas inversiones privadas. ( PrensaEcuménica (PE) )

Nada mas que buenas Noticias

The Oregonian lanza un periódico enfocado en noticias más positivas y de interés humano

El cansancio de muchos lectores con el importante volumen de noticias negativas que pueblan a diario los periódicos, unas veces de manera justificada, y otras por una inercia de considerar que lo negativo capta mucho más el interés de los usuarios, unido al impacto que genera una dura realidad como la de la pandemia, ha llevado a algunos editores a experimentar con secciones específicas de noticias positivas.

Otros han creado newsletters con temas inspiracionales, pero hasta ahora no había noticias de un medio de comunicación que trate de abordar el día a día poniendo foco en las noticias positivas, y menos con una potente empresa editora detrás.

Es lo que acaba de hacer The Oregonian Media Group, editora de The Oregonian, un periódico con casi 175 años de historia y de los más destacados de Oregon, que ha lanzado Here is Oregon, un periódico digital que prima las noticias positivas o, al menos, no abusa de las negativas como forma de atraer a los lectores.

Según recoge el semanario Willamette Week, (fundado en 1974 y primero en conseguir un Pulitzer por un reportaje online), desde hace unas semanas Here is Oregon, publicado en un sitio web independiente al de The Oregonian (que opera en el dominio OregonLive.com) y con trabajos desarrollados desde la edición impresa de The Oregonian, está proporcionando a los lectores de Oregon “una versión de la realidad libre de muertes violentas y disputas políticas. Los lectores llegan a un sitio web libre de la pandemia, tiroteos e historias sobre personas sin hogar”.

Se trata -indican desde el semanal- de una ruptura dramática con el retrato terrible, y generalmente exacto, de la ciudad que The Oregonian presenta regularmente a los lectores”.

La gente quiere un descanso de la fatalidad y la tristeza”.

Ha dado en el blanco, tanto si la gente lo reconoce o no como algo diferente al contenido tradicional de The Oregonian“, dice Therese Bottomly, editora y vicepresidenta de contenido. “La gente quiere un descanso de la fatalidad y la tristeza”.

La iniciativa de lanzar este medio en el que no se abusa de las malas noticias partió de dos ejecutivos de Oregonian Media Group con estrechos vínculos con Portland Business Alliance, la cámara de comercio de la ciudad. La directora de comunicaciones de Portland Business Alliance envió un correo electrónico a los ejecutivos de las organizaciones de medios locales para preguntarles cómo podían contar historias positivas sobre Portland.

Oregonian Media Group analizó la forma de responder a esta pregunta sin comprometer la marca informativa ya establecida, y empezaron a dar los pasos que acabaron con la puesta en marcha de hereisoregon.com, que recopila historias de The Oregonian, de otros periódicos asociados de todo el estado y contenido de patrocinadores.

De momento, la acogida es buena. George Rede, un ex editor de Oregon que ha impartido cursos de medios en la Universidad Estatal de Portland, dice que Here is Oregon no daña al periodismo. “No veo nada que me dé una sensación de inquietud acerca de hacia dónde se dirige esto”, dice Rede. “Responde al deseo del público de encontrar algún alivio de lo que ven como una corriente de sólo noticias negativas. Hay cínicos que quieran cuestionar eso, y esa es su prerrogativa, pero espero que con el tiempo esto resulte en una victoria para los lectores y la redacción”.

Comercialmente, además, los anunciantes han expresado interés en un sitio de noticias positivas, aunque desde la editora niegan que la iniciativa forme parte de una campaña empresarial e institucional para mejorar la reputación de Portland. “No es una campaña empresarial”, dice. “Es un lugar donde esperamos que las personas encuentren un momento para sonreír y recordar por qué siguen comprometidos con este lugar”.

Cuanto más arriba haya, más abajo habrá también

Juan Manuel Telechea, escribe el Newsletter "Rollover" en la plataforma digital CENITAL

(…) la distribución del ingreso a nivel mundial es sumamente inequitativa y, la de la riqueza, todavía peor. Nos quedaron varias preguntas importantes sin responder, más que nada vinculadas a los mecanismos que explican esa desigualdad y, a partir de eso, qué se puede hacer para corregirla.

Primero que nada, es fundamental entender que la riqueza (una variable stock) proviene más que nada de los ahorros (una variable flujo). Esto significa que, a medida que una persona ahorra, incrementa su riqueza, que se va acumulando en el tiempo.

