Violencias y mensajeros ... comunicar en los dias de la peste.

Los periodistas estamos habituados a que el conflicto escale rápido y nos obligue a correr detrás de la historia. Puede pasar que la distancia amortigüe la empatía, la capacidad de identificarse con el dolor ajeno.

La semana pasada no me dejó cansada, me dejó abatida, sin ánimo. Y eso tiene que ver con el sentimiento de identificación con los otros. Las imágenes de la agresividad entre civiles, la represión policial contra palestinos, los lichamientos, los bombardeos, las persecuciones y apedreos entre árabes e israelíes en las calles de Lod, las corridas en Tel Aviv, Gaza o Jerusalén Este son devastadoras.

El viernes a la noche, Sandra Borda, profesora de la Universidad de los Andes, escribió: “Se agotó la semana y con ella la pequeña dosis de esperanza que me quedaba”. Hablaba de Colombia –donde las manifestaciones continúan y ya suman casi medio centenar de muertos– pero aplica a todo. No sé si alguien en su sano juicio puede seguir estas historias como si nada. Dudo que, a los lectores de este newsletter, la indignación y el dolor de los otros les resulte indiferente. Por eso leen estas líneas, porque quieren entender esas noticias que también nos causan tristeza aunque sean a miles de kilómetros de distancia.

La violencia en todas sus formas

Es mucha la información de estos días. Si te perdiste, tenés que saber que Israel avanzó con más ataques aéreos que van mucho más allá de los objetivos de Hamas en Gaza. Por otro lado, militantes palestinos dispararon desde Gaza miles de cohetes que llegaron hasta el interior de Israel. Ya son más de 3.000 en una semana. El número de muertos es, hasta el momento, de 197 palestinos y 10 israelíes. Además, las Fuerzas de Defensa de Israel confirmaron que bombardearon la casa de Yahya Sinwar, líder de Hamas desde 2017, en el sur de Gaza. Esto puede complicar aún más las cosas.

Para los especialistas en Medio Oriente, existe un elemento distintivo de esta última etapa del conflicto: el nivel de violencia desatada entre vecinos árabes y judíos que viven en las "ciudades mixtas", también llamadas "ciudades palestinas dentro de Israel". A estos choques violentos entre civiles se suma también la represión policial que suele apuntar solo a uno de los lados. Hay algunos que la llaman "guerra civil" mientras otros los denominan "crímenes de lesa humanidad de apartheid y persecución" contra los palestinos.

Carolina Bracco, doctora en Culturas Árabe y Hebrea, profesora en la Universidad de Buenos Aires, me cuenta que cuando se creó el Estado de Israel, en 1948, unos 150.000 palestinos que lograron sobrevivir al exterminio y la expulsión se quedaron en sus ciudades. Ellos son los que integran la población árabe en Israel. Son conocidos comos “isralíes no-judíos, una identidad que parte de una negación”.

Esta población vivió bajo ley marcial durante casi 20 años, hasta 1966. Durante ese tiempo, según me explica Carolina, se convirtieron en una especie de ciudadanos de segunda, con menos derechos que los israelíes judíos. “Desde el Estado se los continuó segregando porque siempre fueron vistos como una amenaza demográfica y política para Israel”.

En este momento existen un millón y medio de palestinos que representan la quinta parte de la población de Israel. La mayoría de ellos son musulmanes. La diferencia que tienen estos palestinos con aquellos que viven en alguno de los otros territorios ocupados por Israel es que, en este caso, Israel les da un reconocimiento hacia afuera como ciudadanos de un Estado, cosa que los otros palestinos no tienen.

La semana pasada vimos cómo cientos de ciudadanos judíos y árabes se enfrentaron en la peor violencia en décadas: incendiaron casas, apedrearon y sacaron a la gente de sus autos y les pegaron hasta dejarlos inconcientes. Las imágenes están por todos lados y son brutales. 

Para Carolina, la violencia responde a un sistema de discriminación estructural que, durante años, buscó crear “una ilusión de buenos vecinos cuando los palestinos siempre estuvieron en condiciones de inferiodidad y discriminación frente a los judíos en Israel”. 

El presidente del Estado de Israel, Reuven Rivlin, dijo que a los enfrentamientos civiles de los últimos días solo podemos calificarlo de “guerra civil”. Benjamín Netanyahu también salió a decir que “nada justifica los linchamientos entre judíos y árabes”. Mientras que, dirigentes palestinos dijeron que hablar de guerra civil no es correcto porque lo que se está viviendo es la brutalidad policial contra los manifestantes palestinos y las acciones provocadoras por grupos de nacionalistas israelíes de ultraderecha.

Para Carolina, “la exclusión de los ciudadanos palestinos se concreta porque el Estado de Israel se autodenomina una nación judía. A partir de ahí, en todas las instituciones públicas, como las escuelas, existen marcadas diferencias entre judíos y árabes”.

El centro de la atención estuvo en Lod, una ciudad israelí ubicada a 15 kilómetros al sur de Tel Aviv, donde un tercio de la población es árabe. El alcalde llegó a decir en televisión que habían "perdido completamente el control de la ciudad y que en las calles se está viviendo una guerra civil entre árabes y judíos". 

