Los derroteros de la muerte ...

En estos días de la peste, la globalización neoliberal sigue su derrotero de decadencia, materialismo y muerte, alimentando el despilfarro y la concentración de privilegios. Las Criptomonedas, que surgieron como una alternativa para volver a la economía de la producción y del intercambio mas justo y menos intermediatizado, termina sucumbiendo al poder financiero y convirtiendose en un instrumento mas de su máquinaria. Los medios de comunicación corporativos siguen alimentando la rueda obteniendo fallos juidiciales que impiden que los servicios digitales sean derechos asequibles para cualquier persona, en tanto que el sistema financiero impone su uso para las acciones económicas y operaciones de compra/venta. La pandemia sigue demostrando la precariedad de los sistemas de salud y las incapacidades de los gobiernos para someter a las corporaciones económicas a sus intenciones de solidaridad y vacunar al mayor numero de personas en el menor tiempo posible. La Meritocracia nos sigue convenciendo de que hay mejores y peores y por tanto los que tienen y pueden son mejores y deben tomar las decisiones. Sin Embargo son estos mismos decisores los que han determinado de manera mas impactante los acuciantes problemas del mundo.

Tesla, la empresa de créditos de emisión y cripto

El fabricante de automóviles eléctricos registró ganancias trimestrales récord ayer , superando las previsiones de Wall Street. Pero una mirada más cercana muestra que su negocio principal, ya sabes, fabricar vehículos , no fue la única historia, y esa podría ser la razón por la que las acciones de la compañía cayeron en el mercado secundario.

Tesla reportó una ganancia trimestral de 438 millones de dólares, la más alta hasta la fecha. Pero las maniobras financieras halagaron este número:

  • La compra de $ 1.5 mil millones de Tesla Bitcoin, y la posterior venta de una parte de sus tenencias, llevaron a un aumento contable de $ 101 millones. Bitcoin "hasta ahora ha demostrado ser una buena decisión" Zach Kirkhorn, director financiero de Tesla (no, no estamos usando su otro título , dijo ayer a los analistas ), y agregó que la compañía continuaría invirtiendo en criptomonedas como un lugar para estacionar exceso de efectivo. (Las tenencias de la compañía también crecerán a medida que los clientes comiencen a comprar autos con Bitcoin).

  • Tesla también ganó $ 518 millones con la venta de créditos de emisiones a otros fabricantes de automóviles, frente a los $ 354 millones de hace un año. Este ha sido un ajetreo lateral constante y de alto margen para Tesla a medida que aumenta la producción de automóviles.

El negocio de la venta de automóviles va en la dirección correcta, pero enfrenta problemas de suministro. Las entregas de vehículos llegaron a 184.000, por encima de las expectativas, incluso cuando las ventas de los modelos S y X cayeron por delante de las renovaciones de la línea. Pero Elon Musk, el director ejecutivo de Tesla (o, bueno, "Technoking", si es necesario), admitió que los problemas en el suministro de componentes, en particular, la escasez global de chips de computadora, habían llevado a "algunos de los desafíos más difíciles de la cadena de suministro que que hemos experimentado ". El verdadero apuro puede llegar en el segundo trimestre, por lo que es bueno que Tesla tenga tantos otros negocios a los que recurrir.

Los problemas de seguridad podrían ser un riesgo mayor a largo plazo. Tesla todavía está lidiando con una investigación sobre un accidente fatal en Texas este mes que involucró a uno de sus vehículos, en el que la policía dice que nadie estaba detrás del volante. El ingeniero jefe de Tesla citó ayer nueva evidencia que potencialmente contradice esa afirmación. Y la compañía está tratando de apagar una crisis de relaciones públicas en China , luego de que los medios de comunicación estatales la acusaron de "ser arrogante" en su manejo de las quejas de un cliente sobre los frenos de su automóvil.

Andrew Ross sorkin “DealBook” The New York Times

En Argentina, La Justicia federal admitió un recurso de apelación de Telecom Argentina y decretó una medida cautelar en su favor, por lo cual determinó la suspensión de algunos artículos del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que declaraba como servicio público esencial a las telecomunicaciones por seis meses en el marco de la pandemia. La decisión, que contó con los votos de los jueces José Luis López Castiñeira y Luis María Márquez de la Sala II de la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal, suspende los artículos 1 al 6 del DNU 690/2020 y también tres resoluciones reglamentarias del Ente Nacional de Telecomunicaciones (ENACOM), que serán inaplicables a la empresa.

Si bien la decisión judicial repone la potestad de los operadores de cable y telecomunicaciones de fijar sus condiciones de comercialización, el vicepresidente de ENACOM, Gustavo López, adelantó que este lunes “van a anunciar que en mayo no va haber aumento para ninguno de los servicios”.

"Clarín va a poder cobrar lo que quiera. Los jueces han dispuesto que el cliente de Telecom pague lo que la empresa quiera y todos los demás clientes lo que el Estado regule", explicó López en declaraciones radiales.

Asimismo, el integrante de ENACOM cuestionó: "¿Cómo es posible que el Poder Judicial termine legislando en lugar del Poder Legislativo o las normas dictadas por el Poder Ejecutivo? No hay una declaración de inconstitucionalidad, sino que se establece que no se cumpla el decreto".

"Obviamente vamos a ir a la Corte para apelar la medida cautelar. Hasta el día de ayer hemos aplicado sanciones hacia Telecom. Las primeras fueron de 650 mil pesos diarios. A partir de febrero pasaron a ser 19 millones de pesos diarios". 

A través del decreto 690 publicado en agosto pasado, el Gobierno nacional declaró servicios públicos esenciales y estratégicos en competencia a la telefonía celular y fija, Internet y la televisión por cable, a raíz de la pandemia de coronavirus. Con esta decisión, el Estado intervenía en la fijación del precio.

El Ejecutivo tomó esa decisión al considerar que “el derecho de acceso a internet es, en la actualidad, uno de los derechos digitales que posee toda persona con el propósito de ejercer y gozar del derecho a la libertad de expresión”.

Además, la ONU ha expresado en diversos documentos la relevancia de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) para el desarrollo de una sociedad más igualitaria y la importancia de que a todas las personas les sea garantizado su acceso a las mismas.

Cuando cursé introducción al Derecho, el profesor Eduardo Russo nos dijo: ”El derecho es, lo que los jueces dicen que es”. Me pareció una frase descarnada, pragmática y desalentadora para estudiantes de primer año, pero tenía razón.

Los principios del derecho, su carga de valor, sus ideales de libertad e igualdad, caen todos los días frente a la Patria Cautelar, aquella conformada por algunos sectores de la justicia que tienen la venda corrida y con un ojo miran para un lado y con el otro son ciegos para los que menos tienen.

En agosto de 2020 el presidente Alberto Fernández decretó como servicios públicos el acceso a las tecnologías de la información y las comunicaciones. A partir de ese momento los precios ya no iban a ser fijados unilateralmente por las empresas, sino que iban a ser autorizados por el Estado teniendo en cuenta los costos, las ganancias y la economía general. Además, se agregaba la Prestación Básica Universal (P.B.U.) para las personas de menores recursos, estableciéndose planes más limitados pero muy accesibles para que nadie quede afuera.