Pongamos un ejemplo, imaginemos una economía con solo 2 personas. Para hacer cuentas sencillas, digamos que Pablo gana $200.000 por año y gasta $100.000, con lo cual ahorra $100.000. Federico, en cambio, gana $50.000 y gasta $45.000, de modo que ahorra $5.000 por año. Esto es un punto importante: por lo general, las personas de mayores ingresos ahorran un porcentaje mayor, dado que los gastos de vida no aumentan en la misma proporción. Como pueden ver en la tabla a continuación, pasados cinco años, la riqueza acumulada de Pablo sería de $600.000 y la de Federico de $30.000 (en ambos casos, la suma de los ahorros que obtienen por año).



Como muestran las últimas dos columnas, esto lleva a una distribución del ingreso y de la riqueza muy inequitativa pero estable en el tiempo. Es decir, todos los años, Federico se apropia del 20% del total de los ingresos que genera esta economía y del 4,8% de la riqueza, mientras que Pablo se queda con la parte restante.

De todos modos, acá ya se puede percibir el problema asociado a la acumulación de la riqueza. Si bien en términos relativos se mantiene la proporción que se lleva cada uno, al comparar en términos absolutos debería hacernos un poco de ruido la diferencia entre lo que acumuló Pablo en relación a Federico. Pensemos, por ejemplo, el tiempo que tardaría cada uno en comprarse una casa.

Todavía más, pensemos qué sucedería si en realidad los ingresos de Federico se encontraran justo en el límite de la línea de la pobreza, es decir, que no tuviese capacidad de ahorro. En ese caso, la inequidad de la riqueza -en términos relativos- sería total y en términos absolutos aumentaría todo el tiempo. Este es un punto fundamental para entender la disparidad cuando analizamos los estratos de menores ingresos de una economía (cuya capacidad de ahorro es nula).

Volviendo a nuestro ejemplo, falta un elemento clave en toda esta explicación porque, en la realidad, esos ahorros generan un retorno (ya sea la renta de un inmueble, la tasa de interés que devenga un activo financiero, etcétera). Y, a la vez, eso significa que cada año el ingreso de cada uno es mayor, dado que hay que sumarle los intereses obtenidos por la riqueza acumulada.

El problema es que la tasa de interés de cada individuo no es la misma. Una persona con un nivel de riqueza mucho mayor obtiene mejores tasas de retorno sobre su capital. Esto se explica no solo por una cuestión de rendimientos de escala (si voy al banco con un millón de pesos no me van a ofrecer la misma tasa que si voy con $10.000), sino además por tener mayores conocimientos en materia de activos financieros que le permiten tomar mejores decisiones sobre sus ahorros.

Según este trabajo del FMI, que lo mide para el caso de Noruega, una persona ubicada entre el decil 7 y el 8 de la distribución del ingreso obtiene una tasa anual del 3,8%, mientras que una persona ubicada en el top 1% obtiene una tasa anual del 8,3%. Noten que estamos hablando de 2 personas que se ubican entre el 30% más alto de los ingresos. Como dijimos, la cosa empeora si nos movemos hacia ingresos menores.

¿Cómo queda nuestro ejemplo si aplicamos esta tasa de retorno sobre la riqueza acumulada de cada uno? Para hacerlo más real, supongamos además que ambas personas aumentan su gasto en relación a los intereses generados. Como pueden ver, la diferencia en las tasas de retorno lleva a que tanto la desigualdad en términos de la distribución del ingreso como de la riqueza empeoren sistemáticamente. Conclusión: la riqueza genera mayores ingresos y, por ende, más riqueza.



De las personas a los países

Si llevamos el razonamiento anterior al plano de los países, podemos entender dos hechos estilizados de la distribución actual a nivel global: el primero, que el mundo es muy inequitativo. Si tuvieras la suerte de nacer en Estados Unidos, en promedio ganarías 10 veces más que si te tocara nacer en África Subsahariana. Esto se explica, más que nada, por el mayor crecimiento acumulado de ese país respecto del otro.

Ingreso promedio (en relación a la media mundial)

Fuente: Reporte de la desigualdad

El segundo hecho estilizado es que este mismo patrón (la existencia de una inequidad en la distribución) se repite cuando miramos hacia adentro de cada país o región, como refleja el gráfico a continuación. Pero acá aparece un dato interesante: no todas las regiones son igual de inequitativas, como queda claro al comparar Europa con el resto.