Le pregunté a Carolina por qué no se ven muchas mujeres en las imágenes que nos llegan de las protestas: “Históricamente ha habido violencia de género desde el Ejército de Israel hacia mujeres palestinas, quizás por eso se vean menos”, pero que suelen ocupar un lugar importante en la defensa de su causa.

Según Carolina, los palestinos están convocando a un paro general en las principales ciudades palestinas dentro de Israel para hoy y para mañana: “Habrá que ver si eso incrementa o no la espiral de violencia”.

Miss Mundo – Ayelén Oliva – Cenital

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Patrick Kingsley es el jefe de la oficina de Jerusalén, que cubre Israel y los territorios ocupados. Patrick ha informado desde más de 40 países y es autor de dos libros, "La nueva odisea", sobre la crisis de los refugiados en Europa, y "Cómo ser danés", una exploración de la cultura danesa contemporánea.

Es exreportero extranjero del año en los British Journalism Awards y ha impartido conferencias en las universidades de Harvard, Oxford y Cambridge. Kingsley se incorporó a The New York Times en 2017, primero como director interino de la oficina en Turquía del periódico y luego como corresponsal itinerante en Europa, concentrándose en proyectos de informes a más largo plazo. 


El Sr. Kingsley trabajó anteriormente para The Guardian durante siete años, reportando desde todo el Medio Oriente y Europa. Primero se basó en El Cairo, donde fue corresponsal de The Guardian en Egipto, y luego en Estambul, donde trabajó como corresponsal de migración del periódico. Con un colega, realizó la última entrevista del presidente egipcio Mohamed Morsi, antes de su derrocamiento en 2013.

Nacido en Londres en junio de 1989. Tiene un título de primera clase en Literatura Inglesa de la Universidad de Cambridge y un diploma en periodismo del Consejo Nacional para la Formación de Periodistas de Gran Bretaña. Ha ganado varios premios, incluido el Frontline Award for Print Journalism por sus informes sobre abusos de derechos por parte del ejército egipcio.

Escribió para el New York Times

Veintisiete días antes de que se lanzara el primer cohete desde Gaza esta semana, un escuadrón de policías israelíes entró en la mezquita de Aqsa en Jerusalén, apartó a los asistentes palestinos a un lado y atravesó su vasto patio de piedra caliza. Luego cortaron los cables de los altavoces que transmitían oraciones a los fieles desde cuatro minaretes medievales.

Era la noche del 13 de abril, el primer día del mes sagrado musulmán del Ramadán. También fue el Día de los Caídos en Israel, que honra a los que murieron luchando por el país. El presidente israelí estaba pronunciando un discurso en el Muro Occidental, un sitio judío sagrado que se encuentra debajo de la mezquita, y a los funcionarios israelíes les preocupaba que las oraciones lo ahogaran.

El incidente fue confirmado por seis funcionarios de la mezquita, tres de los cuales lo presenciaron; la policía israelí se negó a comentar. En el mundo exterior, apenas se registró.

Pero en retrospectiva, la redada policial en la mezquita, uno de los lugares más sagrados del Islam, fue una de las varias acciones que llevaron, menos de un mes después, a la repentina reanudación de la guerra entre Israel y Hamas, el grupo militante que gobierna el país. Franja de Gaza y el estallido de disturbios civiles entre árabes y judíos en todo Israel.

"Este fue el punto de inflexión", dijo el jeque Ekrima Sabri, el gran mufti de Jerusalén. "Sus acciones harían que la situación se deteriorara".

Ese deterioro ha sido mucho más devastador, de mayor alcance y acelerado de lo que nadie imaginaba. Ha llevado a la peor violencia entre israelíes y palestinos en años, no solo en el conflicto con Hamas, que ha matado al menos a 145 personas en Gaza y 12 en Israel, sino en una ola de ataques de turbas en ciudades mixtas árabe-judías en Israel.

Ha generado disturbios en ciudades de la ocupada Cisjordania, donde las fuerzas israelíes mataron a 11 palestinos el viernes. Y ha resultado en el lanzamiento de cohetes hacia Israel desde un campo de refugiados palestinos en el Líbano, ha llevado a los jordanos a marchar hacia Israel en protesta y ha llevado a los manifestantes libaneses a cruzar brevemente su frontera sur con Israel.

La crisis se produjo cuando el gobierno israelí luchaba por sobrevivir; ya que Hamas, que Israel considera un grupo terrorista, buscaba ampliar su papel dentro del movimiento palestino; y como una nueva generación de palestinos afirmaba sus propios valores y objetivos.

Y fue el resultado de años de bloqueos y restricciones en Gaza, décadas de ocupación en Cisjordania y décadas más de discriminación contra los árabes dentro del estado de Israel, dijo Avraham Burg, ex presidente del Parlamento israelí y ex presidente de la Organización Sionista Mundial.

"Todo el uranio enriquecido ya estaba en su lugar", dijo. “Pero necesitabas un gatillo. Y el detonante fue la mezquita de Aqsa ".

Habían pasado siete años desde el último conflicto importante con Hamas y 16 desde el último gran levantamiento palestino, o intifada.

No hubo grandes disturbios en Jerusalén cuando el presidente Donald J. Trump reconoció a la ciudad como la capital de Israel y nominalmente trasladó la embajada de Estados Unidos allí. No hubo protestas masivas después de que cuatro países árabes normalizaron las relaciones con Israel , abandonando un consenso de larga data de que nunca lo harían hasta que se resolviera el conflicto palestino-israelí.