La educación, buena parte del trabajo, el acceso a la cultura, a las prestaciones sociales y médicas, todo requería de conectividad. Por eso era imprescindible la regulación del precio de un servicio elemental para todas las actividades de la vida cotidiana.

Si por protocolo sanitario los chicos tenían que estudiar desde sus casas, al igual que los trabajadores desarrollar sus tareas, no podíamos restringirles el acceso por una cuestión económica y que sólo estudiara el que tenía con qué pagar. Si para cobrar un IFE o un ATP se necesitaba conectividad, el Estado regulaba un precio justo, equitativo y razonable.

Este viernes 30/4, la Sala II de la Cámara Contencioso Administrativo Federal, en voto dividido, eximió a Telecom del cumplimiento del DNU por el plazo de 6 meses. Es decir que a partir de hoy, la empresa no tiene obligación legal de respetar precios ni de otorgar la prestación básica, creando un desequilibrio respecto de las demás empresas que sí se ajustan a la Ley y dejando desprotegidos a millones de usuarios, ya que el precio por estar conectados o comunicados lo va a fijar discrecionalmente el privado.

El fallo, que apelaremos desde el Enacom y desde el Gobierno ante la Corte Suprema, es además esencialmente injusto, si es que al Poder Judicial todavía le interesa el sentido de Justicia. Y con esto no pretendo desconocer el derecho de empresas o ciudadanos de acudir a la justicia por un hecho o norma del gobierno o del Congreso. Todos tenemos derecho a pedir la inconstitucionalidad de una norma que nos parezca violatoria de la C.N.

El problema es que ninguno de los jueces que intervino a lo ancho y largo del país por las docenas de demandas presentadas por las empresas, declaró la inconstitucionalidad de la Ley (el DNU fue convertido en ley por el Congreso). Esta Sala otorga una medida cautelar y pasa a reemplazar la voluntad popular expresada por el Poder Ejecutivo y por el Congreso, quienes siguiendo los lineamientos de la Constitución sancionaron y convalidaron el Decreto. 

Eduardo Russo tenía razón, pasamos del sistema democrático al gobierno de los jueces. Dos personas deciden que 18 millones de compatriotas quedan a merced económica de una empresa. Deciden que los jubilados, los que reciben AUH, los estudiantes, en definitiva, los que menos tienen, ahora van a tener menos todavía.

Millones de argentinos y argentinas reclamaron nuestra intervención para poder tener acceso razonable a estos servicios. Ahora dos personas deciden por ellos y por todos nosotros, alterando el sentido de justicia.

Obviamente que vamos a apelar, que vamos a seguir adelante en el marco de la ley, pero fundamentalmente los ciudadanos y ciudadanas tienen que saber que vamos a defender su derecho universal a estar comunicados y su bolsillo, para que el precio sea justo y razonable.

Creemos en la Justicia como valor aunque algunos jueces lo hayan olvidado.

Gustavo López Vicepresidente Enacom.en Página 12

Por primera vez en sus 45 años de historia, la empresa estatal rionegrina de tecnología Invap exportará radares, una de las áreas más nueva de la compañía. Se trata de dos radares primarios 3D móviles de uso civil, modelo RPA-200MC, que serán construidos en la planta que la compañía tiene en Bariloche, que serán destinados al sistema de aeropuertos de Nigeria. La operación se realizará de forma tercerizada, ya que el vínculo contractual es con la empresa Jampur International FZE, de Emiratos Árabes Unidos. La firma del contrato se llevó a cabo en marzo entre el CEO de Jampur, Mohammad Shafiq, y Vicente Campenni, gerente general de Invap.

Desde Invap informaron este jueves que "Jampur International FZE es responsable de la provisión de equipamiento aeroportuario requerido por el Ministerio Federal de Aviación de Nigeria para mejorar la seguridad de las operaciones de la aviación civil en ese país". En el mismo comunicado se señala además que “Eete modelo de radar, en su versión móvil y de uso civil, constituye la más reciente incorporación a la familia de radares RPA desarrollados por la empresa argentina de desarrollo tecnológico Invap. Su diseño modular y con transmisores distribuidos en la antena, le permite operar las 24 horas, los 365 días del año, con alta disponibilidad, mínimo mantenimiento preventivo y bajos costos logísticos y operativos durante todo su ciclo de vida".

Luego de consolidar su prestigio en el mundo nuclear, Invap incursionó en el área espacial con notable éxito y en proyectos asociados a la medicina, como los centros de radioterapia. Los radares son una incorporación relativamente nueva, pero pudo cumplir con las exigencias de seguridad que las deliberaciones del G20 en Buenos Aires precisaron hace tres años en Buenos Aires.

Tiempo Argentino

No mueren de hambre… “Los están matando de hambre”

Con el gasto militar mundial de 26 horas se podría evitar la inanición

Sergio Ferrari, desde la ONU, Ginebra, Suiza

Los 270 millones de personas que en el mundo padecen inanición y sufren hambruna son víctimas de un sistema. La sociedad civil internacional alzó la voz para desafiar a los responsables de este drama planetario

Los que padecen hoy de hambre son “personas capaces de producir o ganar lo suficiente para alimentarse a sí mismos y sus familias”. Pero que no lo logran debido a situaciones de conflictos y violencia, desigualdad, impactos del cambio climático, pérdida de tierras y empleo o las consecuencias directas de la pandemia que las han golpeado de manera trágica. “No están muriendo de hambre, las están matando de hambre”, denuncia la Carta abierta a los Estados y sus líderes publicada la tercera semana de abril.

La suscriben 260 Organizaciones No Gubernamentales (ONG) nacionales e internacionales de los cinco continentes que trabajan estrechamente en el terreno, con víctimas de este drama. “Todos los días somos testigos del sufrimiento y la resiliencia”, enfatizan. (https://www.icvanetwork.org/system/files/versions/Carta%20abierta%20a%20los%20Estados_SPANISH.pdf).

Y afirman que con el gasto militar mundial de 26 horas se podría cubrir los fondos suplementarios necesarios a fin de asegurar la ayuda alimentaria urgente para más de 34 millones de niñas, niños y personas adultas que “están a un paso de la hambruna”.

Se hacen eco, así, del llamado lanzado hace varios meses por el Programa de Alimentos (PMA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con el objetivo de recaudar ese fondo adicional para el año 2021.

Entre los firmantes se encuentran, por citar solo algunos nombres, Tierra de Hombres de Suiza; Médicos del Mundo de Canadá; numerosas Caritas de Europa y de Latinoamérica -entre ellas las de Argentina y Brasil-; el Consejo Internacional de Agencias Voluntarias (ICVA); la Acción contra el Hambre de Francia; el Consejo Noruego para los Refugiados; InterAction de Estados Unidos; Oxfam de Kenia; la Federación Luterana Mundial; CARE Internacional; Alianza 2015 de Bélgica y el Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria de España (https://www.icvanetwork.org/OpenLetterFaminePrevention).