Participación del ingreso de cada estrato (en relación al ingreso de cada zona)

Fuente: Reporte de la desigualdad

Más importante todavía es el hecho de que no existe una relación clara entre el nivel de ingresos de los países y el grado de inequidad. Dicho de otra manera, no se observa que un mayor crecimiento lleve a niveles más reducidos de inequidad, como refleja la comparación entre Europa y Estados Unidos, dado que este último presenta un ingreso promedio más elevado pero una distribución mucho más inequitativa.

Esto estaría reflejando que el grado de inequidad no es un problema de falta de crecimiento sino una decisión política, determinada por las preferencias de cada sociedad en torno al nivel de tributación y el gasto público, los derechos económicos y sociales básicos que tiene cada persona, entre otras.

¿Cómo se resuelve? Como destaca el informe citado, la manera más efectiva es a través del aumento de los impuestos que gravan los ingresos y la riqueza de manera progresiva. En particular, el informe sostiene que no alcanza con lo que haga país a nivel individual, sino que hay que aplicar un impuesto global a los multimillonarios, que luego sea redistribuido en inversiones hacia los países de menores ingresos. ¿Muy utópico?

¿Más economía?

Va el resumen del panorama económico a partir de los datos que salieron durante la última semana: el PBI repuntó 4,1% en el tercer trimestre, dejando atrás a la pandemia. La inflación en noviembre se redujo significativamente, al 2,5% mensual. La Canasta Básica aumentó en línea con la evolución de los precios. Se observó una mejora mínima en los salarios de octubre medidos en términos reales.

Digitalización y reciclado:

el ADN de la convergencia es el remix

Efectos miméticos en la era digital: cultura y tecnología

por Martín Becerra, investigador CONICET y docente del posgrado «TIC: Internet, políticas y sociedad», UNTREF

Aunque el sistema de producción de comunicación y cultura se halla en plena mutación, fruto de la convergencia infocomunicacional detonada por la digitalización de todos los contenidos, algunas de las cualidades tradicionales de las industrias culturales y mediáticas son adoptadas por las plataformas digitales. La ruptura no es completa y la experiencia de siglos de circulación social de los recursos culturales y noticiosos no se archiva de la noche a la mañana.


Una de las clásicas estrategias de las industrias culturales para atenuar la aleatoriedad de la demanda de sus públicos ha sido la estandarización de formatos y géneros. Etiquetas como “drama”, “acción” o “romance”, así como “música clásica” o “pop” funcionaron históricamente como orientadores de gustos en los mercados de la cultura industrializada, al mismo tiempo que eran valiosas guías para artistas, compositores y productores, colaborando con la tarea creativa al disponer de fórmulas narrativas y recursos estilísticos más o menos estables y previsibles.

En efecto, a pesar de sus efectos disruptivos que provoca un shock en la cadena de agregación de valor de las industrias culturales y mediáticas, la plataformización de las comunicaciones en curso procesa miméticamente algunos atributos como la copia o el reciclado de formatos exitosos de compañías emergentes (start-ups) o competidoras.

En la ratificación de la demanda antimonopolio contra Facebook de agosto de 2021, la Comisión Federal de Comercio (Federal Trade Commission) de EEUU denuncia que la compañía de Mark Zuckerberg recurrió a un esquema que forzaba a innovadores emergentes como competencia en el sector de aplicaciones y servicios digitales a aceptar ser comprados o, en su defecto, ser enterrados por Facebook (“buy-or-bury scheme”). Según la FTC, que con el presidente Joe Biden está desempolvando su viejo historial antitrust, Facebook adquirió tanto Instagram en 2012 como WhatsApp en 2014 como fórmula para incorporar aplicaciones que lucían exitosas en segmentos donde Facebook había fracasado.

Las stories de varias de las plataformas más grandes fueron a su vez una copia de Snapchat, a la que Facebook intentó comprar en 2013 por U$S 3.000 millones y por la que Google ofertó U$S 30.000 millones en 2016. Ante la negativa de los fundadores y accionistas de Snapchat, florecieron las historias instantáneas en casi todas las redes, fagocitando la idea original.

Ahora Twitter, una plataforma de breaking news y de opiniones breves como encuadre de las noticias de último minuto, anunció el lanzamiento de un formato ya explorado por otras compañías: la segmentación de usuarios en comunidades. Como ocurre con los grupos de Facebook, Reddit y Clubhouse, quienes participen de una comunidad en Twitter serán leídos por los integrantes de la misma, que podrán interactuar con comentarios a ese contenido. Habrá moderadores de cada grupo y reglas específicas.