Hace dos meses, pocos en el establecimiento militar israelí esperaban algo como esto.

En reuniones informativas privadas, los oficiales militares dijeron que la mayor amenaza para Israel estaba a 1.000 millas de distancia en Irán, o al otro lado de la frontera norte del Líbano. 

Cuando los diplomáticos se reunieron en marzo con los dos generales que supervisan los aspectos administrativos de los asuntos militares israelíes en Gaza y Cisjordania, encontraron a la pareja relajada sobre la posibilidad de una violencia significativa y celebrando un período prolongado de relativa tranquilidad, según un alto diplomático extranjero. que pidió permanecer en el anonimato para poder hablar libremente.

Gaza estaba luchando por superar una ola de infecciones por coronavirus. La mayoría de las principales facciones políticas palestinas, incluido Hamas, miraban hacia las elecciones legislativas palestinas programadas para marzo, las primeras en 15 años. Y en Gaza, donde el bloqueo israelí ha contribuido a una tasa de desempleo de alrededor del 50 por ciento, la popularidad de Hamas estaba disminuyendo a medida que los palestinos hablaban cada vez más de la necesidad de priorizar la economía sobre la guerra.

El estado de ánimo comenzó a cambiar en abril.

Las oraciones en Aqsa para la primera noche de Ramadán el 13 de abril ocurrieron cuando el presidente israelí, Reuven Rivlin, estaba pronunciando su discurso cerca.

El liderazgo de la mezquita, que es supervisado por el gobierno jordano, había rechazado una solicitud israelí de evitar transmitir oraciones durante el discurso, considerando la solicitud como una falta de respeto, dijo un funcionario de asuntos públicos de la mezquita.

Así que esa noche, la policía allanó la mezquita y desconectó los altavoces.

"Sin duda", dijo el jeque Sabri, "teníamos claro que la policía israelí quería profanar la mezquita de Aqsa y el mes sagrado de Ramadán".

Un portavoz del presidente negó que los altavoces estuvieran apagados, pero luego dijo que volverían a verificar.

En otro año, el episodio podría haberse olvidado rápidamente.

Pero el mes pasado, varios factores se alinearon repentina e inesperadamente que permitieron que este desaire se convirtiera en un gran enfrentamiento.

Un resurgimiento del sentido de identidad nacional entre los jóvenes palestinos encontró expresión no solo en la resistencia a una serie de redadas en Al Aqsa, sino también en las protestas por la difícil situación de seis familias palestinas que enfrentan la expulsión de sus hogares. La necesidad percibida de aplacar a una extrema derecha cada vez más asertiva le dio a Benjamin Netanyahu, el primer ministro interino de Israel, pocos incentivos para calmar las aguas.

Un repentino vacío político palestino y una protesta popular que podría adoptar le dieron a Hamas la oportunidad de mostrar sus músculos.

Estos cambios en la dinámica palestina tomaron desprevenido a Israel. Los israelíes habían sido complacientes, alimentados por más de una década de gobiernos de extrema derecha que trataron las demandas palestinas de igualdad y estadidad como un problema que había que contener, no resolver.

"Tenemos que despertar", dijo Ami Ayalon, ex director de la agencia de inteligencia doméstica israelí, Shin Bet. "Tenemos que cambiar la forma en que entendemos todo esto, comenzando con el concepto de que el status quo es estable".

El incidente del altavoz fue seguido casi de inmediato por la decisión de la policía de cerrar una plaza popular frente a la Puerta de Damasco, una de las entradas principales a la Ciudad Vieja de Jerusalén. Los jóvenes palestinos suelen reunirse allí por la noche durante el Ramadán.

Un portavoz de la policía, Micky Rosenfeld, dijo que la plaza estaba cerrada para evitar que se formaran multitudes peligrosamente grandes y evitar la posibilidad de violencia.

Para los palestinos, fue otro insulto. Dio lugar a protestas, que dieron lugar a enfrentamientos nocturnos entre la policía y los jóvenes que intentaban recuperar el espacio. 

Para la policía, las protestas eran un desorden que debía controlarse. Pero para muchos palestinos, ser expulsados ​​de la plaza era un leve, debajo del cual había agravios mucho más profundos.

La mayoría de los residentes palestinos de Jerusalén Este, que Israel ocupó durante la guerra árabe-israelí de 1967 y luego se anexó, no son ciudadanos israelíes por elección, porque muchos dicen que solicitar la ciudadanía conferiría legitimidad a una potencia ocupante. Entonces no pueden votar.

Muchos sienten que están siendo expulsados ​​gradualmente de Jerusalén. Las restricciones a los permisos de construcción los obligan a abandonar la ciudad o construir viviendas ilegales, que son vulnerables a las órdenes de demolición. De modo que la decisión de bloquear a los palestinos de un preciado espacio común agravó la sensación de discriminación que muchos han sentido durante toda su vida.

"Me hizo sentir como si estuvieran tratando de eliminar nuestra presencia de la ciudad", dijo Majed al-Qeimari, un carnicero de 27 años de Jerusalén Este. "Sentimos la necesidad de ponernos de pie en sus caras y hacerles un punto de que estamos aquí".