Cruda acusación

Las ONG, que tienen proyectos y presencia en sectores necesitados, sostienen que no hay nada de casual en la situación actual: son acciones humanas las que provocan esta realidad. Comprueban también el aumento cada vez mayor de la brecha entre las necesidades que confronta la gente y la asistencia que las mismas ONG pueden brindar. Situación que amenaza con “robar la esperanza. No podemos permitir que se pierda la esperanza”, afirman.

Las cifras siguen creciendo. Un total de 174 millones de personas en 58 países corren el riesgo de morir por desnutrición o falta de alimentos “y esta cifra aumentará en los próximos meses si no se hace nada”, denuncian las ONG. Los conflictos bélicos son el principal motor del hambre en el mundo, seguidos del cambio climático y la pandemia de coronavirus.

Según explica en su sitio WEB Oxfam de Quebec (Canadá), un año después que las Naciones Unidas advirtieran sobre “hambrunas de proporciones bíblicas”, los fondos aportados como respuesta por los países ricos llegan apenas al 5% del pedido de la ONU para este año en curso. Por el momento están confirmados, solamente, 415 millones de dólares de lo solicitado para luchar contra el hambre en el mundo ( https://oxfam.qc.ca/depenses-militaires-pour-financer-aide-humanitaire/)

De Yemen a Afganistán, de Sudán del Sur al norte de Nigeria, las armas y la violencia están empujando a millones de personas al borde de la inanición, afirma Oxfam. Ésta recuerda que los precios medios de los alimentos a nivel mundial se encuentran en el nivel más alto de los últimos siete años.

Los países más ricos están recortando la ayuda alimentaria mientras millones de personas pasan hambre; se trata de un enorme fracaso político”, subraya.  El hambre en el mundo no se debe a la falta de alimentos, sino a las desigualdades socio-económicas, sostiene dicha ONG, una de las más activas en lo que hace a la información y la sensibilización sobre esta temática.

Latinoamérica también víctima
Más de 20 países sufrirán hambre aguda si no se les asiste con urgencia. Yemen, Sudán del Sur y el norte de Nigeria encabezan la lista de naciones de alto riesgo. En algunas zonas de Sudán del Sur y de Yemen hay familias que ya están en peligro de morir de inanición, señala el documento presentado el 23 de marzo por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos. (http://www.fao.org/news/story/es/item/1390765/icode/ )

En el mismo, las agencias señalan que, si bien la mayor parte de los países afectados se encuentran en África, el flagelo del hambre aumentará en prácticamente todas las regiones del mundo, incluida incluso América Latina. Este informe afirma – de igual manera que ahora lo hacen las 260 ONG- que 34 millones de personas están en este momento a un paso de morir de hambre.

En cuanto a América Latina y el Caribe destaca la escalada de la inseguridad alimentaria aguda en El Salvador, Guatemala y Honduras debido al doble impacto de los huracanes Eta e Iota y los efectos  económicos del COVID-19.

Estos cataclismos, agrega, dañaron grandes extensiones de tierras de cultivo, al igual que la infraestructura de los sectores productivo, ganadero, pesquero y de transporte, provocando una caída del suministro de alimentos y un alza en los precios de los mismos. Además, el cierre de actividades impuesto por la pandemia redujo el empleo, sobre todo el informal, lo que ha provocado la pérdida de ingresos familiares y un menor acceso a los alimentos.

El estudio anticipa un panorama dantesco. Estima que las condiciones en Honduras empeorarán entre abril y junio, cuando unos 3,1 millones de personas enfrenten inseguridad alimentaria aguda y 570.000 lleguen a una situación de emergencia. Calcula que, en Guatemala, 3,7 millones de personas se encuentran ya en situación grave, con 428.000 en alto riesgo de inanición. En cuanto a El Salvador, las dos organizaciones de la ONU anticipan que un millón de personas enfrentará inseguridad alimentaria entre marzo y mayo, con 121.000 en situación de emergencia.

Panorama continental agudizado por la realidad haitiana y venezolana. En Haití, el COVID-19 y las malas cosechas han dejado a casi la mitad de la población, es decir unos 4.4 millones de personas, en situación de inseguridad alimentaria grave, y a 1.2 millones en situación de emergencia, lo que representa un aumento del 6% con respecto al año anterior. En Venezuela, “la situación es probable que se deteriore más” por la hiperinflación y las sanciones internacionales, subrayan la FAO y el PAM. Anticipan que los niveles de inseguridad alimentaria crecerán con respecto al 2019, cuando 9.3 millones de personas padecieron por la carestía de los alimentos.

Es hora de actuar con urgencia

La Carta abierta hecha pública el 20 de abril por las organizaciones no gubernamentales insta a los líderes y a los Estados a dar respuestas inmediatas. Y enfatiza que dichos dirigentes tienen una “responsabilidad única”. La ayuda debe llegar lo más directamente posible a las personas más necesitadas y de forma urgente. Recuerdan que se necesitan 5.500 millones de dólares para que la asistencia alimentaria urgente llegue a esos 34 millones de personas a punto de caer en el abismo de la hambruna.

Los firmantes llaman a los jefes de Estado a poner fin a los conflictos y violencias de todo tipo y contribuir así a la solución global del hambre en el mundo. Y enfatizan la necesidad de que se aplique el “cese global de hostilidades” al que convocara el Secretario General de las Naciones Unidas el pasado 23 de marzo (https://news.un.org/es/story/2020/04/1472342)

No hay lugar para el hambre y la inanición en el siglo XXI. La historia nos juzgará a todos por las acciones que tomemos hoy”, concluye la reflexión-advertencia-exigencia de la sociedad civil internacional.

Y junto con el punto final de la misiva se abre el corolario analítico de este drama mundial. El hambre no es una fatalidad. Es el resultado de una voluntad política en la que prevalece un sistema ilógico. Es decir, la consecuencia de una falta de voluntad política para concebir el mundo desde el prisma de la equidad humana. + (PE)

https://ecupres.wordpress.com/2021/04/27/no-mueren-de-hambre-los-estan-matando-de-hambre/

Entrevista a Sergio Ferrari, la pandemia en Europa

Entrevista realizada por Daniel Dussex para HoraCero y la Agencia Paco Urondo.

Enviada por Daniel Dussex directamente a Ecupres. Prensa Ecuménica

Dialogamos con Sergio Ferrari, periodista argentino radicado en Suiza, para que nos cuente cómo se está viviendo la pandemia de coronavirus en aquel país y en el resto de Europa.

Sergio Ferrari es un analista internacional, journaliste como se dice en francés o periodista en nuestro castellano, dedicado a temáticas sociales y ambientales con una amplia experiencia en reportes especiales que realiza para varios medios de comunicación del mundo. A este colaborador de HoraCero, hoy decidimos entrevistarlo para que nos informe en primera persona cómo se vive en Suiza, donde está radicado, la situación de pandemia.

¿Cuál es la situación en Suiza respecto de esta pandemia?