Además de recurrir a las ideas de otras plataformas para robustecer la actividad en la propia, Twitter olfatea la posibilidad de un buen negocio publicitario, toda vez que la segmentación temática y de afinidades político culturales de la élite intelectual que conforma la base de usuarios de la red creada por Jack Dorsey puede interesar a marcas e intereses publicitarios y propagandísticos. Como complemento, Twitter aprovecha la creciente adopción de newsletters y podcasts para ofrecer espacios de interacción directa entre eventuales animadores de esos espacios no sincrónicos.

Estas tendencias de reciclado de formatos ajenos que inspiran a autores como Laurence Lessig a hablar de la fase contemporánea como “cultura remix” merecen examinarse en tiempos más largos de los que comprenden la existencia de las corporaciones digitales que hoy protagonizan como nuevas especies el ecosistema de comunicaciones. La convergencia entre tecnologías de la información y la comunicación (TIC), las telecomunicaciones y las industrias culturales y mediáticas tiene novedad y continuidad en su ADN.

(Quipu y DiarioAr )

Palabras del presidente

Fernández: "La riqueza de las naciones pasa hoy por el desarrollo del conocimiento"

El presidente Alberto Fernández destacó que haya empresarios que "arriesgan capital para que Argentina entre en el mundo", al encabezar en el partido bonaerense de Pilar la puesta en marcha de una planta para la elaboración de vacunas y productos biotecnológicos en los Laboratorios Richmond.

En su discurso,
el Presidente manifestó además que está "convencido" de que la "riqueza de las naciones pasa hoy por el desarrollo del conocimiento, la educación y la ciencia y tecnología".


"Las sociedades son ricas por eso", planteó Fernández y recordó que, a la hora de asumir su Gobierno, en diciembre de 2019,
"no existía ni el Ministerio de Salud, ni el de Ciencia y Tecnología, ni el de Trabajo, seguramente porque quienes gobernaban pensaban que era un tema secundario", en referencia a la administración del expresidente Mauricio Macri.

En otro pasaje de su discurso, Fernández destacó que haya empresarios que "arriesgan capital para que Argentina entre en el mundo a competir con temas que otros piensan que no debiéramos estar pensando en competir".

"Algunos creyeron que nuestro destino era ser el granero del mundo, después se sofisticaron y hasta hace poco nos decían que íbamos a ser el supermercado del mundo", analizó el mandatario y añadió: "Celebro que podamos ser parte de los que compiten con esta tecnología en el mundo".

También puso en valor la "perfecta combinación" entre "empresarios que arriesgan, científicos que investigan, trabajadores que se suman al proceso productivo y el Estado que ayuda, acompañando y facilitando en la medida de sus competencias para que todo esto sea realidad".

Fernández también resaltó esta clase de iniciativas que, dijo, permitirán además que "todos" los argentinos "puedan acceder a precios razonables a la medicación que necesitan".

"Como sobrevivientes de una pandemia, tenemos un deber ético que es la construcción de otro mundo, un mundo más equilibrado", evaluó y completó: "Eso no puede ser sólo un sueño, se puede hacer y debemos hacerlo porque tenemos el deber ético".

El mandatario contó que el Laboratorio Richmond además "produce medicamentos para combatir una enfermedad horrible como el cáncer" y remarcó que "es impactante como la mente humana es capaz de desarrollar todo eso".

"Es una planta para producir medicamentos oncológicos de alta calidad y exportarlos al mundo, que ha sido pensada para cumplir con los estándares internacionales de distribución", graficó.

Y agradeció a los "empresarios que convocan al trabajo" para que la Argentina "trascienda las fronteras con sus productos, creciendo, que es lo que necesita, para ir al mundo a vender sus productos y traer dólares".

"Argentina no fue condenada por la globalización a estar en un segundo o tercer escalón, podemos estar en el primer escalón", subrayó Fernández.

"Con esto estamos caminando hacia la Argentina que soñamos, es posible construirla" dijo, y si bien alertó que se vive en una sociedad en la cual "muchos siembran el desánimo y germina con bastante facilidad", remarcó que "acá se está sembrando esperanza".

El jefe de estado prometió regresar en octubre próximo "a inaugurar la planta más grande de Latinoamérica de producción de vacunas" y auguró que "un éxito para ustedes lo será para la Argentina".