Los enfrentamientos en la Puerta de Damasco tuvieron repercusiones. Más tarde esa semana, los jóvenes palestinos comenzaron a atacar a los judíos. Algunos publicaron videos en TikTok, un sitio de redes sociales, que atrajeron la atención del público. Y eso pronto condujo a represalias judías organizadas.

El 21 de abril, apenas una semana después de la redada policial, unos cientos de miembros de un grupo judío de extrema derecha, Lehava, marcharon por el centro de Jerusalén, coreando “Muerte a los árabes” y atacando a los transeúntes palestinos. Se filmó a un grupo de judíos atacando una casa palestina, y otros agredieron a conductores que eran percibidos como palestinos.

Diplomáticos extranjeros y líderes comunitarios intentaron persuadir al gobierno israelí para que bajara la temperatura en Jerusalén, al menos reabriendo la plaza frente a la Puerta de Damasco. Pero encontraron al gobierno distraído y desinteresado, dijo una persona involucrada en las discusiones, que no estaba autorizada para hablar públicamente.

Netanyahu se encontraba en medio de las negociaciones de la coalición después de una elección en marzo, la cuarta en dos años, que terminó sin un ganador claro. Para formar una coalición, necesitaba persuadir a varios legisladores de extrema derecha para que se unieran a él.

Uno fue Itamar Ben Gvir, un ex abogado de Lehava que aboga por la expulsión de los ciudadanos árabes a quienes considera desleales a Israel, y que hasta hace poco colgó en su sala de estar un retrato de Baruch Goldstein, un extremista judío que masacró a 29 palestinos en Hebrón .

Netanyahu fue acusado de complacer a personas como Ben Gvir y fomentar una crisis para reunir a los israelíes en torno a su liderazgo, al permitir que las tensiones aumenten en Jerusalén.

"Netanyahu no inventó las tensiones entre judíos y árabes", dijo Anshel Pfeffer, comentarista político y biógrafo del primer ministro. “Llevan aquí desde antes de que se fundara Israel. Pero durante sus largos años en el poder, ha avivado y explotado estas tensiones para obtener ganancias políticas una y otra vez y ahora ha fracasado miserablemente como líder para apagar el fuego cuando estalló ”.

Mark Regev, asesor principal del Sr. Netanyahu, rechazó ese análisis.

"Exactamente lo contrario es cierto", dijo Regev. "Ha hecho todo lo posible para intentar que prevalezca la calma".

El 25 de abril, el gobierno cedió al permitir que los palestinos se reunieran frente a la Puerta de Damasco. Pero luego vino un par de desarrollos que ampliaron significativamente el giro.

Primero fue el inminente desalojo de las seis familias de Sheikh Jarrah, un barrio palestino en Jerusalén Este . Con una decisión judicial final sobre su caso en la primera quincena de mayo, se llevaron a cabo protestas regulares durante todo abril, manifestaciones que se aceleraron después de que los palestinos establecieron una conexión entre los eventos en la Puerta de Damasco y la difícil situación de los residentes.

Lo que ves ahora en Sheikh Jarrah o en Al Aqsa o en la Puerta de Damasco se trata de sacarnos de Jerusalén”, dijo Salah Diab, un líder comunitario en Sheikh Jarrah, cuya pierna se rompió durante una redada policial reciente en su casa. "Mi vecindario es solo el comienzo".

La policía dijo que estaban respondiendo a la violencia de los manifestantes en Sheikh Jarrah, pero el video y las imágenes mostraron que ellos mismos participaron en actos de violencia. A medida que las imágenes comenzaron a circular en línea, el vecindario se convirtió en un punto de reunión para los palestinos no solo en los territorios ocupados e Israel, sino también entre la diáspora.

La experiencia de las familias, que ya habían sido desplazadas de lo que se convirtió en Israel en 1948, fue algo con lo que “todos los palestinos de la diáspora pueden identificarse”, dijo Jehan Bseiso, un poeta palestino que vive en Líbano.

Y destacó una pieza de discriminación legal: la ley israelí permite a los judíos reclamar tierras en Jerusalén Este que eran propiedad de judíos antes de 1948. Pero los descendientes de cientos de miles de palestinos que huyeron de sus hogares ese año no tienen medios legales para recuperar a sus familias ' tierra.

Hay algo realmente desencadenante y cíclico en ver que las personas son expulsadas de sus hogares una vez más”, dijo Bseiso. "Es muy desencadenante y muy, muy identificable, incluso si estás a un millón de millas de distancia".

El 29 de abril, el presidente Mahmoud Abbas de la Autoridad Palestina canceló las elecciones palestinas por temor a un resultado humillante. La decisión hizo que Abbas pareciera débil. 

Hamás vio una oportunidad y comenzó a reposicionarse como un defensor militante de Jerusalén.

"Hamas pensó que al hacerlo, estaban demostrando que eran un liderazgo más capaz para los palestinos", dijo Mkhaimar Abusada, un experto en política de la Universidad Al Azhar en la ciudad de Gaza.

El 4 de mayo, seis días antes de que comenzara la guerra, el jefe del ejército de Hamas, Muhammed Deif, emitió una rara declaración pública. "Esta es nuestra advertencia final", dijo Deif. "Si la agresión contra nuestra gente en el barrio de Sheikh Jarrah no se detiene de inmediato, no nos quedaremos de brazos cruzados".

Sin embargo, la guerra parecía poco probable.