Sergio Ferrari: -Tal vez lo más descriptivo es decir que Suiza, como Europa, está en medio de la tercera ola de la pandemia. Esto significa que se vivieron meses muy difíciles entre enero e inicios de abril. En el caso de Suiza, luego de dos meses de actividades comerciales, educativas superiores y deportivas prácticamente cerradas, a partir del lunes de la semana pasada se abrieron parcialmente los bares y restaurantes, pero solamente en las terrazas externas, al aire libre. Las universidades y escuelas superiores continúan funcionando sin presencia física de los estudiantes.

¿Qué ocurrió en los establecimientos educativos?

SF -Las escuelas primarias y secundarias en esta tercera ola se mantuvieron abiertas, ahora se acaba de salir de unas vacaciones largas de tres semanas y hay un sistema de testeo que se les efectúa a los alumnos en su regreso a clases, muy intenso en muchas de las escuelas del país. Por otra parte, a nivel de la actividad cultural la semana pasada se abrieron los cines y teatros, pero con una ocupación máxima de 50 personas, manteniendo la distancia y siempre portando el barbijo. Para los eventos deportivos al aire libre no se autorizan más de 100 espectadores. Quiere decir que si bien hay una leve apertura luego de dos meses de una profunda cerrazón de actividades, siempre se sigue viviendo con la preocupación por esta tercera ola que no desapareció.

¿Cuál es el nivel de contagios actual?

SF -En este día en Suiza hay 2123 casos de infecciones que si lo comparamos con la población de Argentina, (Suiza tiene 8 millones, Argentina casi 45 millones) estamos hablando de una población seis veces más grande, esto equivaldría a catorce mil casos de infecciones aproximadamente en proporción. Por otra parte lo que sí ha mermado son los decesos y los niveles de hospitalización en esta tercera ola no están desbordando el sistema de cuidados intensivos.

En Argentina hay sectores que se resisten a las restricciones con el argumento de la libertad ¿Cómo recibe la sociedad suiza las medidas de cuidado?

SF -En Suiza y creo que refleja la situación de Europa también, hay un consenso bastante generalizado sobre la gravedad de la pandemia y por lo tanto existe comprensión de las medidas para frenarla. Sin ninguna duda, después de un año que comenzara la crisis sanitaria hay señales de cansancio en ciertos sectores sociales que ven limitadas sus actividades productivas, en la circulación -es el caso del turismo- y también en cuanto al quehacer cultural. Es normal que una sociedad sujeta a restricciones después de un año, con muchas incertidumbres, exprese ciertos niveles de cansancio. El Gobierno suizo propuso una “Ley Covid 19” que será sujeta de votación popular el próximo 13 de junio y dará un termómetro importante de la percepción que la población tiene respecto de todas las limitaciones pandémicas.

¿Qué sucede con los grupos antipandemias?

SF -Considero que los “antivacunas” son minoritarios, suelen expresar su rabia a veces con manifestaciones no permitidas en las calles, sin respetar las medidas de distanciamiento social y en actitudes de provocación a las fuerzas del orden y a las disposiciones legales. Pero estamos hablando de mil personas en una ciudad, quinientas en otras, lo que es muy irrepresentativo del porcentaje global de la población.

¿Podrías darnos otros elementos sobre la realidad se vive en Suiza hacia fin de abril?

SF -Un estudio difundido el último fin de semana de abril indica que en este último año casi tres millones de personas -de un total de 8 millones de habitantes- contrajeron el virus. Es decir, en torno a un 30% de la población. Este elemento, junto con el progreso de la vacunación, se convierten en pasos importantes hacia la todavía lejana inmunización comunitaria masiva. Los expertos afirman que para asegurar un funcionamiento social con cierta “normalidad” se necesita que al menos un 50% de la población esté inmunizada. Desde abril, cada habitante recibe gratuitamente en las farmacias cinco tests anti-covid rápido por mes.

¿Cuál es la situación global en Europa?

SF -Pregunta difícil a responder porque a nivel sanitario existen muchas Europas en un solo continente. Haciendo una radiografía rápida, te respondo con un pantallazo en tres de los países de la Unión Europea: Francia, Alemania y España.

El Gobierno francés anunció el jueves 22 de abril las medidas para recuperar la actividad social y económica en uno de los países europeos que ha impuesto mayores y más largas restricciones a la población. Se prevé que las terrazas, los lugares culturales y los comercios no esenciales reabrirán, parcialmente, a mitad de mayo, después de permanecer caso medio año con profundas restricciones. Sin embargo, se mantendría el toque de queda, vigente en todo el territorio desde el 15 de diciembre, aunque con variaciones horarias.

En Alemania cuando la incidencia semanal pase un umbral determinado, se impondrá un toque de queda nocturno, según una ley recién aprobada. Las escuelas también podrían cerrar. El dispositivo se activa cuando en un área haya una incidencia semanal de 100 casos por cada 100.000 habitantes, durante tres días consecutivos. En tal situación, se limitarán los contactos privados y se cerrarán comercios no esenciales, entre otras medidas. Asimismo, se prohibirán las clases presenciales en los colegios si se registran tres días consecutivos una incidencia semanal de 165 casos o más por cada 100.000 habitantes. A nivel de vacunación, el Ministerio Federal de Salud calcula que el 21,6% de la población ha recibido una primera dosis hasta el jueves 22 de abril, mientras que 5,7 millones de personas, es decir el 6,9% de sus habitantes, ha sido inmunizado por completo. El Gobierno también anunció que planea comprar 30 millones de la vacuna rusa Sputnik V, aún no aprobada por la Unión Europea.

En España, debido a esta tercera ola, sigue vigente el Estado de Alarma hasta el próximo mes de mayo. A excepción de Madrid, Baleares y Canarias, todos los gobiernos autonómicos están sometiendo a confinamientos perimetrales en sus territorios para evitar al máximo la movilidad de la población. El toque de queda nocturno también se ha implantado en las comunidades autónomas como medida para frenar la incidencia del virus. En todo el país es obligatorio el uso de la mascarilla aun en espacios externos, aun si se puede mantener la distancia de seguridad de 1,5 metros. En la mayor parte del país, las reuniones siguen limitadas a seis personas, salvo en interiores de bares, cafeterías y restaurantes, donde el máximo por mesa sigue siendo de cuatro personas. En los domicilios particulares, se permiten los encuentros de un máximo de seis personas de distintos grupos de convivencia.

¿Cuál sería tu síntesis de este cuadro de situación que nos trazaste?

SF -Los países de la Unión Europea siguen viviendo bajo gran presión y un funcionamiento limitado. La apuesta casi común es de poder “normalizar” parcialmente la actividad para el pleno verano, julio, agosto. Pero a fines de abril nadie se anima a asegurar que esta normalización pueda concretarse. Dependerá del desarrollo de la pandemia y del avance del proceso de vacunación que por el momento no ha logrado progresar al ritmo previsto. + (PE/HoraCero))

El FMI y la Incertidumbre

Por Alvaro García Linera.