Y finalizó con una frase de San Agustín que mencionaba varias veces Antonio Cafiero y que refería que "el que sueña solo, solo sueña y el que sueña con otros, hace la historia", y agregó: "Hagamos historia todos nosotros, no el sueño individual sino el de todos".

Fernández encabezó el acto de inauguración de una unidad productiva de alta potencia y de puesta en marcha de una planta para la elaboración de vacunas y productos biotecnológicos en los Laboratorios Richmond.

La planta inaugurada había sido visitada por el mandatario en febrero pasado y está diseñada para producir medicamentos con drogas de alta actividad indicados en tratamientos personalizados o de nicho, fundamentalmente para oncología o casos de esclerosis múltiple, y que por su complejidad son de alto costo.

Además, cuenta con tecnología de última generación y un sistema de alta contención que no existía en la región y brinda protección tanto a los operarios como al medio ambiente.

El Presidente también participó de la colocación de la piedra fundacional de una planta que, en el marco del Proyecto VIDA, permitirá la producción integral, desde la materia prima hasta el producto terminado, de vacunas y diversos productos biotecnológicos.

Participaron del acto el presidente de Laboratorios Richmond, Marcelo Figueiras; el CEO de la empresa, Juan Manuel Artola; y la directora de Asuntos Técnicos y Científicos de la firma, Elvira Zini, entre otros. 
( Telam )

Las fotos y los días

Cada tema, cada información, cada suceso, cada imagen, emergen a la conciencia diaria de los lectores, televidentes, consumidores de medios audiovisuales, podscast y redes sociales, a modo de fotografías, momentos, escenas, pequeños destellos de un universo que resulta imposible abordar de manera completa. Esos momentos que se fijan para colocar en la memoria individual aspectos de lo que nos constituye como humanos en ese “otro Yo”, nuestro “ser social”, van produciendo la trama de interpretaciones, imaginaciones, símbolos, conceptos, teorías y narraciones que intentan explicar el mundo en el que desarrollamos lo que tenemos en común los humanos … ese movimiento vital que produce la expresión de humanidad en la vida. 

Conscientes de que tenemos consciencia pero también de que tal estado no abarca la totalidad de esa vida que vivimos y que hay mucho mas de falta, de desconocimiento, presenciamos esas secuencias que se nos muestran, intentando unirlas de algún modo que adquiera algún sentido que justifique nuestras propias formas de entender y vivir.

Sin embargo aquello inabarcable, la realidad, nos conmueve y devuelve a cada instante esa consciencia de lo que falta, de lo que desconocemos. Pareciera que esas incertidumbres nos son mas insoportables que cualquier explicación falsa o parcial a la que podamos acceder y entonces la pretendemos absoluta. He aquí uno de los primeros problemas humanos que producen conflictos y violencias en tanto, si partimos del reconocimiento de nuestras faltas e ignorancias, la posibilidad de debatir en torno a las percepciones e interpretaciones diferentes en torno a la realidad que compartimos, sería mucho mas franca, menos conflictiva, pero también cierto, mas cuestionadora de las propias posiciones individuales y mas delatadora de aquellos intereses, pre-juicios e ideas que defendemos y que justifican acciones, solo porque nos son convenientes sin ver daño o dificultad que se transfieren a otros.

Virus y pandemias. Las novelas que las relatan o los intentos descriptivos e investigativos que procuran conocimiento al respecto. Las medidas y acciones de los gobiernos y de las ciudadanías al respecto. Las acciones comunes e individuales. Los problemas y conflictos que desde antes desataron y desatan violencias, muertes y sufrimientos evitables. El sostenimiento de un sistema de globalización que reparte injustamente y desproporcionadamente los resultados de nuestros trabajos y esfuerzos. Los relatos e interpretaciones de los que producen contenidos y los divulgan como información, datos, noticia y que van generando esas consciencias individuales y colectivas en torno a la realidad común en la que vivimos. Lo intereses mezquinos de individuos y grupos que se privilegian a sí mismos sin verse parte de una historia de relaciones. Sin comprender que las formas y decisiones de la vida individual indefectiblemente involucran a otros. Afectan a otros. Para bien o para mal, los humanos somos individuos que necesitamos unos de otros y solo podemos vivir nuestras vidas en relaciones. Relaciones que obviamente impactan en las vidas de todos quienes participan allí. De allí esa tendencia que en el lenguaje devela un saber que es molesto y que no quisiéramos saber. El plural en nuestras expresiones es el “lapsus” inconsciente que manifiesta ese saber … nadie es solo. Somos en el nosotros.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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