Pero luego vino la escalada más dramática de todas: una redada policial en la mezquita de Aqsa el viernes 7 de mayo. Agentes de policía armados con gas lacrimógeno, granadas aturdidoras y balas con punta de goma irrumpieron en el recinto de la mezquita poco después de las 8 pm, lo que marcó horas de enfrentamientos con manifestantes que arrojaron piedras en los que cientos resultaron heridos, dijeron los médicos.

La policía dijo que los lanzadores de piedras lo iniciaron; varios fieles dijeron lo contrario.

Quienquiera que golpeó primero, la vista de granadas paralizantes y balas dentro de la sala de oración de uno de los lugares más sagrados del Islam, el último viernes de Ramadán, una de sus noches más sagradas, fue visto como un grave insulto para todos los musulmanes.

"Se trata de la judaización de la ciudad de Jerusalén", dijo el jeque Omar al-Kisswani, otro líder de la mezquita, en una entrevista horas después de la redada. "Se trata de disuadir a la gente de ir a Al Aqsa".

Eso preparó el escenario para un enfrentamiento dramático el lunes 10 de mayo. Se fijó una audiencia judicial final sobre Sheikh Jarrah para coincidir con el Día de Jerusalén, cuando los judíos celebran la reunificación de Jerusalén, a fuerza de la captura de Jerusalén Este, en 1967.

Los nacionalistas judíos suelen marcar el día marchando por el Barrio Musulmán de la Ciudad Vieja e intentando visitar el Monte del Templo, el sitio en el que se construyó la Mezquita Aqsa.

La combinación que se avecinaba de esa marcha, las tensiones por Al Aqsa y la posibilidad de una orden de desalojo en Sheikh Jarrah parecía estar avanzando hacia algo peligroso.

El gobierno israelí se apresuró a controlar las tensiones. La audiencia de la Corte Suprema en el caso de desalojo fue aplazada. Una orden prohibió a los judíos ingresar al recinto de la mezquita.

Pero la policía volvió a allanar la mezquita de Aqsa, temprano en la mañana del lunes, después de que los palestinos almacenaran piedras en previsión de enfrentamientos con la policía y los judíos de extrema derecha. Por segunda vez en tres días, se dispararon granadas paralizantes y balas con punta de goma en todo el recinto, en escenas que se transmitieron por todo el mundo.

En el último minuto, el gobierno desvió la marcha del Día de Jerusalén fuera del Barrio Musulmán, después de recibir un informe de inteligencia sobre el riesgo de escalada si seguía adelante.

Pero eso fue muy poco y demasiado tarde. Para entonces, el ejército israelí ya había comenzado a ordenar a los civiles que se alejaran del perímetro de Gaza.

Poco después de las 6 de la tarde del lunes, comenzó el lanzamiento de cohetes desde Gaza.

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Luigi Ferrajoli es un abogado y filosofo italiano y uno de los muchos juristas enrolados en la corriente del llamado neoconstitucionalismo. Antes de que me pregunten qué caraxo es el neoconstitucionalismo, adelanto una definición, que sin duda será parcial y precaria, como la mayoría de las definiciones de corte doctrinario. El neoconstitucionalismo es en primer término una doctrina jurídica, es decir una forma de entender, interpretar, aplicar y crear el derecho. Precisamente esta doctrina busca la constitucionalización del derecho. Se le debe obediencia al derecho solo si este a su vez tiene un determinado contenido, es decir, si se conforma a una Constitución que tiene a su vez un determinado sesgo: un conjunto de principios, valores y derechos fundamentales. Como explica el doctor Alfonso Santiago, implica el tránsito “de la Constitución considerada fundamentalmente como carta política dirigida básicamente al Parlamento, a su consideración como norma jurídica suprema y de aplicación directa, dirigida fundamentalmente a los tribunales, en especial al tribunal constitucional. Del Estado legal de Derecho se pasa al Estado Constitucional de Derecho, donde la Constitución, mucho más que la ley, se convierte en el centro de todo el sistema normativo. De la centralidad del Estado y de sus prerrogativas, se da lugar a la consideración de la persona humana y sus derechos como ejes del sistema jurídico. De la soberanía del legislador se pasa a la palabra final a cargo de los jueces”.

Mas adelante añade el autor: “El neoconstitucionalismo tiene un carácter parcial respecto al constitucionalismo visto como totalidad: le interesa especialmente una parte de la problemática constitucional, la relacionada con la protección de los derechos humanos. En cambio, no presta mayor atención a la organización estatal, a la denominada “parte orgánica”. Su meta no es tanto limitar y controlar al poder (objetivo central del constitucionalismo), como afianzar y garantizar la vigencia de los derechos humanos. El nuevo derecho tiene un carácter marcadamente garantizador y garantista de los derechos constitucionales. No se atiende tanto a la consideración de la Constitución como norma que organiza el sistema institucional de un estado, sino, fundamentalmente, su sistema normativo”.

Voy a adelantar que, a priori, me resultan al mismo tiempo tentadoras e insuficientes las premisas del neoconstitucionalismo. Tentadoras por el énfasis en materia de derechos humanos, e insuficientes por la falta de atención a la estructura organizativa del Estado, que por cierto juega y mucho.