Político y escritor. Ex vicepresidente de Bolivia.

Desde Gracus.

Kristalina Gueorguieva, doctora en economía, es la directora general del FMI y ciertamente conoce, como todos los funcionarios de esa institución, el manejo de la incertidumbre en determinadas variables macroeconómicas que modelizan las decisiones individuales de consumidores y productores. De hecho, el Global Integrated Monetary and Fiscal Model (GIMF), con el que el FMI disciplinó durante cuatro décadas la comprensión y dirección de las políticas económicas de los países del mundo, incluye las llamadas “variables estocásticas” al momento de prever expectativas sobre los períodos futuros de la economía.

Por ello, sorprende que lo más relevante de la declaración de la directora general, previa a la cuadragésima tercera reunión del Consejo del FMI en abril, haya sido precisamente el afirmar que el mayor “peligro” que envuelve al mundo sea la incertidumbre. El peligro ya no es, como antes se pontificaba, el déficit fiscal, los excesivos impuestos, las subvenciones, el gasto público en el área de salud, el populismo o el intervencionismo estatal. No, al contrario, ahora en un giro de 180 grados se recomienda que frente a la “gran recesión” y al “lockdown”, los gobiernos deben “transferir recursos a los “hogares vulnerables”, ampliar “subsidios”, “inyectar capital” a las pequeñas empresas, elevar la inversión pública en infraestructura, salud y educación, aplicar tributos progresivos a la riqueza, a los beneficios empresariales excesivos, a las grandes herencias, etc.

La incertidumbre a la que el FMI le teme no es pues la aleatoriedad de las expectativas de mercado de los actores individuales, fácilmente capturadas por el juego de probabilidades en las ecuaciones con las que se calculan las variables estocásticas de los GIMF. Aquello correspondía a los tiempos de una realidad social domesticada, donde productores, consumidores, gobernantes, políticos, ideólogos, comunicadores compartían un mismo horizonte cultural de destino predecible: la competencia salvaje, la ganancia, el libre mercado y la globalización.

El Desborde

Hoy, en cambio, hay una realidad que desborda y fisura por todos lados ese corsé predictivo y la simpleza matemática de esas variables. La incertidumbre se está apoderando de la propia organización del mundo y de su porvenir. La pandemia ha obligado a los estados a romper reglas de mercado para proteger a sus ciudadanos; la acumulación empresarial ha sido paralizada para poner por delante responsabilidades médicas, los déficits fiscales se han disparado para financiar la estabilidad de las bolsas de valores y las transferencias monetarias de emergencia. Las élites, después de 40 años de unanimidad en cuanto a horizontes de futuro, ahora divergen sobre las políticas económicas a adoptar ante la gravedad de la crisis. El venerado “mercado mundial” detrás del cual corrían todos los agentes económicos, es hoy una entelequia escurridiza descuartizada por un enfurecido nacionalismo de vacunas. Cada Estado “desarrollado” cuida las vacunas fabricadas en su territorio, dejando al resto a la suerte divina. La globalización se arrodilla ante la fuerza pura y cruda de las soberanías territoriales.

El espectáculo es grotesco. Cada uno de los fetiches de la modernidad neoliberal es inmolado en el fragor de un mundo encendido por la consigna de sálvese quien pueda, como pueda y donde pueda. Así, los sacerdotes del libre cambio han devenido proteccionistas, con Boris Johnson a la cabeza. Los promotores de la consigna de que “el Estado es el problema”, primero con Donald Trump y su “America First”, y luego con Biden y su “Made in America”, relanzan a ese Estado como único demiurgo capaz de intentar sacar de la decadencia a EEUU. Los líderes de la anteriormente detestada economía planificada, como China, ahora son los más fervientes defensores de la globalización. Y si el propio FMI hoy tiene que recomendar lo que hace dos años era condenado y sancionado, entonces estamos ante un descomunal estupor cognitivo que se ha apoderado de las élites planetarias dominantes. Los “años dorados” donde gobernantes y gobernados compartían una misma hoja de ruta global, y cuando las diferencias estaban en la velocidad para llegar a un destino fijado de antemano, ahora ha estallado en múltiples perspectivas o, lo que es peor, en la ausencia de un destino plausible.

Esta es la verdadera incertidumbre que aterra a Gueorguieva porque en este vaciamiento del sentido de la historia imaginada, el viejo mundo neoliberal ordenado alrededor de un destino ilusoriamente compartido, que le daba consistencia al cálculo probabilístico de las variables estocásticas, ahora se cae a pedazos por decisión de sus propios administradores.

Y al final, ello tiene un precio histórico.

Es el propio FMI quien alerta, en un estudio reciente, que la “larga sombra” de conflictividades post Covid-19 puede llevar a “derrocar gobiernos”. El asalto al Capitolio norteamericano del 6 de enero es la epidermis de una herida de época que recorre el mundo. Claro, las tolerancias morales de los gobernantes hacia los gobernados, lentamente comienzan a deshilacharse por todos lados.

Cuando todo el orden lógico y procedimental del horizonte dominante que ha organizado el curso de la vida cotidiana de la sociedad se desvanece, lo que emerge es el abismo de la historia en cuyo interior insondable todo puede pasar. Es la época de un caos estructural que, inicialmente, promueve la parálisis del horizonte predictivo de las clases subalternas; es decir, es la experiencia del tiempo como un hecho suspendido, como una agobiante excepcionalidad indefinida que no tiene vocación ni promesa.

¿Y que podría pasar cuando la “larga sombra” del enfado de los de abajo en algún momento quiera romper, por decisión y riesgo propios, la asfixia de un tiempo dilatado y sin futuro para inventar un nuevo destino imaginado? Si ahora el FMI, obligado por las circunstancias, propone elevar impuestos a las grandes fortunas y al patrimonio en directa contradicción con su antiguo catecismo del “goteo”, no sería raro que las clases plebeyas, quizá, vayan un poco más allá y pongan en duda la propiedad de los dueños de esas grandes fortunas, o piensen cosas “peores”. Si por el momento, con la vigencia de la gran propiedad privada, no hay futuro capaz de volver a encandilar las expectativas sociales, podría ser que, sin esa gran propiedad, las cosas sean distintas.

Nadie lo sabe, pero lo que es cierto es que el futuro se abre paso a tropezones y jaloneado por el miedo. La incertidumbre de hoy ya no es la de los valores probables de una variable, sino de la validez de la totalidad de las ecuaciones del FMI que modelizan el comportamiento social sumiso.

Entonces la “incertidumbre peligrosa” a la que teme Gueorguieva es la que hoy atenaza, en primer lugar, a los decisores del orden planetario, a los que lo dirigen. Resulta claro que si los que gobiernan el mundo no saben hacia dónde vamos, su dominación carece de validación proyectiva en el tiempo. Esta ahí por la inercia de la dominación pasada, por los sedimentos arcaicos en el sentido común de la sociedad, pero no tiene dinamismo regenerativo propio. Es pues una hegemonía crepuscular, en cierta medida zombi.

El mundo está debajo del pórtico de un extraño tiempo carente de esperanza, en el que no hay futuro y, lo peor, que nadie sabe cómo será. No es casual que la angustia de las elites planetarias respecto a si las viejas técnicas de dominación, exitosa durante 40 años, serán eficaces ante una sociedad que, al dejar de confiar en los consuetudinarios cursos de acción posibles, tienda a volverse más receptiva a explorar otras opciones de destino. En sentido estricto esa es precisamente la experiencia patética de la libertad, entendida no como la posibilidad de elegir entre lo que unos pocos han decidido, sino de decidir sobre las cosas mismas que habrá que elegir.

De ahí que el temor del FMI es, sobre todo, el miedo a hallar en el fondo del abismo la premonición sartreana de que estamos “condenados a ser libres”, es decir, a perder el control sobre el horizonte de previsibilidad de las sociedades. + (PE/Gracus)

Contra la meritocracia

Ellen Engelstad licenciada en literatura comparada por la Universidad de Oslo y editora de la revista digital de izquierda Manifest Tidsskrift.

La meritocracia postula que deberían mandar los más capaces y que los más capaces debieran poder ascender a la cúspide independientemente de su extracción social. La primera proposición parece razonable a muchas personas, la segunda es evidentemente justa. El mundo es complejo, y en una serie de ámbitos, desde los juzgados hasta las cabinas de los aviones, la pericia parece no solo deseable, sino necesaria. Y si de veras queremos encontrar el mejor talento, entonces sin duda deberíamos asegurarnos de que todo el mundo tuviera la misma oportunidad de demostrar su valía, ¿o no?

Tratando de sacar lustre al postulado, muchos liberales bienintencionados predican el evangelio de la igualdad de oportunidades. Todas las personas deberían tener acceso, desde la infancia, a buenas escuelas, atención sanitaria y buenos modelos que les sirvan de guía, de manera que se pueda detectar los talentos ocultos y acompañarlos en su desarrollo. Esto no es nada más que el famoso sueño americano de trabajar duro para triunfar en la vida, aunque al haberse degradado el trabajo manual, eso del trabajar duro  ha acabado siendo eclipsado por el talento, sea innato o adquirido.

Sin embargo, originalmente la meritocracia no hacía referencia a algo bueno: el término lo acuñó el sociólogo Michael Young con ánimo de criticar a los Estados que habían abandonado el propósito de alcanzar una igualdad social real. La relectura de su libro, El ascenso de la meritocracia, nos ayuda a comprender por qué la igualdad de oportunidades merma el valor de la igualdad, y por qué nuestros derechos a una existencia digna no debieran depender de nuestros supuestos talentos.

Tenías un empleo

Miembro del Partido Laborista británico, Young fue coautor de “Let Us Face the Future” (Afrontemos el futuro), el manifiesto que propició la victoria del partido en la histórica elección de 1945. Aunque el gobierno resultante contribuyó de modo importante a la implantación del Estado de bienestar británico, Young observó que la administración de Clement Attlee empezaba a apartarse de la idea de la dignidad del trabajo y de la igualdad de todo el mundo para decantarse por el concepto de igualdad de oportunidades. Ya en 1944 se había implantado el examen eleven plus [once-plus] para determinar a qué modalidad de escuela secundaria se canalizaría a cada alumno y alumna (a partir de la edad de once años), prefijando en muchos casos su trayectoria en la vida. Al mismo tiempo, análisis recientes del ascenso de la clase gerencial habían anunciado una nueva era de especialistas y una jerarquía social basada en la primacía de la información.

En 1958, Young se dispuso a escribir su respuesta: una historia distópica de ficción científica que echa una mirada retrospectiva sobre su propio presente desde el año 2033. El narrador, un sociólogo de ficción, traza el desarrollo de un nuevo orden social, partiendo de la década de 1870. Cuenta cómo la nobleza y los privilegios (hereditarios) de que gozaba se habían desvanecido lentamente, sobre todo gracias a los esfuerzos del movimiento obrero. Sin embargo, tras la victoria laborista de mediados del siglo XX (es decir, en la época del propio Young), la igualdad alcanzada empezó a desmantelarse paso a paso, para sustituirla por una nueva división en clases. Ahora ya no eran los vástagos de familias ricas quienes ascendían automáticamente a la cúspide, sino los más listos, los que con ayuda de su capacidad intelectual merecían gobernar. Ya en el año 2033, nuestro sociólogo puede hablar de una ola de huelgas y disturbios de protesta contra este sistema, instigados por los llamados populistas.

La trama del libro se parece un poco al 1984 de George Orwell. Y del mismo modo que el libro de Orwell había acuñado nuevos términos que posteriormente pasaron a ser de uso común, como neolengua y Gran Hermano, el de Young introdujo el término meritocracia, compuesto de merito (del latín meritus, merecido) y krati (del griego kratein, gobernar). La gran diferencia estriba en la manera en que se utilizaron estas palabras recién acuñadas. Mientras que asociar a un rival político con el mundo de 1984 es evidentemente peyorativo, los políticos socialdemócratas y liberales pasaron a emplear la palabra meritocracia como si fuera una buena idea. De hecho, la lectura del libro de Young arroja sobre esta idea una luz mucho más lóbrega.

En la sociedad que retrata Young, todas las personas han de someterse a pruebas de inteligencia a lo largo de toda la vida: así, siempre tienes una oportunidad de ascender en la escala social si tu intelecto tarda en despertar, siempre que el examen lo demuestre. Por otro lado, no tienes derecho a quejarte por tu bajo salario o tu baja condición social si la prueba muestra que no eres suficientemente inteligente, así que estás donde te corresponde. Esta no era la sociedad a la que había aspirado el movimiento obrero cuando luchó por mejorar la educación y acabar con un sistema de privilegios heredados. Sus victorias les fueron arrebatadas y utilizadas con fines distintos cuando los llamados fabianos ganaron poder dentro del movimiento obrero. En efecto, de vuelta a la realidad, la Sociedad Fabiana se fundó en 1884 como organización socialista que no aspiraba a la igualdad absoluta, sino a “un nuevo orden social, basado en las capacidades humanas, que hay que construir a partir del caos total de la vieja sociedad”. En otras palabras: una meritocracia.

Las diferencias de renta son ahora mucho mayores, y sin embargo hay menos conflictos que antes”, escribe nuestro sociólogo de ficción en 2033. Esto se debe en parte a que la riqueza y las ventajas de las personas cualificadas y dotadas parecen justas porque han trabajado para obtenerlas en vez de heredarlas, y en parte a que las nuevas diferencias entre ricos y pobres se dan en forma de ventajas para los ricos y no meramente en forma de sueldos más elevados. Paralelamente, el parlamento electo pierde fuerza a favor de técnicos, burócratas profesionales de la administración pública. El Partido Laborista y los sindicatos acaban aceptando, sin prisa pero sin pausa, este pacto.