Supongo que en parte se debe a su origen europeo, pensado por ciudadanos de países cuyas instituciones tiene centenares de años funcionando y con sus más y sus menos, todos los sujetos que componen esas instituciones saben más o menos qué pueden y qué no pueden hacer. Pero claro, no es posible aplicarlo linealmente a países como el nuestro. Donde la tradición histórica es breve en términos de instituciones (Chuca diría que, en términos de eternidad, esta reencarnación es intrascendente) y más breve aun en términos de límites. Pensemos que hace 40 años los argentinos teníamos un gobierno de facto, y que ayer nomas, un Presidente constitucional endeudó al país por una suma sideral (el mayor préstamo de la historia dado por el Fondo Monetario internacional) y que ese Presidente –Mauricio Macri— lo hizo sin cumplir el tramite constitucional para contraer esa deuda.

También me parece objetable, en términos de aplicación a este país, el nivel intenso de poder que el neoconstitucionalismo le otorga a los jueces. Jueces que hace 40 años aplicaban leyes en el marco de un gobierno de facto, olvidando “el detallito” no menor de la falta de aplicación de buena parte de la Constitución Nacional y jueces que ayer nomás reescribieron doctrinas, por fuera del Código Procesal Penal, para privar de la libertad a personas por motivos políticos.  Digo con honestidad que lo que pasa en la Argentina dista mucho de ser aplicación de la doctrina neoconstitucional por parte de los jueces. Que en general y salvo excepciones, le hacen decir a las leyes lo que las leyes no dicen.

Y también desde esta perspectiva, voy a señalar que hoy, en la Corte Suprema solo hay un juez que es razonablemente previsible, porque es un positivista cuanto menos serio. Es Carlos Rosenkrantz. Que aplica la ley y se aferra a su letra como un náufrago a la tabla. Eso no lo hace un buen juez, porque el capítulo de la humanidad –y eso que Ulpiano llamaba “equidad» y definía como “la gloriosa adaptación de la norma general al caso particular”— se lo llevó a marzo desde siempre, pero al menos y salvo excepciones, suele ser el más previsible en términos de “seguridad jurídica”. Aun cuando no comparto casi el 95% de sus fallos, y creo que no son justos, rescato que es el único cuyos argumentos son previsibles y medianamente sólidos, al menos desde su literalidad.

Y eso, en el marco de absoluta incertidumbre al que nos somete una  resbalosa Corte Suprema, es de un modo terrible y bastante cruel, una virtud. Veremos qué sucede cuando se renueven las autoridades de la Corte este año. Tema que la mayoría de nosotros olvidamos de modo usual. ¿Volverá el más ambiguo y menos confiable de los highlanders? ¿Sera el aspiracional metamorfo? ¿Será el silencioso?  Lo veremos antes de fin de año.

Pero volvamos, a Luigi Ferrajoli. Me acorde de él porque leí una nota en la que se decía “el renombrado jurista italiano Luigi Ferrajoli condenó lo que llamó ‘agresiones’ cometidas por la Operación Lava Jato. Para él, se trataba de ‘dos niveles’. Uno es del estado de derecho y el otro fue desviar el rumbo de la democracia en Brasil».

En efecto, comparto lo manifestado por Luigi – asumiendo que al doctor Ferrajoli, mucho no le debe importar lo que yo piense. El Lava Jato constó de dos agresiones bien diferentes, ejecutadas con una misma conducta estatal. Por un lado la supresión de las garantías que tenia y tiene Lula Da Silva – y cualquiera que deba afrontar un proceso penal. Por otro lado y con el mismo proceso judicial –hoy declarado nulo por el poder judicial brasileño—, se torció el rumbo de la democracia en Brasil, al proscribir a un candidato y terminar entronizando a Jair Bolsonaro.

Nada bueno puedo decir de Bolsonaro – cosa que tampoco parece afectarle el sueño, por cierto. Pero si quisiera señalar algo que creo importante y es que incluso en el Brasil de Bolsonaro, el Poder Judicial supo y pudo revisar sus propias conductas. Algo que en la Argentina no sucede.

Les he contado muchas veces que no soy una fan ardiente del sistema acusatorio, que está vigente en nuestro país, pero que no se aplica, básicamente porque salvo en algunas provincias, a nivel nacional, el nuevo Código Procesal Penal Federal continúa suspendido. Uno de los motivos de mi no fanatismo por el sistema acusatorio es que desde hace años es promovido activamente por embajadas y organizaciones internacionales no gubernamentales que, cuando hablan de garantías, no provocan más que risa. Porque si hay algo que no respetan, en términos ideológicos, son las garantías. Esto dicho sin desconocer a quienes sinceramente creen en el sistema acusatorio como mi querido Alberto Binder, con quien he discutido tanto.

Yo veía el proceso de Lula y más odiaba al acusatorio –que rige en Brasil— y más lo veía como una conspiración contra el Estado Constitucional de Derecho. Lo escuchaba a Edward Prado – embajador norteamericano en la Argentina hasta 2021— y más paranoica me ponía.

Pero todo eso que pensaba y que la realidad parecía darme la razón cambió, porque hoy veo con asombro y alegría –y algo de envidia, para qué negarlo— que el sistema acusatorio permitió que el Poder Judicial se revise a sí mismo.