No obstante, un pequeño grupo de personas todavía se aferran al principio de igualdad, tanto en términos de renta como de influencia: un grupo llamado populistas. Las líderes femeninas desempeñan un papel especialmente destacado en la revuelta, puesto que las mujeres inteligentes que adquieren un estatus elevado no dejan de ser víctimas del patriarcado. En este orden social supuestamente armonioso siguen estando sometidas a grandes presiones para que críen a sus propios hijos inteligentes y no los pongan en manos de sirvientes estúpidos. Así, se pide a mujeres que apenas están al comienzo de sus carreras que abandonen todo por lo que han estado esforzándose y se centren en su función de madres. El sociólogo de ficción de Young todavía concluye que esta nueva alianza de líderes feministas inteligentes y la izquierda obrera no durará mucho: después de todo, tienen intereses de clase diferentes.

Aunque el autor reconoce que le toca vivir en tiempos turbulentos, predice que la rebelión populista en curso se agotará: la sociedad está demasiado fijada en su rumbo y la clase obrera carece de liderazgo. Concluye su disertación sugiriendo que es probable que esta perspectiva se confirme en el congreso populista que tendrá lugar en Peterloo al año siguiente, y al que piensa asistir como observador. La nota al pie al final del libro cuenta a los lectores y lectoras que estaba equivocado: Peterloo generó tanto tumulto que el autor murió en la refriega, y esta tesis se publicaba póstumamente.

El monstruo que creó Young

Visto desde 2021, el libro de Young muestra una insólita capacidad de predicción. Anticipó que la abolición de una elite hereditaria, basada en un poder y una riqueza obtenidas por herencia, podía dar pie fácilmente a la creación de otra elite, que se sentiría tanto más legitimada para gozar de sus privilegios por el hecho de haberlos merecido. Young predijo asimismo que las décadas de 1960 y 1970 asistirían a un ascenso del radicalismo, un momento histórico para un avance de la izquierda. Pero esta no ganó y la sociedad resultó aún más dividida tras la contrarrevolución neoliberal que erosionó el bienestar universal y lo sustituyó por soluciones privatizadas que profundizaron la división entre las clases.

Young previó toda una serie de consecuencias negativas del dogma de la meritocracia: la derechización del movimiento obrero, el ascenso imparable del prestigio social del conocimiento y la inteligencia, la creciente desigualdad, la premura de tiempo para las mujeres que quisieran estudiar y también tener hijos y los privilegios de que gozaría la clase creativa incluso fuera del trabajo asalariado. Finalmente, Young predijo que la mayoría de las personas acabarían hartándose de que les dijeran que eran estúpidas y pensando que la igualdad les interesaba, decantándose a favor de los populistas. Pero lo que Young no previó fue el papel desempeñado por su distopia en este proceso. En contra de sus intenciones, la meritocracia sería asumida tanto por los políticos conservadores como por los socialdemócratas de todo el mundo, concebida como una visión positiva a la que la sociedad debería aspirar.

Dos famosos fabianos del mundo de no ficción, Tony Blair y Gordon Brown, en particular, se tomaron a pecho la meritocracia. Para Blair, la igualdad de oportunidades para todas y todos –una verdadera meritocracia– era una grandiosa visión cuando fue elegido primer ministro en 1997, resumida en el lema “educación, educación, educación”. Esto frustró a Young, y en un artículo de opinión publicado en 2001, titulado “Abajo la meritocracia”, expresó su frustración por la malinterpretación de su libro. Pidió a Blair que dejara de utilizar el término: “Es muy improbable que el primer ministro haya leído el libro, pero se ha agarrado a la palabra sin percatarse de los peligros que encierra su propuesta.” Young argumentó que no hay nada malo en dejar que las personas con determinados méritos prosperen; el problema surge cuando los llamados inteligentes y cualificados forman una clase superior propia y cierran la puerta a todas las demás.

Tal como predijo, la educación superior se ha convertido perversamente en el colmo del éxito, no solo prometiendo una buena vida a la gente inteligente, sino también tachando de perdedores a quienes no van a la universidad. “[La clase trabajadora] puede desmoralizarse fácilmente cuando se ve despreciada de modo tan hiriente por personas que han sabido montárselo bien. En efecto, en una sociedad que ensalza tanto el mérito es duro que te digan que no tienes ninguno. Ninguna clase subalterna ha sido desnudada moralmente hasta este punto”, escribe Young.

Gobierno de los expertos

La mayoría de las personas de mentalidad democrática dirán que su deseo es que las principales decisiones de la sociedad las tomen representantes electos. Aun así, pedir asesoramiento a personas expertas en un ámbito –por ejemplo, a abogados para escribir nuevas leyes– no supone una amenaza intrínseca para la democracia. Escuchar a gente que sabe mucho de un asunto dado es inteligente, pero los y las socialistas sostendrán que la experticia la tienen muchas más personas que las que ostentan un título universitario. Hay montones de conocimientos junto a las máquinas de una fábrica o en los pasillos de un hospital, por ejemplo. Aunque podemos estar de acuerdo en que tiene que haber cierta división del trabajo en el gobierno, como la hay en la sociedad, en las últimas décadas hemos asistido a un refuerzo mucho más profundo de los argumentos tecnocráticos a favor del gobierno de los expertos.

El margen de maniobra de los Estados nacionales se ve mermado por tratados internacionales, la jurisprudencia tiene cada vez más que decir en la política y a los partidos se les dice cada vez más a menudo que sus programas son irrealizables porque atentan contra reglas que se hallan fuera del alcance de la toma de decisiones democrática. Debido a esto, las diferencias entre derecha e izquierda se han reducido y, en muchos países, socialdemócratas y conservadores que antaño eran enemigos ahora  gobiernan en coalición.

Al mismo tiempo, el positivismo ha vuelto a ganar terreno intelectualmente, convirtiendo los dilemas políticos y económicos en problemas con una respuesta correcta y calculable, dejando de ser un asunto a debatir con distintas respuestas en función de la posición política de cada quisque. La verificación supuestamente neutral de los datos y la búsqueda de la verdad se han apoderado en parte de lo que solía ser un ámbito de debate público.

Movilidad social

La elite profesional es firme defensora de la meritocracia porque cree que garantiza a cada persona la posibilidad de ascender hasta la cúspide y además asegura que los y las mejores acaben situándose en el lugar que les corresponde. Pero no deja de preocuparles el hecho de que un sistema meritocrático se vea socavado por antiguos vestigios y, por tanto, aspiran a mejorarlo. Avances como la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo y a la educación superior, así como las medidas encaminadas a atajar la discriminación racial y homófoba son, según el periodista Chris Hayes, sendas victorias que ayudan a meritocratizar la meritocracia.

El hecho de que un hombre negro pudiera ocupar la presidencia de EE UU (y de que una mujer casi lo consiguiera) muestra lo lejos que han llegado estas mejoras en las últimas décadas. Las corrientes progresistas afirman que esto inspirará a otras personas a hacer lo mismo. Es cierto que la elección de Barack Obama fue una importante victoria simbólica. Sin embargo, la enorme atención prestada a Obama e Hillary Clinton, en vez del cambio estructural a favor de amplios grupos de comunidades de gentes de color y mujeres, también muestra la debilidad de esta estrategia.