Por terca antes que por otro motivo, aún me permito preguntarme si la revisión de los actos del propio Poder Judicial que sucedió en Brasil se vincula necesariamente con el sistema acusatorio. No lo sé y me preocupa no saberlo, porque es tiempo de hacer algo en la Argentina que permita que el Poder Judicial funcione y no que se dedique a producir titulares.

Hace un tiempo Binder escribió una nota respecto a la reforma judicial en la que decía, respecto a la revisión de los actos de persecución judicial que tuvimos en nuestro país: “Sólo queda el camino de la investigación seria y el enjuiciamiento regular de esos casos. Nos guste o no nos guste. Se dirá: pero eso es dejar el problema en manos de fiscales y jueces sospechados del vicio del cambalache de favores. Es muy probable en algunos, no en todos; sí en muchos más de lo admisible. No podemos hacerles juicio político, ni acciones disciplinarias, tampoco podemos confiar en los tribunales revisores, porque pareciera que, a medida que se asciende, más favores se deben y se prometen. ¡Procuremos un acuerdo entre los distintos partidos políticos!: imposible. Nuestra dirigencia política —atrapada gran parte de ella en el juego perverso de las causas penales— ha logrado llevar la partida a tablas. Mientras tanto, nos gana la cultura del interinato y la parálisis, o se pergeñan alquimias institucionales cada vez más extrañas”. En la nota propone una serie de ideas, y por eso recomiendo que la lean.

De todos modos no voy a martillar  sobre la necesidad de revisar lo actuado. Es claro que las víctimas de la persecución desean legítimamente revisarlo y los autores materiales o ideológicos pretenden evitarlo. Y aunque no estoy de acuerdo con evitar que se revise, entiendo la conducta en defensa propia.

Mas allá de eso, en la semana que pasó las comisiones de Justicia y de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados de la Nación retomaron la discusión sobre la ley de reforma del Ministerio Público, que ya tiene media sanción en la Cámara de Senadores. Lo insólito del tema es que vi a abogados y dirigentes de la oposición oponerse a su discusión y plantear públicamente qué tipo de obstáculos se podrían articular para que esa ley no se trate.

Porque hay que decirlo, hoy nadie sabe si están los votos necesarios para aprobar la iniciativa. Y entre discutir una ley y aprobar una ley hay una inmensa diferencia. Sobre todo, considerando que el oficialismo carece de quorum propio. Y entonces pienso que evitar la discusión, obstaculizarla, dice mucho sobre cómo piensa un sector de la política.

Porque hay modos de proscribir candidatos y hay modos de proscribir discusiones políticas. Finalmente ambas proscripciones no dejan de ser modos de dañar la democracia.

Graciana Peñafort, estudió en el Colegio Central Universitario “Mariano Moreno”, promoción ‘94, uno de los secundarios universitarios de San Juan. Graciana, luego de terminar el secundario, y como muchos sanjuaninos, se fue a Córdoba a seguir sus estudios universitarios. En el Central ya había pasado por el centro de estudiantes y en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba siguió militando y fue consejera académica. Viene de una casa con formación peronista, ocupada en el pensamiento nacional. Terminada la carrera volvió a San Juan y se sumó al joven kirchnerismo.

Allá la conoció Gabriel Mariotto y la invitó a sumarse al Comfer. Durante todas las audiencias públicas de debate para confeccionar la que sería la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, Graciana Peñafort Colombi fue quien convirtió en jurídicamente viables los reclamos de las organizaciones. En la redacción de la Ley, de la que es principal responsable, tradujo en artículos las preocupaciones y necesidades de todos los sectores: universidades, pequeñas empresas, comunidades, etc. La abogada fue funcionaria del Comfer, hoy AFSCA. Hasta el 2012 ocupó el cargo de directora de Asuntos Legales y Normativas; hoy trabaja en la Gobernación de la provincia de Buenos Aires.

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Con una inflación crucero del 4,1% mensual desde hace cinco meses (una variación que anualizada da más de 60%), Alberto Fernández  y Martín Guzmán volvieron de Europa con promesas de que habrá más tiempo para pagar las deudas y en Buenos Aires Máximo Kirchner los recibe con la intención de aumentar más el gasto, bajándole la tarifa del gas a zonas frías.

Este complejo momento, que en el FMI y en el Club de París dependerá de cómo voten sus directorios, se da en un momento en el que el país acaba de ganar dos lotos inesperados: la suba de los granos (que traerá unos US$  9.000 millones adicionales) y los Derechos de Giro del FMI (DEG), que el ala dura del Gobierno pretende usar multiplicando el gasto desde ahora hasta que se vote.

La ola de dinero que está entrando por los granos le permitió sumar al Banco Central US$ 534 millones la semana pasada, por lo que las reservas crecen en US$ 725 millones en mayo y en US$ 1.579 millones en lo que va de 2021.

Pero la efusividad terminó el viernes con alguna mueca en Reconquista 266: en las últimas ruedas de la semana pasada la soja bajó de US$ 610 a US$ 592 dólares y el maíz achicó de US$ 304 a US$ 283.

El cambio de tendencia y las caras serias en el BCRA tienen una justificación: volvieron las lluvias a EE.UU. y su cosecha puede ser mejor que lo esperado, mientras que la Bolsa de Rosario acaba de anunciar que por la sequía local, la cosecha argentina no será abundante: en soja se bajará de 50,7 millones a 45 millones de toneladas y en maíz, la reducción será de 51,5 a 50 millones de toneladas. O sea, hasta ahora hubo dos lotos, externos, inesperados. Pero con la mitad de la cosecha ya vendida, los precios y las cantidades por venir pueden ser menos prometedores que lo visto hasta ahora.