Como escribe Thomas Frank en su libro Listen, Liberal: “Hillary tiende a gravitar hacia una versión del feminismo que es sinónimo de meritocracia, en el sentido de que se interesa casi exclusivamente por las luchas de mujeres de alto nivel educativo por llegar tan lejos como su talento les permita.” En efecto, le interesaban menos los bienes universales por los que luchaba Bernie Sanders, como el aumento del salario mínimo y la baja parental pagada. Afirmaba que también estaba a favor de esto último, pero añadiendo que “no pienso que políticamente podamos conseguirlo ahora”.

El interés no se centraba en reducir las desigualdades, sino en asegurar que toda persona tuviera una oportunidad de alcanzar la cima. Pero también plantea otra cuestión: en una meritocracia, los mejores –expertos, profesionales– se encumbran en beneficio de todo el mundo, mas ¿quién decide qué cualidades deberían premiarse en una sociedad? Y ¿acaso quienes ya se benefician de la meritocracia no se verán tentados a premiar las cualidades que poseen ellos mismos? Todo indica que hacen justamente esto, dado, entre otras cosas, que el poder de este grupo ha aumentado paralelamente a la fuerte profundización de la desigualdad general.

Si la elite gobernante tomara decisiones neutrales y apolíticas en bien del conjunto de la población, entonces ¿por qué han sido únicamente los superricos en EE UU en beneficiarse del aumento de la productividad de la sociedad desde la década de 1970? Si de veras son “sirvientes del pueblo” que velan por los intereses de toda la ciudadanía, ¿cómo es que su dirección condujo a una situación en que las bonificaciones desembolsadas en Wall Street en 2014 doblaron la suma total de las pagas de toda la población trabajadora a jornada completa que percibía el salario mínimo en EE UU? Los números no son tan drásticos en mi país, Noruega, y otros países que cuentan con un movimiento sindical fuerte. Pero también aquí, partidos, empresas y expertos califican ciertas políticas que favorecen la desigualdad, como las rebajas de impuestos a los ricos y los recortes de las pagas en caso de baja por enfermedad, de neutrales y “basadas en criterios científicos”.

No queremos una verdadera meritocracia

El sueño de que una elite selecta y de alto nivel educativo debiera gobernar la sociedad es mucho más antiguo que el libro de Young. Por ejemplo, Platón creía que la democracia llevaría al poder a los estúpidos y en su lugar propuso una especie de dictadura de los filósofos. Hoy, votantes de muchos países han comenzado a decantarse por llamados populistas como Donald Trump, Rodrigo Duterte, Marine Le Pen y Jair Bolsonaro. Esto ha suscitado cada vez más cuestiones sobre si la democracia sigue siendo la mejor forma de gobernanza o si ha llegado el momento de implantar una verdadera meritocracia.

Esto no solo supone entregar más poder a burócratas y abogados, sino también, en concreto, cercenar la democracia. Es lo que se propone en el libro Contra la Democracia, publicado en 2016 y escrito por el influyente filósofo neoliberal Jason Brennan. Afirma que el electorado en las sociedades democráticas desconoce por completo las cuestiones políticas y a menudo es incapaz de exigir responsabilidades a los políticos. Por eso, las elecciones libres constituyen un asalto moral a la población, cuya suerte debería confiarse en su lugar a una epistocracia de los mejores y más brillantes. Las mismas ideas se plantean en libros como Democracy for Realists (2016) y The Myth of the Rational Voter (2007).

A medida que el conocimiento adquiere un estatus cada vez más alto y el retorno del positivismo presenta cada vez más la política como una ciencia de las respuestas correctas y erróneas, la pregunta que se plantean los meritócratas es: ¿Tienen la mayoría de las personas un conocimiento suficiente para tomar decisiones sobre nuestras sociedades complejas? ¿Han leído los programas electorales de los partidos, y si no lo han hecho, por qué permitirles que decidan nuestro destino? El filósofo noruego Morten Langfeldt Dahlback escribe que la meritocracia no tiene por qué “perjudicar el bienestar de los menos informados” porque “la mayoría de votantes [votan] basándose en lo que creen que favorece al bien común, y las personas con un alto nivel educativo se preocupan a menudo más de la justicia social que otras”.

Es esta una perspectiva extremadamente peligrosa, y carece de base en la experiencia histórica. Al contrario, cada vez que una pequeña elite se ha hecho con el control sin tener que rendir cuentas ante la mayoría, las desigualdades han aumentado drásticamente. De ahí que en Inglaterra en 1819 se congregara la gente en St. Peter’s Field, en Manchester, para exigir el sufragio universal en lo que pasó a la historia como la Masacre de Peterloo. De ahí que se produjeran la Revolución Francesa y la Revolución Rusa y todas las demás batallas libradas por las masas contra las elites gobernantes. No cabe duda de que esas elites estaban culturalmente más ilustradas que la mayoría de los y las rebeldes, pero en modo alguno esto condujo a una mayor justicia social.

Cuando hoy mucha gente apoya a quienes son calificados despectivamente de populistas, lo hace porque estos parecen tomarles en serio, o al menos hablan de la desigualdad que sufren, en vez de renegar de la acción por considerarla imposible. Si la respuesta a ello es privarnos del derecho al voto porque no estamos suficientemente bien informados, el resultado sin duda será aparatoso, pero no traerá una mayor igualdad.

En un artículo de 1872, el anarquista ruso Mijaíl Bakunin advirtió contra la obsesión por la verdadera meritocracia, un “reinado de la inteligencia científica, el más aristocrático, despótico, arrogante y elitista de todos los regímenes”. Si a quienes tienen un alto nivel educativo se les diera vía libre para gobernar en virtud de sus cualidades superiores, según Bakunin crearían “una nueva clase, una nueva jerarquía de científicos y académicos reales y falsos, y el mundo se dividiría en una minoría que gobierna en nombre del conocimiento y una inmensa mayoría ignorante”. Y entonces, añadió, “¡ay de la masa de ignorantes!” Este será nuestro destino si damos por buena la afirmación de los poderosos de que están ahí porque son los que saben hacerlo mejor.

https://jacobinmag.com/2021/04/rise-of-the-meritocracy-michael-young Traducción: Viento sur

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

Imágenes: Rafal Olbinski

Nacido en Polonia y formado en el Departamento de Arquitectura del Colegio politécnico de Varsovia. Artista polaco que en 1982 emigró a los EE.UU., donde trabajó como pintor, ilustrador y diseñador. Desde 1985 ha sido profesor en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York.

Ha recibido más de cien importantes premios incluyendo las medallas d Oro y Plata del Club de Directores de Arte de Nueva York y también las medallas de Oro y Plata de la Sociedad de Ilustradores de Nueva York y Los Angeles.

Respecto a su obra, Olbinski agrega humor y surrealismo para crear escenas sorprendentes. Es divertido ver su personal interpretación de objetos cotidianos, que consigue manipular nuestros ojos y cerebro creando ilusiones ópticas impresionantes.













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