Además de eso, la tómbola del mundo se está dando vuelta. Las mejores temperaturas llegan al norte y las peores al sur. Así, en la última semana la cantidad de fallecidos creció apenas 0,1% en EE.UU. (con el 80% de su población ya vacunada en primera dosis), mientras que en Argentina los muertos crecieron 4,5% hasta casi 70.000 decesos en 18 meses de pandemia (con sólo el 21% de las personas con primera dosis).

Por lo visto hasta ahora, lotos y posible postergación de los pagos, la Bolsa porteña estuvo la semana pasada de fiesta, y los bonos también repuntaron, aunque mucho menos. Pese a la mayor inflación desde 2008, la Fed cree que la suba de los precios será temporal (algo que se patentizó por las bajas de jueves y viernes en las materias primas), por lo que el estímulo y la tasa baja sigue, pese a que Larry Summers el es secretario del Tesoro de Bill Clinton, advierte que tanto Joe Biden como Jerome Powell están aplicando el financiamiento público más irresponsable en cincuenta años.

Con una creación de empleo menor a la esperada, el gran temor de la Fed es que además haya un cataclismo en Wall Street, por eso sigue con el inflador. Con la lluvia de dólares en el norte y los lotos en el sur, la Bolsa de Buenos Aires fue una fiesta la semana pasada, al subir 6%, pero las bolsas del Norte dijeron otra cosa: en el balance semanal Frankfurt ni se movió, San Pablo y México cedieron apenas, la Bolsa chilena bajó 1% (asustada porque el cobre retrocedió de US$ 10.712 a US$ 10.233), el Dow Jones de Nueva York cedió 1,1%, el Nasdaq cayó 2,3% y Tokio se desplomó 4,3%.

Pero el análisis de presión, colesterol y azúcar que enfrenta la economía local quizás se vea mejor con lo ocurrido con los bonos: a pesar de los dos lotos y con las promesas a Alberto, los bonos subieron en la semana 0,5%, por lo que el riesgo país bajó 50 unidades, hasta 1.564 puntos básicos, pero el riesgo de la región bajó más y nuestra fiebre sigue siendo casi nueve veces más alta que la de los países vecinos.

Sin que se pueda decir “es Macri”, “es la pandemia”, “es el FMI” o “es el Club de París”, el Gobierno enfrenta en las próximas semanas un vencimiento por casi medio billón de pesos por bonos o letras emitidas bajo el mando de este Presidente. O sea, esta vez no “paga el que sigue”, Alberto hereda a Alberto.

Por eso, el miércoles, en una operación que se liquidará recién el viernes (no el mismo día, como hasta ahora), Guzmán sale a hacer una colocación de deuda que viene con dos trampas y con detalles que hielan la sangre de los camporistas. Por un lado, la CNV obligó a los inversores institucionales a tener que comprar sí o sí los papeles que ofrece el ministro y por otra parte Guzmán acaba de colocar bonos en organismos públicos, vaciando más las cajas estatales. Y como si eso no fuera suficiente, Guzmán ofrecerá siete letras y tres bonos, que pagarán tasa de interés, ajustarán por inflación e incluso algún papel estará atado al dólar, algo que era pecado mortal para el ministro hasta ahora.

En detalle, Guzmán ofrecerá una Letra a descuento a 100 días de plazo, una Letra a tasa variable más 1,75% también a 100 días, una Letra a descuento a 175 días, una Letra a tasa variable más 2,75% también a 175 días, una letra a descuento a 205 días (poselección), una Letra a descuento ajustada por CER a 285 días, una Letra a descuento ajustada por CER a un año, un bono atado al dólar (tipo de cambio oficial) a casi un año de plazo, un bono atado al dólar a un año y medio y un bono ajustado por CER mas 1,4% con vencimiento en marzo de 2023.

Con semejante combo de cosas, mientras que el estímulo de Biden (pese a su inflación más alta en 13 años) logró que el dólar subiera la semana pasada 0,7% contra el yen, 0,6% en Brasil y Chile, 0,2% contra el euro e incluso 0,1% contra el yuan y el franco suizo, el billete verde perdió terreno sólo contra la libra, ya que bajó 0,8% en la semana. Pero en Argentina, con el dólar MEP frenado, el blue subió 1,3% y el fuga (contado con liquidación) trepó hasta 159,16 pesos, su precio más alto desde el 27 de octubre pasado, acumulando un alza del 13,5% en cuatro meses, un punto más que la renta entregada por el plazo fijo tradicional.

( El Economista )

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Las violencias directas de otros lares y las violencias encubiertas entre pestes, negocios en torno a las vacunas, intereses corporativos en torno a los servicios de Justicia y una deuda fabricada para sostener la hegemonía del dólar en la globalización neoliberal a costa del sufrimiento y la perdida de soberanía de las naciones del resto del planeta, continúan esparciendo su tendal de víctimas. Los victimarios, conscientes o negados a la realidad que contribuyen a producir, intentan volver a la normalidad. Nadie se salva solo. Que cada quien haga su parte.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack



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